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Memorias de ultratumba Tomo III

MEMORIAS DE ULTRATUMBA TOMO III

POR EL VIZCONDE DE CHATEAUBRIAND

Ttulo Original: Mmoires d'outre-tombe1848, Chateaubriand, Francois-Ren1849, Mellado, EditorISBN: 5705547533428Generado con: QualityEbook v0.65

TRADUCIDA AL CASTELLANO.MADRID, 1849CONDICIONES DE SUBSCRIPCIN.Todos los das se publican dos pliegos, uno de cada una de las dos secciones en que est dividida la Biblioteca, y cada pliego cuesta dos cuartos en Madrid y diez maravedes en provincia, siendo de cuenta de la empresa el porte hasta llegar los tomos a poder de sus corresponsales. Las remesas de provincias se hacen por tomos; en Madrid puede recibir el suscriptor las obras por pliegos o por tomos, a su voluntad. Para ser suscriptor en provincia basta tener depositados 12 rs. en poder del corresponsal. LA GUERRA DE RUSIA

Proyectos y preparativos para la guerra de Rusia. Embarazos de Napolen.BONAPARTE no vea ya enemigos, y no sabiendo en donde apoderarse de nuevos imperios, a falta de otra cosa mejor, tom el reino de Holanda a su hermano. Pero en el corazn de Napolen haba quedado una secreta enemistad contra Alejandro, desde la poca de la muerte del duque de Enghien. Animbale una rivalidad de potencia: saba lo que poda hacer la Rusia, y a qu precio haba comprado las victorias de Friedland y de Eylau: Las entrevistas de Tilsit y de Erfurt, suspensiones de hostilidades forzosas, una paz que el carcter de Bonaparte no poda soportar, declaraciones de amistad, apretones de manos, abrazos y. proyectos fantsticos de conquistas comunes, no eran ms que aplazamientos de odio. En el continente quedaban un pas y capitales en donde Napolen no haba aun entrado, y un imperio en pie, frente a frente del imperio francs: los dos colosos deban medir sus fuerzas. Extendiendo desmesuradamente los limites de la Francia, Bonaparte encontr a los rusos, como Trajano pasando el Danubio se encontr con los godos.Una calma natural, sostenida por una piedad sincera desde que se haba convertido a la religin, inclinaba a Alejandro a la paz, y jams la hubiera roto sino se le obligara a ello yendo a atacarle. Todo el ao 1811 se invirti en preparativos. La Rusia invit al Austria humillada y a la Prusia oprimida, a que se uniesen a ella en el caso de que se viese atacada: la Inglaterra haba ya ofrecido su bolsa. El ejemplo de los espaoles haba excitado las simpatas de los pueblos, y comenzaba ya a formarse el lazo de la virtud (Tugendbund) que poco a poco iba atrayndose a la juventud de Alemania.Bonaparte negociaba y hacia promesas: dejaba esperar al rey de Prusia la posesin de las provincias ruso-alemanas: el rey de Sajonia y el Austria se lisonjeaban de obtener aumento de territorio con lo qu todava quedaba de Polonia: los prncipes de la confederacin del Rin, soaban con los cambios que les eran ms convenientes: todos pensaban en ensanchar Sus limites, y Napolen meditaba alargar los de la Francia, aunque ya se haba desbordado por Europa pretenda aumentarla con la Espaa. El general Seastiani le dijo: Y vuestro hermano? Napolen replic: Qu importa mi hermano? acaso debe darse un reino como la Espaa?... El seor dispona con una sola palabra del reino que tantos sacrificios y penalidades haba costado a Luir XIV; pero no le conserv tan largo tiempo. Por lo que hace a los pueblos, jams ha habido hombre que haya hecho menos caso de ellos, ni que los haya despreciado tanto como Bonaparte, y arrojaba sus restos a la jaura de reyes que llevaba a la caza con el ltigo en la mano. Aula, dice Jornands, llevaba consigo una multitud de prncipes tributarios que esperaban temblando una sea del dueo de los monarcas, para ejecutar ciegamente cuanto les mandase.Antes de marchar a Rusia con sus aliados el Austria, la Prusia y la confederacin del Rin, compuesta de reyes y de prncipes, Napolen quiso asegurar sus dos costados que llegaban a las extremidades de Europa, y negocio dos tratados, uno en el Medioda con Constantinopla, y otro al Norte con Estocolmo: estos dos tratados no llegaron a concluirse.Napolen, en la poca de su consulado, volvi a anudar sus relaciones coala Puerta: Selim y Bonaparte se regalaron mutuamente sus retratos, y sostenan una correspondencia misteriosa. Napolen le escribi desde Ostende con fecha 3 de abril de 1807 Te has manifestado digno descendiente de los Selim y Solimanes: confame todos tus apuros: soy bastante poderoso y estoy muy interesado en tu suerte, tanto por amistad como por poltica, para no rehusarte nada. Encantadora efusin de ternura entre dos sultanes que conversaban cara a cara, como hubiera dicho Saint Simon.Derribado Selim, Napolen volvi a su sistema ruso, y pens en dividir la Turqua con Alejandro; ms contrariado, despus por un nuevo cataclismo de ideas, se decidio a invadir el imperio moscovita. Pero hasta el 21 de marzo de 1812 no pidi a Mahfnud su alianza, exigindole repentinamente que colocase cien mil turcos en las orillas del Danubio. En compensacin de aquel ejrcito ofreci a la Puerta la Moldavia y la Valaquia. Los rusos se le haban anticipado: su tratado estaba a punto de concluirse, y qued firmado el 28 de mayo de 1812.En el Norte, los acontecimientos engaaron tambin a Bonaparte. Los suecos hubieran podido invadir a la Finlandia, y los turcos amenazar la Crimea; con esta combinacin la Rusia habra tenido que sostener a un mismo tiempo dos guerras, y la hubiera sido imposible reunir sus fuerzas contra la Francia: esto seria una poltica en grande escala, si el mundo no estuviese ahora tan reducido en lo moral y lo fsico, por la comunicacin de las ideas y de los caminos de hierro. Estocolmo, encerrndose en una poltica nacional, se entendi con San Petersburgo.Despus de perder en 1807 la Pomerania invadida por los franceses, y en 1808 la Finlandia invadida por a Rusia, Gustavo IV fue depuesto. Gustavo, leal, aunque un poco loco, ha aumentado el nmero de los reyes errantes sobre la tierra, y yo le di una carta de recomendacin para los padres de la Tierra Santa: sobre el sepulcro de Jesucristo debemos buscar el consuelo de nuestras desgracias.El to de Gustavo fue colocado en el trono en reemplazo de su sobrino. Bernadotte, que haba mandado el cuerpo de ejrcito francs de la Pomerania, se granje la estimacin de los suecos, que fijaron sus ojos en l: Bernadotte fue, pues, elegido para llenar el vacio que por su muerte dejaba el prncipe de Holstein-Augustenbourg, prncipe hereditario de Suecia, nuevamente elegido. Napolen vio con disgusto la eleccin de su antiguo compaero.La enemistad de Bonaparte y de Bernadotte databa de muy atrs: este ltimo se haba opuesto al 18 brumario, y despus, con sus conversaciones animadas y el ascendiente que tena sobre los nimos, contribuy a las escisiones que hicieron a Moreau comparecer ante un tribunal de justicia. Bonaparte se veng a su manera, procurando desconceptuarle. Despus de la condenacin de Moreau, regal a Bernadotte una casa, calle de Anjou, que haba pertenecido a aquel general; y por una debilidad, entonces demasiado comn, el cuado de Jos Bonaparte no se atrevi a rehusar aquella munificencia poco honrosa. Berthier recibi a Grosbois. Habiendo colocado la fortuna el cetro de Carlos XII en manos de un compatriota de Enrique IV, Carlos Juan no quiso favorecer las ambiciosas miras de Napolen: crey que era-mas seguro y conveniente tener por aliado a su vecino Alejandro que a Napolen enemigo lejano, se declaro neutral, aconsej la Paz, y propuso su mediacin entre la Rusia y la Francia.Bonaparte se puso furioso y dijo: Ese miserable se atreve a darme consejos?., quiere imponerme la ley?.. un hombre que todo lo debe a mis bondades?.. Qu ingratitud?.. Yo sabr obligarle a que siga mi soberano impulso.... A consecuencia de aquellos arrebatos. Bernadotte firm el 24 de marzo de 1812 el tratado de San Petersburgo.No hay que preguntar con qu derecho Bonaparte trataba de miserable a Bernadotte, porque olvidaba que ni su origen era ms elevado ni distinto, la revolucin y las armas. Aquel lenguaje insultante, no anunciaba ni la altivez hereditaria del rango ni grandeza de alma. Bernadotte no era ingrato: nada deba a la bondad de Bonaparte.El emperador se haba trasformado en un monarca de antigua raza: todo se lo atribua, no hablaba ms que de si mismo, y crea recompensar y castigar con solo decir que estaba satisfecho o descontento. Aun cuando la corona con que cea sus sienes hubiese pertenecido durante muchos siglos a sus antepasados, y contase muchos sepulcros suyos en el panten de San Dionisio, no podra tener escusa semejante arrogancia.La fortuna llev desde los Estados Unidos y el Norte de la Europa, dos generales franceses al mismo campo de batalla, para hacer la guerra a un hombre, contra quien se haban reunido en un principio, y que los haba separado. Soldado o rey, nadie pensaba entonces que fuese un crimen el querer derrocar al opresor de la libertad. Bernadotte triunf y Moreau sucumbi. Los hombres que desaparecen jvenes, son viajeros vigorosos: andan bien pronto el camino que otros hombres ms dbiles concluyen con paso lento.El emperador emprende la expedicin de Rusia. Objeciones. Falta de Napolen.No por falta de advertencias se obstin Napolen en la guerra de Rusia: el duque de Frioul, el conde de Segur, y el duque de Vicenza, a quienes consult, opusieron a aquella empresa una multitud de objeciones. No se debe, deca animosamente el ltimo, (Historia del grande ejrcito) al apoderarse del continente, y aun de los estados de la familia de un aliado, acusarle de que ha faltado a el sistema continental, Cuando los ejrcitos franceses cubran la Europa, cmo haba de vituperarse que la Rusia tuviese reunido el suyo? Es acaso preciso atravesar por todos esos pueblos de la Alemania, cuyas heridas abiertas por nosotros no estn aun cicatrizadas? Los franceses no se reconocen ya en medio de una patria que no limita ninguna frontera natural. Quin, pues, defender a la verdadera Francia abandonada? Mi nombre, replic el emperador. Medea le sugiri aquella respuesta: Napolen hacia que descendiese basta l la tragedia.Anuncio el pensamiento, de hacer un llamamiento a la nobleza del imperio, y organizara en cohortes: en su memoria se hallaban confundidos el tiempo y los recuerdos. A la objecin de que todava existan en el imperio diverso; partidos contest: Los realistas temen ms que desean mi prdida. Lo ms til y difcil que he hecho, ha sido contener el torrente revolucionario que todo se lo hubiera tragarlo. Temis la guerra por mi vida? Matarme es imposible: aun no he cumplido la voluntad del destino. Me siento impelido hacia un objeto que no conozco. Cuando haya llegado a l, un tomo bastar para aniquilarme. Tambin esto era una copia: los vndalos en frica, y Aladeo en Italia, decan que solo cedan a un impulso sobrenatural: divino jusnu perurgeri.La absurda e ignominiosa disensin con el papa aumentaba los riesgos de la posicin de Bonaparte: el cardenal Fesch le conjuraba que no se atrajese a un mismo tiempo la enemistad del cielo y de la tierra: Napolen agarr a su to de la mano, le condujo a un balcn (era de noche) y le dijo: Veis aquella estrella? No, seor. Mirad bien. Seor, no la veo. Pues bien, yo si.Vos tambin, deca Bonaparte a Mr. de Caulaincourt, os habis vuelto ruso.Con mucha frecuencia, asegura