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IHS. Antiguos Jesuitas en Iberoamérica ISSN: 2314-3908 Vol. 7 nº 2
julio-diciembre 2019
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Francisco Fabra y su relación del colegio de Tarija y sus
misiones (1770) para el P. Pedro de Calatayud
Francisco Fabra and his relationship with the school of Tarija and his
missions (1770) for Father Pedro de Calatayud
Carlos A. Page*
DOI: https://doi.org/10.31057/2314.3908.v7.n2.27674
Resumen: Como venimos publicando hasta el momento, el documento que presentamos
en esta oportunidad, es uno de los 12 conocidos e inéditos, que presentaron diversos je-
suitas de la provincia del Paraguay al P. Pedro Calatayud para facilitarle la tarea en la
composición de una historia del Paraguay, de la que solo pudo esbozar un borrador. En
este caso en particular es un texto, como el título lo indica, de un colegio que tuvo especial
gravitación en la creación y desarrollo de las misiones de chiriguanos y especialmente de
chiquitos, esa gran esperanza misional que significó para los jesuitas de la primera mitad
del siglo XVIII.
Palabras clave: Francisco Fabra, Pedro de Calatayud, Colegio de Tarija, Historia de la
provincia jesuítica del Paraguay.
Abstract: As we have been publishing so far, the document we present on this occasion
is one of the 12 acquaintances presented by various Jesuits from the province of Paraguay
to Fr. Pedro Calatayud to facilitate the task in the composition of a history of Paraguay,
of which he could only sketch a draft. In this particular case, it is a text, as the title indi-
cates, of a school that had special gravitation in the creation and development of the mis-
sions of Chiriguanos and especially of children, that great missionary hope that meant for
the Jesuits of the first half 18th century
* CIECS-CONICET/UNC. E-mail: [email protected] https://orcid.org/0000-0003-4708-5243
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Keywords: Francisco Fabra, Pedro de Calatayud, Tarija College, History of the Jesuit
province of Paraguay.
Recibido: 21 de julio de 2019.
Evaluado: 4 de noviembre de 2019.
Carlos A. Page
Arquitecto y Doctor en Historia. Investigador del CONICET, con estudios posdoctorales
en el CSIC (España) y en el CNR (Italia). Profesor de posgrado en la UBA y la UNaM.
Miembro del Comité Científico del SIEJ (Société Internationale d´Etudes Jésuites) e in-
vestigador extranjero del grupo Jesuítas nas Americas (CNPq-Brasil) y el CLEPUL (Cen-
tro de Literaturas e Culturas Lusófonas e Europeias da Faculdade de Letras da Lisboa).
Dirige el programa “Antiguos Jesuitas en Iberoamérica” (CIECS/CONICET-UNC) y es
investigador del Instituto de Teoría e Historia del Arte "Julio E. Payró" (FFyL-UBA).
Fundador-Director de la revista científica "IHS. Antiguos jesuitas en Iberoamérica". Pu-
blicó alrededor de 300 artículos en revistas científicas y de divulgación en Iberoamérica,
Estados Unidos y Europa. Se suman más de 30 libros. Sitio web http://www.carlos-
page.com.ar/
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El autor y la relación
El P. Francisco Fabra nació en la población valenciana de Villar del Arzobispo, el
3 de abril de 1723. Anteriormente, la pequeña localidad, se llamó Villar de Benaduf,
siendo reconquistada a los musulmanes en el siglo XII y pasando a manos del arzobispo
de Valencia, que la donó para ser repoblada por cristianos. En 1795, es decir mucho des-
pués que naciera Francisco, el rey Calos IV, sustituyó Benaduf y le otorgó el título de
villa real.
Nuestro personaje ingresó a la provincia jesuítica de Aragón a mediados de 1739,
arribando a Buenos Aires el 15 de julio de 1745 (Storni, 1980, 94) en la nutrida expedición
de los PP. Diego Garvia y Juan José Rico, quienes regresaron en tres naves: “Santiago el
perfecto”, a cargo del maestre José de Egaña y “El Héctor”, bajo el mando de Melchor
Delgado. Una tercera embarcación partió de España completando esta flota, el “Duque
de Chartres”, que traía consigo una expedición chilena y que tuvo el infortunio de nau-
fragar y morir la mayoría de los jesuitas que iban a bordo (Page, 2007, p. 47). Compar-
tieron el viaje dos de los jesuitas que se reencontrarían en el exilio con el mismo objetivo
de ayudar al P. Calatayud. Eran los PP. Lorenzo Casado y José Quiroga, pero por cierto,
también viajaron algunos otros que alcanzaron relevancia como José de Robles, quien
junto a Muriel fueron los últimos procuradores a Europa, además de provincial en el exi-
lio; o el mártir Santiago Herrero, que tanto mencionan sus contemporáneos en diversos
textos. En la relación de embarque se describe al joven Fabra de 21 años, como: “delgado,
algo moreno, poca barba, cejas pobladas, ojos y pelo negros”, agregando que venía de
Cervera, Cataluña, de donde salió el 13 de diciembre (Pastells, 1948, VII, 580).
Profesó su cuarto voto en el colegio de Belén de Buenos Aires en el verano de
1757 (Storni, 1980, p. 94). Colegio y Casa de Ejercicios que para la expulsión aún no
habían concluido con el edificio y los encontraría a todos los jesuitas en la espera para
embarcarse al exilio.
El P. Fabra es un personaje muy poco conocido, inexistente en la extensa histo-
riografía chiquitana. Ni siquiera se lo menciona en las Anuas, y en los catálogos del ARSI
figura en el colegio de Tarija en 1753, con tres años de Filosofía y uno de Teología, siendo
provincial el P. Barreda y rector de aquel colegio el P. Simón Bailina1. En el siguiente y
último catálogo de 1763, aparece como compañero de misión, en este caso del P. Andrés
Carranza, en el colegio de Salta, cuando era rector el P. Andrés Aztina2.
