carlos arriola, origen y circunstancia del pan

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  • El Partido Accin Nacional (origen y circunstancia)Author(s): Carlos ArriolaSource: Foro Internacional, Vol. 16, No. 2 (62) (Oct. - Dec., 1975), pp. 233-251Published by: El Colegio De MexicoStable URL: http://www.jstor.org/stable/27754585 .Accessed: 03/11/2013 00:12

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  • EL PARTIDO ACCI?N NACIONAL (ORIGEN Y CIRCUNSTANCIA)

    Carlos Arri?la

    El papel que desempe?a el Partido Acci?n Nacional (PAN) en la vida

    pol?tica del M?xico contempor?neo ha suscitado en los ?ltimos a?os el inter?s de investigadores y polit?logos, tanto nacionales como extranjeros. A t?tulo de ejemplo puede citarse el trabajo realizado en el Instituto Mexicano de Estudios Pol?ticos (IMEP) que se public? en el volumen M?xico: reali dad pol?tica de sus partidos (1970); el de Soledad Loaeza: "El Partido Ac ci?n Nacional, la oposici?n leal en M?xico", en La vida pol?tica en M?xico, 1970-1973, editado por el Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de M?xico en 1974. En los Estados Unidos aparecieron recientemente M? xico's Acci?n Nacional, A Catholic Alternative to Revolution de Donald J. Marbry (Syracuse University Press, 1973), y The Alienated "Loyal" Op position, de Von Sauer Morales (University of New Mexico Press, Albu

    querque, 1974). Todos estos estudios representan un primer intento por conocer la natu

    raleza y funci?n de un partido de oposici?n en una democracia tan "sui

    generis" como la mexicana. Para ello se han adoptado enfoques diferentes, como los diversos t?tulos lo sugieren, y as?, mientras el trabajo del IMEP se propone descubrir la imagen p?blica que el PAN trata de proyectar y cu?l es su realidad profunda, Soledad Loaeza piensa que el PAN cumple con una funci?n "tribunicia", aunque limitada, t?rmino que se refiere his t?ricamente a la instauraci?n del tribuno de la plebe en la Rep?blica Ro

    mana.

    La investigaci?n de Marbry es sin duda la m?s exhaustiva que se ha rea lizado y la ?nica que adopta un punto de vista hist?rico para describir la

    organizaci?n del partido, su membres?a y su financiamiento. Sin embargo adolece de un error fundamental: ver el partido como un producto de las corrientes del catolicismo social, cercano a los diversos movimientos dem?

    crata cristianos, y sobre todo como una alternativa a la revoluci?n. El tra

    bajo de Von Sauer Morales es quiz?s el m?s deficiente, tanto desde el

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  • 234 Carlos Arri?la FI XVI?2

    punto de vista de la investigaci?n como del que se refiere al conocimiento y evaluaci?n del sistema pol?tico mexicano.

    A pesar de las insuficiencias de estos estudios que se explican en parte precisamente por este car?cter primerizo, estas investigaciones tienen un in

    ter?s innegable para conocer el pensamiento y la organizaci?n del principal partido de oposici?n existente en M?xico, y adem?s contribuyen, principal mente el trabajo de Soledad Loaeza, a una mejor comprehensi?n del sis tema pol?tico mexicano, que las m?s de las veces ha sido estudiado, como es normal, desde el punto de vista del partido en el poder.

    Los resultados de las ?ltimas elecciones federales de 1973, as? como los de las elecciones realizadas en Guadalajara y Puebla en 1974, para re novar los ayuntamientos justifican sobradamente el estudio del PAN. En las elecciones federales de 1973, el PAN obtiene el 28.7% de los sufragios v?li dos en las 35 ciudades m?s importantes del pa?s, o sea, que su fuerza, al

    igual que la de toda la oposici?n en general, es pr?cticamente urbana.1 En las ?ltimas elecciones locales, el PRI gan? la presidencia municipal de Gua

    dalajara por un margen escas?simo de votos, alrededor de 10 mil, y tuvo que reconocer el triunfo de dos diputados locales del PAN. En Puebla los acon tecimientos fueron m?s graves y los dos partidos se acusaron mutuamente

    de robo de ?nforas y otros procedimientos semejantes. Al margen de estos acontecimientos coyunturales, es un hecho que el por

    centaje de votos emitidos en favor del PRI ha ido disminuyendo, principal mente en los centros urbanos, mientras que los del PAN han ido en aumen to. De continuar las tendencias actuales y especialmente el desafecto de las clases medias por las pol?ticas gubernamentales de modernizaci?n, cabe pre guntarse si el PAN ofrece una alternativa para resolver los graves problemas sociales que enfrenta el pa?s.

    Es imposible contestar en forma exhaustiva a esta cuesti?n y por otra

    parte la informaci?n de que se dispone es insuficiente. Por lo mismo con viene empezar por el estudio de la fundaci?n del partido y delimitar el contenido de sus principios de doctrina, que en lo esencial siguen normando su conducta y sus programas. Ello permitir? ver, aunque sea en forma su

    maria, el alcance y l?mites de las perspectivas que ofrece el PAN como una

    posible alternativa a las pol?ticas actuales.

    1 Rafael Segovia, "La Reforma pol?tica: el Ejecutivo Federal, el PRI y las elec ciones de 1973". En Foro Internacional, vol. XIV, N?m. 3 (55), El Colegio de M?

    xico, enero-marzo de 1974.

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  • ogt-dig 75 El Partido Acci?n Nacional 235

    I. DOS biograf?as

    En la fundaci?n del PAN participaron numerosas personalidades de la

    ?poca, muchos de ellos ahora desconocidos por las actuales generaciones. Estas personalidades provinieron de diferentes horizontes ideol?gicos, como

    Aquiles Elorduy, Toribio Esquivel Obreg?n y otros m?s cuya enumeraci?n resultar?a fastidiosa. Muchos de ellos, por no decir la mayor?a, abandonaron las filas de Acci?n Nacional, unos por edad y otros por razones pol?ticas, por lo cual la atenci?n debemos concentrarla en las biograf?as de Manuel G?mez Mor?n y Efra?n Gonz?lez Luna, por haber sido ellos quienes confor maron el pensamiento del partido as? como los programas electorales, por lo menos hasta la d?cada de los sesenta. En general se puede se?alar que los

    aspectos econ?micos de los principios de doctrina y de los programas de acci?n se deben a G?mez Mor?n, mientras que los conceptos de Naci?n, el papel de la familia y el papel del Estado, fueron elaborados por Gon z?lez Luna.

