ashley john f - antologia de relatos de ciencia ficcion

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ANTOLOGIA DE RELATOS DE CIENCIA FICCIONSeleccin y adaptacin JOHN F. ASHLEY EDITORIAL FHER, S. A.Grdoniz, 44 Bilbao ESPAA 1.973 Editorial Fher S.A. Bilbao (Espaa) Depsito legal BI 1.50573 Compueslo en Garamond, 12 por Rali Cubierta de Cotera Impreso y encuadernado en Talleres Grficos Fher. S, A. Villabaso, 9 Bilbao (Espaa) (Printed in Spain)

NaturalmenteEn Berna, Suiza, a muy temprana hora de la maana el presidente se despert con una regular jaqueca. Llevaba tres semanas sin dormir bien, y la ltima noche todava haba sido peor. No poda negarse que la situacin se haba hecho desagradable, Y no obstante, el presidente tena confianza. Seguramente, dada su historia desde el Congreso de Viena de 1815, las perspectivas eran buenas para su pas. El presidente esboz una sonrisa. Sera Suiza, naturalmente. En Mosc, Rusia, sentado al extremo de una larga mesa, el "Nmero Uno" escuchaba con intensa atencin a sus principales consejeros militares. No le gustaba lo que oa y conservaba un rostro inexpresivo. A pesar de todo, no perda la confianza. El Soviet Supremo, no caba duda, sera el elegido. En Londres, Inglaterra, el primer ministro sala del 10 de Downing Street con la pipa humeando decididamente. Subi a su coche para ir a Palacio, y enlaz sus fuertes manos. Las cosas podran ser un tanto azarosas durante algn tiempo, pero no abrigaba el menor desaliento. Inglaterra, con su gloriosa historia, era la nica eleccin posible. Naturalmente! Al este del lago Victoria, en frica, el alto y esbelto jefesacerdote de los masai, el Laibon, contemplaba el esculido ganado pastando en la pradera y sonrea. No haba mas que un dios verdadero, EmGai, y los pastores masai eran un pueblo digno Al fin iban a ser corregidos sus antiguos yerros! Resurgiran los masai. Ellos eran la nica eleccin lgica. Naturalmente! Y as, alrededor del mundo. *** El caballero rechoncho con gafas y chaqueta cruzada tena un nombre: Morton Hillford, y un ttulo para acompaarlo: consejero presidencial. En este momento recorra la sala a grandes zancadas. Dice que ha investigado "todas" las posibilidades, general? Todos los... hum...! ngulos? El general, de nombre Larsen, tena el porte erguido y el pelo de un gris metlico ambas cosas muy tiles a la hora de impresionar a los senadores. Era un general que conoca bien su oficio. Naturalmente estaba trastornado. Han sido exploradas todas las posibilidades de accin, seor Hillford. Todos los ngulos han sido estudiados plenamente. Morton Hillford dej de pasear y apunt al general utilizando el dedo como revlver. Su expresin indicaba claramente que, de haber tenido un gatillo, no

hubiese dudado en apretarlo. Pretende usted decirme que el Ejrcito de los Estados Unidos es impotente? El general frunci el ceo. Tosi brevemente.Bueno,

digamos que el Ejrcito de los Estados Unidos se halla inerme en este

caso. No me importan las palabras! Pueden ustedes "hacer" algo? No, no podemos. Y debo indicarle que tampoco pueden la Escuadra, las Fuerzas Areas ni los Marines. Ni los carabineros remed Morton Hillford, antes de reanudar su paseo Por qu no pueden hacer nada? Acaso no es se su oficio? El general Larsen enrojeci. Perdn, seor Hillford, Nuestro oficio es, como usted dice, defender este pas; y estamos preparados para hacerlo hasta el lmite de nuestras fuerzas, sin importarnos la superioridad... Olvdelo, Larsen. No pretenda molestarle Creo que el desayuno no me ha sentado bien esta maana. Comprendo su posicin en este asunto La cosa es... peliaguda. Por lo menos asinti el general Larsen. Pero me atrevo a decir que hemos pensado en todo, desde las bombas de hidrgeno a la guerra psicolgica. No tenemos absolutamente nada que ofrezca una oportunidad de xito. Un movimiento hostil por nuestra parte sera suicida. Siento caer en el melodrama. Pero los hechos son los hechos. No sera conveniente permitir que el pas supiera hasta qu punto estamos en su poder; nos tienen por el cuello y no conozco el medio de librarnos. Naturalmente, seguiremos probando; pero el presidente debe disponer de los datos autnticos. No podemos hacer nada por el momento. Aprecio su sinceridad, general, aunque no tenga nada ms que ofrecerme. Parece que habremos de esperar con las manos cruzadas y una amplia sonrisa en nuestro rostro colectivo. Al presidente esto no le va a gustar, Larsen. Tampoco a m me gusta. Morton Hillford hizo una pausa, durante la cual mir a travs del ventanal las calles de Washington. Era verano y el sol haba encerrado en casa a la mayora de la gente, aunque eran visibles algunos coches y helicpteros. No obstante, all estaban los viejos y familiares edificios y monumentos y ellos le proporcionaban una cierta sensacin de estabilidad, ya que no de seguridad.

Cuando se volvi, dijo: A pesar de todo, los Estados Unidos, naturalmente, sern los elegidos. Naturalmente se hizo eco el general. Entonces todo estar arreglado, verdad Larsen ? Naturalmente! Tendr que encontrar el arma adecuada. Lo intentar, seor Hillford. Hgalo, general. Eso es todo por hoy. El general se fue, guardndose sus pensamientos. Morton Hillford, consejero presidencial, sigui absorto en sus reflexiones. Naturalmente dijo al rato en voz alta; sern los Estados Unidos. Y su mente aadi una postdata: Ojal fueran los Estados Unidos! Tres semanas haca que la nave haba surgido del espacio. Era una nave de gran tamao al menos en relacin con los conceptos terrestres. Tena su cumplida media milla de largo, y era ancha, pulida y brillante como un pez plateado bien alimentado en los bajos de un profundo y solitario mar. Apenas hizo nada. Se limito a quedar suspendida a gran altura sobre el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York. Pareca un enorme cigarro de pega dispuesto a estallarnos en la cara. Simultneamente con su aparicin, todos los gobiernos de la Tierra recibieron un mensaje. El mismo para todos. A la nave no le preocupaba mucho la definicin de "gobierno". Se puso en contacto con toda clase de divisiones polticas. En ciertos casos, cuando los destinatarios eran analfabetos o carecan de ilustracin, el mensaje fue comunicado oralmente. Cada mensaje iba redactado en el idioma nativo. Esto era suficiente para dar que pensar a cualquiera. Haba infinidad de idiomas en la Tierra y muchos de ellos carecan de escritura hasta entonces. En cuanto a las gentes llegadas en la nave, eran de aspecto bastante humano. Una avalancha de conferencias y una actividad frentica se desencadenaron con la aparicin de la nave espacial y sus mensajes. En primer lugar, nadie haba visto una nave espacial. No obstante, este aspecto de novedad fue pronto olvidado. La gente la

haba estado esperando, en cierto modo, y tendi a aceptarla filosficamente como haba aceptado la electricidad, los aviones, los telfonos y las bombas atmicas. Era muy natural. Qu vendra despus? El mensaje era algo muy distinto. Las naciones y los Estados Unidos saludaron al navo del espacio con incierta sonrisa. El contacto con otros mundos era emocionante, pero planteaba un buen nmero de incmodos problemas. Es difcil negociar, a menos que uno tenga algo que ofrecer, a menos que se sea lo bastante fuerte para no tener que doblegarse. Y si la nave no era amiga? Los Estados Unidos hurgaron en su despensa de pertrechos militares e investigaron, pero no perdieron la cabeza. Nadie alz el gallo y trat de emplear la bomba de hidrgeno sobre una entidad desconocida. En seguida se dieron cuenta de que tirarle una bomba a la nave poda ser como cazar un tigre con una pistola de agua. Los militares consideraron el problema con sutileza. Probaron con disimulo y estudiaron sus instrumentos. Los resultados fueron escasamente alentadores. La nave tena a SU alrededor una especie de campo. A falta de nombre mejor se le denomin campo de fuerzas. En definitiva, era una pantalla de energa que nada podra traspasar. Resultaba absolutamente inviolable: la ltima palabra en blindaje. Si alguien tiene una autntica coraza a toda prueba y su contrario no, a ste no le queda otro camino que la resignacin. Los militares no podran luchar. Tras digerir el mensaje, result que la situacin era muy semejante para los diplomticos La comunicacin no contena amenaza explcita; era, sencillamente una afirmacin de intenciones. Cuando ms, presentaba una cierta vaguedad molesta que haca difcil imaginar exactamente los propsitos de la nave. Deca as: "Por favor, no os alarmis. Somos gentes pacficas con una misin de buena voluntad Nuestra tarea es determinar que pas de entre vosotros posee la cultura mas adelantada del planeta. Tendremos que llevarnos a un representante de esa cultura para su estudio. No sufrir el menor dao. A cambio, procederemos a suministrar a la cultura de la que procede cuanto desee, hasta el lmite de nuestra capacidad.

Esperamos no causaros molestias con nuestro trabajo. Os aconsejarnos que no intentis comunicar con la nave hasta que hayamos anunciado nuestra eleccin. Tambin os sugerimos evitar cualquier accin hostil. Hemos venido en son de paz y deseamos despedirnos del mismo modo una vez acabado nuestro trabajo. Gracias por vuestra amabilidad. Nos gusta vuestro planeta." Esto era todo. A primera vista, el mensaje no resultaba demasiado alarmante, a pesar de su falta de precedentes. Pero enseguida surgan las cavilaciones. Supongamos, pensaron los Estados Unidos, que sea Rusia la elegida. Supongamos, adems, que lo que Rusia ms desee sea un arma imbatible para utilizarla contra los Estados Unidos. Qu pasara entonces? Y supongamos, pens Rusia, que los elegidos sean los Estados Unidos... La situacin resultaba bastante incmoda. La haca mucho peor la impotencia de los afectados. No quedaba sino esperar y ver. Naturalmente, todos los gobiernos implicados estaban seguros de ser los elegidos. Por eso, los ms avispados se dieron cuenta de que, fuese quien fuese el ganador, constituira una sorpresa para los dems, y as fue. Morton Hillford, consejero del presidente, recibi la noticia del jefe de la delegacin americana en las Naciones Unidas. El delegado no haba querido confiar a nadie semejante bomba; vino en persona y a todo correr. Una vez enterado, Morton Hillford se dej caer en el asiento ms prximo. Eso es ridculo dijo. Lo s asinti el delegado. El shock le haba remitido ya algo. Lo siento, pero no puedo creerlo, Charlie neg Morton. Si no lo crees, puedes leerlo dijo el delegado, entregndole el mensaje. Hillford lo ley. Su primer impulso fue soltar la carcajada. Pero... estn locos! Me parece que no. Hillford hizo un esfuerzo para ponerse en pie y reanud su paseo, Estoy trastornado dijo finalmente. Y blandi el mensaje casi con furia. Es un bandazo tan tremendo, Charlie! Ests seguro de que no bromean? Lo hacen completamente en serio. Maana van a exhibir a ese hombre en Nueva York. Despus lo expondrn en todas las dems capitales de la Tierra. Y luego...

