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Registro de acciones artísticas. Rosario, 2010

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Anuario, registro de acciones artísticas, Rosario 2010 by Anuario is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-CompartirIgual 3.0 Unported License.Permissions beyond the scope of this license may be available at www.elanuarioarte.com.ar

Anuario : registro de acciones artísticas, Rosario 2010 / Lila Siegrist ; Georgina Ricci ; Pablo Montini. - 1a ed. - Rosario : Anuario, 2011. 168 p. ; 24x17 cm.

ISBN 978-987-26626-0-8

Page 5: Anuario 2010

ANUARIO

REGISTRO DE ACCIONES ARTÍSTICAS,ROSARIO 2010

Page 6: Anuario 2010

EQUIPO EDITORIAL

Concepto y producciónLila Siegrist

Comité editorialPablo Montini, Georgina Ricci

y Lila Siegrist

Asistente de producciónGastón Miranda

CorreccionesGilda Di Crosta

DiseñoGeorgina Ricci

Asesor legalMariano Zinny y Asoc.

PatrocinioAndrea Castellán

Prensa y difusiónAna Julia Mánaker

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2010

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ÍNDICE

ENERO/FEBRERO

10 Expectativas en torno a las instituciones: los balances artísticos en las notas de prensa rosarina

Irina Garbatzky

18 Vuelo de cabotajeMarcos López

MARZO

22 Paraná arrancáXil Buffone

30 Esta vez les tocó ganarAlicia Simeoni

33 Dossier: clínicas, residencias y talleresClaudia del Río; Halim Badawi

ABRIL

44 Arte en RosarioIrene Ocampo

MAYO

52 Vi al Bicentenario desde un ovniRafael Cippolini

56 Muestra de RES en el CCPE/AECIDDiana Fernádez Irusta

JUNIO

60 Nacionalismo, modernidad y trayectorias confluyentes: Rosario 1910-1925María Isabel Baldasarre

66 Dossier: acuerdos bilateralesÁngel Mestres; Marc Caellas

JULIO

74 Acciones en contextoNancy Rojas

84 Aislarse con otrosCecilia Lenardón

AGOSTO

88 La casa Fracassi: el arte de los herma-nos Guido y su expresión más excesivaAna Martínez Quijano

94 La colectiva

SEPTIEMBRE

98 Tres muestras inquietantesBeatriz Vignoli

106 Nieva adentroRomán Vitali

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OCTUBRE

110 Una civilización desflecadaPablo Makovsky

118 Ana Gallardo en la 29 Bienal de San PabloLucrecia Palacios

120 La fuerza domesticadora de lo pequeñoBOGA / Galería de bolsillo

NOVIEMBRE

124 Pasado moderno, presente contemporáneo y un amplio catálogo del arte argentinoMaría Laura Carrascal

132 Club del dibujo en la Escuela Municipal Manuel Musto

134 Emergencias en el periodismo culturalDardo Ceballos

DICIEMBRE

140 DiciembreNorberto Moretti

146 Museo de la MemoriaFranco Ingrassia

148 Ejercicios de imaginación históricaD. G. Helder

TOPPING

154 Viaje caleidoscópico. Acercamiento a la escena del video experimental en RosarioClara Garavelli

155 Un programa en Estudios Culturales desde RosarioMónica Bernabé

156 Recuperaciones y nuevas miradasSabina Florio

157 54 Bienal de Venecia

158 Becarios Kuitca/UTDT 2010

160 El círculo vicioso del arteFrancisco Tanzi

162 Rosario editaGilda Di Crosta

166 Libros

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FOTO LUCÍA BARTOLINI

Pinche empalme justo, Cateaters

Museo Castagnino+macro

ENEROFEBRERO

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�0

ExpECtatIvas EN torNo a las INstItuCIoNEs: los balaNCEs artÍstICos EN las Notas DE prENsa rosarINa

Irina Garbatzky

A fines de 2009, los balances arrojaban

saldos positivos respecto del arte rosarino.

Amplitud, variedad y expansión fueron los

modos de señalar las experiencias artísticas

que atravesaron la ciudad y que partieron de

ella hacia otros sitios. Iniciativas públicas,

como “La noche de los museos”, o mues-

tras itinerantes dentro de la provincia fueron

incluidas, al momento de reflexionar sobre

las producciones, con la misma relevancia

que las gestiones privadas de dentro y fuera

de la ciudad.

En una encuesta publicada en el suplemento

“Señales” del diario La Capital, en el cam-

po de las artes visuales específicamente

se mencionaron las muestras de Norberto

Puzzolo, Diana Aisenberg, Gerhard Richter

entre otros, y los espacios de discusión

sobre el arte contemporáneo, particular-

mente el ciclo “Estéticas de la dispersión”,

coordinado por Franco Ingrassia en el

Centro Cultural Parque de España / Agencia

Española de Cooperación Internacional para

el Desarrollo. Sin embargo los críticos de

arte, literatura, cine y cultura en general co-

incidieron en destacar que el acontecimiento

más relevante en el año había sido la reaper-

tura del cine El Cairo, a cargo del gobierno

de la Provincia. La reflexión acerca de la

importancia de su recuperación pública fue

concordante con una demanda más general,

presente en varios comentarios, acerca del

valor de la gestión en la cultura. En cuanto a

las expectativas que se desplegaban hacia

el Bicentenario, éstas tenían que ver en

su mayor parte con una diversificación de

muestras y propuestas artísticas.

El tema de las instituciones culturales fue

uno de los tópicos más visibles que recorrió

la prensa periodística, fundamentalmente en

los artículos publicados en el suplemento

Rosario/12 durante enero y febrero. La rela-

ción entre la gestión oficial y la comunidad

apareció resaltada en tres oportunidades. En

una primera instancia, respecto de la apertu-

ra de los concursos públicos para renovar los

colores de los silos y para definir quién sería

el director del Museo Castagnino+macro.

Más tarde, al momento de dar cuenta del

criterio curatorial de la muestra de cierre de

año del Castagnino (“Sobre gustos”), la ob-

servación que señaló Beatriz Vignoli, cronista

del suplemento rosarino, fue la falta de vín-

culo entre el gusto de los curadores con el

de la comunidad, criticando la idea de “gus-

to” para la elaboración de una muestra pa-

ENEro · fEbrEro FOTO LUCÍA BARTOLINI

“Sobre gustos”

Museo Castagnino+macro

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trimonial. Más adelante, el rol mediador del

Museo fue reconocido a partir de la adquisi-

ción de Pinche Empalme Justo, una obra de

Fabricio Caiazza y del grupo Cateaters (del

taller de Guerrilla de la Comunicación del

grupo Planeta X), denunciada por la empresa

Multicanal de hacer una instigación al delito

(“colgarse” del cable). El Museo la recibió

como donación por parte del artista para ser

legitimada como objeto artístico ante el juez.

El hecho de que la relación entre la ofer-

ta artística municipal (sobre todo la del

Castagnino+macro) y la comunidad rosarina

haya estado puesta en primer plano en estas

notas, revela distintas posiciones tanto de

los artistas, de la institución y de la comuni-

dad, ya sea para pedir la desburocratización

que habilite los concursos o para aliarse en

relación a las acciones penalizadoras pro-

venientes de las empresas. Más allá de los

casos puntuales, la puesta en foco resulta

elocuente porque formula la necesidad de

analizar el intercambio entre los artistas y las

instituciones fuertes de la ciudad, y comple-

jizar las tradicionales divisiones entre centro

y periferia. Dicha interrelación, además, se

señala en las crónicas como marca de un

estilo local, “un modo made in Rosario”

que produce un “big bang expansivo por la

región”.

El otro eje que se abre a comienzo de año

es el de una mirada retrospectiva sobre la

modernidad, algo previsto por los eventos

en relación al Bicentenario. La publicación de

una serie de trabajos críticos que estudian

el campo artístico rosarino de comienzos

del siglo XX es leída en concordancia con

una dinámica que parece pervivir después

de la globalización. La lectura de la tesis de

Sabina Florio sobre Augusto Schiavonni y los

modos de circulación del arte en la Rosario

modernista, intensifica la perspectiva relativa

a los contactos afectivos y sociales, aquellos

intercambios que se sucedieron por fuera de

las academias y las instituciones, permitien-

do pensar si acaso después de la posmoder-

nidad es posible observar estos procesos.

Asimismo, los trabajos de Pablo Montini,

acerca de la conformación de la colección

del Castagnino+macro, fueron leídos en

relación con la idea de la arbitrariedad en los

criterios de creación de políticas culturales

por parte de sus gestores. Es decir, a través

del lente del modernismo, las notas de pren-

sa buscaron leer cuestiones relativas a la

actualidad del campo artístico, lo cual vuelve

a colocar en tensión el lugar de la institución

en las artes.

En este sentido, las muestras de enero y

febrero trajeron a dos artistas locales (uno

rosarino y el otro santafesino) que propu-

sieron un sentido de intersección entre sus

búsquedas visuales con un “espíritu lúdico”,

“marginal” o “menor”. Bajo la mención de lo

lúdico, Daniel García caracterizó su muestra

“Bandido” (CCPE/AECID). En ella, con obras

del período 2001-2009, se intercalaban

grandes pinturas con dibujos en papel; la se-

cuencia diseñaba, según el artista, un “tiem-

po estratificado”. La propia obra Bandido

(2002 y 2007) resultaba del “robo” de una

imagen de Yoshitomo Nara “fusionada con

las imágenes cotidianas de los piqueteros”.

En cuanto al predominio de la imagen en

un momento de dispersión de los soportes

artísticos, García lo defiende como una

marca de anacronía y atopía, cuya “vibración

inestable” le depara más intereses que

FOTO MATÍAS SARLO

El Cairo cine público

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rechazos, por cuanto afirma: “toda muestra

de pinturas, por su lado, se ha transformado

de alguna manera en una instalación, una

serie de inclusiones y exclusiones en un

contexto espacial y temporal”.

La misma intensidad respecto del poder de

la imagen se presentó, durante el mes de

febrero, con la muestra retrospectiva del

fotógrafo santafesino Marcos López “Vuelo

de cabotaje” en el Castagnino. La selección

allí se remonta desde los ochenta hasta la

actualidad, y presenta la mirada corrosiva del

fotógrafo, caracterizada por su utilización de

lo kitsch y lo barroco para observar la preca-

riedad del continente, “el dolor y la desproliji-

dad de la América mestiza”. La imagen de la

periferia transita entre la pegajosidad de los

manteles de hule y los montajes estrambó-

ticos, al modo de un “sub-realismo” latino-

americano.

Otra muestra ubicada desde la perspectiva

del pasaje fue la de Graciela Sacco, inaugu-

rada a comienzos de 2010. Aún cuando en

2009 Sacco ya había hecho algunas pre-

sentaciones de su obra M2 en el Centro de

Expresiones Contemporáneas, en el macro

presentó un video-instalación denominado

M2 ¿Cuánto es un metro de destierro? Allí

aborda la imagen del migrante a través de la

FOTO WILLY DONZELLI

Bandido, Daniel García

CCPE/AECID

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grabación de cámaras en los túneles del ae-

ropuerto Barajas de Madrid. Continuación de

su trabajo acerca del metro cuadrado como

el mínimo espacio que un individuo necesita

para vivir, Sacco propone una serie de inte-

rrogantes sobre las fronteras y la identidad

en los procesos de la globalización.

Cabría la pregunta acerca de qué lugar

tuvo la producción de artistas emergentes

durante el verano, en tanto no se encuentran

comentarios al respecto en las notas perio-

dísticas. Aun cuando la causa posiblemente

sea el hecho de que durante los primeros

meses del año la actividad de las muestras

y las galerías privadas suele hallarse en

receso, es claro que las actividades artísticas

que circulan por fuera de las instituciones

poseen registro y difusión diversos al de

la prensa. Quien investigue entonces qué

ocurrió entre los artistas dispersos por la

ciudad a comienzos de 2010 deberá anotar

con interés estos silencios. §

FOTO LUCÍA BARTOLINI

Vuelo de Cabotaje, Marcos López

Museo Castagnino+macro

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Page 20: Anuario 2010

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A mí me gusta acá. Gualeguaychú,

Guaminí, Ramona Galarza… Me gusta más ir

por la ruta del costado que por la autopista.

Voy parando, pierdo tiempo, me tomo una

cerveza con un salame en un bar de la ruta.

Miro. Me gusta hablar de lo de acá.

Universalizar la textura emocional de los

recuerdos, las escenas de infancia, mezclar-

los con lo que técnicamente se llama “color

local” y sentir, creerme que estoy haciendo

una crónica socio-política de la época, aun-

que esté pensando en el olor de la maestra

de primer grado.

La fotografía, finalmente, es una buena

herramienta.

Como no me animo a cantar, a lanzar el

grito que se transforma en llanto, luego en

protesta, en orgasmo, en locura y en muerte,

tengo que recurrir a las imágenes. Me

aguanto depender de la tecnología, cuando

en realidad lo que más me gusta es pintar.

Pintar al óleo paisajitos con caballete. Me

gustaría ser indio. Cabalgar sin montura,

robarle la mujer al primer blanco que se me

cruce en el camino y luego degollarlo sin

que me tiemble el pulso. El salvaje no siente

culpa. Y no necesita representantes, críticos,

periodistas, buenos modales, página web,

club de fans, ni galeristas.

Asumo y reconozco que parte de esa vio-

lencia corre por mis venas, aunque trato de

disimularla. No creo que sea conveniente lar-

garla del todo. El color también es un simula-

cro: la sangre, en realidad, es tinta roja, y lo

que se ve en las fotos es puesta en escena.

No me animo a afrontar la realidad cara a

cara. It’s too much. La figura y el fondo son

estrategias de composición. Aunque no es

tan simple, porque el fondo, además, tiene

que decir algo. Es la base. Lo importante. Lo

que subyace.

Y en el fondo –en mi fondo– hay una

constante emocional que tiene que ver con

algo trágico. Nadie está preparado para una

muerte tan temprana sobre el acero inoxi-

dable de un sanatorio tan precario. Un viaje

vuElo DE CabotajE

Marcos López

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de estudios de séptimo grado al Túnel

Subfluvial donde un ingeniero nos explica

que los tubos se alinearon con rayos láser.

Un pueblo dividido por una vía. Un hotel

alojamiento con nombre de un volcán que

hay en las islas Fidji. El olor a desinfectante.

Un chiflete de viento frío que se filtra por de-

bajo de la puerta de chapa. El ladrido de los

perros en la noche. El miedo. Los espejos en

el techo y lo asqueroso de la sobrecama. El

camino de tierra. Los chistes del colegio de

curas: como hermana no tengo, con la tuya

me entretengo. Formosa. La periferia de la

periferia. La avenida de circunvalación. La

Fiesta de la Cerveza de San Carlos Centro y

la fiesta de egresados en la discoteca cinco

estrellas del Hotel Mayorazgo: los varones

de traje y las chicas con vestido largo y san-

dalias de corcho con plataforma.

Inmediatamente después, al día siguiente,

tomé la decisión de irme.

Salir en busca de América Latina: Santa Fe,

Rosario, Retiro, Chile, Atacama y un vuelo de

cabotaje desde Tacna a Arequipa. Una lista

de espera escrita con birome en una serville-

ta. El mismo empleado que hace el check in

es quien sube las maletas, es el ayudante de

abordo y es quien te recibe en el aeropuerto

de llegada.

Pido disculpas si cuento demasiado, pero

tengo la certeza de que para no enfermarse

hay que dejar salir.

La fotografía es una excusa para exorcizar el

dolor. Transformar en poesía la resaca de un

tequila de segunda marca.

Por eso me gustan los mariachis. Se les

paga cuando llegan, cantan poco y se

retiran sin saludar. Uno los contrata para

que muestren que la alegría es posible. Por

lo menos, quince minutos. Lo demás ya se

sabe. Cuando los grandes se emborrachan,

cuando en la mesa hay desperdicios de pollo

frito mezclados con pastel de crema, cuando

llega la noche del domingo, la fiesta se tiñe

de amargura. Siempre. §

FOTO LUCÍA BARTOLINI

Vuelo de Cabotaje, Marcos López

Museo Castagnino+macro

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MARZO

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Esto sucedió en algún verano/litoral en

Rosario, cuando los adelantados del Paraná

Ra’anga1 tenían que ver al río pintado y des-

de la orilla. Y sucedió de verdad.

Crónica de un viaje en barco a un cuadro de

Renzi.

Siguiendo el cauce del crucero Paraguay

–que a contracorriente remontaba el Paraná

sin subirlos–, los exploradores adelantados

(artistas, científicos, escritores, filósofos,

músicos, arquitectos, historiadores, ecólo-

gos, químicos, poetas, geógrafos, antropó-

logos y otras especialidades) fueron los que,

por primera vez, vieron al río achocolatado

del cuadro del afiche de la expedición fluvial

a Asunción del Paraguay.

Era el 11 de marzo de 2010 a las 19 h, en

el cuarto piso del Espacio de Arte de la

Fundación Osde de Bv. Oroño 973, donde

con un cóctel de prensa se inauguraba la re-

trospectiva: “La Razón compleja II” de Juan

Pablo Renzi (Casilda, 1940 - Buenos Aires,

1992), abierta hasta el 22 de mayo de 2010.

Allí la pintura Nostalgias del Paraná recibía a

los visitantes (argentinos, paraguayos, espa-

ñoles, alemanes y rosarinos).

Nostalgias del Paraná es la cara de Paraná

1 Paraná Ra’anga: “imagen del Paraná” en guaraní.

paraNá arraNCá

Xil Buffone

Todo cambia. Quizá no haya que lamentar los �00 km� de tierra firme, los pueblos, las villas ni siquiera la casa del dictador destronado –el general paraguayo Stroessner– que la frontera se comió. Las inundaciones, por otro lado, nunca dejaron de llevarse las cosechas. Pero es en ella misma que esta América Latina hechizada por la inmanencia busca las pruebas de su identidad. Para luchar en contra de la precariedad, “la precariedad ideológica, ligada al sentimiento de que estamos en tránsito”, explica el pintor Renzi, como si, en tanto que nacidos aquí, quisiéramos siempre irnos a otra parte.

“Paraná: El agua, el hormigón y la historia”,

diario Le Monde ����, Francia

marzo

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��

Ra’anga.

Ra’anga significa “imagen”, “imagen del

Paraná” en guaraní.

Una profunda quietud, se sabe, denota inma-

nencia o desolación.

Este es el único óleo donde Renzi pinta al

río Paraná. Lo hizo recién llegado a Buenos

Aires (en 1976), luego de su serie de repre-

sentaciones de fluidos, luego de las accio-

nes políticas y luego de ocho años sin pintar.

Exiliado en sí mismo y en la pintura. El rumor

de la memoria per-seguía in-fluyendo hacia

el ciego mar del recuerdo.

No pasa nada. Su luminosidad y nostalgias

son aplastantes.

Mas, si la mirada es lenta no todo está quie-

to: “¡e pure si muove!”, aire y agua respiran

yéndose físicamente y retornando en rumor

de representación.

“Imagen” viene del latín imago, y significa

“representación”.

Dos ríos: el que moja y el metafísico, o tres

(el de agua, el de óleo y el Eterno).

Un devenir horizontal persistente: “aller

ailleurs”,2 ir a otra parte, a otro lado, rajarse,

bah...

rEmoNtaNDo uN labErINto

DE pINturas DE aCá

“Io sono rosarino” como Antonio Berni y

Lucio Fontana.

Juan Pablo Renzi viene de ese torrente: ítalo,

filo-ruso/metafísico-socialista.

“Realismo es atrapar la imagen” decía J. P.

Renzi.

Lo inmediato y lo mental toman súbitamente

la delantera (lo que perdura en la materia, es

2 Pour lutter contre la précarité, “la précarité idéologique, liée au sentiment que nous sommes en transit, explique le peintre Renzi, comme si, bien que nés ici, nous voulions toujours aller ailleurs” (Véronique Mortaigne, “L’eau, le béton et l’histoire” [El agua, el hormigón y la historia], diario Le Monde 1991, mercredi 21 août, Francia). Archivo Renzi.

el gesto).

Naturaleza zurda la que invadió Santa Fe.

Los patos, los irupés y el guaraní se vieron

sorprendidos en el paraíso de acuarela que

ilustró el padre jesuita Florián Paucke.

La que talló en quebracho Juan de Dios

Mena en los fondos del Fogón de los

Arrieros de Resistencia, Chaco; la que des-

materializó Espino.

Renzi viene de ese torrente. Nieto y bisnieto

de pintores “santafecinos”.

Pintor de pampa gringa. Admiraba a Augusto

Schiavoni y a Musto.

Medio anarco-catalán como su maestro

Gustavo Cochet, zurdo como Juan Grela.

Muy, muy amigo del escritor Juan José Saer

(quien se fue en 1968 a vivir a París y en una

carta de 1991 le envía a Juan Pablo Renzi el

recorte del diario Le Monde que al inicio aquí

se transcribe).

Luego de doce años sin verse obras de

Renzi en Rosario, “fizcarraldamente” María

Teresa Constantín (Coordinadora de arte de

Osde) y Martín Prieto (Director del CCPE/

AECID de Rosario) planearon dos muestras

que son una, para desplegar el fluidísimo

pensamiento plástico de Renzi.

Un doble lujo: en Fundación Osde hay dos

pisos enteros de pinturas de gran porte.

Un piso realista de los 70 y un piso “expre-

sionista” de los 80-90.

Uno más quieto, silencioso, sin tiempo; otro

con mucho punch, con nervio y urgencia.

Ambos tienden a lo sintético-gráfico. En

Fantasía Pompeyana (último óleo de 1992),

las peras van ingrávidas hacia el rojo supre-

matista.

En los tres túneles del Centro Cultural

Parque España, se destaca el desarrollo

conceptual de objetos e instalaciones (1966-

1968) y las acciones políticas grupales.

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FOTO WILLY DONZELLI

Juan Pablo Renzi

CCPE/AECID

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En el tercer túnel, hay pinturas y homena-

jes a Schiavoni, Musto, Lacámera, Manet,

Monet, Gauguin, Van Gogh, Matisse y cierra

la serie Der Blaue Reiter (Jinete azul), dedica-

da a Kandinsky y a autorretratarse en acción

pictórica.

En las dos sedes dos mega-muestras que

son una.

Esta exhibición, curada por María Teresa

Constantín y Xil Buffone, se vio previamen-

te en Buenos Aires, en el espacio de Arte

Fundación Osde (Suipacha 658, desde el

26 noviembre de 2009 al 20 de febrero de

2010).

A Juan Pablo Renzi le gustaba exponer sus

obras en Rosario y Buenos Aires.

Cíclicamente como Ulises,

prudente, astuto y perseverante,

vuelve a remontar el cauce

siempre-presente.

maCro: la CIuDaD

DE las mujErEs

tElóN

En el ingreso al macro, está la intervención

mural de Cristina Schiavi + Henry Coleman

(artistas de Buenos Aires y Londres, respec-

tivamente). Plantean un difuso subrayado de

los límites de dos mundos extraños, el de

la vida normal del espectador y la realidad

imaginaria del arte.

pEquEñas altEraCIoNEs

En el primer piso, Eladia Acevedo de

Rosario, reunía en su inauguración a una

pluriculturalidad de gente: amigos, curiosos,

de la facultad de arte, de la escuela Musto,

algunos Rozartes, algunos de Buenos Aires,

otros de Córdoba, Totoras o Bahía Blanca.

Poéticamente impecable, las obras son de

materiales y técnicas indescifrables. Para

hacer efable lo inefable, Eladia tejió una vez

más otra trama cuasi eléctrica de fragmen-

tos grises. Parecen hilos, pero son papeles

deshilachados, cortados del grosor de un

cabello y luego pegados o enhebrados en

una aguja y “bordados” de algún modo en la

hoja. Son dibujos espaciales.

Preciosos, precisos como cada joya estética

que Eladia pule. Exquisita como con sus

jabones eróticos-revlon, donde el rosado

respiraba la forma perfumada. La obra es

minuciosa, nimia, continua y de belleza

contemplativa.

20 pINtoras

—“Hola, ¿cómo estás? ¿Estás pintando?

Podríamos hacer algo juntas…”

Un encuentro sin bombos ni platillos, ni pos-

tulados rimbombantes, ni defensas trilladas.

Juntarse. Una suma rizomática de 20 artistas

argentinas en una red bastante federal.

Diana Aisenberg, Constanza Alberione, Carla

Bertone, Florencia Bohtlingk, Claudia del

Río, Verónica Di Toro, Maria Guerrieri, Silvia

Gurfein, Graciela Hasper, María Ibáñez Lago,

Fernanda Laguna, Catalina León, Valentina

Liernur, Mariana López, Valeria Maculán,

Adriana Minoliti, Déborah Pruden, Inés

Raiteri, Leila Tschopp y Paola Vega.

Convocadas por Paola Vega y Adriana

Minoliti ocuparon varios pisos del macro (2º,

3º, 4º, 5º, 6º y 7º) y cuando se iban escalan-

do las salas, cada una tenía su atmósfera,

muy pictórica, muy sensible.

Una celebración acuosa, lunar del color.

Mundos odilones-redones. Paletas desatura-

das con tonos pastel e imaginarios calientes.

Espacios más gráficos como los de Gachi

Hasper, coloridos, rítmicos y estructurados.

Ensumma, la inauguración era una fiesta

de chicas interprovinciales de pintoras y

amigas. Un gesto de floral comunidad virtual

que, vegetalmente, sabiamente, pinta.

Page 29: Anuario 2010

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FOTO FERNANDO ROMERO DE TOMA

Paraná Ra’anga

Page 30: Anuario 2010

��

“Lo que une, lo que provoca el encuentro es,

una vez más, la producción.

Sin reclamos ni reivindicaciones.

Sólo la vindicación de la potencia de la

tautología: Somos lo que somos: pintorAs”,

escribe Roberto Echen en el catálogo.

La muestra recorrerá otros museos y salas

de arte del país.

sombras DE alambrEs

La atmósfera se agrisa, el 9º piso dramática-

mente oscurece. Es el espacio de la escul-

tora de sombras Nadia Guthmann. Ella es

bióloga y vive en Bariloche.

Colgados en el vacío, en penumbra y some-

tidos a una luz tajante, hay seres de alambre

con hambre.

En Ecosistemas en la sombra, un caballo,

una tortuga, una mantis, caracoles y un pez

de gran tamaño, flotan. Contorneados en

malla metálica gris son masas casi virtuales.

La autora aclara que oscurece: “Las escultu-

ras se transforman en dibujos y dibujos den-

tro de dibujos. Ciertos animales funcionan

como símbolos, arquetipos o deidades que

provienen de la Historia de la humanidad, a

los que también sumo mis propios simbo-

lismos provenientes de mi historia personal.

Mis animales, de una forma u otra, confron-

tan lo civilizado con lo salvaje del cuerpo y

espíritu humano”.

La oscuridad come a la estructura de alam-

bre como el lobo al pato.

La piel de la sombra pesa.

007

En el 10º piso, se ve con cierto desconcier-

to: El archivo en la polilla de Martín Mele de

Bahía Blanca. La propuesta se funda en el

concepto del viaje como práctica artística.

El viaje tanto laboratorio experimental como

ámbito de reflexión.

“La obra se genera ‘en’ y ‘a partir de’ ese

contacto único que se da con la llegada del

artista a la ciudad e irá tomando forma en

los días, a partir de sus hallazgos. En un

mes, Martín Mele desarrollará y presentará

El archivo en la polilla en el Museo Provincial

de Bellas Artes de Salta, el Museo de Arte

Contemporáneo de Rosario, el Museo

Nacional de Bellas Artes –sede Neuquén– y

el Museo Marítimo de Ushuaia. Durante el

segundo semestre de 2010, involucrando

instituciones de Europa: Berlín, Frankfurt y

Zürich. De esta manera el viaje se transforma

en eje de la exposición. A modo de ‘cuader-

no de bitácora’ un libro documentará toda la

experiencia”, dice el curador Andrés Duprat.

Andrés Duprat, el guionista del multipre-

miado film El hombre de al lado (2010),

donde, en clave de cabo de miedo, el arte

contemporáneo del lascivo vecino desqui-

ciaba el mundo racionalista de la casa de Le

Corbusier en La Plata.

Mele ya extraña el hall con dos intervencio-

nes dudosas.

Una que celebré apenas entré, la recuerdo

como la pared picada, donde emergía el

silo originario, enmarcado con un barroco

marco dorado. También articuló un ventilador

con un pendorcho. Como esas máquinas

absurdas de Vigo, o algo así. Nada mal…

desconcertante, con humor. En el 10º piso,

la obra eran unos cuadros apilados, más

bien marcos vacíos de cuadros.

Yo además vi, en el piso, un “rastro de san-

gre”, la huella de un cuerpo que había sido

arrastrado (¿sin vida?) por dos metros y se

perdía bajo la puerta de la terraza. Pero eso

no sucedió. Eso quedó chorreado de una

obra anterior, dijo Mele. Era arte contempo-

ráneo pero ya del pasado reciente. §

Page 31: Anuario 2010

��

FOTO LUCÍA BARTOLINI

“El archivo de la polilla”, Martín Mele

Museo Castagnino+macro

Page 32: Anuario 2010

�0

“¿Derechos? Yo no sé nada de derechos

pero me gustaría conocerlos”. Más que elo-

cuente aparece la expresión de Evangelina

Sánchez, 22 años, interna en la Unidad de

Recuperación de Mujeres Nº 5 ubicada en

Ingeniero Thedy al 300 de Rosario. Niña en

situación de calle entre los 7 y los 11 años,

jovensísima conviviente en pareja desde

los 12, mochilera para recorrer parte de

las provincias de Buenos Aires y Córdoba

donde vendía sus artesanías y desde hace

poco más de un año detenida en la cárcel de

mujeres. Allí fue que Evangelina participó del

taller de fotografía estenopeica, envió con

una de sus compañeras del penal, Yésica

Ruiz, algunas tomas al concurso provincial

Mujeres Reb/veladas1 y mañana, lunes 8 de

marzo, Día Internacional de la Mujer, ambas

recibirán el premio correspondiente que

les otorgó el jurado, siempre que medie el

permiso judicial correspondiente para que

1 El concurso provincial Mujeres Reb/veladas fue organizado de manera conjunta entre el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia de Santa Fe y el Sindicato de Prensa Rosario

Evangelina y Yésica son internas de la Unidad de Recuperación de Mujeres Nº �, la conocida “cárcel de mujeres”. Tienen historias de vida duras y encontraron en un taller de fotografía la manera de imaginar otra vida.

Esta vEz lEs toCó gaNar*

Alicia Simeoni

* Artículo publicado el Domingo 7 de marzo de 2010 en Rosario/12.

puedan estar junto a las autoras de los otros

trabajos. Una de las fotos que ella tomó es la

de una ventana del comedor del penal por la

que siente que se conecta con la luz, con el

aire, con la libertad porque allí recibe la visita

de algunos familiares y también se angustia

ante las despedidas. Evangelina Sánchez tie-

ne mucho en común con las otras detenidas

que son jóvenes, pobres y casi todas tienen

un escasísimo nivel de educación.

Casi como en un ping pong, el diálogo con

Evangelina ocurre por momentos rápido y

fluido mientras Yésica, de 20 años, no se

siente en condiciones de hablar.

—¿Sabés por qué el 8 de marzo es el “Día

Internacional de la Mujer”?

—No.

—Y cuándo se habla de derechos de las

mujeres y de derechos humanos ¿conocés

de qué se trata?

—No, no conozco nada de derechos, nunca

me explicaron nada pero me gustaría co-

nocer algo. (Ella es espontánea, se ríe con

frecuencia, a excepción de cuando cuenta

algunos hechos puntuales de su vida donde

se le atraviesa un nudo en la garganta). Viví

en la calle desde los 7 años, tenía algunos

problemas en mi casa y empecé a quedarme

FOTO ALBERTO

CARLOS GENTILCORE

Cárcel de mujeres

marzo

Page 33: Anuario 2010

��

a dormir en las plazas con otros chicos.

—¿Y no te buscaban para que vuelvas? ¿Con

quién vivías?

—No, no me buscaban. Vivía con mi mamá

y mis hermanos, somos 12 en total, pero

podía quedarme en la calle. (Ya se ríe y

muestra incredulidad cuando se le comenta

que hay una Declaración Internacional de los

Derechos del Niño).

Evangelina empezó un camino en soledad en

los lugares que le resultaban más amigables.

Cuando habla del taller de fotografía que

desde septiembre a diciembre de 2009 hizo

en el penal, lo ubica claramente como un

espacio distinto, que “me despejaba, me ha-

cía sentir bien porque aprendía, pero sobre

todo, al estar ocupada, dejaba de pensar en

las cosas feas que me hacían mal”. Habla

en pasado del taller que se cortó. “Es que

quienes venían a darlo ya no podían pagar el

papel y los líquidos. A mí me gustaría poder

seguir y creo que aprendí bastante. Me ex-

plicaron que puedo tener un currículum para

cuando salga”. Cuando una de las coordi-

nadoras del taller Revelando Mujeres –que

en conjunto daban Sebastián Dahí, Claudia

Ortiz y Sofía Korol– les propuso a todas las

participantes mandar sus trabajos a Mujeres

Reb/veladas, el concurso provincial organiza-

do por el Ministerio de Innovación y Cultura

de la provincia y el Sindicato de Prensa

Rosario con el propósito de mostrar distintas

realidades de las mujeres santafesinas, ella

y Yésica Ruiz se mostraron interesadas. Ya

llevaban un tiempo con las clases de fotogra-

fía estenopeica (para obtener una cámara

se utiliza una técnica muy rudimentaria a la

que se construye con una caja o una lata a la

Page 34: Anuario 2010

��

que se le hace un orificio (estenopo) y no se

trabaja en negativo sino con papel sensible

donde queda plasmada la imagen. De ahí

que quisieron mostrar lo que habían aprendi-

do. Según Evangelina es “para que la gente

se entere de lo que hacemos aquí y puedan

tener en cuenta que podemos aprender”.

