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 "Tipo de Indio Goajiro" Miguel Triana, Revita de Colombia. Volumen Centenario. Bogotá. Imprenta de J. Cai, 1910. Impreo, BLAA - Banco de la República.

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"Tipo de Indio Goajiro"

Miguel Triana, Revita de Colombia. VolumenCentenario. Bogotá. Imprenta de J. Cai, 1910.

Impreo, BLAA - Banco de la República.

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* Agradezco a Marta Herrera Ángel, quien gentilmente leyó el texto y le hizo juicioa ugerencia.

Resumen

La participación de los nativos guajiros en laindependencia obedeció a factores variopin-tos, los cuales dependieron del tipo especícode relaciones que cada grupo indígena tuvocon la sociedad criolla, las autoridades y lossectores partidarios de la independencia o losque respaldaron el restablecimiento del ordenmonárquico, así como el grado de sujeción oautonomía que mantuvieron con relación alpoder colonial en el contexto de su colapso y las necesidades concretas de las comunidades.Nos centramos en los grupos indígenas de lazona sur de la península de la Guajira, cono-cida con el nombre de Guajira Abajo, por dosrazones: por un lado, porque fue en esta áreadonde se presentaron los mestizajes más mar-cados entre indígenas y criollos, y por otro,porque las fuentes escasamente reejan elaccionar de los nativos ubicados en el extremonorte de la península, la Guajira Arriba.

Resumo

A participação dos nativos guajiros na in-dependência obedeceu a fatores variegados,os que dependeram do tipo especíco dasrelações que cada grupo indígena tinha coma sociedade crioula, autoridades e sectorespartidários da independência ou aqueles querespaldaram o restabelecimento da ordemmonárquica, mesmo como o grau de sujeiçãoou autonomia que mantiveram no que diz respeito do poder colonial no contexto do seucolapso e as necessidades concretas das comu-nidades. Centramo-nos em grupos indígenasda zona sul da península da Guajira, conhe-cida como Guajira Abaixo, por duas razões:por um lado, porque foi nesta área onde apa-receram as mestiçagens mais marcantes entreindígenas e crioulos, e pelo outro, porque asfontes mal reetem ações dos nativos localiza-dos no extremo norte da península, chamadade Guajira Acima.

Este artículo recoge los resultados del proyectode investigación “La articulación política delas comunidades indígenas del Caribecolombo-venezolano con el estado nación.El caso de los wayuu en la península de laGuajira, 1830-1890”, nanciado por la Fun-dación para la Promoción de la Investigación y la Tecnología del Banco de la República(Proyecto 2.181), y originado en el Grupo deInvestigación “Frontera, Sociedad y Culturaen el Caribe y América Latina”, adscrito alPrograma de Historia de la Universidad deCartagena y clasicado en la categoría A1 deColciencias.

SICI: 0122-5197(201106)15:30<20:LIGIPC>2.0.TX;2-T

Los indígenas de la Guajira en la independencia de las

provincias caribeñas de la Nueva Granada: una aproximación*The Guajira´s indigenous during the independence

of the Caribbean provinces of the Nueva Granada: an approach

Os povos indígenas da Guajira na independência das

províncias da Nova Granada caribe: uma abordagem

Abstract

 e involvement of the native Guajiros dur-ing the independence was the result of motley factors, determined by the specic type of relationship held by each indigenous group with the Creole society, the authorities andthe sectors which favored the independenceor those which supported the reinstatementof a monarchic order, as well as the degree of subjection or autonomy they maintained fac-ing colonial rule within the context of its col-lapse and the existing needs of the communi-ties. We focused on the indigenous groups of the southern peninsula of the Guajira, knownalso as Guajira Abajo, for two reasons: rst,because this area presents the most markedmestization between Indigenous people andCreoles, and second, because the sourcesinsuciently depict the activities of thenatives inhabiting the extreme North of thepeninsula, the Guajira Arriba.

Palabras clave autorGuajira, indígenas, independencia, realistas,patriotas.

Palabras clave descriptor

Colombia, Caribe, historia latinoamericana,historia social, población indígena, relacionesinterétnicas, soberanía.

Key Words authorGuajira, indigenous people, independence,monarchists, patriots.

Key words plus

Colombia, Caribbean, Latin Americanhistory, social history, indigenous peoples,interethnic relations, sovereignty.

Palavras chaveGuajira, povos indígenas, independência,realistas, patriotas.

Palabras descriptivas

Colômbia, Caribbean, história latino-ameri-cana, história social, povos indígenas, relaçõesinterétnicas, soberania.

Mem.soc / Bogotá(Colombia), ISSN 0122-5197, 15 (30): 21-37 / enero-junio 2011 / 21

José Polo Acuña

Director programa de Historia; director delgrupo de investigación "Frontera, Sociedad y Cultura en el Caribe y América Latina",Universidad de Cartagena, Colombia.Doctor en Historia, Universidad Central deVenezuela.Correos electónicos: [email protected] [email protected]

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Introducción

Es reciente la preocupación de la historiografía co-lombiana por investigar la participación de losnegros, indígenas, mulatos y zambos en los proce-sos de independencia, los cuales han encontrado

un lugar en las historiografías regionales y loca-les de carácter independentista1. En el caso delCaribe colombiano la cuestión reviste interés enla medida en que estos dos grupos fueron “silen-ciados” durante mucho tiempo por una historio-grafía de corte romántico-liberal, la cual se ocupóde temas relacionados con las ciudades más im-portantes (Cartagena, Santa Marta, Riohacha y Valledupar), descuidando las áreas rurales dondeindios y negros fueron la población mayorita-ria2. Por ello, en este artículo nos interesa tratar

la participación de las comunidades indígenasde la península de la Guajira en el proceso deindependencia de las provincias caribeñas en laNueva Granada, saber por qué se dio, y cuálesfueron las motivaciones que movilizaron a losnativos durante la contienda militar. De igual

1  Alfono Múnera, El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el

Caribe colombiano (1717-1810) (Bogotá: Banco de la República -

El Áncora Editore, 1998), 173-215. Francico Zuluaga Ramírez,

Guerrilla y sociedad en el Patía (Cali: Univeridad del Valle, 1993),

67-159. Alono Valencia Llano, Marginados y “sepultados en los

montes”. Orígenes de la insurgencia social en el Valle del Río Cauca,

 1810-1830 (Cali: Univeridad del Valle, 2008), 69-184; Dentro dela ley, fuera de la ley. Resistencias sociales y políticas en el Valle

del Río Cauca, 1830-1855 (Cali: Univeridad del Valle, 2008), 39-

121. Jairo Gutiérrez Ramo, Los indios de Pasto contra la República

(1809-1824) (Bogotá: Intituto Colombiano de Antropología e Hi-

toria, 2007), 207-243. Recientemente, han aparecido do trabajo

de corte hitoriográco que abordan la participación de indígena,

mulato, zambo y negro en la independencia de la provincia

caribeña: Hugue sánchez Mejía, “La preencia de indio, negro,

zambo y mulato en la hitoriografía obre la independencia del

Caribe colombiano, 1770-1830”, Historia y Espacio, no. 34 (2010):

5-25. steinar saether, “Etudio reciente obre raza e indepen-

dencia en el Caribe colombiano”, en Historias de raza y nación en

 América Latina, comp., Claudia Leal y Carl Langebaek (Bogotá: Uni-

veridad de lo Ande, 2010), 381-406.

2 La invetigadora Adelaida sourdi revió 88 volúmene del Boletín

de Historia y Antigüedades, órgano difuor de la Academia Colom-biana de Hitoria, donde encontró 322 artículo dedicado al Ca-

ribe, lo cuale fueron agrupado por tema de la iguiente mane-

ra: 108 ecrito conagrado a peronaje; 83 hacen referencia

a Cartagena; 28 artículo informan obre ciudade y poblacione;

31 tratan obre santa Marta; 20 e reeren a la gran cuenca del

Caribe y san André; 23 hablan de Panamá y el Darién; 13 etán

dedicado a Barranquilla, el departamento del Atlántico y el río

Magdalena; 16 on obre grupo indígena, y 7 de ello tratan

obre la Guajira. Adelaida sourdi Nájera, “El Caribe en el Boletín.

