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CUENCA TORIBIO, José Manuel: La Gue- rra de la Independencia: Un conflicto deci- sivo (1808-1814). Madrid: Ediciones Encuentro, 2006, 414 pp., índice onomás- tico. La fecunda pluma del Dr. Cuenca, entre cuyas producciones se encuentran obras de la envergadura de la varias veces reeditada Historia General de Andalucía, nos aporta ahora este denso volumen, de gratísima y apasionante lectura, siendo su autor «tal vez el único estudioso español que haya pergeñado la historia de tres gue- rras de proporciones gigantescas» (p. 10), lo que en cualquier caso lo constituye en un verdadero experto en la narración y expli- cación de este tipo de sucesos. Conviene advertir desde el principio que en el presente caso el título se queda corto. Bien está la denominación de Guerra de la Independencia que el Dr. Cuenca defiende ardorosamente en una larga nota en pp. 303-304. Pero sorprende el corto alcance del subtítulo, porque aunque sin duda la mencionada guerra fue «un con- flicto decisivo», lo que no queda dicho en este enunciado es que en el libro que comentamos no sólo se tratan los aspectos militares de la contienda, a los que aluden esas expresiones, sino que la mayor parte del mismo la ocupa el tratamiento de los aspectos políticos o del simple modo de subsistencia de las dos Españas en pugna, a retaguardia de las fuerzas combatientes. En efecto, dividida la exposición en ocho capítulos, sólo los tres primeros (hasta la p. 128) tratan de las operaciones bélicas. Esos tres capítulos se titulan «El comienzo de la crisis», «La Guerra: Su conducción y actores» y «La evolución bélica». Seguidamente el autor penetra en el ámbito de la profunda crisis y evolución política que, como es sabido, afectó al bando patriota o fiel a Fer- nando VII, tema que ocupa otros dos extensos capítulos: El IV, «De las Juntas a las Cortes», y el V, «Las Cortes de Cádiz» (en conjunto, de la p. 129 a la 274). A continua- ción, el capítulo VI trata de «La España Josefina» y el VII de «La vida cotidiana en una España desgarrada» (pp. 275 a 368). Y todavía nos aguarda un capítulo VIII, de no menor interés, dedicado a «El retorno del Rey» (pp. 369 a 394). De suerte que, como dijimos al principio, casi tres cuartas partes del libro se ocupan de materias distintas de la guerra, aunque inevitablemente relacio- nadas con ella, y que no son estas partes las menos importantes del análisis que el autor nos brinda. Aún hay, como es usual, un breve «Prólogo» en el que Dr. Cuenca hace rapidísimo recorrido de los estudios dedicados a este episodio histórico desde los días del conde Toreno, y un «Epílogo» en el que se vuelve sobre esos estudios poniendo el énfasis en las contrapuestas interpretaciones de la Guerra: la que le atri- buyó un carácter religioso, tan caro a los tradicionalistas, y la que descubrió en ella los prímeros síntomas de la modernización del país. Entre «Prólogo» y «Epílogo», el autor se esfuerza por ofrecernos, en víspe- ras el bicentenario de los acontecimientos considerados, una descripción desapasio- nada y profunda de los mismos. Difícil resulta resumir el contenido de cada capítulo, no sólo por la larga exten- sión de cada uno, sin que se proporcione al lector la guía o asidero de unos epígrafes © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. hist., H.ª cont., 24, 2006, pp. 311-333 RESEÑAS

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CUENCA TORIBIO, José Manuel: La Gue-rra de la Independencia: Un conflicto deci-sivo (1808-1814). Madrid: EdicionesEncuentro, 2006, 414 pp., índice onomás-tico.

La fecunda pluma del Dr. Cuenca,entre cuyas producciones se encuentranobras de la envergadura de la varias vecesreeditada Historia General de Andalucía,nos aporta ahora este denso volumen, degratísima y apasionante lectura, siendo suautor «tal vez el único estudioso españolque haya pergeñado la historia de tres gue-rras de proporciones gigantescas» (p. 10), loque en cualquier caso lo constituye en unverdadero experto en la narración y expli-cación de este tipo de sucesos.

Conviene advertir desde el principioque en el presente caso el título se quedacorto. Bien está la denominación de Guerrade la Independencia que el Dr. Cuencadefiende ardorosamente en una larga notaen pp. 303-304. Pero sorprende el cortoalcance del subtítulo, porque aunque sinduda la mencionada guerra fue «un con-flicto decisivo», lo que no queda dicho eneste enunciado es que en el libro quecomentamos no sólo se tratan los aspectosmilitares de la contienda, a los que aludenesas expresiones, sino que la mayor partedel mismo la ocupa el tratamiento de losaspectos políticos o del simple modo desubsistencia de las dos Españas en pugna,a retaguardia de las fuerzas combatientes.En efecto, dividida la exposición en ochocapítulos, sólo los tres primeros (hasta la p.128) tratan de las operaciones bélicas. Esostres capítulos se titulan «El comienzo de la

crisis», «La Guerra: Su conducción y actores»y «La evolución bélica». Seguidamente elautor penetra en el ámbito de la profundacrisis y evolución política que, como essabido, afectó al bando patriota o fiel a Fer-nando VII, tema que ocupa otros dosextensos capítulos: El IV, «De las Juntas alas Cortes», y el V, «Las Cortes de Cádiz» (enconjunto, de la p. 129 a la 274). A continua-ción, el capítulo VI trata de «La EspañaJosefina» y el VII de «La vida cotidiana enuna España desgarrada» (pp. 275 a 368). Ytodavía nos aguarda un capítulo VIII, de nomenor interés, dedicado a «El retorno delRey» (pp. 369 a 394). De suerte que, comodijimos al principio, casi tres cuartas partesdel libro se ocupan de materias distintas dela guerra, aunque inevitablemente relacio-nadas con ella, y que no son estas parteslas menos importantes del análisis que elautor nos brinda. Aún hay, como es usual,un breve «Prólogo» en el que Dr. Cuencahace rapidísimo recorrido de los estudiosdedicados a este episodio histórico desdelos días del conde Toreno, y un «Epílogo»en el que se vuelve sobre esos estudiosponiendo el énfasis en las contrapuestasinterpretaciones de la Guerra: la que le atri-buyó un carácter religioso, tan caro a lostradicionalistas, y la que descubrió en ellalos prímeros síntomas de la modernizacióndel país. Entre «Prólogo» y «Epílogo», elautor se esfuerza por ofrecernos, en víspe-ras el bicentenario de los acontecimientosconsiderados, una descripción desapasio-nada y profunda de los mismos.

Difícil resulta resumir el contenido decada capítulo, no sólo por la larga exten-sión de cada uno, sin que se proporcioneal lector la guía o asidero de unos epígrafes

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que marquen el encadenamiento de lostemas tratados, sino porque al cuerpo pro-piamente dicho del capítulo le sigue uncuerpo adicional de notas en letra pequeñaque casi duplica al anterior. Y esas notasno son en modo alguna superfluas, antesbien, añaden a la ponderada enunciaciónde cada punto la indicación de la biblio-grafía pertinente, de ordinario concisa-mente valorada o criticada, lo que permiteconocer al lector los distintos puntos devista junto con la opinión sincera del autor.Basta lo dicho para advertir que no noshallamos ante una obra de divulgación —lo que también se patentiza por la ausen-cia de mapas, o de cualquier tipo de ilus-traciones—, sino ante un verdaderoestudio para lectores expertos y avezadosen el conocimiento del gran tema históricoque el autor disecciona y desmenuza connotable destreza. Pasemos, pues, a indicaral menos los puntos principales de cadacapítulo sobre los que se detiene la aten-ción del autor.

Tras los breves «Preliminares» queponderan los planes de Napoleón y elinsatisfactorio estado de las fuerzas arma-das españolas, el capítulo I, «El comienzode la crisis», arranca de la mal explicada yerrada decisión de Napoleón de invadir lapenínsula ibérica, coincidente con el pro-ceso del Escorial y el motín de Aranjuez,crisis que culmina con los sucesos del 2 demayo «sin duda alguna, el fundente máspoderoso del concepto y hecho de lanacionalidad española en su travesía de laEdad Contemporánea», sucesos que inau-guraron una guerra de 2.202 días quearrasó a toda la península. Tras un debatesobre el papel que desempeñaron en elllarespectivamente las élites y las clasespopulares, viene la deliberación sobre laConstitución de Bayona y los afrancesados:«las élites josefinas se extrajeron de la por-ción más experimentada y valiosa de lasprecedentes». La pastoral de Félix Amatinvitó a acatar la legitimidad napoleónica,única forma de evitar la guerra civil, peroel autor define sin ambages que «el deber y

la razón histórica estaban claramente delado de los que lucharon por la indepen-dencia» y que «no es fantasioso imaginarque sin la guerra el reinado de FernandoVII hubiera sido, en líneas generales, posi-tivo».

El capítulo II, dedicado a «La guerra:su conducción y actores», comienza con lamención de la batalla de Medina de Rio-seco, 14 de junio de 1808, que pone demanifiesto la que será constante superiori-dad del ejército napoleónico, sobre todoen caballería, con la excepción de Bailén,y donde se inicia una contienda al margende la tradicional guerra de profesionales,sustituidos por la leva general impulsadapor las primeras Juntas. Sobreviene laalianza con Inglaterra y la intervención deWellington y sus ejércitos, excelentementeentrenados, equipados e imbuidos demoral y victoria, que combatirían al ladode las tropas españolas capaces de superarcon un «no importa» todos los reveses. Seproduce entonces una estrecha uniónentre pueblo y ejército, de la que es mues-tra la aparición de las guerrillas, que aun-que cometieran a veces desmanes, lleva-ron a cabo operaciones importantes, sinque sea posible valorar con exactitud suinfluencia en el curso de la guerra. Cabeponderar la contribución del ejército por-tugués, la formación de nuevas unidadesespañolas con oficialidad británica, elescaso éxito de las reclutas emprendidaspor Jose I —los «juramentados»— y elcarácter multinacional de la GrandeArmée. Una página recuerda la persistenciaen la voluntad de combate de los sucesi-vos gobiernos británicos frente a Napo-león. Después acceden al primer plano lasvicisitudes de la Junta Central y de lasRegencias, así como el clima de recelohacía los militares en que se movieronestos organismos, llegando las Cortes aculpar a las fuerzas armadas del hundi-miento de 1810-1812, hasta que se otorgóa Wellington el mando supremo. Pero elpueblo español nunca dejó de nutrir las

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unidades del ejército, que en ningúnmomento se dio por vencido.

