forja n° 19 - agosto 1972

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ESCRITOS DE INTENCIÓN POLÍTICA FORJA UNA PATRIA UN ESTADO UN DESTINO Nº 19 - 1972 AGOSTO - 1972

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Digitalización del N° 19 de Agosto 1972 de la Revista FORJA

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  • ESCRITOS DE INTENCIN POLTICA

    FORJA UNA

    PATRIA

    UN ESTADO

    UN

    DESTINO

    N 19 - 1972

    AGOSTO - 1972

  • Revista FORJA Edicin digitalizada para www.mrns.cl

    PRESENTACIN FORJA 19 quiere estar presente con ocasin del vigsimo aniversario

    de la fundacin del M. R. N. S. Tribuna abierta del Nacional Sindicalismo como idea, no puede estar

    ajena al Nacional Sindicalismo como institucin. Por eso en su portada flamean las tres Aspas Rojas, smbolo tras el

    cual se unifican pensamiento y accin. En estas pginas se habla de principios orgenes y destinos.

    Del origen institucional del M. R. N. S. De la Patria como principio y del patriotismo como virtud.

    Desde ah se intenta configurar el perfil del peculiar destino de la Institucin Armada en los perodos de desequilibrio marcados por la

    quiebra del Estado Demoliberal. Desde ah se valora al Ejrcito, la Clase Media y el Nacionalismo como

    fenmenos polticos. Desde ah se enjuicia el tema de la Guerra Civil.

    Desde ah: desde los orgenes y principios. No desde un "aqu y ahora" contingente y pragmtico.

    Slo desde principios metafsicos. Slo siguiendo el duro camino que va desde el acto al hbito y del hbito a la virtud. Slo as puede tener

    sentido la lucha contra el marxismo. En el origen del M. R. N. S. se afirm: "cuando triunfen los comunistas y

    Chile perezca en el caos, recin entonces se nos comprender y buscar."

    FORJA tiene por finalidad primordial ayudar a esa comprensin.

    Este es el contenido esencial de la Revista. Sin embargo hemos querido agregar algo ms.

    Alguna, vez el camarada fundador defini al M. R. N. S. como "comunidad de cultura y arte."

    Cuando se brinda un estudio acabado sobre Miguel de Unamuno y el mito que el marxismo ha tejido sobre su figura, se est reconociendo

    con orgullo la pertenencia al mbito de la Hispanidad.

    Cuando se recuerda el deber y el honor militar con las elegas de Tirteo, se est reconociendo nuestra deuda con los clsicos.

    Cuando Vittorio Di Girolamo nos enva una noble prosa potica glosando unos versos del Petrarca, se estrechan nuestros vnculos con

    la latinidad. Porque si en el plano de las ideas se afirman orgenes y principios en el

    plano de la cultura stos pasan por el camino de la tradicin y lo ecumnico: porque sin Cultura no hay Revolucin.

    Finalmente, FORJA, dentro de la sobriedad de su Estilo, se hace un deber en saludar a los que estn en la brecha: en primer trmino a la mujer -siempre presente en los himnos del nacionalismo bajo la figura de la madre y de la amada- que hoy combate con la decisin propia de

    las mujeres de nuestra raza y nuestra historia; a los camaradas del Nacionalismo Revolucionario y al mando nacional del M. R. N. S. Rotos los esquemas partidistas en su accin la Patria empieza a

    renacer.

    Como en el poema del Cid: "Apriessa cantan los gallos e quieren crebar albores."

    FORJA

    ESCRITOS DE INTENCIN POLTICA

    AO 3 N 19

    1972

    ___________________

    DIRECTOR Y REPRESENTANTE

    LEGAL:

    Renato Carmona Flores

    ___________________

    DIRECCIONES:

    Casilla 672 - Antofagasta Clasificador 609 - Santiago Casilla 831 - Via del Mar

    En este nmero: - El M. R. N. S. a 20 aos de su Fundacin Poltica. - Las FF.AA. en los Perodos de Desequilibrio. - Fragmento de Tirteo. - En Torno al Nacionalismo. - La Guerra Civil. Trasunto de un Fracaso. - Documentos de Forja. - Ejercito, Clase Media, Nacionalismo. - Mensaje del Mando Nacional del M.R.N.S. - "Venceris Pero No Convenceris? (El Caso de Unamuno) - Mensaje a Forja (Vittorio Di Girolamo)

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    La Revista FORJA fue fundada por el M.R.N.S. el 5 de agosto de 1969 en

    Valparaso, y se editaron 32 nmeros hasta el ao 1978. Fue un medio de

    expresin escrito que contribuy fuertemente al desarrollo del pensamiento

    Nacional Sindicalista chileno de esa poca, as como tambin a que el

    pueblo chileno en general, y los nacionalistas en particular, tomasen clara

    conciencia del peligro que significaba un gobierno marxista en Chile. Fue la

    continuacin de otros medios escritos del M.R.N.S. tales como los diarios

    Bandera Negra, Guerra Obrera y Aspas.

    Ahora presentamos a nuestros lectores a travs de Internet, la digitalizacin

    de FORJA, la revista doctrinaria de proposiciones e ideas con la cual el

    nacional sindicalismo revolucionario inici la sntesis del pensamiento

    fundacional y la proyeccin analtica del Estado de Comunidad Nacional. El

    sentido misional y siempre actual del pensamiento nacionalsindicalista

    revolucionario, cobra vida y es testimonio por si slo de nuestra vigencia

    como nica posibilidad de desarrollo de un Chile grande en unin y justicia

    por sobre los sistemas cerrados y economicistas a ultranza del marxismo y

    el neoliberalismo.

    El M.R.N.S agradece a todos los camaradas que han colaborado en esta

    enorme tarea de recuperacin de material histrico, en especial al camarada

    de Valparaso, Rodrigo Maturana, por su excelente trabajo de digitalizacin

    de numerosas ediciones de FORJA.

    Enero de 2009

    M.R.N.S.

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    El M.R.N.S. a 20 aos de su fundacin poltica. Habla cado Berln -nueva Constantinopla conquistada por el Ruso. Europa tena destrozadas sus puertas orientales y el Asia se abalanzaba sobre el Elba... Un grupo de jvenes -universitarios, obreros, estudiantes- discutamos qu consecuencias tendra para Iberoamrica ese aire helado que se filtraba desde el Oder. En verdad, el grupo era heterogneo, no slo por el status socioeconmico de sus integrantes, sino porque siendo todos nacionalistas, unos simpatizaban con Inglaterra, otros con Francia, muchos con la destrozada Alemania; ninguno con los dos extremos brbaros de los vencedores: Unin Sovitica y Estados Unidos. En 1938 haba muerto el Nacionalsocialismo de Gonzlez von Mares; el Nacionalismo vagaba hurfano y numeroso en manos de docenas de mediocres. Chile, la Patria, slo era entendido a travs de interpretaciones forneas. El germanismo (muerto), el hispanismo (utpico), el iberoamericanismo (nonato) entorpecieron los juveniles cerebros... y cuando alguno despertaba, lo haca para trasladarse a los extremos ridculos del chauvinismo o del indigenismo. Comenz a pensarse en una revolucin chilena. En una revolucin que, sin olvidar ni menospreciar el contexto histrico de Europa, Espaa y Amrica indgena y geogrfica, fuese capaz de plantear -aqu y ahora- un pensamiento racional, revolucionario, que por los caminos de las mltiples liberaciones -econmicas, clasistas, religiosas, racistas- nos llevara disciplinadamente hacia una Nueva Cultura, cuyo centro, motor y nervio seran Chile y su juventud. En octubre de 1947 apareci nuestro primer peridico, "Bandera Negra", cuyos ttulos bramaban en negro y rojo "A vosotros os colgarn los rusos!", "buscamos diez dirigentes revolucionarios; tenemos 20 aos para encontrarlos", "Soledad e Intransigencia", antes que nada "Revolucin Interior" a travs de la "Violencia Espiritual", "Una sola clase: la chilena", "Partidos = Traicin" "Hombre: eres tu propia moneda", "Vales lo que des". El grupo creci. La necesaria y regia disciplina, como una norma urea, nacera naturalmente y natural y sencillamente emergera el Organismo, su Mando y su militancia. Era ya la base de la "Doctrina del Estilo": vivir y morir con nombre propio... no como rebao... cara al peligro... dndolo todo... para todo recibirlo... "Bandera Negra" edit cuatro nmeros en tres aos. Cuatro nmeros gloriosos, pagados con la exigua mesada de los universitarios, los pobres salarios de los jvenes obreros y las ganas de venderlo de todos nosotros. Nacieron nuestras primeras escuadras... socialistas, comunistas y conservadores comprendieron que la calle les sera disputada. Era 1949. En nuestras reuniones -campo, montaa y mar; marchas, cnticos, banderas y armas; aire, sol y disciplina- fuimos forjando el embrin de nuestra Comunidad. Saber ser hombres, para luego descubrirse hijos de Dios. Librarse de las tiranas clericales, raciales, econmicas y clasistas para nacer nuevamente en un amanecer cordillerano, cara a la nieve, hombres de Chile, chilenos!, y en este austral contrafuerte de los trpicos -sin selvas ni sabanas, con desiertos, con bosques, rocas, mar y hielo- aprender a ser, por Chile, hijos de una Nueva Hispanidad. El Sbado de Gloria de 1949 -verdadero ao de Gracia para los sobrevivientes de la hecatombe mundial- se fundaba en Santiago el Movimiento Nacional Sindicalista, que postulaba una revolucin TOTAL, a travs del reencuentro con el Hombre, con la Patria, con el verdadero Cristianismo. La Revolucin Espiritual era su esencia. Obtenida sta, todo lo dems llegara por aadidura. Lejos de nosotros la pura contemplacin, la esgrima intelectual, la pedantera tomista. Nuestra arma principal, la violencia interior, nos obligaba a una disciplinada violencia exterior,