Mr. de Segur, se vea a Napolen medio recostado en un sof, sumergido en una meditacin profunda: sala de ella luego como sobresaltado, convulsivo, crea or que le llamaban, y exclamaba, quin me llama? Entonces se levantaba y se paseaba con mucha agitacin. Cuando el caballero Balafi (el acuchillado) se aproximaba a su catstrofe, subi a la azotea del castillo de Blois, llamada la Prtiga de los Bretones, y all bajo un cielo de otoo, y en una desierta campia que se extenda a lo lejos, se le vea pasearse apresuradamente y con movimientos furiosos. Bonaparte en su saludable fluctuacin, deca: Nada hay aun establecido en derredor mo para una guerra tan lejana: es necesario retardarla tres aos. Prometa declarar al zar, que no contribuira ni directa ni indirectamente al restablecimiento del reino de Polonia: la antigua y la moderna Francia han abandonado siempre a este fiel y desgraciado pas.Entre todas las faltas polticas cometidas por Bonaparte, este abandono es una de las ms graves. Despus declar, que si no haba procedido aun restablecimiento tan altamente indicado, fue por que tema desagradar a su suegro. Bonaparte era hombre que se detena por consideraciones de familia?.. La escusa es tan trivial, que al darla, no hizo ms que maldecir su matrimonio con Mara Luisa. Lejos de opinar lo mismo acerca de aquel enlace, el emperador de Rusia dijo: Heme ya reducido a lo intrincado de mis bosques. Bonaparte qued simplemente obcecado por la antipata que tena a la libertad de los pueblos.El prncipe Poniatowski, cuando la primera invasin del ejrcito francs, organiz tropas polacas, reunironse los cuerpos polticos, y la Francia mantuvo dos embajadores sucesivos en Varsovia, al arzobispo de Malinas y Mr. Bignon. Franceses del Norte los polacos, intrpidos y ligeros, hablaban la lengua francesa, amaban a los franceses como hermanos, y moran en defensa de ellos con una fidelidad en que se descubra su aversin a la Rusia. La Francia los haba perdido en otro tiempo, y la corresponda volverles la vida: no se deba nada a aquel pueblo salvador de la cristiandad? Yo le dije a Alejandro en Verona: Si V. M. no restablece la Polonia, se ver obligado a esterminarla. Querer condenar a este pueblo a la opresin por su posicin geogrfica, es conceder demasiado a las colonias y los ros: veinte pueblos rodeados tan solo de su valor han defendido su independencia, y la Italia parapetada con los Alpes, ha cado bajo el yugo del que ha querido imponrsele ms justo seria reconocer otra fatalidad, a saber: que los pueblos belicosos que habitan las llanuras, estn condenados a la conquista desde las llanuras han emprendido su carrera los diversos invasores de Europa.Lejos de favorecer a la Polonia, se trat de que sus soldados usasen la escarapela francesa: aunque estaba muy empobrecida, se la impuso la pesada carga de mantener un ejrcito francs de ochenta mil hombres, y el gran ducado de Varsovia fue prometido al rey de Sajonia. Si la Polonia hubiese sido constituida en reino, la raza eslava hubiera recobrado su independencia del Bltico al mar Negro. Aun cuando Napolen abandonaba a los polacos, sirvindose al mismo tiempo de ellos, solicitaban siempre que se los colocase en la vanguardia, y se lisonjeaban e poder entrar solos en Mosc: proposicin inoportuna!.. El poeta armado, Bonaparte, haba vuelto a aparecer, y quera subir al Kremlin para cantar y firmar en l un decreto sobre teatros.Dgase en el da cuanto se quiera en alabanza de Bonaparte, lo cierto es, que aquel gran demcrata, tena un odio invencible a los gobiernos constitucionales; idea de que no desisti aun cuando haba entrado en los amenazadores desiertos de la Rusia. El senador Wibicki le llev a Vilna las resoluciones de la dieta de Varsovia: A vos, deca en su exageracin sacrlega, a vos que dictis al siglo su historia, y en quien reside la fuerza de la Providencia, toca apoyar unos esfuerzos que debis aprobar. Wibicki peda nicamente a Napolen el Grande que pronunciase estas palabras: Que exista el reino de Polonia, y el reino de Polonia existira. Los polacos se pusieron a las rdenes del jefe ante quien los siglos no eran ms que un momento, y el espacio un punto.Napolen respondi:Nobles, diputados de la confederacin de Polonia, he escuchado con el mayor inters lo que acabis de manifestarme. Polacos, yo pensara y obrara como vosotros, V como vosotros hubiera votado tambin en la asamblea de Varsovia. El amor de la patria es el primer deber del hombre civilizado.En la situacin en que me encuentro, tengo muchos intereses que conciliar y muchos deberes que cumplir. Si hubiese reinado cuando se llev a efecto la primera, la segunda o la tercera particin de la Polonia, hubiera Armado mis pueblos para defenderla.Amo mucho a vuestra nacin!.. Durante diez y seis aos lie tenido a mi lado vuestros soldados en los campos de Italia y en los de Espaa, Aplaudo lo que habis hecho, y autorizo los esfuerzos que hagis: por mi parte har cuanto de m dependa para secundar vuestras resoluciones.Desde mi primera entrada en Polonia siempre he usado con vosotros el mismo lenguaje. Ahora debo aadir, que he garantizad/> al emperador de Austria la integridad de sus dominios y que no puedo aprobar ninguna maniobra o ningn movimiento que tienda a perturbar la pacifica posesin de lo que le resta de las provincias de Polonia.Recompensar este sacrificio de vuestro territorio, que os hace tan interesantes, y os adquiere tantos ttulos a mi estimacin y proteccin, con todo lo que pueda depender de mi segn las circunstancias.As ha sido abandonada la Polonia, y crucificada para rescatar a las naciones: se la ha insultado cobardemente en su pasin: se la ha presentado la esponja empapada en vinagre, cuando en la cruz de la libertad dijo: Tengo sed, sitio. Cuando la libertad, exclama Mickiewiez, se siente en el trono del mundo, juzgar las naciones, Entonces dir a la Francia: te he llamado y no has querido escucharme; vuelve, pues, a ser esclava.Tantos sacrificios, tantos trabajos, dice el abate de Lameunais, deben permanecer estriles?.. Los mrtires sagrados no haban sembrado en los campos de la patria masque una esclavitud eterna?.. Qu os en esos bosques?.. El triste murmullo de los vientos. Qu veis pasar por encima de esas llanuras? al ave viajera que busca un sitio en donde descansar.Reunin en Dresde. Bonaparte pasa revista a su ejrcito, y llega a las orillas del Niemen.El 9 de mayo de 1812, Napolen parti para el ejrcito y se traslad a Dresde. All reuni los diseminados resortes de la confederacin del Rin, y por primera y ltima vez, puso en movimiento aquella mquina que l mismo haba fabricado.Entre las obras maestras que echan de menos el sol de la Italia, se encuentra una reunin del emperador Napolen y de la emperatriz Mara Luisa, del emperador y la emperatriz de Austria y de una porcin de soberanos grandes y pequeos. Aquellos soberanos aspiraban a formar de sus diversas cortes los crculos subordinados de la corte principal, y se disputaban el vasallaje: uno quera ser el copero del lugarteniente Brienne, y otro su panadero. La historia de Carlo-Magno fue puesta a contribucin por la erudicin de las cancilleras alemanas; cuanto ms elevadas eran las personas, ms rastreras se haban vuelto: Una seora de Montmorency, dice Bonaparte en Las Cases, se hubiera arrojado al suelo para alar las chitas de los zapatos de la emperatriz.Cuando Bonaparte atravesaba el palacio de Dresde para ir a un festn que se le haba preparado, marchaba el primero y con el sombrero puesto; seguais Francisco II con el sombrero en la mano, acompaando a su hija la emperatriz Marta Luisa, y detrs iban mezclados los dems prncipes, guardando un respetuoso silencio. La emperatriz de Austria no se encontraba entre el acompaamiento: deca que esta ha indispuesta, y no sala de su habitacin sino en silla de manos para evitar el dar el brazo a Napolen, a quien aborreca. Si quedaban aun algunos sentimientos nobles, se haban refugiado en el corazn de las mujeres.Solo un rey, el de Prusia, fue el que se mantuvo en un principio alejado: Qu me quiere ese prncipe? deca Bonaparte con impaciencia. No le basta el importunarme con sus cartas? Por qu quiere perseguirme con su presencia? No lo necesito para nada. Palabras duras contra el infortunio, pronunciadas la vspera de la desgracia.El gran crimen de Federico Guillermo para con el republicano Bonaparte era el haber abandonado la causa de los reyes. Las negociaciones de la corte de Berln con el Directorio, descubran en aquel prncipe, deca Bonaparte, una poltica tmida, interesada, sin nobleza, que sacrificaba su dignidad y la causa general de los tronos a pequeos engrandecimientos. Cuando miraba en algn mapa la nueva Prusia exclamaba: Es posible que yo haya dejado a ese hombre tanto territorio? De los tres comisionados de los aliados que le condujeron a Frejus, al prusiano fue al nico a quien Bonaparte recibi mal, y con quien no quiso tener ninguna relacin. Se ha procurado averiguar la causa de esta aversin del emperador hacia Guillermo, y se ha credo encontrarla en tal o cual circunstancia particular; cuando he hablado de la muerte del duque de Enghien, creo haberme aproximado a la verdad.Bonaparte esper en Dresde los progresos de las columnas de sus ejrcitos: Marlborough, en aquella misma ciudad, yendo a saludar a Carlos XII, observ en un mapa una lnea que iba a parar a Mosc, y adivin que el monarca tomara aquel camino y no se mezclara en la guerra de Occidente. Aunque Bonaparte no confesaba su proyecto de invasin, no pudo sin embargo, ocultarle: tres eran las quejas que daba: el ukase de 31 de diciembre de 1810 que prohiba ciertas importaciones en Rusia, y que con semejante prohibicin destrua el sistema continental: la protesta de Alejandro contra la reunin del ducado de Oldenbufgo, y los armamentos de la Rusia. Si no estuvisemos ya acostumbrados al abuso de las palabras, nos asombraramos de ver alegar como causa ilegitima de guerra, los reglamentos de aduanas de un estado independiente, y la violacin de un sistema que aquel estado no haba aceptado. En cuanto a la reunin del ducado de Oldenburgo y los armamentos de la Rusia, acabamos de ver que el duque de Vicenza se atrevi a manifestar a Napolen la temeridad de aquellas quejas. La justicia es tan sagrada, y parece tan necesaria para el buen resultado de los negocios, que aun los mismos que la pisan pretenden obrar con arreglo a sus principios. Sin embargo; el general Lauriston fu enviado a San Petersburgo, y el conde de Narbona al cuartel general de Alejandro, con el encargo de pronunciar palabras de paz y de buena amistad. El abate de Pradt, haba ya sido enviado a la dieta polaca, y regres de ella apellidando a su amo Jpiter Scapin. El conde de Narbona refiri que Alejandro, sin abatimiento ni jactancia, prefera la guerra a una paz ignominiosa. El zar miraba siempre a Napolen con un sincero entusiasmo, pero deca que la causa de los rusos era justa, y que su ambicioso amigo no tena razn. Aquella verdad, consignada en los boletines moscovitas, tom el carcter de ensea nacional: Bonaparte lleg a ser el Anticristo.Napolen sali de Dresde el 22 de mayo de 1812, y pas a Posen y Thorn: all vio que los dems aliados saqueaban a los polacos. Baj por la orilla del Vstula y se detuvo en Dantzick, Koenigsberg y Gumbiunen.En el