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2012
DOCUMENTO DE TRABAJO Nº 12
Juventud: origen, visiones y debates en torno a su definición
Gustavo Damián Fernando Guzmán
SIMEL NOA – Facultad de Ciencias Económicas - UNJu http://www.fce.unju.edu.ar/simel ISSN 1853-4562
SIMEL Nodo NOA Instituto de Investigaciones
Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Jujuy
Jujuy – República Argentina
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SIMEL Nodo NOA Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas Facultad de Ciencias Económicas Universidad Nacional de Jujuy Editor Responsable: SIMEL Nodo NOA Otero 369 (CP 4600) San Salvador de Jujuy Provincia de Jujuy República Argentina Teléfono: 54-388-422-1541 E-mail: [email protected] Coordinadoras editoriales: Liliana Bergesio y Laura Golovanevsky
Diseño de Tapa: Lucía Scalone
ISSN 1853-4562
2012
Documento de Trabajo Nº 12 “Juventud: origen, visiones y debates en torno a su definición”.
Sumario: Resumen (página 3); Introducción (página 4); Origen contemporáneo del término (página 4); Diferencia entre adolescencia y juventud (página 6); Diferencia entre juventud y juvenilización (página 7); Consideraciones al hablar de juventud (página 8); Visiones de la juventud (página 8); Criterios prevalecientes en las definiciones de juventud (página 9); Variables asociadas a la noción de juventud (página 11); Definición de juventud (Margulis y Urresti) (página 14); Definición operativa de juventud (página 15); Conclusiones (página 17); Bibliografía (página 18).
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JUVENTUD: ORIGEN, VISIONES Y DEBATES EN TORNO A SU DEFINICIÓN
Gustavo Damián Fernando Guzmán Resumen
La inserción laboral de los jóvenes es una de las problemáticas más apremiantes en
el mercado laboral mundial en cuya solución se encuentran comprometidos numerosos
organismos nacionales como así también internacionales, entre ellos, la ONU y la OIT. Por
ello, la bibliografía existente al respecto es abundante en lo relativo al ámbito internacional
y nacional, no así a nivel local (Jujuy). En virtud de ello, y en el marco del proyecto “La
inserción laboral de los jóvenes en el aglomerado San Salvador de Jujuy – Palpalá (2003-
2010)” (Beca de Estimulo a las Vocaciones Científicas 2012 del Consejo Interuniversitario
Nacional), el objetivo del presente trabajo es exponer los avances de la investigación, los
cuales consisten, básicamente, en los resultados obtenidos del relevamiento bibliográfico e
investigación documental, desarrollando aspectos conceptuales de la temática abordada.
En particular, se estudian temas tales como el origen contemporáneo del término
juventud y los distintos criterios y variables que la literatura especializada utiliza para
definirlo, entre las que se encuentran, la edad, la moratoria social, la generación, las
instituciones y la moratoria vital. Además, se plantean las diferentes visiones o paradigmas
existentes sobre juventud, muchos de los cuales se caracterizan por su parcialidad o falta
de realismo, tal es el caso de las metáforas de la Juventud Dorada, Gris y Blanca de
Braslavsky (1986).
Palabras clave: Juventud / Definición / Moratoria / Juvenilización
Una versión preliminar de este escrito fue presentada en las I Jornadas de Jóvenes Investigadores de la Universidad Nacional de Jujuy, realizadas en San Salvador de Jujuy, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales (UNJu), los días 22 y 23 de noviembre de 2012. Gustavo Guzmán es alumno de la carrera de Contador Público Nacional de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Jujuy, próximo a graduarse. Ha obtenido la Beca de Estimulo a las Vocaciones Científicas 2012 del Consejo Interuniversitario Nacional, bajo la dirección de la Dra. Laura Golovanevsky y la co-dirección del Esp. Alfredo Ramírez.
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JUVENTUD: ORIGEN, VISIONES Y DEBATES EN TORNO A SU DEFINICIÓN
Gustavo Damián Fernando Guzmán
Introducción
En el marco del proyecto de investigación “Inserción laboral de los jóvenes en el
Aglomerado San Salvador de Jujuy-Palpalá (2003-2010)” 1, se desarrolla el presente
documento, teniendo por objetivo exponer las principales ideas y posiciones existentes en
el campo académico en torno a la definición de juventud. De esta manera, en primer lugar,
se presenta una breve reseña acerca del desarrollo histórico contemporáneo de esta palabra
con el fin de analizar las visiones existentes acerca del tema a lo largo del tiempo. A
continuación, se exponen las diferencias conceptuales entre juventud, adolescencia y
juvenilización de manera tal de evitar posteriores confusiones. Se sigue luego con algunas
consideraciones previas al estudio de la juventud como así también a las visiones que
existen acerca de ella. Posteriormente, se realiza una breve presentación de los criterios y
variables relevantes a la hora de delimitar quiénes se consideran jóvenes y quiénes no,
seguida de dos definiciones de juventud, una de carácter teórico y otra de carácter
operativo. Finalmente, a modo de conclusión, se deja planteada la cuestión de la relevancia
y la utilidad de la Juventud como categoría social contrapuesta a la adultez.
Origen contemporáneo del término
Si bien tiene sus orígenes durante la modernidad, el vocablo juventud tal como hoy
lo conocemos surge durante la segunda posguerra, logrando su consolidación en la década
del ’60.
