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DAVID WILLIAM FOSTER Si la verdadera literatura erótica nunca ha sido bien acogida en los anales de la literatura respetable del mundo occiden- tal,' mucho menos se la puede considerar como una in- fluencia importante en las letras latinoamericanas. Proba- blemente sea el cubano Severo Sarduy la única figura de importancia en la narrativa latinoamericana que enfoque con intensidad ydirectamentelostemaseróticos. Otros escritores que han sido censurados por su pretendida obscenidad opor- nografía no pueden ser,justificadamente, identificados con lo erótico. Por ejemplo, La guaracha del Macho Camacho (1976) de Luis Rafael Sánchez se valede una obscenidad circunstancial o de lo explícitamente sexual como un fragmento desu mosai- co cómico del actual Puerto Rico cocacolizado. Manuel Puig hace uso de la descripción gráfica de lo sexual como parte de su preocupación por la interrelación que existe entre la repre- sión sexual y la represión política, con la consiguiente violen- cia que ambas generan. Solamente en El beso de la mujer araña (1976) Puig se aproxima a la descripción erótica como una forma compleja y problemática de expresión y de liberación, pero a fin de cuentas su narrativa sedesvíahacia el tema polí- tico como el de mayor importancia. Me atrevería a decir que su preocupación por la homosexualidad, aún en laactualidad un asfixiante tabú en su nativa Argentina, hace que sus nove- las parezcan más eróticas de lo que en realidad son. Gabriel García Márquez presenta algunos simpáticos toques abierta- mente eróticos en Cienaños desoledad (1967), pero noestán ple- namente desarrollados. La mayoría de los textos compilados po r Enrique J aramillo Levi en El cuento erótico en México son más bien monótonos, siendo más que nada eufemismos de tono subido que propiamente eróticos.! No viene a mi mente ningún equivalente latinoamericano de Georges Bataille, Henry MilIer o Charles Bukowski, aunque el argentino En- r ique Medina se acerca a la visión de los dos últimos novelis- tas norteamericanos arriba mencionados. Si los escritores aún tienen que crear una auténtica visión erótica en América Latina, uno podría esperar que las escri- toras , mucho más restringidas por los cánones sociocultura- les, sean más circunspectas en la materia. Sin embargo, hay que insistir en la hipótesis de que las escritoras puedan desa- fiar mucho más eficazmente los tabú es y las restricciones por que no han sido creados por ellas mismas sino que, por el contrario, fueron impuestos sobre ellas por una sociedad controlada por el hombre. Esta hipótesis puede haber surgi- do, por lo menos parcialmente, de algunas autoras que escri- ben sin reserva sobre temas eróticos . Argentina es indudablemente una sociedad sexualmente represiva .(0, para ponerlo en términos menos estridentes Este texto fue leido en una reunión del Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana realizada en Nueva York en marzo pasado. pero no por ello menos ideológicos, una sociedad que apoya con entusiasmo lo tradicional y los valores cristianos de la castidad familiar); en consecuencia, esta sociedad ha produ- cido algunas contribuciones significativas a este respecto. Se puede recordar el escándalo causado por La señora Ordáiie: (1968) de Marta Lynch , novela qu e se ina ugura con una me- ditación por parte de la mujer acerca de la torpeza sexual de su marido. Yen su La penúlt ima uersián de /a Colorada Villanu eva (1979), Lynch tiene presente a la protagonista lamentando, como parte de la pérdida de su esposo, la pérdida de sus rela- ciones sexuales con él; parte de la novela también enfoca sus degradantes aventuras sexuales con un macho vacuo. Las protagonistas de aut ora s como Reina Roffé, Cecilia Absatz, Silvina Ocampo, Luisa Valenzuela tienen , todas sin excepción, impulsos sexuales qu e los autores argentinos han normalmente negado a sus personajes. Ta n sólo puedo acor- darme de una importante novela arge ntina en la cual las ne- cesidades eróticas de la mujer son analizadas en profundi- dad , tanto como parte de la represión del Eros como de la opresión de la mujer: Una sombra donde sue ña Camila O'Corman (1973) de Enrique Molina, sobre la famosa historia de Ca- mila O 'Gorman durante la dict adur a de Rosas a mediados del siglos XIX . (Debe tomarse en cuenta también la novela del chileno José Donoso , de 1980, l.a misteriosa de saparacián de la marquesita de Loria, un resp etabl e análisis de la sexualidad femenina en términos de las convenciones sociales.) Por las razones arr iba expuestas, la calidad intrínseca de las obras de la mexicana Marí a Luisa Mendoza se comple- mentan con su importancia paralela como piezas relevantes de una escritora acerca (entre otras cosas) del aspecto de la sexualidad femenina .s Por supuesto, sería una grotesca dis- torsión decir que las obras de Mend oza se limitan a asuntos sexuales o de erotismo. Mendoza , al igual que la mayoría de los escritores preocupados por brindar una ade cuada repre- sentación ficticia de ciertos sectores de la sociedad tradicio- nalmente ignorados o marginados -que en Latinoamérica serían, además de la mujer, otros grupos coincidentes como los homosexuales, el proletariado, las culturas indígenas, las minorías no cristianas (los judíos en particular)- enfoca una serie de tópicos metonímicos para dar voz a sus persona- jes , y solamente uno de esos tópicos es específicamente eróti- co. Sin embargo, en De Ausencia (1974), Mendoza se ocupa di- rectamente del tema erótico. La historia de Ausencia Bautis- ta no es simplemente la biografía de una mujer para quien el sexo es la parte integral de su personalidad.' Ausencia es la versión femenina de Príapo, perpetuamente inflamada ante las posibilidades sexuales del mundo que la rodea. Ausencia es más una figura priápica que una ninfómana debido a su agresiva sexualidad, que destruye la imagen tradicional de 36

