cabala - scholem, gershom - los ordenes de la cabala.pdf

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  • Gershom Scholem

    LOS ORGENES DE LA CBALA

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  • Compilacin de R. J. Werblowsky Titulo original: Origins of the Kabbalah Publicado en ingls, en 1987, por The Jewish Publication Society, Princeton University Press Originalmente publicado en alemn con el titulo de Ursprung und Anfnge der Kabbala Este primer volumen contiene los dos primeros captulos de Origins of the Kabbalah Traduccin de Radams Molina y Csar Mora Cubierta de Julio Vivas Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autoritacin escrita de los titulares del copyright, bajo

    las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento. comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.

    1962 Walter de Gruyter & Co., Berln 1987 (de la edicin inglesa) by The Jewish Publication Society 2001 de la traduccin, Radams Molina y Csar Mora 2001 de todas las ediciones en castellano Ediciones Paids Ibrica. S.A. Mariano Cub. 92 -

    08021 Barcelona y Editorial Paids. SAICF. Defensa, 599 - Buenos Aires http://www.paidos.com ISBN: 84-493-1079-2 ISBN: 84-493-1081-4 (Obra completa) Depsito legal: B. 21.365-2001 Impreso en A & M Grlic, S.L. 08130 Sta. Perptua de Mogoda (Barcelona) Impreso en Espaa- Printed in Spain

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  • Sumario

    Nota de los traductores Siglas utilizadas Prefacio del editor Prefacio del autor a la primera edicin (alemana) I. El problema 1. El estado de la investigacin: las ideas de Graetz y Neumark 2. El sur de Francia en el siglo XII. El movimiento ctaro: los judos de Languedoc 3. La doctrina esotrica de la creacin y la Merkab en el judasmo precabalstico: la literatura de las Hejalot y el gnosticismo judo 4. El Libro de la Creacin 5. Los documentos ms antiguos relativos al surgimiento de la Cbala y la publicacin del Libro Bahir II. El libro Bahir 1. Carcter literario y estructura del libro: sus diferentes estratos 2. Los elementos gnsticos en el Bahir. el Pleroma y el rbol csmico 3. Otros elementos gnsticos: las potencias de Dios (middot). Las reinterpretaciones gnsticas de los refranes talmdicos. La doble Sofa y el simbolismo de la Sofa como hija y novia 4. Identificacin de las luentes antiguas conservadas en la tradicin de los hasidim alemanes: Raza rabba y el Bahir 5. Las tres primeras sefirot 6. Las seis sefrot inferiores: los miembros del hombre primordial y su simbolismo. El lugar del mal 7. La sizigia de lo masculino y lo femenino: la sptima y la dcima sefr en el Bahir. El simbolismo del justo 8. El simbolismo de la Shejin y lo femenino: la joya 9. Elementos de la doctrina de los eones entre los hasidim alemanes 10. La transmigracin de las almas y el misticismo de la oracin en el Bahir

    Indice analtico y de nombres

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  • Nota de los traductores

    Para la transcripcin de la terminologa hebrea nos hemos regido por el sistema de transliteracin que recoge la siguiente tabla

    a alef a __ m mem m b bet b, v n nun n g guimel g, gu s samej s d dalet d u ayin h hei h p pe f, p w vau u.v x tsade ts z zayin z q cof q/c j het h r resh r f tet t c sin s y yod y c shin sh k caf k, j t tau t l lamed l Al deducir la grafa original. el lector ha de tener presente que la consonante lef (a) se

    translitera segn la vocal que la acompaa y que la hei (h) al final de palabra se omite y se translitera acentuando la vocal que la precede. Por lo general este ltimo caso corresponde a la forma del femenino singular. La frecuente reduplicacin de consonantes, que aqu se expresa mediante la repeticin de la letra en cuestin, se expresa comnmente en hebreo mediante un punto diacrtico (daguesh fuerte) en el interior de la consonante.

    Con respecto a las citas de versculos bblicos y de otras obras clsicas del judasmo, ha habido que adaptar en ocasiones la versin existente en castellano para hacerla coincidir con el sentido de la interpretacin que en esta obra se ofrece de las mismas.

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  • Siglas utilizadas Ar. Or. Archiv Orientalii HTR Harvard Theological Review HUCA Hebrew Union College Annual JAOS Journal of the American Oriental Society JBL Journal of Biblical literature JJS Journal of Jewish Studies JQR Jewish Quaterly Review JRAS Journal of the Royal Asiatic Society MGWJ Monatsschrift fr die Geschichte und Wissenschaft des Judentums PAAJR Proceedings of the American Academy for Jewish Research REJ Revue des etudes juives RHR Revue de lHistoire des Religions ZMRW Zeitschrift fr Missionskunde und Religionswissenschaft

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  • Prefcio del editor Resulta superfluo preguntarse cul es la obra ms importante entre las escritas por un gran

    erudito. En el caso de Gershom SchoIem, tambin las opera minora, artculos y ensayos, eran importantes. Pero hay tres obras que sobresalen, no slo a causa de su mag nitud, sino tambin del impacto que produjeron. Cada una de ellas muestra cualidades diferentes. Major Trends in Jewish Mysticism (18 ed., 1941)* es el primer gran intento, an hoy clsico, de abarcar la historia del misticismo judo de una sola y amplia mirada, combinando el poder sinttico con la precisin analtica y la atencin al detalle filolgico. Sabbatai Sevi: The Mystical Messiah (versin original hebrea de 1956; versin inglesa revisada de 1973) se convirti en un best seller no slo a causa de la fascinacin por su tema extico. Pocas veces antes se haba aplicado tanta erudicin, cantidad y amplitud de fuentes, minuciosos anlisis textuales y una profunda perspicacia histrica a un episodio relativamente breve -y sin embargo raro, espectacular y adems significativo- de la historia juda (y de la historia de los movimientos mesinicos en general). No obstante, en muchos sentidos, Ursprung und Anfnge der Kabbalah (1962) es la ms impresionante de todas sus obras, ya que aqu Scholem abord un fenmeno capital pero enigmtico de la espiritualidad juda. La forma de misticismo especficamente juda (o de teosofa mstica> conocida como Cbala apareci de forma repentina, como de la nada, en la Baja Edad Media. Cules eran sus antecedentes? Era realmente tan antigua como pretenda ser? Exactamente dnde y en qu crculos se origin? Qu influencias (orientales, occidentales, filosficas, gnsticas, tempranas. tardas) participaron en su elaboracin? La riqueza de fuentes presentadas, la agudeza filolgica con la que fueron analizadas y la amplitud de la visin histrica con la que fueron evaluadas, hacen de este estudio, publicado por primera vez en Alemania en 1962, un maximus opus.

    En un principio el libro fue un resumen de investigacin que se present como un borrador, por decirlo as, en el breve libro en hebreo Reshit ha-Cabbal (1948). El autor. en su prefacio (vase la pg. 17) describe su publicacin alemana de 1962 como de un tamao que . En una carta escrita en el verano de 1961 desde Londres a su amigo de toda la vida S. Y. Agnon, el escritor y premio Nobel hebreo, y que se conserva en el Agnon Archive de la National and Hebre':t' University, Scholem se refiere a aquel ao fructfero, alaba el fro invierno londinense que lo mantuvo encerrado y trabajando mucho, y menciona que el tamao del libro que estaba terminando era como tres veces el de la publicacin hebrea. En realidad el libro hebreo tena 262 pginas. mientras que la publicacin alemana de 1962 era de 464 pginas. Despus de la publicacin de Ursprung. la investigacin continu con intensidad creciente y. con el tiempo, los graduados y pos- graduados de Scholem comenzaron a contribuir a la misma en una medida cada vez mayor. Salieron a la luz fuentes adicionales, haciendo necesario un reexamen y una revaluacin de las fuentes y textos conocidos. Los puntos de vista en desarrollo de Scholem se dieron a conocer durante sus cursos de conferencias en la Universidad Hebrea, y algunas de sus notas las publicaron posteriormente sus alumnos y circulaban como copias estarcidas. De este modo sus cursos de conferencias sobre (1961/1962) y sobre (1962/1963) los edit su alumno, ahora profesor. Rivkah Schatz-Uffenheimer, y se publicaron en 1966. El curso de conferencias sobre (1964/1965) los edit su

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  • alumno, ahora profesor. J. Ben-Shlomoh, y se publicaron en 1965. En 1966 apareci una traduccin francesa del Ursprung (Les origines de la Kabba le) y. aunque hizo la obra accesible al lector francs, no aadi nada nuevo al estado de conocimientos que expona el original.

    Hace algunos aos la Jeo'ish Publication Society tuvo la feliz idea de publicar una versin inglesa de esta obra seminal. El traductor, el doctor Alan Arkush, quien tradujo el alemn original al ingls. tuvo que enfrentarse a la extrema dificultad del tema, por un lado. y del estilo alemn del autor, por otro. Cuando la traduccin ya estaba lista se hizo evidente un nuevo problema: la acumulacin de los resultados de ms de veinte aos de investigacin intensiva hacan muy cuestionable el valor de una (aunque en ingls) de un estudio que reflejaba el estado de conocimientos de 1962. El editor decidi, por lo tanto, actualizar el libro.

    Pero he aqu que la dificultad se agrav con la muerte del profesor Scholem a comienzos de 1982. Por el contrario, a finales de los aos sesenta, cuando el presente editor tradujo y en cierta medida reescribi Sabbatai Sevi a la luz de textos y fuentes recin descubiertos. lo hizo con la autorizacin de Scholem y bajo su mirada vigilante. De hecho, al saber que el autor analizara cuidadosamente el producto. aceptando o rechazando los cambios del traductor, el editor se sinti libre para revisar el texto y aadir o borrar segn su criterio. La muerte del profesor Scholem hace que recaiga una gran responsabilidad en el editor de la presente. y pstuma. versin.

    El editor solvent este problema introduciendo slo aquellos cambios de los que se senta seguro que el autor tambin habria efectuado. (Las pocas excepciones se indican entre corchetes y con la adicin de las iniciales del editor.) Para esto el editor no precisaba de poderes especiales ocultos. Uno de los hbitos acadmicos de SchoIem era tener cada obra de su inters en un volumen especial interfoliado. As tena no slo los mrgenes. sino tambin toda una pgina en blanco por cada pgina de texto, y en aqulla aada notas, preguntas, referencias, correcciones, adiciones, etc. Cada vez que lea algo que tuviera alguna relacin con su investigacin, inmediatamente escriba una nota en la pgina en cuestin de su copia de trabajo del libro pertinente. La copia de trabajo interfoliada del Ursprung en la que realiz apuntes hasta poco antes de su enfermedad final muestra la cantidad de investigacin efectuada desde 1962. En muchos puntos. Scholem vio confirmadas sus apreciaciones originales; sobre otros tantos expres dudas o incluso rechaz puntos de vista que haba sostenido antes. La tesis bsica de que la Cbala se origin en un espacio de tiempo cronolgicamente delimitado y en un rea geogrfica circunscrita sigue siendo, sin embargo, vlida. Puede que en un futuro se convierta en objeto de debate.

