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Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

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Page 1: Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

DIARIO DE MÉXICO

del martes 18 de enero de 18141

SEGUNDA PARTE

Del diálogo entre el Arquitecto y el Petimetre contra El Pensador número 182

PETIMETRE:3 Buenos días señor Arquitecto, ¡oh, y cómo deseaba la ocasión de volvernos

a ver, habiendo quedado el otro día extremadamente gustoso y satisfecho de

su conversación!

ARQUITECTO: Amigo, me han rodeado mil atenciones, y me ha quitado algunos ratos el

señor Pensador, bien se acordará usted que el otro día dejé cortado mi asunto

y me despedí indiferente en volver a tocarlo; pero, a pesar de mi

repugnancia a tomar la plaza de crítico, que siempre granjea enemigos, he

vuelto a caer en la tentación de criticar su último papel, en que pone a los

mexicanos de oro y azul.4 Oiga usted los apuntamientos que he formado,

pues no es posible analizar en poco tiempo cuanto ha dicho en pliego y

medio.

1 T. III, núm. 18, pp. 1-4. Imprenta de la calle de la Monterilla. Cf. nota 1 a Sermón político- moral. Fernández de Lizardi responde en el Suplemento extraordinario a El Pensador Mexicano, de fecha 26 ene. 1814, titulado Contestación a la crítica que sobre el número 18 del periódico titulado El Pensador se halla estampada en los diarios 18, 19 y 20 de enero de este año. Cf. Obras III-Periódicos, pp. 499-505

2 Pensador [Mexicano], número 18. Cf. nota 2 a Diálogo sobre El Pensador Mexicano número 17…3 petimetre. Cf. nota 3 a Diálogo sobre El Pensador Mexicano número 17...4 poner de oro y azul. “Phrase ironica que significa decir à alguno palabras sensibles, y también

haberle llenado de lodo ù otra inmundicia”. Dic. autoridades. En el núm. 18, t. II de El Pensador Mexicano, Fernández de Lizardi escribe: “Francés: Pues mire usted, los españoles americanos tienen mil bellas prendas, que les hacen de un carácter apreciable, aunque por desgracia estas prendas están matizadas con unos peros que las deslucen. En efecto, son hombres, y como tales tienen sus vicios y virtudes como todo hijo de vecino. Hablo en lo común, no en lo general, pues no hay regla sin excepción. Americanos habrá que, estando llenos de todo lo bueno, carecerán de los defectos que noté en los más de ellos y no en todos, que eso quiere decir en lo común y no en lo general”. Cf. Obras III-Periódicos, p. 267.

Page 2: Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

Para dar principio quiero antes preguntar a usted ¿qué le ha parecido

aquel su primer párrafo que habla sobre el gravamen de los coches?5

PETIMETRE: Justo y bien fundado, pues está en orden de justicia sean principalmente

gravados, puesto que ellos son los que más descomponen los empedrados.

ARQUITECTO: Así pensara, amigo, si parase la consideración en la causal que usted

alega; pero hay mucho que advertir para que me resuelva a esa

consideración. ¿Qué no conoce usted que nuestra industria, limitada a un

tráfico interior por las trabas que tiene nuestro comercio, se perdería casi del

todo si minorase considerablemente el número de coches? ¿No echa usted de

ver que el nuevo gravamen cualquiera que fuese, los reduciría a un corto

número, sujeto su curso el día de hoy al centro de la ciudad por el estorbo de

los pasaportes,6 y los temores de algún choque insurgente? Yo no atribuyo a

otro motivo el que se vea tan sola la Calzada de nuestra señora de

5 gravamen de los coches. En el mismo número de El Pensador Mexicano, Fernández de Lizardi había escrito: “Francés: [...] sería lo mejor imponer un gravamen a los coches, destinado por lo menos a la compostura de las calles que maltratan; lo que no debía salir de otros fondos que de los dueños de coches, pues no es justo que lo que se recauda del público con otros impuestos se gaste en reparar el perjuicio que causan los muebles de dos o tres mil particulares”. Ibidem, p. 266.

6 pasaportes. En Pasaportes y caballos..., Fernández de Lizardi escribe: “Pasaportes. Son inútiles para su objeto, gravosos a la hacienda pública, perjudiciales al pueblo y opuestísimos al nuevo sistema que protege la libertad individual [...] El objeto con que se establecieron no fue otro sino el de embarazar que entrasen los insurgentes en los pueblos pacíficos y que saliesen de ellos los insurgentes mansos a prestarles auxilios a los bravos. Nada de eso se consiguió: los insurgentes han entrado y salido de la capital como les ha dado la gana, con pasaporte o sin él, por las garitas o por las zanjas, y no sólo ellos, aun han introducido cargas y las han sacado, o guiadas o clandestinamente, cuando han querido”. Cf. Obras X-Folletos, pp. 264-265. Fernández de Lizardi abordó este tema en respuesta a los folletos firmados por El Hijo de la Constitución: Primera pregunta a El Pensador Mexicano sobre pasaportes y caballos y Segunda pregunta de El Hijo de la Constitución a El Pensador Mexicano sobre el impuesto del peaje o pillaje, como lo llama el pueblo, junto con Motivos para que mueran los pasaportes y licencias de caballos, firmado por J. M. A. B. Fernández de Lizardi en Representación de El Pensador al Soberano Congreso..., escribió lo siguiente: “Nada. Es muy manso, señor, el pueblo mexicano para moverse por el grito de un muchacho ni por el título de un papel. No se alteró con los tiranos Bandos de Venegas cuando mando matar [a] los sacerdotes, entregar las platas y caballos, imponer pasaportes rigurosos, etcétera, etcétera”. Cf. Obras XII-Folletos, p. 540.

