el farmer analisis

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CAPÍTULO 1 Da comienzo con la trascripciónde un epitafio que según Rivera, Rosas hubiera deseado en su tumba. La frase está enunciada en subjuntivo con valor de orden e introducida por el pronombre relativo QUE , lo que acentúa aún más el acto elocutivo. Está impresa sobre una hoja en blanco, por lo que puede asociarse al paisaje de nieve en el que está instalado el personaje o también ver en ese blanco la resignación frente a la inminencia de la muerte cercana. Igualmente se muestra a un Rosas firme y duro. No hay posibilidad en él para la duda o para la autorreflexión, ya desde aquí se muestra comprometido con su realidad y conciente de las causas y consecuencias que lo llevaron al destierro. “...un argentino que nunca dudó” afirma. El tiempo ha pasado y se muestra a un Rosas en plena vejez viviendo su destierro en una granja en el condado de Swanthling, en Gran Bretaña. Este suceso , si bien forma parte de un relato de ficción , tiene una base netamente histórica. Un texto de Alberdi y otro de Salustio Cobo, director del diario El Comercio de Lima, ilustran en detalle sobre el exilio del Restaurador: a mediados de 1860 Cobo, de paso por Southampton, se presentó varias veces en Rockstone House, solicitando ver al dueño de casa. Ortiz de Rosas finalmente accedió al encuentro. De este momento queda como registro una extensa entrevista donde Rosas expone sus razones y sus puntos de vista. Alberdi se encontró con Ortiz de Rosas el 17 de octubre de 1857 en Londres, en su relatorefiere detalles del aspecto físico ( ya un hombre de 64 años) de sus actividades actuales y de su condición económica. El capítulo primero se inicia con una serie de enunciados de modalidad alética. El personaje toma la palabra, es él , Juan Manuel de Rosas, el que habla. El uso del presente remite a la inmediatez del discurso. Sus enunciados tienen relación con el modo de presentarse frente al lector, como un hombre sin vicios: no fuma, no toma, no ha robado. (En este aspecto se debe hacer hincapié, ya que en la entrevista que Rosas mantuviera con Cobo también

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Analisis de "El Farmer" de Andrés Rivera

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CAPTULO 1Da comienzo con la trascripcinde un epitafio que segn Rivera, Rosas hubiera deseado en su tumba. La frase est enunciada en subjuntivo con valor de orden e introducida por el pronombre relativo QUE , lo que acenta an ms el acto elocutivo. Est impresa sobre una hoja en blanco, por lo que puede asociarse al paisaje de nieve en el que est instalado el personaje o tambin ver en ese blanco la resignacin frente a la inminencia de la muerte cercana.Igualmente se muestra a un Rosas firme y duro. No hay posibilidad en l para la duda o para la autorreflexin, ya desde aqu se muestra comprometido con su realidad y conciente de las causas y consecuencias que lo llevaron al destierro. ...un argentino que nunca dud afirma.El tiempo ha pasado y se muestra a un Rosas en plena vejez viviendo su destierro en una granja en el condado de Swanthling, en Gran Bretaa.Este suceso , si bien forma parte de un relato de ficcin , tiene una base netamente histrica. Un texto de Alberdi y otro de Salustio Cobo, director del diario El Comercio de Lima, ilustran en detalle sobre el exilio del Restaurador: a mediados de 1860 Cobo, de paso por Southampton, se present varias veces en Rockstone House, solicitando ver al dueo de casa. Ortiz de Rosas finalmente accedi al encuentro. De este momento queda como registro una extensa entrevista donde Rosas expone sus razones y sus puntos de vista. Alberdi se encontr con Ortiz de Rosas el 17 de octubre de 1857 en Londres, en su relatorefiere detalles del aspecto fsico ( ya un hombre de 64 aos) de sus actividades actuales y de su condicin econmica.El captulo primero se inicia con una serie de enunciados de modalidad altica. El personaje toma la palabra, es l , Juan Manuel de Rosas, el que habla. El uso del presente remite a la inmediatez del discurso.Sus enunciados tienen relacin con el modo de presentarse frente al lector, como un hombre sin vicios: no fuma, no toma, no ha robado. (En este aspecto se debe hacer hincapi, ya que en la entrevista que Rosas mantuviera con Cobo tambin reafirma su honestidad, dejando entrever que fue acusado en algn