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    contra nuestra comodidad y egosmo y contra el egosmo, la comodidad y la injusticia de los polticos, de los clrigos, de los militares, de los periodistas, de empleados y obreros, de patrones y profesionales, de padres, madres e hijos, que llevaban a Chile a la ruina y al caos... por no saber ni querer ser ntegramente chilenos. Sin embargo, "No tenemos apuro" "Somos la revolucin de la segunda mitad del siglo", "Cuando los comunistas estn en el poder y Chile perezca en el caos, recin entonces se comprender al Movimiento. Entonces nos buscarn y llamarn", "Para esa poca tendremos dirigentes, duros, inteligentes, preparados en aos de silencio y fracasos, para entregarlos por entero y por siempre al servicio de Chile." Amarn servir. No fracasarn, porque habrn fracasado mil veces antes, en la soledad y en la intransigencia; dursima doctrina que nada otorga, si no es la VOLUNTAD de caminar CON TODA AMERICA NUESTRA HACIA UN NUEVO ESTADO VERDADERAMENTE COMUNITARIO Y HACIA UNA NUEVA CULTURA. El 5 de agosto de 1952, en vsperas de las elecciones presidenciales donde el nacionalismo romntico, germanfilo y europeoide, aliado a sectores marxistas y a sectas masnicas y oligrquicas, pretenda llegar al poder tras la figura de don Carlos Ibez del Campo, el Movimiento Nacional Sindicalista dej de ser un grupo doctrinal. Pas a la poltica, oponindose a Ibez y al Agrario-Laborismo, fuerzas que llevaran a Chile de fracaso en fracaso, a la Democracia Cristiana... y desde ella derecho al Marxismo. En el nombre de Dios y de Chile se fund el M.R.N.S., Movimiento Revolucionario Nacional Sindicalista, para afrontar polticamente los tiempos que advenan y que exigan Jefatura, Mando, Militancia. En estos veinte aos hemos dado centenares de batallas. Hemos conocido la crcel, la calumnia, la burla, la persecucin, la injuria. Varias veces el Movimiento fue llevado ante los Tribunales de Justicia por el gobierno de la oligarqua, coludido con comunistas y democristianos An se recuerda la viril respuesta del Movimiento a un Ministro del Interior: EL M.R.N.S. NO SE DISUELVE! Hemos llegado as justo al borde del tiempo previsto. Aqu estamos. No, no inclumes. Miles de nosotros hemos tropezado y cado. Muchos hemos vuelto a la OBEDIENCIA... otros han partido a dar ideas a la Democracia Cristiana, al MIR, al Partido Socialista, al Partido Nacional... El M.N.R.S. est as presente en todo Chile, en una forma verdadera y eficazmente dialctica, porque quien comenz SU REVOLUCION ESPIRITUAL, ese s que es dueo, aunque no lo desee, de un fenmeno IRREVERSIBLE Es dueo, propietario, de si mismo, nica propiedad privada que vale la pena poseer... El resto, lo que venga, es slo aadidura. El M.R.N.S. parece insignificante en estos momentos... Es como el pequeo retoo de roble, que recin aflora a la superficie. Bajo la tierra, sin embargo, se extiende la formidable raz, crispada de poder, que elevar el rbol hacia la luz. Nuevos mandos dirigen nuestra organizacin revolucionaria y el M.R.N.S. trabaja en las Comunidades Bsicas de la Nacin buscando la influencia y el poder necesario para conquistar el Estado, rescatar la Patria de los imperialismos y forjar nuestro propio destino como pueblo. Chile espera nuestra voz, nuestra presencia y nuestra accin. Esta no es hora de dbiles. Es hora de hroes y los hroes se rigen por las normas de los sabios. Es por tanto hora de milicia... Y milicia ofrecemos a la juventud y al pueblo de Chile.

    RAMN CALLS ARRIGORRIAGA.

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    Las FF.AA. en los perodos de desequilibrio. (Continuacin)

    SUMARIO INTRODUCCION TESIS PRIMER ESQUEMA TEORICO DE RELACIONES LOS PERIODOS DE TRANSICION LA DOCTRINA DE LOS DESEQUILIBRIOS EQUILIBRIO ENTRE NACION-ESTADO-PUEBLO Y FUERZAS ARMADAS DESEQUILIBRIO DE LAS FUERZAS ARMADAS EN FAVOR DEL ESTADO DESEQUILIRIO DE LAS FUERZAS ARMADAS EN FAVOR DEL "PUEBLO" DESEQUILIBRIO DE LAS FUERZAS ARMADAS EN FAVOR DE LAS FUERZAS ARMADAS DESEQUILIBRIO DE LAS FUERZAS ARMADAS EN FAVOR DE LA NACION CONCLUSION

    ******* INTRODUCCION La bibliografa en torno a la milicia y su funcin poltica es reciente y tiende a acrecentarse con rapidez. Traspuesta una primera etapa -que ya puede considerarse "tradicional"- que se ocup de tpicos tales como Ejrcito y Poder, Ejrcito y Sociedad, Estructura del Ejrcito, etc., se inicia una segunda fase iniciada por anglosajones y que incide en un tema que nos toca ms de cerca: papel que el ejrcito desempea en el proceso de desarrollo, estabilizacin y modernizacin de las naciones del Tercer Mundo. La publicstica nacional ha estado ausente de la primera etapa y registra manidas repeticiones contenidas en los textos de derecho constitucional. En la segunda fase cabe sealar los numerosos artculos dedicados por la Revista de Estudios Internacionales de clara tendencia marxista. A manera de sntesis de trabajos especializados sobre el tema se ha concluido que las FF. AA. tienen papel preponderante en los siguientes procesos: -Desarrollo y afianzamiento de la Idea de Nacin. - Liquidacin de castas y grupos oligrquicos.

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    - Modernizacin y especializacin. - Facilitacin del ascenso social en sociedades estratificadas o de poca movilidad. - Socializacin y servicio pblico. Y tal papel ha sido posible gracias a su estructura organizativa peculiar. Basados en tal papel y estructura ha llegado a hablarse (Finer) del "destino manifiesto de las FF.AA." Con todo los niveles antes aludidos mantienen la discusin y anlisis en un plano preponderantemente acadmico, del cual los programas de los partidos polticos recogen un par de prrafos "ad hoc". En otro tipo de nivel, que es el del debate pblico, al igual que otrora en el campo religioso, se registran posturas dogmticas que desvirtan cualquier tipo de anlisis antes de examinar siquiera los datos del proceso. Tomando una publicacin entre tantas, citemos por ejemplo la visin de "Visin".... Ha dicho Lleras Camargo (27.11. 1970): "...habiendo pasado por tantas revoluciones y golpes la Amrica Latina no est mucho mejor que antes... El nasserismo latinoamericano invento de los socilogos norteamericanos no tiene mucho porvenir". Ha dicho Virgilio Beltrn (auditor del ejrcito y profesor en la Universidad Catlica Argentina): "No se puede crear un consenso poltico si no es con el consentimiento de las FF.AA. para que pueda tener cierta operatividad. La FF.AA. siempre hacen poltica: cuando apoyan a un rgimen, cuando acatan a un gobierno civil... Ha dicho el General Aramburu (testigo fcilmente tachable y, por lo dems, ejecutado por elementos "nacionalistas" argentinos) "...la misin de las FF.AA. es su consagracin a la defensa del honor y la dignidad de la Nacin. La extralimitacin de esas funciones ha constituido un error. El ha repercutido en desmedro de las instituciones militares. Y tambin en perjuicio de la comunidad a la cual presuntamente se quiso servir. De ese error son responsables quienes pretenden inmiscuir la poltica en los cuarteles". Claro est que la presencia de la guerrilla castrista hace variar imperceptiblemente el esquema de "no intervencin" de la Revista: "nunca hasta el episodio Castro, los militares latinoamericanos haban pensado tanto en el alto significado que tiene garantizar el debate de los partidos polticos con el fin de preservar la democracia y de paso la dignidad de las FF.AA." No es nuestra intencin seguir paso a paso el dossier de la prensa nacional sobre la materia, aunque sera aleccionador. Intentamos aqu dar un paso ms all de los niveles precedentemente sealados, y, por supuesto mantenernos alejados del nivel de discusin de la prensa. Se trata en suma de intentar un anlisis poltico doctrinario de las FF.AA. en relacin con la poltica. De analizar los esquemas ideales de "separacin" y de "unin" de la comunidad poltica. De analizar el esquema de equilibrio entre ambas comunidades propio del sistema demoliberal.

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    De analizar las posibilidades de desequilibrio implcitas en el sistema demoliberal cuando este sistema periclita. En las horas de crisis, lo nico que perdura son los principios. Los programas no son nada ms que medios para alcanzar fines ltimos. Es por eso que el intento de anlisis es necesariamente apasionado, por cuanto se entra en choque dialctico con otras concepciones antagnicas, como son la marxista y la demoliberal. Con todo habra que hacer alguna advertencia y recuerdo. La imagen de la "espada" recorre las Sagradas Escrituras desde el Gnesis hasta el Apocalipsis. Es un querubn que custodia el jardn del Edn blandiendo espada de fuego para guardar el camino del rbol de la Vida. Montado en caballo blanco y en albas vestiduras, seguido de sus ejrcitos celestiales. El que ha de venir comparece con espada aguda que sale de su boca para herir a las naciones. Hara falta la inspiracin de un Claudel para captar todo este rico simbolismo. Parte de esta simbologa tiene importancia decisiva en la teora poltica de Occidente bajo la forma de lo que Arquilliere denominara "agustinismo poltico" y que culmina con la bula UNAM SANCTAM el 18 de Noviembre de 1302. Desde otras perspectivas, el orden de la milicia ha servido de paradigma para la organizacin poltica (Estado Prusiano) e inclusive religiosa (Compaa de Jess). Ms recientemente, para nadie es un misterio que la Ciencia de la Administracin se nutre en muchos aspectos de ideas sacadas del orden militar. Muchos datos como los sealados pueden citarse en la historia de Occidente que configuran el perfil de un destino peculiar de la Institucin Armada. Desde la teologa de la historia, donde existen justificados ttulos para sostener que esta institucin conforma el "xatechon" que detiene el misterio de iniquidad, hasta la filosofa de la historia de un Spengler que afirma que siempre ha sido a ltima hora un puado de soldados el que ha salvado a la civilizacin. Y es palabra divina: "en nadie de Israel he encontrado tanta fe" la que alaba la fe del Centurin. Sin estas perspectivas, virtualmente presentes en nuestro alegato, caeramos en la miseria de lo contingente. Los motivos anteriores, justificaran por s solos el presente intento de exposicin. Con todo, existe otra circunstancia que Jos Antonio Primo de Rivera seal de manera insuperable: "La formacin poltica de los militares suele estar llena de la ms noble ingenuidad. El apartamiento que el Ejrcito se ha impuesto a s mismo de la poltica ha llegado a colocar a los militares, generalmente, en un estado de indefensin dialctica contra los charlatanes y los trepadores de los partidos. Es corriente que un poltico mediocre gane gran predicamento entre militares sin ms que manejar impdicamente alguno de los conceptos de ms hondo arraigo en el alma militar."

