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Escriben y opinan:Alfredo Alcn / Agustn Alezzo / Eduardo Aliverti / Cristina Banegas /
Horacio Barrenti / Valentina Bassi / Osvaldo Bayer / Marcelo Bilezker /Antonio Birabent / Eduardo Blanco / Graciela Borges / Atilio Boron /
Roberto Broullon / Alberto Cacopardo / Miguel Cantilo / Peteco Carabajal /Mariana Carbajal / Roberto Carnaghi / Facundo Castro / Juan Tata Cedrn /
Patricio Contreras / Tito Cossa / Marisol de Ambrosio / Graciela Daleo /Alejandra Dixon / Ariel Dorfman / Mara Teresa Dri / Estefana Enzenhofer /
Juan Fal / Julio Feld / Daniel Fanego / Jos Pablo Feinmann / Pablo Feldman /Len Ferrari / Horacio Fontova / Juan Forn / Rodrigo Fresn / Juan Gelman /
Len Gieco / Mirta Filstein / Molina Gonzlez / Fernando Gonzlez /Horacio Gonzlez / Daro Grandinetti / Vctor Heredia / Yolanda Herren / Liliana
Herrero / Marcelo Ibarra Faras / Virginia Innocenti / Ral Kollmann / Vctor Laplace /Julio Maier / Iris Maimone / Rubn March Ros / Jorge Marrale / Rodolfo Mederos /
Vctor Hugo Morales / Litto Nebbia / Adolfo Nigro / Luis Felipe No /Adrin Paenza / Teresa Parodi / Florencia Pea / Felipe Pigna / Osvaldo Piro /
Rogelio Polesello / Sergio Pravaz / Miguel Rep / Hctor Rodrguez /Cecilia Rossetto / Sandra Russo / Daniel Santoro / Renata Schussheim /
Liliana Schwab / Dolores Sol / Pepe Soriano / Eduardo Stupa / Carlos Ulanovsky /Washington Uranga / Sergio Urribarri / Lorenzo Verdasco / Ricardo Wainstein
y yo
25 AOS
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Yolanda Herren
@Mi padre don Alfredo era un hombre serio, recto, formal, responsable. Cuando se jubil pudo dedi-carse a sus dos pasiones: leer todo lo que caa en sus manos y escribir cuentos al estilo de los es-critores rusos como Tolstoi, Gorki, que eran sus favoritos. Golpeado por el terrorismo de Estado en fami-
liares muy cercanos, se vio obligado a alejarse de Crdoba, donde haba vivido sus mejores aos, a Mar
del Plata, una especie de exilio interno. Cuando apareci PginaI12 se transform inmediatamente ensu diario. Lo reciba a media maana, lo hojeaba rpido y sala a cobrar su jubilacin, a hacer trmites o
las compras. Eran costumbre las conversaciones en las colas, en la calle, en los negocios. Despus de la
siesta se sentaba tranquilo a leer el diario con tiempo, lo lea todo y con enorme atencin.
Era el 28 de diciembre. Recibi el diario como siempre, lo hoje rpido, se qued sorprendido de
las noticias de tapa pero estaba apurado y se fue. Videla preso, Aumento sustancial en las jubila-
ciones. Las noticias lo descolocaron pero lo deca su diario. Nada mejor que comentarlo en el banco,
en los negocios, con los vecinos..., nadie saba nada..., es que PginaI12 no era muy popular. Don Al-fredo insista, todos lo miraban escpticos. Volvi furioso: as anda el pas, nadie se involucra, nadie se
interesa por lo pblico. A la tarde se prepar para disfrutar las buenas noticias en detalle y ah se dio
cuenta de que haba una doble primera plana: era el Da de los Inocentes. PginaI12 perdi un lectorpor varios meses. Al fin, lo perdon, pero cuando se acordaba del papeln que pas se pona colo-
rado, furioso, y deca que un diario serio no puede hacer eso, que sera muy original pero era imperdo-
nable que se jugara con la inocencia de los inocentes.
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Adolfo Nigro
Tito CossaSoy consecuente lector de PginaI12 y
espordico colaborador. Lo que quiero
decir es que PginaI12 es mi diario. Lo
adopt desde el momento de su
aparicin, cuando asomaba,
ms que como un diario,
como una aventura perio-
dstica de pendejos bri-
llantes. Por el Gordo So-
riano me fui enterando de algunas peripecias
de la aventura. Aquella aventura juvenil cum-
ple hoy 25 aos. No es poco mrito haber atra-
vesado las turbulencias polticas y econmicas de
todo ese tiempo y seguir de pie. Con coherencia, con
su impecable tratamiento de los derechos humanos y con su
estilo que lo instal como uno de los referentes del periodis-
mo argentino.
Rodolfo MederosMi sensacin respecto de PginaI12
es que obviamente es una publicacin
casi opuesta a los dems medios de in-
formacin. Los otros no son medios de
informacin, son medios de intereses.
Pgina, en cambio, es un medio de in-
formacin y que por supuesto tiene in-
tereses pero logra su cometido, que es
informar. A veces la gente esto no lo
entiende. Hace aos que leo PginaI12. No solamente ad-
hiero por las razones que dije, sino que es un referente cer-
cano a mi ideologa. Siento que me encuentro con la noticia
verdadera, y no retocada y cambiada hasta la inversa. Ayu-
da a componer ms al mundo. Un medio debera ayudar a
entender al mundo. Y logra tener una mirada del mundo
mucho ms objetiva que otros medios. Hay mucha diversi-
dad de temas, en los suplementos. Es muy bueno el humor
con Rep, por ejemplo. La convocatoria a personalidades de
la cultura en general, como historiadores, socilogos, an-
troplogos, pensadores como Juan Gelman, Osvaldo Ba-
yer, Eduardo Galeano, por nombrar algunos que son muy
importantes, y esto habla de una intencin de presentar un
tema de la manera mas ecunime y slida posible. Por to-
das estas cosas, PginaI12 est en mi mesa de trabajo.
DEL LECTOR AL EDITOR
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Comenc a colaborar con PginaI12 en circuns-tancias muy particulares. Corra 1987, pero a msde tres aos de la salida de la Junta Militar y lainstalacin del gobierno de Ral Alfonsn, seguaanclado en Pars: un juez de cuyo nombre no
quiero acordarme haba incoado un proceso a varios compae-ros que pertenecamos entonces al Movimiento PeronistaMontonero y dictado nuestra prisin preventiva sin mayoraviso. Gabriel Garca Mrquez, Juan Carlos Onetti, OctavioPaz, Eduardo Galeano, Alberto Moravia, Mario Vargas Llosa,Augusto Roa Bastos, Jos Angel Valente y otros poetas y escri-tores de tal fuste emitieron un comunicado en el que exiganque se anulara la orden de prisin preventiva contra m y sepermitiera mi regreso a la Argentina.
Supongo que la difusin del comunicado no agrad al man-datario argentino. En una conferencia de prensa que compar-ti con el entonces presidente de Espaa, Felipe Gonzlez, va-rios periodistas espaoles le preguntaron por el caso y el Dr.Alfonsn me present como ejemplo de uno de los dos demo-
nios que azotaron al pas bajo la dictadura militar y a Astizcomo ejemplo del otro. Hay explicaciones calvas.
Horacio Verbitsky me llam a Pars en febrero o mar-zo de ese ao para invitarme a participar en lo que ca-lific de aventura periodstica: un diario de 12 pgi-nas. La idea me pareci apasionante por lo extraa.Cunta informacin poda caber en seis hojas ta-bloide y cmo competira con grandes medios quecubran puntualmente las actividades polticas,deportivas, culturales y de todo tipo del pas? Sus25 aos de existencia responden de hecho esaspreguntas.
Sacuda a Francia por entonces el juicio aKlaus Barbie, jefe de la Gestapo en Lyon y autor
de horribles crmenes de lesa humanidad de losque no escaparon ni los nios. Gracias a la red de
salvacin de nazis organizada por los servicios de in-teligencia de Estados Unidos con el apoyo de algunos
miembros del Vaticano, Barbie pudo escapar a Boliviaen 1951 donde, entre otras cosas, se dedic a apoyar la
dictadura del general Barrientos. Portaba un nombre falso:ahora se apellidaba Altman, como el rabino de su ciudad na-tal. De qu estaran hechos los oscuros recovecos que esteGestapo, apodado El carnicero de Lyon, recorri para adop-tar el nombre de un judo?
Empec a escribir crnicas sobre el proceso y no me abando-na el orgullo de que la inicial se publicara en el primer nmerode PginaI12, una aventura que sigue siendo una aventura enun pas en el que la oposicin no la construyen los polticos,sino los grandes medios impresos como Clarn y La Nacin. Lasdificultades para proporcionar una informacin equilibrada enestas condiciones son notorias. Hay demasiada mentira, dema-siada provocacin, demasiado ocultamiento de los hechos quebenefician al pueblo argentino. Y, sin duda, hay errores delGobierno que columnistas del diario no dejan de sealar. Estono socava el gran proyecto que sac a la Argentina de la ci-naga lanzado por Nstor Kirchner y que la presidenta Cristinalleva adelante con igual empuje: al revs, lo fortalece.
En 1988 pude finalmente regresar a la Argentina gracias alos esfuerzos de Horacio Verbitsky y el apoyo de Carlos Auye-ro. PginaI12 me abri inmediatamente sus puertas y pocodespus resolv radicarme en Mxico. Ahora escribo columnassobre poltica internacional, una materia que siempre me apa-sion, tal vez porque en mi niez de los aos 30 estall laGuerra Civil espaola y muchos chicos del barrio juntbamosel papel plateado de los chocolates y de los atados de cigarrilloporque nos decan eran para hacer balas para los republica-nos. Formbamos bolas enormes y nos desafibamos a verquin apelotonaba la ms grande. Es que me preocupa profun-damente la atmsfera blica que se adue del mundo, creadapor la avidez imperialista: puede conducir a una guerra nucle-ar. La economa dicta la poltica, hoy convertida en cortesanade los grandes intereses. Se viven tiempos srdidos y el Poderquiere empobrecernos y uniformarnos el espritu con la inten-cin de convertirnos en tierra frtil para cualquier autoritaris-mo.
Por todo esto y mucho ms, el orgullo de trabajar en Pginame sigue acompaando y me acompaara hasta que me vayaa tocar el violn en otro barrio. Digo, si antes no me echan.
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PginaI12Por Juan Gelman
Marisol De Ambrosio
@Mi pap le compraba el diario a Susana, quele tena reservado un ejemplar todos los d-as. Porque en Santa Rosa es as, el diario llega
tarde y, como vienen pocos, mejor que le pidas a
Susana que te guarde uno. Tena seis o siete aos
y el tipo tir el Pgina en la cama grande, o inten-
t, porque sin querer me lo tir a m, que estaba
acostada usurpando el lugar del diario. Y le prest
atencin por primera vez. Antes no me haba per-
catado de su existencia, pero el PginaI12 estabaah y me interpelaba. Con tinta invisible, algo es-
criba el diario: fragmentos de mi historia. (Claro
que para ese entonces yo no lo saba.)
