054 lost in translation, dirigida por la italiana sofia coppola

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Seis días, un encuentro, un bar, una chispa y un adiós.

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Page 4: 054 Lost in translation, dirigida por la italiana Sofia Coppola

Titulo originalLost in translation

Titulo en españolPerdidos en Tokio

DirecciónSoa Coppola

RepartoScarlett JohanssonBill MurrayGiovanni RibisiAkiko TakeshitaCatherine LambertAnna FarrisDaiamondo Yukae

Guión originalSoa Coppola

Año2003

Fotografías

Charlotte (Scarlett Johansson)

Bob Harris (Bill Murray)

Charlotte y Bob, en el bar del hotel

Charlotte y Bob, la noche del karaoke

Advertencia----------------Este listado de mis cien,y más, películas favoritases una excusa para escri-bir sobre éstas, de formapaulatina y contarle a loseventuales lectores porqué me parecen notoriasy maravillosas. El texto noes una reseña, por lo quese sugiere haber visto, deantemano, la película.------

Page 5: 054 Lost in translation, dirigida por la italiana Sofia Coppola

Titulo originalLost in translation

Titulo en españolPerdidos en Tokio

DirecciónSoa Coppola

RepartoScarlett JohanssonBill MurrayGiovanni RibisiAkiko TakeshitaCatherine LambertAnna FarrisDaiamondo Yukae

Guión originalSoa Coppola

Año2003

Fotografías

Charlotte (Scarlett Johansson)

Bob Harris (Bill Murray)

Charlotte y Bob, en el bar del hotel

Charlotte y Bob, la noche del karaoke

Advertencia----------------Este listado de mis cien,y más, películas favoritases una excusa para escri-bir sobre éstas, de formapaulatina y contarle a loseventuales lectores porqué me parecen notoriasy maravillosas. El texto noes una reseña, por lo quese sugiere haber visto, deantemano, la película.------

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¡Una conocida en Tokio!

Soledad de hotel

La despedida

¿Sigue ahí?

Un poquito de amor----------------------------

Esta es una película que –me atrevo a armar– excedió las expectativas de quienes la hicieron, incluida, por supuesto, Soa Coppola quien debió pregurar una historia con la premisa “¿qué le puede pasar de divertido, en Tokio, a un hombre y una mujer que no tienen muchas ganas de estar allí?” Me reero a que la publicidad original de la película: ache, tráiler, cará-tula, etc. estuvo focalizada en mostrar al actor Bill Murray –famoso por interpreta-ciones ingenuas, rayanas en la tontería– sentado, con cara de aburrición, en la cama de un cuarto de hotel y usando las pantuas simplonas que dejan para uso de los huéspedes, al tiempo con la clásica bata de toalla blanca. Se podría pensar en una táctica de mercadeo impuesta por los productores, pero el caso es que se trata de una obra intimista que explora la crisis pasajera de dos seres humanos que se encuentran en el bar de un hotel como los hay miles alrededor del mundo.

No estoy tratando de decir que la joven directora pensó y realizó una película banal –puramente catártica– y que resultó, como por ensalmo, una película inteligente y emotiva; pero si se siente la intervención de muchas manos, no en vano American Zoetrope, la compañía productora de su padre, es la responsable del proyecto; además, extrañamente, ella no se cansa

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¡Una conocida en Tokio!

Soledad de hotel

La despedida

¿Sigue ahí?

Un poquito de amor----------------------------

Esta es una película que –me atrevo a armar– excedió las expectativas de quienes la hicieron, incluida, por supuesto, Soa Coppola quien debió pregurar una historia con la premisa “¿qué le puede pasar de divertido, en Tokio, a un hombre y una mujer que no tienen muchas ganas de estar allí?” Me reero a que la publicidad original de la película: ache, tráiler, cará-tula, etc. estuvo focalizada en mostrar al actor Bill Murray –famoso por interpreta-ciones ingenuas, rayanas en la tontería– sentado, con cara de aburrición, en la cama de un cuarto de hotel y usando las pantuas simplonas que dejan para uso de los huéspedes, al tiempo con la clásica bata de toalla blanca. Se podría pensar en una táctica de mercadeo impuesta por los productores, pero el caso es que se trata de una obra intimista que explora la crisis pasajera de dos seres humanos que se encuentran en el bar de un hotel como los hay miles alrededor del mundo.