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    TESIS El orden de la milicia que interesa no es precisamente el del ritual militar que se cumple en las presentaciones. Porque, se est ordenado con relacin a algo o en funcin de algo. Incluido en un orden o excluido de un orden. Por eso que importa averiguar la relacin del ordenamiento militar con el ordenamiento poltico que rije en una comunidad nacional determinada. Ordenamiento poltico. No Estado. El Estado no es sino una de las formas histricas que ha revestido el ordenamiento poltico. No se puede extrapolar hacia el pasado para conceptualizar otros tipos de ordenamientos como la "Polis" el "Imperio" etc. No se puede proyectar hacia el futuro toda vez que "Estado" es un concepto que ha entrado en su fase de disolucin. Puede afirmarse que hay una relacin constante entre el orden del ejrcito y el ordenamiento poltico, como lo pasaremos a ver. Por extensin, la paz, de acuerdo a la definicin agustiniana es "tranquilidad en el orden", y por la misma razn anterior que los diversos ordenamientos entregan diferentes concepciones de paz: Pax Romana, paz como "opus justitiae", etc. Orden y ordenamiento son los conceptos claves si no se quiere relegar la poltica a la mera teora de la "organizacin". Puede haber organizacin aunque no exista orden. Pero no tomemos lo uno por lo otro. Estas breves consideraciones nos sirven para avanzar un paso ms. Para ello, nada ms conveniente que apoyarnos en un hombre que fue profesor de Historia Militar en la Escuela Militar, Prosecretario de la Junta Militar de 1924: Mario Bravo Lavn. En su obra "Chile frente al Socialismo y el Comunismo" (Ercilla. 1934) afirma (pginas 151/3): "Los ejrcitos y las flotas de guerra han reflejado desde sus orgenes las tendencias polticas, sociales y econmicas del Estado y del Pueblo a que han pertenecido. En algunas ciudades de Grecia slo los nobles y ciudadanos libres podan ser soldados y tener el honor de defender a su patria. En Roma, slo los hombres libres eran combatientes, ms tarde, en las pocas de decadencia, el servicio de las armas pas a los esclavos y a los mercenarios, hecho dominante en el proceso de cada del Imperio. La Revolucin Francesa, derrocando el poder real y aboliendo la nobleza, destruy tambin el ejrcito real de Francia y organiz una fuerza nueva al servicio de la revolucin y de la naciente repblica. Este ejrcito, vencedor en Valmy y en Jemappes era producto genuino de la revolucin. Ms tarde, Napolen convierte ese ejrcito republicano en un instrumento guerrero a su servicio y lo llena de prncipes y mariscales, es decir, cre un ejrcito de acuerdo con la estructura poltica y social del Imperio. El ejrcito de los Zares fue abatido por los bolcheviques al llegar al poder y su primera preocupacin fue la formacin de un ejrcito "rojo". En Chile despus de 1891, el vencedor cambi la estructura y los cuadros del ejrcito, ingresando al servicio, en diferentes grados, oficiales que haban hecho sus armas en las filas victoriosas y se inici un perodo de reorganizacin que dur decenas de aos.

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    De lo anterior se desprende que las FF.AA. de un pas no sobreviven a un cambio profundo del sistema social y constitucin del gobierno y que mueren unas y nacen otras, estructurados de acuerdo con las doctrinas triunfantes". PRIMER ESQUEMA TEORICO DE RELACIONES. A la luz de las consideraciones anteriores parece indiscutible la relacin constante que se da entre el ordenamiento militar y el ordenamiento poltico de la comunidad. Esta relacin puede tomar dos formas extremas: a) inclusin de la milicia en la comunidad poltica y b) exclusin de la milicia de la comunidad poltica. Estos tipos puros han existido en sociedades primitivas o formado parte de algunas utopas. Con todo, ellos han orientado las dos posiciones que suelen existir frente a la institucin militar: la, aceptacin de ella como un bien o la aceptacin de ella como un mal necesario. Por otra parte, pareciera que en tal decisin influyen ciertos tipos sicolgicos como aquellos descritos por Spranger. Paralelamente al "hombre econmico" o al "hombre religioso", existira "el hombre de armas". Desde el punto de vista de los ideales de vida, tal como lo entreviera Carlyle y lo desarrollara Scheler, el "hroe" constituye un paradigma, un "imitable" que orienta muchas vidas y que explica la vocacin ms ntima de la milicia. Y por encima de todo sto, de instituciones, tipos sicolgicos e ideales de vida, es necesario recordar que existen cielos histricos en que el mundo parece afeminarse. Esta complejidad est revelando que la institucin armada no es un producto de la economa ni depende exclusivamente de motivaciones econmicas. Es un delicado instrumento que la Cultura crea para llenar una exigencia de la naturaleza: la funcin de defensa. En la medida que es fuerza ordenada se convierte en poder. Y en la medida que es poder, a partir de los tipos puros que se describirn, los intentos de "organizacin" no son nada ms que esfuerzos por institucionarlo. Nosotros analizaremos tan slo uno de esos intentos: el intento del Estado Demoliberal, y los procesos que pueden abrirse con motivo de su disolucin. Unin entre comunidad poltica y milicia. 1.- En las organizaciones polticas primitivas tribu, clan- la calidad de miembro de la organizacin poltica acarrea de jure la pertenencia a la comunidad militar. No hay distincin de funciones. El guerrero -o ciudadano fabrica sus propias armas. La guerra no es todava instrumento de transicin a culturas superiores, sino medio de obtencin o preservacin de elementos primarios de subsistencia de la comunidad. Es el embrin de lo que andando el tiempo ser otra comunidad ms compleja: la Nacin. 2.- En la Edad Media, lo militar engloba a lo poltico. El rey es caudillo, propietario y juez, pero, caudillo sobre todo. Todo el pueblo fue ejrcito, y el ejrcito casi una expresin suprema poltica de la comunidad. El ejrcito viene a ser "pueblo en armas". El servicio de las armas constituye derecho y deber No tanto exigencia, como honor, de ah su gratuidad. 3.- La Nacin, base de una organizacin poltica determinada: el Estado Nacional, genera un tipo caracterstico de ejrcito: el Ejrcito Nacional. Con algunas advertencias previas, a diferencia de

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    los tipos anteriormente expuestos, la aparicin del Estado "moderno" significa la centralizacin de funciones anteriormente dispersas (moneda, justicia, etc.), entre ellas la funcin de defensa. La milicia por ello no es "privada". No es "hueste" ni "mesnada", sino "ejrcito". En segundo trmino, opera la divisin de funciones, en forma tal que la FF.AA. es la organizacin en la cual funcionalmente se radica la defensa, pero que en momentos determinados se extiende a la comunidad toda -movilizacin general- como prestacin personal o de sangre. Separacin entre comunidad poltica y milicia. 1.- Este tipo lo encontramos caracterizado en ciertos tericos (Platn) al configurar un tipo social determinado -guerrero como tipo social del cual depende la existencia de la polis, pero que no se identifica con sus dems miembros. Es el momento del profesionalismo exclusivo y excluyente. 2.- La aparicin de la "caballera" como institucin feudal. El pueblo no se incorpora a la hueste. Se llama a los caballeros y no al pueblo. La carga militar es compensada por beneficios y honores de carcter hereditario y de contenido econmico. No entra en la esfera pblica y la concurrencia de infantes se estructura sobre la base de vnculo privado, de vasallaje. La institucin de la "soldada" que termina reemplazando honores y privilegios por un pago, configura el germen de un servicio "profesional" que puede derivar en los estados comerciales en una "merced", base del ejrcito mercenario. LOS PERIODOS DE TRANSICION. Los esquemas sealados responden a tipos extremos. Ahora bien, conviene sealar ciertos fenmenos de mutacin. No es extrao que las naciones terminaran vibrando con las hazaas de los condotieros, o de los legionarios. Y esos hombres nacidos en tierra extraa terminaron llevando conciencia de patria a quienes los contrataran por una paga. Y a la inversa, cuando la poblacin es ajena a los valores del ejrcito, el ejrcito termina por ser considerado como mercenario. En sistemas como el nuestro, cuando la poblacin vibra con los mismos ideales y valores que sirve funcionalmente el ejrcito, el ejrcito es popular y el pueblo potencialmente es buen ejrcito. Ahora bien, en los perodos de transicin no slo estn las actitudes de los pueblos. Estn tambin las actitudes de los hombres. Una de las pginas ms bochornosas -un ejemplo entre tantos- se registra en Francia al disolverse el Ejrcito Imperial y crearse el Ejrcito de la Restauracin. Es Guerry de Maubreil quien ata a la cola de su caballo la cruz de la Legin de Honor en homenaje a las tropas invasoras. Son los generales del Imperio quienes persiguen implacablemente a los camaradas que permanecen fieles a la bandera que ellos mismos haban servido. O son los mariscales del Imperio que al partir el Emperador a la Isla de Elba no siguen la suerte del derrotado. Que contraste en cambio con la actitud de los granaderos de la Guardia Imperial!: para elegir cuatrocientos que han de escoltar al Corso, es preciso sortear entre veinticinco mil voluntarios de su antigua guardia....

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    Nosotros al realizar el despliegue de las tesis en juego en nuestro tiempo, recordamos aquello de Santo Toms de Aquino: "...puede haber un arte militar que d reglas sobre el buen uso de ciertos medios externos. Pero, lo militar en cuanto orientado al bien comn, se introduce en el campo de la prudencia. Los dems negocios de la ciudad se ordenan a utilidades particulares, mientras que la ciencia militar tiene como fin custodiar el Bien Comn...." Las tesis que en nuestro tiempo se juegan son la teora del equilibrio entre Nacin, Estado, Pueblo y Fuerza Armada y las tesis del desequilibrio entre estos elementos. El desequilibrio de la FF.AA. en favor del Estado. El desequilibrio de la FF.AA. en favor del "pueblo". El desequilibrio de la FF.AA. en favor de la FF.AA. El desequilibrio de la FF.AA. en favor de la Nacin. A travs de estos desequilibrios se marca la ruptura de la institucionalizacin del poder militar. El Nacionalismo Revolucionario no cree en el dogmatismo constitucional y es por eso que estima justificable una nueva institucionalizacin de este poder. Sin embargo, sea cual fuere el ordenamiento concreto que se busque, ste debe estar presidido por el Bien Comn. Cuando se atenta contra esta causa final de la sociedad, se legitima toda lucha. No es ste el lugar para el despliegue de tal tesis, que por lo dems no se encuentra en ningn texto constitucional de corte positivista.... como tampoco se encuentra en ellos la teora de los desequilibrios. Estos ltimos existen como un hecho. La resistencia y la revolucin existen como un derecho anterior al positivo. Por ahora nos interesa el cauce que los hechos pueden tomar, desde el punto de vista terico, pero este inters no puede hacer perder la perspectiva de tal derecho. LA DOCTRINA DE LOS DESEQUILIBRIOS En los perodos de disolucin del Estado Demoliberal tienden a disgregarse los elementos que lo integran. En tales perodos aparecen doctrinas que tratan de salvar la Institucionalidad democrtica movilizando una serie de fuerzas en torno al Estado que, tradicionalmente se haban mantenido al margen de su estructura. Es la que acontece con Ejrcito. Se llega a sentar como axioma el siguiente esquema: en los pases desarrollados, el destino nacional se juega fuera de las fronteras nacionales; en los pases subdesarrollados el destino nacional y, las posibilidades de realizarlo se juega dentro de las fronteras. La quiebra del modelo de desarrollo liberal e individualista acarrea la quiebra del Estado Demoliberal.

