arciniegas, cuento y recuento de la democracia en america
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7/23/2019 ARCINIEGAS, Cuento y Recuento de La Democracia en America
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Cuento y Recuento de la Democracia AmericanaAuthor(s): German Arciniegas
Source: Journal of Inter-American Studies, Vol. 4, No. 2 (Apr., 1962), pp. 149-156Published by: Center for Latin American Studies at the University of MiamiStable URL: http://www.jstor.org/stable/165224 .
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CUENTO
Y
RECUENTO
E
LA
DEMOCRACIAMERICANA*
Germ&n
Arciniegas
Hablar
hoy
de
America
-
de
todas
las
Americas,
pero
en
particular
de
nuestra
America
Latina
-
es
lo
mAsaventurado
y
dificil.
Y
lo
m&s
simple
y
sencillo.
Vivimos
complicando
un
tema
que
parecia
clarisimo
en
los dias
batalladores
de
Bolivar,
de
Juarez,
de
Marti.
Cuantas
veces,
en estos
tiempos,
nuestrosciento
ochenta millones de
personajes,
parecen
ciento
ochenta
millones de
problemas
en
busca
de
un
autor.
Hasta
hace
no muchos
aiios
usabamos
de una
expresion
que
parecia
muy
justa.
Deciamos
que
America era el
Nuevo
Mundo. En
efecto,
habia hecho
su
aparici6n geogrifica
hacia
poco
tiempo, y
se
habia
anticipado
a
poner
en
marcha ideales
de
libertad,
de
independencia,
de
democracia,
que
aun
hoy
son fuente de
progreso
politico, punto
de
referencia
en los
conflictos de
todos
los dias. En
Europa
estas
aspiraciones
se
estrellaban
contra
una
herencia,
aun
viva,
de
jerarquias,
de
imperios,
de
aristocracias.
El
Asia multitudinaria
mantenia
esos misterios
que
nos la
han hecho
impenetrable
no
s61o
en
sus intimos
repliegues,
sino
en
sus
lineas
gene-
rales,
con
estatuas
de
Budas
al
fondo,
que
parecen
de
piedra
vieja y
estAn vivas. El
Africa,
dorada de
la cintura
para
arriba,
6bano de
la
cintura
para
abajo, surgia
al
norte con la
esfinge
de
los
cuarenta
siglos
que
decia
Napole6n,
y
al sur
con un
voodoo
tan
antiguo
como
sus noches
de 6bano
y
estrellas
de marfil. Dentro de
ese
globo
de
la
geografia
politica,
nosotros eramos
el
Nuevo
Mundo.
Hoy
todo
esto
parece
haber
cambiado.
Es
mas
Nuevo
Mundo Rusia
que
sacudi6 la
herencia
de
Rasputin y
el
zar
NicolAs,
y
la
tir6
al
Neva,
fundando un
imperio
de
crecimiento
veloz,
b6licamente
agresivo, que
en
cuarenta afios
se
ha
colocado
en
condiciones
de desafiar
a todas las
naciones.
En
el
palacio
de
vidrio,
en Nueva
York,
por
otra
parte,
cuando
se
habla
del nuevo
mundo
se
estA
haciendo
una
referenciaclara
a la
Africa
insurgente.
Por
ultimo,
cuantos
hacen
la visita
de
Israel,
encuentran
que
alli,
saliendo
del
Mar
Muerto hacia
las
piedras
rosadas de
Jerusalen
esta el Nuevo
Mundo.
Nosotros
mismos,
cuando hablamos de los Estados Unidos
de-
cimos
que
nos
parecen niinos,
nos mostramos
ya
viciados como
pueblos
Discurso
pronunciado
en
la
sesi6n
inaugural
de
la
Academia
Interamericana
en la Ciudad de
Mexico,
7
de
febrero
de 1962.
149
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JOURNAL
OF
INTER-AMERICAN STUDIES
escepticos,
a
veces
cinicos,
que
no
se
aprietan juvenilmente
para
mostrar
una sola
cara,
una
alma
combativa,
una
esperanza
unanime.