momento de robo.)Niega encuentros sociales, y visitas; diversiones, vestimenta fastuosa. Se presenta como un hombre que est solo y abocado a su trabajo.l mismo se define como un campesino Soy un campesino... dice.El uso de los decticos mi- mis refuerzan la idea de la primera persona.Hace alusin desde esta primera pgina y en varias oportunidades a lo largo de toda la novela a la escritura, escribe cartas y estos relatos que expone forman parte de esas misivas que tienen sin duda destinatarios diferentes, se infiere una correspondencia frecuente con su hija instalada en Londres o con personalidades all en Buenos Aires a las que reclama por su situacin actual.En este discurso , un extenso soliloquio, se advierte permanentemente un alocutario-lector, para el que el personaje pareciera estar relatando y describiendo.Menciona al General Bartolom Mitre como traductor de un poeta blasfemo, no se refiere a quin, pero bien podra ser Horacio, Dante, Byron, Victor Hugo o Longfellow, a quines efectivamente Mitre tradujo; lo menosprecia porque en realidad lo que le molesta es que ste lo haya definido a l como jefe de campesinos. Plantea entonces una pregunta retrica mediante la que deja especificado claramente que sus hombres no eran campesinos, como Mitre pretendi calificarlos, deshonrando su rango.El uso del dectico aqu establece una diferenciacin, en Inglaterra s, es un campesino, slo eso, pareciera dejar entrever. Solitario , que aora su tierra, tierra tambin de sus antepasados.En Inglaterra es uno ms poco se sabe de l y su historia, por ello necesita reafirmarse Soy Juan Manuel de Rosas, dice.Permanentemente hace alusin al fro, que puede asociarse a la idea de soledad, a la inminencia de la vejez y de la muerte , de la que es conciente.Es , segn sus propias expresiones, un campesino viejo, un hombre viejo que tiene fro y ve nevar.No ha perdido a pesar de la distancia las costumbres camperas (el mate), ni las particularidades de su lxico, ya que habla de la extensin de su tierra en leguas.La nieve se extiende casi sin lmites , del condado , al reino, a la pennsula, a toda Europa, a todo el continente, y hasta su corazn. La frase generalizadora sirve a la vez de gran metfora.Se interrumpe eldiscurso y nos introducimos en el momento del relato, evocacin de la partida, (uso del pretrito perfecto simple y del pretrito imperfecto) Siente nostalgia, no puede dormir y recuerda, aunque ya nada tiene sentido.Retoma el discurso, ahora est, frente al espejo, expresa su pesar y la no pertenencia al lugar que habita. Se siente fuerte pero la angustia se evidencia en las lgrimas y el temblor de los labios.Recuerda a su hija, siente el abandono de su Manuelita, su hija adorada, la sucesora, que ha dejado vaco su espejo. En ella se reflejaba, yo no necesitaba espejos dice.El uso del pronombre de 1era persona encabezando las frases sirve de refuerzo a sus enunciados. Una metfora encierra su pensamiento: fui el guardin del sueo de los otros , so un gran pas, vel por su patria y luch por ella.Se refiere a Sarmiento rival ideolgico y poltico con una metfora plagada de irona la mejor pluma argentina, y transcribe directamente el pensamiento que tiene acerca de su figura l: Hace el mal sin pasin. El sustantivo seor con el que describe al prcer acta de modalizador de su discurso y carga al nombre de un sentido peyorativo.En el discurso se intercala un fragmento escrito por Sarmiento, en que hace referencia al plebiscito por el cual se le otorgaron a Rosas facultades extraordinarias. El personaje Rosas contextualiza este hecho con referencias precisas de fecha y refuta las expresiones de su opositor ,justificando su accionar en el orden y la justicia.Podra inferirse que en algunos aspectos tuvo con Sarmiento puntos en comn , pues expresa El seor Domingo Faustino Sarmiento fue a veces, la mejor cabeza argentina de este siglo.A lo largo de todo el discurso va combinando los tiempos verbales, presente, pretrito imperfecto , pretrito perfecto simple; logrando de esta manera una distincin precisa entre las acciones, afirma en presente, evoca o enuncia acciones habituales en imperfecto y todo lo que se refiere a hechos que trae a la memoria, estn consignados en pretrito perfecto , logrando el efecto de la cosa concluida, sin retorno, indiscutible.Un espacio en blanco en la hoja da paso a la enunciacin de una pregunta. Se sugiere la