entrega 1 pajaros en libertad

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Entrega 01/12 de las páginas de informativas que complementan la campaña Pájaros en Libertad Recortar y coleccionar ¿Conoces esta palabra?, ¿Sabes que existe un extraño mamífero llamado Ornitorrinco?. Es un animal endémico de Australia que tiene un hocico que parece el pico de un ave. Por eso su nombre es: ornito - ave y rinco - nariz, ORNI- TORRINCO. Ya puedes imaginar de qué se trata la ORNITOLOGÍA . Las aves han acompañado las culturas humanas desde hace milenios, ahora hablamos de “ornitología” como un acerca- miento “académico” a este grupo de animales, pero ya veremos cómo los pájaros han fasci- nado tanto a la ciencia occidental, como a la música, la poesía y el misticismo a todo lo lar- go y ancho del planeta. El disfrute de las aves incluye tanto a aquellos consagrados a su in- vestigación (ornitólogos propiamente dichos), como a un sinnúmero de personas que recorren el mundo “armados” con binóculos en la bús- queda de recuerdos emplumados. Si bien la ciencia ha sido fundamen- tal para aumentar nuestro conocimiento sobre las aves, vere- mos cómo la simple observación apasio- nada, llamada colo- quialmente “pajariar” y en inglés “birding”, ha sido fundamental en la conservación y protección del grupo. Esta palabra, tanto en inglés como en espa- ñol, también ha tenido la connotación de “seguir aves para cazarlas” y por eso, la cacería y la ornitología se asocia- ban, pero hoy tenemos ejemplos maravillosos de evolución. En el año 1900 y por iniciativa del ornitólogo nor- teamericano Frank Chapman, las tradicio- nales cacerías navide- ñas llegaron a su fin. Al final del año, grupos de personas buscaban un lugar desde el cual disparar hasta acumu- lar el mayor número de plumas y cadáveres para ganar la jornada. Chapman, preocupado por la conservación de las aves, sugirió salir a contarlas en vez de a matarlas, así las cacerías navideñas se transfor- maron en los actualmente famosos Conteos de Navidad (CBC por sus siglas en inglés). Aquellos aficionados cazadores, cambiaron sus rifles por binóculos e instauraron uno de los más bellos modelos de ciencia ciudadana. Colombia, a través de la Red Nacional de Observadores de Aves y todos sus integrantes (personas y grupos), ha participado desde hace más de 20 años con conteos en diversas regio- nes desde San Andrés hasta Nariño. En Antio- quia, tradicionalmente, la Sociedad Antioqueña de Ornitología ha coordinado estas jornadas en el Jardín Botánico de Medellín, en el Cerro Vo- lador, en la Serranía Las Baldías, en La Romera, en el Alto de San Miguel y en San Sebastián La Castellana, todos lugares cercanos donde vale la pena pajariar. Con el tiempo, seguramente lograremos que más personas cambien sus ri- fles por binóculos y se sumen a esta iniciativa. Ornithorhynchus paradoxus- Ornitorrinco E n l i b e r t a d El estudio de las aves en Colombia D efinitivamente para Colombia es difícil desligar la ornitología de la actividad de observación (pajareo) y es preciso ir a la historia. Volemos hasta el final del siglo XV (1492) para imaginar el encuentro de un mundo tan diverso, tan diferente en formas, colores, sabo- res y saberes. Esta diversidad fue para los europeos una revelación y una fascinación que posteriormen- te se convertiría en el centro de intereses públicos, políticos y comerciales. La explotación de las colo- nias se optimizó con la búsqueda de nuevas plantas o animales como alimento, condimento, estimulan- tes, medicinas o adornos. Algunas “curiosidades” se agrupaban en colecciones vivas de la realeza eu- ropea, lugares parecidos a los jardines botánicos y zoológicos actuales que servían para aclimatar los “hallazgos” a las condiciones septentrionales. Cuando los animales morían, eran disecados para su preservación y exposición en vitrinas . Con el tiem- po y la cantidad de “curiosidades”, fue necesario contratar a los primeros curadores. Paradójicamente, en las colonias del Imperio Es- pañol primó el interés por la explotación minera hasta la llegada del Rey Carlos III de España (1759 – 1788), quien fue el promotor de las expediciones botánicas, incluyendo la del Nuevo Reino de Gra- nada (1783 –1803 Después de 20 años de espera, finalmente es aprobada la Expedición Botánica con José Celestino Mutis como Primer Botánico. Varios naturalistas americanos se sumarían a la expedi- ción, entre ellos Franciso Antonio Zea, nacido en Medellín y quien sería más tarde el Director del Real Jardín Botánico de Madrid. Otros, como el sabio Caldas y Jorge Tadeo Lozano, no corrieron con tan buena suerte y fueron ejecutados por los españoles en 1816 porque a juicio de Pablo Morillo (El Pacifi- cador), enviado para sofocar la rebelión de la guerra de independencia, su patria no necesitaba sabios. Mutis, en los años de espera, colectó plantas y cruzó correspondencia con otros naturalistas, del mundo, entre ellos al considerado uno de los padres de la ecología, Carlos Linneo. Este botánico realiza- ría uno de los más importantes aportes a la ciencia