    En un punto importante el editor tuvo que enfrentarse a un serio dilema. En su anlisis de Gerona, el centro cabalista ms importante antes de la composicin del Zhar, Scholem dedic toda una seccin al Libro Temun y a su doctrina de los ciclos csmicos. En el momento en que escriba el libro, Scholem estaba convencido de que el Temun haba sido compuesto durante la primera mitad del siglo XIII. Invesfigaciones posteriores, en particular de alumnos de SchoIem, le llevaron a revisar esta opinin y a datar el libro despus del 1300, es decir, dcadas despus de la composicin del Zhar. He insertado los comentarios pertinentes extrados de la copia de trabajo interfoliada de Scholem, pero no manipul radicalmente el texto, sobre todo porque Scholem al parecer mantuvo la creencia de que, con independencia de cun tardamente hubiese sido compuesto el libro, algunas de sus ideas y doctrinas bsicas se haban desarrollado en el siglo XIII y deban, por lo tanto, formar parte de cualquier anlisis de la Cbala prezohrica. En esta edicin, parte del material tomado de la copia de trabajo interfoliada ha sido incorporada al texto principal y otra parte se ha expuesto en forma de notas adicionales.

    Las citas bblicas se ofrecen de acuerdo con la nueva traduccin de The Je'vish Publication Society (1962-1982), excepto en los casos en que la exgesis rabnica o cabalstica del texto precisaba de una interpretacin diferente.

    El editor tiene la esperanza de que al realizar su delicada tarea no haya traicionado las ideas e

    intenciones de Scholem y de que su labor habra merecido la aprobacin del autor.

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  • * Trad. cast.: las grandes tendencias de la mstica judia, Madrid, Siruela, 1996. (N del t.)

    r. J. Zw Werblowsky

    The Hebrew University of Jerusalem

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  • Prefacio del autor a la primera edicin (alemana) La presente obra contiene el resultado de estudios que comenc hace cuarenta aos. En aquella

    poca mi primera publicacin importante estuvo dedicada al Libro Bahir, el ms antiguo de los textos cabalsticos existentes. El tratamiento posterior de los problemas que surgieron de aquel estudio, que entonces promet con precipitacin juvenil. ha debido esperar muchos ms aos y es ahora, en el presente trabajo. cuando se someten a su forma definitiva. No es el primer intento de abordar el problema del origen de la Cbala. Un primer esbozo de mis ideas respecto a este problema y su solucin se expuso en 1928 en un artculo titulado y se public en el Korrespondenzbiau des Vereins ftr die Begnindung eine Akademieftir die Wissenschaft des Judentums. Mis estudios de los manuscritos cabalsticos del perodo ms antiguo, que continu durante muchos aos y que demostraron ser muy fructferos, dieron lugar a posteriores clarificaciones, cuyos resultados expuse por primera vez en un libro en hebreo Reshit ha-Cabbal (Jerusaln, 1948>. Las tesis esenciales que propuse en aquel momento se mantienen tambin en el presente estudio. cuyo tamao es ms del doble de la anterior publicacin en hebreo. Pero los argumentos se han elaborado con mayor detalle (en la medida de lo posible dentro de los lmites de este volumen>, y el material pertinente se describe y analiza. Los historiadores de la religin deben de ser capaces de formarse su propia opinin respecto a las ideas que aqu se exponen. Aunque me parece poco probable que el descubrimiento de otros manuscritos hebreos aporte algn material decisivo que haya escapado a mi minucioso estudio de esta literatura durante dcadas, abrigo la esperanza de que nuevas perspectivas puedan facilitar otros debates relativos a nuestra comprensin del problema y de la interpretacin del material. Una vez roto el hielo de la ignorancia y superada la charataneria que dominaba en este campo, el camino queda despejado para posteriores invesfigaciones fructferas. Los estudios judos. as como la historia de las religiones orientales y occidentales, se beneficiarn por igual de un estudio ms profundo y de posteriores debates sobre el problema de la Cbala.

    La conclusin de esta obra la facilit en gran medida una beca de investigacin del Institute of Je:t'ish Studies de Londres, que me permiti dedicar la mayor parte del ao 1961 a este cometido. La hospitalidad del Warburg Institute en Londres y su rica biblioteca fueron de un valor y una ayuda inestimables. Hago constar, agradecido, la necesidad que desde 1925 me obliga una y otra vez. en mis cursos en la Hebre"t' University, a confrontarme a m mismo y a mis alumnos con los problemas planteados en el libro. Si en el presente trabajo se advierte una cierta madurez. se debe a que constantemente he revisado con talante critico estos problemas en el transcurso de mis cursos acadmicos. A la luz de esta experiencia puedo confirmar el dicho de un antiguo sabio talmdico, quien declar: De todos los que me pudieron ensear algo. he aprendido ms que de nadie de mis discpulos.

    GERSHOM SCHOLEM Jerusaln The Hebrew University

    Captulo I

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  • El problema I. EL ESTADO DE LA INVESTIGACIN: LAS IDEAS DE

    GRAETZ Y NEUMARK El problema del origen y las fases iniciales de la Cbala, esa forma de misticismo y teosofa

    judos que parece que surgi de improviso en el siglo XIII, es sin duda uno de los ms difciles de la religin juda que sigui a la destruccin del Segundo Templo. Pero al mismo tiempo es uno de lo ms importantes. La significacin que adquiri el movimiento cabalista dentro del mundo judo fue tan grande y en algunos momentos su influencia tan preponderante, que si se quiere comprender las posibilidades religiosas propias del judasmo, el problema del carcter histrico especfico de este fenmeno resulta de primerisima importancia. Los investigadores, en consecuencia, han prestado con razn una gran atencin a este problema y han intentado encontrarle una solucin.

    La dificultad no slo reside en los prejuicios con los que muchos estudiosos han abordado el problema, aunque tales prejuicios -fue sen de naturaleza apologtica o explcitamente hostil- no son en menor medida responsables de la confusin que ha prevalecido. Dos circunstancias, en particular, han obstaculizado la investigacin en esta rea. Ante todo, las fuentes originales. los textos cabalsticos ms antiguos -los ms apropiados para ofrecer luz sobre las circunstancias en las que surgi la Cbala- no han sido estudiados suficientemente. Esto no sorprende. dado que difcilmente existen en estos documentos referencias histricas que expliquen mediante un testimonio directo el medio en que surgi la Cbala o sus origenes. En la medida en que tales referencias existen son, fundamentalmente, relatos pseudoepigrficos o invenciones. Tampoco abundan los textos msticos detallados que faciliten la tarea del historiador al compensar la falta de documentos histricos. Por el contrario. el historiador se enfrenta a textos preservados slo en estado fragmentario, difciles de entender y que emplean conceptos y smbolos tan extraos que a veces son simplemente incomprensibles. Estas dificultades en el desciframiento de los textos ms antiguos aumentan an ms a causa del estilo en que fueron escritos; la misma sintaxis puede, con frecuencia, conducir al lector al desespero.

    Adems, estas fuentes primarias son escasas. No tratamos aqu con obras voluminosas o documentos personales que incluyan la correspondencia epistolar o registros biogrficos como los que ofrecen una inestimable ayuda, al historiador del misticismo islmico o cristiano. Casi todos esos documentos se han perdido en el transcurso de la procelosa historia del judasmo. Cuando con bastante fortuna he descubierto una carta de este tipo escrita por una figura central de los primeros das de la Cbala provenzal. ha sido para m una inmensa y agradable sorpresa.

    Como la literatura cabalstica parece mostrar a los investigadores slo su cara ms hosca, muy pocos se han tomado la molestia de rescatar los manuscritos del polvo de las bibliotecas, de publicarlos e intentar descubrir su sentido. Adolph Jellinek fue el nico erudito del siglo XIX que public algunos textos que interesen a la investigacin de la Cbala del siglo xiIi y de stos slo unos pocos se relacionan con el periodo inicial y aquel que le sucedi de forma inmediata. Los autores que escribieron sobre la Cbala se contentaron con estudiar nicamente lo que los propios cabalistas tuvieron oportunidad de publicar. No se precisa mucha imaginacin para concebir cun insatisfactorias resultan estas ediciones de textos difciles para el investigador moderno y con cunta facilidad pueden conducirlo a conclusiones falsas. resultado de lecturas errneas y otras

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  • deficiencias. En este terreno, la ausencia de un concienzudo trabajo filolgico preliminar cuyas conclusiones pudieran aportar la base para una estructura comprensiva ha conducido a resultados desastrosos.

    Si he analizado con cierta amplitud las dificultades a las que se debe enfrentar el investigador de la Cbala, ha sido con el fin de subrayar que no podemos esperar una solucin fcil y elegante a problemas que en virtud de su propia naturaleza desafan cualquier tratamiento elemental y simplista. No obstante, debemos trazar un camino y desenmaraar con la mayor claridad y cuidado posibles los problemas espinosos que surjan en el transcurso de la investigacin. Esta tarea no resulta tan imposible como pudiera parecer a primera o, incluso, segunda vista. De la literatura cabalstica de la primera mitad del siglo XIII ha sobrevivido mucho ms de lo que antes se supona. Inclu so si estos escritos no contienen muchas de las fuentes originales que anteceden al periodo. al menos permiten que nos formemos una idea precisa del estado de la Cbala en la generacin que sigui a su entrada en escena. El anlisis de las diferentes tendencias que entonces surgieron y cobraron forma dentro de la Cbala puede tambin enseamos algo sobre lo que le antecedi. Adems, estos movimientos de la primera mitad del siglo XIII resultaron ser particularmente productivos para el judasmo cabalstico, e influyeron en gran medida en las generaciones siguientes.

    Desafortunadamente, al analizar el origen y los primeros estadios de la Cbala hay que prescindir por completo de la obra cabalstica ms voluminosa del siglo XIII, el Zhar, es decir, del conjunto de escritos que sta incluye. Se ha planteado con frecuencia, y todava se hace, que este libro contiene en parte. siquiera en la forma de una redaccin o revisin posteriores, textos de una gran antiguedad cuya identificacin y anlisis tendran una gran relevancia para nuestra investigacin. La mayora de los escritos sobre la Cbala no han tomado en consideracin las fuentes y puntos de referencia para el debate cientfico que sern abordados aqu. sino que se apoyan bsicamente en el Zhar En el captulo de mi libro Las grandes tendencias de la mistica juda en el que trato este punto, expuse los resultados de una larga y minuciosa labor de investigacin sobre esta obra y demostr que no hay, desafortunadamente, base alguna para suponer que el Zhar contenga textos antiguos. Toda la obra pertenece al ltimo cuarto del siglo XIII y no resulta til para el anlisis que sigue. An en nuestros das se hacen esfuerzos por entresacar elementos antiguos de uno u otro tipo, pero stos no resisten el anlisis filolgico y ms bien pertenecen al reino de la fantasa. 1 El Zhar se basa por completo en una literatura rabnica y cabalstica escrita antes de 1275. Si esto se pudiera probar de una manera verdaderamente convincente, nuestra tarea, por supuesto, sera mucho ms fcil. Es algo que yo mismo intent hacer una vez. pero la empresa, a la que dediqu varios aos, me persuadi por completo de que esta tesis era insostenible. Tal y como estn las cosas, debemos abandonar este camino y proseguir por el ms espinoso del anlisis histrico de los textos que estn ms prximos al origen y a los primeros estadios de la Cbala.

