documentos sobre la guerra colonial y la crisis de 1898

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Doc. 1: MANIFIESTO DE MONTECRISTI (incluido en anteriores PAU) La guerra no es contra el español que, en el seguro de sus hijos y en el acatamiento a la patria que se ganen, podrá gozar respetado, y aun amado, de la libertad que sólo arrollará a los que le salgan, imprevisores, al camino. Nosotros, los cubanos, empezamos la guerra, y los cubanos y los españoles la terminaremos […]. No hay odio en el pecho antillano, y el cubano saluda en la muerte al español a quién la crueldad del ejército forzoso arrancó de su casa y su terreno para venir a asesinar en pecho de hombres la libertad que él mismo ansia. Más que saludarlo en la muerte quisiera la Revolución acogerlo en vida, y la República será un tranquilo hogar para todos los españoles laboriosos y honestos, que podrán gozar en ella de la libertad y de los bienes que no habrían de encontrar aún por largo tiempo en la flaqueza, la apatía y los vicios políticos de su país […]. Montecristi, Santo Domingo, 25-11-1895. Firmado por José Martí y Máximo Gómez. Doc. 2: PROCLAMA DEL GOBIERNO LIBERAL, 1897 El Consejo de Ministros cree llegado el momento de realizar por completo las promesas hechas en el último discurso de la Corona en 1896, dotando a entrambas Antillas de una personalidad administrativa y económica que, otorgando al país el control total de sus negocios peculiares, mantenga los derechos de soberanía, a la vez que sancione de modo definitivo la autonomía colonial (…) Sea cual sea el juicio que se forme sobre la posibilidad de alcanzar la paz por la sola acción de la guerra, sin que a ello contribuya la acción política ni la internacional, es un hecho evidente que el ejército ha conseguido ya en el territorio cubano, no sólo cuanto pueda exigir el honor de las armas, sino todo lo que racionalmente cabe esperar del empleo de la fuerza en contiendas de índole semejante. La pacificación ha de venir ahora por la acción política (…) todos los esfuerzos del mundo no son bastantes para mantener la paz con el solo empleo de las bayonetas. Sin perjuicio de lo cual, mientras quede un rebelde en armas, habrá de continuarse el esfuerzo militar hasta lograr la sumisión completa. Proclama del gobierno liberal, 1897 Doc. 3 : ULTIMATUM DE ESTADOS UNIDOS POR EL HUNDIMIENTO DEL USS MAINE, 18 DE ABRIL DE 1898

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Page 1: Documentos sobre la Guerra Colonial y la Crisis de 1898

Doc. 1: MANIFIESTO DE MONTECRISTI (incluido en anteriores PAU)

La guerra no es contra el español que, en el seguro de sus hijos y en el acatamiento a la patria que se ganen, podrá gozar respetado, y aun amado, de la libertad que sólo arrollará a los que le salgan, imprevisores, al camino. Nosotros, los cubanos, empezamos la guerra, y los cubanos y los españoles la terminaremos […]. No hay odio en el pecho antillano, y el cubano saluda en la muerte al español a quién la crueldad del ejército forzoso arrancó de su casa y su terreno para venir a asesinar en pecho de hombres la libertad que él mismo ansia. Más que saludarlo en la muerte quisiera la Revolución acogerlo en vida, y la República será un tranquilo hogar para todos los españoles laboriosos y honestos, que podrán gozar en ella de la libertad y de los bienes que no habrían de encontrar aún por largo tiempo en la flaqueza, la apatía y los vicios políticos de su país […]. Montecristi, Santo Domingo, 25-11-1895. Firmado por José Martí y Máximo Gómez.

Doc. 2: PROCLAMA DEL GOBIERNO LIBERAL, 1897 El Consejo de Ministros cree llegado el momento de realizar por completo las promesas hechas en el último discurso de la Corona en 1896, dotando a entrambas Antillas de una personalidad administrativa y económica que, otorgando al país el control total de sus negocios peculiares, mantenga los derechos de soberanía, a la vez que sancione de modo definitivo la autonomía colonial (…) Sea cual sea el juicio que se forme sobre la posibilidad de alcanzar la paz por la sola acción de la guerra, sin que a ello contribuya la acción política ni la internacional, es un hecho evidente que el ejército ha conseguido ya en el territorio cubano, no sólo cuanto pueda exigir el honor de las armas, sino todo lo que racionalmente cabe esperar del empleo de la fuerza en contiendas de índole semejante. La pacificación ha de venir ahora por la acción política (…) todos los esfuerzos del mundo no son bastantes para mantener la paz con el solo empleo de las bayonetas. Sin perjuicio de lo cual, mientras quede un rebelde en armas, habrá de continuarse el esfuerzo militar hasta lograr la sumisión completa. Proclama del gobierno liberal, 1897

