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    Byzantion Nea Hells 24, 2005

    UN " ACERCAMIENTO DISPERSO" A LAE SPIRITUALIDAD DE K AZANTZAKIS

    Roberto Quiroz PizarroUniversidad de Chile

    A Annie.Resumen : El autor plantea un acercamiento a la compleja espiritualidad deKazantzakis en tres niveles: el del hombre siempre inquieto en el plano religioso; elde los juicios de contemporneos suyos y estudiosos sobre los relieves espirituales desu obra; el del discurrir libremente por algunos aspectos dela obra de Kazantzakis. A

    travs de este acercamiento, el autor se pregunta por el Kazantzakis mstico, elKazantzakis profeta y el Kazantzakis filsofo. Trata de dilucidar el complejo problema de la relacin del escritor con Dios y de su idea de la divinidad, a la luz dediversas obras, en especial de la Asctica . Uno de los caminos que plantea el autor esel de un paralelo entre las ideas de Kazantzakis respecto de Dios y de la marchaascendente del hombre, con las de Plotino. Palabras claves : Kazantzakis, espiritualidad, asctica, ascensin, misticismo, Plotino.

    A LOOSE APPROACH TO KAZANTZAKIS' SPIRITUALITY.

    Abstract: The author proposes an approach to the complex spirituality of Kazantzakisin three levels: the man always restless in the religious levels; the judgements of hiscontemporaries who studied the spiritual aspects of his work; the wandering freelythrough some aspects of the work of Kazantzakis. Through this approach the authorasks about the mystical Kazantzakis, the profetic Kazantzakis and the philosopherKazantzakis. He tries to discover the complex problem of the relation of the writerand God and his idea of divinity in the light of different works, specially the Ascetic .One of the ways the author proposes is a parallel between the ideas of Kazantzakisabout God and the ascending march of man, and those of Plotin. Key Words: Kazantzakis, spirituality, ascetic,ascension, mysticism, Plotinus.

    Recibido: 8 de marzo de 2005 -Aceptado: 20 de mayo de 2005.

    Correspondencia: Roberto Quiroz Pizarro ([email protected]) Tel. 2392292Macul 774, Pabelln Griego, Santiago, Chile.

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    n estas pginas trataremos de dar un paso en un intento deaproximacin a la compleja espiritualidad de NikosKazantzakis. El enfoque no ser el de situarnos directamente

    en alguna de su obras o personajes en especial. Por el contrario, as como enel bblico asalto a la ciudad de Jeric, nosotros rotaremos en torno de su pensamiento haciendo clamor para que sus muros interminables cedan enaperturas a nuestro convocamiento espiritual de Kazantzakis. Seguimos ms bien una lgica difusa para obtener un acercamiento "disperso" con elhorizonte humano y creativo de este hombre extrao, poseedor de unaespiritualidad polifnica y abismante.

    Tal espiritualidad la vamos a desglosar en tres niveles operativos: a)apreciar que Kazantzakis es un hombre religiosamente encendido, y por lotanto, casi todo lo que se puede decir de su personalidad y manera de ser, seva a expresar en una especie de rasgos estructurales muy unidos a un centrode inquietudes que llamamos espritu; b) el segundo paso corresponde aindagar lo que otros contemporneos o estudiosos creyeron percibir,criticando o valorando los relieves espirituales de su obra; c) ya el tercer niveles navegar libremente por la obra kazantzakiana, comentarla y destacaralgunas afirmaciones ms propiamente reflejadoras de su espiritualidad.

    Qu llev a Kazantzakis a emprender una atormentada pesquisa deDios? En sus incontables caminos y designios, en esos pasos que nos llevan atravs de su literatura, comprendemos dramticamente que Kazantzakisinterroga y es interrogado tambin, en un interminable juego dialctico con laDivinidad.

    Kazantzakis parece haber querido desentraar todos los designios dela especie humana, y an ms, los de la propia divinidad, si la hubiere, ocultatras esa mascarada de pasiones, renuncias y lucubraciones. Entonces,intuyendo quizs el sentido plural y ldico del mundo, sin ningn pudor nirecelo, Nikos Kazantzakis fue ateo y apasionado discpulo budista, asisti a la

    crucifixin del Jesucristo con el alma contrita de dolor y lanz tres vivassaludando la agnstica visin de los nihilistas.Fue todo su despliegue filosfico y espiritual una mera intuicin o

    una enfermedad del alma? Es algo que slo queda por sospechar. Y qu hallKazantzakis al cabo de esta impresionante odisea personal? Es imposiblesaber si pudo al fin reconciliarse con la elusiva imagen de la divinidad que,despojada de la visin antropocentrista, se diluye en un juego de aparentescontradicciones. Si habr logrado asir al Inmutable tras la ilusoria procesinde las manifestaciones, es algo que queda slo por barruntar.

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    (A) Kazantzakis mstico? Kazantzakis profeta? Kazantzakisfilsofo?

