05. tren de sombras (guerin)

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La Cinemateca_ 20 años de cine [email protected] http://lacinematecasevilla.wordpress.com http://twitter.com/la_cinemateca Tren de sombras España, 1997. 88’ DIRECTOR José Luis Guerín GUIÓN José Luis Guerín FOTOGRAFÍA Tomás Pladevall REPARTO Anne Céline Auche, Juliette Gautier, Ivon Orvain PRODUCTORA Grup Cinema-Art / Films 59 José Luis Guerín (Barcelona, 1960) es un director de cine español, uno de los más representativos en España del llamado "cine de autor", al margen de los convencionalismos comerciales de la industria del cine. Su obra destaca por su carácter esencialmente visual, su lenguaje reflexivo y poético y su estilo claro y sencillo. En muchos de estos aspectos entronca con la de Víctor Erice. Guerín, tras un largo periodo de experimentación y formación autodidacta con el cortometraje en su adolescencia y temprana juventud, que transcurrieron durante la transición política española, en 1983 realizó su primer largometraje, Los motivos de Berta, que si bien fue premiado en el Forum de Berlín, no consiguió llegar a un gran público. En 1990, llevó a cabo Innisfree, una película sobre otra película, El hombre tranquilo (1952) de John Ford. En 1997, realizó Tren de sombras, exploración arqueológica de la imagen.En 2001, concluyó En construcción (película), su proyecto de mayor repercusión tanto en el público como en la crítica. En el Festival de Venecia de 2007, presentó En la ciudad de Sylvia, proyecto con el que volvió a sumergirse en las entrañas de la ficción. Guerín presentó en el Pabellón de España de la Bienal de Venecia de 2007 y ha expuesto también en el CCCB (Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona) en 2008. José Luis Guerín, setenta años después de que el abogado francés aficionado al cine de apellido Fleury retratara a su ociosa familia en la mansión normanda que poseían en Le Thuit, regresa con su cámara quieta de viajante romántico en la máquina del tiempo en busca de psicofonías y espectros de aquel mundo tragado por la memoria esquiva, en cuyo jardín, ahora, en vez de la alta burguesía, pastan adocenadas ovejas. Con circundante música onírica de Ravel, Bartok, Debussy, Guerín aparca la mirada en el péndulo del reloj del salón ya vacío de los Fleury, y la desliza por las amarillentas hojas de un otoño ventoso distinto al que abrazaba la felicidad de aquellas gentes que vivían, como en las fantasías de Ortega en La rebelión de las masas, en un mundo menos esparcidor de desechos, donde los coches y las industrias todavía no garrapateaban la armonía de grabado japonés de sus paisajes. “Uno de los filmes más bellos que ha dado la historia del cine universal. No hemos podido explicarlo mejor; sus cualidades superan las capacidades de cualquier analista.”

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Page 1: 05. Tren de sombras (Guerin)

La Cinemateca_ 20 años de cine

lacinemateca@hotmai l .es http: / / lacinematecasevi l la .wordpress.com

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Tren de sombras España, 1997. 88’ DIRECTOR José Luis Guerín GUIÓN José Luis Guerín FOTOGRAFÍA Tomás Pladevall REPARTO Anne Céline Auche, Juliette Gautier, Ivon Orvain PRODUCTORA Grup Cinema-Art / Films 59 José Luis Guerín (Barcelona, 1960) es un director de cine español, uno de los más representativos en España del llamado "cine de autor", al margen de los convencionalismos comerciales de la industria del cine. Su obra destaca por su carácter esencialmente visual, su lenguaje reflexivo y poético y su estilo claro y sencillo. En muchos de estos aspectos entronca con la de Víctor Erice. Guerín, tras un largo periodo de experimentación y formación autodidacta con el cortometraje en su adolescencia y temprana juventud, que transcurrieron durante la transición política española, en 1983 realizó su primer largometraje, Los motivos de Berta, que si bien fue premiado en el Forum de Berlín, no consiguió llegar a un gran público.

En 1990, llevó a cabo Innisfree, una película sobre otra película, El hombre tranquilo (1952) de John Ford. En 1997, realizó Tren de sombras, exploración arqueológica de la imagen.En 2001, concluyó En construcción (película), su proyecto de mayor repercusión tanto en el público como en la crítica. En el Festival de Venecia de 2007, presentó En la ciudad de Sylvia, proyecto con el que volvió a sumergirse en las entrañas de la ficción. Guerín presentó en el Pabellón de España de la Bienal de Venecia de 2007 y ha expuesto también en el CCCB (Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona) en 2008.

José Luis Guerín, setenta años después de que el abogado francés aficionado al cine de apellido Fleury retratara a su ociosa familia en la mansión normanda que poseían en Le Thuit, regresa con su cámara quieta de viajante romántico en la máquina del tiempo en busca de psicofonías y espectros de aquel mundo tragado por la memoria esquiva, en cuyo jardín, ahora, en vez de la alta burguesía, pastan adocenadas ovejas.

