2-7 historia de la ii secesion usa

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    Editorial Dos LatidosBenasque (Espaa) 2012Copyright Jos Antonio Fortea Cucurull

    www.fortea.wsversin 7

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    HISTORIADE LA SEGUNDA SECESIN

    DE LOS

    ESTADOS UNIDOSDE AMRICA

    J.A

    Fortea

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    REGNAT POPULVS

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    E PLURIBVS VNVM

    Ao 2180, 4 de enero

    l Presidente de los EstadosUnidos est escribiendo en lamesa de caoba de su Despacho

    Oval. Est solo, reina un silencioprofundo. Son las dos de la maana, lanacin entera duerme. En vela, tan slo,el entero estado de California. ElPresidente aguardaba trabajando, detodas maneras no habra podidoconciliar el sueo. Lejanamente, en laantesala, comenz a percibir unospasos. Los pasos resonaron apresurados,aproximndose. La puerta del DespachoOval se abri y entr Joshua Spokane,consejero presidencial. Los doshombres se miraron un instante,Presidente y consejero no necesitarondecirse nada, la cara seria, grave, delconsejero delante de su mesa era ya larespuesta.

    -Seor, nos lo acaban decomunicar. Hace tres minutos elCongreso del Estado de Californiaacaba de aprobar la secesin.

    El Presidente se pas las dosmanos por su adormilada cara.-El resultado de la votacin ha

    sido de 94 votos afirmativos, 32negativos y 4 abstenciones. En estosmismos instantes se est leyendo uncomunicado oficial en la escalinata deledificio del Congreso de California. Lamultitud congregada vitorea y saluda elnacimiento del nuevo pas soberano.

    Durante medio minuto elPresidente Ethan Ellsworth no dijo

    nada, se limit a mirar con sumalentitud hacia la pared de enfrente, a lamesa y a su alrededor sumido en suspensamientos, controlando sus

    emociones. ste era un momento queningn Presidente hubiera deseado vivirdurante su mandato, un momento que,desde Abraham Lincoln, ningnPresidente pens que ocurrira enninguna presidencia. Ahora California.Oregn tendra elecciones en menos dedos semanas. Utah y Idaho se lo estabanpensando.

    -Bien... dijo al fin el Presidentemientras se levantaba pesadamente de lamesa-. Ya me puedo ir a la cama. Talcomo est previsto, por el momento noharemos nada. Preprame unadeclaracin institucional para maanatemprano.

    El anciano Presidente busc suspastillas para dormir. Su mano choccon la caja en el bolsillo derecho de suamericana.

    -Ninguna noticia de las basesmilitares, verdad?-Ninguna, seor.Las cuarenta y dos bases

    militares federales en suelo californianotenan orden de resistir toda tentativa deocupacin. Las instrucciones eran, sifuese preciso, disparar a matar sincontemplaciones. Por Fortuna,California no posea ni un ejrcito ni unarsenal adecuado para enfrentarse al

    conjunto de esas bases situadas en susuelo. El Presidente se dirigi a su

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    habitacin con la tranquilidad de poseeresos cuarenta y dos acuertelamientos,pero tambin con la excitacin de saberla euforia popular que a esas horas de lamadrugada embargaba los alrededores

    del congreso californiano.-Ah dijo el Presidentevolvindose hacia el secretarioSpokane, cuando ya estaba a punto desalir del Despacho Oval-, enve estanoche un comunicado a todas las basesmilitares situadas en suelo californiano.Dgales que cualquier individuoperteneciente al Ejrcito que dentro deun cuartel manifieste el ms leve signode alzamiento debe ser inmediatamente

    detenido, y juzgado sumariamente antesde que acabe el da. Hace ya variosmeses que llevamos alejando a losnaturales de cada estado a otroscuarteles, pero nunca se sabe. Nunca sesabe Bien, nos veremos maana en lareunin.

    -Hasta maana, seor.El Presidente Ethan Ellsworth se

    alej con paso ensimismado por elalfombrado pasillo. Dos jvenes yfornidos miembros del servicio secretoque hacan guardia, se colocaron contodo respeto a un lado mientras suprotegido pasaba camino de susaposentos. El paso del Presidente era elde un hombre cansado y lleno depreocupacin. La juventud de los quevigilaban esa puerta y que velaran porl toda la noche, contrastaba con lossesenta y dos aos del presidente de

    pelo blanco. La dureza de losguardaespaldas resaltaba ms cerca deesa cara presidencial de gesto siemprecomedido, que al pasar les mirabaincluso con cierta timidez.

    En virtud de la magiafarmacolgica del tubo de pastillas, elPresidente estara dormido en diezminutos, pero hasta ese dichosomomento en que su mente desconectasede las preocupaciones de su pesada

    jefatura, ira dando vueltas en su cabezaa toda esta colosal crisis; a la crisis y a

    las causas de la crisis. Qu es lo quenos ha llevado a esta situacin?, sepreguntaba una y otra vez camino de suhabitacin. Nadie le esperaba en sudormitorio. Era un soltero solitario. Por

    eso nada le distraa de las preguntas desu mente. Cmo hemos podido llegar aesto? Qu hemos hecho desde hacevarias presidencias para que un estadoquiera separarse? En qu hemosfallado?

    Las calles de la Nacin se habanvuelto inseguras hasta un gradoinconcebible. Los ciudadanos se sentanprisioneros en su propio pas. Lacorrupcin de Washington, tan

    lamentable como absoluta. El poder dela mafia, invencible. Estados Unidos sepoda convertir en un pas plenamentedominado por la mafia. Y encima lacorrupcin de la poltica. Unacorrupcin sin precedentes que habalogrado alejar a la mayora de losciudadanos de la poltica. La poblacinhaba llegado a la conclusin de quetodos los polticos, todos, estabanenfangados, atados por mltiples lazos aintereses ocultos, a los intereses de losgrupos que apoyaban sus candidaturas.Los ciudadanos tenan razn. Ellos losaban. l mismo el PresidenteEllsworth- lo saba.

    S, no era sorprendente quedespus de dos generaciones en estasituacin los estados ms sanos, losmenos afectados por la corrupcin,tuvieran un cierto deseo de separar sus

    destinos de los del resto de la Nacin.Lgicamente esos anhelos se extendanpor los estados ricos, prsperos, con ungran futuro. California, por s sola,seguira siendo una de las naciones mspoderosas de la Tierra. Los estados delas Grandes Llanuras y los de la CuencaCentral continuaban siendo firmementeunionistas.

    En cualquier caso, el Ejrcito, lapesada maquinaria del Ejrcito, segua

    estando en manos federales. La GuardiaNacional de California no tena ni

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    media posibilidad de victoria si seenfrentaba a los militares profesionalescon todo su equipamiento. El PresidenteEllsworth era partidario de esperar, deno precipitarse. Estaba relativamente

    convencido de que todo aquello no eraotra cosa que una locura, un frenestransitorio. La larga lista preparada conconcesiones para un mayorautogobierno, ira mitigando esosardores independentistas.

    -Ahora lo esencial es mantenerla sangre fra-, se dijo a s mismoabriendo la cama, cubrindose con lassbanas blancas, agradables, que leesperaban para que durmiera en ellas.

    Tena tanto sueo. Las pastillas ademsestaban ya haciendo su efecto. El sueoreparador le invadi en segundos.

    quella noche nadie se movi, nien las bases federales ni en loscuarteles de la Guardia

    Nacional. Slo las calles eran unhervidero. Miles y miles de entusiastasindependentistas recorran todas lasarterias principales del centro de Losngeles. Aquello era una riada humanade cantos y banderas estatales con eloso californiano, una riada que llenabatoda la avenida que iba desde Lakewoodhasta Fullerton, con miles y miles debanderas agitndose.

    Los polticos hacan susdeclaraciones. Las cmaras, atentas a laancdota humana, enfocaban a las

    parejas que emocionadas de alegra sebesaban en Pershing Square, a lasancianas que hacan declaracionesentusiasmadas delante de un micrfono,a las familias que haban trado de casauna gran bandera californiana. No seprodujo ni un incidente, ni un asalto, niun acto de vandalismo. La PolicaMetropolitana vigilaba todoatentamente. No haba que dar ningunaexcusa para una intervencin federal.

    A ambos flancos de lamanifestacin, agentes de polica

    estaban preparados para reprimircualquier conato de exaltacin que dieraorigen a desrdenes. Pesadas aeronaves,semejantes a helicpteros, con rotores,pero sin hlices, estaban por doquier.

    Toda la flota de aeronaves delDepartamento de Polica vigilaba desdelos aires. Desde lo alto, sus cmaras, losmillares de ojos de sus objetivos,patrullaban toda la ciudad.

    Los independentistas, estabanfelices, lloraban, lgrimas de emocin.El hombre medio de la calle eraentrevistado por periodistas y decacualquier cosa inmerso en el entusiasmode aquella algazara, de aquella

    borrachera de independencia. Unaborrachera hbilmente programada porlos congresistaspro independencia. Unaalgazara en nada compartida por buenaparte de la poblacin que no habasalido de sus casas, y que miraba todoaquello con gran indiferencia.

    La mayor parte de loscalifornianos estaba convencida de lairremediable corrupcin de su clasedirigente. De manera que todos aquellosacontecimientos, que eran previsiblesdesde haca ya meses, les cogieron sinninguna sorpresa y con la resignacindel que piensa que nada va a cambiar amejor. Pero eso no importaba, laminora de la poblacin que tanto sehaba esforzado por la independencia, seencontraba exultante.

    Quiz no hubieran estado tanfelices los bulliciosos secesionistas que

    agitaban sin descanso las banderas, sihubieran sabido que a esas mismashoras de la noche llegaban 95.000soldados de infantera a las basesmilitares de Nuevo Mjico, Colorado yWyoming. En el carril derecho de variasautopistas interestatales las largascolumnas de todoterrenos avanzabanlentas e interminables hacia losacantonamientos fronterizos de aquellosestados infectados con el virus de la

    insurreccin. Inacabables superficies delos desiertos de Derning, Burlington y

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    las praderas de Mildwest aparecaniluminadas en mitad de la noche,recorridas por los faros de miles devehculos que penetraban en aquellosinmensos recintos vallados. All se

    acumulaban las hileras de materialblico, hileras que vistas desde el aireaparecan como pasillos entre lasinacabables cuadrculas que formabanlas reas cubiertas por tiendas militaresy torres de vigilancia. Haban llegado enun solo da 95.000 efectivos deinfantera, que se sumaban a los110.000 que ya se encontraban all.Quince divisiones desde esa nocheaguardaban en esos desiertos a la espera

    de cualquier orden. El Pentgono yatena en camino otras diez divisionesms.

    Al da siguiente

    5 de enero de 2180

    n da medio nublado, pequeoscopos de nieve caan a ratos sincuajar, la televisin haba

    anunciado que el tiempo mejorara a lolargo del da. Dentro del Despacho Ovalestaban los diez miembros del Consejode Seguridad Nacional. El cafhumeaba en las tazas, hundido en elcuero mullido de su silln el Presidenteles escuchaba.