    Son dimensiones que no se pueden separar por completo. NiKazantzakis las quiso desligar entre s ni estn ellas alejadas dentro del ampliocorpus de su pensamiento. El ojo cclope de Kazantzakis, su impertrritamirada crtica en los desvelamientos tras la bsqueda de un Absoluto vital, --no slo de tipo terico o prctico--, lo hicieron comportarse como unintelectual siempre en crisis consigo mismo, un pensador desesperado. Ladescripcin de su compleja personalidad concuerda aqu exactamente con su pensamiento, y por toda su obra se difumina el eco de sus ms despiadadasangustias. "Cada vez que alcanzaba una certidumbre, el reposo y la seguridadduraban poco. De esa certidumbre brotaban en l nuevas dudas, inquietudesnuevas que le constrean a entablar un nuevo combate. Kazantzakis vivi para el combate, dividido entre la irresistible atraccin que ejercieron sobre llas cosas de la vida y la sed de absoluto[,,,]"1. El talante de su apetitointelectual, lo predispuso a vivir siempre aguijoneado, a persistir cual unespritu en constante tensin y receptividad, y es el propio Kazantzakis el queante todo quiere ser libre, mantenerse lo ms irreductible a otra forma dedoctrina, de pensamiento, y es por eso que puede recibir as las ms diversasinfluencias y formas de espiritualidad. Se ha dicho que Kazantzakis "vivi yneg casi todas las ideologas. Que con admirable facilidad abandonaba unespacio ideolgico para pasar a otro"2. Es el propio escritor cretense quienexpresa esa amplitud mental: "fui katharevusiano, nacionalista, demoticista,cientfico, poeta, socialista, hombre religioso, ateo, esthte, y nada de todo eso puede engaarme"3. En el acto de contemplacin de la aventura humana y derevisar a fondo otras formas de pensamiento, subyace en Kazantzakis unquerer mirar las insuficiencias que poseen "todas las teoras filosficas sobrela vida y sobre los dioses que los hombres adoran. Esas teoras filosficas yesos dioses deben ser derribados, si el hombre quiere liberarse"4. Toda su obra puede ser leda como un conjunto de ensayos cifrados, personales, eclcticos,originarios, en fin, como una filosofa polidrica abierta a las ms dismiles

    1 Rigouzzo, Roberto, "Kazantzakis y la bsqueda atormentada de la verdad", p. 10.2 Stefanakis, G, "N. Kazantzakis y las corrientes ideolgicas mundiales", p. 107.3 Quiroz, R, Nikos Kazantzakis Dimensiones de un poeta pensador 4 Samuel, "Kazantzakis, profeta de la deseperanza", p. 71.

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    relaciones inter-espirituales.Desde el instante en que buscamos enfocar a Kazantzakis bajo una luz

    de religiosidad, el asombro de la contemplacin nos lleva a expandir los pliegues de esta palabra. El perfil de las estructuras religiosas tradicionales pasan en las visiones de Kazantzakis a ser partes de una geografa espiritualcrticamente ms amplia y compleja: los caminos de su misticismo no dejanfuera los esfuerzos de una racionalidad impulsora de ideales; los abismos desu sentir mstico transitan de la claroscuridad al logos de una iluminacinsemifilosfica. Duda y fe, Dios y la nada, misterio y deber, combate ylibertad, quietud y ascenso, son seales espirituales, marcas en el camino queno abandonaron jams a Kazantzakis, quien ha querido comprenderlo todo,meditarlo todo, y especialmente, cuestionarlo todo para ser fiel a s mismo.Una a una sus obras expresan un esfuerzo indomeable, una tentativa desalida a sus impulsos por filosofar sin dogmas y para vivir una fe de maneraexaminada y no ciega. Es a esta fuerza daimnica de lucidez y xtasis a la quellamaremos "espiritualidad" en Kazantzakis. Su daimon espiritual es por lotanto, una radical e insaciable puesta en accin de comprensin de ladivinidad, conducida a travs de una cuesta arriba viviente y combativa conese mismo elemento llamado Dios. Ante todo, tampoco hay que suavizar laidea de una espiritualidad con ciertos matices de quietismo religioso, o de unafe simplemente reposada, pues nada de refugio posee el carcter daimnico de

    su bsqueda, ya que la perplejidad y el asombro van unidos al existir deKazantzakis. Se podra hablar de una espiritualidad combativa, guardando las proporciones. En el lenguaje de los padres monsticos, toda oracin, lectura,meditacin y todas las actividades de la vida religiosa tienen como objetivo la pureza de corazn, una incondicional y totalmente humilde rendicin a Dios.Kazantzakis nos manifiesta desde su juventud claras voces de protesta anteuna religiosidad oficial y una sumisin intelectual: "Comenc a sentir quetoda religin que promete colmar las ansias humanas es simplemente unrefugio para el pusilnime [...] Me pregunt si el camino de Cristo era el que

    conduca a la salvacin humana, o bien era sencillamente una historia demaravillas bien organizadas, que prometa el paraso y la inmortalidad coninmensa habilidad y destreza [...] Tres vivas por Nietzsche, el asesino de

    Dios. "5. Y otro fragmento de hereja kazantzakiana seala: Y t, cobarde, vasa emborracharte a hurtadillas en las tabernas de la esperanza, en lasiglesias; t te doblegas y adoras al Nazareno, t tiendes la mano y mendigas:Seor, slvame!`! ". El daimon espiritual de Kazantzakis por consecuencia,