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DAVID WILLIAM FOSTER

Si la verdadera literatura erótica nunca ha sido bien acogidaen los anales de la literatura respetable del mundo occiden­tal,' mucho menos se la puede considerar como una in­fluencia importante en las letras latinoamericanas. Proba­blemente sea el cubano Severo Sarduy la única figura deimportancia en la narrativa latinoamericana que enfoque conintensidad y directamente lostemas eróticos .Otros escritoresque han sido censurados por su pretendida obscenidad o por­nografía no pueden ser ,justificadamente, identificados con loerótico. Por ejemplo, Laguaracha delMacho Camacho (1976) deLuis Rafael Sánchez se vale de una obscenidad circunstancialo de lo explícitamente sexual como un fragmento desu mosai­co cómico del actual Puerto Rico cocacolizado. Manuel Puighace uso de la descripción gráfica de lo sexual como parte desu preocupación por la interrelación que existe entre la repre­sión sexual y la represión política , con la consiguiente violen­cia que ambas generan. Solamente en El beso de la mujer araña(1976) Puig se aproxima a la descripción erótica como unaforma compleja y problemática de expresión y de liberación,pero a fin de cuentas su narrativa se desvíahacia el tema polí­tico como el de mayor importancia. Me atrevería a decir quesu preocupación por la homosexualidad, aún en la actualidadun asfixiante tabú en su nativa Argentina, hace que sus nove­las parezcan más eróticas de lo que en realidad son. GabrielGarcía Márquez presenta algunos simpáticos toques abierta­mente eróticos en Cienaños desoledad (1967), pero no están ple­namente desarrollados. La mayoría de los textos compiladospo r Enrique J aramillo Levi en El cuento erótico en México sonmás bien monótonos, siendo más que nada eufemismos detono subido que propiamente eróticos.! No viene a mi menteningún equivalente latinoamericano de Georges Bataille,Henry MilIer o Charles Bukowski, aunque el argentino En­rique Medina se acerca a la visión de los dos últimos novelis­tas norteamericanos arriba mencionados.