presencia (imaginaria para el personaje) de un interlocutor ingls, al que le responde con una comparacin: lluviosa como un recuerdo. La lluvia, el recuerdo, la tristeza, recurrente en l.Mediante otra pregunta , ahora dirigida directamente al lector y en 3ra persona, justifica su respuesta y sirve a la vez para enumerar sus posesiones, 37 hectreas, un rancho y unos pocos animales.Retoma el discurso y detalla las actividades del da en la granja, que no difieren de otros das. Hay un fuerte contraste en la descripcin del ordee, entre el calor que le proporcionan los animales y el fro de la nieve, y entre la proximidad con ellos y la soledad, el silencio y la oscuridad del entorno.Laforma en que se refiere a su orina, tiene rasgos muy fuertes de virilidad, la comparacin con el caballo no es casual, aunque hay indicios claros de vejez, en las gotas que caen por las piernas. Tambin ante la presencia de la perra, joven y en celo, reafirma su hombra y se auto define macho.Y yo Hoy... contextualiza el discurso y da datos precisos acerca de su edad.Una serie de preguntas retricas dirigidas a un alguien indefinido y preciso a la vez. Slo l sabe lo que se siente.Menciona a Shakespeare, (al que conoci a travs de Palmerston) y establece con ste y con su rival Sarmiento un paralelo. Cunto saben del bien y del mal?.Rememora a Buenos Aires, en invierno y establece la comparacin con Inglaterra. La personificacin del silencio hace la distincin entre un silencio argentino y otro ingls.Trae al discurso la figura de su hija Manuelita a la que parece recriminarle el hecho de que se ha casado y lo ha abandonado. Esa que prometi no dejarlo ni a sol ni a sombra y a la que ahora ve como una traidora.En la entrevista que mantuviera con Cobo, y de que ha quedado registro histrico refiere puntualmente:- Me ha faltado, me ha dado un pesar: se ha casado! (...)- Mximo, le dije yo, dos condiciones pongo: la primera, que yo no asistir a los desposorios; la segunda, que Manuelita no seguir viviendo aqu en mi casa. Y as es que estn en Londres, de donde me escriben todas las semanas. No s que le dio a Manuelitacon irse a casar a los treinta y seis aos, despus que me haba prometido no hacerlo...Recuerda que Lord Palmerston en su ltima visita compar su vida con la del personaje King Lear de Shakespeare, l poco o nada sabe acerca de esta obra, slo lo que su amigo le refiere.En realidad hay varios puntos en comn entre este personaje y la figura de Rosas: el monarca divide su reino, y es traicionado por sus propias hijas y abandonado en la miseria. Palmerston ironiza, Usted, general Rosas, mi buen amigo, (...) es un hombre de suerte... tuvo una sola hija, pero est solo y abandonado.Centra ahora el discurso otra vez en sus necesidades.No tiene lea, es cara y entonces usa carbn.Mediante un enunciado a modo de sentencia, Los mineros no son hijos de Dios expone su postura.Insta a realizar rigurosos actos de orden, en los que se evidencia una clara justificacin de su accionar en la Argentina. Compara a Inglaterra con nuestro pas y dice es un pas civilizado, (una irona muy profunda), como el mo.... el uso de este dectico nos lleva a repensar su postura de dueo casi indiscutible de la tierra, de dueo de los destinos del pas, y de su fuerte compromiso con el modelo que pretenda.No olvidemos que ya desde el comienzo se muestra como un hombre que no duda. el orden es uno, dice, no hay lugar para la duda, la decisin debe ser dura e inmediata.La crtica para con los ingleses es mordaz. Si bien dentro del pastodo pareciera tener una justificacin, de cara al mundo no hay justificacin para la explotacin en las colonias o para la discriminacin de clases, las minas de carbn son las colonias de la clase pudiente , afirma.Necesita lea, y es necesario escribir a Buenos Aires.Hay un desdoblamiento interesante entre el Yo evocado por las barraganas, esas que pueden reafirmar su hombra y el Yo que lo define como el mejor jinete, dueo y conocedor de su territorio. Enuncia un pedido, que ms que pedido tiene carga de orden, Manden mil libras al ao, que no aguanto el olor a carbn. Lo que solicita es tan solo migajas, teniendo en cuenta lo que se merece.Se produce a continuacin ruptura de la isotopa estilstica, pues se introduce textualmente una invitacin, seguramente recibida por el General all en Inglaterra, a una misa a realizarse en Buenos aires en conmemoracin de los 32 