Es entonces que cuenta cómo son sus días

en la prisión. Se levanta, desayuna y tiene

desde las 8.30 hasta las 12.30 el taller de

costura desde el que fabrican, entre otras

cosas ropa de bebé. Después del almuer-

zo son llevadas al dormitorio, una enorme

habitación en el que hay muchas camas, y

por la tarde están en el patio. Después no

hay casi nada que hacer a excepción de las

actividades que proponen algunos grupos

interesados en dar clases sobre determina-

dos temas, tal el caso del taller de fotogra-

fía, que fue posible a través de un subsidio

de la Secretaría de Cultura municipal que

comprendía el dinero para la compra de los

elementos necesarios, pero que no forma

parte de un programa de actividades que

desde el Servicio Penitenciario se destine a

las internas. Cuando no están esas alternati-

vas las tardes son interminables.

Tanto en esta como en otras prisiones las

horas son muy largas, más aún para quie-

nes por su edad están en condiciones de

desplegar tantas potencialidades. El poco

por hacer también dificulta la convivencia y

las relaciones entre quienes están en esas

condiciones.

El taller de fotografía les permitió un apren-

dizaje pero también la puesta en juego de

creatividades escasamente estimuladas. El

jurado de Mujeres Reb/veladas, que con-

sideró los trabajos del concurso al que se

presentaron con seudónimo y eligieron el

de “La Cholito” le otorgó al conjunto de 5

imágenes, el primer premio en la modalidad

fotografía y en la categoría general. Los

propios autorretratos interpelan a quien los

mira, ellas se convierten en protagonistas,

en sujetos delante y detrás de la cámara.

La Cholito era el apodo de Yésica Ruiz. Ella

puso ese seudónimo detrás de la foto y así

quedó elegido. El premio casi las descolocó:

esta vez ganaron y desde que tienen noción

están acostumbradas a las situaciones que

se presentan para perder, familiares, ami-

gos, la posibilidad de hacer como niño las

actividades que no los pongan en situación

de riesgo, de menoscabo, de maltrato, de

abuso y de la recepción de rechazo.

Evangelina Sánchez interrumpe la con-

versación “Y, ahora me voy a casar”, dice

entusiasmada. “Hace como cuatro años que

estoy de novia. El está en Piñero y voy a

visitarlo cada 15 días los lunes. Ya tengo las

alianzas para comprometernos”.

Cuando se vuelve sobre el taller de fotogra-

fía y el espacio de costura cuenta que a ella

le gustaría que cada día haya una actividad

porque todas las mujeres que están en la

Unidad Nº 5 “saben hacer algo y podemos

dar clases al resto para que cuando salga-

mos podamos tener distintas posibilidades

de hacer algo, de trabajar, siempre que nos

dejen, porque en general no te quieren dar

una oportunidad. Siempre piensan que uno

va a ‘choriar’ o a ir con cualquier otra cosa

no buena. Y yo quiero que entiendan que po-

demos querer hacer otras cosas que las que

hicimos y que vean que desde aquí adentro

queremos prepararnos para eso”. §

Page 35: Anuario 2010

��

ClÍNICas. Casos DE

INtrospECCIóN y gENEalogÍa

Claudia del Río

Las clínicas son formas de comunicación

entre artistas iniciados y otros más experi-

mentados. Bastante populares y extendidas

en nuestro país.

Son dispositivos, y disculpen que use este

término, pero pareciera justo para lo que

nos ocupa. Lo pienso en tanto generan una

situación especial donde estamos dispues-

tos a compartir, en voz alta y junto a otros,

cuestiones muy profundas acerca del arte.

¿Dispositivos de comprensión? ¿De qué

cosa? De dónde estamos parados frente a

uno mismo, de qué tipo de construcción de

autor e iniciar una relación con la obra en la

incomodidad de cierta ceguera. Interesante

recordar a Jacques Derrida,1 que en los 90

cura una muestra de dibujos de la propia

colección del Museo Louvre de París. Su

argumentación además de ser autobiográfi-

ca, discute directamente sobre el dibujo y la

ceguera. Quien dibuja parece no poder ver lo

que dibuja. Si el pensamiento es matriz del

dibujo, podríamos pensar y extender cierto

estado de ceguera a la construcción de cual-

quier imaginario artístico. Ceguera momentá-

nea, vamos a la clínica. Circula información,

se comparte información.

Está la obra, está el autor, están las ideas

1 La exposición “Memorias de ciego, el autorretrato y las ruinas”, de la que es comisario el profesor y filósofo francés Jacques Derrida, se presentó en el Museo del Louvre, de París, hasta el 21 de enero de 1991. A través de 44 obras, en su mayor parte dibujos, pertenecientes a las colecciones del museo, Derrida ilustra el tema por él elegido, “El dibujo es ciego”.

acerca de la propia disciplina, están los

otros, está el deseo de gustar, está el

mercado, la legitimación, la formación y ese

otro que viene a tranquilizar, a dar ánimo y

permisos.

Permiten salir, provisoriamente, de cierta

caída que los autores tenemos frente a

nuestro trabajo. Un desajuste entre la obra,

nuestra relación con la obra y los otros. Los

otros que son la mirada de los otros. De este

apasionado triángulo se trata.

Claro diríamos que hay tantos tipos de clíni-

cas como tipos de artistas.

El formato pues se le parece mucho a una

escena psicoanalítica.

Porque se parecen tanto, ¿qué clase de

confianza debemos depositar en ese otro

para hablar y escucharnos hablar? Ir al grano.

¿Cuánto estamos dispuestos a entregar y

para qué hacemos lo que hacemos? ¿Hay

algo para decir?

Saber reconocer nuestra familia en el arte

me parece vital, no opaca nada, amplía el

universo. Un ánimo de investigación, autoco-

nocimiento y la idea de construcción del tipo

de autor.

Las clínicas son preguntas que nos hacemos

en voz alta.

Hasta que alguna vez esas turbulencias se

mitigan y van dando paso a reconocer el

lugar donde estamos situados como parte

de un mundo. ¿Seremos conductores de

temperaturas? §

DossIEr ClÍNICas, rEsIDENCIas y tallErEs

Page 36: Anuario 2010

��

En 2010 se llevaron a cabo diferentes pro-

gramas de Residencia, cada uno con una

dinámica y propuesta diferente:

Artistas en Industrias: Se realizaron expe-

riencias en la Cristalería San Carlos y en la

Fábrica Verbano. Al finalizar su propuesta,

ambas producciones se visualizaron en el

Salón de Diseño Diario La Capital.

Residencias Internacionales: debido a un

convenio con la Fundación Gilberto Alzate

Avendaño de Bogotá (Colombia) fueron

elegidos un artista y un curador colombianos

para realizar una residencia en Rosario. Estos

formaron parte de la Residencia San Javier

2010, donde estuvieron conviviendo durante

15 días con dos artistas argentinos en la

ciudad de San Javier (Argentina). Al finalizar

el año, una selección de las producciones

en proceso de los cuatro participantes se

exhibió en el macro.

bENEfICIarIos

Programa Artistas e Industrias (Verbano):

Leonardo Chiachio y Daniel Giannone.

Programa Artistas e Industrias (Cristalería

San Carlos): Marcela Cabutti.

Programa San Javier: Cintia Clara Romero y

Camilo Guinot.

Programa Residencias Internacionales con la

Fundación Gilberto Alzate Avendaño: Jeisson

Castro y Halim Badawi.

programasDE rEsIDENCIasmusEo CastagNINo+maCro

Desde 2010, el Museo Castagnino+macro

de Rosario, en asocio con la Fundación

Gilberto Alzate Avendaño de Bogotá

(Colombia), decidieron ampliar su programa

de intercambios artísticos y, por primera

vez, establecieron una residencia anual

dirigida a un curador bogotano. En esta

primera ocasión, fui escogido para desarro-

llar durante dos meses el proyecto titulado

“Coleccionismos divergentes: Modos de

coleccionar arte, Bogotá + Rosario”, con

el cual propuse un estudio comparativo de

las formas de coleccionar arte en estas dos

ciudades durante el siglo XX.

La estancia en Rosario se concentró en la

consecución de fuentes bibliográficas y do-

cumentales, la realización de entrevistas a in-

tegrantes de la escena rosarina y la revisión

de colecciones públicas y privadas como la

conformada por Juan Bautista Castagnino

o, más recientemente, por Isidoro Slullitel o

Graciela Carnevale. Esta revisión, más allá

de buscar la reconstrucción de las trayec-

torias de estos coleccionistas (asunto ya

moDos DE ColECCIoNar artE

EN bogotá y rosarIo: prImEras

hIpótEsIs

Halim Badawi

DossIEr ClÍNICas, rEsIDENCIas y tallErEs

Page 37: Anuario 2010

��

ampliamente trabajado por investigadores

locales como Pablo Montini, Rafael Sendra

o Guillermo Robles), buscaba establecer

puntos de encuentro y desencuentro con

colecciones colombianas similares como la

de Alberto Urdaneta (configurada a finales

del siglo XIX) o las de Hernando Santos y la

familia Ganitsky Guberek.

¿Por qué revisar comparativamente los

modos de coleccionar arte en Colombia y

Argentina durante los siglos XIX y XX? Desde

luego hay muchas respuestas posibles.

Tal vez, la más influyente en este trabajo

sea que, la posibilidad de aclarar el modo

diferencial como se ha construido el cam-

po cultural en ambos países, permitiría

entender las singularidades presentes, aún

hoy, en los procesos de construcción de

la memoria, del patrimonio cultural, de la

gestión cultural pública y privada, e incluso

de la historiografía. Esta primera revisión del

coleccionismo entre ambos países permite

lanzar, de forma tentativa, algunas hipótesis,

aún susceptibles de maduración y discu-

sión; hipótesis que, por ejemplo, permitan

explicar el carácter persistente de la iniciativa

cultural privada en Argentina y la pública en

Colombia, estableciendo a su paso el papel

que tiene en ambos países el coleccionismo

privado en la configuración del patrimonio

público. Intentaré hacer un breve recorrido

por el asunto.

El Museo Nacional de Colombia, la primera

institución pública de su tipo en el país, se

creó en 1823, curiosamente sin colección

alguna. Durante los primeros tres cuartos del

siglo XIX, su crecimiento como institución

sería siempre parsimonioso, dependiendo de

pequeñas donaciones particulares (espe-

cialmente de objetos históricos), compras

y encargos del Estado. Por su parte, el

coleccionismo privado en la época, siempre

referido al arte colonial, colectado más por

su carácter piadoso que por el valor artístico

de las obras, encontraría su destino final en

las iglesias y conventos santafereños más

que en los museos públicos. El papel de co-

leccionar sistemáticamente con una óptica

ilustrada le fue entregado al Estado desde

una época muy temprana, y en la sociedad

civil prevalecería el carácter piadoso de la

donación a la Iglesia –herencia de la socie-

dad colonial–, por encima del carácter laico y

filantrópico que implica donar al Estado para

el bien común. La secularización del colec-

cionismo privado sólo se iniciaría durante

el tercer cuarto del siglo XIX, a través de la

incorporación en la sociedad colombiana de

los valores de la burguesía europea, importa-

dos por los viajeros colombianos a Europa,1

como Alberto Urdaneta, José Asunción Silva,

Rafael Pombo, Soledad Acosta de Samper,

Ángel Cuervo y Rufino José Cuervo.

Por su parte, en Argentina, los museos

públicos surgirían como consecuencia de la

iniciativa privada. Las primeras colecciones

particulares se iniciarían tempranamente,

durante la primera mitad del siglo XIX, con

la actividad de Manuel José de Guerrico y

Aristóbulo del Valle, también ligadas con el

viaje a Europa. En el caso de Rosario, ya a

principios del siglo XX, sería intensa la acti-

vidad como coleccionista y gestor cultural

de Juan Bautista Castagnino, quien donaría

tiempo, obras de arte y dinero para la con-

solidación de los primeros salones de arte y

1 Entre 1845 y 1900 sólo 580 colombianos visitaron Europa.

DossIEr ClÍNICas, rEsIDENCIas y tallErEs

Page 38: Anuario 2010

��

del primer museo público de la ciudad. Otras

colecciones particulares de Buenos Aires y

Rosario serían traídas por inmigrantes euro-

peos, quienes incorporarían en la naciente

Argentina los ideales estéticos de la burgue-

sía europea, el coleccionismo como símbolo

de distinción social y la responsabilidad civil

del coleccionista.

Tempranamente, desde la primera mitad

del siglo XIX, la existencia en Argentina de

un corpus de coleccionistas, inexistente en

un país como Colombia, habría llevado al

surgimiento de un primer mercado del arte

con la consecuente fundación de galerías y

casas de subastas, así como la emergente

circulación de exposiciones europeas. Ante

la despreocupación del Estado por materia-

lizar y consolidar un patrimonio artístico pú-

blico, la iniciativa privada de coleccionistas

y galeristas cobraría una nueva dimensión,

marcando en la sociedad porteña y rosarina

el canon a seguir, un ethos del coleccionista

configurado en torno a la idea de construir

Nación a través de la importación de arte

europeo inexistente en el país y a la cons-

trucción colectiva de grandes colecciones

públicas. Esto llevaría a la fundación tardía

del Museo Nacional de Bellas Artes en 1895

y del Museo Municipal de Bellas Artes Juan

B. Castagnino en 1920.

Ya, durante los siglos XX y XXI, esta actividad

del coleccionismo habría marcado indele-

blemente el desarrollo del campo cultural

en Argentina y Colombia. En el contexto

colombiano persistirían las iniciativas

públicas encarnadas en la actividad siste-

mática del Instituto Colombiano de Cultura

COLCULTURA y, desde 1997, del Ministerio

de Cultura, institución que tiene a su cargo

el Museo Nacional, la Biblioteca Nacional,

el Archivo General de la Nación y varios

museos y bibliotecas regionales. El Banco

de la República, banco central de Colombia,

configuraría desde 1939 su actividad cultural,

que desembocaría en una red de bibliotecas

y museos públicos organizados en torno

al Museo del Oro, la Biblioteca Luis Ángel

Arango y la Colección de Arte del Banco

de la República. Otros impulsores públicos

de instituciones del coleccionismo serán la

Alcaldía Mayor de Bogotá (con BIBLORED

y la Fundación Gilberto Alzate Avendaño) y

la Universidad Nacional de Colombia (con el

Sistema de Patrimonio Cultural y Museos,

así como su Red de Bibliotecas).

Vale la pena reconocer que, durante todo

el siglo XX, el único museo público bogo-

tano configurado en torno a una colección

privada es la Donación Botero, reciente-

mente denominada Museo Botero, creado

en 2000 y administrado por el Banco de la

República. Esta institución que, en sentido

estricto, difícilmente puede calificarse como

un “museo” (su colección no puede cambiar-

se de ubicación –incluso dentro de la casa–,

tampoco prestarse, completarse, incremen-

tarse y, mucho menos, tiene un programa de

exposiciones temporales relacionado con la

producción artística contemporánea o modi-

ficaciones curatoriales) es, a pesar de todo,

el único ejemplo visible en Colombia de una

colección puesta a la vista de la comuni-

dad. Aunque son comunes las iniciativas de

algunos artistas por crear fundaciones como

es el caso de Omar Rayo, Édgar Negret,

Eduardo Ramírez-Villamizar y Enrique Grau,

y también es común que estas institucio-

nes fenezcan por falta de apoyo privado.

DossIEr ClÍNICas, rEsIDENCIas y tallErEs

Page 39: Anuario 2010

��

Asimismo, en Bogotá, no existe una sola

institución del coleccionismo que haya surgi-

do enteramente por iniciativa de la sociedad

civil o fruto de pactos entre coleccionistas

y/o gestores culturales privados.

Por su parte, en Argentina, persistirían las

iniciativas privadas, propulsadas por la acti-

vidad de galerías particulares e instituciones

como el Museo de Arte Latinoamericano

de Buenos Aires (MALBA), el desapare-

cido Instituto Di Tella o las fundaciones

Constantini, Federico Jorge Klemm, Proa,

Espigas y, recientemente, Amalia Lacroze

de Fortabat. Por ende, el coleccionismo

privado modelaría fuertemente el perfil de

los museos públicos, como es el caso del

Museo Nacional de Bellas Artes (recep-

tor durante todo el siglo XX de grandes

donaciones privadas como, por ejemplo,

la de Mercedes Santamarina), el Museo

Nacional de Arte Decorativo y el Museo de

Arte Hispanoamericano Isaac Fernández

Blanco, entre otros. En Rosario, más allá

del Museo Municipal de Bellas Artes Juan

B. Castagnino, se consolidaría un cuerpo

de museos públicos debido a la iniciativa

privada como el Museo de Arte Decorativo

Firma y Odilo Estévez, el Museo Histórico

Provincial Dr. Julio Marc o el Museo de Arte

Contemporáneo de Rosario (macro), exten-

sión del Castagnino dedicado al arte contem-

poráneo y fruto de donaciones de artistas y

coleccionistas.

Como conclusión, en Colombia es frecuen-

te escuchar programas impulsados por el

Estado que buscan consolidar iniciativas

para que la sociedad civil se involucre y apo-

ye actividades públicas en cultura. Aunque

se han modificado leyes con el ánimo de

estimular tributariamente a los donantes de

bienes culturales y se han creado diversas

sociedades de amigos de museos, lo cierto

es que el apoyo privado a la configuración

del coleccionismo público es mínimo.

Muchas de estas iniciativas no se concretan

en hechos de largo aliento y la mayoría de

veces resultan ineficaces. También es fre-

cuente escuchar, en Argentina, los reclamos

de la sociedad civil (a cargo de los gestores

culturales) exigiendo al Estado un mayor

presupuesto y un papel más influyente en el

patrocinio, gestión, patrimonialización y con-

figuración de colecciones. Cualquier intento

que se haga de modificar estos comporta-

mientos (ya sea del Estado o la sociedad

civil) resultará ineficaz si se desconocen las

condiciones históricas, sociales y culturales

puntuales que han llevado al actual estado

de cosas. La comparación entre Colombia y

Argentina, tal vez los dos puntos extremos

en América Latina, ha sido posible gracias

al intercambio impulsado por la Residencia

Curatorial del Castagnino+macro, concebida

como un espacio de integración e investiga-

ción que permite tender redes inéditas y visi-

bilizar algunas de las condiciones presentes

en los campos culturales locales de América

Latina. §

DossIEr ClÍNICas, rEsIDENCIas y tallErEs

Page 40: Anuario 2010

��

NIños

La ciudad de Rosario funciona como refe-

rente iberoamericano a la hora de señalar

la labor realizada para integrar a los niños y

jóvenes como ciudadanos activos. Los pro-

gramas como 0-25 y el Tríptico de la Infancia,

impulsados desde las políticas públicas,

funcionan a modo de plataformas muy nove-

dosas para captar espectadores. Proliferan

programas con actividades diversas, como

la Escuela móvil o los Talleres de producción

artística gestionados en los distritos, pero es

fundamentalmente la Escuela Musto la que

desarrolla un proyecto pedagógico soste-

nido de cruces y producciones diversas. El

espacio “taller”, como lugar de encuentro e

intercambio, propone el acercamiento a los

elementos del lenguaje plástico a través de

la experimentación y la circulación de ideas,

conceptos e imágenes, estimulando la mira-

da singular y el pensamiento reflexivo. Los

talleres están equipados con infraestructura

específica para el completo desarrollo de

todas las áreas. La tarea pedagógica incluye

además diversos programas de autogestión

cultural: Producción integrada: creación

y comercialización de objetos de diseño

propio, Ediciones de La Musto: cuadernillos

pedagógicos, La carpeta gráfica y el reciente

proyecto de muestras –dentro y fuera de la

escuela– con sus ciclos Intercambios institu-

cionales, Visita de artista, El docente como

productor, Experiencias de taller, entre otros.

Los talleres de arte para niños y adolescen-

tes tienen una gran tradición en la ciudad

en el ámbito privado. Desde la década del

80, época signada por el clima democrático

y padres “progres” preocupados por una

educación diferente para sus hijos, se vienen

consolidando, cuyo antecedente ineludi-

ble es el Atelier de Educación Creadora

de Beatriz Vettori. Luego el taller de Mimí

Escandell en la calle Corrientes al 100,

con todo el despliegue generoso de aquel

espacio, el Taller de Expresión y el Taller del

Unicornio configuraron la escena.

El Taller de Expresión actualmente opera

como referente en el ámbito de los pro-

yectos privados y en 2010 ha festejado sus

30 años de vigencia y trabajo sostenido.

Está ubicado en la esquina amarilla de

Colón al 1500, donde hasta no hace mucho

tiempo había una bañera antigua en su

ochava a modo de macetero y emblema

del lugar. Fundado por Graciela Carnevale,

se autodefine como “un lugar para apren-

der haciendo, jugando, experimentando,

descubriendo, reflexionando por medio de la

pintura, dibujo, escultura, grabado, serigra-

fía, construcciones, cerámica, soldadura,

vitrofusión, alfarería, animaciones…”, según

las palabras de su actual responsable Valeria

Inchaurza. Entre el equipo de docentes vale

la pena destacar la labor del artista plástico

Víctor Gómez.

Por su parte, el Taller El Unicornio, bajo la

dirección de María Inés Cabanillas, viene

realizando también un trabajo riguroso y sos-

tenido en el tiempo, compartiendo diversas

maneras de producir y vincular la actividad

artística con el mundo fantástico de los ni-

ños. Este taller es un espacio de juego don-

de se estimula el desarrollo de la creatividad

a través de la plástica, la educación estética,

la literatura y la historia. Al mismo tiempo,

realizan visitas a museos y centros culturales

de la ciudad con los niños, para que de esta

manera los hábitos de audiencia artística

comiencen a funcionar como facilitadores

de acercamiento y familiarización con el arte

tallErEs

FOTO GASTÓN MIRANDA

Escuela MustoDossIEr tallErEs, ClÍNICas y rEsIDENCIas

Page 41: Anuario 2010

��

que estos otros espacios institucionales

promueven y no siempre logran.

aDultos

La esquina de San Lorenzo y Laprida de

nuestra ciudad, más precisamente la sures-

te, alberga, en dos domicilios diferentes, dos

talleres de producción en los que se compar-

te y se imparten ideas en clave pictórica.

Por calle Laprida funciona el taller de

Sebastián Pincirolli, donde se desarrollan

sus clases y según sus propias palabras:

“el taller es de pintura contemporánea. Allí

coordino la experiencia de producción de un

grupo de veinte jóvenes que lo frecuentan.

El cursado se constituye en clases sema-

nales de tres horas continuas, en grupos

reducidos, donde cada integrante configura

su experiencia de taller de un modo singular,

determinado por un proyecto personal. En

algunos casos contribuyo con la difusión de

ideas artísticas que fortalezcan el contenido

del proyecto y establezcan una sólida direc-

ción. En otros, estimulo el análisis crítico

de preconceptos que obstruyan cualquier

espacio de libertad en el ejercicio de la

pintura. En ambos casos, toda la energía

se concentra en explorar las posibilidades

de la pintura sin perder de vista la corres-

pondencia que debe establecerse entre las

ideas, el proyecto, los recursos, los medios

y la técnica”. En la otra casa de esa misma

esquina, pero por calle San Lorenzo al 600,

está Rodolfo Perassi, quien desde hace 17

años, a modo de experimentado anfitrión,

desarrolla sus talleres con alumnos, en

encuentros colectivos, ofreciendo sus ideas

y conocimientos “a través del lenguaje plás-

tico, pasando por el dibujo, la composición y

las diversas problemáticas visuales para de-

sembocar en el mundo del color, avanzando

hacia una rigurosa exploración cromática”,

según nos cuenta el propio artista, discípulo

de Juan Grela, mientras todo sucede sobre

una mesa de trabajo blanca y enorme, entre

café y gratas conversaciones. Otro discípulo

de Grela, Julián Usandizaga, desde su casa-

taller ubicada en calle Ayacucho al 2100,

Page 42: Anuario 2010

�0

DossIEr ClÍNICas, rEsIDENCIas y tallErEs

también comparte toda su experiencia del

universo del dibujo con alumnos en clases

semanales.

En relación al mundo de la fotografía y

la imagen, la Escuela Musto es un espa-

cio inclusivo y diverso por la cantidad de

variantes que ofrece al alumnado a lo largo

del año. El Taller de Fotografía tiene como

objetivos fundamentales introducir a los

alumnos en el lenguaje fotográfico, proveer

de elementos técnicos para el desarrollo de

la propia expresión, valorizar la mirada como

elemento del proceso creativo y estimular la

producción de cada uno de los integrantes

del grupo. El curso básico tiene una duración

de 2 años y el dictado es semanal, con una

clase de 3 horas. La Escuela cuenta con un

laboratorio blanco y negro, que está a dispo-

sición de los estudiantes del taller. Además,

la Musto ofrece talleres específicos anuales

o cuatrimestrales, que abordan distintas

temáticas. Así, en los últimos años, se han

desarrollado talleres de retrato y autorretra-

to, fotonovela, ensayo fotográfico, álbum de

familia, estenopeica, color, experiencias de

laboratorio y el portfolio del fotógrafo.

En el ámbito privado, los estudios de fo-

tografía destacados, que incluyen talleres

para quien tenga curiosidad por la imagen y

sus distintas variantes y conceptos, son el

de Norberto Puzzolo y el de la dupla Andrea

Ostera y Laura Glusman. El primero ofrece

un espacio abierto para jóvenes fotógrafos

y artistas plásticos con modalidad de clínica

y análisis de obra, en encuentros individua-

les o grupos reducidos. Es un gran espacio

de trabajo ubicado en calle Italia al 2700,

lindante con la vía del ferrocarril, donde

Puzzolo trabaja desde hace años en su obra

y ofreciendo ahora toda su experiencia y

trayectoria a los nuevos artistas que quieran

acercarse. El Taller Ostera-Glusman es un

ámbito de producción y reflexión en torno

al universo fotográfico, un lugar de encuen-

tro de amateurs y profesionales, un espa-

cio para la circulación de información. El

trabajo en los talleres se complementa con

eventuales presentaciones de pensadores

y artistas invitados que brindan la oportuni-

dad de intercambio y debate sobre teorías y

prácticas fotográficas. Tienen tres modalida-

des de encuentros según las incumbencias

de cada alumno: los Cursos de Iniciación,

diseñados para estudiantes sin experiencia

previa en fotografía, o aquellos que sientan

la necesidad de afianzar u ordenar conoci-

mientos básicos para el hacer fotográfico, el

Taller de Experiencias Fotográficas, dirigido

a todos aquellos que teóricamente ya han

aprendido a usar la cámara fotográfica, pero

carecen de la práctica que permite mane-

jarla con fluidez, y, por último, el Taller de

Proyectos Fotográficos –espacio de produc-

ción, discusión y crítica de la imagen fotográ-

fica, destinado a estudiantes avanzados que

trabajan en un proyecto específico, definido

por cada uno de ellos de acuerdo con sus

propios intereses. Las reuniones ofrecen

la oportunidad de presentar el trabajo en

proceso y discutir aspectos teóricos, con-

ceptuales, estéticos y técnicos necesarios

para que el proyecto llegue a buen término.

Según nos cuentan Ostera y Glusman: “bus-

camos el desarrollo de una actitud crítica

de los participantes, tanto hacia el propio

trabajo como hacia el de los compañeros y

la conformación de un ámbito de debate y

reflexión sobre cada uno de los proyectos

presentados, así como sobre la fotografía en

general”. §

FOTO Área Cultural,

Colonia Psiquiátrica Olivero

Page 43: Anuario 2010

��

árEa Cultural, ColoNIa

psIquIátrICa Dr. a. I. frEyrE DE

olIvEros

El Área Cultural “Macedonio Fernández”

de la Colonia Psiquiátrica de Oliveros es

un espacio que ofrece diferentes talle-

res tanto a los internos como a aquellos

usuarios que pasaron por la institución

pero que en la actualidad se hallan exter-

nados. Allí funcionan talleres de Plástica,

Escritura, Teatro, Lectura, Educación Física,

Cocina, Manualidades, Radio, Carpintería,

Computación. Asimismo cuenta con una

Sede Social donde se organizan espacios re-

creativos de juegos, proyección de películas,

mateadas y fiestas de diversa índole.

Uno de los objetivos de este dispositivo es

instaurarse como un elemento de sustitución

de la lógica manicomial, ya que posibilita a

los usuarios manifestarse desde el “hacer”,

desde la producción en relación a diversos

lenguajes.

Asimismo, se generan actividades con el

fin de dar visibilidad y la integración de las

producciones de los usuarios al circuito del

mercado cultural. Este es el sentido de la

Presentación de Talleres que desde hace

varios años se vienen realizando en el mes

de diciembre en El Levante. En 2010 se pro-

gramó la exposición de trabajos finales en el

Espacio La Toma, en calle Tucumán al 1300

de nuestra ciudad. §

Page 44: Anuario 2010

��

ABRIL

Page 45: Anuario 2010

��

Page 46: Anuario 2010

��

Durante el mes de abril se desarrollaron

diversas muestras, actividades relacionadas

con el arte, y hubo novedades en la escena

artística de la ciudad con importantes reper-

cusiones. Elegí de entre todas ellas comen-

tar, en especial, la muestra de Luis Felipe

Noé que formó parte de su participación en

la Bienal de Venecia 2009, y la muestra de

Jardín Oculto en Ivan Rosado con la cual la

galería local reabrió su espacio en el cen-

tro de la ciudad. Entre las novedades para

destacar, quiero mencionar la elección de

Marcela Römer como la nueva directora del

Museo Castagnino+macro. Römer, quien

fue elegida por un concurso de anteceden-

tes y oposición, en el que obtuvo 99 puntos,

se convirtió, a sus 44 años, en la primera

mujer en dirigir el Museo en los 90 años de

trayectoria de esa institución. Egresada de

la Facultad de Bellas Artes de la Universidad

Nacional de Rosario, la nueva directora cuen-

ta con una amplia experiencia en el ámbito

tanto curatorial como de asesoramiento en

el mercado del arte. Al asumir su función ya

comenzado el año, no se hicieron anuncios

en cuanto a la agenda de los museos. En

cambio, se propusieron tanto para el edificio

del macro, como para el histórico edificio del

Castagnino, ampliaciones que, por un lado,

artE EN rosarIo

Irene Ocampo

plantean desafíos edilicios y arquitectónicos,

y por otro lado, son muy necesarios para

aliviar y brindar mejores condiciones de man-

tenimiento a las colecciones, en aumento,

de cada museo. Además, Römer planteó la

necesidad de contar a nivel provincial con

una legislación similar a la ley de mecenazgo

de la Ciudad de Buenos Aires. En este sen-

tido, se comprometió a aportar a la adapta-

ción de aquella ley al ámbito local e impulsar

su promulgación.

Red, la obra con la que Luis Felipe Noé

participó en la Bienal de Venecia 2009 como

invitado oficial, se pudo visitar desde el 16

de abril en el Museo Castagnino. Una mo-

numental instalación de pared de dos obras,

con 16 piezas en total. El artista de 77 años,

quien estuvo presente en la inauguración,

contó su alegría por haber podido partici-

par de la Bienal luego de haber cumplido

cincuenta años desde su primera exposición.

Invitado por Fabián Lebenglik, el curador

designado por la Cancillería Argentina para

la Bienal, Noé pudo participar enviando una

obra actual, que en ese momento estaba

aún en proyecto. La obra, que se expuso

en la librería Mondadori de Venecia, tiene

medidas impresionantes: una pieza de 11

abrIl

Page 47: Anuario 2010

��

m de largo y el conjunto de piezas enfrente

que abarca unos 15 m de longitud. La obra,

según Yuyo Noé, parte de un interés por

superar la figuración y además por expresar

una mirada del mundo contemporáneo,

como lo expresó Beatriz Vignoli en su nota

en Rosario/12. Comentando sobre el título de

la obra, Noé expresó, en su charla durante la

inauguración, que la llamó Red porque cree

que “en el concepto de red está un poco por

dónde se puede pescar algo de una imago

mundi contemporánea”.

Entusiasmado con la propuesta de

Lebenglik, el artista compuso por un lado

una caótica imagen que dialoga o se enfren-

ta a una gran cantidad de pequeños mun-

dos. Conceptualmente revisitó lo que Karl

Schewedhelm publicó en su libro Muchas

imágenes, ninguna imagen.

Nos estamos entendiendo, de 3 m de alto

por 11 m de ancho, funciona como un gran

ensamblaje de imágenes, texturas, colores

y formas. El título no deja de contener una

evidente ironía. Los distintos espacios figu-

rativos se unen visiblemente, dando la idea

de que estamos frente a la gigantografía de

un detallado acercamiento a un patchwork.

Enfrente, La estática velocidad, las distancias

separan otros pequeños mundos, con sus

diferentes colores, formas y superficies. ¿Es

la expansión caótica de aquel que mantenía

sus diferencias agrupadas, pero en evidente

tensión?

La pintura, el dibujo y el marouflage (papel

pegado sobre tela) son las distintas técnicas

que conviven en esta obra que ocupó la

sala central del Museo. Las medidas fueron

adoptadas por el artista y el equipo que lo

acompañó en la preparación del conjunto

artístico, en consonancia con el espacio que

se le otorgó en la muestra europea. El Spazio

Betti, ubicado estratégicamente muy cerca

de la Piazza San Marco, albergó la muestra

de Noé durante su exhibición en la Bienal. La

posibilidad de apreciar la obra en su conjun-

to desde una distancia media, es otro factor

que el artista tuvo en cuenta a la hora de

componer los diferentes fragmentos.