Doc. 3 : ULTIMATUM DE ESTADOS UNIDOS POR EL HUNDIMIENTO DEL USS MAINE, 18 DE ABRIL DE 1898 Considerando que el aborrecible estado de cosas que ha existido en Cuba durante los tres últimos años, en isla tan próxima a nuestro territorio, ha herido el sentido moral del pueblo de los Estado Unidos, ha sido una deshonra para la civilización cristiana y ha llegado a su periodo crítico con la destrucción de un barco de guerra norteamericano y con la muerte de 266 de entre sus oficiales y tripulantes, cuando el buque visitaba amistosamente el puerto de la Habana. El Senado y la Cámara de Representantes, reunidos en Congreso, acuerdan: Primero: Que el pueblo de Cuba es y debe ser libre e independiente.

Segundo: Que es deber de los Estados Unidos exigir que el gobierno español renuncie inmediatamente a su autoridad y gobierno en la isla de Cuba y retire sus fuerzas de las tierras y mares de la isla. Tercero: Que se autoriza al Presidente de los Estados Unidos, y se le encarga y ordena, que utilice todas las fuerzas militares de los Estados Unidos para llevar a efecto estos acuerdos.

Doc. 4: TRATADO DE PAZ ENTRE ESPAÑA Y ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA, 1898 (incluido en anteriores PAU)

Page 2: Documentos sobre la Guerra Colonial y la Crisis de 1898

“1º) España renuncia a todo derecho de soberanía y propiedad sobre Cuba. En atención a que dicha isla, cuando sea evacuada por España, va a ser ocupada por los Estados Unidos […] 2º) España cede a los Estados Unidos la isla de Puerto Rico y las demás que ahora están bajo su soberanía en las Islas Occidentales y la isla de Guam en el archipiélago de las Marianas o Ladrones. 3º) España cede a los Estados Unidos el archipiélago conocido por las Islas Filipinas […] los Estados Unidos pagarán a España la suma de veinte millones de dólares dentro de los tres meses después del canje de ratificaciones del presente Tratado.”

Doc 5 : LA POLÉMICA DEL DESASTRE “¿Qué quería S.S. que hubiera hecho? ¿Qué ante ese ultimátum requiriéndonos para que abandonáramos Cuba hubiésemos cedido en el acto y les hubiéramos entregado Cuba sólo porque los norteamericanos la querían? ¡Ah! Su Señoría que se lamenta de cómo ha venido el ejército español, Su Señoría que se lamenta de la situación en que se halla España, ¿cómo se lamentaría… si hubiéramos cedido sin más ni más a la pretensión de los Estados Unidos de despedirnos, como se puede despedir a un lacayo, de un país en que llevamos 400 años de dominación y en que teníamos 200.000 soldados y entre voluntarios y guerrilleros otros 100.000, es decir, un ejército de 300.000 hombres? ¡Ah! ¿Era eso posible? Claro está que nosotros no podíamos hacer más de lo que hemos hecho defendiéndonos de la agresión como hemos podido y hasta donde hemos podido; hemos sido vencidos, pero después el vencido no ha quedado deshonrado; en cambio, si nuestros soldados hubieran venido sin hacer la más mínima resistencia… ¡ah! entonces hubiera quedado borrada del número de las naciones civilizadas y nuestro ejército no hubiera venido cubierto por la desgracia ni la nación sería en estos momentos desgraciada; no, nuestro ejército hubiese venido cubierto de oprobio y la nación española sería una nación despreciable, (…) Diario de sesiones del Congreso, 23 de febrero de 1899

Doc. 6 : ESPAÑA SIN PULSO Los doctores de la política y los facultativos de cabecera estudiarían, sin duda, el mal; discurrirán sobre sus orígenes, su clasificación y sus remedios; pero el más ajeno a la ciencia que preste atención a asuntos públicos observa este singular estado de España; dondequiera que se ponga el tacto, no se encuentra el pulso... Hay que dejar la mentira y desposarse con la verdad; hay que abandonar las vanidades y sujetarse a la realidad, reconstituyendo todos los organismos de la vida nacional sobre los cimientos, modestos, pero firmes, que nuestros medios nos consienten, no sobre las formas huecas de un convencionalismo que, como a nadie engaña, a todos desalienta y burla... El efecto inevitable del menosprecio de un país respeto de su poder central es el mismo que en todos los cuerpos vivos produce la anemia y la decadencia de la fuerza cerebral; primero, la atonía, y después, la disgregación y la muerte... Si pronto no se cambia radicalmente de rumbo, el riesgo es infinitamente mayor, por lo mismo que es más hondo, y de remedio imposible, si se acude tarde... F. Silvela. Artículo aparecido el 16-08-1898

