corrientes historiográficas en la españa contemporánea (j. m. jover zamora)

Upload: adso

Post on 04-Jun-2018

219 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    1/19

    ENSAYO

    orrientes historiogrficasen la Espaa contemporneaPor Jos Mara Jover ZamoraCatedrtico de Historia Universal Contemporneaen la Universidad Complu tense de Madrid

    EXPONER en pocas pagnas, con un mnimo de claridad y con todo elespritu objetivo que requiere la empresa, cules sean las corrientes principalesque se dejan sentir en el panorama historiogrfico de nuestro tiempo (1), estarea nada fcil y abocada a todos los riesgos. Entre todos los sectoresabiertos al trabajo del historiador, ste de la historia de la historiografa gozamerecida fama de ser el ms difcil, el menos brillante y, frecuentemente, elms rico en complicaciones para el autor. Recuerdo una conversacin mantenida, hace ya cerca de treinta aos, con don Benito SANCHEZ ALONSO, a lolargo de la cual yo le exhortaba a no de tener en 1808 su gran sntesis deHistoria de la historiografa espaola (2) que por cierto contina siendo, aestas al turas de 1975, la nica obra de conjunto de que disponemos acerca delparticular. Don Benito se excus resueltamente invocando la enorme complejidad de la historiografa del Ochocientos, la dificultad de discernir corrientesy primacas y no s si la conflictividad de algunos de los temas que serapreciso abordar. Las reservas de aquel gran erudito resultan hoy explicables si

    BAJO la rbrica de Ensayo el Boletn Informativo de la Fundacin JuanMarch publica cada mes una colaboracin original y exclusiva de un especialista sobre un aspecto del tema general que se aborda a lo largo de doce meses.En aos anteriores, fueron objeto de estos ensayos temas relativos a laCie ncia, el Lenguaje y el Arte. El tema elegido para 197 5 ha sido la Historia,considerada en algunos de sus aspectos tericos, metodolgicos y sociolgicos.En los boletines anteriores, correspondientes a Jos meses de enero yfebrero, se han publicado: La exposicin en el campo de la Historia. Nuevostemas y nuevas tcnicas, por Luis Surez Femndez - Catedrtico de Histor iaAntigua y Media en la Universidad Autnoma de Madrid e Historia delDerecho e Historia, por Francisco Toms Valiente - Catedrtico de Historiadel Derecho en la Universidad de Salamanca.Al finalizar el ao estos trabajos sern recogidos en un nuevo volumen dela Coleccin Ensayos, editada por la Fundacin Juan March en colaboracincon la Editorial Rioduero.3

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    2/19

    recordamos que fueron formuladas por unos aos en que la historia contem-pornea era considerada, en todos sus aspectos, como menos "cientfica" yrigurosa que la de otros sectores del pasado (3); menos explicable resulta que,treinta aos despus, SANCHEZ ALONSO contine sin tener quien rectifiquey complete su obra, presentando un panorama de conjunto de la historiogra-fa espaola de los siglos XIX y XX.Hace muy poco tiempo ofrec una pequea aportacin al tema en formade monografa sobre El siglo XIX en la historiografa espaola contempor-nea (1939-1972) (4), y ello me dio ocasin para poner en guardia -al lector ya m mismo- acerca de dos de los riesgos ms difciles de soslayar en estaclase de estudios. Por una parte, el panorama de la historiografa contempor-nea es siempre lo suficientemente abigarrado y complejo como para que unainformacin incompleta o unilateral, condicionada por la creciente tendenciaa la especializacin y al confinamiento en sectores muy limitados de lainvestigacin, pueda fcilmente deformar la visin de un conjunto que, porprincipio, debe ser abarcado en su integridad. Por otra, est esa especie debarrancal hacia el que nos sentimos impulsados, de manera ms o menosirresistible, cuantos en algn momento hemos intentado hacer historia de lahistoriografa; me refiero a esa proclividad a resolver en una granizada denombres y de fichas bibliogrficas lo que debiera ser presentacin racional ymeditada de unas tendencias bien definidas en sus motivaciones, en suscontornos y en sus manifestaciones ms significativas. En estas pginas inten-tar soslayar este ltimo riesgo reduciendo al mnimo la referencia a autores uobras concretas; las que sean mencionadas lo sern en todo caso por su valorsignificativo de una orientacin, no necesariamente por su mejor calidadcientfica con respecto a otras que habrn de ser forzosamente silenciadas. Encuanto a las deficiencias de enfoque que pudieran nacer de una deficienteinformacin, bueno ser advertir que el autor de este artculo pertenece,como profesor de historia, al campo de la moderna y contempornea; y encuanto a su zona de especializacin, al siglo XIX espaol. En fin, el hecho deque en artculos semejantes al presente otros colegas hayan de referirse a losproblemas metodolgicos planteados por distintos sectores de nuestra histo-riografa actual, parece circunscribir la materia de este breve ensayo a esaparte de la historia de la historiografa en que esta ltima tiende a limitar conla historia del pensamiento, ms bien que a aquella otra --cercana a la historiade la ciencia- en que la dialctica de la investigacin, con su continuapresentacin de problemas y la incesante y siempre parcial respuesta demtodos y tcnicas de trabajo, obliga a un conjunto de anlisis como losabordados en otros ensayos anlogos al presente.Esta vecindad de la historia de la historiografa a la historia del pensamien-to, esta necesidad de integracin de las "corrientes historiogrficas de laEspaa contempornea" en la trayectoria global de la cultura espaola duran-te las ltimas dcadas, obliga sin embargo a cierto planteamiento en profundi-dad del tema aludido en la cabecera de este artculo. Hace ya ms de mediosiglo que Rafael ALT AMIRA se refiri, en unas conferencias dictadas en laUniversidad de Valencia, a esta dimensin en profundidad -en profundidadsocial- de la historia de la historiografa:

    "Si la verdad histrica se averigua mediante el trabajo paciente de labora-torios, seminarios, bibliotecas y archivos, y es absolutamente preciso que porah empiece la investigacin y se forme el conocimiento cientfico, al fin y alcabo la historia que nos interesa socialmente no es la que saben los catedrti-

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    3/19

    cos, sino la que sabe el espm1ol que pasa por la calle, quien, en 11irtud de suconocimiento del pasado, interviene muchas veces en la ltisturia actual cumuactor y como colaborador" ( 5 .En efecto, un estudio riguroso de la historiografa espaola durante el

    largo tercio de siglo transcurrido desde el final de la guerra civil debera darrazn, no slo de la problemtica alumbrada por los historiadores en torno aviejos y nuevos temas, o de los mtodos y tcnicas puestos a contribucinpara su tratamiento; sino tambin de la evolucin de la conciencia histrica delos espaoles, modelada por las experiencias del vivir cotidiano, por los clissadquiridos a lo largo de la enseanza primaria o media, por la crecientedivulgacin de temas histricos llevada a cabo por los distintos medios decomunicacin social, por las obras que escribimos los historiadores o por laslecciones que impartimos en aulas y seminarios. En esta perspectiva, bastacontrastar con algn conocimiento de causa la situacin de la sociedadespaola en 1939 con la de 197 5 para calibrar la amplitud del cambio y laextrema complejidad del proceso que transcurre entre ambas fechas; decantarlas corrientes historiogrficas que pugnan y se afirman en el marco de laEspaa contempornea equivaldra, en alguna manera, a historiar el procesosocio-cultural aludido. Tarea que desborda, ciertamente, tanto las posibilida-des actuales del autor como los lmites asignados a este breve ensayo . Perocreo que el lector debe tener presente esta exigencia, siquiera sea para orientarsus reflexiones. Una historiografa se da en una sociedad; y, de la mismaforma en que aqulla contribuye a modelar la conciencia histrica de estaltima, no hay historiografa que se sustraiga, directa o indirectamente, a loscondicionamientos de un presente actuando sobre cada escuela y sobre cadahistoriador. Este es un lugar comn para los historiadores de la ciencia y delpensamiento, del arte y de la literatura; tambin debe serlo para los historia-dores de la historiografa.Con miras a una generalizacin somera, las distintas dcadas transcurridasdesde el final de la guerra civil pueden servir de base para situar otras tantasetapas en el transcurso de nuestra historiografa ms reciente . En efecto, ladcada de los cuarenta -aos de posguerra- presencia el apogeo e inflacinde una historiografa nacionalista que se ceba predominantemente sobre elcampo del modernismo, mientras que el campo de la historia contemporneapermanece prcticamente ignorado y aun proscrito, y la historiografa demetodologa positivista contina subrayando el carcter "cientfico" porantonomasia de la arqueologa y de la historia medieval. La dcada de loscincuenta -aos de distensin- corresponde a una cierta superacin de loscondicionamientos de posguerra y a una penetracin de influjos europeosprocedentes, principalmente, de la historiografa francesa. La dcada de lossesenta - aos de crecimiento y expansin - deja sentir especialmente unarenovacin biolgica (puesta al trabajo de nuevas promociones de historia-dores), una ampliacin de los cuadros universitarios dedicados a estudioshistricos, una creciente atencin hacia los problemas de historia contempor-nea, una diversificacin del trabajo histrico en distintas reas de especializa-cin entre las que destacan las relativas a la historia econmica y social. Enfm, la dcada de los setenta, en cuyo promedio nos encontramos , pareceabocada a una gran crisis y a una profunda transformacin. Contina eldesarrollo, en cantidad y calidad, de la historiografa espaola, por ms que suinfraestructura (bibliotecas, seminarios, equipos de trabajo; posibilidad econ-mica de constituir estos ltimos con carcter estable) no responda , ni mucho