aos de la gesta de Los Libres del Sur. Lo llamativo quizs es la extensa nmina de los firmantes, todos ellos descendientes de ilustres hombres que han servido a la patria.CAPITULO 2Una nueva pgina en blanco y un epgrafe a modo de exhortacin y de sentencia implcita, abren el segundo captulo de la novela.A la muerte inevitable se le suma ahora la vejez, tambin inevitable.Se incorpora la voz de un francs, un enunciado producido en otra situacin comunicativa, se recorta y se inserta directamente en el discurso, ( un caso depolifona) de este sujeto no hay otra referencia que sta. Esta frase da lugar a la apertura del discurso. En ella se define a la palabra de Rosas como no categrica, como difusa, cargada de digresiones y frases incidentales. El personaje Rosas afirma que ese caballero ignora que es un novelista moderno.Al definirse como tal , pareciera que deja entrever que la modernidad da paso a una revolucin de estilo, poco conocido, hasta el momento y por lo tanto difcil de catalogar segn los cnones que rigen la poca.Juan Manuel de Rosas, acarrea con el peso de otras historias escritas y se enfrenta a su eterno rival ideolgico y poltico, a Sarmiento (el otro personaje que recorre como un espectro las pginas de la novela), pero ahora como escritor.El seor Sarmiento y yo somos los dos mejores novelistas modernos de este tiempo. l y yo somos dueos de los mismos silencios. De las mismas ambigedades, de las mismas certezasComparten un mismo momento histrico, de ah que difieran o acuerden , que den una u otra versin de los hechos. Sarmiento corre con ventaja, pues ha publicado, lo que le imprime a su narrativa un valor indiscutible, el de la palabra escrita. La escritura es esencialmente permanente y se contrapone a la oralidad de carcter transitoria.Rosas slo narra, por lo que su versin carecera de la veracidad que le otorga la palabra impresa. No obstante es conciente del valor de su versin de la historia, slo que esaprovechada por estupefactos doctorcitos. El uso en reiteradas oportunidades de estos subjetivemas de valor axiolgico y afectivos para referirse a sus visitantes , hace que el lector forme una imagen despectiva para con esos seres que tiemblan, palidecen. Seres esmirriados, sudorosos. Tambin los designa como pobres hombrecitos.La profusin en el uso de subjetivemas funciona como clara intencin de descalificacin. Son doctores pero frente a la figura del General, casi no son nada. La figura de ese YO es tan fuerte que empequeece a la de los otros.El personaje Rosas se auto define caballero espaol, quizs para enaltecer an ms su imagen, logrando un efecto de contraste muy marcado.Se designa as mismo como El Santo Padre, el general, El Restaurador de las Leyes, el recuerdo. Pasa de la metfora que encierra al exponente mximo, (en este caso de la iglesia), a su rango militar, luego al cargo asignado por su pueblo y reconocido por la historia, para ser un recuerdo. La gradacin sirve a la visin que tiene de su propia imagen : lo que fue, lo que cree que fue, lo que es hoy. El personaje es totalmente conciente de que no es ms que recuerdo.Puede narrar su historia, pueden intentar reproducirla; recoger cada palabra valiosa como pepitas de oro . Su versin de la historia, su palabra est vvida, aunque sabe no podrn escribirla.Enumera comparaciones en la descripcin del paisaje de su tierra, aparece la extensin, la pureza, ladesmesura.Dos preguntas retricas en las que reflexiona , y vacila frente a la realidad : el pasado, el destierro, la vejez, la soledad y hasta el llanto. El paisaje exterior refleja , por eso nieva en Swanthling, all en Buenos Aires, pese a m dice hay sol y verano.Sarmiento ayer y hoy, Rosas ayer y hoy. Establece una comparacin antittica entre ambos. Refiere el exilio de su opositor en Chile (puertos de niebla y sal), la escritura del Facundo. El dectico Hoy y el uso del presente histrico remiten a una contextualizacin clara del discurso en el que el personaje Rosas denuncia, y descalifica a su rival, a la vez que repleto de rencor recrimina a quienes alguna vez favoreci.Un espacio en blanco, una nueva ruptura, da lugar a la enunciacin de una consigna del general a la poblacin. Lo que no se ve est fuera de la leyComo fiel indicio del fluir de la conciencia los recuerdos se cuelan y los trae a la memoria. El contexto remite a la finalizacin de la batalla de Caseros, va camino a la embajada