Page 3: Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

Guadalupe7 y su santuario8 aun los días de sus mayores festividades, y ¿sería

prudencia que, estando tan escasos los arbitrios en nuestra crítica situación,

por cincuenta pesos9 que se asignasen a cada uno anuales, verbigracia,

perdiese el público mil o más de su construcción fuera de los gastos de sus

reparos y mantenimiento? Puede asegurarse que no hay ramo de industria

que mantenga más gente en atención a su complicada estructura y personas

que ocupa. De ellos tienen los cocheros y lacayos, los alquiladores, los

carroceros,10 talladores, doradores, pintores, madereros, guarnicioneros,11

latoneros, herreros, pasamaneros12 y otros mil que se acaban en “eros”, con

el sastre que forra las cajas, el comerciante que proporciona los géneros y

vidrios y el hacendero que vende las mulas, la paja y la cebada. Quítese este

arbitrio y se verá perecer a infinitos, quedando el gravamen de los

empedrados sobre los que antes lo sufrían.

Ya verá usted por estas consideraciones, si deben mirarse los coches

con respeto.13 Mas, pues el mismo Pensador dificulta haya novedad sobre

7 Calzada de Guadalupe. Actualmente Calzada de Los Misterios.8 santuario de Guadalupe. Cf. nota 9 a Carbón en abundancia.9 peso. Cf. nota 13 a Carta de los Guadalupes a don José María Morelos. Diciembre 7 de 1812.10 carroceros. Constructores de carruajes; antiguos cocheros.11 guarnicioneros. Los que hacen o venden guarniciones para caballerías.12pasamaneros. El que hace pasamanos, franjas, etcétera; el que los vende.13 En el Suplemento extraordinario..., 26 ene. 1814, Fernández de Lizardi responde: “algún día

hablaré seriamente sobre esto sin tenerles ninguno y veremos si se escapan de contribuir al bien público de la sociedad, ya que nosotros los de infantería no nos escapamos de sufrirles su ruidera y embarazo”. Cf. Obras III- Periódicos, p. 500.

Page 4: Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

este punto, por no encontrar quien le ponga el cascabel al gato,14 pasemos a

otro y hablemos de lo que dice sobre el carácter de los americanos.

Yo creo que cuando trata del carácter de una nación debe hablar o del

carácter natural, o del facticio, o voluntario; pero sea de uno u otro siempre

se ha de entender por carácter de un pueblo la condición que lo distingue de

los otros.

Bajo este supuesto, ¿cómo se atreve si habla del primero a medir por

un rasero a las más de las personas que encierra esta Ciudad?15 ¿No

contempla que el vecindario de México es el más complicado y heterogéneo

de todos los pueblos?, ¿que en él se hallan en mucho número gentes de todas

castas, españoles americanos de diversos orígenes y forasteros de un reino

como el de América, tan inmenso en su extensión como vario en sus climas

y temperamentos? Pues, ¿cómo puede asegurar sean los americanos

naturalmente orgullosos16 (contra el parecer de los que han creído influye

14 poner el cascabel al gato. “Phrase proverbial, que se usa quando se discurre una cosa, ò se intenta, y los medios son tan dificultosos ò arriesgados, que se duda haya quien los ponga en pràctica. Es tomada de la fabula de los ratónes, que proponìan poner un cascabèl al gato, para sentirle de lejos, y tener lugar de huir. Echar el cascabèl a uno. Phrase que se dice quando alguno menos reparado dà à otro una noticia de poco gusto, o se valen de èl para que se la dè”. Dic. autoridades. Sobre el gravamen a los coches en el núm. 18, t. II de El Pensador Mexicano, dice en voz del Italiano: “Pero ¿usted no me dirá quién le pondrá el cascabel al gato? Francés: Seguramente que no”. Ibidem, p. 266.

15 Sobre el carácter de los americanos en el mismo periódico Fernández de Lizardi dijo: “Italiano: ¿Qué tal es el carácter de los americanos? Francés: [...] yo no traté a todos los americanos, sino a los de México, y así no puedo responder por todos [...] el tiempo que estuve fue muy corto para comprenderlos”. Ibidem., p. 267.

16 En el Suplemento Extraordinario..., 26 ene. 1814, Fernández de Lizardi responde: “La altivez y orgullo de las naciones, cuando se acompaña del valor y del amor a la patria es recomendable [...] Yo no condeno de esta clase de orgullo porque en cierto modo lo pule y mundifica el amor de la patria; hablo sí, contra aquel orgullo rastrero y superficial que se halla en los más de nosotros”. Ibidem, p. 501.

