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VISTA DEL PARQUE CENTRAL
Y SU IGLESIA
SIMBOLOS PATRIOS
Bandera.- Está conformada por tres franjas y y colores
que la caracterizan, asi el amarillo que simboliza los
lavaderos de oro del rio collay y del paute, la riqueza en
producción que tiene Paute y sus entornos. El verde
representa la vegetación y la riqueza agrícola de esta
zona que caracteriza por sus verdes campos, sus árboles
frutales y los hermosos paisajes. El rojo muestra el valor y
el coraje de los habitantes de este valle que dia a dia
trabajan con libertad y optimismo.
ESCUDO.- Como un símbolo de nuestro cantón,
muestra como Paute está conformado por diversas
figuras y ejemplos que resumen la historia del origen y
la vida política del cantón. Podemos observar una
aborigen que por su hermosura sorprende a Inca
Huayna Capac quien como sorprendido por su
hermosura expreso Pau, palabra que da origen al
nombre de Paute. En la descripción se puede encontrar
y despejar varias incognitas que se tienen de nuestra
ciudad. Resaltamos la frase FORTES FORTUNA
ADJUBAT, que significa “A LOS VALIENTES FAVORECE LA
FORTUNA”
HIMNO-CORO
De tus hijos la humana pujanza De tu suelo el fecundo vigor:
Son, oh Paute tu firme esperanza, Son oh Paute tu actual esplandor.
ESTROFA 1
Dios te puso en un Carmen florido
De perfume de rio y de sol, Brisa suave gorjea tu oído. Y te besa el dorado arrebol
Reinas de Paute
Por méritos
propios:
Es siempre importante resaltar la belleza de la mujer
pauteña, mujer trabajadora y emprendedora que ha venido
trabajando por engrandecer nuestro cantón. Con su belleza
siempre engalardonan los espacios más importantes de la
sociedad azuaya y por qué no decidirlo del Ecuador entero,
todas ellas han ganado su título con sobra de
merecimientos. Todos los años ha sido ya una tradición
realizar esta elección con lo que se da inicio a las fiestas de
cantonización.
Las mujeres más preciosas del cantón, y no solo por su
aspecto físico sino por su inteligencia, talento y un
sinnúmero de virtudes que adornan su belleza, para ellas, mi
reconocimiento y veneración por lo que fueron y son en la
actualidad, mujeres progresistas en toda la expresión de la
palabra, madres, esposas, amigas, ciudadanas y sobre todo
profesionales que dan todo su esfuerzo para conseguir una
sociedad más justa y equitativa.
PAUTE BELLO Y TROPICAL
Es importante hablar del clima de Paute ya que es muy
agradable y ha hecho que propios y extraños se hayan
enamorado de lo generoso y benigno del clima que
tenemos. Paute está ubicado en un valle de clima seco,
con una temperatura promedio de 17 a 18°C, podemos
decir que gozamos de un ambiente tropical lo que ha
dado lugar a que tengamos cultivos frutales, de plantas
ornamentalespropias de este ambiente ecuatorial.
Pero hablar de belleza de nuestro pueblo no es
únicamente decir que tenemos unas lindas playas a
la orilla del caudaloso y pintoresco rio Paute, que el
travieso y serpenteante cutilcay que atraviesa
nuestro pueblo le dan una particularidad única a
nuestro pueblo, también lo embellecen sus hombres
y mujeres, artesanos, agricultores que día a día con
su trabajo y esfuerzo a embellecido y ha
engrandecido a su pueblo.
También están sus fiestas que se ha convertido a lo largo de los años en
una tradición celebrarlas como el carnaval, la elección de la Reina y la
Cholita pauteña, etc.
BULAN TIERRA DE
FLORES Y FRUTOS
BULAN
Es una de las parroquias del cantón Paute, zona muy
reconocida dentro de la provincia por su variedad de
frutos que posee como por ejm: las peras, manzanas,
duraznos, reinas, babacos, tomates, ya que son muy
comercializados dentro y fuera de Paute, llegando a ser
un lugar muy reconocido a nivel de todo el Azuay.
También posee una gran variedad de lo que son flores,
rosas, orquídeas, etc.
Es necesario destacar su agricultura y crianza de animales
menores como cuyes que son el sustento de sus
moradores.
LA ELECCION DE LA
CHOLITA PAUTEÑA
Con el pasar de los años este evento se ha
convertido en una tradición, aquí tratan de
rescatar la cultura de cada uno de los
pueblos que rodean a Paute.