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    las doctrinas de la "integracin" que nacen en el plano internacional se aplican al plano nacional donde se resuelven en trminos de "participacin". De ah el "destino manifiesto" de las FF.AA. de que hablara Finer. Pero si las doctrinas de la integracin son intentos desesperados por salvar la Institucionalidad democrtica, preservando ciertos valores que le son connaturales, qu valor tienen dichos intentos cuando lo que se trata de introducir es un ordenamiento socialista que, por propia definicin, es va de paso al ordenamiento comunista?. El nacionalismo descalifica dichos intentos. En 1911 Enrico Corradini pronunciaba un Conferencia: "Las Naciones Proletarias y el Nacionalismo". Declaraba entonces que el nacionalismo deba ser para toda la nacin lo que el socialismo representaba slo para el proletariado: un intento de redencin. Es fcil salvar la economa sacrificando a la Nacin. Si damos por cierto el pensamiento de Finer del destino manifiesto de las FF.AA., nos encontramos que fatalmente tal destino se cumple siguiendo algn tipo de los desequilibrios que pasaremos a examinar. Y entre stos, preferimos aquellos que se afincan en la afirmacin del ser nacional. Tal es el sentido ltimo de nuestra lucha y de nuestra espera. EQUILIBRIO ENTRE NACION -ESTADO -PUEBLO Y FF. AA. "....aquella clase de ejrcito era una armadura slida y muy completa con la cual la Patria sostena el Poder Soberano; aparte de que todas las piezas podan separarse una tras otra, si el poder quera emplearlo en forma abusiva ......" De Vigny. Es menester acordarse que en la teora del Estado de Derecho Demoliberal, el equilibrio entre los tres factores que nos ocupan se logra mediante una argucia que si bien ha sido impugnada en mltiples ocasiones, ha terminado por permanecer con cierta presuncin de verdad. Se dice: "el Estado es la organizacin poltica de la Nacin y, dado que los ejrcitos son "nacionales" la argucia sealada termina por dejarlos integrados en el marco de tal organizacin jurdica. Bien que mal, en este modelo de concordancia se ha mantenido la milicia en los ltimos 100 aos. Y tena razn Hans Delbruck al promediar la Primera Guerra Mundial cuando sealaba que la organizacin militar de los estados contendientes era prcticamente anloga: el sistema ideado por Scharnhorst cuyas lneas matrices eran (y son) las siguientes: -servicio militar obligatorio: montado sobre la idea de un "servicio personal" que le impone al ciudadano el Estado moderno, que deroga todas las servidumbres personales del Ancien Rgime, reservndose para s esta prestacin. -organizacin de la ciudadana en bases de conscripcin con diversas categoras que pueden llegar a movilizar hasta el ltimo relevo. -cuerpo permanente de oficiales y suboficiales, profesionales, que son el fermento del ejrcito que la movilizacin general puede convertir de pasivo en activo.

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    -proporcionalidad entre este ncleo permanente y la reserva poblacional de la Nacin. El ejrcito en su despliegue efectivo est constituido por todos los ciudadanos de la Nacin, sin distincin de clase social. En este sentido, el ejrcito moderno es "nacional" y no permanente. Por su ncleo bsico es "profesional" pero no profesionalizante. Por sto hemos dicho que Ejrcito es la organizacin que cumple funcionalmente con la defensa de la Patria. Pero al mismo tiempo hemos afirmado que las funciones no se agotan en los organismos, sino que las trascienden, tanto en sus funciones como en sus miembros, y por ello en vez de hablar de ejrcito preferimos hablar de "comunidad armada". Instrumento sensible y delicado. Organismo y no mecanismo. He expresado Deutelmoser: "un ejrcito guerrero no es una gran mquina en la cual una vez construida, el impulso aplicado a una parte se comunique automticamente a los rodajes ms secundarios y produzca un movimiento armnico. Cada elemento de los que componen el ejrcito es un ser por s mismo con ideas y sentimientos propios, con voluntad propia, que lo mismo puede ponerse en contra que en favor del conjunto. De ah la dificultad esencial en la direccin de las grandes masas. Para lograr el grado supremo de armona entre stas es necesario determinar la cooperacin de sus miles de individuos, no por la coaccin mecnica, sino por el pensamiento y la voluntad autnoma de todos ellos". A nuestro juicio, no son extraos al sistema los consejos que el clsico Vegecio expone en su tratado de la Disciplina Militar. Como anttesis de la opinin de Deutelmoser citemos un lugar comn bien acuado por Ramn Prez de Ayala. Tomando pie en una frase de San Ignacio: perinde ac cadaver -obedece como un cadver-: "...disciplina jerrquica, obediencia ciega, sacrificio voluntario de la vida.... son lo adjetivo, lo derivado, la aadidura. Lo sustantivo es la abdicacin definitiva del juicio propio.... Esto del no juzgar es la idea innata del esquema posible denominado ejrcito. Dado el principio de estrangular la facultad reflexiva, la obediencia se produce mecnicamente. Porque toda milicia o ejrcito, en tanto instrumento para ejercitar su funcin especfica, es un mecanismo.... Faltando la obediencia pasiva un ejrcito desaparece como tal ejrcito; es un reloj desmontado en ruedecillas, que ninguna por s vale nada. Falta la inhibicin del propio juicio.... cuando la unidad hombre se sobrepone a la unidad soldado y como tal hombre enjuicia al gobierno nacional hasta la operacin tctica que le cumple llevar a cabo.... cuando cada unidad soldado no ha recibido la orden y necesariamente ha de apelar a su propia iniciativa.... A fin de que en el momento preciso de la funcin del ejrcito no surja la voluntariedad del juicio individual, que equivaldra a frustrar dicha funcin, se ha llegado a establecer una ley fundamental.... que el militar en cuanto pieza de un complejo y delicado mecanismo pasivo, se abstenga de contraer el hbito de opinar ...... En el tiempo de "equilibrio" surje la teora de la "no deliberacin" apoyada fuertemente -por los marxistas. Como contrapunto, el nacionalismo a lo largo de su historia siempre ha sido "intervencionista". Y no se avergenza de ello, Dice un autor marxista (Alain Joxe): "una intervencin militar en Chile equivale a diez en otros pases, es perfecta". (Las FF.AA. en el sistema poltico de Chile. pg. 43). A confesin de parte, relevo de pruebas. Pero es menester recordar algunas cosas ms. Es que el marxismo no slo se qued en la prdica de la no deliberacin. Fue un paso ms all: atac las bases mismas del sistema militar propio de los tiempos de equilibrio, so pretexto de pacifismo: propiciando medidas tales como: -abolicin del servicio militar obligatorio. -limitacin de los cuadros y equipos permanentes. -aislamiento de la nacin, cortando los vnculos con la poblacin civil, principalmente con la juventud universitaria y secundaria.

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    Todo sto envuelto con argumentos sacados de Norman Angell, Berta Suttner, Remarque, Nicolai y otros de la misma especie y ralea. Modernamente, los argumentos que persiguen los mismos fines son sacados del campo de la economa. Se dice: el costo de la mantencin del ejrcito y su equipo atenta contra el "desarrollo econmico" y, consecuencialmente, la elevacin del ingreso "percpita" exigira la capitii diminutio cuando no el descabezamiento del ejrcito. De esta forma, muchos incautos, incluyendo militares, se aprestan a participar en "tareas de desarrollo econmico" para purgar culpas que no son imputables a la institucin armada. Debemos recordar que en este proceso se da un paralelismo asombroso con la campaa que en el siglo pasado se dio contra los "fabulosos" bienes de la Iglesia, que -segn se pretextaba- empobrecan a la Nacin. Basta ver la Iglesia de nuestros das para apreciar lo eficaz de la campaa... DESEQUILIBRIO DE LA FF.AA. EN FAVOR DEL ESTADO. .... se debe llamar al socialismo hijo legtimo del liberalismo..." Victor Cathrein. Antes que nada debemos recordar que es precisamente al Estado Demoliberal al que los tericos en forma irnica -sin saber el alcance de su irona- han denominado "Estado Gendarme". Alfredo de Vigny plantea la esencia del problema: "el Ejrcito moderno tan pronto cesa la guerra se convierte en una especie de gendarmera". Valentn Letelier ha definido el papel de las FF.AA.: "desempean el doble papel de instrumento de victoria para mantener la independencia en el exterior y medio de coaccin para conservar el orden en el interior". Borrados por el tiempo los ecos de las victorias tenemos la definicin de Leteller coincidiendo con la de Vigny. Por otra parte afirmamos que en la democracia demoliberal se contenan los grmenes del totalitarismo. La esencia del totalitarismo es la absorcin por el Estado de las Comunidades de la Nacin. Si definimos al Ejrcito como una comunidad bsica.... Los conceptos expresados se vinculan estrechamente. En efecto: la absorcin de la FF. AA por el Estado tiende a convertirla en milicia. Debemos sealar que tanto la Democracia como el Totalitarismo crearon organismos paramilitares para servir de contrapeso al Ejrcito. Los nombres no nos son extraos: cuerpos cvicos, milicias republicanas, incluso se considera cumpliendo una funcin de contrapeso al propio Cuerpo de Carabineros (Alain Joxe). En los partidos totalitarios de otrora: tropas de asalto, milicias populares, etc. Ahora bien. Cuando Lenin afirma que hay que hacer saltar las dos maquinarias ms caractersticas del Estado: la burocracia y el Ejrcito, e instaurar una etapa transitoria hacia el nuevo estado que por administrar cosas y no personas, no es propiamente Estado, etapa transitoria que se denomina "dictadura del proletariado", se puso en una perspectiva consecuente: la perspectiva del asalto revolucionario al poder. No consider la llegada del marxismo al poder

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    por va electoral. Cuando sto ocurre, puede saltarse una etapa que resulta innecesaria: la dictadura del proletariado -al menos con el nombre de tal-. En efecto, las maquinarias a que se refera Lenin pueden romperse desde el propio Estado, siguiendo las tendencias del propio Estado Demoliberal y sus instrumentos, desprovistos de su contenido. En honor a la justicia, la tcnica en esta materia fue desarrollada por el nacismo... As consideradas las cosas nos viene a la mente una conocida historieta de A. Soglow... y una famosa conferencia dictada en abril en Berln por Ferdinand Lasalle: .... los factores reales de poder que rigen en el seno de cada sociedad son esa fuerza, activa y eficaz que informa todas las leyes e instituciones jurdicas de la sociedad en cuestin, haciendo que no pueden ser, en substancia, ms que tal y como son... Uno de los factores reales de poder es el ejrcito. Respecto de su posicin en el Estado afirma Lasalle: se construye adems la teora que no deja de tener, a la verdad, su fundamento sustancial en que el "rey" ocupa frente al ejrcito una posicin muy diferente a la que le corresponde respecto a las dems instituciones del Estado, la teora de que el "rey", como jefe de las fuerzas militares del pas, no es slo "rey", sino que adems, algo muy distinto, especial, misterioso y desconocido, para lo que se ha inventado el trmino jefe supremo de las fuerzas de mar y tierra, razn por la cual ni la Cmara ni la nacin tienen por qu preocuparse del Ejrcito ni inmiscuirse en sus asuntos ni organizacin ...... Fue en esta misma ocasin donde afirm que la Constitucin sin consideracin a esos factores reales es "un pedazo de papel". Si recordamos la historia de estos ltimos meses, estas palabras dichas en 1862 parecen pronunciadas recientemente. A principios de 1890, otro hombre que puede considerarse como precursor de la renovacin de los estudios de Derecho Natural, y cuya obra junto con la de Taparelli debiera ser leda ms a menudo, sostuvo: "....creemos que con plena razn se puede y an se debe llamar al socialismo hijo legtimo del liberalismo, por ms que ste se avergence de esta paternidad.... Existiendo una afinidad ntima entre el socialismo y el liberalismo no cabe imaginar que aquel sea capaz de combatir a este seriamente". Las lecciones de un Balmes, de un Donoso Corts y de los tradicionalistas franceses son hoy da de palpitante actualidad. Si olvidamos lo retrico y nos quedamos con la substancia, podremos apreciar que en la gnesis del liberalismo estos hombres previeron el fin del proceso que paradigmticamente vino a cumplirse en Chile.... En el orden de los principios era necesario hacer estos recuerdos, porque de ellos fluye una enseanza: la democracia no salvar a la democracia aunque lo griten un milln de personas. Las verdades no dependen de las mayoras, operen stas por la va de la eleccin o del plebiscito. El Nacionalismo Revolucionario afirma que la solucin no nace de la lectura de los tratados de derecho constitucional. Se encuentra por ejemplo, en la lectura de los telogos juristas espaoles del siglo XVI, se encuentra en los tratados de tica, pero nunca en el pensamiento de los hombres y prohombres del sistema sobrepasado. Aqu no est en juego un problema constitucional. Est en juego un problema de principios.