    5

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    4/19

    menos, al incremento de vocaciones. Por lo dems, la avidez por la historiacon tempornea, la multiplicacin de publicaciones, libros de bolsillo. colecciones y revistas de divulgacin histrica, permiten referirse a es tos aos comouna poca en l cual el trabajo del historiador profesional - del historiadorque "forma el conocimiento cientfico" , ut ilizando la expresin de AL TAMI-RA - tiende a acercarse como en ninguna otra poca, y en virtud de unrecproco influjo, a una temtica que va siendo cada vez en mayor medida ladel "esprulol que va por la calle".

    esbozar un poco ms detenidamente cada una de las etapas quequedan indicadas, si bien prescindiendo de hacer captulo aparte con laltima, demasiado breve todava como para poder deslindarla del futuro.a) Apogeo e inflacin de la historiografa nacionalista.-Conv iene partir

    del hecho de que la historiografa espaftola de los aos cuarenta no su rge porgeneracin espontnea a la conclusin de la guerra civil , sino que contina- con infraestructuras devastadas, con cuadros diezmados por la guerra o elexilio- direcciones ya existentes en 1936. Entre tales direcciones aparecencomo predominantes la positivista y la nacionalista ; dualidad que no debeser entendida como una mera y simple contraposicin de escuelas. En efecto,cuando se habla de "historiograf a positivista en el marco de la cu lturaespaola de los ltimos cien aos, no suele aludirse estrictamente a lahistoriografa informada de manera ex presa por la concepcin del mundopropia del positivismo; tal designacin, usada en un sentido ms am plio eimpreciso, suele aplicarse a la historiografa que, renunciando de antemano afciles sntesis o a interpretaciones preconc ebidas, busca la de terminacinesc rupulosa de unos hechos mediante el recurso a unas fue ntes de primeramano, depuradas a travs de una crtica rigurosa y contextualizadas en unamplio conjunto de lecturas (erudicin). Los hechos as establecidos, y lahistoriografa fundamentada en ellos, tienen un carcter cientfico muy afn ,como es sabido, a las exigencias metodolgicas del positivismo (6), por msque no deba ser olvidado que tales exigencias se haban manifestado ya en lams progresiva historiografa del siglo XVIII (7). No extraar, pues, que unametodologa "positivista" del corte de la apuntada sea perfectamente compa-tible, hasta ciertos niveles, con una concepcin "nacionalista" de la historia.Que los hechos investigados apunten directamente a nutrir un esquemapreestablecido de nuestra historia nacional (esquema de formulacin menen-dezpelayiana ) ; o bien que apunten a unconocimiento desinteresado y cient-fico (en el sentido de observacin experimen tada y comprobada), sin precipi-tarse a formular leyes o a generalizar sntesis integrables en el plano de unaideologa: tal es la piedra de toque para discernir, en los aos de posguerra , eltalante nacionalista del talante positivista en cada historiador. En este sentido,una rpida visin de conjunto de los afios cuarenta deja apreciar, en elpanorama de nuestra historiografa, algunos rasgos fundamentales que cabesubrayar.

    En primer lugar, cuenta la continuacin de una historiografia de tradicinpositivista, de gran calidad cientfica, especialmente arraigada en los camposde la arqueologa y del medievalismo. En efecto, las bases de tal orientacincientificista aparecen slidamente establecidas en la Espaa anterior a 1936:recordemos, en el campo de la historia primitiva, la significacin de los gruposde trabajo de Hugo OBERMAIER (Madrid) y de Pedro BO SC H GIMPERA(Barcelona); en el campo del medievalismo, la fu ncin del Centro de EstudiosHistricos madrileo, de Ramn MENENDEZ PIDAL o de Claudio SAN-6

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    5/19

    CHEZ- ALBORNOZ. Transcurrida la contienda, BOSCH GlMPERA y SAN-CHEZ-ALBORNOZ optarn por el exilio. En la Pennsula, se reconstruyen yrejuvenecen los cuadros; en el grupo madrileo, junto a los prehistoriadores(TARACENA, SANT AOLALLA) aparece la figura de Antonio GARClA YBELLIDO dedicado a temas de historia antigua, y la de Julio CARO BAROJ Aque aportar a estos ltimos el punto de vista y la metodologa propios deletnlogo; en Barcelona, Luis PERlCOT (discpulo de BOSCH GIMPERA) yMartn ALMAGRO (procedente de la escuela de OBERMAIER) asumirn unimportante magisterio de cara a las nuevas generaciones de prehistoriadores yarquelogos. En l campo del medievalismo asistimos a la aparente paradojade que los nuevos cuadros se atengan fundamentalmente a una determinacinpositiva y cientfica de hechos (Jos Mara LACARRA, Julio GONZALEZ,Emilio SAEZ), en tanto que los dos indiscutibles maestros del medievalismoespaol contemporneo dejan vislumbrar claramente, en el trasfondo de suportentosa erudicin, planteamientos propios de la historiografa nacionalista.Es el caso de don Claudio SANCHEZ-ALBORNOZ que compartir conAm rico CASTRO la ciclpea tarea de indagar el "enigma histrico", larealidad histrica" ms profunda de Espaa y de los espaoles; y es el caso,tambin, de don Ramn MENENDEZ PlDAL, cuya concepcin unitaria denuestra historia nacional le llevar, de una parte, a intervenir (frente aPERICOT) en la polmica acerca de la consistencia en profundidad de laromanizacin en la Pennsula, y de otra frente a GIMENEZ FERNANDEZ enla polmica acerca de la significacin histrica del Padre Las Casas. Por lodems, es momento de mencionar, con el ms clido elogio, los dos instru-mentos de trabajo y expresin historiogrfica, no confinados al campo del. medievalismo, forjados por ambos maestros. Me refiero a la Historia deEspaa, dirigida por Ramn MENENDEZ PIDAL, cuya programacin einicio de publicacin- corresponde a los aos de anteguerra, y a los Cuader-nos de Historia de Espaa que servirn de aglutinante al grupo de trabajodirigido por SANCHEZ-ALBORNOZ en su destierro bonaerense. Por lodems, difcilmente podra cerrarse este precipitada referencia a los puentesde la historiografa cientfica entre anteguerra y posguerra, sin aludir alas obras de dos grandes eruditos: la Historia de Espaa y su influencia en laHistoria Universal, de Antonio BALLESTEROS BERETT A l. a e dic.:1918-1941 ), y las Fuentes de la historia espaola e hispanoamericana deBenito SANCHEZ ALONSO.En segundo lugar, hay que referirse a una boga de la historiografa relativaa temas de los siglos XVI a XVIII, bajo el signo de una coyuntura poltico-cul-tural muy concreta y definida. Es cierto que no faltan, en el campo delmodernismo y por los aos de posguerra, historiadores significativos de unahistoriografa que cifre en la depuracin objetiva de fuentes y en la determi-nacin cientfica de hechos incontrovertibles la suprema aspiracin de sustareas: recurdese la obra monumental de Ramn CARANDE, Carlos V y susbanqueros, cuyo primer volumen aparece en 1943, entre no pocas ms quepodran ser aducidas aqu; por ejemplo, El problema de la tierra en la Espaade los siglos XVI y XVII de Carmelo VIAS MEY, verdadero pionero de losestudios de historia social en la Espaa de posguerra ( 1941 ), o la Historia dela previsin social en Espaa, Gremios y cofradas de Antonio RUMEU DEARMAS (1947). Pero ello no obsta para que llame poderosamente la atencinel contraste existente entre el escaso desarrollo relativo de nuestro modernis-mo a la altura de 1936, y la boga, muy polarizada temticamente segn vamosa ver enseguida, que el mismo va a conocer en los primeros lustros de nuestra

    7

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    6/19

    pos guerra. Una publicacin de la Facultad de Fil os of a y Letras de laUniversidad de Madrid que registra las tesis doctorales le das en la mismadesde 1944 a 194 7 en la seccin de Historia, nos ofrece el siguiente repartopor materias para un total de 54 tesis :

    Prehistoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3Historia Antigua . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3Historia Medieval . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12Historia Moderna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26Historia Contempornea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7Dos de Geografa y una relativa a la organizacin de las bibliotecasuniversitarias completan la cifra de 54. Y todava valdra la pena aadir que,

    entre las tesis de Historia Moderna, las relativas al siglo XVI igualan numrica-mente a las de Historia Medieval (8). En efecto, estas cifras reflejan bastanteexactamente la polarizacin de la historiografa de posguerra en torno a unatemtica en que confluyen la valoracin diferenciada que sobre ella recae enlos esquemas menndezpelayianos -los Reyes Catlicos, el Imperio, Trento,la conquista y evangelizacin americanas, Felipe l (9)- , y la pretensin dela ideologa vencedora en la guerra civil de adoptar como modelo y patrn losmitos y los valores de la Espa.a del Quinientos. Cada uno de los temasapuntados suscita algunas obras de primera calidad - all donde el esfuerzoinvestigador y erudito mantiene plenamente su primaca sobre el entusiasmoapologtico- y multitud de libros y folletos en que este ltimo suple eltrabajo gris y paciente del hlstoriador; las atractivas obras de sntesis deWilliam Thomas WALSH, de Ludwig PFANDL, de Carlos PEREYRA contri-buyen a dar una especie de refrendo forneo a unas figuras histricas quepresiden un vocabulario de situacin. Si del breve conjunto de obras de valorsustantivo que produce este impulso hubiera que destacar, como significativa,una sola, tal vez cupiera mencionar el libro de Angel FERRARI, Fernando elCatlico en Baltasar Gracin (1945) en que la vasta erudicin del autor secombina con una extraordinaria penetracin para seguir la trayectoria de lafama del Rey Catlico en funcin de situaciones culturales ulteriores, cadauna de las cuales fonnar su propio concepto de las virtudes de Fernando.En tercer lugar, cabe sealar - lo he hecho ms detenidamente en otrolugar l 0)- el desvo por la historia contempornea. Esta insuficiencia delsaber cientfico relativo a la historia ms reciente vena de la anteguerra, y yaRafael ALT AMIRA, en la conferencia a que hago referencia al comienzo deestas pginas haba hecho constar, como algo generalmente sabido a la alturade 1922, que

    "de toda l historia de Espaa que conocemos, mejor dicho, de toda lahistoria de Espaa que creemos conocer y ordinariamente no conocemos, laparte que ignoramos ms es la de nuestro tiempo, la historia que han hechonuestros abuelos y nuestros padres, la que a veces hemos recogido de palabraen recuerdos de la vida de unos y otros, pero que jams se nos ha dado en unconjunto sistemtico que lleve a la masa de nuestro pueblo una idea definidade cul fue l trayectoria que sigui Espaa durante el tiempo recorrido desdeel ao 1808" (11).Observacin que segua siendo vlida cuatro lustros despus; slo queahora a la ignorancia se aade la repulsa; la condena en bloque del siglo XIX,como entidad hlstoriolgica contrapuesta al grandioso siglo XVI, al cual se

    8

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    7/19

    pretende volver por va de utopa. La referencia que he hecho hace pocosmeses, en un artculo que acabo de citar, a este componente de la historiogra-fa espaola de posguerra, me exime aqu de una alusin ms detenida. Dosobservaciones complementarias deben ser, sin embargo, recogidas aqu. Porms que, en los planteamientos de la historiografa nacionalista, el siglo XVIIIcompartiera con el XIX la repulsa debida a su "extranjerismo", a su traicin alas esencias nacionales, va a beneficiarse de una revisin -basada principal-mente en los trabajos de la Escuela de Estudios Hispano-Americanos, deSevilla- que afecta principalmente a la racionalidad de su poltica exterior y acierta aproximacin, en simpata, a los hombres del Despotismo ilustrado. Laotra observacin es de ms amplio radio y de ms alcance histrico-historiogrfico: se refiere a que la historiografa del exilio, a que aludir en el prrafosiguiente, manifiesta, como principal contraste con la del interior, la tenden-cia a abordar la posguerra con una atencin despierta a lo contemporneo: ala historia, en carne viva, de los siglos XIX y XX.

    b) a frontera de los aos cincuenta. El enriquecimiento de perspectivas.Como es sabido, existe entre los historiadores de la ms reciente historiacontempornea espaola la tendencia a situar hacia la mitad de los aoscincuenta la frontera entre la etapa de posguerra propiamente dicha, y el restode la llamada "era de Franco". El fin del aislamiento internacional, el relevode generaciones, la iniciacin o aceleracin de determinados cambios sociales,polticos y espirituales (12) no dejan de manifestarse en el campo de lahistoriografa, y estos cambios que se manifiestan en el trabajo de loshistoriadores espaoles no dejan de ser, a su vez, componentes muy calificadosen la nueva fisonoma sociocultural del pas. Una nueva corriente historiogr-fica penetra impetuosamente en la Pennsula; me refiero a la significada por laescuela francesa del grupo de Annales que haba enriquecido los tradicionalesplanteamientos polticos o ideolgicos con una atencin preferente a lo socialy lo econmico, a los grandes movimientos de conjunto que transcurren sobreun tempo harto ms lento que el de la vieja "histoire vnementielle", y quehaba puesto a punto un nuevo utillaje conceptual y una nueva metodologa-basada en la precisin cuantitativa y en el recurso a la estadstica- encami-nados a la determinacin de unas certidumbres de ms amplio alcance que lasaportadas porla metodologa del positivismo. Independientemente -en prin-cipio- de la recepcin de las nuevas corrientes afectas a una historia econmi-ca y social se advierte un importante relevo temtico, que no deja de guardarrelacin con el relevo de generaciones arriba indicado: sobreviene una degra-dacin de los tpicos relacionados con "la Espaa imperial"; la preferencia dela historiografa nacionalista por los temas centrados en torno al siglo XVI vadejando paso a un inters creciente por el siglo XIX, primer escaln de accesoa esa primaca absoluta de la historia contempornea que aparece en nuestrosdas como uno de los caracteres ms definidos de la historiografa espaola.Un tercer rasgo cabe aadir a los dos que quedan apuntados: el papel asumidodentro de esta ltima por la historiografa catalana. Es fcil indicar al respectounos nombres, unos problemas, unos libros fundamentales. Pero lo que, sobretodo, interesa subrayar aqu es que, para lo sucesivo, la historiografa espao-la habra de hacer frente al imprescriptible desafo de no identificarse a smisma con la historiografa castellanista, a despecho de los hbitos y lasinercias que venan de la escuela nacionalista: la historia de Espaa exiga, apartir de entonces, un tratamiento regional de sus problemas (13). En fin, seadvierte cmo, en el fondo, las tres corrientes que quedan indicadas como

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    8/19

    propias de los aos cincuenta apuntaban, desde distintos puntos de vista, enuna direccin comn: la historiografa espa ola reciba un conjunto deestmulos que la orientaban hacia una concepcin de la historia de Espaacomo historia del pueblo espaol, no ya alienado en Jos smbolos de unaabstraccin nacionalista, sino contemplado en la realidad viva de sus muche-dumbres, de su trayectoria histrica ms reciente, de su diversidad regional.En la encrucijada de estas t res corrientes renovadoras aparece la figura deuno de los historiadores de ms profundo influjo en la historiografa espaolade la poca aqu referida; me refiero, claro est, a Jaime VICENS VIVES.Slidamente ins talado en la tradicin historiogrfica de la Renaixenra cata-lana, investigado r de la poca de los Trastmaras y de Jos Reyes Catlicosdesde una pe rspectiva catalana, afecto a una depurada metodologa erudita yatento, por los a os cuarenta, a las tendencias geopolticas tan en boga a lasazn, Jaime VICENS acert a ser, a partir de 1950 - ao del IX CongresoInternacional de Ciencias Histricas, celebrado en Pars y qu e tan decisivainfluencia haba de ejercer en su orientacin posterior-, promotor y smbolode las nuevas tendencias que tomarn cuerpo, a partir de entonces, en lahistoriografa espaola. Son significativos los planos en que se opera suconve rsin: de una hi storiografa poltica e ins titucional construida a partirde una metodologa positivista y erudita, a una historiografa social y econ-mica se rvida por una metodologa de base estad stica, apta para la determinacin de lo cuantitativo; de una temtica bajomedieval y renacentista, a esadefini tiva entrega a los temas de h istoria contempornea que quedar bienpatente en el ltimo volumen de la Historia social y econmica de Espaa yAmrica ( 1957) o en el esplndido modelo de historia regional propuesto enEls catalans en el segle XIX ( 1958). Su persona, su obra y su magisterioexigen, ya, una buena monografa que estudie a fondo su significacin en lahistoriografa y en la cultura espaolas contemporneas. De su obra, esindispensable recordar aq u la fundacin del lndice Histrico Espa'tol ( 1953)por el excelente instru mento de informacin y cr tica que ofrece a todos losestudiosos de la historia de Espaa; y el Manual de historia econmica deEspaa ( 1956) por el gran estmulo que est llamado a suponer, para esteorden de estudios, en los medios universitarios. En relacin con su magisterio,habra que seguir dos lneas de referencia: de una parte, su influjo directo enuna escuela catalana a cuya primera generacin, directamente formada por elmismo VICENS, pertenec a el recientemente fallecido Juan REGLA, y cuyasegunda generacin - jvenes historiadores de gran calidad cientfica- figu raactualmente (1975) en la vanguardia de las nuevas tendencias de historiaeconmico-social. Pero, por otra parte, habr a que ponderar la influenciadirecta o indirecta ejercida por Jaime VICENS, a travs de sus libros, de susartculos, de sus cr ticas, sobre el conj unto de l modernismo espaol de sutiempo.Es difcil exagerar, ya qued dicho , el papel de VICENS en la historiogra-fa espaola contempornea. Es conveniente, sin emba rgo , no caer en lasimplificacin de circunscribir a su obra toda la operatividad real de lascorrientes que definen la hi storiografa espaola de aquellos afias, por msque tales corrientes recibieran de su iniciativa, de su capacidad de entusiasmoy de trabajo, el vigo roso impulso que ha sido sealado. En lo que se refiere ala renovacin de planteamientos que se aprecia en la historia moderna deEspaa, el ocaso de la inflacin nacionalista hubiera sobrevenido aun sin eldetonan te - ciertamente acelerador en gran medida- de la crtica de VlCENS;las nuevas promociones llegadas a la Un iversidad o puestas al trabajo de la