Si bien el impacto visual que tenemos al

acercarnos paulatinamente es el de un total

abstracto, la observación que podemos

hacer detenidamente frente a cada parte del

conjunto, nos permite encontrar la línea, el

dibujo de formas, los colores y sus texturas.

Zonas grises, o en blanco y negro, conviven

con un rojo primario. Las líneas que remi-

ten al dibujo de una columna vertebral, se

arquean cerca de lo que parece ser una boca

abierta de la que sólo se pueden ver los

dientes superiores. Entonces la abstracción

rompe para crear una imagen sonora, un

grito silencioso, seguramente el de un ser

oprimido, un congénere, un manifestante, un

ser cuyo dolor y tragedia se expresa en un

grito agónico y visceral.

También es posible sentir que Noé revisitó u

homenajeó a quienes le dieron una pista por

la cual arrivar hasta lo que llegó a ser su obra

actual. Siempre con una marcada familiari-

dad por las líneas vanguardistas.

El Guernica de Picasso parece ser una de

las líneas que se cruza, o surge por debajo,

como cuando despegamos un papel afiche

de una cartelera en la vía pública y quedan

al descubierto las imágenes de lo que había

estado colgado anteriormente. Esto también

expresa una visión de la destrucción y la

guerra, en un mundo tan diferente al de la

España de la Guerra Civil, pero que sufre tal

vez de igual modo, o incluso con mayor cru-

deza. El mundo Post 11-S, en el que vivimos

luego de la caída de las Torres Gemelas en

Page 48: Anuario 2010

��

FOTO LUCÍA BARTOLINI

Red, Luis Felipe Noé

Museo Castagnino+macro

Page 49: Anuario 2010

��

Page 50: Anuario 2010

��

Nueva York en 2001, es también un mundo

que vio su propia destrucción, para quien lo

pudo vivir en ese momento, en vivo y en di-

recto en la pantalla de televisión de su casa,

cuando se vio cómo caía la segunda torre.

De haber experimentado esa visión habla

también la obra de Noé. La simultaneidad

de la destrucción. El polvo visto desde lejos

estaba formado en realidad por incontables

fragmentos de objetos valiosos, de papeles

insustanciales, de vidas que explotaron y se

esparcieron por el aire, literalmente, volaron

en mil pedazos.

A partir de ese caos, es posible crear nue-

vamente, parece que dijera Noé. No será

aquel mundo que una vez vimos, sentimos,

pintamos, escribimos. Tendrá que ser uno

nuevo, pero que contendrá también a aquel

que fue antes. “No hay distancia / la distan-

cia es fuego / No hay distancia / la distancia

es humo y cenizas / la distancia es espejo /

es la tierra que pisas / la distancia es mi ros-

tro en el espejo / tus pasos sobre tus pasos

/ sus cenizas sobre tus cenizas”, dice, en

su libro Las linternas flotantes (Bajo la luna,

2009), la poeta argentina residente en Nueva

York, Mercedes Roffé.

“Cada época. Cada / civilización / retratada

en su propio engranaje / de humillaciones y

olvido. De sí. / Robar el fuego no es robar ni

es fuego. / Recordar es remontarse, preser-

var para sí el acceso / al resplandor custo-

diado por / –no sus guardianes, sino sus

enemigos. / Vertedero de sombra y sangre. /

Cuanto mayor pobreza, más olvido. / Cuanta

más prepotencia, menos luz.”, escribe Roffé

en otro momento de su libro.

Apelaremos entonces a recordar, recortar,

remendar, reapropiarnos y revolucionar-

nos. Esa vorágine que puede significar una

expulsión, el ojo de un remolino, también

puede ser el centro de un punto que atrae

hacia sí a los objetos, fragmentos, colores y

texturas que flotan a su alrededor. El antes

y el después, qué fue primero si la forma o

su idea, también son ideas que se tensionan

en la obra de Noé. Nuevamente revisitando

lo que en la década del 70 del siglo pasado

planteó con el grupo Nueva Figuración, junto

a Ernesto Deira, Rómulo Macció y Jorge de

la Vega. Conciente de que aquellos plan-

teos pueden hoy tornarse vigentes una vez

más, el artista propone, a modo de ensayo,

la manifestación de una idea que se está

gestando. No es un punto de partida ni de

llegada. Es un devenir conceptual que toma

forma y color, ahora en la obra Red, y que

podrá tomar otras en otras obras.

“En sí y fuera de sí / –todo es uno– / sola

morada de pura geometría // y luz rigiendo /

mansa, inexorablemente, generosa- / mente

bañando / todo de sí. // Luz estético-ética. /

Olvidada de sí –entregada. / Fórmula-Madre.

// Y aún hay Algo. Algo, fuera / que no se

piensa. // otro tono. Otra / modulación de

la luz. // Allá en origen”. Otra vez apelo a la

poesía de Mercedes Roffé para acompañar

esta mirada personal sobre la obra del artista

Luis Felipe Noé.

En el Espacio Ivan Rosado, que se mudó

desde la zona oeste de la ciudad hacia el

centro, a Salta 1859, Planta alta, se pudo

visitar una muestra en colaboración con

la Galería Jardín Oculto de Buenos Aires.

Los galeristas y artistas porteños realizaron

una selección de artistas de su staff, de la

que se pudieron apreciar obras de Andrés

FOTO LUCÍA BARTOLINI

Gastón Pérsico en “La crisis como prospecto”

Museo Castagnino+macro

Page 51: Anuario 2010

��

Aizicovich, Cotelito, Lino Divas, Federico

Lanzi, Rosalba Mirabella, San Poggio y

Federico Villarino.

Además de espacio de arte, la nueva sede

cuenta con un almacén de discos, libros y

fanzines. Libros de arte y poesía de difícil

distribución, catálogos de editoriales como

Vox de Bahía Blanca, Esperando a Godot y

Clase Turista.

En cuanto a las ediciones propias del

espacio, se pueden conseguir catálogos y

ediciones, también en formato virtual. De la

mencionada tesis de Carla Colombo sobre

Juan Pablo Renzi puede leerse un fragmento

ingresando al sitio virtual del espacio. Allí

también se incluyen “Nadie sabe a dónde va

la noche”, sobre la muestra de despedida de

la sede anterior de Ivan Rosado, “Diálogo

de artistas Schiavoni-Musto-Schiavoni”, de

Sabino Florio, “La noche no ha llegado aún.

Acercamientos a la obra de Santiago Minturn

Zerva”, en la que escriben sus impresiones

sobre el artista rosarino Daniel García y

Emilio Ghilioni, y Mónica Castagnotto realiza

la cronología. Y los catálogos de muestras

de Carla Colombo, Constanza Alberione,

Hernán Camoletto, entre otros. §

Page 52: Anuario 2010

�0

MAYO

Page 53: Anuario 2010

��

Page 54: Anuario 2010

��

Uno. ¿Qué forma estética tuvo el

Bicentenario en Rosario?

Me parece ridículo pensar la doble centu-

ria patria solamente en términos políticos.

Como si la estética no cumpliera un rol

central en cualquier cultura.

¿Por qué el poder y su ejercicio, debería ser

más importante que el elaborado y personal

uso de nuestros sentidos?

Para empezar, los hechos nodales del 25

de mayo de 1810 ocurrieron en un cabildo.

Como si su arquitectura no nos dijera nada.

Si la Bastilla fue ante todo un símbolo, un

cabildo no tendría que ser menos.

Demos una vuelta por la arquitectura estéti-

ca del Bicentenario.

Dos. En el centenario el cabildo perdió

algunos de sus arcos. El festejo del paso

de las décadas exhibió, entre otros saldos,

esta amputación. No es una metáfora: es

parte de nuestra tradición amputar partes de

nuestro pasado. No me simpatiza demasiado

este lifting extremo.

¿Qué nos hace estar seguros que no nos ha-

bituamos a amputar también sendas zonas

de nuestro presente?

Tres. Sigo creyendo que el cabildo, en tanto

paradigma, tiene mucho del galáctico y a la

vez prehistórico monolito de 2001, la odisea

vI al bICENtENarIoDEsDE uN ovNI

Rafael Cippolini

del espacio. Hermético en su interior, y los

monos rodeándolo ansiosos. El cabildo fue

el primer ready-made del Río de la Plata: un

objeto contundente al que le inventaron otro

uso.

Cuatro. Soñé algunas veces con la imagen

de un cabildo-motorhome. Sí, sí: un cabildo

con ruedas. A veces carromato de circo,

otras dirigible (soy un hombre fantasioso).

Viajé a Rosario desde Buenos Aires a fines

de mayo de 2010 con el extraño anhelo de

encontrarme con un cabildo rodante

rosarino.

Recién ahora me doy cuenta de lo elemen-

tal: si es rodante, puede estar en cualquier

parte del mundo. Aún siendo rosarino.

Cinco. Fui parte (existen pruebas irrefutables

de lo que afirmo) de esa abducción. Primer

hallazgo: el Cabildo Abierto del Arte de la

Sexta Semana del Arte de Rosario (qué bue-

no que la palabra arte aparezca dos veces)

funcionó como un sismógrafo. Un medidor

de los movimientos del arte en el presente.

Me encantó eso: el cabildo en Rosario era

todo lo contrario a un monumento histórico.

Se trataba más bien de un reality: ninguna

otra cosa que el más rabioso de los presen-

tes circulando por sus naves. Sin cercena-

mientos. Seguramente este cabildo (del arte)

Morfologías cenitales de la patria. Nonálogo y addenda

mayo

Page 55: Anuario 2010

��

FOTO LUCÍA BARTOLINI

Acto inaugural Cabildo Abierto del Arte

Centro Cultural Lavardén

Page 56: Anuario 2010

��

fue sólo uno de los vértices de la morfología

bicentenárica rosarina. Peculiar sensación

nunca contradictoria: me colmó y me quedé

con ganas de más. En ese momento, ese lu-

gar (el Centro Cultural Bernardino Rivadavia)

fue ante todo el epicentro de las estéticas

del Bicentenario.

Alguna vez escuché decir (a un porteño) que

“los rosarinos creen que Rosario es el centro

de Argentina. Y que Argentina es el centro

del planeta”.

Llegado el punto (este punto) creo que tene-

mos mucho que aprender de la psicología

de los imperios: para conquistar el centro de

algo, antes que nada debemos girar sobre

nosotros en 360 grados y tener una panorá-

mica acabada de nuestro horizonte. Siempre

que escucho la expresión “vértigo horizon-

tal”, me viene a la mente la figura múltiple

de una calesita, el “gusano” rotatorio de los

viejos parques de diversiones, un mandala y

un lavarropas. El horizonte es una kundalini

del que sólo vemos un fragmento.

Seis. Girar sobre nosotros mismos de mane-

ra tal que jamás podamos darle la espalda

al mundo sin autoexpulsarnos de nuestro

propio eje. Propio por electo.

¿Qué vi en Rosario a fines de mayo de 2010?

Gente que pensaba y se divertía.

Seguramente otros hayan disfrutado que-

jándose. No pertenezco a esa especie. Fue

Andrés Calamaro quien dijo: “No vale la pena

sufrir. Así como es mejor morir de pie que

vivir arrodillado. Aunque ahora que lo pienso

es de muy mal gusto si tenemos en cuenta a

los inválidos”.

Siete. En el Cabildo del Arte, abrí mi expo-

sición oral refiriéndome a Wojtyla, el primer

Papa en navegar por el ciberespacio. Nada

más y nada menos: el primer CiberPapa. El

dato resulta crucial. El Reino de Este Mundo

en Bits.

Ocho. No engaño a nadie: siempre quise ser

el Profesor Neurus. Tampoco es la primera

vez que lo confieso. Y digo esto porque

Rosario hace rato que es para mí algo así

como Trulalá al insigne científico: un maravi-

lloso campo de pruebas.

Asúmanlo, porteños: la vanguardia comien-

za a 4 horas en micro de Buenos Aires. Y

no sólo porque haga mención a la cuna del

inolvidable Roberto Vanguardia. Los rosari-

nos no sólo piensan mirando hacia delante,

sino hacia arriba. No nos olvidemos que “el

macro los ha visto”.

Nueve. Dime cual es tu desparpajo y te pro-

nosticaré sensibilidades inéditas. El mío es

asesinar al esteticismo y asumir sin atenuan-

tes y de una vez todas las formas que nos

rodean. Somos los responsables de nuestra

salud estética. Al fin de cuentas, todos vivi-

mos de la seducción de nuestras estéticas.

Addenda. No existe contradicción. Mi ovni

(u OBNI –Objeto Bicentenárico No Identifi-

cado–) es mi sueño. Mi desvelo. El cabildo-

motorhome.

No puedo despedirme sin citar, como lo hice

en otras oportunidades, a William Gibson:

“el futuro hace rato que está aquí, pero dis-

tribuido de otra forma”. §

Page 57: Anuario 2010

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FOTO LUCÍA BARTOLINI

Conferencia de Laura Malosetti Costa

Cabildo Abierto del Arte

Centro Cultural Bernardino Rivadavia

Page 58: Anuario 2010

��

“Acciones rosarinas”. Acciones en Rosario,

urbe efervescente, ducha tanto en jornadas

furiosas como en encuentros, creaciones,

plácidos equilibrios costeros. En el título de

la muestra que el fotógrafo RES realizó en

el CCPE/AECID a mediados de 2010, hay

una locación y una voluntad: el anuncio de

que se verán obras en diálogo con la ciudad

pero, también, la advertencia de que, más

que lo expuesto, lo que importa es lo hecho.

Quizás, incluso, lo por hacer.

“Es imposible escaparse de uno mismo

–sentencia el artista, a poco de inaugurarse

la exposición–. En todos mis trabajos hay

algo en común: mi interés por la acción

vinculada al hecho de la fotografía y no la

fotografía en sí”. Cazador de indicios, RES

tiene plena conciencia del estatus testimo-

nial de la fotografía. Pero, sus imágenes –en

las antípodas de la saturación visual a la que

estamos tan acostumbrados– no dan cuenta

de hechos concluidos, sino que registran

una zona de vértigo: la del intersticio irre-

cuperable de lo que aconteció entre toma y

toma.

Insiste, el autor: “Para mí la experiencia, en

determinada instancia, es inaprensible. Por

eso tomo un antes y un después. El sentido

de esta narración se da desde afuera. Un

muEstra DE rEsEN El CCpE/aECID

Diana Fernádez Irusta

relato que encierra a la imagen. Un rastro”.

Primeros rastros con los que confrontamos

al llegar a la exposición: rostros, magníficos

retratos de habitantes del asentamiento

Nuevo Alberdi que participaron en una de las

iniciativas emprendidas por el fotógrafo. En

el centro de la sala, una casilla, cedida por

su dueño (que se mudó a una vivienda de

material) y transportada desde Nuevo Alberdi

hasta el CCPE. Algunos meses atrás, sobre

esta y otras casillas del barrio, RES proyec-

tó pinturas geométricas (obras de Richard

Lohse y Carmen Herrera), para luego invitar a

sus habitantes a pintar esas composiciones

abstractas sobre la chapa de sus viviendas.

Se exhiben las imágenes de la obra termi-

nada, el antes y el después. En algún punto

intermedio, sabemos, estuvo la experiencia:

encuentros, discusiones, intercambios,

asados de rigor. Hubo una acción: una zona

de lo real se modificó. A quienes no partici-

pamos de ella nos quedan sus huellas.

La segunda acción tuvo lugar en la escali-

nata del Monumento a la Bandera, donde

una “pequeña multitud” vestida de negro

dio forma –a instancias del fotógrafo– a la

conocida efigie de Belgrano (la misma de los

billetes de curso legal) y al rostro de Roberto

Santucho tal como aparece impreso en

mayo FOTO WILLY DONZELLI

Acciones rosarinas, RES

CCPE/AECID

Page 59: Anuario 2010

��

anónimos esténciles. El juego polisémico se

dispara: la iconicidad del panteón y la de la

intervención callejera; la discursividad oficial

y los personajes apropiados o denostados

por ella; la distancia, contraste o encuentro

entre las acciones de un hombre y la red de

sentidos que, luego, dará (o no) cuenta de

ellas.

Finalmente, la acción realizada junto a los

trabajadores de Malhe, una fábrica recupera-

da. A partir de una foto de obreros rosarinos

retratados en 1900 por Santiago y Vivente

Pusso, RES organizó una sesión fotográfica

con los obreros actuales, quienes posaron

adoptando las mismas actitudes y compo-

sición grupal que los de un siglo atrás. En el

contraste entre ambas fotografías surgen las

diferencias: en la foto actual no hay niños, sí

hay mujeres y, en el lugar de los patrones de

antaño, aparecen dos músicos de poliureta-

no expandido realizados por León Ferrari y

transportados especialmente desde Buenos

Aires para la ocasión.

Las obras surgidas de las acciones se acom-

pañan de una retrospectiva que permite

contextualizar los trabajos rosarinos en el

recorrido expresivo trazado por el autor.

El bombón asesino sacude de cumbia los

parlantes y las instalaciones del CCPE/AECID

mientras recorremos la muestra, y eso está

muy bien. Porque hay contradicción, dolor y

registro del esforzado discurrir de la historia

en la obra de RES. Pero también (y en espe-

cial en estos últimos trabajos), una optimista

defensa del poder liberador de la experiencia

humana. §

Page 60: Anuario 2010

��

JUNIO

Page 61: Anuario 2010

��

Page 62: Anuario 2010

�0

Con motivo de la celebración del

Bicentenario, durante los meses de mayo

y septiembre se llevó a cabo en el Museo

Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino

y en el Museo Histórico Provincial Dr. Julio

Marc la exposición “Entre Centenarios: el

arte ‘nacional’ en la configuración del campo

artístico rosarino 1910-1925”. Como indica

su título, la exhibición no se centró en los

tiempos próximos a la Revolución de Mayo

–cuando Rosario no era más que una aldea

que no alcanzaba los mil habitantes–, sino

cien años después, en un período clave para

la historia de la ciudad. Para ese momento

Rosario ya se había configurado como una

pujante urbe cuya población y edificación

crecían a un ritmo febril. Fue en ese contexto

que los burgueses y artistas locales sintieron

que era hora de propiciar el surgimiento de

instituciones artísticas. La “ciudad fenicia”

debía tener un desarrollo artístico que per-

mitiera a sus habitantes “elevarse” por sobre

las cuestiones meramente materiales.

Nuestro propósito es hacer eje en algunos

de los núcleos propuestos por la exposición,

ideada por Pablo Montini y curada por él

junto a María de la Paz López Carvajal, para

iluminar problemas centrales e intensamente

debatidos por la historia del arte local. Los

NaCIoNalIsmo, moDErNIDaD y trayECtorIas CoNfluyENtEs: rosarIo 1910-1925

María Isabel Baldasarre

objetos elegidos y el guión planteado por

“Entre Centenarios” no sólo ponen sobre

el tapete cuestiones como nacionalismo,

modernidad, tradición y profesionalización

artística, sino que, en sus inscripciones

particulares, enriquecen y complejizan estas

categorías. Por otra parte, nos atrevemos

a hacer jugar algunas hipótesis personales

respecto de las carreras de artistas y actores

del campo artístico, atendiendo a los modos

en que se observaron y representaron unos a

otros durante este período. Pensar entonces

a la exposición como instancia productiva

capaz de seguir generando sentido aunque

sus obras no estén ya en diálogo efectivo

desde los recintos de ambos museos.

Desde su división en dos sedes físicas, la

exposición nos habla del entrecruzamiento

de saberes y proyectos que signaron la

conformación de un espacio para las artes

plásticas en Rosario. Entre los artistas, arqui-

tectos, historiadores y burgueses filántro-

pos, las artes se fueron institucionalizando

al integrarse en proyectos de museo, de

salón, de coleccionismo, de revista cultural.

Situándose en medio del fervor nacionalista

que recorrió la Argentina en los años del

Centenario, la exhibición plantea dos pregun-

tas clave: ¿de qué manera participaron las

juNIo

Page 63: Anuario 2010

��

artes en Rosario de este proyecto nacional?

y, en un marco más amplio, ¿tuvo el caso lo-

cal características propias que la distinguie-

ron de los procesos que se estaban dando

contemporáneamente en otras escenas

regionales?

Explícitamente orientada en torno a la cues-

tión de “lo nacional”, la exposición buscó

desentrañar de qué modo esta idea influyó

sobre la producción de los artistas y favore-

ció que determinadas obras fuesen admiti-

das o premiadas en el salón, reseñadas por

la crítica y eventualmente adquiridas. Sin em-

bargo, otra pregunta que podría enunciarse y

que atraviesa también el recorrido propues-

to, tiene que ver con las configuraciones que

el proyecto moderno adquirió en Rosario

en los inicios del novecientos. Si las ideas

de institucionalización de la esfera artística

parecen ir de la mano del nacionalismo cul-

tural, resulta interesante entonces plantear

díadas menos inmediatas pero igualmente

operativas, específicamente ¿cómo se han

vinculado en este proceso de instituciona-

lización los conceptos de modernización y

nacionalismo? ¿Necesariamente una pro-

ducción que se centra en la representación

del paisaje local o que se propone bucear

en motivos criollos o indígenas, debe ser

entendida como un elemento “residual” en la

dinámica cultural? Obras como la sensual y

mórbida escultura de Erminio Blotta, el mural

de Alfredo Guido en la casa de Teodoro

Fracassi, con su libre manejo del espacio y

del color, o La Canción de Gramajo Gutiérrez,

de una estilización y simplificación exquisi-

tas, permiten no adscribir tan literalmente a

la oposición entre nacionalistas y modernos

y contribuyen a instalar matices en concep-

tos como “arte nuevo”, “renovación formal”

o “asincronía”. De este modo, la exposición

participa del proceso de reescritura y revi-

sión que la historia del arte viene llevando

adelante en la Argentina durante los últimos

veinte años.

Una de las características distintivas del

proceso de institucionalización de las artes

rosarinas fue la decidida intervención de

la burguesía local en la organización de un

salón anual, la creación de una comisión

municipal de bellas artes y la fundación

de un museo para la ciudad. Si bien este

asociacionismo cultural puede haber nacido

en un afán de rebatir el mote de “ciudad

fenicia”, lo cierto es que el impulso que los

miembros de El Círculo le dieron a estas

instituciones constituyó un caso modélico

y poco frecuente en la Argentina de aquel

momento. Podemos señalar como ejemplo

paralelo a la comisión –formada por artistas

y vecinos notables– que en 1922 organizó en

La Plata el Museo Provincial de Bellas Artes.

Sin embargo, a diferencia de lo que suce-

dió en Rosario, el patrimonio inaugural del

museo platense se alimentó, en su mayor

parte, no de compras contemporáneas,

sino de la colección de Juan Benito Sosa

donada al gobierno provincial en 1877. Una

iniciativa posterior, como la llevada adelante

por Amigos del Arte, entidad central para la

modernización y diversificación de la oferta

cultural porteña entre 1924 y 1942, también

contribuyó a la difusión y ensanchamiento

del patrimonio público, por ejemplo donando

catorce obras al Museo Nacional de Bellas

Artes hacia fines de la década de 1920.

Volviendo al caso rosarino, la figura de

Juan Bautista Castagnino fue sin duda un

ejemplo destacado entre estas voluntades

privadas con proyección pública. Culto y con

pretensiones de experto, Castagnino fue un

coleccionista moderno y con un plan pro-

Page 64: Anuario 2010

��

FOTO RAÚL D’AMELIO

“Entre Centenarios”

Museo Histórico Provincial Dr. Julio Marc

Page 65: Anuario 2010

��

Page 66: Anuario 2010

��

gramático. Desplegó su gusto por la pintura

antigua, pero a la vez entendió cabalmente

la necesidad de sostener el arte argentino,

adquiriendo, y luego donando al municipio

obras de Alfredo Guido, Ángel Vena, Italo

Botti y Fernando Fader. Esta es parte de la

historia que se exhibe en las paredes del

Museo que desde 1937 lleva su nombre. En

la exposición, las obras que pertenecieran a

su colección se mezclan con las adquiridas

por la Comisión Municipal de Bellas Artes,

las donadas por El Círculo o por otras ins-

tituciones rosarinas, dando cuenta de esta

falta de distinción entre el gusto que regía

las compras particulares y las públicas, y ha-

blando a la vez de la confluencia de ambos

proyectos.

Quizás por la infrecuencia de su exhibición,

las obras expuestas en el Museo Marc

han resultado –junto a la visita a la casa

de Teodoro Fracassi– un verdadero descu-

brimiento para quien escribe estas líneas.

Entrevistas a partir de reproducciones en

revistas como Augusta, Plus Ultra o la propia

publicación de El Círculo, las artes decora-

tivas realizadas por los hermanos Guido y

Luis Rovatti son muestras significativas de

la pretensión global que tuvo un proyecto

americanista que buscó abarcar todos los

ámbitos y usos de la vida cotidiana. En la

personalidad del psiquiatra Fracassi, en-

contraron los Guido y su círculo, un terreno

fértil para llevar a una vivienda real su ideario

estético. Tal como recuerda la nieta del

médico, bajo esos coloridos muros poblados

por desnudos sugerentes e indígenas del

Titicaca, transcurría la domesticidad de la

familia ampliada de este eminente rosarino.

Si bien los recursos plásticos utilizados en

esta residencia neocolonial la ubican en las

antípodas del lenguaje depurado y racional

de las vanguardias constructivas existe, en

la casona de Fracassi, algo de una voluntad

compartida por fusionar arte y vida que aquí

se hace presente, aunque por supuesto en

una clave única de raigambre americanista.

Por último, deseamos cerrar esta reseña,

evocando algunos de los retratos que for-

maron parte de la exposición y que habilitan

a reflexionar sobre la importancia de las

trayectorias personales que se dieron cita en

el caso rosarino. Así podemos platear uno de

los tantos diálogos posibles entre pinturas

como El libro de versos de Emilia Bertolé y

los retratos de Juan B. Castagnino y Ángel

Guido realizados ambos por el hermano de

este último.

Bertolé encarna el caso de la artista san-

tafesina que se profesionaliza gracias a la

pintura de retratos. La consolidación de su

carrera es paralela a la del Salón de Otoño,

del que participa primero con el envío de

sus obras y luego en su rol de jurado. En la

pintura en cuestión, una mujer posa en un

interior en el que se observan fragmentos

de un cortinado y un cuadro que testimonia

la ampliación del consumo de obras arte

–como parte de la decoración de las residen-

cias burguesas– durante la década de 1920.

Arqueando levemente el torso, Castagnino

se muestra aplomado en el retrato inconclu-

so que Alfredo Guido le realizó hacia 1925,

el año de su muerte. Se trata de uno de los

pocos casos contemporáneos en que un

coleccionista local se hizo retratar por un

pintor argentino. Con una estatuilla en una

mano y un objeto no distinguible en la obra,

el retratado parece haber sido captado en

FOTO LUCÍA BARTOLINI

“Entre Centenarios”

Museo Castagnino+macro

Page 67: Anuario 2010

��

el momento previo a mostrar a alguien sus

tesoros. Sin embargo, su mirada no se dirige

a ellos, sino al espectador, estableciendo

una suerte de complicidad, un nosotros, que

refiere de modo tácito a su pasión y, por qué

no, al sitio que ésta ocupa en la instituciona-

lización artística.

Por su parte, la mirada seductora y el modo

en que Ángel Guido sostiene un pañuelo so-

bre su pecho lo muestran como un joven re-

finado y bohemio. Esta percepción, acentua-

da por el paño azul que lo rodea, lo aleja de

los tópicos y la pose que podríamos esperar

de un activo ingeniero dedicado con énfasis

al diseño de viviendas y a la recuperación

de las tradiciones arquitectónicas vernácu-

las. Por el contrario, hay algo inquietante

en su mirada que nos recuerda los retratos

contemporáneos de aquellos artistas que

entonces se alineaban con las poses de la

bohemia como Walter de Navazio y Ramón

Silva.

Tanto en el retrato de Ángel como en el de

Castagnino, se establece un contacto visual

entre retratado y espectador. Ese gesto,

sumado a la serenidad de ambos rostros,

trasmite la compostura inconfundible de

alguien que se sabe miembro de una elite.

Aquella que precisamente asumió como pro-

pia la tarea de constituir al poderoso puerto

comercial también en un polo cultural.

El designio y las voluntades de esta gene-

ración fundadora parecen no haber sido

en vano. Más allá de cierta reticencia de

algunos sectores privados a apoyar empren-

dimientos culturales, Rosario es actualmente

uno de los centros más activos de actividad

artística de nuestro país, e iniciativas como

esta exhibición refuerzan este posiciona-

miento. §

Page 68: Anuario 2010

��

Estoy paseando cerca de mi casa en Sant

Pere de Ribes, me llaman para que escriba

sobre lo que siento sobre Rosario, mi amada

Rosario, no soy objetivo. No seré objetivo.

Pienso que lo mejor que me dio esta ciudad,

es que Ella y su gente siempre me ayudan

a repensar… a repensarme. Ahora en mi

cabeza se mezclan cosas en las que estoy

pensando… vamos a Rosario. Antes lanzo un

twit de ayuda… díganme cosas de Rosario.

la CoNsagraCIóN DE la prImavEra

El 29 de mayo de 1913 el público que asistía

a la función de gala del Theâtre des Champs

Élyseés de París se dividió entre dos grupos

de furiosos espectadores. Los primeros

consideraron el estreno de la coreografía

La consagración de la primavera como un

espectáculo denigrante, provocador, obs-

ceno, ridículo incluso. La segunda fracción

en cambio, reconoció tanto la importancia y

las innovaciones armónicas y rítmicas en la

música de Igor Stravinsky, como la potencia

coreográfica y la osadía de la propuesta de

Vaslav Nijinsky.

El impacto causado no surge en realidad por

la coreografía sincopática de Nijinsky o el

vestuario atrevido de Nicholas Roerich. No

fueron las poco convencionales armonías de

Stravinsky, ni la ruptura del compositor con

uN largo CamINo hasta rosarIo. o DEl thEâtrE DEs Champs ÉlysEÉs a la barCEloNa quE yo quIEro

Ángel Mestres

su pasado ruso apegándose mucho más a la

corriente modernista francesa entonces no-

vedosa. La afronta que el público interpreta

viene dada de cierto atrevimiento argumen-

tal: los Ballets Rússes de Diághilev represen-

tan en escena un rito primitivo que culmina

con un sacrificio humano. La ópera describe

el rapto y muerte pagana de una doncella al

inicio de la primavera, que debía bailar hasta

obtener benevolencia de los dioses. Cuando

Maria Piltz en el papel de la Electa cayó bajo

el puñal del Sabio, los espectadores no po-

dían creer lo que habían presenciado.

¿Qué es lo que sucede en esta escena que

provoca tal rechazo y hace que en el segun-

do acto se tenga incluso que contener al pú-

blico? La obra fue escrita y estrenada entre

enero y mayo de 1913. En ese principio de

siglo, desconocedor de las guerras que en

los años inmediatos desgastarán el optimis-

mo progresista que sostenía la evolución del

hombre hacia una vida mejor, el espectáculo

de un rito como la renovación de la natu-

raleza mediante un sacrificio humano fue

excesivo. Se trataba de la magia llevada a su

máxima consecuencia: en ese momento las

secretas simpatías de las leyes naturales con

los actos de los hombres no parecían dignas

de compresión.

DossIEr aCuErDos bIlatEralEs

Page 69: Anuario 2010

��

DE la ruptura vaNguarDIsta a

las INDustrIas CulturalEs

La anécdota descrita, a pesar de su potencia

y la disputa que pone en entredicho, parece

distar del cometido de este texto. ¿Cómo

nos llevan Stravinsky, Roerich, Diághilev y

Nijinsky hasta Rosario, Argentina? Con la

osadía de las inconexiones, el ejemplo ilustra

un punto de partida. Como se ve no siem-

pre es necesario perderse en las estepas

para darse cuenta que la cultura requiere un

precio, una tasa de entrada, se diría. A veces

a nuestras estrategias culturales les ocurre

lo mismo que a Stravinsky. Hay un coste

que debe ser cubierto antes de que el hecho

cultural consiga suceder por completo, antes

de que se le permita incluso, su triunfal

entrada. Sin apenas pasar del segundo acto,

surgen las consignas, los abucheos. Ante

este digamos precio impuesto, ante este

coste, cabe preguntarse: ¿la cultura que se

adquiere sentado en una butaca comiendo

palomitas es cultura? La cultura que se ad-

quiere contemplando las ruinas de Mykonos

con unos auriculares en los oídos barbotean-

do datos, ¿es eso cultura griega?

Cuando tratamos de definir la modernidad

cultural en el presente, el interrogante suele

saldarse aludiendo a las disputas del arte

moderno y las vanguardias. Con el rechazo

de las tradiciones y los cánones vigentes de

la época, se funda una cultura radicalmente

nueva. Quizá Stravinsky y el mismo Nijinsky

representen el principio de esa ruptura y por

ende el inicial rechazo de su obra sea hoy

considerado un hecho fundamental para su

éxito. Pero a la par de la ruptura vanguardista

aparece el gran paradigma de la Escuela

de Frankfurt, la llamada industria cultural. El

término implica el lanzamiento de obras re-

productibles destinadas al mercado de gran

consumo. La cultura actúa desde entonces

en dos hemisferios de apariencia contradic-

toria. Por un lado la búsqueda de la autentici-

dad discordante de la vanguardia, por el otro

la cultura industrial que ofrece productos

uniformes. La disputa no por repetida e ino-

cente deja de estar saldada. Se puede decir,

con razón, que la búsqueda de autenticidad

de la primera es ilusoria en la segunda, pero

gracias a la segunda, por primera vez en la

historia tenemos una cultura que no ha sido

producida por una élite. Este ligero detalle

funda las bases de lo que muchos años des-

pués Lipovetsky llama la cultura-mundo.

la Cultura-muNDo,

la CIuDaD-Cultura

“Una cultura globalizada que estructura de

modo radicalmente nuevo la relación de la

persona consigo misma y con el mundo”,

sentenciarían Lipovetsky y Serroy tratando

de definir el término cultura-mundo. Una

cultura que busca unificar más que reprimir

idiosincrasias; una cultura no antagónica

cuyo principal rasgo es la uniformidad. Una

cultura global, una cultura de no-lugar, adap-

tada para cualquier contexto. Se es parte de

una cultura global, se es parte del mundo

antes que de una ciudad, se es de todas

partes antes que de un territorio específico.

