estrella distante (ricki and the flash)

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Estrella Distante. Ricki And The Flash (Jonathan Demme, 2015). Jonathan Demme es uno de esos cineastas que ha tenido una carrera poco vistosa, pero dentro de la cual hay muchos puntos altos, bien distribuidos a lo largo de cuatro décadas. Desde sus primeras comedias sobre perdedores y soñadores norteamericanos, pasando por ese monumento al documental musical que es Stop Making Sense, y luego por su momento más puramente exitoso en términos comerciales, que dio dos clásicos como El Silencio de los Inocentes y Filadelfia, y volviendo a su etapa indie y pequeña con la maravillosa Rachel Getting Married, Demme siempre ha cumplido, siempre ha brindado buenas historias mezcladas con un exquisito gusto musical y una habilidad para filmar pequeños momentos de la vida. La última película de Demme es, en muchos sentidos, una combinación de todo lo que ha hecho bien a lo largo de su carrera. La historia es simple: Ricki Rendazzo, una rockera venida a menos que toca todas las noches con su banda covers clásicos de rock en un bar de mala muerte de Los Ángeles, es convocada por su ex marido para que retorne a la vida de su hija, recientemente divorciada y con un intento de suicidio, una hija que abandonó durante muchos años al perseguir su sueño trunco de ser estrella. Ello la lleva a re-encontrarse con su familia y obtener un poco de paz y cierre. Fin. Lo que en los papeles suena como un argumento por completo cargado de clichés se sostiene de manera más que robusta por varios motivos. En primer lugar, por la calidad de sus actores. Meryl Streep es una garantía de excelencia a esta altura, y dudo que muchas otras actrices hubiesen podido brindar ese nivel de humanidad a Ricki, que al fin y al cabo también es una fanática de George Bush, derechista y chauvinista, una cabeza de tacho que detesta cualquier cosa que no sea rockera, una narcisista consumida por una fantasía que la llevó a dejar de lado lo más importante. A su lado se encuentra un increíble Kevin Kline, actor a menudo subestimado que encuentra el punto perfecto para retratar a Pete, el ex marido abandonado y reprimido, incapaz de enojarse, que todavía ama a Ricki a pesar de sí misma y quisiera

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Artículo aparecido en la revista Haciendo Cine sobre Ricki and the Flash la última película de Jonathan Demme

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Page 1: Estrella Distante (Ricki and the Flash)

Estrella Distante.

Ricki And The Flash (Jonathan Demme, 2015).

Jonathan Demme es uno de esos cineastas que ha tenido una carrera poco vistosa, pero dentro de la cual hay muchos puntos altos, bien distribuidos a lo largo de cuatro décadas. Desde sus primeras comedias sobre perdedores y soñadores norteamericanos, pasando por ese monumento al documental musical que es Stop Making Sense, y luego por su momento más puramente exitoso en términos comerciales, que dio dos clásicos como El Silencio de los Inocentes y Filadelfia, y volviendo a su etapa indie y pequeña con la maravillosa Rachel Getting Married, Demme siempre ha cumplido, siempre ha brindado buenas historias mezcladas con un exquisito gusto musical y una habilidad para filmar pequeños momentos de la vida.

La última película de Demme es, en muchos sentidos, una combinación de todo lo que ha hecho bien a lo largo de su carrera. La historia es simple: Ricki Rendazzo, una rockera venida a menos que toca todas las noches con su banda covers clásicos de rock en un bar de mala muerte de Los Ángeles, es convocada por su ex marido para que retorne a la vida de su hija, recientemente divorciada y con un intento de suicidio, una hija que abandonó durante muchos años al perseguir su sueño trunco de ser estrella. Ello la lleva a re-encontrarse con su familia y obtener un poco de paz y cierre. Fin.

Lo que en los papeles suena como un argumento por completo cargado de clichés se sostiene de manera más que robusta por varios motivos. En primer lugar, por la calidad de sus actores. Meryl Streep es una garantía de excelencia a esta altura, y dudo que muchas otras actrices hubiesen podido brindar ese nivel de humanidad a Ricki, que al fin y al cabo también es una fanática de George Bush, derechista y chauvinista, una cabeza de tacho que detesta cualquier cosa que no sea rockera, una narcisista consumida por una fantasía que la llevó a dejar de lado lo más importante. A su lado se encuentra un increíble Kevin Kline, actor a menudo subestimado que encuentra el punto perfecto para retratar a Pete, el ex marido abandonado y reprimido, incapaz de enojarse, que todavía ama a Ricki a pesar de sí misma y quisiera verla bien. Mammie Gummer como Julie (la hija abandonada) y Rick Springfield como el guitarrista de The Flash y novio de Ricki también brindan una enorme humanidad y calidez a sus interpretaciones.

Por otro lado, y como es de esperarse, la película tiene muchísimas escenas musicales, donde Demme logra la extraña alquimia de insertar el mensaje de las canciones en el corazón de la historia, emplearlas para hablar de las relaciones entre sus personajes sin que se vuelvan cursi o agobiantes. Al mismo tiempo, logra que una patética banda de covers compuesta por viejos suene como un proyecto serio y hasta loable, como la suma de los sueños, y no como un callejón sin salida y un fracaso.

El guión de la película le pertenece a Diablo Cody, responsable también de Juno y Young Adult. Es a esta última película a la que más se parece en su premisa, pero su tono es completamente diferente. Allí donde Young Adult era misántropa y deprimente, donde proponía que su personaje principal jamás podía cambiar, Ricki And The Flash es una fábula reparadora, que postula que sí podés volver a tu hogar de nuevo, que la gente que realmente te quiere va a

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seguir haciéndolo a pesar de que hayas sido horrible con ellos, que nunca estás completamente solo si simplemente te arrepentís y abrazas lo que sos. Quizás es un mensaje demasiado simplista y optimista para aquellos que llevamos vidas reales cargadas de arrepentimientos y dolorosas separaciones, pero, como dice Bojack Horseman en el primer episodio de su serie defendiendo el efecto calmante de las sitcoms: “Cuando la gente vuelve a casa cansada de un largo día de que les pateen la uretra, lo único que quieren es sentarse frente a la televisión y ver una serie en donde todo se resuelva en 25 minutos y todos terminen felices”.

Quizás por la imperfecta textura de nuestras propias vidas celebramos que existan películas como Ricki And The Flash, que todavía proponen que el mundo es un lugar que puede tener sentido, y que terminan con una escena de casamiento en donde todos hacen catarsis y bailan felices.