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Jessde NazaretRafael Aguirre Carmen Bernab Carlos Gil

JessdeNazaret

Qu se sabe de...Coleccin dirigida y coordinada por: CARLOS J. GIL ARBIOL

Jessde Nazaret

Rafael AguirreCarmen BernabCarlos Gil

Editorial Verbo DivinoAvenida de Pamplona, 4131200 Estella (Navarra), EspaaTelfono: 948 55 65 05Fax: 948 55 45 06 www.verbodivino.es [email protected]

Diseo de la coleccin: Francesc SalaDiseo de cubierta: Francesc Sala

Carlos J. Gil Arbiol, Rafael Aguirre, Carmen Bernab Editorial Verbo Divino, 2009

Fotocomposicin: NovaText, Mutilva Baja (Navarra) Impresin: I.G. Castuera, S.A. (Navarra)

Impreso en Espaa - Printed in Spain

Depsito legal: NA 1.650-2009

ISBN: 978-84-8169-922-7

Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica o transformacin de esta obra solo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley. Dirjase a CEDRO (Centro Es- paol de Derechos Reprogrficos: www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra.

Los estudios bblicos han crecido tanto y son tan plurales, y aveces confusos, que cualquiera se puede sentir desbordado y perdido. Si alguien nos ofreciera un breve y sencillo mapaque nos orientara en cada tema bblico, sera magnfico. Qu se sa- be de... es una coleccin que ofrece eso: una serie de libros sobre temas bblicos que nos dicen cmo hemos llegado hasta aqu, cu- les son los argumentos que se estn debatiendo en los foros ms acreditados, cules las referencias para profundizar y las cuestiones ms relevantes para el dilogo en la sociedad y en la Iglesia.

Presentacin de la coleccinQu se sabe de...Esta coleccin nace con la vocacin de contribuir positivamente al debate, al dilogo y la colaboracin de los saberes en la tradicin b- blica y cristiana. Se trata de un conjunto de libros sobre temtica bblica que abordan con rigor y seriedad, pero con brevedad, algu- nos de los temas ms importantes que se han planteado en la histo- ria de Occidente al leer los textos bblicos. La vuelta sobre estos te- mas, solo en apariencia antiguos, nos permite enfrentarnos con problemas y preguntas que siguen candentes en nuestra vida social. Occidente est marcado por la tradicin bblica, de modo implcito

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?o explcito; el planteamiento serio, sin eludir las cuestiones proble- mticas, de los temas que se presentan en estos libros, puede enri- quecer el proceso de construccin de nuestra sociedad.

Los destinatarios de esta coleccin son todas aquellas personas que, sin conocimientos previos sobre los temas abordados, desean co- nocer los temas bblicos con rigor y seriedad, tomndose en serio la relacin de la fe con la cultura que exige la voluntad de asumir los presupuestos de las ciencias histricas para mostrar la racionalidad de la fe. Por lo tanto, son destinatarios tanto creyentes como no cre- yentes que consideran que es posible abordar racionalmente los te- mas bblicos ms influyentes de nuestra cultura y que aceptan entrar en dilogo con las disciplinas histricas.

Todos los libros que la componen tienen una estructura comn, adems de esta perspectiva. Cada uno aborda lo que se sabe del tema que desarrolla; es decir, cada libro hace una presentacin de los aspectos ms importantes de cada tema, los autores, posiciones, ideas, resultados y prospectivas para el futuro inmediato. As, tras una breve introduccin, todos ofrecen una primera parte con un breve recorrido de los hitos ms importantes por los que hemos lle- gado a donde estamos; una segunda parte con una presentacin amplia de las claves para comprender del mejor modo el tema en cuestin; y una tercera con las perspectivas que se abren actual- mente. As mismo, ofrecen tambin una bibliografa comentada y, por ltimo, las cuestiones que hacen referencia a la relevancia social y eclesial del tema abordado; es decir, los temas y preguntas, suge- rencias, reflexiones o intuiciones que pueden ser tiles para que el lector reflexione en su propio contexto.

Qu se sabe de... nos ayuda a saber cmo hemos llegado hasta aqu, quines somos... y, tambin, hacia dnde vamos.

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s oportuno publicar un nuevo libro sobre Jess de Nazaret?

EEs posible decir algo nuevo que no se haya dicho en estos ltimos dos mil aos? No hay una exageracin de librosque hablan sobre Jess? Qu puede aportar otro ms a esta desmesu- ra editorial y meditica? Quin se atreve a publicar un libro sobre Je- ss en un contexto en el que ser examinado con lupa? Estas pregun- tas, y sus respuestas negativas o escpticas, seran suficientes para abortar este libro; sin embargo, muy al contrario, son precisamente las que mejor legitiman el objetivo de este libro: ante tantas publicaciones y opiniones, ante tanta polmica y crtica, es posible y oportuno pre- sentar Qu se sabe de... Jess de Nazaret.

IntroduccinAs pues, el objetivo de este libro no es, propiamente, presentar a Jess de Nazaret; o no lo es de modo inmediato. El propsito es mostrar cules son los temas ms importantes de los estudios sobre Jess, qu se sabe sobre l, cmo se ha presentado y cmo hemos llegado a don- de estamos, qu perspectivas predominan, cules son los temas can- dentes o polmicos... No pretendemos, por tanto, echar ms lea al fuego o aadir controversia, ni presentar las opiniones de los autores de este libro al debate sobre cada tema y aspecto, sino hacer una pre-

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?sentacin sinttica y equilibrada de lo que se sabe sobre Jess deNazaret.

Aclarado el por qu, debemos justificar el cmo; es decir, de qu mo- do este libro va a presentar lo que se sabe de Jess de Nazaret. El pri- mer punto que hemos de aclarar es cules son los lmites de aquello que consideramos lo que se sabe de Jess. Los modos de conoci- miento son muchos, dependiendo del objeto de estudio y de la pers- pectiva del estudioso; esta es una de las razones que ha favorecido la proliferacin de libros sobre Jess. Algunos estudios, basados en el he- cho de que Jess fue, ante todo, una persona sometida a las leyes de la historia, son exclusivamente histricos, arqueolgicos o sociocultura- les, y presentan lo que estas ciencias pueden decir sobre Jess. Otros estudios, basados en la naturaleza teolgica de las fuentes, es decir, en el hecho de que las fuentes que hablan de Jess reflejan en su gran ma- yora el proceso de reflexin de los primeros cristianos sobre la identi- dad de Jess, son, adems, literarios, exegticos y teolgicos, mostran- do lo que estas ciencias han aportado al conocimiento de Jess. Por su parte, otras presentaciones de Jess prescinden de la historia y de sus condicionantes y hacen una presentacin exclusivamente teolgica y creyente, mostrando lo que de Jess ha ido confesando la fe a lo largo de veinte siglos.

Todos estos estudios son legtimos, siempre y cuando respeten sus propias limitaciones: aquellas que imponen los presupuestos, herra- mientas y mtodo que asumen desde el inicio; as, las conclusiones de cada uno de estos estudios no deben trascender sus linderos. Ninguno de esos estudios es, ni puede pretender ser, exclusivo; y mucho menos absoluto. Ningn fenmeno histrico se agota con la perspectiva de una ciencia, del mismo modo que ninguna disciplina puede pretender poseer la verdad completa sobre una realidad histrica, sino interpre- taciones ms o menos legtimas en funcin de su adecuacin al objeto

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INTRODUCCINde estudio. Por esta necesaria pluralidad, que es el mejor modo de acercarse a la verdad, surgen continuamente (y seguirn surgiendo) li- bros sobre Jess de Nazaret.

Sin embargo, algunos se preguntan: lo que se sabe de Jess es nica- mente lo que los mtodos cientficos histricos pueden saber de l?O tiene la fe alguna aportacin al respecto, es decir, puede la confe- sin de Jess como Hijo de Dios aadir algo a lo que se sabe de l? La conviccin de los autores de este libro es que lo que se puede saber de Jess no est limitado nica y exclusivamente a lo que las ciencias his- tricas pueden decir sobre l y que la confesin de Jess como Hijo de Dios aade una perspectiva legtima que es necesario incluir en una presentacin de Jess. La razn fundamental es que las ciencias hist- ricas no agotan, ni mucho menos, la comprensin de Jess y dejan sin resolver una infinidad de cuestiones que, no obstante, se han ido res- pondiendo a lo largo de los siglos de modos diversos. La cautela inelu- dible para incluir esta perspectiva es cotejarla continuamente con los datos histricos para que, del dilogo entre ambas (fe e historia), el co- nocimiento de Jess se acerque cada vez ms a la verdad.

En este punto, una afirmacin teolgica viene en ayuda del historiador que quiere poner en dilogo las perspectivas teolgica e histrica: la fe cristiana afirma que el Verbo divino se encarn en Jess para revelarse a los hombres y mujeres de todos los tiempos (Lumen Gentium 9; Dei Verbum 12) y as asumi las condiciones sociales y culturales concre- tas de las personas con las que convivi (Ad Gentes 10). Por tanto, la historia con todos sus condicionantes no es prescindible; es, ms bien, el camino ineludible, el campo de trabajo sobre el que se sostienen las afirmaciones de fe y la disciplina que aporta las herramientas para con- trastar la fe. Con todo, la historia, como hemos dicho, ni agota ni tota- liza el conocimiento de Cristo, porque no puede acceder a la realidad ms que a travs de los rastros que deja y estos son siempre parciales.

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?En este libro adoptamos un enfoque histrico, aquel que puede ser compartido por creyentes y no creyentes, sobre el que la fe cristiana puede construir su entramado teolgico. Jess no es patrimonio de ningn grupo ni iglesia: es legtimo y necesario, por tanto, contribuir a la socializacin de su persona desde aquellos presupuestos y bases que son compartidos por cualquier persona que se acerque a l, indepen- dientemente de su posicin religiosa. Por las caractersticas de esta co- leccin y de este libro, no queremos hacer una presentacin apolog- tica, ni polmica, ni excluyente. En cada parte se percibir este enfoque histrico que acepta sus lmites: no presentamos al Jess real, ni al Je- ss de la fe, sino a Jess de Nazaret de acuerdo a lo que las ciencias his- tricas pueden mostrarnos de l, apuntando, en la medida de lo posi- ble, algunas lneas de desarrollo que ha adquirido el Jess de la fe.

Este enfoque ha supuesto para algunos el llamado ocaso de la ingenui- dad narrativa bblica, aquella lectura de los textos bblicos (especial- mente los evangelios) que los lea como si transmitieran verdades ahistricas o crnicas histricas cuya aceptacin al pie de la letra era necesaria para la confesin de fe. La admisin por parte de las iglesias de los mtodos histrico-crticos ha supuesto el fin de aquella inge- nuidad, pero no del fundamento histrico de la fe, como algunos se empean en mostrar. La lectura crtica no se contrapone a una lectura narrativa ingenua ni la anula. De hecho, en determinados contex- tos (liturgia, culto, etc.), la lectura narrativa ingenua de los textos b- blicos es legtima y necesaria; como tambin lo es su recuperacin tras la lectura crtica de los mismos. Es, por tanto, posible incorporar la pre- gunta crtica a los textos sin ahogar su carcter y dimensin teolgica; es, incluso, necesario hacerlo si queremos abordar con seriedad la pre- gunta teolgica.