La expulsión, lo sorprendió en el colegio de Tarija el 23 de Agosto de 1767,
cuando era rector el P. Franciso Frasset3 y él su procurador. La operación militar la llevó
a cabo el flamante presidente de la Real Audiencia de Charcas don Juan Victorino Mar-
tínez de Tineo. A su vez éste ordenó para llevar a cabo la confiscación y arresto del cole-
gio de Tarija al corregidor Tomás José de Herrera. Hace tiempo publicamos una relación
anónima de los pormenores de aquellos aciagos días (Page, 2011, pp. 253-309), donde se
destaca una variada información sobre la situación del colegio, a modo de Carta Anua
parcial, pero en una segunda parte nos relata el viaje a Buenos Aires. Previamente el
corregidor, después de tomar la filiación de cada uno, los encerró en un cuarto, excepto a
1 Paraguar 6, Cat. Trien. 1703-1762, f. 358v.
2 Ibid., f. 369.
3 El Padre Frasset nació en Palma de Mallorca el 11 de enero de 1714. Ingresó a la Compañía del Paraguay
en 1734 y al año siguiente arribó a Buenos Aires. Sus últimos votos los hizo en 1747. De Tarija pasó a su
exilio en Europa, donde falleció en Faenza el 4 de junio de 1782 (Storni, 1980, p. 105).
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los PP. Frasset y Fabra, para que participaran de la confección del inventario, desde el
edificio hasta los libros4. Luego se los reunió en el convento de San Francisco, de donde
partieron el 27 de octubre, para arribar a Buenos Aires el 23 de febrero del año siguiente,
no sin sufrir los padecimientos que implicaban los casi 2.000 kilómetros que recorrieron,
donde por ejemplo falleció el P. Azua en Yaví y se le sumaron en el trayecto jesuitas de
otras ciudades y misiones.
Al llegar a Buenos Aires fueron embarcados en la fragata de guerra “La Esme-
ralda”5, junto a jesuitas de Asunción, Corrientes, Santa Fe, Salta, los poblados del Chaco,
Santiago del Estero, Catamarca, Tucumán, La Rioja, San Juan, San Luis, Mendoza y al-
gunos pocos de Córdoba, Buenos Aires y Potosí, en un total de 155 jesuitas y de los cuales
obviamente, estaban los del colegio de Tarija, con su rector, ya mencionado, además de
nueve sacerdotes y dos coadjutores6.
Poco y nada sabemos de su vida en el exilio. Solo que muere en Castrocaro Terme,
en Forlí, el 10 de marzo de 1789 (Storni, 1980, p. 94). Es decir 22 años confinado a los
avatares de los expulsos y antojos de la corona española.
El documento, que firma el 10 de mayo de 1770, es bastante detallado, en la me-
dida de su corta extensión, marcando la preponderancia e iniciativa de la fundación del
colegio de Tarija por parte de la esposa del marqués de Tojo, Juana Clemencia de Ovando,
cosa que en las Cartas Anuas le dan el crédito a su marido. Pero aquí queda bien explícito
la importancia de Juana, al ser vecina de Jujuy y heredera de sus ricos padres, y él un
español recién llegado (chaperón). El montañez quedó viudo sin haber concebido un hijo,
por lo que heredó, títulos y bienes de su esposa, pero con el cargo de cumplir el deseo de
ella de que parte de sus bienes pasaran a la Compañía de Jesús. El P. Fabra relata con
precisión los hechos que se sucedieron a partir de los “fundadores” y las circunstancias
que llevaron a Juana a tomar la decisión de ayudar a los jesuitas, seguramente ante el
impacto que le debe haber causado el martirio de los PP. Solinas y Ortiz de Zárate7.
Posteriormente describe la región, señalando en ella la muerte de seis mártires
jesuitas, aunque fueron algunos más. Menciona los dos poblados de chiriguanos que fun-
daron los jesuitas: Concepción y Presentación. De este último relata una conocida anéc-
dota del P. José Francisco de Arce, cuando llega a Santa Cruz y el gobernador lo incita a
dejar a los chiriguanos y dedicarse a los chiquitos. Arce no descuidó a los chiriguanos y
obtuvo el permiso de su superior, para emprender la misión, fundando el primer pueblo
entre los chiquitos. Pero las dificultades crecieron con los avances portugueses que en-
frentaron los jesuitas junto con los chiquitos, como al igual que los constantes atropellos
de los chiriguanos durante cinco años, con nuevas pérdidas de vidas.
4 Archivo Nacional de Chile, Jesuitas V. 149, pieza 11.
5 La fragata de guerra “La Esmeralda”, de alrededor de 30 cañones, estuvo bajo la advocación de Santa
Lucía Mártir, siendo botada en 1752. Estuvo a cargo del capitán de fragata don Mateo Collado Nieto desde
1766, llegando a Montevideo en diciembre y de allí al Callao para regresar a Montevideo con las fragatas
“Liebre” y “Venus”. Zarpó de Buenos Aires con los jesuitas, el 8 de abril de 1768, regresando a Cádiz el 9
de setiembre.
6 Eran ellos, además del rector y el procurador, los PP. Antonio Garau, Bartolomé Franco, Antonio Paris,
Cayetano Torres, Francisco Fabra, Mateo Solares, Miguel Pardo, Ramón Salat, Simón Hernáez (los dos
últimos de la reducción de chiriguanos) y Agustín Azua (que muere en el viaje), los HH. Pedro Haro y
Antonio Benigno Muñoz (Pastells, 1949, VIII, p. 1.302).