Dejamos
de ser esas naciones batalladores que en tiempos de Bolivar ataban en
el Peru
ejercitos
venidos
de
Caracas
y
de
Buenos
Aires,
que
tenian
una
misma
gaceta
cuyas
voces
sonaban acordes en
Chilpancingo,
en
Chu-
quisaca
o en
Quito.
dQue
pasa?
dDe
veras
somos
ya
otro
viejo
mundo?
dEstamos
ha-
ciendo un
esfuerzo
est6pido por
envejecer
a la
fuerza
un continente
antes
de
que
haya
aportado
a la
historia
del hombre
la
originalidad
de
un
estilo,
el tono
de una
cultura,
la
manera de
una
justicia,
el
esplritu
de
una libertad americanos?
Cosas
hay
que pertenecen,
que constituyen
anticipaciones
de
nues-
tro
aporte
a
la
cultura
universal,
y
que
las
dejamos
ir de nuestras
manos
como el
oro del
siglo
XVI.
Una
de
ellas es
la
democracia.
La
demo-
cracia de
los
tiempos
modernos
encontr6 en
toda
la
America la
provincia
ideal
donde
pudiera
establecerse,
antes
que
en
ninguna
otra
parte.
Aqui,
el
gobierno
del
pueblo
por
el
pueblo y para
el
pueblo,
se
proclam6
facilmente
por
la ausencia de
casas
reales,
de
cortes,
de
esas
jerarquias
aristocraticas
fundadas en
unas
selvas
genealogicas
que
pretendian
hun-
dir sus raices en la Edad Media y que todavia en el siglo XVIII eran
duefias
de
la
tierra,
de
los
tronos,
de
los
privilegios.
Aun
hoy,
reducir
a
los
herederos
de esa
fronda
dorada
es
problematico
en
Europa,
no
obstante
el
esfuerzo
gigantesco
que
hizo
la
burguesia
en
los anfos
que
van de
la
publicaci6n
de la
Enciclopedia
a
la
revolucion francesa.
En
America,
no.
Aqui,
todas
nosotros somos los
hijos
del
comun.
Hijos
del
pueblo
bajo
de
las
naciones
blancas
que
vienen cruzando
el
Atlantico desde
los
dias
de los descamisados
que
acompanaron
a Col6n
-
con
1e
vinieron
hasta
gentes
salidas
de
la
carcel
-
hasta
los
siglos
XIX y XX, en que los inmigrantes y perseguidos de Europa han buscado
estas
playas para
hallar
trabajo
y
dejar
de
ser
los abandonados
o los
sospechosos
de
sus
patrias
europeas.
Somos
hijos
del
pueblo
negro
que
vino
del
Africa
ya
sabemos c6mo.
Somos
hijos
del
pueblo
original
de
estas
tierras
-
pieles rojas,
aztecas,
chibchas,
incas, araucanos,
guara-
nies
-,
donde,
por
lo
que
a
nuestra America
se
refiere,
los
espafioles
se
encargaron
de
cortarnos las cabezas de los
emperadores
y
los
principes.
No
hace
mucho,
en una
reuni6n
que
tuvimos
en
Berlin,
Raymond
Aron
nos
hablaba de
la
democracia
como
invenci6n
europea.
Aunque
su
discurso
estaba
lleno
de
agudas
observaciones,
indiscretamente
me
atrevl a
hacerle
algunos
recuerdos. Antes
de
que
Rousseau
hubiera
es-
crito
el
Contrato
Social,
en
Asuncion
del
Paraguay
salio
un dia
al balc6n
un
corregidor
a
pedir
al
pueblo
sumision a
la
corona.
Uno
de
los
que
le
escuchaban,
desde
la
plaza,
levanto
la voz
y
le
pregunt6:
El
seinor
150
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CUENTO
Y RECUENTO
DE LA DEMOCRACIA
AMERICANA
Corregidor
puede
hacerme el
favor
de
decirme
que
entiende
por
Vox
Populi?
Conteste
lo
que
quiera,
pero yo
se
lo
digo:
es
el comuin.
Antes
de que ocurriera en Francia la Revoluci6n del 89 fue en 1780 la revo-
luci6n
de los comuneros en
Paraguay,
en
la
Nueva
Granada,
o el
levanta-
miento
de
Tupac
Amaru
en
el Peru.
Antes
que
se
proclamara
en Paris
la
republica
de
Francia,
se habia
proclamado
en
Filadelfia la
de
los
Estados
Unidos. Antes de
que
se
introdujeran
en
Inglaterra
las
leyes
representativas
las
practicaban
en
la
Nueva
Inglaterra
los descendientes
de los
peregrinos.