Durante los ’50, no existía la juventud en los términos actuales, más bien se hablaba
de adultez madura e inmadura, de ahí que para referirse a aquella etapa posterior a la niñez,
era común usar expresiones como “En mi época” y “Yo a tu edad”. No obstante, en esta
década ya empiezan a generarse movimientos juveniles, los que tendrán su auge a lo largo
de los ‘60 en Estados Unidos (Monsiváis 2005) y hacia finales de década en
Latinoamérica. Aunque en ese entonces fueron pensados, más propiamente, como
"estudiantes" (puesto que se trataba de movimientos estudiantiles, en América Latina),
comenzaba a surgir un nuevo actor social, con la intención de participar como actor
político (Reguillo 2007).
1 Beca de Estimulo a las Vocaciones Científicas 2012 del Consejo Interuniversitario Nacional, bajo la dirección de la Dra. Laura Golovanevsky y la co-dirección del Esp. Alfredo Ramírez.
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Durante los ’70, los jóvenes se incorporaron a la guerrilla y a distintos movimientos
de resistencia, por lo que se los consideró “guerrilleros” y “subversivos”. A lo largo de los
’80 y principios de los ’90, ante la derrota de la Unión Soviética, el fin de la guerra fría y el
surgimiento del neoliberalismo, la participación de la juventud en la política fue
debilitándose hasta tornarse, prácticamente, nula. Más bien, se empezaba a ver a este grupo
como los responsables de la violencia acaecida en las ciudades del continente y, por lo
tanto, como un problema social. Algunas de las expresiones asociadas a la juventud eran:
rebeldes, estudiantes revoltosos, violentos, delincuentes, entre otras.
Al mismo tiempo, se llevaban a cabo tres procesos en lo económico, jurídico y,
principalmente, en lo cultural que terminarían de configurar a la juventud como una nueva
categoría social.
En primer lugar, desde el punto de vista económico, luego de la segunda guerra
mundial, en los países del Primer Mundo se produjo un notable incremento de la esperanza
de vida debido a las conquistas científicas y tecnológicas, por lo que fue necesario
reorganizar los procesos de inserción laboral de los segmentos más jóvenes de la sociedad
(demorándolos) para restablecer el equilibrio en la balanza de la población
económicamente activa. Para ello, se prolongó el período de permanencia de los jóvenes en
las instituciones educativas.
En segundo lugar, desde el plano jurídico, la sociedad reivindicó la existencia de
los niños y los jóvenes, como sujetos de derechos y, especialmente, en el caso de los
jóvenes, como sujetos de consumo. (Reguillo 2007)
Y esto se debe a que, en la posguerra, surgió “una poderosa industria cultural que
ofertaba, por primera vez, bienes "exclusivos" para el consumo de los jóvenes. Aunque no
el único, el ámbito de la industria musical fue el más espectacular” (Reguillo 2007: 24).
Así, las ventas de discos pasaron de 277 millones en 1955 a 600 millones en 1959 y a 2000
millones en 1973 (Hobsbawm 1995). “El acceso a un mundo de bienes, posibilitado por el
poder adquisitivo de los sectores juveniles de los países desarrollados, abrió el
reconocimiento de unas señales de identidad que se internacionalizarían rápidamente. Para
el historiador Eric Hobsbawm, la cultura juvenil se convirtió en la matriz de la revolución
cultural del siglo XX, visible en los comportamientos y costumbres, pero sobre todo en el
modo de disponer del ocio, que pasaron a configurar cada vez más el ambiente que
respiraban los hombres y mujeres urbanos (1995:331).” (Reguillo 2007: 24)
En síntesis, “son tres los procesos que "vuelven visibles" a los jóvenes en la última
mitad del siglo XX: la reorganización económica por la vía del aceleramiento industrial,
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científico y técnico, que implicó ajustes en la organización productiva de la sociedad; la
oferta y el consumo cultural, y el discurso jurídico.” (Reguillo 2007: 25)
Por último, como se adelantó al inicio, se destaca que es en la década de 1960 en la
que se produce la irrupción de la juventud como sector social diferenciado con autonomía
identitaria, es, decir, existía una conciencia de grupo (Chaves 2009). Ello se vio favorecido
en Estados Unidos y Europa, primero, y en Latinoamérica, después, por “1) La emergencia
del Estado del bienestar; 2) la crisis de la autoridad patriarcal; 3) el nacimiento del
teenagemarket; 4) la emergencia de los medios de comunicación de masas; 5) el proceso de
modernización en el plano de los usos y costumbres que supuso una erosión de la moral
puritana (Ejemplo: la revolución sexual) (Feixa, 1998:43).”(Chaves 2009:8)
Diferencia entre Adolescencia y Juventud
Es necesario diferenciar adolescencia de juventud. Mientras que la adolescencia ha
sido estudiada, en mayor medida, por la psicología, la juventud como un concepto más
amplio y comprensivo de la primera, ha sido objeto de estudio de una mayor cantidad de
disciplinas (comenzando por la sociología, seguida por la antropología, las ciencias
políticas, las ciencias de la comunicación, la historia y las ciencias económicas).
Si bien, definir ambas etapas de la vida, exclusivamente, en base a las edades no es
apropiado, como se verá más adelante, a modo de guía se menciona que la Organización
Mundial de la Salud considera adolescentes a las personas comprendidas entre los 10 y 19
años de edad y jóvenes a los de 10 a 24 años, pudiendo observarse que la adolescencia
forma parte de la juventud.