7 Sobre estos mártires, de los que se ha iniciado causa de canonización, ver (Bussu, 2003).
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Continúa con las actividades propias del colegio, en cuanto a la enseñanza de la
gramática y latín, que se impartía a los niños, que no solo eran de Tarija. Otros jesuitas
del colegio se dedicaban al ministerio de las misiones volantes, dos veces al año, exten-
diéndose el recorrido hasta el océano Pacífico. También dos misioneros atendían la mi-
sión de chiriguanos, en tanto que contaban con las congregaciones de la Buena Muerte y
de los Corazones de Jesús y de María, además de organizar diversas y variadas fiestas
religiosas que incluían a Nuestra Señora de Tariquea, describiendo la historia de esta par-
ticular imagen que presidía la iglesia del colegio. Se refiere a su vez a una propiedad con
muchos cuartos, que habían adquirido para los Ejercicios Espirituales
Los gastos del colegio, además de las misiones y los Ejercicios, se solventaban
con donaciones y dos estancias, una de ganados y otra de viñas. En ella había asalariados,
indios yanaconas y africanos esclavizados, de los cuales describe la relación que sostenían
entre ellos y los jesuitas. Concluye manifestando el perjuicio que la expulsión causó a los
vecinos de Tarija y apenas unas líneas sobre los últimos días que vivieron en aquella
ciudad.
Relacion del Colegio de Tarija y sus missiones de la Provincia del Paraguay8.
Fue su fundación el año de 16829, su Fundadora Doña Juana Clemencia de Obando10,
vecina, é hija de la Villa de Tarija, mujer rica, y hazenta en Tarija en Viña, y otras tierras
de pan llebar, y juntamente vecina de la ciudad de San Salvador de Jujui de la Provincia
de tucuman, hazendada de dicha Provincia en tierras, ganados y en dos encomiendas de
indios de los Pueblos de casabindo, y cochinoca11, casada con un caballero, ó chapeton
8 Al pie de página y con otra letra se lee “Esta Relacion es del Padre Juan Nicolas Araoz misionero del
partido de la Ciudad de Tarija tocante al Reyno del Peru”. Pues, el P. Araoz (San Miguel de Tucumán,
1706-Faenza, 1789), si bien estuvo varios años en Tarija, para la expulsión se encontraba en el colegio de
Santiago del Estero, como rector (Page, 2011, p. 117). El documento tiene la rúbrica de Francisco Fabra
(Archivo Histórico del Santuario de Loyola, Misiones, Paraguay, Documentos históricos 1570-1770. Caja
19/1, Legajo 10).
9 La escritura la otorgó en Jujuy, donde se encontró con cinco Padres que habían partido de Córdoba rumbo
a Tarija. Llegaron acompañados por los donantes el 4 de marzo de 1691, luego de recorrer 300 leguas en
cinco meses.
10 Juana Clemencia Bermúdez de Ovando era hija del encomendero Pablo Bernárdez de Ovando, poderoso
terrateniente del norte de la gobernación del Tucumán y de Ana María de Mogollón y Orozco. Contrajo
matrimonio con Campero en 1679 a los 10 años de edad por una alianza familiar que había promovido su
albacea el vicario de Jujuy, Pedro Ortiz de Zárate. Lo hizo para salvar la fortuna del padre de la niña, primo
de Ortiz de Zárate, que estaba acechada por su esposa Ana María Mogolón y su nuevo marido Pedro de
Santiesteban. De tal forma que las inmensas riquezas de Pablo Bernárdez de Ovando, compuesta de un
conjunto significativo de propiedades que se extendían desde Tarija hasta Tucumán, como la estancia de
Yaví, donde residía, y la encomienda más importante de la gobernación del Tucumán, pasó a quedar a
disposición del flamante matrimonio. Un retrato de la pareja se encuentra en el retablo principal de la iglesia
de Cochinoca; lo preside Nuestra Señora de la Almudena y está atribuido al artista Mateo Pizarro y fechado
en 1693. Clemencia murió en 1690, a los 23 años, pasando sus bienes a su marido (Page, 2010, p. 25).
11 Luego de la victoria española en la batalla de Cochabamba de 1538, los indígenas de Casabindo y Co-
chinoca fueron entregados en encomienda a Martín Monje y Juan Villanueva, vecinos de Charcas. Pasaron
luego al hijo de Monje y posteriormente a Cristóbal de Sanabria. Años después, y en base a la resistencia
indígena fueron otorgados en merced a don Pablo Bernárdez de Ovando en 1654, quien realizó un primer
padrón (Palomeque y Tedesco, 2014) Bernárdez o Velásquez de Ovando se casó con Ana María de Mogo-
llón y Orozco, siendo padre de Juana Clemencia.
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(que se dize) Montañez llamado Don Juan Campero y Herrera12; tenian los Padres de Doña
Juana (hija unica, y heredera de ellos de las encomiendas, tierras, y haziendas referidas)
su asiento, ó casa estable en un parage llamado Yabí13 casi raya del fin de la Provincia del
tucuman, y como principio de la Provincia de chichas14, a quien pertenece la Villa de
Tarija, ó es la capital de la Provincia de chichas, por estar en ella cavildo, y regimiento de
españoles. En Yabí vivía Doña Juana con su marido Don Juan Joseph, quando vinieron
dos Jesuitas15 del Colegio de Salta16 á correr la mission por los Pueblos de tilcara, uquía,
Humaguaca, Casabindo, y cochinoca y llegaron con su empleo á Yabí, donde avia y ay
Capilla, fueron bien recibidos de Campero, y su mujer, quien fue la primera vez, que vio
Jesuitas, y recibió el beneficio de sus ministerios, y desde luego se aficiono á ellos, y trato
con su marido de fundar colegio en la villa de Tarija, el Marido, que era buen christiano
assintió á ello, comunico el pensamiento de su mujer á los missioneros, estos respondieron
lo que debian, de que diesen sus mercedes parte al Padre Provincial; assi se hizo, é hizieron
todas las otras diligencias hasta executar la fundacion; la Señora Doña Juana dixo, que
12 Juan José Fernández Campero de Herrera nació el 16 de septiembre de 1645 en Abionzo, Valle de Ca-
rriedo, montañas de Burgos, en España y falleció en 1718. Ya en América, contrajo matrimonio con Juana
Clemencia de Ovando, hija de un poderoso encomendero, quien al intentar dar a luz murió con el pequeño,
quedando su esposo como único heredero de una cuantiosa fortuna. Se casó nuevamente con Josefina Gu-
tiérrez de la Portilla, con quien tiene dos hijas. El rey le otorgó el título de marqués del Valle de Toxo en
1708 y con el tiempo alcanzó los de caballero de la Orden de Calatrava y Maestre de Campo. Fue enco-
mendero de los pueblos de Cochinoca y Casabindo, donde sus doctrineros los asistían en educación en la
fe católica. En esos pueblos construyó iglesias con costosos tabernáculos y ornamentos para las celebracio-
nes. Su devoción hacia los jesuitas lo llegó a solventar los gastos que demandaba el colegio de Tarija, a
través de la donación de ocho cosechas de vino de su hacienda de la Angostura, un solar para edificar la
iglesia, tierras de sembradío y demás bienes. Este colegio fue estratégico para fomentar las misiones de
chiriguanos, tobas y chiquitos (Pastells, 1923, IV, p. 445). Fue su gloria haber mantenido no solo el colegio
de Tarija y las misiones de chiquitos a las que proveía de ropa, vino, harina y regalos para los sacerdotes y
ropa de la tierra e instrumentos de labranza para los indios. Su actitud se resume en un significativo hecho,
el de haberse negado a participar en la guerra contra los indios que comandó el gobernador Urizar de Ares-
pacochaga. Fue intimado por la Audiencia, el gobernador y el Cabildo de Jujuy que no lograron quebrantar
su obstinada actitud y que concluyeron con el embargo de su encomienda. (Page, 2010, p. 24). 13 Yabí se encuentra a unos 200 kilómetros de Tarija, en la actual provincia de Jujuy, limitando con Bolivia.