Page 5: Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

aquí algún planeta ovejuno),17 ni menos atribuir al carácter natural sus otros

peros?18

Mas quiero suponer que habla del carácter facticio o voluntario, que es

el que, a diferencia del natural, no reconoce su origen del influjo físico del

temperamento o de la calidad de las personas, sino de las ocasiones morales

como la legislación, trato de extrañas gentes, relación con diversos países y

otras cosas a este tenor, en este caso, ¿por qué nos ha de hacer responsables

y reprensibles de nuestra ignorancia y desunión?19

Voy a hablar, por fortuna, en un tiempo en que un gobierno liberal y

sincero como el que nos rige me permitirá asigne con libertad las causas que

han contribuido a afear nuestro carácter con esas notas; así para que él

acierte con el remedio de nuestros males, como para indemnizar yo a mi

nación de haberlas atraído con infamia.

17 En La victoria del perico, Fernández de Lizardi afirmará: “nosotros nacimos bajo el planeta ovejo y todo lo llevamos en paciencia y en amor de Dios, porque somos mansos y bienaventurados”. Cf. Obras XII-Folletos, p. 511.

18 En el núm. 18, t. II de El Pensador Mexicano, Fernández de Lizardi había escrito: “tenga usted cuidado con los peros. Digo que en América hay muchos sabios; pero hay infinitamente muchos más ignorantes por educación no por naturaleza [...] Los americanos son liberales; pero declinan en pródigos o desperdiciados [...] Los americanos son muy religiosos y católicos, pero tienen algunas supersticiones de que necesitan purgarse, especialmente los pobres y las mujeres”. Cf. Obras III-Periódicos, pp. 268, 272.

19 En el Suplemento Extraordinario..., 26 ene. 1814, Fernández de Lizardi responde: “Nuestra ignorancia es evidente hasta lo sumo [...]. En lo tocante a la ignorancia de nuestros paisanos yo mismo he dicho que es por educación, no por naturaleza; es decir, los he disculpado, y así, usted ahora no ha hecho ninguna gracia ni puede sindicarme lo mismo que usted confiesa”. Ibidem, pp. 500-501. Lizardi había escrito en el núm. 18, t. II en voz del Francés: “El vicio mayor que les noté fue la desunión que tienen entre sí, la que es causa de que ni se socorran, ni se civilicen, ni se instruyan; el americano que tiene dinero no es para nadie, sino para él; se mete en su círculo como la tortuga en su concha, y nadie de sus paisanos pobres tiene esperanza de participar de su fortuna [...]. Es tal su desunión que degenera en insociabilidad [...]. Por desunidos han sido pobres; por desunidos el comercio ha sido para ellos un arcano; por desunidos han sido lisonjeros viles muchas veces; por desunidos han perecido de hambre, teniendo de oro su casa; por desunidos han sido, en fin, y lo serán, esclavos de la ignorancia y de la tiranía de las pasiones”. Ibidem, p. 272.

Page 6: Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

Es principio asentado entre los publicistas que los pueblos no son otra

cosa que lo que sus gobiernos quieren que sean, y que en éstos deben

refundirse como en su causa original los defectos comunes y morales de

aquéllos. Bien manifiesta esta verdad el auge o decadencia de muchos

imperios que ya por el celo y sabiduría de algunos gobernantes, ya por la

apatía e ignorancia de otros, o subieron al colmo de la felicidad, o bajaron al

caos de la desgracia y la miseria, pues ¿cómo, en vista de estos ejemplares,

tan ordinarios, se atreve El Pensador a echarnos en cara la desunión e

ignorancia?

Para que más se desengañe y quede más persuadido de mi aserto,

quiero hacerle presentes algunos de los otros fundamentos en que estriba mi

opinión. Muchas han sido las causas extrínsecas e independientes de nuestra

índole y voluntad que han ocasionado esas tachas. Nuestro antiguo

gobierno,20 falsamente persuadido de que era el mejor medio para asegurar

estas posesiones y evitar toda insurrección el mantenernos en la medianía,

procuró con empeño excluirnos de los principales empleos,21 limitar nuestra

atención a nuestros particulares intereses y personas por la cortedad de

arbitrios, destruir insensiblemente el paisanaje, e impedir de todos modos

granjeásemos partidarios por el favor o interés, o prevalidos de la autoridad

20 En el Suplemento Extraordinario..., 26 ene. 1814, Fernández de Lizardi responde: “Es verdad innegable que el antiguo gobierno trabajó cuanto pudo por cerrarnos las puertas para los empleos, y atarnos las manos para los arbitrios. Esto [...] lo probé en los números 7 y 8 de mi primer tomo; pero, ¿qué sale de ahí? Que aquellas eran unas disposiciones mezquinas e impolíticas [...]. Esto y nada más se deduce; pero inferir nuestra desunión por aquel mal gobierno es la mayor preocupación que he visto”. Ibidem, pp. 501-502.

21 En el núm. 7, t. I, titulado Puertas cerradas, Fernández de Lizardi había escrito: “Debemos ahora hablar de las puertas que han tenido los americanos cerradas para los empleos, y de la ninguna razón ni justicia con que esto se ha practicado”. Ibidem, p. 70.

