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24 de Noviembre, 1997. La OCTOGESIMA ADVENIENS Es una carta que va a conmemorar de nuevo la Rerum Novarum, ahora en su 80º Aniversario, aunque está a mucha distancia de su temática y enfoque. Es el Documento que más lejos va en sacar las consecuencias del Vaticano II, sobre todo en cómo ha de ser la presencia de la Iglesia en una sociedad secular y pluralista. No hay referencias al III Mundo, pues está dirigida fundamentalmente a las sociedades desarrolladas. Si en el Vaticano II hay dos grandes retos: el de la desigualdad y el de la modernidad, la PP responde claramente al primero, y la OA al segundo. La pregunta fundamental es ¿cómo se sitúan los cristianos en el mundo de hoy? Hay que superar una concepción de la DSI vinculada sólo a los problemas económicos, e ir más allá del planteamiento de estas cuestiones, a la cuestión previa, de fondo, de cómo se sitúa la Iglesia ante el mundo moderno. Si ésto no lo tenemos claro, todo lo demás se queda sin un fundamento adecuado. Por eso veremos también que la OA supone un nuevo planteamiento de las cuestiones políticas, que en todo caso conectaría con el capítulo de la GS sobre la comunidad política [Cf. Nºs 73-76], pero que va mucho más allá de sus planteamientos. Aunque no es una Encíclica, su importancia es más por su contenido y coherencia que por el ‘carácter oficial’ del Documento. Algunos dicen que no fue una Encíclica porque en aquellos tiempos había un debate bastante grande, precisamente sobre la competencia/autoridad de la Iglesia en algunas cuestiones. En 1968 había salido la Encíclica Humanae Vitae sobre la licitud moral del control de la natalidad, un tema de moral personal que iba a ser abordado en el Concilio, pero que Pablo VI prefirió encargar a una comisión de expertos. Esta encíclica (HV) provocó (y ésto lo digo para que veamos el contexto eclesial en que aparece la OA) una cierta reacción en todos los niveles: — ‘¿Y quién es el Papa para hablar de estar cosas? ¿Con qué autoridad puede pronunciarse al respecto, en el contexto de un mundo plural y secular?’ Pablo VI en el ‘71 estaba todavía impresionado por la polémica suscitada, y por eso quiso darle a este documento (OA) un ‘tono menor’, el de carta (abierta) dirigida al presidente de la Comisión Justicia y Paz, el Cardenal Maurice Roy.. La Carta sigue el esquema ver-juzgar-actuar, que entonces se va imponiendo casi sin ninguna reserva. Veamos el Indice: I - Nuevos problemas sociales, II - Aspiraciones fundamentales y corrientes ideológicas. III - Los cristianos ante los nuevos problemas. (temas éticos) IV - Llamamiento a (y pistas para) la acción.

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OCTOGESIMA ADVENIENS

24 de Noviembre, 1997.

La OCTOGESIMA ADVENIENS

Es una carta que va a conmemorar de nuevo la Rerum Novarum, ahora en su 80 Aniversario, aunque est a mucha distancia de su temtica y enfoque. Es el Documento que ms lejos va en sacar las consecuencias del Vaticano II, sobre todo en cmo ha de ser la presencia de la Iglesia en una sociedad secular y pluralista. No hay referencias al III Mundo, pues est dirigida fundamentalmente a las sociedades desarrolladas. Si en el Vaticano II hay dos grandes retos: el de la desigualdad y el de la modernidad, la PP responde claramente al primero, y la OA al segundo. La pregunta fundamental es cmo se sitan los cristianos en el mundo de hoy? Hay que superar una concepcin de la DSI vinculada slo a los problemas econmicos, e ir ms all del planteamiento de estas cuestiones, a la cuestin previa, de fondo, de cmo se sita la Iglesia ante el mundo moderno. Si sto no lo tenemos claro, todo lo dems se queda sin un fundamento adecuado. Por eso veremos tambin que la OA supone un nuevo planteamiento de las cuestiones polticas, que en todo caso conectara con el captulo de la GS sobre la comunidad poltica [Cf. Ns 73-76], pero que va mucho ms all de sus planteamientos. Aunque no es una Encclica, su importancia es ms por su contenido y coherencia que por el carcter oficial del Documento. Algunos dicen que no fue una Encclica porque en aquellos tiempos haba un debate bastante grande, precisamente sobre la competencia/autoridad de la Iglesia en algunas cuestiones. En 1968 haba salido la Encclica Humanae Vitae sobre la licitud moral del control de la natalidad, un tema de moral personal que iba a ser abordado en el Concilio, pero que Pablo VI prefiri encargar a una comisin de expertos. Esta encclica (HV) provoc (y sto lo digo para que veamos el contexto eclesial en que aparece la OA) una cierta reaccin en todos los niveles: Y quin es el Papa para hablar de estar cosas? Con qu autoridad puede pronunciarse al respecto, en el contexto de un mundo plural y secular? Pablo VI en el 71 estaba todava impresionado por la polmica suscitada, y por eso quiso darle a este documento (OA) un tono menor, el de carta (abierta) dirigida al presidente de la Comisin Justicia y Paz, el Cardenal Maurice Roy..