    Los antecedentes de ambos hombres los preparaban especialmente para ello y por lo mismo conviene esbozar, aunque sea en forma sumaria, los

    rasgos biogr?ficos de ambos l?deres. La documentaci?n es mucho m?s rica en lo que se refiere a la vida de G?mez Mor?n, gracias al trabajo de En

    rique Krauze, quien hizo una tesis sobre el grupo denominado "Los siete sabios". La biograf?a de Gonz?lez Luna a?n est? por hacerse, pues hasta el

    momento s?lo se cuenta con una peque?a recopilaci?n hecha por el histo riador Jos? Bravo Ugarte y editada por el PAN. Este peque?o libro es bas tante insuficiente y m?s parece destinado a la edificaci?n de los miembros del partido que a esclarecer la personalidad del l?der panista.

    G?mez Mor?n naci? en Batopilas, Chihuahua, en el a?o de 1898. A la muerte de su padre, de nacionalidad espa?ola, se traslada a la ciudad de Le?n y aunque realiza sus primeros estudios en una escuela cat?lica, la for

    maci?n que recibi? no parece haber sido decisiva en su vida. De mucha mayor importancia fue su paso por la Escuela Nacional Preparatoria a la que ingres? en 1915 y donde conoci? a Lombardo Toledano, V?zquez del

    Mercado y el resto de la generaci?n conocida como "los siete sabios", todos ellos disc?pulos de don Antonio Caso. Refiri?ndose a esos a?os, G?mez Mor?n

    explicar?a despu?s que su generaci?n se desarroll? sin maestros que les ofre cieran teor?as o explicaciones sobre los problemas sociales planteados por la revoluci?n, ya que a los maestros positivistas no les otorgaban credibilidad, pues representaban para ellos ideolog?as superadas y fracasadas, y de don Antonio Caso hab?an recibido m?s una actitud que una ense?anza. "La pr? dica antiintelectualista de Caso, escribe Enrique Krauze, no casaba ya bien

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  • 236 Carlos Arri?la FI XVI?2

    con la T?cnica de su disc?pulo."2 Posteriormente, una de las primeras deci siones de G?mez Mor?n como director de la Facultad de Derecho, fue la de llenar este vac?o, y para ello implant? el curso de sociolog?a mexicana que encomend? a Daniel Cos?o Villegas.

    G?mez Mor?n fue el primero de su generaci?n en recibirse de abogado, en enero de 1919, y un mes despu?s de hacerlo escrib?a a uno de sus amigos:

    En cuanto a mi porvenir vacilo entre dedicarme a ser rico nave

    gando en los negocios con bandera de pendejo, la ?nica que salva en este oficio, o lanzarme a profeta de un nuevo mundo alumbrado

    por el sol de la Rep?blica Federal Socialista de los Soviets, cuya or

    ganizaci?n, tendencias y procedimientos me han cautivado.3

    Durante la d?cada de los veinte, G?mez Mor?n no hab?a de seguir nin

    guno de los dos caminos que se planteaba y su actividad principal en el cur so de esos a?os estar?a consagrada al servicio del nuevo Estado que surg?a en M?xico. Despu?s de recibirse, trabaj? como secretario particular del ge neral Salvador Alvarado, ministro de Hacienda de Obreg?n, y de ah? pasa a oficial mayor y a subsecretario. Su paso por Hacienda es fugaz ya que en 1921 se encuentra en Nueva York como agente financiero del gobierno me xicano. En 1922 regresa a M?xico y Vasconcelos lo llama para que dirija la Escuela Nacional de Derecho, que bajo su direcci?n se convierte en Fa cultad de Derecho y Ciencias Sociales.

    Al llegar Calles al poder, G?mez Mor?n vuelve a la Secretar?a de Ha cienda como asesor colaborando directamente con el secretario Alberto Pa?i.

    Entre 1925 y 1927, desarrolla una gran actividad: dise?a el impuesto sobre la renta, organiza la Primera Convenci?n Nacional Fiscal, elabora la Ley

    General de Instituciones de Cr?dito y Establecimientos Bancarios, organiza el Banco de M?xico y es nombrado presidente del Consejo de Administra ci?n. Asimismo organiza el Banco Nacional de Cr?dito Agr?cola y elabora un proyecto para la creaci?n del Seguro Social; en 1927 asiste a la Liga de las Naciones como delegado de M?xico, y durante estos a?os es consejero legal de la Embajada de la Uni?n Sovi?tica en M?xico. La visi?n de G?mez

    Mor?n en esta ?poca, coincide con la de la mayor parte de los dirigentes pol?ticos de la ?poca. Para G?mez Mor?n, "hab?a que integrar una sociedad

    capitalista moderna, y por moderno deb?a entenderse un sistema muy lejano

    2 Enrique Krauze, Los siete sobre M?xico, tesis mimeografiada, El Colegio de M?

    xico, p. 151. Krauze escribe con may?scula la palabra t?cnica para subrayar la im

    portancia que ?sta adquiri? en la vida de G?mez Mor?n. Para ?ste la T?cnica es * 'conocimiento de la realidad, conocimiento cuantitativo, dominio de los medios de

    acci?n, pericia en el procedimiento a seguirse". 3 Id., p. 142.

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  • oct-dig 75 El Partido Acci?n Nacional 237

    del 'dejar hacer, dejar pasar': cooperativismo en el campo, la propiedad considerada s?lo como un medio para la producci?n, el seguro social, un eficiente sistema fiscal y sobre todo, un Estado rector, administrador".4

    La experiencia vasconcelista cierra este primer periodo de su actividad pol?tica y fue tambi?n de suma importancia en la vida de G?mez Mor?n. Ya desde la segunda mitad del a?o 1928, comienza a sugerir a sus amigos la necesidad de crear un grupo pol?tico nuevo con gente "no usada".5 En tre las gentes con las que se puso en contacto se cuenta a Narciso Bassols,

    quien puso como ?nica condici?n que el nuevo partido fuese abiertamente socialista, condici?n que desde luego fue rechazada por G?mez Mor?n. Asi

    mismo se dirigi? a otros intelectuales como Valent?n Gama y Ezequiel A. Ch?vez, quienes vieron con buenos ojos la idea. Naturalmente tambi?n pro puso la idea a Vasconcelos, quien la consider? con desd?n, aunque deseaba que lo apoyaran en su campa?a electoral que se aproximaba. En respuesta a una carta de G?mez Mor?n, Vasconcelos comentaba en los siguientes t?r minos las ideas sobre el nuevo partido:

    La opini?n p?blica no los tomar? en cuenta si comienzan por ha cer de la elecci?n de candidatos una especie de ajedrez o de lote r?a.. . a?adiendo: ... conv?nzanse de que en este caso s?lo un

    plebiscito puede darnos el triunfo y liberarnos de la camarilla que viene explotando la Revoluci?n.6

    Vasconcelos y G?mez Mor?n representan dos concepciones opuestas del

    quehacer pol?tico que desembocar?an en un conflicto entre el primero y la mayor parte de la generaci?n de 1915. Mientras Vasconcelos se consideraba un "Madero culto" que ser?a "ungido por el voto popular", G?mez Mor?n consideraba la actividad pol?tica como algo permanente y en t?rminos de

    leyes e instituciones. Mal pod?an llevarse el l?der carism?tico, volcado a la acci?n inmediata y el t?cnico que pensaba a largo plazo. En noviembre de 1928, G?mez Mor?n escribe una larga carta a Vasconcelos (6 p?ginas a ren

    gl?n seguido) en la que le expone sus ideas sobre la necesidad de crear un

    partido permanente, a la luz de la experiencia de los a?os veinte:

    El ambiente que hab?a en M?xico en 1920 era admirable. Un gran movimiento de opini?n expuls? al Carrancismo del poder y a pesar

    4 Ibid., p. 481. 5 G?mez Mor?n pensaba en convocar a una convenci?n en mayo de 1929 que adop

    tara un programa y decidiera sobre la participaci?n en la campa?a electoral, esco

    giendo en caso necesario al candidato adecuado. Independientemente del resultado de las elecciones, el partido deber?a continuar existiendo. Estas mismas ideas presi dir?n la fundaci?n del PAN 10 a?os despu?s.

    e Id., p. 528.