Todas
las
republicas
de la America
indoespainola
son mas
antiguas
que
las
europeas,
con
la
excepci6n
de
la
de
Francia
donde
repuiblica
significa
un
accidente
que
suele
presentarse
en ciertas
epocas de prop6sito de enmienda. Todo esto es tan cierto como que la
revoluci6n
rusa ocurrio
despues
de
la
mexicana.
Papini
decia
que
nosotros nada
habiamos llevado al mundo de
las
ideas. Es
poco
aportar
una
nueva
filosofia
politica?
Nosotros somos
y
no somos descendientes de una cultura
europea.
A
America
nos
llegan
filosofias,
religiones,
politicas.
Nosotros las re-
cibimos con curiosidad
y
las elaboramos de otra manera.
Es cierto
que
hoy
la frontera
del
occidente
puede
situarse en
las
costas Americanas
del
Pacifico.
Defendemos unas
aspiraciones
y esperanzas que
alientan lo
mismo
aqui
que
en el
fondo
del
pueblo europeo.
Pero la nueva filo-
sofia
que
viene
de
Europa
a nuestra America
no
es toda
original.
Esta
penetrada
de temas
que
nosotros les
dimos,
como ese de la
democracia.
En esa suma
de contribuciones
de
todos
los
continentes
que
el
europeo
resume con
magia
tan
eficaz
que
borra
sus
origenes,
hay hoy
mucha
cosa nuestra
que
apenas
se
sospecha.
Lo hemos
penetrado
con el
tabaco,
con los
tomates,
con las
patatas,
con el
cacao ...
y
con la
democracia.
Como
nosotros
les somos
deudores
del
trigo,
de tres
lenguas,
de
las
naranjas,
del
cristianismo,
de
la
polvora,
de
los
rev61veres,
de
la rueda...
y
de
lagunos
vicios
politicos
que
nos
han
hecho tanto
mal
como
tanto
bien
el
trigo.
Algunas
de
las
cosas
europeas
o se
han
agigantado,
o
se
han defen-
dido en nuestras
tierras. Las dos
ciudades
mas
grandes
del
mundo
en
donde
se
habla
espafiol,
no estan
en
Espania:
son
Mexico
y
Buenos
Aires.
Las
dos
ciudades
mas
grandes
del mundo
en
donde se
habla
el
portugues
no
son
ni
Lisboa
ni
quien
sabe
cual
otra de
Portugal,
sino
Rio
de
Janeiro y
San
Pablo.
Inglaterra
di6 a
Shakespeare
en
el
siglo
XVI; pero el diccionario de la lengua inglesa que gobierna hoy ese
idioma
lo
hizo un
americano,
Webster,
y
lo
siguen
enriqueciendo
los
americanos.
Hemos tenido
en nuestra
America
hasta
repuiblicas
europeas pere-
grinas, fugitivas.
En
la
aspiracion
universal
que
duplica
al
hombre
151
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JOURNAL
OF
INTER-AMERICAN
STUDIES
americano
hay
la
justa
proporci6n
de
sangre
europea
que
Ilevamos
en
nuestras venas. Tambien
lo
europeo
se hace
aqui
en
America
. ..
de
otra manera. Alfonso Reyes parecia tan europeo como Ortega y Gasset,
y
mas. Y sin
embargo,
no ha
nacido
en
Europa
un
hombre
que
tuviera
las travesuras
mexicanas
de
Alfonso
Reyes,
el
ingenioso.
Se
podria
comentar
a
Diego
Rivera
emparentando
sus
frescos
con los del
rena-
cimiento
italiano,
y
aun
se ha
hecho.
De
comun
habria
el
que
mexicanos
e italianos han
cubierto
las
paredes
de ciertos
edificios
con
pinturas
pedag6gicas.
Pero
es
obvio
que
Rivera esta
infinitamente
mfs cerca
del
an6nimo
pintor
que
coloreo las
paredes
de
Bonampak
en el Yucatan
el aino
540
que
de Piero
della Francesca
o
de
los maestros
de la
Capilla
Sixtina. Y con esta fuente original, los frescos del Renacimiento mexi-
cano
son m&s
eficaces
que
ninguna
otra
pintura
de nuestro
mundo
con-
temporSneo.
No
digo
estas cosas
ni
para
invitar
al americano
que
las
escuche
a
que
se
pavonee
recordandolas,
ni
para
desconocer
que
nos
movemos
en
niveles
distintos
europeos,
asiaticos
y
americanos,
y
aun americanos
del
norte
y
del sur.