    5 N. Kazantzakis,Carta al Greco , pp. 406-7.

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    constituye necesariamente una "no rendicin" sino un avanzar ms all de loanterior, proseguir todo lo posible en los combates con Dios, una tarea sin pausas. "Yo siento en mi corazn todas las inquietudes y todas las antinomias,todas las alegras y todos los dolores de la vida. Y me esfuerzo por someterlas

    a un ritmo superior a mi espritu y ms implacable que el de mi corazn: alritmo de la ascensin del universo"6. En un momento, el nombre para Dios vaa significar el de la mxima exigencia, la consigna de la superacin heroica:"El artista es la avanzadilla de "Dios"; el puesto de guardia ms avanzado desu ejrcito. Lucha sin cesar por dar un aspecto nuevo al futuro. El pasado yano lo satisface, pues el corazn del creador no est nunca satisfecho --pues sucorazn y Dios no son sino uno. Y por "Dios" yo entiendo a la fuerza que nosda siempre ms de lo podemos recibir y que nos pide ms de lo que podemosdar".

    Al momento de situar a Kazantzakis a favor o en contra de unareligin o actitud religiosa, hay que reconocer que existen demasiadasvariables en uno y otro sentido. Se ha dicho que Kazantzakis no es ateo:"Kazantzakis es a travs de toda su vida un combatiente angustiado. Quieredescubrir al "Invisible" para medirse con l. Es un personaje trgico[...]". Enopinin de muchos, lo consideran en el fondo un "deista" [..] Reconociendoque no es ciertamente ni un cristiano perfecto o muy avanzado en la fe nimenos un santo [...] Voraz como era en sus bsquedas, se detiene ante muchos personajes e ideas y religiones. Sabemos de sus reiteradas peregrinaciones alugares vinculados con la fe: viaja al Monte Athos de los Ortodoxos, visitavarias veces la tierra de Sn. Francisco de Ass; estuvo en el Monte Sina, ytodos estos son lugares religiosos que lo entusiasman. Tambin Kazantzakis"subray correctamente la necesidad de la libertad en el combate por hallarsentido a la vida. Como era natural, vio las exageraciones de la religiosidadhechas en el nombre de Cristo, y con pasin divina trat de conservar humanala vida". Asimismo sabemos por sus textos semiautobiogrficos que tena ungran respeto por la santidad. Anota Kazantzakis que "mi primer intento de ser

    santo fracas. Mi amargura dur aos; quiz todava dure. ste nio --recurdenmelo --dijo la abuela va a llegar a ser un da obispo". Sin embargo,"mucho ms tarde, cuando vi qu hacan los obispos, cambi de opinin: noquera hacer nada que hicieran los obispos".

    Esta sera una de las razones por las cuales nosotros perdimos al santo Nikos Kazantzakis. Quines son los culpables? Perdimos al santo, peroadmiramos al hombre honrado en su bsqueda espiritual.

    6 N. Kazantzakis,Carta al Greco , p. 395.

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    Kazantzakis el 26 de octubre de 1957 exhal su ltimo aliento y fuesepultado, no en un cementerio, sino en la Tapia Martinengo, alto en lasmurallas venecianas, con grandes honores de parte del pueblo de Heraklio y laheroica presencia de un sacerdote, ya que la jerarqua del clero decidi no

    participar en la ceremonia del entierro. Quienes lo miraron con ojos puramente cristianos, ortodoxos, o de otra religin, vieron el horror, el sinsentido en sus obras. Cada uno de nosotros formar su opinin y los puntos devista de terceros son muy amplios. Unos creen que era el anticristo, mientrasotros creen que era un fiel y posea un profundo sentimiento religioso. Sumodo algo inapropiado e inusitado de presentar al personaje Cristo y de otros personajes sagrados, dio pretexto a crculos eclesisticos para desatarmetrallas contra l al acusarlo, posedos por una ciega pasin de venganza querecuerda la vieja ley mosaica "diente por diente". As se le caracteriz como blasfemo y hereje, escritor indecente y "el mayor en el taller de Satans",injurioso, anormal y ser monstruoso, mientras que sus obras fueronconsideradas "impiedad fangosa", "cloaca y exhalaciones de hedor espiritual".Tambin fue llamado impostor. En abril de 1954 el Papa inscribe su libro Laltima tentacin en el Index. Kazantzakis reacciona escribiendo a la Comisindel Index las palabras de Tertuliano: "Ad tuum, Domine, tribunal appello"7, Atu tribunal, oh Seor, apelo. Lo mismo enva a la Iglesia Ortodoxa. Unreligioso, Pirunakis, nos informa que Kazantzakis nunca fue excomulgado. Esms, a ste mismo sacerdote le pidi informe el arzobispo de Atenas para versi lo excomulgaban o no. Sobre la postura de la Iglesia como perseguidora delescritor, han surgido varias leyendas, comentarios dudosos, rumores flotantes.Aqu presentamos un rotundo testimonio que aclara el asunto de una vez. Unatal Sra. Heleni Katsulaki, tuvo la curiosa ocurrencia de entregar una carta enel Patriarcado griego. El da 13 de mayo del 2003 recibe la siguiente respuestadel Archivero padre Nikolaos Petropelis:

    "Hace unos das hemos recibido en los archivos del Patriarcado, sucarta del 10 de mayo, dirigida al metropolita de Filadelfia, monseor Meletn,

    secretario del Santo y Sagrado Snodo, en la cual usted pregunta si elPatriarcado Ecumnico excomulg al escritor Nikos Kazantzakis por elcontenido de sus obras.