Se encogi de hombros. Morton Hillford not un molesto salto en su estmago. Quieres decrselo t al jefe, Charlie? Ni hablar de eso. Tengo que volver en seguida a la ONU, Mort. Dselo t. Yo? Quin, si no? Morton Hillford acept su cruz con cuanto estoicismo pudo acumular. Vamos primero a tomar un trago, Charlie dijo en tono cansado. Slo un traguito... Las cosas rodaron de tal modo que fueron juntos a decrselo. El presidente, manos en las caderas, les lanz una intensa mirada y pidi ver el mensaje. Se lo ensearon. El presidente no era hombre bien parecido, pero sus rasgos no carecan de fuerza. Sus ojos azules y algo fros tenan un aire alerta e inteligente, y rara vez seguan la pauta de la boca al sonrer. Pero ahora no sonrea en absoluto. Bueno, jefe inquiri Morton Hillford, qu hacemos ahora? El presidente frunci el ceo. Tendremos que afrontar la televisin lo antes posible dijo, hablando con autoridad. Hay que decirle "algo" a la gente. Busca enseguida a Doyle y Blatski... y diles que lo escriban, si pueden, con un cierto matiz positivo. No herir su orgullo; indicar que no somos reacios a aprender; decir algo sobre ciencias desconocidas y factores misteriosos... ya sabes. Despus, tendremos que elaborar un proyecto para estudiar todo este asunto. Volvi a consultar el mensaje. HUM... ! Por lo visto van a volver dentro de cien aos nuestros para comprobar. Estupendo! Para entonces podremos tener algn argumento en el caso de que quieran jaleo, aunque lo dudo. Compadezco al que est en el cargo cuando vuelvan. Ahora, tendremos que descubrir qu es todo esto. El delegado de las Naciones Unidas arriesg una palabra: Cmo? El presidente tom asiento al otro lado de la mesa y encendi un cigarrillo. Solt el humo apretando los labios, lentamente. Era una buena pose, y le gustaba. La verdad era que le encantaban los problemas difciles. Incluso ste. Amaba la accin y la

rutina le aburra. Necesitamos un sabio anunci. Y esta vez no un fsico nuclear. Alguien que pueda decirnos algo sobre esta gente. La verdad es que necesitamos un experto en cuestiones sociales. Morton Hillford le previno. Que no lo descubran los del "Tribune". Te haran tiras. El presidente se encogi de hombros. Guardaremos el secreto. Bien! Como deca, necesitamos un experto social. El problema es, de qu clase? No un psiclogo musit Morton Hillford. Al menos, todava no. Me temo que necesitemos un socilogo. Si el "Tribune" llega a enterarse... Olvdate ahora de los peridicos! Esto es importante. El presidente se puso al trabajo en su telfono privado. Henry? Ha ocurrido algo. Quiero que vengas aqu en seguida y que te traigas a un socilogo. S, eso es, un socilogo, Cmo? S, yo he pensado en el "Tribune"! Trelo por la puerta de atrs. A su debido tiempo Henry que era el secretario de Estado hizo su aparicin, Traa consigo a un socilogo. El socilogo tenia un aspecto sorprendentemente normal y escuch respetuosamente lo que el presidente tena que decirle. Se sinti, naturalmente, sorprendido al saber la eleccin de los de la nave, pero se recobr al momento. El socilogo era un hombre honrado. Lo siento muchsimo, seor presidente dijo. Puedo echar mi cuarto a espadas si lo desea, pero lo que realmente necesita es un antroplogo. El presidente tamborile con los dedos sobre su mesa. Henry dijo-, consgueme mi antroplogo y date prisa. Cuatro horas ms tarde el antroplogo hizo su aparicin en el despacho del presidente. Se llamaba Edgar Vincent. Tena barba y fumaba en una pipa de aspecto extico. Bueno, esto era algo inevitable. Las presentaciones fueron rpidas. Es usted antroplogo? pregunt el presidente, El doctor Vincent afirm. Estupendo! exclam el presidente. Se ech hacia atrs en su butaca y cruz las

piernas. Al fin vamos a saber algo. El doctor Vincent cambi de color. Dgame, doctor dijo el presidente. Qu sabe usted de los esquimales? El antroplogo lo mir sorprendido. No querr usted decir... Para ahorrar tiempo, el presidente le entreg el mensaje que la nave haba enviado a las Naciones Unidas. Puede leerlo, doctor. Dentro de una hora lo tendrn los peridicos y todo el mundo lo sabr. Edgar Vincent dio una chupada a su pipa y ley el mensaje: "Os enviamos nuestro agradecimiento y nuestro adis. El trabajo entre vosotros ha terminado. Tras descubrir que la cultura ms avanzada es la de los esquimales de la Tierra del Baffin, hemos seleccionado a un miembro de esa cultura para regresar con nosotros, con fines de estudio. Como ya indicamos, tomaremos a nuestro cargo el proveer a su pueblo de todo cuanto desee, en concepto de pago. El representante de la ms alta cultura de vuestro planeta ser exhibido en todos vuestros centros polticos, a las horas que se indicarn en comunicado aparte, como prueba de que no ha sufrido dao. Volveremos a vuestro mundo dentro de cien aos terrestres, y en esa ocasin esperamos poder discutir los mutuos problemas con mayor extensin. Repetimos las gracias por vuestra cortesa. Nos ha gustado vuestro planeta. Y bien? pregunt el presidente. Apenas s qu decir confes el antroplogo, es fantstico. Eso ya lo sabemos, doctor. Diga "algo". Edgar Vincent encontr una silla y se sent. Se acariciaba la barba, pensativo. En primer lugar dijo, no soy realmente el hombre que buscan. Henry lanz un gruido. No es usted un antroplogo? S, s, desde luego. Pero no antroplogo fsico. Ya saben... huesos, evolucin, tipos sanguneos y todo eso. Me temo que no sea exactamente lo que buscan en este caso. Levant la mano, acallando una oleada de protesta. Lo que necesitan es un etnlogo o antroplogo social. Y el hombre ms indicado es Irvington; l es el gran especialista en esquimales. Tardarn algn tiempo en encontrarlo, de modo que sugiero le pongan una conferencia. Est en Boston.

Entretanto, les servir lo mejor que pueda. S algo de antropologa cultural; no estamos tan especializados como todo eso. Henry sali a poner la conferencia y volvi precipitadamente. Vincent se permiti una leve sonrisa. Haca tanto tiempo que no vea a un auditorio tan atento! Se le ocurre alguna razn por la que puedan haber elegido un esquimal? pregunt Morton Hillford, Francamente, no. Una civilizacin secreta? sugiri el delegado en las Naciones Unidas. Una tribu perdida o algo semejante? Vincent solt un bufido. Es absurdo dijo. Y aadi: Seor... Escuche dijo el presidente. Sabemos que viven en "igloos". Puede partir de ah. Me temo que ni siquiera eso sea exacto Vincent sonri. Perdneme, seor, pero los esquimales no viven en "igloos", o al menos, no la mayor parte del tiempo. Viven en tiendas de pieles en verano y en casas de piedra y tierra a principio del invierno. Dejemos eso dijo el presidente No tiene importancia. Vincent dio una chupada a su pipa: Cmo sabe que no la tiene? Cmo... ? S... es verdad. Comprendo lo que quiere decir. El presidente no tena un pelo de tonto. Apenas era culpa suya si no saba una palabra de los esquimales. Quin la saba? Creo que empieza usted a comprender, seor... Pero vamos a ver apostill Morton Hillford. No pretendo menospreciar el campo de sus conocimientos, doctor, pero est claro que los esquimales no son la ms avanzada civilizacin de este planeta! Tenemos una tcnica cientos de aos ms adelantada que la suya, una ciencia que no pueden ni sospechar, una Declaracin de Derechos, un sistema poltico producto de experiencia secular... miles de cosas! Los esquimales... no son ni comparables! Vincent se encogi de hombros. Para usted no corrigi, pero no es usted quien valora, Supongamos que fuese usted quien hiciera la eleccin insisti Morton Hillford. Elegira usted a un esquimal?

No admiti el antroplogo. Probablemente no. Pero yo lo veo desde unos valores aproximadamente iguales a los suyos. Tenga en cuenta que soy tambin americano. Creo que comprendo el problema dijo lentamente el presidente. La gente de esa nave est mucho ms adelantada que nosotros. Debe estarlo... o no tendran la nave. Por lo tanto, sus jefes no son los nuestros. No puntan como nosotros. Es as, doctor?. Vincent asinti. Es poco ms o menos lo que yo dira. Quiz nuestra cultura ha descuidado algo importante... algo que sobrepasa a todos los grandes edificios, la produccin en masa, el voto y todo lo dems. El presidente tamborile sobre la mesa. Considermoslo desde ese punto de vista sugiri. Pudiera tratatarse de que los valores espirituales son ms importantes que el progreso tcnico... o algo as? Vincent medit. No lo creo dijo finalmente. Puede ser algo parecido; pero entonces, por qu elegir a los esquimales? Hay muchos pueblos inferiores a ellos en el aspecto tcnico... Los esquimales son gente muy hbil. Han inventado cosas... anteojos para la nieve, sistemas de caza, complicadas cabezas de arpn... No creo que podamos prescindir de la tcnica; la cosa no es tan simple. Y en cuanto a los valores espirituales, pueden ser de difcil manejo. En principio, yo no dira que los esquimales tuviesen ms que otros pueblos e incluso es posible que tengan menos. Piensen en la India, por ejemplo... Es un pueblo que ha puesto realmente en prctica la religin. Creo que la orientacin es adecuada, pero todava no hemos llegado al buen camino. El delegado en las Naciones Unidas se enjug la frente. Entonces qu es lo que tienen los esquimales? A eso slo puedo dar una respuesta dijo Vincent; al menos, slo una respuesta honrada: no lo s. Tendrn que esperar a Irvington, y sospecho que se quedar tan sorprendido como cualquiera. No tengo la menor idea de por qu tenan que ser los esquimales los elegidos entre todos los pueblos de la Tierra. Habr que descubrirlo... y eso significa que tendremos que saber mucho ms que hasta ahora sobre cada grupo de personas que habita este planeta. Ms dinero... suspir el presidente, un tanto malhumorado. Doctor, no puede indicarnos algo para ir tirando, aunque sea de un modo provisional? Dentro de una hora tengo una reunin con el gabinete, y he de asistir y decir algo. Despus habr un discurso en la televisin, y los peridicos, y los diplomticos extranjeros, y el

Congreso, y Dios sabe qu ms. La cosa no ser tan divertida dentro de un par de aos. Tiene alguna idea, doctor? Los esquimales han conseguido una notable adecuacin a su medio dentro de su nivel tcnico dijo lentamente. A menudo se les pone por ejemplo en este aspecto. Recuerdo haber odo a un antroplogo que no tenan un vocablo para designar la guerra, ni tampoco podan concebirla. Esto pudiera serle til, para empezar. Por lo dems, tendr que hablar con Irvington. Estoy fuera de mi elemento. Muchas gracias, doctor Vincent. Agradezco su ayuda. Y ahora, vamos todos a tomar una copa. Pasaron a otra sala, hablando como descosidos, a fin de prepararse para la prxima reunin del gabinete. Marcan Hillford fue el ltimo en abandonar el despacho del presidente. Esquimales! dijo tristemente, moviendo la cabeza. Esquimales! A la maana siguiente, de estricto acuerdo con lo fijado, una pequea navecilla se destac del enorme navo espacial que se cerna a gran altura sobre el edificio neoyorkino de las Naciones Unidas. Para los millones de espectadores, en persona o a travs de la televisin, fue difcil evitar la impresin de que un cigarrillo surga de un gran puro plateado, La pequea nave aterriz, con la dulzura de una hoja en otoo, en el espacio despejado al efecto. La rode una pequea esfera de fuerza, reluciente al sol maanero. Se abri una puerta circular y comenz la exhibicin. Fue la sencillez misma. Dos hombres altos y de agradable aspecto salieron de la nave, permaneciendo dentro de la coraza de energa. Sus vestimentas eran originales, pero ms bien conservadoras. Se inclinaron hacia la puerta y pareci que hablaban con alguien. Un poco a regaadientes, el esquimal sali a reunirse con ellos. Llevaba ropa nueva y pareca incomodo. Era bajo, algo rechoncho, e iba despeinado. Contempl Nueva York con franco asombro, Sonri con tmido placer. A una leve indicacin de los dos hombres, salud sonriente a la multitud que se haba reunido para contemplarlo. Permaneci de pie, sonriendo, durante un par de minutos y otra vez fue escoltado hasta la nave. Esta flot sin ruido en el aire e hizo una curva para reunirse con el gran navo. Eso fue todo. La exhibicin haba terminado. Exactamente igual se repiti en todas partes.

