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Por:
Cristóbal Aljovín de losada, Roberto Choque Canqui, C. R. y E.M. Franquemont, Juan Carlos Godenzzi, Ana María lema, Scarlett O'Phelan Godoy, Víctor Peralta Ruiz, Alexis Pérez Tarrico,
Rigoberto Rivera-Agüero
CALDERON, Fernando y DANDLER, Jorge ( compiladores). Bolivia: La fuerza histórica del campesinado. Ediciones CERES. Cochabamba, 1984.
Desde 1825, Bolivia, como una república independiente de la Corona de España, ha sido manejada sólo por un grupo minoritario criollo-mestizo; la masa indígena, que estaba conformada de los quechuaaymara y los grupos tupiguaraníes del oriente boliviano, fue marginada de sus derechos políticos en el nuevo Estado.
Fernando Calderón y Jorge Dandler nos ofrecen una compilación de trabajos sobre los diferentes aspectos de la realidad histórica del movimiento campesino indígena boliviano, especialmente del presente siglo. En este caso, los artículos se refieren generalmente al período comprendido entre la guerra del Chaco y 1952, a excepción de los trabajos de Xavier Albó y Andrew Pearse, que se remontan a la época colonial.
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Albó analiza los fenómenos socio-culturales y económicos de la rebelión indígena de 1780 y 1782. Intenta reflejar las contradicciones nacionalistas, étnicas y clasistas de la sociedad colonial hasta ese momento. Además, ahonda en los aspectos ideológicos, idiomáticos y· religiosos predominantes durante la rebelión.
Los trabajos de Jorge Dandler y Juan Torrico aportan novedosos testimonios sobre el llamado "Primer Congreso lndigenal de 1945", evento que fue auspiciado por el gobierno de Gualberto Villarroel y cuyas conclusiones repercutieron inmediatamente al interior del campesinado provocando la reacción de los latifundistas. Otro trabajo de Jorge Dandler es el referente a las luchas internas del movimiento campesino cochabam bino después del triunfo de la revolución de 1952 como efecto de la división del partido político gobernante: Movimiento Nacionalista Revolucionario. Ese conflicto, con la llamada "Ch'ampa guerra" en Cochabam ba, desembocó en un proceso de dis-
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gregación política del Movimiento Nacionalista Revolucionario, provocando el fraccionamiento del movimiento campesino en dos bandos, liderados por José Rojas y Sinforoso Rivas. Los intereses personales de los líderes campesinos en pugna apoyados por los jefes políticos del MNR en peleas por el poder condujeron a un enfrentamiento armado entre los grupos campesinos de Cochabam ba. Esa lucha interna, que duró varios años, todavíá necesita un estudio detenido y exhaustivo.
Por su parte, Jean Pierre Levaud analiza el llamado "impuesto único" que el gobierno de Barrientos logró imponer a la propiedad rural, a pesar del descontento y la resistencia que hubo en muchos sectores campesinos.
Andrew analiza el movimiento campesino boliviano remontando a la época colonial para demostrar que hubo "una continuada demanda de fuerza de trabajo" indígena a través del sistema de mita para las minas de plata. Hace notar la expansión de haciendas en base a la apropiación de tierras comunales y la venta de tierras .. de. las comunidades ordenada por Melgarejo. La actuación del líder indígena Pablo Zárate Willka, quien movilizó a la m·asa indígena contra el sistema de hacienda durante la llamada "revolución federal" en 1899, es entroncada con el proceso de la educación indigenal, poniendo énfasis en el papel de la escuela indígena de Warisata como proceso previo a la revolución de 1952. Este trabajo es complementado por el artículo de Gonzalo Flores, breve análisis del movimiento campesino indígena comprendido entre 1900 y 1920.
El trabajo de Blanca Muñoz sobre la participación de la mujer campesina del altiplano en Bolivia presenta una breve relación de algunos aspectos organizativos y de las actividades propias de la mujer con relación a las de los varones. La mujer campesina hizo su aparición en forma notoria en la escena política sindical del país entre 1978 .y 1980. ·Así, el primero de mayo de 1980, miles de mujeres campesinas desfilaron por las calles de La Paz demostrando su solidaridad de lucha con la Central Obrera Boliviana (COB). La aparición de la mujer campesina del altiplano en forma organizada en el escenario de la lucha sindical política es,
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pues, un fenómeno muy reciente. La última parte de este volumen se refie
re al estudio teórico de diferentes aspectos relacionados con los fenómenos políticos e ideológicos del movimiento campesino. Los autores analizan una serie de rasgos o tópicos de la cultura y sociedad campesina de Bolivia y Latinoamérica. En ese sentido, los trabajos de Xavier Albó, Gonzalo Flores, Simón Pachano y Orlando Plaza versan sobre las bases étnicas, sociales y económicas del movimiento campesino, intentando interpretar 9onceptualmente lo que se debe entender por una clase social o nación.
Sin duda, los trabajos que conforman este volumen no exploran todas las vetas necesarias para justificar "la fuerza histórica del campesinado" en Bolivia. En este caso, algunos trabajos míos, como "La masacre de Jesús de Machaca" y "De la defensa del ayllu a la República del Qullasuyu", entroncados en el estudio de la escuela indigenal, son también un aporte al estudio de la realidad histórica del movimiento indígena en Bolivia.
R.Ch.C.
CONTRERAS HERNANDEZ, Jesús. Subsistencia, ritual y poder en los Andes. Editorial Mitre. Barcelona, 1985, 224 pp.
Chinchero, a sólo 34 km. del Cusco, ha sido un lugar investigado por muchos arqueólogos del Perú y del extranjero desde que Osear Núñez del Prado diera los primeros pasos en el decenio de 1940. A pesar de este vigoroso impulso, muy poco se ha escrito y menos publicado acerca de este pueblo. Por ello es que celebramos especialmente la actual etnografía de Chinchero por Jesús Contreras Hernández, esperando que este trabajo sirva para estimular la publicación de más investigaciones sobre la vida en este poblado incaico tan cercano del Cusco.
El estudio de Contreras está basado en once meses de trabajo de campo a lo largo de trece años, la mayor parte concentrada de junio a agosto, los meses del verano europeo. Los pobladores de Chinchero guardan un buen concepto de él, recordando sus visitas y su trabajo de campo, y lo cuentan entre sus aliados en el mundo. Ello
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es un testimonio de su preocupación y afecto por Chinchero y de su habilidad como investigador social. Por consiguiente, es de esperar que haya disfrutado de la confianza y cooperación de la comunidad.
El presente libro se desarrolla de la tesis doctoral de Contreras, Adivinación, ansiedad y cambio social en Chinchero (Perú), de 1976. En aquel entonces, Contreras veía la adivinación como un indicador de la ideología tradicional. Investigaciones adicionales incluyen el compadrazgo como indicador de las estructuras de poder local. Contreras está preocupado. ¿Por qué el objeto de la adivinación es casi exclusivamente robos y pérdida de animales? ¿Por qué la gente escoge a sus compadres entre quienes caracterizaban como sus explotadores? Como él manifiesta: "Que a los adivinos o paqos se les consultara casi exclusivamente sobre robos y pérdida de animales y que se eligiera como padrinos de bautizo y de matrimonio a personas de las que se decía que eran unos explotadores era algo que requería su explicación". Para ello, "era necesaria una aproximación que tuviera en cuenta no sólo las formas, sino también las funciones, no sólo las actitudes y las verbalizaciones, sino también los comportamientos". En suma, llegó a interesarse no sólo en la versión idealizada de cómo eran las cosas, sino también en lo que se ·podía aprender observando el comportamiento actual. La detallada descripción etnográfica y las extensas citas directas de los informantes que incluye con este fin, son particularmente valiosas.