    -Seor Presidente, estadeclaracin de independencia de lapasada noche no es nada. Tan slo sereduce a que a partir de ahora el estado

    de California no enviar al GobiernoFederal su cuota de impuestos. En miopinin, si los escaos del Congreso deCalifornia se renuevan dentro de tresaos con una nueva mayora unionista,habremos recuperado el estado delmodo ms incruento posible. Cualquiercosa que hagamos ahora, sera vista porel contrario como una injerenciaabsolutista, como una confirmacin delpoder tirnico de la maquinaria de

    Washington frente a las libertades de losciudadanos.

    -Soy de la misma opinin dijootro consejero.

    -Yo tambin aadi un tercero.-Yo no! -exclam uno de los

    dos generales presentes. El otro general,

    sentado no muy lejos de l, le apoycon el gesto-. Todo discursoindependentista se va radicalizando conel tiempo. Si dejamos que cuaje estarebelin se consolidar, y habremosperdido para siempre a California. Sihay que hacer algo, hagmoslo ahora.Despus ya no podremos hacer nada.

    El Presidente de pie apoyado ensu mesa haba guardado silencio, peroahora volva a hablar, con toda

    serenidad, era el hombre ms reposadodel mundo. De hecho deliberaba sobreel asunto como si estuvieran discutiendouna partida presupuestaria. La nocheanterior se haba acostado muy cansado,como si el peso de toda la nacingravitara sobre sus espaldas. Pero hoy,sentado en su mesa, como un capitn altimn, afrontaba el tema con nervios deacero. Ahora lleno de energa deca:

    -Me alegra que haya usado lapalabra rebelin. Esto es una rebelin,no es ninguna independencia. Y lesruego que en esta sala a partir de ahorausen la palabra rebeldes noindependentistas. Las cuestiones deimagen son esenciales. En todosnuestros discursos hablaremos siemprede la rebelin y los rebeldes.

    Los presentes asintieron. Todos

    se dieron cuenta de que aquel hombreera un zorro muy viejo en cuestionespolticas. El Presidente sigui hablandocon determinacin:

    -Washington no acepta deningn modo esa secesin. Nada de loque hagamos o digamos debe hacerlespensar que aunque oficialmente no, de

    facto podramos aceptar parcialmenteesta situacin. Los que estamos aqudebemos ser conscientes de que los

    intereses econmicos de esta nacin nosmarcan una lnea de actuacin muy

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    clara. Desde hace cuatro das todos losgrandes grupos econmicos hanmovilizado sus medios de presin sobrem y sobre el Congreso para que nopermitamos de ningn modo esta

    extraa aventura poltica. La secesinno es buena para los intereses de losEstados Unidos! Ni siquiera es buenapara los intereses radicados all, enCalifornia. Todo esto es un mero asuntosentimental. Los sentimientos de esaminora que ha visto en la secesin lasolucin a todos sus problemas.

    -Las masas cambian de opininde una legislatura a otra aadi elvicepresidente-. Y ms con adecuadas

    campaas de informacin. Lolamentable es que hayamos permitidoque todo esto se nos haya escapadotanto de las manos.

    -Lo referente a la campaa deinformacin lo tocaremos despus dijoel Presidente-, ahora abordemos el temamilitar. General Berger, cmo est lasituacin?

    -El Congreso de California slocuenta con los efectivos que la GuardiaNacional tena hace un ao. Nadie hamencionado ni siquiera aumentar esosefectivos. No quieren soliviantarnos.Mantenemos perfecto control sobretodas nuestras bases militares en suelocaliforniano. La Guardia Nacionalesencialmente cuenta con armas deasalto. Cuatrocientos carros acorazados,ciento veinte aeronaves DR-200, unainfantera que no es profesional y una

    serie de especificaciones que no voy adesglosar para no aburrirles, pero que seresume en que las fuerzas del estadoseran barridas en el primer envite.

    Slo les dar un dato, susfuerzas son diez veces menos enrelacin tan slo a nuestras fuerzasprofesionales en territorio de California.Si contamos todas las que ya hay en lasfronteras del estado, las cifras sontodava ms favorables a nosotros. Un

    enfrentamiento con la Guardia Nacionaldurara tan solo un da. Podramos

    derrotarlos en todos los frentessimultneamente antes de que se pusierael sol.

    -Lo nico que hay que ver aadi un consejero con mirada

    preocupada- es la cantidad de muertosque puede soportar nuestraadministracin.

    -Oh, vamos interrumpi el otrogeneral-, estamos hablando de losEstados Unidos! Al cuerno si aparecenfotos en las portadas con ms o menosmuertos.

    -Vamos, general, no se lo tomeas, no he dicho que sta no sea unacuestin que se puede zanjar de un

    modo militar se defendi el consejeroque haba hablado el ltimo-. Pero tododebe ser considerado. Y si podemosevitar la intervencin, sera lo mejor.

    -sta es una cuestinpatritica!, y nada ms replic elgeneral.

    -S, pero si queremos abordar lasolucin de este problema nos tenemosque plantear hasta dnde queremosllegar aadi otro secretario amigo delltimo. Llegar hasta el extremo, a vecesno es el mejor modo de acabar con unproblema. Y queremos acabar con esteproblema de forma que la solucin nogenere nuevos problemas.

    -El caso es que...

    En ese momento entr unasistente del Presidente con un papel enla mano.

    -Seor, la Oficina de Aceptacinde Demandas del Tribunal Supremo delos Estados Unidos nos acaba de cursareste escrito.

    El Presidente Ellsworth lo leyentero, despus contrajo levemente losmsculos de la cara, y lo dej a un lado,encima de la mesa.

    -Me comunican oficialmente queel estado de California ha recurrido ante

    el Tribunal Supremo la decisin del

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    Congreso Federal de no aceptar susecesin.

    -Pueden hacerlo? Si se hanseparado de nosotros, cmo puedenrecurrir a nuestro tribunal?

    -En principio s dijo uno de losconsejeros presentes, el especialista encuestiones jurdicas-. Puesto que sinosotros no aceptamos su estatus deindependencia, eso significa que sonparte de la Unin. Y si son parte de laUnin pueden recurrir una decisin delGobierno Federal ante el TribunalSupremo. Es lo que marca la ley.

    -Pero si ellos consideran que yaestn fuera de la Unin dijo el

    Presidente- es un contrasentido quehagan eso.

    -No, seor. Perdone que insista,pero la nica razn por la que nosotrospodemos exigirles que retrocedan de esadeclaracin de independencia de ayernoche es afirmar que siguen siendoparte de la Unin, tanto si les gustacomo si no. Y si son parte de la Uninpueden recurrir una decisin delGobierno Federal frente al TribunalSupremo.

    -Adems aadi el experto enrelaciones federales- ha sido unmovimiento muy inteligente. Si elTribunal Supremo de los EstadosUnidos reconoce el derecho de unestado a separarse de la Unin, entoncespodrn continuar con el camino que hanemprendido, sin que nosotros se lopodamos obstaculizar. Si por el

    contrario el Tribunal Supremo no lesreconoce ese derecho, entonces ellosalegarn que no reconocen ni la

    jurisdiccin de ese tribunal, ni su fallo.-Es una muy buena jugada

    coment una consejera-. Si el veredictodel tribunal les es favorable, nosotrosestaremos con las manos atadas.Tendremos que acatarlo. Y si no, ellosharn lo que les de la gana. No tienennada que perder con presentar este

    recurso, pero nosotros s.

    -Pero es que tienen algunaposibilidad de ganar ese recurso? pregunt indignada otra consejera alexperto en asuntos jurdicos -. Merefiero... es que hay alguna posibilidad

    de que el Tribunal Supremo reconozcael derecho de un estado a separarse de laUnin?.

    -En mi opinin, no tienenninguna posibilidad. Pero no pierdennada por presentar ese recurso. Hasta dauna cierta apariencia de legalidad a lasacciones que ha emprendido la nuevamayora en el Congreso de California.

    -Legalmente deberemos esperara que el Tribunal emita un fallo, o el

    Gobierno Federal puede tomar ya lasdisposiciones que crea convenientescontra los secesionistas? pregunt elvicepresidente.

    -Por supuesto, nosotros podemosactuar antes del veredicto. Ellos slohan presentado el recurso para dar unaapariencia de formalidad a su secesin.Pero esto es una secesin.

    -Formalidad... de acuerdo a lasformas jurdicas... no tienen vergenzaalguna musit entre dientes un muymolesto consejero mirando a su corbatamientras se la alisaba.

    Todos iban tomando su caf,fuera la nieve segua cayendo. Elpresidente, de pie, mirando por laventana, pregunt:

    -Podramos recusar la demanda,alegando que en su peticin no hay un

    reconocimiento de la jurisdiccin delTribunal Supremo?-No lograramos mucho. Dese

    cuenta que presentar una demanda norequiere legalmente el reconocimientoformal de la jurisdiccin de un tribunal.Hablo en trminos meramente jurdicos.Adems, esta demanda la podrapresentar otro estado como Utah, quetodava est dentro de la Unin, peroque se lo est pensando. Incluso la

    podra presentar un grupo deciudadanos particulares de California.

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    Por ese camino no vamos a poderimpugnar nada.

    -Muy bien, muy bien dijo elPresidente poniendo punto final a lascuestiones legales en aquella reunin-.

    Esta demanda me confirma todava msen mi decisin de que hay que esperar.Del tirano se espera que aplaste almomento una rebelin. Les vamos amostrar que aqu hay polticos, nodspotas. Esperaremos. No estamosobligados a hacer las cosas cuando ellosquieran, sino cuando ms nos convengaa nosotros.

    Todo el gabinete le escuchaba en

    silencio. Todos ponan cara inexpresiva,salvo los dos generales, que noescondan su disconformidad. Lospresentes saban de la debilidad decarcter del Presidente Ethan Ellsworth.Quiz por eso haba sido aupado por loslobbies financieros hasta aqueldespacho. Pero la situacin delmomento presente requera un carcterde hierro. Quiz la secesin de ahora erael fruto de muchos presidentes dbilesde carcter elevados por poderososgrupos de presin. Ellos haban llevadoa cabo las faenas que les habanencomendado esos grupos, pero habandejado sin resolver todo asunto queresultase excesivamente espinoso.

    Los asuntos impopulares hacenperder las elecciones. Un asuntoespinoso nicamente deja de serimpopular cuando alcanza cierta masa

    crtica, cuando la poblacin ya no puedeaguantar ms. La acumulacin demuchos asuntos sin resolver durante laslegislaturas de medio siglo haballevado a la Unin a la situacin en queahora se hallaba. Situacin psima queinclua el que unos cuantos estados seestuvieran replanteando sus lazos con elGobierno Federal. California slo habasido el primero en dar el paso.

    El Presidente Ellsworth era

    conocido de todos como unapersonalidad llena de vacilaciones,

    como el personaje vacilante porantonomasia en la escenawashingtoniana. Perteneca al nmerode aquellos infelices caracteres enquienes la reflexin no aclara las ideas

    ni confirma la voluntad, sino que suscitaincesantemente nuevas dudas ydificultades. Todos pensaban esomientras el Presidente segua hablandoy hablando:

    -Adems, no voy a emprenderuna guerra que despus resulte serilegal. Imaginen que comienzo aacumular cadveres en las cunetas delas autopistas de California y quedespus el Tribunal Supremo falla que

    un estado tiene derecho a la secesin.Hay que esperar, lo veo clarsimo. Esms, estoy seguro de que esta crisistendr una solucin poltica. En lo quenos tenemos que esforzar es en que elCongreso de California se recobre unamayora unionista. sa es nuestraautntica guerra.