En Berna, Suiza. En Mosc, Rusia. En Londres, Inglaterra. En Madrid, Espaa. En el pas de los masai, frica Oriental. En China, Suecia, Australia, Mjico, Finlandia, Brasil, Samoa, Turqua, Grecia, Japn, Tibet... Y, claro est, adondequiera que fue la nave suscit cuestiones altamente desazonantes. Naturalmente, cada gobierno "saba" que se haba cometido un error. Pero, con todo... Tan sbitamente como haba llegado desapareci el gran navo del espacio. Sus reactores flamearon con la llama atmica, se difuminaron sus contornos, y retorno como un relmpago al oscuro mar del que haba salido. Se diriga a Procyon, distante once aosluz, Para comprobar los resultados de un experimento anterior que haba tenido lugar aproximadamente haca un siglo. El esquimal vagaba por la nave mordisqueando un pescado y tratando de imaginarse lo que ocurra, Dos hombres le vigilaban, divertidos, pero no impresionados. Bueno, al menos observ el primero su pueblo tendr focas a montones de aqu en adelante. Es cierto asinti el segundo. Y podemos dejarlo en Armique. All estar como en casa y no lo pasar mal. Ya es hora de que nos ocupemos de la Tierra dijo el primero. Ese planeta est resultando la oveja negra de nuestro sector. Saldr adelante, no te preocupes. Ya empiezan a hacer algn progreso. El esquimal eligi otro pescado de su cubo y mir a los dos hombres sin inters. La que se habr armado cuando lo elegimos. Parece buen chico, pero algo primitivo, el hombre... Amigo mo, un poco de estmulo no hace mal a nadie. Cuando dejen de romperse la cabeza con lo de este esquimal, tendrn ya una autntica ciencia. El primer hombre bostez y se estir.

Cuando volvamos dentro de cien aos, ya sabes a quines encontraremos con una cultura lo bastante avanzada para poder ofrecerles un lugar en la Civilizacin. El otro afirm con la cabeza. Naturalmente dijo; y sonri. El esquimal se sirvi otro pescado del cubo y fue a asomarse a la ventanilla.

A travs de los tiemposAquella maana llova y una fina niebla estival ocultaba el relumbre del ro y el pueblo asentado en la otra orilla. Bernad Harrison, mientras dejaba que el aire fro le azotase la cara, se preguntaba qu tiempo hara dentro de cincuenta, cien aos. Y entonces lleg Leticia Aldin y l le dirigi una sonrisa y dijo: Ya falta menos Lety. Se dio cuenta de lo banal de su frase y aadi: Por qu tendremos esta sensacin angustiosa? No vamos a ir muy lejos. Un centenar de aos contest ella. No te preocupes. La teora es infalible. No es mi primer paseo por el tiempo. Dos excursiones de veinte aos, adelante y atrs, son prueba suficiente de que el impulsor funciona. Esta vez el viaje es algo ms largo, pero no distinto. Sin embargo, las mquinas automticas que se adentraron esos cien aos no han vuelto... Supongo que algo les fall. Puede que a los tubos se les quedaran an ms vacas sus necias cabezas, o cosa parecida. Por eso John y yo tendremos que ir a ver lo que ha sucedido. Repararemos nuestras mquinas y compensaremos las acostumbradas jugarretas de los tubos de vaco. No bastara con uno de los dos? pregunt Leticia. John no es un fsico y posiblemente no encontrara la avera. Adems puede hacer cosas de las que yo soy incapaz, dada su habilidad mecnica. Nos complementamos. En aquel momento la voz de John Farrel les grit: Todo dispuesto, muchachos! Podemos ir a la poca que queris. Adelante! Harrison se detuvo nicamente para dedicar a Leticia una adecuada despedida. Juntos entraron en la casa y llegaron al taller del stano. El impulsor estaba entre un rimero de aparatos bajo la blanca radiacin de los tubos fluorescentes. Su exterior no era muy impresionante. Un simple cilindro mecnico de unos tres metros de altura y diez de longitud, con el aspecto no acabado de todos los artefactos experimentales. La cubierta exterior era slo una proteccin para las bateras y el macizo impulsor dimensional que en l se alojaban. En el extremo delantero haba una pequea cabina para dos hombres. John Farrell los recibi alegremente agitando la mano. Su maciza silueta ocultaba casi por completo la exigua figurilla de Jim Carey.

Todo dispuesto para avanzar un siglo exclam. All vamos 2073! Carey parpade tras sus gruesas gafas. Todas las pruebas dan positivo. Al menos, eso cree John. Yo no distingo un oscilgrafo de un klystron. Tenis un amplio repuesto de piezas y herramientas. No debe haber dificultades. Yo no preveo ninguna replic Harrison, Leticia est convencida de que vamos a ser devorados por monstruos de ojos saltones y colmillos corno alfanjes, cuando la verdad es que slo vamos a reparar tus mquinas automticas, en el caso de que consigamos encontrarlas, hacer unas cuantas observaciones astronmicas y volver. Alguien habr en el futuro dijo Leticia. Bueno, si nos invitan a un trago no vamos a negarnos dijo Farrell encogindose de hombros. Eso me recuerda lo adecuado de un brindis. Harrison torci el gesto. No quera dar a Leticia la impresin de que el viaje iba a tener por destino las tinieblas. Ya estaba bastante preocupada. Para qu? dijo. Hemos vuelto a 1953 y visto la casa en pie. Hemos ido a 2003 y all estaba tambin. Y las dos veces sin nadie. Estos viajes son demasiado aburridos para merecer un brindis. Disiento. Nada es demasiado aburrido para echar un trago sent Farrell. Sac un frasco del bolsillo del mono y poco despus los vasos entrechocaron ceremoniosamente en el laboratorio, Buen viaje! Buen viaje dijo Leticia, tratando de sonrer. Vamos, Bernard; cuanto a ntes salgamos antes regresaremos dijo John Farrell. Con gesto decidido Harrison dej su vaso y se precipit hacia la mquina. Adis, Leticia, te ver dentro de un par de horas... despus de unos cien aos. Hasta luego, Bernard... y convirti el nombre en una caricia. Harrison se acomod en la cabina junto a Farrel. Era alto, de largos miembros y amplias espaldas, con rasgos enrgicos y pelo castao. Sus grandes ojos grises tenan las arrugas que dan el largo mirar a pleno sol. Llevaba sus ropas de trabajo salpicadas de grasas y cidos. El compartimiento era apenas suficiente para los dos y estaba atiborrado de instrumentos, aparte del rifle y la pistola. Cuando Harrison cerr la puerta y puso en marcha el impulsor, el poderoso zumbido llen la cabina y pareci vibrar en sus huesos. Las agujas avanzaron por los cuadrantes, aproximndose a valores estables. A travs de la nica ventanilla vio a Leticia agitar su mano. Le devolvi el adis y

luego, con brusco movimiento, tir hacia abajo de la palanca principal. La mquina pareci temblar, se hizo borrosa y desapareci Leticia jadeaba cuando se volvi hacia Jim Carey. A su alrededor era ya todo una informe masa gris y el tronar de los impulsores llenaba la mquina con su enorme cancin. Harrison vigilaba los contadores e hizo retroceder unas pulgadas la palanca que controlaba la velocidad de avance en el tiempo. Un siglo adelante, menos el nmero de das transcurrido desde que enviaron el primer autmata, no fuese algn granuja del futuro a encontrarlo y llevrselo... Baj la palanca, y el ruido y la vibracin se detuvieron, resonantes. El sol entraba a raudales por la ventanilla. No est la casa? pregunt Farrell. Un siglo es mucho tiempo replic Harrison. . Vamos a echar un vistazo. Se deslizaron trabajosamente por la puerta y al fin pudieron ponerse en pie. La mquina estaba en el fondo de una excavacin medio cegada sobre la que ondulaban las hierbas. Unos cuantos bloques de piedra rotos emergan de la Tierra. El cielo era de un azul brillante surcado por blancas nubes algodonosas. Ni rastro de los autmatas dijo Hull, mirando en torno. Qu extrao! Vayamos arriba. Harrison empez a trepar por las inclinadas paredes de un pozo. Se trataba, sin duda, del stano medio cegado de la vieja casa, que por algn motivo haba resultado destruido en los ochenta aos transcurridos desde su ltima visita. El dispositivo nivelador del impulsor lo materializaba exactamente sobre la superficie cada vez que emerga. No habra as cadas sbitas o inesperados hundimientos. Tampoco desastrosas materializaciones en el interior de algo slido. Circuitos sensibles a la masa prohiban a la mquina hacer alto siempre que la materia slida ocupaba su espacio y las molculas lquidas o gaseosas podan apartarse con la suficiente rapidez. Harrison se irgui en medio de las altas hierbas movidas por el viento y contempl el sereno paisaje de la parte alta del estado de Nueva York. Nada haba cambiado. El ro y las colinas boscosas de la otra margen eran los mismos. El sol brillaba y las, nubes salpicaban el cielo. Pero... dnde estaba el pueblo? Qu habra ocurrido? Se habran trasladado simplemente o... ? Volvi a mirar hacia el fondo del stano. Hacia unos minutos cien aos atrs estaban all en medio de un batiburrillo de viejos aparatos con Jim y Leticia... y ahora era slo un agujero de hierbas silvestres tapizando los montones de tierra. Le invadi una extraa desolacin. Seguira vivo? Y Leticia? La

gerontologa poda haberlo hecho posible, pero nunca se sabe. Y tampoco quera averiguarlo. - Deben haber vuelto al pas de los indios gru John Farrell. Exploraron la hierba, pero no haba rastro de los pequeos impulsores automticos. Farrell, pensativo, frunci el ceo. Creo que emprendieron el regreso y tuvieron una avera en el camino. Es lo ms seguro asinti Harrison. Vamos a hacer la observacin y regresaremos. Prepararon su equipo astronmico y tomaron lecturas del sol poniente. Esperando la noche hicieron cena en un hornillo campestre y tomaron asiento mientras las sombras se hacan ms densas en torno. Los chirriantes grillos ponan su nota de vida en la oscuridad.-

Me gusta este futuro. Es muy tranquilo. Creo que me retirar aqu en mi vejez.

Las estrellas giraban majestuosas sobre su cabeza. Harrison anotaba cifras con los tiempos de orto, recorrido y ocaso. Con ellas podran ms tarde calcular, casi al minuto, hasta dnde les haba llevado la mquina. Naturalmente, no se haban movido en el espacio con relacin a la superficie de In Tierra. El "espacio absoluto" era una ficcin anticuada, y en cuanto al impulsor, la Tierra era el centro mvil del Universo. Pararemos cada diez aos para buscar los automticos dijo Harrison Si no los encontramos de ese modo, al diablo con ellos. Estoy hambriento.-

2063. Llova en la hondonada. 2053. Sol y vaco. 2043. La excavacin era ya ms reciente, y unas maderas aparecan medio quemadas en el fondo. Consumimos ms energa de la prevista coment Harrison al echar un vista a los controles. 2033. Sin duda la casa se haba quemado v se vean trozos de maderas achicharrados. El impulsor ruga atronndolos, mientras la energa escapaba de las bateras como el agua de una esponja exprimida. A pesar de todo, efectuaron el siguiente salto de diez aos, pero les cost media hora de ruido insoportable y agotador. El calor de la cabina se hacia insufrible. 2023. All segua el stano ennegrecido por el fuego. Sobre su suelo aparecan dos pequeos cilindros con las huellas de algunos aos de intemperie.-

Los automticos consiguieron retroceder bastante dijo Farrell, al fin fallaron

y ah los tienes. Harrison los examin y su rostro reflej los terrores que nacan en su interior. Agotados dijo. Las bateras estn completamente muertas. Utilizaron todas sus reservas de energa.-

Qu quiere decir eso? le pregunt Farrell con voz que era casi un grito.