Las industrias culturales y el universo digital

se convierten en piezas esenciales del hecho

globalizado. Sería necesario reflexionar si

como resultado de lo anterior todos los pro-

ductos culturales que engullimos pertenecen

al ya refrendado género de la fastcultura (una

cultura de comunicaciones totales, inmedia-

tas y globales). Mientras nos inundan con

una cantidad infinita de fastlibros, fastmusica,

fastcine, fasteatro, fastmuseos, fastpintura. Se

pueden poner nombres y apellidos a cada

DossIEr aCuErDos bIlatEralEs

Page 70: Anuario 2010

��

una de las fastcosas culturales mencionadas.

Nombres reconocidos por todos desde cual-

quier ciudad del mundo.

En este universo de fastproductos, con

una cultura-mundo diluyendo los bordes y

fronteras, ¿cómo nos acercamos entonces

a Rosario? Tengo que acercarme a la ciudad,

me comprometí a hacerlo…. Sigo pensando.

La masificación cultural (productos pensados

y diseñados para ser consumidos en masa)

es una nueva forma de cultura. Ya no es la

cultura de masas, sino la cultura de las ma-

sas. La afirmación no es gratuita. Esa nueva

cultura también lo es de las nuevas ciuda-

des. Pensemos en el Museo Guggenheim.

Quizás el caso del MOMA sea más ilustrati-

vo. Pensemos en Barcelona. Ciudad-cultura

por excelencia, como lo es Dresde o Basilea.

Ciudades que ofrecen un catálogo de ofertas

interminable pero a la vez totalmente con-

sumible por cualquier persona en cualquier

contexto. El supermercado del ocio cultural.

Apoyado, o incluso, cimentado ya en el gran

elemento de la cultura-mundo: la cultura de

la pantalla. Heredera de los medios masivos,

del cine y de la televisión, pero ahora, más

que nunca, global, virtual e interactiva. La

posibilidad de tener el mundo al alcance

y la aún inocente capacidad para generar

información, contenido, opinión, ruido y

caos (cultura en una palabra) que todo el que

accede a la red tiene a su alcance.

quIÉN DECIDE quÉ Es Cultura?

En definitiva, ahora, el mundo es una aldea.

Global, pero una aldea. Unas 10.000 per-

sonas en todo el planeta repartidas entre

Nueva York, París, Londres, Roma y no pocas

en Berlín, tienen la capacidad de declarar

oficialmente qué es cultura y qué no lo es.

Otorgar certificados de genialidad, estrellas

Michelin, premios Pritzker y demás parafer-

nalia de Legiones de Honor. Un ejército de

personas tratando de involucrarse en esas

decisiones por un lado, por otro refrendando

las ideas sobre tendencias de consumo o

Page 71: Anuario 2010

��

nichos de mercado, es decir, participando de

la industria cultural y a la vez, pretendiendo

la individualidad singular de las vanguardias.

Como en toda historia hay un elemento

sorpresa. La sagrada alianza entre ciudades

y cultura es hoy más exigente que nunca.

La Historia está llena de ejemplos en los

que cualquier manifestación cultural lleva el

nombre de una ciudad. Hoy, en la época glo-

bal por excelencia, esta afirmación es más

afirmativa que nunca.

Somos el producto de muchas ciudades.

Aunque algunas nos ayudan más que otras a

ser lo que queremos ser… somos el produc-

to de lugares de encuentro, de puntos espar-

cidos en un mapa. Lo dicen los expertos de

la cultura: lo que conocemos es una cultura

de urbes, il Borgo, la urbs… una ciudad crea-

tiva. “La ubicación sigue siendo el eje central

de nuestra era”, sentenciaba Richard Florida

en 2002. En la actualidad “los factores eco-

nómicos principales (talento, innovación y

creatividad) no están distribuidos de manera

uniforme en la economía global, sino que se

concentran en lugares específicos”, agrega.

Aquí tal vez cabe preguntarse ¿contribuye

esta idea a la perspectiva de la cultura-mun-

do de Lipovetsky?, ¿es compatible? Ser

una ciudad creativa es, en mayor medida,

una estrategia en el terreno económico. Un

camino que han elegido muchas metrópolis

buscando garantizar su sostenibilidad. A fin

de cuentas, el precio a pagar que ya hemos

aludido antes, tiene, valga la vastedad, un

precio. Y entonces, creo, aquí llegamos a

Rosario. Aunque… ¿alguna vez la dejé du-

rante todo el paseo…? Podíamos hablar de

la cultura del esfuerzo tan presente todavía

en nuestra formación occidental, pero en

realidad lo que queremos hacer constar es el

esfuerzo de la cultura.

Entonces ¿qué es Rosario? Pues nada más ni

nada menos que una insurgente, una rebel-

de y una revolucionaria. Un lugar intermedio

podría decirse con entusiasmo. Una ciudad

cultura, una ciudad creativa, un territorio

enriquecido por su gente. Llegamos final-

mente a Rosario y tratamos de explicarnos

qué es Rosario. Rosario es, a mi entender, la

que ha decidido romper las barreras y atacar,

como hacían los bárbaros, las entrañas del

imperio. La que se levanta e incita la rechifla

del segundo acto pero, al mismo tiem-

po, fragua, monta, provoca y presenta un

intrépido muestrario de vanguardia. Rosario

es la Barcelona que yo quiero. Pertenecer al

mundo de “lo moderno”, la tan nombrada

vanguardia, si se quiere, demanda mucha

astucia y mucha capacidad de sorprender.

Una capacidad para estar en el límite. Tal vez

en el mundo y en el propio territorio. Para

mí Rosario es innovar, porque innovar no es

hacer lo mismo mejor, es hacer algo distin-

to con las mismas cosas de siempre. En

Rosario el horizonte es infinito. Las posibili-

dades creativas son el menú de cada día. Se

apuesta por el color y la frugalidad.

En Rosario, la cultura de la ciudad es la

ciudad de la cultura. Y es que jugar con las

palabras también es algo que se le da bien a

Rosario.

Paseando por Sant Pere de Ribes pienso en

los buques que corren rápidos por el río…

y no olvido que debo repensar lo que acabo

de escribir. Por cierto, sigo esperando que

alguien me twitee cosas de Rosario… esta

vez Twitter no funcionó, pero no se lo digan

a nadie no les creerán. §

FOTO LUCÍA BARTOLINI

Nueva pintura exterior

Museo Castagnino+macro

DossIEr aCuErDos bIlatEralEs

Page 72: Anuario 2010

�0

DossIEr aCuErDos bIlatEralEs

Topacio Fresh nunca supo cómo agarrar un

pincel. Tampoco disfrutó jamás tomando

fotos. La escritura le parecía un fastidio. Así

que, siendo artista, porque esto sí lo tenía

claro, decidió convertirse en performer. Y

en ésas andaba cuando, a mediados de

2003, apareció por Rosario la artista astu-

riana Carmen Cantón a los mandos de un

centro de arte portátil con forma de mueble.

Entre los creadores rosarinos convocados a

intervenir el curioso artefacto se encontra-

ba Topacio, que decidió, en el mejor estilo

Warhol, mandar a una doble a que hiciera

su perfomance. Ese gesto, subcontratar la

autenticidad, fue premonitorio. Cantón la

animó a cambiar el barrio Rucci –Gucci para

ella– por el de Salamanca, el más señorial de

Madrid. Una prueba más de que la coopera-

ción cultural rinde sus frutos al desarrollo.

A Topacio le agradan los misterios, los

secretos, las ambigüedades. No le gusta

decir cuántos años tiene. Prefiere que se

hable de una edad indeterminada. Tampoco

quiere que se sepa su nombre de nacimien-

to, el que sale en sus documentos y el que

hace que los policías del aeropuerto la miren

de arriba a abajo. Ni siquiera quiere que

se cuente que se cansó de cerrar sobres,

ordenar libros y conversar con viejas en la

galería Distrito 4, donde se suponía que iba

para aprender cómo funciona una galería

de arte. Nunca vio un artista en esa galería

así que decidió crear la suya. Con la ayuda

de Tolo Cañellas, presentó un proyecto a la

Comunidad de Madrid y consiguió un aval

de 45.000 euros que le permitió lanzar la

Fresh Gallery. Un año después, la presidenta

de la Comunidad y una de las líderes del PP,

Esperanza Aguirre, la nombró Emprendedora

del Año. Ya se sabe, queda mejor en la foto

una galería de arte que un supermercado

latino o una peluquería pakistaní.

Topacio Fresh es una persona curiosa. Le

gusta saber todos los detalles, implicarse

hasta el fondo con los artistas y sus obras.

Habla de ellos con cariño. Su sueño es

que los artistas emergentes con los que se

relaciona –casi todos menores de 30 años,

recién salidos de la escuela de arte– consi-

gan sus metas. Quiere crecer como galerista

y confía en el trabajo diario. No es fácil en

un entorno donde una familia de millonarios,

la de la mismísima presidenta, no es capaz

de gastarse 2.000 euros en un magnífico

retrato de su pariente: la señora Beatriz

Valdés Ozores, la Marquesa de la Casa

Valdés, Condesa de Bornos y descendien-

te de Cayetano Valdés, Brigadier del navío

DE Esto NIuNa palabra a NaDIE

Marc Caellas

Page 73: Anuario 2010

��

Neptuno en la batalla de Trafalgar. Tras dos

visitas infructuosas de los hijos de la ilustre

señora, la magnífica fotografía de Ricardo

Cases, uno de los jóvenes artistas de la

Fresh Gallery, espera aún su comprador. Pero

de esto ni una palabra a nadie.

Con apenas dos años de vida, la Fresh

Gallery ya es un referente en Madrid.

Superados los recelos de los vecinos –el

edificio en cuyo sótano están instalados

pertenece a la familia de un ex ministro–, la

galería supone un soplo de aire fresco en un

circuito artístico bastante conservador. En

plena crisis económica, la Fresh Gallery ha

conseguido mantenerse y cubrir gastos. Con

una estructura pequeña, apenas Topacio,

su marido y un becario a media jornada, la

galería de la calle Conde de Aranda pro-

grama una exposición mensual y es punto

de encuentro de la bohemia local. Para

2011, promete mostrar el trabajo de nuevos

artistas, entre ellos una colectiva de artis-

tas emergentes argentinos “Artistas fresh”,

recalca la Topy.

DossIEr aCuErDos bIlatEralEs

Gentileza Fresh Gallery

Page 74: Anuario 2010

��

JULIO

Page 75: Anuario 2010

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Page 76: Anuario 2010

��

Los treinta y un días que se sucedieron en la

ciudad, en julio de 2010, reunieron una serie

de manifestaciones artísticas ancladas en

la vigencia de las políticas y propuestas que

los museos, espacios y centros culturales

existentes promovieron desde el comienzo y

a lo largo de todo el año.

No obstante, el período subrayó especial-

mente la permanencia de los circuitos abier-

tos por los festejos patrios, que tuvieron su

inicio con la histórica celebración de los 200

años de la Revolución de Mayo y continua-

ron el 9 de julio. Así es como desde enton-

ces y durante todo el ciclo 2010, muchos de

los agentes del campo del arte decidieron

redefinir sus programas en torno a la conme-

moración del Bicentenario argentino.

En este contexto, Rosario cristalizó una

extensa oferta cultural. Puso de manifiesto

la convergencia de discursos signados por

una diversidad que esta vez iba a tener como

correlato la aprobación de la ley de matri-

monio gay el 15 de julio. Ese día el Senado

de la Nación convirtió en norma el plan de

modificar el Código Civil para habilitar el ma-

trimonio entre personas del mismo sexo, lo

que convirtió a la Argentina en el primer país

de América Latina en legalizarlo.

Con la proliferación de los debates sobre la

aCCIoNEs EN CoNtExto

Nancy Rojas

igualdad de derechos, el espectro socio-cul-

tural dio un vuelco productivo. Se recalcaron

ideas como la imposibilidad de la libertad de

expresión sin equidad, que se infiltraron en

la gestación de ciertos procesos madurados

en los últimos tiempos. Entre ellos: la visibili-

dad aumentada de los espacios emergentes,

el reinado prolongado de la gestión artística,

el crecimiento de los vínculos de coopera-

ción mutua entre proyectos alternativos y

oficiales, y la ampliación de perspectivas

contemporáneas con los nuevos lazos entre

las artes visuales, el diseño, el cine, la moda,

la literatura y la música.

los suCEsos DE julIo1

El itinerario artístico de orden institucional

comenzó con una individual del dibujante

argentino Liniers en el CCPE/AECID (desde el

1º de julio al 5 de agosto). La muestra, titula-

da “Liniers es Macanudismo”, fue curada por

Rafael Cippolini quien dispuso de una amplia

selección de piezas desplegadas a modo de

retrospectiva.

Paralelamente, el Museo Castagnino+macro

1 En este apartado y en el siguiente se hace mención sólo de algunas de las manifestaciones artísticas surgidas en julio, con la intención de registrar más que una cronología de sucesos un panorama generalizado con algunas particularidades propias de la situación cultural vigente.

FOTO WILLY DONZELLI

Macanudismo,

Liniers

CCPE/AECID

julIo

Page 77: Anuario 2010

��

Page 78: Anuario 2010

��

iniciaba su programa mensual con el IX

Salón Diario La Capital. La apertura del

mismo se hizo el 2 de julio, en el contexto de

una gran fiesta que contó con la presencia

del cantante Leo García.

Con la exposición y las acciones pensadas

en el marco del certamen, el Museo se pro-

puso ofrecer una panorámica de la produc-

ción basada en el diseño contemporáneo de

objetos. Consecuentemente, a las piezas del

concurso se sumaron obras de la colección

Castagnino+macro y las resultantes del

taller desarrollado por Satorilab (a cargo de

Alejandro Sarmiento y Luján Cambariere) en

el Centro Cultural El Obrador del barrio Toba.

Al mismo tiempo, el Museo Diario La Capital

brindó una semana de capacitación con la

idea de aportar conocimientos y experien-

cias sobre distintos aspectos del diseño,

considerando tanto la faceta de elaboración

como la de comercialización y colocación

en el mercado. Estos cursos y conferencias

fueron impartidos por profesionales del

área, como Laureano Mon, Dolores Navarro

Ocampo, Arturo Grimaldi, Patricia Jablonka y

Javier González King, entre otros.

Con estas actividades, la IX edición de este

salón tendía a convertirse en un referente

para el ámbito del diseño argentino. Pauta

sobre la que el Museo Castagnino+macro

venía trabajando con más empeño desde

que inauguró un nuevo núcleo dentro del

Programa de Incorporaciones en su colec-

ción, conforme con la ambición de cristalizar

la experiencia del diseño como otra veta de

lo contemporáneo.

El interés por el diseño es un rasgo latente

de muchas propuestas surgidas reciente-

mente. A nivel global y de manera progre-

siva, este campo de trabajo ha ganado un

papel central en la civilización capitalista

constituyéndose en uno de los ejes de la

cultura asociada a la industria y al consumo.

Cabe señalar que, con perspectivas relacio-

nadas, varias realizaciones independientes

revisan el concepto adorniano de industria

de la cultura instaurando sus propios regíme-

nes de creación y difusión y estableciendo

otro tipo de consumo.

Podríamos ubicar dentro de este parámetro

a Ivan Rosado y al espacio Cero, que han

ampliado el circuito iniciado hace varios años

por Cultura Pasajera.

A cargo de Ana Wandzik y Maximiliano

Masuelli, Ivan Rosado se ha consagrado

con búsquedas alineadas en torno a ejes

históricos y emergentes, plasmadas con un

modelo curatorial propio que incluye prác-

ticas editoriales alternativas. El 2 de julio,

este también denominado almacén de libros,

discos y fanzines lanzó una muestra con

las piezas del concurso Gráfica Vodkamiel

2010. Una iniciativa derivada del proyecto

Compartiendo Capital, concebido por Inés

Martino y Fabricio Caiazza como una plata-

forma destinada a fomentar el libre intercam-

bio de conocimientos y procesos.

Por su parte, Cero adoptó la noción de

colectivo transdisciplinario incorporando a

sus exposiciones y acontecimientos música,

indumentaria, diseño y literatura. Durante

este período, sus gestores promovieron nue-

vas colecciones y organizaron el encuentro

Tardes modoté, el 29 de julio. Una cita con

revistas, té, tortas y una proyección fílmica.

En otra dimensión se ubica Studio Brócoli,

que opera a partir de otra alianza: las artes

visuales, la performance y el cine. El mismo

FOTO LUCÍA BARTOLINI

Ekekos, Leo Chiachio y Daniel Giannone

IX Salón de Diseño Diario La Capital

Museo Castagnino+macro

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Page 80: Anuario 2010

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FOTO ARCHIVO BRÓCOLI

Román Vitali y Freddie Perdeedah;

Luis Berneri y Freddie Perdeedah;

Claudia del Río;

Gisela Bigliani y Virginia Negri.

Page 81: Anuario 2010

��

día de los festejos por la independencia

argentina esta firma estrenó virtualmente su

obra más reciente: Trailer para amantes de

Studio Brócoli. Dirigido por Mauro Guzmán,

este film reunió por primera vez en su elenco

a artistas como Claudia del Río, Román Vitali,

Virginia Negri y Luis Berneri, y a personajes

efímeros como Freddie Perdeedah.

Con gran ímpetu, en los últimos años ha

triunfado el dibujo. Desde 2008, tiene un

lugar en Oficina 26, que funciona en el taller

de Pauline Fondevila y Ariel Costa ubicado en

la planta alta de la galería Pasaje Pam. El 7

de julio aquí se concretó la primera expo-

sición en Argentina de la artista francesa

Fleur Noguera, titulada “Hypnose légere”. La

misma contó con una serie de dibujos exhi-

bidos en paralelo con la presentación de las

ediciones de la Fundación 30Km/s, hechas

en Barcelona entre 2003 y 2007.

El 15 de julio, en la planta baja del mismo

establecimiento los promotores de Cultura

Pasajera –Gabriela Gabelich, Lía Miceli y

Román Rivoire– continuaron con la progra-

mación habitual de inauguraciones simul-

táneas en cinco zonas determinadas por

situaciones estéticas diversas. El Cubo,

intervenido por Inés Martino; la Vitrina, por

Noelia Lieber; la marquería Ribuar, ocupa-

da por Gastón Herrera; la Vitrina Xs, con

un video de Leticia El Halli Obeid, y el área

del proyecto Monoambiente –de Georgina

Ieraci–, esta vez tuvo a Virginia Negri como

invitada.

Tal como lo expresa Cultura Pasajera, la

emergencia ha pasado a ser uno de los

estatutos de la gestión practicada en forma

independiente. Se ha convertido en un linea-

miento conceptual y generador de diversos

paradigmas experimentales. El colectivo

La Herrmana Favorita –conformado por

Ángeles Ascúa, Florencia Caterina y Matías

Pepe– ha prosperado con este soporte,

delineando sus acciones en torno al cruce

entre gestión, curaduría, producción visual e

intelectual. Esta intersección es ejercida con

una periodicidad programada en La Antesala

del Centro Cultural Lavardén, donde esta

agrupación plantea exhibiciones como la de

Bernardo Duville, inaugurada el 22 de julio

con texto de Ernesto Ballesteros.

Con otro tipo de régimen curatorial, la

Biblioteca Alfonsina Storni propone un ám-

bito para la joven generación. Allí, al finalizar

julio un grupo de dibujantes constituido por

Lisandro Arévalo, Juan Barbieratti, Matías

Chianea, Gastón Herrera, Romina Pedrazzoli

y Sebastián Schvarztman presentó “T.E.D.

(Táctica y Estrategia del Dibujo)”. Una mues-

tra donde los artistas trabajaron in situ para

plasmar a escala humana su concepción del

milenario arte del dibujo.

También el Museo Diario La Capital reserva

una plaza para la emergencia con la sala

Menos 30. Desde el 23 de julio, ésta albergó

una serie de dibujos, pinturas y objetos inter-

venidos de Carlos Mariano Aguirre.

El Centro de Expresiones Contemporáneas

también se ha alimentado de estos arque-

tipos expositivos ya que, por entonces,

formulaba un ciclo dedicado a fotógrafos

emergentes curado por Andrea Ostera. Cabe

señalar la participación de Ostera, coordina-

dora de un taller de esta especialidad con

Laura Glusman. El mismo se ha convertido

en una de las instancias de formación más

activas de la ciudad para aquellos creadores

que basan su labor en esta práctica.

Page 82: Anuario 2010

�0

FOTO MAXIMILIANO ROSSINI

Rollex, Federico Leites

Page 83: Anuario 2010

��

Page 84: Anuario 2010

��

Como correlato de este panorama apare-

cen los programas museales, que tienen

su anclaje principal en la memoria como

contenido.

Primeramente se destaca el Museo de la

Memoria, que en este tiempo, luego de años

de esperas y debates, preparaba desde el

23 de marzo su traslado definitivo al edificio

donde funcionó el Comando del II Cuerpo

del Ejército durante la última dictadura militar

(1976-1983).

Luego están aquellas instituciones que conti-

nuaban el curso de sus agendas comprome-

tidas con los festejos por el Bicentenario.

En este sentido, en el Museo de la Ciudad

seguía en vigencia la puesta documental

histórica “Ciudad de Rosario: Episodio I”.

Asimismo, en forma simultánea en la sede

Castagnino del Museo Castagnino+macro

y en el Museo Histórico Provincial Dr.

Julio Marc permanecía en cartelera “Entre

Centenarios: El arte ‘nacional’ en la configu-

ración del campo artístico rosarino 1910-

1925”. Emprendedores de un gran trabajo de

investigación, durante este mes los curado-

res María de la Paz López Carvajal y Pablo

Montini complementaron la escena visual de

este proyecto con conferencias a cargo de

las especialistas María Isabel Baldasarre y

Valeria Príncipe, y con una visita a la residen-

cia del Dr. Teodoro Fracassi, proyectada en

1925 por el arquitecto Ángel Guido.

Por su parte, el macro se integraba a esta

programación oficial con otra perspectiva,

coherente con su naturaleza. Afincado en el

terreno móvil del arte contemporáneo, en

este momento albergaba la colectiva itine-

rante “Variaciones tecnológicas”, llevada a

cabo por la Fundación Telefónica de Buenos

Aires. Con obras de Diego Alberti, Nicolás

Bacal, Fabián Nonino y Leo Núñez, esta

exhibición lideraba el escenario de aquellas

curadurías sujetas al vínculo entre arte, cien-

cia y tecnología.

En el mismo establecimiento tenía lugar,

desde el 8 de julio, parte del repertorio del

Festival de la Luz que había llegado a su edi-

ción número XVI. Bajo el lema “Identidades

en tránsito”, este evento expuso los relatos

fotográficos de Gustavo Groh y Andrea

Mendes.

Cultura NoCturNa

Hay entornos que permiten desglosar la idea

de una emergencia asumida y manifestada

en la eventualidad, en la transición absoluta.

La noche es uno de esos contextos, pues

muchas de las acciones que en ella trans-

curren certifican la existencia de una cultura

específica. Un paradigma subyacente que

reúne propuestas diferentes en el marco

de una concepción amplificada de la noche

como zona experimental.

El grupo Rollex, comandado por Federico

Leites (voz), e integrado también por Martín

González (bajo y batería) y Martín Laurencena

(guitarra), surgió en este medio. Desde

hace algunos años, esta banda de reversio-

nes, poesía y performance hace shows en

distintos espacios, ubicándose alternativa-

mente con una particular mezcla de géneros

y estilos artísticos. Esculturas, proyecciones

y vestuarios ornamentales forman parte de

estas puestas en escena, que en esta etapa

fueron montadas en tres ocasiones. El 3 de

julio en el Bar del Mar, donde el equipo plan-

teó la mixtura del espectáculo con un desfile

del diseñador Manuel Brandazza, y el 9 de

FOTO LUCÍA BENETTI

Ana Helder y Dj Pareja

Page 85: Anuario 2010

��

julio y el 20 de julio en McNamara.

Con una modalidad más efímera apare-

ció en esta época el colectivo Ejército de

Vanguardia. Una agrupación de trece chicas

que el 24 de julio realizó la fiesta “Gold Nite”

en La Macarena Club, con los Djs Pareja y

Ana Helder como invitados. Con un ímpetu

festivo, hoy las integrantes se identifican

con la figura del ejército de salvación para

producir también una serie de ferias ameri-

canas con subastas de prendas y accesorios

intervenidos.

En la trasnoche, también se suman otras

opciones vigentes incluso hasta ahora,

tales como la “Bizarre Party”, las fiestas

de Planeta X, las sesiones electro-pop del

Café de la Flor y la “808 Indie Pop” en La

Macarena. Justamente por su permanencia,

estas iniciativas han forjado un circuito late-

ral divulgado y prolongado en Facebook. La

conocida red social que oficia como esce-

nario global de una multitud de expresiones

subterráneas, pese a su condición ficcional,

se ha convertido en una constante de la

amplísima plataforma cultural de la Rosario

actual. §

Page 86: Anuario 2010

��

aIslarsE CoN otros

Cecilia Lenardón

Sobre “Conferencia para una isla”, un proyecto de Pauline Fondevila con la colaboración de Agustín González

Las islas también son retazos de tierra. En

algún momento ellas también se extraviaron

y no supieron volver a casa.

Armar una maqueta para perseguir pensa-

mientos. Los camalotes se agrupan para no

perderse.

Volverse un expedicionario de las mil esta-

ciones posibles de la propia memoria. Verlas

como pasa en los sueños. Es que tenemos

un mecanismo psíquico que se divierte con

nosotros, los sueños no son más que pensa-

mientos contados mediante imágenes. Son

traducciones muchas veces inverosímiles,

insólitas, si se las lee desde el sillón de la

cordura. Sin embargo, si se las deja discurrir,

si uno sólo se deja llevar –como los cama-

lotes y las islas–, las imágenes comienzan a

contar historias por sí mismas. Las imágenes

dicen, literalmente.

Y eso hicimos todos, nos dejamos llevar.

Nos embarcamos en la historia que los pen-

samientos de Pauline Fondevila decidieron

contar en imágenes.

Y montamos toda la escenografía, el como

si, y nos pusimos de acuerdo en convertir-

nos en cómplices de nuestro propio naufra-

gio. Naufragar planificadamente. Testimoniar

un naufragio. Sostener lo paradojal. Aislarse

con otros.

Es ponerle voz y palabras lo que muchas ve-

ces hacen los analistas cuando los pacientes

no pueden decir nada, cuando no tienen más

que imágenes.

Agustín González naufragó por Pauline,

y hasta se dejó la barba y unos cuantos

habanos. Ella le dijo “Toma, es todo lo que

tengo”. Y él tiene unas preciosas botas de

lluvia, no lo atemorizaba hundir los pies en el

fondo de un río que no deja ver nada.

Y así como construyó una mesa y su asiento

con los retazos de los troncos vencidos, tam-

bién construyó una historia que perseguía la

línea que Pauline había trazado.

Y convocaron a muchos mirones para que

quede registro, pero un registro que estuvie-

se lejos de cualquier intento infructuoso de

objetividad. Lejos de todo, lejos de ti.

Registrar desde un lugar distinto a un escri-

torio y una pila de papeles, registrar desde

abajo del agua, desde lo turbio, confundir

el grito de una jauría con el despertador,

convertir la experiencia, traducirla al chillido

de la madera flotando en el agua, a la marca

que dejó en la arena el suspiro del último

tripulante.

julIo

Page 87: Anuario 2010

��

Nada de quick, cámara, click, flash.

Fondevila con F, ése fue el ancla desde don-

de Agustín González encalló para extraviarse.

Y sus merodeos, sus vaivenes, armaron una

ciclopaedia ficcional, fatídica, fragmentaria,

fangosa, fósil, filosa.

Porque el ánimo es adentrarse en la maleza,

buscar un pequeño claro entre los montícu-

los de monte apiñado. Tener un momento de

lucidez.

Rescatar del naufragio mis nombres impor-

tantes, empeñarme en no olvidar la letra de

esa canción, tararearla mientras nado en

busca de la imagen del sombrero que usé

para nuestra primera cita.

Estar lejos del terreno firme, de la prosa

aprendida de memoria. Pauline cruza los

dedos y se tira al agua pestilente. Cuando se

es isla, uno siempre tiene una Costa que lo

está esperando. §

PAULINE FONDEVILA

“Los desnervados de Jumièges”

en base a Evariste Vital Luminais, �0�0

�� x �� cm, tinta y rotulador sobre papel

Page 88: Anuario 2010

��

AGOSTO

Page 89: Anuario 2010

��

Page 90: Anuario 2010

��

El extenso programa “Entre Centenarios”

incluyó un ciclo de conferencias y visitas

guiadas, y fue gracias a esta iniciativa que

los críticos de arte y el público pudieron

contemplar los murales que realizó Alfredo

Guido en la Escuela Normal Nº 2 y el que se

conserva aún en la casa Fracassi. El primero

de estos frescos tiene una superficie de

200 m2 y fue realizado sobre tela para la

Exposición de Sevilla; el segundo, lo pintó

en la casa que construyó su hermano Ángel

Guido en la década del 20 para el decano de

la Facultad de Medicina, Teodoro Fracassi,

todo un pionero en la Argentina en materias

como Neurología, Psiquiatría y Neurocirugía.

La inmensa pintura de la casa Fracassi ha

permanecido oculta desde 1927 práctica-

mente hasta hoy, junto al arte, los muebles

y varios objetos decorativos que la familia

conserva intocados.

Diseñada por el ingeniero Ángel Guido con

el constructor Víctor Avalle, la casa parece

surgida de un sueño fantástico. Ambos,

bajo la influencia que ejerció Ricardo Rojas,

revalorizaron en sus obras conjuntas el

patrimonio indígena y colonial de un modo

tan espontáneo y a la vez tan libre de las pre-

tensiones estilísticas en boga, que llegaron a

crear esta auténtica rareza. La casa Fracassi

la Casa fraCassI: El artE DE los hErmaNos guIDo y su ExprEsIóN más ExCEsIva

Ana Martínez Quijano

provoca el más genuino extrañamiento, y es

preciso recuperar la historia para valorarla.

Rosario, lejos de quedarse al margen de un

movimiento que concebía el arte como un ve-

hículo privilegiado para construir la identidad

nacional, tuvo en Ángel Guido uno de sus

mayores ideólogos, y la residencia y casa

de renta Fracassi figura entre los ejemplos

más ilustrativos de este concepto. Se puede

considerar un hecho casi milagroso que sin

un programa de protección patrimonial de

por medio, este edificio se haya salvado de

la picota.

Cabe aclarar que la preservación de los

monumentos arquitectónicos revela la exis-

tencia de una conciencia histórica y expresa

el sentimiento solidario de unas generacio-

nes con otras (los bárbaros sacralizan sólo

el presente). Y, justamente, esta visión de

grandeza, el respeto por las ruinas y los

monumentos que consolidaron la gloria de

las civilizaciones, es la que hoy inspira a

Ana Fracassi a cuidar su herencia como un

genuino tesoro. Su deseo –expresado con

toda modestia– es resguardar el patrimonio

de una casa que contiene algo que va más

allá del arte, la arquitectura y los objetos.

Su intención es preservar la posibilidad que

brinda la casa de conocer el modo de vida

agosto

Page 91: Anuario 2010

��

FOTO NORBERTO PUZZOLO

Comedor, Ángel y Alfredo Guido

Casa Fracassi

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Page 93: Anuario 2010

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FOTO Sebastián Suárez Meccia

Mural, Alfredo Guido

Casa Fracassi

Page 94: Anuario 2010

��

de una familia culta, refinada y ecléctica que,

en las primeras décadas del siglo, asumió

una definida posición ideológica americanis-

ta frente al mundo, en abierta confrontación

con el frenesí europeizante de la sociedad

criolla.

Al caminar por las calles San Luis y

Corrientes, Ana Fracassi sortea el bullicio de

los vendedores ambulantes que ocupan las

veredas y se las ingenia para abrir una enor-

me puerta de hierro, el sonido que provoca

al cerrarse, marca con un cambio abrupto

el ingreso al pasado. En los años 20, los

abuelos de Ana aprobaron la construcción

de ese inmenso caserón neocolonial. Con

sus diferencias, la residencia rosarina lleva

a evocar los delirios modernistas de Gaudí

en la Casa Milá o La Pedrera, un edificio que

desde 1992 es un activo Centro Cultural de

Barcelona. La analogía es inevitable: también

la casa Fracassi merecería un destino públi-

co. Su arquitectura es un alucinado pastiche.

En un rincón del living hay un patio andaluz

con una fuente y mayólicas de colores, hay,

también, un palco para la orquesta, venta-

nas con vidrios emplomados que en vez de

escudos nobiliarios, lucen adornos incaicos.

Y además está el mural.

Esa enorme pintura de Alfredo Guido cubre

la parte superior de las paredes del come-

dor con el barroquismo más excesivo de

América. Sus colores son tan encendidos

que la crítica de arte Beatriz Vignoli los

definió como “psicodélicos”. El fresco, pin-

tado sobre una tela adherida a las paredes,

muestra las escenas de un viaje a Bolivia

y expresa las divagantes alucinaciones

que provoca la altura, perceptibles en las

exaltadas tonalidades rojas y naranjas en

abierto contraste con las verdes y azuladas.