Todo ello supone, lgicamente, que en este libro abordamos cuestio- nes hipotticas. El enfoque histrico que adoptamos, lgicamente le-

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INTRODUCCINgtimo, tiene los lmites que hemos mencionado (y otros que es im- posible presentar de modo breve en esta introduccin). No vamos a presentar, pues, la totalidad de Jess, su misterio, su identidad y al- cance desde el punto de vista de la revelacin de Dios. Vamos a ex- poner nicamente algunos de los rasgos histricos de Jess de Naza- ret, de acuerdo a lo qu se sabe de l teniendo en cuenta las ciencias histricas. De este modo creemos que se entender la nece- sidad de este enfoque, as como sus lmites, que debern ser comple- tados con otras aportaciones que van ms all de los objetivos de es- te libro y de esta coleccin.

Para nuestro objetivo, como veremos en el siguiente captulo, conta- mos, entre otras, con unas fuentes especialmente significativas: los evangelios cannicos. Este libro no es una presentacin de los evange- lios ni pretende decir cmo deben ser ledos; su objetivo es facilitar el acceso al Jess histrico a travs de los evangelios. Hay muchas cues- tiones que no podemos abordar en el libro sobre la naturaleza de estas fuentes ni sobre su carcter histrico. Con la necesaria justificacin en cada momento, asumimos que estas fuentes son histricas, no en su li- teralidad, sino por el enraizamiento histrico que tienen: son relatos teolgicos basados en la historia. La profundidad y alcance histrico de cada dato ser presentado en cada caso cuando sea necesario, asu- miendo que es un aspecto que no podemos abordar aqu en su con- junto ni en detalle y que hay bibliografa accesible que lo hace con su- ficiente solvencia y garanta.

Los tres autores del libro hemos trabajado con una misma metodolo- ga y en dilogo. Se trata, pues, de un trabajo en equipo, que ha su- puesto una dinmica de dilogo y discusin sobre la mayora de los te- mas abordados, as como el enfoque de cada uno de ellos y el esquema del conjunto. No obstante, la responsabilidad intelectual de cada par- te recae en aquel de los tres que la ha redactado.

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?Introduccin (Carlos Gil)Primera parte: Cmo hemos llegado hasta aqu?1. La pregunta por el Jess historico: historia de la investi- gacin y su importancia (Carmen Bernab)Segunda parte: Cules son los aspectos centrales del tema?2. El contexto de la vida de Jess (Carlos Gil)3. Los orgenes de Jess (Carlos Gil)4. La enseanza de Jess (Rafael Aguirre)5. Los hechos de Jess (Carlos Gil)6. Las relaciones de Jess (Carmen Bernab)7. La experiencia religiosa de Jess (Rafael Aguirre)8. El conflicto final de Jess (Carmen Bernab)9. Quin es Jess? (Rafael Aguirre)Tercera parte: Cuestiones abiertas en el debate actual10. El origen de la fe Pascual (Carmen Bernab) Cuarta parte. Para profundizar11. Relevancia actual de la historia de Jess (Rafael Aguirre,Carmen Bernab y Carlos Gil)12. Bibliografa comentada sobre el Jess histrico (RafaelAguirre y Carlos Gil)

El esquema del libro responde, en parte, a la identidad y caractersticasde la coleccin en la que se enmarca y que le exige un estilo, lmites y enfoque determinado. As, tras esta introduccin, el lector o lectora se encontrar con una primera parte (Cmo hemos llegado hasta aqu?) dedicada a presentar el camino que la investigacin ms rele- vante ha recorrido hasta llegar a nuestros das: las etapas de investiga- cin, los logros y problemas ms significativos (aquellos que ms han ayudado o bloqueado el conocimiento de Jess de Nazaret), as como los criterios de historicidad.

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INTRODUCCINEn la segunda parte (Cules son los aspectos centrales del tema?), presentamos los puntos ms importantes de lo que se sabe de Jess de Nazaret en varios captulos: el contexto de su vida, los orgenes de Jess, su enseanza, sus hechos, sus relaciones, su experiencia religiosa, su conflicto final y un captulo final de carcter integral sobre la identi- dad de Jess. En la tercera parte (Cuestiones abiertas en el debate ac- tual), presentamos el paso de la historia a la fe, los inicios de la fe en la resurreccin, el puente ms claro entre la exgesis y la teologa. Se trata de un captulo peculiar porque transciende el enfoque puramente his- trico; tiene por objeto mostrar la coherencia, no exigencia, de la con- fesin de fe en Jess como Hijo de Dios a partir de los datos histricos.

La cuarta parte (Para profundizar) tiene dos captulos. El primero quiere ofrecer pistas, sugerencias, reflexiones, analogas o intuiciones que hacen que ese tema sea relevante para la vida cotidiana de cual- quier persona de hoy. El ltimo captulo consiste en una bibliografa comentada sobre Jess de Nazaret para que el lector o lectora pueda ampliar y profundizar las cuestiones aqu planteadas. Los comentarios ofrecidos sobre cada libro no juzgan su contenido y su autor; preten- den nicamente ofrecer pistas de lectura para el lector o lectora intere- sado en algn tema particular o en una perspectiva especfica.

Con todo ello, estimado lector o lectora, queremos introducirte en la lectura de estas pginas; esperamos que sirvan para lo que pretenden: que comprendas mejor qu se sabe... de Jess de Nazaret.

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PRIMERA PARTE

Cmohemos llegado

hasta aqu?

La pregunta por el Jess histrico:historia de la investigaciny su importancia

CAPTULO 1

1. El inters por el Jess de la historia

Desde diferentes perspectivas y posicionamientos sociales, se consta-ta actualmente una popularizacin creciente del inters perenne por la figura de Jess de Nazaret. Libros, novelas, pelculas, ensayos se- rios y no tan serios han inundado los expositores de las libreras, las pe- queas y las grandes pantallas, y las hojas de revistas y diarios. El trata- miento es, en muchos casos, sensacionalista y poco informado. Se extiende una sospecha de que la Iglesia ha secuestrado o tergiver- sado la verdad, y cualquier fantasiosa teora parece ser ms digna de crdito que lo que aquella mantiene. Un Jess miembro de la secta de Qumrn o iniciador de una dinasta emparentada con la saga art- rica o con los merovingios parecen alternativas ms crebles que la versin tradicional. Si bien es cierto que, en muchas ocasiones, el ne- gocio y la ignorancia se alan en la difusin de semejante literatura, tambin lo es que esta situacin deja al descubierto otros factores; en- tre ellos, el que no ha habido una divulgacin suficientemente clara, elaborada, extensa y continuada de los estudios bblicos crticos lleva- dos a cabo desde principios del siglo XX. Pero el inters mostrado por

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?la figura de Jess de Nazaret es un dato que seala un reto y una posi- bilidad.

Este estudio tiene como objeto el Jess histrico gracias al cual obten- dremos fragmentos del Jess real. Al decir esto se estn utilizando dos conceptos precisos y, por tanto, es necesario, antes de seguir, explicitar la terminologa empleada de forma que quede clara la perspectiva del libro. La tarea de precisar las categoras utilizadas es una tarea impres- cindible, pues el lenguaje que utilizamos es un cdigo de signos a los que se ha atribuido ciertos significados, ms o menos convencional- mente, de forma que el grupo social que lo comparte pueda comuni- carse y entenderse al referirse a la realidad que le rodea. Ninguna per- sona puede pretender ser entendida si no utiliza las convenciones del lenguaje, a menos que, mediante las mismas convenciones, explique el porqu y el cmo de su ruptura y abandono de estas.

J. P. Meier, uno de los ms reconocidos exegetas catlicos, comienza el captulo 1 de su gran obra Un judo marginal con esta frase categrica:El Jess histrico no es el Jess real. El Jess real no es el Jess hist- rico, pues constata que en el tema del Jess histrico surge una in- terminable confusin debido a la falta de una distincin clara entre es- tos dos conceptos.

En la investigacin histrica, el adjetivo real tiene diferentes grados:desde la realidad total de una persona, con todo lo que esta pens, sin- ti, hizo o dijo algo que es imposible conocer tanto para la misma persona como para los dems, hasta el retrato razonablemente com- pleto del personaje que puede componer un bigrafo y sobre el que puede ejercerse, en el caso de los personajes modernos, un control que elimine ciertas interpretaciones, debido a los materiales docu- mentales existentes. Sin embargo, este conocimiento de la persona real se hace ms complejo y difcil si no imposible cuando se trata

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LA PREGUNTA POR EL JESS HISTRICO: HISTORIA DE LA INVESTIGACIN Y SU IMPORTANCIAde un personaje del pasado, debido a la escasez de documentos que han perdurado. Por eso, es imposible reconstruir no ya la totalidad de la vida de Jess, sino tan siquiera hacer un esbozo medianamente completo, dada la distancia temporal y la escasez de fuentes. Esta ob- servacin sirve para la mayora de los personajes de la historia antigua, si se excepta a algunos pocos que dejaron escritos personales y docu- mentos pblicos.

Pero tambin es cierto que sobre Jess se tiene una cantidad de escri- tos mucho mayor de la que se dispone normalmente para otros per- sonajes del pasado. Eso hace que, utilizando los medios cientficos de la investigacin histrica moderna, se pueda recobrar al Jess histri- co. Es cierto que no ser el Jess real en cuanto totalidad de su exis- tencia; y que la imagen obtenida ser, con un ejemplo del mismo Meier, como la de un mosaico en el que falten algunas teselas, pero ningn historiador serio pone hoy en cuestin la posibilidad de acce- der al Jess de la historia.

El Jess histrico no es, por tanto, el Jess real, pero tampoco es el Jess teolgico. El Jess teolgico es el obtenido por los te- logos partiendo de sus propios mtodos y criterios. La bsqueda del Jess histrico debe ser distinguida cuidadosamente de la cristologa, es decir, de la reflexin teolgica sistemtica sobre Jesucristo como ob- jeto de la fe cristiana (Meier I, p. 34).

El objeto de este estudio no es pues el Jess real ni el Jess teol- gico, sino el Jess histrico, que es una reconstruccin sin con- notacin negativa alguna hecha por los estudiosos, recuperada me- diante los mtodos de la moderna investigacin de las ciencias histricas, que coincide solo parcialmente con el Jess real que vivi en Palestina en el siglo I. Somos conscientes de que la reconstruccin siempre ser limitada y perfectible. Y este es un hecho que nos ayuda a ser humildes y a estar siempre en camino.

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?Ahora bien, por qu, entonces, intentar buscar al Jess histrico si se reconoce que no es el Jess real, sino una reconstruccin parcial? La pregunta es legtima. Y a primera vista semejante pretensin podra pa- recer corta y empobrecedora. Pero existen varias razones para afrontar semejante tarea.

2. La importancia del estudio sobre el Jess histrico

El Jess histrico es un tema central para la reflexin teolgica, puestoque tiene que ver con el elemento central de la fe cristiana que confiesa que Dios se ha encarnado, es decir, que ha entrado en la historia y, en cierto modo, se ha hecho historia. La fe cristiana no tiene como centro una idea, un mito, sino una persona histrica, cuya comprensin ha sido transformada por la experiencia pascual, pero una persona histrica con una forma de ser y unas actitudes y unas opciones concretas. El Resuci- tado y confesado como ascendido a la derecha de Dios, por los disc- pulos de entonces y de todos los tiempos, es el mismo Crucificado ajus- ticiado por vivir de una forma determinada al que Dios exalta y glorifica.