«La evolución bélica», estudiada en elcapítulo III, nos lleva a seguir las operacio-nes del ejército francés, después de Bailén,frente a la resistencia de Cataluña y Ara-gón, hasta la llegada de Napoleón y delcontrovertido marqués de La Romana y lasbatallas de Zornoza, Espinosa de los Mon-teros, Gamonal y, finalmente, Tudela, queharán posible la nueva ocupación deMadrid. Sube entonces la marea francesade 1809: retirada del inglés Moore, retro-ceso en Cataluña, derrota de Uclés, ocupa-ción de Zaragoza, para descender luego alDuero y el Tajo, donde opera Wellingtondesde sus bases en Portugal. Los esfuerzosespañoles, mal dirigidos por su mediocregeneralato, por dominar el centro peninsu-lar, se desfondaban, después de variasalternativas, en noviembre en Ocaña, y lasdivisiones galas podían marchar sobreAndalucía. En enero de 1810 entraban enCórdoba, en febrero en Sevilla, e inmedia-tamente se presentaban a las puertas deCádiz. La atención se desplaza a partir deahora a los teatros bélicos de Aragón,Asturias y, sobre todo, a la España occi-dental: Extremadura y Salamanca, con sucuadrilátero de plazas fuertes a amboslados de la frontera portuguesa, dondecombatirán los dos más poderosos ejérci-tos mundiales entre las primaveras de 1810y 1812. Es el duelo del Duque de Welling-ton contra Massena, mientras Suchet lograel pleno dominio sobre Cataluña y Valen-cia. Después, la entrada del Duque hastaMadrid tras la brillante victoria aliada deArapiles y el ulterior repliegue, hasta queson las fuerzas de Jose I las que han dereplegarse hacia el Ebro, siendo derrotadasen Vitoria (junio de 1813), donde se distin-guieron las unidades españolas. Siguen lasoperaciones en territorio francés y la lentaevacuación de Aragón y Cataluña por losnapoleónicos, que entregaron Barcelona el16 de abril de 1814. Concluyó así «el con-flicto más dilatado de cúantos han existidoen la España moderna y contemporánea,

con la salvedad de la guerra de Sucesión yla primera Carlista».

Con el capítulo IV, «De las Juntas a lasCortes», entramos de lleno en la temáticade los procesos políticos paralelos aldesenvolvimiento de la guerra que hastaahora sólo han sido aludidos ocasional-mente. Capítulo que se inicia, no sinrazón, con un elogio del título de la obrade Toreno —«levantamiento, guerra yrevolución de España»—, y cuyas 55 notasocupan una veintena de páginas. La revo-lución, considerada «moderada» en lo polí-tico, porque la intervención de las masasno fue lo característico, y «liberal», culminaen Cádiz «en una asamblea en la que másde la mitad de sus miembros eran curas ymilitares». Se discute el sentido de lasrevueltas de mayo pero «las revolucionessantas», con amplia participación del «pue-blo», entregaron generalmente el poder«nueva legalidad», a los representantes dela aristocracia y el clero. El admirableimpulso de la unión que lleva a la creaciónde la Junta Suprema abre el camino para laconvocatoria de la Cortes dispuesta, alparecer, por el mismo Fernando VII antesde su renuncia al trono. El peso de Florida-blanca, Saavedra y Quintana en la orienta-ción de la Junta conduce en todo caso a laconvocatoria de Cortes (22 de mayo de1809) pensando ya en una Constitución.Los trabajos de la comisión presidida porJovellanos conducen a la formación de laRegencia en Cádiz (31 de enero 1810). Elconde de Toreno y el conquense Hualdereclaman la constitución de las Cortes quetuvo lugar el 24 de septiembre de 1810,contando entre sus miembros gran númerode suplentes, tanto europeos como ameri-canos.

El capítulo V, «Las Cortes de Cádiz»,es, tal vez comprensiblemente, el másextenso de libro: 89 páginas de texto ynotas. Aquí por fin, en el «Soberano Con-greso, cuyo nombre es el que legítima-mente le corresponde más bien que elequívoco de Cortes», se plantearían lalucha entre los liberales y reaccionarios,

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aplazada hasta este momento. La procla-mación de la soberanía nacional, la recla-mación de la ampliación del número dediputados americanos y la declaración dela libertad de prensa precedieron a laredacción de la Constitución, de raícesilustradas dieciochescas aunque integraraelementos de varias Constituciones france-sas. La Carta Magna aporta el concepto desoberanía y comunidad nacional previa-mente a la declaración de derechos indivi-duales, el sistema de gobierno monárquicomuy debilitado, como el poder judicial, yuna estrecha adhesión a la Iglesia católica,a la que pertenecían muchos diputados decondición clerical. Se determina la proce-dencia de los diputados y se debate un dis-tanciamiento o recelo hacía el sector cas-trense, manifiesto en la creación de laMilicia Nacional. Establecida la unidadnacional, se introducen las diputacionesprovinciales y bajo su vigilancia los ayun-tamientos electivos, y se dispone el esta-blecimiento de escuelas en todos los pue-blos. La Constitución, en cuya elaboraciónintervinieron numerosos diputados ameri-canos, sería sin embargo por su radicali-dad, desde ese momento, un motivo deenfrentamiento entre unos y otros. Variasnormas para la organización del Fisco y lasupresión de la Inquisición completaron latransformación política de España debida alas Cortes.

Con el capítulo VI, «La España jose-fina», entramos en la descripción delmundo del «Intruso», mundo que se apoyacasi exclusivamente sobre un contingentede españoles afrancesados o colaboracio-nistas: individuos de las élites políticas,obispos y clérigos, y funcionarios media-nos y pequeños, gente capaz de formularexcelentes proyectos que más adelante severían acertados para el progreso de lanación. José I se comportó como monarcacatólico, aunque aceptara la clausura de untercio de los conventos, la secularizaciónde los religiosos y la supresión de lasÓrdenes militares. Pero la masa social semantuvo pasiva, tal vez porque la mayor

parte del territorio «josefino» permanecióbajo el dominio de los jefes militares napo-leónicos y por la obligada tutela del Empe-rador sobre su hermano. La creación deuna Policía moderna y de una red de tribu-nales de Justicia criminal son algunas delas novedades importantes que experi-menta el país ocupado, junto con la trans-formación del urbanismo de muchas capi-tales españolas. Las medidas tendentes aimpulsar el movimiento económico ohacendístico no tuvieron éxito, en partepor afectarles el bloqueo británico y lacarencia de los recursos americanos quellegaban a Cádiz, aparte de la deuda de6.400 millones de reales legada por CarlosIV. Tampoco ayudó al éxito la mala coyun-tura agraria de los años centrales del pro-ceso. «La imagen de España que se afana-ron por modelar los ideólogosafrancesados suscita el aprecio cuando nola simpatía de las generaciones de doscien-tos años más tarde».

Otra impresión es la que se des-prende del estudio de «La vida cotidiana enuna España desgarrada», título del capítuloVII, aunque haya que admitir la diversidadentre regiones que permanecieron más omenos al margen de la guerra. Importanteresulta la distinción entre ámbitos urbanosy rurales. Con la presencia en estos gruposde prófugos y desertores, el deterioro delos caminos y la dificultad de encontraranimales de tiro para los transportes o laslabores agrícolas. Caso aparte era el de laspoblaciones con puerto de mar, quepudieron mantener las comunicaciones yel comercio entre ellas. El abastecimientode las tropas y la población civil, así comola atención sanitaria, constituyeron unaobsesión. Junto a esto, proliferan las fiestasde todo tipo, los periódicos y los catecis-mos políticos en ambas Españas, así comolos espectáculos teatrales o taurinos y losmás variados juegos. Aún quedan por alu-dir el fenómeno de la masonería y los pro-blemas, especialmente económicos, conque tropieza la educación.

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«El retorno del rey», descrito en elcapítulo VIII, arranca del tratado deValençay en diciembre de 1813. Sigue, condesacostumbrado detalle, la esgrima a dis-tancia practicada entre el rey y la Regenciaacerca de la jura de la Constitución, pugi-lato que en fin de cuentas «no tuvo otroactor ni referente que la incondicionaldevoción popular a la figura del rey».Divorcio entre pueblo y liberalismo doce-añista, oposición entre unas minorías posee-doras de envidiable bagaje técnico y culturaly un pueblo opuesto a una cosmovisiónque consideraba atentatoria a su identidad.Pero el autor condena sin paliativos elgolpe de estado de Valencia, frustraciónabismal ciertamente de los constructoresdel liberalismo, aunque no se justifique deltodo la alusión final a los conocidos versosdemasiado fúnebres de Gil de Biedma.

Imposible sería cualquier intento dereseñar los cientos de autores y obrascuyas citas, a veces extensas, casi siemprecriticadas o comentadas, esmaltan lascopiosas notas que acompañan al texto.Podría decirse que no hay libro, ponencia,artículo o simple papel, desde los testigosy protagonistas de los hechos estudiadoshasta los aparecidos ayer mismo, que elDr. Cuenca Toribio no haya consultado yenjuiciado. Como inútil sería pretenderdefinir el personalismo estilo literario delautor, de tan elevados registros. Sólo cabe,para no alargar más esta reseña de un librode excepcional importancia, y más en lasfechas en que sale al público, asegurar quenos encontramos ante una obra de la quecabe esperar que removerá las inquietudesde un batallón de historiadores que volve-rán con denuedo a enfrentarse con lasinnumerables incógnitas que sigue guar-dando la tragedia inaugural de la EspañaContemporánea.

Luis Navarro García

YANES, Julio: Santa Cruz de Tenerifedurante la Primera Guerra Mundial. SantaCruz de Tenerife: Artemisa Ediciones,2005, 391 pp.

Pocas etapas tan angulares y decisivasen nuestra historia contemporánea como lacomprendida entre 1914 y 1918, queenmarca cronológicamente la monografíaaquí presentada. Fase de acentuación desus desequilibrios estructurales, de agrava-ción de la conflictividad social, de descom-posición de las instituciones y de reapari-ción del ejército en la política activa.

Los incuestionables beneficios repor-tados por la neutralidad —multiplicaciónde las exportaciones, cuadruplicación delas reservas monetarias, rescate de ladeuda exterior y de las inversiones extran-jeras, revitalización económica, prestigiointernacional—, se vieron ensombrecidospor un cúmulo de efectos negativos. Enparticular la carestía de subsistencias antelas exportaciones incontroladas a paísesbeligerantes, carestía sufrida de lleno porlos sectores menos favorecidos de la socie-dad, y la división de la opinión pública endos bloques enfrentados —aliadófilos ygermanófilos—, o lo que es igual la polari-zación ideológica de la sociedad en dosfrentes llamados a sobrevivir la coyunturabélica.