Pero me sigui por todos lados; a veces apare-
ca de incgnito en mi habitacin, y la verdad es
que no pude rechazarlo. Me caa bien, me intere-
saba, tanto que se me antoj ser periodista de
grande, que empec a recortar noticias y guardar-
las en una carpeta, tanto que despus me dio pe-
na tirar todo el diario y an hoy mi mam me rue-
ga que la deje desechar esa pila infinita de
PginaI12 que atesoro en el placard.Por 2002 ya PginaI12 no poda estar todos
los das en mi casa porque nada poda permane-
cer todos los das en una casa cuando no sabas
si el Presidente poda estar maana en el silln
de Rivadavia. Por esa poca el diario sola decir-
me, solamente los domingos, que no toda la pol-
tica es una caterva de mierda. Por el contrario,
haba bastante por qu indignarse pero ms para
cambiar. Bueno, yo ah pintaba graffitti noms,
pero tambin una tira de Rep (de quien estaba
perdidamente enamorada) en la pared de mi ha-
bitacin en donde Auxilio respiraba olor a pata, a
flores, a no s qu ms y, feliz, deca algo as co-
mo Argentina, un pas con todos los olores. Y
fue en esa poca de locura cuando con el diario
nos hicimos los mejores amigos. No s si me de-
ca la Verdad, pero al menos, era sincero. And-
bamos de ac para all para todos lados, siem-
pre que poda salir del kiosco l, por supuesto.
Por suerte despus de 2003 el Pgina apareci
ms seguido por casa. Y la primera maana que
amanec en la rutina de Buenos Aires, que se ha-
ba convertido en mi nueva ciudad, lo compr yo
por primera vez, y hasta hoy est ac, conmigo, el
loco, el gracioso, el culto, el transgresor, el amigo,
que desayuna todos los domingos a la maana,
que le gusta guardar cachitos de historia en sus
tapas, que comenz en el alfonsinismo, atraves
con dignidad el menemismo, sufri horrores du-
rante la Alianza, denunci en el duhaldismo y hoy
festeja; siempre con humor, que es la mejor mane-
ra de amanecer todos los das. Dicen que 25 aos
no es nada, pero en Argentina se reflejan como
una eternidad de sensaciones. 25 aos que va a
cumplir PginaI12 y 25 aos que, cuatro dasdespus, tambin voy a cumplir yo.
DEL LECTOR AL EDITOR
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Empec a trabajar en periodismo a los 19 aos.Una dcada despus, sali a la calle PginaI12.Todo lo anterior hoy para m es una nebulosa dela que brotan imgenes de redacciones que inde-fectiblemente eran PHs mugrientos por los que
circulaban jvenes de vocaciones imprecisas, y ms tardelas dos redacciones de Humor, donde viv esa explosin desintona opositora en plena dictadura. Despus, con la pri-mavera democrtica, vino la experiencia televisiva de Ca-ble a Tierra, algo de radio, alguna colaboracin, y de prontola duda y el desencanto. Era yo periodista? A qu me de-
dicaba exactamente? No haba trabajado esos diez aos en diferentes
medios con la actitud que hoy les veo a los estu-diantes de Comunicacin. No saba nada de co-municacin. No exista esa carrera y no quera te-
ner una carrera, ni saba si tena algo que decir. Ha-ba encontrado a mi paso dos hitos El Expreso Imagina-
rio y Humor, pero todava pensaba todo poda haber sido pura casua-lidad. Todava en los formularios pona en ocupacin: estudiante. Des-confiaba de los medios y estaba buscando trabajo de otra cosa cuando me
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Len GiecoLeer Pgina no es solamente leer un diario para enterarse
de las noticias, que estn en todos lados. Pgina es un pe-
queo librito de todos los das. Luchas de mujeres, explica-
ciones de libros y Radar son parte de una gama de infor-
macin con la que me siento identificado. En Los Salieris
de Charly digo que el uno por ciento quiere esto torcer.
Lo dije cuando Menem iba a dar el indulto, porque nada
ms que 350 mil personas se manifestaron en contra. Lo
que quiero decir es que los mensajes de Pgina/12 (que
se plasman no slo en las noticias duras sino
tambin en los anlisis) podran ser entendi-
dos por un uno por
ciento de las personas
que habitan la Argenti-
na. Despus de todo,
es un gran nmero: son
algo as como 400 mil per-
sonas. Estara bueno que la
gente tenga acceso a P-
gina, que es un diario
que no slo presta
atencin a la informacin actual sino
que tambin est pendiente de las lu-
chas por los derechos humanos e in-
cluso ocupa parte de sus hojas con fo-
tos de los desaparecidos. Adems, tie-
ne un staff increble de intelectuales que
escriben cosas profundas y serias, como
Russo, Sasturain, Bayer, Forn, Blejman,
Bruchstein, Dillon, DAddario, Fabregat, Kiernan,
Paenza, Veiras, Soriani, Wainfeld, Verbitsky, Gelman. Me
siento identificado con el diario y me resulta un problema
cuando no lo tengo. De hecho, hasta lo menciono en una
Una mirada sobreel mundoPor Sandra Russo
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dijeron que haba un diario nuevo que se llamaba PginaI12.Cuando empec a ir todos los das a la vieja redaccin de la calle Per
un piso alto, un nico ascensor que se atascaba entre pisos varias vecespor da, un laboratorio fotogrfico instalado en el bao, muy pocas si-llas, para m se cruzaron dos espacios que nunca, hasta entonces, se ha-ban rozado. Mi historia, que era la de alguien que no haba sufrido enlo personal el terrorismo de Estado pero que haba intentado desde laadolescencia agrietar la pared de la dictadura desde medios alternativos,se cruz con las historias de los compaeros que volvan del exilio o quetenan familiares desaparecidos.
El encuentro fundamental con este diario, en mi vida, signific laconciencia plena de lo que yo misma haba vivido un poco zombie.Aqu termin de entender la dimensin del genocidio mucho antes deque se lo llamara as, conoc los pliegues ms ntimos del dolor de lasdesapariciones, las caras y los cuentos de los que haban estado presos oexiliados. Absorb el eje de una lnea editorial como una idea rectora demi propio trabajo. Cumpl muchas funciones y roles a lo largo de losaos, y ninguno fue especficamente derechos humanos. De hecho, re-cuerdo que muy al principio me toc ir a hacer una entrevista a un gru-po de ex detenidos en la sede de Familiares. Era en un subsuelo, el grupode personas que estaban all empezaron a relatar las torturas a las quehaban sido sometidas, me empez a faltar el aire y me desmay. No esque sea de impresionarme fcil, pero sa fue la primera vez que escuchlos testimonios directos de ex detenidos en campos clandestinos.
Pero ese eje, sin que nadie lo instruyera concretamente, se reparta entodas las secciones y terminaba siendo el filtro de una mirada sobre elmundo. Cuando una dcada despus, en 1998, estbamos discutiendo elnmero cero de Las/12, surgi el tema de tapa la idea fue de MaraMoreno que ejemplifica cmo un eje editorial puede derramarse sobrediversas cuestiones, incluso las que nunca eran visibilizadas desde losderechos humanos. Era una poca en la que la Capital estaba horroriza-da por las travestis y se peda zona roja. El primer nmero del suplemen-to de mujeres dedic su tapa a El Cliente. La nota viraba el inters
desde las travestis hacia quines y por qu requeran sus servicios. Enningn otro medio se haba mirado desde ah ese tema.
Desde mis primeras experiencias en revistas contraculturales en la dic-tadura a los largos aos de trabajo de redaccin en PginaI12, no hubosalto, no hubo quiebre, sino continuidad y refuerzo de un punto de vista.Suelo afirmar, en virtud de debates ms recientes, que ningn periodistaen ningn medio del mundo escribe siempre todo lo que quiere, pero quetenemos mucha suerte los que nunca hemos puesto nuestra firma a algocon lo que no estuviramos de acuerdo. Y que lo mejor que le puede pa-sar a alguien que trabaja en medios es encontrar uno que tenga ms omenos las mismas restricciones que la propia conciencia. Para muchos delos que ramos jvenes cuando las posiciones dominantes estaban muylejos de ser ledas as, y cuando sus lneas editoriales eran la continuidaddel ser nacional que detestbamos, PginaI12 fue la balsa que mantu-vo a flote criterios que durante mucho tiempo fueron minoritarios.
El punto de vista sobre el gatillo fcil, sobre la pena de muerte, sobre elaborto, sobre la eutanasia, sobre las Guerras del Golfo, sobre el Consensode Washington, sobre el Pacto de Olivos, sobre la teora de los dos de-monios, sobre la diversidad sexual, sobre la despenalizacin de drogas,sobre Reagan, Thatcher y Bush, sobre el FMI, sobre la justicia por manopropia, sobre Medio Oriente, sobre las privatizaciones, sobre el surgi-miento de los piquetes, sobre el estallido de 2001, sobre los asesinatos deKosteki y Santilln, en fin, el punto de vista general del diario se mantu-vo tenso y firme siempre, y a partir de ese eje se abran los debates.
Y un prrafo aparte, el ltimo, merece el otro pilar de PginaI12, eseal que le estamos tan agradecidos los que desde adentro o desde afuerade la redaccin pudimos contar con un medio grfico que siempre seapropi de algo que los medios dominantes se sacaron de encima comouna molestia, como un plus innecesario: la buena escritura. La lista degrandes plumas es extensa, pero lo que ms he valorado siempre, porques que eso slo ha florecido en este diario, es el cuidado del rigor y labuena sintaxis en cada prrafo de cada nota de cada redactor.
Eso no es cosmtico, es poltico.
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Homenaje desdelejos a PginaI12en sus veinticincoaos de tenacidadPor Ariel Dorfman
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cancin. Me acuerdo que estaba haciendo un reportaje en
Uruguay y estaban Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Ru-
bn Rada y Daniel Viglietti. Cuando cant a Galeano la par-
te de Los Salieris... que dice compramos el Pgina, lee-
mos a Galeano, cantamos con la Negra, Benedetti me dijo
que era una buena presentacin respecto de lo que piensa
una persona. Otra ancdota que quiero recordar es que to-
qu con Mundo Alas para los 20 aos de Pgina/12, en un
concierto para los lectores. Parte de la promocin de la pe-
lcula la hizo el diario, y el ltimo Luna Park que figura en la
pelcula es el que hicimos para l. En varias partes de la pe-
lcula los chicos dicen que suean con tocar en el Luna.
Pancho le reza al Gauchito Gil y le pide eso. Y al final toca-
mos! Me une una relacin muy fuerte con el diario, tambin
de trabajo.
Patricio ContrerasPginaI12 fue una enorme novedad
por su rotunda grfica. El nombre cre
una gran intriga. Los ttulos tenan un
enorme ingenio y causticidad. Fue una
irrupcin en medio de un panorama en
que lo ms divertido era Clarn, mien-
tras que La Nacin tena una manera
muy complicada y conservadora de ti-
tular. Con su irreverencia, Pgina nos
interpretaba a los que habamos sido jvenes en los seten-
ta y tenamos nimos de romper con las cosas, por eso nos
identificamos con su ruptura, que no era slo formal sino
tambin de alma. Despus de aos de oscuridad apareca
la luminosidad a travs de la creacin, la falta de solemni-
dad, la insolencia, la inteligencia y el humor. Entonces nos
hicimos socios y fanticos de ese club.