camino pas revista a sus tropas: a los soldados veteranos, les habl de las Pirmides, de Marengo, de Austerlitz, de Jena y de Friedland; con los jvenes se ocup de sus necesidades, de su equipo, de su sueldo, y de sus capitanes: en aquel momento se manifestaba en extremo bondadoso.Invasin de la Rusia. Vilna: el senador polaco Wibicki. El parlamentario ruso Balascheff. Smolensko. Murat. El hijo de Platoff.Cuando Bonaparte atraves el Niemen reconocan su dominacin o la de su familia, ochenta y cinco millones y cien mil almas: obedecale la mitad de la poblacin de la cristiandad, y sus rdenes se ejecutaban en un espacio que comprenda diez y nueve grados de latitud y treinta de longitud. Jams se haba visto ni volver a verse una expedicin ms gigantesca.Napolen proclam la guerra el 22 de junio en su cuartel general de Vilna: Soldados, ya ha comenzado la segunda guerra de Polonia: la primera concluy en Tilsit: la fatalidad arrastra a la Rusia: sus destinos deben cumplirse.Mosc contest a aquella voz todava joven y robusta, por boca de su metropolitano de edad de ciento y diez aos: La ciudad de Mosc recibe a Alejandro, su Cristo, como una madre en los brazos de sus celosos hijos, y canta Hosanna. Bendito sea el que llega! Bonaparte se diriga al destino, Alejandro a la Providencia.El 23 de junio de 1812, Bonaparte reconoci de noche ni Niemen, y mand echar sobre l tres puentes. A la cada del siguiente da, algunos zapadores pasaron el rio en una barca, y no encontraron a nadie en la otra orilla. Un oficial de (cosacos que mandaba una patrulla, se aproxim a ellos y les pregunto quienes eran. Franceses. A qu vens a Rusia? A haceros la guerra. Entonces el cosaco se intern en los bosques; tres zapadores le hicieron fuego, pero nadie les contest: por todas partea reinaba un silencio universal.Bonaparte estuvo todo un da echado, pero no pudo descansar; senta que alguna cosa le abandonaba. Las columnas francesas avanzaron por medio del bosque de Pilwisky, protegidas por la oscuridad, como una cierva condujo a los hunos a las lagunas Meotidas. No-se vea el Niemen hasta que se llegaba a la orilla.Durante el da, en lugar de batallones moscovitas o de poblaciones lituanitas que marchasen apresuradas a recibir a sus libertadores, solo se vieron arenales y bosques desiertos. A trescientos pasos del ro, en la altura ms elevada, se divisaba la tienda del emperador. Todos los valles, colinas y laderas que la rodeaban, estaban cubiertos de hombres y caballos. (Segur).El total de las fuerzas que obedecan a Napolen, ascenda a seiscientos ochenta y tres mil trescientos infantes y ciento setenta y seis mil ochocientos cincuenta caballos. En las guerras de sucesin Luis XIV tenia seiscientos mil hombres todos franceses. La infantera activa, a las inmediatas rdenes de Bonaparte, estaba distribuida en diez cuerpos. Componanse estos, de veinte mil italianos, ochenta mil hombres de la confederacin del Rin, treinta mil polacos, treinta mil austriacos, veinte mil prusianos, y doscientos setenta mil franceses.El ejrcito pas el Niemen; el mismo Bonaparte atraves el fatal puente y puso el pie en el territorio ruso. Se detuvo, vio desfilar a sus soldados, y despus ocultndose a la vista, galop por un bosque al azar, y como si le llamasen a consejo los espritus que habitaban entre aquellos matorrales. Volvi y escuch, el ejrcito escuchaba tambin: figurbasele haber odo a lo lejos el estruendo del can, y todo el mundo estaba lleno de regocijo; pero no era ms que una tempestad, los combates retrocedan. Bonaparte se aloj en un convento abandonado, doble asilo de la paz.Se ha referido que el caballo de Napolen cay y que al unos murmuraron; Ese es mal presagio; un romano se retirara. Antigua historia de Escipin, de Guillermo el Bastardo, de Eduardo III y de Malesherbes partir para el tribunal revolucionario.Las tropas emplearon tres (liasen el paso; colocbanse en formacin y avanzaban. Napolen tena mucha prisa: Bossuet, dice que el tiempo le gritaba: Marcha!... Marcha!...Eu Vilna recibi Bonaparte al senador Wibicki de la dieta de Varsovia, despus se present el parlamentario Balascheff, quien declar que todava podan entablarse negociaciones, que Alejandro no era el agresor, y que los franceses se encontraban en Rusia sin que hubiese precedido ninguna declaracin de guerra. Napolen respondi que Alejandro no era ms que un general de pirada, que no tena ms que tres generales: Kutuzoff, de que l hacia poco caso porque era ruso: Beningsen, ya demasiado viejo, y Barclay general de retirada. l duque de Vicenza, creyndose insultado en la conversacin por Bonaparte, le interrumpi con voz alterada: Soy buen francs, lo he probado y lo probar todava, repitiendo que esta guerra es impoltica, arriesgada, y que perder al ejrcito, a la Francia, y al emperador.Bonaparte dijo al enviado ruso: Creis que yo me cuido mucho de vuestros jacobinos polacos? Madama Stal refiere esta proposicin, y sus elevadas relaciones la tenan bien informada: asegura que exista una carta escrita a Mr. de Romanzoff por un ministro de Bonaparte; que propona borrar de las actas europeas el nombre de Polonia y de polaco: prueba superabundante del poco aprecio que hacia Napolen de sus valientes suplican es.Bonaparte pregunt a Balascheff el nmero de iglesias en Mosc, y al or la respuesta exclam: Cmo tantas iglesias en que ya no hay ni un cristiano? Perdonad, seor, repuso el moscovita, los rusos y los espaoles lo son todava.Despedido Balascheff con proposiciones inadmisibles, desapareci hasta la ltima esperanza de paz. Los boletines decan: Ved, pues, ah ese imperio de Rusia, desde lejos tan temible! es un desierto. Alejandro necesita ms tiempo para reunir sus reclutas, que Napolen para llegar a Mosc!.Cuando Bonaparte lleg a Wilepsk hubo un momento en que le ocurri la idea de detenerse all. Al volver a entrar en su cuartel general, despus de haber visto continuar su retirada a Barclay, arroj su espada sobre las cartas y dijo: Aqu me detengo: mi campaa de 1812 est concluida: la de 1813 har lo dems. Feliz si hubiese perseverado en aquella resolucin que todos sus generales le aconsejaban! Lisonjebase conque se le haran nuevas proposiciones de paz, y como no vea llegar a nadie se incomod: Mosc no distaba ms que veinte jornadas. Mosc, la ciudad santa! repeta: su mirada era centellante, y su aire feroz: dio por fin la orden departir. Hicironsele observaciones, pero las despreci: interrogado Daru, le contest. Que no conceba el objeto ni la necesidad desemejante guerra. El emperador replic: Me tienen por ventura por un insensato? Piensan que hago la guerra por gusto? No se le haba odo decir a l mismo, que la guerra de Espaa y de Rusia eran dos cnceres que corroan a la Francia? ms para hacer la paz eran necesarios dos, y no se reciba ni una sola carta de Alejandro.Y aquellos cnceres de quin provenan? Estas inconsecuencias pasan desapercibidas, y aun en caso de necesidad se convierten en pruebas de la cndida sinceridad de Napolen.Bonaparte se creera degradado si se detuviese en una falta que reconoca. Sus soldados se quejaban.de no verle ya masque en el momento del combate para llevarlos a la muerte, y nunca para hacerlos vivir: pero se hizo sordo a sus quejas. La noticia de la paz entre los rusos y los turcos le llen de asombro pero no le contuvo, y se precipit a Smolensko. Las proclamas de los rusos decan: Viene (Napolen) con la traicin en el corazn y la lealtad en los labios, viene a encadenarnos con sus legiones de esclavos. Llevemos la cruz en los corazones y el acero en nuestras manos: arranquemos los dientes a ese len: derroquemos al tirano que trastorna toda la tierra.En las alturas de Smolensko, Napolen volvi a encontrar al ejrcito ruso, fuerte de ciento veinte mil hombres. Ya son mos! exclam. El 17 al rayar el da, Belliard persigui a una banda de cosacos y la arroj al Dniper: despus se vio al ejrcito enemigo retirarse por el camino de Mosc. El sueo de Bonaparte aun no se realizaba. Murat que haba contribuido mucho a la infructuosa persecucin, quera morir en su desesperacin y se obstinaba en no querer abandonar una de las bateras acribillada por los fuegos de la ciudadela de Smolensko que todava no estaba evacuada. Retiraos todos, gritaba, y dejadme aqu solo. Un ataque horroroso se dio a aquella ciudadela: colocada sobre unas alturas que se elevan en forma de anfiteatro, el ejrcito francs miraba el combate desde abajo: cuando vio que los que la asaltaban se arrojaban por entre el fuego y la metralla, palmoteo como lo haba hecho al mirar las ruinas de Tebas.Durante la noche llam la atencin general un incendio, un sargento de Davoust escalo la muralla, y lleg a la ciudadela envuelto en una nube de humo: lleg a sus odos el sonido de algunas voces lejanas: se dirigi hacia aquel lado, pistola en mano, y con gran asombro suyo se encontr con una patrulla de amigos. Los rusos haban abandonado la ciudad, y la haban ocupado los polacos de Poniatowski.Murat, por su extraordinario traje, y por su intrepidez, excitaba el entusiasmo de los cosacos. Un da que daba a sus bandas una furiosa carga, su arrebata contra ellas, las reprende con aspereza y las manda: los cosacos no le entienden, pero adivinan, vuelven bridas y obedecen la orden del general enemigo.Cuando vimos en Pars al helman Platoff, ignorbamos su afliccin paternal: en 1812 tena un hijo hermoso como el Oriente, y montaba un soberbio caballo blanco de Ucrania: el guerrero de diez .y siete aos combata con la intrepidez de su florida juventud, pero le mat un hulano polaco. Tendironle en una piel de oso, y los cosacos fueron respetuosamente a besarle la mano. Rezaron oraciones fnebres, y le enterraron en un cerrillo cubierto de pinos: en seguida desfilaron por delante de la tumba con los caballos de la brida, y a punta de la lanza vuelta hacia el suelo parecan los funerales descritos por el historiador de los godos, o a las cohortes pretorianas abatiendo las fasces ante las cenizas de Germnico: versi fasces. El viento hace caer los copos de nieve que la primavera del Norte lleva en sus cabellos. (Edda de Soenumd).Retirada de los rusos. El Borysthenes. Mortificacin de Bonaparte. Kutuzoff sucede a Barclay en el mando del ejrcito ruso. Batalla de Mosc o de Borodino. Boletn. Aspecto del campo de batalla.Bonaparte escribi a Francia desde Smolensko que era dueo de las salinas rusas, y que su ministro de Hacienda poda contar con 80.000.000 ms.La Rusia hua hacia el polo: los seores abandonaban sus palacios de madera, y se marchaban con sus familia, sus siervos y sus rebaos. El Dniper o el antiguo Boritsthenes, cuyas aguas fueron en otro tiempo declaradas santas por Vladimiro, queda ya a la espalda: este rio haba enviado a los pueblos civilizados las invasiones de los brbaros, y entonces sufra las invasiones de los pueblos civilizados. Salvaje disfrazado con un nombre griego, no recordaba ni una las primeras emigraciones de los eslavos: continuaba corriendo desconocido por medio de los busques, y llevaba en sus barcas en vez de los hijos de Odn, chales y perfumes para las seoras de San Petersburgo y de Varsovia. Su historia no comienza para el mundo ms que al orient de las montaas en donde estn los altares de Alejandro.Desde Smolensko se poda igualmente dirigir un ejrcito a San Petersburgo y a Mosc. Smolensko