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ERRATA#N°4, ABRIL 2011ISSN 2145–6399
© Fundación Gilberto Alzate Avendaño
© Instituto Distrital de las Artes
Alcaldesa (e) Mayor de Bogotá
Clara López Obregón
Secretaria de Cultura, Recreación y Deporte
Catalina Ramírez Vallejo
Directora Fundación Gilberto Alzate Avendaño
Ana María Alzate Ronga
Gerente de Artes Plásticas y Visuales FGAA
Jorge Jaramillo Jaramillo
Artes Plásticas y Visuales FGAA
Eliana Salazar Moreno, Sergio Jiménez Rangel, Yolanda Helena
Rincón, Andrés García La Rota y Enrique Rodríguez Araujo
Director Instituto Distrital de las Artes
Santiago Trujillo Escobar
Gerente de Artes Plásticas y Visuales
Marta Lucía Bustos Gómez
Gerencia de Artes Plásticas y Visuales
Katia González, Jimena Andrade, María Villa Largacha,
Sally Julieth Galvis, Diego Sabolgal y Yenifer Gutiérrez
ERRATA# es una publicación periódica (cuatrimestral) de
carácter crítico y analítico en el campo de las artes plásticas
y visuales. Su propósito es analizar y divulgar las prácticas y
fenómenos artísticos de Colombia y Latinoamérica. El tema que
estructura este cuarto número que presentamos es Pedagogía
y educación artística.
EquIPo EDItoRIAl DE ERRAtA#
Directores Jorge Jaramillo Jaramillo y Marta Lucía
Bustos Gómez
Coordinadora editorial Sofía Parra Gómez
Editores invitados Luis Camnitzer, Manuel Santana
y Víctor Laignelet
Comité editorial
· Carrera de Artes Visuales, U. Pontificia Javeriana:
Diego Mendoza
· Carrera de Bellas Artes, U. Antonio Nariño:
Rita Hinojosa de Parra
· Departamento de Arte, U. de los Andes: Lina Espinosa
· Escuela de Artes Plásticas, U. Nacional de Colombia:
Ricardo Arcos–Palma
· Instituto Taller de Creación, U. Nacional de Colombia:
Gustavo Zalamea †
· Licenciatura en Artes Visuales, U. Pedagógica:
Viviana Andrea González
· Maestría en Museología, U. Nacional de Colombia:
William López
· Programa de Artes Plásticas, U. del Bosque:
César Padilla Beltrán
· Programa de Artes Plásticas y Visuales, ASAB, U. Distrital:
Pedro Pablo Gómez
· Programa de Bellas Artes, U. Jorge Tadeo Lozano:
Francisco López Arango
Autores, artistas y colaboradores internacionales en este
número María del Carmen González (España), Mônica Hoff (Brasil),
Pablo Helguera (México), Harrell Fletcher (EE.UU.), Luis Camnitzer
(Uruguay), Humberto Vélez (Panamá), Tranvía Cero (Quito):
Pablo Almeida, Pablo Ayala, Karina Cortez, Silvia Vimos y Samuel
Tituaña; Xavi Hurtado (España), Marcelo Gutman (Argentina),
Julia Grecia Portela (Cuba), Karlyn De Jongh (Países Bajos),
Sarah Gold (Países Bajos) y Valeria Romagnini (Italia).
Autores, artistas y colaboradores nacionales en este número
Víctor Laignelet, Manuel Santana, Miguel Huertas, Javier Gil,
Fernando Escobar, Helena Producciones: Wilson Díaz, Claudia
Patricia Sarria–Macías, Ana María Millán, Andrés Sandoval y
Gustavo Racines; Jaime Ávila, Manuel Arturo Romero Pulido,
María Adelaida López, Daniel Castro, Dominique Rodríguez
Dalvard, Mónica Marcell Romero, David Gutiérrez Castañeda y
Armando Silva.