Si la fe se aliena de su raz histrica, corre el peligro de caer en el doce- tismo. Se entiende por docetismo aquella doctrina de los primeros siglos que refleja un problema con la forma de pensar la simultaneidad de la humanidad y la divinidad en Jess. Defenda que el sufrimiento y la muerte de Cristo no haban sido reales. En tanto que Dios no poda tener un cuerpo igual que los dems mortales y tampoco sufrir y mo- rir de verdad, algunos pensaban que Jess no haba sido en realidad un ser humano autntico, sino que solo pareca (doceo) serlo; mientras para otros la realidad divina haba entrado en Jess en el bautismo y le haba abandonado en la cruz, antes de morir.

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LA PREGUNTA POR EL JESS HISTRICO: HISTORIA DE LA INVESTIGACIN Y SU IMPORTANCIALa relacin entre el estudio del Jess histrico y el Cristo de la fe es un tema complejo que suscita debates apasionados y no siempre libres de prejuicios e intereses y que ser retomado al final del libro.

El estudio histrico de Jess tiene un enorme inters cultural y es tam- bin muy importante para la propia fe cristiana y la reflexin teolgica.

3. A la bsqueda del Jess de la historia:unos jalones en la historiade la investigacin sobre el Jess histrico

El inters por el Jess histrico no es un fenmeno exclusivo de nues-tro tiempo. Hace ya unos siglos que la pregunta por su relacin con el Cristo confesado en la fe es motivo de debate y reflexin. Cuando en la Ilustracin el uso de la razn comenz a examinar de nuevo toda la experiencia y a poner en duda el paradigma anterior y las convicciones recibidas, tambin la religin y la fe fueron objeto de examen y sospe- cha. Fue entonces cuando la imagen tradicional de Jess, que hasta ese momento no se haba discutido, comenz a sufrir una revisin y a po- nerse en duda, siempre en paralelo con el estudio crtico de los evan- gelios; de forma que un avance en la investigacin sobre estos reper- cuta en el estudio del Jess histrico.

Hasta hace poco se ha admitido, con casi total unanimidad entre los estudiosos, la divisin de la historia de la investigacin en tres gran- des periodos (o cinco, si el primero se subdivida en tres). La Anti- gua bsqueda (Old Quest), que ira de Reimarus (s. XVIII) hasta Bultmann (mediados del siglo XX), con tres diferentes subperiodos; la Nueva bsqueda (New Quest), que habra comenzado tras un periodo de no bsqueda con los discpulos de Bultmann, Kse-

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?mann y Bornkamm, hacia finales de los aos 50 del siglo XX; y por l- timo, la Tercera bsqueda (Third Quest), donde, comenzando con E. P. Sanders, se habra iniciado una nueva etapa en la bsqueda del Jess histrico. Sin embargo, actualmente se pone en cuestin, cada vez con ms frecuencia, la idoneidad de semejante divisin, so- bre todo en lo que respecta a la ltima fase. Se discute que la llamadaTercera bsqueda (Third Quest) sea en realidad una etapa dife- rente y que los criterios aducidos para su denominacin sean tan evi- dentes como pretenden.

Al repasar la historia de la investigacin, se aprecia una relacin entre los avances en el estudio de los evangelios y el cambio en la investiga- cin sobre el Jess histrico. Vemoslo un poco ms despacio:

1. Hay unanimidad casi total en sealar la obra pstuma de H. S. Rei- marus (1694-1768), publicada por G. E. Lessing (1774-1778), como el inicio de la bsqueda del Jess histrico, liberado de las cadenas del dogma, y como la primera en proponer una imagen de Jess en contradiccin con la que tradicionalmente se haba dado.

H. S. Reimarus parte del principio metodolgico de separar la predi-cacin de Jess y la fe posterior de los apstoles. Para este autor se de- be diferenciar, por tanto, lo que Jess hizo de lo que sus discpulos in- terpretaron y contaron despus. Pensaba, este autor, que la predicacin de Jess, de acuerdo al contexto de su poca, era el anun- cio de la llegada del reino de los cielos, entendido este como un reino mesinico en el mundo, y por lo tanto Jess habra sido un tpico per- sonaje proftico-apocalptico judo, con un mensaje poltico fracasado que los discpulos, tras su muerte, cambiaron mediante un engao. Despus de robar su cadver, anunciaron su resurreccin y lo trans- formaron en un maestro espiritual y en un redentor universal por su muerte en cruz.

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LA PREGUNTA POR EL JESS HISTRICO: HISTORIA DE LA INVESTIGACIN Y SU IMPORTANCIAEs fcil imaginar el escndalo que produjo semejante opinin, pero fue el comienzo del debate histrico-crtico sobre Jess. H. S. Reimarus es- tableci una separacin metodolgica entre el Jess histrico y el Cris- to de la fe que iba a ser fundamental en la investigacin posterior.

Otro autor importante de este momento fue E. G. Paulus, que intent hacer la primera Vida de Jess (1828), en cuatro volmenes, como ba- se para comprender el cristianismo primitivo en clave puramente his- trica. Este autor pensaba que los discpulos, al referir acciones mila- grosas de Jess, lo hacan de buena fe, no queran engaar como haba propuesto Reimarus, pero semejantes prodigios pueden reci- bir una explicacin natural y sostiene que la persona y enseanza de Je- ss se justifican en s mismas, sin necesidad de prodigios. l fue el pri- mero de una serie de autores que escribieron Vidas de Jess en las que, con la pretensin de ser rigurosamente histrico-crticos, reinterpreta- ron la figura y el proyecto de Jess desde los esquemas ideolgicos propios de su poca.

En 1835, un profesor de Tubinga, D. F. Strauss, public el primer vo- lumen de su obra La vida de Jess elaborada crticamente. Este autor in- trodujo la categora de mito en el estudio del Jess histrico como clave para encontrar el ncleo histrico que deba quedar despus de descartar todos los revestimientos simblicos que los primeros cristia- nos habran puesto sobre Jess, proyectando as en los relatos evang- licos sus propias categoras e imgenes religiosas como si fueran acon- tecimientos histricos. En Strauss se aprecia la influencia de F. C. Baur, su maestro y fundador de la llamada Escuela de Tubinga, que haba presentado a Jess como un maestro de moral elevada, un rasgo que ser tpico de la escuela liberal.

2. Un segundo hito en la historia de la investigacin fue el descubri-miento de la mayor antigedad del evangelio de Marcos. Junto con

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?ello hay que sealar la propuesta de una fuente de dichos (Q) de la que habran tomado parte de su material Mateo y Lucas. Como fruto de esto, comenzaron entonces a escribirse vidas de Jess a partir de es- tas fuentes, ya que se consider que contenan la tradicin ms antigua sobre l y respondan a la historia de una manera que no lo hacan los dems. Este avance en el conocimiento de las fuentes reforz la con- fianza en el valor histrico de los evangelios y a la vez dio como resul- tado una imagen de Jess que subrayaba su mensaje moral. Un repre- sentante insigne de esta orientacin fue A. von Harnack (1851-1930).

3. Sin embargo, a comienzos del siglo XX, W. Wrede (1901) escribi un libro en el que haca ver cmo el evangelio de Marcos, que haba si- do considerado cronolgicamente el primero y el ms fiable para la re- construccin de la figura histrica de Jess, era tambin un documen- to teolgico que dejaba ver las ideas teolgicas de su autor, como se perciba de forma clara en el llamado secreto mesinico, el manda- to de silencio que el Jess de Marcos impone a los espritus impuros que le reconocen y confiesan como Mesas e Hijo de Dios cuando Je- ss les exorciza mostrando su poder sobre ellos. Un mandato que es un recurso literario del evangelista, que no es un dato histrico, sino un producto de la fe pospascual de la comunidad cristiana primitiva. Este hallazgo supuso una desilusin respecto a la esperanza de contar con un material histrico que permitiera llegar fcilmente al Jess histrico y un cierto impasse en la investigacin, aunque en realidad nunca se abandon.

Esta obra supuso la consolidacin de una investigacin anterior que ya haba creado una lnea de reflexin y haba influido en estudiosos y obras. Ya A. Schweitzer, en 1901 y poco despus, en su estudio sobre el Jess histrico, declar que el objetivo de reconstruir una imagen de Jess sobre las fuentes evanglicas y la psicologa, como haba querido la escuela liberal, era impracticable. Es clebre su frase, en la que resu-

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LA PREGUNTA POR EL JESS HISTRICO: HISTORIA DE LA INVESTIGACIN Y SU IMPORTANCIAmi esa idea: Jess, libre de ataduras con las que desde haca siglos haba estado atado a la roca de la doctrina eclesistica [...], no se detu- vo en nuestro tiempo, sino que se volvi al suyo. Un tiempo caracte- rizado por la espera escatolgica-apocalptica, como haba subrayado en su obra sobre Jess. Para Schweitzer, el verdadero conocimiento de Jess era el que se haca teniendo la vivencia de su espritu. Conse- cuente con su conviccin, estudi medicina y se fue a ejercerla en fri- ca, viviendo as la espera del reino escatolgico.

Esta posicin haba influido tambin en telogos como M. Khler, que public en 1892 El llamado Jess histrico y el autntico Cristo bblico. Pa- ra l, el Cristo real es el Cristo predicado, el Cristo de la fe. Una po- sicin que, a su vez, tendra mucha influencia en R. Bultmann.

Sin embargo, a pesar de que se ha dicho que esta poca de finales del si- glo XIX y principios del siglo XX fue un momento de no bsqueda del Jess histrico, la verdad es que hubo estudiosos que siguieron in- vestigando sobre el Jess histrico: M. J. Lagrange y A. Loisy fueron dos grandes figuras que continuaron el empeo. De su misma poca es J. Klaussner, el primer autor judo en estudiar a Jess de Nazaret.

4. De nuevo, una profundizacin en la ndole de los evangelios tuvo co-mo consecuencia una profundizacin en el estudio sobre la figura his- trica de Jess. En este caso fue lo que se denomin historia de las for- mas. Segn esta teora, los evangelios tuvieron una prehistoria oral en las comunidades, en forma de tradiciones que se utilizaban en diferen- tes contextos comunitarios, antes de ser reunidas y reelaboradas como relatos unitarios. Fue una gran aportacin de M. Dibelius (1919). En la misma lnea, pero fijndose ms en los diferentes contextos comunita- rios donde se produjeron las tradiciones preevanglicas, R. Bultmann escribi tambin una obra, hacia 1921. Con ello se vuelve a plantear la cuestin de la fiabilidad histrica del material evanglico y, en conse-

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?cuencia, de la posibilidad de acceder al Jess histrico. Se dieron dife- rentes posiciones, desde la ms escptica de R. Bultmann a las ms con- fiadas de sus discpulos.

Bultmann desconfiaba de que el material transmitido y elaborado por las comunidades permitiera llegar al Jess histrico. Adems, siguien- do la posicin de Khler, pensaba que lo importante era el Cristo pre- dicado en el kerigma y la adhesin existencial al mismo. Por eso, de- fenda que no es posible ni necesario saber algo del Jess histrico.