debi advertir al vencedor que era tiempo de detenerse, y as lo dese un momento. El emperador, dice Mr. Fain, desalentado, habl del proyecto de detenerse en Smolensko. En los hospitales comenzaba ya a carecerse de todo. El general Gourgand refiere que el general Lariboissierc se vio obligado a entregar la estopa de sus caones para curar a los heridos. Pero Bonaparte no poda contenerse: deleitbase en contemplar en las dos extremidades de la Europa, las dos auroras que alumbraban a sus ejrcitos en llanuras ardientes y en mesetas heladas.Rolando, en su estrecho crculo de caballera, corra detrs de Anglica: los conquistadores de la primera raza perseguan a una soberana ms elevada: no haba reposo para ellos, hasta que lograsen estrechar en sus brazos a aquella divinidad coronada de torres, esposa del tiempo, hija del cielo y madre de los dioses. Posedo enteramente de su propia existencia, Bonaparte todo lo haba reducido a su persona: Napolen se haba apoderado de Napolen: en l no haba nada roas que l. Hasta entonces no haba explorado ms que lugares clebres, ms ahora recorra un camino sin sombre, a lo largo del cual Pedro apenas haba bosquejado las futuras ciudades de un imperio que apenas contaba un siglo. Si los ejemplos instruyesen, Bonaparte se hubiera acordado con disgusto de Carlos XII, que atraves a Smolensko buscando a Mosc.En Kolodrina hubo una accin sangrienta: enterrronse apresuradamente los cadveres de los franceses, de modo que Napolen no pudo calcular exactamente su gran prdida. En Dorogobouj se encontr un ruso cuya barba de deslumbrante blancura le caa sobre el pecho y que Siendo demasiado viejo para seguir su familia, se haba quedado solo en el hogar domstico: haba visto los prodigios del fin del reinado de Pedro el Grande, y presenciaba con silenciosa indignacin la devastacin de su pas.Una serie de batallas presentadas y no aceptadas, condujeron a los franceses al campo de la Moskowa. En cada vivac el emperador conferenciaba con sus generales, y escuchaba sus objeciones sentado sobre un haz de ramas de abeto o jugando con alguna bala rasa que mova con el pie.Barclay, pastor de Livonia, y despus general, era el autor de aquel sistema de retirada que permita esperar la llegada del otoo: una intriga de corte le derrib. El anciano Kutuzoff batido en Austerlitz, por no haber seguido su opinin, que era el no aceptar el combate hasta la llegada del prncipe Carlos, reemplaz a Barclay. Los rusos vean en Kutuzoff un general de su nacin, el discpulo de Souwaroff, el vencedor del gran visir en 1811, y el autor de la paz con la Puerta, tan necesaria entonces a la Rusia. Entretanto se present en los puestos avanzados de Davoust, un oficial moscovita, encargado de unas proposiciones bastante vagas, porque su verdadera misionera la de ver y examinar: enseronle todo, y los franceses curiosos y poco medrosos, le preguntaron qu poblacin se encontraba entre Viazma y Mosc: Pultava contest.Al llegar a las alturas de Borodino, Bonaparte vio por fin al ejrcito ruso atrincherado en unas posiciones formidables. Se compona de ciento veinte mil hombres y seiscientas piezas de artillera: las fuerzas francesas eran iguales en nmero. Examinada la izquierda de los rusos, el general Davoust propuso a Napolen el flanquear al enemigo: Eso me hara perder demasiado tiempo, contest el emperador. Davoust insisti, y se comprometi a concluir su maniobra antes de las seis de la maana. Napolen, interrumpiendole bruscamente, le dijo: Siempre estis dispuesto a atacar por la espalda al enemigo.En el campo moscovita se observ gran movimiento: las tropas estaban sobre las armas, y Kutuzoff, rodeado de los papas y archimandritas, precedido de los emblemas de la religin y de una sagrada imagen que pudieron sacar de las ruinas de Smolensko, hablaba a sus soldados del cielo y de la patria, y llamaba a Napolen el dspota universal.En medio de aquellas canciones guerreras, de aquellos coros de triunfo, mezclados con gritos dolorosos, se oy tambin en el campo francs una voz cristiana que se distingua de todas las dems: el himno santo que sube por si solo a las bvedas del templo. El soldado, cuya tranquila pero conmovida voz fue la ltima que reson, era el ayudante de campo del mariscal que mandaba la caballera de la guardia. Aquel ayudante de campo se encontr en todos los combates de la campaa de Rusia, habla de Napolen como uno de sus mayores admiradores, pero reconoce en l algunas flaquezas, que trata de disimular con mentidas narraciones, y declara que las faltas cometidas provinieron del orgullo del jefe, y de que los capitanes se olvidaron de Dios. En el campo ruso, dice el teniente coronel Baudus, se santific la vspera de un da que deba ser el ltimo para tantos valientes.El espectculo ofrecido a mis ojos por la piedad del enemigo, y las burlas que de l hicieron muchos oficiales de nuestras filas, me record que el mayor de nuestros reyes, Carlo-Magno, se prepar tambin con ceremonias religiosas para comenzar la ms peligrosa de sus empresas..., Ah sin duda entre aquellos cristianos extraviados hubo un gran nmero cuya buena fe santific las oraciones; porque silos rusos fueron vencidos en la Moskowa, nuestra completa destruccin, de que no pueden gloriarse en manera alguna, pues que fue obra palpable de la Providencia, vino a probar algunos meses despus, que su splica fue favorablemente acogida.Pero en donde estaba el zar? Acababa de decir modestamente a madama de Stal fugitiva, que senta no ser un gran general. En aquel momento se presentaba en nuestros vivaques Mr. de Beausset, empleado de palacio: sali de los tranquilos bosques de Saint-Cloud, y siguiendo las huellas horribles del ejrcito, lleg la vspera de los funerales a la Moskowa: llevaba el retrato del rey de Roma que Mara Luisa enviaba al emperador. Mr. Fain y Mr. de Segur nos pintan las sensaciones que aquella vista produjo en el nimo de Bonaparte: segn el general Gourgaud exclam despus de mirar el retrato: Retiradle de ah; bien pronto ve un campo de batalla.El da que precedi a la tempestad fue en extremo tranquilo. Esa especie de sabidura y previsin, dice Mr. de Randus, que se despliega para preparar tan crueles locuras, tiene algo de humillante para la razn humana cuando se piensa en ello a sangre fra en la edad a que yo he llegado; porque en mi juventud encontraba todo aquello muy hermoso.En la noche del 6, Bonaparte dict esta proclama, que la mayor parte de los soldados no conocieron hasta despus de la victoria.Soldados, he aqu la batalla que tanto habis deseado. En adelante la victoria depende de vosotros: nos es necesaria: nos proporcionara la abundancia y el pronto regreso a la patria. Conducos como en Austerlitz, Friedland, Witepsl y Smolensko, y que la posteridad ms remota cite vuestro comportamiento en esta jornada, y diga de cada uno de vosotros: en aquella gran batalla se encontraba junto a las murallas de Mosc.Bonaparte pas la noche en la mayor ansiedad: crea unas veces que los enemigos se retiraban, y otras temia la desnudez y privaciones de los soldados, y l cansancio de sus oficiales. Sabia que decan en derredor suyo: Con qu objeto se nos han hecho andar ochocientas leguas, para no encontrar ms que una agua cenagosa, hambre, y vivacs sobre cenizas? Cada ao va agravndose la guerra: nuevas conquistas obligan a ir en busca de nuevos enemigos. Bien pronto no le ser ya suficiente la Europa y tendremos qua marchar al Asia. Bon aparte no haba, en electo, visto con indiferencia las corrientes que desaguan en el Volga. Detenido en Jaffa en la entrada occidental de Asia, detenido en Mosc en la parte septentrional de aquella misma Asia, fue a morir en los mares que limitan la parte del mundo en donde nacieron el hombre y el sol.Napolen hizo llamar a media noche a uno de sus ayudantes de campo, quien le encontr con la cabeza apoyada entre sus manos. Qu es la guerra? deca, un oficio de brbaros, cuyo arte consiste en ser el ms fuerte en un punto dado. Quejbase de la inconstancia de la fortuna: envi a reconocer la posicin del enemigo: se le manifest que las fogatas continuaban encendidas en igual nmero, y se tranquiliz. A las cinco de la maana Ney le envi a pedir la orden de ataque: Bonaparte sali y dijo: Vamos a abrir las puertas de Mosc. Amaneci por fin, y Napolen sealando al Oriente exclam: He ah el sol de Austerlitz!:.,Mojaisk, 12 de setiembre de 1812.Extracto del boletn nmero 18 del grande ejercito.El 6 a las dos de la maana el emperador recorri los puestos avanzados enemigos; el da se pas en reconocimientos. La posicin que ocupaba el enemigo era muy fuerte y ventajosa.Aquella posicin pareci excelente. Era fcil maniobrar y obligar al enemigo a evacuarla; pero esto hubiera sido diferir la accin.El 7 a las seis de la maana, el general conde Sorbier, que haba armado la batera directa con la artillera de reserva de la guardia, rompi el fuego.A las seis y media fue herido el general Compans: a las siete perdi su caballo el prncipe de Eckmuhl...A las siete el mariscal duque de Elchingen se puso en movimiento, y protegido por sesenta piezas de artillera que el general Foucher haba colocado la vspera contra el centro del enemigo, se dirigi hacia l. Mil caones esparcen la muerte por todos lados.Alas ocho estaban ya tomadas las posiciones y reductos enemigos, y nuestra artillera coronaba sus trincheras.El enemigo conservaba aun las reductos de la derecha: el general conde Morand march contra ellos y los tom: pero a las nueve de la maana, atacado por todos lados, no pudo sostenerse y .tuvo que abandonarlos. Alentado el enemigo con aquella ventaja, hizo avanzar su reserva y sus ltimas tropas para probar fortuna. La guardia imperial rusa formaba parte de ellas: atac a nuestro centro sobre el cual se haba replegado nuestra derecha. Por un momento se temi que se apoderase del lugar incendiado; la divisin Friant se dirigi all: ochenta piezas de artillera detienen primero y destrozan despus las columnas enemigas, que durante dos horas se mantuvieron compactas sufriendo el fuego de la metralla, sin atreverse a avanzar, sin querer retroceder, y renunciando a la esperanza de la victoria. El rey de Npoles decidi su incertidumbre: mand cargar al cuarto cuerpo de caballera, que penetr por las brechas que nuestra artillera haba abierto en las masas de los rusos, y los escuadrones de sus coraceros y se desbandaron por todas partes.A las dos de la tarde no le queda al enemigo esperanza alguna: la batalla ha concluido y el caoneo continua: el enemigo se bate en retirada, por su salvacin ms no por la victoria...Nuestra prdida total puede calcularse en nueve o diez mil hombres, y la del enemigo en cuarenta o cincuenta mil. Para cada cadver francs haba cinco rusos. Cuarenta generales rusos quedaron muertos, heridos o prisioneros: entre los segundos se encontraba el general Bagration.Hemos perdido al general de divisin conde Montbrun, muerto de bala de can, y al general conde Caulimourl, enviado para reemplazarle, que muri tambin de tir de can una hora despus.Murieron adems los generales de brigada Comper, Planzonue, Marion y Huart: otros siete u ocho generales han sido heridos, aunque la mayor parte levemente. El prncipe de Eckmuhl ha recibido lesin alguna. Las tropas francesas se han cubierto de gloria, y han mostrado su gran superioridad