Quiero
insistir,
sencillamente,
en
un
punto
de
par-
tida
que
no creo
equivocado,
y que
no
lleva
a
la
conformidad,
sino
a
la inconformidad. La revoluci6n de hace
ciento
cincuenta anios
no se
ha
malogrado,
sino
que
se
ha adormecido.
Hemos
Ilegado
a un
punto
en
que
el
ser
libre
o el ser
independiente
son cosas
que
en
primer lugar
dependen
de
la
propia
voluntad.
Hay
quienes
quieren
ser
libres
y
quie-
nes
no
lo
quieren
ser.
Hay quienes
quieren
ser
independientes
y quienes
temen
serlo.
Nosotros
hemos
insistido
siempre
en
el
tema
de la
liber-
tad
porque
es
el aire
que
respira
el hombre cuando
afirma
su
dignidad.
Pero
no olvidemos
que
la
libertad
del estado
es su
independencia.
De la
independencia
tenemos ideas
en
que
ha
faltado
lo
que
hubiera
llamado Alfonso
Reyes
el deslinde. La guerra de independencia no fue
sino
un
episodio,
el
episodio
b6lico,
de un
proceso
que
ni
naci6
en el
cuartel
ni
termin6
con la ultima
batalla.
El tema
de
la
independencia
lo
formularon
los
universitarios,
los
caudillos
del
pueblo
y
curas
como
Hidalgo
antes
de 1810.
La
guerra
del
pueblo,
de
los
comuneros,
ocurri6
en
1780.
Ganada
la
guerra
contra
los
espafioles
quedo
el
proceso
pendiente.
A Mexico
tornaron
los
espafioles
y
vinieron
los
franceses
y
entraron
las tropas de los Estados Unidos. Fue una lucha dura, larga, en que
esta
republica
acab6
por perder
parte
de
su
territorio.
Nosotros,
los
colombianos,
en
una
operaci6n
incruenta
e
infeliz,
perdimos
a
Panama.
Quedamos
con
el
mapa
que
hoy
tenemos a
la
vista.
Esto
quiere
decir
que
no
hemos
tenido
la
capacidad
fisica
necesaria
para
defender
nues-
tro
territorio.
O
nos ha
faltado
un
espiritu
de solidaridad
continental.
152
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CUENTO
Y
RECUENTO
DE
LA
DEMOCRACIA
AMERICANA
Con
todo,
algo
hemos
aprendido,
algo
se
ha
logrado y
algo
tenemos
ya
que
nos
aliente. No estamos inermes como
en
el
siglo
XIX.
El
derecho
ha logrado en America avances mayores que en el resto del mundo.
Hay
un
abismo
entre lo
que
fue el Destino Manifiesto de
Teodoro
Roosevelt,
con
un
big
stick de
policia
por
amenaza,
y
una
Alianza
para
el
Progreso
como
la de
Kennedy
que
solo
America
puede
concebir.
Hay
un
abismo
entre
la
doctrina
de
Monroe
y
la
carta
de Rio de
Janeiro.
Pero
el tema
de
la
independencia
sigue
siendo
parte
de nuestros
complejos
colectivos. Cuando
se
gan6
la
guerra,
qued6
abierto
el inte-
rrogante
de como
mantener
la
independencia conquistada.
Al dia si-
guiente
de
salir
en
fuga
los
virreyes
nos
entregamos
en
cada
pais
a
cultivar la soberania como un vicio solitario. Una de las razones
que
aseguraron
a los Estados
Unidos su
independencia
despues
de las
vic-
torias de
Washington,
esta en
haber
puesto
en
vigor
una
idea
que
ahora
estan inventando los
europeos:
el
mercado
comuin.
La
base
de
ese
mapa
de Estados
Unidos
que
en
la
bandera
del
norte
representan
es-
trellas,
esta
en
haber
establecido
una
sola
y
ancha base
en su
estructura
economica
comun.
Nosotros,
que
tanto avanzamos en
la
critica
de
nuestra
historia,
ol-
vidamos que en la epoca de los Bolivares, para dar el primer paso hacia
la
independencia,
la
generaci6n
de
1810 hizo de la
guerra
contra
los
ejercitos
de
Fernando
VII el
mercado comuin
de la
libertad.