Relato que hacen hitoria”, Boletín de Historia y Antigüedades,

no. 816 (2002): 541-552.

manera, pretendemos  mostrar, apoyándonos enindicios contenidos en fuentes de distinta ín-dole, la complejidad de tal participación con elobjeto de acercarnos a la trama de intereses quepudieron subyacer en la misma. Sostenemos quela participación de los nativos guajiros en la in-

dependencia obedeció a factores variopintos, loscuales dependieron del tipo especíco de relacio-nes que cada grupo indígena tuvo con la sociedadcriolla, las autoridades y los sectores partidariosde la independencia o los que respaldaron el res-tablecimiento del orden monárquico, así como elgrado de sujeción o autonomía que mantuvieroncon relación al poder colonial en el contexto desu colapso y las necesidades concretas de las co-munidades. Nos centramos en los grupos indíge-nas de la zona sur de la península de la Guajira,

conocida con el nombre de Guajira Abajo, pordos razones: una, porque fue en esta área dondese presentaron los mestizajes más marcados en-tre indígenas y criollos, y otra, porque las fuentesreejan muy poco el accionar de los nativosubicados en el extremo norte de la península, laGuajira Arriba.

Nos enfocamos en las guerrillas indígenas de Mi-guel Gómez y del cacique Canopán u Ocano-pán, de pueblos nativos distintos, los cuales te-nían diversos grados de control territorial sobrela península de la Guajira y “apoyaron” de dis-tintas maneras la lucha militar entre los bandos“patriota” y “realista”. A través de estas guerrillas,haremos un acercamiento al entramado de inte-reses que pudieron tener estas comunidades conlas fuerzas combatientes.

El artículo está estructurado en dos partes. En laprimera, se hace un acercamiento a las comunida-des Wayuu3, de donde procedía Miguel Gómez,matizando las representaciones territoriales queellas tenían y que nos remiten a formas diferentesde relacionarse con su entorno, las autoridades y 

la sociedad criolla. Así mismo, analizamos lasestrategias guerrilleras de Gómez y las posibles

  vinculaciones que tuvo con ociales reales quequizás fueron importantes a la hora de denir su

3 El vocablo Wayuu (Waiú) e el etnónimo de perona, gente, indíge-

na de la Guajira. Véae a Miguel Ángel Juayú y Jeú Olza Zubiri,

Diccionario sistemático de la lengua guajira (Caraca: Centro de

Lengua Indígena, Univeridad Católica André Bello, 1988), 187.

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Los indígenas de la Guajira en la independencia de las provincias caribeñas de la Nueva Granada: una aproximación / José Polo Acuña / 23

“apoyo” a la causa “realista”. En la segunda parte,abordamos la guerrilla del cacique Canopán,perteneciente a la comunidad indígena denomi-nada “Cariachiles” o “Cariaquiles”, ubicada en lazona de la península de la Guajira en las cer-canías de El Molino, Villanueva y Urumita. Se

buscará explicar las cercanías de este cacique conlas fuerzas “patriotas” y su participación en lacontienda militar, y hasta donde nos permitanlas fuentes disponibles para ello, develar los mo-tivos que tuvieron para tomar partido en la lucha.

La guerrilla Wayuu: el caso de Miguel Gómez

Después del alzamiento armado en contra de lasautoridades españolas, hacendados y comer-ciantes de la provincia de Riohacha en 1769, los

 Wayuu reforzaron su autonomía como pueblo y obligaron la retirada de los destacamentos mili-tares españoles hacia el sur de los ríos Calancala(Ranchería) y Sucuy (Limón), cuyos epicentrosfueron las poblaciones de Riohacha y Sinamai-ca4. Este suceso marcó de manera contundente elcontrol que los Wayuu ejercieron sobre el territo-rio al norte de los mencionados ríos. Éste se vol-

 vió importante por su posición estratégica, y porel dominio y conocimiento que los nativos teníansobre él en el contexto de los cambios políticosa partir de 1808 y la lucha militar, que termina-ron posteriormente con la ruptura política de lasprovincias granadinas con España.

De esta manera, apoyándonos en una reciente his-toriografía que piensa en nuevos términos el pa-pel desempeñado por los grupos “subalternos”en los procesos de independencia en AméricaLatina, este artículo propone algunos caminospara entender la participación de los Wayuu ental proceso5. En consecuencia, se formulan  tres

4 sobre el uceo de 1769, poco tratado tanto en la hitoriogra-

fía nacional colombo-venezolana como en la regional del Caribecolombiano, pueden vere: Joé Polo Acuña, “Indígena, pode-

re y mediacione en la Guajira en la tranición de la Colonia a la

República (1750-1850)” (Tei doctoral, Univeridad Central de

Venezuela, 2010), 270-335. Eduardo Barrera Monroy, Mestizaje,

comercio y resistencia (La Guajira durante la segunda mitad del

siglo XVIII) (Bogotá: Intituto Colombiano de Antropología e Hi-

toria, 2000), 197-210. Petra Joena Moreno, “Guajiro-Coçina:

Hombre de Hitoria 1500-1800” (Tei doctoral, Univeridad

Complutene, 1983), 230-257.

5 Eric Van Young, La otra rebelión (La lucha por la independencia de

México, 1810-1821) (México: Fondo de Cultura Económica, 2006).

elementos que a mi juicio resultan claves paracomprender el fenómeno: la condición de “fron-tera” del territorio Wayuu, la organización polí-tico-territorial de las comunidades y el papel quedesempeñaron los intermediarios étnicos comoMiguel Gómez.

La frontera guajira

Durante el período 1810-1830, la península de laGuajira y su población Wayuu mantuvieron buenaparte de las características que habían tenido du-rante el período colonial: territorio no controladopor las nuevas autoridades republicanas y comuni-dades nativas que gozaban de diversos grados deautonomía, las cuales tenían control sobre el áreacuyos límites eran los ríos Calancala y Limón por

el sur, y las costas del Caribe por el norte. Para estaépoca, habían desaparecido las misiones capuchi-nas y los pueblos de indios que se habían inten-tado fundar nuevamente después del alzamientoarmado de 1769; Riohacha y Sinamaica fueron losúnicos poblados que lograron mantenerse en pieen medio de la presión nativa (mapa 1).

El control territorial de los indígenas presentabamatices que vale anotar, porque ellos estarían re-

 velando distintos manejos del territorio y formasdisímiles de relaciones con la sociedad criolla. Enese sentido, los nativos distinguieron cuatro zo-nas que quizás reejaron grados diversos de par-ticipación en la independencia y que se conser-

 van hoy día: la “Guajira Arriba”, que pertenecea la parte de la península entre su garganta y elextremo norte; la “Guajira Abajo”, que va desdeel mencionado istmo a la margen derecha del ríoRanchería; la “Montaña”, que hace referencia a lassabanas aledañas a los Montes de Oca, y la “Pla-

 ya”, que corresponde a la costa occidental de laGuajira Arriba6.

Múnera, El fracaso de la nación, 173-223. Jairo Gutiérrez Ramo,

Los indios de Pasto contra la República (1809-1824) (Bogotá: In-

tituto Colombiano de Antropología e Hitoria, 2007), 207-243.

6 Francico Pichón, Geografía de la Península Guajira (santa Marta:

Ecofett, 1947), 91.

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A los habitantes de la primera se les decía “arriberos”,a los residentes de la segunda se les llamaba “aba-

 jeros”, a los de la montaña “serranos” y a los de laplaya “pescadores”7. Podríamos agregar una quintaárea: la zona suroriental aledaña a la laguna de Si-namaica, cuyo límite concreto es el río Limón porel sur oriente, que separa la Guajira de la provinciade Maracaibo; esta zona es un eslabón que permi-tió articular la Guajira con los Montes de Oca y el

puerto de Maracaibo (mapa 2).

7 Pichón, Geografía, 91. Con relación a la comunidade playera

pueden vere lo trabajo de Weildler Guerra Curvelo, “Apalaan-

chi: una viión de la peca entre lo Wayuu”, en La Guajira. De la

memoria al porvenir. Una visión antropológica, ed. Gerardo Ardi-

la (Bogotá: Univeridad Nacional de Colombia, 1990), 163-189;

“El univero imbólico de lo pecadore Wayuu”, Aguaita, no. 11

(2004): 62-74.