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  • 238 Garlos Arri?la FI XVI?2

    de su apariencia militar, ese movimiento fue, en realidad, una ola de indignaci?n moral en contra de los m?todos carrancistas. Pudieron llegar al Gobierno personas como usted y durante alg?n tiempo, al

    menos, fue posible desarrollar en el Gobierno una tarea libre y orien tada. El triunfo de esa orientaci?n y de esa libertad fue, sin embar go, precario, y a pesar de la fuerza personal del caudillo y a pesar tambi?n, de la fuerza personal de hombres como usted, la falta de un grupo s?lidamente organizado y capaz de recibir la herencia po l?tica que se hab?a elaborado, de imponer normas superiores de conducta al Gobierno cuando ?ste pretendi? romper su propia con dici?n y sus promesas, hizo que todo el triunfo anterior, que todas las oportunidades que parec?an evidentes, que muchas de las obras ya realizadas, no tuvieron la esperada continuidad. Si hubiera exis tido entonces, en vez del reba?o pol?tico de ocasi?n, una organiza ci?n seriamente establecida, las cosas habr?an pasado de muy dis tinta manera y no se habr?a perdido para M?xico en una nueva revuelta y en otros muchos accidentes semejantes, todo lo que hab?a ganado con anterioridad. Y lo mismo pasar? siempre que el triunfo se organice sobre la base de un hombre o sobre la igualmente pre caria de un entusiasmo que fundamentalmente nazca de valores

    negativos. Al d?a siguiente del ?xito, la fuerza adquirida se desmo rona o se convierte exclusivamente en un prestigio y en la inercia

    de la situaci?n adquirida.7

    En noviembre de 1928 G?mez Mor?n renuncia a la presidencia del Con

    sejo de Administraci?n del Banco de M?xico para manifestar su desacuerdo con el nivel que hab?an alcanzado los pr?stamos hechos a la Compa??a Agr?cola del Man te, propiedad del general Calles, y "aunque su consejo fue

    requerido muchas veces en Hacienda y ?l no se negar?a a darlo, su trabajo de constructor y t?cnico ser?a puesto al servicio de los grupos m?s impor tantes de la iniciativa privada mexicana".8

    A partir de entonces organizar?a o reorganizar?a los bancos particulares como el de Comercio, el de Londres y M?xico, y llevar?a a cabo las prime ras "joint-ventures" entre empresas mexicanas y norteamericanas como fue

    el caso de la Goodrich Euzkadi. Asimismo fue asesor de numerosas empresas como las del grupo de Monterrey, El Puerto de Liverpool, Cerillos La Cen

    tral, etc.

    La biograf?a de Gonz?lez Luna est? por escribirse. Como se indic? ante

    riormente, el ?nico libro existente es el escrito por el historiador Jos? Bravo

    7 El texto completo es reproducido por Enrique Krauze, op. cit., pp. 531 ss. El

    subrayado es a?adido. 8 Id., p. 539.

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  • ogt-dic 75 El Partido Acci?n Nacional 239

    Ugarte. Gonz?lez Luna nace en 1898 en Autl?n, poblaci?n del sur de Jalis co, en el seno de una numerosa familia profundamente cat?lica. El ambiente en que se cri? fue, seg?n sus propias palabras, de "rigor moral inflexible", aunque seg?n ?l "no entristeci? ni oscureci? los horizontes de la ni?ez".9 A los 12 a?os se traslad? con su familia a Guadalajara ingresando al colegio de Jesu?tas. Posteriormente estudi? Derecho y se recibi? en el a?o de 1920. Pr?cticamente toda su vida la pas? en Guadalajara, con muy escasas salidas al extranjero. Entre ellas vale la pena mencionar su asistencia al Congreso Interamericano de Problemas Sociales, celebrado en 1942 en Estados Uni dos, y organizado por el National Catholic Welfare Conference, donde le toc? redactar las conclusiones, juntamente con el fil?sofo franc?s Jacques

    Maritain.

    La documentaci?n sobre sus actividades anteriores a la fundaci?n del

    partido no es conocida y lo ?nico que se sabe es que milit? en las filas de la Acci?n Cat?lica de J?venes Mexicanos, de la que lleg? a ser presidente. Durante los a?os veinte le toc? vivir el conflicto religioso, aunque su parti cipaci?n en las actividades de las organizaciones cat?licas que se enfren taron al callismo debi? haber sido limitada.

    Estos dos hombres, provenientes de horizontes geogr?fica y culturalmente

    diferentes, elaborar?an la doctrina del PAN. Entraron en contacto cuando G?mez Mor?n visit? Guadalajara para hacer proselitismo y a partir de en tonces los ligar?a una estrecha amistad a pesar de tan diversos antecedentes.

    Mientras que G?mez Mor?n contaba con una amplia experiencia en la acti vidad pol?tica nacional e internacional y pose?a una visi?n fundamental mente laica (durante el conflicto religioso colabor? con el r?gimen), el pen samiento de Gonz?lez Luna respond?a a una actitud profundamente religio sa, habiendo asumido la actividad pol?tica como un deber e incluso como una carga que violentaba sus h?bitos y aficiones.10 Estas dos actitudes son

    palpables a nivel del lenguaje y a diferencia del empleado por G?mez Mo

    r?n, en su carta a Vasconcelos por ejemplo, Gonz?lez Luna escribe en uno de sus primeros art?culos en el Bolet?n del reci?n fundado partido: "La cruzada por la verdad pol?tica est? por emprenderse, o mejor dicho por rea lizarse bajo las banderas de Acci?n Nacional, lanzada ya irrevocablemente a la santa aventura"11

    9 Jos? Bravo Ugarte, Efra?n Gonz?lez Luna, Abogado, Humanista, Pol?tico, Cat?

    lico. M?xico, Ediciones de Acci?n Nacional (9), 1968, p. 11. 10

    Id., p. 64. 11 Obras de Efra?n Gonz?lez Luna, vol. I, "La econom?a contra el hombre y otros

    ensayos", M?xico, Editorial Jus, 1974, p. 32. Subrayado a?adido.