    Esto excluye automticamente ciertas teoras que hacen remontar sin duda a las doctrinas cabalsticas hasta la Antigedad. Estas teoras. en la forma en que han sido expuestas hasta el momento apor ejemplo en el libro muy divulgado de Adolphe Francka.2 no ameritan ya un anlisis erudito serio. Tampoco es posible tomarse en serio el intento de Tholuck de demostrar que la Cbala depende histricamente del sufismo musulmn.3 Los fundamentos filolgicos e histricos de estas investigaciones eran demasiado endebles como para justificar los ambiciosos resultados y conclusiones de sus autores. No sorprende por lo tanto que la investigacin pronto le diera la espalda a estas ideas. Por otra parte. Ias formas del misticismo judo que surgieron bajo el nombre de Cbala en la Edad Media a partir aproximadamente del ao 1200 se diferencian tanto de la gnosis juda del misticismo de la Merkab y del hasidismo alemn de los siglos XII y XIII. que cuesta concebir una transicin directa de una forma a otra. Esta diferencia no pas inadvertida para los estudiosos, quie nes intentaron dar cuenta de ella cada uno a su manera. Precisamente porque la estructura del pensamiento cabalstico era completamente diferente de las corrientes ms antiguas o contemporneas. suscit explicaciones que se vieron forzadas a tomar en consideracin este hecho. En cuanto a la formacin de la Cbala se han propuesto dos teoras en particular. Sus autores

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  • intentaron probar su validez lo mejor que pudieron y ejercieron una influencia considerable sobre varias generaciones pasadas. Me refiero aqu a Graetz y a Neumark, sobre cuyas concepciones quisiera realizar algunas acotaciones a pesar, o precisamente a causa de que ambas sean tan diferentes de la que se expone en el presente libro, tanto en lo que respecta al principio como al mtodo.

    Graetz4 propuso una explicacin histrica basada en los grandes sucesos y controversias de la historia juda. Segun l, la Cbala no fue otra cosa que una reaccin contra el racionalismo radical de los partidarios de Maimnides. quien muri en Fostat (antiguo El Cairo) en 1204 pero contaba con seguidores entusiastas en todo el Oriente, as como tambin en [a Provenza. En este ltimo lugar. su obra principal, Gua de perplejos, apareci en el ao de su muerte en una traduccin deI original rabe al hebreo. El surgimiento de la Cabala en Provenza al comienzo del siglo XIII coincide con el nacimiento de esta filosofa. Oscurantistas que odiaban la luz que provena de la escuela de los nuevos racionalistas levantaron contra ella un sistema que denominaron

  • Los filsofos luchan contra los elementos msticos y los superan, pero en las fases intermedias se concibieron muchas ideas, se proyectaron muchas imgenes y se pulieron muchas frases. Inteligencias con predisposicin al misticismo juntaron estos ftagmentos y los mezclaron con otros elementos procedentes del viejo hogar de la Merkab para crear algo nuevo. Lentamente. pero con paso seguro, esta nueva creacin se apropi del contexto del viejo misticismo antiguo hasta ocupar todas sus enormes dimensiones y sus giros y contorsiones ornamentales. 8

    Neumark crea que poda exponer los detalles de este proceso por medio de una secuencia

    literaria de naturaleza filosfica que revea la transicin de las concepciones filosficas a las cabalsticas. Muchos escritores que an emplean la terminologa filosfica pertenecen en realidad a ese movimiento paralelo latente, que origin. en el siglo XIII, la forma especulativa de la Cbala.

    Desde un punto de vista metodolgico. Graetz y Neumark comenzaron por preguntar qu tipo de relacin exista entre la Cabala y la filosofa juda medieval. situando cada uno a su manera a la Cbala en el contexto de esta relacin. Ambos compartan una valoracin rigurosamente racionalista del fenmeno, pero como resultado rechazaron tambin el significado del papel que tuvo la Cbala en este aspecto (sin sugerir, sin embargo. cualquier tipo de vnculo alternativo). Esto puede que explique la falta de inters, por no decir incomprensin. que acredita su actitud respecto a las preocupaciones especficamente religiosas que se expresan a travs de la Cbala.

    Cada una de estas teoras contiene. hasta donde me es dado juzgar. un grano de verdad pero poco ms. Podra decirse que la sesuda concepcin de Neumark parece muy superior a la teora extremadamente simplista de Graetz. Merece que se le preste atencin aunque haya de considerarse un fracaso completo. cosa que me parece fuera de toda duda, ya que su argumentacin es en extremo endeble y no resiste el examen. Sobre todo, no podemos concebir el nacimiento de las ideas fundamentales de la Cbala a partir de las evidencias que esgrime en apoyo a su metodologa. Adems, Neu- mark, con una ingenuidad casi inconcebible, se apoy exclusivamente en textos impresos y adopt. de manera poco crtica, las hiptesis infundadas y arbitrarias por completo de autores anteriores respecto a la datacin de los textos cabalsticos. No obstante, es cierto que. indudablemente, dentro del movimiento filosfico existen corrientes como las que l caracteriza. y que en realidad desembocaron en la Cbala despus de su surgimiento sobre todo en los siglos XIII y XIV.9 Ninguna historia legtima de la Cbala se puede permitir pasar por alto estas corrientes. Y, sin embargo. tal y como prueba el anlisis imparcial de la literatura cabalstica, que Neumark con demasiada frecuencia violenta en sus interpretaciones, sta no es la direccin que nos permite hallar la verdadera solucin al problema del nacimiento del movimiento. Tanto Graetz como Neumark han sido victimas de [a ilusin decimonnica de una concepcin ilustrada de la religin. De este prejuicio Neumark extrajo conclusiones de gran alcance y se vio obligado a considerar la Cbala como el producto de un proceso racional y filosfico, no de un proceso religioso en el que actuaran factores de una naturaleza completamente diferente. Lleg al extremo de fundamentar con toda seriedad sus explicaciones en la extraa suposicin de que en la literatura cabalstica primitiva hubo textos de carcter programtico llamados a ser

  • Cbala. incluso en su confrontacin con la filosofa. Desde luego, la historia de la religin juda no transcurre en el vaco.

    Las revelaciones que, segn la tradicin. hizo el profeta Elas a los primeros cabalistas tienen un trasfondo histrico y una terminologa especfica en los que es legtimo indagar. Sin embargo. la historia de la filosofa no nos permitir comprenderlos; ellos se desarrollaron en un humus histrico diferente y se originaron en crculos que no eran los de los filsofos. En esta investigacin. no podemos perder nunca de vista esta simple pero importante verdad. Aqu apenas analizaremos el tipo de evidencias que Neumark adujo para su explicacin del nacimiento de la Cbala y cuando lo hagamos ser desde una perspectiva totalmente distinta. En su lugar nos ocuparemos de argumentos que en vano se buscarn en la obra de Graetz. El examen del orden cronolgico correcto de los textos cabalsticos ms antiguos y de las concepciones que en ellos es posible distinguir nos obliga a tomar un camino diferente. La historia de la terminologa mstica, que investigadores anteriores rechazaron en favor de ideas generales. ofrece los indicadores autnticos que deben orientar la investigacin y tuvo un papel muy importante en la elaboracin de las ideas que se exponen en las pginas siguientes.

    2. EL SUR DE FRANCIA EN EL SIGLO XII. EL MOVIMIENTO CTARO: LOS JUDOS DEL

    LANGUEDOC Las siguientes preguntas pueden servir de punto de partida natural para esta investigacin: bajo

    qu circunstancias irrumpe la Cbala a la luz de la historia, y cul fue el carcter de la poca en la que apreciamos por primera vez su presencia? En tanto fenmeno histrico dentro del judasmo medieval, la Cbala surgi en Provenza o, para ser ms precisos, en su parte oeste, conocida como el Languedoc. Y en este sentido el trmino Provenza se emplear en nuestro texto. De ah se difundi en la primera mitad del siglo XIII a Aragn y Castilla en Espaa, donde tuvo lugar su desarrollo ms clsico. Constituye de este modo un fenmeno de la vida juda en el Occidente cristiano. No poseemos informacin histrica o testimonio directo de su existencia o difusin en las tierras del islam. Pero si tenemos una importante evidencia negativa. Abraham, el hijo de Maimnides, a diferencia de su padre tena inclinaciones msticas, tal y como evidencia su obra Kifayat al 'abidin, que se conserva en lengua rabe y que ahora ha sido parcialmente traducida al ingls bajo el ttulo The High Ways to Perfection. Escribi entre 1220 y 1230 y es evidente que no conoca nada de la Cbala y que su fuente de iluminacin y edificacin lo constituy el sufismo del islam. En relacin con la adopcin de rituales sufes, lamenta que Israel haya sido despojado de su gloria para que se conceda a los no judos. El tesoro mstico del islam haba sido destinado en su origen a la gloria y posesin particular de Israel, pero se perdi -concepcin sta que vale la pena tener en cuenta-. Lo que atrajo del sufismo a su amigo Abraham el Hasid y le hizo adaptarlo al judasmo fueron precisamente los motivos del misticismo teosfico y de la iluminacin hasdica, tambin presentes en los crculos contemporneos de hasidim y perushim en Provenza, aunque en su caso no produjo ningn resultado cabalstico.11 Tres o cuatro generaciones ms tarde, la influencia cabalstica empez a hacerse sentir tambin en tierras musulmanas. En la Espaa musulmana, la Cbala no tuvo ningn papel significativo antes de que alcanzara su mximo apogeo alrededor del 1300 aproximadamente.

    En nuestra investigacin no prestaremos atencin a la evolucin de la Cbala despus de su paso a Espaa. Aqu hemos de analizar slo la fase inicial de este proceso. Por otra parte, examinaremos lo ms atentamente posible la forma que tuvo antes de su adopcin y enseanza por parte de Yitshac el Ciego, as como el carcter que adquiri en su crculo. En qu medida podemos sacar

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  • conclusiones a posteriori respecto a fuentes ms antiguas? Todo lo que sabemos de los primeros cabalistas y de sus crculos proviene del Languedoc. En ciudades como Lunel, Narbona, Posquieres, y tal vez tambin en Marsella, Toulouse y Arls, encontramos a las primeras personalidades cabalistas conocidas. Sus discpulos transfirieron ms tarde la tradicin a Espaa, donde se arraig en localidades como Burgos, Gerona y Toledo, y desde donde se difundi a otras comunidades judas. Respecto a Yitshac el Ciego, as como a los crculos cabalsticos ntimamente relacionados con l, poseemos, a partir del examen de los manuscritos disponibles, el material suficiente y en modo alguno desdeable que proporciona una base slida para la investigacin. Por otra parte, el problema del origen de la Cbala y de sus comienzos prehistricos, que nos remontan a Oriente, se mantiene en toda su complejidad. Requiere -como veremos en el prximo captulo- un examen ms atento y, a pesar de algunos resultados concretos, no podemos renunciar por completo a la frmula de la hiptesis.