Los juicios y contenidos expresados en los artículos firmados
son responsabilidad de sus autores y no representan las
opiniones de la Revista de Artes Visuales ERRATA#, ni de las
entidades responsables.
traducción Lorena Elejalde (inglés)
y Lina Oliveira da Silva (portugués)
Diseño, diagramación y edición digital Tangrama
www.tangramagrafica.com
Corrección de estilo Francisco Thaine y Carlos Valderrama
Impresión Imprenta Distrital, febrero del 2012
Contacto
Fundación Gilberto Alzate Avendaño
Tel. (571) 282 94 91 ext. 228–122
Calle 10 # 3 – 16, Bogotá, Colombia
www.fgaa.gov.co
Instituto Distrital de las Artes
Tel. (571) 379 57 50 ext 330
Calle 8 # 8 – 52, Bogotá Colombia
www.idartes.gov.co
revistaerrata#@idartes.gov.co
Foto carátula: Mediación para la exposición «Diseño de ideas»,
2009, 7ª Bienal del Mercosur, Porto Alegre.
Foto: Cristiano Sant’Anna/indicefoto
N°4PEDAGOGíA Y EDUCACIóN ARTíSTICA
CULTURA RECREACIÓN Y DEPORTE
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El director de DAROS-Latinamerica conversó con
Humberto Vélez en la Casa Daros de Río de Janeiro
(que abrirá al público en 2012) sobre sus complejas
performances colaborativas y la relación entre la edu-
cación y el cambio social en las artes.
Río de Janeiro, 4 de julio de 2011.
Hans-Michael Herzog ¿El arte tiene que servir para
algo? Si es así, ¿para qué?
Humberto Vélez El arte no sirve para nada. No tiene
función directa, como en cambio sí la tienen la arqui-
tectura o las leyes. Quizás esa falta de funcionalidad
sea la condición más perturbadora para la sociedad,
pues el arte se expresa libremente, sin el agobio de
la utilidad ni la necesidad de certeza a la que están
sujetas la academia y las ciencias. Sin embargo, esta
libertad del arte está siendo socavada más y más por
el mercado. Para el artista es casi siempre necesa-
rio vender para vivir o sobrevivir, pero la sumisión del
mundo del arte al objeto diseñado y al precio del mer-
cado está cambiando el concepto del arte. Cada vez
se piensa menos en los valores estéticos y temáticos
de la obra, y más en el circo mediático que puede pro-
ducir. Si el arte sirve para algo, como tú preguntas, es
para romper con la idea de lo establecido, de lo racio-
nal, para continuar esa eterna querella como decía
Apollinaire entre el orden y la aventura.
HMH ¿Qué provecho sacan los colaboradores y los
participantes de tus performances? ¿Estás seguro
de que reciben algo a cambio de su participación? O
quizás ocurre que, cuando nadie habla más del evento,
ellos se sienten más solos y abandonados que antes,
peor que nunca, porque por un momento y por poco
tiempo estuvieron integrados al arte, pero ese vínculo
termina con la obra.
HV Para contestar esta pregunta es necesario que
explique cómo desarrollo mis performances colabora-
tivas. Después de recibir la propuesta de un museo,
galería o la dirección de un evento, voy a investigar
a la ciudad donde se realizará la obra. Por supuesto
que tengo mis ideas, pero ello no significa que las llevo
para imponerlas como un menú. Una vez que llego al
lugar, empiezo a conocer a su gente, pasear por los
espacios más significativos y me reúno con los gru-
pos o individuos que los organizadores quieren que
conozca. De alguna u otra manera, trato de entender
si tengo algo en común con este lugar y esas perso-
nas. Si no hay nada en común, pues no habrá proyecto,
pero si encuentro un sentimiento e interés en común,
existe la posibilidad de una obra. Hago una propuesta
a los organizadores y fijamos una nueva vuelta para
presentar la idea a los posibles colaboradores y
participantes. Usualmente la idea que propongo se
relaciona con un tema que a los participantes y a mí
nos interesa; una idea o una acción personal, grupal,
EL GRANO DE ARENAHumberto Vélez en conversación con Hans-Michael Herzog
Panamá (1965)
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social, política, o todo a la vez. Un vínculo y una
necesidad vital, social y expresiva que compartimos:
ese es nuestro contrato de interés, nuestra alianza.