La Carta sigue el esquema ver-juzgar-actuar, que entonces se va imponiendo casi sin ninguna reserva. Veamos el Indice:

I - Nuevos problemas sociales,

II - Aspiraciones fundamentales y corrientes ideolgicas.

III - Los cristianos ante los nuevos problemas. (temas ticos)

IV - Llamamiento a (y pistas para) la accin.

En el Ver (I y II) hay que destacar lo antes dicho: P. VI est pensando en una sociedad donde el proceso de modernizacin est muy avanzado. Los distintos aspectos que destaca no se podran generalizar a todo el mundo. Aparecen temas como el de la mujer, la ecologa, el de las grandes ciudades (aglomeraciones urbanas), sin un anlisis de cada tem, sino como una descripcin de la sociedad contempornea. Supuesta esta realidad, cul es la mejor forma de organizarla polticamente? Lo que hay en la segunda parte es una clara toma de posicin en favor de la democracia y de la responsabilidad de los cristianos. La tercera parte son las lneas de accin, en donde se va a prestar especial atencin a lo que corresponde a los cristianos. Los tres temas centrales que aborda:

1 - Un nuevo enfoque de la DSI

2 - La democracia.

3 - Papel de los cristianos en una sociedad democrtica.

En aquel tiempo haba serios problemas respecto a 3: Si el espectro poltico est bsicamente organizaado bajo los dos sistemas: capitalismo y socialismo, y ninguno parece responder a los valores evanglicos, a qu sistema podemos adherirnos? Algunos responden: a la Democracia Cristiana, pero eso tambin tiene sus complicaciones. El problema de fondo es: si la Iglesia anima a sus fieles a comprometerse polticamente, pero luego bloquea el que se comprometan p.ej. en algn partido de izquierdas (la derecha siempre ha sido ms tolerada), qu es lo que puede/debe hacer un creyente para comprometerse polticamente?

En la Introduccin, sobre todo en el N 4, aparece como fundamental que la DSI hay que entenderla en el marco de un proceso de Ver-Juzgar-Actuar. De un proceso que termina en el discernimiento de la accin. Aqu el tener las ideas claras no es fundamentalmente para la contemplacin, sino para la accin. Y segundo, en este proceso participa la Iglesia como comunidad, aunque en el momento doctrinal, la Jerarqua tiene una funcin propia. Esto significa que a la Jerarqua le corresponde una doble funcin: primero la doctrinal, que se ha dado tradicionalmente; y otra, ms amplia, la funcin pastoral de animacin de los cristianos. En este proceso no basta con expedir documentos, sino que hay que acompaar al pueblo. Leed pues con detenimiento el N 4, y como complemento, el N 42. En la Introduccin, Paulo VI hace referencia a los viajes que ha realizado (p.ej. a la India): el contacto con la realidad mundial tan diversa hace imposible el que se pueda decir una palabra nica para todos. Toca a cada comunidad cristiana el hacer operativo ese proceso, por medio del discernimiento. Significa que no nos basta con la aplicacin mecnica de principios universales, sino que hay que discernir dnde aparecen, dnde se niegan y cmo se aplican en cada situacin.