Page 7: Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

y representación. Con este fin y el de enriquecer a la España, sostuvo la

preferencia del comercio exclusivo de Cádiz;22 providencia la más contraria

a los intereses de ambas naciones, que no ha hecho otra cosa que entorpecer

la industria española y americana, y obligarnos a todos a comprar de manos

extranjeras lo que hubieran hecho las nuestras con una común utilidad.

Llegó a tal extremo la determinación, que aun se prohibió insertar en

nuestra Gaceta,23 los capítulos de la de España, sólo porque no bajase el

expendio de ésta o dejase de aventajar algo más su editor;24 cuyo resultado

fue, el de toda providencia mezquina, que dificultándose a los suscriptores el

completar sus papeles, por ser obra periódica de un lugar distante, se retraían

de serlo y lo mismo otros muchos que pudieran haberlo sido, y se carecía no

sólo de las noticias extranjeras, sino aun de las más interesantes que eran las

de la madre patria.

Con este motivo los pocos periódicos que aquí se sostenían con

delicadeza, sin embargo de su experimentada utilidad, se veían insulsos y

descarnados, y apagaban la aplicación más ardiente y empeñosa. Pues,

¿cómo privados de este recurso y del importante ramo del comercio, hay

quien se atreva a exigir de nosotros los adelantos y unión de una culta

sociedad?

22 El comercio en América fue una de las mayores actividades del Estado y los particulares. Para regular esta actividad económica, la Corona creó en 1503 la Casa de Contratación de las Indias, con residencia en Sevilla hasta 1717, en que fue trasladada a Cádiz. En 1796 la Corona decretó el libre comercio y otorgó permiso a cualquier comerciante americano para traficar con todos los puertos de la metrópoli, con carga de productos americanos y retorno de mercancías europeas. Con esta orden, rompió el monopolio que los comerciantes de Sevilla y Cádiz habían ejercido durante más de dos siglos.

23 Gaceta. Cf. nota 32 a [Contestación a Quien llama al toro...].24 editor de la Gaceta. Cf. nota 32 a [Contestación a Quien llama al toro...].

Page 8: Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

Seguirá

Sigue la segunda parte del diálogo contra El Pensador25

El comercio reglado, como todos saben, necesitando para su progreso

de la industria y cooperación de muchos interesados, llama a su favor a las

artes y ciencias, establece las correspondencias, perfecciona las sociedades,

enlaza los ánimos, agita la labranza, lo pone todo en movimiento y obliga a

adquirir las nociones políticas y mercantiles de otros países para llegar a su

más alto grado.

No han influido menos contra nuestra asociación las distinciones de

clases y condiciones en el estado llano, por la desigualdad legal de las

personas y las preeminencias y preferencias que han gozado unas sobre

otras, las cuales nos tenían divididos en bandos y partidos, y causaban una

complicada rivalidad.26 El gachupín27 tenía a menos valer la comunicación

amigable del americano, éste la del indio, y el indio la del mulato, y el

resultado más prudente que se tenía era el de la insociación, viniendo a ser

virtud la desunión que ha calificado El Pensador de vicio entre nosotros.28

25 T. III, núm. 19, 19 ene. 1814, pp. 1-3.26 En el Suplemento extraordinario..., 26 ene. 1814, Fernández de Lizardi responde: “Está muy bien

que la diferencia de castas en el reino haya influido para la desunión entre sí [...]; pero está muy mal que se nos arguya con esta distinción de castas para disculpar nuestra particular desunión, que es de la que se trata”. Cf. Obras III-Periódicos, p. 502.

27 gachupín. Los españoles nacidos en la Península recibieron este nombre que poco a poco se fue cargando de deshonor y repulsa. Gachupín se convirtió en sinónimo de realista y absolutista. En 1827 ocurrió la primera expulsión de españoles de la República Mexicana.

28 En el núm. 18, t. II de El Pensador Mexicano, Fernández de Lizardi escribió en voz del Francés: “Allí no verá usted que americano rico auxilie ni socorra al pobre, aunque sea su pariente; el paisanaje no influye nada en el corazón de aquellos egoístas [...], y verá usted que éstos prefieren a los extraños [que] a los mismos suyos cuando se ofrece destinarlos en alguna tienda, hacienda, etcétera”. Cf. Obras III-Periódicos, p. 271.

Page 9: Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

Si sólo las distinciones fantásticas provinciales han causado tantos

disturbios en estos países, ¿qué deberían producir en el nuestro las mismas y

otras reales y verdaderas en que iba positivamente envuelto algún interés?

En obvio de sus infaustas transcendencias, las sabias Cortes, que no han

perdido de vista nuestro bien y utilidad, han dictado las providencias más

oportunas declarándonos a todos españoles y parte integrante y esencial de la

monarquía.29

Dije que nuestra desunión llegó a pasar a virtud por las circunstancias;

y ahora añado que, por las mismas, pasó a ser vicio30 la estrecha alianza de

algunos europeos (ésta es la salidita de El Pensador para no malquistarse31 y

decir cuanto se le antoja), siendo continuamente causa de muchos

perjuicios.32 Por ella se sostuvo mucho tiempo el monopolio,33 ella

gobernaba el Estado, y ella, en fin, puso a la patria en peligro de perecer.34 29 La Constitución de Cádiz establece en su artículo 18: “Son ciudadanos aquellos españoles que por

ambas líneas traen su origen de los dominios españoles de ambos hemisferios, y están avecindados en cualquier pueblo de los mismos dominios”. Cf. Tena Ramírez, Leyes fundamentales..., p. 62.