Fue paso obligado del Río de la Plata a las minas de Potosí y como señala Fabra, asentamiento del marque-
sado de Tojo. La capilla, a la que se refiere el texto, fue consagrada en 1680 y dedicada a San Francisco,
siendo su construcción concluida en 1708 por Juan José Fernández Campero de Herrera, quien además dotó
al templo de los retablos y pinturas altoperuanas que aún se conservan (Campero, 2008). 14 La antigua provincia de los chichas (epónimo del pueblo chicha) se ubicaba al sur y suroeste de Bolivia
y extremo norte de Argentina. Fue conquistada por los Incas en tiempos de Túpac Inca Yupanqui, y la
primera expedición española fue la que condujo Diego de Almagro en 1536, quienes llegaron a su capital
Tupiza. 15 Fracasadas las incursiones militares contra los indígenas, el gobernador Fernando de Mendoza Mate de
Luna y el obispo fray Nicolás de Ulloa, resolvieron que los jesuitas debían nuevamente emprender la “con-
quista espiritual del Chaco”. El provincial Tomás de Baeza escogió para la misión a los PP. Diego Ruiz y
Juan Antonio Solinas, además del H. Silvestre González, a quienes se sumó el sacerdote don Pedro Ortiz
de Zárate quien incluso financió la campaña. Partieron de Salta a Uquía y luego el Valle de Senta, en una
larga peregrinación que concluyó con la muerte de Solinas y Ortiz de Zárate de manos de los tobas el 27 de
octubre de 1683 (Furlong, 1939, pp. 73-75). 16 Los primeros jesuitas en arribar a Salta en 1585 fueron los PP. Francisco de Angulo y Alonso Bazana,
hospedándose en la casa de don Hernando de Lerma. Tres años después llegó el P. Juan Romero y alquiló
una modesta casa como residencia, que por falta de sustento y de personal que la atendiera, fue clausurada
en 1602. La residencia definitiva se abrió en 1612, gracias a la donación del presbítero Alonso de Osuna y
en 1624 pasó al rango de colegio. A partir de entonces se hicieron varias misiones a las regiones fronterizas,
tanto a los tonocotes del este como a los calchaquíes del oeste. El edificio del colegio e iglesia quedó
destruido en 1635 tras una creciente del río Arias, pero con el tiempo se reconstruyó (Furlong, 1939, pp. 9-
12).
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queria se fundasse esse colegio principalmente para la conversion de los indios infieles
chiriguanos; poco despues de esto murió sin sucesion de hijo alguno, dexando por here-
dero á puerta cerrada á su marido con el cargo de fundar dicho colegio, y para el fin dicho,
y encargo de que a los missioneros de indios infieles, les hiziesse socorro anual de harina,
y vino, para missas; todo lo cumplio Don Juan Joseph Campero; quien viéndose rico se
hizo caballero del Abito de Santiago, y á titulo Marquez de toxo (nombre de un vallecito
en la Provincia de Chichas, que heredo de su muger difunta) no sin que los Padres Jesuitas
á título de agradecidos, no coopeasen á solicitarle, y facilitarle los dos dichos títulos [f.
1v] títulos, que los lleno con bondades, y mucha piedad christiana, amor, y reconosci-
miento a la Compañía de Jhesús, y a su colegio de Tarija, quedando tambien con el titulo
de fundador, y como á tal, á el, y á sus sucesores se les dá la vela el día de San Miguel
Archangel, Patron de dicho colegio de Tarija, en señal de agradecimiento.