Si los escritores aún tienen que crear una auténtica visiónerótica en América Latina, uno podría esperar que las escri­toras, mucho más restringidas por los cánones sociocultura­les, sean más circunspectas en la materia. Sin embargo, hayque insistir en la hipótesis de que las escritoras puedan desa­fiar mucho más eficazmente los tabúes y las restricciones porque no han sido creados por ellas mismas sino que, por elcontrario, fueron impuestos sobre ellas por una sociedadcontrolada por el hombre. Esta hipótesis puede haber surgi­do, por lo menos parcialmente, de algunas autoras que escri­ben sin reserva sobre temas eróticos .

Argentina es indudablemente una sociedad sexualmenterepresiva .(0, para ponerlo en términos menos estridentes

Este texto fue leido en una reunión del Instituto Internacional de LiteraturaIberoamericana realizada en Nueva York en marzo pasado.

pero no por ello menos ideológicos, una sociedad que apoyacon entusiasmo lo tradicional y los valores cristianos de lacastidad familiar); en consecuencia , esta sociedad ha produ­cido algunas contribuciones significativas a este respecto. Sepuede recordar el escándalo causado por La señora Ordáiie:(1968) de Marta Lynch , novela qu e se inaugura con una me­ditación por parte de la mujer acerca de la torpeza sexual desu marido. Yen su La penúltima uersián de /a Colorada Villanueva(1979), Lynch tiene presente a la pro tagonista lamentando,como parte de la pérdida de su esposo, la pérdida de sus rela­ciones sexuales con él ; parte de la novela también enfoca susdegradantes aventuras sexual es con un mac ho vacuo.

Las protagonistas de aut oras como Reina Roffé, CeciliaAbsatz, Silvina Ocampo, Luisa Valenzuela tienen , todas sinexcepción, impulsos sexuales qu e los autores argentinos hannormalmente negado a sus person ajes. Ta n sólo puedo acor­darme de una importante novela arge ntina en la cual las ne­cesidades eróticas de la mujer son analizadas en profundi­dad, tanto como parte de la represión del Eros como de laopres ión de la mujer : Unasombradonde sueña Camila O'Corman(1973) de Enrique Molina, sobre la famosa historia de Ca­mila O 'Gorman durante la dictadura de Rosas a mediadosdel siglos XIX . (Debe tomar se en cuenta también la noveladel chileno José Donoso , de 1980, l.a misteriosa desaparacián dela marquesita de Loria, un respetable aná lisis de la sexualidadfemenina en términos de las con venciones sociales.)

Por las razones arriba expuestas, la calidad intrínseca delas obras de la mexicana María Luisa Mendoza se comple­mentan con su importancia paralela como piezas relevantesde una escritora acerca (entre otras cosas) del aspecto de lasexualidad femenina .s Por supuesto, sería una grotesca dis­tors ión decir que las obras de Mendoza se limitan a asuntossexuales o de erotismo. Mendoza, al igual que la mayoría delos escritores preocupados por brindar una ade cuada repre­sentación ficticia de ciertos sectores de la sociedad tradicio­nalmente ignorados o marginados -que en Latinoaméricaserían, además de la mujer , otros grupos coincidentes comolos homosexuales, el proletariado, las culturas indígenas, lasminorías no cristianas (los judíos en particular)- enfocauna serie de tópicos metonímicos para dar voz a sus persona­jes, y solamente uno de esos tópicos es específicamente eróti­co.