Sigue siendo un diario con una presencia muy fuerte. He-
mos admirado a muchos periodistas en la poca en que la
prensa se transform en una especie de fiscala que cues-
tionaba lo que se nos ocultaba. Mantiene un espritu crtico
hoy, cuando hay una gran coincidencia entre la lnea edito-
rial y la gestin del Gobierno. Es una crtica desde una po-
sicin que se asume. Eso es saludable en una poca en
Ya no recuerdo cundo me di cuenta de la existencia dePginaI12 ni cundo por primera vez le una de sus ediciones,ni menos cundo comenc a colaborar en forma permanentecon mis opiniones y cuentos. Pero tienen que haber sido So-riano y Toms Eloy y por ah Juan Gelman, uno de aquellos
amigos del alma tiene que haberme seducido y no lo pens dos veces, ley escrib y de a poco me fui acostumbrando a que era imposible una visitaal Buenos Aires donde haba nacido sin encontrarme para un almuerzocon Ernesto Tiffenberg, un ritual en que aprenda yo sobre lo que preo-cupaba a los argentinos y l me interrogaba sobre Estados Unidos y elmundo extranjero por el que yo vagaba.
El mundo extranjero. Es ah donde quiero apuntar. Otros podrn contarlo que ha significado tener un peridico tan lenguaraz y provocativo y plu-ral y creativo en un pas al que vaya si le haca falta.
Lo que me toca es agregar una perspectiva desde lejos, desde la vida dealguien que perdura en la distancia y que, desde esa distancia, sigue el dia-rio casi todos los das. No me refiero slo a la Internet. Eso sera algo priva-
DEL LECTOR AL EDITOR
Marcelo Ibarra Faras
@Hace exactamente diez aos comenzamos nuestro primer programa de radio enColn, Buenos Aires. La nica publicidad que tenamos era de un puesto de diariosy revistas que, en rigor de verdad, ms que una pauta publicitaria era un canje. El diariero
nos daba, religiosamente, un PginaI12 a cambio del auspicio de las noticias. Luego deun par de temporadas el ciclo lleg a su fin, dado que sus integrantes emigramos para
distintas ciudades a estudiar. Alguno se fue para Rosario, otro para Crdoba (supe que al
diariero se le cas una hija en Rosario). En mi caso, a Lomas de Zamora para estudiar pe-
riodismo. Lo que rescato de aquella primera experiencia en la radio es que nos permiti
meternos en el mundo de las noticias, ayudndonos a tomar el hbito de la lectura.
Recuerdo que mi primer trabajo lejos del pago fue de camarero en un caf y que cada
noche me peleaba con el Gordo Andrs para rescatar el diario del revistero. No mucho
despus, ya como empleado de una aseguradora, me hice amigo de otro diariero, que
traa todos los diarios y me obligaba a llegar temprano para poder leer Pgina antes que
llegaran los gerentes. Con este querido diariero asistimos al recital de Len en el Luna
por los veinte aos de PginaI12.Por esas jugarretas del destino hemos cortado el vnculo personal. Hace tiempo que no
tengo noticias de estos personajes, ni de los diarieros ni de los integrantes de aquel progra-
ma. Por las dudas, cada maana les mando el chiste de tapa por mail, con la esperanza de
que, estn donde estn, cada uno siga leyendo el Pgina, como tratando de mantener el
vnculo desde distintas ciudades, grandes y chicas, a travs de nuestro diario.
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do, cosa de cada cual. De lo que se trata es de que en forma muy fre-cuente, cuando leo noticias sobre la Argentina en el New York Times oThe Guardian de Londres o Le Monde, el corresponsal habla de algunainvestigacin, algn comentario, alguna noticia, que proviene de undiario llamado absurdamente PginaI12. En efecto, la influencia denuestro pasqun, como Soriano me lo describi con orgullo ciertatarde en el Caf Tortoni, excede en mucho los lmites de la repbli-ca rioplatense.
No estoy negando la importancia del Clarn o de La Nacin. Pero esto es lo que puedo aportar desde la remota y cercana lati-
tud desde la que escribo: muchos lectores extranjeros que no ha-blan ni una palabra de castellano y jams han pisado la Avenida deMayo, conocen los secretos y vaivenes de la Argentina por medio deun peridico que comenz a circular en forma tan modesta y local yque fue creciendo hasta convertirse en una victoria del pueblo ar-gentino y de sus intelectuales y de su izquierda mltiple y dis-gregada y necesaria.
Una victoria inslita. Que nadie hubiera podido profetizarveinticinco aos atrs.
Y para terminar: un consejo, el que yo le doy a Tiffenbergen esos almuerzos interminables en cada visita ma.
Tienes que escribir, tienes que hacer que alguien escriba,que alguien recoja los testimonios, la historia secreta y pbli-ca de Pgina, para que no se pierda, que est al alcance de todosen un libro, en un reportaje extenso, para que se sepa cmo sehizo el milagro.
No hay que esperar otros veinticinco aos tenaces.Ya es hora.
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que los golpes bajos, el rencor y la defensa despiadada de
intereses privados transforman al periodismo en una cosa
poco respetable. En las guerras los primeros que pierden
son la verdad y la sociedad. PginaI12 contribuy a escla-
recernos en esto que es una evidencia no slo en la Argen-
tina: las empresas periodsticas se transformaron en defen-
soras de intereses privados. En cuanto a mi relacin perso-
nal, el diario ha sido muy generoso al publicarme notas
cuando tuve necesidad de expresarme. En 2005 publicaron
una historia que me ocurri a m. Y en el primer aniversario
de diciembre de 2001 pude expresar lo que haba significa-
do para m, como chileno, ser testigo y protagonista de
aquellos das. Adems, con las publicaciones de DVD, pel-
culas y libros, y promocionando espectculos teatrales, el
diario ha contribuido tambin con una gestin cultural. El
espacio para recordar a los desaparecidos siempre impre-
siona. No puedo dejar de mencionar a Rudy y a Paz: me es
enormemente gozoso arrancar el da con esa agudeza a
prueba de bostezos y aburrimientos.
Vctor HerediaDesde que comenc a interesarme
por la realidad social y poltica de nues-
tro pas, los diarios fueron la mejor
fuente de informacin que tuve. Pero
como mucho no confiaba, me haba to-
mado la costumbre de hojearlos a to-
dos y comparar las opiniones de cada
uno respecto a los temas fundamenta-
les. Dura tarea la de leer entre lneas y
tratar de encontrar la verdad en el espacio que se generaba
entre los evidentes intereses corporativos y las expectati-
vas de la gente.
Haba, por supuesto, otros peridicos analticos y exclu-
sivamente partidarios, pero nunca pude aceptar historias
digeridas por miopas sectarias o, en todo caso, noticias
donde la crtica pareca ser el actor principal antes que la
bsqueda de la solucin posible. Por eso, ante la llegada
de PginaI12 casi de la mano de la democracia, aquella ta-
rea se allan y encontr en muchos de sus artculos la re-
flexin y la sntesis que mi modesta militancia necesitaba.
Por eso agradec como lector la extraordinaria posibilidad
de adentrarme y tratar de comprender nuestro devenir des-
de un periodismo crtico, pero sin el sectarismo propio de la
poca que nos tocaba vivir.
Como artista casi siempre me sent halagado y sanamen-
te reconocido, sin el empalago propio del compaerismo
mal entendido. Aprend a enriquecerme con las voces de
quienes tenan a su cargo las pginas culturales y tambin
a sacar partido de sus comentarios sobre mis conciertos.
Hace veinte aos que escribo en PginaI12. En los setenta ha-ba escrito en Envido y a partir de 1983 en Humor y antesen 1981 en Medios y comunicacin. La etapa de Hu-moR fue muy fructfera y me transform en un tipo conoci-do, como deca Carlos Trillo que ramos: Conocidos, no
famosos. Sucede que HumoR tena la costumbre de poner la foto del co-lumnista junto a su columna. PginaI12 no. La diferencia es que durantelos aos de HumoR si caminaba por la zona del Teatro San Martn solaescuchar: Uy, mir, se escribe en HumoR. Pero me conocan por la fo-to. Supongo que en PginaI12 por algunas cosas ms.
Es imposible decir qu significa este diario para m. Veinte aos no esnada, y tal vez sobre todo si lo canta Gardel sea cierto. Pero los que pasen Pgina fueron muchos. Y algunos de ellos los mejores de mi vida.
Mi primera reunin fue con Luis Bruschtein, y me ofreci la contratapadel sbado. La compart con Osvaldo Bayer durante toda la dcada del no-
Una de esas cosaspor las que la vidamerece ser vividaPor Jos Pablo Feinmann
DEL LECTOR AL EDITOR
Alberto Cacopardo
@La memoria es un fueguito siempre encendido, y al abrigode su calor nos reunimos y nos reconocemos en el blancoy negro de la vida y en lo incomprensible de tanto dolor. La me-
moria son los compaeros y compaeras en tiempo presente,
una instantnea juvenil y alegre que siempre nos interpela, nos
modela y nos anima en esta barrosa artesana de intentar cam-
biar el mundo. Desde 1988 en que publicamos el primer recor-
datorio, fuimos nombrando a nuestra querida compaera Ivon-
ne (Mara Eugenia Irazuzta) de diferentes maneras, y este espa-
cio brindado por PginaI12 fue esencial para compartir cadanueva sensacin.
En 1996 expresbamos: 20 cumpleaos sin vos y 20 aos
de tu asesinato, en el 2006: A 30 aos de tu ausencia recuer-
dos imborrables, sueos truncos, vidas deshechas/ Amanece y
no ests/ Aparecieron de repente y sin consultar decretaron tu
muerte/ Impunemente nos quitaron tu presencia amparados en
el anonimato pblico del poder de las armas. Y la Justicia? No
s, es lenta, no es...
Especialmente durante los aos 90, donde la impunidad
marcaba el rumbo de las polticas estatales, los recordatorios se
transformaron en un verdadero refugio de resistencia para no
renunciar a la lucha por la verdad y la justicia. Gratamente, des-
de el 2010 celebramos que estn siendo condenados los res-
ponsables de tanta primavera robada y marchitada.
Esta memoria, que aviva con generosidad y compromiso
PginaI12, nos contiene profundamente, nos pertenece, es va-liente e incalculablemente poderosa para nuestro presente y
nuestra historia.
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venta y la pelea con el menemismo. Mi primera contratapa llev porttulo Ignotos y famosos. Se basaba en algo que haba publicado la re-vista Caras sobre Graciela Alfano. Me detuve ante un kiosco y no po-da dejar de mirarlo: se trataba de un texto notable, reflejaba el alma deuna poca: Vimos a Graciela Alfano con un ignoto. Deduje que la luchade clases se expresaba as bajo el rgimen de ese seor al que Eduardo Ali-verti suele llamar ignoro por qu la rata. Ya no burguesa-pro-letariado. Ahora ignotos y famosos. Poco despus publiquun libro con ese ttulo.