No s. Parece haber una especie de resistencia que aumenta conforme tratamos de retroceder.-

Maldita sea!

Harrison, decepcionado, levant los hombros. Le cost dos horas retroceder cinco aos. Cuando al fin detuvo el impulsor su voz temblaba. Es intil, John. Hemos consumido las tres cuartas partes de nuestras reservas de energa y cuanto ms retrocedemos ms gastamos por ao. Al parecer, se trata de algn tipo de funcin exponencial de alto orden.-

Entonces...

Que jams lo conseguiremos. A esta marcha nuestras bateras se habrn agotado antes de que logremos retroceder otros diez aos Harrison haba palidecido. Es un efecto que la teora no explica. Para saltos de veinte aos o menos la energa aumenta aproximadamente como el cuadrado del nmero de aos recorridos. Pero debe existir una especie de curva exponencial que empieza a crecer aceleradamente a partir de un cierto punto. No nos queda bastante fuerza en las bateras. Si pudiramos cargarlas...-

No traemos el equipo necesario. Pero quiz...

Volvieron a salir del derrumbado stano y miraron con ansiedad hacia el ro. Ni seal del pueblo. Debi ser demolido an ms atrs, en un punto de los que atravesaron al venir.-

Por esta parte no hay ayuda dijo Harrison. Podemos buscar en otro sitio. No cabe duda,

Harrison luchaba por conservar la calma. No estoy seguro de que cargar a intervalos las bateras sirva de algo, John. Tengo la impresin de que la curva de consumo de energa se aproxima a una asntota vertical.-

-

Quieres hablar ingls? la sonrisa de Farrell era forzada.

Quiero decir que al cabo de un cierto nmero de aos la energa necesaria puede ser infinita. Algo semejante al concepto einsteniano de la luz como velocidad lmite. Cuando nos aproximamos a la velocidad de la luz la energa necesaria para la aceleracin aumenta mas rpidamente. Sera necesaria una energa infinita para superar esa velocidad de la luz.-

Insinas que jams podremos volver?

Puedo equivocarme replic Farrell con mirada huidiza. Claro que todava tenemos dos probabilidades; recargar nuestras bateras y seguir probando... o ir al futuro. - Al futuro? S. En algn momento de l deben saber de estas cosas ms que nosotros. Pueden conocer la manera de combatir este efecto. Sin duda podrn proporcionarnos un motor lo bastante potente que nos surta de energa para poder regresar. Farrell permaneci con la cabeza inclinada dndole vueltas a la idea.-

Bien. A dnde ahora? pregunt el mecnico. Es el 2018 ? pregunt el mecnico. Qu te parece por ejemplo el 2500? Bien; es un bonito nmero. Leven anclas!

La mquina bram y se estremeci. Harrison advirti con alivio el escaso consumo de energa conforme pasaban aos y dcadas. A ese ritmo tena fuerza para llegar al fin del mundo... Ano 2500. La mquina se materializ en la cima de una breve colina. La hondonada se haba colmado durante los siglos transcurridos. Un sol plido, que atravesaba nubes de lluvia arrastradas por el viento penetr en la caldeada cabina. Vamos dijo Farrell. No nos sobra el tiempo. Haba tomado el rifle automtico.-

Qu haces? exclam Harrison. Leticia tena razn dijo Farrell, sombro. Ponte esa pistola al cinto.

Salieron y otearon el horizonte. Farrell solt una exclamacin de alegra:-

Gente!

Haba una pequea poblacin ms all del ro, junto al solar del viejo Hudson.

Detrs se extendan campos de grano casi maduro y pequeos macizos de rboles, No haba rastro de carreteras. Quiz el transporte de superficie hubiese cado en desuso. El aspecto de la ciudad era extrao. Deba llevar all mucho tiempo porque las casas presentaban huellas del tiempo. Una forma negra y ovoidal se elev desde el centro de la ciudad hacia el cielo y cruz el to. Era un reactor y se deslizaba suavemente hacia ellos. El comit de recepcin susurr Harrison. Hola!grit Farrell a los del reactor. El aparato pic sobre, ellos. De su morro surgi una lnea de humeantes... balas trazadoras! Sus reflejos lanzaron a Harrison contra el suelo y los proyectiles se estrellaron a pocos pasos de su cabeza. Vio a Farrell saltar por los aires. Cuando intent a su vez ponerse en pie fue derribado por la onda explosiva de una granada. Rod por el suelo, esperando que la hierba lo ocultase, pensando que el reactor era demasiado rpido para alcanzar a un solo hombre. Siempre tiraba ms all del blanco, pero giraba como un buitre buscndolo. John ... Lo haban matado sin provocacin. El buen pelirrojo de John. Con su risa Y su camaradera, estaba muerto, y ellos, eran los. asesinos El jet se dispona a aterrizar para darle caza en tierra. Se levant y, un disparo son junto a su oreja, pero sigui corriendo. Se volvi un momento, pistola en mano para hacerles frente a tiempo de ver a unos hombres de uniforme negro salir del reactor. Las balas zumbaban a su alrededor y se precipit hacia la mquina del tiempo. Movi la palanca mientras contemplaba a los perseguidores, casi sobre l. Gracias a Dios que los tubos estaban todava calientes! Cuando se fundi en lo gris advirti que sus ropas estaban desgarradas y se haba clavado en la mano una esquirla metlica. Y que John haba muerto. Contempl el cuadrante mientras haca avanzar la seal. Sera el ao 3000. Una cautelosa mirada al exterior le revel que se hallaba entre altos edificios y sin apenas luz. Magnfico! Emple unos segundos en vendarse la herida y ponerse la ropa de repuesto, sin olvidarse de la pistola y abundante municin. Tendra que abandonar la mquina para salir de descubierta, pero cerrara la puerta. Sali a un pequeo patio empedrado, entre altas casas de ventanas cerradas y oscuras. Arriba la oscuridad era completa; las estrellas deban estar ocultas por las

nubes, pero advirti hacia el Norte un ligero resplandor. Una sombra silenciosa, ms negra que la noche, se desliz junto a l, rotas por dos puntos fosforescentes. Un gato negro! Al menos el hombre conservaba animales domsticos... Cuatro hombres negros contra el casi apagado horizonte avanzaban con pasos de ritmo militar. Mir a su alrededor buscando refugio, pero no haba bocacalles. Entonces una voz dura y perentoria grit algo. Harrison se volvi y ech a correr. Oy un rpido golpear de botas. Y de pronto una forma oscura surgi de la noche. Dedos como alambres de acero oprimieron su brazo y se vio arrastrado por unos escalones que descendan desde la calle.-

Entre aqu el silbante susurro son en su mismo odo, De prisa!

Una puerta se abri dejando apenas una rendija. Se precipitaron por ella y el otro hombre la cerr.-

No creo que nos hayan visto dijo con torvo acento el desconocido. Ms vale

as! Era de mediana estatura y las ajustadas ropas grises que vesta bajo la capa mostraban su felina esbeltez. Llevaba una pistola a un costado y una especie de faltriquera al otro. El tinte de su rostro era de una amarillenta palidez y tena la cabeza afeitada A Harrison le pareci una especie de mestizo blancomongoloide. Quin es usted? pregunt bruscamente. El otro le observaba con aire astuto. Berlioz de Sarai. Ya veo que t no eres de aqu. Me d cuenta que te persegua la brigada y que, por tanto, merecas mi ayuda.-

Gracias replic Harrison. Ven, vamos a beber algo dijo Berlioz. Se encontraban en una sala de techo bajo y ahumado con unas cuantas viejas mesas de madera amontonadas en torno a una pequea estufa de carbn y grandes barriles al fondo. Los hampones no se interesaran tanto por l como los funcionarios y podra informarse y aprender. Temo no tener con qu pagar dijo. A menos... sac un puado de monedas. Berlioz las mir con ansia. Despus su cara se torci inexpresiva. Yo pagar dijo en tono cordial. Eh, Sembol! danos whisky, Se situaron en un rincn y all les llevo el tabernero algo remotamente parecido al whisky,

-

Qu nombre usas? pregunt Berlioz. Harrison. Bernard Harrison.

Me alegro de conocerte. Ahora... de Sarai se inclin y su voz se convirti en un susurro. Ahora, Harrison, de "cundo" eres? Y sonri al ver sobresaltarse a Harrison. De 1973. - Cmo? Del futuro?-

No, del pasado. Eso es que contarnos de otro modo. Cunto tiempo hace? Mil veintisiete aos.

Buen viaje! silb Berlioz. Eres el primero que viene del futuro. Eso es lo que me extraa.-

Quieres decir que es imposible? Harrison se estremeci. No lo s la sonrisa de Berlioz era lobuna. Cul es tu historia?

_Quiero conseguir algo por mi informacin...-

Bien, desembucha va, Bernard Harrison.

Este cont su historia en breves palabras. Cuando acab, de Sarai movi la cabeza gravemente. Te metiste entre los fanticos hace quinientos aos. Matan a quienes viajan por el tiempo. Bueno, y a casi todo el mundo.-

Qu clase de mundo es ste?

El brumoso acento de Berlioz le iba resultando ya ms fcil. La pronunciacin haba cambiado algo, pues las vocales sonaban de otro modo y la r se pareca a la que en el siglo XX pronunciaban franceses y daneses. Tambin otras consonantes se haban modificado. Palabras extranjeras, especialmente espaolas, haban invadido el idioma. Pero todava resultaba inteligible. Los tiempos revueltos, segn se desprenda del relato de Berlioz, comenzaron en el siglo XXIII con la rebelin de los colosos marcianos contra el cada vez ms corrompido Directorio terrestre. Un siglo despus los pueblos de la Tierra estaban en movimiento empujados por la peste, el hambre y la guerra civil, un caos del que surgi el entusiasmo religioso de los llamados fanticos. Cincuenta aos despus de las matanzas en la Luna, el gobierno de los armagedonios o fanticos se prolong todava unos trescientos aos, pero existan vastos terrenos sublevados y los colonos

planetarios iban forjando un poder que alejaba a los fanticos del espacio; pero donde tenan autntico control gobernaban con mano de hierro. Entre las cosas prohibidas estaba el viajar por el tiempo. Cierto que los que se aventuraban eran pocos, pues resultaba en exceso precario arriesgarse a ser muertos o reducidos a esclavitud. A finales M siglo XXVII, la Liga planetaria y los Disidentes africanos consiguieron poner fin al gobierno fantico. De la confusin de la posguerra surgi la Pax Africana, y durante doscientos aos los hombres haban disfrutado de una poca de relativa paz y progreso y la moderna cronologa databa de la ascensin de John Metza I. El hundimiento vino por la decadencia interna y las asechanzas de los brbaros de los planetas ms lejanos. Adems, el Sistema Solar se haba fraccionado en multitud de pequeos estados e incluso de ciudades independientes. Berlioz explic: Este es uno de, los estadosciudad; se llama LiungWei, y fue fundado por invasores chinos hace unos tres siglos. Ahora se encuentra bajo la dictadura de Krausmann, un vicioso buitre obstinado que se niega a ceder aunque los ejrcitos del Jefe atlntico estn ya a nuestras puertas. Viste el resplandor rojo? Son sus proyectores operando sobre nuestra pantalla de energa. Cuando abran brecha en ella tomarn la ciudad y le harn pagar su larga resistencia. Nadie va a pasarlo bien ese da. Aadi algunos datos sobre s mismo. Perteneca a otra poca, a la fenecida era de los pequeos estados que empleaban mercenarios en sus contiendas. Nacido en Marte, haba guerreado por todo el Sistema Solar. Tras la aniquilacin de su banda, Berlioz haba huido a la Tierra, donde arrastraba una azarosa existencia de ladrn y asesino. Poco esperaba del futuro. Ahora nadie necesita a un soldado de fortuna dijo tristemente, si la brigada no me caza antes, me colgar cuando los atlnticos ocupen la ciudad. Harrison asinti con una cierta simpata. - Pero t puedes ayudarme, Bernard Harrison bisbise, mirndole por entre la raya de sus ojos oblicuos. Llvame contigo y scame de esta maldita poca. Aqu no podrn ayudarte, pues no saben ms de lo que sabes t de viajes por el tiempo y lo ms probable es que te metan en un calabozo y deshagan tu mquina. Tienes que marcharte y puedes llevarme. Harrison vacilaba. Qu saba de l? Hasta qu punto era cierta la historia contada por Berlioz? Cierto que le haba sido til ... Soy un artista con la pistola y la vibrodaga aadi el hombrecillo Y siempre ser mejor que viajar en solitario.