    Todos pensaban que el ao quele quedaba a Ellsworth en la presidenciase les iba a hacer insoportablementelargo. Afortunadamente era su segundalegislatura.

    e momento en California todosegua igual, la situacin semantena. Si no fuera porque el

    Congreso Californiano haba firmado unacta que afirmaba la independencia deaquel estado, todo pareca seguir comosi no hubiera pasado nada. En la sede

    central de FBI en Los ngeles se habarecibido la notificacin del Gobernadoradvirtindoles que quedabansuspendidos sus poderes para investigaragencias estatales y a ciudadanosparticulares con escao en el Congresode California. Washington de momentoles advirti a sus agentes que esperarany que no hicieran nada por su cuenta. Sise produca un enfrentamiento entre elFBI y la Guardia Nacional del Estado

    de California, el FBI sera barrido de unplumazo, as que de momento aguantad

    D

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    chicos, les dijo por telfono el DirectorGeneral, las cosas en Washington seaclararan en unos pocos das. Peromientras tanto, da a da, la secesinavanzaba unos centmetros ms, sin

    prisas, con tiento. La PolicaMetropolitana se present en lasoficinas centrales del Departamento delTesoro en Los ngeles y comenz laincautacin de los archivos y su trasladoal complejo estatal de Pasadena. Loseditoriales de todos los peridicos detoda la Nacin relampagueaban conrayos de ira en medio de la ms negrasnubes.

    No eran negros, sino muy

    blancos, los uniformes de los 50escuadrones de marines que formabanen la cubierta de la plataforma USSColumbia. Ese mismo mediodaacababan de fondear seis plataformasmilitares de la Marina de los EstadosUnidos. Cada plataforma tena unaextensin que dos kilmetroscuadrados, que formaban un cuadradoperfecto.

    La Marina de Estados Unidoshaba construido desde finales del sigloXXI aquellas bases militares flotantes.Gigantescas estructuras metlicassostenidas sobre varias quillasindependientes, quillas mastodnticas,grandes como portaviones. Cadaplataforma era como un gran cuadradosostenido sobre las quillas de unosveinte portaviones. Un perfectocuadrado, una extensin plana

    perfectamente geomtrica recorrida porvarias pistas de aterrizaje y despegue,bajo la cual varios reactores atmicosfuncionaban da y noche para moveraquellas moles por los cinco mares delmundo. Las grandes plataformas de laMarina haban resuelto a finales delsiglo XXI la necesidad de basesnorteamericanas en ultramar; las basesflotantes podan desplazarse por aguasinternacionales y detenerse en una

    regin ocenica del mundo el tiempoque fuera necesario. Ese tipo de bases

    flotantes haban constituido los pilaresde la vigilancia militar de EstadosUnidos fuera de sus fronteras. Cada unade ellas equivala a tener un puerto, unabase area, un lugar de acantonamiento

    y un silo balstico. Ahora las seisplataformas estaban fondeadas a menosde 50 millas de la costa de Los ngelesa poca distancia de las Channel Islands.

    Justo en el punto central de cadaplataforma, una pesada torre haca lasveces de puente de mando. Dado que laplataforma tena una extensin de doskilmetros cuadrados, la torre seelevaba cincuenta metros. Una torreimponente para una extensin

    imponente. La torre culminaba en sucspide con infinidad de radares,sensores y antenas. Cada una de las seisislas flotantes tena una de aquellaspesadas y gruesas torres, mientras quealrededor de ellas hormigueaban uncierto nmero de aeronaves elevndoseverticalmente o maniobrando en el aire.Cerca del permetro ms exterior de laplataforma se movan las formacionesde hombres al mando de severossargentos que se ocupaban de lainstruccin militar de los nuevoscadetes. Por debajo de la plataforma, enla quilla a ras del nivel del agua seabran varias bocas de tnel, de dondesalan silenciosos los ocho submarinoscon que contaba cada plataforma.

    Las plataformas flotaban comoislas inconmovibles a menos de seismillas de la costa. Desde las playas se

    las vea como lejanos puntos, comoislas, tan silenciosas, como cargadas depoder. Ellas eran un recuerdo continuodel poder de la primera potencia militardel mundo. Silenciosas pero no ociosas,continuamente rastreando todas lasondas electromagnticas del estado deCalifornia, rastreando suscomunicaciones, continuamenteponiendo a punto su poder de fuegoarrasador, mientras que sus miles de

    marines del Cuerpo de IntervencinRpida se preparaban para un asalto que

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    cada vez intuan ms cercano. Losmiembros de ese cuerpo se preparaban,sobre todo, para un golpe rpido comoel rayo y preciso como un bistur; slose necesitaba una orden

    El Gobernador de California,Leo Mc Cormick tomaba su desayunoen su despacho del piso cuarenta delRascacielos Broods. Desde all, conprismticos electrnicos, se divisabanlas seis islas flotantes de la Marina. McCormick en silencio tomaba su t,tamborileaba con sus dedos en la mesa.Su mano izquierda tamborileaba ysilencioso segua mirando hacia la lneadel horizonte del mar. No vea nada. A

    simple vista el horizonte del ocano seperciba como una lnea continua, sinirregularidades. Pero l saba que esasplataformas flotantes estaban all.

    Su situacin, como la de supartido independentista, no era nadasencilla. Tena que evitar airar a laopinin pblica estadounidense. Ya quesi la presin de esa opinin era muyfuerte, el Gobierno Federal decidira laintervencin inmediata. Por eso tenaque contener los excesos de losexaltados y mostrarse l mismoprudente. En realidad, lo que leinteresaba era mantener esa situacin deambigedad el mayor tiempo posible.Cuanto ms tiempo pasara, ms se iraacostumbrando el Pueblo Americano aesa situacin. Al mismo tiempo, sobrel pesaba la amenaza de las prximaselecciones estatales dentro de tres aos

    y medio. El electorado entero del estadose movilizara y era muy probable quelos unionistas retomaran de nuevo lamayora. Haba que mantener un gradoaceptable de independencia, para quelos votantes indecisos les vieran a elloscomo una opcin razonable. Susituacin era tan complicada como la deEthan Ellsworth. Pero uno y otro debanfrreos mostrarse en sus discursos.Ninguno poda dar impresin de

    debilidad.

    Sin embargo, esas plataformasflotantes fondeadas a tan poca distanciade su despacho de su despacho, eran unconstante recuerdo de que bastaba unadecisin del Presidente para que la

    Repblica Independiente de Californiavolviera a la nada.

    Tres das despus

    n el segundo piso de la CasaBlanca, el Presidente toma sudesayuno. Su mano derecha

    sostiene el New York Times, mientrascon la izquierda moja en leche sucaracola de color miel bien horneada

    con pasas y una guinda en el centro delapetitoso remolino repostero.

    Todo el mundo habla de laguerra, pero dnde estn lastrincheras, dnde las hogueras?No, sta es una guerramercantil, una conflagracindentro del Dow Jones, unaconflagracin domstica entregrupos de presin y compaas.sta es la primera guerra de las

    nuevas guerras civilizadas delos tiempos por venir, lasnuevas guerras entre los hombresde Occidente. Ya no hay familiasni linajes, slo grupos depresin, grupos de polticos,fuerzas econmicas. El homoantecesorqueda relegado ante elpoder del homo pragmaticus. Lashordas de cromagnones ya nopintan bien ni en un cartel dereclutamiento de nuestrasfuerzas de infantera. La fuerzabruta queda confinada a estadiosms primitivos de nuestra

    evolucin. Thats the w@r!

    El Presidente lee complacido lacolumna. Deja el peridico, toma unsorbo de caf y coge otro diario.Comienza a pasar pginas del HeraldTribune. Su vista de guila rastrea enbusca de columnas sobre temas que leinteresen. Pronto encuentra una.

    E

    mailto:w@rmailto:w@r
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    Los analistas dicen que en las eleccionesestatales de California hace medio ao novot casi nadie, mientras que los votantessecesionistas fueron todos a las urnas, niuno solo se qued en casa. La secesindurar hasta la convocatoria de nuevas

    elecciones al Congreso de California. Lasencuestas reflejan claramente que lamayora de la poblacin esta a favor de laUnin. Pero los secesionistas ganaronlimpiamente las elecciones, no es culpa delos independentistas que los otrospensaran que esto nunca iba a ocurrir. Esees el gran problema, que ya casi nadie va avotar. A finales del siglo XX iba a votar lamitad del censo. Y en el siglo siguiente noles entraron ms ganas de depositar ladichosa papeleta en la urna. Ahora no llegani a una cuarta parte. A Ethan Ellsworth le

    vot un 11% del Pueblo Americano. Puestoque vot el 23% del censo, eso significaque la mitad le vot a l. La conclusinevidente de todos estos datos slo puedeser una: no se puede dar comienzo a unaguerra con tan poco respaldo.

    Bien, me complace observar pens Ethan- que hasta los peridicos sevan calmando. La naturaleza humanasiempre igual. Despus del primerentusiasmo, despus del primer arrebato

    de clera, todo va volviendo a su sitio.Las columnas de opinin de hoy ya noson las de hace tres das, ni lasfuribundas de hace dos semanas antesde la votacin californiana. Estoyseguro de que los ms ardientesunionistas sern menos vehementesdentro de un tiempo, y hasta lossecesionistas ms acrrimos sernmenos secesionistas. El desastre que sepoda haber producido en un primermomento poda haber sido monumental.Menos mal que he mantenido mi cabezafra en medio de toda esta jaula degrillos.

    Sin embargo, el Presidente nosaba que, a esas horas, en Glendale,Upland y Whittier, en California, variosgrupos de ciudadanos descontroladosestaban asaltando distintas agenciasfederales. Una hora despus, sobre las

    aceras de aquellas calles, sobre losvidrios rotos de cientos de ventanas,

    yacan diseminados decenas de miles dedocumentos oficiales de las oficinasasaltadas. Algn que otro exaltado, unahora despus, todava segua lanzandoel contenido de los ficheros desde los

    pisos superiores ya completamenteabandonados. Unos arrojaban elcontenido de los ficheros y otros msentusiastas lanzaban incluso parte delmobiliario.

    -Cmo, no han hecho ningunadetencin?- pregunt asombrado unahora despus Ethan Ellsworth. Larespuesta de sus asistentes fue preguntarretricamente quin poda practicar lasdetenciones: la polica metropolitana?,

    la estatal? Ambas estaban en manos delos independentistas. Ethan se limit abajar la cara y mover la cabeza, comodando a indicar que esto no poda seguiras. Sin embargo, no hizo nada, no setom ninguna medida. A las seis de latarde volvan a perturbarlecomunicndole que el Congreso deCalifornia haba movilizado a 600.000hombres de su Guardia Nacional.

    La noticia le cogi de improvisoal presidente Ellsworth durante unavisita de un matrimonio amigo a la CasaBlanca.

    -Qu ha pasado? le preguntCatherine Kazansakis, la esposa de suamigo, cuando Ethan volvi a sentarseen el sof.