sobre los soldados rusos.Tal es en pocas palabras el bosquejo de la batalla de la Moskowa dada a dos leguas a la espalda de Mojaisk, y a veinte y cinco de Mosc.El emperador no ha corrido el menor peligro: la guardia de infantera y caballera no ha perdido un solo hombre. La victoria no ha estado nunca indecisa. Si el enemigo, forzado en sus posiciones, no se hubiese obstinado en recobrarlas, nuestra prdida habra sido mayor que la suya; pero ha destruido su ejrcito, tenindole expuesto desde las ocho hasta las dos al fuego de nuestras bateras, y empendose en recuperar lo perdido. Esta ha sido la causa de sus inmensas bajas.Este boletn fro y lleno de reticencias, dista mucho de dar una idea exacta de la batalla de la Moskowa, y especialmente de la horrorosa matanza en el gran reducto: ochenta mil hombres quedaron fuera de combate, de los cuales treinta mil pertenecan a la Francia. Augusto de la Rochejaquelein recibi un sabalo en la cara, y qued prisionero de los moscovitas: recordaba otros combates y otra bandera. Bonaparte al pisar revista al regimiento nmero 61, casi enteramente destruido, dijo al coronel: Coronel, qu habis hecho de uno de vuestros batallones? Seor, est en el reducto. Los rusos han sostenido, y sostienen todava, que ganaron la batalla, y van a colocar una columna triunfal y fnebre en las alturas de Borodino.La narracin de Mr. de Segur suplir lo que falta al boletn de Bou aparte. El emperador, dice, recorri el campo de batalla: jams otro alguno present tan horrible aspecto. Todo concurra a hacer aquel cuadro ms desolador: un cielo oscuro, una lluvia muy fra, un viento violento, habitaciones reducidas a escombros, y una llanura enteramente cubierta de ruinas y destrozos: en el horizonte el triste y sombro verdor de os rboles del Norte: por todas partes se vean soldados errantes entre los cadveres buscar subsistencias hasta en los morrales de sus compaeros muertos: heridas horribles, por que las balas rusas son ms gruesas que las nuestras: vivacs silenciosos: nada de canciones ni narraciones: por donde quiera reinaba el ms profundo abatimiento.Vease en derredor de las guilas al resto de los oficiaies y sargentos y algunos soldados, pero en tan corto nmero que apenas eran suficientes a custodiar las banderas. Sus uniformes estaban desgarrados por el encarnizamiento del combate, ennegrecidos con la plvora y manchados de sangre: y sin embargo, entre aquellos harapos, aquella miseria y aquel desastre, se observaba cierta fiereza, y aun a vista del emperador se oyeron algunos gritos de triunfo, aunque muy raros, no que en aquel ejrcito, capaz a un tiempo mismo de anlisis y de entusiasmo, cada uno juzgaba de la posicin de iodos los dems.El emperador no pudo calcular su victoria ms que por los muertos. El suelo estaba de tal manera lleno de franceses tendidos sobre los reductos, que parecan pertenecerles ms bien que a los que haban quedado de pie. Se vean all ms vencedores muertos que vivos.Entre aquella multitud de cadveres, que era necesario pisar para seguir a Napolen, el casco de un caballo tropez con un herido y le arranc el ltimo signo de vida o de dolor. El emperador que hasta entonces haba permanecido mudo como su victoria, y que tena el corazn oprimido al ver tantas victimas, no pudo ya contenerse, prorrumpi en gritos de indignacin, y mand se asistiese con el mayor esmero a aquel desgraciado: despus disemin a los oficiales que le seguan para socorrer a los que por todas partes daban lastimeros gritos.Encontrbanse muchos en el fondo de los barrancos, en donde unos haban sido precipitados, y otros se haban deslizado para ponerse a cubierto de los fuegos del enemigo, o de la violencia del huracn. Los ms jvenes pronunciaban sollozando el nombre de su patria y de su madre: los de ms edad esperaban la muerte con aire impasible o sardnico, sin suplicar ni quejarse; otros pedan que se les matase inmediatamente, pero se pasaba con rapidez junto a aquellos desdichados, con quienes no se tena ni la intil compasin de socorrerlos, ni la crueldad de acabar con ellos.Tal es la narracin de Mr. de Segur. Anatema contra las victorias que no se consigan en defensa de la patria, y que solo sirven para la vanidad de un conquistador!La guardia, compuesta de veinte y cinco mil hombres escogidos, no lom parte en la batalla de la Moskowa: Bonaparte se neg a ello bajo diversos pretextos. Contra su costumbre, se mantuvo alejado del fuego, y no pudo seguir con la vista las diferentes maniobras. Pasebase o se sentaba junto a un reducto que haba sido tomado la vspera: cuando le traan la noticia de la muerte de alguno de sus generales, hacia un gesto de resignacin. Todos miraban con asombro semejante impasibilidad: Ney deca: Qu hace a espaldas del ejrcito? All no pueden alcanzarle ms que los reveses pero de ningn modo los triunfos. Puesto que no hace ya la guerra por si mismo, que ya no es general, y que por todas partes quiere hacer el emperador, que se vuelva a las Tulleras y nos deje obrar como generales. Murat confesaba que en aquella gran jornada no haba reconocido el genio de Napolen.Los admiradores constantes de Napolen han atribuido su inaccin a los padecimientos, de que segn aseguran se hallaba oprimido: afirman que a cada momento se vea precisada a bajar del caballo, y que sola quedarse inmvil apoyada la frente sobre los caones. Es cosa posible: una leve disposicin pueda contribuir en aquel momento a postrar su energa; pero si se observa que volvi a recobrarla en la campaa de Sajonia ven la famosa de Francia, ser preciso atribuir a otra cansa su conducta en Borodino. Cmo?....Confesis en vuestro boletn que era fcil maniobrar y obligar al enemigo a evacuar su fuerte posicin, pero que esto hubiera producido dilaciones; y vos que tenis bastante actividad de nimo para condenar a la muerte tantos millares de nuestros soldados, no tenis bastante fuerza corporal para mandar al menos a vuestra guardia que acuda a socorrerlos? Esto no puede explicarse de otro modo que por la naturaleza misma del hombre: se aproximaba el tiempo de la adversidad y su primer amago le dej petrificado. La grandeza ele Napolen no era de las que pertenecen al infortunio: solo la prosperidad le dejaba completamente expedito el uso de sus facultades: no estaba formado para la desgracia.Los franceses continan avanzando. Rostopschine. Bonaparte en el Monte de la Salud. Vista de Mosc. Entrada de Napolen en el Kremlin. Incendio de Mosc. Dimanarte consigue llegar con mucho trabajo a Petrowski. Carteln de Rostopschine.Permanencia en las ruinas de Mosc. Ocupaciones de Bonaparte.Entre Moskowa y Mosc, Murat empe una accin al frente de Mojaisk. Los franceses entraron en la ciudad y encontraron diez mil muertos y moribundos: para alojar a los vivos hubo que arrojar los muertos por las ventanas. Los rusos se replegaban en buen orden sobre Mosc.En la noche del 13 de setiembre, Kutuzoff reuna un consejo de guerra, y todos los generales que asistieron a el, declararon que Mosc no era la patria. Buturlin, (Historia de la campaa de Rusia), el mismo oficial que Alejandro envi al cuartel del duque de Angulema en Espaa, y Barclay, en su Memoria justificativa, exponen los motivos que decidieron la opinin del consejo. Kutuzoff propuso al rey de Npoles una suspensin de armas hasta que los soldados rusos atravesasen la antigua capital de los zares. La suspensin fue aceptada parque los franceses queran conservar la ciudad. Murat nicamente estrechaba a la retaguardia enemiga, y los granaderos franceses iban pisando a los granaderos rusos que iban en retirada. Pero Napolen estaba muy distante del triunfo que aguardaba. Kutuzoff estaba de acuerdo con Rostopschine.El conde Rostopschine era gobernador de Mosc. La venganza deba bajar del cielo: construyose a mucha costa un monstruoso globo, el cual haba de colocarse sobre el ejrcito francs, y caer sobre la .cabeza del emperador arrojando una lluvia de hierro y fuego. Aquella mquina aerosttica se rompi en el ensayo, y fue necesario renunciar a aquel medio, pero quedaron aun otros a Rostopschine. La noticia del desastre de Borodino lleg a Mosc, cuando un boletn de Kutuzoff lisonjeaba con la esperanza de la victoria al resto del imperio. Rostopschine redact algunas proclamas en prosa rimada en las cuales deca:Vamos, moscovitas amigos mos, marchemos tambin!.. Reuniremos cien mil hombres, tomaremos la imagen de la Santsima Virgen, ciento cincuenta piezas de artillera y todo lo concluiremos...Aconsejaba a los habitantes que se armasen nicamente de horquillas, porque un francs no pesaba ms que un haz de mies.Es bien sabido que Rostopschine ha declinado toda participacin en el incendio de Mosc: lo es igualmente que Alejandro jams se ha explicado sobre este particular. Rostopschine quiso evitar la ojeriza y las quejas de los nobles y comerciantes cuya fortuna qued arruinada? Alejandro temi que le llamase brbaro el Instituto? Este siglo es tan miserable, y Bonaparte haba-monopolizado de tal modo todas las grandezas, que cuando ocurra alguna cosa digna de atencin, cada uno procuraba descargarse de responsabilidad.El incendio de Mosc ser mirado siempre como una resolucin heroica, que salv la dependencia de un pueblo, y contribuyo a la libertad de otros muchos. Numancia no ha perdido sus derechos a la admiracin de los hombres. Qu importa que Mosc fuese incendiado? No lo haba sido ya siete veces? No se encuentra en el da brillante y rejuvenecido, aunque Napolen predijo en su boletn nmero 21, que el incendio de aquella capital retrasara a la Rusia cien aos? La desgracia de Mosc, dice admirablemente Mme. Stal, ha regenerado el imperio: esta ciudad religiosa pereci como un mrtir, cuya sangre comunica nuevas fuerzas a los hermanos que le sobreviven. (Diez aos de destierro).En donde estaran las naciones si Bonaparte desde lo alto del Kremlin hubiese cubierto al mundo con Su despotismo cual con un pao mortuorio? Los derechos de la especie humana son antes que todo. Por lo que a m hace, si la tierra fuese un globo capaz de inflamarse, no titubeara en prenderla fuego, si se tratase de la libertad de mi pas. Con todo, son necesarios los intereses supremos de la libertad humana para que un francs, cubierta la cabeza con un crespn funeral y los ojos llenos de lgrimas, pueda resolverse a referir una resolucin que tan fatal deba ser a un gran nmero de sus compatriotas.En Pars se ha visto al conde Rostopschine, hombre instruido y de talento: en sus escritos envuelve sus pensamientos en cierta bufonada: especie de brbaro civilizado, de poeta irnico y aun de mal gusto capaz de generosas disposiciones, y que despreciaba a los pueblos y los reyes; las iglesias gticas admiten en su grandiosidad grotescos adornos.Los habitantes de Mosc comenzaron a evacuar la poblacin: los caminos de Cazan estaban cubiertos de fugitivos a pie y en carruajes, solos o acompaados de criados. Un presagio reanim por un momento los unimos: un buitre se enred en las cadenas que sostenan la cruz de la iglesia metropolitana: Roma hubiera visto como Mosc en aquel presagio el cautiverio de Napolen.Al aproximarse a las puertas los convoyes de heridos rusos, se desvaneci toda esperanza. Kutuzoff haba prometido a Rostopschine defender la ciudad con noventa y un mil hombres que le quedaban: pero como acabamos