Por otra parte, sus discpulos comenzaron la reaccin ante semejante escepticismo. En concreto, E. Ksemann, en una conferencia pronun- ciada en 1953, se desmarc de la posicin del maestro. Parta de una confianza mayor en las formas preevanglicas y en el proceso de reela- boracin y transmisin de las tradiciones, y defenda la posibilidad y la necesidad de la investigacin sobre el Jess histrico. Merece la pena leer sus propias palabras:

Tampoco puedo estar de acuerdo, de ningn modo con los que dicen que, en presencia de situacin semejante, son la resignacin y el es- cepticismo los que tienen que decir la ltima palabra y que conviene que nos hagamos a la idea de que hemos de desinteresarnos del Jess terreno. Esto sera, no solamente desconocer o eliminar al estilo de los docetas aquella preocupacin de la cristiandad primitiva por identifi- car al Seor elevado con el Seor rebajado, sino tambin dejarse esca- par que existen en la tradicin sinptica unos cuantos elementos que el historiador, si quiere seguir siendo realmente historiador, tiene que reconocer sencillamente como autnticos [...]. El problema del Je- ss histrico no ha sido inventado por nosotros, sino que es el enigma que nos propone l mismo (Ensayos exegticos, Salamanca 1978, p. 159).

En la misma posicin estaba G. Bornkamm, como se puede apreciaren su famosa obra Jess de Nazaret:

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LA PREGUNTA POR EL JESS HISTRICO: HISTORIA DE LA INVESTIGACIN Y SU IMPORTANCIALo que los evangelios relatan del mensaje de los hechos y de la histo- ria de Jess est caracterizado por una autenticidad, una frescura, una originalidad que ni siquiera la fe pascual de la comunidad ha podido reducir; todo esto remite a la persona de Jess (Jess de Nazaret, pp.24-25).

Estos autores de la llamada Nueva bsqueda declaraban no solo su con- fianza en que era posible, sino tambin la necesidad del estudio del Jess histrico. Subrayaron el principio metodolgico: el de la desemejanza. Se- r histrico aquello que cumple el principio de doble discontinuidad. Es decir, ser de Jess lo que no est en continuidad con el mundo que le ro- dea y tampoco con el cristianismo primitivo que le sigue. Este principio metodolgico parte de una posicin teolgica: la cualidad de ser nico de Jess.

5. Sin embargo, el estudio de los evangelios sigui avanzando, surgi la historia de la tradicin, y ms tarde la aplicacin de las ciencias sociales a la exgesis, el aumento de los estudios arqueolgicos, la profundizacin en el estudio del contexto gracias a los nuevos documentos hallados (Qum- rn) y al estudio de aquellos otros procedentes de la tradicin rabnica.

Por otra parte, la investigacin pas en gran medida del centro de Eu- ropa, sobre todo Alemania, a los pases de lengua anglosajona y en gran medida a Estados Unidos; pas del mbito de los seminarios o fa- cultades eclesisticas a los departamentos de estudios religiosos de las universidades.

Se ha dicho que estos estudios producidos sobre todo a partir de 1980, a los que se ha englobado en un movimiento denominado Tercera bsqueda (Third Quest), se caracterizaban, adems de por el inters de enraizar a Jess en su contexto, por la ausencia de inters teolgico. Sin embargo, ltimamente se han alzado algunas voces discrepantes que cuestionan la adecuacin del apelativo tercera bsqueda a esta

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?etapa, porque consideran que establece un corte demasiado grande con la fase anterior y porque dudan de que se den efectivamente algu- nas de las caractersticas principales que han llevado a definirla como una nueva etapa, por ejemplo la pretendida falta de inters por cual- quier cuestin teolgica (Holm).

Suele citarse como obra de inicio de esta nueva direccin en los estu- dios del Jess histrico a Jess y el judasmo, de J. P. Sanders, donde, co- mo su ttulo indica, se estudia a Jess en su contexto judo. Entre los au- tores modernos se presentan diferentes imgenes de Jess de Nazaret, dependiendo de la fuerza que se da y la historicidad que se atribuye a ciertas partes del material evanglico. As estn los autores que tienden a subrayar el aspecto sapiencial del mensaje y enseanza de Jess y lo presentan como sabio a veces, con ciertas similitudes a los filso- fos cnicos de la antigedad; entre estos estn J. D. Crossan, R. Funk, F. G. Downing y B. Mack. Algunos de ellos pertenecen al grupo que se denomina Jesus Seminar. Otros autores subrayan ms el aspecto apocalptico del mensaje de Jess y lo presentan como un profeta apo- calptico (B. Ehrman, J. P. Meier, E. P. Sanders, P. Fredriksen); otros su- brayan el aspecto carismtico y experiencial, y lo muestran como un hombre de Espritu (M. Borg, S. L. Davies, G. Vermes), algunos prefie- ren subrayar su aspecto proftico y su denuncia y lo hacen ver como profeta del cambio social (G. Theissen, R. Horsley); y an otros lo pre- sentan como salvador (N. T. Wright, L. T. Johnson).

El panorama de los estudios actuales sobre el Jess histrico, como se ha visto, es muy plural, pero, a pesar de las diferencias de acento y pers- pectiva en su estudio y enfoque, se puede decir que existe un consen- so amplio sobre unos rasgos bsicos que definen el Jess histrico. Es- tos estudios tienen, adems, unas caractersticas propias: son interdisciplinares; tienen en cuenta documentos que no entraron en el canon; dan mucha importancia a la contextualizacin; muestran un

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LA PREGUNTA POR EL JESS HISTRICO: HISTORIA DE LA INVESTIGACIN Y SU IMPORTANCIAmenor inters teolgico aunque no se pueda calificar de nulo sino de menos evidente; no se hacen ya exclusivamente en seminarios y cen- tros teolgicos, sino que se realizan tambin en los departamentos de religin de las universidades; su produccin se ha desplazado de Eu- ropa central (Alemania) a los pases de habla inglesa. Todo ello les confiere unas caractersticas propias.

4. Criterios en el estudio del Jess histrico

Ya se ha dicho que el Jess histrico, una parte del Jess real, es aquelque se puede recuperar utilizando los instrumentos cientficos de la in- vestigacin histrica. Uno de esos instrumentos son las reglas que se usan en la lectura crtica de las fuentes con el fin de determinar el grado de historicidad de las afirmaciones contenidas en ellas y poder proceder a la reconstruccin, siempre conscientes de su debilidad. Son los llama- dos criterios de historicidad. A veces varan en nmero y denomina- cin segn autores, pero hay varios que se consideran ms tiles de ca- ra a la obtencin de resultados ms fiables. Siguiendo la nomenclatura utilizada por Meier, nombraremos los criterios primarios (lo que supo- ne unos criterios secundarios que dependen de estos primeros):

a) Criterio de dificultad. Aquello que parece haber creado dificultad a las primeras comunidades pero se ha conservado tiene muchas pro- babilidades de ser histrico. Por ejemplo, el bautismo de Jess a ma- nos de Juan Bautista para perdn de los pecados e ingreso en el tiem- po definitivo. Es evidente, recorriendo de forma cronolgica los evangelios, la tendencia a difuminar y explicar el hecho.

b) Criterio de discontinuidad (o doble discontinuidad). Aquello que no est en continuidad con el judasmo del tiempo (o no era algo muy ha- bitual en esa poca) y tampoco era comn entre las primeras comuni-

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?dades, tiene muchas probabilidades de ser propio y caracterstico de Jess. Un ejemplo sera el uso del smbolo reino de Dios, que no era habitual en el judasmo del tiempo y dej de serlo en la Iglesia pri- mitiva. Este criterio hay que utilizarlo con cuidado para no desenraizar a Jess de su contexto.

c) Criterio de testimonio mltiple. Aquellos hechos o dichos que aparez- can en fuentes diferentes (Mc, Q, Jn, Pablo, material propio de Lc y Mt), y a la vez en gneros diversos (sumarios, dichos, parbolas, dis- cursos, etc.) tendrn muchas ms probabilidades de ser histricos.

d) Criterio de coherencia. Depende de los anteriores, pues solo despus de tener una base de datos y una cierta imagen de Jess, tendr ms po- sibilidades de ser histrico aquello que encaje en esa imagen formada.

e) Criterio de rechazo y ejecucin. Este criterio es ms general. Se parte de la constatacin de que a Jess lo ajusticiaron y se pregunta qu ac- ciones y qu enseanzas pueden dar razn de ese final. Por ejemplo, el eco popular y el peligro de levantamiento que supona pueden ayudar a explicar por qu los jefes religiosos judos (y Pilato) quisieron acabar con l. Y ese razonamiento, a su vez, nos ayuda a la hora de valorar cier- tos datos que aparecen sobre el tema en las fuentes.

G. Theissen por su parte ha propuesto una configuracin ms holsti- ca de los criterios. l habla del criterio de plausibilidad histrica, que considera la historicidad de un material teniendo en cuenta su relacin tanto con las fuentes como con el contexto. Algo ser histrico segn las huellas que haya dejado ese dato (hecho, dicho, etc.) en las fuentes (lo que l llama plausibilidad efectual) y su adecuacin al contexto (lo que denomina plausibilidad contextual). A su vez, cada una de estas dos variables se complica un poco ms. Por una parte, el estudio de las fuentes y las huellas que ha dejado en ellas la vida de Jess, sus hechos y dichos, tiene que tener en cuenta que la coincidencia entre fuentes

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LA PREGUNTA POR EL JESS HISTRICO: HISTORIA DE LA INVESTIGACIN Y SU IMPORTANCIAdiversas y la existencia de elementos en tensin (en parte lo que pue- da parecer incoherente con la imagen general de Jess y, en parte, aquello que parece haber planteado dificultad a los primeros seguido- res) aumenta la probabilidad de que ese dato sea histrico. Como puede verse, Theissen combina aqu varios criterios tradicionales para enjuiciar la historicidad de los materiales. Por otra parte, al examinar el contexto donde deben leerse y comprender las fuentes y lo que ellas dicen, Theissen tiene en cuenta que un personaje puede, a la vez, ser parte del contexto y mostrar su individualidad. Lo que no puede enca- jar en el judasmo del siglo I probablemente no es histrico, pero tam- bin ha de tomarse en cuenta que una persona puede, desde su con- texto, entrar en conflicto con l, y transformarlo. Es decir, que lo individual, incluso la genialidad, puede y debe insertarse en el contex- to; ser una peculiaridad ligada al contexto y no algo desenraizado de l. La importancia del conocimiento del contexto, necesidad que por otra parte no es nueva, constituye, sin embargo, una caracterstica de- terminante de esta fase del estudio del Jess histrico.

Ciertamente la crtica histrica no es una ciencia exacta, como no lo es ninguna ciencia humana. Los previos metodolgicos y gnoseolgicos que tenga quien analiza las fuentes son sumamente importantes para los resultados. Hay que tenerlo en cuenta y partir de una toma de con- ciencia de la propia posicin en ambos campos.

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SEGUNDA PARTE

Culesson los aspectoscentrales

del tema?