Pero PginaI12 tiene un suplemento dominical que en miopinin es el mejor de todos los que se hacen en este pas. EsRadar, y su editor fue primero Juan Forn y despus Juan Boido.Mi trabajo con Boido lleva largos aos y muchas satisfaccio-nes. Casi todos mis trabajos sobre cine fueron publicados ah yluego en dos distintos libros: Pasiones de celuloide y El cinepor asalto. Adems, en Radar, escrib sobre muchas otras cosas. En snte-sis, lo que Boido me pide yo lo escribo. Descuento que debe ser un temanecesario, importante.
Durante la ltima dcada, PginaI12 segn dicen muchos se vuelveoficialista. No creo. En este diario publiqu algunas de las notas ms crti-cas sobre el kirchnerismo. Pero seriamente, guiado por la racionalidad, laprecisin, y no por el odio de barricada, o de letrina. Dejemos, sin embar-go, esto. No vale la pena. Debo, s, decir que en este diario (que es mo,sentimiento que comparto con muchos otros: es nuestro diario, nuestra ca-sa, nuestro refugio) hice apoyado por mis amigos y hermanos de la direc-cin, de la conduccin de este barco firme que navega impulsado por elviento de sus convicciones cosas que jams pens hacer: 55 suplementosdominicales de filosofa y 130 de filosofa poltica del peronismo. Es algoque en ninguna otra parte habra podido hacer. Y no me refieroslo a la Argentina. De aqu que hablar de PginaI12 sea hablarde mi vida, de mis sueos, de un proyecto colectivo y militanteen el que cre, en el que creo y en el que espero seguir creyen-do, ya que es un milagro cotidiano, un aire fresco, una cariciade la historia. Una de esas cosas por las que la vida aun en susmomentos ms duros, que no son pocos merece ser vivida.
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Octubre del ao 2005. Un bar cualquiera, cerca de la vieja redac-cin de PginaI12 en la calle Belgrano. Ernesto (Tiffenberg)revuelve su caf sin demasiada conviccin, como si estuvieratomando carrera para plantearme algo. Me haba citado all, demanera que algo tendra que decirme. Me mira a la cara y me
dice:Quiero que empieces a escribir en el diario.Yo? pregunt para ganar tiempo. Sobre qu? agregu sorprendido ge-
nuinamente.Quiero que escribas la contratapa una vez por semana. Escrib sobre lo que
quieras (sic).Ernesto, ests loco? Yo estoy haciendo ahora programas sobre ciencia y es-
cribiendo libros sobre matemtica. Qu contratapas vas a hacer con eso?Vos escrib sobre lo que quieras, matemtica, ciencia..., no importa. Quiero
que escribas en el diario.Tengo que entender entonces que, si yo quisiera escribir sobre el teorema
de Pitgoras, vos lo vas a publicar en la contratapa de Pgina...S. Sobre lo que quieras.Quera compartir este episodio porque, para m, hay un antes y un despus
de ese encuentro con Ernesto. El ofrecimiento para escribir en el diario no lotom como una posibilidad profesional (que ciertamente lo fue), sino comoun privilegio: empezara a firmar en el diario que recibo desde que apareci yal que me afili desde el primer nmero. Ese encuentro, esa charla, tuvo unvalor personal que l nunca podr entender.
El 6 de noviembre del ao 2005, en la contratapa de PginaI12 apareci laprimera columna que escrib oficialmente para el diario. Fue la historia sobrelos Puentes de Konigsberg, un problema planteado en el siglo XVIII que fuemagistralmente resuelto por el matemtico suizo Leonard Euler. Ese problemaes considerado hoy como uno de los iniciadores de la Topologa, una de las ra-mas de la matemtica, y tambin de la Teora de Grafos. Cuntos diarios enel mundo estn en condiciones de decir que publican material parecido?
Ah, y antes que me olvide: el teorema de Pitgoras, con demostracin in-cluida, apareci tambin. Fue publicado en julio del 2007 y, por supuesto, talcomo se haba comprometido Ernesto, sali en la contratapa. Una vez ms:
cuntos diarios en el mundo se pueden permitir semejan-te desatino?
Eso es Pgina. Eso fue siempre, desde el comienzo.PginaI12 lleg para patear el tablero, para cambiar loscontenidos y tambin las formas. PginaI12 fue transgre-sora. Irrumpi en los medios escritos y los hizo cambiar atodos. Sus periodistas entraron discutiendo las verdadesimpuestas por los aos. Y, en el camino, se llevaronpuesto un modelo del que se sirvi la prensa pre-Pgina.Cambi el lenguaje, impuso el periodismo de investiga-cin y, ms all de la opinin, impuso el valor de la infor-macin.
Gabriel di Meglio es doctor en Historia, columnista deCientficos Industria Argentina. Se especializa en la historiaargentina de los siglos XIX y XX. Hace unos das, mien-tras grabbamos una de sus columnas, coment que la for-ma que tienen los historiadores de encontrar datos en lu-gares donde en principio parece no haberlos es a travs dela documentacin judicial de la poca. Le ped que am-pliara un poco ms. Y me dijo:
Investigar la historia de la gente comn, sobre todo dela ms popular en sociedades previas a la educacin for-
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Pgina fue uno de los pocos diarios que acept sin prurito
alguno mi llegada a la literatura y salud con beneplcito
tambin mi obra indigenista Taki-Ongoy all por 1986,
cuando casi todos los medios grficos y muchas radios se
rasgaban las vestiduras siguiendo las indicaciones de los
sectores ms conservadores, persignndose al tiempo con
una Iglesia que segua dictando con paso firme la burda
historia oficial sobre la conquista y me acusaba de anticris-
tianismo cuando, en realidad, quien escribe denunciaba el
genocidio de los pueblos originarios de Amrica a manos
de falsos cristianos, con la nica intencin de incorporar
esa parte al escaso y tendencioso resto.
Pgina me dio tambin la oportunidad de debatir con el
maestro Sabato, justamente sobre este tema tan caro a
nuestro sentido de pertenencia e identidad, regalndome el
mismo espacio de la contratapa para responderle como yo
crea que deba mirarse la conquista y la posterior coloniza-
cin para no caer en errneas consideraciones que no me-
recen los victimarios, pero mucho menos los descendientes
directos de los pueblos victimizados. Por todo ello y por el
periodismo sincero y las puertas abiertas al sentir popular
es que los abrazo y agradezco todas las cortesas que tu-
vieron con un servidor, cuyo mejor premio es sentirse ami-
go de la casa, pero tambin fervoroso lector y agradecido
ciudadano.
Pepe SorianoSoy lector de PginaI12 desde que
sali. Ha pasado por muchas etapas,
pero en general ha tenido una escritura
inteligente. Quienes queremos tener
una idea de la realidad podramos leer
no slo Pgina, pero no podramos leer
solamente los otros diarios. No queda
otra alternativa. Eso sin contar que hay
plumas amigas y otras brillantes aun-
que no las conozca personalmente: Tito Cossa, Bayer, Ver-
bitsky, una cantidad de gente realmente notable desde to-
do punto de vista. Ojal que siga saliendo.
Jorge MarraleCuando Pgina sali fue una alterna-
tiva pensante. Yo era un gran lector de
La Opinin, y su desaparicin me repre-
sent una prdida. El nacimiento de
Pgina abri una perspectiva distinta,
aunque no era una continuidad de La
Opinin: tena una impronta distinta,
una tapa siempre sorprendente como
Qu diario seatrevera a publicar elteorema de Pitgoras?Por Adrin Paenza
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mal masiva, obliga a utilizar documentos en los que sepuede percibir indirectamente a este sujeto (que, por otraparte, es la mayora de la poblacin). Los letrados deja-ron memorias, autobiografas, diarios personales, cartas,escritos en la prensa y otros documentos en los cualesse pueden indagar sus acciones, pensamientos, etc.En cambio, como esos documentos raramente exis-ten para el mundo popular, se apela aotras fuentes.
Por un lado, lo que dicen de lesos letrados de las elites, cuya mira-da sobre lo popular suele ser despre-ciativa, temerosa o paternalista, conlo cual hay que tomarla con muchos recau-dos. Tambin son tiles los documentos que produ-cen los viajeros que pasaron por un territorio, que descri-ben para su tierra de origen cmo es la poblacin del lugar que visi-tan, siempre resaltando lo ms extico. Y por supuesto los docu-mentos que genera el Estado para controlar a los sectores bajos, los artcu-los de prensa que hacen observaciones sobre las clases populares.
Pero los documentos ms provechosos son los que brindan la informa-cin para abordar ms profundamente lo popular: solicitudes a los gobier-nos (escritas a pedido por otros), cancioneros cuando los hay y, sobre to-do..., los juicios.
La documentacin judicial es privilegiada porque ante un episodio X sehacen interrogatorios a acusados, vctimas y testigos en los cuales sus di-chos permiten aproximarse a sus vidas, ideas, costumbres, etc. Por supues-to, tienen sus complicaciones: los implicados quieren desligarse de todo,hay un juez presente que inquieta a quien habla y no sabemos cun fide-digna es la transcripcin. Aun as, son las fuentes que mejor nos permitenescuchar la voz de gente que no ha dejado otros rastros, y nos dan lasensacin de internarnos en el universo popular. En general, al terminarel interrogatorio, los implicados firman con una cruz al pie por no saberescribir su nombre. Estos documentos slo dan indicios, pistas, que permi-ten una reconstruccin fragmentaria del pasado de estos grupos, pero engeneral es lo mejor con lo que contamos.
Por qu cont todo esto de Gabriel? Porque megustara reflexionar con usted: qu hubiera pa-
sado en estos 25 aos si no hubiera existidoPginaI12? Por supuesto que no se aplicaralo que suceda en el siglo XIX, ni tampocopretendo afirmar que PginaI12 fue el nicomedio que cont la otra parte de la historia,pero seguramente nadie lo hizo con tanta
consistencia. Se convirti en el diario que les dio lugar a
las minoras, el diario de los debates, el diarioque expuso sistemticamente el revs de la trama.PginaI12 tiene ganado un lugar en el paraso de
la prensa argentina por el lugar que ocup y ocupaen el tema de los derechos humanos, por su incesante
bsqueda de la verdad. Fue el lugar para las Madresy las Abuelas, pero tambin para los Padres y losHijos, vctimas de la parte ms oscura de nuestrahistoria.Y hoy, un cuarto de siglo despus, PginaI12 si-
gue siendo el diario que intenta mirar las cosas des-de el ngulo de la gente, de las grandes mayoras, diferencindose cla-ramente de lo que propone la corporacin meditica.
Sin PginaI12, la historia se podra recomponer como suceda en el si-glo XIX, pero su presencia nos hizo y nos hace ms ricos, mejor educadosy ms preparados para enfrentar al discurso dominante. No es poco.
Por eso hoy, con el orgullo de sentirme parte, quiero festejar estos pri-meros veinticinco aos de vida felicitando a todos mis compaeros deldiario, a todos los que lo hicieron grande y los que lo producen todos losdas.