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    Cuando se lucha por ellos es necesario tener la entereza moral inclusive. para afrontar el desequilibrio que pudiera darse en el sentido reseado. DESEQUILIBRIO DE LA FF.AA. EN FAVOR DEL "PUEBLO". Ninguna persona o reunin de personas pueden tomar el ttulo o representacin del pueblo.... La infraccin de este artculo es SEDICION. Artculo 3. de la Constitucin Poltica. No nos debe, en el orden de los conceptos, extraar este ttulo. Si tal como lo hemos venido sosteniendo, en los perodos de disolucin del Estado Demoliberal los elementos que lo integran tienden a actuar en forma autnoma, nada nos debe extraar aue las FF.AA. puedan decidirse en favor del "pueblo": Ejemplos en la historia no faltan. Aconteci como hecho previo de la Revolucin Rusa y de la Revolucin Socialista Alemana. Y la teora del marxismo "ortodoxo" estima que es necesario destruir el aparato militar del Estado Burgus para reemplazarlo -por un Ejrcito Popular, cuya base son las "milicias populares" La misma doctrina encontramos en el presente en las publicaciones de los "neo-ortodoxos" que se asilan en los llamados movimiento de extrema izquierda. Pero se trata de un "pueblo" entre comillas, como pasamos a examinar a continuacin. En efecto, la poblacin no es un concepto poltico. Es apenas un concepto demogrfico. Necesita de una interpretacin para revestir categora poltica. Necesita de organizacin poltica para ser operable. Es que el Estado tiene su organizacin. Es que el Ejrcito tiene su organizacin. No as la Poblacin. No as la Nacin. "Pueblo" en sentido marxista es la expresin de una clase social por antonomasia: el proletariado. Y de ste, el Partido Comunista se autoproclama su vanguardia revolucionaria. Su misin es darle organizacin, sentido y conciencia. En cuanto es sto, reviste el carcter de mxima titularidad poltica, y las dems organizaciones deben estar a su servicio. Incluso el Estado. Pueden existir, a condicin de que sean una mera ficcin. - Si el motor de la lucha de clases es el que dinamiza la historia, es lgico -dentro de un planteamiento clasista- que las restantes clases sociales que no son proletarias o no se transforman en tributarias del Partido, son enemigas del "pueblo". Son apenas poblaciones accidentalmente ligadas al elemento territorio de un Estado. Son ciudadanos de segundo orden. La ciudadana no es una calidad jurdica que dependa de la pertenencia a un Estado. Es una condicin propia de una clase social y ms que eso: su plena titularidad dimana de la pertenencia al Partido. Una de las pocas cosas acertadamente intuidas por la Constitucin Poltica es el artculo 3, con que iniciamos este prrafo. Pero inconsecuentemente al basarse en el sistema de los Partidos Polticos consagr implcitamente la sedicin como base del sistema.

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    En efecto, y por esencia, qu otra misin cumplen los partidos polticos sino atribuirse la representacin del pueblo? Del pueblo sin comillas los unos. Del pueblo con comillas los otros. Hemos dicho: certeramente intuidas. En efecto si recurrimos a las opiniones de un hombre al cual ciertamente no se le puede acusar de estar mezclado en el torbellino de pasiones que nos rige, nos encontramos con las siguientes afirmaciones: - La sedicin y el cisma pertenecen a la discordia de las partes entre s. - La sedicin es un pecado especial consistente en la mutua oposicin de las partes de una multitud o preparacin para la lucha. - La sedicin se opone a la unidad y paz de la multitud. Y este hombre, que no es otro que Santo Toms de Aquino, atribuy a la sedicin carcter de pecado mortal. Con una sola salvedad: no se da en quienes defienden el bien comn. Y justamente este hombre defini pueblo en la nica acepcin que la podemos aceptar: asamblea de la muchedumbre, reunida en conformidad con el derecho y con miras al bien comn. El pueblo sin comillas del rgimen demoliberal, mera masa electoral, despojado de contenido tnico, histrico y cultural, devino apenas en poblacin. En esa desubstanciacin contribuyeron por igual las organizaciones polticas que se preocuparon de luchar por su bien particular y el propio Estado que, de ente instrumental pas a ser considerado ente substancial. Estado organizado para la discordia, no pudo luchar por el bien comn. Estado que en la ltima etapa de su fracaso atent incluso contra la poblacin mediante una forma cnica de genocidio llamado "regulacin de la natalidad" confesando su impotencia para remediar los problemas propios de una demografa creciente. El pueblo con comillas de la concepcin marxista no puede fundar vlidamente un Estado, porque es parcial. Porque la parcialidad excluye el bien comn. Porque la parcialidad excluye la justicia. Porque la parcialidad excluye el orden. El Nacionalismo, que piensa en funcin de totalidad no puede aceptar aunque s puede explicarse- ni a ttulo de los ms nobles pretextos estas doctrinas que, para culminar el desvaro, tienen pretensin de cosmovisiones. Y ms an afirma: el elemento Pueblo desgajado del elemento Nacin, se reduce a una abstraccin. Y solamente por ese motivo es que el Nacionalismo puede proclamarse como autnticamente popular. Porque para el Nacionalismo pueblo es una entidad real, concreta, total, de contenido tnico histrico y cultural que cobra conciencia en el espacio histrico de la Nacin. Y tal conciencia es el real elemento dinamizador que lo convierte en fuerza viva. No en simple materia inorgnica a la cual pueda imponrsele a ttulo de forma cualquier rgimen poltico. Era necesaria esta aclaracin porque slo desde ella puede comprenderse la posicin de quienes tratan de inclinar a la FF.AA. en favor del "pueblo". Ha dicho Hegel que la razn en su desarrollo histrico juega sus argucias. Hoy la ha jugado una vez ms. La titularidad del poder adquirido por la "va burguesa" parece insuficiente a los "neoortodoxos" que quieren sea legitimado por la "va revolucionaria". No entendiendo el inteligente esfuerzo de quienes al frente del Estado, buscan el apoyo del "poder real" que es el Ejrcito, utilizando los mismos recursos de la Democracia Demoliberal para lograr

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    sus verdaderos objetivos, que en honor a la verdad, a nadie recatan y ocultan, crean organizaciones paramilitares para que se cumplan las escrituras de los padres... marxistas. No logran entender que la etapa de la Dictadura del Proletariado no tiene sentido cuando el marxismo adviene al poder por la va democrtica. A menos que su existencia sea una muy sutil mascarada como insinan algunos polticos, logran por lo menos con su presencia y accin que la FF.AA., por su natural sentido de la autoridad, respalden al Presidente para que su autoridad no sea sobrepasada. Y en esto hay una diferencia importante que sealar con los partidos totalitarios de antao. En ellos, la organizacin paramilitar tena carcter paraestatal. Aqu, condicin necesaria, es que a lo ms sean tolerados -o diseados?- pero fuera de l. Pero de todas formas, tales grupos que tienen existencia real, tanto que el propio Parlamento propugna un proyecto de ley, reiterativo en la construccin de tipos delictivos contenidos en la Ley de Seguridad Interior del Estado, cumplen una funcin compensadora del "poder real" que es la FF. AA. Dicen los tericos marxistas que el Estado Demoliberal caer bajo el peso de sus propias contradicciones. En la estructura que de tal estado an subsiste, est presente esta contradiccin. No se trata aqu de tesis y anttesis. Se trata de dos tesis que nacen de una misma teora. Y una "mueca" aunque sea excelente no reviste carcter de sntesis. El Gran Arquitecto -a Dios gracias- parece opinar lo mismo. DESEQUILIBRIO DE LAS FUERZAS ARMADAS EN FAVOR.... DE LAS FUERZAS ARMADAS. "...un Ejrcito que no transige; el Ejrcito fundido en material pursimo..." Ernesto Psichari. Aunque parezca extrao, las FF. AA. para preservar su esencia pueden volverse contra el Estado y contra el "pueblo" entendido en sentido marxista. Pero, en el esquema de los desequilibrios que se aceleran a la muerte del Estado Demoliberal, no debe llamar la atencin que los "factores reales de poder" como los llamara Lasalle, tiendan a actuar autnomamente puesto que est roto el esquema conceptual orgnico en el cual se integraban. Hubo hombres a lo largo de la historia que frente a la miseria y el caos, frente a la antipatria, tuvieron l suficiente coraje para "intervenir" y tratar, en un esfuerzo gigantesco de integrar a la sociedad atomizada por la accin de los partidos -todo reino dividido perece!- y por el fracaso de la democracia. Hubo hombres que comprendieron que la accin de la Fuerza Armada ejercida oportunamente tena el carcter de arbitral para evitar enfrentamientos irreparables. Hubo hombres capaces de actuar por convicciones y no por pretextos. Pero, no es menos cierto que los procesos de decadencia afectan a todos los hombres e instituciones de una poca por igual. Los hombres de armas, seres histricos, parecen no escapar a tal ley. En esos momentos cmo no recordar aqul proyecto de novela concebido por el nieto de Renn en que "el protagonista sera el Ejrcito, un Ejrcito que no transige; el Ejrcito fundido en material