Esta percepción territorial sugiere también cier-ta especialización en actividades productivas delas comunidades que habitaban cada una de laszonas y sus relaciones de poder. Un ejemplo,aunque es de otro período, puede ilustrar esaespecialización. Se trata de las notas de viaje deRafael Benítez, militar venezolano que recorrióbuena parte de la Guajira en 1874, y anotó lascaracterísticas de las comunidades que encontró

a su paso, que vale la pena citar en extenso:Zapuanas, Cocinas, Cocinetas: Estos indios habitanlas tierras altas de Cojoro, costa i caño de Neima, Já-rira, Paráuja, Armachón, Gran Eneal i ciénagas in-mediatas a Sinamaica, potreros i selvas de la partesur. […] son muy pobres, viven de la rapiña i estánsiempre en guerra con las demás tribus. […] los indiosricos solicitan sus servicios mercenarios i ellos se losprestan ocasionalmente, en las emprezas militares, ilos pagan del botín del enemigo, o con animales de la

Mapa 1.

Fuente: Alfono Pérez Preciado "Evolución paleográca y dinámica actual de lo medio naturale en la penínula de la Guajira". Gerardo Ardila

(Editor), La Guajira, de la memoria al porvenir Una viión antropológica. Bogotá, Univeridad Nacional de Colombia, 1990, pp 23-58.

Mar Caribe

Maracaibo

sinamaica

PenínsulaGuajira

Golfo deVenezuela

Lago deMaracaibo

Guardia de Afuera

Paraguaipoa

   R  í  o    L   i

  m  ó  n

    L    í   m

    i    t   e

    I   n    t   e

   r   n   a   c    i   o

   n   a    l

 s i e r r a  N e

 v a d a

 d e  s a n t a 

 M a r t a

   R   í  o    R  a

  n  c   h  e

  r   í  a

   M  o  n   t  e

  s   d  e

   O  c  a

      s    e    r    r    a

    n      í    a

     d    e      l      P

    e    r      i      j       á

MaicaoManaure

Carrizal

Riohacha

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Los indígenas de la Guajira en la independencia de las provincias caribeñas de la Nueva Granada: una aproximación / José Polo Acuña / 25

propiedad de quien los ocupa. Estas tribus, en todo elterritorio donde se hayan esparcidas, pueden levantar3.000 hombres de armas.

Los Hosayúes, habitan el interior i Teta de Cojoro.No tienen puerto de mar; pero son riquísimos en ga-nado, i bestias i la riqueza allí está tan bien distribuidaque es mui raro el indio que no posee algunos anima-les. Son valientes i pueden poner unos 1.500 hombressobre las armas.

Alpushianas. Habitan la costa de Cojoro, el Salado iGüincúa. Poseen poco ganado pero bueno; […] Lassierras inmediatas abundan en brasil i dividive, comoen Monte de Oca, lo que utilizan en el tráco costeño.[…] cuentan con unos 500 indios de armas.

  Jarariyúes. Habitan el interior de Macuire; poseenpoca riqueza i pueden levantar 800 hombres de armas.

Urianas. Estos habitan las sierras i cotas de Macuire,la parte más fértil de la penínzula, bañada por un ria-chuelo que lleva el nombre del lugar, i hace excelentelas tierras de pancoger. Son ricos en ganados, mayor imenor, de gran tamaño; también lo son de bestias detoda especie, pero su raza no es de las mejores. Estatribu es pacíca i la más populosa; puede poner sobrelas armas 5.000 combatientes.

Los Puciarines. Habitan las costas del norte, de Ma-cuire al Cabo de la Vela, en cuya extensión hai va-rios puertos: entre ellos los Portetes i la famosa BahíaHonda, en que se hace un comercio bastante activo,principalmente con Jamaica i Aruba. Sus riquezasconsisten en ganado mayor i menor i en buenas bes-tias; son belicosos i pueden armar 1.200 hombres.

Los Hipuanas. Habitan la costa que se dilata delCabo de la Vela a Tairupo: en esta distancia es quese encuentra la famosa pesca de perlas. La riqueza deestos indios, en ganados i bestias, que es considerable,está entre ellos tan bien distribuida como entre losHosayúes, a quienes son también iguales en fuerza,pues pueden presentar unos 1.500 indios armados, ison en la generalidad valientes.

Los Hipuayúes. Habitan el interior de la costa del Nor-te hasta cerca de Riohacha. Son iguales en riqueza a losHipuanas i Hosayúes, lo mismo que lo son en fuerzaarmada, pudiendo elevarla fácilmente a 1.500 indios.Aunque no tienen costas, negocian con los buques es-trangeros, por los puertos de la Vela i Bahía Honda;pero su mayor comercio lo hacen con Riohacha8.

8 Rafael Benítez, Recuerdos de mis viajes a la Guajira i noticias

recogidas de paso (Maracaibo: Univeridad Nacional del Zulia,

1957), 30-33.

Fuente: Homer Achmann, "Indian patorlit of the Guajira peninula", En Annal of the aociation of the American geographer, Vol. 50, N. 4,

pp. 408-418.Francico Pichón, Geografía de la Penínula Guajira. santa Marta. (Ecofet, 1947)

Mapa 2. Diviión Territorial de la Guajira egún lo nativo

Mar Caribe

Golfo de Venezuela

ConvencioneMontaña

Poblacione importante

Laguna y cienaga

Rio

Guajira Arriba

Guajira Abajo

M o n t a ñ a 

PlayaCabo de la Vela

Riohacha

Maracaibo

S a n  C a r l o s 

C. Paijana

L. Aliles

L. Sinamaica

RíoGuasare

R  í   o   R  

a  n  c  h  e  r  í   a  

     M   o   n    t   e

   s    d   e

     O   c   a

    S   e   r   r   a   n    í   a

 

   d   e     l      P   e

   r     i     j     á

 S  i e r r a

   N e v a d a

 

 d e  S a

 n t a   M a r t

 a

Bahía Portete

Bahía HondaChimare

Punta Espada

Puerto Sabana del Valle

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Estas notas muestran varios elementos importantesque evidencian la relación entre territorio, recur-sos y relaciones de poder que es necesario comen-tar. Primero, si bien algunas parcialidades teníancontrol sobre puertos y otras no, las que no lo te-nían también podían acceder a ellos para comer-

ciar e intercambiar sus productos con contraban-distas criollos y extranjeros que arribaban a susterritorios y costas; tal es el caso de los Hipuayúes,que probablemente lo lograron a través de nego-ciaciones con las parcialidades dominantes de lascostas en las cercanías de Riohacha. Segundo, seobserva una cierta especialización de las parcia-lidades en actividades económicas, pues algunasse dedicaban a la cría y venta de ganado, otras ala extracción y comercio de perlas, y algunas alcorte y contrabando de dividivi. Tercero, la guerra

también era una actividad de la cual se podía vivir,pues algunas parcialidades ofrecían los serviciosde hombres en armas a otras, en un contextomarcado por la alta circulación de las mismas,tal como lo describe Benítez. Y por último, algu-nas parcialidades son denidas como pacícas y otras como guerreras, dependiendo de la cercanía

 y de la aceptación que tuvieron de las autorida-des. Todo ello nos está mostrando importantesmatices que incluyen dominio territorial, manejode recursos y especializaciones en los diferentesniveles de intercambios y relaciones interétnicas,los cuales pudieron jugar algún papel importanteen la forma en que las comunidades indígenas se

 vincularon a la lucha en la independencia.Al despuntar la República, las autoridades grana-

dinas y venezolanas no tenían un conocimientoexacto del número de comunidades (parcialida-des) Wayuu ni de su ubicación en la península dela Guajira; solo se sabía que los indígenas ejer-cían un fuerte control sobre el territorio al nortede los ríos Calancala y Limón. Un primer intentodel gobierno republicano para conocer más sobre

las comunidades indígenas de la zona arrojó laexistencia de 22 parcialidades con sus respectivos

 jefes, tal como se aprecia en la tabla 1.Sin embargo, estos datos reejaron las parcialida-

des que se encontraban cerca de Sinamaica enlas cercanías del río Limón, y no las que se ubi-caron en inmediaciones de Riohacha y la Guaji-ra Arriba; las autoridades calculaban que debía

haber entre 18 y 20 mil indígenas en capacidadde tomar las armas9. Un informe del comandantegeneral del Zulia subrayaba que:

[…] en toda la extensión de aquel territorio hay unamultitud de parcialidades compuesta de familias va-rias, que mantienen entre sí una guerra continua porintermedio del robo. De esta naturaleza son los indiosllamados cojoreños, Montesdeoca, Salado, cocinetas  y pozones que habitan en el territorio a Riohacha.Como son pobres se mantienen de esta conducta y la observan con sus compañeros, otras con las [par-cialidades] vecinas de Sinamaica. La india Rosa, quetiene una parcialidad de 4.000 [hombres], armados defusil y amiga nuestra, y casi siempre está en guerracon aquella por los robos que le hacen a su hacien-da compuesta de ganados y caballería. Los Cojore-ños, Montesdeoca y Cocinetas sólo usan por armala raya y la paletilla; los de Pozones, que son los quehan amenazado ahora de invadir, usan también fusil y caballo como los de la Rosa; las demás parcialidades

se dividen por el partido de aquella con quien tienenrelación de parentesco, que es la que respetan y pro-tegen más10.