    El sur de Francia durante el perodo que aqu nos interesa -es decir, entre 1150 y 1220 era una regin plagada de tensiones culturales y religiosas y uno de los centros principales de la cultura medieval. Para comprender el judasmo de esta regin. debemos considerarlo en el contexto de su medio y no contentarnos con los factores internos activos en aquel momento. Provenza, y en particular el Languedoc, era la sede de una cultura feudal y corts desarrollada. All se estableci un contacto ntimo (a travs de canales que ya no son perceptibles o que slo hoy serian objeto de una investigacin rigurosa) entre la cultura islmica que penetraba desde Espaa y el norte de Africa y la cultura caballeresca de la Edad Media cristiana. En esta regin la poesa de los trovadores alcanz su mayor florecimiento durante el mismo periodo. Pero, adems, el sur de Francia fue un rea caracterizada principalmente por fuertes tensiones religiosas sin paralelismo con otros lugares de la cultura cristiana. En este perodo, entre muchos crculos del Languedoc, sobre todo en el rea que engloba Toulouse, Albi y Crcasona, no prevaleca el cristianismo catlico, sino la religin dualista de los ctaros o albigenses, cuyo carcter fundamental ha sido, y no sin razn, objeto de controversia. A juzgar por las formas externas cabra pensar que se trataba de una secta cristiana que intentaba oponerse a la corrupcin del clero y de la sociedad contempornea mediante ideales que se supona que eran ms o menos los del cristianismo primitivo. Una lnea de pensamiento alternativa, que hoy cada vez se acepta ms, sostiene que nos enfrentamos a una religin que, aunque utilizara algunas nociones cristianas, subverta los propios fundamentos de la cristiandad. Esta era, sin duda, la opinin de los adversarios de esta poderosa hereja, que slo qued extirpada despus de una larga y cruenta cruzada de la Inquisicin que, como sabemos, surgi con el fin de reprimir a aqulla.

    Tambin queda fuera de duda el hecho de que este movimiento no era autctono del sur de Francia. Mantiene una relacin directa con el movimiento de los bogomilistas blgaros y sus predecesores dualistas. No obstante contina siendo objeto de debate si hay algn tipo de filiacin que se remonte al maniquesmo (tal y como la Iglesia afirmaba) o si la enseanza dualista y las formas especficas de organizacin de este neomaniquesmo medieval proceden de otras fuentes. Otro problema difcil que an se debe resolver es el de la posible supervivencia de influencias e ideas gnsticas, distintas a las del maniquesmo, en la religin de los ctaros. No es tarea nuestra participar de esta discusin, que se ha reavivado con fuerza a causa de descubrimientos importantes en aos recientes.12 No obstante la existencia de este movimiento religioso muy importante, de indudables tendencias anticatlicas, no puede ser sino muy importante para nuestra investigacin. De igual manera, el judasmo de Provenza disfrut durante el siglo XII de un periodo extremadamente fructfero. Se desarroll en un medio en el que la cristiandad catlica en su forma ortodoxa tuvo que luchar por su simple supervivencia y donde haba perdido gran parte de su influencia sobre amplios crculos de la clase feudal y caballeresca dominante y sus portavoces culturales, as como de amplios estratos de campesinos y pastores. Sin embargo, los intentos ms recientes (desde la aparicin de la primera edicin alemana del presente trabajo) por demostrar influencias ctaras directas sobre las fuentes primitivas de la Cbala no son convincentes.13

    Este fue un fenmeno nico en Europa occidental. Al parecer existi un vnculo estrecho entre los portavoces de la cultura secular -que alcanz su cenit en la poesa lrica de los trovadores,

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  • aparentemente desprovista de tensiones religiosas- y este movimiento radical, que conmovi el corazn de las masas y atac los fundamentos de la jerarqua y la autoridad de la Iglesia. Tolerado o incluso estimulado de manera activa por muchos de los grandes gobernantes feudales y la mayora de barones, el movimiento se hizo fuerte; y se requiri la intervencin del rey de Francia, que aqu persegua sus propios intereses particulares, para que la cruzada contra los ctaros acabara en victoria y para quebrar la fuerza del movimiento. En el corazn de Occidente una secta, vinculada cuando menos por su estructura y es posible que tambin por su historia al mundo del gnosticismo y el maniquesmo, fue capaz no slo de estabecerse, sino tambin de alcanzar casi una posicin dominante en la sociedad.

    Las viejas cuestiones que una vez determinaron la fisonoma de la gnosis marcionita volvieron a salir a la superficie, demostrando su indestructible validez. Con varios niveles de radicalismo, los ctaros opusieron el Dios verdadero, creador de lo inteligible y el alma, a Satn, creador del mundo visible. En su propaganda. alimentada por un profundo pesimismo respecto a la creacin visible, intentaban mostrar a los perfectos (perfecti) un camino que condujera a la liberacin del alma. Resulta interesante observar, como ms de un historiador de la cultura ha sealado, que el radicalismo sin compromisos de la secta construy un puente ms slido para la cultura secular, orientada positivamente hacia la vida en este mundo, que el que haba erigido la Iglesia catlica con su sistema gradualista tan receptivo al compromiso. Estas relaciones dialcticas han atrado la atencin de muchos observadores de la situacin domstica que entonces prevaleca en Provenza y puede que tambin aporten luz sobre los problemas asociados al surgimiento de la Cbala. Resulta perfectamente concebible que la influencia que ejerci un movimiento tan importante como el catarismo se reflejara en un fenmeno que, a primera vista, parece estar muy lejos de l.

    En aquella poca, la hereja ctara no era. tal y como hemos visto, un asunto de conventculos cerrados. Toda la regin estaba en un estado de conmocin. En las calles y mercados, los bonshommes -llamados perfecti, aquellos que eran capaces de tomar sobre si el yugo de las exigencias ctaras en toda su severidad y que de este modo servan como ejemplos vivientes- predicaban contra la corrupcin del clero catlico, contra sus privilegios sociales y contra muchos dogmas de la Iglesia. Siguiendo la estela de Marcin muchos de ellos ahondaban el abismo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, considerndolos como revelaciones mutuamente excluyentes. Su antisemitismo metafsico no les impeda necesariamente participar en ocasiones en intercambios de ideas con los judos que eran, al igual que ellos, adversarios del catolicismo.14 No obstante, resulta difcil juzgar cunto hay de verdad en las acusaciones de algunos polemistas catlicos del siglo XIII que reprochaban a los herticos sus relaciones con los judios.15 Sin embargo, cuando se lee la interesante descripcin del estado espiritual de la Provenza en aquel momento que expone Jean Giraud en el primer volumen de su importante Histoire de l'Inquisition au moyen ge,16 uno se convence de que es inconcebible que los judos provenzales no hubiesen visto ni observado nada de la profunda agitacin que estremeca la regin. En Narbona y Toulouse, importantes centros judos en aquella poca, se produjeron disputas tormentosas y enfrentamientos constantes entre bandos hostiles. Precisamente en estas regiones hizo la Cbala su primera aparicin. No obstante, hay que tomar en cuenta a este respecto que la hereja ctara no tuvo grandes puntos de apoyo en los centros judos ms importantes, como Narbona y Montpellier.17

    Las comunidades judas del Languedoc, al menos sus capas ms elevadas, haban alcanzado un alto nivel de desarrollo cultural. La persecucin de las cruzadas no los haba afectado. En Marsella, Lunel, Bziers, Narbona, Perpin, Carcasona y Toulouse, floreca el estudio de la Tor y el Talmud. Narbona, en particular, poda exhibir una gran tradicin de estudios judos que abarcaba varias generaciones. Incluso antes del surgimiento de la Cbala, desde el siglo XI, los ltimos midrashim tuvieron su origen o fueron corregidos en esta ciudad o en localidades vecinas. Este fue el caso de amplios fragmentos del Midrash rabb sobre Nmeros, del Midrash Bereshit rabbat del Midrash Tadshe, de particular inters desde el punto de vista de la historia de la religin. No slo revelan una predileccin particular por ideas prximas o que dan continuidad a las doctrinas esotricas del Talmud en sus formas ms antiguas, sino que algunos de sus autores, sobre todo los

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  • del Midrash Tadshe, estaban en conocimiento de fuentes literarias antiguas que ya no se conocan en ningn otro lugar. As, se puede demostrar que el apcrifo Libro de los Jubileos ejerci una influencia significativa en el Midrash Tadshe, sin que hasta el presente hayamos podido determinar si el autor se bas en una tradicin juda interna que ha dejado muy pocas huellas en Occidente o en fuentes cristianas.18 No obstante, resulta evidente que la produccin agdica en el sur de Francia durante los siglos XI y XII, cuya sustancia se encuentra en estas obras, pudo servir de antesala al desarrollo posterior de la Cbala. An no se ha esclarecido de forma precisa la contribucin de estas generaciones ms antiguas del Languedoc a la cultura religiosa del judasmo. Incluso si factores internos actuaron de manera independiente, debemos, sin embargo, tomar en consideracin que fueron apoyados y estimulados por otros grupos judos. Los hilos de la tradicin se extienden no slo de Narbona al norte de Francia y las tierras del Rin, con sus importantes centros de produccin juda, sino tambin -y en esto me parece que hay que insistir- a Oriente, con el que existan estrechas relaciones comerciales. Y quin puede decir qu ideas o fragmentos de ideas, qu tipo de cuadernos o partes de stos, fueron transportados a lo largo de estos caminos y canales, llevando consigo los vestigios de una antigua materia literaria?

    Podemos afirmar, en consecuencia, que la Cbala no surgi en un medio estancado, sino en uno lleno de conflictos y tensiones. Este tampoco era un medio atrasado respecto al desarrollo general del judasmo. Abiertamente o de forma invisible haba asimilado un rico bagaje de tradiciones.

    3. LA DOCTRINA ESOTERICA DE LA CREACIN Y LA MERKAB EN EL JUDASMO PRECABALSTICO: LA LITERATURA DE LAS HEJALOT Y EL GNOSTICISMO

    JUDO Una vez llegados a este punto. debemos indagar en la situacin del esoterismo y el misticismo

    judos antes de que la Cbala hiciera su primera aparicin en la Historia. Mencionamos anteriormente las antiguas especulaciones cosmognicas de los talmudistas, as como su misticismo del trono. Anora es necesario determinar hasta qu punto la tradicin juda del siglo XII conoca estas especulaciones y qu fuentes literarias u orales tena a su disposicin. Pues, como ya se ha sealado con independencia de la distancia que separa a estas ideas antiguas de la Cbala, esta ltima no slo afirmaba ser la legtima sucesora de estas antiguas doctrinas esotricas de la Creacin y la Merkab sino que pretenda que su doctrina representaba el verdadero contenido de aqullas.

    Tambin sobre este punto la investigacin ha realizado progresos sustanciales durante la generacin pasada. Hasta hace slo unas dcadas, la mayora de los investigadores suponan. con la notable excepcin de Mosh Gaster, que haba que admitir dos fases de de sarrollo completamente diferentes. Por una parte. existieron entre los siglos 1 y III, sobre todo en los crculos de los talmudistas, dos disciplinas esotricas de las que da fe el Mishn Haguig 2,1, que se ocupaban de la Creacin, bereshit, y del carro divino de Ezequiel i,Ia Merkab. Poseemos alguna informacin dispersa y fragmentaria, en su mayor parte ininteligible, sobre estas doctrinas en algunos pasajes de la literatura talmdica y en los midrashim antiguos.'9 Se crea que estas tradiciones haban ms o menos cado en el olvido y desaparecido. Por otra parte, en la poca postalmdica, durante el perodo ganico (desde el siglo VII hasta principios del siglo XI>, una nueva oa mstica parece que agit el judasmo, sobre todo en Babilonia, y estimul una amplia literatura del misticismo de la

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  • Merkab y textos afines. Esta literatura, segn se aseveraba, slo tena en comn con las antiguas doctrinas el nombre y cierto nmero de tradiciones talmdicas de las cuales haca un uso literario.