Viendose sin sucession Don Juan Joseph Campero se caso con Doña Phelipa He-
rrera17, natural de la ciudad de Oruro en el Peru, en ella tuvo dos hijas, la 2ª murió niña,
la 1ª y mayor llamada Doña Manuela heredo el marquesado, y todos los bienes de la casa
de yabí, casó con Don Alonzo Martiarena del Barranco, noble viscaino, tuvieron larga
sucesion y el Marquez presente es su hijo18, y heredero, y aunque dichos herederos de la
casa de yabí no heredaron la sangre de Doña Juana Clemencia de Obando, sino su bienes,
con ellos heredaron su espiritu, y amor a la Compañía de Jhesús, y al Colegio de Tarija,
que siempre le han visto como á hijo, á obra suya este colegio es el mas glorioso de toda
la Provincia del Paraguay, porque tiene mas campo para sus glorias missioneras, y demas
ministerios entre fieles, é infieles, azia al poniente hasta el mar del sur entre fieles; al
Norte también entre fieles por todo el corregimiento de Pilaya y Paspaya, que aora llaman
de Sinti, al Sur tambien entre fieles, no por tantas leguas, como por el Norte; al oriente,
poco entre fieles, mucho entre infieles chiriguanos, y otras Naciones, y según la mente de
su Fundador, principal campo; como que assi ha sido; pues en el cuenta 6 martyres; el 1º
Padre Lucas Caballero, 2º Hermano Norberto Romero muertos por los infieles chiquitos
al fin de siglo passado, ó al principio de este, que no me acuerdo puntualmente; 3º Padre
Bartolome Blende, 4º Padre Joseph Arce muertos por los infieles Payaguas el año de 15
de este siglo; 15º el Padre Julian Lizardi muerto por los chiriguanos el año de 35 de este
siglo; 6º el Padre Agustin Castañares muerto por infieles Abuchetas19 el año de 44 de este
siglo20; desde su fundacion se aplicaron los de este colegio a la conversion de los infieles,
17 Acá Fabra comete un error, en realidad y como mencionamos antes se casó con Josefina Gutiérrez de la
Portilla y Fernández, nacida en Cusco y fallecida en la residencia de Yavi el 10 de julio de 1727. Sus padres
fueron el general Felipe Antonio Gutiérrez de la Portilla, caballero de Santiago, y Josefa Fernández Caba-
llero. Fernández Campero se casó el 26 de febrero de 1708 y tuvo dos hijas: Manuela Micaela Ignacia
Fernández Campero y Gutiérrez (Santa Rosa de Tojo, 1710-1759) y Josefa Fernández Campero y Gutiérrez. 18 Efectivamente, Manuela, heredó el marquesado, y contrajo matrimonio con el capitán Alejo Martiarena
del Barranco (Villa del Pasajes, Guipúzcoa, 1693-actual territorio argentino, 1758), teniendo 5 niñas y un
varón, llamado Juan José Gervacio Martiarena del Barranco y Fernández Campero (1754-1784), que se-
guirá con el marquesado, al igual que su esposa e hijos. 19 Según la clasificación del P. Camaño, hacia mediados del siglo XVIII, los abucchetas eran parte de la
familia de los mataguayos, junto con los matacos, hueshuos, pesatupes e imacas (Rossi, 2007, p. 42). 20 El P. Francisco Lucas Cavallero, nació de Villamuera de la Cueza, Palencia, falleciendo entre los chiqui-
tos el 18 de setiembre de 1711. Alberto Romero fue pretendiente de la Compañía de Jesús, siendo asesinado
por los zamucos el 1 de octubre de 1719. Bartolomé De Blende nació en Brujas, Flandes, muriendo de
manos de los payaguás en setiembre de 1715. José Francisco de Arce nació en Santa Cruz de la Palma,
Tenerife, y falleció en Pataguá en diciembre de 1715. Julián Lizardi era de Asteau, Guipúzcoa, muriendo
en el Chaco el 17 de mayo de 1735, siendo el único al que se le inició una causa de beatificación. Agustín
Castañares era natural de Salta, llegando a ser superior de chiquitos y falleciendo en el Chaco el 15 de
setiembre de 1744. Le faltó mencionar a los PP. Antonio Guasp que era natural de Palmas de Mayorca y
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primero chiriguanos; tuvieron ó fundaron entre ellos dos Pueblos, vno en el valle llamado
taraquea, y ahora tariquea con el titulo de la Concepcion de Nuestra Señora, el otro en el
valle llamado Carurutí con el título de la Presentacion de Nuestra Señora, distante vn
Pueblo de otro como 20 leguas entre serranías21.
Passando de este Pueblo de la Presentación de Nuestra Señora, el Padre Joseph
Arze22 á la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, á pedir al Governador de essa ciudad la
libertad de vn indio infiel chiriguano, a quien le tenia el Governador en prisión, despues
de condescender con el Padre, le dixo, que dexando á los chiriguanos, que eran indios
protervos, emprehendiesse la converssion de los chiquitos, que eran dociles le respon-
diendo al Padre lo que debia, escribió al Governador al Padre Provincial del Paraguay, y
obtenida [2] obtenida la licencia, emprendio el Padre Joseph Arce essa mission con otro
sugeto del colegio de tarija, con avios, y dependencia de este colegio, en tan buena razón,
que correspondio el fruto al trabajo23, se fueron multiplicando Pueblos, y sujetos por la
via de Tarija, de donde les iban los socorros de la casa de yabí, y de otras limosnas; no se
desampararon los dos Pueblos dichos de los chiriguanos, hasta que pasados, casi 20 años,
viendo el poco, ó ningun fruto en ellos, y como perdiendo la esperanza de fruto; el supe-
rior con sus 3 compañeros (como que era tambien superior de los Pueblos nuevos de chi-
quitos) passo alla; y adjudico vna estancia de algun ganado perteneciente a los dos Pue-
blos dexados de chiriguanos, a la mission, á Pueblos de chiquitos, esta estancia esta en el
valle, que llaman Salinas24, y en verdad le viene bien al Hombre, porque ay vn serro de
sal, en guijarro, que con bareta y tiros de polvora, se saca en pedazos, ó trozos de piedra
colorada, por la greda colorada en que se cria, ó está oculta, y molido el guiparo (sic), ó
pedazo, es sal blanca; fuera de este serro, ay mas sal; en este valle hubo vna ciudad po-
blada de los Españoles conquistadores, que llamaron Nuestra Señora de Guadalupe de la
murió en el poblado de Sagrado Corazón de chiquitos el 19 de agosto de 1763, el vizcaíno Francisco Ugalde,
muerto en Piquete, Salta, el 6 de octubre de 1756 y a jesuitas anteriores a la fundación del colegio de Tarija,
como Gaspar Osorio Valderrábanos, natural de Castrillo de Villavega, Palencia, que murió en el Chaco el
1º de abril de 1639, a los italianos que también murieron en el Chaco Antonio Ripari el 1 de abril de 1639
y a Juan Antonio Solinas el 27 de octubre de 1683 (Storni, 1980). 21 Sobre estas reducciones ver Page (2013, pp. 193-228). 22 El P. José Francisco de Arce nació, como dijimos, en Santa Cruz de la Palma en Tenerife el 8 de noviem-
bre de 1651 (según Baptista) o el 30 de julio de 1652 (según Storni), ingresando a la Compañía de Jesús de
la provincia de Castilla a los 17 años para seguir sus estudios en Salamanca y terminarlos en Córdoba
(Argentina) donde fue profesor de Filosofía. Llegó a Buenos Aires en la expedición del P. Cristóbal Alta-
mirano de 1674, obteniendo el sacerdocio del obispo del Tucumán Francisco de Borja y Miguel en 1677.