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    9/19

    investigacin experimentaban el cansancio de una retrica. Incluso temas tangastados por la historia apologtica y por el ensayo como lo era a la sazn elde Carlos V manifestarn, en ocasin del centenario, un rejuvenecimientometodolgico (vid. Carlos V (150(). 1558). Homenaje de la Universidad deGranada, 1958). Por otra parte, la importantsima funcin receptora y trans-misora de las orientaciones de la historiografa francesa del grupo de Annalesque Jaime VICENS va a llevar a cabo a partir de 1950, ser completada y anampliamente desbordada por un hecho de primera magnitud en el proceso dela historiografa espaola de nuestro tiempo. Me refiero al hecho, decisivopara nuestro modernismo, de que la nueva escuela histrica francesa sedefiniera en buena parte como tal precisamente a travs de su dedicacin atemas espaoles de los siglos XVI al XVIII. En efecto, los nombres mssignificativos de aqulla van ligados a sendas obras fundamentales de orienta-cin hispanista; recurdese que ya en 1911 el patriarca de la escuela mencio-nada, Lucien FEBVRE, haba dedicado su primer gran trabajo a Philippe Il etla Franche-Comt. La obra de Fernand BRAUDEL sobre La Mditerrane etle monde mditerranen iz l'poque de Phi/ippe II (primera edicin, 1949)hace aparecer un mundo de posibilidades ante los modernistas espafloles delos aos cincuenta. Las obras tambin monumentales de CHAUNU, Sville etl'Atlantique (12 vols.; 1955-59); de Pierre VI LAR, La Catalogne dansl'Espagne moderne (3 vo1s.; 1962); de Noel SALOMON, Recherches sur letheme paysan dans la comdie espagnole au temps de Lope de Vega ( 1965 ),de no pocos ms atestiguan suficientemente la importancia de esta contribu-cin. En cuanto a su influencia en el trabajo de los historiadores espaoles,basta recordar los primeros trabajos de NADAL y Gl RALT, de Felipe RUIZ,de V AZQUEZ DE PRADA, de Alvaro CASTILLO -primeros aos sesenta- ;basta recordar, tambin, el considerable influjo ejercido por el sector marxistadel conjunto de historiadores franceses aludidos --Pierre VlLAR. en cabeza--sobre una promocin ulterior de historiadores espaoles (14).En lo que se refiere a la tendencia a dar un tratamiento recional a losgrandes temas de la historia espaola, el camino haba sido preparado a fondopor los medievalistas. Con sus ventajas y sus inconvenientes, la "parcelacingeogrfica" de nuestro conocimiento de la historia medieval es una realidadbien defmida (15) y cada rea regional tendr sus propios expertos: PEREZDE URBEL, Julio GONZALEZ o Luis SUAREZ para Castilla; LACARRApara Aragn; UBIETO para Navarra; TORRES FONTES para Murcia ... Encuanto a Catalua, grandes figuras como Ramn d'ABADAL, buen conocedorde la Catalua carolingia, o como Fernando SOLDEVILA -historiador deJaime 1 y de Pedro el Grande; autor de una amplia Historia de Espaa(Barcelona, 1952-1959; 8 vols.) presentada desde el doble punto de vista desu catalanismo y de su liberalismo-, comparten con el mismo VlCENS elcultivo de una historia regional bien definida en sus races medievales. Los"Congresos de Historia de la Corona de Aragn", reunidos peridicamente endistintas cabezas de reino de la antigua Corona, han contribuido poderosa-mente a promover los contactos entre medievalistas catalanes, aragoneses,valencianos, castellanos, italianos y franceses. Pero, volviendo al principio deeste prrafo, una cosa es la compartimentacin regional inducida al medievalis-mo espaol, desde sus orgenes, por la misma disgregacin territorial de laEspaa estudiada, y otra distinta la propuesta de un enfoque regional deproblemas que, como los de Espaa moderna y contempornea, habanadolecido hasta entonces de unos planteamientos excesivamente centralistasy, por tanto, demasiado simplistas y lineales. En este sentido, s que hay que

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    10/19

    destacar el carcter renovador y progresivo del impulso de VICENS y de suescuela.En fin, queda por sealar que la marcha hacia el siglo XIX" es, en lahistoriografa espaola de los aos cincuenta, un fenmeno todava incipiente,pero que anima ya una pluralidad de iniciativas. Hace poco tiempo heintentado analizar este proceso con un poco ms de detenimiento, y ello meexime aqu de una referencia ms explcita. Recordemos solamente, comojalones significativos: Antonio RAMOS-OLIVEIRA, Historia de Espaa (M-xico, 1952; 3 vols.); al ao siguiente, 1953, aparecen Los sucesos de LaGranja de Federico SUAREZ, Los afrancesados de Miguel ARTOLA y, enPars, la Histoire contemporaine d'Espagne, 1789-1950 de BRUGUERA; en195 S, la Historia del constitucionalismo espaol de SANCHEZ AGESTACuando aparezcan, en la segunda mitad de la dcada, las grandes sntesis deVlCENS sobre historia contempornea de Espaa, el panorama quedarenriquecido con nuevos planteamientos y, sobre todo, con la urgencia de unvigoroso salto adelante en lo que se refiere a la metodologa.

    e) a expansin de los aos sesenta. a primaca de la historia social. Si ladcada de los cincuenta haba marcado -especialmente hacia su mitad- unadivisoria, la historiografa espaola se nos manifiesta claramente, en los aossesenta, como instalada en una realidad sociocultural que es ya distinta.Esbozar lo que define, en el sentido ltimamente apuntado, estos lustrosfinales de la llamada era de Franco", escapa al carcter y sobre todo a lasdimensiones de estas pginas; nos interesa, sin embargo, recordar el considera-ble aumento de la poblacin universitaria, la intensificacin de Jos contactosde todo orden con el resto de Europa, la ampliacin en la oferta de libros-ediciones de bolsillo; abundancia de traducciones- con predominio de losrelativos a las ciencias sociales, el rejuvenecimiento general del pas. Encuanto se refiere a la historiografa, creo que cabe subrayar como caracteresdistintivos Jos que siguen. En primer lugar, la renovacin y ampliacin de loscuadros de la investigacin histrica, paralelas al inters creciente del hombrede la calle por unas parcelas del saJ.Jer cuyas conclusiones le son ofrecidasperidicamente por revistas u otros medios de comunicacin social. Ensegundo lugar, el desarrollo espectacular de los estudios d_ e historia contempo-rnea que asumen una cierta primaca dentro del parrrama historiogrficogeneral; y ello tanto por el gran nmero de monografas y trabajos quesuscitan, como por la posicin de vanguardia que ocupan en relacin con labsqueda de esquemas conceptuales, de mtodos y de tcnicas de trabajo. Entercer lugar, cierta absorbente primaca de la historia social que no slo semanifiesta en la boga alcanzada por el cultivo de su campo especfico(estructuras, dinmica y conflictos sociales), sino quiz en mayor medida porla impregnacin que lleva a cabo con respecto a otras parcelas del trabajohistrico. Esta caracterizacin podr parecer quiz demasiado general y ambi-gua; pero slo a partir de ella cabe situar con cierta precisin otros aspectosms concretos de la historiografa espaola de nuestro tiempo: la prolifera-cin y afianzamiento de subespecializaciones, algunas de ellas enmarcadas enotras Facultades distintas de la de Filosofa y Letras; la recepcin de unametodologa marxista; la considerable aportacin anglosajona al conocimien-to y sobre todo a la presentacin sinttica de nuestra historia moderna ycontempornea; el viraje del medievalismo hacia nuevos horizontes, tendiendoa superar los moldes de las clsicas crnicas de reinos aisladamente considera-dos.