de Inglaterra y camino al destierro.Intercala en el discurso el pretrito imperfecto , el pretrito perfecto simple y el presente histrico. La descripcin de su entrada a la ciudad montado en su yegua Victoria tiene reminiscencia por su semejanza con el destierro del Cid, ambos muestran pesadumbre, ventanas y puertas estn cerradas, van solos y llevan consigo el peso de la derrota. Los que gritaron Viva Rosas, durante veinte aosahora le dan la espalda, demuestra su rencor cuando dice que esperan que suene la cvica hora de gritar Viva Urquiza. El adjetivo cvica vinculado al sustantivo hora funciona como implicatura. Lo que impone las circunstancias, entonces el pueblo se recuesta para el lado del poltico de turno.Hace referencia a una carta dirigida a Your Excelency General Rosas, que le remitiera Urquiza en la que se comprometa a restituirle sus bienes, su rango, su patria. Se produce aqu ruptura de la isotopa estilstica , la incorporacin de la frmula de tratamiento en ingls, sirve al contexto.Una dolorosa constatacin, sus continuos seguidores, idlatras, oportunistas, temerosos, lo han abandonado. Retoma la frase de Sarmiento y afirma que fue electo para ejercer el mal sin pasin, de eso no se arrepiente y est seguro adems, de que siempre se podr contar, con la cobarda incondicional de los argentinos. Otra frase sta, que funciona como implicatura.Detalla los hechos que se sucedieron antes de su partida, la despedida de Gore, a quin define un caballero resaltando as sus virtudes y una sentencia que el ingls enuncia con intencin de consuelo. Piense , seor, que nadie es indispensable.Hoy a varios aos de ese momento recuerda los tiempos en que el poder de su brazo impona paz y vaticina un futuro funesto para los destinos del pas. Melanclico despide la energa de la edad viril, una metfora bien lograda para describir la vejez.Alternala 3era y 1era persona, Aqu est Rosas, Aqu estoy yo, a ambos los saquearon sin pudor ni remordimiento.Se embarca con poco dinero pero en una larga enumeracin detalla sus posesiones que van desde cartas, denuncias, unitarios, hasta el consentimiento de Don Adolfo OGorman. El hecho referido tiene base netamente histrica aunque aqu lo trae a la memoria en el afn de justificar su actitud. Se apoya en la decencia para proclamarse inocente y contraponer esta imagen con la de la bestia sedienta de sangre, como otros lo definieron. En el intento de seguir justificando sus actitudes menciona la historia de Romero y Julieta, pero termina por imponer su verdad y sentenciar:El que est abajo, respeta al que est arriba. Con esta sentencia deja bien en claro quin impona las reglas de juego, a la vez que l mismo se muestra autoritario. Reticente al escndalo toma la decisin y no hay vuelta atrs.Afirma haber estado absolutamente al tanto de todo y dice nada se agita en Buenos Aires sin que yo lo sepa.Los papeles de mi archivo (...) dice me absuelven y me honran ante el futuro. Hay aqu otra implicatura conversacional, el archivo bien puede ser su memoria, registra los hechos y acta en consecuencia.Un espacio en blanco y un enunciado de modalidad volitiva: Hgame el bien de escribir... En el encabezamiento que debe llevar la carta , hay una ruptura lxica al utilizar trminos en ingls y la certeza de que en Inglaterra esrespetado.Nos queda finalmente la imagen cruda de un hombre que supo poner en cada uno de sus actos toda la pasin con la que cont , un autntico patrn de estancia, ahora devenido en granjero ingls, que intenta abrazar la vida aunque sea desde la distancia del exilio.CAPTULO 6 ARGUMENTACINA lo largo del desarrollo del captulo, el personaje Rosas detalla una serie de acciones que realiz durante el desempeo de su gobierno en la ciudad de Buenos Aires, todas ellas le son recriminadas y han dado lugar a las crticas ms severas acerca de su persona. Se lo ha acusado de hacer el mal sin pasin.Por ello es que Rosas mismo toma la palabra y establece las pautas de su defensa, una manera de limpiar su imagen, de oponer a la historia oficial su versin de los hechos o de justificarlos.La hiptesis sobre la que apoya el personaje su discurso argumentativo es probar a todos, incluso a aquellos que compartieron con l el mismo momento histrico, y que se pronunciaron siempre en su contra, que todo lo que hizo, Bien o Mal fue hecho con la conviccin de que era en beneficio de la patria.La patria no es el hogar de