Destinado a las misiones guaraníticas, profesó su cuarto voto en el pueblo de San Ignacio, aunque luego
fue trasladado a Bolivia, donde fundó los pueblos de Presentación y San Ignacio de Tariquea de chiriguanos
y San Javier de chiquitos. Por ese tiempo junto a los chiquitos defienden la región de ataques bandeirantes.
Tiene una muerte violenta por parte de los payaguás en el Lago Mandioré en el Matto Grosso do Sul, en
diciembre de 1715, mientras buscaba al P. De Blende que también fue muerto. (Storni, 1980, p. 19 y Bap-
tista, 2001, pp. 218-219). Una amplia bibliografía se origina a partir de Fernández (1895, I, pp. 22-26 y II,
pp. 109-141). 23 Efectivamente con la autorización del provincial Gregorio Orozco fundó la reducción de San Javier el 31
de diciembre de 1692, a pesar de la oposición de los españoles de Santa Cruz, que apresaban a los chiquitos
para venderlos como esclavos. 24 Esta estancia se formó cuando era superior de chiquitos y chiriguanos el P. Zea, que reemplazó al men-
cionado P. Arce y rector de Tarija el P. Diego Ruiz. Fue decisión del provincial P. Lauro Núñez, que el
usufructo de una estancia del colegio de Tarija fuera para los chiriguanos, prometiéndoles que les enviaría
2.000 cabezas de ganado vacuno. Paralelamente se hizo otra estancia para el colegio en el Valle de Romero
(Page, 2013, pp. 207-208).
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nueva vega de granada25; duro su poblacion solo 18 años, los chiriguanos con sus hosti-
lidades obligaron á despoblarla, y recogerse los pocos españoles, que avia, a Tarija; en
essa estancia tuvieron los Pueblos de chiquitos mucho ganado bacuno para aviarse de
carne, y mulas para el tragin; en Tarija tenían su Procurador y todos los sujetos, que iban
á esos Pueblos, iban por Tarija, y venían a Tarija como que ese colegio era el Padre y
superior de essas missiones de chiquitos; el marquez de Toxo no estaba contento solo con
socorrer a los Pueblos de chiquitos; quizas, que se instose de nuevo la conveniencia de
los Chiriguanos, y el año de 15 con abios, que dio, y vna bella imagen de bulto de la
congregación de Nuestra Señora, se formo Pueblo en el valle de tariquea, en el citio anti-
guo, desde ese año se mantiene esse Pueblo, mudando varios citios, y valles, por las hos-
tilidades de los Chiriguanos; quienes rompieron guerra, el año 27 de este siglo, dieron
mucho que hazer á los españoles de Tarija, de Pomabamba y Santa Cruz; en estas guerras26
sirvieron de capellanes de los españoles varios Jesuitas; y de soldados, los indios chiqui-
tos, quienes por su lado contuvieron al enemigo chiriguano27; pasados 5 años de guerras,
é inquietudes, 3 Jesuitas del colegio de Tarija con la cruz en la mano, perdiendo el vno la
vida, y los dos viéndose en peligros de perderla, y el vno viendose ya despojado de la
sotana con violencia28, apaciguaron, y bolbieron á poblar el valle de las salinas, que avia
quedado del todo despoblado, con otros valles comarcanos, quedando casi la misma villa
de Tarija, de frontera, y [2v] á peligro proximo de ser invadida desde el año de 27 hasta
el de 41, en que llevando de capellan á vn Jesuita del colegio de tarija 300 hombres, hi-
zieron un fuerte, ó recinto de palos puestos de pie, y en el quedo vn capitán con 50 hom-
bres; y al año siguiente dos Jesuitas hizieron en dicho valle de Salinas vn fuerte de tapia
con 9 peones conchabados; 9 leguas distante del recinto de palos de los españoles, quienes
á exemplo de los Jesuitas hizieron vn fuerte mas capaz de adobe y se asseguraron mas; y
los Jesuitas missioneros asseguraron a los chiriguanos christianos; passandolos de tari-
quea a las salinas, al abrigo del fuerte, que hizieron, donde han estado hasta este arresto
dos jesuitas cuidando, y doctrinando á los chiriguanos christianos29, con la rebelión dicha
de los chiriguanos del año de 27 se destruyo el ganado de los chiquitos, y cerro el camino
de tarija por el valle de salinas á los chiquitos, y corto del todo el comercio, y trasporte
de los sujetos por Tarija á chiquitos, y solo quedo camino por Potosí, Chuquisaca y Santa
Cruz á chiquitos; se mudo el assiento de su Procurador á Potosi de donde les iban los
25 El 1º de noviembre de 1614 el virrey del Perú, marqués de Montes Claros, expidió en el puerto del Callao
(Perú), la Real Cédula aceptando la propuesta de Juan Porcel de Padilla, quien se comprometía a conquistar
el Valle de Las Salinas. De tal manera, la ciudad fue fundada en 1616 por Porcel de Padilla, denominándola
Vega de Granada en homenaje a la ciudad ubicada en el centro de la provincia de Granada en España, de
donde era oriundo, al igual que su esposa con quien viajó a Lima, aunque después contrajo matrimonio con
una rica heredera llamada Juana de Vilela. Las tierras las había heredado del fundador de Tarija, Luis de
Fuentes y Vargas. La población contó en su inicio con 60 españoles, además de numerosos indios y algunos
esclavos. Pero sufrió varios ataques de los chiriguanos hasta que se abandonó, aunque 118 años después se
refundó (Rivera Miranda, 2015). 26 El alzamiento chiriguano efectivamente comenzó en 1727, encabezado por el cacique Juan Bautista
Aruma, ex neófito de los dominicos de Chiquiatá. La rebelión duró varios años. 27 Escribe el P. José Jolís (1972, 258, pp. 260-262) en el exilio, que el virrey del Perú, marqués de Castel-
fuerte (1724-1736), dio la orden al presidente de la Real Audiencia para enviar un cuerpo de tropas que
castigó con éxito a los rebeldes en dos entradas. Fueron de capellanes de la expedición de 1728 comandada
por el gobernador Armagosa, los PP. Jaime de Aguilar y Francisco Lardín. Mientras que capellanes de la
segunda expedición del año siguiente fueron los PP. Ignacio de la Mata y Bartolomé Mora, siendo este
último quien escribió una relación sobre la campaña (Page, 2013, p. 212). 28 El que perdió la vida fue el P. Julián Lizardi, el que quedó semidesnudo fue el P. José Pons y el tercero
fue Ignacio Chomé (Page, 2013, p. 214). 29 Los dos jesuitas de Rosario de las Salinas que se hallaban para la expulsión fueron los PP. Simón Hernáez
y Ramón Salat (Page, 2011, p. 121).