Contreras sostiene que "el campesino chincherino ha tenido que compensar la dificultad de una agricultura que se desarrolla en suelos pobres y ... un clima severo y muy variable", así que "es muy significativo que todos los valores, actitudes o virtudes que definen ... a 'una persona buena' ... giren en torno al trabajo". Si bien esta visión del medio ambiente andino como áspero y amenazante es bastante difundida fuera de los Andes, ha sido puesta en tela de juicio por Murra y otros y ciertamente ha sido cuestionada por la existencia de un imperio precapitalista enormemente rico en este mismo ambiente en tiempo de los Incas. Es interesante que Contreras no incluya la explotación capitalista ni las estructu-
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ras económicas como una causa de las dificultades del campesinado.
En la parte del libro que Contreras dedi·ca a la subsistencia, sin embargo, no aprendemos mucho que sea nuevo. Ello se debe, en parte, al formato de la sección, parecido a un simple informe tipo cuestionario con rubros tales como "comunicaciones" y "flora". Este estilo de "guía telefónica" de escribir antropología no sólo resulta en una aburrida lectura de un tema interesante sino que oscurece las notables cohesión e' integración de_ la vida física, social e intelectual de Chmchero y otras comunidades andinas. Quizás, en la elección de este formato, Contreras muestra una falta de interés en estos temas en sí; y más bien su perspectiva marxista lo lleva a percibir estos asuntos como un telón de fondo para las relaciones económicas. Señala que "el probl~ma de la subsistencia se nos aparece detras de cualquier institución, incluso de una aparentemente alejada como la adivinación". Las extensas citas de otros teóricos que nos parecen particularmente inadecua: das Y que nos di?en m~s del antropólogo que de l~ comunidad misma, no contribuyen a meJorar esta sección.
La mejor par!e del libro es otro gran segmento · sobre ntual, particularmente una descripción detallada de la adivinación mediante la coca. Las actividades descritas son generalmente rituales domésticos, lo cual refleja el hecho de que la mayoría de los meses que Contreras pasó en Chinchero fue en verano, de junio a agosto. El autor describe los pagos anuales a la Pachamama por su protección al ganado y la construcción de casas. Da como ejemplo la adivinación para sugerir que la gente de Chinchero emplea hoy el ritual (ideología tradicional) para responder a las amenazas de subsistencia. A su parecer, hoy en día Chinchero se ve amenazado por dos crisis: la crisis de la ideología tradicional, frente a una amenaza cultural debida a la educación, el bilingüismo y la migración; y la crisis de la subsistencia por una merma en el poder económico de la unidad doméstica. Rituales como la adivinación de la coca y el prestigio de los paqos que los realizan, se toman como índices de la coincidencia de estas dos crisis. Cuando elige analizar rituales que implican al individuo o cuando más a la uni-
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dad doméstica para sintetizar la "cosmovisión" y el "proceso de aculturación", Contreras da a entender que la persona determina la naturaleza de su reacción al conflicto. Esta idea podría ser de batida por la gran cantidad de rituales que hay en Chinchero centrados en grupos más grandes. Por ejemplo, los participantes de un ayni festejan la Primera Lampa, los ayllus trabajan juntos para Mujonamiento y otros rituales, y la comunidad toda colabora para la Fiesta Patronal, la Pascua y otras celebraciones. La mayoría de las actividades rituales que tienen una base más amplia ocurren en Chinchero entre enero y mayo, por lo que períodos más prolongados de trabajo de campo podrían haber animado a Contreras a reformular algunas de sus conclusiones. Ciertamente que la crisis de la viabilidad económica se siente con agudeza más a nivel de ayllu y la respuesta colectiva a este y otros desafíos merece ser tratada.
A través del libro , Contreras generosa y juiciosamente deja oír la propia voz de los pobladores de Chinchero en la forma de extensas y expresivas citas. Por ejemplo a través de un comunero nos enteramos del progreso y el gamonalismo: "En el caso de D. Fidel, por lo que ha engañado a la gente y por lo que tiene cienes y cienes de ahijados o compadres, por eso trabajan como en una hacienda. Cuando tiene que hacer trabajar, viene la gente. Por ahí es por lo que hay progreso para él, ya que no sabe pagar jornal ni nada. Sólo les da para sus chichas, un sol, dos soles. Así hay progreso para él". La inteligencia, percepción y elocuencia de la gente de Chinchero se desbordan en las páginas del libro, todo ello traído por un etnógrafo que ha aprendido mucho de un pueblo al que respeta.
Empero, Contreras nunca aborda del todo la difícil cuestión del poder, si bien admite correctamente que éste es el punto central en Chinchero. Contrasta el "gamonalismo" con la "nueva política de la reforma agraria", pero al hacerlo ignora los lineamientos del poder y prestigio tradicionales que siguen fluyendo a través de las estructuras indígenas de los cargos, las relaciones de ayni y las afiliaciones de ayllu. Estas instituciones aún dominan el comportamiento social, especialmente de los ayllus más lejanos, resistiendo los esfuerzos de un poder
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político moderno para marginalizarlos. En sus análisis, izquierdistas progresistas han sido particularmente reacios a atribuir vigencia a estas instituciones indígenas por haber sido tan abusadas en el pasado por explotadores y porque quisieran subordinar las singulares cualidades de la vida andina a los paralelos que existen entre los pueblos tercermundistas. No obstante, el sagaz poblador de Chinchero hoy en día tiene que ser capaz de integrar tanto los aspectos indígenas como los del mundo occidental en la trama social de su pueblo.
Los años abarcados por el estudio de Contreras han estado particularmente llenos de acontecimientos en los Andes, y Chinchero no se ha librado del ritmo cada vez más rápido del cambio. Quizás esto explique por qué Contreras se conforma dejando este esquema de relaciones comunales y su libro "sin conclusión". En tiempos como éstos, el "presente antropológico" deja de existir y las conclusiones pierden actualidad antes de ser publicadas. En los últimos quince años se ha visto la erosión del poder de los gamonales y la emergencia de un grupo de jóvenes instruidos de raíces tradicionales para conducir al pueblo por el decenio de 1980. Su historia queda aún por contarse. Y confiamos en que habrá algunos en Chinchero que contarán la historia para ellos mismos.
C.R. y E.M.F. Traducción de Sheila Campion
DE LA TORRE, Carlos y BURGA, Manuel (compiladores). Andenes y camellones en el Perú andino. Historia, presente y futuro. Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Lima, 1986. 3 79 pp.
Las crisis agrarias que constantemente se abaten sobre nuestro campo, afectando por igual a la economía y sociedad de los Andes, vienen originando en estos últimos años toda una serie de propuestas que, tratando de revalorar ciertas formas de producción en su interior, ven la posibilidad de hallar alternativas propias para un nuevo desarrollo agrario. Este es el caso de un saluda ble y valioso encuentro que tuvieron investigadores agrarios de distintas especia-
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lidades en julio de 1985, reunión que ha dado origen al libro que comentamos.