Como se deduce de los anteriores informes, difí-cilmente la intervención de los Wayuu en laindependencia pudo ser homogénea. Quizáseste comportamiento  obedeció a factores quedeterminaron zonas de mayor o menor autono-mía con relación a las instituciones estatales, asícomo el grado de control social y el mestizaje.Por ejemplo, la Guajira Abajo fue un área donde

se presentó el mestizaje más fuerte entre nativos y criollos; es allí donde se observan las alianzasmás sólidas entre estos dos grupos y desde dondese intentó, por parte del estado colonial y repu-blicano posteriormente, cooptar las estructuraspolíticas de las comunidades nativas11. La Gua-

 jira Arriba era, por el contrario, un área donde lainuencia de las instituciones “civiles” y religio-sas fue débil; las comunidades indígenas que allíhabitaban actuaron con más autonomía respectode las autoridades y tuvieron más contactos con einuencias de Aruba, Curazao y Jamaica que conRiohacha o Maracaibo. Entre estas tres islas y la península de la Guajira circuló un torrente de

9 AGN, República, Enrique Ortega Ricaurte, Carpeta 74, f. 11v.

1824.

10 AGN, República, Enrique Ortega Ricaurte, Carpeta 74, ff. 108v. y

109r. 1822-1831.

11 Polo Acuña, “Indígena, podere y mediacione”, 53-73, 336-393.

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Los indígenas de la Guajira en la independencia de las provincias caribeñas de la Nueva Granada: una aproximación / José Polo Acuña / 27

mercancías de contrabando hasta bien entrado elsiglo XX que aún está por explorarse.

Alianzas y solidaridades en la Guajira Abajo

durante la lucha militar: la intermediación de

Miguel Gómez

 Tanto “patriotas” como “realistas” trataron de ganarel apoyo de los Wayuu en el desarrollo de la luchamilitar. Ello no fue fortuito, respondió a la posi-

ción estratégica que ocupaban las comunidadesindígenas en la península de la Guajira, pues al-gunas de ellas ejercían soberanía y control sobrepuertos y sitios claves que signicaron posibles

 vías para movilizar hombres y armas. En la Gua- jira Abajo, como se sostuvo, se presentó un tipode relaciones entre nativos y criollos por mediodel cual se apelaba a la solidaridad de los pri-meros en la contienda a través de mediaciones,

donde el parentesco y el mestizaje jugaron un pa-pel importante.

La ciudad de Riohacha había permanecido el aFernando VII en 1813, manteniendo a raya a losrebeldes “patriotas” a pesar del levantamiento de

  vecinos y pueblos indígenas de los alrededores.  Tanto fue así que esta ciudad protegió algunospueblos del Valle del Cesar que no estaban deacuerdo con la independencia absoluta cuando Va-lledupar se declaró independiente12. Posiblemente

por ello Riohacha fue el primer blanco del ataquede las fuerzas rebeldes en el Caribe, el cual estu- vo a cargo del general inglés Gregor McGregor

12 Adelaida sourdi Nájera, “Ruptura del etado colonial y tráni-

to hacia la república 1800-1850”, en Historia económica y so-

cial del Caribe colombiano, ed. Adolfo Meiel Roca (Barranquilla:

Edicione Uninorte, 1994), 170. steinar saether, Identidades e

independencia en Santa Marta y Riohacha, 1750-1850 (Bogotá:

Intituto Colombiano de Antropología e Hitoria, 2005), 205.

Tabla 1. Parcialidade, jefe, armamento y territorio en lo alrededore de la Villa de sinamaica y el Río Limón, 1824.

Capitán Parcialidad Número Armamento Parajes

Guayuirí Juayú 250 Fuile y echa Pozone

Urianare Ipuana 250 Id. Id.

Juan de la Roa Alpuiana 150 Id. El salado

Auripín Jayariyú 50 Id. Id.Guagraín sapuana 500 Id. Monte de Oca

El Majazo Ipuana 400 Id. Talanquira

Gorojoroa Juayú 400 Id. Pechiza

Cargaruare Ipuana 400 Id. Guananá

Mono Uriana 400 Id. Guayma

Juramunché Ipuana 200 Id. Guincúa

La india Roa Uriana 500 Id. Neimate

Guarapa Juayú 200 Id. Guinjepeuz

Hibolae Uriana 200 Id. Jopía

Galmarén Uriana 150 Id. Cojoro

Garabito Uriana 300 Id. Camiay

Paraten Alpuiana 15 Id. Neyma

Porollén Juayú 200 Id. Parajua

Gualliramo Jayariyú 50 Id. Unaray

Caracara Uriana 20 Id. -

sarará Cocina 20 Id. Lloruna

Mazipurchón Cocina 20 Id. Marirapure

Chauturia Cocina 50 Id. -

TOTAL 4.725

Fuente: Archivo General de la Nación (Colombia) [en adelante AGN], República, Enrique Ortega Ricaurte, Carpeta 74, f. 11r. 1824.

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en 1819, quien desalojó a las fuerzas realistas el 5de octubre de ese año13. Sin embargo, la toma delos rebeldes duró poco, pues seis días más tarde,el 11 de octubre, una fuerza de indígenas guajirosdirigida por los capitanes de milicia ClementeIguarán y Miguel Gómez, expulsaron a los in-

 vasores14. Es menester resaltar que no fueron los vecinos quienes sacaron a las tropas de McGregorsino los Wayuu, los cuales asumieron el controlporque la mayoría de los habitantes de la ciudadno solamente había huido de la agresión de losrebeldes, sino también de los excesos del gober-nador español José Medina Galindo.

Cuando las fuerzas patriotas volvieron a tomar elcontrol de Riohacha ante el desembarco en lacosta de los generales Brion y Montilla, la guerri-lla de indígenas ofreció tenaz resistencia, incluso

buscando el apoyo de otras guerrillas nativas quetenían su radio de acción al sur de la provinciade Riohacha en cercanías de El Molino, Fonseca

  y San Juan del Cesar15. En ese sentido, MiguelGómez envió a su hijo para establecer contac-tos con el cacique Canopán, pero éste se hallabacomprometido con las fuerzas “patriotas”; oca-sión que fue aprovechada para capturar y fusilaren la plaza de Fonseca al hijo de Gómez 16. Cuan-do Montilla intentó marchar sobre Valledupar, lashuestes de Gómez le asediaron en el camino y lepropinaron fuertes golpes que lo obligaron a re-gresar nuevamente a Riohacha17. La guerrilla deGómez conocía perfectamente la zona, donde semovía con el apoyo de las rancherías con las cua-les tenía alianzas, lo cual le permitió conocer lospasos de los patriotas e incluso tomarles rehenes

13 sourdi, “Ruptura del etado colonial”, 183.

14 Joé Manuel Retrepo, Historia de la Revolución de la República

de Colombia (Bogotá: Biblioteca Popular de Cultura Colombiana,

1945), t. V, 175. Véae ademá a saether, Identidades e indepen-

dencia, 217.

15 Retrepo, Historia de la Revolución, 203.

16 Pedro Catro Trepalacio, Culturas aborígenes cesarenses e in-

dependencia de Valledupar (Valledupar: Caa de la Cultura - so-

ciedad Bolivariana del Cear, 1979), 135. En 1820, lo pueblo

de Barranca, Foneca, san Juan, Badillo, Tablado, El Molino, Vi-

llanueva y Urumita paaron a formar parte de la adminitración

epañola producto del armiticio rmado entre la fuerza de

Bolívar y Morillo; in embargo, eta poblacione no querían er

entregada a la adminitración hipana y eran partidaria de la in-

dependencia. Herme Tovar Pinzón, “Condicione para dicutir la

paz y humanizar la guerra”, en Colombia: droga, economía, guerra

 y paz (Bogotá: Planeta, 1999), 168-169.

17 Retrepo, Historia de la Revolución, 203.

en combates o emboscadas18. Su fortín era el áreade Guíncua, ubicada en las cercanías de los Mon-tes de Oca, zona donde había abundante agua y desde donde planeaba todas sus operaciones19.