    En respuesta tengo orden de hacerle saber que despus de consultaratentamente los archivos yo no he encontrado tal excomunin".Todos estos episodios hacen creer que sus lectores se han formado la idea deque Kazantzakis se burlaba de Cristo y lo ridiculizaba y, en consecuencia, se

    7 Quiroz, R,Cronologa y Bibliografa de Kazantzakis , 1997.

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    burlaba de la religin y la ridiculizaba. En casos semejantes en otros pases,en que los fieles estn posedos por un fanatismo ciego, escritores quecuestionan la autoridad de la religin son perseguidos y se los condena amorir, como por ejemplo, sucede con Salman Rushdie, sobre el cual un

    miembro del Parlamento iran dijo: "Los gobiernos occidentales cometen unerror respecto a Salman Rushdie[...] Un necio escribe un libro que ofende la fede centenares de millones de musulmanes y hiere sus sensibilidades. Y en vezde disculpa, todos los polticos del mundo apoyan a tal individuo y lodefienden". Estos dos ejemplos, a pesar de que presentan algunas semejanzasentre ellos, no son en esencia comparables, pues su contenido ms profundoes totalmente distinto. Uno es burln, sarcstico, irnico, despreciativo ysubvertidor del islamismo. Por el contrario, Kazantzakis hizo una revisin delcristianismo desde otro ngulo ptico. Concretamente, Cristo es presentado ensus obras no slo con cualidades divinas, sino tambin con debilidadeshumanas, las cuales es natural que tuviera en su calidad de hombre-Dios.Otros se han formado la opinin de que Kazantzakis era cristiano.

    En sus escritos, a veces parace que hombre y Dios se hermanaran, sinembargo, de por medio siempre existe el esfuerzo, la contienda, el mandato dela Asctica de salvar a un Dios cuya omnipotencia no comprendemos. Peroescuchemos sobre este tema unas pocas palabras tomadas de su estada en elSina:

    "Los pecados, las desobediencias, los desfallecimientos del hombreson detalles insignificantes en comparacin con la lucha terrible que tiene quesostener. Si el Dios quisquilloso de los hebreos acusa al hombre en la otravida, por sus pequeos errores, ste, podr sostener con valenta su defensa:--S, he pecado, robado la mujer y el buey de mi vecino, pues me gustaba;matado a mi enemigo porque l me quera matar; construido con mis manosdolos que he adorado, mentido porque tena miedo; odiado a mi padre que selevantaba ante m para impedirme que pasase."S, he desobedecido todos los mandamientos.

    "Pero he subyugado a la tierra, al fuego, al agua y al aire. Si nohubiese estado all, los animales salvajes y los gusanos te habran devorado.Te habras podrido en el barro de la pereza y del miedo. Soy yo quien, en lasangre y el lodo, ha gritado y pedido libertad. Soy yo el que, llorando, riendo,dando traspis, te ha sostenido para que T no cayeras"8.Palabras que contrastan con las que encontramos en su viaje al Monte Santo:"Monasterio de Pantocrtor. Qu ritmo divino, decamos luego mientras nos

    8 Kazantzakis, N, Del Monte Sina a la Isla de Venus, O. S., II, p. 1032

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    pasebamos en el patio, qu concha maravillosamente esculpida, durantegeneraciones y generaciones!; pero, en el interior, ahora, la ostra que lamodel est muerta.

    "Es necesario --nos decamos y jurbamos que as sera--, es necesario

    que reorganicemos la asctica cristiana, que le infundamos nuevamente unsoplo creador. Es imprescindible. Para eso hemos venido al Monte Athos"9.Con estas exhortativas palabras, vemos que Kazantzakis no se volvi encontra de los dogmas de la religin, sino quizs contra la tradicin y los procedimientos formales de la Iglesia, as como contra determinadosrepresentantes de ella, trayendo a la superficie y haciendo visibles susdebilidades humanas. Por otra parte, "nadie est libre de pecado".

    *Hemos de cuidarnos de que las connotaciones que en Kazantzakisasumen las palabras fe y religin no son suficientemente precisas para talfenmeno, y por ello preferimos hablar de un misticismo sui generis. Se tratade que la fe est viva, siempre creciendo como un rbol, por lo que es msilustrativo la imagen de un sentir personal, de un misticismo filosfico, undaimon que moviliza al hombre a fin de conquistar un gran objetivo: penetraren el corazn de la realidad de Dios. Pero Kazantzakis tiene clara concienciade que los jinetes de la razn y del sentir lo acercan al misterio, mas no a sucompenetracin, y esto es la llamada "incomprensibilidad de Dios" de la quehablan los msticos. Al igual que uno de los padres bizantinos, Kazantzakisasumira la invocacin de una teologa apoftica de lo inalcanzable. JuanCrisstomo escribe: "Invoqumosle como el Dios inexpresable, inhaprensible,invisible e insondable. Reconozcamos que sobrepasa todo el poder del hablahumana, que elude la comprensin de cualquier inteligencia mortal, que losngeles no pueden penetrarle, ni los serafines verle en completa claridad[,,,]".Mirndolo quijotescamente, se pude creer que Kazantzakis "en cuantodesesperado heroico, en cuanto hroe de la desesperanza ntima, es el modeloeterno de todo hombre cuya alma es un campo de batalla donde luchan larazn y el deseo inmortal". Esa tensin vital entre lo que humanamente nos