En todo caso, estoy invitando al lector a pensar que ms all de si ustedest de acuerdo o no con su lnea editorial o con las opiniones que aqu sevierten, gracias a lo que se public en PginaI12 en estos ltimos 25 aosestamos ms cerca de poder escribir una historia ms ajustada a la reali-dad, y con periodistas que ciertamente pueden aportar algo ms que unacruz al pie de sus artculos.
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lograr un pas en libertad yen democracia. Y la bs-queda mxima, cmo ter-minar para siempre con lasdictaduras militares quehumillaban cada vez enforma ms brutal la historiaargentina. Y comenzaronlas bsquedas, los errores,las repeticiones de expe-riencias fallidas, las espe-ranzas. Alfonsn primero,con su aspiracin un pocodesorientada de lograr unnuevo pas, con su la casaest en orden cuando lopeor de lo uniformado que-ra volver a lo de antes, ytrat de resolver mirandohacia adelante con esadesdeable obediencia de-bida y la ddiva del pun-to final. Pero se hicieronlos juicios a los responsa-bles que s valieron por lomenos en la difusin am-plia de los crmenes del po-der. Es que, claro, los orga-nismos de derechos huma-nos haban despertado parasiempre y no se conforma-ban con discursos. Dardos pasos adelante paradar luego uno atrs otres atrs, y quedar fi-nalmente con el paso alcostado. Pero el debatecontinu, la libertad enlas calles. Al mismotiempo, el desasosiegoeconmico. La infla-cin en ese 1988, la fie-bre activa que termina-ba con la tranquilidadque necesitaba un pue-blo para resarcirse delos aos trgicos y mi-rar con esperanza el fu-turo. Pero de nuevo losuniformes demostraron
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an hoy y los chistes de primera pgina. Y siempre tuvo
algo vinculado al libre pensamiento. Si hay algo que resca-
to es el espacio para la libertad. Esos espacios son inclau-
dicables. A pesar de haber tenido modificaciones en el
tiempo, sigue siendo uno de los diarios ms importantes en
el sentido de que la opinin volcada es sesuda, pensada,
nunca carne podrida. Tiene una actitud frente a la realidad
por supuesto que subjetiva. Su subjetividad es acorde al
pensamiento progresista de una gran cantidad de argenti-
nos. A m me reconforta.
Estoy un poco alejado del periodismo escrito, quiero
escucharme a m y ver qu me pasa con la realidad, pero
Pgina sigue siendo un referente indudable. Siempre es-
tuvo del lado de la conciencia solidaria y social, y siem-
pre tuvo claridad poltica. Ha pasado por momentos crti-
cos, pero tambin fue crtico de su momento crtico. Al-
gunos podrn decir que su tendencia es favorable al Go-
bierno, pero me parece que tambin es crtica: no es so-
lamente un seguidor obsecuente. Radar sigue siendo im-
prescindible. Cada vez alcanza ribetes ms importantes,
siempre hay algo para descubrir. Y es un suplemento pa-
ra tener durante toda la semana. Pgina es el pensa-
miento crtico en accin. Me da felicidad que un diario en
la Argentina, con todas las vueltas y los problemas que
tiene, pueda sostenerse en el tiempo. Me gustan quienes
escriben, las tapas, las crticas, las notas de Verbitsky
que son para copiar, guardar y recordar. En el 87 falta-
ban dos aos para que entrramos en otro perodo oscu-
ro, otra dcada infame. Me acuerdo que lea Pgina
cuando todava estaba Alfonsn y se vea venir lo que se
vena y era muy inquietante. Apareci en un momento bi-
sagra para anticipar cosas que despus padecimos. Me
gust la verdad que tena y sigue teniendo. Soplara con
gusto otros 25 aos.
Vctor Hugo MoralesTuve el primer ejemplar en el 87
cuando haca Desayuno en Canal 13,
as que fui testigo de la primera salida.
Me qued muy impactado, le tom cari-
o. Despus lo segu fanticamente du-
rante los noventa: era un alivio, un
blsamo en medio de todo lo
que estaba pasando en aquel
tiempo. Romp relaciones
cuando cre que era tambin de Clarn. Estuve
unos aos sin leerlo, porque haba dejado todos
los productos del grupo. Pero en los tres ltimos
aos entiendo que, si me falta, me falta algo de
lo que necesito para vivir.
Teresa ParodiLa aparicin de Pgina fue importan-
tsima. Cambi la concepcin de los
diarios de la poca porque se
destac mucho por sus art-
culos de opinin, muy im-
portantes y largos. Los
diarios eran en general
informativos y no ten-
an la calidad de escri-
tores de Pgina como Verbitsky y Bayer,
o el mismo Soriano. A lo largo de estos 25
aos las tapas contaron la historia del pa-
s desde una mirada contrapuesta a la de
los otros medios. De ah que muchos nos
sintiramos representados inmediatamente.
Vino a cubrir un espacio muy importante, nos
concentr: los de mi generacin y de mi entorno
leamos y comentbamos Pgina y esperbamos
su llegada. Pgina fue importantsimo en la historia ar-
Esperanzas, derrotas,nuevas esperanzasPor Osvaldo Bayer
Un cuarto desiglo ya.Con tor-mentas, ven-davales, llu-
vias y un poco de sol enesos 25 aos argentinos,plenos de esperanzas, erro-res, promesas, sacrificios ypor suerte algo de humorque ayuda. Un cuarto de si-glo bien argentino, porcierto.
Despus de los ocho aosen el exilio, mi vida habitcada ao seis meses en tie-rra patria y seis meses enEuropa. Ir y venir. En Ale-mania lea el diario Frank-furter Rundschau, que megustaba porque no era sloun diario de noticias sinoque haca de cada noticiaun verdadero comentario,otra forma de periodismo.
Llegaba a Buenos Aires yno tena algo as. Hastaque en 1987 saliPginaII12, y justo era loque esperaba. S, en esas 16pginas del principio se de-ca mucho ms que la pren-sa habitual. Y me hice sulector. Hasta que unos me-ses despus mi amigo, elgordo Soriano, me llev ala redaccin. Y vino la in-vitacin a escribir. Queacept. Y desde entoncesme asomo en las contrata-pas.
La Argentina de aquellosaos. Desesperada por bus-car una explicacin. Decantar desde nios tres ve-ces Libertad en el Himno,a la dictadura ms perversade su historia. La dictaduramilitar de la desaparicin.Y por eso la bsqueda de
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su desprecio por todo loque es democrtico y Mo-hamed Al Seineldn y otravez Aldo Rico levantaronsu soberbia escudados ensus armas y ahora con lanovedad de que se pinta-ban las caras. Son venci-dos, pero siempre queda lasombra del peligro de lapualada por la espalda a lademocracia. Ms que fraca-sa el Plan Austral y vieneotra esperanza, el Plan Pri-mavera. Y nace una espe-ranza ms que se va a con-cretar poco a poco, el finde las dictaduras en Lati-noamrica: el pueblo chile-no en un 56 por ciento vo-t contra el dictador Pino-chet. Con el tiempo se va air concretando ms esa de-mocracia: Bolivia, Ecuador,Venezuela, Brasil, Uruguayvan a ir eligiendo gobier-nos populares. El ltimoataque de la guerrilla ar-gentina terminar en LaTablada. Una horrorosamatanza que realiza el ejr-cito con los prisioneros.Alfonsn, esta vez s, orde-n combatir ese alzamientocon toda la fuerza militaren vez de sitiar el cuartel ymantener bloqueados a losrebeldes que al final se hu-bieran rendido por hambre.No, los militares entran asangre y fuego con una des-piadada violencia. Un su-ceso que conmovi a todos.Y la represin estuvo a car-go nada menos que de unode los peores represores dela dictadura de la desapari-cin. El autor de la matan-za de abogados en Mar delPlata, conocida como Lanoche de las corbatas.
Luego vino Menem. Elpresidente que ms aosejerci ese cargo en la his-toria argentina. Fue el go-bierno que impuls la pol-tica econmica del libera-lismo ms que todos losque nos gobernaron, anms que muchas dictadurasmilitares. Hasta le empato lo super en algunos pun-tos al famoso Martnez deHoz, la estrella obligada delas dictaduras. La gente,cuando Menem se despi-di, deca: hizo mil cosasmalas (entre ellas, la peor,la eliminacin de los ferro-carriles), y una sola buena:la eliminacin del serviciomilitar obligatorio para losjvenes de 18 aos. Deboreconocer que cuando o
esa noticia de que se acaba-ba para siempre la colim-ba me par y aplaud aMenem. Porque recordabaque para m esos 18 mesesfueron los ms tristes de mivida, todo fue intil y sinsentido.
Despus lo seguira De laRa, poca de irresoluciny violencia que terminarmuy mal para el radical,que renunciar marchn-dose de la Casa Rosada enhelicptero. Tiempo difcil
para nuestra democracia,pero pleno de enseanzas.Lo positivo de todo estofue el protagonismo de lasmasas, que en su esponta-nesmo para hablar comolos tericos de esa tesisirrumpieron con la formams democrtica de expre-sarse: las asambleas barria-les. Una experiencia muypositiva para nuestra de-mocracia tan lastimada,Lstima que duraron pocotiempo. Y despus, el inte-
rregno de Duhalde, concien apuestas y muchascontradicciones, hasta quese inicia el perodo de losKirchner, que trajeroncierta estabilidad por laconsecuencia en cumplircon sus propsitos y el mi-lagro argentino de que porprimera vez los asesinos deuna dictadura militar fue-ron a parar a crceles co-munes. Esto no es poco.
Para el futuro se nos pre-senta un horizonte nada f-
cil, pero creemos que la de-mocracia tiene tiempo paralargo. Hay que afirmarla.Con la presencia personaly la palabra. Este diario leha dado a este veterano pe-riodista, presente en mu-chas pocas desde 1953en el periodismo la granoportunidad de retratarnuestros escenarios y loseuropeos en sus intermina-bles bsquedas. Feliz cum-pleaos y buen futuro, que-rido PginaII12!
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gentina de los ltimos aos. Celebro que est, siempre es-
pero su salida, sus tapas, sus comentarios, las opiniones
de personalidades importantsimas. Algunos nos sorpren-
dieron para otro lado, como Lanata.
Tengo amigos entraables ah que quiero mucho y que
han acompaado los procesos de artistas populares que
tratamos de mostrar lo que hacemos, en un momento en
que existen la cultura meditica y la profunda. Celebro que
tenga 25 aos y espero que siga teniendo ms y acompa-
ando este proceso de cambio tan profundo que estamos
viviendo. Cumple un rol importantsimo porque tenemos
que contrarrestar otro discurso instalado. Menos mal que la
gente tiene cada vez ms conciencia de que estn pasando
otras cosas y de que se puede no pensar como quieren al-
gunos medios. A travs de algunos, como Pgina, muchos
nos dimos cuenta de que pensbamos lo mismo. Lo com-
prob en la vida cotidiana: hay gente que no se animaba a
expresarse sobre el proceso que vivimos con Nstor y con
Cristina. De repente sentir que lea la misma cosa le dio ni-
mo para expresarla. Mucha gente estuvo muy callada du-
rante aos, porque en la Argentina se instal mucho el no
te mets: el menemismo fue una etapa oscurantista que
contribuy al silencio. La Ley de Medios, que le va a hacer
tanto bien al pas, coloc las cosas en otro lugar y permiti
que la discusin se instalara en todos los frentes. En todo
este proceso Pgina cumple un rol importantsimo.