Doc. 7 : OLIGARQUÍA Y CACIQUISMO No es, no es nuestra forma de gobierno un régimen parlamentario, viciado por corruptelas y abusos, según es uso entender, sino, al contrario, un régimen oligárquico, servido, que no moderado, por instituciones aparentemente parlamentarias. O, dicho de otro modo, no es el régimen parlamentario la regla, y excepción de ella los vicios y las corruptelas denunciadas en la prensa y en el Parlamento mismo durante sesenta años; al revés, eso que llamamos desviaciones y corruptelas constituyen el régimen, son las misma regla... Oligarcas y caciques constituyen lo que solemos denominar clase directora o gobernante, distribuida o encasillada en "partidos". Pero aunque se lo llamemos, no lo es; si lo fuese,

Page 3: Documentos sobre la Guerra Colonial y la Crisis de 1898

formaría parte integrante de la Nación, sería orgánica representación de ella, y no es sino un cuerpo extraño, como pudiera serlo una facción de extranjeros apoderados por la fuerza de los Ministerios, Capitanías, telégrafos, ferrocarriles, baterías y fortalezas para imponer tributos y cobrarlos. Contener el movimiento de retroceso y africanización absoluta y relativa que nos arrastra cada vez más lejos, fuera de la órbita en que gira y se desenvuelve la civilización europea; llevar a cabo una total refundición del Estado español sobre el patrón europeo, que nos ha dado la historia y a cuyo empuje hemos sucumbido... o, dicho de otro modo, fundar improvisadamente en la Península una España nueva, es decir, una España rica y que coma, una España culta y que piense, una España libre y que gobierne... Joaquín Costa, 1901

Documento 8. La prensa amarilla.

William Randolph Hearst, el gran magnate norteamericano de los medios de comunicación, que en esos momentos controlaba los diarios «Examiner» y «Morning Journal», precipitó en 1898 la declaración de guerra a España por parte del gobierno estadounidense. Cuba llevaba ya años en su lucha independentista contra España y Hearts ya se había implicado fuertemente en el conflicto. Fue entonces –sin ninguna relación con la guerra- cuando en el acorazado «Maine» de la marina norteamericana, una fortuita explosión le hizo grandes desperfectos y se hundió en la bahía de La Habana. Hearst envió al lugar a su dibujante Frederick Remington, quien una vez allí constató que no había nada extraño de lo que dar noticia y que el hundimiento no se podía atribuir a la guerra y le envió un telegrama: «Todo está en calma. No habrá guerra. Quiero volver». Hearts contestó en otro telegrama: «Usted facilite las ilustraciones que yo pondré la guerra.»

Hearst quería que el pueblo, y el presidente norteamericano, se pusieran a favor de la insurgencia cubana contra la metrópoli, España. Estados Unidos declaró la guerra a España el 25 de abril de 1898, a raíz de la explosión del «Maine». Al día siguiente del incidente, a pesar de que más de cien años después no están claras las causas de la explosión, y de que otros periódicos norteamericanos pedían a sus lectores que antes de sacar conclusiones esperaran a las pruebas, el «Journal» publicaba el siguiente titular: «El Maine partido en dos en La Habana por un infernal artefacto del enemigo.» Este periódico no dudó un instante en mostrar a España como culpable: «En opinión de los oficiales de la Armada, la destrucción ha sido provocada por una mina española». Cada mañana los americanos amanecían con un nuevo titular, en el que se dejaba claro, sin dudas, la barbarie española en el caribe. David Nasaw, en la biografía de William Randolph Hearst, publicada por Tusquets Editores, recoge esa misma idea del poder que tenía el magnate de la prensa, para quien la competencia daba noticias mientras que sus diarios las creaban. Por eso preguntaba orgulloso cuando España perdía Cuba y Puerto Rico «¿qué les parece la guerra del Journal?», convencido de que era el New York Journal quien había desencadenado las hostilidades bélicas entre Estados Unidos y España.

De este hecho, además, por la presión de los periódicos, se derivó la declaración de guerra de Estados Unidos contra España, cuyo primer hecho significativo fue el ataque de la armada norteamericana contra la flota española en Filipinas y a partir de ahí la pérdida de todas sus colonias en el Pacífico y el Caribe.

El telegrama de Hearts a Remington no solamente es paradigma del periodismo amarillo sino un símbolo del poder de los medios de comunicación, que pueden crear las guerras, o por lo menos recrearlas, presentarlas y difundirlas a la hora y gusto de los lectores/espectadores, en horario de máxima audiencia y a su medida. Con tal de aumentar la tirada todo está permitido.

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Texto de Enrique Martínez Salanova

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General Weyler

General Martínez Campos

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Page 7: Documentos sobre la Guerra Colonial y la Crisis de 1898

Periódico norteamericano con el hundimiento del Maine

Joaquín Costa (1846-1911).

Francisco Silvela (1843-1905).