    parece ms desgarrador y sobresaliente, paracen ser las fuerzas racionales eirracionales, los instrumentos humanos del cerebro y del corazn. Esacontradiccin abierta en cada conciencia personal, tuvo para Kazantzakis unvalor esencial al punto de vivir a fondo esa no reconciliacin: la razn ponelmites, el corazn, deseos. De la Asctica leemos: "15. Escojo el camino queasciende. Por qu? Lo hago sin lgica, sin certidumbre, porque yo s cunimpotentes, en esos momentos capitales, son el cerebro y las estrechas

    9 Kazantzakis, N,Carta al Greco , "Monte Atos", O. S., III, p. 240.

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    misticismo es la actividad transustanciada de salvar a Dios, como lo expresatantas veces Kazantzakis, procedimiento antropolgico con el cual se esperatransmutar la oscura materia en espritu. En trminos utpicos, es laexperiencia inmediata de esta transustanciacin la que cuenta. Aqu, subyace

    el influjo de la mstica ortodoxa oriental: nos referimos a que en esta visin elser humano est en camino de la llamada deificacin, la theosis, lo cualimplica un proceso de desmaterializacin y transustanciacin.

    La otra vertiente de lo mstico en Kazantzakis irrumpe como esacapacidad que algunos seres humanos tienen de comprender intuitivamenteque existe una suerte de sentido en el mundo. Es la sensacin metafsica deque la propia vida est ligada a un soporte mayor. Esto es, que los hombressientan incipientemente que son parte de un todo significativo, que hay unhecho concreto de conexin entre entre ellos y una particular fuerza que estoperando en el universo. Es la experiencia directa del mstico, del asceta quese confunde con la creacin. Sin embargo el Dios mstico de Kazantzakis noes una energa estable, una fisonoma que ha hallado el eterno equilibrio,como lo es el "Dios vestido de sotana, apuntando al rosario, no lavado, clibe,indolente". Kazantzakis gusta de ocultar a Dios en una frase muy oriental,diciendo que "Dios es un corazn que est levantado a una hora determinada",dando a entrever que se trata ms de una fuerza viglica, transformadora,trabajadora que nunca adormilada. Paradojalmente, Kazantzakis tambin secuida de negar que sea un mstico tradicional, un asceta que desprecia sucuerpo, su contingencia humana: "Mis amigos me creen feliz, porque noconocen las luchas preliminares de cada victoria; porque no saben que mifelicidad es la suprema floracin de mi propia desesperacin y de mi desdn por todas las cosas "terrenales". Yo no soy un Romntico en estado derebelin, ni tampoco un mstico que desdea la vida, ni un insolente beligerante en contra de la Substancia. Yo amo la vida, la Tierra, al hombre, alanimal, las cosas efmeras. Conozco muy bien su valor, y sin embargotambin s de sus lmites". No se reconoce aqu algn eco del mpetu

    dionisaco, un vitalismo reinante, una sintona secreta con la fugacidad de lascosas, y a la vez un lamento empapado sensualmente de lo que consideramoscomo real?. "Conozco muy bien su valor", es una de sus frases, pero de quvalor habla? El valor al que Kazantzakis se refiere en este pasaje, es al menos parcialmente divino en el hecho de que Dios est soplando como un vientorecio a todo nuestro alrededor. Esto significa mirar a Dios ms all de unaconsideracin puramente antropolgica, sino ms bien pantesta, sensualista, ocosmolgica. Aunque slo le cabe al hombre poseer experiencias msticas, elabanico de las metamorfosis abarca toda la creacin. Los caminos hacia Dios

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    no son discursivos, no son propiedad de una religin y Kazantzakis apunta atal libertad creadora del asceta, capaz de presentir, admirar, sufrir o combatir,actuar o contemplar los rostros de lo divino solitariamente. Solamente unespritu abierto a lo mstico podra hacernos esta confesin: "Se ha visto

    alguna vez a un hombre luchar con Dios? me preguntaron un da los hombresen son de burla. Con qu otra cosa quieren que luchemos?, les contest. Y enverdad, con qu otro?". Dios parece estar en todas partes, sustancia nica queacompaa al hombre. "Cada hombre tiene la estatura del enemigo que luchacon l; me gusta, exponindome a perderme, luchar con Dios". Con tales palabras, Kazantzakis "se ha situado a s mismo con ms precisin y claridadq nunca, y nunca nos ha ayudado ms a comprenderlo"10.

    En El Jardn de rocas , escribe: "El alma humana es un milagro, unafuente que mana del barro de la carne y que no sabe adnde va ni qu quiereni por qu tiene esa mana incomprensible --y contra naturaleza-- de ascender.De ascender y de sufrir".