No obstante, la adolescencia puede definirse como una etapa de la vida
caracterizada por cambios y desarrollo biológico, psicológico (cognitivos, afectivos), social
y sexual. Desde una posición de base psicológica, tiende a representársela como una época
de desajustes y desequilibrios mientras que, desde una postura de carácter más sociológica,
se la conceptúa como una fase adaptación a pautas y valores sociales propios de la vida
adulta. (Gispert 1998)
Así, a los fines del presente, se trabajará sobre el concepto de juventud por
considerarse que la adolescencia, como objeto de estudio, corresponde a disciplinas que
encaran el tema desde una óptica más enfocada en los cambios internos y externos (de
distinto tipo) que se producen en los sujetos y, no en su entorno, entre ellas, la piscología.
Y este trabajo, en particular, estudia a la juventud como sujetos sociales.
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Diferencia entre Juventud y Juvenilización
Margulis y Urresti son dos de los autores que, en mayor medida, han abordado el
tema en cuestión en Argentina, sus obras se caracterizan por el importante desarrollo
conceptual elaborado.
De esta manera, uno de los conceptos que presentan es el de Juventud-Signo para
hacer referencia a la imagen o al conjunto de imágenes o signos de lo que es o debería ser
la juventud. Muchos de estos signos están estrechamente vinculados con lo estético, es
decir, “con el cuerpo, con la vestimenta, con el arreglo y suelen ser presentados ante la
sociedad como paradigma de todo lo que es deseable” (Margulis y Urresti 2008: 18).
De hecho, puede observarse la existencia de un mercado en el que los signos de la
juventud pueden adquirirse a cambio de un precio, en el que muchos de sus demandantes
son adultos (cirugías, gimnasios, dietas, entre otros). De esta forma, a través de la
portación de los símbolos que denotan juventud, se ha generado una nueva idea de lo que
es ser joven, que los autores mencionados denominan juvenilización, entendida como el
proceso por el cual jóvenes y no jóvenes exhiben los signos, símbolos o características que
la sociedad, la cultura y los medios, en particular, han instalado en el imaginario como
propios de la juventud (Margulis y Urresti 2002).
En consecuencia, “se puede ser juvenil sin ser joven, como es el caso de ciertos
miembros de los sectores medios y altos, pero no es veraz que no se pueda ser joven si no
se ostentan los signos exteriores de la juvenilidad.”(Margulis y Urresti 2002: 10) Por
consiguiente, “se puede reconocer la existencia de jóvenes no juveniles -como es, por
ejemplo, el caso de muchos jóvenes de sectores populares que no gozan de la moratoria
social (a la que aludiremos más adelante) y no portan los signos que caracterizan
hegemónicamente a la juventud-, y no jóvenes juveniles -como es el caso de ciertos
integrantes de sectores medios y altos que ven disminuido su crédito vital excedente
(concepto a desarrollarse en los apartados siguientes) pero son capaces de incorporar tales
signos.”(Margulis y Urresti 2008: 22)
Finalmente, es necesario resaltar que, a la hora de plantear una investigación de la
juventud, tal distinción produce importantes consecuencias puesto que la ignorancia acerca
de la misma podría llevar a considerar como parte del objeto de estudio a sujetos que ya no
son jóvenes propiamente dichos.
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Consideraciones al hablar de juventud
A la hora de estudiar a la juventud, debe destacarse que, como menciona Steinberg
(2004), el universo juvenil no puede concebirse como una totalidad compacta y
homogénea. Al contrario, se caracteriza por la heterogeneidad y la diversidad. Y son,
precisamente, estas características por las que resulta conveniente hablar de juventudes o
grupos juveniles antes que de juventud (Braslavsky 1986). Así, Braslavsky (1986),
considerada una de las pioneras en la investigación de los jóvenes en Argentina, designa
como “mito de la juventud homogénea” al mecanismo por el cual se identifica a todos los
jóvenes con algunos de ellos y se presenta a toda la juventud como un conjunto
monocromático de personas.
Visiones de la Juventud
La autora mencionada en el apartado anterior habla de tres interpretaciones que
participan del mito que propone para lo cual hace uso de los colores como metáforas: la
juventud dorada, gris y blanca.
� La manifestación dorada del mito de la juventud homogénea identifica a todos los
jóvenes con los privilegiados —despreocupados o militantes en defensa de sus
privilegios—, con los individuos que poseen tiempo libre, que disfrutan del ocio, y
más ampliamente, de una moratoria social, que les permite vivir sin angustias ni
responsabilidades.
� La interpretación de la juventud gris hace a todos los jóvenes depositarios de todos
los males. Transforma conceptualmente a la juventud en el grupo que más sufre los
embates de las crisis, que más afectado está por la herencia de los hábitos y
prácticas de la sociedad autoritaria. Los jóvenes serían la mayoría entre los
desocupados, los delincuentes, los pobres, los apáticos, “la desgracia y resaca de la
sociedad”.
� En lo referido a la interpretación de la juventud blanca, se ve en ella al Mesías, al
Redentor, a los personajes maravillosos y puros que salvarían a la Humanidad de la
entropía, que podrían hacer todo lo que no hicieron sus padres, incluso construir
una Argentina democrática. Ellos serían los participantes, los éticos (Braslavsky,
1986).
Si bien, cada autor presenta distintas categorizaciones para las visiones que se
puede tener de la juventud, todas aquellas que se refieran a las características de los
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jóvenes, sus actitudes y a lo que se espera de ellos, de un modo u otro, pueden encuadrarse
en las previstas por Braslavsky.