Me
alegra
recordar
aqui
c6mo cuando
vino la
amenaza
de
la
invasi6n
espaniola
a
M6xico,
nuestro
Francisco de
Paula
Santander
se
apresuro
a ofrecer
su
espada para
venir
a
luchar
en
esta
tierra
como otro
mexicano. San
Martin march6
con
sus
tropas
argentinas
hasta
Lima.
Bolivar
lleg6
con
sus venezolanos
hasta
Ayacucho.
Hoy
des
menos
evidente
la
nece-
sidad
de
reducir Nuestra America
al
mismo
mercado
comun de
la liber-
tad? aPodemos imaginar a un imperio euroasiatico tomando a su cargo
una
desinteresada
salvaguardia
de
nuestro
espiritu?
Me
he
referido
a las
circunstancias
en
que
Mexico
perdio,
o
perdio
Colombia,
tierras
que
pasaron
al
dominio de
los
Estados Unidos. Y
podria
agregar
que
los
ap6stoles
del
Destino
Manifiesto,
como
Walker
en
Nicaragua,
eran un
reflejo
no
de
la filosofia
que
se
formulo
en
Fila-
delfia,
sino del
impetu
imperial que
tiene
su
origen
en
la
historia de
occidente,
cuna
y
corona de los
grandes
estados
europeos.
Fundamen-
talmente,
el
ser
imperial
es
en
Europa
un
estado
historico del
espiritu,
como
el
no
serlo es
una
manera
singularlsima
de
America.
Imperiales
han
sido
Roma, Austria,
Alemania,
Inglaterra,
Francia,
Espafa,
Portugal,
Holanda,
Belgica,
Rusia.
Esa ambici6n
de
invadir
paises
vecinos,
de
extenderse
por
el
Asia,
por
el
Africa,
por
America,
son
cosas de
Europa,
desde los
tiempos
de
Alejandro
de
Macedonia,
o
Julio
Cesar.
Rusia
se
153
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JOURNAL
OF INTER-AMERICAN STUDIES
devora
hoy
a
Hungria,
como
Alemania,
Alsacia
y
Lorena
en
el
XIX.
Sobre
esto no
cabe
equivocarse, porque
es asi.
Un Bolivar o un San Martin, que vayan de Venezuela a Nueva Gra-
nada,
al
Ecuador,
al
Peru,
a
Bolivia,
o
a
Chile,
libertando
pueblos
y
dejindolos
luego
en
libertad,
sin reclamar
para
sus
patrias
una
pulgada
de
la tierra
ajena,
es
una
cosa tan
inverosimil
para
el
europeo
de
Europa,
como
lo
seria
para Napoleon
pedir
que
en
vez
de ser
coronado
empe-
rador
hubiera
reclamado
para
si
el
titulo
de
libertad.
No
ha
nacido
fuera
de
America el
hombre
que
resuma,
a
la
manera
de
Juarez,
su
filosofia
diciendo:
El
respeto
al
derecho
ajeno
es la
paz.
Cuando
un
argentino
dice
despues
de la
guerra
del
Paraguay
La
victoria
no da
derechos , esta enunciando algo incomprensible para un europeo.
Es ironico
y
explicable
unicamente
por
la vanidad
de
quienes
igno-
ran
nuestra
historia,
el
que
se
nos
invite
a
las
asambleas
de la
paz,
llevado
por
el
aire,
como
palomas,
fortalezas volantes
con un ramo
de
olivo
en
el
pico
de los canlones.
A
nosotros,
que
durante
300 anfos
no
tuvimos
en
esta America
una
guerra,
y
que
hemos
ajustado
un tratado
que
hace
imposibles
los
choques
entre las naciones
del hemisferio. Es
ir6nico
el
que
se
diga que
hay aqui,
en nuestra
America,
una
oposici6n
entre
los
gobiernos y
los
pueblos, y que
no
corresponden
los
gobiernos
a
la
expresi6n
de
la
voluntad
popular,
y que
lo
digan
paises
que
le
cierren
el
paso
a las
elecciones
para
tener
gobiernos representativos, y
que
no
permiten
que
se
imprima
un diario
ni
un
libro
que
no
representen
la
opini6n
exclusiva
del
gobierno
nacido en la asamblea de un solo
partido.
Pero
todo
esto
que
puede
decirse
en
favor
de
nuestra madurez
po-
litica,
no
representa
sino el
compromiso
que
nace de lo
que podriamos
llamar
Nuestro
Contrato
Social.