-

De acuerdo, Cundo nos vamos?

Cuanto antes. Alguien podra encontrar tu mquina y entonces sera tarde,-

Pero... tendrs que prepararte, despedirte...

Todo cuanto tengo est aqu dijo Berlioz, golpeando su bolsa con amargura Y en cuanto a decir adis, como no sea a mis acreedores... Vamos! Medio aturdido, Harrison le sigui fuera de la taberna, sin tiempo ni de pensar. Sin embargo le pasaron por la mente cosas como sta: si no volva a su poca, tendra descendientes en sta. A la velocidad a que se propagaban las lneas de descendencia, en todos los ejrcitos habra hombres que tendran su sangre y la de Leticia, peleando entre s, sin pensar en la ternura que les haba dado el ser. Aunque, record molesto, nunca haba considerado la comn ascendencia que deba tener con los hombres que haba derribado en la guerra que hizo en otro tiempo. Los hombres vivan en su propia poca, breve relmpago rodeado de oscuridad, y no estaba en su naturaleza el pensar ms all de ese nimio lapso de aos. Empezaba a darse cuenta de por qu viajar por el tiempo no haba sido nunca popular. Arrastrado por Berlioz lleg al tnel de una avenida y estuvieron acurrucados hasta que cuatro hombres de la brigada, con sus negras capas, hubieron pasado. Por fin pudieron llegar hasta su mquina, oculta en su noche de espera y temor. Se oy la risa suave y alegre de Berlioz entre las tinieblas-

Libertad! susurr.

Se introdujeron en la mquina y Harrison ajust los controles para un salto adelante de cien aos. Berlioz se lament:-

Lo ms probable es que el mundo est entonces tranquilo y sensato. Si encuentro el modo de regresar te llevar a donde quieras. Pues podras llevarme a hace cien aos. Adelante entonces!

3100 Una desolacin de rocas oscuras y fundidas. Harrison puso en marcha el contador Geiger que vibr locamente. Radiactividad! Algn infernal artefacto atmico haba borrado LiungWei de la existencia. Estremecido, salt a otro Siglo. 3200. La radiactividad haba desaparecido, pero la desolacin persista en forma de un vasto crter vitrificado bajo un cielo ardiente y tranquilo. 3500. La Tierra se haba de nuevo acumulado sobre el arruinado pas y un bosque

empezaba a crecer. No presentaba huellas de la intromisin humana. Quiz el hombre haya vuelto a las cavernas sugiri Berlioz. El bosque dur varios siglos. Harrison renegaba. No le gustaba esto de alejarse ms y ms de su poca. Estaba demasiado lejos para regresar sin ayuda 4100. Se materializaron sobre un amplio csped donde unos edificios bajos y redondos de algo que pareca plstico teido se alzaban entre fuentes, estatuas y cenadores. Un pequeo aparato se cerna silenciosamente sobre sus cabezas, sin el ms leve signo externo de fuerza motriz. A su alrededor haba seres humanos. Hombres y mujeres jvenes que llevaban largas capas de colores sobre ligeras tnicas. Harrison y Berlioz alzaron las manos en amistosos gestos. Sin embargo, el soldado ms prximo conservaba una de las suyas cerca del arma. El idioma era fluido y musical, con solo un lejano tono familiar Tanto haban cambiado los tiempos? Los condujeron a uno de los edificios. En su fro y espacioso interior, un hombre barbudo, con su recamada tnica roja se levant para recibirles. Alguien trajo una pequea mquina que recordaba un osciloscopio con dispositivo para micrfonos. El hombre la coloc sobre la mesa y ajust sus cuadrantes. Cuando volvi a hablar, de sus labios sali el mismo lenguaje desconocido; pero las palabras surgan de la mquina... en ingls! Bienvenidos, viajeros, al "American College". Sintense, por favor. El hombre sonri y dijo, tras una breve pausa: Veo que el psicfono es nuevo para ustedes. Es un receptor de las emisiones enceflicas de los centros del lenguaje. Cuando hablamos, los correspondientes pensamientos son recogidos por la mquina, ampliados y enviados al cerebro de quien escucha, que los interpreta en funcin de su propio lenguaje Permtanme presentarme. Soy Hamalon Haward, decano de esta facultad del "College". Haward se inclin ceremonioso cuando Harrison y Berlioz dijeron sus nombres. Una esbelta muchacha, cuyo parco vestido hizo crecer los ojos de Berlioz, trajo una bandeja con bocadillos y un brebaje no muy distinto al t. Charlaron mientras daban cuenta de todo y el decano dijo por ltimo: Ya pens que eran viajeros del tiempo. Los arquelogos querrn hablar con ustedes. Nosotros queramos pedirles ayuda dijo bruscamente Harrison. Pueden arreglar nuestra mquina de modo que sea capaz de retroceder?

A este respecto nuestra fsica no puede darles ninguna esperanza. No creo que ltimamente les especialistas hayan introducido cambios en la teora espacio temporal desde su nueva formulacin por Priogan. Segn ella, la energa para viajar hacia el pasado aumenta mucho en relacin directa con el perodo recorrido. La deformacin de las lneas del universo, saben? Ms all de un perodo de unos setenta aos, se necesita una energa infinita.-

Eso pensaba yo afirm Harrison con voz sorda.

De todas formas la ciencia progresa muy rpidamente El contacto con culturas extraas de la Galaxia ha resultado un gran estimulante... Dominan los viajes interestelares? le interrumpi Berlioz. Pueden ir a las estrellas-

S, naturalmente. La propulsin ms rpida que la luz fue conseguida hace ms de quinientos aos utilizando la teora de la relatividad modificada por Priogan. Se basa en la desviacin a travs de otras dimensiones... Pero ustedes tienen problemas ms urgentes que ocuparse de teoras cientficas, Pasaron dos das en el colegio. Haward y sus compaeros eran tan corteses como hospitalarios y estaban ansiosos por escuchar lo que los viajeros tenan que contar de sus pocas. Les proporcionaron alimentos, alojamiento y el descanso que tanto necesitaban. Incluso intercedieron ante el Consejo solar, va telepantalla, pero la respuesta fue inexorable: La Galaxia tena ya demasiados brbaros y los viajeros tendran que marcharse. Quitaron sus bateras de la mquina e instalaron un pequeo motor atmico con reservas de energa casi ilimitada. Haward les proporcion un psicfono para que pudieran entenderse con seres de cualquier poca. Pero los viajeros no estaban contentos. 4300. Los edificios del "campus" haban desaparecido para ser reemplazados por pequeas y cmodas residencias veraniegas. Jvenes y muchachas de irisados y breves atuendos se congregaron en torno a la mquina. Son ustedes viajeros del tiempo? pregunt uno de los muchachos. Al verles afirmar quisieron que les hicieran el relato de sus viajes. Era el mayor acontecimiento que haban tenido desde que una nave lleg de Sirio. Pronto comprendi Harrison que tampoco all encontraran ayuda. Era obvio que intentaran retenerles especialmente las mujeres, cuyos suaves brazos rodeaban los cuellos de los viajeros. Era difcil negarse y Berlioz acab por sonrer. Pasemos la noche aqu sugiri.

Fue una noche de orga. Harrison consigui reunir unos cuantos datos. Sol era en esa poca un remanso galctico, desbordante de riqueza y guardado por mercenarios no humanos contra los depredadores y conquistadores interestelares. Se haba convertido en lugar de recreo de los hijos de los grandes negociantes. Pensando en Leticia, Harrison quiso llorar, pero su pecho estaba seco y fro. Berlioz tena a la maana siguiente una horrible resaca, pero desapareci pronto con la bebida ofrecida por una de las muchachas. Entonces estuvo ya en condiciones de reanudar el viaje. Y pronto el brillante escenario se perdi en el tiempo. 4400. Una villa arda y el humo y las llamas ascendan por el cielo nuboso. Tras de ellas apareca la sombra mole, llena de cicatrices, de una astronave. A su alrededor herva un torbellino humano, enormes individuos barbudos con yelmos y corazas, rindose mientras cargaban el dorado botn y a los cautivos que se debatan. Los brbaros haban llegado! Los dos viajeros saltaron de nuevo a su mquina. Aquellas armas podan convertirla en una masa gnea y Harrison accion la palanca mucho ms adelante. No encontraremos un cientfico en una edad salvaje dijo. Probar el ao cinco mil. Cuando la aguja se aproximaba a los seis siglos, Harrison trat de accionar la palanca sin conseguirlo.-

Qu ocurre? pregunt Berlioz.

Se trata del detector automtico de masas. Seramos aniquilados si emergisemos en el mismo espacio que ocupa la materia slida. El detector evita que el impulsor pueda detenerse donde descubre esa estructura. Algn estpido debe haber construido una casa precisamente donde estamos! La aguja traspas el lmite y siguieron bramando a travs de una tonalidad oscura sin contorno. Harrison ajust el cuadrante y anot el primer medio milenio. Era interesante saber qu ao sera cuando emergiesen. Tena la esperanza de que fuese pronto. Las obras del hombre eran tan terriblemente pasajeras... Dos mil aos... Tres mil... La cara de Berlioz apareca blanca.-

Hasta dnde vamos a ir? pregunt. No lo s.

