cronica periodistica

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10º CONGRESO REDCOM “Conectados, Hipersegmentados y Desinformados en la Era de la Globalización”

Salta 4, 5 y 6 de setiembre de 2008 UNIVERSIDAD CATOLICA DE SALTA

Facultad de Artes y Ciencias

LA CRÓNICA PERIODÍSTICA, ENTRE LA FICCIÓN Y LA REALIDAD

LA CRÓNICA PERIODÍSTICA, ENTRE LA FICCIÓN Y LA REALIDAD

Introducción

Todo enunciado es un eslabón en la cadena, muy com-

plejamente organizada, de otros enunciados. (Mijail Bajtín)

Atendiendo a la fundamentación del programa que se elaboró para este curso en

la que se lee: “Este curso pretende abrir la discusión…a partir de la lectura reflexiva de

textos teóricos y de la lectura crítica y contrastiva de textos narrativos periodísticos…”

y a su objetivo general: “Favorecer la problematización del discurso literario en interre-

lación con otros discursos y otras prácticas discursivas” creemos pertinente trabajar con

el discurso periodístico. Por tal motivo uno de los textos fundamentales para la reflexión

teórica ha sido el de Mijail Bajtín: “El problema de los géneros discursivos” que centra

Eje temático: 5: Prácticas y contenidos en el Periodismo y la Comunicación Mesa seleccionada: 5.6 Lingüística, Literatura y Periodismo Título de la ponencia: “La Crónica Periodística, entre La Ficción y la Realidad” Docente Expositor: Prof. Raquel Milagro Espinosa E-mail: [email protected] Cargo y Universidad de procedencia: Prof. Universitaria en Letras. Investigadora del CIUNSa. Uni-versidad Nacional de Salta. Resumen:

El planteo de esta ponencia se inscribe en el marco de una investigación de mayor alcance que está referido al periodismo en Salta en los años 90. Tiene como objetivo el estudio de las parti-cularidades y estrategias que el discurso pone en juego en las crónicas policiales.

El caso elegido –un asesinato ocurrido en Salta Capital en 1997- se aborda desde un marco teórico fundamentado en el análisis del discurso. Se trabaja intentando desentrañar cómo se cons-truye y presenta el acontecimiento seleccionado en los textos periodísticos.

Los estudios semióticos y aquellos que refieren a la noticiabilidad permiten ampliar el pa-norama y dan fundamento a la interpretación.

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su análisis en torno a las diferencias entre el enunciado –como unidad de la comunica-

ción discursiva- y las unidades de la lengua: palabra y oración. Por ser de amplia difu-

sión, un clásico sobre el tema, no abundaremos en referencias sobre él. Sin embargo hay

ciertas ideas que consideramos preciso citar para, más adelante, volver sobre ellas. La

primera idea que queremos rescatar alude a que todo enunciado debe ser analizado, des-

de un principio, como respuesta a los enunciados anteriores de una esfera dada: los refu-

ta, los confirma, los completa, se basa en ellos, los supone conocidos, los toma en cuen-

ta de alguna manera.

La segunda idea es la que sostiene que, a diferencia de las unidades significantes

de la lengua –palabras y oraciones- que son impersonales, no pertenecen a nadie y a

nadie están dirigidas, el enunciado tiene autor y destinatario.

Otro texto que nos pareció interesante fue el de Paulina Brunetti: “Factoides en

la prensa diaria”. Aunque aquí es la noticia en general el objeto de análisis, creemos que

lo que se sostiene puede aplicarse también, en gran medida, a la crónica policial que es

el género elegido por nosotros. La pretendida objetividad y el uso de ciertas estrategias

literarias en el periódico pueden tenerse en cuenta para leer los casos seleccionados.

Por último, los trabajos de Ana Atorresi, Los estudios semióticos, y de Silvia

Martín, “El estudio de la noticiabilidad” nos permitieron ampliar el panorama en el in-

tento –siempre inconcluso- de reconstruir la trama de los discursos.