De otra parte, se tienen escasos datos de la partici-pación conjunta de las guerrillas de nativos gua-

 jiros junto al alcalde de Fonseca, José Vicente deFrías, en apoyo de la causa realista. Frías socorrióa las guerrillas guajiras con recursos de sus pro-pias haciendas, pero fue capturado y condenadoa diez años de cárcel que pagó en el castillo SanFelipe de Barajas en Cartagena20. El comandantede las guerrillas en la zona de Fonseca era An-drés Medina, del cual se decía era nieto del ca-cique de la Guajira y quien estuvo a punto detomar Valledupar, pero en vez de ello hizo cap-turar a las autoridades patriotas de la ciudad y 

las reemplazó por adeptos a la causa del Rey 21

.Las guerrillas de Medina combatieron contra lasfuerzas de su homólogo Canopán para intentardesalojarlas del corredor Barrancas-Fonseca-ElMolino, y  controlar de esta forma el camino quecomunicaba a la provincia de Valledupar con lade Maracaibo pasando por la Villa del Rosariode Perijá y el río Socuy-Limón, cuestión que noconsiguió, pero sí dejó un rastro de desolación enUrumita y El Molino22.

El caso especíco de participación de los indíge-nas al mando de Gómez en la lucha militar allado de los realistas, en parte podría explicarsepor el tipo de relaciones que las comunidadesnativas habían logrado construir con él. Miguelnació aproximadamente en 1770 y era hijo delcapitán de milicias Gabriel Gómez, clasicadocomo pardo en los registros de milicianos, en loscuales guraba como teniente en la compañía demilicias para hombres de color23. Enrique OteroD´Costa, basándose en las memorias del general

18 En alguna ocaión, Gómez y el comandante patriota de la zona,Joé María Flore, e enviaron carta con el objeto de intercam-

biar priionero que cada uno de ello tenía en u poder. AGNC,

sección República, Enrique Ortega Ricaurte, Caja 92, f. 61r. 1823.

19 AGN, sección República, Enrique Ortega Ricaurte, Caja 92, f. 63r.

1823.

20 Catro Trepalacio, Culturas aborígenes, 91.

21 Catro Trepalacio, Culturas aborígenes, 89. No e ha podido a-

ber con certeza i el abuelo de André Medina era Miguel Gómez

u otro cacique importante de la zona.

22 Catro Trepalacio, Culturas aborígenes, 117.

23 saether, Identidad e independencia, 222.

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Los indígenas de la Guajira en la independencia de las provincias caribeñas de la Nueva Granada: una aproximación / José Polo Acuña / 29

O´Leary, sugiere que Miguel Gómez era tío delgeneral José Prudencio Padilla, comandante pa-triota de las fuerzas navales en el Caribe24. El pa-dre de Miguel, Gabriel Gómez, fue un veteranomiliciano que quizás entabló relaciones de com-padrazgo y parentesco con algunos jefes nativos

de la zona, y su hijo probablemente heredó esasalianzas. Por ejemplo, en 1789 las autoridades deRiohacha sostenían que:

El medio importantísimo (y poco difícil) de llevarsebien con los indios es atraer a su partido a los capita-nes de ellos Gabriel Gómez y Patricio Rodríguez, queambos son indios, tienen crecida parentela entre ellos,están bien puestos con porción de ganados; son hom-bres de valor conocido, afectos a su soberano, exactos y de buenos procederes; tienen conocimiento del mayornúmero de parcialidades, de sus tretas, tierras, amboshablan la lengua guajira como nacional que les es, porlo que en caso de consecuencia conviene consultar con

ellos, y servirse para intérpretes25.

Sabemos que Miguel Gómez tenía una numerosaparentela en el pueblo de Moreno, una poblaciónmestiza cercana a Riohacha, la cual lo apoyó en lalucha contra el comandante de los patriotas JoséSardá26. A juzgar por los comentarios de este últi-mo, parece que Gómez fue atacado en su campa-mento de Guíncua, capturado, sometido y llevadoa Riohacha. Es posible que se hubiese convertidoen un aliado importante para tratar de romper elcerco que los realistas tenían sobre el camino quecomunicaba a Riohacha con Sinamaica27.

24 Enrique Otero D´Cota,Vida del almirante José Padilla (1778-1828) 

(Bogotá: Imprenta y Litografía de la Fuerza Militare, 1973), 17.

25 AGN, Colonia, Miscelánea, 142, ff. 649r.-v. a 651v., en Materiales

 para el estudio de las relaciones interétnicas en la Guajira, Siglo

 XVIII. Documentos y mapas , ed. Petra Joena Moreno y Alberto

Tarazona (Caraca: Biblioteca de la Academia Nacional de la Hi-

toria, 1984), 271-272.

26 El 20 de mayo de 1821 Joé sardá informó a u uperiore que

había tenido una acción de guerra contra la huete de Miguel

Gómez, cerca de la población de Moreno, donde éte tuvo apoyo

de 500 indígena y 130 “moreno”, lo cuale fueron derrota-do, egún sardá y no in cierta exageración, por 46 hombre

de la fuerza patriota. En ea ocaión, informó sardá, el pueblo

de Moreno fue ometido y juró lealtad al gobierno de Colombia y

por ello le fueron nombrada la autoridade correpondiente.

Joé sardá, “Informe”, El Correo Nacional [Maracaibo], 1. Llama

la atención que el pueblo de Moreno fue detruido en 1858 por

un ataque de lo Wayuu. Nayder Yeit Magdaniel Ojeda, Ciudad

de Moreno: origen y destrucción (Riohacha: Fondo Mixto para la

Promoción de la Arte y Cultura de la Guajira, 2002), 116-123.

27 Joé sardá, “Informe a la comandancia de arma”, El Correo Na-

cional [Maracaibo], 28 de julio, 1821, 1.

Los acercamientos de los realistas no se circunscri-bieron solamente a las comunidades aliadas conGómez, pues sabemos que en 1822 el generalFrancisco Tomás Morales desembarcó en las cos-tas de Cojoro con el objeto de invadir Maracaibocontando con la colaboración de los Wayuu que

 vivían en esa área, cuestión que logró tomándo-se  la población de Sinamaica y   desalojando alcoronel patriota Francisco María Farías, el cualtambién contó con ayuda de una pequeña par-tida de indígenas en su retirada28. Morales logróapoderarse del río Limón utilizando los peque-ños cayucos de los indígenas, prácticos pilotos

 y conocedores de este río29. Habrá que indagarmás sobre las relaciones del general Morales conlos jefes nativos de los alrededores del Limón, y no suponer, como lo hace Restrepo, que los in-

dígenas se habían unido a él “[…] atraídos porel cebo de algunas ropas que les dieron […]” 30.Hay que recordar que por los alrededores de Si-namaica se experimentó un intenso contrabandoque movía licores, ropas y armas del Caribe y deEuropa, géneros a los cuales podían acceder confacilidad los nativos guajiros que tenían parien-tes en el norte de la península y en los puertosde Tucacas y Cojoro, adonde llegaban todo tipo deproductos.

Investigaciones recientes sobre mestizaje en laGuajira a nales del siglo XVIII, sugieren quepersonajes como Miguel Gómez se convirtieronen intermediarios étnicos, eslabones entre las so-ciedades indígena y criolla, gracias al parentescoque tuvieron con miembros de los dos grupos31.Pero los acercamientos y alianzas de Miguel Gó-mez se dieron con ciertas comunidades indíge-nas y no con todas, por lo que los patriotas teníanque seguir su lucha probablemente contra otrasparcialidades aliadas de los realistas.

28 Joé Ignacio Arocha, Diccionario Geográco, Estadístico e Histó-

rico del Estado Zulia (Caraca: Editorial Ávila Gráca, 1949), 30.

Retrepo, Historia de la Revolución, 109-111.

29 Retrepo, Historia de la Revolución, 111.

30 Retrepo, Historia de la Revolución, 112.

31 Polo Acuña, “Indígena, podere y mediacione”, 381-385; “Una

mediación fallida: la accione del cacique Cecilio López sierra

y el conicto Hipano-Wayuu en la Guajira 1750-1770”, Historia

Caribe, no. 4 (1999): 67-77.

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que establecen los pueblos36. Estas solidaridades,como bien lo ha mostrado ompson para otrocontexto, también encontraban apoyo en la tra-dición “paternalista” de las autoridades, en estecaso españolas, las cuales tenían una larga expe-riencia no solamente en conictos sino también

en negociaciones con los indígenas de la zona.Las comunidades nativas apelaron al principiode reciprocidad, basadas en el parentesco y elcompadrazgo, para solidarizarse con la lucha delos ociales reales con los que tenían alianzas oparentela, y quienes además les reconocían con-trol explícito sobre ciertas zonas de la penínsulade la Guajira.