La idea central, como señala Manuel Burga en la síntesis que hace del seminario, fue evaluar pero también hallar la manera de articular dos economías y sociedades, capitalista una y campesina la otra, que a la vez dinamizaran a la propia sociedad campesina y frenaran los peligros de· una depredación del ecosistema andino, tal como viene ocurriendo hoy. Una mirada a las ponencias podrá ser útil para confirmarlo o no. La obra está dividida en cuatro partes, delimitadas de manera muy original. En la primera, titulada "El milagro agrícola andino", seis ponentes tratan de destacar la persistencia contemporánea que tiene bien sea la ecología inca (John Earls), los andenes collaguas (Alejandro Málaga), los camellones chachapoyanos (lnge Schjellerup) o la agricultura por cochas (Jorge Flores Ochoa y Jesús Washington Rozas). En la segunda parte, bajo el título de "Búsqueda de tecnologías apropiadas", los ponentes relievan la capacidad de la tecnología tradicional andina para cultivar sin erosionar los suelos en la zona del Cuzco (Jeroen de Vries), Coporaque (Guillermo Zvietcovich) o Cajamarca (Pablo Sánchez). En la tercera parte, bajo el rótulo de "Hacia la utopía: ensayos de recuperación de tecnologías andinas", se abordan experiencias de trabajo de campo en donde el auxilio de técnicas tradicionales de producción ha posibilitado la recuperación de suelos, como ha ocurrido con la rehabilitación de andenes en San Pedro de Casta (Luis Masson) o en la comunidad puneña de Pusalaya (Bea Colman). La cuarta y última parte, bajo el título de "Utopía, realidad y contra-utopía", la conforman variadas perspectivas de aproximación y, por lo mismo, distintas preocupaciones, como puede ejemplificarse por el interés que muestran algunos por el abandono de terrazas andinas y sus posibilidades de restauradón (William Denevan), la destrucción de andenerías (César Fonseca), el análisis del uso de tierras por los grupos étnicos collaguas en las fases iniciales del dominio colonial (María Benavides), pasando por inventarios, evaluaciones y experiencias de otros tipos de recursos tradicionales.
Revalorar "lo andino" es el mérito principal de todo este conjunto de propuestas,
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provenientes en parte de numerosos tecnólogos, en su mayoría ingenieros agrónomos. No percibimos, en cambio, que la mayoría de ellos se atreva a interrogar a la historia para complementar sus experiencias de campo. El peligro que ello puede traer es el olvido involuntario de un problema que, más que técnico y hasta económico, es fundamentalmente social. Hoy, sociólogos, antropólogos y hasta economistas han comprendido que la perspectiva diacrónica o histórica es la manera más adecuada de plantear los problemas y las alternativas que están tras la marginalidad de la sociedad campesina. Es necesario, pues,el recurso a la historia no entendida como una simple acumulación de datos cronológicamente determinados, sino como configuración del tiempo que muestre que las relaciones entre problemas y posibilidades obedecen,más que a una casualidad, a necesidades internas de un global desarrollo histórico. Será relevante que los tecnólogos andinistas paulatinamente se acerquen a este tipo de perspectiva, posibilitándose el cierre de la brecha existente entre ciencia y tecnología en nuestro medio.
V.P.R.
DUMEZIL, Georges. Entretiens avec Didier Eribon. Editions Gallimard. Paris, 1987. 224 pp.
Georges Dumézil ha muerto recientemente, el 11 de octubre de 1986. La víspera de su muerte releía una obra de iteatro escrita en quechua y corregía la traducción francesa de ella. Durante más de sesenta años, Dumézil ha explorado el mundo indoeuropeo, sin circunscribirse exclusivamente a él, buscando el fondo común de la mentalidad humana. Entre sus obras fundamentales figuran Mythe et Epopée I, 11, 111. Gallimard, París, 1968-1971-1973; Apollon sonore et autres essais. Esquisses de mythologie. Gallimard, París, 1982; L'oubli de l'homme et l'honneur des dieux. Gallimard, París, 1985. De su incursión en la lengua y literatura quechuas, tenemos los siguientes artículos: "Remarques sur les six premiers noms de nombres du turc et du quechua", Société linguistique, 8 : 1-15, 1 954; "Deux pieces costumbristes de Killku Warak'a",
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Journal de la Société des Américanistes, 43, 8: 1-15, 1954; "Structure du quechua dialecte cusquénien, Travaux de l'Institut de l'Université de Paris, 1: 125-134, 1956; "Le bon Pasteur, un sermon de Francisco de Avila aux lndiens du Pérou, 1646", Diogene, octubre 1957 : 84-102; "Remarques statistiques sur les six premiers noms de nombres du turc et du quechua'', en coll. avec H. Curien, Journal de la Societé des Américanistes,46: 181-188, 1957; "En marge de Sumaq T'ika", Misc.P.Rivet, 2: 159-164, México, 1958 ; "Sumaq T'ika, la princesse du village sans eau, opérette quechua de Nicanor Jara", en coll. avec P. Duviols, Journal de la Société des Américanistes, 63: 15-1 98, 1976.
El libro que reseñamos está compuesto de entrevistas hechas por Didier Eribon a Georges Dumézil. El propósito de Eribon es presentar la trayectoria científica y el itinerario intelectual de Dumézil. No se pretende una síntesis biográfica ni un balance de su obra. Lo que encontramos no son más que conversaciones, pero llenas de información sobre el proceso de la investigación y de la elaboración de un modelo en el dominio de las ciencias humanas.
La conversación se desliza evocando hitos significativos, y también anécdotas, de la vida de Dumézil. Empezó a interesarse en la mitología, nos dice, leyendo textos de Niebuhr sobre los trabajos de Hércules y el viaje de los Argonautas ; pero también por sus contactos con la lingüística, con las obr~s de Michel Bréal, Antoine Meillet, Emile Benveniste . En 191 7 fue movilizado para tomar parte en la guerra. Esta experiencia le hace pensar que la vida es un juego que un buen día terminará . Dumézil, asimismo, se admira ante lo que él llama el " gran misterio": cómo una evolución sin finalidad concebible ha terminado, en una especie animal bastante desfavorecida, por producir, junto con el lenguaje, el pensamiento. Reflexiona también sobre la muerte: "No me inquieto de aquello que quedará de mí después de mi muerte. Muy probablemente no quedará nada, pues no concibo que cualquier cosa que se parezca al pensamiento, a la conciencia misma pueda subsistir después de la desaparición d~ aquello que lo viste o lo constituye: el lenguaje" (p. 42).
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1938 es un año decisivo en las investigaciones de Dumézil. Observando un grupo de hechos indios y un grupo de hechos romanos, vislumbró por primera vez la estructura de las tres funciones: en la India , los brahmana, sacerdotes, forman la clase de mayor jerarquía; los otros son los ksatriya, guerreros, y los vai~ya, masa de los productores. Y en Roma no hay más que tres grupos sacerdotales, jerarquizados, los de Júpiter, Marte y Quirino. Júpiter es el dios más grande y el que garantiza la suerte y la duración de Roma; Marte es el dios de la guerra ; Quirino se opone a Marte como la paz a la guerra y protege los granos alimenticios. Dumézil, en lo sucesivo, no abandonará nunca este descubrimiento suyo y lo reencontrará en otros campos indoeuropeos. Así, las sociedades indoeuropeas estarían organizadas alrededor de lo sagrado, de la guerra y del trabajo, De un modo más preciso, la primera función tiene un aspecto religioso y político, lo cual puede relacionarse con el aspecto intelectual, que permite saber y gobernar. La segunda función es la forma física relacionada con el guerrero y las victorias bélicas. La tercera función es el trabajo y la fecundidad que permiten la permanencia de una sociedad, permanencia cuyas condiciones son la paz el amor la belleza y la voluptuosidad. ' '
En 1952, Dumézil viaja al Cuzco para estudiar el quechua ; se había interesado en los Incas desde pequeño y antes de su viaje había ya trabajado el quechua en la biblioteca de Rivet, fundador . y director del Museo del Hombre (París). Habla de uno de los "crímenes inofensivos" que cometió: establecer una relación de parentesco entre el turco y el quechua. La afirmación es atrevida, pero deja a los lingüistas juzgar si sus argumentos y resultados son aceptables.
Dumézil también trabajó para rescatar una lengua en desaparición, el ubykh de la familia caucásica. En la actualidad sóio hay un hombre, octogenario, que la habla y el cual sirvió de informante. Lo curioso de esta lengua es que se le han registrado unas 80 consonantes y sólo dos vocales. Dumézil comenta: "Las lenguas [ ... ]. las hay que mueren todos los años, en todos los continentes. Simplemente, estoy contento de haber salvado una" (p. 89).