Sin embargo, en De Ausencia (1974), Mendoza se ocupa di­rectamente del tema erótico. La historia de Ausencia Bautis­ta no es simplemente la biografía de una mujer para quien elsexo es la parte integral de su personalidad.' Ausencia es laversión femenina de Príapo, perpetuamente inflamada antelas posibilidades sexuales del mundo que la rodea. Ausenciaes más una figura priápica que una ninfómana debido a suagresiva sexualidad, que destruye la imagen tradicional de

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la mujer sumisa qu e pasivamente espera la satisfacción de suapetito sexual. En la novela , Ausencia, como la marimachaque invierte los roles sexu ales , es tan sólo la primera de mu­chas rupturas, cas i inadver tidas, con los códigos culturalesestablecidos.

Sin duda alguna, el inte rés inmediato en DeAusencia se de-riva de la sistemáticam ent e ofensi va narración de los actosde su heroína en su medio sociocultural. Ausencia es criadapor su mundano padre después de la muerte de su madre enel parto. Se trata de un pobre minero que se vuelve rico conel descubrimiento de una veta metálica valiosa y que propor­ciona a su hija los medios para transformar su mundanismoen un erotismo refinado. Edu cada por monjas, su visión per­sonal del mundo abarca una variedad de experiencias quelas monjas y sus cop rovincianos ignoran completamente.Ausencia, criatura del Méx ico del siglo XIX, se convierte enuna ciudadana del mundo dorado de las fantasías ocultasvictorianas o bizantinas :" su primer amante es un conoce­mundo árabe-neoyorquino a quien ella y su Romeo campe­sino torturan hast a la mu ert e como parte de una intensa aven­tura afrodisiaca.

Como heredera de la fortu na de su padre, Ausencia es unmiembro respetable de la decent e clase gobernante , perotambién es dire ctora de las re prese ntac iones teatrales de susomnívoras fanta sías sexua les. Estas son sólo algunas de lasformas principales en que Ause ncia se convierte en signo dela cerrada sociedad mexica na de antaño, (y también de laconcientización eróti ca de la liter atura latinoamericana con­temporánea ).

A cierta altura de la novela, uno de los admiradores deAusencia está perorando tedi osa mente acerca de los detallesde buen gusto en un hombr e de sociedad mexicano adecua­damente vestido. Ausen cia evade el a taq ue de sus aburridaspalabras entreten ién dose en un o de sus pasatiempos favori­tos : una fant asía sexual por menorizadamente desarrollada.Mientras qu e él disert a acerca de las vest imentas del cuerpo,Ausencia va elimi nando pr endas de ropa hasta llegar a susdos fetiches favori tos : ropa int erior inmaculadamente blan­ca y el brillante y velludo tr iángulo púbico que esta ropa cu­bre. El hombre, dán dose cuenta de su distracción pregunta :"-¿En qué piensas, reina. tan a llí traspasada por calladu­rías? " (p. 102).6 Ella intent a contestar le, pero él es incapazde comprender el sentido de su lenguaje metafórico o de in­tuir la fantasía erót ica que sus palabras ocultan :

-Caballero : mi~ nuevas pr opiedades para mí nada más.Es como por ejemplo usted , tú Reinaldo, aquí a mi lado,

sin que yo te conozca , sin que sepa de ti más allá de tu idio­ma, y no obst ante me estabas reservado.

(. . .) Tú no sabes . Eres de la calaña que existe de las tresde la ta~de en adelante, preocupado de tus propiedades queno hab.ltas, co~o yo, y que significas en la ropa elegante,como SI el smoking fuera respuesta. Pensaba yo en mis ca­lladurías ¿entiendes ?

-No, preciosa, no entiendo. (pp. 102-103)Me?,doza, en los detalles de la ubicación y la contextuali­~aclOn de .su novela , expone abundantemente la hipótesismterpretativa de que la cultura victoriana era un caso de des­humanización sexual exterior que encubre un subconscienteintensamente erótico. Haciendo uso del castellano circuns­pecto de la narrativa " literaria", la voz narrativa deMendoza articula el albur, el mexicanísimo juego de pala­bra~ ,vulgar y obs:eno, que at inadamente describe la enaje­naClOnde Ausen:la de la refinada sociedad de modales típi­cos de fines del Siglo pasado por la cual ella transita tan dis-traídamente. •

María Luisa Mendoza.