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  • 240 Garlos Arri?la FI XVI?2

    II. La doctrina

    Como ocurre las m?s de las veces con los partidos pol?ticos, la imagen que se tiene de ellos es resultado de la contienda pol?tica, y por consiguiente los objetivos empleados para calificarlos no siempre corresponden a la rea lidad. A menudo, por no decir casi siempre, se tacha a Acci?n Nacional de partido reaccionario y conservador e incluso se le emparenta con perso

    najes y doctrinas del siglo xrx. Asimismo, en la obra de los autores ame ricanos citados anteriormente, se presenta al partido bajo otro ?ngulo, lle

    gando a afirmarse su parentesco con la Democracia Cristiana. Por razones

    distintas en ambas apreciaciones hay una presentaci?n incompleta de la realidad. Por lo mismo, y aunque sea en forma sumaria, conviene analizar

    los principales puntos de doctrina del partido, y buscar sus or?genes en el

    pensamiento pol?tico de la ?poca. Los "Principios de Doctrina" aprobados por la Asamblea Constitutiva del

    PAN, reunida en septiembre de 1939, han sido modificados, al menos en cuanto al orden de su presentaci?n, por la XVIII Convenci?n Nacional celebrada en 1965. Conviene se?alar que los cambios introducidos se hicie

    ron, quiz?s por consideraci?n a los fundadores que a?n viv?an, con el t?tulo de "Proyecci?n de los Principios de Doctrina". Aunque la mayor parte de las ideas de 1939 continuaron presentes, el cambio de presentaci?n no deja de ser significativo. As?, por ejemplo, mientras que los primeros puntos de 1939 son Naci?n, Persona, Estado, Orden, en la "Proyecci?n", los temas que ocupan la primac?a son Persona, Pol?tica, Estado, Orden Internacional. Es de notarse que el punto Naci?n, que ocupaba el primer lugar en 1939, se

    incluy? en Orden Internacional, y que el cap?tulo sobre Pol?tica que se en contraba en ?ltimo lugar, haya pasado al segundo en 1965.

    Estos cambios en las prioridades, m?s que implicar un abandono de las ideas de base, que salvo excepciones son las mismas, pueden referirse a la naturaleza diferente de las tareas del partido, que tanto su evoluci?n, como la del sistema pol?tico, hicieron inevitables. Mientras que en 1939 el par tido se reduc?a a una minor?a que fundamentalmente se propon?a desarrollar la educaci?n c?vica del pueblo, en 1965 las reformas electorales introducidas

    por el presidente L?pez Mateos unos a?os antes, hab?an abierto la puerta a la actividad pol?tica, gracias a la creaci?n de diputados de partido.

    Por lo mismo, el an?lisis de los principales "Principios de Doctrina" se har? en base al texto de 1939, indic?ndose las modificaciones principales introducidas en 1965. Ser?a imposible referirse a la doctrina del partido en forma exhaustiva y por lo mismo, se han agrupado en tres temas: a) la Na ci?n y la Persona frente al Estado; b) la propiedad, la econom?a y el papel del Estado; c) la Iglesia, la ense?anza y el Estado.

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  • ogt-dig 75 El Partido Acci?n Nacional 241

    a) La Naci?n y la persona frente al Estado

    Estos tres conceptos poseen, en el orden citado, la primac?a. La Naci?n es definida en forma bastante vaga,12 pero resaltan las siguientes ideas: por encima de los intereses particulares se encuentra el inter?s nacional y en aras de ?l, se deben superar las divisiones en clases y grupos. Por otra parte, se rechazan, como incompatibles con la vida de la Naci?n, el desorden o la

    injusticia social, as? como la lucha de clases y la negaci?n de "la dignidad de la persona humana". Es este concepto el que sirve de fundamento a la construcci?n ideol?gica del partido:

    La persona humana tiene una eminente dignidad y un destino es

    piritual y material que cumplir, por lo que la colectividad y sus

    ?rganos debe asegurarle el conjunto de libertades y de medios nece sarios para cumplir dignamente ese destino.13

    En los p?rrafos dedicados al Estado, no encontramos una definici?n del mismo, pero en cambio se califica de "antisocial y monstruosamente injus ta" la concepci?n del Estado "como instrumento de lucha al servicio de una clase social cualquiera que sea, para destrucci?n o dominaci?n de las dem?s". A continuaci?n se indica que el Estado debe enfrentarse a todo desorden de la sociedad y a toda injusticia, "en cuanto constituyen el motivo y la causa de las luchas sociales". Asimismo, se condena "cualquier forma de Es tado que niegue las prerrogativas esenciales de la persona y de las comu nidades naturales y erija sus determinaciones en fuente ?nica de derecho y en definici?n del bien com?n".

    Las tareas del Estado, seg?n Acci?n Nacional, son la realizaci?n del bien com?n, que "simult?neamente implica la justicia y la seguridad, la defensa del inter?s colectivo, y el respeto y la protecci?n de la persona".

    Todas estas ideas reflejan, guardando las proporciones debidas, el pro blema que se planteaban en los a?os 30 en Europa para todos aquellos que ante la crisis del liberalismo decimon?nico rechazaban por igual el fascismo

    12 Ver: Acci?n Nacional, Principios de doctrina, M?xico, Editorial Jus, S. A., 1973. Esta edici?n contiene los puntos de doctrina elaborados en 1939 y los cambios introducidos en 1973. Tambi?n se han tenido a la vista las primeras ediciones. La

    Naci?n es definida como "una realidad viva con tradici?n propia varias veces secular, con unidad que supera toda divisi?n en parcialidades, clases o grupos y con un claro destino". En 1965 este p?rrafo fue modificado en la siguiente forma: "La naci?n mexicana es una realidad viva con tradici?n propia, varias veces secular, y con ele mentos internos de unidad capaces de superar toda divisi?n en parcialidades, ciases o grupos".

    13 Id., p. 7.

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  • 242 Carlos Arri?la FI XVI?2

    y el comunismo. Este problema revest?a gravedad especial para los cat?licos

    progresistas de la ?poca que permanec?an fieles al pensamiento humanista europeo y que en forma alguna pod?an aceptar ni las ideas autoritarias del fascismo como tampoco el materialismo hist?rico. Diversos movimientos y pensadores surgieron principalmente en Francia, como los primeros grupos de la Democracia Cristiana, que aunque fundada originalmente en Italia, inspir? con sus ideas a grupos parlamentarios y sobre todo a los movimientos sindicales franceses. Entre los pensadores hay que citar a Jacques Maritain y Emmanuel Mounnier, subrayando que ambos siempre guardaron sus dis tancias con respecto a la Democracia Cristiana, y que no se puede en forma

    alguna identificarlos con los partidos que con esta denominaci?n prolife raron despu?s de la guerra.