El increble trance duraba ya veinte mil aos. En el 25296, la palanca cedi sbitamente bajo la presin de Harrison. La mquina surgi a la realidad, se

estremeci y descendi unos cuantos pies antes de encontrar su equilibrio. Se precipitaron a la puerta. El impulsor descansaba sobre un bloque de piedra grande como una pequea casa. Se hallaban hacia la mitad de una pirmide de piedra gris, de un tetraedro de unos ochocientos metros de altura y casi el doble en cada lado de la base. rboles y csped crecan en sus titnicas laderas. No se vea el viejo ro y un lago antes inexistente reluca a lo lejos. Las colinas parecan ms bajas y estaban cubiertas de bosques. Tambin descubrieron una nave espacial, una mquina monstruosa con la proa apuntando al cielo y un escudo con un sol ardiente en su casco. Haba hombres trabajando junto a ella. Pero, no todos eran hombres! Una docena de grandes ingenios relucientes se afanaban sin vigilancia al pie de la pirmide. "Robots". Y del grupo que se volvi a mirar a los viajeros, dos eran rechonchos y cubiertos de pelo azul, con caras y manos de seis dedos. Harrison se dio cuenta, con un escalofro, de que estaba viendo inteligencias extraterrestres. Pero era a los hombres a quienes miraba. Se trataba de individuos altos, con rasgos finos y aristocrticos y una especie de calma innata. Resultaba imposible describir su vestimenta, una especie de temblor irisado que les rodeaba. Harrison pens que as deban ser los viejos dioses del Olimpo, seres ms grandes y hermosos que los hombres. Pero fue una voz humana la que se dirigi a ellos en un tono grave y bien modulado y un idioma totalmente extrao. Entonces record con exasperacin que haba olvidado el psicfono. Mientras tanto, uno de los seres azules manejaba un globo del que pareca surgir la familiar voz traductora: _. . .viajeros del tiempo. Sin duda del ms remoto pasado dijo otro Escuchen les espet Harrison. Estamos en un apuro. Nuestra mquina no puede retroceder y tenemos que encontrar una poca en la que sepa cmo invertir el efecto. Pueden ustedes hacerlo?-

Uno de les extraos seres sacudi su cabeza. No dijo. La fsica no conoce el modo el retroceder ms all de unos setenta aos. A partir de ah la energa necesaria se aproxima al infinito y..-

Harrison solt un gruido.-

Eso ya lo sabemos dijo Berlioz con rudeza.

Pero pueden quedarse a descansar intervino otro de los hombres con voz amable. Ser interesante escuchar su historia. Se la he contado a mucha gente en los ltimos mileniosreplic agriamente Bernard. Oigamos la de ustedes para variar. Dos de ellos cambiaron palabras en voz baja que Harrison tradujo por: "Brbaros.. emociones infantiles... vamos a seguirles la corriente..." Somos una expedicin arqueolgica que est excavando la pirmide dijo con aire paciente uno de los hombres. Pertenecemos al Instituto Galctico, rama del sector de Sarlan. Yo soy Lord Arsfel de Astracyr y stos son mis ayudantes. Los no humanos son del planeta Quulhan, cuyo sol no es visible desde la Tierra. Quin la construy? pregunt Harrison, sealando hacia la gran mole de la pirmide.-

Los ixthuli alzaron estas estructuras en los planetas que conquistaron. No se sabe de dnde venan ni lo que al fin fue de ellos. Esperamos encontrar respuesta en sus pirmides.-

La atmsfera se hizo ms amistosa. Todos escucharon con profundo inters los relatos de Harrison y Berlioz y a cambio les dieron una pequea leccin de historia. Tras las ruinosas guerras de los ixthuli, la Galaxia haba logrado un rpido progreso. Las nuevas tcnicas de psicologa matemtica hicieron posible conjuntar a los pueblos de mil millones de mundos y regirlos con eficacia. El Imperio galctico era igualitario. Prspero y pintoresco, con tal diversidad de razas y culturas, avanzaba en las Ciencias y las Artes. En cuanto a los brbaros que habitaban ms all de las Nubes Magallnicas, Arsfel albergaba el convencimiento de que no seran un estorbo, pues no tardaran a ser civilizados. Sol casi poda ser llamado territorio brbaro, aunque quedase dentro de las fronteras imperiales. La civilizacin estaba concentrada en torno al centro de la Galaxia y Sol se encontraba en lo que era actualmente un rincn del espacio remoto y con escasa densidad estelar. La raza humana casi haba olvidado su antiguo hogar. La estampa resultaba triste para un americano. Pens en la Tierra girando solitaria por el espacio vaco, en el arrogante imperio y todos los poderosos dominios que haban mordido el polvo a travs de los milenios. Al fin se atrevi a sugerir que tampoco esta civilizacin era inmortal. Inmediatamente se vio inundado de cifras, hechos y lgica, de todo el curioso simbolismo paramatemtico de la moderna psicologa de masas. Pudieron demostrarle rigurosamente que la presente situacin era intrnsecamente estable y diez mil aos de historia no haban podido conmover esa seguridad. Tambin les mostraron el enorme interior de su astronave, los lujosos apartamentos

de la tripulacin, la intrincada maquinaria que pensaba por s misma. Arsfel trato de mostrarles su arte, sus psicolibros, pero fue imposible porque no podan comprenderlos Salvajes! Poda un aborigen australiano haber apreciado a Rembrant, Beethoven, Kant o Einstein? Ser mejor marcharse susurr Berlioz. Esto no es para nosotros. Harrison asinti. La civilizacin haba ido demasiado lejos. Yo les aconsejara avanzar por largos intervalos dijo Arsfel. La civilizacin galctica no habr llegado aqu hasta dentro de muchos miles de aos y, desde luego, cualquier cultura nativa que se desarrolle en Sol ser incapaz de ayudarles... De aqu en adelante no encontrarn mas que paz y cultura, a menos que los brbaros de la Tierra se hagan hostiles; pero siempre podrn dejarlos atrs. Ms pronto o ms tarde aqu habr una autntica civilizacin que podr ayudarles. Dgame pregunto Harrison Cree que la mquina del tiempo negativa llegar a inventarse? Uno de los seres de Quulham sacudi su cabeza.-

Lo dudo .dijo gravemente. Hubiramos tenido visitantes del futuro. Vamos! rugi Berlioz.

En 26 000 los bosques continuaban y la pirmide se haba convertido en una alta colina en la que los rboles se balanceaban al viento. En 27 000 una pequea aldea de casas de piedra y madera apareca en medio de campos de espigas En 28 000 haba hombres derruyendo la pirmide para aprovechar la piedra. Su enorme masa no desapareci hasta el ao 30 000. Berlioz pens en Lord Arsfel, que ahora llevaba cinco mil aos en su tumba. En 31 000 se materializaron sobre uno de los anchos cspedes que se extendan entre las torres de una amplia y fastuosa ciudad. Los aparatos ronroneaban sobre sus cabezas y una nave espacial apareci junto a ellos. Supongo que ha llegado el imperio coment Berlioz.-

Esto parece pacfico. Saldremos y hablaremos con la gente.

Les recibieron mujeres altas Y majestuosas en blancas tnicas de lneas clsicas. Al parecer, Sol era ahora un matriarcado. Supieron que el imperio no haba legado nunca hasta all. Sol pagaba tributo y las fronteras reales de la cultura galctica no haban cambiado. Nada se saba de la teora del tiempo. Siendo as, no les importara continuar? No

encajaban en la minuciosamente reglada cultura terrestre.-

No me gusta esto dijo Harrison al volver a su mquina.

Yo creo coment Berlioz que Arsfel, a pesar de todas sus fantsticas matemticas, estaba equivocado. Nada dura siempre. 34 000. El matriarcado haba desaparecido. La ciudad era un catico montn de piedras ennegrecidas por el fuego. Haba esqueletos entre las ruinas. Los brbaros estn otra vez en movimiento dijo heladamente Harrison. No hace mucho que estuvieron aqu, pues estos huesos son relativamente recientes. Un imperio como ste puede tardar en morir miles de aos, pero est condenado,-

Qu vamos a hacer? pregunt Berlioz. Continuar. No nos queda ms recurso. 35 000. Haba una choza aldeana entre rboles enormes y viejsimos. Aqu Y all surga de la tierra una columna rota, resto de la ciudad. Al aparecer la mquina un hombre barbudo, su mujer y un grupo de chiquillos huyeron aterrados.-

36 000. Haba otra vez un pueblo, con una vieja y gastada nave espacial. Media docena de razas diferentes, incluida la humana, se ajetreaban alrededor, trabajando en la construccin de alguna mquina enigmtica. Llevaban ropas sencillas con armas al costado. Su jefe era un joven con la capa y el yelmo de los oficiales del Imperio. Pero estos arreos tenan por lo menos un siglo. Resultaba extrao orle repetir que permaneca fiel al emperador. El Imperio! Todava su gloria remota all entre las estrellas, iba lentamente desvanecindose mientras los brbaros penetraban en l. Nos espera un buen trabajo dijo el jefe con indiferencia. Tautho de Sirio caer pronto sobre el Sol. Dudo que podamos resistir mucho tiempo. La muerte es todo nuestro porvenir.-

Pasaron all la noche y por la maana volvieron a la mquina para proseguir el viaje. Harrison contempl con ansiedad el tablero de control y coment que tendran que ir lejos. 50 000. Surgieron de su jornada Por el tiempo y abrieron la puerta. Un rudo viento cay sobre ellos arrastrando finos copos de nieve. Haba hielo en el ro que murmuraba oscuramente junto a los bosques. La geologa no trabajaba tan deprisa. Catorce mil aos no eran mucho tiempo para el lento mudar de los planetas. Aquello deba haber sido obra de seres inteligentes, devastando y azotando el mundo con insensatas guerras. Una gris masa ptrea dominaba el paisaje. Se elevaba enorme a unas cuantas millas y sus macizas torres almenadas se adentraban audazmente en el cielo. Estaba medio en ruinas, con sus

piedras derribadas por energas que fundieron la roca y borradas en incontables milenios de intemperie, Todo est muerto dijo dbilmente Harrison-

No! Mira, Bernard, creo que all hay una bandera.

El viento soplaba y les penetraba como cuchillos.-

Vamos a ir? pregunt Harrison.

S. Lo peor que pueden hacer es matarnos y empiezo a creer que no es tan malo A medida que se aproximaban a la enorme estructura, pareca agigantarse ante ellos. Tena un brbaro aspecto. Ninguna raza civilizada la hubiera construido as. Dos pequeas y raudas formas se lanzaron al aire desde aquella muralla con aspecto de acantilado. Aviones dijo lacnicamente Berlioz. Eran ovoidales, sin controles ni ventanillas a la vista. Uno de ellos cubri a los viajeros mientras el otro descenda. Cuando aterriz, Harrison vio que estaba cubierto de cicatrices. Pero haba un medio borrado sol flamgero en su costado. An viva el recuerdo del Imperio. Dos seres salieron de la pequea nave y se aproximaron a ellos empuando sus armas. Uno era humano, un joven alto y bien formado. El otro... Era un poco ms bajo que el hombre, pero enormemente ancho de pecho y espaldas. Cuatro brazos musculosos nacan de los macizos hombros y una cola peluda fustigaba sus pies con garras. Su cabeza era grande, de amplio crneo, con un rostro redondo y semianimal. Enormes bigotes sombreaban su boca de afilados colmillos. No llevaba encima ms que unos arreos de cuero, pero un suave pelo gris azulado le cubra el cuerpo. El psicfono restall con el saludo del hombre:-

Quin vive?

Amigos dijo Harrison. Slo queremos noticias. De dnde sois? haba un tono duro y perentorio en la voz del hombre. Qu clase de nave es la suya?-

Tranquilzate, Vargor ronrone la voz profunda del otro ser. Bien ves que no es una nave espacial.

-

No dijo Harrison. Es un impulsor temporal.

Viajeros del tiempo! los ojos de un azul intenso de Vargor se abrieron con asombro. Haba odo hablar de ello, pero... viajeros del tiempo? Y de pronto: De dnde sois? Podis ayudarnos? Somos de una poca muy lejana y estamos solos.-

Adnde vais? pregunt Vargor.

Al infierno, lo ms probable, Nos estamos helando aqu fuera. Podramos entrar? S. Venid con nosotros. Pero no debis ofenderos si enviamos una escuadra a inspeccionar vuestra mquina. Tenemos que ser precavidos. Bienvenidos a la fortaleza de Brontothor! Bienvenidos al Imperio galctico!-

El Imperio?