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Pero el lector, que pued e estar interesa do sola mente ensaber cómo el sexo se describe explícitamente en castellano ,no debe cometer el error de leer De Ausencia como una pla ­centera obrita dionisíaca a través de escenas de florida se­xualidad. Es verdad que el sorprendente control de Mendo­za sobre las pos ib ilidades lingüísticas del caste llano, su in­venti va en los mosaicos léxicos y su inteligente juego de múl­tiples registros est ilísticos, pueden dar la impresión de quela novela pertenece al género de Playboy / Playgirl que tratanel sexo como un a simple división de sonrisas disimuladas ysolitarias . El verdadero aspecto creativo de De Ausencia es supreocupación por las frustraciones nostálgicas de las fant a­sías erót icas, de cómo las fantasías eróticas son signos de laconfusión, el fracaso y la insati sfacción del individuo. En unsentido mu y derridiano , el sexo para Ausencia es un " centroausente" , tanto un significado perdido como un orden inal­canzable. El hecho de que Ausencia sólo pueda abordar susfantasías eróticas desafiando repetidamente las normas rígi­das del orden social y el que su ejecución pueda involucrarla destrucción de otros seres humanos (el asesinato de suamante árabe , el rechazo de su amante campesino, que selleva toda la culpa por la desaparición del amante anterior )es el mejor ind icador de las limitaciones inherentes a su pro­grama de autoexpresión sexual.

Como discurso literario, el texto de Mendoza está organ i­zado en torno al espejo como signo metafórico. Cada uno delos siete capítulos tiene como título una frase referente yasea al espejo (Pr imer Espejo, Tercer Azogue, Cuarto Tré­mol ) o a un tropo de la metáfora básica del espejo (SegundoRe verbero, Quinto Foco, Sexto Reflector , Séptimo Lago).Generalmente nos referimos a los textos literarios en térm i­nos de una metáfora muerta, como " espejos de la vida " .Así, los lectores que están principalmente interesados en laliteratura como fuente de información referente a la socie­dad y a la exper iencia individual no se puede decir que seestén apartando del sent ido del arte. A diferencia de aque­llas ob ras de la literatura contemporánea que cu estionan elpoder de la literatura de reflejar. la vida adecuada o exacta­mente (e.g., José Donoso en El obsceno pájaro de la noche(1970) O Mario Va rgas Llosa en Conversación en La Catedral(t 969» , el uso del espejo por Mendoza como metáfora rec­tora de su novela es principalmente un signo de la autocon­templación narcicista de Ausencia, tan to literalmente al ob­servar su cuerpo, pro curando alcanzar la sat isfacción sexualy detener la deteriorizac ión de la carne , como figurativa­mente cuando ella se ve a sí misma como el personaje cen­tral en el teatro de sus fantasías eróticas.

La imperfección del espejo , sus distorsiones y su cal idaddispareja son testimonio de las limitaciones del programade Ausencia en busca de la autodefinición mediante el ero­tismo. Uno de sus interludios se enfat iza con estrofas de unpoema de Gautier :

Cuánta nostalgia entre nos (sic) corazonesTanto espacio entre nuestros besosAmarga suerte. Dura Ausencia¡ Oh grandes deseos insatisfechos.. .! (p. 142)

En el mismo fragmento, otro admirador árabe interpreta laborra del café de su taza (otra alus ión espejista) :

Veo sangre que liquida las piedras en rojo , veo lenguas desaliva y un pozo sin dueño al que se le saca agua de marque mata a las yerbas. Veo una desolación, una ausencia,

una bús queda sin cuento , sin encuentro , un sin fin deaños congelados y muchas lágrimas, las aguas .. . (p. 145)