Seguin
nuestro
contrato
con el
pueblo,
la
tierra
y
el hombre
y
la
escuela
y
la
industria
y
el
capital
no
pueden
estancarse en manos de unos pocos ... Ahora, que todo esto, queda sub-
ordinado
al
ser
independientes.
Tengo
por
fuerza
que
repetir
aqui
las
palabras
del
presidente
de
Colombia,
Alberto
Lleras,
que
encuadran
su doctrina
indeclinable
de hacer de
la
America Latina el
bloque
ideal
que
podra
asegurar
nuestra convivencia
en el
hemisferio
occidental
frente a
los
Estados
Unidos,
y
nuestra
fuerza moral
frente
a
Europa y
sus
imperios, y
nuestra
democracia frente al Asia
y
sus suenios
mon-
golicos,
y
nuestro
tono
de
vida frente
al Africa
y
su
despertar
economico
que
le
permite
producir
a
precio
de
competencia
imposible
las mismas
cosas que nuestra tierra solo puede ofrecer al costo que reclaman, con
toda
justicia,
nuestros
campesinos.
Dice el
presidente
Lleras:
El sistema
de
la
Organizaci6n
de Estados
Americanos
no
nace,
como
algunos
pretenden,
de una evoluci6n
de la doctrina
Monroe,
sino
de la
necesidad
de sustituirla
y
abrogarla,
conservando
de ella
sola-
154
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CUENTO
Y
RECUENTO
DE
LA
DEMOCRACIA AMERICANA
mente,
pero
bajo
control,
vigilancia
y
decisi6n
de
las
21
naciones
que
forman
el
sistema la
defensa contra
cualquier
acto
de
intervenci6n,
ame-
naza o acci6n extracontinentalcontra su autonomia. Ciertamente,la
doctrina Monroe
preserv6
la
independencia
de las
j6venes
republicas
americanas,
cuando fue
proclamada
por
una
de
ellas,
con
capacidad
para
hacerla
valer,
por
su
ya
notable
poder
fisico.
Los intentos
de
res-
tauraci6no
instauracion
de
colonias en
el suelo
americano,
sucedidos
con
persistencia
hasta la
proclamacion
de la
doctrina
Monroe,
no se
repi-
tieron.
Pero
subsistia
un
grave
peligro.
Las
repuiblicas
atinoamericanas
quedaron
a
merced
del Estado
protector,que
no
parecia
mostrarmenos
interes en
la creaci6n
de un
imperio
que
las
monarquias europeas.
Sucesivos actos de fuerza ejecutadospor los Estados Unidos, a algunos
de
los
cuales debe
su
formacion
geogr4fica
presente,
demostraron
las
tremendas
posibilidades
del
nuevo
imperialismo
y
la
dificultad
de ha-
cerle
frente.
Sin
embargo, y principalmente
en los ultimos
treinta
afnos,
se adelant6 en
America,
no
una alianza defensiva
de
viejo
estilo,
sino,
al
contrario,
un
empeino
racional de someter
el
hemisferio a la
ley
in-
ternacional,
de
proscribir
la
guerra,
de
condenar
cualquier
forma
de
imperialismo,
de
vigorizar
la
asociaci6n de sus
estados,
de
eliminar
la
intervenci6n
y
de
preservar
la unidad
y
la solidaridad
para
la
defensa
colectiva contra las amenazas externas. Esa tarea, casi legendaria,por
su buen
exito,
culmino
en
Bogota,
entre
las
cenizas
y
escombros
del
9
de
abril,
con
la
firma
de
la Carta
de la
Organizaci6n
de los Estados
Americanos.
La
independencia
es el
tema
de
nuestro
tiempo
en
nuestra
Am6rica.
No una
independencia
para
salir de
una servidumbre
y
caer en otra.
No
hay que
olvidarlo nunca: todos
los
imperios
son
iguales.
La
inde-
pendencia
de
un
estado es su
libertad.
Como
individualmente cada
americano
reclama el derecho
de
vivir,
de
contradecir,
de
hablar,
de
votar
por
el candidato
que
quiera,
de ser del
partido
que
le
guste,
de
leer el
libro
que
le
interese,
no
hay
manera
para
el
estado de
compor-
tarse
dignamente
si
no
se
siente
seguro
en
su
independencia.
La
lucha
heroica
por
defender
la
independencia
no
es
sino
la
aspiracion
indecli-
nable
a conservar a
dignidad
internacional.