La quiebra institucional que se veníagestando desde años atrás, aflorará ahoraen toda su crudeza en una triple manifesta-ción crítica de efectos convergentes. Enprimer lugar la cristalización del descon-tento del ejército —urgentes reformasinternas, agravación de la cuestión marro-quí, alarma por el deterioro de las institu-ciones— con la formación de Juntas deDefensa. Por su parte los sectores incon-formistas del espectro político, a saberregionalistas de Cambó, reformistas deMelquíades Álvarez, las diferentes tenden-cias republicanas, los radicales de Lerroux,e incluso los socialistas, en suma todas lasfuerzas políticas ajenas a los dos grandes

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partidos dinásticos sin otra excepciónnotoria que el carlismo, se aprestaron areclamar la inmediata reunión de Cortes,demorada por un gobierno dudoso detener mayoría. A tal fin constituyeron enBarcelona una Asamblea de Parlamenta-rios, que al tiempo que abogaban por unasConstituyentes y explicitaban un avanzadoprograma reformista, lograban llegar a unacuerdo de principio con las Juntas. Perola Asamblea terminó disolviéndose, nosólo por la enérgica acción gubernativa,sino bajo el peso de sus propias contradic-ciones. La movilización obrera será la ter-cera, y acaso principal, oposición crítica alsistema, llamada a culminar en la huelgageneral de agosto de 1917, generada enúltima instancia por la grave situación eco-nómica y laboral del país al término delespejismo de prosperidad inseparable delos primeros años de la guerra. Todo ellosituó al régimen en uno de sus momentosmás críticos de su ya larga andadura.

Bajo tan apasionante cruce de refe-rencias el profesor Yanes analiza en unacuidada monografía el impacto del con-flicto europeo sobre la entonces capital delarchipiélago canario. La aportación quedaenmarcada por el estrangulamiento econó-mico que implicó la espectacular reduc-ción del tráfico portuario. El bloqueo sub-marino establecido por Alemania alteróprofundamente cualquier posibilidad decomunicación regular con los mercados.

Rotas las bases económicas —elcomercio de fruta— una amplia onda deefectos negativos se extendió por la ciu-dad. Se incrementó el desempleo y con élel malestar obrero y la conflictividad sindi-cal. Hicieron su aparición el hambre y lamiseria, y sus tímidos paliativos: obraspúblicas y cocinas económicas. En el con-trapunto, una nueva sociabilidad y el ociocomo salidas a una realidad cerrada a laesperanza. La enumeración es desde luegoextensa: sociedades recreativas, espectácu-los de variedades, teatro, zarzuela, cine,lectura, carnavales, corridas de toros,peleas de gallos, baños de mar, fútbol,

atletismo, deportes náuticos, tenis,ciclismo, automovilismo, cacería, pesca decaña, hípica, colombofilia y lucha canaria.No pudieron sortear, empero, los laceran-tes efectos de la contienda bélica.

La perspectiva adoptada gira en tornoa la vida cotidiana, ensamblando el trabajo,la alimentación y el ocio con los medios decomunicación social. Un ejercicio demicrohistoria con la Prensa como fuenteaglutinadora, articulándose tres plantea-mientos convergentes: vivencias cotidianasde la población, corrientes de opinión yreacción de grupos y autoridades ante laproblemática del día a día. La orientaciónse completa con la evolución económica,salarial, demográfica y social, haciendo usode boletines estadísticos, documentaciónmunicipal inédita, informes consulares bri-tánicos y fuentes orales. Un denso decuerpo de tablas y gráficos aclaran y perfi-lan los resultados. La selecta bibliografía,especialmente referida a la Islas, enriquecey postula los logros de la investigación.

Pedro Mª Egea Bruno

ARIAS GONZÁLEZ, Luis y DE LUIS MAR-TÍN, Francisco: La vivienda obrera en laEspaña de los años 20 y 30. De la «corrala»a la «ciudad jardín»: Salamanca: FUN-COAL, 2006, 119 pp.

Hace ya casi quince años que el pro-fesor Colin Pooley editó un magnífico tra-bajo sobre la vivienda obrera en Europa(Housing Strategies in Europe. 1880-1930,Leicester: University Press, 1992) que haacabado convirtiéndose en una obra dereferencia. El geógrafo Pooley recogía, porentonces, las principales aportaciones quesobre este importantísimo aspecto de lavida cotidiana habían escrito en Europaarquitectos, historiadores del arte o histo-riadores sociales. Prácticamente estabanpresentes en el libro todos los países euro-peos —pequeños y grandes— y, sin

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embargo, había una clamorosa ausencia: lade España. ¿Eso era porque en España novivimos en su día este fenómeno históricoo quizás nunca se llegó a superar dentrodel mismo la condición de marginalidad,como si estuviéramos instalados perenne-mente en el tópico del «Spain is different»?pues ni una cosa, ni la otra, porque nues-tra Nación vivió en carne propia, al igualque el resto de Europa, los mismos o pare-cidos asuntos —con sus obvias peculiari-dades— relacionados con las casas popu-lares en todos sus aspectos, como porejemplo la presencia de subviviendas einfraviviendas, los sectores intelectualesempeñados en su denuncia, los intentos demejora por parte de diferentes grupossociales, las propuestas arquitectónicasinnovadoras, las cooperativas de casasbaratas, la actuación intervencionista delEstado, etc. Afortunadamente, un grupo deentusiastas investigadores hispanos ha idorescatando y poniendo en valor este fenó-meno que participa por igual en la tarea dela recuperación del patrimonio arquitectó-nico como en su análisis sociológico y enla consideración de documento históricode primer orden, componiendo todo elloun conjunto bibliográfico heterogéneo ymuy estimable —recogido en buenamedida en esta obra en el apartado:«bibliografía básica»— en su dimensiónnacional y en su vertiente más cercana detipo regional o local que tanto ha prospe-rado en los últimos años. Los estudios pio-neros de Carlos Sambricio, PalomaBarreiro, Francisco Quirós y el círculo entorno a Horacio Capel, entre otros, hanabierto una senda cada vez más transitadapor los investigadores, capaces hoy en díade rellenar con creces el hueco presenteen la citada obra de Pooley. Esta labor, porotra parte, no ha quedado limitada a losámbitos académicos al uso y ha tenido unaclara dimensión divulgadora puesta demanifiesta en diversas exposiciones a lasque este tema se presta de manera muypropicia dada la plasticidad de los planos,las fotografías en sepia, las portadas de

publicaciones, etc. y las consideracionesestéticas y sentimentales unidas de maneraindisoluble al mismo. Precisamente, ellibro que reseñamos ahora es el catálogode una exposición celebrada en Salamancabajo el auspicio de la Fundación del Cole-gio de Arquitectos de León. Los comisariosde la misma, Luis Arias y Francisco de Luis,se han centrado en dos décadas funda-mentales, las de los años 20 y 30, en quese conjugaron la labor de la Dictadura dePrimo de Rivera instalada en un optimismoeconómico y en una actuación socialpaternalista un tanto desordenada peroabrumadora, junto con la innovación —ciertamente más formal que real— de la IIªRepública, empeñada con mayor voluntadque acierto en llevar a la práctica una polí-tica social reformista y una imagen demodernidad externa que quedaron brusca-mente interrumpidas por la Guerra Civil ysu consiguiente avalancha de destrucción.Como suele ser habitual en todos los catá-logos, las ilustraciones —con unos acerta-dos y breves comentarios de encuadra-miento— tienen un protagonismofundamental, aunque en este caso nuncallegan a «ahogar» del todo un texto que seestructura en cuatro grandes apartadostemáticos, coincidente con los de la expo-sición en sí:

— «Infraviviendas y subviviendas»:donde se realiza un recorrido porlas terribles condiciones de corra-las, chabolas, cuarteles, ciudadelas,casas de patio… y toda la multipli-cidad de la miseria habitacionaldenunciada en su día por médicos,periodistas, políticos, literatos yfilántropos.

— «Las soluciones paternalistas»:recoge los intentos que patronosconscientes e instituciones religio-sas llevaron a cabo con mayor omenor acierto según los casos ycon una clara consideración deevitar a toda costa el llamado «pro-blema social».

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— «Las soluciones políticas y los nue-vos arquitectos»: reúne la actua-ción del Estado, tan rica en lostiempos de Primo de Rivera comoen la IIª República, junto con elespíritu aportado por las nuevasgeneraciones de arquitectos queconformaron a partir del induda-ble magisterio de García Mercadaluna vanguardia, de la que elGATEPAC fue sin duda la puntadel iceberg, que estuvo sin com-plejo alguno a la altura de lo queentonces se estaba experimen-tando en Holanda, los países nór-dicos, la Unión Soviética anterior aStalin, la «Viena Roja» o los ayunta-mientos laboristas británicos.

— «La solución autogestionaria: lascooperativas de casas baratas»: alfinal, la mayor aportación espa-ñola y la más original, sin duda, larealizaron las organizaciones cons-tituidas por los propios usuarios através de las cooperativas de casasbaratas algo que ya había puestode manifiesto Luis Arias en su librosobre la cooperativa socialista decasas baratas «Pablo Iglesias», unaexperiencia truncada y bastantedesconocida pero que alcanzó unade las cotas más altas en númerode afiliados y en ambición cons-tructora de toda la Europa deentreguerras.

En definitiva, es ésta una obra quepartiendo de presupuestos metodológicosmuy sencillos y poniendo la amenidad y uncarácter pedagógico evidente como metasfundamentales puede servir tanto a los yainiciados en el tema como a los absoluta-mente profanos que quieran asomarse porvez primera al panorama de la viviendaobrera en España, un asunto incardinadoen ese cajón de sastre de lo que ha dadoen llamarse la historia de las mentalidadesy la vida cotidiana y al que auguramos unfuturo historiográfico prometedor dada la

cantidad y variedad de fuentes existentes yel poco manejo del que han sido objeto.Los mismos autores reconocen que es untema marginal pero cabe preguntarse,finalmente, si al jornalero agrícola o almodesto funcionario le preocuparía mástener una vivienda digna con aguacorriente o, por poner algunos ejemplosque han llenado tomos enteros, queganase las elecciones la conjunción repu-blicano-socialista o que saliera adelante lapolítica proteccionista del cereal.

José Mª Díaz Rodríguez

LUIS MARTÍN, Francisco de: Magisterio ysindicalismo en Cataluña. La FederaciónCatalana de Trabajadores de la Ense-ñanza. De los orígenes a la Guerra Civil.Barcelona: Ed. del Serbal, 2006, 271 pp.,10 pp. de apéndice documental.

Con este libro, de tan larguísimo título,el profesor de Luis prosigue con su línea detrabajo en torno al estudio histórico de laFETE; una densa investigación que, tras dospublicaciones anteriores sobre la época dela República y de la Guerra Civil, parecíahaber culminado y finalizado ya con el catá-logo de la exposición de la historia de laFETE que abarcaba de manera completadesde sus orígenes —en 1931— hasta hoyen día. Bien es cierto, que todas estas obrasanteriores se referían a la actuación del sin-dicato socialista en la totalidad de España yen el extranjero —durante la larga etapa deexilio— sin apenas tocarse el marco regio-nal y sus posibles peculiaridades. Lo quehace el autor ahora es abordar la historialocal de la Federación Catalana, sin ideaspreconcebidas y sin justificaciones identita-rias apriorísticas, algo que cada vez resultamás difícil de encontrar en los estudios deasfixiante ámbito autonómico que última-mente tanto proliferan en nuestra Nación alamparo de las subvenciones y del protec-cionismo administrativo. Haciendo un uso,

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al que nos tiene mal acostumbrados, de unadocumentación ingente en la que la prensa—como no podía ser menos— ocupa unlugar importantísimo, traza un completopanorama tanto de la versión catalana —y,en poco momentos, catalanista— de laFETE como de la propia educación en Cata-luña durante la IIª República y la GuerraCivil, sin olvidar los precedentes de losaños anteriores que se centran de formaprioritaria en la «Asociación General deMaestros». Con gran acierto, se establecenen todo momento las complejas relacionesque hubo entre el fenómeno global de laenseñanza en las provincias catalanas y lapropia organización sindical socialista siem-pre en una posición secundaria entre losenseñantes catalanes si la comparamos conlas otras organizaciones profesionales. Hay,pues, un doble eje vertebrador de tipo cro-nológico y temático entremezclado que secomplementa con una bibliografía exhaus-tiva y un apéndice documental que, si bienno recoge los textos básicos, resulta de lomás ilustrativo como paradigma de la esté-tica revolucionaria y prosoviética que tantogustaba a la FCTE y que copó los cartelespropagandísticos y las cabeceras de todossus periódicos profesionales llenos de estre-llas rojas y fusiles.