    12

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    11/19

    Primero, renovacin y ampliacin de cuadros. Si hacia 1955 se habaoperado un relevo generacional, es natural que diez aos despus aquel relevod plena fe de vida, cuando los jvenes de entonces accedan a la docenciauniversitaria y publiquen libros y monografas que harn saltar no pocosestados de cuestiones; los nombres de algunos de ellos aparecen en las lneasque siguen como significativos de algunas de las tendencias historiogrficas dela actualidad. Por lo dems, este proceso de rejuvenecimiento no se detienecon la incorporacin de nuevos nombres, plenos ya de madurez. al escalafnde historiadores profesionales; nuevas promociones, nuevas orientaciones seanuncian ya entre las f:tlas de un nutrido "profesorado no numerario" -res-puesta de urgencia al enorme crecimiento de la poblacin universitaria-, ascomo en las relaciones de tesis de doctorado o de licenciatura recientementepresentadas o todava en gestacin. En estas relaciones, menos coordinadas eintercomunicadas de lo que sera de desear, sera posible detectar, grossomodo, algunas de las direcciones que han de ser predominantes en la historio-grafa espaola del futuro inmediato.Segundo, desarrollo de los estudios de historia contempornea. Apresur-monos a observar que el fenmeno no es privativo de la historiografaespaola; se trata de la versin espaola de algo que est ocurriendo en lahistoriografa mundial. Que tal versin presente caracteres especficos, es cosaque, por otra parte, ocurre en cada una de las dems historiografas naciona-les, en razn de sus respectivos planteamientos culturales y de sus peculiarestradiciones historiogrficas. Apresurmonos a observar, tambin, que estarelativa predileccin por la historia de los siglos XIX y XX no responde tantoa un proceso interno, sobrevenido dentro del campo de la historiografaclsica, como a la fecunda invasin de esta ltima por esquemas conceptualesy por mtodos de otras ciencias sociales (la economa, la sociologa, la cienciapoltica, etc.) que, al cobrar conciencia de su esencial historicidad, hanirrumpido en el trecho de historia que queda ms cerca de su verdaderocampo de investigacin: lo actual. En fm, el hombre de nuestro tiempo hacobrado plena conciencia de que la historia no es simplemente "lo pasado", esdecir, algo contrapuesto y ajeno, en su defmitiva inmovilidad, a la accin y alas opciones del presente; algo a lo que slo cabe acercarse por va de evasino de enriquecimiento humanstico. Sino que es un proceso unitario queengloba pasado, presente y futuro; algo en cuya corriente nos encontramosinsertos nosotros mismos, algo que sentimos trepidar bajo nuestros pies y quese ofrece a nosotros como objeto de conocimiento cientfico, no estrictamen-te en cuanto pasado, sino ms exactamente en cuanto proceso cuyos factoresy motivaciones, cuyas leyes y sentido interesa indagar con miras a la racionali-zacin de la accin humana en el tiempo. Que, a partir de esta perspectiva, elsector de historia que nos queda ms prximo atraiga especialmente nuestraatencin, es algo que se explica fcilmente: l condiciona, de manera msdirecta e inmediata, nuestra situacin actual; y ofrece, por otra parte, a suanlisis cientfico una riqueza de fuentes, y p r tanto unas posibilidades dediversificacin metodolgica, de que nunca podra disponer el investigador deotros sectores de historia ms lejanos en el tiempo.Qu cauces, qu infraestructuras encuentra, en la historiografa espaola,esta tendencia general hacia el cultivo de la historia contempornea? Resuma-mos brevemente sealando, en primer lugar, la importancia que tuvo el hechode que, en 1965, al programar los departamentos que en lo sucesivo haban deintegrar las Facultades de Filosofa y Letras, se diera cabida a uno de"Historia Contempornea" separado y autnomo con respecto al de "Historia

    13

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    12/19

    Moderna : e ra la primera vez que se rompa formalmente y con carctergeneral - es decir, vlido para todas las Universidades del pas- con el clsicoemparejamiento ("Historia Moderna y Contempornea ) que, de hecho, ha-ba venido haciendo de l segundo trmino - lo contemporneo- una especiede apndice de l primero en la formacin de los cuadros docentes de laUnive rsidad espaola. Por lo dems, el trabajo en el expresado sector denuestra historiografa desborda pronto su cauce tradicional: la seccin deHistoria establecida en la mayor parte de nuestras Facultades de Filosofa yLetras. Al mismo tiempo que avanza y se define el proceso de subespecializa-cin de ntro de lo contemporneo, se hace ms y ms valioso el concurso queprestan otras Facultades: la de Ciencias Polticas y Econmicas (recur dese elpapel de MARAVALL y de DIEZ DEL CORRAL en lo relativo a la historiade l pensamiento; de ANES, NADAL, FO NTANA y LA COM BA para lahistoria de la economa ; de MARTINEZ CU ADRADO para la historia socio-pol tica; de Antonio TRUYOL Roberto MESA para las relaciones interna-cionales); la de Derecho, con historiadores de la poltica como Diego SEVI-LLA, Jua n FERRANDO y Joaqun TOMAS VILLARROYA e historiadoresdel pensamiento como El as DIAZ; la de Medicina, cuyos historiadores- recordemos aqu en especial a LOPEZ PIERO y a PESET- estn llevandoa cabo una aportacin sustancial a la historia cient fic a y mdico-social de lsiglo XIX espaol. Si aadimos a ello el trabajo realizado, en el marco de otrassecciones de la misma Facultad de Filosofa y Letras, por historiadore s delarte, de la literatura y de la filosofa (16), podremos imaginar fcilmente, ana travs de una relacin tan incompleta fragmentaria como la que antecede .esa otra caracterstica de la his toriografa de nuestro tiempo, espectacular-mente desarrollada en el campo de la historia contempornea, que es latendencia creciente a la subespecializacin, sobre la base de la aproximacindiferenciada a otras tantas ciencias sociales.Imposible resumir, en el escaso espacio disponible, algo que no se presta alcorte ni a la precipitacin: el inve ntario de ncleos de trabajo, de temaspreferidos, de orientaciones metodolgicas ( 17). En cuanto a aportacioneshistoriolgicas o me todolgicas provenientes de l exterior, hay que advertirque no encon tramos, en lo relativo a la historia contempornea, una induc-cin semejante a la que sign ifica, para la historia moderna, la extraordinariaaportacin llevada a cabo por los historiadores franceses del grupo de Anna-les. Si buscamos expertos extranjeros para nuestra historia de Jos siglos XVI alXVIII haremos bien en buscarlos preferentemente en Francia; si los buscamospara la historia de los siglos XIX XX deberemos buscarlos, ante todo, enInglaterra y en Jos Estados Unidos. Como es sabido, la sn tesis de RaymondCARR (Spain, 1808-1939. Oxford, 1966) es una de las ms serias y solventesde que disponemos para el conjunto de la poca estudiada; pero hay queinsistir en que no es el siglo XIX, sino el XX lo que ha atrado los esfuerzos deGerald BRENAN y de Hu gh THOMAS, de Stanley G. PAYNE, de GabrielJACKSON y de Edward MALEFAKIS. En cuanto a los historiadores espao-les que han hecho del mismo siglo XX su campo de investigacin y estudio ,pod ramos mencionar en un primer conjunto - historiadores de la poltica- aJess PABON, maestro de casi todos los citados a continuacin y autor deuna monumental biografa de Camb (Barcelona, 1952-1 969 ; 3 vols.), al hilode la cual queda expuesta toda una historia poltica de la Espaa con tempor-nea; a Vicente PALACIO, a Carlos SECO y a Joaqun ROM ERO MAURA; aVicente CACHO y a M. D. GOMEZ MOLLEDA ; a Ricardo DE LA CIERVA, aJavie r TUSELL. El autor de estas pginas cree advertir cierta "allure britan i-