Así, la investigadora costarricense Dina Krauskopf (1998) plantea la coexistencia y
competencia de cuatro paradigmas para pensar la juventud, pero, como uno de ellos se
refiere a la adolescencia, sólo nos referiremos a los tres restantes:
� Juventud: etapa problema. Favorece la visión del período como crisis normativa:
“la edad difícil” vinculada al embarazo, la delincuencia, las drogas, la deserción
escolar, las pandillas, etcétera.
� Juventud: actor estratégico del desarrollo. “Este enfoque destaca a la juventud como
actor protagónico en la renovación permanente de las sociedades, particularmente
en el contexto de la restructuración socioeconómica y la globalización. Da un valor
prominente a la participación juvenil como parte crucial de su desarrollo.”
(Krauskopf 1988: 122) La CEPAL se adhiere a esta óptica.
� Juventud ciudadana. Este enfoque de derechos, desarrollado durante la segunda
mitad del siglo XX, abandona el énfasis estigmatizante y reduccionista de la
juventud como problema. “La integración del paradigma que la señala como actor
estratégico, con el paradigma de juventud ciudadana permite reconocer su valor
como sector flexible y abierto a los cambios, expresión clave de la sociedad y la
cultura global, con capacidades y derechos para intervenir protagónicamente en su
presente, construir democrática y participativamente su calidad de vida y aportar al
desarrollo colectivo.” (Krauskopf1998: 123)
El primer paradigma sobre la juventud (etapa problema) puede asociarse a lo que
Braslavsky llama Juventud Gris, mientras que los dos últimos se relacionan con la
interpretación de la Juventud Blanca aunque de un modo más realista, dejando de lado la
idea de Mesías o Redentores, para considerar a los jóvenes como posibles efectivos
protagonistas de desarrollo socioeconómico.
Criterios prevalecientes en las definiciones de Juventud
a) Demográfico
Este enfoque delimita la juventud, exclusivamente, en base a la edad, expresando
que “la juventud es el período que transcurre entre el logro de la madurez fisiológica y el
logro de la madurez social” (Robin y Duran 2005: 2). Por lo tanto, se considerarían jóvenes
a todas aquellas personas comprendidas en un rango de edad determinado aunque variable,
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según el autor considerado. Robin y Duran toman el período que va de los 13 a los 25
años2, por citar un ejemplo.
De esta manera, el criterio demográfico (o estadístico) permite realizar estudios de
diferente índole y, en especial, comparar la situación del grupo en diferentes contextos y
dar seguimiento a su evolución. No obstante, su principal deficiencia radica en
homogeneizar a todos los sujetos comprendidos en el rango etario en cuestión,
desconociendo sus particularidades (Robin y Duran 2005).
Urresti (2005) adhiere a los críticos de esta perspectiva. Aclara que, si bien,
“términos como adolescencia y juventud definen “grupos de edad”, no se los puede
demarcar con la exactitud que suponen los criterios de edad (demográficos), puesto que sus
límites son variables, como todo límite de edad; y sus fronteras son sociales antes que
meramente etarias, es decir que están socialmente construidos y por lo tanto, varían
histórica, geográfica y culturalmente” (Urresti 2005: 1). Además, “nada demasiado
importante nos puede decir un estudio que saca conclusiones sobre una población que no
tiene una conformación como grupo, como identidad colectiva” (Margulis y Urresti 2008:
24).
b) Social
Debido a sus falencias, la idea de definir Juventud exclusivamente en base al
criterio demográfico ha quedado obsoleta, al menos desde el punto de vista teórico, siendo
necesario, a tal fin, la incorporación de distintas variables que posibiliten analizar la
complejidad y la heterogeneidad del objeto de estudio.
Es así que, en los últimos tiempos, “la teoría social dedicada al tema ha comenzado
a considerar una perspectiva relativamente aceptada: adolescentes y jóvenes, son todos
aquellos que una determinada sociedad considere como tales” (Urresti 2005: 2). En otras
palabras, tal período concluiría cuando la sociedad considera al individuo como adulto
pleno. “Es decir, cuando le reconoce una identidad determinada y un conjunto de roles a
desempeñar. Dicho reconocimiento implica que el sujeto ha adquirido los bienes materiales
(ingresos económicos) y simbólicos (conocimientos, status) que socialmente cada sociedad
considera como propios de un adulto” (Cortázar 2000: 5). Y, en general, “un adulto se
define como alguien que ha establecido su vida al margen de su familia de origen, que se
2 El enfoque demográfico trata de establecer una edad límite entre el mundo de los jóvenes y la adultez, la misma se ubica, en este caso, arbitrariamente “a los 25 años por considerar que alrededor de esa edad, en las sociedades occidentales, se cumplen determinados hitos que dan por concluida esta etapa de dilación de responsabilidades. Este alejamiento de la condición juvenil estaría dado por: la pérdida del rol de estudiante, la formación de una pareja estable vía unión o matrimonio, la incorporación definitiva al mercado de trabajo, la autonomía plena del hogar de origen (Filgueira, 1998).” (Robin y Duran 2005:3)
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autosustenta, que ha constituido su propia familia, que tiene hijos, que ha definido
exitosamente –después de prepararse para ello- un destino laboral” (Urresti 2005: 3). Cabe
destacar que ésta es una de las visiones y percepciones acerca de la juventud con mayor
vigencia en las instituciones profesionales y en el imaginario social. De esta forma, al
valorarse al joven sólo como futuro adulto, esta postura puede ser incluida dentro de las
que consideran a la juventud simplemente como una etapa de transición en la que la ésta
sólo tiene valor en función al futuro (Cortázar 2000). Y es tal reduccionismo lo que
“justifica la postergación de los derechos de jóvenes, al considerarlos carentes de madurez
social e inexpertos con lo que, implícitamente, se les niega el reconocimiento como sujetos
sociales” (Krauskopf 1988: 121).