Por otro lado, poco sabemos de cómo se comporta-ron las comunidades Wayuu de la Guajira Arribaen el proceso independentista dada su tradición

de autonomía con relación a las autoridades es-pañolas y la sociedad criolla de Riohacha. Habríaque preguntarse, por ejemplo, si su territorio sir-

 vió de enlace con Jamaica y Curazao, islas don-de se refugiaron varios intelectuales y generalespatriotas cuando fueron expulsados de la NuevaGranada. En otro de nuestros trabajos, hemosmostrado cómo se establecieron pactos milita-res y comerciales de manera directa entre jefesguajiros y empresarios contrabandistas y repre-sentantes políticos de Curazao y Jamaica, cuyatradición no debe ser ajena a nuestra preocupa-ción por mostrar la participación de los Wayuude esta zona en los sucesos independentistas37.Como anotamos, la zona indígena que tuvo ma-

 yor autonomía respecto de las autoridades rioha-cheras y más contactos con los extranjeros fue laGuajira Arriba. Durante el proceso de indepen-dencia esta área fue una preocupación de los ban-dos en conicto, sobre todo de los patriotas, quea mediados de la década de 1820 controlaban lasciudades más importantes del Caribe venezolano

  y colombiano. Y no era para menos, heredaron

del siglo XVIII la presencia de contrabandistasque introducían todo tipo de géneros incluyen-do armas de fuego, que en poder de los guajiros,

36 E.P. Thompon, “La economía moral de la multitud en la Inglate-

rra del iglo XVIII”, en Costumbres en común (Barcelona: Crítica,

1995), 217.

37 Joé Polo Acuña, “Contrabando y pacicación indígena en la fron-

tera colombo-venezolana de la Guajira (1750-1820)”,  América

Latina en la Historia Económica, no. 24 (2005): 95.

El parentesco jugó un papel importante en las re-laciones que se dieron entre criollos y nativos enla Guajira Abajo, pues a través de él se hicieron

  vínculos de reciprocidades y solidaridades muy marcadas que obligaban a los parientes o alia-dos a prestar ayuda en caso de conicto. Esto

desempeñó una función clave en la vinculaciónde los Wayuu a las luchas durante el proceso deindependencia32. Hay que recordar que la ley decompensación material en la sociedad Wayuu quese despliega en los conictos, en lo que atañe al

  valor de las personas, estipula dos cosas: a) queun guajiro individual tiene un derecho general asu integridad personal, y b) que existen desigual-dades signicativas en el “valor”, “consideración”o “precio” de las personas33. Las ofensas levespueden ser reparadas con cierta facilidad, pero

las graves en las que interviene el derramamientode sangre por un homicidio requieren un trata-miento especial, que depende del estatus socialdel grupo ofendido. En ese orden, la estimacióndel valor social de una persona asesinada se basahasta cierto punto en las evaluaciones sobre elgrupo de parientes con que se identica al muer-to34. Así, la resolución de conictos y la aplica-ción de la justicia en la sociedad Wayuu tienen uncarácter colectivo y consuetudinario que va másallá de la individualidad. Por ello, la defensa de al-gunas comunidades de indígenas guajiros, quizás

 vinculadas parentalmente con Gómez y de paso ala causa realista, no es menos el resultado de unaconvicción ideológica y más una “consecuencialógica de los patrones locales del conicto”35.

El parentesco guajiro –y su inuencia en la forma-ción de alianzas con grupos de criollos vincula-dos políticamente a la corona española– puedeconsiderarse claramente político, porque suponenociones del bien común, claves en la solidaridad

32 Weildler Guerra Curvelo, La disputa y la palabra (La ley en la socie-

dad wayuu) (Bogotá: Miniterio de Cultura, 2002), 111-191.

33 Benon saler, “Principio de compenación y el valor de la per-

ona en la ociedad Guajira”, Montalbán, no. 17 (1986): 53-65.

Barrera Monroy, Mestizaje, comercio y resistencia, 45-49. Guerra

Curvelo, La disputa y la palabra, 45-209.

34 saler, “Principio de compenación”, 56.

35 Eta e la idea que parece ubyacer en saether, Identidades e

independencia , 222-223.

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Los indígenas de la Guajira en la independencia de las provincias caribeñas de la Nueva Granada: una aproximación / José Polo Acuña / 31

una etnia que de hecho ejercía soberanía y con-trol sobre puertos, era una mezcla explosiva y peligrosa para las nuevas autoridades, las cualesintentaban estabilizarse desde el punto de vistapolítico y militar38. Por ello, se prohibía expre-samente la circulación de naves que llevaran lo

que las autoridades denominaban “contrabandode guerra”39. La cuestión adquiría dimensionesalarmantes porque la presencia de contrabandis-tas extranjeros no se reducía sólo al trato, sino aintenciones políticas directas, particularmente deInglaterra, que merodeaba por la zona.

Prueba de ello es que el 5 de marzo de 1822 tuvolugar una sesión extraordinaria del consejo degobierno, en Bogotá, donde se discutió el temareferido a las relaciones de comercio que existíanentre los grupos indígenas independientes y los

ingleses que arribaban a sus costas. Para algunosmiembros del consejo, era mejor cortar el pro-blema de raíz y prohibir, al igual que lo hicieronlas autoridades españolas, todo contacto entrenativos y extranjeros, declarando que los barcoscapturados en plena acción ilegal debían ser de-clarados como “buena presa”. Otros consejerosargumentaron que debía tenerse en cuenta “[…]la dicultad del disgusto que podría causarletanto a los indios bárbaros como a los inglesesque hacen el comercio de aquellas costas si losbuques que arribaban a ella se declarasen buenapresa […]”40. El consejero Félix de Restrepo con-

38 La incorporación del uo de ecopeta y caballo como arma de

guerra en la comunidade Wayuu jugó un papel importante en la

etrategia de reitencia que deplegaron frente a la política

de dominación impulada por autoridade epañola y luego re-

publicana. Ambo elemento le dieron mayor efectividad en u

ataque. Antonio Julián anotó en la egunda mitad del iglo XVIII

que lo guajiro “[…] on lo que tienen multitud de caballo agui-

lilla para correr con etupenda velocidad por aquello u llano,

y para preentare en campo abierto en forma de caballería ligera

[…]”. Antonio Julián, La perla de la América Provincia de Santa

Marta (Bogotá: Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, 1951),

220. Pero no fueron la única, imilar imbioi e preentó en

nativo Mapuche del Cono sur, quiene adoptaron de maneraefectiva y creciente caballo y arma de fuego en un largo pe-

ríodo entre lo iglo XVI y XIX. Guillaume Boccara, “Etnogénei

mapuche: reitencia y retructuración entre lo indígena del

centro-ur de Chile (siglo XVI-XVIII)”, Hispanic American His-

torical Review 79, no. 3 (1999): 425-461.

39 Ángel Quintero y Juan Manuel Manrique, “Decreto regularizando

el comercio con la Goajira”, El Constitucional de Maracaibo [Mara-

caibo], 8 de mayo, 1836, 1.

40 Fray Ceáreo de Armellada, ed., Fuero indígena venezolano (Cara-

ca: Intituto de Invetigacione Hitórica, Univeridad Católica

André Bello, 1977), 36.

sideraba que “[…] ningún derecho tenía Colom-bia para prohibir el comercio a unas naciones deindios que estaban independientes […]”41. Estamisma opinión se logra ver en una carta que elcónsul británico en Maracaibo, Robert Suther-land, envió al encargado de negocios de la coro-

na inglesa en 1825, documento clasicado como“condencial” y que reproducimos en extenso porlo relevante de sus argumentos:

  Yo hasta pongo en duda el derecho del gobiernocolombiano a excluir de La Guajira el comercio ex-tranjero; aun de que esté actualmente en posesión delmás importante punto de su costa, la Bahía Honda; y aun en este caso, pondré en duda lo correcto de supolítica. El hecho de que el Territorio de La Guajiraesté incluido en la ley fundamental de la Constituciónno es un argumento a favor de su reclamación, puestiene tan poco derecho a formular aquella ley comoahora a tomar posesión de La Guajira. Así es porque

se ha procedido sin tomar en cuenta los antecedentespolíticos; y si ahora se tiene una mayor experiencia y conocimiento sobre La Guajira, aquel acto es tantomás odioso e injusto pues se trata de despojar de suterritorio a una gente que no sólo por Derecho Natu-ral sino también por el Derecho de Gente son legíti-mos dueños. Si está admitido por alguna de las me- jores autoridades en Derecho Natural que hasta es unasunto dudoso si es legítimo apoderarse de un sitio enuna región habitada solamente por unas pocas tribusnómadas cuya escasa población no alcance para culti- var el suelo, entonces cuánta menor duda puede existiren el presente caso en que La Guajira está ocupadapor una población no inferior a las sesenta mil almas,con rebaños de excelente ganado, y que ha mantenidoel comercio con los ingleses y con otras naciones pormuchos años. Y aun España, tan famosa por su dispo-sición para apropiarse todo el territorio a su alcance,nunca presumió de haber intervenido en La Guajira,más por el contrario solicitó su amistad con regalos y buenos ocios42.