Luego, los ritmos que dibujan las aguas del

lago Titicaca, se extienden por las paredes y

envuelven al espectador con su hipnótico re-

lato, sin fin y sin pausa. Desde un entrepiso

de esta casa escenográfica se accede a una

visión cercana de la exótica pintura.

Durante la visita, cuentan que la pasión de

Alfredo Guido por las tradiciones estéticas

americanas surgió en el año 1915, cuando

la Primera Guerra Mundial frustró el viaje

a Europa que ganó en un premio, y cuan-

do, finalmente, utilizó el dinero de la beca

para recorrer Sudamérica. Este viaje marcó

la vocación americanista de Guido, que

desplegaría su amplia obra como pintor,

ceramista, grabador, ilustrador y muralista,

sobre la base de sus investigaciones de

las técnicas indígenas. Entretanto, también

se destacó como uno de los actores de

la escena artística local, integró la CMBA,

apoyó la creación del museo, actuó en los

salones como jurado de premios e ilustró

sus catálogos, participó en El Círculo y

codirigió su revista entre 1923 y 1925. Pero

su verdadero momento de gloria llegaría en

1924. Alfredo Guido consolidó entonces su

afán americanista y, a la vez, el mestizaje con

su innegable herencia europea, tendencias

que se mezclan y se expresan en la imagen

de La Chola desnuda, pintura por la cual le

otorgan el Primer Premio del Salón Nacional

de Bellas Artes.

Su “Chola” es un personaje muy particular:

aparece envuelta en un vaho de tonalida-

des azules y ostenta sin pudor sus rasgos

europeos, en medio de una escenografía

indígena. El bellísimo desnudo se desta-

ca por la intensidad de su desprejuiciada

Page 95: Anuario 2010

��

las grandes pinturas de Berni, Desocupados

y Manifestación, son derivas que en la pintu-

ra “de caballete” dejó la influencia muralista

de Siqueiros.

Ecléctico y talentoso, Alfredo Guido fue

escenógrafo del Colón, de allí, sin duda, la

teatralidad de su obra, pero cabe aclarar

además, que le enseñó la técnica del fresco

al artista Juan Carlos Castagnino, y que

estas clases de Guido fueron un importante

antecedente que sin duda tuvo en cuenta

Siqueiros, cuando llegó a la Argentina. El

mexicano convocó a Castagnino como ayu-

dante para pintar el mural Ejercicio plástico

en el sótano de la quinta de Natalio Botana,

junto a Berni y a Lino Enea Spilimbergo. La

participación de Berni en Don Torcuato y,

sobre todo, los murales que realizó Guido

cinco años antes del arribo de Siqueiros,

contribuyen a explicar por qué Rosario es la

verdadera cuna del muralismo argentino, al

menos, con un profundo sentido social.

Hoy, como quien libra una batalla contra el

destino, Ana Fracassi defiende el patrimonio

artístico rosarino que está en manos de su

familia, sabe que su herencia es un formida-

ble capital simbólico que no necesariamente

debe ser rentable, pues su valor es mantener

viva la memoria. No obstante, cuenta que

nunca falta alguno que le ofrece dinero para

llevarse el mural. Eso sí, cortándolo en peda-

citos, como a Ejercicio plástico. §

mirada, por la seguridad y las certezas que

parece expresar acerca de una identidad

mestiza. Ante esta fascinante figura, cobran

de nuevo sentido las preguntas que plantea

Gauguin en el célebre cuadro que titula ¿De

dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿A dónde

vamos?

Rosario es una ciudad especial, al punto de

que en 1925, cuando el modelo agroexpor-

tador rendía sus mejores frutos, celebró una

imaginaria fundación de la ciudad. En el año

1933, dos meses antes de que el muralista

mexicano David Alfaro Siqueiros llegara a

la Argentina, el diario La Prensa publicó un

extenso artículo de Ángel Guido con la cró-

nica de los murales que el mexicano había

pintado en la ciudad de Los Ángeles. En el

artículo describe “el perfil del arte nuevo,

su sentido ‘colectivista’ y por consiguiente:

crisis del arte ‘individualista’ y crisis de la

pintura de caballete en homenaje al resurgi-

miento del fresco y de la gran decoración”.

Es decir, más allá del americanismo, Guido

coincide con Siqueiros justo en el tema

que separa a Antonio Berni del muralista

mexicano. Berni discutiría más adelante –y

con justa razón– que el fin de la pintura de

caballete no llegaría a la Argentina, un país

con condiciones políticas y sociales muy

diferentes a las que alentaron en México el

fenómeno muralista. De todos modos, Guido

adelanta en su artículo, ilustrado por la es-

calofriante escena del indio crucificado que

pintó Siqueiros en Los Ángeles, el avance de

la pintura mural que tendría su máxima ex-

presión en el año 1935, en el Salón de Otoño

rosarino, y posteriormente, la manifestación

colectivista y decorativa de los murales por-

teños de las Galerías Pacífico. Claro está que

Page 96: Anuario 2010

��

La Colectiva es un espacio abierto para la

producción fotográfica que se distingue por

ser independiente, haber transitado siete

años de autogestión y seguir trabajando

en esta dirección. La idea de convocar

anualmente a fotógrafos-artistas sin oponer

restricciones de participación es propiciar la

horizontalidad y lo colectivo como conceptos

fundamentales. La propuesta apunta a con-

tribuir a una dialéctica entre autor y colecti-

vo, posibilitar la integración e intercambio,

generar una relación que potencie el hacer

fotográfico como práctica, como espectador,

como simple transeúnte.

El anhelo de cada año es fortalecer este

espacio y proyectar una producción foto-

gráfica reflexiva, pensada para compartir,

intercambiar, conocer y conocernos. Un

espacio donde el trabajo de todos constituya

también al de cada uno. §

El jueves � de agosto a las ��.�0 horas, La Colectiva inauguró la �ª Muestra Colectiva de Fotos con la participación de más de �00 autores de Rosario y el país.

la ColECtIva

agosto

Page 97: Anuario 2010

��

Page 98: Anuario 2010

��

SEPTIEMBRE

Page 99: Anuario 2010

��

Page 100: Anuario 2010

��

Tres muestras inquietantes se destacaron

en septiembre de 2010 en Rosario. En

realidad, cuatro, si se divide entre sus dos

sedes (el Museo Municipal de Bellas Artes

Juan B. Castagnino y el Museo de Arte

Contemporáneo de Rosario) a “El banquete

telemático de la pintura”, de y acerca de

Federico Klemm. Inquietantes, porque tanto

éstas como “Nieva adentro”, individual de

Román Vitali en el Museo Diario La Capital, o

“La naturaleza de las mujeres. Artistas rosa-

rinas entre 1910 y 2010”, en las tres salas de

OSDE, con curaduría de Adriana Armando,

inquietaron de diversas maneras, ya fuese

desde el planteo curatorial o desde la obra

exhibida, ciertos límites.

En su obra reciente, Román Vitali (Rosario,

1969) apela a su saber de psicólogo y de

analizando sobre el inconsciente constituido

como lenguaje para tramar redes de sentido

que tienen su materialización en la poética

que rige desde hace años su trabajo: las

perlas poliédricas regulares de acrílico que

forman hilos o planos al unirlas entre sí

mediante tanzas de pesca. Es una técnica

anclada en una estética kitsch de los años

70, vinculada paradójicamente por el lado del

arte con lo “modular” de ciertos purismos

trEs muEstras INquIEtaNtEs

Beatriz Vignoli

modernistas, y cuya monotonía tiene algo de

carcelario.

Resulta interesante cotejar la obra de Vitali

con la sección “Microcosmos y labores” de

la muestra de Armando, cuyo discurso cura-

torial sitúa este tipo de prácticas artesanales

como tradicionalmente femeninas y recorta

su influencia al campo de las artistas muje-

res (inexistente en lo social y constituido en

lo teórico por dicha muestra).

Vitali subvierte estos paradigmas de géne-

ro no sólo al apropiarse de la perla tejida

sino al narrar con ellas una saga donde los

hombres no son casados sino “cazados” (en

castellano rioplatense la diferencia s/z es

inaudible) y llevan orejas de conejo, emble-

ma de fertilidad y promiscuidad femeninas.

Complementan a estas presas, exhibidas

como trofeos, un árbol de escopetas y otros

ready-mades realizados con símbolos de

poder y civilización (sillones antiguos, libros

encuadernados). La falsa serenidad domés-

tica del interior burgués así escenificado es

inquietada por lo siniestro, que irrumpe a

través de una sangre plástica en forma de

rubíes extendiéndose en charcos ovales o

en la oreja mordida y mutilada de uno de

los “cazados”. Pero las figuras de perlas se

FOTO LAURA GLUSMAN

“Nieva adentro”, Román Vitali

Museo Diario La Capital

sEptIEmbrE

Page 101: Anuario 2010

��

Page 102: Anuario 2010

�00

desdramatizan a través de cierto humor naïf

infantil al evocar, por analogía formal, las

siluetas pixeladas animadas de los videojue-

gos Atari de los 80. La pequeña sala donde

se hallaban estas obras se destacó del resto

de la muestra por su sugerente iluminación

teatral, que reforzaba el “melodrama” del

relato.

Otro relato de muy diversa índole es el

presentado por Armando en OSDE. “La

naturaleza de las mujeres” tomó su título de

un tópico de la filosofía clásica y en torno a

él ordenó las obras de 49 artistas rosarinas

de los últimos 100 años. La perspectiva de

género prevaleció por sobre la periodización

histórica o estilística, haciendo coexistir en

una misma sala producciones muy diversas

estéticamente. El montaje imponía al es-

pectador una serie de argumentos sobre la

diferencia invisibilizada entre ser artista o ser

mujer artista. Las artistas rosarinas fueron

mostradas en su subalternidad de género,

haciendo abstracción de la subalternidad

geopolítica y de clase. Las argumentaciones

demasiado sólidas pueden ser convincentes

o sospechosas (¿qué o cuánto del campo se

está dejando afuera?) y sin embargo, más

allá de sus logradas o fallidas intenciones di-

dácticas y de tesis, fue un placer ver reunido

un corpus de obra tan amplio y bueno.

Por nombrar sólo a algunas, la muestra

permitió revalorizar como patrimonio local

las pinturas surrealistas y casi folk de Aid

Herrera (autora opacada por la figura de su

marido, Juan Grela), el neoexpresionismo

pictórico salvaje y refinado de Verónica

Prieto, un paisaje suburbano de Ada Tvarkos,

las sombras metafísicas de Elba Nalda

Querol o los radiantes retratos al pastel de

Emilia Bertolé. Estos son de 1915 y 1927,

pero colgaban junto a unos autorretratos

de Nicola Costantino de 2008. La mirada

saltaba a las mímesis fantásticas de Paula

Grazzini, inspiradas en el collage surrealis-

ta. Se coló en el gineceo un autorretrato

escultórico de Tito Fernández Bonina, parte

de un assemblage en colaboración entre él,

Lía Maisonnave, Noemí Escandell y Graciela

Carnevale (integrantes del Grupo de Arte de

Vanguardia) expuesto en 1967.

Los discursos de género están presentes

como subtexto en obras contemporáneas.

Claudia del Río alude explícitamente a ellos

con las frases que inserta en los vestiditos

de sus collages; pero no están tan claras,

por suerte, las intenciones del video per-

formance de Lila Siegrist. Algunas autoras

“atrasan” certeras, como cuando Evelina

Calligari abruma de barrocas mostacillas

unos hermosos monstruos a lo Hanna

Hoech. O cuando Michele Siquot, quizás

bajo la influencia de su par Silvia Lenardón,

discípula de Grela, homenajea al maestro de

su amiga en un collage textil titulado Juan.

En una sección dedicada a las mujeres y

la ciudad, estuvieron bien representados

no sólo la pintura, sino la gráfica y hasta el

dibujo de esas dos décadas invisibles que

son las del 70 y el 80. Clelia Barroso y Olga

Vitabile desplegaron, respectivamente,

alegorías y paisajes ensoñados en grafito

mientras que los aguafuertes de terrazas

muy rosarinas de Liliana Gastón (1980 y

1981) remitían al recuerdo fresco de fugas

por los techos y exilios. Los viajes de Nanina

de Martha Greiner e Imágenes liberadas de

Coti Miranda Pacheco integraron la muestra

en la plaza 25 de Mayo de octubre de 1965.

FOTO LAURA GLUSMAN

“La naturaleza de las mujeres”

Espacio de Arte Fundación OSDE, Rosario

Page 103: Anuario 2010

�0�

Se trata sin embargo de obras informalistas,

no figurativas. Del anné fou de 1968 cons-

ta un registro de la acción de Carnevale El

encierro, del Ciclo de Arte Experimental, en

calle Córdoba 1362. No lejos de allí, 42 años

más tarde, la fotógrafa Andrea Ostera trans-

muta en líneas abstractas unos cables vistos

en cuatro esquinas céntricas de la ciudad.

Esta muestra complementa a otra anterior

donde Armando reunió obras de artistas

rosarinos varones que pintaban a sus mu-

sas, entre otros roles y estereotipos de las

mujeres. El guión curatorial insistía en los

tres pisos con la pregunta por lo específica-

mente femenino en arte. El espectador se

preguntaba también: ¿a qué se debe si no

que el color aparezca siempre como algo tan

refinado, que la mirada sobre la naturaleza

sea tan compasiva, como en las fotos de

Laura Glusman o las pinturas de Jorgelina

Toya, o una proliferación gótica de detalles

común a los óleos figurativos de los años

80 de Verónica Celman (1948 - 1997) y los

actuales de Constanza Alberione? ¿O por

qué ese eco, en esta última, de los blancos

de color de los paisajes metafísicos de

María Laura Schiavoni? A la luz del discurso

de Armando, tanto los animales adornados

recientes de María Gabriela Di Franco como

los de madera de Flor Balestra o los de Aid

Herrera de la primera mitad de los años 70

expresan la cultura extra artística femenina

del embellecerse. En el altillo de abstraccio-

nes del tercer piso, las pintoras Lía Martha

Baumann (1926 - 1997), Ángela Barr, María

Suardi, Noemí Escandell, la pionera Susana

Page 104: Anuario 2010

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FOTO LAURA GLUSMAN

“El banquete telemático de la pintura”

Museo Castagnino+macro

Page 105: Anuario 2010

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Page 106: Anuario 2010

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Page 107: Anuario 2010

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Zinny y la escultora Susana Hertz (1919

- 2004) ofrecen algo así como un dharma

de la geometría: predomina en sus obras lo

cualitativo, el ritmo, la sintaxis, como en una

identificación inconsciente con lo secundario

y “otro” del arte y la cultura.

De las dos exposiciones Klemm, fue mucho

más bella la del Castagnino. El macro ensayó

no obstante una fórmula audaz, la ambición

de cuyas intenciones excede la coyuntura:

presentar una obra no aceptada (ni acepta-

ble, hay que decirlo) como arte, con el mis-

mo respeto que una institución tiene por lo

que sí está dentro del canon, con el fin de in-

quietar los bordes de este último. También el

discurso crítico de Klemm estaba presente, a

través de videos del programa televisivo que

dio título a la muestra, ostentando la misma

endeblez que sus “fotopinturas” artísticas.

La inclusión de prendas personales convertía

la extensa muestra en un recorrido donde

quedaba claro que el artista no estaba se-

parado de su obra, y que incluso cuando se

apasionaba por otros autores lo animaba una

pasión narcisista. Esa misma pasión narcisis-

ta que debilitaba su trabajo hasta el ridículo

(el artista posando como Cristo, su madre

como la Virgen, los amigos como mendigos,

etc.) hizo resplandecer la figura de Klemm en

los retratos. La sala central del Castagnino

devino la escena de un drama barroco, un

vanitas. En el Castagnino se pudo ver a un

Klemm modelo y musa, ofrendándose a la

contemplación de artistas amigos, luchando

contra la tiranía del tiempo hasta el último

aliento y conservando hasta el fin, si no

su belleza juvenil, al menos la gallardía. El

de los retratos es el Klemm objeto de la

mirada en todas las edades de su rostro.

Los artistas captaron muy bien esta tensión

entre lo real y el ideal, redimida por teatrales

fantasías. Sobre todo en el Klemm maduro, a

quien Marcos López puso junto a la Ramona

de Berni y el grupo Mondongo representó en

una grilla de puntos con un material negro

lustroso y tachas plateadas: emblemas

sadomasoquistas que expresan el poder del

juego erótico perverso para invisibilizar las

contradicciones mediante su misma exas-

peración, en un paradójico efecto de cámara

oscura. Un cuerpo al filo de ser derrotado

por el tiempo puede triunfar revistiéndose de

fetiche, renaciendo como símbolo de poder,

deseable desde su cosificación mortífera,

vital por esto mismo.

Esos retratos de Klemm y los otros por

Delia Cancela, Silvina Benguria, Midred

Burton, Rómulo Macció, Edgardo Giménez,

Humberto Rivas y Mariette Lydis posibili-

taron además, lo mismo que las obras de

las salas en OSDE, un paseo por estilos del

siglo XX que se ven poco en un ámbito artís-

tico local donde la contemporaneidad y las

consideraciones intempestivas suelen preva-

lecer por sobre la historia. Incluso cuando lo

que se pretende (como en “La naturaleza…”)

es historiar el arte rosarino. §

FOTO LUCÍA BARTOLINI

“El banquete telemático de la pintura”

Museo Castagnino+macro

Page 108: Anuario 2010

�0�

“Nieva adentro” es una

puesta en escena de una

narración tramposa. Se

narra porque se oculta.

Un cuento que se desplie-

ga en una casa enterrada

dos metros bajo tierra,

el aire está suspendido.

Una historia de amor y

muerte, y bien sabemos

que el cruce entre ambas

es tensión pura.

Es la escena posterior a

un desenlace inesperado.

Cada acto podría ser una

página ilustrada de un

libro de cuentos infanti-

les. Pura narración ton-

ta, edulcorada y fallida,

como los cuentos contra

el insomnio narrados por

un padre incorrecto.

Todos los capítulos están

alterados en su orden

cronológico. Estamos per-

didos. Vivimos perdidos.

El guión nos habla de dos

seres, y una sensación

visual: el frío, ese frío

nórdico que imposibilita

hasta el pensamiento más

débil.

Afuera, la nieve rompe

los contornos del paisa-

je, los desdibuja, es un

bosque ciego, velado y

sin memoria. No hay apro-

piación posible.

Adentro, tenemos la po-

sibilidad de un fuego,

pero es sólo la posibili-

dad porque estos troncos

–violentamente mutilados

a hachazos– no arden,

sólo despiden un humo

denso y confuso, un humo

de diamantes. Humo que no

es niebla, humo que sólo

complica la visibilidad

de las cosas.

Para colmo hay fantasmas…

apariciones… se escuchan

voces. Temibles metoni-

mias.

¿Son “Estos-Otros” o so-

mos nosotros mismos?

También aparece el con-

cepto de fantasma como

construcción ante la fal-

ta en el otro, el enig-

ma del deseo, limitar el

goce para que éste no sea

infinito, velando un punto

de horror. La neurosis y

su encastre ante la nove-

la familiar.

La neurosis y lo sinies-

tro. Irse nunca es sin

violencia.

En la historia, además,

aparece un lobo, pero lo

que más importa no es el

lobo, sino la sensación

de peligro y la inesta-

NIEva aDENtro

Román Vitali

Page 109: Anuario 2010

�0�

bilidad que genera la

presencia de su aliento

brumoso.

Y si hay lobos es por-

que hay una luna, tam-

bién nórdica, explotada

por un disparo. Su luz

es confusa, su borde es

impreciso, los cazadores

son miopes y las presas

son tímidas. Puro trofeo

idiota.

Y escapar es la acción

más inútil, porque en

verdad no podemos huir

de nosotros mismos, como

tampoco podemos huir de

una genealogía, lo vemos

en el árbol, un árbol que

no tiene ramas, un árbol

armado de armas.

Es que estas paredes es-

tán llenas de obsesiones

violentas. Esos pensa-

mientos incalmables.

La mayor terquedad en la

escena es la imposibili-

dad de cambiar las flores

de los jarrones.

Y esto es un problema

grave, lo inevitable no

ofrece demasiadas alter-

nativas.

Estos floreros, que pa-

recen esplendorosos,

no lo son. Se muestran

rebosantes, pero todo

esto es puro teatro, son

flores-fantasmas huidas

de un cuadro de Monet o

de Van Gogh. O bien, la

reconstrucción falsa del

catálogo de obras roba-

das a museos, y perse-

guidas inútilmente por

la Interpol. Frente a

un robo, sólo queda el

perímetro del marco que

enmarca el vacío. Y dos

preguntas.

Pura naturaleza muer-

ta. Flores malditas.

Ornamento. Delito.

Y el agua derramada… y la

sangre derramada…

True blood siempre…

Por suerte pareciera ser

que tuvieron tiempo de

preservar los muebles,

los muebles siempre son

testigos oculares.

¡Que el mobiliario no

toque el piso! ¡Que nada

toque nada!, deben con-

servarse museológicamente

para que así preserven

todas las conversaciones

secretas, la madera siem-

pre absorbe los diálogos

de una novela familiar.

Otro secreto quedó de-

velado, los sillones

estaban rellenos de una

herencia inútil. §

FOTO LAURA GLUSMAN

“Nieva adentro”, Román Vitali

Museo Diario La Capital

Page 110: Anuario 2010

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OCTUBRE

Page 111: Anuario 2010

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Page 112: Anuario 2010

��0

No sé si vieron la serie Fringe. Trata sobre

una guerra entre dos universos paralelos –el

nuestro y otro, ligeramente distinto– desata-

da por un gesto afectivo y desesperado. Esta

guerra –y esperen, ya vamos a lo nuestro–

implica una carrera tecnológica titánica. El

universo alternativo al nuestro tiene agentes

de este lado y su forma de comunicarse

con su mundo es mediante una máquina

de escribir y un espejo en una habitación

cerrada, en la que el agente se recluye: las

respuestas le llegan a través del reflejo de la

máquina, que tipea sola –sin que se vean las

manos de quien la opera– en el espejo.

Ahora bien, en el marco de esa carrera

tecnológica que postula la serie, la máqui-

na de escribir y el espejo son objetos de

colección –no son los únicos– y, lo que más

nos interesa, son objetos de colección que

funcionan como pasajes entre dos mundos.

Es, para decirlo con las palabras de nuestra

coterránea, la filósofa Silvana Rabinovich,

“un porvenir que asalta desde un pasado

remoto, siempre extranjero”.

gEsto

Me gusta pensar que al menos dos de los

trabajos que vi en octubre, entre las varias

muestras que hubo en Rosario, se empa-

rentan con esta “idea”: la de objetos de una

colección que operan como pasaje entre dos

mundos.

Me refiero a la muestra “Collages”, de

Eduardo Stupía –en las Galerías del CCPE/

AECID–, y a “El silencio de Virginia”, de

Paulina Scheitlin –en Curando a Alfonsina,

el espacio de la Biblioteca Popular Alfonsina

Storni, de Ovidio Lagos 367.

En ambas, los artistas operan con materiales

“tradicionales” –ya me explicaré–, en ambas

se percibe, antes que nada, un gesto: la re-

colección de imágenes, de escenas, de ico-

nos, de ilustraciones, de trazos de un mundo

que se descubre en retirada en el mismo

momento en que cristaliza ante los ojos.

flECos

Fringe significa fleco y, por extensión, mar-

gen, marginal. Las imágenes de Scheitlin

caben acaso en la definición de “margina-

les”, pero es mejor decir que son como

flecos. A ver, el diseño de una ciudad es una

pantalla política: nos muestra las decisiones

políticas, el modo en que su élite y su gente

habitó un espacio y peleó por él; nos mues-

tra qué fue considerado central, qué quedó

relegado a los márgenes; qué de aquel

centro no pudo sobrevivir a las nuevas cen-

uNa CIvIlIzaCIóN DEsflECaDa

Pablo Makovsky

oCtubrE FOTO LUCIANO OMINETTI

Retrato de Paulina en el

Bar Barcelona

Page 113: Anuario 2010

���

tralidades y así permanecen como flecos,

irradiando una suerte de penumbra sobre el

espacio mutante de lo central.

Scheitlin escogió una serie de fotografías

tomadas en distintas ciudades: Rosario,

Buenos Aires, Montevideo. Pero aquí las

ciudades importan menos por su faz más lu-

minosa que por aquella penumbra irradiada.

Lo que vemos de esas ciudades en las fotos

de Scheitlin es, de alguna manera, lo que la

agente Olivia Dunham, en la serie Fringe, ve

en el espejo de la habitación cerrada.

La muestra de Paulina se llamó “El silencio

de Virginia”. Digo “se llamó” porque cuando

Scheitlin me lleva a ver las fotos a Alfonsina

la muestra ya fue levantada y para ver las

imágenes enmarcadas tenemos que ir

recogiendo cada cuadro de una pila. Luciano

Ominetti, observador sensible e inquieto –un

guía para mí en esta comedia del arte–, insis-

tió en que echemos un vistazo a esas fotos,

pero cuando al fin nos encontramos en el

centro para ir hasta Lagos al 300, una gavilla

de inspectores de tránsito le llevó el auto al

corralón y allá está, desembolsando unos

200 pesos para sacarlo, mientras miramos

estas fotos entre viejos ejemplares de la

editorial Tor o Claridad de los años 50.

“El silencio de Virginia” es por Virginia Woolf,

me dice Scheitlin, y señala una cita impre-

sa de La señora Dalloway: “Todo aquello,

tranquilo y razonable como era, hecho, como

estaba, de unas cosas ordinarias, era ahora

verdad; ahora la verdad era la belleza” (en

el original, incluso, Woolf escribe: “Beauty

was everywhere”). Se refiere –Scheitlin se

refiere– a que esas imágenes que ha “roba-

do” –porque su técnica consiste en pasar de-

sapercibida mientras dispara con una Canon

analógica que hay que enfocar a mano– en

Page 114: Anuario 2010

���

Page 115: Anuario 2010

���

hoteles sin estrellas, en lavanderías, en vie-

jas galerías, en boliches, verdulerías o en la

calle, desde el colectivo, sin que los sujetos

en el cuadro sospechen que están siendo

fotografiados, esas escenas de una ciudad

desangelada son parte de algo bello, acaso

de la Belleza. En fin, es lo que Paulina dice.

Porque antes estuvimos charlando, camina-

mos como ocho o nueve cuadras hasta que

encontramos una esquina de Pichincha con

un bar que tiene mesas en la vereda, donde

podemos fumar y charlar. Me dijo que saca

fotos todo el tiempo y que un texto, como la

cita de Woolf, es un punto de partida, como

si las imágenes vinieran a desarrollar ese

postulado de la lectura, como si eso “orde-

nara la mirada”.

En sus imágenes hay muchos tubos fluo-

rescentes, espejos –espejos manchados,

como desteñidos–, vidrieras que conocieron

días mejores, gente sola en los bares, en

un mostrador. Trataba de explicarse sobre

estos lugares y, a falta de un término mejor,

les llamó “no-lugares”, y enseguida me dijo

que no le gustaba esa expresión. Y después

me dijo que esos espacios “son realmente

el espíritu de la ciudad”, pero que son bares,

hoteles, lavanderías que “están pero no sa-

bés dónde”. Me digo, le dije entonces: sitios

que atraviesan los límites de una ciudad y se

revelan como el sustrato, el humus sobre el

que se erige la vida en la ciudad. Algo así.

Son unas 26 fotos. Me gustan todas. Vistas

ahora en esa pila, en la biblioteca, parece

que pertenecen al lugar, que son parientes

de esos libros viejos –influyen los marcos,

claro. Reconozco un lugar en una de las

fotos, una galería del subterráneo de Buenos

Aires. Lo que aparece en primer plano

es un mostrador de cerámicos amarillentos,

un servilletero de plástico y, en el medio,

un espejo cachado y sucio y, reflejado en

el espejo, el puestero de lo que parece una

cerrajería que ha descubierto la cámara. La

luz –Scheitlin no usa flash– tiene ese tono

uniforme y esmerilado del fluorescente, y

las paredes son de un azul viejo y, arriba, a la

derecha, se ve, fuera de foco, la imagen de

un gatito en un almanaque.

Y hay otra, llamémosla “Compro oro”, por-

que lo primero que llama la atención es el

letrero de “Compro oro” pintado en el vidrio

del negocio. La foto fue “robada” desde la

calle y la toma captó la serie de reflejos.

Resalta nítido, en el fondo, el joyero, bajo la

luz de la lámpara de escritorio. Tiene puesto

unos lentes de marco metálico y observa

una pieza en las manos. Lleva puesto un

saco, una corbata. El hombre que está senta-

do frente a él en el escritorio tiene la camisa

arremangada y un pulóver colgado de los

hombros. Y sobre el margen izquierdo de

la imagen se ve, casi diluida en la zona más

oscura de la foto, el rostro aindiado de una

mujer de campera blanca con las tiras de

un bolsa colgadas del hombro derecho que,

evidentemente, espera su turno para ser

atendida por el joyero. A mí se me hace que

esta foto, que no es acaso la que prefiero,

sintetiza esos flecos de ciudad que retrata

Scheitlin: una penumbra llena de reflejos y

allá, en el fondo, una luz artificial que ilumina

la más antigua de las transacciones comer-

ciales –la compra-venta de oro–, mientras los

pobres esperan ser atendidos a un costado.

Tal vez por eso le digo que me recuerda a

Edward Hopper –por eso y porque lo poco

que sé de pintura lo sé en relación al cine–:

FOTO PAULINA SCHEITLIN

Page 116: Anuario 2010

���

por la soledad de los personajes, por la luz

de esos cuadros urbanos. También Hopper

trabajaba sobre aquellas escenas en que la

modernidad se desflecaba. Pero quién sabe.

Me dice Paulina que Scheitlin, en alemán

antiguo, era el nombre dado a esas raquetas

que se usan para caminar sobre la nieve. Y

se me ocurre que también sus fotos son un

modo de caminar con ese tipo de raquetas:

evitan que ciertas imágenes se hundan en la

ceniza del tiempo.

moDErNa INgENuIDaD

Decía que tanto Scheitlin como Stupía

trabajan con materiales “tradicionales”. Me

refiero en realidad a que ninguno de los dos

(y salvando las distancias, porque Stupía es

un maestro sobre quien no hacen falta in-

troducciones) se ha preocupado por montar

alguno de esos aparatosos dispositivos del

arte moderno que a fin de cuentas desnudan

una intención antes que una pieza, producto

del oficio y la reflexión. Como dice César

Aira: “Lo moderno está habitado por una

gran ingenuidad, es una corriente de ráfagas

pueriles”.

Bien, Stupía no es moderno en ese sentido.

Y, en otro, se me hace que es muy literario,

o al menos lo es –lo fue– “Collages”. De

hecho, la muestra está dedicada a Héctor

Libertella, al trato que Stupía tuvo con

Libertella, y se inauguró en el marco del XVIII

Festival Internacional de Poesía de Rosario,

el 21 de septiembre de 2010. Confieso que

tuve acceso al material del catálogo –textos

de gente muy vinculada a la literatura: Daniel

Samoilovich, director del Diario de Poesía,

del que Stupía es director de arte; Edgardo

Dobry, Guillermo Saavedra, entre otros– muy

temprano. Leí esos textos, a caso a las

disparadas, y ahí quedaron, diluidos en el

fragor de otros trabajos. Pasado el momento

Page 117: Anuario 2010

���

de la inauguración, cuando todos estábamos

demasiado ocupados en nosotros mismos

como para distraernos con las obras, volví

a las Galerías del CCPE/AECID para ver los

collages. Volví con mi hijo de 4 años. Porque

era un sábado, o un domingo, y estaba con

él y, si bien no era una gran salida para un

borrego que le gusta jugar al balompié, se

me ocurrió que algo podíamos inventar.

Lo primero que le mostré fueron las imáge-

nes de esos señores siglo XIX cuyos rostros

habían sido reemplazados por botones, por

artefactos fabricados en serie. Me decía que

acaso cierto terror que emanaba de la mu-

tación de la figura humana, tan central y tan

expuesta en esos patches de imágenes que

había hecho Stupía, podía influir en mi hijo.

Y algo de eso debe haber sucedido, porque

la primera reacción fue un “Vamos”, con el

que mi niño catalogó varias secciones de la

muestra, que a su vez ocupó los tres túneles

del CCPE. Entonces tenemos al niño, que

en un momento opta por jugar solo debajo

de la mesa de una de las vitrinas donde

hay unas revistas de los años 40, tenemos

esas figuras decimonónicas transfiguradas

y otras, que simplemente han sido pegadas

a un bastidor –imágenes en color de niños

jugando en una ilustración cercana al 1900:

unos juegos en jardines, con aparatos lúdi-

cos sencillos y extemporáneos como unos

palos con ruedas o ramas convertidas en

caballos, siempre ahí afuera, ajenas todavía

a la intimidad de la casa, que permanece

siendo territorio del adulto (me refiero a lo

que muestran las ilustraciones), en un jardín

cedido a la infancia, de cuando la casa (citan-

do a Le Corbusier) no era aún “una máquina

de vivir” y, sobre todo, cuando el interior de

la casa era todavía el ámbito de intercambio

simbólico y económico de la burguesía; bue-

no, cerremos: de cuando la casa no había

llegado a ser el producto en serie de esa

burguesía que, en las imágenes, aún jugaba

en el jardín–. Sí, ya sé que lo que está entre

guiones es un entrevero de cosas. ¿No lo es

un collage? Como último detalle de esa es-

cena que había empezado a describir estoy

yo con una libretita –tapas imitación del libro

Suite francesa, de Irène Némirovsky y hojas

en blanco, regalo de editorial Edhasa– donde

anoto mis impresiones.