La construcción del acontecimiento

Mi destino ha querido que yo matara y ahora, otra vez, me pone el cuchillo en la mano.

(Jorge Luis Borges: “El fin”)

En el presente trabajo analizaremos tres publicaciones aparecidas en el diario El Tri-

buno en enero de 1997. Las mismas hacen referencia a un asesinato ocurrido en esa fecha y

evocan otro anterior estrechamente relacionado con ese Se trata de crónicas policiales, enten-

didas éstas como relatos que narran un acontecimiento pasado a partir de la representación de

su desarrollo cronológico.

Los textos dan cuenta de un crimen ocurrido en la ciudad de Salta, en el Barrio Solís

Pizarro. La víctima fue Miguel Ángel Arapa, un adolescente de 16 años y el autor del crimen,

Carlos Maidana de 23 años. El crimen evocado acaeció en el mismo lugar, ocho años atrás.

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En esa ocasión, la víctima fue José Antonio Arapa, también de 16 años –hermano de Miguel

Ángel- y el asesino, Néstor Maidana –hermano de Carlos-.

¿Cómo se construyen y presentan estos acontecimientos en los textos periodísticos se-

leccionados?

Si pretendemos abordar el funcionamiento ideológico de las formas narrativas perio-

dísticas será conveniente recurrir a los conceptos de historia y relato empleados por Genette.

A tal efecto recordamos que “historia” es aquello que es contado. El tiempo de la historia es

el tiempo cronológico del acontecimiento, el tiempo “real”. El “relato” es la representación

de la historia y, por lo tanto, incluye toda una serie de trastocamientos temporales posibles.

Aunque las crónicas policiales configuran un universo discursivo heterogéneo –de

aparente simplicidad y de real complejidad- hay algo que todas comparten: necesariamente

reconstruyen “otro” relato al ordenar cronológica y lógicamente algo que no necesariamente

fue así. La trama cronológica real de un acontecimiento no es fácil de establecer y esto puede

comprobarse simplemente al cotejar distintas crónicas sobre un mismo suceso. Al realizar

este tipo de ejercicios surgen concordancias y distorsiones con efectos ideológicos diversos.

Este efecto de desviación que se produce al narrar una historia lo veremos “amplifi-

cado” o “sobredimensionado” en el caso que analizaremos puesto que en lugar de un suceso

son dos los que se reconstruyen.

En el corpus específico que analizamos la trama cronológica real del acontecimiento

remite al día domingo 19 de enero de 1997 pero no coincide con la trama cronológica del

relato que precisamente “desdibuja” lo real mediante la confrontación con otra historia simi-

lar acaecida ocho años atrás.

Podríamos decir que tanto el hecho real del momento como el hecho narrado pierden

su carácter de singularidad al cotejarse con los hechos de un pasado anterior. Los títulos de

las crónicas anticipan este entramado complejo:

EN OCHO AÑOS, DOS HERMANOS ARAPA FUERON MUERTOS POR DOS

HERMANOS MAIDANA ( Martes, 21 de enero)

LAS MUERTES DE LOS ARAPA SON COSAS DEL DESTINO (Miércoles 22 de

enero)

LA DRAMÁTICA HISTORIA DE LOS ARAPA Y LOS MAIDANA (Domingo 26

de enero)

Ana Atorresi afirma que considerando la relación temporal entre el orden de la “histo-

ria efectivamente ocurrida” y el relato que se hace de ella, encontramos dos modos básicos de

organizar la crónica. Uno refiere a la correspondencia o paralelismo entre el orden de la his-

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toria y el del relato. El otro consiste en la incorporación de anacronías entre el orden de la

historia y el del relato. En el caso de las anacronías, la “historia” del acontecimiento y el or-

den del relato no coinciden. La historia que se cuenta está rodeada de elementos que obligan

al enunciador a volver una y otra vez sobre los hechos para reelaborar los datos presentados.

Así se construye una segunda historia: el relato de la investigación.