occidental en 1735 con su obra “Systema naturae”, agrupando a las especies no por su forma general, sino por sus características sexuales. En los primeros años de la República (1819 – 1822), hubo interés por estudiar y aprovechar los recursos naturales, Francisco Antonio Zea viajó a Europa a conseguir apoyo de científicos que explo- raron el país y enseñaron las diferentes artes, como la botánica y la mineralogía. Lastimosamente no hubo recursos para la “Comisión Zea” como se le conoció también a esta iniciativa, ni para la crea- ción del Museo Nacional, donde se suponía que tra- bajarían los expedicionarios. Sin embargo, algunos extranjeros volcaron su atención a las riquezas del país y trabajaron por contratos cortos . Durante el siglo XIX el comercio de pieles de aves creció y las casas comerciales en las que se vendían estas aves se fortalecieron y varias personas se de- dicaron a comprar aves y a describirlas en revistas de la época. En 1859, con el impulso de la Comi- sión Corográfica, se creó la Sociedad de Naturalis- tas Neogranadinos y su boletín “Contribuciones de Colombia a las Ciencias y las Artes ”. La Sociedad se disolvió por falta de recursos y por la guerra ci- vil (1860 – 1862). Luego, en 1912 por iniciativa del hermano lasallista Apolinar María, se creó la Socie- dad de Ciencias Naturales de La Salle y el Museo de Historia Natural en el que se depositaron especies recolectadas en las exploraciones y que eran publi- cadas en el boletín. A partir de esto, varios colegios de comunidades religiosas crearon sus propios mu- seos de historia natural, principalmente dedicados a la enseñanza . En 1940, en el Museo de Ciencias Naturales de la Facultad de Medicina, se crearía el Instituto de Cien- cias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional, con una Sección de Ornitología que dirigía el científico barranquillero Armando Dugand quien publicó sobre aves de la región Magdalena - Caribe en varias revis- tas. En esta sección estuvo Federico Carlos Lehmann como jefe y Rafael Cortez como preparador. Colec- taron aves en varias salidas de campo y recorrieron algunas regiones como la Orinoquía y la Costa Caribe en busca de ejemplares. El ICN se convirtió en un lu- gar de encuentro para investigadores extranjeros y nacionales, lo que motivó expediciones conjuntas . El trabajo del hermano Apolinar María en la co- lección del Colegio de La Salle de Bogotá fue in- cinerado en los disturbios del 9 de abril de 1948, borrando casi por completo 37 años de labor inin- terrumpida; al año siguiente, el hermano falleció. Su legado fue continuado por otros lasallistas, entre ellos el naturalista francés Nicéforo María, funda- dor del Colegio de San José de Medellín y quien tra- bajó comprometidamente con el Hermano Marco Antonio Serna, quien viajó por diferentes regiones de Colombia y colectó importantes ejemplares de aves de los Departamentos de Antioquia, Chocó y La Guajira que hoy se pueden ver en la colección en el Museo de Ciencias Naturales de La Salle. En 1984, el Hermano Serna fundó la Sociedad Antioqueña de Ornitología, activa hasta el día de hoy y junto con otras más de 15 entidades sin ánimo de lucro, tra- bajan por la divulgación del conocimiento y el amor por las aves, desde el “pajareo” y la investigación. Europa siglo XVII: Colecciones de numerosos ejempla- res de fauna y flora provenientes de todo el mundo y guardados en armarios llamados “gabinetes de historia natural” En la época se hicieron famosos en Europa los sombreros con plumas y a veces con las pieles de colibríes y otras aves americanas. Pronto, además de las maderas, plantas, alimentos y especias nuevas, también llegarían a Europa aves vivas, loras, pavas, patos y tocados de plumas, despertando un interés comercial desmesurado. En el Boletín de la Sociedad de Naturalistas Neograna- dinos, se publicó en 1861 el primer artículo extenso en el país sobre colibríes de Nueva Granada por parte de Louis de Geoffroy. Las aves aparecen en la edición número 10 de la obra de Linneo (1758). Allí designó con su sistema jerárquico de clasificación binomial varias especies americanas y describió por primera vez un ave de una localidad colom- biana, el que llamamos Perico carisucio y a quien Linneo llamó Aratinga pertinax. Esta ave prove- nía de Calamar. En (1930 - 1940), se enviaron varios especímenes a la Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia, donde se encontraba Rodolphe Meyer de Schauensee, quien fue autor de la primera guía de campo de las aves de Colom- bia. El libro fue publicado en inglés en 1964 con el título “The Birds of Colombia”. Las descripciones de aproxima- damente 1500 especies de aves, las complementan 259 ilustraciones, pues en palabras del propio autor: "no im- porta qué tan cuidadosa y minuciosamente se describa un ave, un dibujo o ilustración, transmite mucho más". Desde la publicación de este libro hasta nuestros días, casi medio siglo, se han incluido aproximadamente 300 especies de aves al listado de aves de Colombia. ORNITOLOGiA, el disfrute de las aves Textos Laura Agudelo