Durante el programa se presenta a las
aspirantes, vestidas con los trajes típicos
que identifican a cada una de las siete
parroquias que conforman Paute, donde
cada una de ellas darán a conocer los
atractivos y costumbres de sus parroquias
de donde son originarias.
Cada cholita con una breve dinamica
explica la costumbre de su pueblo y como
no también con la comida típica de la zona
que ella representa.
PAUTE SU GASTRONOMIA
El cantón Paute es muy reconocido por su gastronomía, aquí podemos
degustar de deliciosos platos tradicionales como:
El cuy asado es uno de los principales platos tradicionales
El hornado que por su preparación es reconocido en todo lugar
También tenemos la Yaguana que es la bebida tradicional de Paute
El tamal acompañado de un delicioso café.
Las deliciosas tortillas de choclo otra tradición de Paute
EL DESASTRE DE LA JOSEFINA
Una tragedia que marcó la vida de Paute
“Del desastre al desarrollo”
Para conocer Paute es necesario también conocer las desgracias que han
marcado la vida de este pueblo y sus habitantes. El deslave de La Josefina es
el hecho histórico que ha marcado la vida de los pauteños, se puede decir que
hay un antes y después de esta tragedia, este evento causó una expectativa a
nivel nacional e internacional originado por el deslizamiento del cerro Tamuga,
plagado de fallas geológicas, debilitado en la base por explotaciones mineras y
sobrecargado de humedad por el invierno, se fue abajo la noche del 29 de
marzo de 1993 causando el represamiento del río Paute.
Alrededor de 50 millones de metros cúbicos de tierra formaron un dique de 400
metros de largo, 800 de ancho y 120 de alto, sobre el valle encerrado entre
montañas y atravesado por el cauce unido de cuatro ríos provenientes de Cuenca,
dos de Azogues y numerosas quebradas convertidas en torrentosos ríos por el
rigor implacable del invierno.
En el sitio del derrumbe converge el río Jadán, que también quedó taponado
formando un segundo lago en forma transversal, aunque de menor tamaño debido
a que sus caudales son apenas poco mayores que los de una quebrada.
El desplazamiento del cerro sepultó decenas de viviendas cuyos habitantes
quedaron atrapados bajo tierra. Nunca se supo ni se sabrá el número exacto de
víctimas, campesinos marginados de los censos de los vivos y los muertos.
El río Paute dejó de correr aguas abajo durante 33 días, hasta llenarse el embalse
que se abrió paso con sus propias energías en irónico desafío a los técnicos
que abrieron un canal en lo alto de la cresta con poderosas maquinarias, jornadas
de 24 horas de trabajo y aún armamentos militares para hacer la guerra contra el
desastre.
El embalse inundó cerca de mil hectáreas con un lago que se extendió
incontenible sobre cultivos, carreteras, obras públicas, viviendas campesinas y
villas de gente adinerada que había escogido los valles pintorescos y apacibles
para residir o disfrutar en los tiempos de descanso.
La inundación cambió la historia y la geografía del paisaje y produjo traumas
físicos y sicológicos en los habitantes de la región: familias mutiladas,
desesperación por la pérdida de bienes, incertidumbre sobre el futuro,
aislamiento de pueblos desconectados por la destrucción de los carreteros,
provocaron dramas nunca sospechados.
El Gobierno presidido por Sixto Durán Ballén y los técnicos nacionales y
extranjeros más capacitados hicieron cuanto debieron y pudieron para mitigar la
tragedia. El objetivo fue disminuir la altura del dique para evacuar las aguas,
mediante un operativo mecanizado sin precedentes en el Ecuador. Por cada
metro que subía el espejo de aguas, en los extremos del lago se inundaba un
promedio de 60 hectáreas.
La solidaridad de los ecuatorianos y de gobiernos extranjeros se hizo presente a
través de diferentes maneras, especialmente contribuciones económicas, que
fueron a manos de la Curia de Cuenca para financiar las obras de vivienda en
favor de los damnificados.
El desastre tuvo dos partes claramente definidas y aún contrapuestas, con el
dique de por medio: aguas arriba era la inundación lenta e incesante que cubría el
paisaje con todo lo que había en él; aguas abajo, el terror por el desbordamiento.
Mientras unos esperaban con ansiedad, otros presentían aterrorizados el
desfogue de las aguas. Nadie podía vivir ni dormir tranquilo.