CoNspIraCIóN

Quería decir que salí de la muestra, llegué

con el niño a casa y volví a mirar el catálogo,

hasta que me encontré con que lo que había

escrito Samoilovich se parecía mucho a lo

que anoté yo: los dos –y guardemos las dis-

tancias de nuevo, por favor– insistíamos con

cierta cosa enciclopédica en Stupía, y los

dos, junto con Dobry, señalábamos el afán

del coleccionista: la muestra, los collages

eran también una colección de accesorios

en “libros menores” –lo escribe Graciela

Fernández en el Catálogo–; ilustraciones,

figuras, en todo su sentido, que daban cuen-

ta de una operación enorme y pueril –con

“pueril” me refiero a la tarea de esas ilus-

traciones, no a la de Stupía–: la fabricación

del hombre contemporáneo, del hombre

moderno –y vale recordar que Baudelaire,

quien acuñó el término “moderno”, lo hizo

para referirse a las relaciones sesgadas,

fragmentadas– y, a la vez, los “Collages” de

Stupía, dedicados a ese escritor gigantes-

co y solapado que fue Libertella, parecían

contar, a través de sus secciones –Mensajes

FOTO LUCIANO OMINETTI

Lisandro Arévalo y Noelle Liëber en

el espacio WIP del Café de la Flor

Page 118: Anuario 2010

���

cifrados, Anónimos, Enmascaramientos,

Paisajes, etcétera–, el crimen y su escena

de ese hombre. Es decir, no sé si esto que

digo de Stupía y sus collages funciona así.

Pero me despierta sospechas este texto,

que Stupía escribe con retazos de letras

tomadas de revistas –el icono clásico de

la nota del secuestrador– en uno de sus

“Enmascaramientos”: “El extraordinario Error

de un conspirador ECHA NUEVA LUZ SOBRE

las relaciones de la forma”. Vamos, que las

relaciones de la forma no son otra cosa que

el arte. ¿Y quién es ese conspirador?

Entonces miro las vitrinas con revistas viejas

–debajo, recuerden, está mi hijo jugando

Dios sabe con qué– y me encuentro con

una que se llama Hobby, de 1940, y con

otra abierta en una publicidad de Kodak que

dice: “En un retrato… los que amamos están

siempre muy cerca. Para un retrato magistral

confíe en un profesional”. Y así, las páginas

amarillentas informan sobre un futuro lleno

de cercanías (por ejemplo el túnel París-

Londres, los avances de la medicina), una

promesa de futuro que acaso conspira con-

tra ese futuro que ya llegó y del que parece

aislarse la muestra donde estoy con mi niño,

anotando en el falso librito de la Suite france-

sa. Y me digo claro, es como en Fringe: cada

comunicación entre este mundo y ese otro,

postulado en las revistas, es una conspira-

ción y, a la vez, implica una serie de objetos

coleccionables como anacronismos.

Lo de Stupía nos recuerda que mirar las

miradas del pasado sobre el futuro es un

acto de conspiración, y que esa conspiración

no es otra cosa que el arte. Pero, de nuevo,

quién sabe.

glow

Por último, con Luciano Ominetti fuimos

a otras muestras. Por ejemplo, estuvimos

en la inauguración de “Un jardín francés”,

de Lisandro Arévalo y Noelle Liëber en el

espacio WIP (de Work in progress, men) del

Café de la Flor, en Mendoza al 800, a media

cuadra de El Círculo. Donde la idea, concep-

to o whatever de los artistas era intervenir

el espacio, una acción antes que una obra

–el que me explica esto es Luciano–. Liëber,

una joven de un atractivo decimonónico, me

dijo que lo del “Jardín francés” venía de unos

viejos papeles de pared con figuras exóticas,

a las que ella y Arévalo habían reconvertido

según una iconografía personal de libros y

películas, desde el afiche de La guerra de

los mundos, el film de los 50 basado en la

novela de H. G. Wells, hasta la más reciente

Sed (Bakjwi, o Sed de sangre, ignoro cómo

se llamó comercialmente el film en el país,

al que se puede acceder fácilmente en la

red), dirigida por el surcoreano Park Chan-

wook. Estas figuraciones se agrupaban en

dos franjas en las dos paredes enfrentadas

del espacio del bar y funcionaban de forma

distinta según estuviese la luz encendida

o apagada. En el último caso, unas líneas

de pintura fluorescente –a la que se llama

glow– sobrevivían a la oscuridad generando

una inquietud divina. El momento terrorífico

de la muestra aconteció cuando unas jóve-

nes damas repartieron unas copas de vino

Septiembre.

rEalpolItIk

También, un agradable viernes 8 de octu-

bre al caer la noche, fuimos con Luciano

FOTO PABLO RESOALVE

“La conferencia de los pájaros”, Manuel Brandazza

Jardín Francés, Parque de la Independencia

Page 119: Anuario 2010

���

al maravilloso Museo Castagnino a ver

la muestra “Un invento del tiempo”, del

arquitecto Oscar Niemeyer, donde logramos

llevarnos un flyer de El Puerto de la Música,

el proyecto que firma Niemeyer para la

realización en los muelles rosarinos de un

complejo cultural con salas de conciertos,

de exposición y un montón de cosas más.

La muestra, donde había objetos inventados

por Niemeyer en los que intentaban jugar

los hijos de los funcionarios que visitaban la

inauguración, fotos y planos de otras obras

del brasileño centenario desparramadas por

el mundo, además de maquetas explicativas,

videos y toda la parafernalia necesaria para

entender la importancia de Niemeyer –fue

el arquitecto de Brasilia, lo que amerita una

y cien exposiciones–; la muestra, decía, se

convirtió en un acto político en el que inter-

vinieron el intendente rosarino, el goberna-

dor santafesino y un legislador, además de

haber convocado a un destacado número

de funcionarios que de otro modo es difícil

llevar a un museo. Todos hablaron a favor de

la cultura y celebraron que una de las últimas

obras de Niemeyer se realice en Rosario, ciu-

dad que desde el principio de la gestión so-

cialista se ha transfigurado, embelleciéndose

en su urbanidad y multiplicándose en una

monumentalidad que tiene escasos paran-

gones: su nuevo Hospital de Emergencias,

sus centros de distrito, sus zonas ferroviarias

remodeladas; su río, devenido hoy casi una

construcción de la urbe. En fin. Sin embargo,

pese a que el arte no puede no ser político,

esta muestra, con toda esa afirmación de la

necesidad del Puerto de la Música –que en

los últimos días había sufrido los ataques de

una oposición que arguye con la cháchara

de la señora barreveredas–, resultó la menos

política de todas: la grandeza explícita de su

discurso y su puesta en escena borró con

cualquier rincón penumbroso en el que un

paseante pudiese hallar guarida para un acto

de resistencia.

Pero quién sabe. Como decía aquél predi-

cador del balompié que arrojaba sentencias

como gárgaras desde la televisión, mientras

sostenía en la mano un cigarrillo en una

boquilla, “por lo menos así lo veo yo”. §

Page 120: Anuario 2010

���

Dicen que los primeros días de la Bienal, que

coincidieron con el inicio de la primavera, se

pudo ver a Conchita y Lucio bailando por los

pabellones de Niemeyer. Era la primera vez

que la pareja mexicana salía de su país. Con

un paso lento, más parecido a un paseo que

a un baile, se desplazaron abrazados, repli-

cándose los movimientos como en espejo.

La gente, al rodearlos para verlos mejor, hizo

un círculo que los dejó en el centro de una

pista de baile improvisada. Y entonces ahí,

Conchita y Lucio aprovecharon para cambiar

de pareja y enseñarles la coreografía tropical

y triste del danzón a quien quisiera apren-

derla.

Cuando la pareja ya había regresado a

México, en la primera planta del pabellón se

podía ver el video de ellos bailando. No era

lo mismo, claro, pero compensaba el hecho

de que en la película se incluían imágenes

de las plazas de Veracruz, donde muchos

ancianos se reúnen diariamente a practicar

el danzón y en donde Ana Gallardo los había

conocido. Para reforzar la misión educativa

del proyecto, dibujaron con lápiz sobre la

pared un croquis de los giros y desplaza-

mientos que exige el baile. Y para dejar bien

explicado el símil entre la pista de baile y la

vida, anotaron también los desplazamientos

aNa gallarDo EN la 29 bIENal DE saN pablo

Lucrecia Palacios

Un lugar para vivir cuando seamos viejos, �0�0

geográficos que posibilitaron el proyecto

sobre un mapa, haciendo una línea un poco

curva que unía como puentes Rosario y

México (el viaje que hizo Ana Gallardo), de

México a San Pablo (el viaje de Conchita

y Lucio, y de Ana Gallardo también), de

San Pablo a Buenos Aires, de San Pablo a

Rosario, etc.

Lo que se instaló en el Parque de Ibirapuera

era la parte visible de una misión mayor: la

planificación de un geriátrico propio. Hace

tiempo que Ana Gallardo, Mario Gómez

Casas y Ramiro Gallardo trabajan en este

proyecto colectivo. “Desde hace muchos

años con los amigos pensamos cómo vivir

cuando seamos viejos. Sentimos que es

importante ocuparnos de nuestra vejez mien-

tras estemos en condiciones, en lugar de

dejar a otros esa carga y poder de decisión

sobre nuestra vida”, explican en su blog. Y el

danzón les sirve de modelo de una arquitec-

tura ya en funcionamiento en donde los an-

cianos pueden interactuar y sociabilizar lejos

de las normas sociales que regulan la vejez

y los imaginarios sobre ella: aislamiento,

desocupación, improductividad y decadencia

física.

Pero quizás el proyecto más importante

del que forma parte Un lugar para vivir

oCtubrE FOTO LILA SIEGRIST

Un lugar para vivir cuando

seamos viejos, Ana Gallardo

�� Bienal de San Pablo (Brasil)

Page 121: Anuario 2010

���

cuando seamos viejos es la propia obra de

Ana Gallardo. Conchita y Lucio bailando el

danzón se parecen mucho a Silvia Mónica

de Boca de jarro, la obra que Gallardo

presentó en la Bienal del Mercosur de 2008,

una videoinstalación en donde una mujer

cantaba, con la melodía y la teatralización del

bolero, los indicadores de violencia sexual

en Argentina. La ancianidad y la prostitución

los hacen frágiles, pero además en ellos Ana

Gallardo cifra un proyecto artístico que logra

unir los discursos disímiles del diario íntimo

con el de la crítica social sin que desentonen

porque entiende, como los movimientos

feministas y queers, que nuestra vida privada

es política.

Se parece también, aunque en éstas la

puesta en escena y la resolución formal sean

barrocas e imponentes, a La hiedra –la ins-

talación en Sendrós, donde reunió, a través

de una convocatoria, una enorme cantidad

de objetos relacionados con una historia de

amor– o a Pedimiento –obra que presentó en

Casa de las Américas en Madrid, en 2010,

basada en las ofrendas que se le hacen a la

virgen de Juquila en Oaxaca y para la cual

organizó que todos moldeasen en barro un

pensamiento para su propio futuro, un deseo

para su vejez. Como en Un lugar para vivir

cuando seamos viejos, en estas experien-

cias Gallardo apeló a su red de amigos para

construir una poética del afecto, la ternura y

la comprensión que discurre ágil entre

inefables como la muerte, el amor, la fragi-

lidad humana y, sobre todo, el arte como

posibilidad de cambio y transformación. §

Page 122: Anuario 2010

��0

BOGA / Galería de bolsillo es un espacio de

acción portátil dedicado a la exposición de

obras de arte de autores contemporáneos

de reconocida trayectoria y, principalmen-

te, buen humor. Bajo la influencia de los

pintores miniaturistas (en especial, Nicholas

Hilliard) y de experiencias tales como la Caja

en valija de Rrose Sélavy o Marcel Duchamp,

BOGA establece un catálogo táctil: obras

para tener siempre a mano.

Así, es concebida como un dispositivo,

siempre disponible, que puede ser traslada-

do en el bolsillo de un sitio para otro, y se

adapta para ser exhibida en cualquier evento

que lo merezca, como la inauguración de

otra exposición, transformándola en este

caso en una galería parásito, o presentada

de ocasión ya sea en un resto-bar, parque,

ómnibus o avión.

Las joyas son objetos preciosos, general-

mente, por ser únicos o difíciles de hallar.

Son elementos pequeños de un enorme

valor, asignado ya sea por el material que las

componen o bien por el afecto que se les

adjudica. Con este criterio se construye la

totalidad de las obras que componen el acer-

vo. Todas tienen como característica común

el tamaño: ninguna pieza excede los 10 cm

de alto y los 5 cm de ancho.

la fuErza DomEstICaDora DE lo pEquEño

BOGA / Galería de bolsillo

“La fuerza domesticadora de lo pequeño” se

titula el hexagrama 26 del I-Ching, y con do-

mesticar quiere decir (en el sentido de con-

versar) reducir, acostumbrar a la vista y com-

pañía del hombre al animal fiero y salvaje.

Del mismo modo, los objetos que integran

la colección demandan ser contemplados

en su menudencia. BOGA fue fundada en el

año 2002. Nuestra causa: el compromiso de

difundir la práctica en el pequeño formato y

apoyar investigaciones en dicho soporte.

“El pequeño formato encierra una verdad

trascendental; el cachivache es refugio de

todo un dios. En definitiva: la comprobación,

una vez más, de que la letra pequeña escribe

también el más hondo sentido de la historia

con mayúscula.”1

La galería trabaja con 35 artistas y cola-

boradores de ocasión. Posee 5 salas y 5

espacios desmontables. En el año 2010,

habilitamos la sala Raúl Domínguez que

cuenta con 120 paneles expositivos de 9,50

x 5,50 cm. Dichos espacios se encuentran

divididos en 20 nodos. Por su amplitud, la

sala Domínguez permite elaborar propuestas

visuales más osadas y comprometidas al

posibilitar el diálogo múltiple entre las piezas

1 Francisco Calvo Serraller. Pequeño formato para una verdad histórica. Catálogo de la exposición “Una colección de escultura moderna española”, Museo Nacional de Bellas Artes, 1997.

FOTO ARCHIVO BOGAoCtubrE

Page 123: Anuario 2010

���

en cuestión. A partir de mayo, se pudo ver

“Reyes de la noche”.

En agosto, mediante una convocatoria

abierta, inauguramos la sala Animal Print

con la muestra “Pequeño, peludo, suave”,

cuya selección estuvo a cargo del equipo

curatorial BOGA. En octubre participamos

de la subasta “La Fugaz V”, organizada por el

Centro de Expresiones Contemporáneas y el

Museo Castagnino+macro, con la propuesta

“BOGA Blends”. Convocamos a cinco cura-

dores (Maxi Rossini, Max Gómez Canle, Max

Cachimba, Agustín González y Guillermo

Ueno) con el fin de que cada uno eligiera sus

piezas predilectas, elaborara el modo a ser

expuestas y escribiera los fundamentos de

sus elecciones.

Galería de bolsillo se reafirma hoy como una

institución, un dispositivo cultural que inten-

ta establecer encuentros entre la memoria

artística y las dinámicas de producción y

circulación del arte contemporáneo.

BOGA es un animal de temer pero silvestre,

agazapado en sus diminutas dimensiones,

siempre listo para dar un coletazo.

[Staff: Michele Siquot & Ángeles Ascúa]. §

Page 124: Anuario 2010

���

NOVIEMBRE

Page 125: Anuario 2010

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Page 126: Anuario 2010

���

El campo artístico rosarino se caracterizó

en el mes de noviembre por una profusión

de muestras y actividades que torna difícil

la selección de algunas con el fin de dar

cuenta del abanico de posibilidades que

brindó la ciudad llegando al cierre del año.

Al respecto, es necesario explicitar desde

el comienzo la arbitrariedad del recorte

realizado y puntualizar que la intención es

pivotar sobre un arco plural de propuestas.

Por un lado, artistas consagrados en ámbitos

más o menos tradicionales, por el otro, los

que se encuentran transitando el camino del

reconocimiento en espacios que buscan una

grieta que visibilice su perspectiva en cuanto

a la gestión dentro del campo artístico y, por

último, un ambicioso proyecto que viene

dando sus frutos y que festejó en 2010 su

décimo aniversario.

“vaNzo. EsCENografÍas”

En el Museo Municipal de Bellas Artes

Juan B. Castagnino, la muestra “Vanzo.

Escenografías” abordó una parcela de la

rica producción del artista centrada en

una serie de bocetos escenográficos que

demuestran su prodigiosa labor plástica.

En una entrevista de fines de los años 50

publicada en el diario La Capital, el artista

pasaDo moDErNo, prEsENtE CoNtEmporáNEo y uN amplIo Catálogo DEl artE argENtINo

María Laura Carrascal

hacía un racconto respecto de esta práctica

específica: “Realicé las primeras esceno-

grafías corpóreas para los espectáculos de

los teatros metropolitanos «Porteño», que

ocupaba la compañía que dirigía Arturo

de Bassi; «Nacional», «París», «Marconi» y

«Metropolitan». Colaboré en la postura escé-

nica de vanguardia para la compañía Casnell-

Arrieta. También produje afiches escénicos

para Berta Singerman, Muiño-Alippi, Luis

Arata y otras figuras teatrales argentinas.

Cuando visitó Pirandello nuestra ciudad, con

la actriz Marta Abba, presenté escenografías

de las principales obras del famoso autor

italiano”.

Julio Vanzo (1901-1984) representa en

Rosario uno de los ejemplos más acabados

de lo que puede considerarse un artista mo-

derno en el sentido clásico del término. En

su fase más temprana, evidencia una clara

sintonía con las experimentaciones formales

de algunas vanguardias europeas como el

futurismo italiano o el constructivismo ruso,

referencias que se tornan visibles en algunos

de los bocetos expuestos donde interactúan

líneas rectas, planos angulosos, tipografía

y colores contrastantes. Al respecto, puede

establecerse un diálogo con el trabajo para

escenografías teatrales de Giacomo Balla y

NovIEmbrE FOTO LUIS VIGNOLI

Vanzo corazón

“Vanzo. Escenografías”

Museo Castagnino+macro

Page 127: Anuario 2010

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Page 128: Anuario 2010

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Enrico Prampolini en obras como Machina

typographica (1915-1916) y Glaucus (1921)

o de Alexandra Exter y Vladimir Tatlin en

Decorados para escena de apertura con

Jokanaan y Salomé (1917) y Una vida para el

Zar o Ivan Susanin (1913).

La fluida relación de Vanzo con los movi-

mientos de ruptura europeos se percibió en

estos bocetos que podrían haber sido mejor

aprovechados si el museo hubiese invitado

en la propuesta curatorial a investigadores

locales que tienen mucho para aportar. En

este caso, la historiadora del arte Lorena

Mouguelar –especializada en la obra de

Vanzo– es autora de varios artículos que han

sido publicados tanto en el país como en el

extranjero y podría haber contribuido con su

preciso análisis enriqueciendo una mues-

tra de estas características. Por ejemplo,

el pequeño texto curatorial pivota sobre la

relación entre los proyectos escenográficos

y su producción pictórica aunque la mirada

afinada de Mouguelar advierte que “Más que

con la pintura, las escenografías que realizó

Julio Vanzo durante los años veinte y treinta

están estrechamente vinculadas con su obra

gráfica contemporánea, y en particular con

las ilustraciones que publicó en diversos

periódicos y revistas de Rosario”. Por último,

es para destacar que se exhiban obras muy

poco vistas de artistas de la ciudad y que,

en lugar de dormir en los depósitos, revivan

a los ojos de nuevos espectadores brindán-

doles indicios sobre la densidad del arte

producido en Rosario.

luIs bENEDIt: “mEmorIa CapItal”

El artista Luis Benedit expuso por prime-

ra vez su obra en la ciudad y lo hizo en el

Museo Diario La Capital, exhibiendo una

serie de trabajos en materialidades diversas

que recalan sobre nociones que pueden vin-

cularse a la idea sobre un arte con identidad

regional. De esta manera, una mirada retros-

pectiva sobre el ser nacional se erige en la

representación de caballos, vacas y acceso-

rios utilizados frecuentemente en el mundo

gauchesco como alpargatas, botas de potro

y espuelas. Trabajando principalmente con

huesos de animales alude a lo que alguna

vez existió y que puede ser resignificado

plásticamente a partir de un tratamiento

de corte, pulido y encerado despojando a

este material de su impronta orgánica para

utilizarlo en obras como Huesos (2008-2010),

donde piezas abstractas componen sopor-

tes geométricos de formas ortogonales.

Dentro de la diversidad de la muestra, se

destacaron una serie de retratos de gran

tamaño realizados en carbón, sanguina y

grafito sobre tela que aluden al mundo crio-

llo, visible rápidamente tanto en los rasgos

de los retratados como en la referencia de

las obras. Agrupación Baigorrita B (2008) y

Agrupación Baigorrita C (2008) son “Retratos

de descendientes de caciques de la Pampa,

principalmente Ranqueles, basados en ico-

nografía indígena, descendientes de los caci-

ques Yanquetruz y su sucesor, Pichún Gualá

y Rita Castro (cautiva cristiana)”. Personajes

que interpelan con sus miradas resignadas

al espectador remitiendo al nombre elegido

para la muestra: “Memoria Capital”.

Carlos aguIrrE y

marÍa gabrIEla DI fraNCo

Cultura Pasajera es el proyecto de exhibición

y promoción de artistas contemporáneos

TRAUMA [NORBERTO PUZZOLO]

Sin título, ����

Tinta sobre papel; �0 x �� cm

“Viejas emergencias” Museo Castagnino+macro

Page 129: Anuario 2010

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Page 130: Anuario 2010

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Page 131: Anuario 2010

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que se desarrolla en diferentes espacios del

Pasaje Pam. Carlos Aguirre y María Gabriela

Di Franco expusieron en simultáneo una

serie de pinturas que denotan la revaloriza-

ción de este soporte respecto a las últimas

corrientes neoconceptualistas impulsadas

desde el mercado del arte. Esta dupla de jó-

venes artistas trabaja, cada uno a su manera,

en la materialización de universos personales

que se diferencian a partir de la figuración, la

gama cromática y las referencias temáticas

elegidas. Por ejemplo, Di Franco remite a un

estilo vintage recurriendo a tonos desatu-

rados en obras de pequeño formato que

dialogan con la estética de ilustraciones de

cuentos que parecen originadas en apuntes

fotográficos. Aguirre, en cambio, opta por

colores intensos y vibrantes en sugestivas

imágenes que producen una sensación de

extrañamiento a partir de la elaboración

de climas surrealizantes. En ambos casos

puede inferirse una mirada que revisita el

pasado en la búsqueda de elementos que

pueden articularse con el presente y donde

las referencias de la alta cultura y las expre-

siones populares se funden sin jerarquías.

DIEz años DE la rEvIsta Separata

Con la aparición en el año 2001 del pri-

mer número de Separata, el Centro de

Investigaciones del Arte Argentino y

Latinoamericano, dirigido por Guillermo

Fantoni, de la Facultad de Humanidades y

Artes de la Universidad Nacional de Rosario

iniciaba una actividad editorial sostenida

ininterrumpidamente hasta la actualidad. Se

trata desde entonces de poner en circula-

ción una publicación dedicada a la historia

del arte destinada fundamentalmente a

difundir trabajos exploratorios, avances de

investigación y artículos breves y sesgados,

nucleados en lo posible, en torno a temas o

problemas comunes. Así, durante diez años

y quince números, a veces en un formato

simple y excepcionalmente en un formato

doble, la revista ha recogido las investiga-

ciones realizadas por miembros del CIAAL

y también por invitados pertenecientes a

diferentes universidades del país, aspirando,

en consecuencia, a cartografiar la amplia y

variada producción historiográfica desarrolla-

da en los últimos años. Dentro de esta tarea,

artistas y agrupaciones, obras puntuales y

tendencias estéticas, entrecruzamientos del

arte con la música y el mundo de la lírica,

con la antropología y la arqueología, con la

moda y el diseño o con la tecnología y la

política, así como los debates estéticos e

ideológicos, el modernismo y las vanguar-

dias y las relaciones entre centro y periferia,

han sido algunos de los ejes problemáticos

transitados por la revista. En algunos casos

los estudios de creadores como Antonio

Berni, Julio Vanzo y Lucio Fontana, Alfredo

Guido, Manuel Musto y Augusto Schiavoni,

José Marín Torrejón, Tito Benvenuto y

Joaquín Alvarez Muñoz, Leónidas Gambartes

y Juan Grela constituyen una suerte de

antología de artistas representativos de

Rosario: pintores, escultores y grabadores

muchos de los cuales a pesar de su relevan-

cia y calidad habían sido poco frecuentados.

De todos modos, en los casos de autores

con amplia proyección pública se exploraron

aquellos aspectos inéditos y un cuerpo de

obras menos conocido. También aparecen

ensayos sobre figuras paradigmáticas del

arte argentino como Cándido López, Martín

FOTO LUIS VIGNOLI

Topacio Fresh de visita en la inauguración de

“Vanzo. Escenografías”

Museo Castagnino+macro

Page 132: Anuario 2010

��0

Malharro, Xul Solar, Esteban Lisa y temas

como el arte y la iglesia en el siglo XIX, el

impacto del novecento italiano en el arte

argentino entre las guerras mundiales, la

constitución de un canon del grabado social,

los debates sobre la abstracción en tiempos

del peronismo, las perspectivas de género,

entre otros. Por otra parte, la revista otorga

relevancia al análisis iconográfico y simbóli-

co de manifestaciones prehispánicas como

los textiles andinos o etnográficas como los

diseños de los bolsos wichi del Gran Chaco.

En este mismo sentido, han merecido igual

atención las operaciones de recuperación

de las artes de la antigua América y de las

sociedades indígenas por parte de artistas

modernos y de vanguardia como Ricardo

Güiraldes, Alfredo González Garaño, Alfredo

Guido y Xul Solar a comienzos del siglo XX

o de la segunda mitad como Gambartes y

Grela.

Cabe señalar también que Separata se ubica

en la tradición de las pequeñas revistas que

se proponen procesar temas que emergen

de los debates culturales y en este caso,

más específicamente, del estado de nuestra

historiografía del arte y de las contingencias

de la vida intelectual constituyendo una

colección de lo producido en cada momen-

to por un grupo, siempre en expansión, de

especialistas de la historia, la antropología,

el arte o la música. Una revista que en la

levedad de su diseño y materialidad conjuga

textos con una multiplicidad de pequeñas

imágenes que al modo de viñetas con-

densan también una concepción amplia y

comprensiva de la historia del arte. §

FOTO LUIS VIGNOLI

“El Jardín Leído”, Juan Carlos

Romero y Marcelo Lo Pinto

Museo Castagnino+macro

Page 133: Anuario 2010

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Page 134: Anuario 2010

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En el 65º aniversario de la Escuela Municipal

Manuel Musto, el pasado octubre sus

profesores pidieron al Club del dibujo, una

intervención en esa fiesta.

Las fiestas nos gustan. Celebraciones co-

lectivas y efímeras, el convite fue aceptado.

La propuesta se llamó “Coreografía de un

retrato”. Imaginamos a los integrantes de

esa querida Escuela del barrio de Saladillo

retratándose unos a otros. Distintas genera-

ciones, distintos cuerpos, distintas historias,

distintos colores, distintos oficios. La calle

fue cortada y allí como una amplia coreo-

grafía, las escenas de dúos dibujándose se

repitieron desordenadamente y en extenso,

con una vitalidad enorme.

El retrato es una ocasión para mirar a otro y

zambullirse en esa fisionómica.1

¡Resultados bien diversos! Si el cuerpo de

una escuela son sus integrantes, allí estuvo

la demostración.

1 Tomo el término fisionómica de César Aira, en su ensayo ficcio-nal sobre Johan Moritz Rugendas, Un episodio en la vida del pintor viajero (Beatriz Viterbo Editora, 2000).

CorEografÍa DE uN rEtratoClub DEl DIbujo EN la EsCuEla muNICIpal maNuEl musto

Club del dibujo

NovIEmbrE

Page 135: Anuario 2010

���

FOTO GASTÓN MIRANDA

��º aniversario de la Escuela

Municipal Manuel Musto

Page 136: Anuario 2010

���

El doble sentido que encierra la palabra

“emergencias”, asociada al difuso campo

del periodismo cultural en Rosario, funciona

como síntesis perfecta para el ciclo Estados

Alterados que pasó por el CCPE/AECID en

agosto de 2010.

Esta segunda edición del ciclo –la primera

fue en 2008– partió de una selección de

quince comunicadores culturales “emergen-

tes” argentinos que trabajamos en tres

workshops con referentes iberoamerica-

nos del tema, en los centros culturales

de España de Rosario (agosto), Córdoba

(septiembre) y Buenos Aires (noviembre),

respectivamente.

Así fue que José Alberto López, el fundador

de la revista Lápiz, estuvo tres días en la

ciudad compartiendo su experiencia como

editor de la publicación en lengua española

más influyente del panorama internacional

del arte contemporáneo desde 1982.

Las jornadas fueron tan intensas que jamás

se interrumpían, apenas se trasladaban, del

Túnel 4 al Patio de los Cipreses para sumar

café a la reflexión, o a un club de pesca

donde se discutía de igual modo la diferen-

cia entre revista y suplemento cultural, como

entre boga y dorado.

EmErgENCIas EN El pErIoDIsmo Cultural

Dardo Ceballos

Don López, que con su tono madrileño repa-

só minuciosamente los casi 30 años de Lápiz

y los 3 de Numen (revista de historia del arte

editada por el mismo equipo), fue muy gene-

roso en detallar uno a uno los pasos para la

constitución de una revista cultural especia-

lizada, compartiendo los aciertos y errores

que llevaron a Lápiz a conseguir el prestigio

que hoy tiene.

Conocer cada detalle de la receta con que se

gestó una de las más encumbradas publi-

caciones de arte en todo el mundo, no hizo

más que acentuar la sensación de “emergen-

cia” de las condiciones de producción del

periodismo cultural en Argentina, y mucho

más fuera de la ciudad de Buenos Aires.

Emergencia como una precariedad que

siempre se supone transitoria hasta que ter-

mina por naturalizarse como el único modo

de subsistencia posible, y cuyos factores

determinantes son más socioculturales que

económicos.

“Debemos adelantarnos en el tiempo, los

suplementos están más sometidos a la ac-

tualidad”, sentenció López como un “antro-

pólogo” recién llegado a territorio emergente

que aún no puede quitarse las anteojeras

de los cánones europeos; las apariencias

NovIEmbrE FOTO JUAN MASCARDI (PERIODISTA)

“Messi, crónicas y Estados Alterados”,

conferencia de Julio Villanueva Chang

CCEC / AECID

Page 137: Anuario 2010

���

engañan y la “Barcelona argentina” es más

compleja de lo que parece.

El señor Lápiz llega a una ciudad cuya eco-

nomía pujante se desborda por la costa del

Paraná, conoce como la palma de su mano

la activa escena del arte contemporáneo

local, y se encuentra con quince periodistas

muy capaces. Entiende que una o varias

revistas culturales podrían funcionar perfec-

tamente en este escenario y no entiende

los complejos entramados que lo impiden…

nosotros quizá tampoco.

El acto de narrarse a sí mismo es identitario

de toda sociedad, y el periodismo cultural

Page 138: Anuario 2010

���

es quien puede articular una voz propia,

pero nos cuesta demasiado hablar, escribir

y leer sobre nosotros mismos. Queda la

sensación de que López, Lápiz y sus lectores

se interesan más por el arte contemporá-

neo argentino que nosotros mismos, que a

nuestros mismos artistas les interesa más lo

que escriben López y Lápiz, y que, mientras

tanto, los emergentes de siempre estaremos

escribiendo sobre algo lo suficientemente

lejano y exótico para no incomodar a nadie.

La relación entre arte y periodismo en

Argentina es pura emergencia, la cultura

commodity replica la más perversa lógica

del modelo agroexportador: nuestra produc-

ción tiene más valor afuera y aquí hablamos

de otra cosa. Nos quedamos pensando en

cómo escapar a esa trampa, mientras López

se despedía de todos con su latiguillo más

festejado: “Y con esto y un bizcocho hasta

mañana a las ocho”.

CórDoba (sEptIEmbrE DE 2010)

julIo vIllaNuEva ChaNg - rEvIsta

etiqueta Negra (pErú)

Helado comienzo de septiembre cordobés

en el CCEC, Julio Villanueva Chang es un

manipulador profesional que se presenta

diciendo: “Vine hasta aquí para ponerlos en

crisis, mi objetivo es que cuando este taller

termine les dé asco lo que hayan escrito

en su pasado”. Revisa, junto a nosotros,

interminables sesiones de chat donde edita

a los redactores de los perfiles más famosos

de Etiqueta Negra, abusa de las menciones a

sus conocidos/amigos del Star System cultu-

ral, y consigue que militemos en la búsque-

da de mejores textos y pensemos en nuevas

condiciones de producción de los mismos.

Algunas de sus ideas:

Un escritor de perfiles es un manipulador.

El editor es un ignorante cuya especialidad

es hacer buenas preguntas.

Hay que aprender a entrecomillar y decidir

qué iluminas y qué oscureces.

El chat es una excelente herramienta de

editing.

Se trata de producir ideas, no aforismos,

sino ensayos, síntomas.

Todo periodista es un cazador de paradojas.

No tenemos ganas de mirar horrorizados

por última vez nuestro propio texto antes de

apretar el botón send.

buENos aIrEs (NovIEmbrE DE 2010)

rogElIo vIllarrEal - rEvIsta

replicaNte (mÉxICo)

Agradabilísimo octubre porteño, días de sol

en que no hace frío ni calor. Rogelio Villarreal

llega, reparte sus revistas y libros, y no se

posiciona como alguien que tenga un saber

para transmitir, sino como un dinamizador de

grupo en busca de sinergia colaborativa.