    -No, nada. Que el estado deCalifornia ha movilizado a su GuardiaNacional.

    Catherine y su marido estabanen uno de los salones de la Casa Blanca,tomndose un jerez. Sentados enaquellos sillones haban estadocharlando como los viejos conocidos detoda la vida que eran. La llamada habaturbado la tranquilidad de laconversacin.

    -Y qu vas a hacer?-No voy a hacer nada, por

    supuesto respondi el Presidente que

    segua afectado por el golpe de lanoticia-. Hay un proceso ante el

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    Tribunal Supremo, esperar a que falleel Tribunal. Si el fallo es favorable a laUnin, entonces la secesin habrtocado a su fin, la legalidad vigente serestablecer con toda la autoridad que

    nos otorga la Constitucin. Si laSecesin es legal, tendr las manosatadas.

    -Y nos habremos ahorrado unaguerra aadi Catherine.

    -Pero puede salir tal sentencia?pregunt enseguida su marido.

    Ethan bebi un poco ms dejerez, dej la copa, se pas la mano porsus blancas patillas.

    -Mira, la Secesin es un

    disparate respondi contenindoseEthan-. Los californianos si seindependizan no sern ms ricos, nosern ms libres. Pero estas cosas sonmuy viscerales. De momento slo unacuarta parte es favorable a laindependencia. Pero eso no significaque el resto est a favor de continuar enla Unin. Ahora mismo lo que hay essorpresa. Nadie se imagin que losindependentistas se hicieran con lamayora de escaos en el congresocaliforniano. Ahora pagamos lasconsecuencias de que los unionistas nofueran a votar y que de los otros fuerantodos. Pero recuerda una cosa, lasminoras son las que logran lasindependencias.

    -Ya, pero la sentencia delTribunal Supremo... es imposible quediga que la secesin es legal, no?

    -Tranquilo, no te preocupes. Esasentencia supondra la destruccin delos Estados Unidos, la destruccin lentapero inexorable de la Repblica. Escierto Catherine, que nos ahorraramosuna guerra, pero a costa de que dentrode treinta aos o cincuenta los EstadosUnidos fueran dos o tres grandesrepblicas de uniones de estadospequeos rodeados de grandes estadosindependientes como California, Texas

    o Montana.

    -No quiero ni pensar en taldesbarajuste el marido se llev lamano a la frente.

    -Tranquilo, aqu estamos paraevitar la destruccin de la Nacin y para

    evitar la guerra si es posible dijo elPresidente-. sa es la labor de nosotroslos polticos.

    -De todas maneras ahora elpartido independentista est en su fasems virulenta, no es posible dialogaracerca de nada con ellos coment lamujer.

    -Hay que reconocer, y eso esindudable, que la situacin previa, lasituacin de la Nacin, me refiero, es

    muy mala coment desanimado elmarido.

    -S respondi ensimismadoEthan.

    En esos momentos se pase porah, silencioso sobre la alfombra, elperro del Presidente, un precioso GranDogo. Qu hace ese perro ah?,pregunt en alta voz Ethan. En seguidavino una persona del servicio arecogerlo. El perro prcticamentesiempre estaba confinado a una zona deesa planta. Ethan tena perro sloporque sus asesores le habancomentado que eso le daba en las fotosuna imagen ms hogarea, ms amable.Pero los cierto es que les tena bastantemana a los chuchos. Y ms a se quebabeaba no poco. Pero todo por laimagen. Haba que reconocer que elcuadrpedo quedaba muy bien cuando

    el Presidente volva a la Casa Blanca, yl y su perro bajaban de la aeronave. ElPresidente tambin tena que hacer algode footing, cosa que odiaba tanto comoa los perros. Pero a pesar de su edadhaba que ofrecer una imagendinmica.. Despus de aquella caninainterrupcin, Ethan volvi a laconversacin, y al cabo de un rato dijo:

    -Tenis razn, la situacin habaempeorado sensiblemente. Pero los

    presidentes de esta Nacin estamosprisioneros del Pueblo. Los males del

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    Pueblo requieren medicinas a vecesdesagradables. A veces el precio dehacer lo que se debe hacer es que bajetu popularidad. El mal tiene que ser losuficientemente doloroso como para que

    el Pueblo est dispuesto a pasar por losremedios. Lo de la independenciacaliforniana ha sido un efecto colateralno previsto en este escenario en que lasprdidas y las ganancias de popularidadparecan estar perfectamente previstas.

    -Yo creo que el mal est en eltamao dijo Catherine-. EstadosUnidos se ha hecho demasiado grande.Cincuenta estados, cuatro estados libresasociados, catorce territorios

    dependiendo del Congreso de losEstados Unidos. Y veintiocho bases enel extranjero bajo banderaestadounidense.

    -A veces creo que hemos cadoen el mismo proceso del ImperioRomano aadi el marido.

    -Mirad, es cierto que no es lomismo unas pocas colonias de puritanosque contaron en su da con cincuentamil habitantes, que una Nacin con 900millones de habitantes dijo Ethan-,pero el crecimiento era inevitable. Nadaes tan inevitable como el crecimiento.

    -Ya pero esta nacin cada veztiene que esforzarse ms en supresupuesto por cuestiones que estnfuera de nuestras fronteras. Los EstadosUnidos con sus bases militares, con susflotas en todos los mares del mundo,con sus intereses comerciales y

    compaas en cada una de las nacionesde la Tierra... el planeta... no se haconvertido la Tierra entera en el PlanetaAmericano?

    El Presidente ri estruendo-samente. Un criado trajo en una bandejade plata unos calientes bocaditos deperdiz y faisn para picar. Se march talcomo haba venido, sin decir nada.

    -Esa comparacin continu el

    Presidente- de los Estados Unidos conel Imperio Romano es la cosa ms vieja

    del mundo. Es algo manido, unestereotipo. Lo gracioso es que la cosaya viene desde el mismo comienzo.Slo hay que echar una ojeada a lasfachadas de los edificios originales de

    esta capital y a los que sucesivamente sefueron construyendo. La fantasa deImperio, el mito, la ensoacinimperial, flotaba en el ambiente. Nisiquiera los romanos tuvieron comoproyecto crecer, y crecieron. El ImperioRomano se construy generacin trasgeneracin bajo el nico pretexto dedefender a la Urbe y sus interesescomerciales. Tampoco nosotros tuvimosen mente salir de nuestras fronteras

    naturales, y hemos salido. Pero es quepara defender nuestras fronterasnaturales, hemos tenido que salir fuera ya veces muy lejos. Exactamente,exactamente igual!, que les sucedi aaquellos patricios con las GuerrasPnicas. Asimismo la RepblicaRomana tuvo sus, digamos, secesiones.Tambin nosotros. Pero nosotrosdebemos afrontar cada situacin decrisis con la serenidad con que aquellosromanos forjaron su historia.

    -Cundo empezar la guerra? le interrumpi Catherine, abruptamente.Ethan estaba a punto de dar una largaexplicacin acerca de las similitudesentre Roma y los Estados Unidos, yahora Catherine le acorralaba con esapregunta. Ella saba que no la iba aresponder, pero era evidente que ellaquera soltrmela de golpe para ver qu

    deca, qu gesto apareca en mi cara. AEthan le sorprendi aquella treta parasonsacarle.

    -La guerra... repitilentamente el Presidente, mientras sucerebro pensaba alguna respuesta-. Nos. El independentismo precisa mrtirescuanto antes. Eso le dara un aireheroico. Lograr una independencia,cualquiera, sin hroes parece casi msuna traicin, porque toda independencia

    precisa de un opresor. No es creble unopresor que no produce ni un mal hroe.

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    Nosotros, los malos federalistas,quedaremos menos malos si no lesplantamos batalla. Los unionistastambin me exigen una guerra. Ellostambin me exigen la guerra. Todos me

    exigen la guerra! Y yo aqu, sentado eneste silln, esperando a que comiencenlas sesiones del Tribunal Supremo losfros ojos de Catherine analizaban cadafrase de Ethan-. La guerra... no s.Todava no s cuando.

    El marido le dijo que era unpillo. Ethan eres un pillo, le repiti.Otro camarero serio, vestido depantaln negro, chaqu blanco y pajaritanegra, trajo sobre una bandeja de plata

    una tnica para la seora. Su marido,sentado en un silln con un gran leodel presidente John Adams a su espalda,continu:

    -Siempre que me preguntan porti les digo que eres un poltico de raza.

    -Lo que no se sabe es de quraza aadi el Presidente conmagnfica irona.

    Todos rieron. La esposa,entonces, se puso a hablar del candidatodemcrata al Senado por NewHampshire, no dijo una cosa buena del. Su marido le apoy. Entonces Ethanlevantndose y sirvindoles l mismoun poco de vino rosado, concluy conun es incapaz de una mentira, es

    incapaz de una falsa promesa, es

    bsicamente incapaz.

    La velada sigui agradabletodava una hora ms. La verdad era que

    el inquilino de la Casa Blancanecesitaba descansar, relajarse de todossus problemas, y aquella visita habasido muy beneficiosa. En un momentodado, Ethan lleg a llorar de risa cuandola esposa de su amigo le cont que elPresidente del Senado le respondi auna periodista: Tenemos mucho dineroaqu en Washington. Lo que

    necesitamos es ms prioridad.

    A esas mismas horas, mientrasellos estaban relajadamente bromeando,nuevos incidentes ocurran en las callesde Sacramento. Su amigo entre broma ybroma, recordaba un comentario quehaba dicho Ethan esa noche sinprestarle mucha atencin: se necesita unAbraham Lincoln para afrontar unaguerra contra California, pero senecesita de alguien ms inteligente quel para evitarla. Su amigo vea el dilemadel Presidente: ser un hroe o parecerun estadista dbil. Sin embargo, lo fcilera simplemente dar la orden y dejar elasunto en manos de los generales. Lodifcil era resistir la tentacin de morderla Manzana de la Heroicidad y tratar dereconducir las cosas.

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    Nueve hombresindependientes

    Diez das despus

    7 de febrero de 2180

    or fin se abra la sesin en el

    Tribunal Supremo de los EstadosUnidos. Los nueve magistradoshierticos, vestidos de negro se sentaronen sus sitios. Como es lgico la salatena ocupado hasta el ltimo asientodestinado al pblico. Dentro de la sala,como era tradicin, no se permita lapresencia de cmaras de televisin.

    Pero fuera, justo delante de lafachada neoclsica del edificio, unamultitud de equipos de televisin

    aguardaba a retransmitir en directo elms pequeo detalle que los presentescontaran acerca de esta sesin y de lasque siguieran. Se calculaba que afuerahaba ms de un millar de periodistas.Para que los miembros del TribunalSupremo hubieran podido acceder aledificio haban tenido que organizar uncordn policial que iba desde el final dePensilvania Avenue hasta la partetrasera del Capitolio.

    En torno de las dos estatuasblancas vigorosas y sedentes queflanquean las escalinatas del altotribunal, se apiaban los reporteros quehaban recibido con miles de flashes atodo aquel tuviera algo que ver con el

    juicio. Fuera del edificio del Tribunal laagitacin era formidable, pero dentro dela Sala se podan or las pisadas de losnueve ancianos magistrados haciendo su

    aparicin con sus rostros nimbados de lagravedad propia de su cargo.