¿Qué se puede decir de los indoeuro-
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peos? Es poco lo que se sabe de ellos, nos dice Dumézil: "Un pueblo más o menos unitario, sobre un territorio bastante vasto como para que haya habido diferencias dialectales en la lengua que utilizaban todos. Por una razón desconocida, gracias a la supremacía que constituían el caballo de guerra y el carro de dos ruedas, se expandieron en todas las direcciones por olas sucesivas , hasta el agotamiento de las reservas. Ellos fueron más o menos lejos, imponiendo en general su lengua a los pueblos conquistados. Las grandes invasiones comenzaron probablemente desde el tercer milenio antes de nuestra era" (p. 11 O). Y la expansión continuó en Anatolia, Grecia, India, etc. A partir de1 siglo XVI, los indoeuropeos, bajo la versión de Latinos y AngloSajones, impusieron sus lenguas en el continente americano. En suma, alterna Eribon, son los carros indoeuropeos del tercer milenio antes de Cristo los que hacen que hoy se hable inglés en Nueva York y francés en Tahití.
Dumézil no busca en su investigación reconstituir la civilización material indoeuropea; le interesan dos órdenes de comparación, el de las lenguas y el de las ideologías (mitologías). Su punto de partida, nos dice, es "la idea que una religión, como cualquier obra del espíritu, forma una unidad; que, salvo los casos patológicos, una mitología, un código, una estrategia, · deben, en el conjunto, ser coherentes" (p. 116 ). El se consagrará a descubrir el sistema en un conjunto de hechos aparentemente caóticos. Es así como llegó a entrever que Roma jerarquiza en su teología las tres funciones que, en la India, gobiernan la división de la sociedad.
¿Queda algo del modelo de las tres funciones en nuestras sociedades contemporáneas? Muy poco; en todo caso, nos dice Dumézil, ya no son adoptadas como marco de referencia por ninguna de ellas. Ciertamente, las funciones en sí mismas estarán aseguradas mientras hayan sociedades; pero "el desarrollo, la explosión de la tecnología desde el principio de este siglo, desde las dos guerras mundiales, ya no permite hacer de ellas los títulos de tres capítulos que cubran la totalidad o incluso lo esencial de la experiencia humana. Han sobrevenido más transformaciones entre el siglo dieciocho y
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nosotros que entre los indoeuropeos y el siglo dieciocho" (pp. 188-189).
Eribon termina su entrevista recordando que un día Dumézil le había confiado: "Si estoy equivocado, mi vida no tiene sentido" . Dumézil en esta ocasión es menos sumario: "Mi vida científica, sí . Pero incluso eso no es cierto: aun si estoy equivocado, mi vida habrá tenido una función, me habrá divertido. De todas maneras, hoy ya es demasiado tarde para rehacerla, ya no puedo rehuirla. Suponiendo que haya estado totalmente equivocado, mis indoeuropeos serán como las geometrías de Riemann y de Lobatchevsky: construcciones fuera de lo real. Lo cual no estaría tan mal. Bastará cambiarme de es tan te en las bibliotecas: pasaré a la sección 'novelas' " (p. 220).
En suma, el libro constituye una amena vía que permite a un amplio público noespecialista el acceso a la impresionante o.bra de Georges Dumézil. El estilo de las entrevistas es, a la vez, elegante, espontáneo y no exento de humor e ironía.
J.C.G.
DURAND FLOREZ, Luis. Criollos en Conflicto. Cuzco después de Túpac Amaru. Lima-;· t985. 254 pp.
El interés de Luis Durand Flórez por el Cusco y por Túpac Amaru no es reciente. En 1973 publicó Independencia e integración en el Plan Político de Túpac Amaru. Por lo tanto, el libro que ahora nos entrega, Criollos en Conflicto, se inserta dentro de su preocupación por indagar sobre qué ocurrió al interior de la sociedad cusqueña luego del impacto inmediato de la gran rebe-lión. ·
El punto central del trabajo es cuestionar la hipótesis de Chaunu y Heraclio Bonilla que postula que la rebelión de Túpac Amaru propició una conciliación entre criollos y chapetones como resultado del "miedo a las masas" . Durand Flórez consi-
. dera que sólo una relación de conflicto permanente entre criollos y peninsulares puede explicar el estallido de los posteriores movimientos criollos de 1805 en Cusco y 1809 en La Paz. Es más, su posición es que luego de la gran rebelión se exacerbaron -en vez de diluirse- las contradicciones
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existentes entre criollos y chapetones. Un mérito importante del libro es el
esfuerzo por analizar el Bajo y el Alto Perú en su conjunto. Es decir, lo que se ha denominado el sur andino. El contrapunto que se establece entre las conspiraciones del temprano XIX ocurridas en el Cusco y La Paz permite retomar la perspectiva regional, elemento que se escapa de los recientes trabajos de Heraclio Bonilla y John Fisher sobre el tema, ya que ambos amputan el Alto Perú de sus análisis.
Sin embargo, el estudio de Durand Flórez presenta algunas imprecisiones que quisiera comentar. Establece, por ejemplo, que el origen de los movimientos que se inician en 1805 radica en la exclusión del sector criollo de los cargos públicos (p. 19). En este sentido es necesario recordar que la intranquilidad social que se apoderó del sur andino entre 1775-1 780 culminando con la gran rebelión, fue precisamente propiciada por remover de cargos oficiales a los criollos, para colocar en su lugar a los peninsulares. Esto como resultado de la política económica implementada a travh· -de las Reformas Borbónicas. Lo que quiere decir que la irreversible brecha entre los intereses de los criollos y de los peninsulares se abrió con anterioridad, al aplicarse las medidas Borbónicas, y no como consecuencia de la gran rebelión .
Sobre la identidad de los peninsulares o chapetones, que el libro presenta enfrentados a los criollos, vale la pena hacer una salvedad. No siempre éstos fueron vistos por sus contemporáneos como un grupo monolítico. Queda establecido, por ejemplo, que dos de los colaboradores más cercanos de Túpac Amar~ -Juan Antonio Figueroa y Francisco Cisneros- eran originarios de España. No obstante, ambos estaban casados con criollas locales, que además pertenecían a la misma familia : los Esquive). Figueroa y Cisneros habían sido por lo tanto "asimilados" al sector criollo provincial, siendo su situación diferente a la de aquellos funcionarios peninsulares que llegaron como parte del aparato político-administrativo.
Otro punto que preocupa al autor es explicar la "traición" por parte del sector criollo -incluyendo a los clérigos, como fue el caso del Obispo Moscoso (p. 79)frente a la rebelión de Túpac Amaru. La
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ambivalencia de numerosos criollos que simpatizaron con el movimiento en el estadio temprano para luego replegarse y retractarse no está aún esclarecida. Pienso que quizás este fenómeno tuvo connotaciones coyunturales. En 1 780, los criollos que apoyaron a Túpac Amaru tenían interés en observar cómo se desenvolvían los acontecimientos. Comprobaron que aún las condiciones no estaban lo suficientemente maduras para una abierta ruptura con España y subsecuentemente se replegaron. En 1809, la situación era indudablemente diferente. La ocupación napoleónica de la Península y la ausencia de Fernando VII les daba "carta blanca" para actuar "en nombre del Rey". Es decir, en el temprano XIX tuvieron menos reparos de sacarse "la careta de la cara" y declararse en favor de la autonomía.