Hay que agradecer enormemente lafalta de concesiones del autor hacia eltema elegido y su deliberada intención dehuir de toda hagiografía sin caer en elrevisionismo de brocha gorda, dos extre-mos al uso con los que se nos amenazatan a menudo desde las listas de noveda-des bibliográficas en torno a este periodohistórico. El balance final podría resumirseasí: los maestros afiliados en Cataluña a laAGM en los primeros decenios del siglo XX

apenas sobrepasaban con dificultades laconsideración de grupúsculo; con la crea-ción de la sección catalana de la FETE en1931, el panorama no mejoró mucho en lonumérico aunque sí hay que reconocer uncierto valor cualitativo en las propuestaspedagógicas y laborales de sus dirigentes;

el nacimiento de la FCTE —1934— estuvocondicionado por el clima de radicalismopropio de la fecha y las contrarreformasllevadas a cabo por el gabinete conserva-dor-cedista que constriñeron el sindicato;hay que esperar a la Guerra Civil parahablar de una fase de falso «esplendor»debido a la sindicación obligatoria, a laabsorción forzosa del sindicato profesionalmayoritario de la Federación de Maestrosnacionales de Cataluña —FMNC— y a suincardinación por decreto en las estructu-ras políticas catalanas amalgamadas, malque bien, por la Generalitat. Ésta última,es sin duda, la fase más interesante y lamás problemática a la vez porque estállena de contradicciones tanto en su pro-pio interior (muy reveladoras son las pug-nas intestinas entre los distintos sectores:largocaballeristas, comunistas, reformistas,centralistas versus autonomistas, castella-noparlantes contra catalanistas…) comoen sus tensas relaciones con otros colecti-vos sindicales y políticos (CNT, el Comitéde la Escuela Nueva Unificada —CENU—,la Generalitat, el Ayuntamiento de Barce-lona, la Federación nacional de estudian-tes de Cataluña…) que reflejan de maneraesclarecedora el caos que caracterizó a laCataluña en Guerra y que fue mucho másallá de los archiconocidos sucesos demayo de 1937. Aunque no todo fueronsombras, porque a la par de la Guerraencontramos las mejores y más originalesaportaciones de tipo pedagógico —ya quesu contribución a la lucha armada no pasóde lo testimonial— en forma de manualesescolares, del mimetismo con la escuelarusa, de la organización de diversas colo-nias para los niños refugiados y todas lasvariopintas actividades llevadas a cabo enel frente por las regionales «Milicias de laCultura». Pero no se agota aquí la utilidaddel presente volumen; el interesado en lahistoria de la educación y en la historiacultural española podrá encontrar tambiénun caudal de información —en algunoscasos, inédita hasta ahora— sobre un sin-fín de temas colaterales dada la propen-

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sión inveterada del autor a la búsqueda deparalelismos historiográficos y al acerca-miento hacia una historia total de corteestructuralista que, por cierto, no casaabsolutamente en nada con los plantea-mientos ideológicos, nacionalistas y rei-vindicativos esbozados en las tres presen-taciones —firmadas respectivamente porPascual Maragall, el secretario regional dela UGT y el de la FETE catalana— con lasque se abre el libro y que muy poco tie-nen que ver con el contenido del mismo.

Luis Arias González

SEPÚLVEDA LOSA, Rosa María y RE-QUENA GALLEGO, Manuel: Del afianza-miento del republicanismo a la sublevaciónmilitar. Albacete 1931-1936. Albacete: Insti-tuto de Estudios Albacetenses «Don JuanManuel», 2005, 81 pp.

El libro que presentamos analiza losaspectos mas significativos acaecidos en laprovincia de Albacete durante los años dela República en paz, periodo en el que seprodujeron tantos y tan variados cambios.Los autores subrayan una aportación demarcado carácter divulgativo, recogiendolas contribuciones publicadas a partir delos años ochenta, como se indica en labibliografía, período especialmente prolijocon respecto a esta problemática en la pro-vincia manchega.

La monografía está escrita de formaamena, mostrando una gran preocupaciónpor la interpretación de los acontecimien-tos y por la narración de los hechos. Seaprecia un excelente equilibrio entre losdatos aportados y las interpretaciones rea-lizadas, acompañando al texto cuadros,gráficos y fotografías. Huye, además, dellocalismo, estando enmarcado lo queacontece en Albacete en el contexto deEspaña y de Castilla-La Mancha.

Se pone énfasis en el afianzamiento delas organizaciones republicanas y socialistas

durante el primer bienio en una provinciacon escasa tradición de izquierdas. Uncambio sorprendente y extraño, trasuntodel ingreso masivo, tras el 14 de abril, deex-monárquicos y caciques en los parti-dos de filiación tricolor y el ascenso delos socialistas, apoyados por la Federa-ción Nacional de Trabajadores de la Tie-rra. A finales de 1933, azañistas, lerrouxis-tas y socialistas contaban con comités encasi todos los pueblos de la provincia. Unaño después la CEDA se situaría a sunivel.

Se destacan las dificultades que tuvola democracia para implantarse en unaprovincia de corta o nula tradición enmovilidad política. El proyecto republi-cano no dispuso del tiempo necesariopara conseguirlo plenamente, perdurandoun comportamiento caciquil como elpracticado por la opción republicana, las-trada por los conversos de última hora, yla vieja derecha. Se dieron múltiples casosde corruptelas electorales, espigándose elpapel de los gobernadores civiles, pron-tos a destituir a los ayuntamientos de laoposición.

Los resultados de las urnas reflejan,con todo, un comportamiento más libre ymaduro que el observado durante la Res-tauración. Aunque fue imposible desarrai-gar las prácticas de las oligarquías locales,su peso no fue determinante ante el pro-gresivo afianzamiento de los partidos enlos pueblos. En el año de las luces de 1931se aprecia una decidida inclinación haciala izquierda, al amparo de un ambienterepublicano entusiasta. Una victoria tancontundente de la izquierda sorprendió atodos, alcanzando la totalidad de los dipu-tados (siete) frente a la absoluta postracióndel pasado. En los comicios de noviembrede 1933 se giró hacia la derecha, con cua-tro republicanos de centro y un candidatoagrario contra dos de los socialistas y nin-guno de Acción Popular. La balanza seequilibró en febrero de 1936 con los dosescaños de la CEDA, uno de los agrarios,

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otro de un republicano de centro y los tresdel Frente Popular.

Se apunta la desunión entre las fuer-zas que trajeron la República (republicanosy socialistas). Estas se mantuvieron agrupa-das y acordes los ocho primeros meses,siendo abandonados por la Derecha LiberalRepublicana y los republicanos radicalespara acercarse a AP/CEDA. Las relacionesentre republicanos y socialistas se fuerondeteriorando entre 1932 y 1936, chocandoen los más diversos ámbitos (ayuntamien-tos y mercado laboral, sobre todo.). En elmundo rural la ausencia de respaldo a unaRepublica social fue más patente que enlas zonas urbanas. El enfrentamiento seintensificó durante la primavera de 1936,dando lugar a desórdenes y altercadosinteresadamente provocados y utilizadospara justificar la intervención del Ejércitoen julio de 1936. Militares y guardias civilesse dieron la mano contra la legalidad cons-titucional. Durante una semana Albacetefue fascista, luego la República la recu-peró.

La ruptura social es analizada a raízde la propuesta reformista del primer Bie-nio, que aterrizó con particular intensidaden los campos educativo, religioso, agrarioy laboral. Las medidas provocaron aquí,como en otros puntos, la resistencia de losque tenían algo que perder. Se sucedieronlos conflictos por toda la geografía albace-tense, pero la sangre se derramó en losmunicipios de El Bonillo, Bonete o Yeste.Aquel segmento social secundaría sinexcepción los planes liberticidas final-mente alumbrados en julio del 36. Fracasa-ron así las expectativas levantadas por laRepública, las esperanzas y los sueños deigualdad y justicia. En definitiva, una nece-saria síntesis de historia local en este añodel 75 aniversario de la II República, biendocumentada, sugerente y con un acertadocuerpo de gráficos y fotografías.

Pedro Mª. Egea Bruno

HEIBERG, Morten y ROS AGUDO, Ma-nuel: La trama oculta de la Guerra Civil. Losservicios secretos de Franco 1936-1945. Bar-celona: Crítica, 2006.

La manera más recurrente y habitualde aproximarse al tema del espionaje y delos servicios de inteligencia suele ser a tra-vés de novelas —en su mayoría grandesbest-sellers— en los que la acción y losprotagonistas se recubren de un halo demisterio y tensión que permite al lectoridentificar fácilmente este «submundo poli-cial o militar» con situaciones de riesgo ymisiones imposibles.

Descubrir que en ocasiones la reali-dad supera claramente a la ficción es qui-zás más sorprendente y menos habitual. Ysi además esto está apoyado por pruebasdocumentales tan sólidas como ignoradashasta el momento y se ocupa de uno delos «temas estrella» de la historiografíaespañola, el resultado es un trabajo extra-ordinario y profesional como el que el tán-dem Heiberg-Ros Agudo ha publicadorecientemente.

La falta de estudios serios sobre losservicios secretos de nuestro país es unalaguna que se está llenando poco a pocoen los últimos tiempos. El libro de DíazFernández (v. reseña Studia Historica nº23) es un buen ejemplo de ello, aunquepara el período de la Guerra Civil aún seechan en falta más aportaciones. PastorPetit, Luengo Teixidor o Pedro Barruso sonlas excepciones que han contribuido hastala fecha a dar cierto sentido y lugar a unacuestión secundaria de la contienda espa-ñola.

Con esta obra que aquí presentamosse da un notable salto de calidad y canti-dad en lo referido al estudio de los servi-cios de inteligencia del bando nacionalentre los años de la guerra y la posguerra.Los autores tratan de responder a dos pre-guntas principales: ¿qué papel desempeña-ron estos servicios durante la guerra? y

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¿qué importancia tuvieron los mismos en laconsolidación del poder de Franco?