Después de ponernos de acuerdo sobre la idea de la
performance, empieza la etapa de desarrollo en que
participan no solo los grupos, sino también los que
encargan y producen la obra. Yo escribo un guión inicial
o «escaleta» (como se le llama en el cine), que estruc-
tura la base dramática y de acción, y que también
servirá para la documentación. Durante el proceso,
los colaboradores van agregando progresivamente su
presencia y sus sellos personal y colectivo. Esta es
una etapa muy difícil porque aparecen las enormes
dificultades de lo que significa trabajar en grupo con
instituciones y personas que no han realizado una obra
de arte. Mi función no es solo de mediador, sino de
guía e instigador. Quizás aquí tenga que imponer algu-
nas estrategias tomadas tanto de mi práctica como
abogado, cuando trabajaba con grupos campesinos y
sindicatos en Panamá, como de documentalista, que
aprendí en la Escuela Internacional de Cine y TV de San
Antonio de los Baños en Cuba. Algo que digo claramente
a los participantes de la performance es que se trata
de un proyecto único e irrepetible, y que yo, como
artista, no puedo ofrecer continuidad. Juntos crea-
remos un momento, pero después cada uno deberá
sacarle provecho a su manera.
Puedo pensar en mi obra como un proceso de apren-
dizaje, si entendemos el arte como la posibilidad de
abrir la imaginación a nuevas formas de pensamiento y
acción. En la obra todos aprendemos unos de otros.
Yo advierto a las instituciones que después del pro-
yecto los participantes volverán con nuevas ideas y
propuestas. Este es un reto para las instituciones,
acostumbradas como están a imponer sin escuchar al
público. Por ejemplo, después de The Fight (La pelea)
la performance que realicé en el Tate Modern con
clubes de boxeo, y en la que nos tomamos el Turbine
Hall , la Asociación Inglesa de Boxeo Aficionado, uno
de los colaboradores del evento, solicitó presentar en
el Tate eventos boxísticos.
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Otro ejemplo del provecho que pueden sacar los
participantes en estas obras es el de la Banda de la
Escuela Vocacional del Hogar en Panamá, con quienes
realicé mi primera performance. Esta es una banda mul-
titudinaria de tambores, trompetas y fastuosas batu-
teras, integrada por gente de la clase trabajadora
y mestizos, y famosa por sus desfiles en las fiestas
de Independencia de Panamá. En una visita a Panamá
(resido en el Reino Unido desde hace muchos años), me
encontré por casualidad con el director de la banda
y me dijo: «Aquí te dejo mi tarjeta. Ahora estamos en
la televisión y en la radio, y hemos grabado varios CD.
También nos han invitado a tocar en Nueva York… todo
esto desde que hicimos el proyecto. Hablemos para
ver si volvemos a hacer algo juntos, brother, ¿okey?».
HMH Me disgusta la palabra educación y por eso creo
que la podríamos sustituir por aprendizaje, o no usarla
más. ¿Piensas que con todo lo que hiciste en tus per-
formances alguien (los organizadores, los participan-
tes, los grupos…) aprendió algo?
Para mí la educación significa transferir los valores
de los viejos a los jóvenes; es un factor cultural. Los
valores de la humanidad siguen siendo los mismos, pero
el asunto es que la humanidad va a cambiar en los próxi-
mos cincuenta años, y también lo harán estos valo-
res. Seguramente terminaremos como androides, o los
verdaderos androides nos sustituirán en muchas de las
actividades productivas e intelectuales. Los valores
dejarán de ser lo que son ahora y en cien años nadie
tendrá una discusión sobre la educación y el arte.