Cecilia Rossetto Muchos sentimos a PginaI12 como
familia, si consideramos familia a los
que te aceptan y te alientan, a los que
te respetan y te dan un lugar de perte-
nencia. A nuestra generacin durante
aos le toc vivir el silencio como un
mandato social alienante. Con la inten-
cin de despojarnos de la memoria, la
dictadura cvico-militar impuso ese total
silencio social a partir del control de los medios de comuni-
cacin. Durante dcadas, por ejemplo, debimos escuchar
que las personas desaparecidas estaban vivas y disfrutan-
do en el exterior. Incluso algunos integrantes de la Iglesia
sostenan estos argumentos. Que PginaI12 entonces nos
descubra, como hace pocos das, un archivo secreto del
Episcopado que los muestra cmplices de ese silencia-
miento, acta en nosotros de forma liberadora.
Del mismo modo sucede con los recordatorios de los
desaparecidos que el diario decidi implementar y nos per-
mite la alegra de encontrarnos con esos rostros queridos
renovando el orgullo que por ellos sentimos. Que el diario
colocara la memoria histrica como prioridad se ha refleja-
do en cada una de sus pginas firmadas por periodistas,
investigadores, historiadores, poetas y escritores maldi-
tos durante mucho tiempo y negados para nosotros los
lectores. Ese espritu se ha reflejado tambin en sus suple-
mentos donde han destacado especialmente a las produc-
ciones culturales que construyeron esas polticas de me-
moria, porque Pgina al nacer se uni a los que luchaban
contra la implementacin de cualquier poltica del olvido. Y
por eso encontraron all su lugar las Madres, las Abuelas y
los Hijos, para sentirse libres de estigmas y ocultamientos.
Desde un primer momento, la fuerza visual y hasta humo-
rstica de sus tapas nos introdujo en un mundo de renova-
da provocacin. Nos identificamos con sus potentes muje-
res periodistas que, en vez de hablarnos de pilchas y del
glamour de las inconcebibles monarquas, nos hicieron co-
nocer a mujeres brillantes y preocupadas por la violencia
de las desigualdades sociales, mujeres plenas de creativa
solidaridad. Y por ltimo, desde nuestro lugar de teatreros,
agradecemos con el corazn que Pgina nos cobijara tan
generosamente en su espacio para dar a conocer nuestro
trabajo y acercarnos al de tantos otros creadores. Por todo
eso... bienvenidos y felices 25 aos!
Alejandra Dixon
@La foto que eleg para el aviso era una muy querida que meacompa toda la vida. La haba sacado Juan Mandel-baum, un novio de sus aos de estudiante a quien no vea desde
los 70 pero que por alguna razn desconocida, pero evidente-
mente poderosa, yo recordaba perfectamente a pesar de ser muy
chica entonces. Ms de 30 aos despus de la desaparicin de
Pato recib un llamado de Juan, muy conmovido porque acababa
de enterarse de aquella historia. Se sorprendi mucho de saber
que yo lo recordaba tanto y mucho ms por el destino de su foto.
El vive en Estados Unidos desde los aos oscuros y se dedica al
cine. A partir de conocer lo sucedido con Pato, decidi hacer una
pelcula sobre el caso de ella y otros amigos, tambin desapareci-
dos.
Durante la produccin de Nuestros Desaparecidos, su docu-
mental, surgieron muchsimas coincidencias increbles, encuen-
tros imposibles y cosas inverosmiles. No dejbamos de sorpren-
dernos, y cada mail que intercambibamos empezaba con un A
que no sabs lo que pas?. A partir de la pelcula comprend en
lo profundo cmo es de fundamental transitar juntos estas cosas
de la memoria (impensable en los 90). Siempre le estar agrade-
cida a Juan por eso.
Uno de los encuentros ms conmovedores surgi a partir de la
publicacin del recordatorio con la foto. La cosa fue as: Patricia
haba trabajado en la Oficina Comercial de la Embajada de Cuba.
Muchos de sus compaeros, al igual que ella, eran militantes po-
pulares. Por razones de seguridad, en aquellos aos era comn
entre compaeros no conocer ni dar a conocer los apellidos. Mer-
cedes Prez Sabbi, prestigiosa escritora de libros dedicados a
chicos y adolescentes, tambin trabajaba all. Slo 15 aos ms
tarde ella supo el apellido de Patricia y su condicin de desapare-
cida, al abrir el PginaI12 el sbado 5 de septiembre de 1992,como todos los sbados, mientras tomaba mate en la cocina de
su casa.
Al ver la foto, reconoci al instante a su compaera de trabajo,
de quien nunca haba podido despedirse. Muy conmovida, deci-
di escribir un cuento (Patricia, del 5to. K, incluido en el libro 13
de Espanto, publicado por Editorial Sudamericana). El cuento es-
t dedicado A Patricia Dixon, quien hubiera disfrutado leyendo
esta historia. Mercedes incluy el nombre completo de mi her-
mana, pensando que algn da alguien tirara de ese hilito y po-
dra encontrar a la familia. El cuento me lleg a travs de una ami-
ga. Y 35 aos despus, con Mercedes pudimos compartir el viejo
dolor, mezclado con la alegra de conocernos y abrazarnos por la
memoria de Patricia!
Gracias al recordatorio de PginaI12 que ella vio un da, mien-tras tomaba mate en la cocina, como todos los sbados.
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Facundo Castro
@Mi edad promedia el cuarto de siglo, casi la misma edad del Pgina, el primer diario que le. No busqu en Internet para dar mayores preci-siones, prefiero en este caso ser fiel al recuerdo y no priorizar exactitudes. Pero recuerdo claramente el tema en tapa, creo que por 2001,supuestos ladrones, oficiando de torturadores, haban quemado con cigarrillos a la hija de Hebe de Bonafini. A mi temprana edad, el tema sin du-
da me haba impactado y sent curiosidad por leer sobre semejante hecho. A partir de ese momento, PginaI12 se convirti en mi ventana a la
realidad. Porque eso es un diario, es la ventana que uno elige para ver la realidad que existe ms all de la pequea casa en la que uno vive su vi-
da diaria. Entre todas las ventanas, uno elige sa, porque la perspectiva, la visin que ofrece, la hace distinta a las dems y es con la que uno se
siente cmodo. Con el tiempo, sin quererlo, hasta se termina identificando y nos identifica. Hasta qu punto nos identificar el diario que cuando
uno se va acercando al kiosquito el diariero, que te jun de lejos con el pan bajo el brazo, ya acomod el Pgina y te lo prepar. Yo s que una
persona no es slo lo que lee, pero convengamos que es una gran parte. Vos ves a una mina que est tomando un caf en la mesa de al lado
mientras lee Pgina y mirs con cierta simptica curiosidad, sabs que hay algo en comn, un punto de partida. En cambio, si ests en la prime-
ra clase de Economa y ves que el tipo que va a estar todo el cuatrimestre delante tuyo despliega un diario que abarca la inmensidad de la mesa
y le pone a prueba el bifocal del anteojo, sospechs que las prximas clases van a ser una apologa del neoliberalismo y que lo vas a tener que
cruzar en algn comentario. Y ac me gustara aventurarme a una afirmacin de la que el Pgina tiene que sentirse orgulloso: los jvenes leemos
en general pocos diarios, pero los pocos que leemos diarios, leemos en su gran mayora el Pgina. Por qu ser? Sin duda los tiempos que co-
rren no son ajenos a una explicacin sobre el tema y son cada vez ms los pibes que con el pan bajo el brazo se acercan al kiosquito y al diariero
que todava no los tiene junados hasta que el pibe le dice: Dame un Pgina.
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El primer da que compr PginaI12 fue el segundoda que sali. El anterior lo le de ojito, prestado,porque ya no haba ejemplares cuando recorr va-rios kioscos buscndolo, y los kiosqueros ni siquie-ra saban si iba a seguir saliendo. Ha de haber sido
eso lo que me gust. Yo era medio cabeza hueca por enton-ces, pero el mecanismo instintivo de afinidad me funcionsiempre, y la Armada Brancaleone que haca ese diario ab-surdo me despert empata enseguida. Permtanme definiresa empata, porque con el tiempo descubr que es el vnculoque tienen muchos lectores con PI12, empezando por quie-nes lo hacen. La empata fue y es belicosa: discut con eldiario en mi cabeza desde la primera vez que lo le. Hasta elda de hoy, cada vez que me fastidia lo verbalizo, y cada vezque la pega siento secreto orgullo de pertenecer a l.
Lo de pertenecer lo sent antes de que me llamaran a traba-jar adentro. No soy un gran lector de diarios; siempre preferlas revistas. Me refiero a las revistas que me formaron casitanto como los libros, desde mi adolescencia: el Expreso Ima-ginario y Crisis, despus Humor y El Periodista, y El Porteo yCerdos & Peces. Nunca me haba pasado sentir esa clase deempata, de pertenencia, por un diario, hasta que apareciPI12. El vnculo termin de fraguar el da de los indultos deMenem, aquella tapa en blanco, desoladora, inolvidable, de
fines del 89. Me hubiera basta-do ser lector del diario ese
da, pero tuve el privilegiode ser uno de los tantos alos que pidieron unas l-neas de opinin. Ya habaescrito algunas cositas pa-ra el diario antes (una so-
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Litto Nebbia Siempre tengo en mis recuerdos sobre peridicos que
hay un diario sistema tabloide que te salva de leer no slo
cosas falsas o redactadas con intereses creados, sino
tambin notas recortadas periodsticamente con una for-
malidad que las transforma en una opacidad, sin ningn
inters, justamente periodstico. Recuerdo durante una de
las pocas ms pesadas de Argentina, tierra de la dicta-
dura, cuando la lectura de La Opinin (hasta donde se pu-
do) era algo grato. Un referente para de alguna manera,
casi entre lneas a veces, saber qu estaba pasando.
Tambin recuerdo durante mi exilio por Mxico (1978-
1981) haber bajado al aeropuerto sin conocer a nadie y
con 60 dlares en el bolsillo. Lo primero que hice fue diri-
girme a un puesto de peridicos. La variedad de publica-
ciones era impresionante, pero no difera en calidad y esti-
lo a tantas cosas que conoca de aqu. Haba un Excelsior
que ser tipo Clarn, un Alarma que pareca la revista As o
el diario Crnica, pero haba un Uno
ms Uno, justamente en sistema ta-
bloide, que me haca acordar al dia-
rio de Timerman.