En el relato periodístico que nos ocupa , el 21 de enero los sucesos se resumen, no al

principio, sino en medio del texto:

“…los incidentes se iniciaron a las dos de la mañana del domingo cuando el

joven Arapa junto a tres amigos pasaron frente a la vivienda de la familia Tejerina,

donde también viven los Maidana.”

A partir de ese momento las secuencias del relato podrían sintetizarse así:

Encuentro de Arapa con los Maidana e intercambio de insultos/ Agresión de ambos

grupos con piedras y botellas / Disparos al aire por parte de Tejerina para intimidar a los opo-

sitores / Resistencia de Arapa y sus amigos / Disparo de Carlos Maidana al grupo opositor e

impacto en el cuerpo de Arapa.

Antes y después de esta síntesis hay una serie de comentarios que incluyen retrospec-

ciones como las siguientes: “…el hombre recordó que hace ocho años Néstor Maidana, conocido como

“Pocho”-hermano del acusado de la muerte de Miguel Ángel-, mató a mi otro hijo,

José Antonio.”

“Recuerdo que en aquel entonces nuestra familia era muy amiga de los Mai-

dana, hasta la noche en que Néstor Maidana, que estaba drogado, le pegó un tiro en

el corazón a nuestro hijo José Antonio.”

También las prospecciones se hacen presentes en este texto y en los publicados poste-

riormente: “Al igual que los Arapa, la policía también presiente que las disputas entre

estas dos familias se acentuarán en los próximos días.”

“Seguramente esta disputa familiar pasará a formar parte de la historia de

esta barriada…”

La incorporación de estos recursos permite al enunciador hacer estallar el relato li-

neal, fragmentarlo y presentar distintas miradas sobre un hecho que ya no será único e irrepe-

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tible pues se construye y reconstruye con los relatos de unos y otros testigos, de declaracio-

nes actuales, de recuerdos y de proyecciones hacia el futuro.

Al mismo tiempo, podemos observar cómo el hecho sucedido se reconstruye en el re-

lato analizando los campos semánticos de estas crónicas. Observemos los siguientes ejemplos

donde aparecen las relaciones de complementariedad y de oposición:

Campo semántico de lexemas que se refieren al delincuente y su familia

El homicida / el autor del disparo/ el asesino de Miguel Ángel/ los matadores / mis

hijos / mis chicos / unos asesinos / esa familia / el padre de los matadores/ los padres de los

matadores.

Campo semántico de lexemas que se refieren a la víctima y su familia

Chico asesinado / la víctima / desesperado padre / los padres de las víctimas.

Campo semántico de lexemas que se refieren a las familias involucradas

Enfrentadas familias / familias antagónicas / los grupos / acérrimos enemigos.

Campo semántico de lexemas que se refieren a los hechos ocurridos y sus carac-

terísticas

El asesinato / el drama / la pelea / incidentes callejeros / las disputas / este hecho / el

episodio de referencia / trágico episodio / el drama que les tocó vivir / dramática historia /

este crimen los incidentes / una disputa de vieja data / el triste episodio / estas peleas / nues-

tra disputa / el pleito / cosa del destino / dramática historia escrita con sangre / esta tragedia /

una situación no querida.

Benveniste decía que el lenguaje es la posibilidad de la subjetividad por contener

siempre las formas lingüísticas apropiadas a su expresión y el discurso provoca la emergen-

cia de la subjetividad. Teniendo en cuenta esta afirmación es posible marcar matices en los

lexemas seleccionados.

La ilusión de objetividad que pretende la crónica deja de ser tal. Se ha fragmentado.

Entre “el homicida”, “los matadores” o “el asesino de Miguel Ángel” hay cierta sinonimia,

uno de los términos bien podría reemplazar al otro. Ambos califican como tal al culpable.

Mientras, “el autor del disparo” es una expresión aparentemente más neutral. ¿Más objetiva?