    -El Estado de California contrael Gobierno Federal de los EstadosUnidos de Amrica leysolemnemente la secretaria de la sala-.

    Demanda de declaracin de ilegalidadde la no aceptacin del derecho desecesin de un estado.

    -Tiene la palabra el ProcuradorGeneral del Estado de California dijoel Presidente de la sala, un hombre concara de peregrino del Mayflower.

    -Seoras, voy a ser sumamentebreve, ya que el caso que ha requeridotramitar nuestra demanda, no precisa dela presentacin de hechos concretos que

    hayan de ser probados o que por elcontrario puedan ser cuestionados. Uncaso... que no requerir que repasemoslargos fallos de jurisprudencia. Porquesta es una causa completamente inditaen este alto tribunal. Un caso que semueve en el campo no de los hechos,sino de los derechos. Y que por tanto noresultar arduo a sus seorasdeterminar si se posee ese derecho o no.Los hechos pueden ser arduos dedemostrar, los derechos no. Siemprepuede faltar una evidencia para probarun hecho, pero un derecho se evidenciapor s mismo.

    Las Trece Colonias formaron laUnin de un modo libre y no impuesto.La cuestin es si un estado tiene elderecho no slo para unirse, sinotambin para separarse de esa Unin.Nuestra Constitucin se redact con el

    fin de salvaguardar la libertad, se fue elpensamiento que gui a sus redactores.

    P

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    Pero guard silencio acerca del carcterreversible o no de esa unin. Sinembargo en nuestra constitucin losdeberes estn expresamenteconsignados. Los estados slo se

    obligaron a lo que aparece en nuestracarta magna. E insisto, nada se dijoacerca del carcter reversible o no de laUnin que formaron.

    Por el contrario, en ese papelque firmaron los estados queda muyclaro que la Unin que formaron setrataba de una unin de intereses, de unaunin de carcter pragmtico. Peroadems de que tal obligacin deperennidad no aparece en la

    Constitucin, no nos basta el sentidocomn, nuestra propia razn, paraentender que si somos libres paraunirnos por qu no lo vamos a ser parasepararnos?

    La Unin se realiz porque losseres humanos que habitaban estastierras creyeron que era lo msconveniente para ellos. Ningnrepresentante de ninguno de los estadosprimitivos hubiera aprobado esa Uninsi hubieran juzgado que no eraconveniente. Ahora bien, si un estadoconsidera que esa unin ya no esconveniente, la Unin formada parasalvaguardar la libertad deberimponer esa unin contra la libertad delos mismos ciudadanos que deseanabandonarla? Es un contrasentidoevidente.

    Pero no slo es un contrasentido

    contra la recta razn, sino tambin esuna ilegalidad. Los Padres Fundadoresno dejaron escrita ni una sola lnea en suConstitucin acerca de la legalidad oilegalidad de la secesin de un estado. Yeste tribunal debe juzgar de acuerdo a laley, no de acuerdo a los sentimientos uopiniones personales. La Constitucinno prohbe el acto de secesin deCalifornia. Ninguna ley lo prohbe. Siquieren prohibir tal hecho jurdico, la

    secesin, debern aprobar unaaadidura a nuestra Carta Magna. Slo

    una enmienda aprobada por los mediosque la Constitucin tiene prefijados yaprobada por todos y cada uno de losestados tendra validez en esta materia.Eso es lo que dicta la ley. Si el

    Gobierno Federal quiere imputarnos deacuerdo a la Ley, deber primeroaprobar esa enmienda. Existe elprincipio de que todo lo que no estprohibido est permitido. Si no existeuna ley que prohba la reversin deltratado de incorporacin a la Unin,entonces no existe ningn texto legalpor el que se pueda prohibir esareversin. Si este tribunal quisieracondenar nuestra accin como contraria

    a la ley, que nos muestre esa ley.Declarando el Gobierno Federal

    que no aceptaba ese derecho desecesin, como lo ha hecho en lasltimas semanas, el Gobierno ha idoms all de la Constitucin, ms all delas leyes, y ms all de aquello a lo quelos estados se comprometieron cuandodecidieron libremente formar losEstados Unidos de Amrica.

    Insisto, nuestra carta magna noconsigna ni una palabra acerca delderecho de secesin, pero tampoco loprohbe. Nada ms. Estimo quecualquier persona objetiva y sinapasionamientos que nublen la claridadde los principios jurdicos, reconocersin vacilacin que la base legal para lasacciones del estado de California en losltimos meses es impecable. Loshabitantes de esta Nacin podrn emitir

    en su corazn el veredicto que sussentimientos les dicten, pero esteTribunal tendr que atenerse a la Ley ynada ms que a la Ley. Cuando unciudadano vota, lo puede hacer con elcorazn. Cuando un juez dictasentencia, debe hacerlo atenindose a laley, sea lo que fuere que le dicte elcorazn. Aqu, afortunadamente, no hay

    jurado al que conmover.Afortunadamente tengo que exponer

    mis razonamientos slo ante susseoras, ante ustedes que son unos

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    tcnicos legales, unos profesionales dela judicatura. No tengo queconmoverles, slo tengo que mostrarnuestras argumentaciones, lasargumentaciones de una comunidad de

    hombres libres que forman un estadolibre y no sometido. Ustedes pueden darun veredicto a pesar de lo que diga elPueblo. Pues ustedes no tienen queescuchar el clamor del Pueblo, sino lasrazones de la Ley. Aqu en esta sala, elPueblo calla porque nicamente laJusticia da el veredicto. Aqu no se lespide, seores jueces, que elijan entre suamor a la patria o su objetividad comoprofesionales.

    La Patria al encomendarles elcargo les pidi tan slo que fueranprofesionales justos. Otros servirn a lapatria como soldados, otros comopolticos, otros como banqueros.Ustedes la sirven como jueces. Ustedessirven a los Estados Unidos como

    jueces que juzgan segn la Ley, no seles pide otra cosa. Ahora tienenoportunidad de ofrecer a esta nacin yal mundo entero una inigualable leccinde imparcialidad, de profesionalidad, deJusticia al fin y al cabo. Que se haga

    justicia, aunque los cielos se derrumben.Muchas gracias.

    El Procurador General de Estadode California se sent rodeado de losveinte abogados californianos queocupaban las dos primeras filas de lasala. Aquello era slo una presentacin

    antes del turno de preguntas por partede los jueces, por otra parte el informecon todas las argumentaciones habasido presentado diez das antes.

    -Tiene la palabra la FiscalGeneral de los Estados Unidos.

    Se puso en pie. La FiscalGeneral era una seora de voz potente ygrave, llevaba en el mundo judicialtreinta y siete aos. Y, ciertamente, enel modo de moverse se le notaban esos

    treinta y siete aos de oficio. Tena unacara de una seriedad casi infinita, como

    de busto romano, como si encarnaratodas las virtudes del orden patricio.

    -Seoras, el Poder Ejecutivo delos Estados Unidos, el Congreso, elSenado y el Departamento de Justicia

    no reconocen el derecho a la secesinde ningn estado de la Unin. Es ciertoque en nuestra Constitucin el tema dela Secesin no es mencionado. Pero noes mencionado porque se da por hechoque una vez que se forj la Unin de losEstados, implcitamente en ese acto sedaba por incluida la irrevocabilidad deciertos derechos delegados en la nuevanacin.

    Si la secesin fuera un derecho,

    no slo cada estado, sino cada condado,cada persona, podra declararse exentode las obligaciones que conllevapertenecer a una comunidad. Bastarauna simple votacin para que elcondado de Franconia en Virginiadecidiera ahorrarse los impuestosfederales. Bastara que un ciudadano sedeclarara independiente, para que en sucasa se considerara a s mismo aforadoante cualquier tribunal que le pidieracuentas de algo. Bastara que cualquierciudadano declarara unilateralmente lasoberana de los terrenos que ocupa suhogar y su jardn, para gozar por tantode la extraterritorialidad que conlleva laemancipacin jurdica que resulta de laindependencia. De este modo nadietendra que rendir cuentas ante la Ley,nadie tendra que pagar impuestos.

    La nica diferencia entre estas

    hipotticas locuras de perturbadossolitarios, y lo que ha llevado a cabo elCongreso del Estado de California enlos ltimos das, es que un ciudadano oun condado no tienen fuerza paraimponer su sinrazn. Pero uno de losestados de la Unin s que es poseedorde una fuerza que le permite dar visosde legitimidad a un hecho que escontrario a la naturaleza objetiva quesupone la fundacin de cualquier

    Repblica. Cualquier Repblica al serfundada requiere de la cesin perpetua

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    de ciertos derechos. Eso es lo quedistingue una mera alianza, de laformacin de una unin. En laConstitucin se define el hecho comouna unin, no como una alianza. La

    palabra unin aparece varias veces en eltexto, la palabra alianza ni una sola vezaparece para definir a la nueva entidaden la convencin de los primitivosTrece Estados

    El representante del Estado deCalifornia deca que las Trece Coloniasfueron libres de unirse o no. Y as fue.Pero una vez fundada nuestra nacin,cada vez que la Patria ha comenzadouna guerra, cada estado podra haberse

    negado a enviar a sus ciudadanos alconflicto. El chantaje de la rebelinhubiera planeado cada vez que unimpuesto, cada vez que una ley federal,cada vez que una poltica del Congresode la Nacin, hubiera sido impopular enun estado concreto. Eso hubiera hechoimposible el gobierno de este pas y decualquier nacin del mundo. Enrealidad, y vuelvo a repetirlo, haraimposible el gobierno del mismo estadosi dentro de California cada condadodecidiera aplicar el mismo argumentoque ellos han empleado con respecto alpoder federal.

    Los letrados que aqurepresentan a California insisten enatenerse a la letra de la Ley, pero no sedan cuenta de que a veces el silencio dela letra de la Ley no significa negacinsino una afirmacin del carcter

    implcito de aquello que se ha omitido.California no era el estado msrico de la Unin cuando fue incorporadoa nuestra patria. La Uningenerosamente le ayud a prosperar, leayud con generosidad de miras, sinllevar cuenta del haber y el deber. Porqu? Porque formbamos una unidad. Yahora, cuando es un estado rico yfloreciente, ahora decide abandonar laUnin. Cuanto antes nos despeguemos

    de unos estados que lastran nuestrodespegue econmico, mucho mejor, cito

    literalmente al gobernador Mc Cormick.No, seoras, no es de la libertad de loque estamos discutiendo...! Ellos slohablan de dinero a sus electores,nosotros discutimos del derecho que

    tiene nuestra Repblica a mantener laintegridad de su territorio!!De ah que, si como espero, este

    Alto Tribunal declara la no existenciadel derecho de secesin, confo yo yconfa el Departamento de Justicia delos Estados Unidos que esta misma Saladeclare delictivos unos hechos queatentan contra nuestra seguridadnacional. Esto es todo.

    Los presentes en la sala estabanimpactados. Los razonamientos deambas partes haban sido soberbios,grandiosos, impecables. Tras unosinstantes, el Presidente del TribunalSupremo concedi el derecho dereplica:

    -Tiene la palabra el ProcuradorGeneral del Estado California.