Para salvar estas cuestiones, Heibergy Ros Agudo se apoyan en una documen-tación inédita recogida en numerososarchivos no sólo españoles sino tambiénextranjeros (Italia, Alemania, Francia, GranBretaña y Estados Unidos). La pretensiónde esta búsqueda internacional es destacarel papel fundamental que los servicios deinteligencia nazi y fascista de la épocatuvieron en la consecución de la victoriafranquista.

Los servicios secretos de la Repúblicaanteriores a la Guerra tenían un papel limi-tado a la contención de elementos subver-sivos de carácter interno que pudieranhacer peligrar el régimen, por lo que alestallar el conflicto la inteligencia de losbandos enfrentados hubo poco menos queimprovisarse ante un nuevo e inesperadoescenario.

El bando nacional contó desde el pri-mer momento con todo el apoyo de losservicios alemanes e italianos, imprescindi-bles, como se demuestra en el libro, pararecibir los primeros acopios de aviones yarmas. A partir de ese momento, la marchade la guerra propició la creación y el desa-rrollo de diversos servicios de inteligenciapropios que acabaron cristalizando en unúnico aparato, el SIPM, en noviembre de1937. Desde esa fecha, las acciones delmismo fueron mejorando en sus resultadosy en 1939 sus funciones sirvieron a lacausa nazi-fascista en la Segunda GuerraMundial, incluso hasta 1945, a pesar delgiro desvinculante del Eje realizado por lacartera de Exteriores española dos añosantes. Es curioso apreciar a lo largo detodo el trabajo, no sólo las simpatías yayuda mutua entre los países totalitarios yla España franquista, sino también losrecelos e incluso las traiciones que se pro-fesaron a lo largo de casi una década decolaboración.

Bajo este esquema vertebrador seesconden auténticas perlas que hastaahora habían permanecido ocultas a losojos de los historiadores. Enumeramosalgunos de los sorprendentes secretos yconclusiones que ahora se arrojan a la luz:el apoyo y cobertura que Franco dio a lasoperaciones de sabotaje de la extremaderecha francesa en Francia; los contactosentre el bando nacional y Estat Català dossemanas antes de los sucesos de Barcelonaen mayo de 1937; la responsabilidad de losservicios secretos en la contrapropagandasobre Guernica o el no materializado com-promiso con el POUM para acabar conJuan Negrín.

Además de estos sugerentes temas, ellibro sirve de escaparate para mostrar otrostrabajos de los propios autores. Heiberg nopierde ocasión para denunciar de nuevolas transacciones germanas de armas alsupuesto enemigo de su aliado, algo queya expuso en su libro Los negocios de laguerra. Armas nazis para la Repúblicaespañola (2005), y que ejemplifican las tur-bias e interesadas relaciones que Alemaniasostuvo en la Guerra Civil. Por su parte,Ros Agudo deja apuntadas para un pró-ximo trabajo las líneas maestras quedemuestran el interés de Franco por entraren la Segunda Guerra Mundial a cambiode un imperio en el norte de África.

Si hay que ponerle una pega a estemagnífico trabajo es para echar en falta unestudio más atento de la actuación deestos servicios en la estricta marcha de lasoperaciones bélicas (sólo se hace referen-cia a la batalla del Ebro). Con todo, Latrama oculta de la Guerra Civil puede pre-sumir de ser el mejor y más documentadoreferente sobre los servicios secretos delbando franquista escrito hasta el momento.

Hernán Rodríguez Velasco

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ROBLEDO HERNÁNDEZ, Ricardo(coord.): Sueños de concordia. FilibertoVillalobos y su tiempo histórico, 1900-1955.Salamanca: Caja Duero, 2005.

Ojear las páginas de este volumen meha producido auténtico placer estético eintelectual. La acertada distribución de lostextos y de las ilustraciones, los distintostamaños y tonalidades de las letras y lavariada tipología de las reproducciones nosólo resaltan el valor y el contenido de estaobra sino que también incitan a la lectura ya la contemplación de las imágenes, lo queconstituye el fin primordial de toda obraescrita e ilustrada.

El libro fue concebido como catálogopara acompañar y profundizar, es decir,desvelar el valor humano y personal yexplicar el significado histórico de losobjetos, imágenes, documentos y textosque se mostraron al público en la exposi-ción celebrada en Salamanca, en las Escue-las Menores, en 2005, con motivo del Laniversario de la muerte de D. FilibertoVillalobos, acaecida el 13 de febrero de1955. Pero la exposición, a pesar de suexcelente valor por la estructura, la impor-tancia y la disposición de los materialesque ofrecía y por la respuesta del público,como le sucede a todas las actividades deeste tipo, es una obra perecedera, cuyasimágenes se van desdibujando con el pasodel tiempo de la mente de los visitantes,quedando sólo la sensación más o menosagradable que les produjo la visita. Puesbien, Sueños de concordia presenta en esteaspecto un valor añadido, el de la capaci-dad de recrear en buena medida con lostextos y, sobre todo, con las imágenesreproducidas aquella exposición y de avi-var, por lo tanto, la sensación captada enla visita.

La exposición y el libro, hechos ade-más bajo el patrocinio de Caja Duero ycon la colaboración de la Universidad deSalamanca, constituyen por un lado elhomenaje de la ciudad y de las instituciones

salmantinas al Dr. Villalobos que desde sujuventud dedicó mucho tiempo a conocery procurar soluciones a los problemas queafectaban a la sociedad de su época y, enparticular, a los salmantinos; pero por otro,además de mostrar la estrecha relación queexistió entre Villalobos y los distintoscolectivos a los que atendió especialmente,recuperan para la sociedad actual lamemoria y la obra histórica de un políticoque, ejerciendo de forma no lejana «de loscomportamientos caciquiles», como escri-ben dos de los autores al referirse a laactuación política en los años treinta (p.303), antepuso los intereses de los ciuda-danos a la disciplina o a las estrategias delos partidos. Como muestra de la implica-ción de D. Filiberto Villalobos con la socie-dad salmantina, mezclando los asuntospúblicos y los privados, y de la forma deejercer su influencia, puede valer un pasajede su vida, no el más brillante sin duda, ycon efectos muy favorables para él unoaño más tarde: se trata del accidente deautomóvil que sufrieron el general Francoy su esposa en 1935, en Calvarrasa deAbajo, y que ocasionó la muerte a unjoven ciclista del vecino Pelabravo.Cuando el Dr. Villalobos visitó en el GranHotel de la ciudad al general, a quienconocía de su primera etapa ministerial, en1934, y se brindó para solucionar el pro-blema, parece ser que fundamentó su ofre-cimiento en que «el padre del muerto, elabuelo o el tío han de ser conocidos míos»(p. 83). Un año más tarde, Franco le devol-vería el favor salvándole la vida, al interfe-rir los deseos del general Mola que queríacobrársela por considerarlo peligroso parala causa de los rebeldes.

El libro, con buen sentido orientativo ydidáctico, después de los dos textos de pre-sentación, firmados respectivamente por elPresidente de Caja Duero y por los Comisa-rios de la Exposición, dedica los tres prime-ros capítulos a exponer y analizar la trayec-toria biográfica de D. Filiberto Villalobos,escritos asimismo por los Comisarios:Apunte biográfico de Filiberto Villalobos, del

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periodista Ignacio Francia, en el que esta-blece cronológicamente el marco en el queel Dr. Villalobos desarrolla su actividad per-sonal, profesional y política; Perfil biográ-fico de Filiberto Villalobos (1879-1955), delprofesor Antonio Rodríguez de las Heras,autor de Filiberto Villalobos. Su obra social ypolítica (1900-1936) (Salamanca, 1985),que resulta imprescindible para el conoci-miento de la obra del médico y político sal-mantino. Analizando el perfil político Rodrí-guez de las Heras desvela las actitudeshumanas como persona que se mantuvofiel a su familia y a los amigos, entregado asus pacientes de todo tipo y condición yleal a D. Melquíades Álvarez, a quien consi-deró siempre su jefe político. Y por último,Pespunte sobre la dimensión humana deFiliberto Villalobos, de Ignacio Francia tam-bién, quien desarrolla más ampliamente loya apuntado en el capítulo anterior.

En la trayectoria biográfica del Dr.Villalobos destaca su preocupación desdeuna edad muy temprana, en 1900, cuandoera estudiante de medicina, por las cues-tiones de carácter público, entonces por laeducación y la enseñanza, interviniendoen la fundación de la asociación estudiantil«La Unión Escolar» y en la publicación delsemanario del mismo nombre a partir delaño siguiente. Pero la intervención en lavida pública de Filiberto Villalobos seacentúa desde su establecimiento en Sala-manca como médico, en diciembre de1906: irá pasando sucesivamente por elCasino del Pasaje, una entidad cultural(1908), el Ayuntamiento de la ciudad,como concejal republicano (1909), laDiputación Provincial, en representaciónde los republicanos (1913), el Congreso delos Diputados, por el distrito electoral deBéjar (1918), del que desplaza al candidatogubernamental, y la Caja de previsiónSocial de Salamanca (1922), de la que seráconsejero-delegado entre 1923 y 1936. Asi-mismo, en las Cortes de la Repúblicaobtendrá acta de diputado por Salamancaen las tres convocatorias celebradas. Encada una de las instituciones por las que

pasó se hizo cargo de los problemas queconsideró más perentorios en su ámbito,de acuerdo con su ideología y sensibilidad.Así, como concejal se preocupó por lascuestiones relacionadas con la educación,la construcción de escuelas y las necesida-des sanitarias e higiénicas; como diputadoprovincial, de la cuestión de la tierra, prin-cipalmente de la situación de los colonos yde los pequeños propietarios, de la cons-trucción de escuelas y del estado sanitariode los niños, para lo que se sirvió tambiénde su puesto en la Caja de Previsión Social;y como diputado en las Cortes, de la cues-tión agraria, de la educación y construc-ción de escuelas, interviniendo asimismoen multitud de asuntos concernientes a lospueblos de su distrito, sobre todo los rela-tivos a la construcción de las infraestruc-tura y servicios indispensables. Es particu-larmente interesante su intervención en lasCortes constituyentes, en 1932, a favor dela aprobación de las obras del pantano deLa Maya, cuya construcción años más tarderepercutiría muy favorablemente en laregulación del cauce del río Tormes. La efi-ciente trayectoria de diputado culminó consu doble mandato como ministro de Ins-trucción Pública en 1934 y en el gobiernode Portela Valladares, de diciembre de1935 a febrero de 1936.

Una trayectoria biográfica de este tipoque discurre desde 1879 hasta 1955, en laque está presente en buena medida la vidade la ciudad y de la provincia de Sala-manca, ha de suscitar necesariamente enun sector importante todavía de la pobla-ción salmantina sentimientos muy profun-dos porque conocieron al Dr. Villalobossiendo jóvenes, porque oyeron a susmayores hablar de él y porque las ilustra-ciones de Sueños de concordia evocan fiel-mente la ciudad y los paisajes rurales quemuchos salmantinos guardamos aún ennuestra memoria.