Variables asociadas a la noción de Juventud
En los siguientes apartados se presentan las diversas variables y conceptos
asociados al objeto de estudio en análisis que ayudan a su delimitación conceptual, la
mayoría de ellos, desde una perspectiva social.
Moratoria Social
La moratoria social es un concepto ampliamente aceptado entre los autores que
estudian el tema y se utiliza para hacer referencia a la juventud como un período en el que
se postergan los deberes propios de la vida adulta (básicamente, trabajar) con el objeto de
utilizar el tiempo disponible para estudiar y adquirir la capacitación y competencias
necesarias para lograr una exitosa inserción laboral, lo que marcaría el traspaso a la
adultez. Precisamente es el tiempo libre una de las principales características de este
período por lo que se asocia juventud a una etapa de relajación y distensión, libre de las
preocupaciones propias de los adultos.
El autor brasileño João Carlos Alexim, al hablar de juventud, la designa como “un
período de la vida que está destinado a la preparación del individuo para el ejercicio de las
responsabilidades de la vida adulta…En lo referente al trabajo esto significa la reserva de
actividades que no comprometan la salud física y mental del joven y que contribuyan a
completar su formación profesional” (Alexim 2006: 147). De ello, se deduce que el autor,
aunque no utilice la expresión, se adhiere al concepto de moratoria social.
No obstante, la cuestión ha sido abordada explícitamente por Margulis y Urresti,
cuyos trabajos se caracterizan por el amplio desarrollo conceptual elaborado. De esta
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forma, definen juventud como“el lapso que media entre la madurez física y la madurez
social” (Margulis y Urresti 2002: 5) en su sentido económico, laboral y reproductivo.
Pero, también, aluden a tal palabra como el período en que se posterga la asunción
plena de responsabilidades económicas y familiares, por lo que la juventud sería, en
principio, un privilegio de los sectores sociales con mayores posibilidades económicas,
introduciendo así el concepto de moratoria social. Desde esta óptica, se refiere a la
juventud paradigmática, representada con abundancia de símbolos en el plano
massmediático: deportiva, alegre, despreocupada, bella, a la moda, vive romances y sufre
decepciones amorosas, pero se mantiene ajena, hasta su pleno ingreso a las
responsabilidades de la vida, a las exigencias, carencias y conflictos relativos a la
economía, el trabajo y la familia. De esta manera, si abordamos la cuestión exclusivamente
desde la perspectiva que nos brinda el concepto de moratoria social, sólo podrían ser
jóvenes los pertenecientes a sectores sociales relativamente acomodados (sectores medios
y altos) ya que son éstos quienes poseen, generalmente, la oportunidad de estudiar, de
postergar su ingreso a las responsabilidades de la vida adulta: se casan y tienen hijos más
tardíamente, gozan de un período de menor exigencia, de un contexto social protector que
hace posible la emisión, durante períodos más amplios, de los signos sociales de lo que
generalmente se llama juventud (Margulis y Urresti 2002).
Así, desde el punto de vista planteado en el párrafo anterior, los integrantes de los
sectores populares, quienes tienen acotadas sus posibilidades de acceder a la moratoria
social, no formarían parte de la categoría juventud, puesto que deben ingresar
tempranamente al mundo del trabajo -a trabajos más duros y menos atractivos-, suelen
contraer a menor edad obligaciones familiares (casamiento o unión temprana, consolidada
por los hijos). Carecen del tiempo y del dinero para vivir un período más o menos
prolongado con relativa despreocupación y ligereza. Y aún cuando el desempleo y la crisis
suelen proporcionan tiempo libre a los jóvenes de clases populares, tal circunstancia no
conduce a la “moratoria social” en el sentido asignado a ésta: ya que se trata de una
condición no deseada, es “tiempo libre” producto de un paro forzoso que no resulta festivo,
no es el tiempo ligero de los sectores medios y altos, está cargado de culpa e impotencia,
de frustración y sufrimiento por no tener nada que hacer (Margulis y Urresti2008).
Generación
Para perfeccionar la conceptualización de la temática que se analiza, es pertinente
incorporar la noción de generación que, si bien, remite a la edad, está también atravesada
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por la cultura y la historia, dando cuenta del momento social en que una cohorte se
incorpora a la sociedad. “Ello define características del proceso de socialización, e
incorpora a la misma los códigos culturales que imperan en una época dada y con ellos el
plano político, tecnológico, artístico, etc. Ser integrante de una generación implica haber
nacido y crecido en un determinado período histórico, con su particular configuración
política, sensibilidad y conflictos”. (Margulis y Urresti2002: 7). Por lo tanto, se es joven
por formar parte de una generación más reciente.
Instituciones
Si bien el concepto de generación ayuda a delimitar quiénes son jóvenes y quiénes
no, tal condición también depende de la pertenencia generacional en el marco de las
instituciones. Y es ello lo que permite afirmar que la categoría de juventud no es exclusiva
de los sectores de nivel económico medio o alto ya que, de hecho, existen jóvenes entre las
clases populares y ello se pone de manifiesto, por citar un ejemplo, en virtud de los
distintos roles sociales asignados a los miembros de cada generación en la familia
(Margulis y Urresti 2002).