El contexto de la vida de Jess

CAPTULO 2

La historia de Jess de Nazaret, como la de toda persona, est de-terminada por dos coordenadas: el tiempo y el espacio. Jess naci en una poca de grandes tensiones sociales, polticas y re- ligiosas, marcada por el creciente dominio que el Imperio romano es- taba alcanzando en el Mediterrneo oriental; y en un lugar de este Im- perio, Galilea, marcado por sus tradiciones religiosas y una particular concepcin nacionalista. Las dos coordenadas permiten situar a Jessen su contexto y percibir su originalidad.

La conquista de Judea por Pompeyo (63 a.C.) y su incorporacin a la provincia romana de Siria resolvieron de un modo inesperado la par- ticular batalla por el poder entre dos herederos de la familia de los As- moneos en Judea. Un astuto asesor de uno de ellos (Antpatro, de la regin de Idumea) aprovech sus contactos para medrar en el poder y nombrar a su propio hijo, sin ascendencia real, gobernador de Gali- lea; a pesar de las lgicas resistencias de los Asmoneos, logr incluso que Csar lo nombrara rey de Judea (37 a.C.); as comienza la fulgu- rante carrera de Herodes el Grande.

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?Su reinado (de treinta y cuatro aos) estuvo marcado por tres carac- tersticas: la obsesin por eliminar a todos sus opositores, la fiebre constructora y el descontento del pueblo. Lleg a matar, entre otros muchos, a su propia mujer (Mariamme) y a varios de sus hijos porque crea que amenazaban su continuidad real. Para contrarrestar a sus oponentes, cre una nueva clase alta de idumeos como l y amigos, una oligarqua que controlaba el sanedrn y los magistrados. Algunos de estos amigos eran paganos, lo que colabor al descontento de un pueblo muy sensible a la identidad juda. Y aunque su fiebre construc- tora aport riqueza y trabajo, no logr con ello reducir el rechazo del pueblo llano. Gran parte de las construcciones, no obstante, respon- dan a su obsesin por la defensa (su propia proteccin); as reforz fortalezas anteriores asmoneas (como la Torre Antonia en Jerusaln o Masada) y construy nuevas residencias defensivas (como el Hero- dium o Maqueronte); construy, adems, nuevas ciudades (como Cesarea Martima o Sebaste, esta ltima con un templo en el que se adoraba a Augusto). Todo ello contribuy a dar a Judea un ambiente helenstico que compagin con un respeto por las normas y costum- bres judas (reconstruy el templo de Jerusaln dndole un esplendor que nunca haba conocido). Sin embargo, estos gestos no lograron que el pueblo dejara de considerarle siempre un rey ilegtimo: no era judo, castigaba las protestas del pueblo de modo brutal, aument los im- puestos y nombr sumos sacerdotes no queridos por el pueblo. Sus servicios secretos y la rpida respuesta militar evitaron su cada del po- der durante mucho tiempo.

Al morir reparti el territorio entre tres de sus hijos: a Arquelao, con elttulo de rey, le dio Judea, Samara e Idumea; a Antipas, con el ttulo de tetrarca, le dio Galilea y Perea; a Filipo, con el ttulo de tetrarca, le dio Gaulantide, Batanea y Tracontide. Nos fijaremos en los dos que tu- vieron ms importancia para Jess de Nazaret: Antipas y Arquelao.

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PALESTINA EN TIEMPOS DE JESS

Fronteras polticas6-44 d. C.Rutas principalesOtras rutasCiudades de la DecpolisFortalezas

Tiro

Sarepta

S I R I A

P a n e a s Cesarea de Filipo(Paneas)Escaln de Tiro

U l a t a

Tolemaida

Guiscala

GALILEA CorozanCafarnan

Betsaida-JuliasMar de

B a t a n e a

EL CONTEXTO DE LA VIDA DE JESSRafana

Mar Mediterrneo

Dora

Gabas

CanSforis

NazaretLlanura de

MagdalaTiberadesMt. TaborNan

Galilea

Hippos

Gdara

Abila

Dion?Crocodilon

Cesarea

Esdreln

Narbata

AgripinaEscitpolis

Pela

Arbela

S A M A R A Sebaste

Salim

JordnEnn

D E C P O L I S

Grasa

Apolonia

(Samara)Mt. Garizn

Mt. EbalSicar

Amato

Yaboc

Jope

Antpatris AlejandrioArimatea? FasaelisGofna Efran

Gdara

P E R E A

Filadelfia

Yamnia

Lida

ArquelaidaJeric

Betaranfta(Livias, Julias)

Azoto

Emas(Nicopolis)

Emas?JerusalnBeln

ChipreBetaniaQumrnHircania

Esbos

MedebaAscaln

Marisa

J U D E ABetsura

Herodion

CalirroAgripasGaza

Hebrn

Engadi

Maqueronte

I D U M E A

Masada

ArepolisBersab

Malata

Caracmoba

0

0 20 km

20 millas

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?1. Galilea

Herodes Antipas gobern Galilea durante cuarenta y tres aos; fue unperiodo relativamente tranquilo en el que las tropas romanas no tuvie- ron que intervenir. Sin embargo, la situacin social degener progresi- vamente por una combinacin de varios factores. Tuvo una cierta inde- pendencia econmica (acuo moneda propia) y desarroll una poltica de control de la tierra que favoreci la concentracin parcelaria en ma- nos de unos pocos terratenientes que alquilaban la tierra a precios muy altos. Alivi esta falta de tierra con la mano de obra creada para la cons- truccin de ciudades como Tiberias y Sforis, pero contribuy con ello a aumentar las tensiones entre la ciudad y el campo, siendo aquellos cen- tros de helenizacin y ste reducto de las tradiciones judas. Su fracaso para lograr la aceptacin del pueblo le hizo volcarse en las relaciones in- ternacionales, aunque no le dieron ms xitos que su poltica interna, co- mo se puede comprender en el episodio de la muerte de Juan el Bautis- ta, de acuerdo a los datos coincidentes que aportan las fuentes cristianas (Mc 6,14-19) y el historiador Flavio Josefo (Antigedades XX, 109-119).

La vida cotidiana en Galilea estaba determinada por el tipo de trabajo. Aunque la ocupacin principal era la agricultura, tambin la pesca en el lago ocupaba a los habitantes de las orillas. El factor ms determi- nante de la poltica de Antipas fue el progresivo paso de la economa de reciprocidad a la de redistribucin, por la que se introdujo la figura del intermediario que determinaba los precios de las mercancas en funcin de las necesidades del mercado, de la exportacin y de los pro- pietarios. El equilibrio que haba existido hasta entonces mediante el intercambio de productos dio paso a una nueva situacin que perjudi- c gravemente a quienes se encontraban en lo ms bajo de esta nueva estructura econmica, que perdieron todo control econmico. El uso generalizado de moneda y la llegada de aquellos administradores y

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EL CONTEXTO DE LA VIDA DE JESSfuncionarios desposey a muchos propietarios de sus pequeas pro- piedades por la imposibilidad de vivir de acuerdo a las nuevas circuns- tancias. Esto favoreci la venta de tierras y la concentracin en manos de unos pocos; aquellos pasaron de ser propietarios a ser jornaleros que deban trabajar mucho ms para pagar la renta (a veces la mitad de la cosecha) y comprar el resto de productos bsicos.

Las casas de patio comn eran las ms extendidas en Galilea, ya que permitan concentrar la administracin de una familia extendida co- mo una nica unidad de produccin, maximizando los recursos. Estas familias extendidas (junto quiz a las familias nucleadas) eran los luga- res privilegiados en los que se educaba y se cultivaban los valores reli- giosos y sociales. Los terratenientes rara vez vivan en las villas rurales de sus tierras; estaban a cargo de administradores; su presencia les re- cordaba la explotacin a la que estaban sometidos los que antes ha- ban sido propietarios de sus tierras. Las ciudades jugaban un papel tambin ambiguo: por una parte eran focos de consumidores, pero, por otra, como los precios de los productos se establecan all, eran smbolos de la nueva situacin de opresin. La relacin entre el cam- po y la ciudad era tensa: se necesitaban pero se despreciaban.

Las comunicaciones, por otra parte, hicieron de Galilea un centro de intercambio de mercancas que generaba riqueza (por los aranceles y el comercio) y facilitaron que los productos propios pudieran expor- tarse. Pero aunque pasaba mucho dinero por Galilea, all se quedaba muy poco. El inters de las autoridades romanas se centr en proteger el comercio con Egipto, que generaban muchos dividendos.

Si algo haca peculiar a Galilea, era el modo de ser judos de sus habi-tantes. Esta peculiaridad estaba marcada por la tensin que vivan con el farisesmo de Judea. El movimiento fariseo, marcado por la centrali- dad de la Tor como signo de identidad juda y, probablemente, por

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?su cierta connivencia con las autoridades religiosas y polticas, haba desarrollado una tradicin legal orientada a las reas urbanas. Los ha- bitantes de reas ms alejadas de Jerusaln vean este desarrollo legal como una interpretacin inadecuada para su vida; por su parte, para los fariseos de Jerusaln, los judos de las reas rurales de Galilea des- preciaban la Ley. Sin embargo, estos tenan sus propios modos de cumplir la Ley, sus propias tradiciones legales (halak); no discutan el valor de la Tor, sino el modo de cumplirla en sus circunstancias par- ticulares y de acuerdo a sus tradiciones. Eran observantes a su modo.

Lo mismo ocurre con su vinculacin al Templo y a la tierra. Es llamativo que en Galilea el pago del impuesto voluntario estuviese tan extendido: muchos judos galileos pagaban el medio shekel y el diezmo de su pro- duccin para el mantenimiento del Templo (que visitaran muy de vez en cuando). En este mismo sentido, resulta significativa la masiva protesta que protagonizaron galileos judos en Tiberias contra Calgula cuando quiso poner una estatua suya en el templo de Jerusaln. Son datos que re- flejan la fuerte vinculacin afectiva de los galileos con el Templo y su sig- nificado como presencia de Dios en medio de su pueblo. Por otra parte, su clara conciencia de que la tierra es propiedad de Dios y se la haba en- tregado a los habitantes de Galilea empeoraba el problema de la concen- tracin parcelaria en manos de paganos: para los judos galileos resultaba una grave ofensa contra Yahv. Todo ello dibuja un perfil muy judo, si bien con matices y subrayados diferentes a los de las reas urbanas de Judea.

La lejana fsica del Templo se mitig fuera de Jerusaln con la crea- cin de una institucin que al inicio no tuvo una estructura fsica: la si- nagoga. Originalmente era una asamblea de judos con el fin de orar, leer la Sagrada Escritura y discutir su interpretacin (atendiendo a los problemas de la vida cotidiana). Tena, pues, funciones religiosas, po- lticas y econmicas; era un reflejo de la unidad de los asuntos pblicos en el Mediterrneo oriental durante este periodo. La escasez de datos

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EL CONTEXTO DE LA VIDA DE JESSarqueolgicos sobre las sinagogas de este periodo en Galilea refleja que los lugares de reunin podan ser casas particulares u otros espa- cios pblicos donde los hubiera. En algunas ciudades, sin embargo, co- mo en Gamla, los arquelogos encontraron los restos de una sinagoga del siglo I, una de las ms antiguas de toda Galilea y Judea, que ilustra bien las escenas que las fuentes recogen de Jess.