    -Seora, deseo preguntarle a laFiscal General si ella estabsolutamente segura de que a los quefirmaron el tratado de incorporacin a laUnin, no se les pas por la cabeza elasunto de la reversin de aquel pacto.

    -No tengo la menor duda de ello.El pacto se firm con intencin deperpetuidad respondi ella con unaseguridad ptrea.

    -Pues seora prosigui elrepresentante de California-, yo no

    tengo esa misma seguridad. Me alegrode que ella la tenga. Quiz ella hapodido sondear el interior de las mentesde los firmantes de 1787. Yo desdeluego no. Aquellos firmantes rubricaronun pacto. nicamente nos queda elpapel en que se sell ese pacto. Lo quehaba en las mentes de los firmantes nose nos ha trasmitido. Por eso, demomento y hasta que dispongamos deun adivino, nos tendremos que atener a

    lo que consignaron en ese papel. A laletra de ese papel. Porque los firmantes

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    se obligaron a lo que incluyeron en esepapel. Se obligaron a eso y slo a eso.O es que habr que recordarle a laFiscal General de los Estados Unidoslas clases de Derecho Civil acerca de

    los pactos, contratos y leyes? Lo queaparece en ese pacto est muy claro.Fuera de ese papel la oscuridad.

    -Seor Procurador replic laFiscal General en cuanto se le dio lapalabra-, usted nos habla de oscuridad,pero ni toda la luz del mundo, ni toda laluz del Big Bang es suficiente, cuandose tiene firme voluntad de hacer unproblema de todo. Usted ha dicho queun pacto es reversible. Pero me gustara

    que usted se diera cuenta de que cuandoa un pacto se le quiere poner una fechade expiracin, se le pone fecha. Ycuando a un pacto no se le pone fechade expiracin, no se le pone fecha.

    Si yo hago un pacto con alguienpara que me ayude en una guerra, y esealiado me abandona cinco minutosdespus, diciendo que como no habapuesto fecha en el papel y que hacambiado de opinin, no dir usted queese aliado ha roto el pacto? El que nohaya fecha no le da derecho a romperlocinco minutos despus. El sentidocomn de todo testigo de ese pacto,reconocer que es una falta a la palabradada. Por tanto, el que no haya unafecha en un pacto no nos exime delsentido comn.

    La Unin de las Trece Coloniasno fue un mero pacto, no fue una mera

    alianza para ganar una guerra, fue unpacto para firmar un tratado de Unin.All se forj una Unin. El pacto, comousted dice, continu sin que nadiedenunciara que haba expirado ya eltiempo o las circunstancias por las quese hubiera firmado. Y le voy a ponerotro ejemplo, si dos empresas se unen,si unen sus capitales, sus paquetes deacciones, etc, al cabo de unos aos nopueden los directivos o los accionistas

    de una de las dos empresas que seunieron, decir: me marcho con mi parte.

    Porque forman ya una unin. sa es ladiferencia que a usted pareceescaprsele entre un pacto entrepersonas jurdicas totalmenteindependientes, y dos personas jurdicas

    que pasan a formar una sola la FiscalGeneral se sent. Era un placer escucharaquella voz impostada, contundente,cortante como una espada afilada.

    Entre el corro de abogados delestado de California haba cuchicheoscomentando qu lnea de defensa seguir.Todos los periodistas de la sala tomabannotas a toda velocidad. Los nuevemagistrados escuchaban solemnes,

    aunque interiormente admirados deaquel duelo de titanes. No se escuchabatodos los das una justa entre losargumentos del mejor pagado equipo deabogados de California contra la litedel Departamento Federal de Justicia.Todos en la sala estaban de acuerdo enque quel no era un juicio ms, sino ElJuicio, la madre de todos los juicios, el

    juicio ms grande que se habapresentado o se presentara ante elTribunal Supremo de los EstadosUnidos. El juicio que poda poner fin alos Estados Unidos. No haba pasadotodava un minuto cuando el ProcuradorGeneral hizo gesto de pedir la palabra.

    -Tiene la palabra el ProcuradorGeneral del Estado de California.

    -La Fiscal Greenville ha habladocon una conviccin tal que casi nos haconvencido a nosotros de que debamos

    regresar a Los ngeles pidiendo alCongreso de California quereconsiderara su Declaracin deSoberana. Pero la Fiscal olvida undetalle. Tambin las Trece Coloniaspertenecan a una entidad superior: laCorona uno de los asistentes delProcurador le pas un libro con unprrafo sealado-. Y sin embargo,consideraron nuestros PadresFundadores que cuando en el curso de

    los acontecimientos humanos se hacenecesario para un Pueblo disolver los

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    vnculos polticos que lo han ligado a

    otro y tomar entre las naciones de la

    tierra el puesto separado, etc, etc.Y no slo eso, si la Fiscal

    General continua leyendo el proemio de

    la Constitucin ver que las razones quellevaron a esa secesin tienen una msque sorprendente similitud con las quenos han llevado a nosotros a tomar lamisma medida.Ha creado una multitudde nuevos cargos y enviado aqu

    enjambres de funcionarios... ha

    mantenido, entre nosotros, en tiempos

    de paz, ejrcitos permanentes, no esnecesario leer todo el texto, que insisteen esta misma idea.

    Creo que si nuestra muyocupada Fiscal esta noche en su casa,encuentra tiempo para releeratentamente el proemio de la CartaMagna de la Unin hallar muchosmotivos de desagrado en la mismaConstitucin. Pero a lo mejor ella ha

    jurado salvaguardar la Constitucinincluso a pesar de la Constitucin, yhasta pasando por encima de laConstitucin. La Ley por encima detodo, hasta de ella misma. Al llegar a latranquilidad de su casa, lala y trbese.Dice, usted, que nuestra medida esinconstitucional... a lo mejor lo que esinconstitucional es la Constitucin.Seoras, con los mismos argumentosque hemos escuchado de la boca de laFiscal General, sin cambiar ni unapalabra, podra ella misma habercondenado a nuestros Padres

    Fundadores.Ah, y una cosa ms. Cuando elDepartamento de Justicia ha enviadocomunicados recordndonos que encuanto este Tribunal emita sentencia,pedir sanciones penales contra losinstigadores de la secesin vuelve aolvidar que la primera enmienda a laConstitucin afirma que el Congreso nohar ninguna ley que coarte la libertadde palabra. Si los hombres son libres

    para decir lo que quieran por qu nopueden ser libres para discutir acerca

    del modo en que se articula la Unin delos Estados de esta Repblica?

    El juez Fischer, sentado dosescaos ms a la derecha del Presidentedel tribunal, indic al Presidente de la

    mesa que quera hablar. Un gesto delrostro seorial del Presidente, y suseora Fischer, un juez tremendamenteconservador, sin ninguna duda msconservador que el mismo GeorgeWashington, tom la palabrapreguntando al Procurador General deCalifornia lo siguiente:

    -Seor Procurador, despus de loque he odo en su turno de rplica, megustara saber si es la Fiscal General la

    que va a ejercer su oficio de fiscal, o esusted el que va a desempear la funcinde acusacin contra los Estados Unidosel juez estaba molesto por los ltimoscomentarios acerca de la Constitucin.Estaba tan molesto que le dieron ganasde acabar la ltima frase con un estoyseguro de que la Fiscal General conoce

    tan bien como usted la Constitucin.Pero aquel comentario hubiera sido unabuso de su posicin y no hubieraestado bien visto por sus colegas.Aunque saba que de haberlo hecho,indudablemente se hubieran callado enun gesto de apoyo corporativo.

    El Procurador General ya estabaacostumbrado a este tipo de situacionesen los tribunales, y se tom aquello contoda tranquilidad.

    -Seora, me limito al contenidode este recurso repuso el Procurador

    General-, el estado California es el queha elevado a este Tribunal estaapelacin. Es ese estado el que hadecidido recurrir por va judicial unacontinuada serie de actuacionesfederales. Y por tanto, es a la letradaGreenville a la que le corresponderdemostrar que la actuacin deCalifornia fue contraria a la ley. Porqueninguna actuacin es culpable mientrasno se demuestre lo contrario. Por tanto

    es a ella a la que se le presenta la tareade demostrar. Mientras no se demuestre

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    sin duda razonable lo que afirma, sepresume la no ilegalidad de nuestroobrar.

    -No estoy de acuerdo, seorProcurador protest la Fiscal General-.

    Es usted el que debe demostrar que laactuacin federal no fue conforme a laJusticia. Es usted, en nombre delEstado, el que apel. Y por lo tanto esusted el que debe demostrar la supuestailegalidad de nuestra accin. Si nodemuestra nada, se supone la legalidadde la actuacin federal. La presuncinde legalidad est de nuestra parte.

    -Seora Fiscal le contest elProcurador-, usted misma ha dicho

    Justicia. Y ha dicho esa palabra,Justicia, porque sabe muy bien que nohay ley que prohba lo que usted deseaprohibir. En un tribunal se debedemostrar que los hechos no fueronconformes a la Ley. Pero usted en elltimo momento ha vacilado y ha dicho

    Justicia. Trmino a todas luces msamplio. Usted misma lo estreconociendo: no hay ley. No existe esaley. Y le recuerdo que la sociedad debeser regida bajo el gobierno de la Ley. Esdecir, el Pueblo debe estar sometido alas leyes escritas; eso significa elgobierno de la Ley. Lo contrario es laarbitrariedad de la voluntad del que encada momento est en el poder. Esto yalo comprendieron los romanos. Usted yyo, y todos los presentes en la sala,estamos sometidos a las leyes escritas recalc cada slaba de la frase-. Eso es

    lo que distingue un Estado de Derechode un Estado autoritario, en que lavoluntad del gobernante es la ley. Leyesescritas, seora Fiscal.

    -Seor Procurador replic laFiscal-, usted se ha amarrado a su lneade argumentacin y no hay quien lesaque de all, pero un tribunal, todotribunal, cualquier tribunal debe juzgarpara hacer justicia. La justicia es el fin,la ley es el medio. Y por lo tanto lo que

    debemos mirar, segn las leyes de laFilosofa del Derecho, es qu significa

    el silencio de una ley en este caso. Nose amarre con cadenas a suargumentacin. Abra su mente anuestros argumentos y descubrir que elasunto que se ha trado a esta

    jurisdiccin trasciende el hecho de quehaya o no unas lneas que pongan porescrito lo que usted deseara.

    La sesin se prolong todavadurante una hora ms, pero toda aquellahora no aport ms que la explanacinde los principios expuestos en lasprimeras intervenciones. La sesinestaba entrando en un punto muerto.Finalmente los magistrados propusieronque se suspendiera la sesin para que

    ambas partes pudieran replantear susrespectivas lneas de defensa. Todosaceptaron. Tambin de mutuo acuerdoambos bandos admitieron lo preferiblede no dilatar el proceso, as que sereemprendera la sesin al da siguiente.Al salir por la puerta principal, bajo lasgrandes columnas jnicas agentes de laPolica del Capitolio trataban demantener a raya la muchedumbre deperiodistas que cubra por completo lalarga escalinata. Las declaraciones sesucedieron por muy largo rato. Elmundo entero estaba pendiente de un

    juicio en el que se juzgaba, en ciertomodo, la pervivencia de una nacin.