    Hoy podemos afirmar con certeza que esta separacin, que sita al misticismo tardo de la Merkab en los lindes del perodo de formacin de la Cbala medieval, es insostenible. En otra parte he tratado ampliamente el misticismo de la Merkab de la llamada literatura de las Hejalot, y he demostrado que una tradicin genuina e inquebrantable vincula a estos escritos con la doctrina secreta del Talmud. Amplias partes de esta literatura corresponden an al propio perodo talmdico, y las ideas centrales de estos textos se remontan a los siglos 1 y II. De este modo se relacionan directamente con el periodo productivo durante el cual el judasmo rabnico cristaliz en medio de un gran fermento religioso, se afianz y prevaleci sobre otras corrientes dentro del judasmo.20 Desde luego, estos textos, que en su forma actual pertenecen en parte al gnero de la pseudoepigrafa apocalptica, no son siempre tan antiguos como pretenden. Pero incluso en estas adaptaciones tardas, los elementos tradicionales que subyacen a los mismos se remontan al periodo indicado. Los himnos msticos que se encuentran en algunos de los textos ms importantes se remiten con toda certeza al siglo III, cuando menos. Aqu la propia forma literaria contradice la idea de una revisin posterior. Sin duda, las concepciones que expresan no se desarrollaron despus y en realidad pueden pertenecer a un perodo muy anterior.21

    Estos escritos contienen instrucciones para alcanzar la visin exttica de las regiones celestiales de la Merkab. Describen las peregrinaciones del exttico por estas regiones: los siete cielos y los siete palacios o templos, las Hejalot, a travs de los cuales viaja el mstico de la Merkab antes de llegar al trono de Dios. El viajero atraviesa por una serie de revelaciones relativas a las cosas celestiales y los secretos de la Creacin, la jerarqua de los ngeles y las prcticas mgicas de la teurgia. Cuando ha ascendido hasta el nivel ms alto, se sita ante el trono y contempla una visin de la figura mstica de la divinidad, en el smbolo de la con la apariencia de un hombre, que el profeta Ezequiel pudo ver sobre el trono de la Merkab. All recibe la revelacin de , en hebreo Shi'ur com, es decir, una descripcin antropomrfica de la divinidad, que surge como el hombre primordial pero tambin como el amante del Cntar de los Cntares, junto con los nombres msticos de sus miembros.

    Ahora la poca de este misticismo del Shi'ur com, que escandaliz a la conciencia ilustrada de siglos posteriores. se puede de- terminar con certeza. En contra de la opinin que prevaleci en cierto momento, hay que datarIo en el siglo II y no despus.22 Est indudablemente asociado a la interpretacin del Cntar de los Cntares como alegoria mstica de la relacin de Dios con Israel. Al igual que en los primeros das Dios se revel a toda la comunidad de Israel, como aconteci durante el Exodo desde Egipto. cuando se manifest de manera visible sobre su Merkab (esta idea est atestiguada en interpretaciones midrshicas que se remontan sin duda a los tanatas),23 as tambin se repite esta revelacin en las relaciones entre Dios y el mstico iniciado en los secretos de la Merkab. Los fragmentos ms importantes de estas descripciones transmitidas en el Shi'ur com hacen referencia explcita a la representacin del amante en muchos pasajes del Cntar de los Cntares. Esta representacin confiere una apariencia bitlica a lo que evidentemente son misterios teosficos cuyo sentido preciso y relaciones exactas an se nos escapan. Apenas cabe dudar que aqu nos enfrentamos, en marcado contraste con la nocin de un Dios sin imgenes e invisible que la tradicin juda defendi con tanta energa, a una concepcin que conoce la proyeccin de este Dios en tanto figura mstica. En esta fi- gura se revean, en la experiencia de una teofana, la o el , que algunos libros apcrifos y Apocalipsis judos mencionan como la manifestacin ms elevada de Dios. Desde Iue go, esta Gloria o Poder no se identifican directamente con la esencia del propio Dios sino que ms bien irradian desde l. Por el momento no es posible determinar con certeza hasta qu punto influencias forneas derivadas de las especulaciones sobre el hombre primor- dial celestial actuaron sobre estas ideas, que al parecer sostuvieron incluso crculos estrictamente rabnicos. Por supuesto, los estmulos exteriores son perfectamente concebibles. Estos estn ya demostrados en el caso del captulo de la Merkab, Ezequiel 1, para la poca del propio profeta, y ciertamente no faltaban canales por los que

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  • influencias similares podan llegar a Palestina. Por otra parte, debemos tomar en cuenta mucho ms seriamente la posibilidad de un desarrollo inmanente y de una transformacin de esos impulsos que pudieron haber sido mucho ms intensos de lo que en general se cree.

    El historiador de la religin est autorizado a considerar el misticismo de la Merkab como una de las ramas judas del gnosticismo. 4 Con independencia de cun raras sean las referencias a los mitos gnsticos en los textos existentes, o las especulaciones abstractas sobre los eones y sus mutuas relaciones, algunas caractersticas fundamentales del gnosticismo son congruentes con el tipo de misticismo que encontramos en los escritos de la Merkab: la posesin de un conocimiento que no se puede adquirir con los medios intelectuales acostumbrados sino slo a travs de la revelacin y la iluminacin mstica; la posesin de una doctrina secreta relativa al orden de los mundos celestiales y a los medios litrgico y tergico mgicos que permiten acceder al mismo. Segn Anz,25 la doctrina central del gnosticismo consiste en instrucciones metdicas para el ascenso del alma desde la tierra, a travs de las esferas de los planetas-ngeles hostiles y de los gobernantes del cosmos, hasta su morada divina. Incluso si, tomando en cuenta las investigaciones ms recientes sobre el gnosticismo, no vamos tan lejos como Anz, sigue siendo verdad que estas ideas se aprobaron en el corazn de una disciplina esotrica dentro del judasmo, y no slo entre los herejes judos, aunque el papel de los planetas ngeles paganos lo interpreten aqu otros arcontes. Estos arcontes amenazan al visionario exttico a las puertas de los siete palacios celestiales y -en competa armona con las doctrinas de diversos escritos gnsticos del mismo periodo-slo se es puede superar y obligar a ceder el paso cuando se es muestra un mgico por medio del recitado de himnos, oraciones, etc. An se puede identificar la relacin con los escritos apocalpticos judos tardos, cuyas ideas establecen evidentemente una transicin plausible tanto hacia el gnosticismo monotesta judo como al gnosticismo hertico que tenda hacia el dualismo.26

    En la especulacin del Shi 'ur com, la figura mstica se sita sobre el trono como el creador del mundo, yotser BeresIi it; desde su manto csmico, del que se haba con frecuencia, ilumina las estrellas y el firmamento.27 Pero esta representacin del demiurgo procede de una concepcin totalmente monotesta y carece por completo del carcter hertico y antinmico que adopta cuando el Dios Creador se opone al verdadero Dios. Aqu el trono de Dios es, en la terminologa juda, la morada del alma; all culmina el ascenso del exttico. El mundo de la Merkab al que desciende est estrechamente relacionado con el mundo del pleroma de los textos gnsticos griegos. Sin embargo, en lugar de los conceptos abstractos que personifican los eones, nos encontramos con las entidades del mundo del trono tal y como el libro de Ezequiel las leg a la tradicin. Al mismo tiempo, existen contactos directos entre estos textos del gnosticismo de la Merkab y el mundo sincrtico de los papiros mgicos. Poseemos textos hebreos de la Merkab que se leen como si pertenecieran a la literatura de los papiros mgicos.28 Las fronteras, al menos en lo que respecta al judasmo, no estaban tan bien definidas como pretenden muchos autores recientes que escriben sobre gnosticismo, empeados en diferenciar el gnosticismo cristiano y la magia sincrtica que es objeto de discusin.

    No tenemos razones para pensar que esta teosofa gnstica an poseyera impulsos creativos de un carcter decisivo despus del siglo III. El desarrollo fructfero de estas ideas aconteci en tierras palestinas, como prueba el anlisis de los textos de las Hejalot. En una poca posterior, encontramos tanto en Palestina como en Babilonia elaboraciones literarias de esta antigua materia, algunas de las cuales se metamorfosean en tratados edificantes. Pero no encontramos ya ninguna idea nueva. La realizacin prctica de estos viajes celestiales del alma y la ivisin de la Merkab>, seffiyat merkab, se mantuvo tambin en el perodo postalmdico. y relatos dispersos relativos a prcticas de este tipo. que de ningn modo han de ser considerados como meras leyendas. han llegado hasta nosotros procedentes de Francia y Alemania en una poca tan tarda como los siglos XII y XIII.29 Estos textos antiguos. ampliados con toda suerte de aadidos posteriores. eran conocidos durante la Edad Media como

  • esotricos de la Mishn, y en los sobrescritos de los manuscritos ms antiguos se es designa en varias ocasiones como
  • A los diez nmeros primordiales se es denomina sefirot -un sustantivo hebreo que surge aqu por primera vez y que no guarda relacin con la palabra griega sphaira, sino que se deriva de un verbo hebreo que significa -. Un anlisis de los textos cabalsticos ms antiguos no confirma la opinin de Steinschneider (Maihematib bei den Juden [Hildesheim, 1965], pg. 148) de que el trmino original adquiri su sentido especfico cabalstico como resultado de la similitud con la palabra griega. Al introducir un trmino nuevo, sefir, en lugar del habitual mispar, el autor parece indicar que no se trata simplemente de una cuestin de nmeros ordinarios, sino de los principios metafsicos del universo o de estadios de la creacin del mundo. La posibilidad de que el trmino se refiera a emanaciones del propio Dios se puede excluir en vista tanto del redactado como del contexto; slo una reinterpretacin posterior puede leerlo en este sentido. Cada uno de estos nmeros primordiales se asocia a una categora concreta de la creacin, y sin duda las cuatro primeras sefirot emanan unas de otras. La primera es el pneuma del Dios vivo, ruah elohim hayyim (el libro contina utilizando la palabra ruah en el triple sentido de aliento, aire y espritu). DeI ruah procede, por via de condensacin, por decirlo as, el , esto es, el elemento primordial del aire, que en captulos posteriores se identifica con el ter, que se divide en material e inmaterial. La idea de un , asir she 'eno nitpas, al igual que otros neologismos hebreos en el libro, parece corresponder a concepciones griegas. DeI aire primordial proceden el agua y el fuego, la tercera y la cuarta sefirot. DeI aire primordial Dios cre las veintids letras, del fuego, el Trono de la Gloria y las huestes de ngeles.40 La naturaleza de esta creacin secundaria no esta suficientemente clara, pues el sentido terminolgico preciso que el autor confiere a los verbos haqaq y hasab, que pertenecen al vocabulario de la arquitectura, se puede interpretar de diferentes maneras. No utiliza la palabra hebrea que significa , sino palabras que significan grabar (para definir los contornos o la forma?) y , al modo en que uno talla la piedra en una roca. El autor omite el elemento aristotlico de la tierra como elemento primordial.