la casualidadSiempre hay causas que desencadenan los hechos, nada se da, ni se dar porque s. Todo accionar tiene una motivacin. En el caso de este personaje un fuerte sentido nacionalista, una expresin clara de la lealtad, y metas precisas que determinan algunasde sus acciones.Llevar a cabo la concrecin del modelo de pas que l pretenda tuvo sin duda, su costo.Yo acuchill a los indios con placer, diga lo que diga el seor SarmientoMediante una enumeracin de hechos que tienen ntima relacin con sus dos familias, la materna y la paterna: Don Clemente Lpez de Osornio fue muerto por los indios en 1783. Don Len Ortiz de Rozas ingres al regimiento de infantera, gan el grado de capitn y fue capturado por los indios. Se neg a hablar de su cautiverio para no perder la cabeza. Los Rozas obtuvieron la libertad de Don Len al precio de diez carretas con frutos del pas, doscientos caballos, vacas y armas. El canje demor el tiempo que a los indios se les antoj que demorase.Rosas intenta justificarse. De los datos consignados se desprende directamente que es inevitable el repudio que siente por el indio , ya que lo mam desde nio en el seno del hogar.Una serie de preguntas retricas, sirven para consignar otras tantas atrocidades:Cmo es, seores, cuando se tira , a los ros, amarrados dentro de una bolsa, a los subversivos?Cmo es cuando se los capa?Cmo es , seores, cuando se les corta la lengua?Cmo es cuando se les rebana, limpita, la piel del lomo, del pecho, del crneo?Hace el mal sin pasin, escribi de m el seor Sarmiento.Expresa entonces, una concesin : Acepto eso. Y lo acepto porque soy argentino, y porque los argentinos seanunitarios o federales, y eso ya se dijo, somos puros cristianos.Esta frase que usa para justificar sus acciones tiene a la vez, un tinte de irona, todos estos hechos parecen estar avalados por dios y por la iglesia.Se apropia de la palabra de Sarmiento: Derrame sangre de gauchos, que es barata.Esta cita de autoridad le sirve para reafirmar su postura y refutar la opinin de su rival, quin en cierta medida est avalando la muerte.Que se escriba qu diferencia al general Rosas del seor Sarmiento, dice.En todo discurso argumentativo nunca hay verdades, slo razones.Es por ello que en el afn de argumentar, el personaje hace uso de operaciones inductivas para construir la imagen que l desea de s mismo para sus lectores. Va de lo particular a lo general.Presenta al lector la narracin de hechos a manera de ejemplo.En el comienzo del captulo consigna claramente la falta de envo de dinero desde hace largo tiempo, lo que lo ha sumido en la miseria. Esto es causa de una constante recriminacin para quienes le deben favores, incluso los gobernantes que lo han abandonado a su suerte.Refiere detalles de crianza, donde la obediencia se exiga a fuerza de azote y encierro. Hecho este que justificara el abandono de su casa paterna, la negacin de su herencia, la negacin hasta de su propio apellido: pasa de ser Rozas a Rosas.Esa necesidad permanente de reafirmacin de s mismo tiene relacin con esto de haberse criadosolo, de haber endurecido su espritu , de no amedrentarse frente a nada, de la crueldad y la rudeza que lo caracterizan.A los ojos del lector se deja ver un hombre viejo, pobre , pero al que nada ha podido doblegar. Conciente de su soledad pero firme en sus convicciones. Por momentos se lo ve debilitado, llora. Pero la hora final lo encontrar de pie.Es un hombre de costumbres rudas, casi brutales, acostumbrado al trato con peones, al manejo de animales. No tiene piedad ni por el unitario, ni por el indio, ni por el traidor, los cdigos que maneja son los que le impone la poca y su realidad. Manda a matar sin miras , no interesa si es mujer, nio , adolescente, deben morir si las circunstancias as lo exigen.Desde la exposicin que hace de los relatos deja entrever que esas muertes son justificadas, necesarias, por ello no inmutan a sus hombres, o a su propia hija, la que fiel reflejo de su padre lo nico que objeta es si los pecados de los faenados eran antes redimidos. Desde lo religioso tambin pareciera haber una justificacin, por lo menos eso parece.Con referencia a la batalla de Caseros y su posterior destierro , pone en tela de juicio la figura de Urquiza, su oponente. Enumera una serie de acciones de este personaje, relacionadas con su vida particular, con su experiencia de militar, con sus orgenes, con su podero