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    pursimo; esta antigua institucin que nos liga al pasado, siempre idntica a s misma... El Ejrcito estara all de cuerpo entero con misin superior de salvaguardia...! Esta misin superior de salvaguardia es la gua de la decisin castrense de intervenir en la vida poltica de los pueblos. Un ensayista agudo -Ariel Peralta - ha sealado que el proceso de las dictaduras y cesarismos en Iberoamrica tiene profundas races. Al presente no se ha hecho una evaluacin desapasionada de procesos de esta ndole, con diversos resultados, que posibilitaron cambios polticos radicales (Per) o la incorporacin a un ritmo acelerado de desarrollo econmico (Brasil) o incorporado a los beneficios sociales a inmensos sectores de la poblacin (Argentina, bajo Pern) o mejorado las estructuras administrativas existentes (Ibez) o eliminado la guerra revolucionaria castrista (Bolivia). Y como caracterstica comn a todos estos procesos -y de ah el encono marxista: -han sido la nica alternativa real que el comunismo ha tenido en Iberoamrica. No est hecho todava el balance de esta misin de salvaguardia cumplida por las FF.AA. Hay crticas fundadas: que su intervencin tiene un carcter precario al imponer un orden pero no un rgimen con viabilidad y continuidad histricas lo que los lleva, en la mayora de los casos a ofrecer... la vuelta a la democracia. Que no han desarrollado -salvo Pern un propio estilo de masas, lo que los lleva a radicar la soberana en la entidad castrense, etc. Pero, sea lo que fuere, cabe postular en el orden de los conceptos que: frente a Dictadura Marxista: Dictadura Nacional. Que frente a Revolucin Marxista: Revolucin Nacional. Y que el advenimiento de un Nuevo Estado exige tales formas extremas de desequilibrio, que son un medio para un fin. El Nacionalismo, siempre ha sido intervencionista y rinde homenaje a figuras que en la historia patria culminan con el General Carlos Ibez del Campo. Est consciente de que en el plano de las legitimidades, la de ejercicio es superior a la de origen, la que en ltimo trmino, en las pocas de decadencia sale de la esfera del inters pblico para instalarse de lleno en la esfera del inters privado, de partidos, logias, monopolios, etc. y sentimentalmente -aunque no doctrinariamente est ms cerca de los ejrcitos que no transigen, porque su accin muchas veces inexperta, reviste un residuo de grandeza. Porque como muchas veces hemos afirmado: "una milicia dormida desemboca en una Patria muerta." DESEQUILIBRIO DE LA FF. AA. EN FAVOR DE LA NACION. ... A la lid por la patria y por la amada esposa y por los hijos salga el fuerte y alcance asi la gloria merecida---. (Tirteo. Canto IV) Voluntariamente hemos incluido entre los "desequilibrios" al que la milicia pueda tomar en favor de la Nacin, por dos motivos. En primer lugar porque el que la milicia pueda inclinarse en favor del Estado o en favor del "pueblo" parece ser admitido con la mayor naturalidad del mundo y el que el ejrcito pueda decidirse por Nacin, parece ser una hereja. En segundo lugar, porque una vez tomada la conciencia de tal "escndalo", de tal anomala, y slo en la medida de percibir constantemente esa situacin, puede plantearse el despliegue dialctico de tal tesis, que es lo que hacemos a continuacin:

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    1.- Si hay un hecho radical que separa al nacionalismo revolucionario del nacionalismo liberal es la aceptacin del desequilibrio anotado. En efecto, el nacionalismo liberal naci y se prohij dentro del mbito del Estado Demoliberal en su concepcin clsica, y por eso siempre es partidario de la teora del equilibrio Nacin - Estado - Milicia. Por eso en su actuar concreto plantea lo mismo que los partidos tradicionales cuando adoptan posiciones "nacionalistas": vuelta al equilibrio. Por eso su ltima perspectiva es la vuelta al "Estado autoritario" posicin muy digna pero que a la larga es nuevamente "estatismo". El nacionalismo revolucionario acepta en perspectiva histrica la descomposicin del Estado Demoliberal y frente a ese momento tiene explicaciones muy concretas, que nacen de una jerarqua de valores. 2.- El nacionalismo revolucionario distingue perfectamente en poltica, lo permanente de lo accidental. Cuando se produce el divorcio entre el Estado y la Nacin, el deber de la FF.AA. es cumplir sus obligaciones para con la Nacin por encima de los compromisos que el Estado tenga contrados. No puede calificarse de sediciosa tal actitud. Cuando hay colisin de derechos el superior debe prevalecer sobre el Inferior. La Nacin tiene derecho a ser defendida incluso contra el Estado. 3.- La Nacin es una comunidad real, una comunidad de comunidades. El Estado demoliberal es una simple tipologa de estado histrico que es superado por la historia, en cuanto a forma organizativa. En este sentido, como tipo histrico, es accidental frente a lo permanente de la nacin. La nacin es un complejo tnico-religioso, histrico-geopoltico, complejo real, existencial, no simple abstraccin conceptualizable a travs de un dogmatismo institucional. Por sto somos nacionalistas: por fidelidad a esta comunidad de comunidades y no por fidelidad al Estado que qued obsoleto. La Nacin no puede quedar en estado de crislida ni de capullo. 4.- El Nacional Sindicalismo ha afirmado que el Estado Demoliberal ha muerto. Como resultado muchos han corrido a ponerse el traje de luto... en vez de alegrarse porque es el paso imprescindible para el advenimiento del Estado de Comunidad Nacional. Proceso indispensable, tal como ayer la muerte de los partidos tradicionales fue condicin indispensable para el resurgimiento del nacionalismo en general: el revolucionario y el otro... 5.- Al comenzar estas lneas afirmamos: El Estado no es sino una de las formas histricas que ha revestido el ordenamiento poltico. No se puede proyectar hacia el futuro toda vez que ha entrado en su fase de disolucin. Quienes afirman lo contrario parecen ignorar las teoras del pluralismo poltico de Russel Laski y Cole. O la teora de la integracin del Estado de Smend. O las teoras "decisionistas" de Schmidt y Heller. O la teora de la institucin de Renard. O la teora del Estado Totalitario. Es negar la posibilidad de evolucin del Estado. Justo en el momento cuando la Democracia Cristiana fracas en su intento de construirlo precisamente por atenerse a las normas del Estado Demoliberal. Justo en el momento cuando los partidos de inspiracin marxista estn fracasando en su intento de construir un estado apegado a dogmas que la comunidad nacional no acepta por extranjeros y atentatorios a su ser ms ntimo. Por eso, aunque muchos a la hora de nona traten de aparecer como herederos del difunto estado, somos revolucionarios, a fuer de nacionalistas.

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    CONCLUSIN. Roto el equilibrio: Nacin - Pueblo Milicia propio del ms alto momento del Estado Demoliberal es necesario justificar la primaca de una decisin de la milicia por la Nacin. En sntesis, una decisin a favor del Estado, contradice la esencia ms propia del ejrcito moderno que es "nacional" y no "estatal". Una decisin por el "pueblo" obedece a un concepto poltico, puesto que pueblo tiene sentido no como determinada clase social sino como uno de los componentes del concepto nacin. Una decisin de la milicia por la milicia es convertir al ejrcito de profesional en profesionalizante, y si tiene implicancias polticas, el radicar el poder no en las comunidades bsicas sino en una junta de militares. Una decisin por la Nacin, reintegra los elementos en pugna y abre el camino hacia una nueva forma de Estado que substituya a la forma muerta del Estado Demoliberal, que el marxismo utiliza como herramienta no para substituir al Estado sino para destruir a la Nacin.

    RENATO CARMONA FLORES.

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    Fragmento de Tirteo. NOTA DE LA REDACCION. Jorobado. Bizco. Cojo. He aqu el general que el orculo, valindose de una burla, concedi a los espartanos. En medio de la anarqua compone su "Eunomia" o defensa de la Constitucin -respetable por venir de Zeus-. En medio de la lucha contra los Mesenios -problemas agrarios de por medio surgen sus cantos de lucha. Jams se record el deber y el honor militar al corazn de un pueblo, de modo ms bello y apremiante. Entre la versin de Castillo y Ayensa o la reciente de Juan Ferrat, nos quedamos con la ltima. Hay belleza. Hay apremio. Y las centurias han tornado sus versos ms actuales. Es admirable haber muerto, cuando ha cado en vanguardia un hombre peleando en bien de la patria. Pero dejar la propia ciudad y sus campos fecundos y andar mendigando, es lo ms doloroso de todo, vagando sin fin con la madre querida y el padre ya viejo y la esposa e hijos pequeos. Porque va a serles ingrato, a aquellos a quienes acuda vencido por la penuria y el hambre execrable, y avergenza a su estirpe y ultraja su hermosa figura y toda suerte de agravios y penas le siguen. As que, si nadie les guarda ninguna atencin ni respeto a los vagabundos, ni an a su estirpe futura, luchemos con nimo todos por esta tierra, y muramos por nuestros hijos, sin reparar en la vida. Jvenes vamos, luchad con firmeza, hombro con hombro, no empecis la infame huida ni el miedo, haceos, dentro del pecho, el nimo grande y robusto, no pensis en la vida peleando en el frente; y a vuestros mayores, que ya no tienen rodillas ligeras, no huyis dejndolos a ellos atrs, a los viejos. Pues abochorna, que yazga, cado en vanguardia un guerrero, siendo un hombre mayor, delante de jvenes, quien, ya blanco el cabello y la barba llena de canas, est exhalando su alma valiente en el polvo, y tiene en el puo sujetas las partes, baadas en sangre -dan vergenza a los ojos y es malo de ver- y desnudas las carnes. Mas a todo joven le cuadra en tanto conserva la flor, de la juventud. Los hombres se encantan de verlo y lo quieren bien las mujeres, mientras an vive, y lo admiran, si cae en vanguardia.

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    Fragmento de Tirteo. Alguna vez Heine afirm que los hombres del Medioevo fueron capaces de construir catedrales porque tenan convicciones y no simples opiniones. Un sistema poltico basado en opiniones no poda terminar en nada parecido a una catedral. Ms bien termin convertido en una ruina: la ruina que vivimos. La poltica es arte arquitectnico, y en cuanto tal implica principios. -Implica origen. Porque "arte" es ambas cosas: es origen y es principio. Sin vuelta al origen y al principio no hay poltica revolucionaria. Ya lo ha dicho D'Ors: lo que no es tradicin es plagio. Y lo que es plagio es servidumbre. Cuando el marxismo desplaza al estado liberal "agnostico y neutral" pese a sus pretensiones de originalidad, se resuelve en plagio y servidumbre. Tanto en sus manifestaciones ortodoxas como en las heterodoxas. Entonces surje el nacionalismo hablando de orgenes, principios y destinos. Es que toda poltica que quiera ser fecunda debe estar preada de destinos.... Cuando en FORJA -sine ira et cum studio- hacemos precisiones sobre el nacionalismo no queremos desandar el camino del entendimiento. Todo lo contrario. Tambin se cumple aqu que lo primero en la intencin es lo ltimo en la realizacin. Entre lo primero y lo ltimo surje el malentendido. Pero hay formas de desandar el camino, Indicado. Por ejemplo: la pertinaz insistencia con que, se ha venido atribuyendo al nacionalismo la calidad de un -"mero sentimiento", oscilando la calificacin de ste, desde "noble- hasta "patolgico".... Por ejemplo, el juego de prestidigitacin por el cual se juzga la poltica nacional desde normas eternas e inmutables condenando la accin concreta del nacionalismo, pero resulta que esas normas son las mismas por las cuales se rije el nacionalismo como alternativa contingente.... Podr ser todo eso. Y en buena hora. Porque la discrepancia surgidas de la inteligencia es siempre fecunda. Demos un paso ms all. Afirmemos que el nacionalismo ha estado presente en Chile doctrinariamente desde hace ms de 70 aos. No tomemos nuestra desinformacin sobre este hecho como si fuera una tesis. Afirmemos que al presente el nacionalismo es un hecho social. Aunque disguste a muchos. Afirmemos que la nacin es una realidad. Pero no basta. El nacionalismo llega a la poltica a hablar de destinos. Es cierto. Pero tambin llega a hablar de Orgenes y Principios.