    Las seis ltimas sefirot se definen de un modo completamente distinto; representan las seis dimensiones del espacio, aunque no se afirma expresamente que emanen de los elementos anteriores. Sin embargo, se dice de la totalidad de estas sefirot que su principio y final estaban conectados entre s y se fusionaban el uno con el otro. La dcada primordial constituye de este modo una unidad -aunque su naturaleza no est lo suficientemente definida- pero de ningn modo es idntica a la deidad. El autor, sin duda intencionadamente, emplea expresiones que tom prestadas de las hayyot, los animales que portan el trono en la visin de Ezequiel de la Merkab. Hayyot significa literalmente y de las sefirot se podra decir que son los pero, aun as, criaturas: (I,6). Son la de todas las cosas:42 (I,5).

    El hecho de que la teora de la significacin de las veintids consonantes como elementos fundamentales de todas las criaturas43 del segundo captulo se contradiga con el primer captulo44 ha llevado a algunos estudiosos (por ejemplo. a Louis Ginzberg) a atribuir al autor la concepcin de una suerte de doble creacin: una ideal y pura producida por medio de las sefirot, que se conciben de una manera totalmente ideal y abstracta; la otra efectuada mediante los elementos interrelacionados del discurso. Segn ciertas opiniones, la oscura palabra belim, que siempre acompaa a la palabra sefirot, es simplemente un compuesto de bel mah sin nada, no actual, ideal . No obstante, juzgndolo por el sentido literal, parecera que quiere decir

  • especulacin numrico-mstica sobre las sefirot tiene, probablemente, su origen en fuentes neopitagricas -Nicmaco de Gerasa, el celebrado autor de una aritmologa mstica, que vivi alrededor del siglo d.C., proceda de Palestina, ms al este del Jordn-la idea de letras pudo muy bien provenir de dentro del propio judasmo. En la primera mitad del siglo III encontramos una exposicin del amora babilonio, Rab, original de Palestina.45 Resulta perfectamente concebible que las dos teoras originalmente distintas se fusionaran o yuxtapusieran en las doctrinas del autor relativas a los treinta y dos caminos. El diapasn de ideas se adapta bien a la Palestina de los siglos II y III y a sus inmediaciones.46

    Toda la realidad se constituye en los tres niveles del cosmos -el mundo, el tiempo y el cuerpo humano, que son los reinos fundamentales de todo ser-47 y nace a travs de la combinacin de las veintids consonantes y en particular por medio de las

  • una suerte de analoga monotesta, tal vez incluso inspirada en intenciones polmicas. de este mito valentiniano? En otro texto que muestra un claro carcter de sincretismo judo. tambin encontramos el nombre de Iao como invocacin que consolida al mundo en sus lmites, una perfecta analoga del sellado en el Yetsir: en la cosmologa del papiro mgico de Leiden, la tierra, con la serpiente pitea enroscada, surge y se empina con fuerza. Pero el polo del cielo se mantiene firme, aunque corre el riesgo de ser golpeado por ella. Entonces el dios dijo: "Iao", y todo se estableci y apareci un gran dios, el ms grande, quien dispuso lo que haba sido antes en el mundo y lo que ser y todo en el reino de las alturas fue ordenado. El nombre Iao surge otra vez como uno de los nombres de este dios supremo.55 Es muy difcil no sospechar aqu una relacin entre las

    concepciones judas y las del gnosticismo y el sincretismo. Este de la Creacin

    mediante los nombres divinos pertenece al viejo repertorio de ideas de la gnosis de la Merkab, tal y como testimonia el captulo 9 de las . Lo que se dice enbro de la Creacin de las del espacio se dice aqu de los y. en consecuencia, del cosmos en general, cuya preservacin. dentro de las disposiciones establecidas, sidr Bereshit, se debe a que est

  • 5. LOS DOCUMENTOS MAS ANTIGUOS RELATIVOS AL SURGIMIENTO DE LA CABALA Y LA PUBLICACIN DEL LIBRO BAHIR

    En las pginas anteriores caracterizamos las circunstancias histricas en las que la Cbala surgi

    e intentamos hacer un relato del tipo de material literario que. procedente de una tradicin ms antigua, se pudo conocer en aquella poca. Anora estamos en condiciones de abordar la otra cuestin relativa al tipo de informacin del que disponemos sobre los estadios iniciales de la Cbala y su aparicin entre los judos de Provenza. Poseemos dos tipos de referencias: las que suministran los propios cabalistas y las que proceden de sus adversarios. Desde luego. slo una muy pequea parte de estos relatos se ha preservado, pero incluso lo poco que tenemos es de gran importancia.

    El primer tipo de informe se remonta a las tradiciones conservadas en la tercera generacin de discpulos espaoles de los cabalistas de Provenza. Sus relatos resaltan la inspiracin mstica, es decir, la , en una de las familias ms distinguidas que representaban la cultura rabnica de la judera provenzal. Estas fuentes nombran algunas personalidades histricas a las que. segn se dice, se es revel el propio profeta Elas (guiluy Eliyahu); es decir, que fueron los receptores de los misterios celestiales hasta entonces desconocidos para la tradicin anterior, y que llegaron a elIos en forma de revelaciones desde arriba. Estas revelaciones pudieron haber tenido un carcter puramente visionario, o haber sido experiencias de iluminacin acaecidas en estado de contemplacin. En otro lugar he expresado mi opinin sobre el sentido de esta categoria de guiluy Eliyahu,58 que es de una importancia conside rable para la comprensin de la relacin entie la autoridad religiosa y el misticismo en el judasmo. El profeta Elas es, para el judasmo rabnico, el guardin de la tradicin sagrada. Al final, con la llegada del Mesas ser quien instaure la armona entre las opiniones divergentes de los maestros de la Tor. Al hombre piadoso se le revela en varias ocasiones en el mercado, el camino y la casa. A su instruccin se le atribuyen tradiciones importantes del Talmud e incluso toda una obra del Midrash,59 Est presente siempre que se admite a un nio en la Alianza de Abraham -esto es, cuando se establece la conexin sacral entre las generaciones por medio de la circuncisin-. No slo lo ven los msticos; se le puede revelar tanto al simple judo que sufre como al perfecto que lleva una vida de santidad y estudio. Al igual que los zelotes de Dios en la Biblia, l es el garante de la tradicin. El, como he escrito,

  • Estas fuentes afirman que tuvieron revelaciones de este tipo tres o cuatro hombres prominentes de la Provenza: Abraham ben Yitshac (m. alrededor de 1179), presidente de la corte rabnica (en hebreo ab bet-an) y maestro de una escuela en Narbona; su yerno Abraham ben David de Posquieres (m. 1198); su colega, Ya'cob ha-Nazir (el Nazarita); as como, por ltimo, el hijo de Abraham ben David, quien fue conocido como Yitshac el Ciego. Este ltimo vivi al parecer entre 1232 y 1236 en Posquieres o Narbona. Las tradiciones difieren en cuestiones de detalle.61 Segn algunos. rab David, el padre de rab Abraham ben David (conocido en la literatura hebrea por el acrnimo Rabad) y no Abraham ben Yitshac, su suegro, fue el pri mero en recibir la Cbala. Albeck supone que Yitshac el Ciego fue el hijo y no el nieto de Abralam ben Yitshac, pero el anlisis de las fuentes ms antiguas no confrma esta suposicin.62 Alrededor de estos eruditos, pero en particular alrededor de Yitshac el Ciego, cristalizaron los grupos ms antiguos de cabalistas provenzales que an estamos en condiciones de identificar. Los discpulos de Rabad y su hijo, llegados de Espaa para estudiar en las academias talmdicas de la Provenza, fueron los agentes principales de su paso a Espaa y de su difusin en ese pas. No hay nada que nos permita suponer que la Cbala, en el sentido preciso del trmino, llegase a ser conocida en Espaa por otro canal distinto de ste, o mediante algn camino paralelo que seala a Provenza.

    Aqu, desde luego, debemos preguntar cul era el significado de la palabra Cbala en aquel momento para los crculos de los propios cabalistas. Cbala es una palabra bastante comn en el hebreo rabnico: significa simplemente

  • eruditos antes mencionados o a cualquiera de sus colegas des- conocidos. Segn ellos, se trata de un documento autnomo independiente de estas revelaciones. Un anlisis ms atento del libro probara que en este punto su juicio era el correcto. Pues el contenido de la nueva tradicin especulativa derivada de los mencionados receptores de las iluminaciones msticas est lejos de ser simplemente idntico al contenido del Libro Bahir.

    Respecto al origen, contamos con el testimonio del cabalista espaol Yitshac ben Ya'cob Cohen de Soria (alrededor de 1260-1270), quien en el curso de sus viajes cabalsticos en busca de antiguas tradiciones tambin residi un periodo prolongado en Provenza y sin duda reprodujo la tradicin que escuch a los cabalistas de Narbona, ArIs y otros lugares. La obra que inclua originalmente este testimonio no se ha conservado, pero un cabalista muy fiable que escriba cien aos ms tarde an la tena ante s. El autor en cuestin, Shemtob ben Shemtob, cit muchos pasajes de este libro, textos cuyos

    contenidos se corresponden con los de otros escritos que se pueden atribuir con certeza a Yitshac Cohen.66 Este ltimo escribe:

  • obra apologtica anticristiana Mil hemet mitsv, alrededor de 1230-1235, se manifiesta con mucha dureza .73 En esta carta, dirigida contra la agitacin de los cabalistas y que recabar nuestra atencin en otro contexto, relata, entre otras cosas, con el estilo ligeramente hinchado de la prosa rimada contempornea que resulta muy difcil de imitar al traducirse:
  • Naturalmente, no debemos esperar de los msticos del siglo XIII un sentido histrico critico, menos an cuando se trata de una cuestin de textos que tuvieron en aquel momento una influencia decisiva sobre su propio mundo espiritual. No obstante, la claridad con la que las actitudes fundamentales emergen de estos dos tipos de documentacin muy antigua es algo que nos sorprende. Aqu an podemos reconocer muy claramente la contradiccin entre dos tendencias que tenan o bien que unirse o bien que entablar una controversia para que la Cbala existiera como fenmeno y lactor histrico. Por una parte nos enfrentamos a algo realmente nuevo, con revelaciones del profeta Elias y la aparicin del Espritu Santo en nuestra academia; revelaciones de este tipo no fetaron de ningn modo en el periodo posterior a 1250, tal y como demuestran iluminados notorios como Abraham Abuafia y Ya'cob Cohen. Por otra parte, nos enfrentamos tambin a vestigios de una tradicin no articulada que sobrevivi en ferma de cuadernos antiguos y hojas fragmentarias, y que provino de tierras distantes o de estratos subterrneos de la sociedad juda en los que surgi. En otras palabras, parece que estamos ante una corriente que procede de arriba y otra de abajo. Su encuentro dio lugar a la Cbala como fenmeno histrico. El misticismo de individuos que mediante su visin o en su contemplacin expresan de modo ms o menos completo los anhelos de sus propias almas y tal vez en cierta medida los de la poca en resumen, una ferma aristocrtica e individualista de religin se combina aqu con impulsos que emanan de fuentes annimas. El anlisis histrico debe intentar identificar esas fuentes o, cuando menos, determinar su carcter. Esta es la primera impresin que surge de un examen de la informacin ms antigua sobre la aparicin de la Cbala. A partir de aqu podemos dar un paso ms hacia delante y preguntar qu es lo que se puede esperar de un anlisis del contenido de la tradicin cabalstica. Qu nos dice una investigacin del Libro Bahir? Qu informacin podemos obtener de los fragmentos existentes del misticismo cabalstico del circulo de Abraham ben David y Yitshac el Ciego? stas son las preguntas de las que nos ocuparemos en los prximos captulos.