econmico (que mucho le debe de esto a Rosas) y logra de esta manera descalificar al adversario frente a sushombres y enardecerlos.Dos enunciados interrogativos y una cita de autoridad sirven para incitar a la lucha: No dijo, acaso, el seor Sarmiento que Urquiza, el salvaje, es un pobre paisano sin educacin, pregunto a mis generales. No es Urquiza un paisano como nuestros paisanos?, pregunto a mis generales.Define el plan de ataque y ordena. Dentro de las rdenes caben colgar a los macacos brasileros, no escatimar balas a Urquiza, junto con una sentencia Degollar a los que me abandonen.El sentido de la lealtad vale tanto para l como el de la justicia, y sus hombres lo saben. El lector frente a este relato no tiene dudas de que Rosas actu en consecuencia. Sinti la traicin y la necesidad de revertir la situacin, an valindose de la fuerza, y existiendo la posibilidad del fracaso. Ya haba anticipado Urquiza , el salvaje, levant a su gente contra m. Y firm con los macacos del Brasil, alianzas contra m que avergonzaran hasta a un mal nacido.La rendicin se justifica a partir de la descripcin que hace de la derrota: una comparacin Son , a la luz de la clara maana de febrero, como un interminable temblor de sangre, acero y rabia que sacude la tierra, - y una concatenacin de acciones disuelve las formaciones de mis ejrcitos, y los deshace, los machuca, los arrasa, y les instala, en los huesos, los espasmos de la horca y el degello.Permanentemente y a pesar de su accionar bestial , rudo, el personaje Rosas seaparece al lector como con una doble imagen , la que fue y la que es hoy : un viejo pobre que aora, que recuerda, que sufre el abandono y la soledad, y ms an el desamparo, un viejo que inspira ternura, tristeza. De lo que fue poco queda; su imagen sin embargo, ser recordada con la luminosidad y la fuerza que caracteriz a su persona.Sabido es que en el afn por construir una concepcin de lo real juega un papel preponderante el recurso argumentativo de la focalizacin. El emisor , en este caso el personaje Rosas, encara los sucesos con la tesis originada y sustentada en su encuadre ideolgico. Su recorte de la realidad se circunscribe a la postura de un caudillo federal. Para comprender mejor esto es necesario referir algunos datos histricos que sirven a la comprensin de la poca y de la actitud del personaje.Desde los das de mayo de 1810, el pas y especialmente la ciudad de Buenos Aires, haba sido teatro de acontecimientos muy complicados que giraban todos en torno a dos ideas-eje: la independencia nacional y sus correlativas guerras para lograrla; y, por otra parte, la organizacin de los sectores internos y los correlativos conflictos.Todo esto va dando lugar al surgimiento de tendencias que muestran la existencia de intereses, determinando dos polticas diferentes: la de Buenos Aires y la del interior.La composicin social tambin se modifica, la burguesa portea, conformada por comerciantes, terratenientes yhacendados, aspira al control total del pas en pro de su sola grandeza. Esto motiva la eclosin de un tipo de personajes polticos muy caractersticos de la vida argentina, los caudillos.Hay a partir de 1816 una pugna por el poder entre el partido federal y el denominado directorial. Por debajo de estas formulaciones polticas, se va perfilando una clase decente, cuyos miembros son alternativamente y durante los prximos veinte aos unitarios o federales, rosistas o antirrosistas.Es relevante hacer hincapi en el manejo del lenguaje relacionado esto a la elocutio, la adecuacin del enunciado a la pragmtica , la seleccin de palabras, apropiadas para mostrar la realidad de la poca y los hechos que se sucedieron con la mayor rudeza posible. Esta seleccin lxica da cuenta del foco del discurso. Rosas maneja el campo semntico circunscrito a su quehacer y su entorno. Por ello abundan trminos y expresiones como: azote- rebenque- cuero- faenar- curvos sables afilados- faenamiento- cuchilleros- corcovos de las reses- balar- mugir- capar- berrean- rebanar- nuestros paisanos- estancieros- degollar- talonea su caballo.Existe al final del captulo un fragmento que funciona como conclusin de lo argumentado. A pesar de todo, van a hablar de l, como nunca se habl de otro hombre en la historia, van ahora a reconocer en ese viejo a aquel que supo dirigir los destinos de la Argentina, Yo quedo- dice, como reafirmacin de su perdurabilidad.