    Entre Mounnier y Maritain tambi?n hay enormes diferencias. En cierto sentido se puede considerar al primero como m?s audaz en sus proposiciones sobre el "personalismo" y en su rechazo expl?cito del capitalismo. Maritain, fund?ndose en Arist?teles y Santo Tom?s, guarda en cambio una completa ortodoxia con el pensamiento de la Iglesia. A menudo ha sido se?alado por varios de los autores mencionados al principio de este trabajo, como el ins

    pirador del pensamiento del PAN, pero no indican las obras del fil?sofo franc?s que pudieran haber servido de gu?a. Las principales obras de Mari tain que conciernen al pensamiento pol?tico son Cristianismo y democracia, editado en 1943 y sobre todo El hombre y el Estado, cuyo primer cap?tulo est? precisamente consagrado al an?lisis de las ideas sobre "Naci?n, Cuerpo Pol?tico y Estado". Sin embargo este ?ltimo libro est? formado por el texto de seis conferencias pronunciadas en 1949 en los Estados Unidos, donde se

    public? por primera vez, o sea 10 a?os despu?s de la fundaci?n del PAN. Las obras de Maritain, anteriores a 1939, que podr?an citarse como antece dentes son Primaut? du spirituel (1927) y Humanisme integral (1936). En este ?ltimo libro se trazan los principios generales que deben inspirar la ac ci?n del cristianismo en el mundo, subray?ndose que la Doctrina de la Igle sia s?lo inspira los principios generales ya que en el orden de las actividades estrictamente temporales, sociales y pol?ticas, las iniciativas deber?n provenir de los laicos que deber?n actuar bajo su ?nica responsabilidad.14

    Es probable que Gonz?lez Luna haya conocido oportunamente las obras de Maritain, ya que siempre sigui? muy de cerca la evoluci?n del pensa miento pol?tico y de la cultura francesa (tradujo el Via Crucis y La Anun ciaci?n de Claudel) pero aun suponi?ndolo, es m?s probable que su inspi raci?n directa para elaborar los "Principios de Doctrina" se encuentre en los textos papales como la Enc?clica Quadragesimo Anno que es del 15 de

    14 Jacques Maritain, Humanisme integral, Par?s, Fernand Aubier, 1936, p. 287.

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  • ogt-dig 75 El Partido Acci?n Nacional 243

    mayo de 1931, y naturalmente su antecedente la Rerum Novarum, y otras menos conocidas como la Enc?clica Mit Brennender Sorge, del 14 de mayo de 1937, sobre la situaci?n de la Iglesia Cat?lica en el III Reich. Si en las dos primeras, consagradas a la cuesti?n social hay una condena del socia lismo, principalmente del marxismo y de lucha de clases, en la ?ltima clara

    mente se indica que hay "perversi?n y falsificaci?n" del orden creado e im puesto por Dios cuando se eleva a norma suprema los conceptos de raza,

    pueblo o Estado.15 La militancia de Gonz?lez Luna en la Acci?n Cat?lica proporciona una amplia base para suponer que conoci? oportunamente los textos papales.

    b) Propiedad, Econom?a y Estado

    En esta ?rea, los principios de 1939 sostienen que la propiedad privada "es el medio m?s adecuado para asegurar la producci?n nacional y cons

    tituye el apoyo y la garant?a de la dignidad de la persona y de la existencia de la comunidad humana fundamental, que es la familia". Seg?n los prin cipios, la propiedad no tiene otros l?mites "que el inter?s p?blico, apreciado conforme a los principios del bien com?n y el cumplimiento de los deberes

    positivos de buen uso y de cooperaci?n social que los mismos principios imponen". En consonancia con los enunciados anteriores la iniciativa pri vada es considerada como "la m?s viva fuente de mejoramiento social" y el Estado tiene como obligaci?n "promover su mejor y m?s ordenado desen volvimiento y garantizarlo". El Estado no debe desplazar la iniciativa pri vada, ya que tiene "autoridad pero no propiedad" en la econom?a nacional y cuando la iniciativa privada sea insuficiente, "el Estado ha de urgir la

    organizaci?n de actividades sociales". Adem?s de ser confuso este p?rrafo, ideol?gicamente es ambiguo pues no es f?cil comprender qu? se pretendi? decir con actividades sociales.

    Por ?ltimo, se indica que el Estado "debe velar por que los frutos de la iniciativa privada tengan car?cter social y cuidar que concurra siempre en el inter?s nacional y est? subordinada al bien com?n", aunque no se indica en qu? forma se podr?a distinguir cu?ndo los frutos de la iniciativa privada tienen car?cter social como tampoco la manera en que debe subordinarse al bien com?n.

    Los principios referentes a la econom?a elaborados en 1939 tambi?n to maron algunas ideas de la doctrina de la Iglesia, principalmente en lo que

    15 Acci?n Cat?lica Espa?ola, Colecci?n de enc?clicas y cartas pontificias, Buenos Aires, Editorial Poblet, 1944, p. 359.

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  • 244 Garlos Arri?la FI XVI?2

    se refiere a la propiedad privada, pero en otros campos, como el relativo al

    papel del Estado en la econom?a, quedaron muy atr?s de algunos postulados de la Enc?clica Quadragesimo Anno, como el siguiente:

    De este modo, afirma la Enc?clica, se puede llegar insensiblemen te hasta el punto de que estos postulados del socialismo moderado no difieran de los anhelos y peticiones de los que desean reformar la sociedad humana fund?ndose en los principios cristianos. Porque con raz?n se habla de que cierta categor?a de bienes ha de reservarse al Estado, pues llevan consigo un poder econ?mico tal, que no es

    posible permitir a los particulares sin da?o del Estado. Estos deseos y postulados justos ya nada contienen contrario a la verdad cris tiana.16

    En las reformas de 1965 se suprimieron los cap?tulos titulados "Iniciativa

    privada" y "Propiedad", aunque algunas de las ideas contenidas se trans cribieron a los puntos "Econom?a" y "Justicia Social". Son dos las princi pales modificaciones que conviene mencionar, en la nueva versi?n. La pri mera se?ala que la justicia en las relaciones econ?micas "no puede ser

    resultado, ni de pretendidos procesos autom?ticos ... sino de la recta actua

    ci?n de los particulares, de las organizaciones ocupacionales, del Estado y de la comunidad internacional". Conviene subrayar que el rechazo de los criterios liberales o socialistas para organizar el mercado no es suplido por ninguna proposici?n concreta y viable, sino que se recurre a criterios de car?cter moral cuya inoperancia es obvia, tales como "bien com?n", o "recta

    actuaci?n".