No. Sin dudas, más subjetiva pues parece adivinarse en la intencionalidad del cronista ate-

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nuar la culpabilidad del asesino. Por eso introduce la voz del padre del victimario: “Mis

hijos”, “mis chicos”. El uso de los pronombres posesivos y el lexema “chicos” agregan un

valor afectivo a la caracterización del sujeto en cuestión. En cierta forma, lo humanizan, lo

despojan del carácter salvaje o animal que connota la palabra “asesino”.

Si bien estos rasgos del discurso corresponden a enunciados vertidos por el padre de

los asesinos, la inclusión de ellos que hace el cronista no es azarosa. Presentar al asesino en

el escenario de los hechos sin historia personal, sin entorno, sin familia, sin un padre que

obra como referente cambiaría la construcción del acontecimiento y, lógicamente, los efectos

de lectura.

En el enunciado siempre es posible reconocer dos niveles: el enuncivo, lo expresado,

la información transmitida, lo enunciado, y la enunciación, en tanto proceso subyacente, lo

implícito. Ambos niveles son dimensiones presentes en todo discurso pero, siendo la dimen-

sión enunciativa siempre implícita, su captación requiere un esfuerzo de interpretación dado

que la enunciación es un vacío que debe ser llenado. Atendiendo a esto ¿qué proyectan en el

nivel implícito las marcas observables en el enunciado?

Hechas estas aclaraciones y atendiendo a la pregunta formulada, podríamos subdivi-

dir en otros campos semánticos las referencias al delincuente y su familia:

El homicida/ el autor del disparo/ el asesino de Miguel Ángel/ los matadores/ el padre

de los matadores /los padres de los matadores.

Aquí, el uso de la marca pronominal de tercera persona es el denominador común en

este caso y señalan a los sujetos del crimen desde un afuera en el que se instala el enunciador

para presentarlos como los culpables simplemente.

Por oposición:

mis hijos/ mis chicos

proyectan la otra cara de la tragedia: el dolor de los padres de los asesinos. La trage-

dia que en relación con la otra –la de los padres de la víctima- queda en un segundo plano.

Por último:

“Unos asesinos/ esa familia” aparecen con otro valor emocional, connotan mayor des-

precio, más frialdad…

Veamos ahora las modalidades de enunciado apreciativas que se encuentran también

cuando los referentes son la víctima y su familia: Mientras “víctima” sólo refiere al sujeto

que perdió la vida, “chico asesinado” muestra el impacto que produce la muerte temprana.

No se pone énfasis en el deceso tanto como en la condición del muerto: un chico. Ciertamen-

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te el vocabulario también exhibe el tenor del hecho. El drama representa la muerte del joven

que es asesinado por otro joven de la misma edad.

“El padre de la víctima” también es nombrado como “desesperado padre”; en este

caso no sólo está señalado como tal sino caracterizado como otra víctima de los sucesos ocu-

rridos. El padre es, en realidad la víctima más notable porque es él quien pierde, en sendos

encuentros, a sus dos hijos.

Aquí la subdivisión posible sería:

La víctima/ los padres de la víctima y

Chico asesinado/ desesperado padre

Y si a la familia de ambos bandos -la de la víctima y la del victimario- se las declara

lógicamente “enemigas”, “antagónicas” y “enfrentadas”, al hablar de “Los Arapa y los Mai-

dana” ¿el lector de las crónicas no evoca, involuntariamente, la tragedia de Romeo y Julieta y

la vieja enemistad entre los Capuleto y los Montesco?

Sin duda el cronista construye su lector ideal atendiendo a este poder evocador del

lenguaje y por eso luego abiertamente califica a los hechos: “el drama”. “La dramática histo-

ria” es también “una disputa de vieja data” pero sobre todo es “cosa del destino”, “una dra-

mática historia escrita con sangre”. “Tragedia” al fin y “situación no querida”. ¿Tal vez por

eso mismo “perdonable”?