En el mismo sentido, también corresponde hablar de las instituciones como
productoras de juventud: en primer lugar se puede nombrar a las instituciones de
socialización tales como familia, escuela, barrio, comunidad. En segundo término, están
los bienes simbólicos, culturales y de consumo, las empresas productoras de éstos y el
imaginario construido en torno a ellos. “Un tercer grupo de instituciones son las normas y
aparatos jurídicos y políticos que definen el estatus de la juventud en un determinado
momento y lugar. A partir de éstas se configuran las características deseables que una
sociedad se plantea para las generaciones jóvenes, y las sanciones establecidas para
fomentar o detener estas conductas”(Urbieta 2003:187).
Y, en términos generales, la mayoría de las instituciones producen definiciones
sobre la juventud: el servicio militar, el sistema electoral, la legislación laboral, entre otras.
Moratoria Vital
Asimismo, a las ideas de moratoria social y generación, se agrega el de moratoria
vital como complemento para distinguir a los jóvenes de aquellos que no lo son,
independientemente de que puedan parecerlo o no.
En este sentido, la moratoria vital es un concepto utilizado para hacer referencia a
los aspectos físico-biológicos que diferencian a los jóvenes de las personas ubicadas en los
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rangos etarios más elevados ya que éstos gozan de un excedente temporal, de un crédito o
de un plus (capital temporal), es decir poseen mayor tiempo de vida, la muerte para ellos es
más lejana y, a la vez, se caracterizan por tener un mayor capital energético, mayor
vitalidad (Robin y Duran 2005: 3). Por ello se dice que este concepto se identifica con esa
sensación de inmortalidad tan característica de los jóvenes. Y es que “ser joven es ante
todo disponer de brío, empuje, ímpetu y potencia para emprender actividades que
impliquen un esfuerzo físico y / o intelectual” (Robin y Duran 2005: 3).
Y todo ello, es decir, la incorporación de aspectos duros (el aspecto energético del
cuerpo y su cronología, lo que también puede llamarse capital energético y temporal) a la
definición de juventud, permite refutar algunos discursos sobre la juventud (llamados
culturalistas) que restringen tal condición a los sectores medios y altos, al centrar su
definición exclusivamente en los elementos característicos de la moratoria social (de modo
que los sectores pobres ajenos a esa moratoria social nunca llegarían a ser jóvenes),
olvidando la base fáctica (energía, moratoria vital, inserción institucional y también todo lo
ya mencionado sobre el tema generacional), comunes a todas las clases (Margulis y Urresti
2008). Es decir, en función del capital temporal, independientemente de la clase social, se
puede distinguir a los jóvenes de los no jóvenes. “Jóvenes son todos aquellos que gozan de
un plus de tiempo, un excedente temporal, que es considerablemente más extenso que el de
las generaciones mayores coexistentes” (Margulis y Urresti2002: 7).
Definición de Juventud (Margulis y Urresti)
En base a las distintas variables, ya analizadas, los autores presentan una definición
de juventud, en la que también se incluye la variable género. Ésta no se analizó en este
trabajo, por considerarse menor su relevancia al momento de diferenciar jóvenes de
adultos. No obstante, esta variable sirve para describir y caracterizar cómo se vive la
juventud desde el punto de vista de los varones y las mujeres. Se considera más relevante a
la hora de delimitar lo juvenil que la juventud propiamente dicha. Así, en palabra de los
autores, “hay más probabilidades de ser juvenil siendo hombre que siendo mujer, ya que
los hijos implican urgencias distintas en la inversión del crédito social disponible”.
(Margulis y Urresti 2008: 29)
Hecha la aclaración pertinente, se presenta la definición de Margulis y Urresti (2008):
la juventud es una condición que se articula social y culturalmente en función de la edad -como crédito energético y moratoria vital, o como distancia frente a la muerte-, con la generación a la que se pertenece -en tanto que memoria social incorporada, experiencia de vida diferencial-, con la clase social de origen -como
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moratoria social y período de retardo-, con el género -según las urgencias temporales que pesan sobre el varón o la mujer-, y con la ubicación en la familia - que es el marco institucional en el que todas las otras variables se articulan-. La familia en sentido amplio, como grupo parental, es quizás la institución principal en la que se define y representa la condición de joven, el escenario en el que se articulan todas las variables que la definen. Pero también hay que tener en cuenta, como escenario en el que la juventud es definida material y simbólicamente, la malla de las instituciones en las que se pone en juego la vida social: la escuela, el ámbito laboral, las instituciones religiosas, los partidos políticos, los clubes y asociaciones intermedias, el ejército. En todas estas instituciones se sigue un orden vinculado con los distintos segmentos de edad, que están presentes en las reglas del juego, los sistemas de roles, el posicionamiento de los actores, los discursos, los tipos de sanciones, lo permitido y lo prohibido. La condición de juventud, en sus distintas modalidades de expresión, no puede ser reducida a un sólo sector social o ser aislada de las instituciones, como si se tratara de un actor escindido, separado del mundo social, o sólo actuante como sujeto autónomo. (p.29)
Definición operativa de juventud
A lo largo del presente trabajo, se han visto distintos criterios a la hora de delimitar
quiénes son jóvenes y quiénes no lo son, entre ellos el demográfico (o estadístico). En este
apartado, en base a todo lo descripto previamente, se pretende brindar una definición de
juventud, pero no con el objeto de sintetizar ni, mucho menos, finalizar el debate en torno a
lo que significa ser joven. Más bien, se trata de una definición operativa que, a los efectos
de investigaciones sobre el tema, pueda considerarse apropiada.