Se hacen entonces más entendibles sus dubitaciones con relación a la gran rebelión de 1780. Consideraron que no les había llegado aún el momento de actuar. Pero asimilaron la experiencia. No debe resultar raro entonces que los mismos grupos que en 1780 estimulan subrepticiamente la lucha anticolonial ( clérigos y criollos propietarioscomerciantes) aparezcan claramente perfilados dentro de la dirigencia del temprano XIX.
Durand Flórez propone una nueva formulación del proceso emancipador peruano en tres etapas: 1. Túpac Amaru (mayor participación in
dígena) 2. Movimientos de 1805-1814 (dirigencia
criolla y mestiza) 3. San Martín, Torre Tagle, Sucre, Bolívar
(altos sectores limeños con la intervención de patriotas extranjeros)
. Creo, sin embargo, que si bien la participación criolla de 1 780 puede considerarse oportunista , la presencia de individuos como Juan Antonio Figueroa, con destacada actuación como armero en la rebelión de Túpac Amaru y luego en la Junta Tuitiva de La Paz de 1809, arroja nuevas luces sobre el compromiso de un sector de criollos con la lucha anticolonial. La primera etapa que postula Durand Flórez, a mi modo de ver, materializa la presencia indígena a través de los caciques, pero no de be su bes timarse el ingrediente criollo, cuya influencia
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en programas y manifiestos que fueron la base ideotógica del movimiento ha llevado al autor a hablar en su libro anterior del proyecto "integracionista" de Túpac Amaru. Además. este esquema por etapas que nos presenta Durand Flórez también resulta poco flexible para el caso de las Juntas de Gobierno de 1809-14, en la medida en que en este período todavía se pedirá la colaboración de los caciques, aunque éstos quedan supeditados a la dirigencia criolla. Los caciques movilizaron entonces a las comunidades bajo su control , aunque , a diferencia de 1 780, en el temprano XIX el sector criollo asumió más nítidamente las posiciones de liderazgo, tratando de sacar partido de este período de intranquilidad social y de conseguir beneficiar sus propios intereses acomodándose a la nueva correlación de fuerzas . Si en la metrópoli las Juntas de Gobierno funcionaron , ¿por qué no iban a operar de igual manera en Hispanoamérica?
En el capítulo que dedica a los Incidentes en el sur y Alto Perú entre 1 784 y 1800 (p. 159), el autor rastrea la participación activa de caciques y clérigos como agentes de la subversión . Estos líderes ya se vislumbraban como potenciales agitadores en la gran rebelión,-aunque sus acciones plasmaron más claramente en el período colonial tardío . Además, Durand Flórez nos presenta una cronología de revueltas menores que salpicaron el virreinato del Perú en las décadas del ochenta y el noventa, concentrándose en la región central y norte. No obstante, y una vez más, los movimientos de mayor envergadura de principios del XIX surgirán en el sur andino : Tacna, La Paz y Cusco. De todos modos, la utilidad de este marco de revueltas menores cuestiona el posible adormecimiento de la sociedad colonial como resultado de la represión desatada luego de ocurrida la gran rebelión.
Finalmente, en su Prólogo y Epílogo (p. 176) el autor señala que Criollos en Conflicto es la primera parte de una investigación en curso que pretende abordar en forma más detallada las conspiraciones de 1805 en el Cusco y de 1809 en La Paz. Recientemente, Alberto Flores Galindo ha realizado un original .trabajo sobre el contenido ideológico de la conspiración de Aguilar y Ubalde de 1805. Por otro lado , en un
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artículo que intenta dar una interpretación alternativa al "mito de la independencia concedida" he analizado los puntos en común entre la gran rebelión y la Junta Tuiti0
va de La Paz de 1809, a partir de la participación destacada que tuvo en ambos movimientos el gallego Juan Antonio Figueroa , quien por sus intereses económicos detentaba una doble residencia : en el Cusco y en La Paz. El trabajo de investigación que el Dr. Durand Flórez nos anuncia para un futuro cercano vendrá , pues, a aportar nuevas luces sobre el sur andino y su lucha por una autonomía regional.
S.O.G.
MITRE, Antonio. El monedero de los Andes. Ed. HISBOL. La Paz, 1986
Cuan grato es ver como la historiografía boliviana se va enriqueciendo, aún más cuando aborda los grandes problemas de la sociedad.
Mitre , en este segundo libro, nos presenta a la moneda boliviana como protagonista de la economía en el siglo XIX, como articuladora de las economías regionales o hacia los centros mineros, como producto industriá"J°con destino a la exportación (retorno) p~ra captar las importaciones que requería la República.
Mitre nos presenta como tesis que lapolítica fiscal de la República entre 1830-1870 contribuyó a que se desarrollaran las economías regionales, emitiendo moneda de menor valor (feble) y haciendo posible un intercambio más allá del marco geográfico de la República, aun bajo las condiciones prevalecientes heredadas de la guerra anticolonial. Todo esto bajo la atmósfera de la corriente del proteccionismo que fluía bajo dos vertientes, la colonial y la liberal.
Así presentada, esta primera parte de la Historia Republicana muestra a un Estado monopolista en la comercialización de pastas y minerales de plata imponiendo a los mineros un precio por su mercancía a fin de impulsar la producción de moneda, abaratando los costos de producción. Este flujo de moneda "sencilla" permitió dinamizar la economía regional no sólo al interior de la República, sino articulando un espa-
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cio regional mayor que rompe las fronteras, llegando a integrar los circuitos comerciales con el norte argentino y el sur peruano, principalmente el mercado de Tacna, donde la moneda feble es la corriente.
Sin embargo, es necesario decir que el sistema monetario de Bolivia incluía otra moneda con mayor cantidad de plata, la misma que se utilizaba en las transacciones comerciales con el exterior. A medida que disminuía esta moneda, los sectores sociales comprometidos con el comercio exterior se veían en fuertes conflictos, en razón de sus actividades, puesto que la moneda feble era rechazada por la cantidad de "liga de cobre".
A medida que estas fuerzas sociales adquirían poder, comenzaron a propugnar la abolición del monopolio de ·la compra de pastas y la conversión de la moneda feble, buscando el establecimiento de una moneda "única". Mitre acota que, al mismo tiempo, los países modifican su sistema monetario y unen sus regiones, mediante el ferrocarril , con los puertos de exportación.
A fin de comprender esta -polí.tica del Estado, Mitre desarrolla las concepciones sobre el proteccionismo y el libre cambio, que se confrontaron a lo largo de más de dos décadas , la primera sostenida por los mineros y la segunda por los comerciantes de La Paz.
Finalmente presenta el triunfo del libre cambio expresado en la abolición del monopolio sobre los gastos y metales y la libre comercialización de mineral. Así quedaba establecido el problema de la conversión de la moneda feble .
Este problema de la conversión tuvo una historia muy accidentada, ya que su solución fue discutida arduamente, desde la obtención de un préstamo para cambiarla por otra buena y el pago de la diferencia por parte del Estado, hasta su simple depreciación. Todos los intentos fueron fracasando uno a otro, hasta que finalmente en 1877 se tomará el camino de la depreciación.
A lo largo de la década del 70, se impone, a juicio de Mitre, la economía de exportación, reglamentándose las economías regionales ante la ausencia de la moneda fraccionada. La circulación de la moneda fiduciaria y la sola emisión de moneda fuerte via bilizaron la nueva orientación de la eco-
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nomía. Esto, sin duda, bajo la influencia de la economía capitalista que determina la "crisis monetaria" al interior de Bolivia. Esto se expresaba en la baja del precio de la plata en el mercado mundial, lo cual gravitaba en el valor de la moneda y en el alza de los precios de los artículos de importación. De esta manera, la mercantilización de las regiones quedaba subordinada a la economía de exportación.