    Con tales imgenes descubrimos una de sus claves espirituales, nosreferimos a la idea de la ascensin mstica, la subida, la marcha ascensional, elesfuerzo por la elevacin. Dndole un nombre reconocible, diramos que setrata de una influencia ideolgica claramente plotineana en Kazantzakis, lacual remite a la nocin de marcha ascendente. Plotino le dar a esta marcha ladimensin de una bsqueda metafsica angustiada, teniendo como puntoclmine y recompensa suprema la unin mstica con el Uno (el Bien,Dios). Por tanto, la marcha ascendente conduce a la deific acin exttica.Cuando leemos en Plotino las expresiones de es preciso subir y sube hacial, de inmediato esto nos lleva a pensar en los mandamientos de la Asctica .Aqu se enmarcara un paralelismo mstico filosfico esencial. En Plotino lamarcha mstica significa una compenetracin, la ansiada unin mstica con elUno, lo que implica irrumpir en alguna medida sobre el objeto de su bsqueda, un contemplar a Dios mismo. A su vez, la visin del mundo deKazantzakis est baada en una atmsfera de misticismo y de fusin

    irracional semejantes a las de Plotino. Otra semejanza entre ambos se halla enla forma de bosquejar el propio sistema. El alejandrino nos habla de sucesivasenadas, etapas, todo lo cual naturalmente proyecta un sentido de marchaascensional; a su vez, en la Asctica se estable un plan de vida estructuradotambin en base a etapas y jornadas. Kazantzakis ordena todo el ejerciciometafsico del hombre por grados: la preparacin, la marcha, la visin, laaccin, el silencio. As el escritor cretense sita en la cima de la escala el

    10 Bidal-Boudier, Nikos Kazantzakis Cmo el hombre se vuelve inmortal, p. 160.

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    Silencio, la cima ms alta del esfuerzo, ah donde el visionario "ms allde todos los trabajos, no lucha ms, no grita ms, muere enteramente,silenciosamente, indestructiblemente, eternamente con el universo". EnPlotino la marcha del alma, su marcha ascendente, lo conduce a la

    existencia absoluta, al Uno absoluto, a la salvacin absoluta. En cambio, lamarcha ascendente de Kazantzakis conduce al abismo, ah donde no haySalvacin absoluta, porque c ada cual tiene su propia Salvacin, cada cual esabsolutamente libre. Otra la clave interpretativa de hermandad espiritualentre estos dos autores, se acenta al mirar el uso recurrente de ciertas otras palabras como: alma, camino, marcha ascendente, salvacin, ascensin, loUno, Dios. En Asctica se dan unas cuantas imgenes de un Dios visto comoimpulso vital, una energa luchadora que a todos afecta. Un fragmento delopsculo dice: "47. Nosotros somos uno; somos una esencia que est en peligro [,,,] 48. Porque Alguien lucha en los confines de la tierra y del cielo:es el nico. Si l se pierde, nosotros somos responsables; si l se pierde,nosotros tambin nos perdemos". Y ya en las ltimas lneas del opsculo sedice: "8) Felices son aquellos que te han liberado, Seor, y que, unidos a Ti,dicen: T y yo slo somos uno". Estas crpticas descripciones pueden dar unaaproximacin de Kazantzakis con la nocin de lo Uno en Plotino. Ambasvisiones van a convergir en la concepcin de una divinidad nica, una especiede monotesmo y pantesmo adscrito al Uno mstico, y ambas visiones, porcierto, diferentes del Dios bblico. Del Uno absoluto de Plotino nace elespritu y de ste el alma del universo que es la fuerza creadora de todos losseres del mundo. Por consiguiente, el mundo no es un acto creador libre dedios, como la frase correspondiente del Credo de los cristianos: Yo creo enDios, todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. En Plotino ms que unacreacin desde la nada, se trata ms bien de un proceso creativo llamado"irradiacin", por el cual el mundo surge, igual como de los rayos del sol proviene la luz solar. Dios es nico, indivisible y al mismo tiempo divisible, yKazantzakis lo hace participar igualmente a escala humana. Dios es Dios pero

    tambin toma conciencia del ascenso del hombre y de todo lo creado. Da laimpresin de que el lan vital bergsoniano y las emanaciones plotineanashicieran del Dios de Kazantzakis un impulso siempre en surgimiento, presenteen su toda actividad divina entre la materia y el espritu. De la Asctica dice:"34. En toda criatura viviente estalla toda la angustia concentrada deluniverso: Dios, en la dulzuras y amarguras de la carne, est en peligro". "36,Por primera vez Dios puede contemplar, a travs de nuestro espritu y nuestrocorazn, su lucha sobre esta tierra". Y en un momento se confunden las vocesde Dios con las del hombre, y realmente no sabemos quien es el que habla:

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    "37. Alegra! Alegra! Yo ignoraba que el mundo y yo somos uno, que todosnos somos ms que un ejrcito [,,,]". Reafirman estos comentarios el hecho deque se conoce que un extracto de la sexta Enada de Plotino, refirindose aeste tema, fue copiada por Kazantzakis en caracteres caligrafiados sobre la

    contratapa de un volumen sobre Bergson.*Nunca estaremos completamente seguros de cul es la mirada alDios de Kazantzakis, porque es el propio autor quien ha luchado y desterradode s mismo aquello lo que los dems hombres s quieren ver de Dios.Ciertamente, su visin quiere abarcarlo todo, desde la emotividad pantestaque se puede sentir hasta el abismo trgico de lo Inefable. Intentemosdescribir un poco al Dios de Kazantzakis, revelado en su Asctica . Su dioses nico y divisible a la vez, unido y difuso, impersonal y al mismo tiempomultiforme, eterno y efmero. "34. La esencia de mi Dios es elcombate . Eneste combate, eternamente brillan y evolucionan el dolor, la alegra y laesperanza". "39. El gran Soplo est por encima de esas cosas humanas. Susimpulsos mltiples y vagabundos, aparecen a nuestro espritu con su pequeosoplo, como contradicciones. Pero en el corazn de la divinidad fraternizan ycombaten juntos, fieles compaeros de camino". En el primer fragmento,sealemos que Kazantzakis ha puesto en cursiva la palabra combate. Por otrolado, existen una serie de cartas de Kazantzakis a un religioso, el padrePapastefanu, con elocuentes afirmaciones de esta su "religin" --entrecomillas:

    "yo creo en las innumerables mscaras fugitivas que ha tomado Dios alo largo de los siglos, y, en su incesante transcurrir percibo su indestructibleunidad.

    Pon atencin, evita lo que t has aprendido del tema del Dios de loscristianos cuando quieras percibir el rostro de nuestro Dios.

    Dichosos los que te han rescatado, Seor, y que unidos a ti, dicen: Ty yono hacemos ms que Uno.

    Es as que caminamos, es as que vamos hacia delante, sinrecompensa, sin descanso, sin certeza --mi Dios y yo! Quin pueda venirser bienvenido! .

    *Los escritos de Kazantzakis rebrotan de una amplitud filosfica yespiritual que los vuelve casi irreductibles a una definicin convencional, elcorpus de sus ideas y visiones constituyen una "unidad mltiple" que no puede contenerse dentro de una determinada doctrina. Su filosofa abarcadispares ritmos de espiritualidad y misticismo y ella misma --su personalfilosofa-- no se deja ceir por alguna sola corriente ideolgica. Esta sensacin

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    de multiplicidad se manifiesta en tres imgenes que de inmediato surgen almeditar en sus libros: a) una imagen de Kazantzakis como ateo; b) otra comocreyente y c) finalmente, se percibe a un escritor liberado de las religionesoficiales.

    Kazantzakis ha decretado con tono proftico: "No amo al hombre,amo la llama que lo devora". La imagen del fuego alude a un elementoinestable, de continua transformacin. Qu contiene la llama? Barrruntamosalgunas imgenes: puede ser Dios, quiz la Nada o tambin, la inagotablelibertad que transfigura al hombre. En Creta, sobre las letras de su tumba quesaludan al visitante con su huella de mortal en la tierra, leemos un extraoepitafio: "No temo nada, no espero nada, soy libre". Sin explicacin ninguna,una sensacin de clmax espiritual dejan estas invocaciones. Unas poticaslneas de Asctica, pueden ponernos a tono con lo que intentamos sealar:"26. No soy el condenado al que se ha emborrachado con vino a fin de aturdirsu cerebro. Con claridad de espritu, paso por encima del sendero que separaambos precipicios"11. Aunque tales abismos sean en principio el nacimiento yla muerte, tambin lo podemos aplicar por un lado al dogmatismo de la fe, y por otro, al cinismo pseudoespiritual que todo lo acepta en disimulo. Enreiteradas imgenes naturales y poticas, Kazantzakis nos llama la atencin delo que le haca pensar en los esfuerzos por romper la propia naturaleza o de"transmutar la materia en espritu", una de sus ms recurrentes metforasfilosficas. Aquella combativa libertad es el sancta sanctorum del hombre, unclamor que viene de su centro. En toda aquella tensin de libertades tantasveces aclamada como las huellas rojas que caen sobre la marcha humana,sucede que en medio de aquel evento, el hombre tambin pasa a liberar unafuerza incgnita en su ser, y es as que podemos ver all que es Dios quien selibera.

    "36. Nada existe, ni la vida ni la muerte. Veo la materia y el espritucomo fantasmas amorosos e inexistentes que se persiguen, se abrazan, paren yse desvanecen y digo: Esto es lo que quiero!

    37. Ahora ya lo s: nada espero, nada temo; me he liberado delespritu y del corazn. He subido ms alto. Soy libre. Esto es lo que quiero yno otra cosa. Buscaba la libertad"12.

    Existen unas palabras que expresan su agnica marcha. Hacia 1921,anota:Mi fin no es hacer arte por el arte. Mi objetivo es encontrar un nuevosentido (filosofa?) a la vida y expresarlo. Para llegar a eso hay tres caminos:

    11 Kazantzakis, Asctica, La preparacin, Segundo Deber.12 Kazantzakis, Asctica, La preparacin, Tercer Deber.

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    1) El camino de Cristo: inaccesible; 2) El camino de San Pablo (combinacindel arte y de la accin: Epstolas), pero necesitaramos un Cristo; 3) El caminodel arte y de la filosofa (Tolstoi, Nietzsche). Yo escog el tercero y es por esoque lo que escribo no ser nunca perfecto desde el punto de vista del arte.Porque mi intencin sobrepasa los lmites del arte. Por el ao 1952 Kazantzakis redacta una carta y seala que est pensando en una historia de su hroe San Francisco, pero an no se decide;sin embargo, a quien le escribe en esa oportunidad, le expresa esto: "comosabes, la lucha en nosotros mismos del hombre contra Dios, de la materiacontra el espritu, es el constante leit-motiv de mi existencia y de mi obra".