A partir del capítulo cuarto se suce-den una serie de aportaciones en las quese exponen de forma pormenorizada losaspectos más destacados de la actividad

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pública de D. Filiberto Villalobos; pero enprimer lugar haré mención de cuatro deellas en las que se establecen los marcosgenerales dentro de los cuales el políticoVillalobos llevará a cabo su actividad. Laprimera es la del profesor Manuel SuárezCortina sobre El Partido Reformista y lapolítica española del primer tercio del sigloXX, en donde el autor trata de la impor-tante función que cumplieron los reformis-tas en la elaboración del proyecto de refor-mas con el que pretendían contribuir a lademocratización del Estado de la Restaura-ción. Pues bien, Filiberto Villalobos for-maba parte de aquel grupo junto a hom-bres que años más tarde tendrían tambiénuna actuación singular en la política espa-ñola como Manuel Azaña, Pablo de Azcá-rate, Ramón Pérez de Ayala, etc., dirigidospor D. Melquíades Álvarez. Ciertamente elcompromiso reformista dice mucho a favordel talante y de la valentía del Dr. Villalo-bos para ponerlo en práctica en aquellaSalamanca de principios del siglo XX socialy económicamente atrasada, mayoritaria-mente conservadora y bajo una profundainfluencia clerical. La segunda, la del pro-fesor Paul Preston sobre Filiberto Villalobosy la tercera España, en la que el autor atri-buye al Dr. Villalobos las característicascon las que define «la tercera España» en elmarco de la Guerra Civil; es decir, en elcentro imposible o, más bien, ínfimo y, portanto, incapaz de obstaculizar la rebeliónmilitar y mantener la legalidad republi-cana. La presencia Villalobos en elgobierno presidido por Portela Valladaresentre diciembre de 1935 y febrero de 1936es un argumento que refuerza este plantea-miento. La tercera, la del profesor JosepFontana sobre Febrero de 1936: la inven-ción de la memoria, en donde el autortrata de las presiones ejercidas sobre elPresidente del Gobierno —Portela Vallada-res— por el candidato de la CEDA derro-tado en las elecciones generales —GilRobles— y el Jefe de Estado Mayor—General Franco— entre los días 16 y 19de febrero, antes de la formación del

nuevo gobierno, para que rechazara losresultados electorales y declarara el estadode guerra, anticipándose de esa forma a lainminente revolución que, según los per-dedores de las elecciones, llevarían a cabolas izquierdas. Y por último, la del profesorJulián Casanova sobre La violencia en laEspaña de Franco, 1936-1950, de la queD. Filiberto Villalobos, a pesar de la pun-tual intervención de Franco, fue una de lasvíctimas.

Los distintos aspectos de la actividadpública del Dr. Villalobos están tratadospor una serie de expertos que han conju-gado correctamente los elementos concre-tos de aquella obra con el contexto en quese desarrollaba. En Filiberto Villalobos y laUnión Escolar, Jean Claude Rabaté tratadel problema de la educación en España aprincipios del siglo XX y de la actitud rei-vindicativa y reformista tomada por eljoven Filiberto Villalobos, cuestión queestaría presente entre sus preocupacionesdurante toda su vida pública. El doctorLuis Sánchez Granjel en El Doctor Villalo-bos y la introducción de la radiología enSalamanca trata de este aspecto tanimportante de su trayectoria, el ejercicio dela profesión médica y su vinculación conla Facultad de Medicina de Salamanca.

A continuación, en tres artículos seanalizan la actividad y los planteamientosreformistas de Villalobos en el primer ter-cio del siglo: el reformismo social, el edu-cativo y el agrario a cargo de tres expertosy buenos conocedores de la obra que estu-dian. Creo conveniente recordar que elpaso del Dr. Villalobos por las institucionessalmantinas —Ayuntamiento, DiputaciónProvincial y Caja de Previsión Social— lopusieron en contacto con aquellas realida-des y problemas sociales, le motivaron suestudio y empujaron a aportar solucionesque coincidían con los planteamientos delPartido Reformista. La profesora Doloresde la Calle, en El reformismo social de Fili-berto Villalobos, hace un análisis de losproblemas sociales de la época siguiendola obra de Villalobos, es decir, tratando de

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la educación, la sanidad y la higiene conespecial referencia a la provincia de Sala-manca. El profesor Mariano Esteban deVega, en El reformismo educativo y la Ins-titución Libre de Enseñanza en la Españadel primer tercio del siglo XX, une tres ele-mentos de gran significación en el trabajoque nos ocupa: el interés de Villalobos porla reforma educativa, la Institución Librede Enseñanza por los nuevos métodos ycontenidos educativos, y la ideología yprograma del Partido Reformista que seapoyaba en los planteamiento krausistas. Yel profesor Ricardo Robledo, en Regular larenta, comprar la tierra: Villalobos y el pro-blema agrario en Salamanca, 1900-1931,analiza la situación agraria de la provinciay formula con precisión el programa refor-mista de Villalobos: «regular la renta, com-prar la tierra», ya que ni el régimen de laRestauración ni el partido reformistapodían ir más allá. Este historiador exponela grave situación en la que se hallaban lospequeños propietarios y arrendatarios sal-mantinos y desvela el opresivo estado delos colonos de «los pueblos de señorío»sometidos toda la vida al arbitrio de lanobleza terrateniente. En ambas cuestiones—regulación de rentas y compras de tie-rras— intervino Villalobos en varias oca-siones. Por último, en un cuarto artículo semuestran las limitaciones del reformismo yel carácter de la acción política de Villalo-bos. Se trata de Las elecciones: el buencacique del profesor Santiago Díez Cano,en el que trata de las estrategias seguidaspor el político para ganar en un distrito almargen de los partidos del turno usando,en definitiva, de los medios que permitíael régimen.

En otros cuatro artículos se da cuentade la actuación política de Villalobosdurante la República. Los profesores JulioAróstegui y Juan Andrés Blanco en suexcelente artículo, La República, encruci-jada de cambio. Salamanca y las tensionespolíticas en los años treinta, trazan el marcoen el que se desarrolló la actividad políticapara analizar más de cerca su significado

en Castilla y en la misma ciudad y provin-cia de Salamanca y comprender mejor lalabor efectuada por Villalobos. La significa-ción de Salamanca en la política republi-cana está dada, según los autores «por lapropia configuración de las candidaturasderechistas en aquella tierra, dada la signi-ficación de algunos de sus políticos comoGil Robles, Cándido Casanueva, Lamamiéde Clairac, Unamuno o el propio Villalo-bos» (p. 305). El enfrentamiento entre Villa-lobos, hombre del centro derecha republi-cano, en el Partido Liberal Demócrata ocomo independiente, y Gil Robles alcanzóaltos niveles de acritud sobre todo en 1934,durante el ejercicio del primero comoMinistro de Instrucción Pública y a pesarde ser compañeros de gabinete en unosmeses, y en la campaña de las eleccionesde 1936 ya que Gil Robles pretendía que laCEDA absorbiera a todos los partidos de laderecha y del centro derecha. Estos enfren-tamientos se analizan asimismo en los artí-culos del profesor José María Hernándezsobre Villalobos, Ministro de InstrucciónPública, a pesar de la moderación delministro en la reforma y aplicación de lasleyes educativas del primer bienio, princi-palmente de la Ley de Congregaciones reli-giosas, si bien siendo plenamente leal a lalegalidad republicana; y del profesor San-tos Juliá, titulado La sustitución de la ense-ñanza religiosa, Gil Robles contra Villalo-bos, en el que centra perfectamente lacuestión con formulaciones como «Villalo-bos, de reformista a liberal demócrata» y«un laico en el Ministerio de InstrucciónPública», apelativos y actitudes a los queGil Robles se oponía desde su plantea-miento conservador clerical. Por último, laactuación política en la etapa republicanase completa con el artículo del profesorLuis Enrique Espinoza sobre El reformismoagrario de la Segunda República y Villalo-bos, en el que se constata, primero, que elprograma del gobierno republicano socia-lista sobrepasaba los planteamientos refor-mistas de Villalobos, pero que, a pesar deello, apoyó la aplicación de la reforma

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agraria en su distrito —la provincia de Sala-manca—, defendió la inclusión de los pue-blos de señorío en el Registro de TierrasExpropiables y lamentó la lentitud con laque se llevaba a cabo la reforma, por loque atrajo sobre él las críticas más duras delos Agrarios, algunos de cuyos jefes princi-pales eran también diputados por Sala-manca.

Finalmente en dos artículos se tratade la trayectoria de Villalobos durante laGuerra Civil —en la cárcel— y en la inme-diata posguerra, desde la excarcelaciónhasta su muerte. La profesora JosefinaCuesta escribe Un republicano en la incle-mencia. Filiberto Villalobos encarcelado,en la Guerra Civil Española (1936-1938).El término «inclemencia» resulta demasiadoneutro en el título para expresar el procesode represión al que se sometió a Villalo-bos. La relación de los cargos que se leimputaron (p. 475) resulta tan asombrosacomo indefendible; por ello no debenextrañar los términos en los que presentósu Escrito de Descargos para desmontar lasacusaciones que se dirigían contra él. Setrata de un texto de carácter jurídico con elque consiguió lo que pretendía, su excar-celación. En la cárcel Villalobos sintióindignación, inseguridad y probablementemiedo. Sufrió por la seguridad de su fami-lia, consoló por carta a los hijos de suamigo D. Miguel de Unamuno, por sufallecimiento, y recibió pocas visitas,siendo la más asidua la de su amigo DiegoMartín Veloz, que antepuso la amistad a lacoincidencia en las ideas políticas. Y elprofesor Manuel Redero San Román es elautor de Filiberto Villalobos en la Sala-manca del primer franquismo (1938-1955). Con la excarcelación no terminaronlos problemas judiciales del Dr. Villalobosya que, como a todos los represaliadosrepublicanos, se le abrió expediente en elTribunal de Responsabilidades Políticas,del que fue absuelto en octubre de 1942aunque cabe suponer que «con inhabilita-ción temporal para ejercer cargos públi-cos», como sucedía con los demás expe-

dientados. A partir de entonces, utilizandolas palabras de Redero San Román, Fili-berto Villalobos asumió su «inmersión en lacotidianeidad».

Así pues, Sueños de concordia. Fili-berto Villalobos y su tiempo histórico, 1900-1955 tiene mucho de libro conmemorativopero a la vez es una obra que contieneimportantes aportaciones historiográficassobre la época, la actuación y la personali-dad del médico y político salmantino, y estambién, como dije al comienzo de estareseña, un libro bello. Por todo ello es pre-ciso felicitar al coordinador y a los colabo-radores.

Glicerio Sánchez Recio

VILAR, María José: Territorio y ordenaciónadministrativa en la España Contemporá-nea. Los orígenes de la actual región uni-provincial de Murcia. Murcia: AsambleaRegional de Murcia y Real Academia Al-fonso X el Sabio, 2004, 377 pp.