A mi parecer, este capítulo del monopolio y el libre cambio es decisivo para tener una idea de la incidencia de la abolición en la emisión de moneda feble y del intento de conversión en las regiones del país en las que esta circulaba. ¿Qué efectos tuvo?, ¿qué sucedió con los comerciantes indígenas, la arriería, los pequeños productores? Es muy simple decir que quedaron en la subsistencia. ¿Podrían conseguir los comunitarios moneda fuerte para saldar el estigma del tributo?
Por otra parte, la documentación demuestra que la provisión de materia prima a la casa de moneda fue causa de fuertes conflictos entre el gobierno y los mineros, especialmente a raíz de que el gobierno no podía pagar el precio de las pastas que se establecía en las plazas de Tacna e lquique. Los mineros y comerciantes aseguraban el pago de sus mercancías con las pastas . de plata. A esto se sumó la depreciación de la moneda feble que comenzó su travesía fuera de las fronte ras, provocando una seria desmonetización en el mercado. Por otro lado, el alza de los precios de las mercaderías reexportadas desde Valparaíso atraviesa una crisis·de mercado igual a la que sufrían ciertas regiones de Chile. Valdría la pena "intentar" incorporar,en las historias económicas, a los actores sociales, puesto que ellos son los que hacen historia al transformar la sociedad, la producción, el intercambio; igualmente, son los que sufren las crisis de un sistema económico, sea éste impuesto o no.
A.P.T.
RAMIREZ, Susan. Provincial Patriarchs: Land Tenure and Econornics of Power in Colonial Peru. University of New Mexico. Albuquerque, 1985. 4 71 pp.
El libro de Susan Ramírez se presenta
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como un estudio de la historia regional. Este trata sobre el grupo de los terratenientes en Lambayeque durante la colonia, con lo que se plantea la importancia del estudio de la élite de los hacendados para comprender el desarrollo de la hacienda colonial.
El estudio abarca desde la llegada de los españoles hasta cerca de 1824. La periodización, que sigue el curso del desarrollo de las haciendas, sobre todo de los cañaverales (pag. 389), establece tres períodos: a) Desde la llegada de los españoles hasta 1595, cuando se da la institucionalización del dominio del Estado español y la pérdida de poder de los encomenderos, que al comienzo eran los que más haciendas tenían; b) De 1595 a 1719, período que abarca el desarrollo de las haciendas, sobre todo de los cañaverales, y que cubre una etapa de auge entre 1650-1719;c)De 1719a 1824,período de estancamiento y declive en que la producción de las estancias va superando en importancia a la de los cañaverales.
Los precios son utilizados como información de primer orden para establecer la demanda y, por lo tanto, como una variable para periodizar. Los precios de la harina de trigo, azúcar, ganado y ciertas materias primas requeridas por los cañaverales (como el cobre) son los que utiliza la autora. Las fuentes de las cuales se ha servido no son las adecuadas, sobre todo teniendo en cuenta que en Lima existen los libros de gastos de los hospitales y conventos. Las series de precios no son homogéneas debido a que son obtenidas de diferentes tipos de transacciones. Y también hay precios que no son representativos, como los que utiliza del trabajo de Guillermo Lohmann ("Apuntaciones sobre el curso de los precios de los artículos de primera necesidad en Lima durante el siglo XVI", Revista Histórica, No. 29, 1966). Los precios fijados por el cabildo muchas veces no corresponden con la realidad (Ramón Carande. Carlos V y sus banqueros. Barcelona, 1977, pag. 75). Susan Ramírez considera que los precios utilizados no son del todo de fiar, pero que sirven para establecer tendencias de larga duración.
Uno de los temas centrales del trabajo es el nivel de hipotecas de las haciendas (censos, obras pías, capellanías, etc.), relacionado con la influencia que tienen los terrate-
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nientes para adquirir créditos, para capitalizar la hacienda y , sobre todo, para la compra de esclavos, que es el activo de mayor valor en un trapiche . El problema que surge con este planteamiento es el origen de las hipotecas: si son créditos o gravámenes que impone el propietario sobre su hacienda. El origen de las hipotecas es difícil de determinar (Arnold Bauer. "The church in the economy of Spanish America: censos and depositos in the eighteenth and nineteenth century", HAHR, 63 , 4 ). La cuantificación que presenta la autora entre el valor de las haciendas y el de las hipotecas es importante, nos revela el derecho de los propietarios sobre sus haciendas; a mediados del siglo XVIII, los terratenientes eran casi sólo unos usuarios de las haciendas por el alto valor de los gravámenes que recaían sobre éstas. Así, se daba el caso en que la venta de una hacienda era sólo el traspaso de ésta y el nuevo dueño sólo se comprometía a cumplir con el pago de las hipotecas. El que la hacienda tuviera una hipoteca impedía al dueño dividirla, porque la hipoteca recaía sobre la totalidad de la propiedad.
La autora, al periodizar y utiliz~r métodos cuantitativos, muestra el perfil de los hacendados de manera dinámica, establecieri.cfo . las continuidades y rupturas del comportamiento y composición de la élite colonial de Lam bayeque. Llega a la conclusión que la élite era muy inestable, le era difícil mantener el poder. Las haciendas cambian de mano en mano, acelerándose el proceso durante el siglo XVIII, que se caracterizó por· una tenencia de la hacienda de corta duración. Susan Ramírez sostiene que el poder fue difuso durante la colonia (pag. 271 ), y que el control del poder no fue retenido por ningún grupo de familias durante toda la colonia. La importancia de esta afirmación no es la novedad, sino la contundencia de los datos ofrecidos: el estudio abarca más de 900 transacciones, mayormente sacadas de libros de notarios. De estos hechos sal tan las preguntas de por qué no se consolidó la élite en Lambayeque y si éste es un hecho común para todo el virreinato. A la primera pregunta, Susan Ramírez da una serie de respuestas, enfatizando sobremanera que las haciendas tenían un~ baja rentabilidad : alrededor del So/o anual para 1 719-1824. Durante el período
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de 1650-1 719 la rentabilidad debió ser mayor por ser el · precio del azúcar más elevado, generando un grupo de hacendados asentados, sin problemas y seguros de sí. De todo esto, la autora saca a relucir que el -poder de los hacendados estaba ligado al poder económico, teniendo lo demás una importancia · secundaria; cuando comienzan a surgir los problemas, todo el poder social y político de los hacendados no les ayuda, como sucede en 1 720, cuando las inundaciones y el precio bajo del azúcar acarrearon una serie de cambios de propietarios de haciendas.
De este modo, la autora rompe la visión de una sociedad colonial rígida para presentarnos otra en que el escalador social está siempre presente para ocupar el puesto del hacendado venido a menos. ·Cabe destacar el gran número de españoles que están en el grupo de escaladores sociales, número que aumenta en el siglo XVIII debido a la crisis de los cañaverales y a las reformas borbónicas.
El comportamiento económico no agrícola de los hacendados es una de 1-as- cuestiones principales del libro. Los datos indican que durante el período de auge había menos hacendados dedicados a actividades fuera de la hacienda, y lo contrario ocurre durante el período de depresión. No sólo hay que relacionar período de auge con una menor importancia de los ingresos no agrícolas por los mayores beneficios que generen las haciendas, sino, también, por la menor proporción de nuevos hacendados. En caso contrario funcionaría a la inversa . En el período de 1650 a 1719, la actividad más numerosa es la de sacerdote (420/0) ; en cambio, para 1719-1824 son las de sacerdote, burócrata, comerciante , con porcentajes similares. El burócrata y el comerciante son elementos nuevos. Ramírez sostiene que no hay que menospreciar las actividades no agrícolas de los hacendados en cualquier período.
Las actividades políticas .-ejercidas por los hacendados eran sobre todo a nivel del cabildo y de las milicias. Estas actividades son más de prestigio que de poder directo, pero sirven para presionar. Una protesta de un regidor perpetuo o de un coronel era escuchada y tomada en cuenta.
