como se fabrica el chicle
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El chicle (originalmente de la palabra náhuatl chictli) es un
polímero gomoso que se obtiene de la savia del Manilkara
zapota, un árbol de la familia de las sapotáceas [1] (antes llamado
Sapota zapotilla o Achras zapota) originario de México, América
central y América del Sur tropical. Por su sabor dulce y
aromático, numerosos pueblos amerindios utilizaban la goma
para mascar. En Argentina y otras partes de Latinoamérica, la
palabra es sinónima de goma de mascar; si bien la mayoría de
las actuales emplean una base de plástico neutro, el acetato
polivinílico, hasta hace relativamente poco tiempo el chicle
utilizaba aún esta savia como material.
Entre julio y febrero, en la
estación lluviosa, el tronco del
árbol se marca por la mañana con
cortes de machete poco profundos
y en zigzag, para que la savia
mane por los cortes y se deposite
en bolsitas colocadas a ese efecto;
por la tarde, los chicleros recogen
el kilogramo y medio
(aproximadamente) de savia que
ha brotado y lo transportan a
plantas de procesamiento.
La savia espesa naturalmente al contacto con el aire por un proceso de oxidación, pero en las plantas se la filtra y se la hierve para obtener la consistencia deseada. La resina se calienta al vapor hasta una temperatura de 115 grados centígrados, se vuelve a filtrar, se centrifuga, se filtra de nuevo y se mezcla, en grandes contenedores rotativos de centenares de litros, con los endulzantes y aromas elegidos. Todo este proceso se realiza a altas temperaturas.
Muchas personas
ante una situación
de tensión o
ansiedad fuman un
cigarrillo con el fin de
“tranquilizarse”,
pero eso solo les
resulta mas daño, así
que existe una mejor
manera de
controlarse ante esas
situaciones.
Un estudio realizado
en Madrid reveló que
los caramelos y
chicles tienen un
efecto que sirve para
mejorar el
rendimiento ante
estados de estrés y
ansiedad puntuales.
Aumenta la oxigenación del cerebroSi alguien nos pregunta en este momento para qué sirve masticar, seguramente la
respuesta sería para comer. Sin embargo, nuestro aparato masticatorio oculta mayores beneficios para la salud, que los científicos tan sólo ahora comienzan a
develar.
Funciones tan vitales como el aporte de oxígeno al cerebro, la memoria o el hambre se modifican con cada abrir y cerrar diario de los maxilares. "La masticación va más
allá del proceso de ingestión y de ser el primer paso de la digestión -adelanta el doctor Hugo Furze, presidente de la Asociación Internacional de Odontología
Pediátrica (IAPD, por sus siglas en inglés), con sede en Londres-. La masticación no es un hecho mecánico, sino que está vinculada con la fisiología, la psicología y el
conocimiento."
Estudios de concentración y memoria demostraron que masticar mejora un 35% nuestra capacidad de retener, por ejemplo, palabras. Así lo explica en un trabajo que
acaba de publicar el doctor Stephen Moss, profesor emérito de la Universidad de Nueva York y representante de la Federación Mundial de Odontología (FDI, por sus siglas en
inglés) ante las Naciones Unidas.
Mascar chicle es un hábito
que muchos de nosotros
tenemos sin considerarlo útil
ni saludable, pero su práctica
no sólo es agradable y brinda
frescura a nuestra boca, sino
que, detrás de esa pequeña
porción de goma de mascar
se esconden una serie de
beneficios, hasta el momento,
poco conocidos.
Se sabe que la goma de mascar contiene xilitol y sorbitol, los cuales son azúcares alcoholes que no se absorben por completo en nuestro organismo ni pueden ser fermentados por las bacterias de nuestra boca, por lo tanto, son una gran recurso para barrer los desechos de la misma cuando se libera saliva sin propiciar el desarrollo de caries.