Aunque, en realidad, se puede leer más de un campo semántico en esta selección se

podría atender especialmente a los siguientes casos:

El drama que les tocó vivir/ cosa del destino/ trágico episodio

Nos parece que este campo semántico obra a la manera de un “núcleo duro” en la

construcción del acontecimiento.

Aquí nos parece oportuno volver a la primera idea de Bajtín que citamos en la intro-

ducción y preguntarnos ¿con qué enunciados anteriores que supone conocidos opera el

enunciador del texto? Sin duda con viejas historias que en la cultura occidental se remontan a

la tragedia griega. ¿Quién no conoce –a través de fuentes escritas o de relatos orales refundi-

dos en innumerables versiones- algunas de las más famosas tragedias donde el Destino es el

único encargado de coordinar las acciones de todos los hombres? La historia de la humani-

dad está llena de casos donde el conflicto se origina en la oposición de hombres contra dio-

ses, hombres contra ideas y hombres contra hombres. El propósito de quien contaba o repre-

sentaba una tragedia era la provocación de una tensión permanente y esto era lo que los ataba

a quienes asistían a su representación.

El padre de los asesinos afirma en su alegato:

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“Lo que sucedió hace años se volvió a repetir el domingo pasado, y lamen-

tablemente son cosas de la vida, del destino, diría.”

Esa versión es la que privilegia el enunciador del texto y al ordenar las ideas y jerar-

quizarlas, en el momento del relato, el periodista encuentra el título ideal para su trabajo: “La

muerte de los Arapa son cosas del destino.” Aunque en este caso el título va entre comillas se

aprecia la intención de que esa idea es una interpretación válida de los hechos.

En el discurso periodístico, el uso de comillas implica un distanciamiento y se usa en

caso de voz citada o ironía. Es una estrategia a la que recurre el periodista pues le permite

atribuir la responsabilidad de lo dicho a un emisor distinto de sí mismo. En el caso específico

sobre el que aquí se reflexiona el título evoca lo expresado por Hipólito Maidana, padre de

los asesinos que textualmente reza: “Lo que sucedió…son cosas de la vida, del destino diría”.

El título, pues, no reproduce fielmente esta expresión, la reelabora. Sobre una voz se monta

otra y el sentido original adquiere un nuevo valor. Creemos que a pesar del objetivo inicial –

lograr la neutralidad propia del discurso periodístico- la subjetividad se cuela, aunque muy

sutilmente. Se trata de una transcripción indirecta pues el enunciado que le sirve de fuente se

fragmenta. En el título las palabras del testigo , transcriptas según el parecer de quien ahora

las vuelve a enunciar y descontextualizadas, adquieren un valor grandilocuente o simplemen-

te sensacionalista.

Gracias a esta estrategia parecen fundirse la lectura que hace uno de los protagonistas

del drama y la lectura del propio narrador.

Para concluir con esta primera idea sobre la que estamos dando vueltas creemos per-

tinente recordar que en el caso de la crónica, por ser un género narrativo de prensa, es posible

considerar a la instancia de la enunciación (Charaudeau 1997:174) como un “meganarrado

complejo”.:“complejo” porque comprende la fuente de información, quien la redacta (redac-

tor o cronista) y a la redacción que integra la crónica en el conjunto de un dispositivo (el dia-

rio, la página de un diario) y “mega” porque este narrador posee un punto de vista de conjun-

to sobre los acontecimientos, sobre los medios de que dispone y sobre el receptor como des-

tinatario supuesto. Por razones simbólicas pero también operativas, la instancia de la enun-

ciación se reconoce con el nombre de “periodista” (id.82) o “cronista”, cuyos roles funda-

mentales aparecen en la superficie textual, como los de “buscador-proveedor de la informa-

ción” y los de “narrador-comentador” (id.:82-83).

Esta aclaración, que muchos considerarán obvia, nos parece pertinente para funda-

mentar el uso del término “periodista” que no refiere aquí al sujeto empírico sino al sujeto de

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la enunciación. Si en adelante volvemos a citar el término periodista o cronista será en ese

único sentido: como sinónimo de enunciador, un sujeto textual cuya voz es institucional y en

ningún caso personal.