    La segunda modificaci?n de importancia se refiere al papel del Estado en la econom?a. Mientras que en 1939 se indicaba que el Estado ten?a

    "autoridad", pero "no propiedad en la econom?a nacional", en 1965 se

    acepta la misi?n "subsidiaria y supletoria" del Estado, a?adi?ndose que los l?mites a la intervenci?n econ?mica del Estado "dependen de las exigencias del bien com?n en los casos concretos". Estas ideas representan en cierto

    sentido un avance con respecto a las de 39, pero aun as? son menos categ? ricas que el art?culo 27 de la Constituci?n, y m?s t?midas que muchas de las posiciones de la Democracia Cristiana en Sudam?rica. El parentesco del PAN con estos movimientos puede encontrarse en algunas ideas de base con respecto a la persona humana y el rechazo del autoritarismo, pero en el campo de las reformas sociales y econ?micas existen profundas diferencias te?ricas entre el PAN y los citados movimientos, y desde esta perspectiva no se puede considerar al partido como parte de la corriente dem?crata cristiana.

    16 Id., p. 490. Subrayado a?adido.

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  • oct-dic 75 El Partido Acci?n Nacional 245

    c) La Iglesia, la Ense?anza y el Estado

    La mayor parte de los calificativos de conservador y reaccionario aplica dos al PAN provienen de las posiciones asumidas con respecto a estos temas. Sin embargo, conviene distinguir entre las actitudes individuales de alguno de sus miembros y las tomas de posici?n coyunturales y en ocasiones opor tunistas del propio partido, y los principios de doctrina. Contrariamente a lo que generalmente se supone, desde el punto de vista de la doctrina el PAN no es un partido confesional. Ante todo se acepta la separaci?n entre la Iglesia y el Estado, indic?ndose claramente que "El Estado no tiene ni

    puede tener dominio sobre las conciencias, ni proscribir, ni tratar de impo ner convicciones religiosas". Por otra parte se pide la supresi?n de las me didas persecutorias y la modificaci?n de las disposiciones legales que impiden el ejercicio de la libertad religiosa y de ense?anza "en forma real y garan tizada".

    Con respecto a la ense?anza, el Estado no puede imponer m?s l?mites, seg?n los principios de doctrina, que los relativos "al m?todo, a la extensi?n y a la comprobaci?n del programa educativo m?nimo, o concernientes al

    otorgamiento de grados o t?tulos". En las modificaciones introducidas en 1965 se a?ade un p?rrafo relativo a los textos ?nicos, que naturalmente son

    rechazados, reafirm?ndose "el derecho preferente de los padres para escoger, conforme a sus convicciones, el tipo de educaci?n que habr? de darse a sus hijos".

    La adopci?n de estos principios principalmente el de la separaci?n de la

    Iglesia y el Estado que normaron la conducta de los fundadores del partido, provoc? un distanciamiento de otros movimientos pol?ticos de derecha como el sinarquismo.

    III. Posici?n pol?tica del PAN en 1940

    Con objeto de completar este esbozo del surgimiento del PAN, es conve niente citar algunos testimonios que nos permitan comprender la aplicaci?n que los dirigentes del partido dieron a los principios de doctrina enuncia dos anteriormente. Al final del r?gimen cardenista no solamente la iniciativa

    privada se encontraba temerosa y descontenta, sino tambi?n amplios sectores

    de las clases medias urbanas cuyos ingresos se vieron seriamente mermados

    por la inflaci?n. En estos grupos hay que incluir a todos aquellos obreros que, por diversas razones, no fueron encuadrados en las organizaciones de

    masas y que por lo mismo carec?an de poder de negociaci?n. Tambi?n habr?a que mencionar el descontento de los campesinos sin tierras y el de

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  • 246 Carlos Arri?la FI XVI?2

    los peque?os propietarios que se sent?an amenazados por la reforma agraria. Por ?ltimo, no hay que olvidar las reacciones que provoc? la reforma al art?culo 39 constitucional, el resentimiento de los pol?ticos desplazados, prin cipalmente los antiguos callistas, y la coyuntura internacional que tend?a a agravar las divisiones internas.17

    Con los antecedentes biogr?ficos mencionados, y armados de los Princi

    pios citados, la visi?n de los l?deres del PAN sobre la coyuntura necesaria mente ten?a que desembocar en la cr?tica implacable. ?sta se llev? a cabo en dos planos: desde el punto de vista ideol?gico y desde el punto de vista de la racionalidad econ?mica. Para Gonz?lez Luna, durante la presidencia del general C?rdenas, la Constituci?n de 1917 se fue "reti?endo de rojo" y todas las actividades "frentepopulistas" y "comunistas" encontraron apoyo

    y simpat?a. En un discurso pronunciado en una de las primeras convenciones del PAN

    en enero de 1940, Gonz?lez Luna consideraba que el pa?s se hab?a conver tido en "rata de laboratorio, en paciente de las experimentaciones imb?ciles

    y de los caprichos incalificables de los primarios que usufruct?an sin inte

    rrupci?n el oprobioso sistema de despotismo demag?gico-militar que es nuestro sistema".18 Todo ello se traduc?a, seg?n el mismo l?der, en un pro ceso general de descomposici?n, siendo el Estado "el foco m?s eficazmente nocivo de la desintegraci?n". Por lo mismo, el deber pol?tico fundamental en 1940 consist?a en rehacer la vida social, "sanearla hasta lograr por lo menos que el Estado deje de ser la p?stula en que culmina y se manifiesta la podredumbre general".19 Fiel a su pensamiento cristiano, consideraba que "la transformaci?n pol?tica de la Naci?n, no debe buscarse en la realizaci?n de programas exteriores al hombre sino que debe consistir en un esfuerzo

    intenso, constante, radical, dirigido a ser nosotros mismos plenamente hom

    bres. Nada m?s".20

    G?mez Mor?n tambi?n calific? el cardenismo de "comunizante" y "fren

    tepopulista", pero la mayor parte de sus cr?ticas son dirigidas hacia la ine ficacia del r?gimen. Su lenguaje es m?s cauteloso, y con un empleo menor de adjetivos contudentes. En el informe presentado a la Segunda Convenci?n

    17 Sobre este punto ver Luis Medina, "Origen y circunstancia de la idea de Uni dad Nacional". Foro Internacional, vol. XIV, N?m. 3 (55), El Colegio de M?xico, enero-marzo de 1974.

    18 Discurso de clausura de la Primera Convenci?n Regional de Acci?n Nacional en Tampico. En Efra?n Gonz?lez Luna, El Hombre y el Estado, M?xico, "Biblioteca de Acci?n Nacional", s/f, p. 25.