Susan Ramírez considera que la utiliza-
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c10n de cualquier tipo de poder por parte de los hacendados no varió sustancialmente durante la colonia, siendo las variaciones de grado. Al no haber cambio en la estructura, se puede estudiar las correlaciones de una serie de variables de acuerdo con las coyunturas fijadas para comprender mejor la estructura en que se desliza el poder colonial en una región determinada.
El modelo que nos presenta la autora es fluido , dinámico. Establece una serie de correlaciones según la coyuntura de desarrollo de las haciendas, haciendo hincapié en los cañaverales. Establece lo que Labrouse llama relaciones determinantes. Relaciona el comportamiento y composición de los hacendados con una serie de indicadores económicos de la vida de las haciendas ( demanda, oferta, costos, beneficio, nivel de endeudamiento, precios, etc.). El mérito del trabajo es el haber escapado de un modelo estático, en el que caen muchos de los trabajos de este tipo.
El libro de Susan Ramírez es fruto de varios años de estudios dedicados y magistralmente aplicados.
C.A. de L.
SANCHEZ, Rodrigo. Organización andina, drama y posibilidad. Fondo Editorial IRINEA. Huancayo, 1987.
Este libro condensa varios trabajos de investigación del autor sobre el campesinado peruano llevados a cabo entre 1974 y 1984. Los estudios involucran tres regiones cuyas características son muy distintas entre sí. Sin embargo, los datos presentados por Rodrigo Sánchez son de una extraordinaria calidad porque demuestran que todas ellas están unidas por una característica común: están sometidas a procesos de cambio que en lo esencial son muy semejantes, desvirtuando el mito que la región Central es especial. En este sentido, el objeto del libro, en palabras de su autor, "se refiere a los modelos de organización social y económica que el campesinado ha desarrollado: la comunidad campesina, las relaciones de reciprocidad, la organización social y parental, entre muchos otros elementos conocidos en círculos especializados como los sistemas andinos de organización" (pag. XVII,
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Introd .). A continuación, Sánchez dice que el tema central de los estudios andinos ha sido siempre la disyuntiva sobre si son los elementos internos o los externos los que influyen más fuertemente en la sociedad rural, sosteniendo a continuación que este debate conduce al vacío. Por el contrario, los estudios que se presentan en el libro muestran la hegemonía de las fuerzas externas que conducen a la incorporación del campesinado a relaciones capitalistas de producción y acumulación, pero que , sin embargo, no destruyen los patrones de economía y organización andinas. Por tanto, el problema no es la persistencia o destrucción de elementos no capitalistas, dice Sánchez, sino preguntarnos acerca "de el rol que cumplen tales elementos sociales, económicos y culturales en el proceso socioeconómico de la sociedad local, regional y nacional". No obstante, para Sánchez el problema no es solamente observar la presencia de estos elementos andinos, sino constatar que "para que lo sean . .. es necesario que cumplan propósitos consecuentes de beneficio social, distribución equitativa y relaciones sociales justas. En ausencia de estas condiciones es muy probable que estemos hablando de organizaciones o relaciones únicamente aparentes, intrascendentes y de contenidos desvirtuados" (pag. XX).
Es difícil criticar un libro cuando uno está de acuerdo con una parte y en desacuerdo con otra. En primer lugar, estoy de acuerdo con el planteamiento general del libro. Mi experiencia de investigación sobre el tema campesino en Perú me indica que Sánchez tiene razón en lo esencial : hay un proceso acelerado de expansión de relaciones sociales capitalistas en el sector rural peruano (en un sentido amplio), lo que se expresa en expandidos fenómenos de proletarización de la fuerza de trabajo . Pero, sin embargo, no existen evidencias de que este proceso necesariamente haya penetrado la producción agrícola propiamente tal en gran escala y pueda, por tanto, implicar tendencias hacia procesos de descampesinización al estilo Lenin. Más bien, como acertadamente Jo describe Sánchez, hay un proceso de cambio social y económico que se expresa en la proletarización parcial del campesinado. Este es un fenómeno muy bien documentado para el valle del Man taro
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por diversos autores, pero que también existe en el resto del Perú , y Sánchez es muy hábil en demostrar que la proletarización parcial es un proceso generalizado en el Perú rural. La forma como esta proletarización parcial se articula entre el sector agrario y campesino con el resto de la producción capitalista rural es explicada por Sánchez diciendo que "la producción campesina ayuda al trabajador asalariado y, por tanto, es una fuente de beneficio para el capitalista" (p . 91 ). Ahora bien, es muy común que este tipo de fenómenos ocurran en zonas donde es predominante la producción capitalista industrial o semi-industrial (minería, plantaciones, etc.) , pero que no penetren ni descompongan el medio agrario propiamente tal, afectándolo sólo indirectamente, favoreciéndose de las condiciones de pobreza rural.
En lo que no estoy de acuerdo con Sánchez es en el hecho que mezcla los datos del terreno con su deseo de encontrar la perfección en los modelos andinos de organización social (definidos por el autor como sistemas caracterizados por "distribución equitativa y relaciones sociales justas"). Sin embargo, ésta es una crítica que se podría hacer no sólo a este libro, sino a la mayoría de lm; trabajos existentes sobre el campesinado andino y que reflejan la esperanza y la utopía de poder encontrar en el pasado soluciones para los problemas del presente. Este trasfondo ideológico heredero del indigenismo peruano se nota en el libro de Sánchez permitiendo leer dos elementos extraños al análisis que mitigan la riqueza y claridad de la información empírica : l) Se presenta un esquema en el que lo andino se enraíza en el campo; es decir, lo andino proviene de la tierra y es consustancial al campesinado. Esto es discutible en los mismos datos aportados por el autor, donde aparece que la dinámica comunal proviene en gran medida desde fuera del campo, de los migrantes, quienes en el medio urbano recrean una comunidad ideal -aparentemente inspirados y apoyados por ideólogos indigenistas-. Este modelo lo llevan a las zonas rurales sobre la gran plataforma de la recuperación de las tierras comunales y aparentemente es mantenido posteriormente en gran medida por los migrantes urbanos. Este es un tema que no está bien desa-
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rrollado en el libro y exige un mayor esfuerzo de investigación. 2) Un segundo punto que me parece discutible es la definición misma de lo andino en el sentido de que "lo andino es relaciones sociales justas". Esto, a mi entender, no concuerda con otras investigaciones sobre el tema que indican que lo andino implica reciprocidad sólo al nivel del grupo inmediato de parientes, pero es esencialmente asimétrico a nivel de relaciones sociales más amplias. Es decir, en lo andino, como en cualquier tipo de sociedad, existe jerarquización social y desigualdad económica.
En síntesis, el libro de Sánchez constituye un aporte sustantivo al conocimiento del campesinado peruano, derribando muchos mitos agraristas y campesinistas. Los datos son presentados coherentemente y demuestran acertadamente los procesos sociales más importantes. Sin embargo, y en esto mi desacuerdo es de un orden más general, las implicancias políticas que el autor expone no se derivan del análisis de los datos, sino de una plataforma ideológica andin~. El punto de partida, creo yo, está equivocado: no se trata de discutir si la comunidad está siendo o no penetrada y destruida por el capitalismo, o que resiste mucho o poco, sino más bien de investigar las dinámicas sociales y económicas concretas para ver efectivamente de qué se trata el fenómeno de la comunidad campesina andina. En esta perspectiva, el trabajo de Rodrigo Sánchez es un avance importante y constituye un punto de partida interesante para mirar el mundo rural, más que campesino, del Perú con nuevos ojos.
R.R.A.
SOUX MUÑOZ, María Luisa. Producción y circuitos mercantiles de la coca yungueña, 1900-1935. Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad Mayor de San Andrés. La Paz, 1987. 285 pp.