No estoy tratando de decir que la joven directora pensó y realizó una película banal –puramente catártica– y que resultó, como por ensalmo, una película inteligente y emotiva; pero si se siente la intervención de muchas manos, no en vano American Zoetrope, la compañía productora de su padre, es la responsable del proyecto; además, extrañamente, ella no se cansa

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de decir que si no hubiera sido Bill Murray el actor protagonista, ella no hubiera hecho la película.

Las escenas de humor son equilibradas y uyen, sin parecer demasiado intenciona-das, por lo que la situación y los diálogos arrastran al espectador a inquietarse por el momento que viven los protagonistas. No hay amores imposibles –desde que Wo-ody Allen se enamorara de una oveja en Everything you always wanted to know about sex– pero éste no tiene futuro porque ni Bob, un exitoso actor de Hollywood ca-sado tardíamente, ni Charlotte, una joven-cita, lósofa de Yale, que lleva dos años de matrimonio con un fotógrafo, están dis-puestos a cruzar esa frontera que lo cambia todo. Sin embargo, pasan unos días maravillosos, se tocan el alma y sacan lo mejor de sí, teniendo en cuenta que están en Tokio –un poco a regañadientes– por intereses de terceras personas.

Lástima tener mala memoria. Recuerdo una película argentina, que trata de dos personas que se conocen en la estancia de un amigo e igual, sus vidas están compro-metidas con otras y al nal, después de la insípida despedida ocial y de manera similar a Lost in translation, el hombre sale detrás de la mujer y la busca para decirle algo urgente pero no logra balbucear nada muy coherente, sin embargo ella responde algo así como: “Sí, nos enamoramos un

poquito, pero ya se nos pasará”. Aquí pasa lo mismo Bob y Charlotte se enamoraron un poquito, lo suciente para imaginar, por ejemplo, una vida juntos, o contarse ciertas intimidades, pero no lo suciente para incurrir en la indelidad. La ausencia de sexo, teniendo plenamente la posibili-dad, es lo que pone la relación a un nivel más allá de la piel, en un lugar al que –por no tener mejores opciones– podemos de-cirle: alma.

Tener la posibilidad de algo que vislum-bramos mejor para nuestra vida, pero que asumirlo heriría a las personas que queremos, es una situación que nos hace poner nuestra existencia en perspectiva, valorarla por encima de las rutinas coti-dianas, de la pérdida del romanticismo y de los peligros del desamor. Cuando se habla, precisamente, de que se han per-dido los valores de la sociedad, se hace referencia –entre otras cosas– a que el vínculo del amor pasó de ser indisoluble, a perder su capacidad de unir a la pareja y a la familia, a incumplir con su función de pegamento entre las personas. Hoy por hoy, la gente se enamora de otras cosas como el dinero, el estatus y el apellido, por ejemplo; por lo que el espectador puede pensar –como efectivamente lo hace– que para un hombre maduro sería un “hit” vivir un ardoroso romance con una mujer joven y bella, como Scarlett Johansson, y para ella sería aún mejor atrapar a un hombre

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de decir que si no hubiera sido Bill Murray el actor protagonista, ella no hubiera hecho la película.

Las escenas de humor son equilibradas y uyen, sin parecer demasiado intenciona-das, por lo que la situación y los diálogos arrastran al espectador a inquietarse por el momento que viven los protagonistas. No hay amores imposibles –desde que Wo-ody Allen se enamorara de una oveja en Everything you always wanted to know about sex– pero éste no tiene futuro porque ni Bob, un exitoso actor de Hollywood ca-sado tardíamente, ni Charlotte, una joven-cita, lósofa de Yale, que lleva dos años de matrimonio con un fotógrafo, están dis-puestos a cruzar esa frontera que lo cambia todo. Sin embargo, pasan unos días maravillosos, se tocan el alma y sacan lo mejor de sí, teniendo en cuenta que están en Tokio –un poco a regañadientes– por intereses de terceras personas.