Replicante es una revista cultural nacida en

papel, con fuerte trabajo de edición de los

textos que sin perder de vista su calidad, ni

sus necesidades económicas, decide recon-

vertirse al formato web. Lejos de la previsi-

bilidad y grandilocuencia de Lápiz, y de la

(a veces) faraónica tarea de Etiqueta Negra,

Replicante es una revista de contenidos

creativos y de gran nivel que parece hacerse

desde un lugar más relajado, más placente-

ro, más empático con ese “nosotros” que

significó Estados Alterados.

Guiados por Rogelio, sometimos nuestras

publicaciones a largas sesiones de editing

grupal… lo disfrutamos enormemente. §

Page 139: Anuario 2010

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Page 140: Anuario 2010

���

DICIEMBRE

Page 141: Anuario 2010

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Page 142: Anuario 2010

��0

FOTO ANDREA OSTERA

“Cochet utópico”

CCPE/AECID

DICIEmbrE

DICIEmbrE

Norberto Moretti

2010 fue un año con algunos instantes altos

en materia de muestras pero no fueron tan-

tos como sería deseable.

Tenemos pocas galerías de arte en la ciudad,

varias instituciones dependientes de la

Municipalidad y muchos espacios alternati-

vos. No siempre se encuentra el criterio ade-

cuado a la hora de definir lo que se expone,

así como hay expositores que carecen de

autocrítica suficiente.

El mercado de arte en Rosario es casi inexis-

tente. El artista necesita vender su obra, para

seguir realizándola y para sentirse gratifica-

do en su ego. Pensemos en la defensa de

Gustavo Cochet, quien sostenía que debía

venderse la obra realizada, y en la afirmación

de Picasso: “un pintor es un hombre que

pinta lo que vende; un artista es un hombre

que vende lo que pinta”.

También es cierto que por lo general el arte

va por un carril y el mercado por otro, lamen-

tablemente.

Hubo muchas exposiciones en la ciudad en

el último mes del año:

• En la Alianza Francesa, San Luis 846,

Eulalia Gentile Munich presentó esculturas

de la serie “Los espacios habitables”, y al-

gunos relieves para colocar en la pared. Sus

trabajos invitan a un mundo menos ruidoso y

más místico.

• “El desafinado”, muestra curada por Hugo

Cava y co-curada por Marcela Cattaneo,

antológica de Rubén Porta (Bombal, 1925

- Santa Fe, 2005): buena oportunidad para

conocer la vida y la obra, a través de la expo-

sición y del libro que también se presentó,

de quien fue profesor, director y vicedecano

de la Escuela de Bellas Artes (Facultad de

Humanidades y Artes de la UNR).

• En ese momento también se vieron en

el Castagnino trabajos del recordado Julio

Vanzo, en su faceta de decorador y escenó-

grafo.

• En el Museo de la Ciudad, Bv. Oroño

2300, se presentó el libro, profusamente

ilustrado, Ciudad de Rosario (con textos

de Raúl D´Amelio –director de la institu-

ción–, Agustina Prieto, Ana María Rigotti,

Pablo Montini y Alicia Megias, editado por

Daniel García Helder), así como la muestra

“Rosario, Episodio Dos” que continuará

exhibiéndose durante los primeros meses

de 2011 para que pueda ser visitada por

colegios y público en general.

• En Moreno y Córdoba se inauguró, el 17

de diciembre, la sede definitiva del Museo

de la Memoria, que antes funcionó

Page 143: Anuario 2010

���

–logrando momentos destacables, buenas

muestras y el permanente recuerdo– en

la vieja estación Rosario Norte, Avda. del

Valle 2724, un lugar que aun siendo mucho

menos imponente no carecía en absoluto de

importancia. La casa fue proyectada por el

Arq. Ermete de Lorenzi y realizada, en 1928,

por el Ing. José Spirandelli. Se usó como

residencia familiar hasta finales de los años

cuarenta; posteriormente, durante la última

dictadura militar, funcionó allí el Comando

del II Cuerpo de Ejército, a 200 m del centro

de detenciones clandestinas conocido como

Servicio de Informaciones (SI). Después, por

algunos años, estuvo el bar Rock & Feller, y

ahora el Museo de la Memoria, que cuenta

con biblioteca, auditorio, un centro docu-

mental y sala de exposición permanente así

como otra de muestras temporales.

• En Ivan Rosado, Salta 1859, planta alta,

“Litoral”, interesante propuesta de Claudia

del Río.

• En Cultura y Derecho, nuevo espacio en

la Facultad de Derecho de la UNR, Córdoba

1520, se vio una exposición de fotografías

sobre la vida y la obra de Lucio Fontana. El

día de la inauguración (27 de noviembre) se

proyectó el audiovisual sobre Fontana Tres

momentos, de Emilio Ghilioni.

• En la Sala Trillas, del Teatro El Círculo,

Mendoza y Laprida, en “Joyas para una joya”,

muestra curada por Dante Taparelli, expo-

nían sus trabajos Gabriela Miguel, Graciela

Di Mónaco, Marcela Luppi, Patricia Alvarez,

Mario Colombo y Miguel Angel Tomé.

• En la Biblioteca Argentina, Pje. Alvarez

Page 144: Anuario 2010

���

FOTO ANDREA OSTERA

“Itinerarios de colección”

Fundación OSDE

1550, muestra de 20 fotógrafos de

Pergamino.

• En el Distrito Centro, Avda. Wheelwrigth

1486, dibujos y pinturas de Lucas Eugenio

Marelli.

• Mariela Carbonari presentó objetos en el

espacio de arte de O. Lagos 55 bis, que será

oficialmente inaugurado este año.

• En el Colegio Lasalle, Mendoza 444, expo-

sición de alumnos del taller de Alfredo De

Gregorio, trabajos en vidrio con algunos muy

destacables.

• En el Rectorado de la UNR, Córdoba 1814,

muestra de egresados de la facultad de

Humanidades y Artes.

• En el Museo Gallardo: “Biodiversidad”,

amplia información sobre el tema, inaugura-

da en noviembre, se extenderá durante gran

parte de 2011.

• También allí, “Argentina por descubrir”,

fotografías de Raquel Morales.

• En Arte Rosario, Sarmiento 724, muestra

del Taller de Nelly Cortizo.

• En La Cibeles, Córdoba 1015, colectiva con

obras de Berni, Bruniard, Orihuel, etc.

• Muestra del Taller de Expresión Plástica

de la escuela “El pajarolero”, en la Bolsa de

Comercio, Paraguay 755.

• En la Sede de Gobierno de la Pcia. de

Santa Fe, Santa Fe 1950, primer piso, hasta

el 14 de diciembre se pudo ver la muestra

de Olga Vitábile y posteriormente, la última

del año, “Abrakadabra”, de Andrea Astrobi y

Adolfo A. de Benedetti.

• “Artes Visuales se muestra”, exposición de

egresados de la Escuela Provincial de Artes

Visuales, se exhibió en la Fundación Centro

Rosario, Mendoza 1527.

• Angel Sanssone, en el Centre Catalá, Entre

Ríos 761, fotografías.

• También ahí, en la Sala Joan Miró, muestra

del Taller de alumnos de la entidad, a cargo

de la Prof. Isabel Iglesias.

• En diciembre se siguieron viendo en el

Pasaje Pam, Córdoba 954, las muestras de

Mariela Di Franco (en Ribuar) y de Carlos

Aguirre (en La Vitrina).

• Hasta el 17 de diciembre (se había inau-

gurado el 25 de noviembre) pudieron verse

en Amigos del Arte, 3 de Febrero 755, las

pinturas de Ana María Noviski.

• En el espacio de arte de San Cristobal,

Italia 620, 23er. Salón de fotografías, en color

y en blanco y negro.

• Muestra de alumnos del taller “El Hurón

Rojo”, de Sebastián Pinciroli, en El Levante,

Ricchieri 120.

• En Camp, Suipacha y Jujuy, muestra de

alumnos del Taller “La Mandarina”, de Fabián

Rucco.

• Delia Bonicelli presentó pinturas en la

Fundación Libertad, Mitre 170.

• En la Casa del Artista Plástico, Sgto. Cabral

y Urquiza, muestra de todos los Talleres de

la casa.

• En el Macro siguió viéndose “Modos de la

geometría en el paisaje - Diseño de indumen-

tarias” (producciones de Varanassi, Gryciuk,

By Juana y Brandazzi) y “Viejas emergencias”

(curada por Roberto Echen, trabajos funda-

cionales de artistas ahora consagrados).

• Marcelo Traficante expuso pinturas en Arte

Privado, Dorrego 26 PB.

• En el LXIV Salón Nacional Rosario de 2010,

en el Museo Castagnino, fueron premiados

Verónica Gómez, Karina Granieri, Livio Javier

Giordano, Gastón Miranda, Michele Siquot,

Cintia Clara Romero y Marcela Cabutti.

Page 145: Anuario 2010

���

• “Intimidad”, fotografías de la chilena

Cynthia Suárez Ramírez, en Zona Roja,

Mendoza 927.

• En el CAR, Chacabuco 1371, colectiva de

siete fotógrafos rosarinos: Germán Rampo,

Isis Milanesi, Ana Inés Soria del Castillo,

Daniel Miró, Ana Bruzzi, Jimena Laraia y José

Manuel Villamil.

• En Stein Galería de Arte, Santa Fe 2479, en

la Sala I, pinturas de Lopícolo y esculturas de

Emiliano González, y en la Sala II, obras de

Vanzo, Uriarte, Ottmann, Domínguez, etc.

• Concejo Municipal, Córdoba y 1º de Mayo,

pinturas de Alberto Nassivera.

• También allí, “Extremos”, fotografías de

Rubén Lescano.

• En El Hornero, J. M. de Rosas 1147, pintu-

ras de Miguel Angel Calabrese.

• En Casona Cardón, Córdoba 1828, pinturas

de Silvana Todeschini.

• Durante diciembre siguió viéndose en el

Museo Estévez, Santa Fe 748, la muestra de

platería colonial, patrimonio de la entidad.

• En el Centro Cultural Bernardino Rivadavia,

San Martín 1080, después de clausurarse

la muestra “Un Rosario de tango”, fotos de

Hugo Goñi, se inauguró “Imágenes de la

Revolución Mexicana”, históricos registros

fotográficos de la época.

• También en el CCBR, en la Sala Gambartes,

expusieron alumnos de la Escuela de Bellas

Artes de la UNR.

“Itinerarios de colección” (comenzó el 17 de

noviembre de 2010 y se extendió hasta el

16 de enero de 2011) es la muestra que con

Page 146: Anuario 2010

���

FOTO ANDREA OSTERA

Daniel García, Museo de la Memoria

parte de su colección presentó la Fundación

OSDE en Bv. Oroño 973, pisos 5to. y 6to.

Se exhibieron treinta y seis trabajos, en su

mayoría premios adquisición de certámenes

organizados por la entidad a comienzos de

la década, así como también algunos que

fueron compra directa. Una vez más el espa-

cio resulta gratificante por la amplitud que

tiene, la buena iluminación y la tranquilidad

con que se pueden recorrer las muestras,

lo que permite la comunión del espectador

con la obra. Nombres conocidos y otros

que no lo son, con lo que se puede seguir la

trayectoria de alguien después de haber sido

premiado y ver, en las distintas disciplinas

–pintura, dibujo, grabado y fotografía– des-

de modos de los llamados “tradicionales” a

experiencias, lo que hace particularmente

agradable y didáctica la visita a esta muestra

cuyo nombre alude a la idea que la generó:

ser vista en diferentes lugares del país “y

permitir un acercamiento directo al arte

contemporáneo y algunas de sus caracterís-

ticas”.

En el Museo Diario La Capital, Sarmiento

763, se vio hasta el 19 de diciembre una

muestra antológica de quien es, indudable-

mente, uno de los referentes más destaca-

dos del arte contemporáneo nacional: Luis

Benedit. Instalaciones, dibujos, grabados

y objetos de diferentes momentos de la

trayectoria del artista prueban una vez más

que es un dibujante excelente, un artista in-

quieto que busca la manera de comunicarse,

invitando al espectador a no quedarse sólo

con la apariencia de lo que se ve, incitándo-

lo a reflexionar sea a través de la tela, del

papel, de los huesos de vaca, del realismo a

la metáfora y al espacio. Recordable primera

muestra individual de Benedit en nuestro

medio.

Un rescate que era absolutamente nece-

sario, el de Gustavo Cochet, un nombre

que impone respeto por su coherencia

política y artística. Los tres túneles del

CCPE/AECID presentaron “Cochet utópico”,

curada por María Eugenia Prece, con textos

de la curadora, así como de Laura Rippa y

Sabina Florio: grabados –disciplina que el

artista manejaba con una solvencia muy

especial–, con los “Caprichos”, aguafuertes

que muestran el horror de la guerra civil

española, pinturas –naturalezas muertas,

paisajes y figuras (con la presencia de su

esposa Francisca)–, con su color y pincelada

particularísimos. Muy documentada con

escritos, cartas, libros y fotos, la retrospecti-

va de Cochet es uno de los momentos más

altos de la temporada 2010, por su calidad y

por la justicia del rescate de quien todavía no

ocupa el lugar que se ganó.

Hay muchos más nombres por descubrir en

la ciudad, de artistas muertos y de artistas

vivos. Es más fácil hacer un homenaje a

alguien probadamente grande que investigar,

descubrir y poner en su lugar a gente que

sigue esperando.

Debemos recordar que la subjetividad no es

un juicio de valor, que el disenso no es ene-

mistad. Que la palabra pluralismo no pierda

su significado.

El arte mejora la calidad de vida. Arte sin

etiquetas, pues la única válida debe ser la

calidad. No quedarse en el siglo XV ni creer-

se del XXIII: es tan mediocre el oficio sin

creatividad como la novedad por la novedad

misma.

Rosario sigue teniendo, como tuvo y segu-

ramente tendrá, grandes artistas, populares,

famosos o desconocidos. §

Page 147: Anuario 2010

���

Page 148: Anuario 2010

���

01. [1980]

Tengo cuatro años de edad. Voy al Jardín de

infantes del Normal 2. En los recorridos nos

topamos con esa presencia insidiosa. Hay

muchas cosas que no entiendo. Pregunto

por las vallas que nos obligan a cruzar de

vereda, desviándonos de nuestro camino.

“Es porque tienen miedo”, dice mi madre.

Tres años después vendrán más explicacio-

nes. Pero, por ahora, permanece la imagen

oscura del paso prohibido. Del miedo en la

calle. Del sitio fantasmal donde el horror se

enmascara como decisión administrativa.

02. [2000]

Es 24 de marzo. El punto de partida de la

marcha es la Plaza San Martín. El primer

movimiento entonces es hacia esa esquina.

Para denunciar lo que allí, hace más de vein-

te años, todavía tenía lugar. Siento algo de

impotencia en la denuncia. Pero también una

persistencia. Ahí seguiríamos estando, año a

año, para contrastar la dinámica de consumo

instalada bajo una palabra que jugaba con

una homofonía horrible pero en la que cierta

dimensión de la verdad retornaba: el nombre

propio de un millonario norteamericano que

apoyó los terrorismos de Estado latinoameri-

canos. Ese bar me resulta casi inconcebible.

O, más precisamente, lo que me resulta

inconcebible es el grado de olvido necesario

para que alguien se constituya como consu-

midor en ese espacio.

03. [2009]

Hay una reunión con algunos compañeros

de la primaria. Dos de ellos me piden que

los pase a buscar. Me avisan que van a estar

ahí, en ese lugar. Uno está viviendo afuera.

Vino por algunas semanas. Les podría decir

que me esperen afuera o quedar en otra

parte. Pero decido ir, entrar por primera vez,

“ver por dentro esa monstruosidad”. Las

últimas cuadras las hago con la mente en

blanco. El interior se me aparece como un

campo libidinal compuesto por miradas,

gestos y movimientos. Me viene a la mente

una deformación del poema de Perlongher:

“sobre esa trama de procacidades, hay

cadáveres”. Apuro a mis amigos con una

excusa cualquiera. Lo que desde el exterior

me resultaba inconcebible, desde el interior

devino asfixiante.

04. [2010]

Ingreso a la finalmente inaugurada nueva

sede del Museo de la Memoria. Vengo, en

cierto sentido, preparado. El día anterior

pude conversar con su director. Tengo en

musEo DE lamEmorIa

Franco Ingrassia

DICIEmbrE FOTO DANIEL GARCÍA

Museo de la Memoria

Page 149: Anuario 2010

���

mente la definición de este lugar como

“un espacio para recordar la fragilidad de

la condición humana”. De modo amable

me invitan a recorrerlo. Me encuentro con

experiencias de lectura, con la organización

de una temporalidad, con espacios abiertos

y representaciones recombinantes, con la

intensidad del cruce entre devenires singu-

lares e historias colectivas. Siento como si

las imágenes, las palabras, los sonidos y los

objetos estuviesen componiendo un entorno

de acceso a la ausencia, un régimen de lo

sensible que permita hacer la experiencia de

la relación con un vacío. Y si bien hace tiem-

po que aprendí que la memoria activa es un

trabajo infinito de reelaboración construido

a partir de un núcleo insimbolizable, no me

resulta fácil sostenerme en el recorrido. Una

extraña idea de intimidad hace que pregunte

poco, por no querer que se escuche mi voz

quebrada. Es la fragilidad común la que en-

cuentra un escenario de exposición en estas

configuraciones estéticas. Y es en ella que

estas configuraciones hallan su invaluable

punto de anclaje: no en un sentido estable-

cido sino en un territorio de significación.

En un espacio, que las mismas obras hacen

posible, para que singular y colectivamente

podamos construir las implicancias actuales

de la presencia de tantas ausencias. §

Page 150: Anuario 2010

���

El Monumento a la Bandera, con su torre de

setenta metros de altura y sus más de diez

mil metros cuadrados cubiertos de már-

mol extraído de las canteras de los Andes,

¿quiénes lo construyeron? En todos los

libros, folletos y sitios de internet figuran los

nombres de los arquitectos y de los esculto-

res que lo proyectaron, dirigieron las obras

y moldearon toda una serie de estatuas y

relieves con los valores espirituales, telúri-

cos, geográficos, históricos y económicos

de la nación, según la simbología euríndica

que profesaban en las primeras décadas

del siglo XX algunos intelectuales y artistas

pertenecientes a los sectores más conserva-

dores de la sociedad, valores que, perdiendo

sus rasgos concretos, vendrían a resumirse

en aquel símbolo más abstracto y sagrado

de todos: la bandera celeste y blanca.

¿Pero fueron los arquitectos, los escultores

y sus más estrechos colaboradores los que

transportaron los grandes bloques de piedra

desde la precordillera de San Juan, cavaron

los cimientos, nivelaron el piso, fraguaron

hormigón para las estructuras, levantaron los

muros de ladrillo, ensamblaron los andamia-

jes de madera, colocaron las planchas de

mármol, montaron la instalación hidráulica

con el mecanismo que impulsa el agua de

EjErCICIos DE ImagINaCIóN hIstórICa

D. G. Helder

la fuente, hicieron la conexión eléctrica para

que el ascensor de la torre llegue hasta el

mirador?

La página web oficial de la Dirección General

del Monumento a la Bandera menciona las

empresas contratadas por el Estado para

las distintas partes y etapas de la construc-

ción que se demoró catorce años: Taiana &

Pasquale de albañilería, ERCA de hormigón

armado, Spinelli de electricidad y Capella

que fue la proveedora de mármol travertino

con el que se recubrió por dentro y por fuera

la totalidad del Monumento. Averiguando un

poco sabríamos los nombres de los titulares

y socios de esas empresas contratistas y

a qué grupos sociales y sectoriales perte-

necieron, pero difícilmente daríamos con

la identidad de uno solo de los albañiles,

pintores, carpinteros, herreros, marmolistas,

ladrilleros, obreros de las fábricas de cal y de

hormigón, fundidores, trabajadores ferro-

viarios, transportistas, serenos, cocineros,

etc., etc. que participaron directa o indirecta-

mente de las obras que dirigió en persona el

ingeniero y arquitecto Ángel Guido.

Anónimos, tampoco ganarían mucho si

una ordenanza municipal les restituyera el

nombre, el apellido y el oficio en una extensa

nómina a esculpirse en los muros de sólida

DICIEmbrE [Autor anónimo]

Rosario, ca. ���0

Ángel Guido junto a la maqueta presentada en

el concurso y realizada por Manuel Chamorro,

colaborador del arquitecto Guido

Colección Chamorro, Museo de la Ciudad

Page 151: Anuario 2010

���

piedra: esta mención honorífica, hecha

cuando casi todos deben estar muertos, no

reintegraría ni siquiera a sus descendientes

el grado de explotación, la parte impaga

del trabajo, la masa de plusvalía estrujada

por la clase propietaria, el tiempo de vida

enajenado en la construcción de una obra

propiamente faraónica, formidable aparato

de dominación simbólica. Con los mismos

recursos materiales y humanos se podrían

haber hecho por ejemplo tantos planes

sociales de vivienda o tantos kilómetros de

cloacas.

La investigación, la documentación y el

archivo como la imaginación histórica

pueden darnos un vertiginoso sentido de

la proximidad del pasado y, en el rebote de

ese efecto, reportarnos una mayor concien-

cia de las contradicciones y desigualdades

sociales que siguen aún vigentes, empezan-

do por la más trillada: torres inteligentes a

lo largo de las avenidas costaneras y tiras

de asentamientos precarios junto a las vías

muertas o resucitadas de la red ferroviaria.

Explícitamente y no tanto, de modos más in-

directos o sutiles, el libro Ciudad de Rosario

refiere –en la dialéctica de los textos y las

imágenes que se alternan y yuxtaponen en

un juego de mutua ilustración– los contras-

tes sociales más evidentes que surgieron

en determinados segmentos o momentos

del proceso histórico rosarino: los palacios

Page 152: Anuario 2010

��0

de renta y los conventillos, los primeros

edificios en altura y las casillas de madera

y chapa, los bulevares y las calles de barro,

el Parque Independencia y los basurales, las

grandes tiendas del centro y los barrios obre-

ros de la periferia.

En la página 89 del libro hay una fotografía

en blanco y negro del Arq. Guido posando

junto a la maqueta de su proyecto original de

1940: claroscuro, pulcro guardapolvo blanco

del que asoma una corbata a rayas, la testa

maciza calva en la parte superior, un codo

apoyado en la rampa que se corresponde en

la realidad con la bajada de calle Córdoba,

mano colgando en el vacío con alianza de

oro, otra mano en la cintura, brazo doblado

en forma de asa, como petrificado en su sala

exclusiva del museo de cera mira a la cáma-

ra desafiante y serenamente, enfrentándose

a la posteridad.

Páginas más adelante se reproduce una fo-

tografía, también en blanco y negro, de dos

obreros de la construcción. Tomada hacia

1950, ésta comporta una novedad respecto

a otras fotografías de la misma época que

documentan los avances de las obras del

Monumento. En esos registros, cuando

aparecen obreros casi nunca están en primer

plano, son como figuritas grises sin rostro ni

señas particulares, inclinadas hacia la tierra,

entre montículos de material, subidas a los

andamios o accionando una polea, empu-

ñando palas, dan la impresión de estar a

punto de borrarse, absorbidas por el fondo

grisáceo de los planos generales donde lo

que salta a la vista son los armazones que

rodean la torre a todo lo alto, monumento

efímero que duró lo que sirvió.

Por el contrario, en esta fotografía los dos

obreros se muestran de frente y en primer

plano, de hecho posan para la cámara en

posición de descanso, apoyando espontá-

neamente una mano en la pared, sólo que

no se trata de una pared lisa y llana sino del

relieve de José Fioravanti, ocho metros de

largo por tres de alto, ubicado dentro del

atrio en el muro de la calle Santa Fe, y cuyo

motivo histórico es el preciso momento

–seis y media de la tarde del 27 de febrero

de 1812– en que el General Belgrano, vistien-

do uniforme de gala sobre su bien apretado

corcel de batalla, hace flamear la enseña

patria mientras un clarín anuncia al mundo

el acontecimiento de su creación; fuerzas

regulares de caballería, milicias locales y arti-

lleros, mujeres, hombres y niños del pueblo,

el sacerdote con el misal entre las manos

y hasta los caballos siguen atentamente y

con emoción la ceremonia inaugural que se

desarrolla en las barrancas del río Paraná,

frente a las que varias embarcaciones siguen

ancladas a la espera de viento favorable para

transportar a Santa Fe a los granaderos de

Fernando VII; según el Dr. Carlos de Sanctis,

la nota costumbrista la da un paisano con

sus pilchas típicas, rebenque en mano, que

calzan botas de potro.

Ciento cuarenta años después, los obreros

de la foto, en la flor de la edad productiva, al

máximo de su capacidad neuromuscular, ha-

cen un alto en el trabajo para dejarse retratar

con sus birretes de tela, apoyando casual-

mente una mano en la pata delantera de un

caballo del relieve, entre puntales y sombras

de listones cruzados, frunciendo la cara por

el sol, un brazo en jarra, igual que Guido,

[Autor anónimo]

Rosario, ca. ���0

Construcción del Monumento Nacional a la Bandera

Colección Chamorro, Museo de la Ciudad

Page 153: Anuario 2010

���

miran con cierta curiosidad a la cámara y

también se enfrentan a la posteridad, aun-

que aparentemente con menor conciencia.

Del careo o simple juego de diferencias y

semejanzas entre la estampa del arquitecto

acodado en su creación a escala reducida

y la de los obreros que apuntalan con sus

brazos el Monumento real, podría derivarse

toda una serie de oposiciones que hacen a

las posiciones relativas de los sujetos y sus

clases en el espacio social: blanco y gris, es-

píritu aristocrático y democrático, profesión y

oficio, estética y práctica, soledad del genio

y solidaridad del gremio, Eurindia y Rosario,

pasado histórico que retrocede hacia el mito

y pasado que parece de hoy, como si al

dar vuelta las páginas uno siguiera inmóvil

eternamente mientras los otros terminaran el

trabajo y se fueran a sus casas, en bicicleta

o colectivo, para volver al otro día. §

Page 154: Anuario 2010

���

Con rigor lógico o divino, estableciendo

años luz o semanas sombra, a merced de

ábacos o mareas, considerando rotaciones

que sobre sí misma la luna no puede dar, el

transcurrir humano sin la base del tiempo

pierde sustrato y se desintegra.

Haciéndole nudos al viento, perezosa y

confiada, la raza descansa bajo la sombra del

árbol que fagocita al presente.

El lenguaje, parásito de cualquier sostén,

asegura la motricidad fina del sistema en

función pura y exclusiva del pasado.

Una ida edad de oro es el rosario en cuyas

cuencas estancas el ahora casi no cuenta. Y

aunque sea inevitable no pensarlo, el futuro

como tal no existe. El futuro perece al ser

escrito esculpió con tinta un poeta. Y el arte,

ese maniquí símil-Venus mendigante sin

brazos, serpiente desbocada en trance de su

propio veneno, ¿a qué estrato temporal le da

sus migajas?

La contemplación es efímera, el acto de

creación, eterno.

Entre ellos un trazo débil significa lo que de

hecho ocurrió, o no ocurrió, o ha ocurrido

mal.

Así, con irregular oscilación, montados al

látigo del penitente más ortodoxo, vamos al

encuentro de las preguntas: ¿A qué tiempo

le ofrenda su ente un anuario? ¿El ahora de

un anuario está en el pasado?

s/t

Homs

J.Z.

Fuegos de artificio

Page 155: Anuario 2010

���

toppINg

Page 156: Anuario 2010

���

Investigar sobre video experimental en la Argentina contemporáneo implica un reto tanto epistemológico como metodológico. Por un lado, porque el avance de las nuevas tecnologías digitales pone en cuestiona-miento el propio concepto de video y los límites de su campo cultural, y porque la categoría experimental ha perdido su sentido tradicional. Por otro lado, porque a pesar de encontrarnos en plena era de proliferación del audiovisual en Internet, el acceso a estos videos es sumamente complejo, teniendo que recurrir a un arduo trabajo de arqueolo-gía oral donde las viejas amistades juegan un rol central en el primer contacto con los realizadores y sus obras. Hace ya dos años me encuentro realizando, como becaria de la Universidad Autónoma de Madrid, la tesis doctoral “El video experimental en Argentina y sus procesos (2000-2010)”, ubicación que agrega un plus extra de complicación. Asimismo, hablar de Argentina y su producción de video abre todo un abanico de discusiones en torno a la viabilidad en la actualidad de los discursos nacionales. Conjunto de hechos que me arrojó a un largo peregrinar. Varios cruces del océano e incontables horas de viaje por diversos centros del país (Buenos Aires, Córdoba, Salta, Tucumán) me han llevado a Rosario, uno de los puntos neurálgicos del trazado de esta cartografía videográfica. En mis dos estancias oficiales en la ciudad y

en los varios viajes extraoficiales (los cuales están lejos de llegar a su punto de satura-ción), me he encontrado con un escenario dispar, inexplorado en su conjunto. La trave-sía por los archivos comenzó en el Centro Audiovisual Rosario (CAR), que cuenta con una colección de videos experimentales re-colectada en los Festivales Latinoamericanos de Video organizados anualmente. Continuó por la videoteca del CCPE/AECID, que tam-bién posee una colección destacable, aun-que de corte más artístico y en un enclave mucho más amable para el usuario, donde las pausas me encontraron deambulando por los túneles y sus diversas exposiciones. La colección del Museo Castagnino+macro y el ámbito de discusión generado en la Universidad Nacional de Rosario han sido siempre fuertes referentes. Pero donde realmente he logrado grandes avances es en cafés y estudios de artistas, en el entramado de relaciones, recomendaciones o críticas. A riesgo de no poder hacerles justicia en tan acotado espacio, dejaré nombres de lado, invitando al curioso lector que siga pendien-te de la investigación. El carácter múltiple del objeto de estudio implica un trabajo caleidoscópico, donde se deben arrojar una pluralidad de miradas. El viaje, tanto literal como metafórico, recién comienza a vislumbrarse, y Rosario tiene aún muchas aristas por mostrar. §

vIajE CalEIDosCópICoaCErCamIENto a la EsCENa DEl vIDEo ExpErImENtal EN rosarIo

Clara Garavelli

Page 157: Anuario 2010

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Durante el año 2010 la Maestría en Estudios Político-Culturales, radicada en el Centro de Estudios Interdisciplinarios de la Universidad Nacional de Rosario y dirigida por la Dra. Sandra Valdettaro, propuso un intenso programa de trabajo para el cual contó con la valiosa colaboración de un grupo de apasionados estudiantes y un staff de pro-fesores excepcionales. La particularidad de la propuesta se debió, en gran medida, a las innovadoras perspectivas de análisis y crítica cultural desarrolladas por los profesores invitados. A la hora del balance, la enume-ración resulta elocuente: Christian Ferrer propuso reflexionar extensamente sobre las esferas del dolor como eje central del pen-samiento moderno a partir de una serie de acontecimientos discursivos producidos bajo los nombres de Schopenhauer, Nietzsche y Foucault; Andreas Huyssen expuso sobre políticas de la memoria, del olvido y los discursos del colonialismo al tiempo que generó un espacio de debate sobre su idea del retorno de la modernidad después de la posmodernidad tomando como eje la obra del artista argentino Guillermo Kuitca; Ana Longoni compartió el resultado de sus muchos años de investigación en torno de las vanguardias artísticas y políticas argen-tinas y latinoamericanas de los 70 hasta la actualidad; Juan Ritvo desgranó las nociones de sujeto, masa y comunidad para ahondar en los procesos de construcción identitaria y estudiar el lugar de la violencia en los proce-sos sociales contemporáneos. Y, por último, el calendario académico se completó con Julio Ramos para preguntar por el valor que adquiere el trabajo y el tiempo en la llamada sociedad “postindustrial” o “postfordista” y abordar los temas de la productividad y la desocupación en relatos literarios y fílmicos que exploran ese mal de la voluntad conoci-do como la abulia.

uN programa EN EstuDIos CulturalEs DEsDE rosarIo

Mónica Bernabé

El programa de la Maestría en Estudios Político-Culturales se fundó con el propósito de establecer una vinculación profunda entre la vida académica y una sociedad cada vez más compleja. De ahí que la variable que tomamos como punto de partida sea la del contexto, en especial, en sus inflexiones latinoamericanas. La crítica brasileña Heloisa Buarque de Holanda acierta cuando dice que los Estudios Culturales son un área de cono-cimiento que sólo puede ser pensada desde una “contextualización visceral”, es decir, desde una inevitable determinación históri-ca, social e institucional. Contrariamente a la tradición universalista que fue el basamento de las disciplinas humanísticas, los estudios culturales nos impulsan hacia una lógica local en la producción de conocimiento. Partimos de una localidad cultural (Rosario) a fin de poner en relación una ciudad con su situación regional (Mercosur, Unasur) en el marco de un intercambio cultural global. Situarse desde una perspectiva local no sig-nifica practicar “estudios regionales”, más allá de la importancia que asume el cono-cimiento de las peculiaridades de la región desde la cual cada uno emprende la práctica hermenéutica. Si sólo nos atuviéramos a una localidad regional no haríamos otra cosa que reproducir la polaridad desde la que operó el nacionalismo decimonónico de corte romántico interesado en la búsqueda de lo particular en el marco de lo universal. Muy por el contrario, la instancia local abre bási-camente la posibilidad de poner en funciona-miento políticas de relación que vayan más allá de la lógica centro-periferia o nacional-cosmopolita. Significa producir una teoría de la cultura que registre sus circunstancias al tiempo que atienda a los flujos de la red cultural pública y privada local en relación constante con las redes nacionales como transnacionales. En definitiva, desde Rosario nos preguntamos por las inflexiones que adoptan las palabras cultura y globalización en un momento en el que urge responder a las demandas surgidas de una sociedad que ha cambiado sus dinámicas de producción, circulación y consumo cultural de forma inusitada. §