En 1978 se constitucionalizó la fór-mula autonómica, la vía para la creaciónde una nueva estructura político-adminis-trativa de España, cuyos fundamentosespaciales, al margen de consideracionesnacionalistas y ensimismamientos identita-rios, tenían una larga tradición histórica. Esdecir, la fragmentación del ámbito nacio-nal, la individualización de cada una deestas unidades territoriales, se resolvióaprovechando anteriores situaciones admi-nistrativas. Estas experiencias de vida encomún, de muy variada índole, permitie-ron hacer frente de manera funcional a unproblema básico: la definición de unmarco espacial propio. Los límites, pues,no se improvisaron, se utilizó el pasado,adaptando lo que siglos de historia habíanido perfilando.

El origen remoto de estas unidadesterritoriales se encuentra en las peculiarida-des que tomó el largo proceso de ocupación

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del terreno por los reinos cristianos y elparalelo retroceso del poder musulmán enla Península Ibérica durante la Edad Media.El origen próximo se halla en las diversasexperiencias de centralización que, a partirde aquellas situaciones espaciales creadasen el pasado, llevaron a cabo la monarquíaborbónica en el siglo XVIII y el Estado libe-ral en el siguiente.

El proceso integrador protagonizadopor los Reyes Católicos mantuvo la reciapersonalidad de algunas de aquellas uni-dades, gestadas como reinos cristianos,que se consolidó con el reformismo borbó-nico a lo largo del siglo XVIII. De talmanera que la división provincial de 1833,que organizó el territorio nacional en unasunidades administrativas de tan vigorosapersonalidad que han sobrevivido hastaahora a los reajustes políticos, no pudodejarlas de lado. Aun cuando las diferen-cias de tamaño fueron considerables, ladesproporción más extrema supera el dieza uno, se procuró integrar, no sin tensio-nes, a territorios con niveles de afinidad demuy diversa índole.

Este proceso de consolidación de laprovincia como entidad de derechopúblico no impidió la supervivencia, concaracter afectivo y sentimental, de aquellasotras formas espaciales más amplias, pro-cedentes del Antiguo Régimen, que el cen-tralismo liberal no pudo eliminar. Despro-vistas de contenido jurídico alguno,testigos de un mundo ya desaparecido, sinembargo, tendrían sorprendentemente unanotable proyección de futuro. Ya en 1914,en el contexto del comienzo de la eferves-cencia nacionalista, la Mancomunidadsupuso el reconocimiento, con base enestos vestigios del pasado, de una entidadsupraprovincial, aunque de perfiles com-petenciales limitados.

Centrado el debate territorial, por laevidente trascendencia de sus repercusio-nes políticas, en los conceptos de Nación yEstado, ha pasado desapercibida la exis-tencia de otros ámbitos espaciales nonacionales, pero de vigorosa personalidad

histórica. Porque la realidad es que ha per-manecido vivo, a lo largo de más de unsiglo, este recuerdo de un marco suprapro-vincial de perfiles difusos (la región). A finde cuentas, un hecho diferencial gestadopor el paso del tiempo. La tradición, pues,ha servido de base para reordenar laestructura político-administrativa deEspaña. Poco es lo que se ha improvisadoen este ámbito.

Planteada así la cuestión, resulta desumo interés el conocer cómo se fueronconformando a lo largo del tiempo aque-llos entes territoriales, cómo fueron adqui-riendo una vigorosa personalidad histórica.Su puesta a punto obligó a determinarjurisdicciones y fijar límites con respecto aterritorios vecinos. Este proceso, continua-mente abierto, llevó a constantes reajustes,no exentos de tensiones, hasta que selogró alcanzar la estructura definitiva. Estu-diar en profundidad su desarrollo ayuda acomprender uno de los aspectos esencia-les de la dinámica histórica de la EspañaContemporánea.

El trabajo que nos ocupa analiza elcaso de una de estas entidades territoriales,Murcia, antiguo reino, que fue provincia yluego forzada región con Albacete, paraterminar volviendo al principio, siendouna comunidad autónoma uniprovincial.La obra es fruto de una tesis doctoral leídarecientemente en la Universidad de Mur-cia. Muestra por su contenido y enfoqueuna clara conexión con el ámbito del dere-cho administrativo, cuya característica ari-dez formal queda superada por la capaci-dad expresiva y el buen estilo narrativo deesta joven historiadora, en la actualidadprofesora de la Universidad de Murcia.Joven, pero ya con un sólido curriculuminvestigador.

El libro, pulcramente editado, seestructura en seis grandes capítulos queanalizan ese largo proceso de reformasadministrativas que llevarían a la creación,en los tiempos contemporáneos, de unaentidad territorial con personalidad propia,la de Murcia, con precisos antecedentes

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medievales. El recorrido histórico arrancadel Antiguo Régimen, para culminar en laprimera mitad del siglo XIX con la forma-ción del régimen liberal y su modelo deEstado centralizado. Todo se abre con unabreve introducción, de tipo técnico, quedelata claramente su procedencia acadé-mica.

De forma breve, el primer capítulositúa históricamente la cuestión, en el con-texto del proceso de despliegue del Estadoliberal. El nuevo modelo político incorpo-raba un planteamiento reestructurador dela administración del Estado. La racionali-zación obligaba a crear instituciones, indi-vidualizar jurisdicciones y concretar territo-rios. Cada uno de estos niveles planteabaretos de diferente entidad que se fueronresolviendo con el tiempo, a base de cons-tantes ajustes.

Las reformas borbónicas del sigloXVIII, que a partir de la idea de reino his-tórico terminaron desembocando en la rea-lidad de la provincia, se abordan en elsegundo capítulo. Esta obra de racionaliza-ción administrativa enlaza con la propiaactividad legislativa de los liberales, que seconcretó en sus grandes principios en laConstitución de 1812. Allí se trazaron laslíneas por la que después discurriría elproceso.

El siguiente capítulo analiza losesfuerzos de ordenación del territorio mur-ciano que se llevaron a cabo tras la recu-peración del poder absoluto por FernandoVII y, sobre todo, los intentos de concretar,durante el Trienio Liberal, las ideas maes-tras diseñadas en 1812. Tuvieron lugarentonces efímeras experiencias, como lacreación de las provincias de Chinchilla oCartagena, que suponían la ruptura de lafórmula que al final terminaría imponién-dose. Dudas y vacilaciones que llevaron aconstantes trasvases de poblaciones y rea-justes de límites.

Los efectos de la definitiva reformaprovincial de 1833, la de Javier de Burgos,se analiza en los dos siguientes capítulos.Junto a la provincia aparecía otra realidad

nominal de difuso perfil competencial, laregión, constituida por Murcia y Albacete(ésta en lugar de la anterior Chinchilla).Estas nuevas realidades administrativasmotivaron otra vez reajustes de límites conterritorios vecinos, con los correspondien-tes trasvases de poblaciones.

Se cierra la obra con un estudio deaquellos otros ámbitos de la vida públicaque necesitaron definir espacios adminis-trativos propios. Desde los aspectos judi-ciales, con la creación de los partidos judi-ciales en estrecha relación con un intentode comarcalizar la vida provincial, a loseclesiásticos, jurisdicción de la diócesis deCartagena, pasando por los militares que,además, en esta caso, al tratarse de unaprovincia costera, incluye a la Marina.

La obra está acompañada, además,por otros complementos que enriquecensu contenido y facilitan el manejo deltexto. Marca de la casa es la cartografía,conjunto de diez mapas que documentanvisualmente el desarrollo de este procesode individualización de un espacio. Resultaun apoyo esencial en estos casos en losque la consolidación de un territorio comoentidad diferenciada de lo que le rodeaexige establecer límites con los vecinos ysuperar rivalidades localistas. No faltantampoco ni la bibliografía ni, sobre todo,los correspondientes índices onomástico,toponímico y cartográfico.

Libro, en definitiva, excelentementeescrito y que resulta de suma utilidad paratodos los historiadores en general y paralos interesados en el conocimiento delcomplejo proceso de vertebración político-administrativa de España. Útil para cono-cer, en suma, los esfuerzos de ordenacióndel territorio que, hasta llegar a la situaciónactual, han tenido que superar múltiplesretos y ensayar diversas fórmulas. La lec-tura del trabajo tiene una indudable fun-cionalidad. Ilumina, en última instancia, lagestación, al margen de esencialismos étni-cos o culturales, de una innegable realidadhistórica, dotada por lo tanto de vigorosa

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personalidad, la que se adquiere a lo largode los siglos.

Fernando Sánchez Marroyo

FUSI, Juan Pablo: Identidades proscritas.El no nacionalismo en las sociedadesnacionalistas. Barcelona: Seix Barral, 2006.348 pp.

Una de las afirmaciones más reiteradassobre el nacionalismo, intelectualmentemás tontorrona y políticamente más eficaz,es la de que éste, lejos de ser una ideolo-gía como las demás, es sobre todo un «sen-timiento». Su eficacia comienza en que apartir de ahí, con esa ideología más omenos difusa se identifican quienes se pre-tenden «patriotas», esto es, amantes sobretodo de su lugar de origen. Para el resto de«los de casa», para los que no apelan a esaideología como seña de identidad princi-pal, queda una condición extraña, cierta-mente de proscrito, de desterrado, decuestionado para ser parte y pertenecer asu propio territorio. Pareciera que elpatriota madruga cada mañana con laencomiable intención de «levantar su país»,mientras que el resto de ciudadanos lohace a pesar suyo y a pesar de su actividade ingenio. La eficacia de tan burdo asertoes tanta o mayor cuando se aprecia desdefuera, cuando determinada sociedad nacio-nalista es identificada desde la ignoranciade la distancia a partir del estereotipo creadoprecisamente por los nacionalistas. Así, noserá extraño que muchos solo sepan decirde Québec que es una región de Canadáque pretende no seguir siéndolo, o quepiensen que Benito Lertxundi es el can-tante vasco —no digo de «música folkvasca»— que más discos ha vendido,cuando es superado en muchos miles por«Duncan Dhu» o, más recientemente, por«La Oreja de Van Gogh». La ignorancia,entonces, simplifica cualquier situación enla que haya un nacionalista que se deje oír

y toma a éste por representante de lamayoría de su país en su oposición alEstado-nación a que en ese momento per-tenece, y a sus modos de ser y de ver larealidad como la quintaesencia del mismo.La doble tensión existente en todas lassociedades nacionalistas, la que enfrenta a«los de dentro» y la de «los de dentro y lode fuera», queda reducida solamente a estasegunda por mor de la ignorancia de lalejanía o de la estúpida solidaridad acríticacon cualquier nacionalismo.

Juan Pablo Fusi, que en 2003 nos pre-sentó en La patria lejana una interesante yaccesible historia de algunos nacionalis-mos, nacionalistas y sociedades nacionalis-tas en el siglo XX, nos propone ahora conIdentidades proscritas lo que bien pudieratomarse por su segunda, necesaria e inevi-table parte, una historia de los no naciona-listas en sociedades nacionalistas. Unaparte complementaria que ponga en sulugar a los estudios sobre el nacionalismo,en su mayoría ajenos y descuidados delestudio paralelo del no nacionalismo enesas mismas sociedades. «Un grave errorque distorsiona la verdad histórica y elconocimiento de las comunidades y pue-blos nacionalistas», afirma rotundo el autor.