    14

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    13/19

    zante en algunas de las ms caractersticas figuras de este sector de lahistoriografa espaola relativa al siglo XX, quiz en parte por su tendencia asituar en niveles de historia poltica el centro de gravedad del quehacerhistoriogrfico, y en parte por el cultivo de un pragmatismo metodolgicoque se atiene, en ltima instancia, a los buenos principios de la historiaacadmica. Pero quiz, sobre todo, por contraste con ese otro sector msdirectamente influido por los grandes maestros de la escuela francesa enespecial, por LABROUSSE y por VILAR-, ms propenso a situar en nivelesde historia social y econmica el mbito de sus investigaciones, y seriamentepreocupado por unos problemas metodolgicos que proyecta sobre fuentespredominantemente cuantitativas. En esta direccin, corresponde una posi-cin de vanguardia a Manuel TUON DE LARA, profesor en la Universidadde Pau (Francia), autor de una obra extensa y meditada, dotada de una grancoherencia interna, y que es, sin duda, el historiador espaol de nuestrotiempo que ms fecunda y tenazmente ha abordado el problema de losmtodos en historia social contempornea. A este sector cabe adscribir, grossomodo, a los historiadores catalanes que prosiguen el surco iniciado porVICENS -desde FONTANA a JUTGLAR y, entre osjuniores, BALCELLS yTERMES-; a LACOMBA, David RUIZ y ELORZA y, en general, a todo unconjunto de jvenes historiadores del movimiento obrero y de las clasescampesinas en la Espaa del siglo XX, as como a los historiadores delcapitalismo espaol, en especial a Gabriel TORTELLA y a Santiago ROLDANy Jos Luis GARCIA DELGADO, autores estos ltimos de un fundamentalestudio sobre La formacin de la sociedad capitalista en Espaa, 1914-1920(1973, 2 vols.) (18). Mencin aparte habra que hacer del grupo de antroplo-gos sociales -pinsese en la obra de Carmelo LISON TOLOSANA-, deformacin predominantemente anglosajona, los cuales, al analizar mediossociales culturalmente atrasados con respecto a los que dan la pauta del nivelhistrico de nuestro tiempo, nos ofrecen una visin directa de situacioneshistrico-sociales ancladas en otros niveles cronolgicos.Tercero, absorbente primaca de la historia social. Al indicar esta caracte-rstica entre las que definen a la historiografa espaola de los ltimos treslustros, no entiendo referirme de manera exclusiva a los historiadores delmovimiento obrero a que acabo de aludir, ni siquiera a los dedicados a temasde historia social en sentido estricto. Como dej apuntado ms arriba, es lageneralizacin de la tendencia a cimentar en sus bases sociales fenmenos queson objeto de estudio de historiadores de la poltica, del pensamiento, de lareligin, de la literatura o de las relaciones internacionales, lo que permitecalibrar la medida en que, en el horizonte historiogrfico de nuestra patria yde nuestro tiempo, parece haberse cobrado conciencia plena de que, enefecto, toda historia es historia social". Que tal tendencia se manifiesteprincipalmente en el campo de la historia contempornea es cosa que noextraar a nadie; y as, mientras los especialistas en historia poltica amplansu mbito de investigacin, extendindolo, desde las estructuras o "institucio-nes" polticas o administrativas, a las conductas polticas de los distintosgrupos de la sociedad (y no solo de las personalidades o lites directoras)-MARTINEZ CUADRADO, TTJSELL-, los especialistas en historia de laliteratura, del arte o de la ciencia tienden cada vez en mayor medida a cultivarla dimensin social de su disciplina, e incluso en el campo de la historia de laIglesia o de las formas de religiosidad se manifiesta anloga orientacin (JosManuel CUENCA, Alfredo MARTINEZ ALBIACH).Pero la orientacin apuntada no se circunscribe al campo de la historia

    15

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    14/19

    contempornea: impregna, a lo largo y a lo ancho, la casi totalidad de nuestrahistoriografa actual. Por lo pronto, guarda estrecha relacin con la revitaliza-cin del modernismo espaol, fenmeno al que vale la pena dedicar unaslneas. En efecto, tal revitalizacin, muy visible en los ltimos aos, se debeprincipalmente a tres impulsos: el enriquecimiento en perspectivas y enmtodos aportados por los hispanistas franceses a la historia de los siglos XVIal XVlll especialmente en sus aspectos socioeconmicos; la superacin del"complejo imperial" -es decir, la recuperacin de unos temas que habansido desprestigiados por su conversin en tpicos de la historiografa naciona-lista-, en buena parte por la estimulante induccin de algunos modernistasbritnicos que han propuesto nuevamente al inters de los investigadores,limpios de hojarasca apologtica o denigratoria, algunos de los grandes temaspolticos y poltico-internacionales de la Espaa de los Austrias; en fin, ysobre todo, el esfuerzo conjunto llevado a cabo por algunos modernistasseniores que han continuado profundizando en el estudio de la sociedadespaola de los siglos XVI al XVlll, y por una reciente promocin de jvenesmodernistas que han asimilado no slo el magisterio de estos ltimos, sinotambin el de ingleses y franceses. Esbozada ms arriba la primera de las tresmotivaciones aqu enumeradas, quiz sea oportuno aducir ahora algunosnombres significativos de las otras dos.La aparicin en las vitrinas de las libreras espaolas, en 1965, de un librotitulado La Espaa imperial, 1469-1716 pudo aparecer en algn momento,ante los estudiantes espaoles de historia, como un anacronismo, especie dereaparicin extempornea de un gnero historiogrfico definitivamente aban-donado por el modernismo espaol. Slo que el autor no era un "ideologista"ms o menos rezagado, sino un joven y brillante historiador ingls, John H.ELLIOTT, que dos aos antes haba publicado simultneamente, en ingls, eloriginal de la obra entonces traducida y una fundamental contribucin alestudio de la Catalua del XVII: The revolt of the Catalans. A study in thedecline of Spain ( 1598-1640) (Cambridge, 1963). Poco despus apareca otrasntesis, menos gil y sugestiva que la de ELLIOTT, si bien ms completa ydensa; me refiero a la de John LYNCH, Spain under the Habsburgs (Oxford,1965-69, 2 vols.; traduc. esp., 1970-72). El mrito de ambos manuales, peroen especial del ltimo, consistir en establecer una sntesis entre una temticaclsica, y los nuevos aspectos puestos de relieve por la escuela francesa delgrupo de Annales. Si recordamos que en 1958 un norteamericano, especial-mente atrado, en cuanto investigador, por problemas socioeconmicos,Richard HERR, publicar la que todava hoy es considerada como la mejorsntesis de la historia espaola de la segunda mitad del XVIII (The eigh-teenth-century revolution in Spain; traduc. esp. 1964 ), estaremos en condicio-nes de imaginar el cambio de horizonte que va a operarse entre los universita-rios espaoles que cursan Historia Moderna de Espaa a partir de los aossesenta. La historiografa francesa haba renovado planteamientos en profun-didad, a partir de grandes obras de investigacin; los historiadores anglo-sajones -recurdese que en 1969 aparece la traduccin del libro de RaymondCARR- han acertado, en cambio, a redactar un conjunto de manuales que sehacen eco de la renovacin experimentada por la historiografa relativa a laEspaa de los ltimos cinco siglos y que van a contribuir en no escasa medidaa modelar la enseanza universitaria de esta ltima (19).Pero algo de mucha mayor trascendencia que la recepcin de estas visionesorganizadoras de sendos conjuntos de conocimientos y problemas relativos anuestro pasado estaba ocurriendo, en tanto, en el campo de nuestro modernis-

    6

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    15/19

    mo. Sin menoscabo de los dems, permtaseme centrar en cuatro grandesfiguras -:son los seniores a que me refera ms arriba- la altura y el decorodel modernismo espaol durante estos lustros de transicin. Me refiero aRamn CARANDE -cuya obra monumental, Carlos V y sus banqueros, quecondensa muchos aos de estudio dedicados a la vida econmica castellanadurante la primera mitad del siglo XVI, qued mencionada ms arriba-, aJos Antonio MARA VALL, a Antonio DOMINGUEZ ORTIZ, a ManuelFERNANDEZ ALVAREZ. Partiendo de una doble especializacin en temasrenacentistas y en historia del pensamiento, MARA VALL ha ido incorporan-do progresivamente a su modo de historiar los puntos de vista y los criteriospropios de la historia social, haciendo culminar una fecunda trayectoria deinvestigador en una de las obras fundamentales de nuestro modernismoactual: Estado moderno y mentalidad social (1972; 2 vols.). DOMINGUEZORTIZ comenz haciendo historia social de Espaa, hace un cuarto de siglo,cuando el modernismo espaol transitaba otros derroteros; actualmente, enva de publicacin su obra sobre La sociedad espaola en el siglo XVII (1963ss; 2 vols. pubis.), ha incrementado su excepcional conocimiento de lasfuentes al mismo tiempo que ha madurado su capacidad de sntesis y la fuerzaexpresiva de sus libros y artculos. En cuanto a FERNANDEZ ALVAREZ hallegado a ser, tras muchos aos de trabajo inteligente y tenaz, uno de losmejores especialistas --quiz el mejor- con que cuenta la historiografamundial relativa a Carlos V; su identificacin con los mtodos de la historiapoltica clsica -de RANKE a BRANDI- no le ha impedido dedicar a Lasociedad espaola del Renacimiento una sugestiva ojeada de conjunto 1 970).Julio CARO BAROJA y Juan REGLA deben ser recordados junto a loscuatro grandes modernistas que anteceden, por sus estudios sobre las minorassociorreligiosas de la Espaa moderna: judos ms o menos conversos ymoriscos. Pero tambin no pocos ms. Oportuna e ineludible es aqu lamencin de los ms jvenes, que permiten vislumbrar ya lo que va a ser en elfuturo inmediato este sector de nuestra historiografa: Juan Ignacio GU-TIERREZ NIETO, buen conocedor de los movimientos campesinos antiseo-riales de la poca renacentista; Jos ALCALA-ZAMORA, experto en lapoltica septentrional de los Austrias del siglo XVII; Valentina FERNANDEZVARGAS, especializada en problemas demogrficos del XVI...En casi todos estos epresentantes de la historiografa espaola actualrelativa a los siglos XVI y XVII se aprecia, pues, la presencia del signo de lostiempos: la atencin a los temas de historia econmica y de historia social.Orientacin anloga se aprecia, sin salir del modernismo, entre los cultivado-res de la historia del siglo XVIll; incluso entre los maestros y los ncleos detrabajo que emprendieran, veinticinco aos atrs, el estudio del Setecientosdesde perspectivas de historia poltica y diplomtica (Sevilla, Valladolid yZaragoza, con RODRIGUEZ CASADO, PALACIO ATARD y CORONABARA TECH respectivamente) no sera difcil discernir la inflexin haia unatemtica ms cercana de lo social y lo econmico; en el caso de PALACIOA TARO y de su sucesor en la ctedra de Valladolid, Luis Miguel ENCISO, talinflexin ha quedado plasmada en importantes monografas (vid .. del prime-ro, Los espaoles de la Ilustracin, 1964). Pero en las nuevas promociones talorientacin se manifiesta desde luego predominante: basta recordar la obra yla escuela de Gonzalo ANES, o la entusiasta conversin de Antonio El RAS ala historia cuantitativa; a su iniciativa se debe la celebracin, en la Universidadde Santiago de Compostela, de la I lomada de Metodologa Aplicada de lasCiencias Histricas 1 973 ), cuya documentacin deja ver con bastante clari-