Es caracterstico de Galilea, por tanto, una relacin con Jerusaln de amor-odio. Por una parte, Jerusaln es el lugar del Templo, donde Yahv habita en medio de su pueblo; pero, por otra, de Jerusaln ape- nas llega a Galilea ms que incomprensin, desprecio y opresin. Ga- lilea es una regin de fuerte identidad juda, caracterizada por su idio- sincrasia rural e histrica y que mantena una relacin tensa con los representantes del judasmo jerosolimitano: los fariseos.

2. Judea

De los hijos de Herodes el Grande, Arquelao fue el nico que obtuvo el t-tulo de rey de Judea. Sin embargo, esta situacin de preeminencia sobre sus hermanos no dur mucho, porque en el ao 4 d.C. una protesta po- pular que fue reprimida por el rey con una enorme crueldad acab muy mal para el pueblo y para l: murieron muchos habitantes de Judea, y Ar- quelao fue depuesto y exiliado por las autoridades romanas. A esta situa- cin se haba llegado tras un periodo de unos ocho aos de creciente pre- sin sobre el pueblo, que termin estallando. A los impuestos que cobraba para Roma, Arquelao aadi un plus para su propia corte, que agrav la ya pesada carga fiscal; mantuvo la poltica de su padre de nombrar a los su- mos sacerdotes, con el consiguiente descontento del pueblo; ejerci el poder con mano de hierro y las protestas se multiplicaron; su gestin eco- nmica fue mala y aument el desarraigo y la esclavitud del pueblo.

43

Qu se sabe de... Jess de Nazaret?Las protestas crecientes tuvieron eco en las autoridades romanas, que modificaron el modo de gobierno: hicieron depender Judea del gobernador romano de la provincia de Siria y enviaron un prefecto (praefectus) dependiente de aquel para gestionar in situ Judea. El pre- fecto generalmente residi en Cesarea, ciudad construida por Hero- des el Grande, helenizada (tena un magnfico teatro), con unos tres mil soldados y con muy buenas comunicaciones por barco con Ro- ma (tena el mayor puerto del Mediterrneo oriental). Sus visitas a Jerusaln eran ocasionales, lo que permiti que el sumo sacerdote y el sanedrn tuvieran la independencia necesaria para controlar la vi- da cotidiana, aunque todos eran conscientes de la omnipresencia (mediata) de Roma, que tena una discreta presencia militar en la ca- pital. El da a da tena, por tanto, un marcado carcter propio y, en general, un judo poda vivir como tal en Jerusaln y Judea; solo cuando estallaban revueltas o serias protestas, la presencia militar se intensificaba y, como ocurri en varias ocasiones, descargaba todo su poder de represin violenta.

TIBERIEUM (PON)TIUS(PRAEF)ECTUS IUDA(EAE)

Inscripcin encontrada en Cesarea, el ao 1961, en la que se lee:Poncio Pilato, prefecto de Judea.

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EL CONTEXTO DE LA VIDA DE JESSUna de las fuentes de conflicto sigui siendo la eleccin del sumo sacerdote; igual que Herodes el Grande y su hijo Arquelao, el prefecto se reserv el derecho de nombramiento y custodiaba las vestiduras sa- cerdotales en su palacio (como signo de que ningn sumo sacerdote poda ejercer como tal sin el consentimiento del prefecto), pero le per- mita ejercer sus funciones (como la gestin del tributo al Templo, la polica del Templo, etc.). Generalmente era elegido de entre las pocas familias aristocrticas sacerdotales que haba en Jerusaln. Y, aunque tena cierta autoridad sobre muchas reas de la vida (poderes legislati- vos y ejecutivos), su prestigio era ms bien escaso, al ser identificado por el pueblo como un colaborador del poder dominante; era un sig- no de su identidad religiosa y nacional, pero tambin del dominio de Roma sobre Judea.

En los primeros aos de gobierno de los prefectos (del 6 d.C. al 41,ao en que fue nombrado rey Herodes Agripa I), hubo cuatro protes- tas serias, que motivaron la intervencin de las tropas y terminaron con violencia. Anteriormente, en el 4 d.C., una seria protesta motivada fundamentalmente para rebajar los impuestos que Arquelao exiga tu- vo como consecuencia su destitucin y exilio (se puede leer la des- cripcin de Flavio Josefo, Guerra de los judos II, 4 y Antigedades de los judos XVII, 204). La primera del periodo de los prefectos tuvo lugar nada ms comenzar, en el 6 d.C., cuando Quirino, gobernador de Si- ria, quiso hacer un censo; la protesta fue mitigada, en este caso, por el mismo sumo sacerdote, que convenci a la poblacin de la inutilidad de la rebelin (Flavio Josefo, Antigedades XVII, 2). La segunda, entre los aos 26 y 30 d.C., estuvo causada por el intento del prefecto Pon- cio Pilato de introducir unos estandartes del Csar en el Templo, lo que provoc una fuerte protesta que lleg hasta Cesarea (Flavio Jose- fo, Guerra II, 169-174). La tercera protesta ocurri poco ms tarde, cuando Pilato quiso utilizar el dinero del Templo para construir un

45

Qu se sabe de... Jess de Nazaret?acueducto; la protesta fue brutalmente reprimida (Flavio Josefo, Gue- rra II, 175-177); esta brutalidad y sus sucesivas muestras de arbitrarie- dad obligaron a Pilato a dar cuenta a Roma tras la muerte de varios sa- maritanos y termin juzgado y condenado all (Flavio Josefo, Antigedades de los judos, XVIII, 85; Filn, Legacin ante Gayo 38). La ltima gran protesta, en el ao 39 d.C., tuvo como protagonista al em- perador Calgula, que mand erigir una estatua suya en el Templo, pa- ra lo que envi la mitad del ejrcito romano de Siria; la noticia corri como plvora y miles de judos (de Judea y Galilea) protestaron de di- ferentes modos; solo la muerte repentina del emperador fren el de- sastre (Filn, Legacin ante Gayo 30; Flavio Josefo, Guerra II, 185-203).

A partir del ao 44 d.C., los prefectos pasan a ser procuradores y tienen jerarqua sobre toda Palestina, no solo sobre Judea. En este periodo tambin hubo varias protestas similares. Todo ello da cuenta de la ex- trema sensibilidad religiosa de la poblacin de Galilea y Judea; era una poblacin que se rebelaba con ms facilidad ante ofensas de carcter religioso que ante la psima gestin econmica y social que suma a la mitad de la poblacin en la miseria.

Uno de los resultados de las investigaciones y descubrimientos delsiglo XX ha sido el cambio de una imagen unvoca y slida del judas- mo a otra ms plural y porosa. Los manuscritos del Mar Muerto, en- tre otros descubrimientos, han contribuido a mostrar que el judas- mo aglutinaba grupos y movimientos de diferentes tendencias, con tensiones y luchas internas, a veces muy fuertes. Fariseos, esenios, sa- duceos o celotes, no son ms que una pequea muestra; dentro de estos grupos existan diferencias muy significativas; los esenios de di- ferentes ciudades tenan costumbres muy diferentes; fariseos de Ju- dea o de la dispora podan discutir sobre el lugar del Templo en la vida e identidad juda...; etc. Esto no resta un sentido de unidad por

46

EL CONTEXTO DE LA VIDA DE JESSencima de las diferencias; lo que les una era ms que lo que les se- paraba.

Uno de los factores que condicionaron o influyeron en la gobernabili- dad de los judos fue la tensin entre fariseos y saduceos. Los primeros, de talante ms piadoso (fundamentados en el cumplimiento de las le- yes de pureza ritual, el sbado y el pago del diezmo), tenan mucha in- fluencia en la gente sencilla, a la que se haban ganado mediante una gran preocupacin por la enseanza y el conocimiento; se opusieron fuertemente al secularismo de los Asmoneos y de los sumos sacerdo- tes, pero durante el reinado de Herodes fueron perdiendo influencia. Los saduceos, por su parte, procedentes de familias aristocrticas y sacerdotales, estaban alejados del pueblo, pero tenan apoyos entre los sectores ms ricos. Haban sufrido un proceso de helenizacin, quiz en parte inconsciente, por su simpata hacia el poder extranjero. Apro- vecharon el declive de la influencia de los fariseos para alcanzar ms proyeccin e influjo y constituyeron uno de los apoyos de las autori- dades romanas para el gobierno cotidiano.

El sanedrn era un consejo de gobierno presidido por el sumo sacer- dote, que, en tiempo de Herodes el Grande, tuvo poca influencia, al nombrar l a todos los miembros de entre sus partidarios, pero que re- cuper parte de sus funciones con el gobierno de los prefectos y pro- curadores, siempre bajo la atenta mirada de Roma. En su composicin se poda percibir la influencia de unos grupos y otros en la vida polti- ca. El grupo ms numeroso estaba formado por saduceos (sacerdotes y ancianos); otro grupo era el de los escribas, en muchos casos fariseos. Como se ver en detalle en el captulo 8 (El conflicto final de Je- ss), las funciones alcanzaban a todos los aspectos de la vida cotidia- na, sobre los que juzgaban e imponan sentencias, excepto la pena de muerte (limitada a un nico caso). Los celotas reclamarn con fuerza este derecho cuando estalle la guerra en el 66 d.C.

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?3. Valores culturales compartidos del Mediterrneo oriental

Si tenemos en cuenta que Galilea y Judea pertenecen, con su propiaidiosincrasia religiosa y poltica, a un mbito cultural que sobrepasa es- tas regiones, podemos destacar algunos rasgos dominantes de estos territorios, durante el siglo I, que eran compartidos con otros pueblos y lugares de la cuenca mediterrnea. Estos son los valores del honor y la vergenza, la oposicin del mundo domstico y el mundo poltico, la personalidad didica y el valor de la pureza e impureza.

Mientras que la sociedad y la cultura occidental se han construido, di- cen los especialistas, sobre el concepto de culpa, la unidad cultural que formaba la cuenca mediterrnea durante los siglos en torno al cambio de era estaba sostenida por el concepto del honor, que sera muy cer- cano a lo que un occidental entiende como respeto, reconocimiento pblico de la propia dignidad y valor social; el punto de contacto entre el estatus reclamado por alguien y el reconocido por los dems. Este concepto del honor es lo que determinaba el lugar de alguien en la so- ciedad. Se trata de un bien limitado (si alguien lo gana es porque otro lo pierde, y viceversa); fundamentalmente heredado de la propia fami- lia o grupo de pertenencia (determinado por el linaje, por el tipo de matrimonios contrados, los negocios y relaciones sociales que se mantienen, etc.); es posible, no obstante, ganarlo o perderlo mediante los mecanismos de desafo y respuesta (cada intercambio social es un implcito y explcito desafo en el que el honor de todo el grupo de per- tenencia est en juego y hay que saber conservarlo y, si es posible, au- mentarlo). Los varones son los representantes del honor y los encar- gados de defenderlo mediante actitudes y comportamientos de autodominio, agresividad, coraje, justicia, etc. Las mujeres, por su par- te, son responsables de que la vergenza (valor negativo contrapuesto

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EL CONTEXTO DE LA VIDA DE JESSal honor) no penetre en la familia, mediante actitudes y comporta- mientos de silencio, recato, castidad, obediencia, etc. Esto revela, por otra parte, la divisin del mundo poltico (de la ciudad/aldea), en el que se cultivan las relaciones para aumentar el poder, los privilegios y el prestigio, y del mundo domstico (de la casa/familia), donde pre- dominan las relaciones afectivas, la identidad y la lealtad. Una perso- na, por tanto, no se define nunca por s misma, sino por su grupo de pertenencia; su valor y reconocimiento social, su honor, dependen de su familia; cualquier comportamiento o actitud que produce un cambio en su honor repercute al honor de su grupo de pertenencia; este es el sentido de la personalidad didica (o colectivista), y explica en gran medida muchas de las cuestiones que se desarrollarn en los siguientes captulos, como las sanaciones de Jess, sus relaciones so- ciales, etc.