Esta comunicación entre los funcionarios inglesesmuestra algunos elementos claves que permitenevidenciar, por un lado, la autonomía históricaque las comunidades indígenas de la GuajiraArriba tenían con respecto a las autoridades deRiohacha y Maracaibo, y por otro, las intencio-nes políticas que la corona británica tenía sobrela zona. Estos dos aspectos se conjugaron para

41 De Armellada, Fuero indígena venezolano, 37. David Buhnell, El

régimen de Santander en la Gran Colombia (Bogotá: El Áncora

Editore, 1985), 219-223.

42 Public Record Ofce (Londre), Foreing Ofce, 18, 21, ff. 55-56,

citado en Germán Cardozo Galué, Maracaibo y su región histórica.

El circuito agroexportador 1830-1860 (Maracaibo: Univeridad del

Zulia, 1991), 130.

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Los indígenas del conglomerado de estos pueblos“colaboraron” en diferentes ocasiones con las au-toridades españolas para hacer entradas militarescontra los “Chimila” y los Wayuu, dado que co-nocían bien el territorio y manejaban hábilmenteel arco y la echa, lo que los llevó a denominarlos

los “echeros del Molino”46.Canopán resultaba un aliado clave en las pretensio-

nes patriotas de controlar el puerto y la ciudad deMaracaibo, pues su posición estratégica y cono-cimiento de la zona entre las provincias de Valle-dupar y Maracaibo lo convirtieron en una fuerzaimportante. Él lo sabía y por ello enviaba men-sajes a los jefes patriotas en el sentido de “[…]que si consiguen armas, su tribu o parcialidadprestaría toda la ayuda que el momento exigía”47.Así, Simón Bolívar ordenó al coronel Mariano

Montilla que “[…] se entere de los planes […]del cacique Canopán […] para que armados los ya dichos naturales, evitar una invasión de Ma-racaibo por los realistas, tomando la vía Moli-no Sucuy a salir a Carabulla y Burburata”48. Sinembargo, Canopán y las fuerzas patriotas debíancontar con el apoyo de los indígenas del Moján49,con quienes el general patriota Rafael Urdane-ta tenía estrechas relaciones por poseer tierrasaledañas al río Limón, donde obtuvo en 1825“tierras baldías” para explotar el palo brasil va-liéndose precisamente de la amistad de los nati-

 vos50. De esta manera, Canopán unió fuerzas conel general Urdaneta valiéndose de los nativos delMoján, los cuales apoyaron con armas y hombres

controlar. Ordenamiento espacial y control político en las Llanuras

del Caribe y en los Andes Centrales Neogranadinos. Siglo XVIII 

(Bogotá: Intituto Colombiano de Antropología e Hitoria - Aca-

demia Colombiana de Hitoria, 2001), 102, 255, 267, 273, 281.

46 Joé de Mier, Poblamientos en la Provincia de Santa Marta. Siglo

 XVIII, vol. II (Bogotá: Colegio Máximo de la Academia de Co-

lombia - Librero Colombiano, 1987), 225-228. Moreno y Tara-

zona, ed. Materiales para el estudio, 226.47 Catro Trepalacio, Culturas aborígenes, 100.

48 Catro Trepalacio, Culturas aborígenes, 100.

49 Catro Trepalacio, Culturas aborígenes, 100.

50 Arturo Cardozo, “Lo Guajiro. Una etnia inconquitable durante

la colonia”, Tierra Firme 8, no. 31 (1990): 336-341. Lui Ovidio

Quiró, Estudios sobre ejidos (Ejidos del Estado Zulia) (Bueno

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lacione inter-étnica en la tierra del Río Limón, Guajira venezo-

lana 1830-1880”, Jangwa Pana (Revista de Antropología), no. 4

(2005): 19-37.

rechazar las pretensiones y la legitimidad del go-bierno colombiano para controlar la región, antespor el contrario se deja ver –y quizás esto sea lomás importante para nuestro trabajo– el recono-cimiento que el cónsul británico daba a los na-tivos como dueños de su tierra y su derecho a

regirse por sus propias leyes. ¿Jugaría esto algúnpapel durante la independencia en estas comuni-dades Wayuu del extremo norte de la penínsulade la Guajira?

La guerrilla del cacique Canopán

Castro Trespalacios trae información que vinculaal llamado cacique “Canopán” y sus indígenasde Villanueva y El Molino con las fuerzas “pa-triotas”. Un autor sugiere que el mencionado ca-

cique fue un jefe proveniente del grupo de los“Cariachiles” o “Cariaquiles”, ubicado en el áreade los dos pueblos antes mencionados. Podríadecirse que éstos fueron un segmento étnico quese desprendió de la tribu Coyaima o Tupe, queen la actualidad se identican con los Yukos, sinembargo, no podemos armar tajantemente queel jefe Canopán proviniera efectivamente de losCariachiles43. La razón obedece a que el nom-bre Canopán u Ocanopán y Cariachile aparecenasociados a varios jefes de pueblos entre 1700 y 1803, entre ellos San Juan del Cesar, Villanue-

  va, El Molino y Santiago del Tupe44. En 1741existían en la zona los pueblos de indios de SanLucas del Molino, Santo Tomás de Villanueva,Santa Cruz de Urumita, San Francisco de Pon-dore y San Agustín de Farías de los Cariaquiles;este último se encontraba localizado en el piede-monte de la Serranía del Perijá, en el extremo surde la Guajira Abajo45.

43 La armación de la procedencia de Canopán la hace Álvaro Catro

socarrá, Episodios Históricos del Cesar (Bogotá: Plaza y Jané,

1997), 117. Véae igualmente a Catro Trepalacio, Culturas

aborígenes, 38-39. Gerardo Reichel-Dolmatoff, “Contacto y

cambio culturale en la sierra Nevada de santa Marta”, Revista

Colombiana de Antropología, no. 1 (1953): 15-122; 22.

44 Catro Trepalacio, Culturas aborígenes, 54.

45 Joé Nicolá de la Roa, Floresta de la Santa Iglesia Catedral de

la ciudad y provincia de Santa Marta (Barranquilla: Biblioteca de

Autore Coteño, 1945), 218. Juan Carlo Forero Romero, San

 Agustín de Fonseca. De pueblo de indios a parroquia de blancos.

Siglo XVIII (Riohacha: Fondo Mixto para la Promoción de la Ar-

te y la Cultura de la Guajira, 2001), 44-45. Véane igualmente

lo mapa que aparecen en Marta Herrera Ángel, Ordenar para

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Los indígenas de la Guajira en la independencia de las provincias caribeñas de la Nueva Granada: una aproximación / José Polo Acuña / 33

al mencionado cacique para apoderarse de estaimportante zona lacustre.

No obstante, el apoyo de los indígenas de El Molino y Villanueva a los patriotas no fue homogéneo,pues existieron facciones que respaldaron el re-greso de Fernando VII como la de los Zabaletas,

los cuales enfrentaron a la guerrilla del caciqueCanopán en su propia zona, momentáneamentecon algún éxito51.