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    Que no son los del marxismo, porque disuelven la nacin. Cules son tales principios?. Los nuestros. No son la mera negacin de las doctrinas aludidas. No confundamos el motivo con la causa. No son la premisa mayor de un silogismo. No son una intuicin deslumbradora del cgito. Un principio es algo ms serio y radical que todo eso: un principio es algo as como la definiera Aristteles en el Libro Delta de la Metafsica o lo entendiera Santo Toms de Aquino. Que el hombre sea un animal poltico -o social-; que la Polis integra la categora de "comunidad- parecen datos claros para todos aquellos que parten planteando el problema poltico. Pero, dejando de mano el problema que en el pensamiento de Aristteles presenta el "ethnos" frente a la -polis", hay un hallazgo muy propio y caro para los nacionalistas. Dice Santo Toms: "El hombre se hace deudor de los dems segn la excelencia y segn los beneficios que ellos ha recibido. Por ambos ttulos, Dios ocupa el primer lugar. por ser sumamente excelente y por ser nuestro principio primero de existir y de nuestro gobierno. Despus de Dios, los padres y la patria son tambin principios de nuestro ser y gobierno, pues de ellos y en ella nos hemos nacido y criado." La Patria: principio de nuestro ser y gobierno! Ha sido San Agustin quien junto al orden de los principios ha colocado el orden de los amores: "ama siempre a tus prjimos, y ms que, a tus prjimos a tus padres y ms que a tus padres a tu Patria, y ms que a tu Patria, a Dios". Hemos dicho que el nacionalismo llega a hablar de orgenes y principios. Y la Patria tiene tal rango metafsico. Se ha venido diciendo que el nacionalismo es un sentimiento. Para algunos, un mal sentimiento. Pero resulta que el nacionalismo incardinado en el correcto orden de principios y orden de amores es una virtud que no se puede reducir a la mera lucha por la Justicia y el bien comn. Ha dicho Santo Toms de Aquino: "la piedad se extiende a la patria en cuanto que es en cierto modo principio de nuestra existencia, mientras que la justicia legal se refiere al bien de la patria en razn del bien comn." Si dijsemos que en el planteamiento clsico del problema poltico, el nacionalismo presenta estos dos elementos diferenciales, tal vez estaramos dando un paso adelante. Si sobre esos viejos textos convocadores se refundara una amistad poltica! Ha dicho Flaubert que el Estilo no es nada ms que una manera de pensar y que si nuestra concepcin es dbil no podr escribirse jams de manera fuerte. Podr aceptarse tal afirmacin? O -el estilo ser como quiere Unamuno algo que camino y a la vez caminar, como es un ro?

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    Si lo que en la intencin primera fue suscitar dilogo se transform en zaherir varonas, vayan las excusas debidas. Provenga la ofensa del "pensar-Estilo- o del "pensar-ro". El tiempo, ese mismo tiempo que el Angel del Apocalipsis aunci que est prximo a caducar -no habr ms tiempo!- nos ha sacado al alma a flor de piel. Por algo a dicho Valery que la piel es lo ms profundo que poseemos, Eso podr explicar muchas cosas. Pero en ningn caso justificar la ausencia de un dilogo enriquecedor.

    R.C.

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    La Guerra Civil: Trasunto de un fracaso. ........La hora es grave y no puede estirarse mucho ms el hilo que une an a las dos partes del pas...." Obispos de Chile. TRASUNTO DE UN FRACASO Cada vez con una mayor naturalidad y menor Inhibicin se habla de "guerra civil" en nuestra patria. Se amenaza, filsofa y hasta poetiza acerca de ella como si fuera un dato del problema: el problema del enfrentamiento que parece prevrse como un recurso extremo pero ms o menos lgico y natural dentro del proceso poltico nacional. Es evidente que en el campo de las amenazas puede cumplir alguna funcin para amedrentar al enemigo. Para hacerle aceptar el orden existente como un mal menor en relacin con un mal mayor. Es la triste perspectiva de la poltica no como la bsqueda de un bien mayor, sino como manejo del mal menor. Con todo, un anlisis ms profundo lleva a conclusiones distintas acerca de la "guerra civil". Ella puede presentirse como una posibilidad. Es lo que hacen los Obispos chilenos en su ltima asamblea plenaria anual: "....la hora es grave y no puede estirarse mucho ms el hilo que une an a las dos partes del pas, sin consecuencias irreparables..." Pero ella no puede "programarse porque, como se ver, la guerra civil es slo el resultado de una serie de fracasos, culminacin a su vez de algunos fracasos previos. Y los fracasos no pueden ser sensatamente programados.... Cules son esos fracasos? El "hilo" a que se refieren los Obispos es la convivencia ciudadana dentro de por lo menos ciertas normas mnimas que todos aceptan. Si llega a cortarse ese hilo, si llega a desaparecer la aceptacin comn de dichas normas mnimas, surge en el seno de la Nacin o del Estado la tentacin de imponer por la fuerza unas nuevas normas de convivencia, una nueva legalidad. Es la tentacin del golpe de Estado, tentacin a la que puede sucumbir cualquiera de las partes en conflicto. Esta tentacin aparece (y algunas veces lo es, lo que constituye su justificacin tica) como un ltimo intento desesperado de supervivencia nacional o, en palabras de Gil Robles en aquella Espaa trgica de 1936 a la que tantas ojos temerosos se dirigen hoy da, la reaccin natural de "media nacin que no se resigna a morir". Ahora bien, si partimos de aquello de que la poltica implica como base no slo el ejercicio del poder sino el logro de un sistema de convivencia humanamente aceptable, la tentacin del golpe de Estado aparece as como la culminacin del fracaso del Estado que no ha tenido la capacidad de cumplir con su obligacin de proporcionar y asegurar no ya ese sistema de convivencia aceptable sino ni siquiera una normas mnimas de comn aceptacin. Es a veces el propio Estado el que sucumbe a la tentacin del golpe, algunas veces por considerar que aquel fracaso suyo se ha debido a que "no lo dejan gobernar" otras veces como mtodo de consolidacin de un nuevo sistema en las pocas de crisis polticas (la Historia est llena de ejemplos de este caso).

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    En otras ocasiones son la ciudadana y/o las fuerzas armadas las que toman la Iniciativa del golpe de Estado. En uno u otro caso, tres son las posibilidades: el golpe triunfa, o fracasa totalmente, o triunfa a medias y fracasa tambin a medias. En los dos primeros casos se establecen una nueva legalidad o unas nuevas normas, o se restablece la situacin anterior, pero no hay guerra civil. En cambio, en el tercer caso, en que ningn bando destruye al contrario ni es destruido por ste, si. La guerra civil presupone la presencia simultnea y desafiante de dos adversarios en que cada uno de ellos ha triunfado parcialmente en tanto cuanto ha fracasado tambin parcialmente el otro. La guerra civil, en esta manera, implica necesariamente el fracaso de ambos bandos en la accin violenta: el Estado en cuanto ha fracasado en la utilizacin de los instrumentos legales, coercitivos, administrativos y de todo orden de que dispone y que normalmente son suficientes para eliminar todo tipo o foco de resistencia; la ciudadana y/o las fuerzas armadas en la remocin del gobierno en forma rpida y con un mnimo de daos. LA ESPAA DEL 36 Un ejemplo de lo que tratamos de comprobar aqu podemos encontrarlo en aquella Espaa de 1936 hacia cuyo recuerdo temerosos se dirigen tan seguido, ltimamente, los pensamientos de los que prevn la posibilidad de una tragedia semejante en nuestra patria. El alzamiento de julio de 1936, fue seguramente el ms amplio, complejo y, dentro de ciertas limitaciones, "organizado" golpe de Estado de que haya recuerdo. Cincuenta alzamientos consecutivos en cincuenta partes distintas de la pennsula, de Marruecos y de las provincias insulares, producidos en un lapso de tres a cuatro das, confirman -por s solos los calificativos asignados a este alzamiento. Nunca un gobierno se haba visto ante una seguidilla tal de sublevaciones que estallaban ante sus ojos atnitos como una ristra de fuegos artificiales. Y sin embargo este alzamiento mltiple y decidido, bravo y con indudable apoyo popular y de las capas medias, no triunf totalmente sino que, junto a valiosos triunfos parciales en muchas partes, sufri importantes fracasos en lugares claves, quedando como consecuencia de ello dos fuerzas en presencia que debieron dilucidar supremacas en la larga y estremecedora lucha del 26 al 39 que todos creemos conocer. LOS CUATRO GENERALES. Es interesante analizar las causas del fracaso parcial de ese alzamiento. Ante todo, no hay lugar a dudas que parte importante de dichas causas estrib en la actitud del gobierno. En efecto, ste qued sobrepasado desde el primer momento y, en el fondo, totalmente derrotado; pero, en una jugada maquiavlica y terrible, cambi las condiciones del juego al abdicar de hecho y permitir que un nuevo adversario lo reemplazara en la lucha: las masas marxistas y anarquistas que fueron rpidamente armadas con los parques de armamentos abiertos -por orden de Jiral para armar al "pueblo". Pero tambin hay que anotar que otra parte muy importante de las causas de los fracasos parciales del alzamiento se debi a debilidades del propio alzamiento. En primer lugar: los mandos.