PginaI12 es el peridico que
desde siempre leo. Con notas ex-
celentes, desarrolladas en profun-
didad, que ninguna otra publica-
cin considera realizar. Tambin, a
veces, con otras que no estoy de
acuerdo. Y eso me parece muy
bueno. A veces no estoy de acuerdo. Pero nadie se ofen-
de. Nadie all an sabiendo que hay algo que no te ha ca-
do bien, termina cortndote las gambas. Y dejo cons-
tancia de que eso s sucede en otros lugares. Vamos a
hablar de los errores de PginaI12. El diario se aventura
en hacer suya una opinin que la va comprobando de al-
guna manera sobre la marcha con la poblacin. Eso es
muy valioso. Recoge de alguna manera un testimonio
que persiste entre la mayora silenciosa. En el aburrido
Mundo en que los poderosos estn transformando el Pla-
neta, esto es Bienvenido. Matices para una Sociedad.
Discordancia en pos de una alternancia de criterios. Un
lago cristalino donde abrevar, para emitir una opinin sin
estar pensando el clsico eso no se lo pods decir y
tantos otros tem estndares de nuestra folklrica censu-
ra cotidiana. Muy bueno el suplemento Futuro. Brbaro
el Radar Libros. A veces el No est bien. Y el Radar es un
obligado, donde uno espera que salga algo realmente
importante. Siempre alguna nota interesante sin tapu-
jos, sobre psicoanlisis. Las ediciones especiales dedica-
das a literatura, comics y otras cuestiones culturales,
siempre son nobles y dignas. Un abrazo grande para
PginaI12 en este nuevo aniversario. La Mejor de las
Suertes y Larga Vida.
Carlos UlanovskyDesde su aparicin en 1987,
PginaI12 tuvo un rol esencial en la
evolucin y afirmacin de la democra-
cia recuperada en octubre de 1983, en
especial por el tratamiento de temas y
la generacin de debates acerca de
cuestiones que otros medios no toca-
ban o directamente eludan por flagran-
tes intereses. Me refiero a una extensa
lista de asuntos, resueltos en contexto histrico y en exi-
gente nivel, del sida a los desaparecidos, del feminismo a
las nuevas familias ensambladas, del divorcio al matrimonio
igualitario, del comportamiento de las corporaciones al
desguace del Estado, del anlisis de lo ocurrido durante la
dictadura a la lucha por los derechos humanos y la bsque-
da de justicia, de los medios de comunicacin a la vida co-
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La ArmadaBrancaleonePor Juan Forn
una palabra para que se hiciera de golpe un silencio absoluto,horrible, interminable, de un extremo a otro de aquel subma-rino. Quiz recuerden el nmero especial de Radar dedicado alGordo que sali ese domingo. Creo que la muerte de Sorianofue un mircoles a la tarde. Lo velaban en la Utpba, a unascuadras del diario. No volvimos a nuestras casas desde esa tar-de hasta la madrugada del sbado: bamos del velorio a la re-daccin, del entierro a la redaccin, vena gente a escribir so-bre Soriano, llegaban faxes de todas partes del mundo; lo queiban a ser ocho pginas de homenaje terminaron comindoseel nmero entero. Yo creo que ese da Radar se convirti enRadar, en parte inseparable de PI12. Algo pas ese da. Lo hedicho muchas veces: haba que ser muy Armada Brancaleonepara atreverse a apostar por un artefacto como Radar; ningnotro diario lo hubiera hecho; ningn diario lo hace, al da dehoy. Pero el verdadero clic ocurri ese da.
Despus de eso vino la siguiente etapa en mi vnculo con eldiario, cuando me vine a vivir a Gesell, cuando empec a leer-lo desde la provincia, desde afuera (qu loco que el interiorsea afuera para los de Buenos Aires). Es cierto que Gesell noes precisamente el pueblo standard de provincia, y quiz poreso sigo viviendo ac, casi diez aos despus: porque ac se leePI12, se lo comenta, con la misma belicosa familiaridad queen mi mundito porteo de aquel entonces. Los que madruga-mos lo leemos por Internet porque nunca llega a los kioscosantes de media maana. Sigue siendo tan Armada Brancaleo-ne como el primer da. Sigue siendo mi diario: el que leo y elque publica mis cosas, el que me hace rabiar y rer y el que meda secreto orgullo. El nico que incidi en mi formacin, elnico que no parece un diario sino una buena revista, que tedeja algo impregnado despus que lo les (y no me refiero ni-camente a que te deja los dedos manchados de tinta).
bre la noche legendaria en que Gasalla dio vuelta como unamedia la televisin argentina con su programa, otra sobreRushdie y la fatwa, otra sobre la primera visita, completa-mente inadvertida, del loco Vila-Matas a Buenos Aires), peroeran huevadas: esto fue otra cosa, creo que el diario me tomms en serio de lo que me tomaba yo a m mismo hasta en-tonces, y nunca me voy a olvidar de eso, ni a terminar deagradecrselo.
Despus vino la muerte de Miguel Briante, que prenunci lade Soriano. Me explico: yo trabajaba en Planeta cuando fue lode Miguel, pero me acerqu hasta la redaccin, me pusieronfrente a una mquina de escribir y me dijeron veinte lneas,media hora. Yo nunca haba estado en una redaccin, y me-nos que menos en una redaccin herida por la prdida de unirreemplazable. Un par de aos despus, ya llevaba tiempo ha-ciendo Radar cuando se muri Soriano: me acuerdo el silencioque se hizo en la redaccin, ese submarino sin ventanas, cuan-do Marga Peratta baj con la noticia y no hizo falta que dijera
DEL LECTOR AL EDITOR
Hctor Rodrguez
@Uno puede interpretar que fundar un diario, aun en pocas de de-mocracia, no es soplar y hacer botellas. Deben jugar a favor la vo-luntad, la pasin por el oficio, una buena dosis de coraje y tener algo
(nuevo) que decir. En lo posible, desde algn lugar diferente, como alter-
nativa a la prensa conservadora y particularmente cmplice con la dic-
tadura previa. Uno puede celebrar que ese proyecto que barri como
un parteaguas con todo lo conocido en la historia del periodismo vern-
culo incluya, con lenguaje novedoso, firmas reconocidas de periodistas
y escritores como Verbitsky, Pasquini Durn, Bayer, el Gordo Soriano y
Gelman. Y hasta defender como propio que acompae la defensa de
los derechos humanos y de sus organizaciones fundantes, como sostn
de la sociedad y de su sistema poltico. Me pregunto quin encontr a
quin?: las organizaciones al diario o viceversa? Y conmoverse por la
decisin de alumbrar el camino de Memoria, Verdad y Justicia, como lo
son los recordatorios diarios de nuestros desaparecidos, tarea sin pre-
cedente mundial.
Asimismo, uno puede sorprenderse ya no slo por el impacto de sus
tapas, o de la forma de apelar a titulares creativos sino, adems, por el
singular rigor periodstico en sus artculos y sus filosas investigaciones
que aportan luz a oscuras tramas (cmo olvidar el YomaGate, por caso)
interpelando, forzando a sus lectores a la impostergable tarea de reflexio-
nar. Uno puede mensurar como convite suficiente las columnas de plu-
mas con talento superlativo, sean las de Galeano, Feinmann, Aliverti,
Forster, Horacio Gonzlez o Casullo; las de Giardinelli, Vias, Tito Cossa o
Russo. O las de Saccomanno, Mocca, Dillon, Briante y siguen las firmas.
Si de yapa ofrece un generoso espacio de despliegue cultural que
despierta el estmulo literario (con suplementos que incluyen memora-
bles entrevistas), a ms de uno la propuesta le resultar inverosmil.
Vaya y pregunte si es factible aglutinar tal abanico de atributos en un
solo medio. La respuesta que encontrar ser sencillamente que no, que
raya lo imposible. A menos que, vea usted, ese diario se llame Pgina.
Imagino la satisfaccin de todos los trabajadores del diario por este 25
aniversario. Lo que no puedo percibir es si ellos alcanzan a dimensionar
la nuestra, como consecuentes y orgullosos lectores que somos desde
aquel lejano 26 de mayo de 1987.
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tidiana. Esto, junto a tapas muy audaces y un tratamiento
original y desestructurado, hizo que su oferta de lectura re-
sultara difcil de soslayar.
En la creacin del diario alternaron experimentados nom-
bres del periodismo, con un afinado plantel sub 30. Y en
esto me gustara llamar la atencin. Pgina fue vehculo de
una notable renovacin generacional de los planteles perio-
dsticos, un semillero de no menos de un centenar de jve-
nes que all se formaron y luego saltaron a otros medios y
actividades conexas.
Soy lector cada da de este diario y aprecio su modo de
encarar la realidad, un estilo que, aun en los temas duros,
sigue siendo relajado e irnico, diferente y audaz, confiable
y sensible. Antes y ahora sigo a un montn de periodistas y
columnistas, pero debera extenderme demasiado para
mencionarlos a todos. Elijo algo del diario que me explica
mucho de sus convicciones y de banderas no plegadas: los
recuadritos que recuerdan a los desaparecidos durante la
dictadura. Ellos no desaparecieron de Pgina.
Cristina BanegasHace 25 aos yo y mi hija nos muda-
mos a Villa Crespo. Empezaba El Ex-
cntrico, que tambin est cumpliendo
25 aos, y vivir a una cuadra de Crdo-
ba y Canning (todava no se llamaba
Scalabrini Ortiz) no estaba de moda pa-
ra nada.
Me gustaba ir al bar ABC, que ya no
existe, justo en esa esquina. Un bar de
antes, perfecto para el ritual de leer el diario y tomar un ca-
fecito. Y el diario era PginaI12, que haba irrumpido como
una gran conspiracin de los ms inteligentes, los ms vi-
vos, los ms irreverentes.
Los titulares solan ser hallazgos desopilantes. Las notas
eran de un nivel intelectual, poltico y cultural altsimo. Y,
aunque ahora estemos acostumbradsimos a tanta audacia
y tanto rigor periodstico, en aquellos tiempos no dejaba de
sorprenderme tanta libertad para pensar el pas.
Hace 25 aos que leo PginaI12. Para m no es lo mismo
si un viernes no puedo leer la contratapa de Juan Forn. O
los domingos al Juan Gelman, o al Perro Verbitsky.
Cuando viajo pido que me lo sigan trayendo a casa. Y
cuando regreso me lleva semanas ponerme al da con la pi-
la de diarios que me espera.
Y Las 12. Y Radar. Y Mara Moreno, Moira Soto, Marta
Dillon. Y Rep, que es infinito. Y Gandhi, claro, el duende. Y
los que ya partieron, ledos con pasin, necesidad, avidez.
Len Rozitchner, David Vias, Osvaldo Soriano, Nicols Ca-
sullo.
Hay que celebrar estos 25 aos de PginaI12. Fueron
posibles porque sucedieron sobre fondo de una democra-
cia en construccin como la que venimos haciendo. Salud!
Florencia PeaSoy una lectora de hace varios aos.
Siempre signific una mirada crtica con
esos titulares tan ingeniosos, con tanto
sentido del humor. De a poco nos fui-
mos acostumbrando a esa cosa irnica.