    17

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    16/19

    tbJ las principales 1 neas de trabajo a que se atienen los investigadoresespalioles que trabajan sobre historia demogrfica. e..:onmica y social ( 20 .Orienta..:in anloga parece informar la renovacin de los estudios dehistoria mediel'al y de historia antigua. En el campo del medievalismo hay queregistrar la aparicin de una de las ms relevantes publicaciones peridicas conque cuenta la historiografa espaola ; me refiero al Anuario de EstudiosMedievales (Barcelona, 1964 ss.), dirigido por Emilio SAEZ y cuyos nutridosvolmenes dan cuenta de lo ms significativo del medievalismo espaol sindescuidar sus conexiones exteriores. La orientacin hacia la historia social yeconmica se manifiesta, incluso, en cierta inflexin del clsico medievalismoinstitucionalista, de raz histrico-jurdica, que tiene en Luis GARClA DEV ALDEA VELLANO uno de sus ms prestigiosos representantes (vid . Orge-nes de la burguesa en la Espaa medieval, 1969); significacin anloga tiene ,en lo que se refiere a Catalua, Jos Mara FONT RIUS, que viene trabajandodesde los aos cuarenta en los orgenes medievales del municipio cataln. Ental lnea se inserta tambin Salvador de MOXO, escrupuloso investigador deslida formacin jurdica, que es actualmente el mejor conocedor de nuestrorgimen seorial. Pero quiz el cambio ms significativo que se est operandoactualmente en el campo del medievalismo espaol consista en la superacinde esa concepcin de la investigacin como "profundizacin erudita en elmundo de las crnicas" buscando planteamientos ms amplios que engranenmejor con la problemtica general que ofrece hoy la historiografa. No hayque repetir aqu lo que el medievalismo cataln y aragons - recordemos eneste punto, junto al maestro Jos Mara LACARRA, a Angel CANELLAS-deben al influjo de Jaime VICENS. En lo que se refiere al rea castellana, losjvenes historiadores de la alta Edad Media han situado el viejo tema de lareconquista" en el contexto que realmente la corresponde : historia rural ,historia de poblacin (21 ): as GARCIA DE CORTAZAR. En cuanto a la bajaEdad Media y la transicin a los tiempos modernos, los nombres de EloyBENITO RUANO, Julio VALDEON, Jos Luis MARTIN RODRIGUEZ yMiguel Angel LADERO inducen a pensar que, en este sector de la historiogra-fa, el relevo generacional a que alud al comienzo de este captulo lleva unritmo especialmente avanzado.Y algo semejante cabra decir en lo relativo a los estudios de historiaantigua ; en el momento de la desaparicin de Antonio GARCIA Y BELLIDOt 1973), Jos Mara BLAZQUEZ se manifiesta como excelente conocedor dela Espaa romana, con una predileccin evidente por los temas de historiaeconmica y social. Tal es tambin la orientacin de BARBERO y de VIGILl estudiar el perodo de transicin entre el mundo antiguo y el medieval en laPennsula.Despus de incidir tan insistentemente -aunque con la superficialidad queexigen las dimensiones y el carcter de este ensayo- sobre la general orienta-cin que manifiesta la historiografa espaola de los ltimos lustros haciatemas de historia social, sera necesaria a lo menos una mencin de lascorrientes historiolgicas que subyacen a tal orientacin; entre ellas, el mar-xismo. Que para el historiador en general, y muy en especial para el historia-dor afecto directa o indirectamente a temas y problemas de historia social,constituye el marxismo uno de los principales desafos intelectuales denuestro tiempo, es algo tan cierto como que el positivismo lo constituyigualmente cien aos atrs. Es evidente, pues, que un panorama de lascorrientes historiogrficas de la Espaa contempornea, abordado en formarigurosa , debera tener en cuenta esta realidad, por ms que no sea fcil

    8

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    17/19

    todava "discernir int1ujos ni adscripciones. Bueno ser, sin embargo, dejarconstancia de dos aspectos de esta int1uencia. En primer lugar, en la medidaen que ha habido una recepcin de la metodologa marxista por parte de lahistoriografa espaola, aqulla se ha operado preferentemente a travs degrandes monografas francesas que aplican unos mtodos. En segundo lugarcabe observar que, como antao ocurriera con el positivismo, el marxismo semanifiesta en la historiografa espaola de nuestro tiempo (especialmente enla relativa a problemas sociales contemporneos) en distintos niveles, dig-moslo as, de ortodoxia: hay una historiografa marxista directa y consciente-mente incardinada en su propia ideologa, el materialismo dialctico; hay lautilizacin, ms o menos rigurosa o circunstancial, ms o menos adaptada aproblemas concretos, del utillaje conceptual y metodolgico del marxismo,sin que ello comporte necesariamente una aceptacin de la concepcinmarxista de la historia. Pero lo que es evidente, en todo caso, es que nosencontramos ante un captulo de la historia de la historiografa espaolacontempornea que algn da ser preciso trazar con la . perspectiva y almismo tiempo con la preparacin historiolgica que el tema exige.d) Conclusin El historiador sabe, quiz mejor que nadie, que, cuando sehan intentado exponer las lneas generales de un proceso estrictamentecontemporneo, es decir, actual, no caben "conclusiones", precisamenteporque el proceso contina hoy mismo, en el quehacer que sirve de contextoal trabajo mismo del autor. No es momento de incurrir en esos juiciossupletorios de los del valle de Josafat contra los que se levantara, en susCombats pour l'Histoire, la mordaz irona de Lucien FEBVRE. Pero quizquede dentro de la tarea que me ha sido encomendada al proponerme unaspginas sobre el tema que figura en la cabecera de este ensayo, el indicar unosvacos sobre los cuales es muy probable que haya de verterse parte del trabajode los historiadores espaoles en un futuro inmediato. Ser algo as comollamar la atencin del lector sobre unas formas de historiar que no he podidoincluir como caractersticas -es decir, como suficientemente cultivadas- dela historiografa espaola de nuestro tiempo.En primer lugar hay que sealar la extrema indigencia de nuestra historio-grafa en planteamientos que desborden el rea peninsular. Ello debe serentendido en todos los niveles; quiero decir que, ni hemos cultivado salvoexcepcionalmente temas de historia no espaola (22), ni solemos tener encuenta -de veras y tras el correspondiente estudio- que la historia peninsularse integra en unas coordenadas europeas y universales a que es preciso referirnuestros planteamientos histrico-nacionales, ni cultivamos suficientemente lahistoria comparada, ni exigimos a nuestros universitarios el manejo de unaslenguas extranjeras -al menos, en calidad de meros instrumentos de trabajo-sin cuya facilidad de utilizacin es muy difcil romper la cscara de nuestrocomplejo de insularidad. Es cierto que, felizmente, estamos en una era detraducciones abundantes y baratas; pero cabe preguntarse si practicamos conla asiduidad necesaria el ejercicio intelectual dr. contrastar lo que nos cuentanlos dems de su propia historia o de la historia que nos es comn, con lo queacerca de la que nos es peculiar investigamos nosotros.Como un aspecto concreto de la observacin general que antecede, se nospresenta el escaso cultivo que tienen, en nuestra historiografa actual, losproblemas de relaciones internacionales y de poltica exterior de Espaa. Lasuperacin de la clsica "historia diplomtica"; el enriquecimiento en perspec-tivas y en recursos metodolgicos que ofrece actualmente la historia de lasrelaciones internacionales, parece haber afectado en medida todava muy