30 En el Suplemento Extraordinario..., 26 ene. 1814, Fernández de Lizardi responde: “¿Qué juicio harán de usted los que lean en un mismo número suyo (el 19) que muestra ‘desunión llegó a ser virtud y la de los europeos vicio?’” Cf. Obras III-Periódicos, p. 504.

31 malquistarse. Malquistar. Poner a mal a una persona con otra u otras.32 En el Suplemento Extraordinario..., 26 ene. 1814, Fernández de Lizardi responde: “Si al escribir

esto tuvo usted presente lo que impugnaba y defendía, ¿quién duda si no que en esta alianza se figuró usted una parte causal de nuestra desunión? Y a la verdad que aquella alianza jamás pudo influir en nuestra desunión, antes por aquel ejemplo deberíamos haber reglado nuestra conducta e imitarlos en su amistad”. Cf. Obras III-Periódicos, p. 503.

33 Fernández de Lizardi se ocupó del tema en su Diálogo fingido de cosas ciertas, en El Pensador Mexicano, núm. 13, t. I, ibidem, pp. 114-118; en los suplementos a este tomo: La voz del pueblo y Erre que erre, ibidem, pp. 127-128 y 129-131; también en Prevención de El Pensador, cf. Obras X-Folletos, pp. 159-162.

34 En el Suplemento Extraordinario..., 26 ene. 1814, Fernández de Lizardi responde: “Dice usted [...]: ‘Por ella (la alianza) se sostuvo mucho tiempo el monopolio: ella gobernaba el Estado y ella, en fin, puso a la patria en peligro de perderse’[...] Si esta alianza que usted llama ‘estrecha’ entre ‘algunos’, es el fraude o la intriga de estos algunos; ¿en dónde falta? Si ella sostuvo entonces el monopolio, ¿qué cosa lo sostiene hoy todavía en tantas partes del mundo? [...]. Si entiende usted por alianza, no la intriga sino la unidad de voluntades, y en esta inteligencia dice que ‘ella gobernaba el Estado’, en el mismo caso nos hallamos ahora, y aquí lo que se debe atender no es a si se hallen muchos ánimos uniformes en la gobernación, ni a si ésta es liberal o tirana. Finalmente, si por esta estrecha alianza de algunos

Page 10: Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

Quiero ahora prescindir de todas estas reflexiones y suponer que

generalmente eran todos los europeos recomendables por su paisa[na]je,

¿quién no ve que la diferente situación de ellos y los americanos debía

embarazar a El Pensador para un justo paralelo?35 Ellos se hallan en tierra

extraña y muy distantes de la suya, y todos saben que el paisanaje crece a

proporción de las distancias en que se juntan los de un propio país.36 Pues,

¿cómo quiere compararlos con nosotros que estamos en nuestra patria? Para

que fuera justa la comparación debían ser el otro término los españoles que

se hallan en la Península.37

Descendamos ya a otras maturrangas38 de poca consideración con que

quiso el señor Pensador acabar de hacer nuestro panegírico. Como él jamás

se olvida de los pescados podridos, sino que siempre los ha de andar sacando

europeos entiende usted la codicia, la cábala y la maldad de un privado coludido con muchos lisonjeros, y por eso dice usted que ‘puso a la patria en peligro de perderse’, esto ha sucedido en todas partes, y no ha estado en la alianza, sino en la perversa inclinación de los aliados”. Cf. Obras III-Periódicos, p. 503.

35 En el núm. 18, t. II de El Pensador Mexicano, Fernández de Lizardi había escrito: “Todos los días se ven españoles europeos que arriban a México envueltos en un embreado y calzados de unas groseras alpargatas y a pocos años los ve usted rozando sedas y acaso rodando coche [...]. El que tiene, ama, socorre y protege al que no tiene; y el que no tiene, sufre, trabaja, guarda y ayuna hasta que tiene [...] Los criollos no son así. El que tiene, tiene para sí; es muy poquito y mentecato y jamás participa de su suerte con otro paisano, aunque lo vea rabiar de hambre; y lo que no tiene, no hace por tener, antes desperdicia lo poco que adquiere”, Ibidem, pp. 273-274.

36 En el Suplemento Extraordinario..., 26 ene. 1814, Fernández de Lizardi responde: “¿Quién no ha de reír por un absurdo que ‘el paisanaje crece a proporción de las distancias en que se juntan los de un propio país’, y que por eso se aman los españoles tanto fuera del suyo? A responder contra esta opinión salen en bandadas todos los indios del reino. ¿Usted ha visto gente más unida ni amor nacional más arraigado? Si hacen una fábrica en sus pueblos, todos unidos; si una fiestecita, todos unidos; si una peregrinación, todos unidos; si capitulan a un cura o subdelegado, todos unidos; si un tumulto o pública maldad, todos unidos....” Ibidem, p. 504.