El Descanso, a medio trayecto entre Cuenca y Azogues, era el centro del
gigantesco lago cuya presencia parecía increíble. Las aguas estaban más de 40
metros encima del puente característico entre las provincias de Azuay y Cañar, en
cuyas proximidades se dio un hecho inolvidable: una vivienda de madera, de dos
plantas, fue puesta a flotar sobre tanques de metal. Era el Arca de Noé en el
diluvial episodio de La Josefina, símbolo de la voluntad de las víctimas del
desastre decididas a no claudicar ante el infortunio.
El bullicio del río había desaparecido por completo. Llamaba la atención el silencio
profundo y estremecedor en las riberas, donde resonaban las pisadas de los
curiosos a tiempo completo para ver crecer el lago, los trinos de las aves o las
voces de la gente que conversaba por primera vez sin el fondo del rumor de las
aguas corrientes golpeando contra las piedras del cauce.
Los habitantes de la parte baja fueron evacuados a las montañas,
hacia campamentos improvisados con carpas, pues de un momento a otro podía
romperse el dique y las aguas furiosas arrasar cuanto encontraban al paso. La
espera lenta, angustiosa, del desenlace, tuvo días de tensión que seguía el país a
través de la radio y la televisión que trasmitían desde las montañas próximas al
valle de La Josefina. El episodio milenario incitaba la curiosidad del espectáculo.
Al cumplirse un mes del deslave, los técnicos concluyeron que la solidez del dique
no permitiría el desfogue violento. Entonces las autoridades, que habían declarado
la alerta roja, volvieron a la alerta azul, para que la gente dejara los campamentos
de refugio y regresara a sus viviendas. Era una terapia para aliviar las tensiones
de los nervios y la mente.
Sin embargo, en la madrugada del primer día de mayo, el riachuelo de desfogue
de la víspera sobre el dique, empezó a transformarse en caudal torrentoso cuyo
estampido fue el anuncio de una alarma inevitable: hubo tiempo indispensable
para volver a la alerta roja y evacuar rápidamente a la población a las montañas.
Los habitantes del trayecto desde La Josefina a Paute miraron atónicos, desde los
pueblecitos de plástico improvisados en los campamentos de refugio, cómo las
aguas enfurecidas arrasaban las viviendas, los bosques y el paisaje al que
estaban adheridas sus vidas y querencias.
La televisión no se perdió la oportunidad de transmitir el espectáculo telúrico que
solamente puede ocurrir en períodos milenarios: una camioneta de Teleamazonas
que supuestamente había llegado a una altura suficiente a buen recaudo de la
corriente, fue sorprendida por ésta y se le vio desaparecer como una caja de
fósforos en las furiosas aguas de la crecida.
Los taludes de los cerros se desmoronaban hacia el cauce, arremetidos por el
golpe de olas gigantes y se veía a las viviendas de las orillas tambalearse como
casas de juguete, antes de disolverse en las aguas en segundos.
Aproximadamente en tres horas se vació la mayor parte del gran lago que había
demorado 33 días para formarse entre las montañas, con las aguas escurridas de
una vasta hoya de más de tres mil kilómetros cuadrados, durante el invierno.
En el paisaje liberado de la inundación volvieron a aparecer las casas de ladrillo y
los caminos -las de adobe no resistieron-, pero el sedimento formaba una capa
negra sobre la superficie, de la que sobresalían eucaliptos y árboles frutales
muertos.
Del dique hacia abajo, todo era destrucción. La violencia de las aguas arrasó las
carreteras y los puentes de hormigón se desplomaron como si fuesen de naipes,
quedándose las estructuras a cientos de metros de donde fueron armadas,
supuestamente para perdurar indefinidamente gracias al poderío de la técnica.
El Gobierno decretó la creación del Consejo de Programación de Obras
Emergentes, organismo responsable de la reconstrucción de lo perdido que
pervive aún, pues la magnitud de los daños retornó al menos dos décadas atrás la
vida y la historia de los pueblos perjudicados.
Seis años después, queda todavía el lago residual entre las montañas de El
Descanso y La Josefina, achicándose cada vez por el sedimento que acabará en
la primera década del nuevo siglo por llenarlo todo, con el río al medio, formando
meandros, que deberán reencauzarse.
En las áreas que sufrieron la inundación y la arremetida del desfogue, la gente ha
reconstruido sus viviendas con capricho y valentía. La casa flotante, que fue a
parar en un terreno ajeno cuando bajaron las aguas, es un testimonio de la
fortaleza de ánimo con la que los habitantes de los pueblos estragados afrontaron
el episodio que dañó la geografía pero no pudo quebrantar las voluntades.