    Dos das despus

    7 de febrero

    l coronel Patterson y el coronelSherman estaban los dos de pie

    frente a las pantallas del centrode mando de un acorazadoestratosfrico, a 300 kilmetros dealtura pero directamente sobre el ejegeogrfico de California. El coronelSherman estaba de paso esperando losdos das en que tardara en llegar elacorazado orbital Ronald Reagan, al quesera trasbordado. Los dos hombresuniformados comentaban lospreparativos militares. Cada uno

    hablaba de esos preparativos con laparquedad y la economa de palabras

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    que te da el saber que tu interlocutor esun experto en la materia.

    -S le deca el coronelPatterson-, tenemos treinta satlitesespa rastreando veinticuatro horas al

    da solamente este sector de aqu yseal un mapa digital-. Todos losblancos estn fijados, lo hemos podidohacer con tantos das de antelacin quela precisin de las coordenadas esabsoluta. Tenemos sealados ms de30.000 blancos fijos y 7000 mviles.Una sola orden del Pentgono y losmisiles de las plataformas de la Marinasaldrn disparados hacia los objetivosque les retransmitimos segundo a

    segundo. El mapa de blancos mviles seactualiza cada dos segundos. Ni unasola diana se mueve sin que nuestracomputadora lo retransmita al momentoa la Computadora Central del USSRoosevelt. La localizacin de la diana lahacemos desde aqu, y el misilinteligente es lanzado desde algnbuque de la Armada anclada en lasChannel Islands.

    -Va a ser una carnicera concluy por fin el coronel Shermanque haba estado callado bastante rato.

    Patterson se puso las manos a laespalda, se enderez, mir a su colega,senta desprecio hacia los rebeldes. Unainexpresable sensacin de fuerza leembargaba en su puente de mando.Mientras tanto, a travs de la pantallapor la que se poda contemplar elexterior, el oscuro fro espacio exterior,

    se vea a tres satlites espa salir dulce ysuavemente de las compuertas delacorazado estratosfrico. Quedaroncomo flotando inertes hasta que unosreactores despidiendo unas brillantesluces blancas se encendieron en la partetrasera de los tres ingenios, lanzndosesilenciosos cada uno hacia suscoordenadas de vigilancia.

    -Observa esto le dijo el coronelPaterson mientras tecleaba unas rdenes

    y mova un cursor. Un mosaico denuevas imgenes apareci en una de las

    varias pantallas que tenan delante-. Meimagino que a ese exaltado delgobernador Mc Cormick no le debehacer ninguna gracia que desde aquveamos el jardn de su casa, a sus nios

    jugando en el patio trasero, eldesplazamiento de su vehculo cuandova al trabajo.

    -Pero no tenis orden dedisparar contra l? No?

    -Por supuesto que no. Nuestrasdianas son meramente militares. Larazn para seguir al resto de objetivoses posibilitar su detencin en cuanto elEjrcito reciba la orden de entrar.Aunque la invasin ser tambin desde

    dentro, ya que nuestras bases en suelocaliforniano son grandes y han sidoreforzadas desde hace meses.

    -Si entramos, sabes si hayorden de acabar con la Polica Estatal?

    -En principio no. Sus mandoshan sido cambiados por hombres lealesal Gobernador. Pero no esperamos quese enfrenten a las fuerzas profesionales.Aqu, de todas formas, tenemoslocalizados todos los blancosestratgicos.

    -Aunque slo ataquis a laGuardia Nacional va a ser unamasacre.

    -Mira Jack le dijo Patterson-,esto es una bravuconada. No va a haberninguna matanza. Ambos contendientessacan pecho. Ambos afirman que van allegar hasta las ltimas consecuencias.Washington est intimidando a su

    oponente, se arremanga los brazos ysaca msculo. sta es una guerra depresin psicolgica. Ningn ejrcito vaa entrar en combate. El Congreso deCalifornia ha repetido que no se echaatrs de su declaracin, pero a quin nole tiemblan las piernas al contemplarsemejante despliegue de poderalrededor de esa ficcin de repblicaindependiente?

    -Ciertamente, ya sabes pienso

    lo mismo, en parte. Comparto la opininde que esta declaracin de

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    independencia durar lo que dure estalegislatura, ni un da ms. Y que todoeste despliegue no tiene otro fin queevitar que vayan demasiado lejos.

    -Exactamente el coronel

    Patterson orden a un suboficial que letrajera un caf.-Pero a veces dudo y creo que

    llegaremos a intervenir. Creo que cadada que pasa, la independencia seconsolida. Y que cuando hemos llegadoa un escenario como el presente, es quehemos perdido ya el control de lasituacin. Cuando una nacin llega aesto, va a ser muy difcil que no sereconduzca todo de un modo que no sea

    el militar.-Qu pesimista.-Esto va a acabar mal le

    asegur el coronel Sherman-. Debemosintervenir militarmente, pero hay queevitar una masacre. Una de dos, oaceptamos la poltica de hechosconsumados o... mano dura. Creme,deseara no intervenir. Pero siintervenimos hay que hacerlo sinvacilaciones, dispuestos a llegar hastadonde haga falta.

    -T siempre proclive a la manodura.

    -No va a quedar otro remedio.-Si se usa la mano dura, el 5%

    que est rabiosamente a favor de laindependencia va a rebelarse y de unmodo que no ser pacfico.

    -Mira, al final la poblacin civilno se mueve. No se movi cuando los

    ejrcitos del Norte desfilaron por lascalles principales de los EstadosConfederados. Unos cuantos miles deyankis reclutados restablecieron elorden sobre toda la poblacin civil.Siempre pasa lo mismo.

    -Y si no pasa?-Si no pasa hay que llegar hasta

    las ltimas consecuencias. Hay cosas

    que no se pueden empezar y despusdecir: Oye, iba en broma.

    Patterson segua mirando lastreinta pantallas del centro de mando.Ya le haban trado su caf caliente, un

    vaho tenue surga de la taza. Detrs deellos, diez tcnicos con uniformesoscuros, cada uno abstrado en supantalla, hacan el seguimiento de todoel flujo de datos que llegaba cadasegundo a aquel puente de mando.

    -Sabes? coment Patterson-.Lo bueno de la guerra de nuestracenturia es que aqu te limitas a fijarcoordenadas en el interior de algunacomputadora situada diez metros por

    debajo de nuestros pies. Slo haces quese enciendan unas lucecitas blancas enesa pantalla de all, y ya est. No vessangre, ni seres humanos retorcindose,ni cabezas abiertas, ni hombresdesangrndose. Todo es... tan limpio.Estoy seguro de que si el Presidentetuviera que hundir un cuchillo sobre elcuello del ms culpable de lainsurreccin, jams lo clavara. Perodesde aqu, miles de vidas son comolucecitas.

    -Me hace gracia, Charles dijoSherman tras soltar una risotada-. Qupoco conoces los crculos del poder.Los polticos clavaran un cuchillodonde hiciera falta. El autntico homo

    politicus clavara sus caninos sobre elcuello de cualquier inocente con tal delograr los fines que se ha propuesto.Ellos son los depredadores, los ms

    depredadores entre los depredadores. Yeso es lo malo, que todo este asunto esten manos de polticos.

    -Pues en qu manos deberaestar segn t este asunto?

    -En manos de patriotas respondi sin dudar ni un segundo.

    Patterson dio otro sorbo a sucaf. Despus un largo suspiro.

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    Aunque la tierratiemble

    Un da despus, 8 de febrero

    l gran smbolo de la ciudad deNueva York era el edificio Gates.

    Construido justo en el extremode la isla de Manhattan, no slo era elrascacielos ms alto de la ciudad sinotambin el ms bello. El orgulloso eimponente edificio de aspecto cilndricocoronado por siete agujas iguales a lasdel Empire State Building, slo que deacero y cristal, era ms que un edificio,era un emblema.

    El cuerpo central del edificio deaspecto cilndrico tena un arco al Este y

    otro al Oeste. Los pilares de cada arcotenan unas dimensiones exactamenteiguales a las de las desaparecidas TorresGemelas. Aquel edificio era el orgullode Manhattan. Sobre el dintel marmreode cada uno de los dos arcos seapoyaban doce estatuas togadas,neoclsicas, de bronce, del mismotamao que la de la Estatua de laLibertad, slo que recubiertas de oro. Laestatua central del Arco Oesterepresentaba a la Libertad levantando elArco de la Guerra. La estatua del Esterepresentaba igualmente togada,igualmente coronada por un halo derayos, a la Libertad sosteniendo doslibros en cuyas pginas doradas de ladiestra se poda leerNosotros el Puebloy en las pginas del libro del ladoizquierdo Cuando en el curso de losacontecimientos humanos, llega a ser

    necesario...

    De pronto, de las entraasprofundas de aquel titnico edificioreson un bramido, el bramido de unaespantosa explosin. Todos los

    viandantes miraron hacia el lugar delestruendo, pero no pareca que se vieranada. El bramido daba la sensacin dehaber procedido del interior de la basedel Edificio Gates. Y sin embargo,exteriormente los centenares de pisos dealtura seguan apuntando rectilneoshacia el cielo, sus aristas se perdanhacia las alturas con la misma aparentedespreocupacin y podero de siempre,todo segua igual, pero todos haban

    sentido la explosin.En las aceras, todos miraban

    hacia el rascacielos. Dentro de lasoficinas del edificio los oficinistas yejecutivos detuvieron sus ocupaciones.Dentro de los despachos no hubo ni unasola persona que no dejara lo quetuviera en las manos. Pero ya no habatiempo para nada porque la evidencia delo que estaba sucediendo comenz apercibirse en un segundo. De pronto, laformidable construccin comenz ainclinarse con un estruendo interno dedesgarro arquitectnico. El desgarro demiles de vigas metlicas. Una fuerzaimparable que arrancaba todas lastuercas, todos los remaches. El inmenso,el colosal rascacielos se inclinabaligeramente como a cmara lenta. Encuanto la torre alcanz los nueve gradosde inclinacin el derrumbe fue vertical.

    Miles y miles de toneladasresquebrajndose ms y ms en su

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    camino hacia el suelo. El impactocontra la calle fue brutal, la trepidacinse sinti incluso a diez kilmetros dedistancia. Aquella gigantesca orga dedestruccin cay como un titn herido,

    arrasando por completo las callescircundantes, entre ellas Wall Street.Cuando la nube de polvo se

    disip, la tragedia apareci en todo suhorror. El coloso haba arrastradoconsigo en su cada a catorce edificiosmenores adyacentes. Ms de cuarentacalles estaban cubiertas con una capa deescombros de ms de cien metros dealtura. Innumerable la multitud decadveres all enterrados. Sirenas y ms

    sirenas, enjambres de sirenas, fueronrodeando el permetro de la tragedia.Toda la Gran Manzana tena sus callescolapsadas, con sus avenidas recorridasa toda velocidad por cientos devehculos de emergencia. Losconductores echados a un lado vean lacaravana de coches de bomberos,ambulancias y polica, conduciendotodos en la misma fatdica direccin, atoda velocidad, llenando todas lasavenidas con sus sirenas, con susagudos chillidos, con sus resplandoresrojos y azules.