Una cita de un estudioso de las sociedades mediterrneas ilustra esto mismo:

El honor aparece ante todo como ejercicio de la autoridad de un hombre sobre sus dominios [...]. Pero un hombre de honor no pue- de contentarse con ejercer su autoridad sobre su casa, su mujer, sus tierras; debe tomar la delantera de los dems, desafiarlos y aceptar sus desafos [...] ya sea denigrando la autoridad que el otro ejerce, ya sea atacando o destruyendo su dominio de lo prohibido, es decir, transgrediendo [...]. En este contexto, desempear la trasgresin es una modalidad principal de intercambio de violencia. Estos inter- cambios toman tres formas; los gastos ostentosos, la violencia fsica y las justas oratorias, en las que el menor paso en falso acarrea la hu- millacin, el deshonor (R. Jamous, Honneur et baraka. Les structures sociales traditionelles dans le Rif, Cambridge, 1981, p. 223).

Para comprender el mundo, los antiguos utilizaban unos mapas de significados, unas referencias por las que saber que cada cosa tiene su

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?lugar en el mundo. Se califica a algo como puro si est en el lugar que ese mapa le asigna; algo ser impuro si est fuera; a esto se llama sis- tema de pureza, porque establece fronteras y mantiene el orden, separa lo beneficioso de lo perjudicial. Este mapa incluye el tiempo (fiestas, sbado, descansos, etc.), los lugares (la tierra, los templos, etc.), las per- sonas (matrimonios, comensalidad, cualidades, etc.) y las cosas (ali- mentos, ofrendas, utensilios, etc.). Un ejemplo de estos mapas es el mis- mo templo de Jerusaln, reflejo de la concepcin del mundo que tenan los judos en este tiempo. El Templo est construido de acuerdo a es- pacios concntricos que gradan la santidad o pureza del mundo de modo que lo ms impuro queda fuera y lo ms puro en el centro. B. Ma- lina presenta el mapa judo de acuerdo al siguiente cuadro:

Hijos ilegtimos de sacerdotes, proslitos, libertos

IsraelitasLevitas

Eunucosde nacimiento, sexualmente deformes, etc.

Sacerdotes

Bastardos,los sin padre hijos abandonados, eunucos por agresin

Gentiles

En la Misn (tratado Kelim 1-3) se puede leer una descripcin muyelocuente:

El rea entre los muros es ms santa (que lo de fuera) [...]. El monte del templo es ms santo, porque ni impuros, ni menstruantes, ni mu- jeres tras dar a luz pueden entrar. El atrio mayor es ms santo, porque ni los idlatras ni los que tienen impureza por contacto con cadver puede entrar. El atrio de las mujeres es ms santo porque no pueden50

EL CONTEXTO DE LA VIDA DE JESSentrar impuros [...]. El atrio de los israelitas es ms santo porque solo puede entrar el varn que ha hecho sus sacrificios de pureza. El atrio de los sacerdotes es ms santo porque ningn israelita puede entrar si no se le pide hacerlo [...]. El rea entre el altar y el Santo es ms san- to, porque no puede entrar nadie defectuoso [...]. El Santo es ms santo porque requiere mayor purificacin (de pies y manos) [...]. El Santo de los Santos es ms santo porque solo el sumo sacerdote el da de la ex- piacin puede entrar...

Esta divisin de los espacios, quiz sin tanto detalle, era comn en las ciudades y templos paganos, que posean atrios y barreras que marca- ban el destinado a cada tarea. Vitruvio (De Architectura, libro 1, cap. 7) presenta los lugares en los que deben ir los diferentes templos de una ciudad de acuerdo a su funcin religiosa:

Las reas para los templos de los dioses titulares de la ciudad, como tambin para Jpiter, Juno y Minerva, se destinarn en el sitio ms ele- vado, desde donde se descubra la mayor parte de la ciudad. A Mercu- rio en el foro o en el mercado, como tambin a Isis y a Serapis. A Apo- lo y a Libero Padre junto al teatro. A Hrcules en las ciudades donde no hubiere gimnasios ni anfiteatros, se pondr junto al circo. A Marte fuera de la ciudad, hacia el campo. A Venus junto a las puertas. Todo esto lo hallamos tambin establecido en los preceptos y ritos de los agoreros etruscos en la siguiente forma. A Venus y Vulcano y Marte se les edifican los templos extramuros para que no se haga comn a las jvenes o a las matronas la lujuria dentro de la ciudad; para que remo- viendo de ella el rigor de Vulcano con sacrificios y actos religiosos, pa- rezcan estar seguros los edificios del temor de los incendios; y a Mar- te dndole su templo fuera de la ciudad, no habr guerras y discordias civiles...

Todo ello nos muestra un panorama dominado por unos conceptos que, salvo las diferencias locales del entorno de Galilea y Judea, eran compartidos por muchos pueblos del Mediterrneo oriental del siglo I.

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Los orgenes de Jess

CAPTULO 3

Jess naci el 748 de la fundacin de Roma, lo que equivale aproxima-damente al ao 5 antes de nuestra era. Sin embargo, Dionisio el Exiguo, monje que vivi entre los siglos V y VI, calcul errneamente que fue el753 de la fundacin de Roma; a partir de entonces, la datacin histrica de acuerdo al nacimiento de Jess arrastra un desfase de unos cinco aos.

Jess naci probablemente en Nazaret, aunque este es tambin un da- to de difcil verificacin. Si bien los evangelistas Mateo y Lucas sitan el nacimiento en Beln, podra tratarse de una construccin teolgica para enlazar a Jess con la dinasta davdica (cf. Miq 5,1-3; 1 Sm 16,1-13), ya que ellos mismos presentan a Jess como nazareno (Mt2,23; Lc 1,26; Hch 24,5) y Beln no aparece mencionado en el primer evangelio (donde su casa se sita en Galilea: Mc 1,9; 3,20; 6,1-6).

1. La familia de Jess

Respecto de su familia, tampoco las fuentes ofrecen datos muy claros,ms all de ciertas generalidades. La madre de Jess, sus hermanas y

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?hermanos, son mencionados en diferentes momentos en las fuentes cannicas y extracannicas. Su padre, sin embargo, apenas es mencio- nado (ms all de los relatos de la infancia; Mt 1,25); ni siquiera el da- to de su profesin (tektn, carpintero o albail [ver ms abajo]) resul- ta seguro, puesto que es un cambio que introduce el evangelista Mateo (Mt 13,55: este es el hijo del carpintero) a Mc 6,3 (este es el car- pintero) para evitar identificar a Jess como carpintero.

Un dato importante es la polmica que reflejan algunos textos (Mc3,20-21.31-35 y par.) entre Jess y su familia (madre, hermanos y her- manas). Aunque podra reflejar una controversia cristiana entre dife- rentes grupos de seguidores, es impensable que un texto tan duro fue- se creacin posterior (mxime cuando la tendencia fue suavizar su dureza; ver la versin de Mt 12,46ss que omite la dura afirmacin de Mc 3,21). Es plausible suponer que, aunque posteriormente su familia se uni al grupo de seguidores (cf. Hch 1,14), al inicio tuvo dificulta- des para aceptar su vida desarraigada y vagabunda.

Un aspecto discutido en la investigacin sobre la familia de Jess ha sido la existencia de hermanos y hermanas, ejemplo de la dificultad de poner en dilogo los datos histricos y su interpretacin teolgica. La afirma- cin de la virginidad de Mara (idea iniciada por Justino e Ireneo de Lyon en el siglo II, y desarrollada por Clemente de Alejandra y Orgenes en el siglo III) dificulta o imposibilita a algunos investigadores aceptar el senti- do inmediato del trmino hermano/a (adelphos, adelph) y prefieren traducir por hermanastro/a (como aparece en Epifanio) o pri- mo/a (como defiende Jernimo), sentidos posibles, por otra parte, de acuerdo al uso en la tradicin bblica. Sin embargo, lo que es indiscutible es que para los primeros seguidores de Jess, hablar de los hermanos y hermanas carnales de Jess no caus ningn problema (cf. Mc 3,31-35 y par.; 6,3 y par.; Gal 1,19; 1 Cor 9,5), puesto que no sustituyeron este trmino por otro que no significara hermano carnal (como primo,

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LOS ORGENES DE JESSanepsios; cf. Col 4,10). Incluso despus de la composicin de los textos evanglicos y las cartas de Pablo, el obispo de Jerusaln Hegesipo (s. II) subraya el carcter carnal de los hermanos de Jess (Eusebio de Ce- sarea, Historia Eclesistica II, 23,4; III, 19 y 20,1), distinguiendo los her- manos de Jess de los primos de Jess (Eusebio de Cesarea, Histo- ria Eclesistica IV, 22,4). Ms adelante todava, Tertuliano, a finales del siglo II e inicios del III, en su polmica contra Marcin, defendi con clari- dad el carcter carnal y real de los hermanos de Jess (vere mater et fra- tres eius: Tertuliano, Adversus Marcionem IV, 19). Desde un punto de vista puramente histrico, esta opinin no podra ser descalificada.

Respecto a un posible matrimonio de Jess, nada dicen las fuentes. Algu-nos autores, con ms sensacionalismo que datos histricos, han querido ver en algunas referencias gnsticas (Evangelio de Felipe, 55; Evangelio de Mara, 10) datos para afirmar un matrimonio entre Jess y Mara Mag- dalena. Sin embargo, adems de fuentes tardas, su tenor simblico y fi- gurativo impide sacar tales conclusiones. Otros autores (W. Phipps) han interpretado este silencio como una afirmacin tcita del matrimonio de Jess, partiendo de la extraeza del celibato para un judo piadoso como Jess y de los testimonios de los matrimonios de Pedro y otros apstoles (1 Cor 9,5). Sin embargo, este silencio de las fuentes es interpretado por otros autores (J. P. Meier) como una negacin tcita del matrimonio de Jess, basndose en las abundantes alusiones a la familia de Jess sin es- posa, a los modelos de celibato en el judasmo (esenios o terapeutas), a los modelos profticos (Jr 16,1-4), a los testimonios de algunos rabinos que renunciaron al matrimonio (como Simen ben Azzai), a modelos paganos (Epcteto o Apolonio de Tiana). En este ltimo sentido, la au- sencia de referencias conclusivas sobre este aspecto de la familia de Jess es coherente con otras opciones de Jess que resultaron voluntariamen- te estigmatizantes (como el abandono de casa, familia, posesiones, futu- ro, estatus, honor, etc.), con algunos dichos de Jess (Mt 19,12: hay

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?quienes se hacen eunucos por el reino de los Cielos) y con la compren- sin de su misin mesinica. En cualquier caso, sigue siendo una cuestin abierta que exige un tratamiento riguroso y no superficial de las fuentes.