Vanidosos,
os de
esta America
de
Jose
Marti,
insistimos en
buscarnos
diferencias
que
nadie
niega,
y
que
son
una fecunda fuente de
pro-
greso.
Pero
olvidamos
que
asi como los
imperios
tienen su comuinde-
nominador de sensual ambicion de poderio, nosotros tenemos un co-
mun
denominador de
libertades
para
defender
y
de
aspiraciones
de
justicia
humana
para
colmar a
nuestra manera democratica. Lo
que
hoy
tenemos
a la vista es la
cultura de
Nuestra
America
en
peligro.
Cultura
politica
en
gran parte,
porque
lo
que
hemos
ofrecido al
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JOURNAL
OF
INTER-AMERICAN STUDIES
mundo como
cosa nueva
es
la
aspiraci6n
a un
tipo
de sociedad humana
libre,
que
en
otras
partes
no
se ha
abierto
paso
por
razones
hist6ricas.
Hoy
se
esta
produciendo
en
America
un siglo
XVI a
la
inversa.
Ya no
estan
aqul
Corteses
ni Pizarros
despachando
oro para
Espafna
y
para
los
banqueros
de Carlos
V.
Ahora
se
estan
abriendo
las com-
puertas para que
lleguen
a
nuestra
America rios
de
dolares, rublos,
liras
y algunas
otras monedas
de nombre
europeo
y
aun asiatico.
Dos
de estas corrientes
tienen
origen
politico.
La
de los
dolares,
destinada
a
una alianza
para
el
progreso,
entendida
como
instrumento
de la
de-
mocracia. La
de
los
rublos,
destinada a una
alianza
para
montar
un
ejercito, que
sirva
al
comunismo.
Nosotros conocemos bien lo que fueron hace pocos afios los pres-
tamos
que
llenaron
de armas
a
nuestra
America. Las
que
recibimos
en
Colombia sirvieron
para
matar
colombianos
y
fusilar democracia.
En
la
primera
reuni6n
de
Montevideo
se
lleg6
a una
f6rmula revolucionaria
en
materia
de
dinero
para
nuestra
America: en
vez
de
tanques y
fusiles,
escuelas
y
redenci6n humana.
De
la
dignidad
nuestra
resultara
el
que
este
plan
sea
para
surgir
y
no
para
depender.
Pero
convengamos
en
que para
nosotros
lo
revolucionario
no
es tener
un
grande
ej6rcito,
sino
un
pueblo
libre.
Que
lo
libertamos
no con
las armas
sino con las
leyes,
como decia nuestro viejo Francisco de Paula Santander.
Cuando
hablo
de
independencia
no
lo
digo
con
el
proposito
de des-
unir el
hemisferio
y
enfrentarlo en una
guerra
retorica.
Hay
dos
cosas
que
han creado
la
dificultad
de
entendimiento
entre los
Estados
Unidos
y
nosotros.
La
una,
parad6jicamente,
la doctrina Monroe.
La
otra,
la
diferencia de
niveles
econ6micos.
La doctrina
Monroe,
gracias
a
Dios,
es
ya prehist6rica,
arqueologica.
La diferencia
de niveles
se
puede
lentamente
superar,
y
no tan lentamente.
Nuestra
America
crece
y
se
industrializa.
Tenemos
al sur del Rio Grande
casi tantas ciudades
de
mas
de
un
mill6n
de habitantes
como
al
norte
en los Estados
Unidos,
y
no
menos buenas
de fachada. Tenemos
mas
poblaci6n
que
los Estados
Unidos,
y
cuando esa
poblacion
consuma como debe
consumir,
viva
como debe
vivir,
la
industria
en
el
sur sera como
la
industria en el
norte.
Cuando
se
piensa
que
California
hace
cien aiios no era
con
su
oro
mas
de
lo
que
es
hoy
Bolivia
con
su
estanio se
ve
que
el
progreso
puede
acelerarse
si
hay
un
espiritu
juvenil que
le
de
alas.
La
independencia
de
nuestra
America
no
es una
f6rmula
para
la
agresion sino para reducir desniveles y poder vivir y convivir. Cuando
vemos
que
Europa
esti
hoy contemplando
su
independencia
amenazada
y
que para
defenderla
echa
por
el camino
del
mercado
comun,
se
ve
claro como
la luz
del dia
que
hoy
este
problema
de tener
una
perso-
nalidad
propia
bien
definida
es el tema
de nuestro
tiempo, y
no s6lo
el
tema
de nuestra
Am6rica.
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