La tesis de María Luisa Soux Muñoz encabeza una serie de trabajos en curso sobre el tema del mercado regional desarrollados por jóvenes historiadores bolivianos.
La problemática planteada por la autora es la siguiente: ¿cómo la coca, producto
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andino, ha logrado estructurar un espacio regional, manteniendo las condiciones de un mercado interno a) creado por el sistema colonial (sobreponiéndose a un espacio prehispánico en el cual la coca ya tenía un rol importante), b) pero desarticulado por los fundamentos del mundo contemporáneo?
El haber escogido los años 1900-1935 responde a tres argumentos:
La abundante documentación; La cocaína entró entonces en el terreno de los debates internacionales; por lo tanto, la coca tambien ; El comportamiento comercial de la coca se opone radicalmente a la orientación externa adoptada por la economía boliviana en su conjunto (plata, estaño, caucho, etc.). Siguiendo la línea trazada por Assadou
rián, la autora descascara brevemente los mecanismos del comercio regional hasta aislar el "fenómeno coca". Del aspecto ritual al cual fue asimilada durante la época prehispánica, la coca entra en una dimensión mercantil después de la conquista, conservando, sin embargo, su carácter ritual y social. En cortas páginas se describe el marco en el cual crece la "divina plan ta"; la región de los Yungas de La Paz (Bolivia) valles cálidos y húmedos ubicados en Jo~ contrafuertes de la Cordillera Oriental cuyo poblamiento es aún fuente de varia~ hipótesis. La hostilidad de la región (clima acceso, inseguridad) no impide que la atrae: ción de la hoja la transforme poco a poco en la principal productora de coca del país desde el siglo XVIII.
En otro capítulo se desarrollan las dos estructuras de propiedad de la tierra en la zona productora; es decir, la hacienda y la comunidad, cuya repartición geográfica es definida: las haciendas se encuentran más bien al norte de la región y las comunidades, al sur.
A fines del siglo XIX, el cuadro que presen tan los Yungas es el siguiente: las haciendas de coca no han sacado provecho de la legislación de la segunda mitad del siglo para extenderse, como ocurría entonces en el altiplano, pues no lo necesitaban, al tener en la región una implantación sólida cuyo inicio queda por fechar. Al confrontar factores tales como la extensión, la ma-
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no de obra empleada o el porcentaje de tierras cultivadas, fue imposible determinar un modelo de hacienda. Tampoco la combinación entre mano de obra y producción permitió fijar de manera sistemática el valor de ellas. Lo que sobresale es la persistencia de relaciones precapitalistas en la organización de las haciendas supuestamente más "comerciales" del país.
En cuanto a las comunidades, es una semi-sorpresa el constatar la poca solidez de sus estructuras si se las compara con los "modelos" andinos tradicionales. Aquí, la propiedad individual a través de las parcelas (sayañas) es general, sobre todo en cuanto al cultivo de la coca. Las tierras comunes se encuentran en zonas de altura. La individualización se acentuó con las leyes de exvinculación de 1874. Otro testimonio que refuerza la fragilidad de la estructura comunitaria es la existencia - a pequeña escalade "pequeñas propiedades mercantiles" dedicadas a la producción de coca, distintas de las haciendas.
En el marco del tipo de explotación de la tierra, es interesante subrayar que el tamaño medio de las unidades productivas es de tres hectáreas por sayaña y 1600 hectáreas por hacienda, pero que el porcentaje de tierras cultivadas es más elevado en comunidades que en haciendas.
Una vez definidas las estructuras, los marcos de la producción son descritos con detalle, marcando el papel fundamental de la mano de obra, en ambos casos. El modo de explotación de la hacienda yungueña es "clásico" en el sentido en que ahí se reproducen fenómenos descritos ya para otras zonas de producción destinada al mercado. Salarios, reclutamiento, acceso a las tierras, nada nuevo . .. Una particularidad podría ser el empleo de mano de obra esclava, pero su escala es mínima.
Los únicos datos estadísticos disponibles sobre la producción se refieren a la coca de Yungas que pasa por aduanas. Esta no es sino parte del conjunto producido en las haciendas, tanto en las tierras del propietario como en las parcelas de los colonos. Esta producción es variable según las zonas. La estimación en base al número de catos conocidos (el cato es la unidad de superficie cultivada en coca) da una producción poco importante. Al final, la rentabilidad
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de las haciendas se justifica gracias a las "relaciones precapitalistas" establecidas con la mano de obra. El costo mayor sería el pago real de la mano de obra, pero al no entrar éste en la contabilidad de las haciendas, éstas salen ganando.
La segunda parte del trabajo nos lleva tras la huella de la hoja de coca a través de sus múltiples peripecias, por una parte al salir de la zona productora y por otra, ya en las zonas de consumo. Esta distinción es importante.
La cuestión del transporte logró movilizar los intentos "progresistas" de los hacendados, que se reúnen en la Sociedad de Propietarios de Yungas (SPY) con el fin de mejorar la vialidad local, gracias a la recaudación de un impuesto (el real en cesto) y la prestación de servicios personales (prestación vial). Desde caminos de herradura hasta un ferrocarril están a la orden del día, aunque la mayoría de los proyectos fracasa. La historia de los financiamientos es dolorosa y rápidamente evocada al necesitar un estudio separado. Sin embargo, las consecuencias de la apertura de caminos se manifiestan en un aumento del tráfico y una diversificación de la producción agrícola.
Se distingue dos clases de coca en circulación-:º la coca de hacienda y la coca de rescate, proveniente de las comunidades. Una hipotética diferencia de calidad implica una diferencia de precio a favor de los hacendados, cuya coca representa apenas un 200/0 del tráfico. Los impuestos sobre la coca son tan numerosos que los ingresos de la coca para el departamento de La Paz sobrepasan, en 1914, la contribución territorial (extributo), para constituir el 420/0 de los ingresos del Tesoro Departamental.
La coca dispone de su Aduana, oficina de control del tráfico comercial, cuya existencia fomenta el contrabando, los abusos y la corrupción. Varios son los actores que rodean a la hoja: rescatistas y fleteros se encargan de sacarla de Yungas hasta La Paz, donde las casas comercializadoras toman el relevo, tanto para el comercio local como para el regional e internacional.
Gracias a los datos de 1 900-1901 de la Aduana se pudo esbozar un análisis cuantitativo de la circulación de coca que permitió determinar · los destinos de la hoja, la concentración del mercado y la densidad
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del comercio. Se espera un análisis más profundo ante la riqueza de tal material.
En el terreno del mercado de la coca la autora distingue tres espacios, que cor;esponden también a niveles de circulación y de consumo:
Espacio "étnico", prehispánico, donde . la coca entra en el marco de los intercambios entre distintos pisos ecológicos lo cual se mantiene aún a través de la cir: culación no comercial; Espacio "económico" colonial tradicional, en el cual la coca ya tiene un papel de mercancía. Es objeto de comercio recorre distancias largas. Corresponde ai c?mercio mayorista y está ligada, por eJemplo, a la econom1a minera;
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Espacio "internacional", entonces mínimo, donde se exporta la coca fuera de las fronteras (pero la exportación hacia Chile, Perú o el norte .argentino entra en el cuadro anterior). Los datos y los análisis presentados por
María Luisa Soux Muñoz constituyen un gran aporte para entender y observar el funcionamiento de una economía única, para la cual sería interesante hacer comparaciones en el tiempo (en el XVI o XVIII) y en el espacio (coca del Cusco, otros productos como el cacao, el pulque, etc.). La amplitud del tema dio quizás lugar a algunas "superficialidades", pero, a su vez, señala mil y un aspectos por explorar.
A.M.L.
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