    Nuestra investigacin de las primeras lases de la Cbala ha progresado por un golpe de buena suerte. Se ha conservado una obra importantsima que aporta luz sobre el tipo de ideas que en la ge-

    neracin que precedi a la primera aparicin de esta nueva inspiracin habran sido consideradas parte de las especulaciones relativas a la Merkab. La Mishn (Haguig 2,1 y las explicaciones correspondientes en ambos Talmudes) prohiba el discurso sobre la doctrina de la Creacin en presencia de dos discpulos y sobre la Merkab incluso en presencia de uno, a no ser que ste cumpliera con ciertos prerrequisitos. Tal y como ya hemos visto, sobrevivieron evidencias literarias de esta tradicin hasta la Edad Media. Pero en esta poca ya no estaba claro cul haba sido el contenido original y autntico de estas tradiciones, qu caa dentro de su mbito y qu no. En consecuencia, las diferentes corrientes espirituales en el judasmo de la poca intentaron, cada una a su modo, rellenar el marco de la llamada doctrina de la Merkab, la realidad celestial, con metafsica y ontologa, y el de la doctrina de la Creacin con la fsica y la astronomia.78 Cuando la Cbala irrumpe en la historia, esta identificacin ya estaba muy difundida en crculos cultos. Otros grupos se aferraron al Libro de la Creacin e intentaron leer en las enigmticas palabras de este antiguo texto esotrico o bien la ciencia de su poca o bien sus propias ideas. Respecto a esto no existe, como ya he dicho, una diferencia de principio entre racionalistas como Saadya, por una parte, y los cabalistas y msticos, por otra. En el primer tercio del siglo XII Yehud ben Barzilai, una de las autoridades rabnicas ms eminentes de su generacin, compuso un comentario muy detallado sobre el Libro Yetsir, del cual ha sobrevivido hasta nuestros das un solo manuscrito.79 El autor, como sabemos ahora, fue tambin uno de los maestros de Abraham ben Yitshac de Narbona, es decir, del erudito de la Provenza a quien la tradicin reconoce como el primero en recibir las nuevas revelaciones cabalsticas.80

    Este libro ocupa una posicin controvertida en la historia de la Cbala. Segn Neumark, es un euncuo indispensable para la comprensin de la evolucin que condujo hasta la Cbala... Barzilai significa el lactor interno de desarrollo. Saadya, como Bahya despus de l [en su obra

  • ben] Barzilai quien ordena sistemticamente el libro de tal manera que explica todos los pasajes importantes respecto al Bereshit y la Merkab... Y en realidad, desde nuestro punto de vista, el comentario de Barzilai sobre el Yetsir se debe considerar como el punto de inflexin decisivo entre la doctrina de las ideas y la de la Merkab, que constituye el fundamento mismo de la Cbala.81 Neumark llega incluso a sugerir que el trmino Cbala, en su significacin habitual posterior, pudo haber sido acuado por Yehud ben Barzilai.82 Despus de decir todas estas cosas, resulta casi obvio que Neumark debi tambin estar convencido de que los primeros cabalistas conocan esta obra y de que la utilizaron ampliamente.

    Lamentablemente, estas afirmaciones de Neumark son del todo infundadas. Me ha sido imposible descubrir en el libro cualquier elemento que se pueda interpretar en el sentido de que tuviese un papel en el desarrollo de la Cbala. Tampoco he sido capaz de encontrar huellas de la profunda influencia que, en opinin de Neumark, esta obra se supone que ejerci en los cabalistas del siglo XIII. Las pruebas que ofrece son slo comparaciones muy arbitrarias y totalmente fantsticas. Por el contrario, lo que resulta muy curioso respecto a este libro es que al parecer los cabalistas del siglo XIII que escribieron despus del Bahir lo desconocan. Slo algunos dbiles ecos sugieren un mnimo conocimiento del mismo. Ni siquiera Abraham Abulafia, quien en 1270 estudi y enumer todos los comentarios sobre el Yetsir a los que tuvo acceso, conoca este libro,83 aunque residi durante un tiempo en Barcelona, donde se escribi el comentario.

    El innegable inters de este libro radica por lo tanto no en la existencia de una conexin directa con la especulacin cabalstica, sino precisamente en el contraste entre las dos. Demuestra que incluso un autor que evidentemente se senta atrado por el misticismo y que algunas veces lleg al extremo de darle una expresin a esta inclinacin en sus obras haljicas84 no tena conocimiento alguno de una tradicin mstica o gnstica que pudiera haber existido en esa poca en su pas. Las ideas que caracterizaron a la Cbala, sobre todo el concepto teosfico y la doctrina de los eones, estn totalmente ausentes de estos escritos. El autor atestigua expresamente que incluso las especulaciones, influidas por Saadya, sobre la Gloria de Dios, Kabod, aunque conocidas en el hasidismo alemn del siglo XII,85 no haban echado races en su propio pas, y se disculpa por su tratamiento extenso y repetitivo de estas doctrinas con la observacin de que

  • crtica detallada de la tesis de Belkin en Philo and the Zohar, JJS 10 (1959), pgs. 23-44,113-135. La rplica de Finkel a Werblowsky (vase 2o tomo. cap. 4. n. III) no merece ser tomada en serio.

    2. Adolphe Franck. La Kabbale ou la philosophie religieuse des Hbreux (Pars, 1843, 3a ed., 1892). Franck llega a la conclusin (cito segn la traduccin alemana de Adolph Jellinek [Leipzig, 1844], pg. 287) de que los temas de la Cbala lueron tomados de la teologa de los persas antiguos, pero que este prstamo no resta originalidad a la Cbala, pues sta reemplaz el dualismo en Dios y la naturaleza por la absoluta unidad de la causa y la sustancia. (Para Franck, la Cbala era un sistema pantesta.)

    3. F. A. Tholuck, Commentatio de vi, quam graeca philosophia in theologia tum Muhammedanorum ium Judaeorum exercuerit. II. Particula: De ortu Cabbalae (Hamburgo, 1837).

    4. Graetz expuso su concepcin por primera vez en 1862 en el vol. 7, n. 3 de su Geschichte der Juden, vase la 4a ed. (Leipzig, 1908), pgs. 385-402: Ursprung der Kabbala.

    5. Vase Major Trends. pgs. 63-67, as como la seccin 3 del presente captulo. 6. Graetz, Geschichte der Juden, vol. 7, pg. 401. 7. Vol I (Berln, 1907), pgs 179-236. En la edicin hebrea de esta obra (Nueva York, 1921),

    pgs. 166-354, Neumark ampli en ms del doble la extensin del captulo titulado La Cbala, haciendo de l una de las monografas ms extensas sobre la Cbala hasta el Zhar y, con toda seguridad, una de las ms equvocas. Una perspicacia festiva pero verdaderamente fuera de lo comn que parta de supuestos fantasiosos se combina con una asombrosa falta de sentido histrico y de juicio razonable. No obstante hay pasajes en los que uno encuentra ideas profundas, lo cual es doblemente sorprendente, dado que el mtodo es insostenible. Una chchara solemne se ala a una perspicacia aguda, de la que el autor no carece en absoluto. En muchos lugares se equivoca por completo en el sentido literal de los textos cabalsticos as como en puntos decisivos del simbolismo cabalstico, e incluso donde ste no es el caso, se permite interpretaciones arbitrarias y establece relaciones filosficas de las cuales el lector crtico no encuentra rastros en los textos. Pero no resulta inconcebible que algn futuro racionalista, en posesin de un mayor conocimiento de los textos que Neumark trata de manera tan arbitraria, pueda retomar el enfoque de este erudito con mayor fortuna y mejor adaptacin a las demandas de la crtica filolgica; pues en s mismos su dialctica y manera de pensar ofrecen posibilidades provechosas.

    8. Ibid., pg. 181. 9.Han sido, principalmente, los estudios muy valiosos de Georges Vajda (Pars) los que en aos

    recientes han aportado mucha luz sobre un buen nmero de corrientes y figuras entre 1270 y 1370 respecto a las cuales la tendencia filosfica y la cabalstica coinciden, se unen o entran en controversia. Vanse, sobre todo, los siguientes estudios: Juda ben Nisran ibn Malka, philosophe juif marocain (Pars, 1954); Recherches sur la philosophie et la Kabbale dans le pense juive du moyen age (Pars, 1962), as como sus artculos en REJ y los Archives d'histoire doctrinale et litteraire du moyen ge (1954-1961).

    10. Jellinek indujo a Neumark al error cuando atribuy esta pequea obra sin razn alguna a Ya'cob el Nazarita. Vase mi artculo sobre este tratado en la Encyclopaedia Judaica 3 (Berln, 1929). No caben dudas de que este tratado se compuso despus del Zhar.

    11. Vase N. Wieder, Melila 2 (Manchester, 1946), pgs. 60-65. La edicin y traduccin de Rosenblatt de una parte de la obra de Abraham se public en Baltimore en 1927 y 1938.

    12. Vase la exposicin del estado actual de la investigacin en Arno Borst, Die Katharer (Stuttgart, 1953), que incluye un prolijo anlisis crtico de la literatura. Vase tambin el captulo I, pgs. 61 y sigs. del volumen II de esta obra.

    13. Vase captulo I, n. 73 del volumen II de esta obra. 14. L. J. Newman, Jewish Influences on Early Christian Reform Movements (Nueva York, 1925),

    pgs. 131-207. Jewish Influence on the Catharist Heresy, ofrece algunas afrmaciones de largo alcance respecto a la participacin de los judos en el movimiento ctaro o su influencia sobre los ctaros, pero difcilmente resistan el examen; vase Borst, Die Katharer, pgs. 99, 105 y 125. El anlisis de Neumark sobre la Cbala y el catarismo es, lamento decirlo, completamente irrelevante.

    30

  • Respecto a los pasagianos, una secta judeocristiana que algunos autores (equivocadamente) incluyen entre los ctaros, vase la literatura en Borst, Die Katharer, pg. 112.

    15. Vase Newman, Jewish Inftuences, pg. 140, la cita proviene de Lucas de Tuy, Adversus Albingenses (Ingolstadt, 1612), pgs. 189-190.

    16. Jean Giraud, Histoire de l'inquisition au moyen age, vol. I, Cathares et Vaudois (Pars. 1935). Respecto a la relacin entre el catarismo asctico y la cultura secular que floreca en aquella poca en Provenza, vanse las referencias bibliogrficas en Borst, Die Katharer, pgs. 107-108. Ah se plantea la cuestin de un engranaje confuso entre la doctrina bogomiliana y la vida occidental.