Esto es todo lo que queda de l. Una fortaleza fantasmal en un mundo helado, ltimo fragmento del viejo Imperio. Entraron en el estropeado aparato, se elevaron y poco despus descendan al otro lado de la vieja muralla en un gigantesco patio con banderas, junto a la monstruosa mole del torren. Se alzaba en varias plantas, con patticos jardincillos sobre las terrazas, hasta una transparente cpula de plstico. En las gruesas paredes haba armas montadas apuntando hacia el exterior. Hombres con cascos y fusiles de energa estaban apostados como centinelas. Hombres, mujeres y nios deambulaban bajo las monstruosas murallas All est Taury dijo el ser de otro mundo sealando a un pequeo grupo reunido en una de las terrazas. Su amplia boca se abri en alarmante sonrisa. Perdonadme por no haberme presentado antes. Soy Honda de Haamigur, general de los ejrcitos imperiales y mi compaero es Vargor Alfrid, prncipe del Imperio. Taury es descendiente directo de Maurco el "Legislador", ltimo emperador debidamente ungido. Al acercarse al grupo formado por media docena de. ancianos, stos se pusieron de pie. Sus largas barbas se movan azotadas por la ventisca. Uno de los personajes tena la cara de un ave de largo pico.-

La corte de la emperatriz Taury djo Hunda.

Harrison y Berlioz contemplaron embobados a la emperatriz, tan alta corno un hombre, Sin embargo, bajo su tnica de eslabones de plata y su capa adornada con pieles era aquella la mujer con la que alguna vez haban soado sin encontrarla nunca. Su orgullosa cabeza tena algo que recordaba a Vargor, pero toda su nobleza

era femenina. Sus ojos grandes, oblicuos y grises como los mares nrdicos, les contemplaban. Harrison recobr el habla Majestad, soy Bernard Harrison, de Amrica, hace cuarenta y ocho mil aos y mi compaero es Berlioz de Sarai, soldado de fortuna de Syrtis, unos mil aos despus. Estamos a vuestro servicio.-

Es un raro placer Entremos, por favor, y olvidad la etiqueta. Esta noche limitmonos a vivir. Fueron a tornar asiento en una sala acogedora cubierta de tapices, con pieles en el suelo y un alegre fuego en la chimenea. As que no podis regresar a vuestro mundo? dijo la voz grave de Taury. Lo malo es que no puedo aconsejaros que os quedis, pues los tiempos no son buenos.-

Nos quedaremos unos das decidi Harrison.

No conseguiris nada zanj Hunda El principio del impulsor temporal se perdi hace mucho tiempo; pero aun queda mucha tcnica superior a la de vuestra poca. Lo s dijo Harrison, aunque la verdad... en ninguna otra poca nos hemos encontrado tan a gusto.-

Las venideras sern peores. Cuando lleguen los Anvardi creo que todos moriremos. "El Soador", el ltimo de los consejeros del Imperio, me dijo en cierta Ocasin que quiz fuera mejor as.-

Cmo llegaron aqu a la Tierra los de VroHi, precisamente entre tantos planetas? quiso saber Bernard Harrison-

Os bastar saber que lo ms que el emperador lleg a mandar fue una pequea flota. Mi padre pudo salvarse de la destruccin a que fue sometido huyendo con tres naves hacia la periferia. Pens que vala la pena buscar refugio en Sol. El Sistema Solar haba sido cruelmente devastado en las edades oscuras. Las grandes obras de ingeniera que hicieron habitables los dems planetas fueron destruidas y la propia Tierra result asolada. Se haba utilizado un arma que consuma el bixido de carbono de la atmsfera. Harrison, recordando la explicacin que de las pocas glaciares daban los gelogos de su tiempo, asinti comprendiendo. Slo unos cuantos salvajes famlicos vivan ahora en el planeta. Y todo el sector de Sirio ofreca tal desolacin que ningn conquistador crea que valiese la pena ocuparse de l.

Al emperador le haba gustado hacer del antiguo solar de su raza la capital de la Galaxia y se haba trasladado a la arruinada fortaleza de Brontothor un milenio despus. Al da siguiente, Taury condujo a los viajeros por las zonas subterrneas a visitar a "El Soador" y Vargor les acompaaba. Atravesaron inmensas cavernas con bvedas abiertas en la roca, tneles de silencio donde sus pisadas despertaban ecos fantasmales. De vez en cuando pasaban junto a una mole monstruosa; el herrumbroso armazn de alguna vieja mquina, En otro tiempo hubo aqu pavimentos rodantes dijo Taury al iniciar su recorrido Pero no hemos intentado instalar otros nuevos. Hay demasiadas cosas que hacer... reconstruir una civilizacin con restos dispersos. Taury marchaba delante, con su melena leonina como una llama entre los sombras oscilantes. Vargor le segua los pasos y Berlioz caminaba como un felino. Harrison pens en el extrao grupo que formaban, cuatro seres humanos del alba y el crepsculo de la civilizacin, parecindole que jams haba sido otra cosa que un cortesano de la emperatriz galctica. Cuando Taury abri una puerta y apareci "El Soado", Harrison, que iba preparado a todo, sufri un rudo choque, Se haba imaginado un grave personaje de barba blanca o un arcnido de enorme cabeza o un cerebro desnudo latiendo en una caja de alimentacin Pero el ltimo de los VroHi era un monstruo, aunque tena incluso una belleza misteriosa. Su gran cuerpo brillaba, iridiscente, y sus mltiples manos de siete dedos eran flexibles y graciosas; sus ojos, enormes estanques de oro lquido. Al ver a los recin llegados se incorpor sobre sus renqueantes piernas. Apenas levantaba seis palmos del suelo, aunque la parte que era a la vez cabeza y cuerpo fuese grande y maciza. Su encorvado pico no se abri y el psicfono permaneci silencioso. Cuando las largas antenas apuntaron hacia Harrison, ste oy: Salud, majestad, Salud, alteza. Salud, hombres que llegis del tiempo. Telepata... telepata directa Gracias, seor. Pero, cmo sabis... ? pregunt el extraado Bernard. No he ledo los pensamientos de tu mente, viajero Los VroHi siempre respetamos la intimidad. Pero mi induccin es obvia.-

Es que pensaste durante tu ltimo trance? le pregunt Vargor. Llegaste a algn plan?-

No, alteza vibr "El Soador", mientras los factores permanezcan constantes no podemos hacer mas de lo que ya hacemos. Estuve trabajando en la base filosfica-

que ha de tener el segundo imperio. Qu segundo imperio? ironiz Vargor. El que ha de llegar... algn da. Los sabios ojos de "El Soador" se posaron en Harrison y Berlioz Con vuestro permiso pens me gustara explorar vuestros depsitos de memoria. Sabemos tan poco de vuestra poca... Os aseguro que un ser humano que ha vivido medio milln de aos es capaz de guardar todos los secretos y se abstiene de emitir juicios morales. La exploracin, de todos modos, ser necesaria si he de ensearos nuestro lenguaje. Adelante dijo Harrison con repugnancia. Por un momento sinti vrtigo y un escalofro, Taury le rode con su brazo y enseguida todo pas.-

Y eso es todo?

S. Un cerebro de VroHi puede registrar un nmero infinito de unidades simultneamente. Te has dado cuenta en qu lengua acabas de hablar?-

Eh ... yo! Harrison dej escapar: Por los dioses! S hablar estelar!.

S pens "El Soador", los centros del lenguaje son particularmente receptivos y es fcil imprimir en ellos. Este mtodo de enseanza es sencillo y eficaz para aprender idiomas.-

Entonces empiece conmigo dijo jocosamente Berlioz.

Os dir que cuanto vi en vuestras mentes, era bueno y honrado. Si os quedaseis serais tiles aqu. Aunque no debis ignorar que los tiempos son malos. La estridente risa de Vargor rompi el silencio. Somos unos proscritos y no tenemos futuro, puesto que los Anvardi llegan. Cierto que les presentaremos batalla. Va a ser una lucha como no recuerda esta vieja Galaxia! De labios de Vargor surgi un apagado grito de dolor mientras contemplaba la imagen que saltaba y oscilaba en la gran pantalla de comunicacin interestelar. Un hombre haba aparecido en ella para decir: S, majestad, somos cincuenta y cuatro naves atestadas y la flota anvardiana viene persiguindonos.-

A qu distancia? pregunt Hunda.

Medio aoluz, aproximadamente seor. Estaremos cerca de Sol antes de que puedan alcanzarnos.-

Estn capacitados para hacerles frente? volvi a preguntar Hunda.

No, seor dijo el hombre, Venirnos cargados de refugiados, mujeres, nios y campesinos desarmados. Si no nos ayudis, seor, nos vendern como esclavos. No queremos vivir bajo los Anvardi. Cunto tardaran en llegar aqu? A esta marcha, seor, acaso una semana respondi el capitn de la nave. - Bueno, continuad hacia aqu dijo Taury con voz cansada. Enviaremos naves contra ellos. Durante la lucha podris alejaros. No vayis a Sol, porque habr que evacuarlo. Nuestros hombres tratarn de establecer contacto con vosotros mas tarde.-

No merecemos tanto majestad. Salvad nuestras naves.

All vamos! dijo Taury con decisin, Y cerr el circuito. Luego se volvi hacia los dems la roja cabeza tan erguida como siempre. Imparti rdenes. La mayora de su pueblo poda marcharse a Arlath, un desierto en el que no seran encontrados por el enemigo. Hunda y ella planearan el ataque. Tendran que hacerlo lo ms eficaz posible utilizando el menor nmero de naves.-

Si tuvisemos armas decentes! rugi Hunda.

"El Soador" se irgui y, antes de que pudiese Vibrar, el mismo pensamiento haba saltado al cerebro de Harrison. El y el hombre de VroHi se miraban con loca esperanza... El espacio titilaba con un milln de estrellas. La Va Lctea espumeaba en torno al cielo en un rastro de fra plata y todo era sobrecogedor para un humano. Harrison sinti la soledad como no la haba sentido en el viaje a Venus, porque Sol iba quedando a su espalda y se precipitaban al vaco interestelar. Acababan de instalar la nueva arma en el acorazado, pero no haban tenido tiempo de probarla. Haban tenido que poner toda la flota en juego y la total potencia de combate de Sol. Si vencan los viejos imperiales tendran una oportunidad pero si fracasaban... Harrison estaba en el puente tratando de descubrir a la flota anvardiana y Hunda se mantena en la central de control, haciendo girar los herrumbrosos volantes de seales. "El Soador" permaneca quieto en un rincn, contemplando extasiado la Galaxia. Los dems miembros de la corte estaban cada uno al mando de un escuadrn y Harrison los haba visto por la visiopantalla que enlazaba la flota.-

Faltan pocos minutos, Bernard dijo Taury.

Se apart del cristal flexible e inquieta como una tigresa. La fra y blanca luz de las estrellas reluca en sus ojos y en el casco con el sol flamgero que se asentaba en el bronce de su cabello. Harrison admir su hermosura. A ti te toca, Bernard dijo sonrindole; viniste del pasado para traernos la esperanza. Es bastante para creer en el destino, aunque esto no te har volver con los tuyos. Le haba tomado una mano y Harrison murmur que no importaba. Una voz estall en el transmisor del puente. Taury abri la pantalla y surgi un rostro fuerte, orgulloso y cruel, el sol brillando en su pelo verde. Saludos, Taury de Sol dijo el anvardiano. Soy Ruulthan, emperador de la Galaxia, S bien quin eres dijo Taury sin alterarse, pero no reconozco ese supuesto ttulo. Nuestros detectores informan de tu aproximacin con una flota que es la dcima parte de la nuestra. Tenis una nave Supernova, pero tambin nosotros. A menos que os avengis a negociar seris aniquilados.-

Cules son vuestras condiciones?