Con circundante música onírica de Ravel, Bartok, Debussy, Guerín aparca la mirada en el péndulo del reloj del salón ya vacío de los Fleury, y la desliza por las amarillentas hojas de un otoño ventoso distinto al que abrazaba la felicidad de aquellas gentes que vivían, como en las fantasías de Ortega en La rebelión de las masas, en un mundo menos esparcidor de desechos, donde los coches y las industrias todavía no garrapateaban la armonía de grabado japonés de sus paisajes.

“Uno de los filmes más bellos que ha dado la historia del cine universal. No hemos podido explicarlo mejor; sus cualidades superan las capacidades de cualquier analista.”

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La Cinemateca_ 20 años de cine

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Nos envían una copia de la película de José Luis Guerin (…) Claro, lo decíamos, el cine no solo es técnica, es arte. Pero el arte es más que estética, sobre todo cuando nos enfrentamos a determinadas realizaciones que surgen de un vuelo imaginativo que hunde su origen en una búsqueda tan bella y plácida como inductora del desasosiego. A lo que esperamos ir, sin caer en excesiva grandilocuencia; el séptimo arte es un misterio, y la vida es la porción de imagen vivida que puede ser apresada, o, al menos, que intentamos desesperadamente apresar y comprender.Cuanto más comprendo, más amo, porque todo lo comprendido es bueno . Cuanto más miro (MIRAR, no ver), más amo, porque toda imagen esconde algo del Ser. Un Ser en el tiempo. Un Ser en el espacio... Un Ser en el recuerdo... Tren de sombras es una mirada a la existencia, desnuda, primigenia, pero a la vez cava en hondura con la luz de un mirar que envejece para hallar el pasado, y rejuvenece para que pasado y presente eclosionen en una radiografía de un mundo sometido a las reglas del tiempo y de los flujos de las fuerzas físicas en los espacios más recónditos de un hogar, allí donde la nada y el silencio son el mejor espacio para ubicar la perspectiva de un narrador. No es una “nada”, en realidad, es una aspiración de un creador de imágenes, imágenes sin palabras (en verdad, ¿qué necesidad tiene el mundo de las palabras, cuando el cine es la mirada de Dios?), secuencias de ritmo y montaje que transportan la mirada sobre el raído golpeteo del celuloide, a modo de pausa en la que el cine renace para volver a arrojar su luz sobre los días de la vida, y verás el amanecer, verás en blanco y negro la felicidad de una familia, verás los ojos de una niña que mira el cielo, verás gente correr por el campo, mirar a la cámara como si supieran que tras la cámara hay un espectador que los mira y se hace preguntas sobre la nostalgia y el sentido del paso del tiempo durante decenios. La estructura del filme es la estructura del tiempo lírico y el tiempo “físico“; desde el pasado en un hogar lleno de risas y siluetas que hacen cosas que solo un humano puede hacer, hasta el presente, el vacío del hogar, el tic tac de un reloj que enfatiza la pulsión temporal en cada habitación, en cada fotografía, una cortina movida por el viento y las sombras que avanzan mientras el sol va cayendo sobre el horizonte. Rincones del Ser. El universo no sería lo que es si no hubiera un ente consciente que contemplase su vacío. Como diría un poeta que asomase su mirada atónita a las habitaciones, al salón-comedor, o en cada estante o fotografía: no hay nada, y sin embargo, hay algo , el misterio, en definitiva. El hilo conductor es la imagen misma que enfoca el mundo con conciencia e intencionalidad, y establece dos logros fundamentales: el paso del tiempo tiene un cariz sensitivo, el espectador puede sentir la materialidad misma del tiempo, de cómo lo abstracto puede ser metamorfoseado en una sensación casi empírica inducida por el juego de imágenes. Por otro lado, estamos ante una película esencialmente lírica, que utiliza sus estructuras con el fin de ahondar en el concepto metafísico del tiempo, o sea, en el misterio. Constructo de tiempo, y tiempo que toma una concreta representación en cada secuencia. Hay más, y se ha insistido en su intención de recuperar la pureza del cine, pero también es una mirada sobre la vida y las “profundidades” del mundo. Esto es algo intuitivo y ninguna explicación que intentáramos dar aquí podría esclarecer el concepto: algo tan simple como mostrar un plano general de una calle que desemboca en el río de una vida que cambia con el devenir de los fenómenos, o una moviola de imágenes que busca -con ímpetu casi desesperado - atrapar la esencia de un rostro, el rostro del tiempo, la ilusión de retener una huella que nunca muere y que el cine quiere apresar para dignificarse, para ir más allá. Para comprender la vida... Por si no ha quedado claro, uno de los filmes más bellos que ha dado la historia del cine universal. No hemos podido explicarlo mejor; sus cualidades superan las capacidades de cualquier analista. Critica de "Tren de sombras" publicada el 2007-08-19 José A. Peig