Por ltimo, respecto a la relacin con su familia, los investigadores coinciden bsicamente en conceder bastante credibilidad histrica al dato que aporta el evangelista Marcos (cf. Mc 3,20-21.31-35): su fa- milia, al inicio, le tuvo por loco y mantuvo con l una relacin tensa y quiz distante; es impensable que este dato fuese una creacin pos- pascual cuando la tendencia fue, precisamente, suavizar la dureza de estas afirmaciones. De esa relacin tensa da cuenta la serie de dichos sobre las disensiones familiares (cf. Lc 12,51-53 y par.) o sobre la re- nuncia a la familia para la condicin de seguidor (cf. Lc 14,26). Proba- blemente, tras la pascua de Jess, su actitud cambi y pasaron a formar parte del grupo de seguidores en Jerusaln (cf. Hch 1,14), incluso has- ta tener un rol de liderazgo (cf. Gal 1,18-19; Hch 12,17).

2. Educacin

Palestina era una regin plurilinge; conservamos de la poca de Jessrestos de inscripciones y documentos escritos bien en griego, bien en hebreo, bien en arameo. Esto no quiere decir, evidentemente, que todo el mundo hablara todas las lenguas; en realidad cada una tena sus m- bitos propios de utilizacin: el latn para las elites romanas, el griego pa- ra las transacciones econmicas y para las gentes urbanas de las ciudades palestinas, el hebreo para la lite juda y la liturgia del Templo, el arameo para la mayora de los judos en mbitos rurales. Este panorama y las alu- siones en las fuentes ha llevado a los estudiosos a concluir que Jess ha- blaba generalmente arameo y que enseaba en esta lengua. Probable- mente, como otros judos galileos que se haban tenido que relacionar

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LOS ORGENES DE JESSlaboralmente con ciudades como Sforis, tena un escaso dominio del griego y, aunque podra hacerse entender en esta lengua, no lo utiliz pa- ra su actividad misionera. Por ltimo, es probable que aprendiera algo de hebreo en la sinagoga de Nazaret, y que lo utilizara ocasionalmente en la liturgia sinagogal o en algn debate con escribas jerosolimitanos. Por tanto, lo ms probable es que Jess hablara arameo y utilizara esta lengua para dirigirse a sus discpulos y a la gente de Galilea. As lo confirman las repetidas alusiones en las fuentes a palabras o expresiones arameas, cuando los lectores de esas obras tardas ni conocan esta lengua (cf. Mc5,41; 7,34; 14,36; 15,34; Gal 4,6; Rom 8,15; etc.).

La educacin de un nio en Galilea en tiempo de Jess es una cuestin difcil de resolver porque las fuentes que nos hablan de ello son tardas (siglos II al V). Los estudiosos se han movido en este punto entre dos extremos: por una parte, la aceptacin para Galilea del bajo nivel de es- colarizacin y de educacin de acuerdo al de todo el Mediterrneo; y, por otra, la adhesin a los datos que la Misn (s. II d.C.) y el Talmud (s. V d.C.) ofrecen sobre la escolarizacin generalizada y el alto nivel de lectura. Por su parte, los textos bblicos que nos informan aparente- mente sobre la capacidad de lectura de Jess son vistos generalmente como textos que reflejan la situacin pospascual y que son difcilmen- te aplicables a Jess (cf. Lc 4,16-30; Jn 7,15; 8,6).

Sin embargo, varios datos apuntan a la existencia de un cuidado esme- rado por el aprendizaje de la lectura en el siglo I d.C. (no as de la escri- tura, entendida como una labor profesional). En primer lugar, los abun- dantes restos arqueolgicos que muestran grabados en arameo en objetos de uso cotidiano, como jarras, platos y cermica en general. En segundo lugar, el aprecio sin parangn que los judos tenan a la Sagrada Escritura, a la que vinculaban su identidad, su pertenencia y su modo de vida, exiga una capacidad mayor que los pueblos de su entorno para re- lacionarse con ella mediante la lectura; este aprendizaje se llevaba a cabo

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?tanto en la propia casa como en la escuela sinagogal o casa del libro (bet ha-sefer); algunos estudiantes destacados podan proseguir estudios en la casa de interpretacin (bet ha-midras). As, aunque la escolariza- cin no fuese una necesidad para la vida cotidiana ni un fenmeno ge- neralizado, es plausible (incluso muy probable) que en Palestina y Gali- lea los nios del tiempo de Jess recibieran una capacitacin para la lectura superior a la de otros pueblos mediterrneos.

Por ltimo, los datos indirectos sobre las continuas discusiones de Je- ss con escribas y fariseos, aunque sean elaboraciones tardas de sus seguidores, apuntan un escenario que es plausible histricamente: Je- ss pudo discutir con los letrados sobre cuestiones referidas a la Sa- grada Escritura, lo que confirmara el escenario presentado; Jess tena una capacitacin suficiente para la lectura del hebreo y el arameo. El contexto ms probable de esta educacin de Jess es el de la escuela si- nagogal de Nazaret, unas instituciones que comenzaron a generalizar- se a partir de la poca de Jess. No es probable, sin embargo, que Jess prosiguiera sus estudios en la casa de interpretacin.

3. Profesin

Jess vivi en una sociedad agraria, en una regin eminentemente cam-pesina, donde el sustento de la mayor parte de la poblacin dependa del campo, bien de su cultivo directo, bien del intercambio de produc- tos o de la venta de los mismos a los ncleos urbanos. Era muy fre- cuente que cada familia cultivase una pequea parcela de la que se ob- tenan productos para el consumo propio y el intercambio tradicional. En este sentido podramos afirmar que Jess era campesino, en cuanto que proceda de una sociedad campesina, basada en el cultivo de la tie- rra; incluso l mismo probablemente tuvo que cultivar la tierra. Muchas de sus parbolas utilizan imgenes propias de este contexto vital.

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LOS ORGENES DE JESSPor otra parte, el evangelista Marcos (Mc 6,3), como hemos visto an- tes, dice de modo indirecto que Jess era tektn, cuya traduccin po- dra ser tanto ebanista, como carpintero o albail o cantero o cons- tructor... Es decir, hace referencia a un tipo de artesano que trabaja en un taller con materiales duros; un tektn necesita combinar habilidad, tcnica y fuerza. Su situacin en la escala social es ms bien baja: se si- ta al nivel de subsistencia; es decir, necesita trabajar todos los das pa- ra vivir. Esta es la profesin que se le ha atribuido casi siempre a Jess. Algunos autores, sin embargo (R. Riesner; G. Vermes), mostraron que la expresin hijo del carpintero (bar naggara) se utiliz en al- gn caso en la literatura rabnica (Talmud de Babilonia, tratado Abod Zar [Idolatra], 50b) para identificar a un estudiante de un rabino; de este modo concluyen que la formacin de Jess haba sido muy inten- sa. No obstante, parecen lecturas tardas que no tienen anclaje en la poca de Jess, como hemos visto en el punto anterior.

Por el contrario, s encaja con los datos histricos de la poca de Jessla referencia al afn constructor de Antipas, tal como hemos visto an- tes. Los primeros treinta aos del siglo I fueron relativamente estables en Galilea y permitan una cierta libertad de movimiento a los habi- tantes. Tras la muerte de Herodes el Grande, una revuelta del pueblo atrajo las iras del gobernador de Siria, que redujo Sforis a cenizas el ao 4 a.C. Su hijo Antipas, siguiendo la costumbre de su padre, re- construy Sforis con mano de obra de toda Galilea, especialmente ar- tesanos (tektn). Su reconstruccin, a juicio de los datos que da el his- toriador Flavio Josefo (Guerra II, 511; Antigedades XVIII, 27), hizo de ella la ciudad ms bella; probablemente Antipas le dio la categora de capital de Galilea. La posibilidad de que Jess fuese, quiz con su padre, uno de aquellos contratados para la reconstruccin de la capital es una hiptesis plausible. Sforis est situada a 6 kilmetros al norte de Nazaret, en lo alto de la colina, como un pjaro en el nido, segn

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Qu se sabe de... Jess de Nazaret?la descripcin del Talmud de Babilonia (tratado Meguil [Rollo de Es- ther], 6a), que explica de ese modo su nombre (Zippuri, pjaro). Las excavaciones que se llevan realizando los ltimos aos en Sforis muestran algunos datos interesantes.

La caracterstica ms significativa es que se trataba de una ciudad con mezcla de cultura griega y juda, con poblacin de diferente origen, aunque probablemente en barrios diferentes. Tena, por una parte, un teatro con capacidad para unas tres mil personas y algn gimnasio y, por otra, casas con baos rituales judos (mikvot) y sinagogas. La po- blacin juda que viva en Sforis se caracterizaba por ser cercana a las elites romanas que dominaban Palestina (probablemente saduceos y sacerdotes), lo que la alejaba de la sensibilidad predominante en el res- to de Galilea. De hecho, esta ciudad sirvi de refugio a familias sacer- dotales jerosolimitanas tras la destruccin del Templo el ao 70 d.C.

4. Juan el Bautista

Tras un largo periodo del que sabemos muy pocas cosas de Jess, to- das las fuentes coinciden en presentar un episodio de su vida como el momento inaugural de su actividad misionera. Es un episodio en el que aparece Jess vinculado a Juan el Bautista pero tras el que se des- pega totalmente de l. Para comprender el alcance que pudo tener pa- ra Jess su bautismo a manos de Juan, vamos a ver algunas caracters- ticas de la vida y el mensaje de este ltimo.

La familia de Juan el Bautista era, probablemente, de origen sacerdotal(cf. Lc 1,5), pero de un grupo menor, humilde y modesto (cf. 1 Cr24,10), que sufri, como tantos otros, las afrentas y el desdn de los grupos sacerdotales ms aristocrticos de Jerusaln. Este contexto, probablemente, influy en la retirada de Juan al desierto, en su visin proftico-apocalptica de la realidad y en su discurso de denuncia con-

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LOS ORGENES DE JESStra la corrupcin sociorreligiosa que reinaba en Israel. Algunos autores sostienen que pas un tiempo en la comunidad esenia de Qumrn, pe- ro es una hiptesis que no se puede probar, aunque fuera posible. Su mensaje tena como centro la inminente llegada del da de la clera, que traera condena por fin contra aquellos impos e injustos que no se arrepintieran y fueran bautizados para iniciar una nueva vida marcada por acciones de justicia que permitieran una radical revisin del siste- ma sociorreligioso (cf. Mt 3,8-10). Las fuentes, tanto bblicas como ex- trabblicas, subrayan un aspecto importante de la predicacin de Juan: la denuncia de la trasgresin de las tradiciones judas. As, a Antipas le ech en cara su negligencia para las normas de pureza al construir Ti- berades sobre un cementerio, o las leyes conyugales al casarse con Herodas, mujer de su medio-hermano. Ah estaba la raz de los males que conllevaran la destruccin de Israel. Su retirada al desierto, fuera de la tierra de Israel, y el signo del bautismo en el Jordn sugieren que Juan simbolizaba con