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socorros, y adonde sacaban sus efetos de sera, y lienzo, y algunas otras menudencias; no
por esso perdió el colegio de tarija la gloria de Padre de essas floridas missiones de chi-
quitos, ni la casa de yabí, ó marquezado de toxo de ser su fundador; en estos años atras
les embio 9 calizes bellos de plata dorados, de nueva forma, todos de vna mano primorosa
á los 9 Pueblos; á cada vno el suyo de regalo; y el Padre del Marquez presente avio al
Padre Agustin Castañares30 para la nueva mission de los Mataguayos, ofreciendole ser
Patron, y aviados en vn todo del primer Pueblo, que fundase pero el Señor se contento con
la oferta del Marquez, y del zelo del Padre, permitiendo á los indios Abuchetas que le
matasen luego, al empezar á poner los cimientos, aviendole recebido de buenas, y prome-
tido de hazerse christianos; le mataron á 15 de septiembre de 1744, como se ha dicho,
coronandole por mano de estos infieles, aviendole librado muchas vezes no sin particular
providencia de manos de otros infieles en las missiones de los chiquitos, en quienes tra-
bajo por 26 años, sacando gentes nuevas de los bosques, y fundo el Pueblo de San Ygna-
cio de los zamucos, y se vio en otros peligros en el descubrimiento del camino del Para-
guay á chiquitos, descubrimiento muy deseado y procurado de los missioneros de chiqui-
tos, en cuya demanda murieron los referidos Padres Bartholome Blende, y Joseph Arze
en manos de los infieles Payaguas, de cuyas manos se libro el Padre Agustin el año de 41,
y el de 44 murió en lo de los Abucheta; su cadaver, aunque se solicito, no se le pudo
encontrar, porque quando se pudo solicitar, avian passado casi diez meses; el cadaver del
Padre Julian Lizardi, como se pudo solicitar luego, se le encontro en el campo lleno de
saetas, se traxo al Colegio de Tarija, donde está depositado en vna arca, y lugar sagrado31.
Los [3] sujetos, que ordinariamente se mantenian en este Colegio, eran de diez á doze assi
para la instrucción, y enseñanza de los niños, como para los varios ministerios pertene-
cientes al bien espiritual no solo de los vecinos de dicha Villa de tarixa, sino de toda la
Provincia de Chichas, de Sinti y de fines que son otras 2 Provincias, corregimientos en
quienes empleaba sus missioneros, y missiones el colegio de Tarija. Para lo 1º tenia este
Colegio un sugeto destinado para la escuela de niños, y otro para enseñar la gramatica, y
latinidad; una, y otra eran sumamente necesarias como las unicas, que havia en toda la
Villa, y á una, y otra concurrian no solo los niños de tarixa, y sus contornos, sino aun de
otras partes remotas de dicha Provincia Fuera de los dos sugetos destinados para esto havia
otros dos destinados para hazer Mission en toda la Provincia que es bien dilatada: á esta
salianlos dos sujetos dos vezes al año, y en cada salida se estavan ya los a, y a los 9 meses,
[3v] por ser mucha la gente, tanto que en los dos años ultimos passaron de 22000 comu-
niones las que se contaron en dichas missiones, casi todas de Indios pobres, é ignorantes,
en quienes es necesario que el Missionero á costa de mucha paciencia se muestre superior
al insoportable trabajo, que se le ofrece. Dichas Missiones son summamente necesarias,
porque estando, como estan, las gentes no en Pueblos formados, como en la Europa, sino
esparcidos por los valles, y campaña, aun quando los Curas de los distritos tengan algun
zelo, y quieran cumplir con su deber, no es posible por las muchas distancias, y fragosidad
del terreno, y por esto se haze necesario, que los Missioneros á costa de indecible trabajo
socorran á los infelices con la instrucción, y demás ministerios propios de un Missionero.
30 Sobre el P. Castañares escribió una biografía el P. Juan de Montenegro publicada en Madrid en 1746 con
el título: Breve noticia de las misiones, peregrinaciones apostólicas, trabajos, sudor y sangre vertida en
obsequio de la fe, del venerable padre Agustín Castañares de la Compañía de Jesús, insigne misionero de
la provincia del Paraguay en las misiones de chiquitos, zamucos y últimamente en la Misión de los infieles
mataguayos (Furlong, 1964, pp. 51-101). 31 Sobre la vida de Lizardi hay una amplia bibliografía específica (Lozano, 1741. Leonhardt, 1935, pp. 92-
103 y Vaughan, 1901, entre otros).