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Entrega 1 Pajaros en libertad

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¿Conoces esta palabra?, ¿Sabes que existe un extraño mamífero llamado Ornitorrinco?. Es un animal endémico de Australia que tiene un hocico que parece el pico de un ave. Por eso su nombre es: ornito - ave y rinco - nariz, ORNI-TORRINCO. Ya puedes imaginar de qué se trata la ORNITOLOGÍA . Las aves han acompañado las culturas humanas desde hace milenios, ahora hablamos de “ornitología” como un acerca-miento “académico” a este grupo de animales, pero ya veremos cómo los pájaros han fasci-nado tanto a la ciencia occidental, como a la música, la poesía y el misticismo a todo lo lar-go y ancho del planeta. El disfrute de las aves incluye tanto a aquellos consagrados a su in-vestigación (ornitólogos propiamente dichos), como a un sinnúmero de personas que recorren el mundo “armados” con binóculos en la bús-queda de recuerdos emplumados.

Si bien la ciencia ha sido fundamen-tal para aumentar nuestro conocimiento sobre las aves, vere-mos cómo la simple observación apasio-nada, llamada colo-quialmente “pajariar” y en inglés “birding”, ha sido fundamental en la conservación y protección del grupo. Esta palabra, tanto en inglés como en espa-ñol, también ha tenido la connotación de “seguir aves para cazarlas” y por eso, la cacería y la ornitología se asocia-ban, pero hoy tenemos ejemplos maravillosos

de evolución. En el año 1900 y por iniciativa del ornitólogo nor-teamericano Frank Chapman, las tradicio-nales cacerías navide-ñas llegaron a su fin. Al final del año, grupos de personas buscaban un lugar desde el cual disparar hasta acumu-lar el mayor número de plumas y cadáveres para ganar la jornada. Chapman, preocupado por la conservación de

las aves, sugirió salir a contarlas en vez de a matarlas, así las cacerías navideñas se transfor-maron en los actualmente famosos Conteos de

Navidad (CBC por sus siglas en inglés). Aquellos aficionados cazadores, cambiaron sus rifles por binóculos e instauraron uno de los más bellos modelos de ciencia ciudadana.