de ver, el consejo de guerra le obligaba a retirarse, Rostopschine se qued solo.Cerr la noche, y varios emisarios fueron llamando misteriosamente a las puertas, anunciando que era necesario partir, y que Nnive estaba condenada. Colocronse en los edificios pblicos y en los bazares, en las tiendas y casas particulares materias inflamables: retirronse las bombas. Entonces Rostopschine dio orden de que se abriesen las crceles: de comedio de aquella inmunda gente se hizo salir a un ruso y un francs: el ruso, que perteneca a una secta de iluminados alemanes, fue acusado de haber tratado de entregar su patria y de haber traducido la proclama de los franceses: acude su padre, y el gobernador le concede un momento para que eche su bendicin al hijo. Yo bendecir a un traidor!.. exclama el anciano moscovita, y le maldijo. Entonces fue entregado el preso al populacho; que le dio muerte.Por lo que hace a ti, dijo Rostopschine al francs, debas desear la llegada de tus compatriotas: quedas, pues, en libertad. Ve a decir a los tuyos que la Rusia no tena ms que un traidor y que ya queda castigado.Los dems malhechores recibieron con su indulto instrucciones para proceder al incendio en el momento oportuno. Rostopschine fue el ltimo que sali de Mosc, como el capitn de un navo es el ltimo que le abandona en un naufragio.Napolen mont a caballo y se incorpor a su vanguardia. Haba que pasar una altura tan prxima a Mosc como Montmartre a Pars: llambase el Monte de la Salud, porque los rusos oraban all, como los peregrinos al descubrir a Jerusaln. Mosc con sus doradas cpulas, dicen .los poetas eslavos, resplandeca con la luz del da con sus doscientas noventa y cinco iglesias, sus quinientos palacios, sus casas de piedra labrada, pintadas de color amarillo, verde y rosa; no la faltaban ms que los cipreses y el Bsforo. El Kremlin formaba parte de aquella masa cubierta de hierro bruido o pintado. Por entre elegantes quintas de ladrillo y de mrmol, corra el Moskowa por parques adornados de abetos, que eran las palmeras de aquel cielo: Venecia en los das de su gloria, no se present tan brillante en las olas del Adritico. El 14 de setiembre a las dos de la tarde, fue cuando Bonaparte, con un sol adornado con los diamantes del polo, descubri su nueva conquista. Mosc, como una princesa europea en los confines de su imperio, adornada con todas las riquezas del Asia, pareca conducida all para desposarse con Napolen.Al verla, fue general la exclamacin de Mosc! Mosc..! y los soldados aplaudieron palmoteando: en tiempo de su antigua gloria, en los reveses o en las prosperidades, gritaban viva el rey!..., Fue para mi sorprendente en extremo, dice el teniente coronel Bandus, el momento en que de repente se ofreci a mi vista el magnifico panorama que presentaba el conjunto de aquella ciudad inmensa. Siempre me acordar de la emocin que se manifest en las filas de la divisin polaca: emocin que me choc tanto ms, cuanto que fue producida por un movimiento en que tena gran parte el pensamiento religioso. Al descubrir a Mosc, se arrodillaron los regimientos enteros, y dieron gracias al Dios de los ejrcitos por haberlos concedido la victoria y conducamos a la capital de su ms encarnizado enemigo.Cesaron las aclamaciones, y se emprendi la marcha hacia la ciudad con el mayor silencio; ninguna diputacin sali por las puertas para presentar las llaves en una fuente de plata. Habanse suspendido en la gran ciudad el movimiento y la vida. Mosc permaneca taciturna a vista del extranjero, y tres das despus ya haba desaparecido: la circasiana del Norte, la hermosa desposada, se haba acostado en su fnebre pira.Cuando la ciudad estaba aun en pie, y Napolen se diriga hacia ella, deca: Ved, pues, ah la ciudad famosa y la miraba con atencin. Mosc abandonada, se asemejaba a la-ciudad llorada por el profeta de las lamentaciones. Ya Eugenio y Poniatowski haban pasado las murallas, y penetrado en la ciudad algunos oficiales, los cuales volvieron y dijeron a Napolen: La ciudad est desierta.Mosc est desierta? no puede ser: que sean conducidos a mi presencia los boyardos.No hay boyardos, no han quedado ms que algunos pobres que se esconden. Las calles se encuentran abandonadas, la ventanas cerradas, ningn humo se ve salir por las chimeneas, y no se siente el ms ligero ruido.Bona parte se encogi de hombros.Murat avanz hasta el Kremlin, y fue recibido por los alaridos de los presos que haban sido puestos en libertad para coadyuvar a la independencia de su patria: fue preciso derribar las puertas a caonazos.Napolen se traslad a la barrera de Dorogoinilow; se detuvo en una de las primeras casas del arrabal, hizo una excursin por la orilla del Moskowa, y no encontr a nadie. Volvi a su alojamiento, nombr al mariscal Mortier gobernador de Mosc, comandante de la plaza al general Durosuet, y a Mr. de Lesseps jefe de la administracin en clase de intendente. La guardia imperial y las dems tropas estaban de gala para presentarse a un pueblo ausente. Bonaparte supo bien pronto con certeza que amenazaba a la ciudad alguna catstrofe: a las dos de la maana se le particip que comenzaba a observarse fuego. El vencedor dej el arrabal de Dorogomilow y fue a guarecerse en el Kremlin la maana del 15. Al penetrar en el palacio de Pedro el Grande experiment cierta sensacin de alegra: su orgullo satisfecho, escribi algunas palabras a Alejandro al resplandor del bazar que principiaba a arder, como en otro tiempo el vencido monarca le escribi un billete en el campo de Austerlitz.En el bazar se vean largas filas de tiendas cerradas: atajose al pronto el incendio, pero la segunda noche estall por todas partes; globos dirigidos por artfices, revientan y caen en partculas luminosas sobre los palacios e iglesias. Un impetuoso viento cierzo, arroja hacia el Kremlin las chispas y las llamas: en l haba un almacn de plvora, y debajo de los balcones de la habitacin de Napolen se haba colocado un parque de artillera. Los soldados fueron arrojados por las llamas de uno en otro barrio. Gorgonas y Medusas, con la tea en la mano, recorren los callejones de aquel infierno, y otras atizan el fuego con madera embreada. Bonaparte, en los salones de la nueva Prgamo, se precipita a los balcones, y grita: Qu resolucin tan extraordinaria..! qu hombres..! son escitas..! Difndese el rumor de que el Kremlin est minado: los de la servidumbre se encuentran mal, y los militares se resignan: las bocas de las diversas hogueras de lo exterior se ensanchan, se aproximan y se tocan: la torre del arsenal arde como un gran cirio en medio de un santuario abrasado. El Kremlin no es ya ms que una isleta negra, contra la que se estrella un embrabecido mar de fuego, y el cielo en que reflejaba la iluminacin, pareca atravesado por una claridad movible como la de una aurora boreal.base acercando la tercera noche, y apenas se poda respirar entre aquellos vapores sofocantes; por dos veces se aplicaron meabas al edificio que ocupaba Napolen. La fuga iba hacindose imposible poique las lamas bloqueaban las puertas de la ciudadela. Registrando por lodos lados, se descubri una poterna que daba salida hacia el Moskowa. El vencedor con su guardia se evadi por aquel postigo salvador. En la ciudad, se hienden y crujen las bvedas o techos en derredor suyo, y se desploman con horroroso estruendo los campanarios, de los cuales se desprenden torrentes de metal derretido. Las columnas, los maderos y las techumbres, chispean y se hunden en aquel Flegetonte, cuya ardiente superficie hacen saltar en mil pautas de oro. Bonaparte tuvo que pasar por encima de los carbones ya fros, de un barrio reducido a cenizas, y pudo por fin llegar Petrowski, casa de campo del zar.El general Gourgand, criticando la obra de Mr. de Segur, acusa al oficial de rdenes del emperador, de haberse equivocado: en efecto, se halla probado por la narracin de Mr. de Bandus, ayudante de campo del mariscal Bessieres, y que sirvi de gua a Napolen, que este no sali por una poterna, sino por la puerta principal del Kremlin. Desde las riberas de Santa Elena, le pareca a Bonaparte que vea arder la ciudad de los escitas..., Jams, dice, a despecho de la poesa, todas las ficciones del incendio de Troya, igualarn la realidad del de Mosc.Recordando anteriormente aquella catstrofe, escribi Napolen: Mi genio malfico se me apareci, y me anunci el fin que he encontrado en la isla de Elba. Kutuzoff tom primero la direccin del Oriente; pero torci despus hacia el Medioda. Iluminaba por la noche su marcha el incendio de Mosc, de donde sala un sordo y lgubre murmullo: hubirase dicho que la campana que jams se haba podido colocar en el sitio que la estaba destinado por su enorme peso, so hallaba suspendida mgicamente en lo alto de una torre ardiendo para tocar muerto Kutuzoff lleg a Voronowo, posesin del conde Rostopschine: apenas vio la magnifica mansin, cuando se sumergi en el golfo de una nueva conflagracin. Sobre la puerta de hierro de una iglesia se lea este cartel: la scritta morta, de mano del propietario: (Durante ocho aos he embellecido esta-campia y he vivido feliz en el seno de mi familia: los habitantes de esta tierra en nmero de mil setecientos veinte, la abandonan al aproximaros, y yo pongo fuego a mi casa para que no sea contaminada con vuestra presencia. Franceses, os he abandonado mis dos casas de Mosc con sus muebles, cuyo valor ascenda a medio milln de rublos. Aqu no encontrar reis ms que cenizas.Arostopschine.Bonaparte haba admirado en los primeros momentos al fuego y a los escitas como una cosa que le alagaba la imaginacin; ms bien pronto el dao que le causaba aquella catstrofe le enfri y le hizo volver a sus injuriosas diatribas. Al enviar el escrito de Rostopschine a Francia, aadi: Parece que Rostopschine padece una enajenacin mental: los rusos le miran como una especie de Marat. El que no comprende que puede haber grandeza en los dems, no ser tampoco capaz de tenerla cuando llegue el tiempo de los- sacrificios.Alejandro supo su adversidad sin abatirse. Retrocederemos, deca en sus circulares, cuando la Europa nos anima con sus miradas? Sirvmosla de ejemplo: saludemos la mano que nos elige para ser la primera nacin que se sacrifique por la causa de la virtud y la libertad. Despus segua una invocacin al Todopoderoso.Un estilo en que se encuentran las palabras Dios, virtud y libertad es muy convincente: adrada a los hombres, los tranquiliza y los consuela: cuan superior es a esas frases afectadas, tristemente tomadas de las locuciones paganas, y fatalizadas a la turca: fue, han sido, la fatalidad los arrastra]... fraseologa estril, siempre vana, aun cuando est apoyada en las mayores y ms recomendables acciones.Napolen sali de Mosc la noche del 15 de setiembre y volvi a entrar el 18. Al regresar encontr hogueras formadas con muebles de caoba y pedazos de molduras doradas. En derredor de aquellas hogueras y al aire libre estaban los soldados ennegrecidos, llenos de lodo y con las prendes de vestuario hechas pedazos, tendidos sobre canaps de seda, o sentados en sillones de terciopelo, teniendo a sus pies extendidos por el barro a manera de alfombras, chales de Cachemira, pieles de la Siberia, y telas de oro de Persia, comiendo en vajilla de plata una pasta negruzca, o pedazos chorreando sangre de carne de caballo asada.Como