    El "daimon espiritual" en Kazantzakis posee tantos ropajes comosueos posee aquel navegante intrpido de los siete mares. El dilema de Diosno queda en manos de una religin que castiga o premia, de una doctrina queniega la vida o que se diluye en lo infinito inalcanzable. Dios no es el rostroque la metafsica y la fe tradicional quieren imponer sobre el hombre: "No,no puede ser libre el hombre que espera el Paraso o teme el Infierno!"(K)."Que sea, por el contrario, un Dios tan cercano al hombre que se confundacon l, que sus combates, sus victorias y sus derrotas las suyas, que no dominems al hombre con un poder omnmodo e incomprensible e implacable, peroque sea su compaero, su colaborador": "Bajo el ardiente sol, bajo la lluvia,cabalgamos mi Dios y yo, y platicamos, plidos, hambrientos,indomables"(K): "es de este modo que concibe su Dios. Su salvacin dependede nosotros, somos nosotros quienes lo salvaremos" "por la lucha, por lacreacin, por la transformacin incesante de la materia en espritu"(K).13

    Escuchemos un texto resonante de misticismo al estilo deKazantzakis:

    "Verdaderamente, nada refleja mejor los ojos de Dios que los ojos deun nio; ellos miran el mundo por vez primera, y lo crean. Antes de ello, esten un caos.

    Todas las criaturas --animales, rboles, hombres, piedras; todo: las

    formas, los colores, voces, aromas, relmpagos-- fluyen inexplicados frente alos ojos de un nio (no, no frente a ellos, dentro de ellos), y l no puedefijarlos, no puede establecer el orden. El mundo del nio no est hecho dearcilla, para permanecer, sino que esta hecho de nubes. Una fra brisa sopla ensu sienes y el mundo se condensa, se atena, se desvanece. El caos debe dehaber pasado frente a los ojos de Dios, justamente de esta manera, antes de laCreacin".

    13 Fragmentos del libro de Bidal-Boudier.

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    En la libertad, en la inocencia espiritual --o en aquella inocencia deldevenir zaratstrico--, uno observa lo que es esencial --contemplamos elmundo como si furamos dioses--, pero tengamos cuidado de no fijar talmirada infantil en una cifra cronolgica. Y cuando un hombre ama, y cuando

    ms terrenalmente amamos a una mujer, he aqu que hay una lucha, y quiz lams heroica y la ms mstica en s misma de estas luchas, sea la inocencia. ElDios de Kazantzakis no promete recompensas o castigos, sino nicamente la posibilidad de que en el combate se renueven nuestros ojos virginales, y quelo dems, todo lo dems, vida, muerte, sea lo que quiera que sea Dios.

    Al terminar nuestra intervencin, proponemos un enlace imaginarioentre la figura del Pantrocrtor bizantino y una imagen de Kazantzakis quecorresponde al perodo llamado de las "fotografas de la oscuridad". Las fotosen cuestin datan de la poca viajera de Kazantzakis con el poeta Sikelians, por los aos 1914 y 1915, cuando Nikos haba concebido la idea de fundaruna nueva religin. En esta foto posa literalmente con aire de imponente profeta, con ojos brillantes y manos que brotan desde la sombra. Entre las dosfiguras, la del Pantocrtor y la de Kazantzakis, lucubramos un extrao paralelo gestual y visual que se centra en sus manos, la una religiosamenteeterna y la otra temporal. En aparencia, el Todopoderoso nos sugiera con sudiestra una expresiva esttica mstica que la intuimos reapareciendo en lafotografa del joven Kazantzakis con otro sentido, pues la palma de su manoapunta hacia el cielo, mientras que la del Dios bizantino simula invocar alhombre concreto. Vindole con una mirada deudora de lo mstico,Kazantzakis parece sostener en su nica mano terrenal el cuerpo de lainsondable Nada, pero no ser acaso ese vaco sin luz una sustancia desnudadel Todo?; un Todo transfigurado en potencia espiritual, en algo todava nomanifestado pero que el hombre puede vislumbrar, presentir alguna vez. ElDios visible del cono bizantino aparenta confrontarse directamente con el ojohumano que pasa a ser testigo de una sensacin irrefutable, en cambio la postura fsica del escritor es elusiva ya que deviene en un giro corporal,

    mostrando y ocultando al mismo tiempo. Qu muestra o qu esconde?Solamente el rostro de Kazantzakis se enfrenta enigmticamente con lamirada de la humanidad tal como si nos desafiara a desentraar lo que sumano quisiera atrapar o materializar. No ser quizs el gesto soteriolgico deesta fotografa un apogeo del Dios Nada que lo es Todo...

    (Comunicacin leda en el Seminario Internacional "La religiosidad en la obra deKazantzakis", realizado en Santiago los das 21 y 22 de octubre de 2004)