Aquí sería conveniente introducir la segunda idea de Bajtín, aquella que menciona

que todo enunciado tiene autor y destinatario. ¿A qué destinatario van dirigidas estas cróni-

cas? Los lectores que leyeron la sección “Policiales “ de El Tribuno en aquellos días de enero

de 1997 seguramente lo hicieron con interés pues estas crónicas trabajan, al modo de las tra-

gedias griegas, ciertas estrategias que originan la tensión del relato.

Sin embargo, el texto periodístico , a diferencia de la tragedia, no respeta las clásicas

unidades de tiempo y acción. ¿O sí? ¿No es el nuevo acontecimiento sólo la repetición del

anterior? El lugar no ha cambiado: sigue siendo el mismo:

“ De a poco, Miguel Ángel comenzó a transitar el camino que lo llevaría a

morir de la misma manera que su hermano: con un balazo en el tórax, a pocos metros

de donde cayó José Antonio, con un arma calibre 27, y a manos de otro Maidana.”

La misma esquina. El mismo barrio. Para hacer un anclaje en un imaginario social

más cercano a nuestra realidad, citaré el cuento de Borges “El fin”que, aunque ha sido mu-

chas veces leído y citado por sus lectores, bien vale la pena volver sobre él y evocar el mo-

mento del duelo entre Fierro y el negro: “Los dos se encaminaron a la puerta. El negro, al salir, murmuró:

-Tal vez en éste me vaya tan mal como en el primero.

El otro contestó con seriedad:

-En el primero no te fue mal. Lo que pasó es que estabas ganoso de llegar al

segundo.”

A modo de cierre No hay suceso sin asombro (escribir es asombrarse)… Roland Barthes

Siguiendo ahora el discurrir de Silvia Martín sobre los criterios de la noticiabilidad

tratamos de ver cómo un acontecimiento, en este caso un asesinato, se convierte en noticia. Si

bien la sección de policiales de cualquier diario se dedica a informar sobre sucesos delictivos

de índole variada y, en especial, sobre crímenes, no todos adquieren la relevancia que tuvo

este suceso acaecido en el Barrio Solís Pizarro en enero de 1997.

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Dice Martín: un acontecimiento es noticia por su valor informativo, que incluye im-

portancia y gravedad de lo que se informa, y si concierne a una parte notable de la población

en un margen de tiempo corto o largo, pero de modo profundo, ya que la noticia establece un

lazo con un sector amplio de la población que se siente implicado o afectado, identificado o

interesado.

Si aplicamos este razonamiento a las crónicas analizadas es lógico suponer que el

asesinato en cuestión se haya convertido en noticia: es una novedad, un proceso inesperado,

es original porque reproduce otra historia semejante ocurrida años atrás y crea expectativas

con respecto a la evolución futura de los acontecimientos:

“Seguramente esta disputa familiar pasará a formar parte de la historia de

esta barriada. Quizá la nueva generación de los Arapa y los Maidana, con el tiempo

puedan dejar atrás los odios y rencores y mantener el clima de convivencia como lo

hicieron sus mayores cuando fundaron el barrio.”

La serialización de la noticia le agrega valor a la misma y es una estrategia

constructiva propia del periodismo. Al respecto, dice Ana Atorresi que en la prensa, la

repetición implica creer que repetir es significar: la repetición de un suceso mueve a

imaginar causas desconocidas. El sentido común nos indica que el azar siempre altera

los hechos; la repetición, por lo tanto, consiste en algo sobrenatural, o al menos, en una

curiosidad. Las coincidencias en los asesinatos de los Arapa no parecen obedecer a vo-

luntades individuales, a decisiones personales sino a una fuerza extraordinaria, el “Des-

tino”. Surge el asombro. Se construye el asombro. Asombro que se dice, se repite, se

escribe y se lee. Sin embargo, según Barthes el asombro no puede dejar de reconstruir-

se: “lo curioso” no puede ser noción neutra ni, por decirlo de algún modo, inocente; lo

curioso institucionaliza fatalmente una interrogación.