    19 Obras de Efra?n Gonz?lez Luna, op. ext., p. 22. 20 El Hombre y el Estado, p. 53.

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  • oct-dic 75 El Partido Acci?n Nacional 247

    Nacional del partido, celebrada en la ciudad de M?xico en abril de 1940, consideraba que:

    Nada se ha hecho, ni siquiera continuar lo poco realizado de 1917 ac?, para definir los t?rminos de una pol?tica firme sobre los recur sos naturales de M?xico; menos a?n para llevar a cabo ese aprove chamiento con beneficio nacional. Al contrario, o se olvida el ver dadero problema de fondo para suplantarlo por otros que son sim plemente incidentales y que desv?an la atenci?n del Gobierno, el esfuerzo nacional y aun el planteamiento exacto de la posici?n inter nacional de M?xico, como en el caso del petr?leo, o se van dejando agotar las posibilidades en conflictos menores y en abandonos como la miner?a, o se cierran las puertas a toda iniciativa con el pretexto de reemplazarla por una acci?n oficial que nunca se cumple o se realiza s?lo para fines torcidos con un lamentable raquitismo.21

    Tambi?n es interesante mencionar los comentarios que formul? al discurso

    pronunciado por el general C?rdenas en Chilpancingo, el 20 de enero de 1940. En opini?n de G?mez Mor?n el pa?s est? en efecto "empobrecido y esquilmado", tal como lo se?al? C?rdenas, pero si antes de 1934 apenas cubr?a sus m?s urgentes necesidades, ahora [1940] le es m?s dif?cil hacerlo ya que "ni se han acabado los monopolios que fijan los precios, ni se ha

    logrado contener el alza de ?stos, ni se han elevado de verdad los salarios con aumento positivo del poder de adquisici?n".22

    Con respecto al incipiente proceso de industrializaci?n, G?mez Mor?n considera que el Estado debi? prever y ordenar "los fen?menos sociales consecuencia de esa industrializaci?n", pero que por "ruda ignorancia pol? tica, la historia de la intervenci?n del poder p?blico en la organizaci?n in dustrial en M?xico, es la de una serie de interferencias del propio poder para gestionar, enardecer y desorientar la lucha social".23 Naturalmente lo

    que se criticaba era el enmarcamiento del movimiento obrero bajo control

    gubernamental. El Estado, seg?n G?mez Mor?n, deber?a haberse mantenido

    "imparcial" y "dejar que las propias fuerzas en pugna hicieran su organiza ci?n y buscaran su equilibrio".

    El control de la econom?a por parte del Estado tambi?n es severamente

    condenado, y de esta condena no se salva ni el New Deal de Roosevelt, ex

    periencia que califica de "costosa, desmesurada o simplemente lamentable".

    Para el fundador del Banco de M?xico, aun aceptando que se elaborara una

    21 Manuel G?mez Mor?n, La Naci?n y el R?gimen, M?xico, "Biblioteca de Ac ci?n Nacional", s/f, p. 41.

    22 Id., p. 92.

    23 Ibid., p. 42.

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  • 248 Garlos Arri?la FI XVI?2

    f?rmula de planeaci?n econ?mica propia para M?xico, el problema ser?a encontrar los directores preparados, establecer mecanismos que redujeran los efectos de los errores y que permitieran la agilidad y el desinter?s necesa rios para cambiar la ruta cuando fuera necesario, y el problema que sobre todo le preocupa es el pol?tico: la concentraci?n de un inmenso poder en unas cuantas manos.

    Conclusiones

    Al igual que otros miembros del grupo de "los siete sabios", particular mente Vicente Lombardo Toledano, G?mez Mor?n pose?a una energ?a incan sable y un esp?ritu de "constructor". Para esta generaci?n, que entr? al

    mundo del trabajo al iniciarse la d?cada de los a?os veintes, el pa?s ofrec?a un sinn?mero de posibilidades a las cuales aplicar su entusiasmo y sus cono cimientos. La experiencia de G?mez Mor?n en la Secretar?a de Hacienda

    r?pidamente le hizo comprender que no bastaba la posesi?n del know-how

    para transformar al pa?s. Adem?s de la carta a Vasconcelos, existen otros

    muchos testimonios que manifiestan que G?mez Mor?n comprendi? la debi lidad de los "tecn?cratas": carecer de una organizaci?n pol?tica propia capaz de dar peso a sus proposiciones. Su renuncia a la presidencia del Consejo de Administraci?n del Banco de M?xico deja entrever la desilusi?n del t?cnico ante los imperativos de la pol?tica. La experiencia frustada del vas

    concelismo, que G?mez Mor?n preve?a, no hizo sino confirmar sus ideas acerca de la necesidad de formar un partido pol?tico permanente. Todo ello lo hizo el hombre m?s adecuado para enarbolar, frente al cardenismo, la defensa de las tesis del liberalismo econ?mico y del papel de la iniciativa

    privada en el desarrollo econ?mico de M?xico. En el pensamiento de Gon z?lez Luna, el "humanista, pol?tico y cat?lico", como lo define su bi?grafo, encontr? el complemento perfecto: el hombre capaz de proporcionar una armadura ideol?gica a los postulados de la econom?a liberal, que se encon traban en franco desprestigio.

    Como se indic? anteriormente, en la d?cada de los a?os treinta, no s?lo en M?xico, sino en la mayor parte del mundo occidental, la radicalizaci?n

    producida por las secuelas de la crisis de 1929 hab?a polarizado el mundo entre los partidarios del fascismo y el socialismo. Los fundadores del PAN, defensores de los valores generados por la democracia liberal, se echaron a cuestas la tarea de plantear una alternativa al proceso de reformas empren dido por C?rdenas, que no s?lo para ellos sino para otros muchos, deber?a desembocar en forma ineludible en el socialismo y la dictadura.

    La b?squeda de una tercera v?a es palpable en la redacci?n de los puntos

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  • ogt-dig 75 El Partido Acci?n Nacional 249

    de doctrina. Por una parte se abunda en los criterios de orden moral como "recto ejercicio", "bien com?n" y "justicia social", que indistintamente

    pueden ser aplicados tanto a una econom?a de mercado como a una centra

    lizada, y por otra se sostiene, bas?ndose en el concepto cristiano de persona, la primac?a de la Naci?n, la familia y las organizaciones intermedias sobre el Estado. Conviene subrayar que el concepto de Naci?n no asumi? las caracter?sticas que revisti? en el fascismo europeo, sino que la defensa de estos postulados obedec?a al rechazo de las teor?as del conflicto (en primer t?rmino las marxistas) y a una clara opci?n por las del consenso y la co laboraci?n entre grupos antag?nicos.

    El manejo pol?tico de estos conceptos por los gobiernos que sucedieron al

    general C?rdenas, ha sido constante. La idea de "Unidad Nacional" lanzada por ?vila Camacho vino a significar un cambio en las prioridades del desarrollo econ?mico, el fin de la lucha de clases y la disminuci?n en el ritmo de la Reforma Agraria.24 A partir de entonces, las medidas adoptadas por los reg?menes "revolucionarios" permitieron un crecimiento constante

    del papel de la iniciativa privada en el proceso seguido por el pa?s. Uno de los investigadores citados al principio, Von Sauer, ha querido ver en este

    giro de los acontecimientos un resultado de la influencia del PAN. Adem?s de infundada, esta afirmaci?n no le permiti? plantearse, en cambio, el efecto

    que las pol?ticas gubernamentales tuvieron sobre la orientaci?n del nuevo

    partido.