37 En el mismo Suplemento, al respecto Fernández de Lizardi responde: “Pues dígame usted: ¿dónde están los que a costa de su sangre han sacudido el yugo de Napoleón y recobrado su libertad e independencia? ¿Dónde los que en medio de bayonetas francesas han reformado su gobierno y legislación? ¿Dónde los que se han hecho obedecer a dos mil leguas de distancia? ¿No es verdad que están en la península como usted quiere? ¿Y todo esto se pudiera haber hecho sin unión? Conque, amigo, no consiste en la esquina, sino en el tendero”. Idem.

38 maturrangas. Tretas, marrullerías. Hay el dicho: “En casa de maturrangas, no vayas a buscar gangas”.

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a plaza como si fueran inconsumibles,39 yo también quiero sacar a plaza

siempre que esté en sazón sus podridos pensamientos que juzgo inacabables.

Ha poco en su número 6 folio 15 supuso habíamos salido de todo el mal

pescado por la eficacia de un señor regidor,40 y hoy con el mismo regidor

nos hace cargo, como cosa que prueba nuestra común necedad, de haberlo

comprado de la misma clase para el consumo en nuestra Nochebuena. Quien

oiga esta relación pensará que ha entrado nuevamente mucho pescado, o que

el pescado es como el pecado de los ratones;41 y uno y otros es falso, pues el

mismo Pensador dijo, en el papel que critico, que entró poco pescado,42 y

todo racional jamás culpa a muchos por el pecado de pocos; pero mucho

menos a cualquiera reino, pues es preciso no falten algunos malos y necios

en todas partes que jamás deben entrar en cuenta para calificar a los más de

una populación. Siendo esto así, ¿qué cosa especial nos trae El Pensador con

decir que algunos mexicanos han comprado pescado podrido?

Mas no para aquí mi reflexión, porque pregunto ¿se ha de cargar

contra nosotros y no igualmente contra los gachupines que también celebran

39 Fernández de Lizardi denunció la venta del pescado podrido en el núm. 6, t. II de El Pensador Mexicano, titulado Diálogo entre el tío Toribio y Juanillo, su sobrino. Cf. Obras III-Periódicos, pp. 183-189.

40 En este mismo número de El Pensador Mexicano, Fernández de Lizardi había escrito: “¿No ves cómo ha habido señor regidor que haya sacado pescado podrido de las tiendas y lo ha inutilizado, evitando con esta diligencia muchas enfermedades? ¿Pues esto qué es, sino beneficio al público?” Ibidem, p. 187.

41 pecado de los ratones. Falta que comete un individuo y se refleja en todos los de su clase, como cuando por un ratón que se come el queso pagan todos.

42 En el núm. 18, t. II de El Pensador Mexicano, Fernández de Lizardi dice en voz del Francés: “En América es costumbre comer pescado el día de Navidad [...]. Pues, amigo, el año de [18]13 no entró pescado en México porque los insurgentes no lo dejaron pasar de Veracruz a la capital, o porque a los pescados no se les antojó acercarse a las playas [...] ello es que apenas entró un poquito de pescado, que los comerciantes compraron a veinte y vendieron a treinta, cuarenta y aun cincuenta pesos arroba [...] se sacó el pescado podrido y hediondo y se vendió en las plazas a seis reales [...]; pues, amigo, se acabó el pescado carísimo; se acabó el caro y podrido [...] ¿cómo había de ser Nochebuena y no comer pescado?” Cf. Obras III-Periódicos, pp. 270-271.

Page 12: Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

del mismo modo sus Nochebuenas? Yo, ciertamente, si diere mi sentencia

con imparcialidad, más bien los culparía a ellos, como que se conoce su

decidido apetito por el pescado; pero ni a ellos, ni a los otros los condeno,

como que entre unos y otros se perdería de vista el poco pescado que supuso

El Pensador había entrado.

Quiero añadir ahora una piadosa consideración: ¿quién quita, digo, que

en una ciudad como ésta, en donde no faltan algunos industriosos, se

comprase también de él para hacer cola de pescado43 u otros ingredientes de

utilidad y conveniencia, cuando sabemos que hay quien haga alfajor de

cochino?44 Después de lo dicho, yo me atrevo a apostar cualquiera cosa a

que El Pensador ha hablado en este asunto tan de paporreta,45 que ni

averiguó que los compradores fuesen todos criollos o criados de éstos, ni

menos pudo saber que efectivamente lo consumieran aquéllos aún después

de comprado, pues claro está que los amos infinitas veces desechan un

efecto averiado, aunque hayan gastado su dinero en él por el error o

impericia del criado que enviaron a comprarlo.

43 cola de pescado. “Es la que se hace del vientre de un pescado especie de balléna. Tienese por mejor la blanca de la región del Porto, algun tanto áspera, y que se derrite presto. Llámese también Ichthycola, porque el pez se llama Ichty. Pragm de Tass. Año de 1680, fol. 17. Cada libra de cola de pescado no puede passar de veinte y quatro reales. Lag. Diosc. Lib. 3. cap. 66. Gelatina casi pura que se hace con la vejiga de los esturiones.” Dic. autoridades.