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En el transcurso del año 2010 se han realiza-do un conjunto de exposiciones en nuestra cuidad que arrojaron luz sobre diversos momentos, problemas y figuras clave de la historia del arte local. Cabe destacar la muestra “Juan Pablo Renzi (1940-1992). La razón compleja” –con la curaduría de María Teresa Constantin–, que nos permitió revisitar el itinerario artístico de una figura cuya trayectoria permite percibir los giros y matices de un conjunto de creadores frente a las prácticas vanguardistas y sus replan-teos contemporáneos. Paralelamente, el libro de la Lic. Carla Colombo, Juan Pablo Renzi. Revisión de la pintura realista –edicio-nes Ivan Rosado–, complementa y enriquece las aproximaciones al arte de los años 70. La exposición “Entre Centenarios. El arte ‘nacio-nal’ en la configuración del campo artístico rosarino. 1910-1925”, curada por María de la Paz López Carvajal y Pablo Montini, abordó la problemática de las versiones de “lo nacional” gravitantes en el momento de conformación de nuestro campo artístico. Respecto al mismo arco temporal, la Dra. Sandra Fernández, en su libro La revista El Círculo o el arte de papel. Una experiencia editorial en la Argentina del centenario, desde la perspectiva de la historia regional, explora las construcciones identitarias en torno a nuestra ciudad producidas por la burguesía agroexportadora. También se realizaron las exhibiciones “Acercamientos a la obra de Santiago Minturn Zerva”, en el espacio Ivan Rosado, que recuperó zonas de su obra pictórica y xilográfica; en el Museo Gustavo Cochet, “Manuel Ferrer Dodero intérprete de su entorno”, curada por quien suscribe, que puso en escena un conjunto de actores y prácticas hasta ahora soslaya-dos; y “La naturaleza de las mujeres. Artistas rosarinas entre 1910 y 1920”, curada por Adriana Armando, quien construyó un relato sobre el arte de Rosario desde una pers-

pectiva de género. Finalmente, la muestra “Cochet utópico”, curada por María Eugenia Prece, abordó las ideas estéticas, las tomas de posición y la vasta trayectoria del maestro libertario Gustavo Cochet.Consideramos que las exposiciones aludi-das, cuyos guiones curatoriales se susten-taron en investigaciones sociales, culturales e históricas, nos brindaron la posibilidad de repensar la historia del arte de Rosario enriqueciendo los enfoques, repensando aseveraciones reductoras, mirando con nuevos ojos viejas fuentes y abriendo zonas inéditas para futuras indagaciones. En otro orden, dirigido por la Dra. Patricia Artundo y la Mg. Carina Frid y a cargo de los investigadores Pablo Montini, Valeria Príncipe, Guillermo Robles y quien sus-cribe, se está desarrollando el proyecto de investigación “De las comisiones al Museo Castagnino. La institucionalización del arte en Rosario, 1917-1970”, radica-do en el Centro de Estudios Históricos e Información Parque de España. El proyecto de la Fundación Espigas, patrocinado por la Fundación Castagnino, se plantea como una continuidad del desplegado en el año 2006 sobre el coleccionismo de arte en Rosario, plasmado en la publicación El coleccionismo de arte en Rosario. Colecciones, mercado y exhibiciones, 1880-1970. En esta oportuni-dad, se analizará el proceso de instituciona-lización del arte en Rosario a través de sus diferentes etapas históricas. Se estudiará la dinámica de las distintas Comisiones Municipales de Cultura desde su formación, el protagonismo de la familia Castagnino en la historia del Museo Municipal de Bellas Artes, la gestión de Hilarión Hernández Larguía junto a Julio Vanzo al frente del Museo y la arena de agitación cultural en torno a los grandes problemas que atravie-san el período. §

rECupEraCIoNEs y NuEvas mIraDas

Sabina Florio

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En 2010 Adrián Villar Rojas (Rosario, 1980) fue elegido como representante argentino en la 54 edición de la Bienal de Venecia, que se desarrollará del 4 de junio al 27 de noviem-bre del año 2011. La obra estará emplazada en el predio central de la bienal –situación que no sucede hace muchos años– y conta-rá con la curaduría de Rodrigo Alonso. §

54 bIENal DE vENECIa

“Hago monumentos porque no estoy listo para perder nada.” Adrián Villar Rojas

ADRIÁN VILLAR ROJAS

My dead grandfather (Reprise edition), �00�

Escultura topo específica

Arcilla (quemada), cemento, tela arpillera y

madera

�00 x ��00 x �00 cm

Akademie der Künste - Berlin, Alemania

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bECarIos kuItCa/utDt 2010

la EmotIva ExpErIENCIa

DEl bECarIo*

Carlos Herrera

Reformular críticamente mi trabajo es un privilegio que enfrento este año como integrante de la selección de artistas que participa en la Beca Kuitca/Universidad Di Tella. Me mudé de Rosario a Buenos Aires, y todos los días emprendo mi rutina de trabajo en el taller que tengo asignado en el campus de la Di Tella. El lugar es luminoso, confor-table; el día es largo y estoy rodeado de un grupo de talentosos artistas con quienes, a diario, compartimos nuestras vidas y lo que pensamos; una especie de nueva familia. Como parte de esta práctica artística, todas las semanas nos encontramos a dialogar con Guillermo Kuitca en forma grupal o individual y presentamos los trabajos que hemos pro-ducido. Una suerte de clínica con el maestro. Él es una suerte de alquimista. Sus modos, sus movimientos, sus reflexiones, el carácter con el que transmite su pensamiento sobre lo que está viendo conforman algo extraña-mente efectivo, eficaz. Es ese tipo de infor-mación que uno recibe y sigue rumiando por días, que te persigue por semanas, que te deja en un estado de quiebre. Te da felicidad y tristeza. Dialogar con él es intenso; su mirada es aguda, te sostiene, te rodea, te provoca, te transmite eso que nunca creíste escuchar. Parece conocerte, te conoce, se preocupa, te envía un e-mail, confirma certe-zas, a veces se retracta de lo dicho y vuelve a comenzar. Es un profesional honesto y exigente. El día de la presentación grupal me enteré que Guillermo hacía este trabajo ad honorem; desde ese momento no dejo de pensar en la entrega, en la generosidad distante de toda pretensión y reconocimien-to, por el placer de compartir un espacio de creación y aprendizaje. Valores no muy a la moda en estos tiempos. §

Carlos Herrera

De la serie: Hielo locura

Fotografía toma directa digital

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* Artículo publicado el Viernes 12 de noviembre de 2010 en el suplementeo ADN Cultura del diario La Nación

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Mauro Guzmán

Puré de tomate

Pieza performática realizada para el ciclo

Performances. Revolución. Rojas.

Centro Cultural Ricardo Rojas, Buenos Aires

Proyecto Beca Kuitca-UTDT �0�0

FOTO JORGE MIÑO

Producción: Studio Brócoli

Dirección: Mauro Guzmán

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Dispuesto a escribir sobre espacios de arte no institucionales en Rosario, me entrevisté con los encargados de la mayoría de los mis-mos. Digo la mayoría por el hecho de que poder encontrarme con todos se tornó una tarea compleja, no sólo por desavenencias de agenda, sino porque la invisible red que tejen tales sitios alternativos en la ciudad es lo suficientemente extensa como para fácilmente pasarse por alto alguno; prueba de ello es el hecho de que al momento de la redacción de estas líneas alguien me co-mentó que se estaba inaugurando un nuevo espacio. En nuestra ciudad, estos ámbitos se ocupan de brindar la visibilidad que las emergentes producciones artísticas merecen, por lo que los espacios no institucionales se ofrecen como nexos que vinculan la producción artística con su recepción social, a partir de proyectos particulares autogestionados. A la vez, la oferta expositiva varía de un sitio a otro –aunque todos, de manera general, se dediquen al arte contemporáneo. A modo de ejemplo nos podemos encontrar en un mismo pasaje con dos espacios alternativos, los cuales, tal como su distancia lo indica (uno en la planta baja, el otro en el primer piso, ambos ubicados en laterales opuestos) poseen un perfil bien diferente el uno del otro. Cultura Pasajera –abajo– se propone (re)construir un mercado para el joven arte rosarino, objeto por el cual el interés estético recae en formatos tradicionales, haciendo hincapié en la arista comercial de las pro-ducciones. En cambio en Oficina 26 –planta alta– optan por proyectos de carácter efíme-ro, instalaciones en campo expandido de un día de duración, con la intención de escapar del formato tradicional remunerativo. Algo si-milar –ya fuera del pasaje– pretende la gente de Polirubro, quienes en su búnker ofrecen un amplio sótano blanco en el cual exponer –prioritariamente– aquello que no puede presentarse fácilmente en otros ámbitos, a

saber: investigación en arte contemporáneo relacionada al uso de nuevas tecnologías. Por su parte, la fotografía revela un lugar pri-vilegiado en Zona Roja, donde la motivación inicial de sus directores fue la de integrar tal disciplina al medio artístico local, ofreciendo para el caso una óptima sala de exposicio-nes que se conjuga con las áreas del labo-ratorio fotográfico a fin de brindar nuevos dispositivos de producción que se salgan de los canales tradicionales de aprendizaje artístico. Existen además dos espacios que prescinden de residencia física alguna, como el performático y multidisciplinario Estares, como así también La Herrmana Favorita, agrupación “endogámica” –tal como la adje-tivan sus propios integrantes–, que tiene por objetivo habilitar y asistir a artistas emer-gentes, meta en cierto sentido lograda con su incorporación al Barrio Joven de ArteBa. Imposible pasar por alto la labor de gestores culturales que llevan adelante los chicos de Ivan Rosado, quienes más allá de sostener el espacio no institucional de mayor renombre en la escena local, le prestan una relevante importancia a la difusión editorial.Al igual que aquellos artistas locales de 1965, quienes para lograr acceder a la propia exhibición realizaron obras colectivas de carácter autogestivo en la plaza 25 de Mayo –las que conllevaban implícitamente una pro-puesta de reforma ampliatoria de los circui-tos del arte, con la consiguiente degradación de los modelos de consagración conven-cionales–, los emergentes contemporáneos recurren a la misma estrategia a través de canales alternativos que les facilitan el equi-pamiento cultural en donde concretar sus proyectos. Desde allí los artistas inician un programa en el cual el objetivo último se pre-senta bajo la forma de la inscripción de su obra en el medio consagrado. Estos lugares autónomos son necesarios como plataforma de despegue hacia la tan anhelada legitima-ción, ya que no sólo les permiten exponer, sino que también ofrecen el indispensable reconocimiento entre pares.Me refiero a entre pares por el simple hecho de que la mayoría de tales ámbitos son lleva-dos adelante por artistas y las relaciones que

El CÍrCulo vICIoso DEl artE

Francisco Tanzi

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se suelen suceder son entre artistas. Y aquí salta a la luz el criterio con el que se manejan los conductores de tales espacios a la hora de diseñar una muestra. Luego de haberme entrevistado con los mismos concluyo que, salvo excepciones, el único criterio que prima es el de los contactos entre artistas, incluso para profundizar esta hipótesis vale remarcar el hecho de que sus exhibiciones carecen de curadores y textos curatoriales, confiándose los propios gestores de manera conjunta con los artistas del concepto, el diseño, la instalación, el montaje y la difusión de la muestra. Con respecto a las excepcio-nes, indico el hecho de que la otra forma para acceder a una exposición de obra viene de la mano de las convocatorias abiertas que circulan a través de la denominada “institu-ción arte” de la ciudad, donde la oferta entre convocatorias institucionales y alternativas se reúne. De este modo contribuyen tales espacios a mantener una complejo y diverso circuito cultural, convirtiéndose ellos mismos en un reservorio de ideas con las que aquellas instituciones de carácter un tanto más pro-gresistas (entiéndase para el caso: macro,

CCPE/AECID y CEC) se procuran el descu-brimiento de las jóvenes promesas. Pero esto no es inicuo, sino más bien ineludible, puesto que la condición de existencia de estos sitios no institucionales se debe a la necesidad de ámbitos de exhibición, donde los artistas legitimados tienen otra opción para mostrar su producción (las que suelen ser en tales terrenos un tanto más arriesga-das), como así también aquellos que aún no han sido descubiertos por las instituciones y sus patrocinados concursos. Claro que estos lugares alternativos no se oponen a la comercialización –todos pretenden vivir del arte–, pero al menos cabe señalar que sus propuestas están nada más lejos de lograr procurarse un rédito económico. Y así se confirma aquella máxima que me refirieron en Zona Roja: “estos espacios te permiten tirarte a la pileta”.Por lo que el circuito que en Rosario trazan tales espacios no institucionales se muestra como una instancia del movimiento dialécti-co que en síntesis con su opuesto (lo oficial y patrocinado) genera el círculo vicioso del arte vernáculo que se cierra sobre sí mismo. §

FOTO ARCHIVO IVAN ROSADO

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rosarIo EDIta

Gilda Di Crosta

Con ediciones cuidadas, artesanales, inde-pendientes, electrónicas, autogestionadas, militantes, académicas, informales, se cons-truyó, en 2010, una trama múltiple de la letra escrita en Rosario.Las editoriales rosarinas –y otras no tan editoriales–, sin mencionar aquellas depen-dientes de organismos estatales, ofrecieron una gran circulación de publicaciones con prácticas singulares. Algunas cuentan con catálogos que resisten la concentración de las grandes editoriales. A otras, indiferentes a esa cuestión, las guía el mero placer de la confección manual de las publicaciones.El libro, como objeto estético, intelectual o artesanal, apareció en una variación con-tinua, con un potencial creativo intenso, buscando sus lectores dentro y fuera de las fronteras de la ciudad.

“No somos uNa EDItorIal” Maximiliano Masuelli y Ana Wandzik, crea-dores del espacio de arte Ivan Rosado, dicen “no somos una editorial, por esa razón no tenemos una línea que nos ordene el trabajo. Las publicaciones están en relación directa con algunas de las muestras pero no son concebidas tampoco como catálogos de exposición, ni toda muestra es acompañada de una publicación”. Sus intereses están signados “por el gusto personal” y las tiradas son ínfimas. Las artes plásticas son la mo-tivación y el material de sus publicaciones, confeccionadas en su totalidad por Wandzik y Masuelli.Algunas de las producciones de 2010 son Lara de cuco. Pinturas de Constanza Alberione; La noche no ha llegado aún. Acercamientos a la obra de Santiago Minturn Zerva (con textos de Daniel García, Emilio Ghilioni y Mónica Castagnotto) y Donde termina el bosque comienza el bosque. Aid Herrera y Silvia Lenardón (reproducciones de grabados y dibujos de las artistas y un texto de Claudia del Río).

En consonancia con sus actividades artís-ticas, más específicamente en el área de formación mediante las residencias que vie-ne desarrollando activamente desde 2002, el Taller El Levante (coordinado por Graciela Carnevale, Mauro Machado y Lorena Cardona) realizó una serie de publicaciones “que recogen las experiencias de las residen-cias de Julio Lira y Miren Eraso”, realizadas en Rosario. De esta manera, atentos a la arti-culación de diferentes experiencias, su inten-ción de “producir pensamiento crítico desde la práctica, buscando formatos y estrategias flexibles para accionar en un contexto en permanente cambio” amplió el ámbito de circulación mediante la edición concebida desde una perspectiva experimental donde “las residencias tienen lugar como semina-rios, talleres o laboratorios constituyendo momentos de intercambio de saberes y de producción colectiva”. artE y artEsaNÍa: El lIbro-objEto Èditions du cochon es una editorial fundada y dirigida por Georgina Ricci, cuyos enun-ciados de principios –publicaciones de baja circulación, factura manual y sustentadas cooperativamente– se desvían de cualquier postulado mercantilista. Sus ediciones son pequeños objetos estéticos logrados con mínimos recursos –una PC y una impreso-ra– a los que se trata de extraer el máximo potencial. Sin considerar a lo artesanal como un valor en sí mismo, cada libro tiene una dinámica diferente en su confección y un diseño cuidado.En 2010, editó Caá. Diccionario Guaraní-Español (reedición del Diccionario de Florencio Vera, de 1903), La visita, de María Victoria González (primera entrega de una investigación sobre testimonios de colec-cionistas y poseedores de obras de arte) y Las frutas, de Federico Leites (selección de poesías y canciones inéditas del autor). Para 2011, la apuesta es lanzar una colección de estudios culturales y editar autores con-temporáneos de dibujos, poesía y narrativa. En relación a publicaciones sobre artes plásticas, sin adelantar títulos ni nombres, prometen sorpresas.

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A partir de 2010, El ombú bonsai tomó im-pulso como proyecto editorial, cuyo origen se remonta a la publicación de Minga!, una colección de limericks pampeanos de Nico Manzi y que fue la gran excusa, según su autor, para encuadernar. Actualmente, el equipo está integrado por Nico Manzi, Rodrigo Castillo y Rafael Carlucci. La línea de sus publicaciones se concentra en literatura y filosofía, sin dejar de producir manualmen-te cada libro, con tiradas mínimas y con pa-peles que procesan con técnicas de marmo-lado o teñido. No se consideran artistas pero sí artesanos en el sentido medieval.En este primer año editaron, por mencio-nar sólo algunos, Escatografía, de Gonzalo Quevedo, y Se nos cayó el sistema, de Quique de María. Uno de los trabajos más importantes, según su evaluación, fue la encuadernación en rústica del Cuaderno del militante. Para 2011, están trabajando en Cuentos que soñaron con tapas, de Federico Ferroggiaro; Avión de sopa, de Martín Donatti y Góndola, de Andrea Ocampo, un libro de poesía que confían que será un best seller. otra voz, DIfErENtEs lugarEsTropofonía es un colectivo de difusión y pro-ducción de diversas actividades culturales (programas de radio, talleres y espectáculos de teatro, una revista cultural y un proyecto editorial), pero con la particularidad de que se despliega simultáneamente en distintas ciudades de Argentina, Bolivia, Brasil.En Brasil, dentro del proyecto editorial, se desarrolla una colección de poesía en conjunto con la editorial Anome libros (diri-gida por el poeta Wilmar Silva), que consiste en publicar un autor brasileño y uno argenti-no, y ya lanzaron en 2010 un libro doble de Tania Alice y Javier Galarza. En Rosario, el espacio editorial está dirigido por Damián Valdéz, Joaquín Valdéz y Gervasio Monchietti y presentaron los dos primeros títulos de la colección de poesía: Trincheta, de Gervasio Monchietti y El hit del verano, de Tomás Boasso y Ramiro García.

El motIvo Es la poEsÍaEspiral Calipso es una editorial de poesía y

narrativa de “pequeños libros para llevar a todos lados” que busca “generar un espacio renovador para la literatura”. Sus directoras, Maia Morosano y Rocío Muñoz Vergara, en clave poética, exponen la línea, o mejor dicho las curvas del sello: “Nuestra espiral gira y gira y nunca se detiene, y se define en el vértigo, hacia afuera alcanza y traspasa el infinito, y hacia dentro nunca llega al centro porque el centro no existe, por suerte”. Entre los títulos de su catálogo figuran Tacuarita, de Rocío Muñoz Vergara; La reina en mi país, de Maia Morosano; Remeras, de Francisco Marzioni; El ocaso del caos, de Leandro Gabilondo y Mística del sonido, de Manuel Hazán. Una serie de antologías temáticas de poesía de autores rosarinos viene publicando el sello Gatogrillé Ediciones con una frecuen-cia bianual. En 2010, lanzó Fin zona urbana, cuyo tema es el campo. Esta cuarta edición de la serie lleva un prólogo de Eduardo D’Anna, donde analiza a cada uno de los poetas antologados –entre ellos, María Paula Alzugaray, Germán Roffler (productores de la edición), Alicia Salinas, Lisandro González, Daniel Grecco, Alejandra Méndez, Ricardo Guiamet, Mariana Vacs y Frabizio Simeoni, por mencionar algunos.

más poEsÍa, más lItEratura Con una dirección tricéfala y dispersa geográficamente –Julia Sabena en Rosario, Guadalupe Correa en México y Carolina Lieber en Madrid–, Editorial Serapis con-forma su catálogo pensando en “lectores exigentes y, sobre todo, amantes de la literatura”, ordenado en tres series: Serie áurea (obras del siglo XVI hasta principios del XVIII), Serie contemporánea (abocada a autores actuales de habla hispana) y Serie traslaciones (versiones bilingües y políglotas de escritores de lenguas extranjeras), en esta última publicaron a Paul Zech, poeta ale-mán hasta el momento inédito en español. El último título publicado fue Los djinns, de Victor Hugo, cuya edición políglota estuvo a cargo de Sonia M. Yebara. Más allá de su ar-gumento, la obra sorprendió en su época por la apariencia romboidal del poema debido al trabajo de la métrica. Para 2011, anuncian

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dos títulos: Escalas melografiadas, de César Vallejo y la antología Asfódelos y otros cuen-tos, de Bernardo Couto Castillo.Un antiguo bar de Boulevard Oroño era el lugar de reunión de un grupo de poetas rosa-rinos. Dichos encuentros dieron origen a la editorial Papeles de Boulevard, cuyo comité editor está integrado por cinco poetas, con gran trayectoria, Nora Hall, Victoria Lovell, Alejandro Pidello, Armando Raúl Santillán y Mercedes Yafar. La editorial se especializa en publicar libros de poesía, de pequeño formato, pero con detalles cuidados, cuyas tapas reproducen obras de artistas plásti-cos. En 2010, lanzaron cinco títulos: Oficio mudo, de Alicia Acquaviva; Visiones fugiti-vas, de Ana María Cue; Blues de escena, de Virginia Gazze; Línea de fuga, de Graciela Mitre; Obras debidas/Obras de vida, de Pablo Padial/Rosana Akobe y Casa ciega, de Antonio Ramos. Para 2011, tienen programa-do tres nuevas colecciones: poesía bilingüe, cuentos y ensayos breves.

publICaCIoNEs mIlItaNtEsEl Kolectivo Editorial Último Recurso hace una declaración de principios que es el fun-damento de su existencia y de su línea edi-torial: “dar a conocer material que si bien es ampliamente difundido por Internet, no está disponible al alcance de tod@s en formato gráfico pues no sólo no capturan el interés comercial de los grandes emporios editoria-les, sino que también sufren el sistemático oscurantismo de quienes hegemonizan los medios para realizar la información en su formato gráfico”. Consecuentes con sus principios, sus materiales y producciones se pueden “copiar, distribuir, exhibir, ejecutar la obra y hacer obras derivadas”, siempre y cuando se consigne la atribución autoral, no sea usada con fines comerciales y las obras derivadas tengan la misma licencia de distribución. ¿Qué somos? Historia, política y trabajo so-cial en la Argentina, de Martín Gallo; Historia política de la esperanza, de Carlos del Frade; Lo colectivo en acción. Organización y lucha en Lavadero Industrial Virasoro. Relatos y ex-periencias de sus trabajadores, de Ciccone, Pagani y Bentos y África y la historia, de Luis

César Bou, fueron algunos títulos editados en 2010.

ClásICos EN multImEDIaEdiciones Digitales Nueva Hélade nace en 1995 con Freud Total 1.0 como nuevo sello de Biblioteca ele. A mediados de 2008, desarrolla sus publicaciones de manera independiente con un equipo renovado: Gustavo Badoni –sorporte técnico–, Carina Kornovski –diseño gráfico–, Paula Henry –diseño de edición– y Helena Quinteros –responsable editorial. Su labor, que abreva en el espíritu clásico de las humanidades, se centra en hacer accesible a un gran número de exquisitos lectores, mediante un soporte multimedia, obras clave de la literatura y el pensamiento. Sus ediciones son publicadas en dos forma-tos: L.E.I. (libro electrónico de investigación, dirigido a estudiosos y especialistas) y ebook (libro digital o electrónico). Cada edición tie-ne un contexto gráfico en correspondencia con el material textual y, dado el potencial del soporte, un elemento sonoro.En sus comienzos, editaron Historia de Rosario en CD-ROM, una minienciclopedia multimedia de la ciudad, con un contenido inédito por entonces. Para 2011, dos pro-yectos ya comenzados esperan su edición: Obras completas de Francisco de Quevedo (con curaduría de Claudio Sgura y Héctor A. Piccoli) en formato xml (programación a cargo de Federico Luna) y Biblioteca Literaria Argentina, en formato ebook, con títulos de literatura y crítica de autores argentinos.

varIEDaDEsCiudad Gótica –creada y dirigida por Sergio Gioacchini–, en un abanico de múltiples gé-neros y temáticas, llegó a los casi quinientos títulos editados. La lista de libros lanzados en 2010 es extensa, entre los cuales figuran La prosa oratoria griega, Gorgias de Leontini, de María Isabel Barranco; Señales de vida, de Raúl Gustavo Aguirre; Bestias en un hotel de paso, de Jorge Boccanera; Lluvia de marzo, de Jorge Isaías; Cepeda, de Roberto Retamoso; Desplazamientos, de Paula Aramburu; Lo leve de los siglos, Raúl García Brarda; Debe haber cuentos, de Marta

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Rodríguez y Oscar Tartabull; Revolucionarios, desde Belgrano a Mario Santucho, de Carlos del Frade; Pobladores de la antigua Santa Fe de los Quiloazas (siglos XVI-XVII, Cayastá), coordinadora Silvia Cornero; Charly García de Celuloide, de Sergio L. Fuster; Recuerdos de cine con música de fondo, de Rodolfo Velázquez. Los proyectos para el 2011 son muchos, pero entre ellos cabe destacar un juego educativo sobre la ciudad de Rosario, titulado Viví todo Rosario, que se va a distribuir en todas las escuelas locales.

la hIstorIa EN papElCon la dirección de Darío Barriera, Prohistoria viene desarrollando su labor en torno a la historiografía académica, pero consciente de la movilidad de las fronteras de las ciencias sociales, recibe el aporte de geógrafos, antropólogos, sociólogos o eco-nomistas. Su extenso catálogo se dispone en tres colecciones bien definidas –Actas, Historia argentina e Historia y Cultura. Entre los títulos editados en 2010, figuran la segunda edición de El Pozo (análisis de tes-timonios de detenidos, entre 1976 y 1979, en el Ex Servicio de Informaciones); los tres tomos de una nueva colección Historia de la Ciencia, dirigida por Irina Podgorny, que reúne investigaciones sobre la institucio-nalización de la arqueología, la prehistoria, la museología y la enseñanza de las cien-cias naturales en la Argentina; Hacer vino, Empresarios ricos, trabajadores pobres y Más allá del vino, un tríptico sobre la historia eco-nómica de la región cuyana; y Revolución, de Alejandro Herrero y Dos siglos después. Los caminos de la Revolución, del Grupo Los Historiadores y el Bicentenario.

las ClásICas rosarINasCon un trabajo sostenido durante años, tres rosarinas han logrado no sólo una presencia nacional sino cierta proyección internacional, y suelen ser mencionadas en los medios de Buenos Aires a la hora de hablar de editoria-les independientes.La Editorial Fundación Ross, con más de treinta años, en su página web presenta varias novedades, entre ellas, Relatan las

madres de la Plaza (compilación de relatos testimoniales a cargo de Aída Albarrán); Mi madre sobre todo (antología de cuentos de Osvaldo Aguirre, Jorge Barquero, Angélica Gorodischer, Liliana Heer, entre otros); Cuentos, de Augusto Roa Bastos; Decisiones financieras: influencias subjetivas, de Alberto Carracedo; Poesía y libertad, de Miguel Grinberg y América en Revolución, de Hugo Chumbita. Además cabe destacar que viene editando las Obras completas, de Raúl Scalabrini Ortiz.Especializada en educación, psicoanálisis y ciencias sociales, aunque sin desaten-der la producción literaria, Homo Sapiens Ediciones lanzó en 2010 una nueva colec-ción de literatura titulada Ciudad y orilla, a cargo de Marcelo Scalona, con un primer título, Estuve, de Miguel Sedoff. Entre otras ediciones del año, se encuentran además Maestros del siglo XXI, de Cecilia Bixio; Educación, familia y escuela, de Liliana Pascual; Lo que queda de la infancia, de Estanislao Antelo; La identificación, de Carlos Kuri; América mágica; de Pérez Aguilar y Respún y Cuentos de la abuela, de Elisabetta Pagliarulo. Beatriz Viterbo Editora, con veinte años ya de trayectoria, sigue definiendo su línea de publicaciones con un enunciado preciso: “el interés de editar y difundir (…) los textos que, aunque no siempre encuentren una rápida inserción en el mercado editorial, son signos de la producción literaria y crítica del momento y tienen por lo tanto un alto impacto en la vida intelectual”. En 2010, en su colección Ficciones, lanzó Osos, de Diego Vecchio; Corrientes, de Cristina Iglesias; Infancia, de Graciliano Ramos; Mi perra Tulip, de J.R. Ackerley; Frutillas mohosas, de Caio Fernando Abreu y Corazón de skita-lietz, de Antonio José Ponte; y entre los títulos de ensayos, Promesas de tinta: diez ensayos sobre Norah Lange, compilado por Adriana Astutti y Nora Domínguez y El efecto Libertella, compilado por Marcelo Damiani. Sus ediciones se singularizan por el arte de tapa que, salvo excepciones, desarrolla desde el comienzo el artista plástico Daniel García. §

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CABILDO ABIERTO

DEL ARTE

Ediciones Castagnino+macro (Rosario, Argentina)

ISBN: ���-���-�����-�-�

��� páginas

A partir de lo ocurrido en el Cabildo Abierto del Arte, convocado por el Museo Castagnino+macro de Rosario el 27, 28 y 29 de mayo de 2010 en el contexto de la Sexta Semana del Arte Rosario, se hizo evidente la necesidad de poner en papel esa primera construcción de la posibilidad de un debate que nos convoque desde la diferencia, que no plantee la verdad del arte sino una máquina dinámica de creación constante de un campo más abierto y contenedor.La riqueza de los planteos, la calidad de los panelistas y la participación activa de los asistentes impusieron esta demanda de una publicación que diera cuenta de la diversidad, los puntos de vista y los interrogan-tes que aparecieron en esa primera instancia de debate.

El río, el puerto, las calles, la plaza central, las instituciones, la elite dirigente, los trabajadores, los inmigrantes, los comerciantes, los inte-lectuales, las fábricas, las instalaciones ferroviarias, las epidemias, los monumentos, los coleccionistas, los museos, los artesanos, los arqui-tectos, los pintores, los parques, los conventillos, los palacios de renta, las construcciones en altura, los edificios públicos, las avenidas y de nuevo el río son otros tantos argumentos históricos o motivos literarios que se entrelazan y superponen en este libro de imágenes y textos que, sin intención de abarcar la historia completa de Rosario, se centra en algunos episodios particulares de su biografía.

Editorial Municipal de Rosario y Museo de la Ciudad

ISBN: ���-���-����-��-�

��� páginas

CIUDAD DE

ROSARIO

lIbros

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Este libro se encuadra en el problema de la constitución del campo cultural argentino, y reflexiona sobre la experiencia de una revista cultural que “alejada” de la metrópoli explora la transición que el mundo editorial argentino experimentó del modernismo a las vanguardias. El estudio se concentra sobre la revista El Círculo de Rosario, ubicando e interpretando su rol dentro del periodismo cultural de fines de la déca-da de 1910 y durante la de 1920. Particularmente se analizan su faceta editorial como constructora de un universo intelectual y como referente en la generación y formación de pautas de consumo ligadas al ocio, la lectura, el arte dentro de una sociedad moderna.

LA REVISTA EL

CÍRCULO O EL

ARTE DE PAPEL

AUTORA: Sandra R. Fernández

EDITUM (Murcia, España)

ISBN: ���-��-����-��0-�

��� páginas

RUBÉN PORTA

La presente edición –fruto del trabajo conjunto entre el Museo Castagnino+macro y la Universidad Nacional de Rosario– compila, por primera vez, cuarenta años de producción visual del artista Rubén Porta. A través de una serie de ensayos este libro da cuenta de su vida, su acción académica y su compromiso político.“Cuando estoy trabajando en una obra y de pronto no sé lo que está pasando con ella, cuando no entiendo nada, sé que voy por el buen ca-mino. Pretendo que la obra me vea y yo verla a ella; en algún momento algo pasa en mi cabeza…”. Rubén Porta

Ediciones Castagnino+macro (Rosario, Argentina)

ISBN: ���-���-�����-�-0

�� páginas

Editorial Municipal (Rosario, Argentina)

ISBN: ���-���-����-��-�

�0� páginas

“Rosario, esta ciudad” es una colección de 101 fotos, a cargo de 56 autores elegidos a través de un concurso en septiembre de 2009. El jurado integrado por los fotógrafos y docentes Andrea Ostera, Julieta Escardó y Julio Pantoja seleccionó de entre las más de dos mil fotos actuales de la ciudad de Rosario, presentadas bajo seudónimo, los trabajos de 56 participantes de un total de 244. Este libro puede verse como un nuevo capítulo de un relato en continua construcción. Su título retoma, a modo de homenaje, cambiando apenas una letra, el de otro libro que publicó en 1970 la editorial de la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil: Rosario, esa ciudad.

ROSARIO,

ESTA CIUDAD

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agraDECImIENtos

ADN La Nación

Liliana Angellini

Juan Manuel Alonso

Halim Badawi

Lucía Bartolini

Marc Caellas

Nicolás D´Angelo

Editorial Municipal

Cristián Fenosa

Ana Inés Fracassi

Diego Giordano

Ana Martínez Quijano

Ángel Mestres

Museo Castagnino+macro

Museo de la Ciudad

Rosario 12

Norberto Puzzolo

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