¿Por qué Canopán respaldó a los patriotas?, y ¿porqué otras facciones de pueblos circunvecinosdonde él tenía inuencia apoyaron a los realistas?Aunque el estado actual de este punto ameritamás investigación, Castro Socarrás nos da unapista cuando arma que al nalizar la guerra lefueron restablecidas las tierras al mencionado ca-cique, lo cual sugiere que éstas jugaron un papel

importante en este asunto52

. Una reciente inves-tigación muestra que en el área que ocupabanlas comunidades indígenas Tupes, cercanas a laSerranía de Perijá, se presentaron pleitos entrehacendados criollos y nativos, porque los prime-ros pretendían reducir la asignación de las tierrascomunales con el objeto de quedarse ellos usu-fructuando el remanente de las mismas. Así, laexpansión de los vecinos de Valledupar hacia lastierras ubicadas en los bordes de la mencionadaserranía, ocasionó conictos entre nativos y crio-llos por el control de sus fértiles terrenos, ubi-cados precisamente en el área donde se encon-traban los pueblos de indios de El Molino, Vi-llanueva, Urumita, San Juan y Santa Ana de los

 Tupes53. Es probable que la restitución de tierrasal cacique Canopán, por parte de las autoridadesrepublicanas, fuera la base de negociaciones enlas que él y sus comunidades estuvieran recla-mando tierras que probablemente habían sidodespojadas por hacendados criollos. Por sugesti-

 vas y recientes investigaciones sabemos que otros

51 Catro Trepalacio, Culturas aborígenes, 94.

52 Catro socarrá, Episodios históricos, 119.

53 Hugue sánchez Mejía, “Tenencia de la tierra, mano de obra, mer-

cado y productividad en la frontera: epañole, indígena y co-

munidade campeina en la gobernación de santa Marta. 1700-

1810” (Tei doctoral, Univeridad Pablo de Olavide, 2010), 189,

293. Agradezco a ete invetigador haberme facilitado gentil-

mente u diertación doctoral, la cual me permitió comprender de

mejor manera lo entramado de interee alrededor de la tierra

durante el iglo XVIII y comienzo del XIX en la zona epicentro

de mi análii.

grupos indígenas del Caribe, como los de Guazo(Provincia de Magangué) y Malambo (Provinciade Barranquilla), a mediados del siglo XIX, seampararon en los argumentos de su contribucióna las fuerzas patriotas en la guerra de indepen-dencia y la ciudadanía política, para defender sus

derechos sobre las tierras de resguardo ante la voracidad de las políticas liberales de disoluciónde las tierras comunales54.

Así mismo, el apoyo de ciertas facciones de estosmismos pueblos a la causa realista también pudodescansar sobre la tierra. A principios del siglo

 XIX, la corona española adjudicó terrenos a losindígenas en los pueblos de Santa Ana de los

 Tupes y Tucuy (1805), en una práctica de reco-nocimiento de posesión territorial a los nativoseles al Rey. Ello también se presentó con los na-

turales del pueblo de San Juan de Ciénaga, cercade Santa Marta, los cuales lucharon al lado de lasfuerzas realistas con el objeto de obtener los de-rechos exclusivos de pesca en la Ciénaga Gran-de, así como a terrenos cercanos a Ciénaga y elprivilegio de crear un erario exclusivo para losgastos comunales de su pueblo55. Sabemos, porotro lado, que el marqués de Valde-Hoyos, quienllegó a Valledupar en 1806 y se hizo nombrar al-calde de la misma en 1807, tenía encomiendasen El Molino y Villanueva, lo cual aprovechópara armar una fuerza de doscientos hombresde las mismas para contener las fuerzas patrio-tas en aquella ciudad, contando con el apoyo de

  Juan Salvador Anselmo Daza y Buenaventurade la Sierra56. Este último era hijo de Agustínde la Sierra, quien había participado en entradasmilitares contra los “Chimila” y tenía estrechasrelaciones con las comunidades indígenas de lazona57. Quizás, al igual que Miguel Gómez enla Guajira, De la Sierra heredó esas relaciones de

54 Roicer Alberto Flórez Bolívar, “Indígena y ciudadanía: el proble-

ma de lo reguardo en el Etado soberano de Bolívar, 1863-1875”, Historia y Sociedad, no. 16 (2009): 66-69.

55 sánchez Mejía, “Tenencia de la tierra”, 289, 292. saether, Identi-

dades e independencia, 203-204.

56 Miguel Antonio suárez Araméndiz, “Movimiento independentita,

contrucción republicana y actore ociale en Valledupar (1808-

1858)”, en Becas culturales en investigación socio-cultural e his-

toria regional y/o local del departamento del Cesar. Resultados

de la primera convocatoria 2005, ed. Obervatorio del Caribe Co-

lombiano (Cartagena: Obervatorio del Caribe Colombiano, 2006),

74-75, 82. Catro Trepalacio, Culturas aborígenes, 94-95.

57 saether, Identidades e independencia, 201-202.

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su padre y las aprovechó para consolidar alianzascon fuerzas que respaldaron a los realistas.

Conclusiones

Este trabajo ha mostrado varios escenarios políticos

que son importantes para acercarse al análisis dela participación de los indígenas de la Guajiraen el proceso de independencia, particularmen-te los que se ubicaron en el sur. En ese ordende ideas, hemos sugerido rastrear de qué formalos distintos grupos nativos se relacionaron conlos bandos en conicto, con el n de determi-nar las motivaciones que tuvo cada uno de ellospara participar en el proceso. Las relaciones deparentesco, compadrazgo e intereses asociadosal contrabando y las tierras, entre otros aspectos,

 jugaron un papel de primer orden como lo sugie-ren los casos de las guerrillas de Miguel Gómez   y el cacique Canopán. En tal sentido, podemosarmar que la participación de los indígenas dela Guajira en el proceso de independencia hizoparte de lo que para otro contexto denominaÓscar Almario “muchos actores, varios proyectos,distintas guerras”58. Sin embargo, el parentesco, elcompadrazgo y las alianzas políticas parecen ju-gar un papel importante en el tipo de vinculaciónque los grupos indígenas tuvieron con los secto-res en conicto. Estos elementos permitieron acriollos e indígenas, desde nales del siglo XVII,establecer alianzas políticas que motivaron elreconocimiento de mestizos-indígenas como in-terlocutores entre ambas sociedades59. Los casosde Gómez, en los Wayuu, y de Buenaventura dela Sierra, en las comunidades indígenas ubicadasal pie del Perijá, parecen ejemplicar este tipo es-pecíco de vínculos de nativos con los interesesasociados a la Corona española. En otros, como elde las guerrillas de Canopán, el acceso, posesión

58 Ócar Almario, “Mucho actore, vario proyecto, ditinta gue-

rra: la Independencia en la Gobernación de Popayán (1809-

1824)”, en La independencia en los países andinos: nuevas

 perspectivas, ed. Guillermo Buto y Armando Martínez Garnica

(Bogotá-Quito: OEI/UsAB, 2004).

59 Polo Acuña, “Indígena, podere y mediacione”, 336-394. Para

ver el cao de metizo mediadore en otro paíe, puede con-

ultare a Mariol de la Cadena, Indigenous Mestizos. The Politics

of Race and Culture in Cuzco, Perú, 1919-1991 (California: Duke

Univerity Pre, 2000), 306-330.

  y expansión de la propiedad jugaron un papelclave en el apoyo a los patriotas.

Si bien estos ejemplos nos muestran, como sostieneSaether, que la conguración de la crisis políti-ca de la monarquía adquirió sentido en las cir-cunstancias y coyunturas locales, no por ello las

acciones de sus actores sociales dejan de ser po-líticas. En otras palabras: habrá que ser pruden-tes para no despolitizar a los sectores indígenasen una coyuntura histórica importante como laindependencia. El parentesco y el compadrazgosuponen nociones del bien común amparadas enprincipios de reciprocidad, los cuales obligan aparientes y aliados a prestarse ayuda mutua encaso de conictos. No menos importante es elpacto de vasallaje entre comunidades nativas y la Corona española, que sellaba de hecho una

alianza política. Pero también el nuevo orden y ellenguaje político de la República abrían espaciospara que los indígenas se insertaran en ellos y reclamaran sus derechos, que creían habían sido

 vulnerados. Luchar por la República era un argu-mento tan político como el pacto de vasallaje conla Corona española.

Hoy, 200 años después de la independencia, es otraoportunidad para devolverles a los pueblos indí-genas del Caribe su propio protagonismo histó-rico en una nación que, pese a sus esfuerzos, nologra todavía resarcir siglos de saqueo y abando-no a territorios y pueblos nativos.

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Fecha de Recepción 3 de diciembre de 2010

Fecha de Evaluación 14 de febrero de 2011

Fecha de Aceptación 6 de marzo de 2011

Cómo citar este artículo

Polo Acuña, Jose. "Los indígenas de la Guajira en la in-dependencia de las provincias caribeñas de la NuevaGranada: una aproximación". Memoria y Sociedad 

15, no. 30 (2011): 21-37.