Tambin siempre signific una mirada
diferente de los periodistas, que des-
arrollan sus columnas desde un lugar
intelectual pero para nada intelectualoi-
de. Me copa leer a Verbitsky, a Zaiat, a Wainfeld. Hay un
montn de periodistas muy sesudos e interesantes, a los
que a veces tens que leer dos veces. Las contratapas son
geniales, admiro a Sandra (Russo) y a Bayer. Bsicamente,
es un diario que hoy consumo vehementemente, ms que
en otras pocas. En la menemista tambin lo lea, cuando
el diario estaba en una posicin ms crtica. Ahora siento
Si como bien apunt y apuntal Proust lamemoria es como un obrero que trabaja paraestablecer cimientos duraderos en medio de lasolas, entonces el carpintero encargado de le-vantar la viga del tejado de mis recuerdos en lo
que hace a PginaI12 es un verdadero genio. Porque yo me acuerdo de todo. De verdad. En serio.Me acuerdo, incluso, del da en que vi por primera vez el
nombre de PginaI12.En una pared, en un cartel anunciando su salida y pega-
do en la pared de una obra, de camino a mi trabajo en unarevista de tarjeta de crdito, casi en la esquina de Esmeral-da y Crdoba. Me acuerdo como si fuera ayer y hoy y ma-ana: ese poster lleno de letras y de nombres, de tantosnombres de escritores. Y yo, que ya era escritor pero ya que-ra ser escritor (escritor editado, se entiende), de pronto que-riendo ser escritor para, tambin, adems, poder firmar yfigurar ah.
Y, s, el Por qu le habrn puesto Legui? de inmediatosuplantado por el Por qu le habrn puesto PginaI12?.
Supe la respuesta casi enseguida, al poco tiempo colabo-raba en PginaI12 y, desde 1991, era redactor fijo del su-plemento de libros Primer Plano, cuyo primer nmero na-da es casual coincidi con la salida de mi primer libro.Hace mucho de eso lo que, supongo, me convierte ya ca-si en un modelo vintage de un presente staff donde ya haytantas firmas que no conozco en persona, pero, insisto,me acuerdo de todo por ms que, de tanto en tanto, hagan
70 X 25Por Rodrigo Fresn
Sergio Urribarri
@PginaI12 siempre fue como un viga de la sociedad argentina.Adelantndose a su tiempo. Dando espacio a las voces sin voz.Pgina siempre fue transparente. Nunca ocult su decisin de vida a favor de la justi-
cia por los derechos humanos, por las posiciones sociales de avanzada, por las ideas
centrales del progresismo argentino, por los derechos de las minoras. Siempre estuvo
a la izquierda de las derechas argentinas y mundiales.
Y se es un gran valor: uno sabe qu es PginaI12.
Pero adems Pgina ha alcanzado un umbral institucional en el cual slo se ubican un
puado de medios en la Argentina.
Por historia, por noticias, por consecuencia con la verdad, por la defensa irrestricta de
valores universales. Por no ocultar esas preferencias, Pgina es una referencia institu-
cional, generacional y de calidad periodstica en la Argentina.
Los que lo leemos todos los das recibimos el blsamo de la descripcin de la realidad
de un pas pujante, del pas que quiere salir adelante, del pas que lo est haciendo con
argumentos contundentes. La descripcin del pas que visualiza la Argentina en pers-
pectiva, que se sale de esa nefasta nocin del presente continuo, de esas visiones que
siempre parecen sugerir que todo pasado fue mejor, que la Argentina es un pas sin pa-
sado, que sus dramas fueron por generacin espontnea. PginaI12 nos ayuda todos
los das a ver la realidad en perspectiva. Lo que fuimos, lo que somos y lo que pode-
mos ser.
Nos ayuda a ver como deca a la Argentina en perspectiva y con eso aplicar un fil-
tro a las responsabilidades por el devenir de este pas.
Y yo y mis hijos agradecemos tener en la Argentina un diario as.
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olas y estallen tormentas y, por las dudas, a revisar el esta-do de los botes.
Pero los recuerdos son muchos PginaI12 ocupa ya bue-na parte del disco duro de mi vida y el espacio es poco yqu mencionar aqu... El objeto aterrizador no anticipa-ble de esa noticia de ltimo momento y el enterarse de al-go antes que casi todos? El privilegiado y casi oracularconocimiento de saber exactamente lo que habr enla primera plana de maana? Las reuniones de cua-drcula? La Pecera de PginaI30 como fiel ydesopilante recreacin cotidiana de aquel cama-rote de los Hermanos Marx? El ascenso al in-fernal cielo del archivo en busca de alguna fo-to? Los pocos enemigos inmortales y los de-masiados amigos que se murieron? Los gritosy las carcajadas y los susurros? Los chistes li-geros y las bromas pesadas? Las muchas gra-cias y los pocos de nada? Los cafs de los ba-res de las esquinas y los sandwiches de Wilson?La cacera de titulares y la persecucin de im-genes de tapa? El unificador y amoroso espanto se-r por eso que lo quiero tanto a este diario? de un ce-rebro mutando all al punto de que hoy se me hace impo-sible escuchar disco, ver pelcula o leer libro sin redactarpensando, refleja y automticamente, la nota que escribi-ra para PginaI12?
Greatest hits privados? Momentos eternos a la hora decubrir y descubrir? Muchos, demasiados... Pero puesto a enu-merar algunos, aqu viene el imprevisto summit Charly Gar-ca/Hebe de Bonafini (algn da me animar a contar suversin extended play), las bombas en los trenes de Madrid,y el nombre propio de PginaI12 como agradecible contra-sea para poder conocer tantos nombres apropiados por y pa-ra m pero, hasta entonces, lejanos: Bioy Casares en Bue-nos Aires, Madonna en Los Angeles, Johnny Depp en Pa-rs, John Banville en Dubln, Martin Amis y Salman Rus-hdie y John Irving y tantos otros en y (Desde Barcelona) yalgo es algo, todo se andar la habitacin de hotel revuel-ta y recin abandonada por Bob Dylan en San Sebastin.
Y aunque ya no est all aunque ah siga la inolvida-ble y excitante sensacin de llegar a PginaI12 para verqu pasa y esa sensible excitacin de irse de PginaI12 an-tes de que pase algo y nos tengamos que quedar haciendofrente y redactando algn perfil para el ms abierto de loscierres.
Porque, en el nombre de PginaI12, pasaban cosas rarasen PginaI12.
Un breve pero ejemplar ejemplo: es el 1 de julio de 1997,yo me estoy yendo a casa, anochece, y el entonces direc-tor de cultura y espectculos me hace un tacle en la puer-ta y, con una sonrisa, me dice: Muri Robert Mitchum.70 lneas. Vuelvo y me siento y cuento hasta setenta ysend y me despido con un Ni se te ocurra volver a pedir-me algo hasta que muera James Stewart.
A la noche siguiente, 2 de julio de 1997, de salida, el en-tonces director de cultura y espectculos me hace otro ta-cle en la misma puerta y, con una sonrisa, me dice: Mu-ri James Stewart. 70 lneas.
Feliz PginaI25, gracias por todo y, con largo pero nuncadistante afecto, aqu van (seguro que me pas de nuevo; losiento, Ernesto) estas veloces 70 lneas sobre este 25 ani-versario que me pediste a ltimo momento, saliendo de ca-sa y por las dudas, por cbala, para deshacer el hechizo,aunque no hay dos sin tres, toco madera no se te ocurravolver a pedirme algo hasta que muera Bill Murray.
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Cuando cumpli 24 aos, estediario convoc a nueve prestigiososartistas para que cada uno pintara o
dibujara una de las letras ynmeros, ms la barra, que
constituyen el logotipo PginaI12.El resultado, que fue presentado en
arteBA, es la bella obra colectivaque se ve ms arriba y realza todas
las pginas de este suplemento.
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que no hace eso, pero es porque acuerdan en ciertas co-
sas. Tratan de no ser oficialistas, de tener una mirada ms
ecunime. En muchas cosas coincido ideolgicamente con
Pgina. Siento que lo que leo es certero y cercano a la rea-
lidad que vivimos los argentinos, cosa que no me pasa con
otros diarios, ms expuestos a un armado meditico. Me
identifico incluso con las crticas que le hace al Gobierno.
Sin dudas, es el diario que hoy ms me copa. Finalmente,
como actriz siempre es un lujo y un placer estar ah. Tuve la
suerte de haber hecho varias notas, y siempre me sent
protegida intelectualmente. Los periodistas estn prepara-
dos, saben de lo que estn hablando.
Roberto CarnaghiVino a cubrir un espacio que no ocu-
paban los otros diarios. Llamaban mu-
cho la atencin los ttulos, pero, sobre
todo, desde dnde se miraban determi-
nadas cosas. Cada da esperaba las ta-
pas. Era, en general, un diario que uno
esperaba. Yo era lector de La Opinin,
entonces Pgina vino a cubrir ese es-
pacio. Me gust cmo el diario desarro-
llaba la parte cultural, que no slo miraba a las grandes em-
presas y productoras sino tambin a los pequeos teatros.
Tambin las crticas y los comentarios de cine. Insisto: la
mirada del diario era lo que importaba. No siempre, pero en
general estaba de acuerdo, porque te abra la cabeza. Te
daba otra idea de ciertas cosas, podas abarcar un espacio
mayor como lector. Ni hablar de los domingos.
Tengo diarios guardados que conserv para estudiar o
para retomar cuando hago algn personaje. Tambin los
guardaba para mis hijos. Conservaba los cuentos de Soria-
no. Saulo Benavente, uno de mis maestros, nos deca que
cuando viramos algo en el diario que nos despertara inte-
rs lo guardramos, que armramos una biblioteca ntima
con cosas que nos movilizaran. Haba una cantidad de pe-
riodistas de primer nivel, con una mirada crtica, interesan-
te. Era un diario que iba ms all del ttulo y lo que haba
ocurrido. Hice la primera publicidad cuando se publicaron
los libros de PginaI12, que eran muy chiquitos, con cuen-
tos o comentarios cientficos. De esto hace muchos aos,
al poco tiempo que sali el diario. Tengo todos los libros,
no porque me los regalaron sino porque compraba el diario.
Era mi diario y lo sigue siendo.
DEL LECTOR AL EDITOR
Mara Teresa Dri
@En esta travesa me encon-traste. Me encontraste ca-minando y buscando algo que
mostrara lo distinto, y dijera que
no todo estaba perdido. Me sor-
prendiste con tus tapas. Las dis-
frut y con esas 12 pginas, mez-
cla de irona, disfrute y descon-
suelo, caminamos solos, muy so-
los por largo tiempo, y hasta fui-
mos observados con desconfian-
za por los que andaban por otras
veredas.
Juntos aprendimos a conjugar
1989Por Ral Kollmann
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23y yo
el verbo resistir. Ese pequeo
verbo que en un largo peregrinaje
mantiene viva la esperanza. En
estos tiempos andar con el diario
de cada da y leerlo o simplemen-
te desplegarlo en el tren, en tan-
tas salas de espera o donde fue-
re ya pas a ser una de mis for-
mas de seguir resistiendo ante