Desde mi punto de vista, lo másvalioso de esta magnífica obra es cómo unautor que se plantea el tema, aparente-mente, sin las aparentes complejidadesteoréticas de otros historiadores y sin recla-maciones de una «historia militante», queen la forma y fondo revive lo más sano deaquello de contar las cosas tal cual (creeque) pasaron, acaba dando a luz una piezade combate, un eficaz alegato contra lapapanatería que sostiene muchas veces laagonía identitaria territorial. Y que lo hacecon la magia o con el ardid de llevar al lec-tor por cada uno de los capítulos demanera natural, casi sin intenciones, hastaque éste se descubre compartiendo unastesis fuertes que parecen venir de la nada,de la misma condición natural que muchasveces también asiste a ese «sentimientonacional».

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Lógicamente, no es así. En su relato,Fusi asienta y documenta dos ideas fuerzaque se olvidan con demasiada frecuenciacuando se aborda, por estudio o por sim-ple curiosidad, el conocimiento de unasociedad nacionalista. La primera es queen esa sociedad, como se ha dicho arriba,convive una pluralidad de individuos quelleva a que los nacionalistas sean solo unaparte de la misma, mayoritaria o minorita-ria, según los casos y momentos, y que losno nacionalistas sean tan del país como losprimeros, en el sentido de que sus perso-nas, sus actividades, su aportación a su his-toria o cultura, o su manera de ver éste sonpor lo menos tan acertadas y legítimascomo las de sus compatriotas tenidos ellossolos por tales. De esa primera idea fuerzase desprende la referencia también citadaantes de que una demanda nacional,mayoritaria o minoritaria, se plantea yresuelve en un tiempo y realidad dobles:entre los de dentro, partidarios, detractoresy agnósticos de la misma, y, cuando seresuelve el tour de force dentro de lacomunidad, entre los de dentro y lo quesea lo de fuera (el Estado, otra comunidad,otro país…). Y otra idea que cual cerezaviene de lo antes dicho es que cuandodeterminados nacionalismos se empeñanen construir una sociedad a su imagen ysemejanza, y para ello apartan, aíslan,hacen desaparecer en la práctica y/o pros-criben a la parte no nacionalista de lamisma, el resultado es un empobreci-miento absoluto, no tanto porque se pres-cinda de ellos y de sus capacidades —queya es—, sino porque ése es el resultadoinevitable de sustituir el pluralismo poruna sociedad uniforme, nacionalista, delnacionalismo que sea. Un buen ejemplode ello lo proporciona Fusi al hablar delEstado Libre de Irlanda de Eamon deValera, en 1922, denunciado por un nacio-nalista irlandés de primera hora —ahorarepensado—, George Russell, como «cleri-cal, provinciano, ruralizante y mediocre».El mismo Russell que reconocía unadécada después a algunos «angloirlande-

ses» como Berkeley, Burke, Yeats, WolfeTone, Thomas Davis, Ferguson, Parnell oPearse como «la gente más viril e inteli-gente de Irlanda».

La segunda idea es que ni los indivi-duos ni las sociedades necesitan tener unaidentidad territorial fuerte para ser socieda-des habitables e incluso competitivas en eljuego de intereses nacionales. Aun más, ymucho más importante, que los individuosy colectivos que no se tienen por naciona-listas no lo son necesariamente por identi-ficarse con otra opción nacional alternativaen ese espacio sino por construirse a símismos a partir de otras preocupaciones yvalores (democráticos, cívicos, de clase, degénero, espirituales…), las más de lasveces más sanos moral y políticamente quelos que caracterizan a las identidades terri-toriales. «El énfasis del no nacionalismoestaría en las dimensiones no esencialistasde la nacionalidad, en concebir la identi-dad nacional en una identidad cuandomenos compleja, y definida no por unosdeterminados elementos distintivos (len-gua, religión, etnicidad…), sino forjada entodo caso por la interacción de muchosfactores en la historia, y en interdependen-cia con otras culturas, otras lenguas y otrascomunidades». En ese sentido, la siempredifícil y confusa semántica de una defini-ción establecida por oposición a otraqueda aquí suficientemente aclarada. Fusientiende y toma por «no nacionalismo (…)al conjunto de manifestaciones, sentimien-tos, ideas, doctrinas, movimientos y parti-dos que, nacidos y operativos en las mis-mas sociedades en que el nacionalismofue, o terminó por ser, esencial, no com-partirían las tesis del nacionalismo, ni vivi-rían su identidad como nación, ni haríande la idea de nación el fundamento de lapolítica».

Todo esto se concluye —o, al menos,yo lo he visto así— tras la lectura de estelibro que trata de la gente que no es nacio-nalista en el País Vasco o en Québec, delos judíos no sionistas dentro y fuera deIsrael, de los liberales y comunistas blancos

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y negros antirracistas ajenos al naciona-lismo antiafrikaner del CNA de Mandela,de la mayoría laborista en Escocia o de esaolvidada y fundamental tradición angloir-landesa constitutiva también de Eire. Unagente, o parte de ella, que, para Juan PabloFusi, representa un elenco de lo más gra-nado internacionalmente en los dos últi-mos siglos en el terreno de la política, dela cultura, del arte o de las ideas. Unaselección de héroes personales del autorresumida en la serie de fotografías queilustra el volumen: los vascos Unamuno,Meabe y Baroja; los angloirlandesesWilliam Orper, Sean O’Casey, WilliamButler Yeats y Samuel Beckett; los judíosno sionistas Marc Bloch, Léon Blum,Trotsky y Hannah Arendt (esta última deobligada lectura —Eichmann en Jerusalén,por ejemplo— para aquellos políticosespañoles que no distinguen «antisemi-tismo» y «antisionismo»); los afrikanersantirracistas Alan Paton, Bram Fischer yBeyers Naudé; los escritores escocesesWalter Scott y Robert Louis Stevenson, ysus compatriotas laboristas Keir Hardie yRamsay MacDonald; finalmente, los quebe-queses Mordecai Richler, Jean Lesage yPierre Trudeau. Todos, nacionales derelieve en sus respectivos países; ningunonacionalista.

Antonio Rivera

MARTÍN DE LA GUARDIA, Ricardo M.,PÉREZ SÁNCHEZ, Guillermo A. y SZI-LÁGYI, István: La batalla de Budapest. His-toria de la Insurrección húngara de 1956.Madrid: Editorial ACTAS, 2006, 295 pp.

Con el rigor histórico que caracterizaa esta editorial ve la luz un interesantísimolibro escrito por Ricardo Martín de la Guar-dia, Guillermo Pérez Sánchez e István Szi-lágyi que analiza los acontecimientos rela-cionados con la insurrección húngara de1956, considerada por muchos como el

mayor desafío contra la hegemonía de laUnión Soviética durante sus cuatro déca-das de vigencia en la Europa del Este.

Es un libro que trata de manera siste-mática y coherente los episodios claveempezando por el proceso de sovietiza-ción de Hungría durante los años posterio-res al final de la Segunda Guerra Mundialque son examinados por los autores dellibro tanto en su reflejo sobre el panoramapolítico del país como en las reformas denacionalización llevadas a cabo en elámbito económico y en el proceso de pur-gas realizado en el seno del Partido y de lavida social húngara, en general.

La nueva orientación ideológico-polí-tica conocida como revisionismo que surgedespués de la muerte de Stalin, encuentradurante el período entre 1953 y 1956 sucorrespondiente contestación social enHungría. La primera etapa en el gobiernode Imre Nagy (figura destacada y atípicadel movimiento comunista húngaro, clara-mente comprometido con las reformasdentro del sistema del socialismo real) ysus objetivos primordiales que provocan lareacción correspondiente de los comunis-tas ortodoxos y conducen a la crisis polí-tica de los años 1954-1955, el fracaso enlas expectativas del sector comunista hún-garo más renovador a causa de las líneasde gobierno mantenidas por Mátyás Rákosiy Ernö Gerö, así como el proceso de forta-lecimiento de la oposición reformista, for-man esta parte del libro que aclara lascaracterísticas del momento histórico quedará paso a la transformación del espíriturevisionista en el rápido desarrollo de unosacontecimientos que pudieron cambiar elmundo— la revolución húngara de octu-bre de 1956.

Más adelante en el libro encontrare-mos la cronología detallada de lo sucedidoacompañada por una colección única demapas que describen con precisión elcurso de los movimientos revolucionariosen el país en este concreto momento, lostrayectos de las tropas soviéticas haciaBudapest y las características básicas de su

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principal material de guerra y nos emocio-narán las imágenes de otra colección —esta vez de fotos—, que reflejan de unamanera escalofriante la tragedia de lossublevados en las calles de Budapest, asícomo de la capital totalmente destruida aconsecuencia de los combates y de ladesesperación en el éxodo de los fugitivoshúngaros.

El desarrollo de la durísima represiónque sigue a la derrota de la insurrección escontemplada por los autores en cuatrofases comprendidas entre el inicio de laoperación «Tornado» hasta la completaconsolidación del nuevo poder comunistaalrededor del año 1963. Detenciones, inte-rrogatorios y torturas, condenas, confina-miento en los campos de concentración,prohibición de concentraciones, manifesta-ciones y huelgas, exilio de unos 200.000húngaros en los países de Europa Occi-dental, Estados Unidos y Australia, sonsólo algunas de las formas de ajuste decuentas sufridas por los vencidos y analiza-das por los autores en la parte del librocorrespondiente a la restauración del sis-tema socialista en el país.

Cabe destacar el esclarecedor análisisque hace hincapié sobre las diferencias enlas posturas en cuanto a la llamada «cues-tión húngara», adoptadas por los gobiernos

occidentales en primer lugar, y su manerade evadir el problema temiendo una reac-ción en cadena de la maquinaria militarsoviética, provocada por la opiniónpública extranjera que muestra claramentesu rechazo a la invasión brutal manifes-tando su apoyo al pueblo húngaro; —porla ONU— cuya Asamblea Nacionalaprueba una resolución muy severa ante laactuación soviética, y, no en último lugar,por los partidos comunistas de EuropaOccidental sobre los que el aplastamientoferoz de la revolución húngara influye deuna manera decisiva contribuyendo a quesus tendencias de nueva izquierda y luegoeurocomunistas, surgidas en los añossesenta, rechacen el modelo soviético exis-tente y busquen otras vías a su militancia.

Cierra la obra una lista de fuentesdocumentales y bibliográficas, en su granparte, de origen húngaro que, sumada a lacalidad del contenido, hace revivir aquel«otoño húngaro» de 1956 como un episo-dio fundamental de la historia europea delsiglo XX y convierte el libro en una magní-fica síntesis de obligada consulta paratodos los estudiosos de la historia recientede nuestro continente.

Radomira V. Videva

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