    A lo largo del trabajo se indic? que en la fundaci?n del PAN confluyeron dos corrientes principales personificadas por G?mez Mor?n y Gonz?lez Luna, que a grosso modo podemos denominar la laica y la cristiana. Desde el momento en que el r?gimen inici? su pol?tica de mano tendida a los empre sarios, que desemboc? en el maridaje de negocios y pol?tica, el PAN perdi? parte de su raz?n de ser original y por lo mismo tuvo que apoyarse en forma creciente en la defensa de principios y posiciones acentuadamente religiosos, como los ataques contra el art?culo tercero. Ello implic? la salida de algunos panistas liberales como Aquiles Elorduy, uno de los primeros diputados del

    partido, y el ingreso de numerosos cuadros de la Acci?n Cat?lica, la mayor?a de ellos carentes de la formaci?n humanista de Gonz?lez Luna, que por lo mismo ?nicamente contribuyeron a acentuar el tono confesional del par tido. Los escasos resultados de la lucha electoral en las d?cadas siguientes agudizaron estas posiciones hasta que las reformas realizadas a la ley electo ral en 1962, que instituyeron los diputados de partido, introdujeron un aire de realismo y permitieron el inicio de una revisi?n de las posiciones

    24 Luis Medina, op. ext.

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  • 250 Carlos Arri?la FI XVI?2

    anteriores. Este cambio fue palpable bajo la direcci?n de Adolfo Christlieb, en la d?cada de los sesenta.

    Las pol?ticas de modernizaci?n que plante? el r?gimen del presidente Echeverr?a, as? como el reforzamiento del papel del Estado y la actitud asumida en el exterior, principalmente el acercamiento al r?gimen de Sal vador Allende, provocaron la inquietud y la desconfianza de los empresarios, as? como el descontento de numerosos grupos de las clases medias. Esta

    coyuntura fue explotada por el partido bajo la direcci?n de su anterior

    jefe, Jos? Conchello, quien lleg? incluso a afirmar, a fines de 1973, que el

    presidente Echeverr?a intent? "allendizar" al pa?s. Paralela a esta corriente

    oportunista, ha surgido otra encabezada por el actual presidente del Comit?

    Ejecutivo Nacional que se esfuerza nuevamente en plantear una tercera

    v?a de inspiraci?n humanista y cristiana denominada "solidarismo".25

    Estas dos tendencias se han enfrentado seriamente en el interior del parti do con respecto a problemas electorales locales (en el estado de Hidalgo) e incluso han anunciado diferentes precandidaturas para la campa?a elec toral a la presidencia de la Rep?blica de 1976.26 Sin embargo, las perspecti vas de cualquiera de las tendencias que se imponga parecen limitadas dada la naturaleza del sistema pol?tico mexicano. Por una parte, la b?squeda de un tercer camino que lograra conjugar los intereses de las grandes mayor?as con las exigencias que plantea mantener un alto ritmo de crecimiento eco n?mico enfrentar?a, al menos te?ricamente, problemas de incomprensi?n en

    25 Sobre el "solidarismo", ver Efra?n Gonz?lez Morf?n. Solidarismo. Ediciones de Acci?n Nacional (19), M?xico, 1974. Uno de los puntos m?s interesantes de la ex

    posici?n sobre el "solidarismo" radica en la aceptaci?n "de la lucha, del conflicto

    y del antagonismo en la sociedad" (lo cual tend?a a soslayarse en la doctrina ante

    rior) aunque naturalmente se postula la necesidad de promover "una unidad que supere toda divisi?n". Seg?n Gonz?lez Morf?n "la f?rmula del solidarismo o de la

    solidaridad entre persona y sociedad es: los valores humanos ni subsisten ni se per feccionan si se agota o decae la colectividad".

    26 Sobre los enfrentamientos de las dos tendencias ver los diarios del mes de junio de 1975, en especial Exc?lsior de los d?as 14 y 15 y El D?a del 14. En este ?ltimo se

    public? ?ntegramente la circular del Comit? Ejecutivo Nacional del PAN, en la que se desautorizan "las actividades del grupo que pretende anticipar la Convenci?n Na

    cional, postular como precandidato al ingeniero Pablo Emilio Madero (fue postu lado por el anterior jefe del partido Jos? Conchello) y proponer una plataforma

    pol?tica por medio de actas de propaganda [que no tienen autorizaci?n de ning?n organismo competente de la Acci?n Nacional y al grupo relativo no constituye ning?n

    ?rgano estatutario". M?s adelante se indica que si el grupo realiza actividades y

    propaganda "de car?cter p?blico exterior" (al partido) ello constituir?a "faltas graves de disciplina que aten?an contra la vida institucional, la unidad y el bien com?n del

    partido". La circular es firmada por el presidente del CEN, Efra?n Gonz?lez Morf?n

    y por el Secretario General.

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  • oct-dic 75 El Partido Acci?n Nacional 251

    los grupos urbanos, semejantes a los encontrados por el actual r?gimen. En

    cambio, la explotaci?n de posiciones oportunistas pueden efectivamente traducirse en un mayor n?mero de votos urbanos. Sin embargo, este avance

    ser?a relativo, pues bastar?a que en el pr?ximo sexenio se abandonaran discretamente las posiciones internacionales asumidas, se controlaran los

    aumentos de precios para disminuir el descontento de las clases medias y se restableciera la confianza de los empresarios para que nuevamente el PAN se viera confinado al ghetto de la apat?a electoral. En esto radica la debilidad intr?nseca del mayor partido de oposici?n. Ello confirma tambi?n la tesis de Soledad Loaeza sobre su funci?n "tribunicia".

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    Article Contentsp. 233p. 234p. 235p. 236p. 237p. 238p. 239p. 240p. 241p. 242p. 243p. 244p. 245p. 246p. 247p. 248p. 249p. 250p. 251

    Issue Table of ContentsForo Internacional, Vol. 16, No. 2 (62) (Oct. - Dec., 1975), pp. 149-265Front MatterImportancia econmica de la zona fronteriza del norte de Mxico [pp. 149-174]La economa de la subcontratacin internacional [pp. 175-182]El programa fronterizo de maquiladoras: observaciones para una evaluacin [pp. 183-204]Los orgenes del autoritarismo moderno en Mxico [pp. 205-232]El Partido Accin Nacional (origen y circunstancia) [pp. 233-251]Reseas de LibrosReview: untitled [pp. 252-254]Review: untitled [pp. 255-256]Review: untitled [pp. 257-260]

    Libros RecibidosReview: untitled [pp. 261-261]Review: untitled [pp. 262-262]Review: untitled [pp. 262-262]Review: untitled [pp. 263-263]Review: untitled [pp. 263-264]Review: untitled [pp. 264-264]Review: untitled [pp. 264-265]

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