En primer lugar, más allá de la arbitrariedad que supone toda definición estadística,
existe consenso acerca del límite inferior que separa al adolescente del niño. “En general se
considera la edad en la que están desarrolladas las funciones sexuales y reproductivas, las
cuales repercuten en su dinámica física, biológica y psicológica” (Robin y Duran 2005: 2),
esto es, a los 14-15 años.
Sin embargo, a la hora de situar cronológicamente la cota superior se presentan
mayores divergencias. Así, desde una postura estrictamente biológica, el ciclo juvenil
culminaría con el fin del proceso de crecimiento. No obstante ello, la mayoría de los
autores considera necesario recurrir a otros indicadores que revelen el fin de esta etapa o el
inicio de la adultez, de esta manera se observa como propio de los adultos: la
independencia del hogar parental y la formación del propio núcleo familiar, la finalización
de la educación regular, la independencia económica, el ingreso al mundo del trabajo
(Robin y Duran 2005). En base a estas consideraciones se podría establecer como límite
superior la edad de 25 años.
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Por su parte, Urresti, quién distingue la adolescencia (de los 10 o 12 hasta los 16 o
18 años) de la juventud, la ubica entre los 16 o 18 y los 25 años, pudiendo ampliarse hasta
los 30 inclusive. Según Joao Alexim, la juventud está comprendida entre los 14 y 25 años,
distinguiendo dos etapas: la de los 14 a los 18 años y la de los 18 a los 25 años.
No obstante ello, “en las últimas décadas se han presentado una serie de
fenómenos que han provocado que la categoría juvenil se fuera extendiendo hacia edades
más avanzadas. Por un lado, la mayor permanencia de los jóvenes en el sistema educativo
formal y la expansión de la cobertura del mismo, junto con los nuevos requerimientos del
sistema productivo y un conjunto de cambios culturales que modifican el rol social de la
mujer y su participación en el mercado de trabajo. Por otro lado, a raíz de la coyuntura
económica y las cuestiones relativas al mercado laboral, las dificultades de los
jóvenes en la consecución de empleos y el deterioro de los ingresos asociados al trabajo
presentan una restricción de suma importancia en la construcción de núcleos familiares
propios” (Steinberg 2004 citado en Perri 2007: 17) retrasando,de esta forma, la juventud y
postergando la adultez.
Así, en medio de la diversidad de caracterizaciones, como lo afirma Steinberg
(2004),
surge una definición operativa que considera a la juventud como aquellos individuos de entre 15 y 29 años. Aunque Naciones Unidas, y por ello también la OIT consideran que jóvenes son aquellos sujetos de entre 15 y 25 años. No obstante, cualquier corte estadístico debe siempre ser abordado contemplando al grupo etario como heterogéneo y a lo que debe agregarse la enorme segmentación cultural existente en nuestro país. Por lo tanto, más que una definición, lo anterior es una convención establecida con base en el comportamiento de los sujetos a determinadas edades cronológicas. Posee una utilidad práctica, como la de posibilitar comparaciones entre países, regiones, clases o momentos históricos. Pero por otro lado se vincula a ciertos objetivos o aspiraciones tales como: a) Que nadie debería trabajar antes de los 15 años. b) Que resulta admisible que una persona busque trabajo entre los 15 y 19 años. c) Que es deseable que a partir de los 20 años de edad las personas vayan consolidando su situación de trabajo e ingresos de acuerdo con las necesidades que aparecen en esta etapa (emancipación, constitución de un hogar, la formación de una familia, desarrollo de un proyecto personal que incluya lo anterior o se manifieste de manera diferente y diversa). Sin embargo, más allá de las definiciones y posturas planteadas, es preciso comprender que si la juventud es una etapa o proceso de tránsito entre la niñez y pubertad, y la adultez; las características de este tránsito varían según algunos factores. De esta manera, lo que podemos entender por juventud es diferente según: • Distintas épocas en una misma sociedad. • Distintas sociedades y culturas. • Distintas clases sociales. • Distinto género. (p. 10)
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Conclusiones
A lo largo del presente trabajo se ha presentado una breve reseña de las ideas y de
los debates que giran en torno a la definición de juventud. Luego de estudiar las principales
variables que ayudan diferenciar a los jóvenes de aquellos que no lo son, se han presentado
dos definiciones, una mucho más conceptual y otra, de tipo operativo a los fines del
desarrollo de investigaciones al respecto y, en particular, del proyecto “Inserción laboral de
los jóvenes en el Aglomerado San Salvador de Jujuy-Palpalá (2003-2010)”. Del estudio de
estos temas y, específicamente, del origen contemporáneo del vocablo se observa que la
palabra juventud o jóvenes ha estado relacionada, ya desde sus inicios, a calificativos tales
como rebeldes, estudiantes revoltosos, guerrilleros, subversivos, violentos, delincuentes,
criminales o, en el mejor de los casos, a apáticos, desinteresados, desmotivados, perezosos,
distendidos, irresponsables, entre otros. Y los intentos de asociarlos a características
positivas, en su mayoría, se han alejado tanto de la realidad que han resultado en
idealizaciones inverosímiles que, en nada, han ayudado a revertir la visión que se tiene de
la juventud. Así, a título de ejemplo, se nombra aquella interpretación que la sociedad tiene
de los jóvenes y que Braslavsky denomina “Juventud Blanca”, en la que se concibe a los
jóvenes como una especie de mesías o redentores que podrían “salvar” al mundo, cuando,
de hecho, se les niega o limita una participación protagónica en la esfera económica,
política y social, dominada por adultos. Con mayor realismo, se revela la perspectiva que
muestra a los jóvenes como actores estratégicos del desarrollo, en los términos de
Krauskopf, aunque, al igual que la anterior, el espacio para lograr tal propósito se
encuentran fuera del alcance de los sujetos jóvenes.