Colombia, a través de la Red Nacional de Observadores de Aves y todos sus integrantes (personas y grupos), ha participado desde hace más de 20 años con conteos en diversas regio-nes desde San Andrés hasta Nariño. En Antio-quia, tradicionalmente, la Sociedad Antioqueña de Ornitología ha coordinado estas jornadas en el Jardín Botánico de Medellín, en el Cerro Vo-lador, en la Serranía Las Baldías, en La Romera, en el Alto de San Miguel y en San Sebastián La Castellana, todos lugares cercanos donde vale la pena pajariar. Con el tiempo, seguramente lograremos que más personas cambien sus ri-fles por binóculos y se sumen a esta iniciativa.

Ornithorhynchus paradoxus- Ornitorrinco

Curiosidades

En libertad

Colombia, Es el pais numero uno en diversidad de aves del mundo, con el 0,1% del territorio mundial, tiene cerca del 20% de las aves del planeta, con mas de 1,876 especies. ’

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El estudio de las aves en Colombia

Definitivamente para Colombia es difícil desligar la ornitología de la actividad de observación (pajareo) y es preciso ir a la historia. Volemos hasta el final del siglo

XV (1492) para imaginar el encuentro de un mundo tan diverso, tan diferente en formas, colores, sabo-res y saberes. Esta diversidad fue para los europeos una revelación y una fascinación que posteriormen-te se convertiría en el centro de intereses públicos, políticos y comerciales. La explotación de las colo-nias se optimizó con la búsqueda de nuevas plantas o animales como alimento, condimento, estimulan-tes, medicinas o adornos. Algunas “curiosidades” se agrupaban en colecciones vivas de la realeza eu-ropea, lugares parecidos a los jardines botánicos y zoológicos actuales que servían para aclimatar los “hallazgos” a las condiciones septentrionales. Cuando los animales morían, eran disecados para su preservación y exposición en vitrinas . Con el tiem-po y la cantidad de “curiosidades”, fue necesario contratar a los primeros curadores.

Paradójicamente, en las colonias del Imperio Es-pañol primó el interés por la explotación minera hasta la llegada del Rey Carlos III de España (1759 – 1788), quien fue el promotor de las expediciones botánicas, incluyendo la del Nuevo Reino de Gra-nada (1783 –1803 Después de 20 años de espera, finalmente es aprobada la Expedición Botánica con José Celestino Mutis como Primer Botánico. Varios naturalistas americanos se sumarían a la expedi-ción, entre ellos Franciso Antonio Zea, nacido en Medellín y quien sería más tarde el Director del Real Jardín Botánico de Madrid. Otros, como el sabio Caldas y Jorge Tadeo Lozano, no corrieron con tan buena suerte y fueron ejecutados por los españoles en 1816 porque a juicio de Pablo Morillo (El Pacifi-cador), enviado para sofocar la rebelión de la guerra de independencia, su patria no necesitaba sabios.

Mutis, en los años de espera, colectó plantas y cruzó correspondencia con otros naturalistas, del mundo, entre ellos al considerado uno de los padres de la ecología, Carlos Linneo. Este botánico realiza-ría uno de los más importantes aportes a la ciencia occidental en 1735 con su obra “Systema naturae”, agrupando a las especies no por su forma general, sino por sus características sexuales.

En los primeros años de la República (1819 – 1822), hubo interés por estudiar y aprovechar los recursos naturales, Francisco Antonio Zea viajó a Europa a conseguir apoyo de científicos que explo-raron el país y enseñaron las diferentes artes, como la botánica y la mineralogía. Lastimosamente no hubo recursos para la “Comisión Zea” como se le conoció también a esta iniciativa, ni para la crea-

ción del Museo Nacional, donde se suponía que tra-bajarían los expedicionarios. Sin embargo, algunos extranjeros volcaron su atención a las riquezas del país y trabajaron por contratos cortos .