En alguna medida, la nueva realidad ha mejorado a la perdida. Centenares de
caseríos rurales se han incorporado a la vida moderna gracias a un anillo de vías
alternas concebido y ejecutado “gracias” a la tragedia.
La Josefina es un hito en la historia regional de las provincias del Azuay y Cañar,
cuyos habitantes sufrieron las consecuencias del desastre, sin ser ajenos a una
inconsciente satisfacción porque les tocó ser protagonistas de un acontecimiento
natural que acaso se repita después de millones de años.
Ellos contarán a sus hijos y nietos, seguramente incrédulos, la magnitud de los
dramas que captaron sus retinas, cuando el derrumbe del cerro Tamuga les hizo
sentir algo tan estremecedor y majestuoso como el gran diluvio.
El Ferrocarril, que demoró 60 años para llegar a Cuenca en 1965 y había
constituido más el recuerdo afectuoso de una época pasada, que un servicio
público, desapareció para siempre de la faz de Cuenca, pues la inundación del
trayecto de rieles fue el gran pretexto para que el Gobierno decretara la defunción
y olvido de la culebra de metales.
El número de víctimas y el cálculo de las pérdidas materiales no se conocieron y
seguramente no se conocerán en el futuro, como el resultado de las
investigaciones “hasta las últimas consecuencias” para dar con los autores,
cómplices y encubridores de los daños causados a la naturaleza con la
explotación irracional de materiales en las lomas de El Tahual, plagadas de fallas
geológicas.
Seis años después del desastre, en uno de los juzgados de Cuenca se ventila un
proceso destinado a establecer responsabilidades sobre malos manejos
económicos para las obras de vivienda en favor de los damnificados, dentro del
programa dirigido por la Curia de Cuenca, con donativos generosos y aportes del
Gobierno.
El Gobernador de la provincia del Cañar durante el período de la emergencia, que
recibió recursos para atender a los damnificados por el desastre, fue denunciado
por la Contraloría del Estado por desvío del dinero hacia fines particulares suyos.
Un proceso judicial para sancionarlo guarda reposo en la Corte Suprema de
Justicia, mientras el implicado en la defraudación goza de comodidad y buena
salud en los Estados Unidos.
Las páginas siguientes son parte del trabajo con el que el autor cubrió la
información del desastre de La Josefina para el diario ecuatoriano El Comercio:
nunca antes, un tema había recibido un seguimiento tan intenso, durante más de
dos meses consecutivos, siempre en primera página, con reportes diarios en
interiores y constante seguimiento en los años posteriores.
La experiencia es inolvidable para los periodistas a quienes correspondió la
oportunidad de vivir la tragedia y mirar de cerca rostros con lágrimas, pero también
manos solidarias estrechándose con afecto.
En noviembre de 1996 fue inaugurada la carretera El Descanso-La Josefina, obra
que permitió recuperar gran parte de la realidad perdida, pues es el trayecto más
corto para conectar los pueblos orientales y la provincia de Morona Santiago, con
la capital de provincia y el resto del país.
La inundación y el desfogue violento enseñaron el poder de vida y de muerte que
oculta el agua: las gotas que revitalizan los campos, si se acumulan, rompen los
diques y destruyen por donde pasan. El agua consume el fuego, pero el fuego lo
que hace es no más que evaporar el agua.
El agua tiene también sus ironías. Lo primero que hicieron los habitantes de los
pueblos sumergidos por la inundación o destrozados por el desfogue violento,
cuando concluyó lo trágico del episodio, fue buscar agua para limpiar los
escombros de las calles y las casas.
En esta imagen podemos observar como se a reconstruido Paute hasta hoy en la
actualidad.
PAUTE Y SUS CARNAVALES
Las fiestas de carnaval del cantón Paute atrae muchos turistas que
vienen atraídos por el desfile que se a convertido en una costumbre
que se la realiza cada año.
En este desfile se realizan muchas representaciones de todas las
costumbres carnavaleras del Ecuador ya sean las realizan por
familias o por grupos de jóvenes y desfilan por todo el centro
cantonal de Paute, hasta llegar al centro donde la alcaldesa y toda
su corte espera pacientemente para poder observar todo el desfile
que por cierto es muy bueno.
Cada año este desfile atrae mucha gente al cantón para observar
este hermoso y pintoresco desfile y a que disfruten de sus delicias
que se ofrecen en estas fechas
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