    17. Vase E. Griffe, Les dbuts de l'aventure cathare en Languedoc (1140-1190) (Pars, 1963), pg. 168.

    18. Sobre el Midrash Tadshe, tambin conocido como el Baraita de R. Pinhas ben Yair, vase la investigacin de Abraham Epstein y su edicin del texto, con paginacin separada en su (en hebreo) Beitrge sur Jdischen Alterthumskunde, pt. I (Viena, 1887), as como tambin su anlisis de las relaciones entre este texto, el Libro de los jubileos y Filn en REJ 21(1890), pgs. 88-97 y 22 (1891), pgs. 125. Epstein supone que el autor (Mosh ha-Darshn, alrededor del ao 1000, en Narbona?) posea cierto conocimiento de los escritos de Filn, lo cual resulta menos convincente. Yo tambin considero muy dudosa la supuesta relacin con las tradiciones esnicas, August Wnsche tradujo este midrash al alemn en Aus Israels Lehrhallen, vol. 5 (1910), pgs. 85-138.

    19. Mucho, pero de ningn modo todo el material, fue reunido por Strack y Billerbeck, Kommentar zun Neuen Testament aus Talmud und Midrash; vanse las referencias en el ndice, vol. 4, Merkaba, Thron. Adems, vanse tambin las monografas de H. Graetz, Gnosticismus und Judenthum (Krotoshin, 1846); M. Jol, Blicke in die Religionsgeschichte zu Anfang des zweiten christlichen Jahrhunderts, vol. I (Breslau, 1880), pgs. 103-170; M. Friedlnder, Der vorchristliche jdische Gnosticismus (Gotinga. 1898); Erich Bischoff, Babylonisch-Astrales im Weltbilde des Talmud und Midrash (Leipzig, 1907); G: Castelli, Gli antecedenti della Cabbala nella Biblia e nella letteratura Talmudica, Actes du 12me Congrs des Orientalistes 1899, vol. 3 (Turn, 1903), pgs. 57-109.

    20. Vase mi exposicin en Major Trends, pgs. 40 y sigs. y 355 y sigs., as como, sobre todo, mis ms recientes investigaciones en Jewish Gnosticism, Merkabah Mysticism and Talmudic Tradition (Nueva York, 1960, ed. revisada y aumentada [en el apndice], 1965). Ithamar Gruenwald ha realizado progresos ulteriores en esta rea, Apocalyptic and Merkavah Mysticism (Leiden, 1980), donde se emplea el material recin descubierto y se plantean nuevas cuestiones a la investigacin. Entre stas destaca el problema de los elementos judos en el gnosticismo. Sobre este asunto han tenido lugar animadas discusiones desde el descubrimiento de los textos de Nag Hammadi.

    21. Jewish Gnosticism, sec. 4, pgs. 20-30. 22. Vase respecto a esta reciente e importante conclusin ibid., pgs. 36-42, 129-131, as como

    el apndice D; Eranos-Jahrbuch 29 (1960 [Zurich, 1961]), pgs. 144-164. 23. Vase la exposicin de Saul Lieberrnan en Jewish Gnosticism, apndice D, pgs. 118-126. 24. El debate sobre qu es lo que se debe entender exactamente por gnosis ha adquirido

    relevancia durante las ltimas dcadas en la literatura especializada y en las conferencias. Hay una tendencia a excluir fenmenos que hasta 1930 todos designaban como gnsticos. A m no me parece que tenga gran importancia el que ahora los fenmenos que antes se llamaban gnsticos se designen esotricos, pues no percibo la utilidad o valor de las distinciones recin introducidas (por ejemplo, gnosis-gnosticismo, y otras por el estilo).

    25. Wilhelm Anz, Zur Frage nach dem Ursprung des Gnostizismus (Leipzig, 1897). 26. Vase R.M. Grant, Gnosticism and Early Christianity (Nueva York, 1959). Grant resalta

    mucho estas relaciones frente al entusiasmo con que han sido defendidas las hiptesis de influencias paganas directas.

    27. Vase Jewish Gnosticism, sec. 8. pgs. 57-64. 28. Publiqu uno de estos textos en Jewish Gnosticism, apndice C, pgs. 101-117, basndome

    en dos manuscritos.

    31

  • 29. Para autnticos relatos sobre viajes celestiales del tipo del misticismo de la Merkab realizados por los talmudistas franceses, vase el capitulo 8, n. 86 del volumen II de esta obra.

    30. As, por ejemplo, en los manuscritos que Yehud ben Barzilai tuvo ante s a principios del siglo XII, como atestigua en su comentario sobre el Libro Yeisir, 101. En muchos manuscritos de los siglos XIII y XIV procedentes de Alemania, se designan a los diversos prrafos de las Hejalot Mayores como hajalot.

    31. As. el manuscrito Oxford Heb. C. 65 contiene un fragmento largo del Shi'ur com; el manuscrito Sassoon 522 contiene un fragmento de un midrash de la Merkab muy antiguo y desconocido y un folio del Shi''ur com. Los fragmentos que han sobrevivido de las Visiones de Ezequiel, Reaiot Yehezquel, del siglo IV que analic en Jewish Gnosticism, pgs. 44-47, proceden todos de la Gueniz. Ithamar Gruenwald ha publicado un nuevo comentario y edicin crtica en Temirin, vol. 7 (Jerusaln. 1972), pgs. 101-139; vase tambin el Apocaliptic and Merkavh Mysticism de Gruenwald, pgs. 134-141. Al comienzo del siglo XII se podan comprar textos msticos y tergicos a un librero de El Ciro cuyo catlogo se ha conservado en la Gueniz; vase el texto en Elkan Adler, About Hebrew Manuscripts (Oxford, 1905), pg. 40 (nos 82 y 83). Le mayor parte de los manuscritos de este tipo de literatura se originan, no obstante, en Italia y Alemania.

    32. Estos escritos se citan con frecuencia en los responsos de los gueonim, los jefes de las academias babilnicas, as como en las obras rabnicas y filosficas de la Temprana Edad Media. Los caratas sintieron un gran placer en hacer de ellos los objetivos de sus ataques, sin que los apologistas rabnicos renegaran de los mismos. Los documentos ganicos ms importantes relativos a las tradiciones de la Merkab, etc., fueron reunidos por Benjamin M. Lewin, Otsar ha-gueonim, Thesaurus of the Gaonic Responsa and Commentaries, vol. 4, fasc. 2, Hagigah (Jerusaln, 1931), pgs. 10-27, 53-62.

    33. Le literatura ms antigua sobre el Libro de la Creacin se agrupa en los artculos de L. Ginzberg, Jewish Encyclopedia (1906). Yezira, y G. Scholem, Kabbalah (Jerusaln, 1974). pgs. 23-30. A esto ha de aadirse A. M. Habermann, Abhanim le-Heqer Sefer Yesirah, Sinai 10 (Jerusaln, 1947); Leo Baeck, Sefer Jezira, Aus drei jahrtausenden (Tubinga, 1958), pgs. 256-271; George Vajda, Le commentaire kairouanais sur le Lirre de la Creation, REJ, (1947-1954) no 7, pgs. 7-62; no 10, pgs. 67-92; no 12, pgs. 7-33; no 13, pgs. 37-61.

    34. Saadya y Yehud ben Barzilai atestiguan el ttulo Hiljhot Yetsir. Habermann public el texto manuscrito mas antiguo que se ha conservado hasta la fecha, y que se basa en un manuscrito de la Gueniz del siglo X. Le versin que Saadya tom como base para su comentario en rabe, Mayer Lembert (comp.) (Pars, 1891), se aparta de manera sensible de la mayora de los textos posteriores. Le primera edicin (Mantua, 1562) contiene las dos recensiones ms importantes. Una revisin crtica del texto constituye un desidertum de muy difcil investigacin. La llamada edicin crtica del texto en la edicin y traduccin de Lezarus Goldschmidt (Francfort, 1894) ha sido improvisada de una manera completamente arbitraria y no tiene ningn valor cientfico. Un progreso considerable lo constituyen las publicaciones de Ithamar Gruenwald en Israel Oriental Studies I (1971), pgs. 132-177, y REJ 132 (1973), pgs. 473-512.

    35. Como, por ejemplo, en S. Karppe, tude sur les origines et la nature du Zohar (Pars, 1901), pg. 164.

    36. Phineas Mordell, The Origin of Letters and Numerals according to the Sefer Yetzirah (Filadelfia, 1914).

    37. Netibot pil'ot hojm. Proverbios 3,17 habla de los netibot (senderos) de la sabidura. Aqu, sin embargo, se refieren a los senderos de los misterios de la hojm, o a los misteriosos senderos de la hojm -ambas traducciones son lcitas-. No existe relacin entre el Yetsir y los hbitos lingisticos de los textos de Qumrn. Las combinaciones pil'ot hojm o raze hojm no aparecen en los textos hasta ahora conocidos.

    38. Vase el epitalamio de la Sofa en Preuschen, Zwei gnostische Hymnen (Giessen, 1904), pg. 10. Preuschen dice; Resulta por lo tanto imposible interpretar el nmero treinta y dos, el cual no

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  • tiene paralelismo, pg. 41. Volver ms tarde, en las pgs. 127 y sigs, a este nmero cuando trate el misticismo nupcial del Libro Bahir.

    39. Le Mmar samaritain, le Sepher Jesira et les trente-deux sentiers de la Sagesse, RHR 170 (1966), pgs. 159-184.

    40. El autor combina as las doctrinas e interpretaciones relativas a las dos disciplinas esotricas: Bereshit y Merkab.

    41. La imagen ke-mar ha-bazaq, as como tambin el rats va-shob, que emplea inmediatamente despus, pero reinterpretado en un sentido especulativo, se derivan evidentemente de Ezequiel I,14.

    42. Profundidad tiene probablemente el sentido de se extiende en la profundidad, esto es, de dimensin. Pero la palabra pudo tambin significar profundidad recndita (vase Daniel 2,22), o tal vez incluso fundamento, principio profundo. La expresin profundidad del bien y el mal correspondera a la dimensin slo de manera muy figurativa. La profundidad del mal le hace a uno pensar tambin en las profundidades de Satn en el Libro de la Revelacin 2,24.

    43. El texto habla de otiyyot yesod; cada uno de los dos sustantivos ofrece uno de los dos sentidos de la palabra griega stoicheia, que significa tanto letra como elemento.

    44. Vase Neumark, Geschichte der jdischen Philosophie, I, pg. 115. 45. Berajot 55a; vase Jewish Gnosticism, pgs. 78-79. 46. No existe ninguna evidencia lingstica que obligue a asignar a este libro una fecha ms

    tarda. Como, por otra parte, hay una ausencia absoluta de escritos filosficos primitivos en hebreo, naturalmente no poseemos nada con lo que comparar su terminologa tcnica. El lenguaje muestra muchos puntos de contacto con el de los tanatas y los textos ms antigos de la Merkab. Un estudio analtico, an por realizar, de la relacin concreta que existe entre este texto y la especulacin griega tarda permitira, sin duda alguna, una mejor determinacin de su antigedad. La hiptesis de Leo Baeck afirmando que el autor quiso reproducir con un atuendo hebreo las doctrinas de Proclo