Durante el siglo XIX el comercio de pieles de aves creció y las casas comerciales en las que se vendían estas aves se fortalecieron y varias personas se de-dicaron a comprar aves y a describirlas en revistas de la época. En 1859, con el impulso de la Comi-sión Corográfica, se creó la Sociedad de Naturalis-tas Neogranadinos y su boletín “Contribuciones de Colombia a las Ciencias y las Artes ”. La Sociedad se disolvió por falta de recursos y por la guerra ci-vil (1860 – 1862). Luego, en 1912 por iniciativa del hermano lasallista Apolinar María, se creó la Socie-dad de Ciencias Naturales de La Salle y el Museo de Historia Natural en el que se depositaron especies recolectadas en las exploraciones y que eran publi-cadas en el boletín. A partir de esto, varios colegios de comunidades religiosas crearon sus propios mu-seos de historia natural, principalmente dedicados a la enseñanza .

En 1940, en el Museo de Ciencias Naturales de la Facultad de Medicina, se crearía el Instituto de Cien-cias Naturales (ICN) de la Universidad Nacional, con una Sección de Ornitología que dirigía el científico barranquillero Armando Dugand quien publicó sobre aves de la región Magdalena - Caribe en varias revis-tas. En esta sección estuvo Federico Carlos Lehmann como jefe y Rafael Cortez como preparador. Colec-taron aves en varias salidas de campo y recorrieron algunas regiones como la Orinoquía y la Costa Caribe en busca de ejemplares. El ICN se convirtió en un lu-gar de encuentro para investigadores extranjeros y nacionales, lo que motivó expediciones conjuntas .

El trabajo del hermano Apolinar María en la co-lección del Colegio de La Salle de Bogotá fue in-cinerado en los disturbios del 9 de abril de 1948, borrando casi por completo 37 años de labor inin-terrumpida; al año siguiente, el hermano falleció. Su legado fue continuado por otros lasallistas, entre ellos el naturalista francés Nicéforo María, funda-dor del Colegio de San José de Medellín y quien tra-bajó comprometidamente con el Hermano Marco Antonio Serna, quien viajó por diferentes regiones de Colombia y colectó importantes ejemplares de aves de los Departamentos de Antioquia, Chocó y La Guajira que hoy se pueden ver en la colección en el Museo de Ciencias Naturales de La Salle. En 1984, el Hermano Serna fundó la Sociedad Antioqueña de Ornitología, activa hasta el día de hoy y junto con otras más de 15 entidades sin ánimo de lucro, tra-bajan por la divulgación del conocimiento y el amor por las aves, desde el “pajareo” y la investigación.

Europa siglo XVII: Colecciones de numerosos ejempla-res de fauna y flora provenientes de todo el mundo y guardados en armarios llamados “gabinetes de historia natural”

En la época se hicieron famosos en Europa los sombreros con plumas y a veces con las pieles de colibríes y otras aves americanas.Pronto, además de las maderas, plantas, alimentos y especias nuevas, también llegarían a Europa aves vivas, loras, pavas, patos y tocados de plumas, despertando un interés comercial desmesurado.

En el Boletín de la Sociedad de Naturalistas Neograna-dinos, se publicó en 1861 el primer artículo extenso en el país sobre colibríes de Nueva Granada por parte de Louis de Geoffroy.

Las aves aparecen en la edición número 10 de la

obra de Linneo (1758). Allí designó con su sistema

jerárquico de clasificación binomial varias especies

americanas y describió por primera vez un ave

de una localidad colom-biana, el que llamamos

Perico carisucio y a quien Linneo llamó Aratinga

pertinax. Esta ave prove-nía de Calamar.

En (1930 - 1940), se enviaron varios especímenes a la Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia, donde se encontraba Rodolphe Meyer de Schauensee, quien fue autor de la primera guía de campo de las aves de Colom-bia. El libro fue publicado en inglés en 1964 con el título “The Birds of Colombia”. Las descripciones de aproxima-damente 1500 especies de aves, las complementan 259 ilustraciones, pues en palabras del propio autor: "no im-porta qué tan cuidadosa y minuciosamente se describa un ave, un dibujo o ilustración, transmite mucho más". Desde la publicación de este libro hasta nuestros días, casi medio siglo, se han incluido aproximadamente 300 especies de aves al listado de aves de Colombia.

ORNITOLOGiA, el disfrute de las aves

Textos Laura Agudelo