Lástima tener mala memoria. Recuerdo una película argentina, que trata de dos personas que se conocen en la estancia de un amigo e igual, sus vidas están compro-metidas con otras y al nal, después de la insípida despedida ocial y de manera similar a Lost in translation, el hombre sale detrás de la mujer y la busca para decirle algo urgente pero no logra balbucear nada muy coherente, sin embargo ella responde algo así como: “Sí, nos enamoramos un

poquito, pero ya se nos pasará”. Aquí pasa lo mismo Bob y Charlotte se enamoraron un poquito, lo suciente para imaginar, por ejemplo, una vida juntos, o contarse ciertas intimidades, pero no lo suciente para incurrir en la indelidad. La ausencia de sexo, teniendo plenamente la posibili-dad, es lo que pone la relación a un nivel más allá de la piel, en un lugar al que –por no tener mejores opciones– podemos de-cirle: alma.

Tener la posibilidad de algo que vislum-bramos mejor para nuestra vida, pero que asumirlo heriría a las personas que queremos, es una situación que nos hace poner nuestra existencia en perspectiva, valorarla por encima de las rutinas coti-dianas, de la pérdida del romanticismo y de los peligros del desamor. Cuando se habla, precisamente, de que se han per-dido los valores de la sociedad, se hace referencia –entre otras cosas– a que el vínculo del amor pasó de ser indisoluble, a perder su capacidad de unir a la pareja y a la familia, a incumplir con su función de pegamento entre las personas. Hoy por hoy, la gente se enamora de otras cosas como el dinero, el estatus y el apellido, por ejemplo; por lo que el espectador puede pensar –como efectivamente lo hace– que para un hombre maduro sería un “hit” vivir un ardoroso romance con una mujer joven y bella, como Scarlett Johansson, y para ella sería aún mejor atrapar a un hombre

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que, sólo en la semana que estuvo en To-kio, se ganó dos millones de dólares ha-ciendo la publicidad de un whisky.

La única indelidad de la película es la de Soa Coppola que traiciona los estereo-tipos de Hollywood, y de la sociedad norte- americana, particularmente, aquel que los hombres ricos y viejos se quedan con las mujeres jóvenes y bellas. Además de esa infamia que debió decepcionar a muchos espectadores, la heredera de American Zoetrope, compañía que en su larga vida ha generado películas tan icónicas como El padrino, Apocalipse now y American Grafti, por mencionar algunas, se atreve a hacer una película sombría inspirada –no sé– por el cine alemán, por Bergman, por Kieslowski y algo de Kurosawa, a quien Soa debió conocer siendo apenas una niña en 1980, cuando George Lucas y Francis Ford Coppola hicieron la produ-cción ejecutiva de Kagemucha, la sombra del guerrero.

Sea como fuere Soa Coppola ha logrado que a su película, lo que es casi imposible en Hollywood, se le calique como: Cine Arte.

Ache original, de la primeracampaña publicitaria de la película.

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que, sólo en la semana que estuvo en To-kio, se ganó dos millones de dólares ha-ciendo la publicidad de un whisky.

La única indelidad de la película es la de Soa Coppola que traiciona los estereo-tipos de Hollywood, y de la sociedad norte- americana, particularmente, aquel que los hombres ricos y viejos se quedan con las mujeres jóvenes y bellas. Además de esa infamia que debió decepcionar a muchos espectadores, la heredera de American Zoetrope, compañía que en su larga vida ha generado películas tan icónicas como El padrino, Apocalipse now y American Grafti, por mencionar algunas, se atreve a hacer una película sombría inspirada –no sé– por el cine alemán, por Bergman, por Kieslowski y algo de Kurosawa, a quien Soa debió conocer siendo apenas una niña en 1980, cuando George Lucas y Francis Ford Coppola hicieron la produ-cción ejecutiva de Kagemucha, la sombra del guerrero.

Sea como fuere Soa Coppola ha logrado que a su película, lo que es casi imposible en Hollywood, se le calique como: Cine Arte.

Ache original, de la primeracampaña publicitaria de la película.

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“Estoy tratando deescaparme de la cárcely estoy buscando algoasí como un cómplice.”

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