44 alfajor de cochino. Podría referirse al pamporcino (de pan y porcino) “Especie de cyclamino, que tiene la raíz muy gruessa, y formada como una rodaja ò círculo. Diósele este nombre, porque es alimento mui gustoso para los puercos. En las Boticas le llaman Arthánita”. Dic. autoridades. Se conoce así en Europa a la raíz que buscan y comen los cerdos; ésta también se usa como purgante en forma de ungüento. En la actualidad todavía se vende el “pampuerco” en pequeñas cajas ovaladas de madera. Se usa untado en el vientre para arreglar desajustes estomacales.

45 paporreta. m. adv. Sin ton ni son. Usado casi exclusivamente con el verbo hablar, en expresión hablar de paporreta. Santamaría, Dic. mej.

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Pero dejemos ya el pescado podrido y hediondo, que ya ofende mis

narices, y hablemos de otra cosa que ni huele ni hiede. Digamos algo sobre

las perlas que tan mal le pareció a El Pensador,46 y con razón, trocarse en

corales las damas de México por la moda que para hacerse de ellas a poco

precio introdujo el codicioso Branciforte. Confieso de buena fe lo

disparatado del trueque; pero jamás convendré en que mereciese por él se

especializase con ellas en cargarles sus terribles anatemas y maldiciones.

Acabará

Acaba la segunda parte del diálogo contra El Pensador47

El daño que atrajo fue una precisa consecuencia del lujo, que no se halla tan

extendido y refinado en México como en otras partes. Condene enhorabuena

El Pensador en general este vicio; predique contra él de palabra y por

escrito, cálese si puede la capilla,48 o la cabeza que es cosa más sencilla;

46 En el núm. 18, t. II de El Pensador Mexicano, Fernández de Lizardi había escrito: “En tiempo de don Manuelito Godoy, el agente de éste, Branciforte [Miguel de la Grúa y Talamanca, marqués de Branciforte. Militar y funcionario español nacido en Italia a mediados del siglo XVIII. Gobernador de las islas Canarias. 53° virrey de la Nueva España (1794-1797). Su gestión administrativa se señaló por la rapacidad de sus actos, hasta el extremo de haber dado lugar a la frase “negocio de un Branciforte”] (que por pecados de los criollos fue virrey de México) tuvo habilidad para desemperlar a las señoras de aquella ciudad [...], hizo que su mujer, hermana del de Alcudia, se adornase el cuello con corales y fingiese abandonara las perlas. No fue menester más para que al instante las señoras mexicanas, estrechísimas modistas y tenaces aduladoras, abandonaran efectivamente las mejores perlas y diesen un increíble valor a los corales (que hasta entonces eran adorno propio de las indias pobres) [...] mientras ellas arrinconaban las perlas, el virrey las compraba baratas por medio de sus satélites; y así recogió en perlas un tesoro, quizá por la mitad de su valor [...], pregunta ¿Qué le parece a usted? ¿No son simplísimas las americanitas? ¿No son aduloncísimas?” Ibidem, p. 270.

47 T. III, núm. 20, 20 ene. 1814, pp. 1-3.48 cálese capilla. Cf. nota 2 a Consejos a El Pensador.

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tome una campanita e introdúzcase si quiere a su sermón con la siguiente

saeta, que ha formado para aliviarle el trabajo y cooperar a sus santos fines:

Alma para que te salves

procura evitar el lujo,

mira que él te ha de perder

aquí y en el otro mundo.

Pero téngase a raya de usar esas personalidades injuriosas, menos se

valga de ellas para contemporizar y lisonjear a nadie,49 y oiga para dar fin a

mi curioso romance las expresiones que dirigió a un barbero el inmortal y

esclarecido manchego don Quijote: “¡ah, señor rapista, señor rapista, y cuán

ciego es aquel que no ve por tela de cedazo! ¿Y es posible que usted no sabe

que las comparaciones que se hacen de ingenio a ingenio, de valor a valor,

de hermosura a hermosura, y de linaje a linaje son siempre odiosas y mal

recibidas?”50

PETIMETRE: Advierto, señor arquitecto, para descargo de su conciencia y para que se vea

que realmente he tenido mi buena parte en esta conversación, y que no sólo

49 En el Suplemento Extraordinario..., 26 ene. 1814, Fernández de Lizardi responde: “no puedo dejar de decir a usted que no se llama personalidades las tachas de las naciones, como usted dice (número 20); lo segundo que yo a nadie contemporizo ni lisonjeo, pues a ningún europeo, que es lo que usted trata de dar a entender”. Cf. Obras III-Periódicos, p. 504.