También podríamos citar entre los criterios de noticiabilidad el grado de importancia

y gravedad del acontecimiento y la proximidad geográfica: un suceso en la ciudad de Salta,

en un barrio, signo de “familia”, “vecinos”, “cordialidad”, etc. La gravedad está representada

por el hecho de que el peligro no radica en el afuera, sino que está instalado adentro.

Aunque aquí no puede citarse la jerarquía de los personajes implicados, sí el hecho de

que se trata de gente común, “buena gente”, “gente de barrio” que ha sido signada por la tra-

gedia.

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Teniendo en cuenta estas últimas citas y sin pretensiones de agotar el análisis podría-

mos volver sobre lo antes enunciado: “Tragedia” al fin y “situación no querida”. ¿Tal vez por

eso mismo perdonable?

La insinuación –sólo eso, insinuación- de que no hay un culpable como tal, un culpa-

ble total y único o que “nadie tiene la culpa” porque , precisamente, la culpa es del Destino,

deja para la reflexión el análisis de las cosas no dichas o dichas a medias, dichas como al

pasar, sin mayores comentarios: el barrio se menciona como “humilde” y no “pobre”, ate-

nuando una realidad sobre la que sin dudas muchos son responsables. El autor del crimen era

un menor: ¿por qué estos “chicos” manipulan armas? ¿quién los controla? ¿quién los contie-

ne? ¿quién los tiene en cuenta? Los Arapa y los Maidana formaban parte de sendas barras o

patotas. ¿Por qué y cómo se origina la violencia en ciertos sectores sociales y cómo se la

combate?

La pretendida objetividad del texto periodístico no es, pues, tal. En las crónicas anali-

zadas hay estrategias del discurso literario; el empleo de múltiples comparaciones y frases

metafóricas así lo atestiguan:

“…espero que…el tiempo entierre nuestra disputa”

“El recuerdo de la muerte de José Antonio…recalentó el ambiente.”

“En el barrio Solís Pizarro las aguas están divididas”.

A diferencia de lo que sucede en el discurso literario estas estrategias no ayudan a

que la realidad emerja desde la ficción, se la adivine a través de ella. Más bien parece darse el

proceso inverso. Para justificar esta afirmación y cerrar el análisis realizaremos la última cita

que da cuenta de la interrelación entre diferentes discursos y del deseo de negar o “desdibu-

jar” el verdadero drama:

“Como si fuera una de las tantas películas en las cuales se expone la historia

de rencillas entre familias antagónicas, los Maidana y los Arapa enfrentan en un ba-

rrio humilde de la zona sudoeste de nuestra ciudad una realidad no muy lejana a la

trama de esos filmes.”

¿Paradojas del discurso? La tragedia es percibida como una película, como ficción, no

como realidad. El lector crítico sabe, sin embargo, como lo advierte Brunetti, que el empeño

en la búsqueda de formas literarias para la redacción de las noticias no es ingenuo y que, a

pesar de las semejanzas aparentes, leer un diario no es leer una novela.

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Bibliografía

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Brunetti, Paulina (1995) “Factoides en la prensa diaria” en Revista e.t.c. Nº 6, Córdoba: Fa-cultad de Filosofía y Humanidades. UNC.

Charaudeau, Patrick (1997): El discurso de la información mediática. París: Nathan.

Gomis, Lorenzo(1991) “El periodismo interpreta la realidad social” en Teoría del periodis-mo. Como se forma el presente. México: Paidós..

Martini, Silvia (2000) “El estudio de la noticiabilidad” y “Acontecimiento y noticia” en Pe-riodismo, noticia y noticiabilidad, Bs. As., Norma.

Fuentes: Diario El Tribuno, enero de 1997.