Es posible que uno de los principales responsables de tal situación sea la
concepción, tan ampliamente difundida e instalada en el imaginario colectivo (y reflejada
en las instituciones), según la cual los jóvenes carecen de madurez social y, por lo tanto, la
juventud sólo es una etapa de transición hacia la adultez, sin ningún valor presente, sino
futuro. Tal visión no hace más que desplazar a los jóvenes a un segundo plano, quitándoles
toda posibilidad de realización y progreso durante esa etapa, “conformándolos con una
sobreabundante oferta cultural” (Zaffaroni 2012), en el mejor de los casos (radio, cine,
televisión, música, pubs, boliches o discos, fiestas juveniles, etcétera).
En este sentido, resultaría trascendente que la sociedad diferencie, con mayor
precisión, los conceptos de adolescencia y juventud, términos que en el imaginario social
suelen confundirse y ello lleva a ver y tratar a los jóvenes como adolescentes, quienes, por
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cierto, son los sujetos que, efectivamente, se encuentran en una etapa de transición puesto
que, por definición, adolecen, es decir, carecen de madurez física, psicológica y social.
Además, independientemente de la definición de juventud adoptada a los fines de la
ejecución del proyecto de investigación anteriormente mencionado, se considera que la
principal variable que diferencia a jóvenes de adultos es la edad (íntimamente asociada a la
idea de moratoria vital y generación, por una razón lógica). Es decir, se considera que,
salvo la edad, no existen mayores diferencias entre jóvenes y adultos, entendiendo por
jóvenes a aquellos que han alcanzado su madurez física (a los 17 o 18 años,
aproximadamente). Llevada esta idea al campo laboral, eje principal de la investigación
que se realiza, la experiencia (que no es otra cosa que la edad, en términos laborales) sería
la única variable que diferencia a jóvenes y adultos en igualdad de condiciones. Por lo que
si, en un proceso de selección de personal, se prefiere contratar a un sujeto adulto en vez de
a uno joven (ambos con similares niveles de instrucción, capacitación, aptitudes,
competencias, etcétera), dicha experiencia sería la variable que, en definitiva, se está
considerando a la hora de contratar a una persona o a otra.
Así, en función de lo expuesto en el párrafo anterior, se considera apropiado
replantear la actual relevancia y utilidad de la Juventud como categoría social contrapuesta
a la adultez. Y no solamente es apropiado hacerlo sino también oportuno, teniendo en
cuenta los elevados niveles de desempleo que afectan, principalmente, a la juventud a nivel
mundial. Ya que, personalmente, se cree que los problemas de la juventud van a
desaparecer o, al menos, reducirse cuando se minimice la brecha que separa a los adultos
de los jóvenes.
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Para citar este texto: GUZMAN, Gustavo Damián Fernando (2012) Juventud: origen, visiones y debates en torno a su definición. Documento de Trabajo Nº 12. San Salvador de Jujuy: SIMEL Nodo NOA/FCE/UNJu; en: www.fce.unju.edu.ar/simel
Documentos anteriores de la serie “Documentos de Trabajo SIMEL Nodo NOA” Nº 1: BERGESIO, Liliana (2010) Antropología y Economía. Encuentros y distanciamientos a partir de la obra de Pierre Bourdieu. Nº 2: GOLOVANEVSKY, Laura (2010) Algunos debates de la sociología contemporánea en “La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado” de Robert Castel. Nº 3: LÓNDERO, María Eugenia y CABRERA, César (2010) Regulación de la actividad turística en la República Argentina y la Provincia de Jujuy. Nº 4: GOLOVANEVSKY, Laura (2010) Breve historia de la economía andina. Principales temas y debates teóricos. Nº 5: BERGESIO, Liliana (2010) Historias debidas. Instancias personales y afectivas del trabajo de campo como vías para el conocimiento. Nº 6: GOLOVANEVSKY, Laura (2011) La economía de la papa andina. Principales debates teóricos. Nº 7: BERGESIO, Liliana (2011) Las tecnologías rurales andinas de América Latina desde los estudios de la Filosofía de la Cultura. Nº 8: CARRILLO, Ivone, COLQUE, Fernanda y LÓNDERO, María Eugenia (2011) Generación de riqueza en la Quebrada de Humahuaca (Jujuy-Argentina). Un análisis de los problemas fundamentales de la economía. Nº 9: CABRERA, Raúl Hernán (2011) Superficie implantada y mano de obra en el sector tabacalero de la Provincia de Jujuy. Avances y retrocesos de la frontera de posibilidades de producción agrícola. Nº 10: BERGESIO, Liliana y GOLOVANEVSKY, Laura (2011) La agroindustria rural en la economía andina. Principales debates teóricos. Nº 11: CABRERA, César (2012) Instrumental aplicable al estudio del sector agropecuario de la Provincia de Jujuy