    En los das siguientes alPresidente le explicaron que todo eseinfierno haba sido provocado por algninquilino que haba colocado en su pisouna bomba de vaco del tipo WM-X. Yano era posible saber exactamente en qupiso se produjo la explosin. Imposible

    conseguir pruebas de nada. Lo cierto esque el piso estaba situado cerca delnivel del suelo y cuando explot elartefacto, el rascacielos se qued sinningn pilar en 45% de su base.Centenares de miles de toneladas de laestructura comenzaron a inclinarseligersimamente, como a cmara lenta,hasta que el edificio entero alcanz unngulo crtico que provoc el colapso detoda la estructura.

    Diez das despusdel atentado.

    El Director del Organismo deSeguridad Nacional, sentado en la mesa

    de su despacho, puls el botn de sutelfono y comenz una llamada. Pulsotro botn y de su mesa se levant unapantalla plana de gran tamao dondecomenz a visualizar los ltimos tresinformes que haba recibido. En elaltavoz del sistema de manos libresapareci la voz de la Subdirectora de laCIA.

    -S, Catherin, dime contest l.-Hola, Stuart. Mira te he llamado

    de inmediato porque esta maana he jugado una partida de squash con elgeneral Mc Millan y en los vestuariosme ha comentado algo que puede sermuy importante.

    -Ah, s?-Lo que me dijo lo he puesto por

    escrito en un folio y te lo estoyenviando ahora mismo por fax. Alparecer, el Ejrcito tuvo acceso a ciertainformacin fragmentaria que indicaraque el atentado contra el Edificio Gatesno sera obra de secesionistas.

    -Pues entonces? De la mafia?Stuart pronunci aquello con un ciertodesprecio.

    -No, no. Vers, ellos tuvieronacceso cierta informacin por puracasualidad. Y aunque los datos sonsumamente oscuros, daran a entenderque se iba a preparar una ola de

    atentados. Pero que la ayuda logsticano provena del tpico terrorismodomstico, sino de fuera.

    -Del extranjero? en esemomento llegaba el informe de laSubdirectora a travs de la impresoraempotrada en su mesa que comenzaba aexpulsar el papel.

    -Algo as vena a decir.-Ah, ya tengo tu informe.-Bien, lelo con detenimiento.

    -Mira, eso que me ests diciendono tiene ni pies ni revs. Tenemos

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    pruebas inequvocas y agentesintroducidos que nos informan endetalle de todas las operacionesterroristas que pueden estar fraguandolos secesionistas.

    -Vosotros? No deberaocuparse el FBI?-El FBI est desbordado ante

    esta oleada terrorista. El Presidenteautoriz que nuestro personal reforzaselas operaciones que se han abierto desdehace una semana. No hace falta que merecuerdes que la ley marca ciertoslmites al mbito de actuacin delServicio de Inteligencia. Pero los lderesrepublicanos y demcratas estn

    informados y dieron su consentimiento.Los reuni el Presidente en la CasaBlanca hace una semana, y todosconvinieron en que la situacin eraespecial. As que no me vengas conescrpulos.

    -Vale, vale, no digo nada.Reconozco que la situacin esexcepcional.

    -Y olvdate de ese comentarioprocedente de ese general pretencioso.Mc Millan siempre ha sido un oficial alque le ha gustado llamar la atencin.Quiere llegar al Estado Mayor, se lenota demasiado. Es el tpico ambiciosoal que le gustara abrir el maletn ydecir: seores, me he enterado de lo queninguno de ustedes se ha enterado.

    -De acuerdo, vosotros sois losespecialistas. Pero no acabo de entenderel provecho que puede sacar el bando

    secesionista en provocar atentados.-Bueno, no sabemos cuntosatentados los provocan lunticossecesionistas, cuntos la mafia ycuntos son obra de fanticos que sesuman a cualquier empresa alocada. Yasabes, como los integrantes de la sectade los Cruzados del ltimo Da o losdel FRAWP. Pero s tenemos fuentesfidedignas que nos informan de que lamafia sabe que cuantos ms frentes de

    investigacin se abran para la Justicia,menos hombres podremos dedicarlos a

    investigarles a ellos en exclusividad. Yestn en lo cierto. Ahora mismoestamos desbordados. Alguien les debiinformar que bamos a comenzar cuatrooperaciones simultneas contra ellos.

    Iban a ser las investigaciones msimportantes realizadas hasta la fechacontra las ramificaciones del crimenorganizado en la banca y la poltica.Ahora todo eso tendr que esperar.

    -Bien, captado. Pero oye, porfavor, estudia detenidamente la hoja quete he enviado. El Servicio deDecodificacin del Pentgono logrdesencriptar un mensaje enviado aEuropa el pasado 18 de enero. Aunque

    el mensaje ha sido decodificado, laspalabras estn en clave y lo que se leeresulta incomprensible. Son frases deltipo madre quiere que Tango baile en

    Atlanta con Duque para que las sillas

    se eleven dos metros. Se descifraron tresmensajes ms, despus cambiaron lamatriz de interpolacin aleatoria entrecaracteres y hemos perdido todaposibilidad de descifrar las siguientescomunicaciones.

    -No te preocupes, mis sabios deldepartamento de entrecruzamiento deinformacin estudiarn lo que mecuentas aqu en la hoja. Tu tranquilo, laslneas que me has enviado van a circularpor todos los archivos de losordenadores de la Central de Langleypara ver si hay algn punto de conexin.

    -Muy bien, pues nada ms. Queos vaya bien, qu tal tiempo os hace en

    Virginia?-Aqu ya ha empezado adespejar.

    -Me tengo que marchar, hastapronto.

    -Adis el Director delOrganismo de Seguridad Nacionalarranc de la impresora el folio recinenviado, e inmediatamente, sin leerlo lointrodujo a su derecha, en la ranura dela trituradora de papeles.

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    Un da despus11 de febrero

    l telfono de alta seguridad sonen el interior de la aeronave

    presidencial. El Presidentevestido de esmoquin, sentado en elasiento forrado de terciopelo azuldescolg el telfono.

    -Dgame.-Hola, Ethan. Qu tal?El Presidente se alegr de

    escuchar la clara y brillante voz delPresidente del Tribunal Supremo de losEstados Unidos.

    -Hombre, me alegro de

    escucharte. (...) Pues bien. S, gracias.(...) Me dirijo al baile de gala en elWillard Hall. Tengo que dar laimpresin de que todo contina comoantes. Yo, ms que nadie, debo dar lasensacin de que no hay conmocin quepueda con este pas. La Nacin sigueadelante. Bueno, cmo va todo?

    -Pues claramente se ve que elproceso judicial no da ms de s. Losabogados de ambas partes ya hanagotado sus argumentos, en las dosltimas sesiones no han hecho otra cosaque enfrascarse en detalles nimios.Estoy seguro de que ambos convendrnen que la prxima sesin sea tambin laltima y que demos el caso visto parasentencia el Presidente del TribunalSupremo hablaba desde el despacho desu casa dominado por un magnficobusto de George Washington de cara

    redondeada, togado a la romana, quemiraba adusto a la habitacin enteradesde su pedestal de un mrmol de unatonalidad casi marfilea.

    -S, estoy al corriente. Y lasdeliberaciones entre vosotros?

    -Mira las cosas no estn claras.Tres votos asegurados, el mo, el deAmanda y el de Cinthia.

    -Siempre fieles al servicio de laCorona ri el Presidente.

    -Pero estoy convencido de queGerman y Dwight han sido compradospor California. No tengo la menor duda.

    -Eso significa que quedan cuatrovotos indecisos que decidirn todo el

    proceso de secesin. Que barbaridad, ladesintegracin de los Estados Unidosdependiendo de cuatro votos. En fin...Contina.

    -Esos cuatro magistrados sonimpenetrables. Son los ltimos cuatro

    jueces honestos que quedan en todo elpas ro nerviosamente-. Bueno... esuna broma.

    -Son los restos delcondenadamente honrado Presidente

    Ashley.-As es.-Cuando un barco de honradez

    surca las aguas de la poltica, inclusomucho despus siempre quedan restosde su paso coment el Presidente-. Soncomo los restos de un naufragio. Restosde honradez flotando. En este caso esoscuatro condenados jueces.

    -S. Los conozco bien, muy bien.El caso es que no compartirn con nadieel sentido de su voto hasta el final. Ypor lo que han ido diciendo en lasdeliberaciones, pueden votar en unsentido o en otro. Desde luego los notomuy decididos a no tomar en cuentaninguna otra consideracin que lasmeramente legales y constitucionales.Claro que tambin insisten mucho enque sta es una cuestin tremendamentedependiente del campo de la Filosofa

    Poltica. As que no s qu va a pasar,porque no dejan de esgrimir razones quese basan en la letra de la Constitucin ypor otro lado en la naturaleza de laNacin, considerada sta en abstracto.Me entiendes? Resultado: puede salircualquier cosa.

    -Lo que nos faltaba elPresidente se frot la frente, gesto querepeta cuando estaba nervioso-. Ya meveo demoliendo el Lincoln Memorial y

    diciendo en un discurso que Lincoln fueun hombre profundamente equivocado.

    E

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    -No har falta demoler nada,bastara que colocases al lado la figurasentada del Presidente confederado de1861, Jefferson Davis ambos rieron.Despus el Presidente del Tribunal

    Supremo continu:- Mira nos tenemosque tomar este asunto con tranquilidad.Estos das han sido para todos de unatensin increble. Pero ms que nunca,ahora necesitamos una mente serena.Me entiendes?

    -Oye, no me hables a m detranquilidad. Es como tratar de vendermiel al colmenero. Todos meconsideran el presidente con msautodominio de s mismo desde la poca

    de Truman.-Vale, pues me alegro. S, te

    conozco. Pero tu tono de voz... noindica eso del todo. Te lo repito, ahoranecesitamos una mente serena. ElComandante en Jefe siempre debe dar laimpresin de tener la mente serena,ahora ms que nunca. Eso es lo quediferencia a los rebeldes californianosde nosotros, el stablishment. Cuando elPoder se pone nervioso es porqueempieza a ver que el poder se le va delas manos.

    El Presidente dio un suspiro,quiz de alivio, y dijo:

    -Eres un lince. Menos mal que tetengo all. De verdad que si estoytranquilo es porque tengo la mscompleta certeza de que alrededor motengo el mejor equipo de asesores del

    mundo.-Una cosa ms antes de colgar.Ayer nos inform el FBI del planAlbany. Nos previnieron de que un topodentro del grupo de magistradoscomunicara de antemano a Californiacul iba a ser la sentencia.

    -S, le ped a Malcolm que teexplicase lo que sabemos del asunto.

    -Antes de que se haga lavotacin, entre nosotros nueve ya ms o

    menos se suele saber por lasdeliberaciones qu es lo que va a salir

    de la votacin final. Si Californiasupiera secretamente que la votacin leiba a ser desfavorable, nos matara atodos los magistrados en un atentado,para que as el pueblo americano

    sospechara que la sentencia iba a sercontraria a Washington y que el PoderEjecutivo haba decidido eliminar a lacabeza del Poder Judicial.Indudablemente ellos tienen dos toposen nuestras delibe