HV Si entendemos por educación la oportunidad de
tener nuevas perspectivas de pensamiento y de vida,
entonces el arte es educación. «Instruir no es edu-
car», decía César Quintero, uno de mis profesores más
queridos de la Facultad de Derecho en Panamá. «Ins-
truir es dar herramientas para sobrevivir. Educar, en
cambio, es enseñar a pensar libremente». Creo impor-
tante que la obra de arte colaborativa ofrezca a los
participantes algo a cambio. Por eso a veces desarro-
llo componentes «educativos» y ocupacionales en mis
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proyectos. Por ejemplo, en The Awakening (La bien-
venida), la performance que realicé para la Bienal de
Liverpool del 2006, trabajé con adolescentes afganos
que eran asilados políticos, y les ofrecimos talleres
de video. De esta manera, ellos crearon un video que
documentaba su versión de la performance y, al mismo
tiempo, se acercaron a un nuevo oficio.
HMH ¿Dónde ves tu huella artística? ¿En los libros y
publicaciones? ¿Por qué, para qué y para quién estás
haciendo todo este enorme esfuerzo y trabajo que
pones en tus performances?
HV Durante mucho tiempo me dediqué exclusivamente
a desarrollar mi idea de colaboración en el arte
a través de la performance. Quizá fui ingenuo en
dedicarme tanto a crear performances y no obras
objetuales, pero estaba apasionado por el tema.
Este año, la Art Gallery of York University en Toronto
mostró una retrospectiva de mis performances con
los filmes, fotos, estandartes y demás artefactos, lo
que me dio la oportunidad de ver la unidad de la obra.
Ahora que hablas de «la huella artística», me viene
a la mente la metáfora de la montaña de arena que
utiliza Luis Camnitzer cuando se refiere a la contri-
bución cultural y al impacto del autor individual en la
sociedad. Según Camnitzer, los artistas somos como
«granitos de arena» y no influimos en la forma que
toma la montaña. Lo máximo que podemos lograr, si
hacemos un gran movimiento, es una pequeña avalan-
cha en una pequeña zona, pero la montaña sigue igual;
no cambiará mucho, a menos que todos los granitos
se muevan simultáneamente. Mi huella artística es la
documentación, la experiencia y la memoria de los
participantes y del público que asisten a mis perfor-
mances. Un granito efímero pero acompañado en esa
gran montaña de arena.
HMH En lo que estuviste haciendo, ¿dónde ves la dife-
rencia entre el arte y la obra social? En tu opinión,
¿cuál es el valor estético de tu obra?
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OSSIER
HV No me interesa hacer obra social. Ya hice trabajo
social cuando era abogado en Panamá y cuando dirigía
videos educativos, sociales y culturales para uno de
los gobiernos locales en Barcelona. Me interesa crear
momentos cargados de emoción y significado a partir
del trabajo con ciertas personas y grupos que com-
parten intereses comunes. Hay cineastas que trabajan
con temas políticos y sociales desde un punto de vista
personal y artístico; yo trato de hacer lo mismo. Para
mí, el valor estético de mi obra surge con la creación
de este momento formal y emotivo, resultado de un
intrincado proceso colaborativo que nace de las nue-
vas relaciones entre los participantes y de las posibili-
dades expresivas de sus estilos de vida y actividades.
He llamado estética de la colaboración a mi trabajo
para diferenciarlo del relational art, del engagement
art o del participatory art, que son en mi opinión
maneras limitadas de trabajar con la gente, porque
mantienen el sistema de autoría en que el artista sigue
siendo el señor absoluto de la obra y el resto meros
invitados. Algo más: es imposible hablar de este tipo de
obras y no mencionar la ética. Muchos artistas, cura-
dores e instituciones manipulan el concepto de ética
y a la gente como parte de una agenda profesional o
institucional. Arte, gente y ética forman parte integral
de una discusión que no se puede seguir postergando.