    19

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    18/19

    mcipiente a los cuadros de nuestra historiografa. Tanto ms interesanteresulta la tarea de quienes, como los americanistas de Sevilla y de Madrid-CALDERON QUlJANO, CESPEDES DEL CASTILLO, MORALES PA-DRON, HERNANDEZ SANCHEZ-BARBA, entre no pocos ms- mantienenabierta esta claraboya de la historiografa espaola; o de quien, como RobertoMESA, ha integrado en esta ltima, con entusiasmo y pleno rigor cientfico,ese gran tema de nuestro tiempo que es el advenimiento del "tercer mundo aun protagonismo histrico. En cuanto a la renovacin del viejo tema de lapoltica exterior de Espaa, queda en manos de una nueva promocin; en ellafiguran los nombres de Jos Urbano MARTlNEZ CARRERAS y de MaraVictoria LOPEZ-CORDON.Finalmente, no quiero dejar de aludir a cierto posible dficit en que lahistoriografa espaola -tan fecundamente orientada, en nuestros das, a lareconstruccin cientfica de las estructuras del pasado- pudiera incurrir, si esque no est incurriendo. Me refiero a ese anegamiento del hombre y de lacondicin humana en medio de grandes determinaciones cuantitativas cuyanecesidad, por otra parte, nadie discute. Tal enmascaramiento de la mshonda realidad de la historia comienza a ser denunciada, en nuestros das,desde las posiciones historiolgicas ms dispares. Precisar el utillaje conceptual,heurstico y metodolgico necesario para hacer frente, con el pleno rigorcientfico exigible, a esta profunda dimensin del trabajo historiogrfico, esalgo que ciertamente no se presta a la improvisacin. Pero tampoco es lcitoesbozar un panorama de la historiografa espaola contempornea sin aludir aeste vaco, apenas vislumbrado en nuestro das por algunos historiadores de lafilosofa, del pensamento, de la literatura o de la sociedad. Por lo dems,cabe observar que esta vez s que estamos ante un fenmeno, no especfica-mente espaol, sino general en la historiografa de nuestro tiempo.

    Madrid, febrero 1975Notasl Por ms que Jos historiadores espaoles acostumbremos a dar por indicados los siglosXIX y XX siempre que aludimos a la Espaa contempornea , parece que, en el casopresente, lo de contemporneo debe entenderse de acuerdo con la significacin que ellenguaje corriente suele dar a tal vocablo. Es decir, existente al mismo tiempo que elque escribe o que el que lee; lo relativo a nuestro tiempo.2. En efecto, en su introduccin al tomo 1 de la mencionada obra, haba anunciadoSANCHEZ ALONSO su propsito de proseguir este ensayo hasta el trmino del sigloXVIII. La produccin posterior, que no se distingue ya sustancialmente de la que hoy serealiza, la estimo sin inters en una obra de este tipo (Historia de la historiografa .. , 1,Madrid, 1941; p. Vlll). 3. La falta de perspectiva histrica", el carcter frecuentemente polmico de lasnumerossimas fuentes impresas existentes, la escasez y dificultad de manejo de fuentesmanuscritas de primera mano figuran entre las motivaciones ex presas de esa minusvaoracin. A ello se aadir, en Jos aos de posguerra. el conjunto de motivacionesideolgicas propias de tal situacin a que aludo ms adelante.4. En El siglo XIX en Espaa: doce estudios. conjunto dirigido por Jos Mara JOVERZAMORA (Barcelona, 1974), pp. 9151.5. Vid. Rafael ALT AMIR A, Direcciones fundamentales de la Historia de Espaa en elsiglo XIX en Boletn de la Institucin Libre de Enseanza", t. XLVII (Madrid, 1923),pp. 178-185, 218-222, 247-256, 282-286.

    20

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)

  • 8/13/2019 Corrientes historiogrficas en la Espaa contempornea (J. M. Jover Zamora)

    19/19

    6. Un excelente panorama de la historiografa europea del Ochocientos. en la obraclsica de G.P. GOOCH, Historia e historiadores en el siglo XIX; traduc. esp.: M-.;Ico.1942. Vase tambin R.G. COLLINGWOOD, Idea de la Historia; traduc. esp.: 1965, espec. partes tercera y cuarta. Sobre el positivismo en Espaa. cst en prensa ladocumentada tesis doctoral de Diego NUEZ sobre La mentalidad positiva en la Espalladel siglo XIX.7. Vid. SANCHEZ ALONSO, Historia de la historiografa .. , t. 111 Vase tambinSARRAILH, L 'Espagne claire de la seconde moiti du XVIIIe sicle, (Pars, 1954 ). 2. 3parte, cap. VIII, espec. pp. 393 ss.8. Sumarios y extractos de las tesis doctorales ledas desde 1944 a 1947 en la Seccin deHistoria. Universidad de Madrid, Facultad de Filosofa y Letras (Madrid, 1955).9. Una sistematizacin de tales esquemas, de acuerdo con su proyeccin sobre lahistoriografa espaola de los aos cuarenta, se encontrar en la seleccin de textosllevada a cabo por Jorge VIGON y publicada en forma de manual: Marcelino MENEN-DEl Y PELA YO, Historia de Espaa (Madrid, 193 3; 4.a edic.: Madrid, 1941 ).10. Vid. mi artculo El siglo XIX en la historiografa espallola contempornea(1939-1972), cit. supra.11 ALT AMIR A, Direcciones fundamelltales .. , p. 178.12. Los datos indicativos de tal mutacin han sido seleccionados certeramente porCarlos SECO SERRANO, en el captulo que dedica a La Espaa actual", en laImroduccin a la Historia de Espaa de UBIETO, REGLA, JOVER y SECO (Barcelona,1974, 10.a ed., pp. 977 ss).13. Recurdese el estmulo significado en tal direccin por el libro de V ICENS, Noticiade Catalua (Barcelona, 1954).14. Para que nuestra imagen de la influencia francesa sobre la historiografa espaola delos aos indicados sea completa, conviene tener en cuenta que no se circunscribe a latemtica aludida en el texto. Pinsese en la traduccin de LEVl-PROVENyAL condestino a los tomos IV y V de la Historia de Espaa dirigida por MENENDEZ PIDAL(relativos a Espa11a musulmana. Hasta la cada del Califato de Crdoba (711-1031),Madrid, 1950-57), as como en la aparicin, en Pars y en 1954, del libro de JeanSARRAILH sobre L 'Espagne claire de la seconde moiti du XVII e sicle.15. Vase J.A. GARCIA DE CORTAZAR, La poca medieval (t. 11 de la "Historia deEspaa Alfaguara"), Madrid, 1973, pp. 503 ss.16. Sin olvidar la seccin de Historia de Amrica, paradjicamente separada de laseccin de Historia, en tanto esta ltima contina dando cabida a los estudios deGeografa.17. Me remito al estudio mencionado ms arriba sobre El siglo XIX en la historiograjiaespa 1ola colllempornea ( 1939-19 72), especialmente pp. 56 ss.18. Vid. Manuel TUON DE LARA, Una escuela histrica espaola?, en "Cuadernospara el Dilogo", nm. extraord. XLII (Madrid, agosto 1974), pp. 262-266.19. En cuanto a la serie de manuales y obras de conjunto espaolas que desempeansimultneamente anloga funcin, debe ser mencionada la 11Zlroduccin a la Historia deEspaa de UBIETO, REGLA, JOVER y SECO (l .a edic.: Barcelona, 1963), as como laposterior y ms extensa Historia de Espa11a Alfaguara dirigida por Miguel ARTOLA(Barcelona, 1973 ss.; 7 vols.). En cuanto se refiere a la historia contempornea de Espaalas sntesis de Manuel TUON DE LARA (La Espaa del siglo XIX 1961; La Espaa delsiglo XX 1966) desempearn un papel anlogo, en especial la primera, ms ampliamen-te difundida.20. Vid. Mara Rosa SAURIN DE LA IGLESIA, A proposito di alcuni studi su/la'Ilustracin' (en "Rivista Storica Italiana", LXXXV-VI Npoles, 1973, pp. 1044-1074).21. Vid. tambin al respecto: Claudio SANCHEZ-ALBORNOZ, Despoblacin y repo-blacin del valle del Duero (Buenos Aires, 1966).22. Los profesores Jess PABON, Luis DIEZ DEL CORRAL y Juan Jos CARRERASARES son tal vez, junto con Roberto MESA -al que se alude ms adelante en el texto-,las excepciones ms brillantes que presenta esta casi general marginacin de los temas de

    Coleccin Ensayos.Fundacin Juan March(Madrid)