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    Contra lo que se ha dicho repetidamente a lo largo del tiempo, sta no fue una "sublevacin de los generales" en el sentido de los altos mandos. En efecto, slo una minora de stos tom parte en el alzamiento, manteniendo la mayora una actitud neutra o claramente contraria al mismo. De los 18 generales de divisin con mando efectivo solo se alzaron los jefes de las guarniciones insulares -el jefe una sola de las ocho divisiones orgnicas de la pennsula Cabanellas de la 5ta divisin de Zaragoza y el jefe de uno de los tres institutos armados -Queipo del Llano, de Carabineros, que no se alz a la cabeza de sus hombres, sino en Sevilla "la roja", despus de destituir manu militar al jefe de aquella regin militar-. No lo hicieron los tres inspectores generales o jefes superiores del ejrcito, los comandantes de 7 de las 8 divisiones orgnicas, el jefe de la divisin de caballera, el comandante supremo de las fuerzas de frica, ni los jefes de dos de los tres institutos armados -Guardia Civil y Guardia de Asalto. Tampoco tom parte en el alzamiento, sino todo lo contrario, el jefe de la aviacin militar, otro general de divisin por cuanto aquella an perteneca en aquel entonces al ejrcito. Los "cuatro generales" de que habla la copla republicana basada en los "cuatro muleros" de Garca Lorca, eran, tal como se ha expuesto, efectivamente cuatro.... Al nivel de generales de brigada el porcentaje de los alzados fue ligeramente superior, quedando ms o menos equilibrados con el de aquellos que se negaron a cooperar con el golpe militar o se opusieron terminantemente a l. As, el fracaso del alzamiento, en este aspecto, se debi en algunos puntos claves como Madrid, Barcelona y Valencia a la actitud dubitativa o decididamente contraria de sus mandos superiores, debindose tambin los fracasos o dificultades en otros lugares como el pas vasco, Andaluca y Extremadura a razones semejantes. La actitud reticente o contraria de la gran mayora se deba, naturalmente, al hecho que el gobierno (como todo gobierno) haba tratado con bastante xito de colocar gentes adeptas en los altos rangos militares, pero tambin al recuerdo ominoso de las humillaciones y postergaciones sufridas por los comprometidos en el golpe abortivo y abortado del 10 de Agosto de 1932, golpe poco justificado, mal preparado y peor desarrollado, amn de conocido previamente y en detalle por el gobierno que se pretenda derrocar.... Y todo lo anterior complicado con las actitudes momentneamente contemporizadoras del gobierno que, antes que la revolucin marxista lo aventase, trat de entrar en conversaciones con los alzados, especialmente con Mola, lo que provoc retiradas inexplicables como la de Patxot en Mlaga e indecisiones como las de Campino en Granada, Garca Aldana en Alicante, Carrasco en San Sebastin, Jaime Argelles en Santander, y as tantos otros. El esfuerzo, as, tanto en frica como en la pennsula, tuvo que ser hecho principalmente por oficiales retirados y por militares del grado de coronel, debindose al esfuerzo de estos niveles el xito obtenido en aquellos lugares que quedaron finalmente en manos rebeldes o, como se les llamara pronto, nacionales. LAS CUENTAS DEL GRAN CAPITAN. Otro factor de debilidad del alzamiento fue el desconocimiento de sus propias fuerzas o, quiz ms propiamente, de las limitaciones de sus propias fuerzas. Este desconocimiento queda tipificado en aquella escena en que forma ante Queipo del Llano el regimiento de infantera que haba logrado alzar contra el Gobierno y se da cuenta que consta de

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    ...130 hombres... El caso, que podra parecer extraordinario (y quiz digno de la picaresca espaola) se repite en innumerables guarniciones, por cuanto el ejrcito haba concedido licencias y permisos de verano recordemos que Julio corresponde a nuestro febrero en forma tal que, de un total terico de 145.000 y real de 120.000 soldados, en el momento del alzamiento haba en cuarteles no ms de 60.000 hombres, de los cuales quedara no ms de 24.000 en el bando nacional luego de los primeros das de forcejeo. Puntualizando, digamos desde ya que estos hombres sumados a los 24.000 del ejrcito de frica, a 14.000 guardias civiles, 6.000 carabineros, 10.000 guardias das de asalto y 35.000 falangistas, requets y otros voluntarios, formaron el ncleo de aquel ejrcito que 32 meses despus, en el momento de la victoria tendra ms de un 1.000.000 de hombres sobre las armas. A los efectos comparativos, debe hacerse presente que en el bando "republicano" quedaron desde las primeras fechas de la guerra un total de 33.000 soldados regulares, 10.000 guardias civiles, 9.000 carabineros, 15.000 a 20.000 guardias de asalto y 120.000 voluntarios de los -partidos marxistas. Algo semejante sucedi en la aviacin y no digamos nada de la Marina que qued prcticamente en manos republicanas. Aunque en estos dos ltimos casos, y especialmente el de la Marina debe hablarse ms bien del tercer punto dbil del alzamiento: la infiltracin marxista en las filas de suboficiales y tropa como hemos tenido ocasin de recordar en otro articulo. (Ver FORJA N. 18 pg. 12). En efecto, la confianza desmesurada en sus hombres, basada ms bien en el menosprecio a los intentos de infiltracin que en una deteccin cuidadosa del estado anmico de la tropa, llev a la oficialidad de la Marina a dar por sentado que aqulla la seguira a la hora de la verdad. Esta confianza ciega, que en ltimo trmino se revel suicida, llev al alzamiento a perder la escuadra, y a los oficiales a perder la vida en el 70% de los casos. EL GENERAL... DESENCUENTRO Finalmente, otra debilidad que pudo ser gravsima, que fue causa de fiascos como el de Valencia, y que no hizo ms daos slo porque no estaba escrito: la dualidad de complots. Aunque en cierta forma unidos en algunos niveles, lo cierto es que el complot dirigido por el general Mola, que fue el que finalmente cuaj en alzamiento, y el del Comit de generales de Madrid que no lleg a ninguna parte salvo casos excepcionales como Valladolid que estuvo a punto de costar el fracaso prematuro de toda la conspiracin. BALANCE Y PERSPECTIVA. En lneas generales puede decirse que estas fueron las principales debilidades internas que llevaron a fracasos parciales o locales los esfuerzos de los que en esa Espaa trgica de 1936 se levantaron en un intento violento de supervivencia de "media nacin que no se resigna a morir" en frase de Gil Robles. Naturalmente que dichos fracasos no se debieron slo a estas debilidades sino tambin a la oposicin denodada del otro bando, pero es de hacer notar que donde estas debilidades no se dieron, el triunfo acompa indefectiblemente a las fuerzas alzadas. De la suma de estos triunfos y de aquellos fracasos, tanto nacionales como republicanos naci la guerra civil espaola.

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    Nadie la program, nadie la dese realmente, aunque una vez producida ambos bandos afrontaran con valor y denuedo esa "terrible y maravillosa guerra civil espaola'' que dijese Herbert Matthews, pagando con su sangre toda una sucesin de fracasos de todos y cada uno de los bandos y estamentos de la nacin. Cuando oigo a algunos amenazar con una guerra civil, aqu en nuestra patria, como si ese trgico fenmeno dependiere de su voluntad, como si pudiera ser programado como un recurso normalmente utilizable, pienso que s, que ninguna nacin est exenta de esas tragedias, pero que slo un orate puede "programar fracasos". Y me quedo con la duda: "Y ste. Es o se hace?".

    JULIO H. FERNNDEZ TERMINI.

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    Documentos de Forja. NOTA DE LA REDACCION.- Complemento indispensable para Ilustrar el artculo "La Guerra Civil: trasunto de un fracaso-" es un documento emanado de la Jefatura Nacional de la Falange Espaola el 24 de Junio de 1936. URGENTE E IMPORTANTISIMO Ha llegado a conocimiento del jefe nacional la pluralidad de maquinaciones en favor de ms o menos confusos movimientos subversivos que estn desarrollndose en diversas provincias de Espaa. La mayor parte de los jefes de nuestras organizaciones, como era de esperar, han puesto en conocimiento del mando cuantas proposiciones se les han hecho, y se han limitado a cumplir en la actuacin poltica las instrucciones del propio mando. Pero algunos, llevados de un exceso de celo o de una peligrosa ingenuidad, se han precipitado a dibujar planos de actuacin local y a comprometer la participacin de los camaradas en determinados planes polticos. Las ms de las veces, tal actitud de los camaradas de provincias se ha basado en la fe que les mereca la condicin militar de quienes les invitaban a la conspiracin. Esto exige poner las cosas un poco en claro. El respeto y el fervor de la Falange hacia el Ejrcito estn proclamados con tal reiteracin, que no necesitan ahora de ponderaciones. Desde los 27 puntos doctrina. les se ha dicho cmo es aspiracin nuestra que, a imagen del Ejrcito, informe un sentido militar de la vida toda la existencia espaola. Por otra parte, en ocasiones memorables y recientes, el Ejrcito ha visto compartidos sus peligros por camaradas nuestros. Pero la admiracin y estimacin profunda por el Ejrcito como rgano esencial de la patria no implica la conformidad con cada uno de los pensamientos, palabras y proyectos que cada militar o grupo de militares pueda profesar, preferir o acariciar. Especialmente en poltica, la Falange -que detesta la adulacin porque la considera como un ltimo menosprecio para el adulado- no se considera menos preparada que el promedio de los militares. La formacin poltica de los militares suele estar llena de la ms noble ingenuidad. El apartamiento que el Ejrcito se ha impuesto a si mismo de la poltica ha llegado a colocar a los militares, generalmente, en un estado de indefensin dialctica contra los charlatanes y los trepadores de los partidos. Es corriente que un poltico mediocre gane gran predicamento entre militares sin ms que manejar impdicamente algunos de los conceptos de ms hondo arraigo en el alma del militar. De aqu que los Proyectos polticos de los militares (salvo, naturalmente, los que se elaboran por una minora muy preparada que en el Ejrcito existe, no suelen estar adornados por el acierto. Esos proyectos arrancan casi siempre de un error inicial: el de creer que los males de Espaa responden a simples desarreglos de orden interior y desembocan en la entrega del Poder a los antes aludidos charlatanes faltos de toda conciencia histrica, de toda autntica formacin y de todo bro para la irrupcin de la Patria en las grandes rutas de su destino. La participacin de la Falange en uno de esos Proyectos prematuros y candorosos constituira una gravsima responsabilidad y arrastrara su total desaparicin, aun en el caso de triunfo. Por este motivo: porque casi todos los que cuentan con la Falange para tal gnero de empresas, la consideran no como un cuerpo total de doctrina, ni como una fuerza en camino para asumir por

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    entero la direccin del Estado sino como un elemento auxiliar de choque, como una especie de fuerza de asalto de milicia juvenil, destinada el da de maana a desfilar ante los fantasmones encaramados en el Poder. Consideren todos los camaradas hasta qu punto es ofensivo para la Falange el que se la proponga tomar parte como comparsa en un movimiento que no va a conducir a la implantacin del Estado nacionalsindicalista, al alborear de la inmensa tarea de reconstruccin patria bosquejada en nuestros 27 puntos, sino a reinstaurar una mediocridad burguesa conservadora (de la que Espaa ha conocido tan largas muestras), orlada, para mayor escarnio, con el acompaamiento coreogrfico de nuestras camisas azules. Como de seguro tal perspectiva no halaga a ningn buen militante, se previene a todos por esta circular, de manera terminante y conminatoria, lo siguiente. 1.- Todo jefe, cualquiera que sea en jerarqua, a quien un elemento multar o civil invite a tomar parte en conspiracin, levantamiento o cosa anloga, se limitar a responder: "Que no puede tomar parte en nada, ni permitir que sus camaradas la tomen, sin orden expresa del mando central, y que, por consiguiente, si los rganos supremos de direccin del movimiento a que se les invita tienen inters en contar con la Falange, deben proponerlo directamente al jefe nacional y entenderse precisamente con l o con la persona que l de modo expreso designe". 2.- Cualquier jefe, sea la que sea su jerarqua, que concierte, pactos locales con elementos militares o civiles, sin orden expresa del jefe nacional, ser fulminantemente expulsado de la Falange, y su expulsin s