50 ¡Ah, señor rapista, señor rapista, y cuán ciego es aquel que no ve por tela de cedazo! Cf. Don Quijote, II parte, cap. I, titulado “De lo que el cura y el barbero pasaron con don Quijote cerca de su enfermedad”. “‘Mui ciego es el que no vé por tela de cedázo. Phrase vulgar con que se explica la poca perspicácia, ò comprehensión del sugeto, que ha menester le digan las cosas como ellas son en sí, por no bastar, para que las entienda, el que se le propongan los medios por donde las podía comprehender’. ‘Adivinar por tela de cedázo’. El exercício de la arte mágica, quando el demonio hace que los professores de esta diabólica ciencia, mirando por un cedazo vean las cosas que están muy distantes, ocultas, ò por venir: à lo cual llamó la gentilidad Coscinomancia”. Dic. autoridades. Este mismo diccionario consigna “Ver por tela de cedazo”, frase que significa juzgar las cosas “desfiguradas”, por no mirarlas a la luz de la verdad.

Page 15: Diálogo Petimetre 2 - Lizardi

he hecho el papel de oyente, que me parece ha sufrido usted un grave

equívoco,a dirigiendo a El Pensador todos sus tiros. ¿No ve usted que el tal

Pensador no se ha metido en nada, y que el que dijo todo lo que usted

impugna fue el francés que hablaba con el italiano?

ARQUITECTO: Dice usted muy bien, amigo, la reflexión de usted es muy oportuna, y yo

no había caído en esa cuenta llevado de la cólera que repentinamente me

causó el ver estampadas entre nosotros unas pinturas que tanto nos denigran.

Ahora reflexiono que sólo algún extranjero, enemigo declarado de nuestra

nación, pudo haberse explicado tan vilmente; pero sea quien se fuere ese

malvado (francés había de ser el muy bribón), ya verá que no ha tenido que

ir a Roma por la respuesta,51 y quedará escarmentado de hablar con tanta

ligereza.

Ojalá que esta conversación hubiera sido en mi presencia (que bien se

guardaría de hablar en este caso), yo le habría enseñado que a los

americanos no se nos ha de tomar por objeto de la befa o juguete de las

demás naciones, y que si él o cualquiera otro se ha creído un oráculo en cuya

presencia deban callarse todos, sólo por querer él tomarse la palabra, yo me

esforzaré en convencerlo de sus errores y confundirlo hasta hacerlo

enmudecer.

aa Al llegar aquí el autor del diálogo, que también es un Pensador Mexicano, y concluida ya su crítica, le suplicó a un amigo suyo, Pensador Jalapeño, finalizara la conclusión por hallarse indispuesto para seguirla. Se hace esta advertencia, porque no faltará quien conozca la diferencia de los dos estilos.

51 ir a Roma por la respuesta. Conocemos la variante “Tú vas a Roma a buscar lo que tienes a tu umbral”. Se dice de los que despreciando lo de casa se van afuera por cosas peores. Cf. José Bergua, Refranero español...

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PETIMETRE: No se electrice usted amigo, no es necesario que usted se meta en tal

empeño, bástele a usted para serenarse y para ver con desprecio esos

dislates, el considerar que ese modo de discurrir afrancesado es por sí tan

débil y tan sandio que cualquiera pude fácilmente conocerlo; porque, ¿quién

no verá que es una sandez muy imprudente echarnos en cara unos defectos

que son involuntarios, y que no ha estado en nuestra mano el corregirlos?52

Claro está que es así como lo digo, y no lo es menos querer que los

ameri[c]anos seamos buenos y cultos, sabios e ilustrados por naturaleza, y

nos veamos libres totalmente de unas tachas, que aun cuando merecieran

este nombre, serán siempre inferiores a muchas de que han adolecido hasta

las naciones más cultas e ilustradas.

También el pretender que imitemos los modelos que tengamos

delante,53 sólo por tenerlos, es otro desatino garrafal, pues faltando los

arbitrios y disposiciones necesarias para esta imitación jamás podrá

verificarse a pesar de todo connato y todo esfuerzo, al modo que ningún

miserable desarrapado podrá vestirse bien, sino tiene dinero o habilidad para

adquirir y ajustarse los vestidos, aunque tenga a la vista los mejores modelos

de ellas [sic]; pero lo mejor será, señor Arquitecto, prescindir de semejantes

contestaciones, pues ya usted conoce que con ellas nada se adelanta entre los

52 Cf. nota 18 de este artículo.53 En el núm. 17, t. II de El Pensador Mexicano, Fernández de Lizardi comparó la luminosidad de la

ciudad de México con las “nulidades de la angostura, altura, obscuridad y quiebras que advertimos en las mejores ciudades de la Europa como Londres, París, Madrid y tal vez Roma”. Cf. Obras III-Periódicos, p. 260. Compara los paseos de la ciudad con los extranjeros y las costumbres de nuestras damas con las europeas.

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necios, y por lo que toca a los sabios y prudentes son, cuando no del todo

inútiles, en gran parte innecesarias o excusadas.

ARQUITECTO: Convengo desde luego con ese bello modo de pensar de usted y para otra

vez que se ofreciere lo practicaré como un consejo de un amigo.

PETIMETRE: Yo lo soy de usted con tanta mayor sinceridad, cuanto han sido más claras

las pruebas que me ha dado de su interés por el amor de nuestra patria.

[Quidam]54

54 Quidam. Cf. nota 65 a Diálogo sobre El Pensador Mexicano número 17.