Segunda cuestin: el enfoque de la poltica. Para este punto lo fundamental est en los primeros nmeros de la II Parte: lo que intenta Paulo VI es decir que la respuesta mejor a las aspiraciones del hombre contemporneo para por la organizacin democrtica de la sociedad. Hay un razonamiento fundamentalmente inductivo. Como mejor respuesta a esas aspiraciones, se propone una sociedad democrtica. Pero eso no quiere decir que todo lo que tenga la etiqueta de democrtico deba pasar sin ms. Igual que en la PP, no todo tipo de desarrollo es ticamente aceptable. No hay que dejarse llevar por las palabras, la democracia no es slo la institucin de las elecciones, pues esa sera una democracia ms formal que real; la democracia es tambin un talante, una manera de vivir en la sociedad. Por eso el Papa entra en un tema delicado: de las condiciones o exigencias ticas para la democracia, que viene en los Ns 24-25, no tan fciles de entender... La democracia no se improvisa, es necesaria una educacin para vivir en ella. Entre otras cosas porque la democracia es un sistema dbil, vulnerable, y si la gente no participa, no se puede sostener. Para tener a la gente en orden es ms fcil poner al ejrcito en la calle y darle dos palos al primero que se levante. La democracia en cambio, valora el que la gente sea tolerante, dialogante, que acepte escuchar, que sepa convivir con la diferencia. Sin eso, la democracia, o se vaca de contenido, o est siempre en peligro de derivar hacia un autoritarismo [o en el otro extremo, hacia un vaco de poder]. Este es un tema de los ms debatidos hoy da desde la filosofa poltica. Todos los especialistas en temas sociales en las universidades terminan hablando de la democracia [Cf. reciente publicacin de Adela Cortina]. Los profetas de calamidades slo ven la crisis de valores, pero la recurrencia del tema de la democracia nos habla precisamente de la persistencia de una tica social. Se habla tambin de las virtudes pblicas, tema tratado por una profesora agnstica (Victoria Camps?) y se termina siempre en la afirmacin de la democracia como una base insustituble.

El tercer punto es: y qu hacen los cristianos? dnde se sita la Iglesia y los creyentes, supuesto que la Iglesia quiere llevar adelante este proceso de anlisis de la realidad, discernimiento y compromiso? Se daba en aquellos aos una cierta conciencia de que no se poda ser cristiano y comunista, ni cristiano y liberal. Juan XXIII no toca el tema, se puede decir que lo elude. Porque la QA [de Po XI] era tajante en el rechazo del comunismo. Parece que la alternativa es, o aislarse de la poltica o crear su propio partido. Pero Paulo VI afirma que hay otra alternativa, y retoma el N 159 de la PT en el N 30 de la OA: a propsito de la distincin entre ideologas y movimientos histricos (de tipo econmico, poltico, social o cultural). La ideologa marxista y la ideologa liberal son difcilmente compatibles con el mensaje cristiano. Pero qu entiende Paulo VI por ideologa? toda ideologa es necesariamente rechazable? En el uso cotidiano, parece que el trmino designa algo negativo. Paulo VI considera que las dos ideologas: marxismo y liberalismo, contienen elementos que se contraponen a la concepcin cristiana de la persona. Entonces? Aqu entra la distincin entre ideologas y movimientos histricos, los grupos concretos que traducen las ideologas. Y entra de nuevo la necesidad del discernimiento: si el compromiso con las ideologas es difcil, el compromiso con los movimientos histricos derivados debe ser sometido a discernimiento.

Paulo VI tampoco dice que los cristianos puedan comprometerse sin ms con cualquier movimiento histrico, sino que hay que dar un paso ms: hacer un anlisis concreto del movimiento, teniendo en cuenta que hay aspectos que matizan mucho una ideologa poltica. Lo que no se puede es decir: como rechazamos la ideologa liberal, todo partido o movimiento que se inspire en ella est vetado para un cristiano. Claro que eso nos complica ms las cosas a los cristianos. Evidentemente hay una ideologa de base que difcilmente es admisible en su totalidad. Pero la respuesta no es tajante, no es en blanco y negro (tipo muerto el perro, se acab la rabia), por lo que no se puede pedir a los obispos que digan hasta dnde debe llegar el compromiso poltico. La definicin concreta corresponde los fieles laicos.

Por eso a veces se acusa a los obispos de oscuridad, o de debilidad. Tienen razn para no decir, p.ej. por quin debemos votar, pues ese es un discernimiento en el que el laico no debe ser reemplazado. Esto plantea evidentemente el tema del pluralismo poltico. [pregunta retrica: Vale sto tambin para la condena de los crmenes de la ETA? Cf. debate a proposito de las declaraciones del Sr. Setin en El Pas. O el pluralismo tambin tiene sus lmites?] Durante mucho tiempo en Italia, la Jerarqua deca a los cristianos que tenan que votar por la Democracia Cristiana. [En A.L. se prohiba votar a los comunistas y/o socialistas]. Despus del Vaticano II esto ya no se puede hacer. Lo que tampoco significa dar a los creyentes carta blanca para cualquier opcin. Entonces, la indefinicin asumida de la jerarqua implica en cierto modo una prdida de fortaleza en la identidad cristiana, pero slo desde esta debilidad es posible el dilogo, la tolerancia, la aceptacin del pluralismo. [Cf. el pensamiento dbil de Vattimo y la posmodernidad, re