Así, en lugar de presentar la sexualidad femenina como unafuerza liberadora, De Ausencia señ ala fundamentalmente có­mo sus enérg icas fantasías eróti cas se conviert en pa ra Au­senc ia en otra forma de prisión física y emociona l. Liberadade las cadenas impuestas por su socieda d mexicana tra di­cional y represiva , Ausencia se esclaviza por sí misma a laqu imera elusiva de su inalcan zable satisfacción erótica. Aligual que las heroínas de The Roman Spring of Mrs. Stone deTennessee Williams o Good Morning, M idnighl deJean Rh ys,la anag nórisis de Ausencia, el descubrimient o trágico queella hará en el espejo como resultad o de su propia autocon­templación , es que la destrucción resulta ind efectib lementede su febril búsqueda de aventur as sexuales.

La obra de Men doza está ca ra cterizada por una ampliagama de estrategias retóricas que podr íam os llamar est rate­gias par a el distan ciamiento del lector. Es un distan cia-omien to que opera tanto par a el lector interesado en com­prender la trágica historia de Ausencia, como para el lecto rinteresad o únicamente en explayar se en los deta lles concre­tos de las aventuras de esta Fan ny Hill mexica na . La am­bientación cronológica y cultura lmente remota (la Europavictoriana y el México tradiciona l decimonónico tan brillan­temente repr esentad a en la gra n novela mexicana de la re­presión, Al filo del agua (1947), de Agustín Y áñez) , el uso deun lenguaje metafórico complej o y de un lenguaje narrativo" barroco" , el ent rela zam ient o de observac iones irónica­mente ingenio sas con algunos de los viejos clisés de la litera- .tura pornográfica, los complejos patrones de diálogo, y elfluir de la conciencia : éstas son algun as de las estrategiastextuales usad as por Mendoza con la fina lidad de impedirla lectura de su novela como una farsa erótica y, consecuen­temente, de incitar a una adecuada contemplación de laimagen esencialment e trágica de la sexua lidad de Ausencia.

De Ausencia no es.por cierto ni una denuncia de la degra­dación moral esti lo Acción Ca tólica , ni un llamad o al ret or­no a las tradicionales normas sexua les. Pero está cla ro que,

.como una contribución a la respetable bibliogra fía de la lite­ratura lat inoamerican a que versa sobre asuntos femeninos ysus relaciones con cuestiones socioculturales más amplias,la novela es un tratado profu ndo y ser io de los problemas dela conducta erót ica. Así, y lejos de ser un documento a favorde la represión sexual, De Ausencia es una representación ru­damente fra nca y a menudo ofensiva de la tr aged ia del ero­t ismo y de su papel como un as pecto de la adecuada auto­rrealización human a.

Notas

1. M auri ce C harney, Sexual[ution (London: Meht uen, 1981), es un aporteimportan te al aná lisis de la ficción eró tica seria.

2. Enriqu eJaramillo Levi, El cuento eróticoen ,\l éxico (Mé xico, D. F. : Ed i­to ria l Diana , 1975).

3. Sobre la obra de Mendoza, cons últese el ensa yo globa l de Char les M .Tatum, " M aría Luisa Mendoza, atrevida novelista mexican a," Letrasfeme­ninas, J, 2 (1977),31-39. De particular int erés es el ensayo sobre Mendozafirmado por Rosario Caste llanos, " M ar ía Luisa Men doza, el lenguajecomo inst rumento," en su M ujer que sabe latin (Mé xico, D. F.: SepDia na,1979), pp . 165-170.

4. Cha rles M . T atum reseñó la novela en Cñasqui, 5, 1 (1975), 54· 55.5. Ausencia evocar á a los personajes de las novelas inglesas estu diadas

por Steven Marcus, The other Victorians; a study of sexuality andpomography inmid-mneteenth century England (Londo n: Co rgi, 1969). .

6. María Luisa Mend oza , De Ausencia (M éxico, D. F. : Edi torial J oaqulnMortiz, 1974). •

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