el saqueo comenz con el mayor desorden se trat de regularizarle: cada regimiento fue tomando su racin por turno. Paisanos echados de sus chozas, cosacos, y desertores del enemigo, andaban al derredor de los franceses y acababan de comerse lo que sus escuadras haban ya rodo. Cada uno tomaba lo que poda llevarse, pero cargado excesivamente con aquellos despojos los arrojaba en cuanto recordaba que se encontraba a seiscientas leguas de su pas.Las excursiones en busca de vveres producan escenas muy patticas: una escuadra francesa se llevaba una vaca: psose delante de ella una mujer acompaada de un hombre que llevaba en brazos un nio de pocos meses, y ambos sealaban con el dedo al animal que acababan de arrebatarles. La madre desgarr los miserables harapos que cubran su pecho para manifestar que no tena leche, y el padre hizo ademan de querer estrellar la cabeza del nio sobre una piedra. El oficial mand que se les volviese la vaca, y dice: El efecto que produjo en mis soldados aquella escena fue tal, que durante mucho tiempo no se oy ni una sola palabra en las filas.Bonaparte haba mudado de pensamiento y declar que quera marchar a San Petersburgo: ya sealaba el camino en sus mapas, y explicaba la excelencia de su nuevo plan, y la certeza que tena de entrar en la segunda capital del imperio: Qu haba de hacer ya metido entre ruinas? No era suficiente para su gloria el haber subido al Kremlin? Tales eran las nuevas quimeras de Napolen: sus ideas rayaban en locura, pero sus sueos eran todava los de una imaginacin inmensa.No estamos ms que a quince jornadas de San Petersburgo, dice Mr. Fain: Napolen piensa dejarse caer sobre aquella capital. En lugar de quince jornadas, en aquella poca y circunstancias debiera haber dicho dos meses.El general Gourgand aade que todas las noticias que se reciban de San Petersburgo anunciaban que all se tema generalmente que Napolen emprendiese aquel movimiento. Es cierto que en San Petersburgo nadie dudaba del buen xito de la tentativa del emperador, si llegaba a realizarse, pero los habitantes estaban decididos a imitar el ejemplo de Mosc y a retirarse a Archaugel. No es posible someter a una nacin cuya ltima fortaleza es el polo. Adems, las escuadras inglesas, penetrando por la primavera en el Bltico, hubieran reducido la toma de San Petersburgo a una simple destruccin.Pero en tanto que la desenfrenada imaginacin de Bonaparte se regocijaba con la idea de un viaje a San Petersburgo, se ocupaba seriamente de la idea contraria: su esperanza no le haba quitado enteramente su buen juicio. Su proyecto dominante era llevar a Pars un tratado de paz firmado en Mosc. Por este medio se habra desembarazado de los peligros de la retirada, llevando a cabo una asombrosa conquista, y vuelto a entrar en las Tulleras con la rama e oliv en la mano. Desde que escribi la .primera carta a Alejandro al llegar al Kremlin, no haba desaprovechado ninguna ocasin de renovar sus proposiciones preliminares. En urja conversacin amistosa con un oficial general ruso, Mr. de Toutelmine, subdirector de la casa de expsitos de Mosc, edificio que milagrosamente se libr del incendio, profiri palabras favorables a un acomodamiento. Por medio de Mr. Jacowieff, hermano del antiguo ministro ruso en Stuttgart, escribi directamente a Alejandro, y Mr. Jacowieff se comprometi a entregar aquella carta al zar en persona. Por ltimo se envi a Kutuzoff al general Lauriston, y aquel prometi interponer sus buenos oficios para una negociacin pacifica: ms se neg a entregar al general Lauriston un salvo-conducto para San Petersburgo.Napolen estaba persuadido de que ejerca sobre Alejandro el mismo predominio que en Tilsit y en Erfurt, y sin embargo, Alejandro escriba el 21 de octubre al prncipe Miguel Larcanowitz. He sabido con sumo disgusto que el general Beninasen ha tenido una entrevista con el rey de Npoles.Todas las determinaciones contenidas en las rdenes que os he dirigido, deben convenceros de que mi resolucin es irrevocable, y que en este momento, ninguna proposicin del enemigo podra decidirme a concluir la guerra, ni a debilitar por este medio el deber sagrado de vengar a la patria.Los generales rusos abusaban del amor propio y de la sencillez de Murat, comandante de la vanguardia: encantado siempre con la oficiosidad de los cosacos, peda prestadas algunas alhajillas a sus oficiales para regalar a sus cortesanos del Don: pero los generales rusos, lejos de desear la paz, la teman. A pesar de la resolucin de Alejandro, conocan la debilidad de su emperador, y teman la seduccin de Bonaparte. Para conseguir la apetecida venganza no haba necesidad ms que de ganar un mes y esperar las primeras heladas: la cristiandad moscovita suplicaba al cielo que apresurase el tiempo de sus rigores.El general Wilson lleg al cuartel general del ejrcito ruso en clase de comisionado ingls: ya tambin so haba encontrado con Bonaparte en el camino de Egipto. Fabvier haba regresado de nuestro ejrcito del Medioda del Norte. El ingls incitaba a Kutuzoff al ataque, y se saba que las noticias que haba trado Fabvier no eran nada buenas. Desde las dos extremidades de Europa, los dos nicos pueblos que combatan por su libertad, se daban la mano por encima de la cabeza del vencedor en Mosc. La respuesta de Alejandro no llegaba, y los correos de Francia se retrasaban: la inquietud de Napolen iba en aumento, y los paisanos decan a los soldados: Vosotros no conocis nuestro clima: dentro de un mes el fro os har caer las uas. Miltori, cuyo gran nombre lo llena todo, se expresa as en su Moscovia: Hace en este pas tanto fro, que la savia de las famas que se echan en el fuego, se hiela en el extremo opuesto al que arde.Conociendo Bonaparte que un paso retrgrado desvaneca su prestigio y el terror de su nombre, no poda resolverse a desistir: a pesar de la advertencia del prximo peligro, permaneca esperando por instantes respuesta de San Petersburgo: el que haba mandado con tanta altanera, suspiraba por algunas palabras bondadosas del vencido. En el Kremlin se ocup en formar un reglamento para la comedia francesa, e invirti tres noches en tan majestuosa obra: discuti con sus ayudantes de campo acerca del mrito de algunos versos nuevos que acababa de recibir de Pars: los que le rodeaban admiraban la sangre fra del grande hombre, mientras que los heridos de los ltimos combates espiraban entre atroces dolores, y entregaba a la muerte los cien mil hombres que le quedaban. La servil estupidez del siglo ha tratado de hacer pasar esta lamentable afectacin, por el pensamiento de un talento inconmensurable.Bonaparte visit los edificios del Kremlin. Subi y baj por la escalera en que Pedro el Grande hizo degollar a los strelitz: recorri el saln de los festines a donde Pedro hacia que le llevasen los prisioneros, derribando una cabeza a cada brindis, e invitando a sus convidados, prncipes y embajadores, a que se divirtiesen de la misma manera: entonces se sacrificaron hombres y se enterraron mujeres vivas: adems fueron ahorcados dos mil strelitz, cuyos cuerpos quedaron colgados de unos ganchos en las murallas.En vez del decreto sobre los teatros, Bonaparte hubiera hecho mejoren escribir al Senado conservador, la carta que desde las orillas del Pruth escribi Pedro al senado de Mosc: Os participo que engaado por noticias falsas, y contra mi voluntad, me encuentro encerrado en mi campo, por un ejrcito cuatro voces ms fuerte que el mo. Si quedo prisionero, de debis considerarme ya como vuestro zar y seor, ni obedecer ninguna orden que os lleven de mi parte, aun cuando conozcis que est escrita por mi propia mano. Si perezco, elegiris por mi sucesor al ms digno entre vosotros.Una carta de Napolen dirigida a Cambaceres contena rdenes ininteligibles: se deliber, y aunque la firma del pliego era un hombre aadido a otro antiguo, como se reconoci que la letra era de Bonaparte, se decidi que las rdenes ininteligibles deban cumplirse.El Kremlin encerraba un doble trono para dos hermanos: Napolen no divida el suyo con nadie. Todava se vea en aquellos salones la camilla destrozada por una bala de can, en que Carlos XII, que se encontraba herido, se hizo conducir la batalla de Pultava. Vencido siempre en la esfera do-los instintos magnnimos, Bonaparte, al visitar el panten de los zares, se acord que en lo> das solemnes se cubran sus sepulcros con magnficos paos mortuorios, y que cuando un sbdito tena que solicitar alguna gracia, colocaba su splica sobre uno de los sepulcros, de donde solo el zar tena el derecho de retirarla.Aquellos memoriales del infortunio presentados por la muerte al poder, no eran del gusto de Napolen. Llambanle la atencin otros cuidados: parte por engaar, y parte porque lo deseaba, trataba, como al abandonar el Egipto, de que fuesen a Mosc cmicos de Pars, y aun aseguraba que no tardara en llegar un cantante italiano. Despoj las iglesias del Kremlin; llen los furgones de ornamentos sagrados y de imgenes de santos, con las medias lunas y colas de caballo conquistadas a los mahometanos. Quit la inmensa cruz dla torre del gran Ivn, que pensaba colocar sobre la cpula de los Invlidos, y que hubiera hecho juego con las obras maestras del Vaticano con que haba adornado el Louvre. Mientras se desmontaba la cruz, volaban alrededor unas cornejas que graznaban: Qu me quieren esas aves? deca Bonaparte.Acercbase el fatal momento: Daru pona objeciones a diversos proyectos presentados por Napolen. Qu partido hemos de tomar? exclam el emperador. Permanecer aqu: hacer de Mosc un gran campo atrincherado: pasar en l el invierno: salarlos caballos que no se puedan mantener: aguardar la primavera: nuestros refuerzos y la Lituania armada vendrn a librarnos y a concluir la conquista. Ese es un consejo de len, contest Bonaparte: pero qu dira Pars? La Francia no podra acostumbrarse a mi ausencia. Qu se dice de mi en Atenas? preguntaba Alejandro.Volvieron las incertidumbres: partir o no? No lo sabe. Sucdense unas a otras las deliberaciones. Por fin una accin empeada en Winkovo el 18 de octubre, le decidi repentinamente a salir con su ejrcito de las ruinas de Mosc: aquel misino da, sin aparato, sin ruido, sin volver la cabeza, y procurando apartarse del camino recto de Smolensko, se dirigi por uno de los dos que dirigen a Kaluga.Durante treinta y cinco das lo olvid todo, como esos formidables dragones del frica, que se aletargan despus de haberse nutrido: sin duda eran necesarios estos das para cambiar la suerte de un hombre semejante..En este tiempo declinaba el astro de su fortuna en fin, se despert acosado por el invierno y un ciudad incendiada: abandon sus escombros, pero era demasiado tarde: cien mil hombres estaban ya condenados a perecer. El mariscal Mortier que mandaba la retaguardia, recibi orden de volar el Kremlin al tiempo de retirarse1.Retirada.Engaado Bonaparte, o queriendo engaar a los dems, escribi el 18 de octubre una carta al duque de Bassano, la cual refiere Mr. Fain: En las primeras semanas de noviembre, volver a llevar mis tropas al cuadro que forman Smolensko, Mohilow, Minsk y Witepsk. Me decido a este movimiento, porque Mosc no es ya una posicin militar: voy a buscar otra ms favorable para comenzar la campaa prxima. Las operaciones tendrn que dirigirse entonces sobre San Petersburgo y Kiow. Miserable