Rendicin, ejecucin de los criminales que dirigieron los ataques a los planetas anvardianos y tu vasallaje ante m como emperador galctico. Taury, asqueada, se volvi y Harrison dijo a Ruulthan en lenguaje explcito lo que deba hacer con sus condiciones y apag la pantalla. Toma los mandos, Bernard dijo Taury mirndolo intensamente y sealando al mismo tiempo hacia el artefacto de propulsin temporal. Si caemos en esto... adis, Bernard. Adis respondi l con voz sombra. Se instal ante sus controles. Levant un brazo y Hunda cort la hiperpropulsin. A poca velocidad intrnseca el "Venganza" qued cernindose en el espacio mientras las invisibles naves de su flota se alejaban hacia los arivardi. Lentamente hizo descender la palanca de impulsin temporal. La nave rugi cuando la energa atmica invadi los poderosos circuitos construidos para arrastrar su enorme masa a travs del tiempo. Se conmovi la gigantesca mquina y una grisura sin contornos surgi al otro lado de las compuertas. Hizo a la nave retroceder tres das. Se encontraba en el espacio vaco, todava con los anvardi a distancia fantstica. Sus ojos se fijaron en la chispa amarilla del Sol, concentrando todas sus energas en instalar el impulsor temporal que acababa de hacerles retroceder... Esto no tena sentido. La simultaneidad era arbitraria. Y ahora haba una tarea que cumplir. Le lleg la voz del jefe de astrogantes con un torrente de cifras. Tenan que hallar la posicin exacta en la que el navo almirante de los anvardianos se hallara dentro

de setenta y dos horas. Hunda envi las seales a los "robots" del cuarto de mquina y, pesadamente, el "Venganza" comenz a deslizarse a travs de cinco millones de millas de espacio. Harrison pens en aquellos tres das adelante en el tiempo que les permitiran aparecer al costado del acorazado anvardiano. Frenticamente Hunda volvi a poner en marcha la hiperpropulsin, alcanzando velocidades superiores a las de la luz. Ahora vean la nave, erguida como una montaa de metal contra las estrellas. Y todas las armas del "Venganza" dispararon a la vez! El can "Vorgine", los barrenadores, las granadas y torpedos atmicos, los desplazadores de gravedad... todo el infierno acumulado en los torturados siglos de historia vomit contra las pantallas del navo insignia anvardiano. Bajo la monstruosa descarga, que llen el espacio de devastadora energa hasta parecer que su misma estructura iba a entrar en ebullicin, las pantallas se derrumbaron. A travs de la materia slida del casco horadaron, cortaron, desintegraron. El acero se converta en vapor, en pura energa devoradora que se revolva contra los dems materiales slidos. Penetrando ms y ms en el casco, aquella furia era una llama asoladora que no dejaba tras de s ni cenizas. Ahora el resto de la flota imperial cargaba contra los anvardi. Atacada desde el exterior y con un monstruo devorador en su propia entraa, la flota anvardiana se disloc y sus unidades lucharon a la desesperada. Los anvardi seguan teniendo el nmero a su favor. Moran, pero tambin mataban y el puente del "Venganza" se estremeca y ruga con el fragor de la batalla. Los partes retumbaban en el altavoz: Pantalla 3 eliminada... Compartimento 5 no responde... Torre "Vorgine" 537 fuera de combate... Harrison se encontr manejando un can, disparando contra navos invisibles, buscando el blanco... Huyen! El grito de jbilo atraves lo que quedaba de la enorme y vieja nave. Victoria! Victoria! Era un grito repetido que no habla sonado all desde hacia cinco mil aos. Harrison poda ver las dispersas unidades de los anvardi lanzadas hacia la Galaxia en desesperada bsqueda de refugio, perseguidas y acosadas por la flota imperial. "El Soador" se puso en pie y ya no fue un pequeo monstruo de piernas torpes, sino un dios viviente cuyo terrible pensamiento cruz el espacio, ms rpido que la luz, para plantarse rugiente en los crneos de los brbaros: "Soldados de los anvardi:

vuestro falso emperador ha muerto y Taury "la Roja", emperatriz de la Galaxia, se alza con la victoria. Os ofrecemos amnista y salvoconducto. Llevad esta nueva a vuestros planetas: Taury "la Roja" convoca a todos los jefes de la confederacin anvardiana a jurarle fidelidad y a ayudarle a restaurar el imperio galctico!" Estaban en el balcn de Brotothor y volvan a contemplar la vieja Tierra por primera vez en casi un ao. A Harrison le resultaba extrao observar su tierra natal tras aquellos meses en los mltiples y dispersos mundos de una Galaxia ms enorme de lo que era capaz de imaginar. Haba como un pequeo nudo en su corazn porque estaba diciendo adis al mundo de Leticia, Leticia ya no exista. Era parte de un pasado muerto haca cuarenta y ocho mil aos. Ahora Taury tendra que trasladar la capital imperial del aislado Sol a la cntrica Estrella Polar y no pensaba tener nueva oportunidad de visitar la Tierra. Por eso haba cruzado un millar de estrellados aosluz hasta el pequeo y solitario Sol, que haba sido su morada. Llevaba consigo naves, mquinas y tropas. Los ingenieros climatlogos volveran a desviar el glacial invierno de la Tierra hacia sus polos y comenzaran la recolonizacin de los dems planetas. Habra escuelas, fbricas, civilizacin... Sol tendra motivos para recordar a su emperatriz. Y con Harrison, en el viejo castillo arruinado, estaba Taury, contemplando la noche terrestre. Era tarde y todos deban dormir. La quietud era inmensa y los ruidos parecan haberse congelado en la helada calma. La luna se pos, blanca, en la cara de ella, sembrando de fantasas sus ojos y su pelo. Pareca una diosa de la noche.-

En qu pensabas, Bernard? le pregunt al cabo de un rato.

Ms creo que soaba. Me resulta extrao pensar que he dejado mi tiempo y ahora incluso voy a dejar mi mundo. Lo s asinti ella con gravedad. Yo siento lo mismo. No tendr en adelante tiempo ni para rer. Cuando se trabaja para un milln de estrellas no hay ocasin de ver iluminarse la cara de un hombre con el agradecimiento a nuestras obras. Regiremos un mundo de extraos...-

Sigui otro momento de silencio bajo las distantes estrellas. Bernard... estoy tan sola... La tom en sus brazos. Sinti sus labios fros, con el mismo relente cruel y silencioso de la noche, pero ella le correspondi con fiero anhelo. Creo que te amo Bernard dijo al cabo de un rato y nunca ms volveremos a estar solos... La luna ganaba ya el negro horizonte cuando la acompa a sus habitaciones, La

despidi con un beso y ech a andar por el sombro corredor hacia su cuarto. La cabeza le daba vueltas; estaba ebrio con tanta dulzura y maravilla. Senta deseos de cantar, rer y abrazar a todo el mundo estrellado. Taury! Taury! Taury! Descubri una silueta envuelta en una capa oscura. Una luz indecisa se reflejaba en su cara atormentada. Era Vargor. Qu ocurre? La mano del prncipe se alz y Harrison vio la oscura boca de una pistola aturdidora apuntndole. Lo siento, Bernard dijo Vargor, sonriendo amargamente. Harrison qued paralizado e incrdulo. Vargor... el que haba luchado junto a l. Se haban salvado mutuamente la vida, redo y trabajado juntos... Vargor! Relampague el arma. Algo cruji en su crneo y se sinti hundir en las tinieblas. Su despertar fue lento y el dolor iba invadiendo sus nervios a medida que recuperaba la sensibilidad. Cuando su visin se aclar, vio que estaba atado y amordazado en el suelo de su impulsor. La mquina del tiempo... la haba olvidado, abandonada en un cobertizo mientras recorra los astros. Vargor estaba plantado en la puerta abierta. El pelo le caa en desorden y sus hermosos rasgos aparecan cansados. Perdname, Bernard, te quiero y tus servicios al imperio no podrn olvidarse. Pero he tenido que emplear esta sucia y baja trampa. He de hacerlo aunque el recuerdo de esta noche me persiga toda la vida.-

Harrison intent sacudirse la mordaza. No puedo consentir que grites, Bernard. Amo a Taury; la amo tanto que no puedo estar lejos de ella y por ella sera capaz de hundir el Cosmos. Cre que, poco a poco, empezaba a quererme, pero esta noche os vi en el balcn y supe que estaba derrotado. No ambiciono el poder, puedes creerme. El oficio de rey consorte ser duro y poco atractivo, pero si es el medio de tenerla, a l me atendr. T no eres de los nuestros y no compartes nuestras tradiciones. Taury ahora puede sentir algo por ti, pero pienso como dentro de veinte aos. S que corro un riesgo. Si encuentras el medio de invertir la direccin de tu marcha por el tiempo y vuelves aqu, eso supondr mi desgracia y mi exilio. Sera ms seguro matarte, pero no soy tan malvado. Adis, Bernard y buena suerte.-

Accion la palanca y sali del impulsor cuando ste empezaba a calentarse. La puerta se cerr a su espalda con ruido seco. Harrison se debata en el suelo, maldiciendo con su cerebro que era un negro pozo de amargura. Se alz el gran zumbido del impulsor. Estaba en camino...

No... detn la mquina, Dios mo. Las cuerdas de plstico le cortaban las muecas y se encontraba incapaz de alcanzar la palanca. Sus dedos ansiosos recorrieron la superficie de un nudo, buscando con las uas un asidero, La mquina ruga a toda potencia volando por la infinidad del tiempo. Le cost mucho soltarse y cuando al fin se puso en pie y se quit la mordaza pudo mirar hacia la gris opacidad del exterior. La aguja de los siglos pugnaba contra el tope final. Calcul vagamente que haba avanzado ya unos diez mil aos. Con un furioso manotazo hizo bajar la palanca. Fuera estaba oscuro y permaneci estpidamente absorto durante unos momentos, hasta que advirti el agua que se filtraba en la cabina por las junturas de la puerta. Estaba bajo el agua! Frenticamente volvi a empujar la palanca, Prob el agua cada en el suelo. Era salada. En algn momento de esos diez mil aos, por razones naturales o artificiales, el mar haba llegado a cubrir el solar de Brontothor. Mil aos despus segua bajo su superficie. Taury haba muerto y tambin Berlioz, Hunda, e incluso "El Soador"! l mar ruga sobre la muerta Brontothor y l estaba solo. Apoy la cabeza en los brazos y rompi a llorar. Durante tres millones de aos el ocano continuaba cubriendo el solar de Brontothor. Y Harrison segua adelante. A intervalos se detena para ver si las aguas se haban retirado. Pero no. Y empez a computar fechas. Varias veces pens en detener la mquina y morir ya que Taury haba muerto. Y lo hizo a los cuatro millones de aos. Entonces descubri que a su alrededor haba aire seco. Estaba en una ciudad, pero en una ciudad distinta a cuantas haba visto e imaginado. No poda seguir la extraa geometra de las estructuras titnicas que surgan en torno. Enormes y devastadoras energas relampagueaban y rugan a su alrededor, como el rayo descendido a la Tierra, y a su paso el aire silbaba y quemaba. El pensamiento fue un grito que llen su crneo y busc a tientas su significado. " Criatura que llegas del tiempo, deja al momento este lugar o las fuerzas que manejamos te destruirn." Aquella visin mental le atravesaba una y otra vez, hasta las mismas molculas de su cerebro, y su vida estaba abierta ante ellos como una blanca llama incandescente. Podis ayudarme?, grit a los dioses, Podis hacerme retroceder en el tiempo? "Hombre, nadie puede volver atrs, es intrnsecamente imposible, has de seguir

hasta el fin del universo, y ms all, porque all est... " Aull de dolor cuando aquel pensamiento, aquel concepto insoportablemente grande llen su cerebro humano. "Sigue, hombre sigue! Pero no puedes sobrevivir en esa mquina. Yo la transformar... Sigue! " El impulsor volvi a ponerse en marcha por s solo. Torva, desesperadamente, Harrison se precipit en el futuro. La mquina haba sido alterada. Ahora era estanca y,