farfantonera, si no se tratase ms que de una mentira; pero en Bonaparte, una idea de conquista, a pesar de la evidencia contraria de la razn, poda ser siempre una idea de buena fe.Dirigase la marcha a Malojaroslawetz: por el embarazo de los carruajes, y los malos tiros de la artillera, al tercer da no se haban andado ms que diez leguas. Se trataba de ganar la delantera a Kutuzoff, y la vanguardia del prncipe Eugenio, lleg efectivamente antes que l a Fominskoi. Todava quedaban cien mil hombres de infantera comenzndola retirada. La caballera era casi nula, a excepcin de tres mil quinientos caballos de la guardia. Las tropas llegaron el 21 al nuevo camino de Kaluga, y entraron el 22 en Borowsk: el 23 la divisin Delzous ocup a Malojaroslawetz. Napolen estaba muy contento porque se crea ya libre.El 23 de octubre a la una y media de la maana so sinti un temblor de tierra: ciento ochenta y tres mil libras de plvora colocadas en los stanos del Kremlin destruyeron el palacio de los zares. Mortier que le hizo volar, estaba reservado para la maquina infernal de Fieschi. Cuntos mundos han pasado entre estas dos explosiones tan diferentes por los tiempos y por los hombres?Despus de aquel sordo estruendo, un fuerte caoneo vino a perturbar el silencio en direccin dMalojaroslawetz: Napolen que tanto deseaba or aquel ruido al entrar en Rusia le tema en extremo a su salida. Un ayudante de campo del vi rey anuncio un ataque general de los rusos: por la noche los generales Compans y Gerard acudieron en auxilio del prncipe Eugenio. La prdida fue de consideracin por ambas partes: el enemigo logr apoderarse del camino de Kaluga y cerraba la entrada del que estaba intacto y se esperaba seguir. No quedaba ms recurso que volver al camino de Mojaisk y entrar en Smolensko por los antiguos y calamitosos senderos: poda muy bien hacerse: las aves del cielo no haban todava concluido de comer lo que habamos sembrado para poder volver a encontrar nuestras huellas.Napolen se aloj aquella noche en Ghorodoia en una miserable casa, en que los oficiales adictos a los diversos generales, no partieron ponerse h cubierto. Reunironse todos debajo del balcn de Bonaparte que no tena ni postigos ni cortinas: por ella se vea salir una luz, mientras que los oficiales estaban sumergidos en la ms profunda oscuridad. Napolen se hallaba sentado en la mezquina habitacin con la cabeza entre las manos; Murat, Berthier y Bessieres estaban a su lado de pie inmviles y silenciosos. No dio orden alguna, y el 25 por la maana mont a caballo para reconocer la posicin del ejrcito ruso.Apenas haba salido, lleg hasta cerca de l una partida de cosacos, que atravesando el Luja, pudo ocultarse a la vista por los linderos de los bosques. Todos, y aun el emperador mismo, echaron mano a las espadas. Si aquellos merodeadores hubiesen tenido ms audacia, Bonaparte hubiera cado prisionero. En Malojaroslawetz incendiado, las calles estaban obstruidas con cuerpos medio asados, despedazados y mutilados por las ruedas de la artillera que haba pasado por encima de ellos. Para continuar el movimiento sobre Kaluga, hubiera sido necesario dar una segunda batalla, y el emperador no lo juzg conveniente. Sobre este particular se ha suscitado una acalorada discusin entre los partidarios de Bonaparte y los amigos de los mariscales. Quin aconsej que se emprendiese el primer camino que ya haban recorrido los franceses? Indudablemente fue Napolen: el pronunciar la sentencia de muerte de un gran numero de hombres no le costaba nada: estaba ya bien habituado a ello.Regres a Borowsk el 26, y al da siguiente, cerca de Wercia se le presento el general Vitzingerode y su ayudante de campo el conde Nariskin, que se haban dejado sorprender entrando demasiado pronto en Mosc: Bonaparte se arrebat: Que se fusile a ese general, grit mera de si; es un desertor del reino Wurtemberg: pertenece a la confederacin del Rin. Enseguida prorrumpi en invectivas contra la nobleza rusa y concluy con estas palabras: Ir a San Petersburgo y arrojar a esa ciudad en el Newa. y de repente mand incendiar una casa de campo que se divisaba en una altura: el len herido se arrojaba echando espumarajo sobre todo lo que le rodeaba.Sin embargo, en medio de sus necios impulsos de clera, cuando intim a Mortier la orden de destruir el Kremlin, obraba en conformidad con su carcter falaz, pues al mismo tiempo escriba al duque de Treviso frases muy sentidas, y juzgando que sus cartas llegaran a ser conocidas, le recomendaba con paternal cuidado que procurase que los hospitales fuesen respetados: Porque as, aada, lo hice en San Juan de Acre. Pues bien, en Palestina hizo fusilar los prisioneros turcos, y sin la oposicin de Desgenettes hubiera envenenado a sus enfermos. Berthier y Murat salvaron al prncipe Vitzingerode.La persecucin que nos hacia Kutuzoff no era muy viva. Wilson apremiaba al general ruso a que obrase con ms actividad, pero siempre le contestaba: Aguardad que vengan los hielos. El 29 de setiembre se lleg a las fatales colinas del Moskowa, y el ejrcito prorrumpi en un grito de dolor y de sorpresa. Presentbanse a la vista como espaciosas carniceras que ponan de muestra cuarenta mil cadveres consumidos d diversos modos. Filas de esqueletos en perfecta alineacin parecan observar todava la disciplina militar: algunos colocados al frente, indicaban los comandantes, y dominaban a la multitud de los muertos. Por todas partes se vean armas y tambores rotos, pedazos de corazas y de uniformes, estandartes desgarrados esparcidos por entre los troncos de los rboles cortados por las balas a algunos pies del sucio: aquel era el gran reducto del Moskowa.En medio de aquella inmvil destruccin so vea moverse una cosa: un soldado francs que haba perdido las dos piernas se abra paso por aquel inmenso cementerio, que pareca no quera recibir sus entraas: el cuerpo de un caballo cuyo vientre haba desocupado un tiro de obs; serva de garita a aquel soldado, que viva royendo su habitacin de carne: los restos podridos de los muertos que se hallaban al alcance de sus manos, le servan de hilas para curar sus heridas, y de yesca para rodearla en sus huesos. El espantoso remordimiento de la gloria se arrastraba hacia Napolen: este no le esper.El silencio de los soldados acosados por el fro, el hambre y el enemigo, era muy profundo: pensaban en que bien pronto estaran como sus compaeros cuyos restos miraban. No se oa en aquel osario ms que la agitada respiracin y el ruido del involuntario estremecimiento de los batallones en retirada.Mas adelante se volvi a encontrar la abada de Kotloskoi trasformada en hospital, en el cual faltaban todos los auxilios, todava quedaba bastante vida para sentir la muerte. Bonaparte se calent all con la madera de sus carros descompuestos. Cuando el ejrcito volvi a emprender la marcha, los enfermos que estaban agonizando se levantaron, llegaron al umbral de tu ltimo asilo, se dejaron conducir hasta el camino; y tendan las manos hacia sus camaradas que los dejaban: pareca que los conjuraban y emplazaban.A cada instante resonaba la detonacin de las arcas de municiones que era preciso abandonar. Los vivanderos arrojaban a los enfermos en los fosos. Los prisioneros rusos que iban escoltados por extranjeros al servicio de la Francia, fueron muertos por los que los custodiaban: asesinados de un mismo modo, los sesos se vean desparramados junto a sus cabezas. Bonaparte haba llevado a la Europa consigo: en su ejrcito se hablaban todas las lenguas, y se vetan todas las escarapelas y banderas. El italiano, obligado a combatir, se bahia batido como un francs: el espaol haba sostenido su fama de valiente. Npoles y la Andaluca M haban sido para ellos ms que los recuerdos de un dulce sueo. Se ha dicho que Bonaparte fue vencido por la Europa entera, y es exacto: pero tambin lo es que Bonaparte haba triunfado con auxilio de la Europa, aliada suya de grado o por fuerza.La Rusia resisti sola a la Europa guiada por Napolen; la Francia que haba quedado sola y defendida por Bonaparte, sucumbi a los golpes de la Europa que se la haba vuelto: pero es preciso confesar que la Rusia estaba defendida por su clima, y que la Europa marchaba con disgusto a las rdenes de su seor. Por el contrario, la Francia no estaba protegida ni por m clima, ni por su poblacin diezmada: no tena ms que su valor, y el recuerdo de su gloria.Indiferente a los padecimientos de sus soldados, Bonaparte no haba cuidado ms quede sus intereses; cuando acampaba su conversacin recaa sobre los ministros que deca estaban vendidos a la Inglaterra, y que eran los que fomentaban aquella guerra; porque no quera confesar que l era quien nicamente tena la culpa de ella. El duque de Vicenza, que se obstinaba en atenuar la desgracia con su noble conducta, exclamaba en el vivac en medio de los aduladores: Que crueldades tas atroces!.. He aqu la civilizacin que traemos a la Rusia. Cuando Bonaparte aventuraba expresiones increbles, haca un gesto de clera e incredulidad, y se retiraba. El hombre a quien enfureca la ms leve contradiccin, sufra las asperezas de Caulaincourl en expiacin de la carta que en otro tiempo le mand llevar a Ettenheim. Cuando se ha ejecutado una accin reprensible, el cielo en castigo pone siempre delante los testigos: en vano trataban de hacerlos desaparecer los antiguos tirados: cuando bajaban a los infiernos, aquellos testigos entraban en los cuerpos de las furias, y volvian a presentrseles.Napolen atraves a Gjatsk, avanz hasta Wiasma, y paso adelante porque no encontr al enemigo que esperaba all. El 3 de noviembre lleg a Slawskowo: all supo que a su espalda se haba trabado un combate en Wiasma con las tropas de Miloratowich, que fue fatal para los franceses: tos soldados y los oficiales heridos, con los brazos y las cabezas vendadas, se arrojaron sobre los caones enemigos e hicieron prodigios de valor.Aquella serie de acciones en los mismos lugares, aquellas capas de muertos aadidas a otras capas de esqueletos, aquellas batallas a que sucedan otras batallas, hubieran inmortalizado dos veces aquellos funestos campos., si el olvido no pasase rpidamente sobre nuestro polvo. Quin piensa en aquellos paisanos que quedaron en Rusia? Aquellos rsticos estn contentos con haber asistido a la gran batalla bajo las murallas de Mosc!... Quiz yo nicamente, al ver volar en la inmensidad del espacio a los pjaros del Norte, a la cada de las tardes del otoo, me acuerdo de que han visto la tumba de mis compatriotas. Compaas industriosas se han trasladado al desierto con sus hornillos y calderas: los huesos han sido convertidos en negro animal: que provenga del perro o del hombre, el barniz tiene el mismo precio, y tan brillante es sacndolo de la oscuridad como de la gloria. He aqu el aprecio que hacemos en el da de los muertes!... He aqu los ritos sagrados de la nueva religin!... Diis Manibus. Felices compaeros de Carlos XII, vosotros no habis sido visitados por esas hienas sacrlegas! Durante el invierno el armio frecuenta las nieves virginales, y en el esto los floridos musgos de Pultava.El 6 de noviembre (1812), el termmetro descendi 13 grados bajo 0: todo desapareca bajo la blancura universal. Los soldados descalzos sentan helrseles los pies: sus dedos amoratados y crispados dejan escapar el fusil cuyo contacto abrasa: sus