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Fuera de la Mission de toda la Provincia de Chichas tenia el Colegio de tarixa á su cargo
el embiar cada tres años dos Missioneros á la Villa de Pica32, y otros Pueblos comarcanos
en la costa de la mar del Sur distantes de tarixa 200, y aun mas leguas, lo mas de dicho
camino es por despoblados, y por la cordillera de Lipes summamente fría, y por otros
Partes notablemente aridos. La Villa de Pica, y sus Pueblos comarcanos pertenecen al
obispado de Arequipa, pero por estar retirados, y bien necesitados de las tareas evangeli-
cas, pidió á los Superiores de nuestra Provincia del Paraguay un piadoso Cavallero, lla-
mado Don Joseph Basilio de la Fuente33, le hiziessen el favorde embiar cada tres años dos
Missioneros, que evangelizassen en aquellos Pueblos, ofreciendose dicho Cavallero á do-
tar, como dotó, dicha Mission34 y desde entonces han ido siempre cada tres años dos
Missioneros a dichos Pueblos con notable fruto de sus habitadores, y con igual fruto se
comenzaron á dar en ellos el año de 67, que fue el ultimo, en que fueron los Padres Mis-
sioneros, los exercicios de San Ignacio. A mas de la Mission del Partido tenia el Colegio de
tarixa otros [4] varios ministerios enderesados á instruir á los proximos, y á imprimir en
sus corazones el Santo temor de Dios estava entablada la Congregación de la buena muerte,
en que se platicava, y hazian los exercicios propios de dicha Congregación una vez cada
semana: itt. La Congregación de los Santos Corazones de Jesus, y Maria, en que se plati-
cava, y se hazian los exercicios proprios de dicha Congregación los 1os Viernes de cada
mes, y con mas especialidad el Viernes inmediato á la Octava del Corpus, y el Domingo
siguiente se hazia su fiesta con missa y sermon, y con la maior solemnidad posible.
Assi mismo se hazian las fiestas del Dulce nombre de Jesus, las 40 horas, los Dolores, y
Anunciacion, Nuestro Padre San Ignacio, el dulze nombre de Maria, San Miguel, San
Francisco Xavier, y los 4 Jubileos del año, en que havia Platica por la tarde. En la Qua-
resma havia los Domingos sermon de Historia, precediendo por modo de salutacion ex-
plicacion de algun punto de doctrina, y al fin algun discurso moral sobre el punto de la
historia; los miercoles, y Viernes havia exemplo, y el Viernes Santo la funcion de la ago-
nía. El dia 15 de Agosto se hazia con solemnidad la fiesta á Nuestra Señora de tariquea;
fue esta Santa Imagen la 1ª, que sirvio en la Dedicacion de la Iglesia de la Mission de los
Indios chiriguanas, y quando estos infieles invadieron la Mission, y mataron á su Missio-
nero el Padre Julian Lizardi el año de 735, flecharon á esta Santa Imagen, y aviendole
cortado la cabeza, la arroparon lexos del cuerpo; despues un piadoso vezino sin reparar
en el peligro de que lo matassen los barbaros, hizo exquisitas diligencias hasta que
aviendo encontrado en un parage el cuerpo flechado, y en otro distante la cabeza de la
Santa Imagen, traxo uno, y otro, y con- [4v] curriendo el Cabildo, y vecindario de tarixa
se entró en triunfo la Santa Imagen, y se colocó en la Iglesia de Nuestro Colegio, hacien-
dosele por entonces una solemne fiesta de desagravios, luego con las limosnas, que se
32 La Villa de Pica era territorio indígena ubicado sobre el Camino del Inca, entre los tambos de Huatacondo
al sur y Mamiña al norte. Cuando pasó Diego de Almagro en 1535 fueron atacados, pero igualmente se
instalaron en 1556 y repartieron encomiendas. Pica fue sede del Tenientazfo de Tapacará, que dependió del
corregimiento de Arica. La primera familia castellana en afincarse fueron los Ceballos que establecieron
una hacienda cuyo producto principal fue el vino.
33 José Basilio de la Fuente y Haro fue un poderoso minero de la región de Tapacará, donde residía. Era
descendiente de los descubridores de Huantajaya y además de poseer grandes riquezas en minas y haciendas
era muy generoso y propagador de la devoción de la virgen del Carmen. Construyó a su costa la iglesia de
Tarapacá y se casó con doña María Jacinta de Loaisa, hija del coronel Bartolomé Loaisa, a su vez importante
minero (Page, 2011, p. 267)
34 El convenio fue rubricado por don José Basilio y por el Padre rector de Tarija, que era el P. Antonio
Miranda, en marzo de 1759, y en esta forma quedó entablada la misión de Pica y Tarapacá (Page, 2011, p.
272)
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recogieron de algunas piadosas personas se dotó, y se ha continuado, precediendo una
devota Novena, y los tres días antes de la fiesta se predica sermon moral, ó de Mission
para disponer los animos para las misas, confesiones y communiones del dia siguiente en
que se celebra la fiesta, y por la tarde con assientencia de los Militares de la Jurisdicción,
cabildo y Vecindario sale la Procesion, cantandosele devotamente el Santo Rosario á Nues-
tra Señora.
No solo este dia, sino todos los días de fiesta clasicos, y aun algunos no tan solemnes del
año, como también en el tiempo de Quaresma era notable el concurso á nuestra Iglesia
por causa de que en otras Iglesias apenas havia quien confessara á la gente, pues en la
Matriz apenas havia clerigo, que lo pudiesse hazer, en San Agustin ordinariamente era
solo el Padre Prior, lo mismo en Santo Domingo, y solo en San Francisco havia algun
despacho, pero lo mas del vecindario venia a Nuestra Iglesia. De aqui resultava otra tarea
bastante pessada para los sugetos de Nuestro Colegio, y eran las salidas muy frequentes
de dia, y de noche á las confessiones de enfermos, y asistencia de los moribundos, pues
para casi todos acudian á nuestro Colegio, sabiendo, quan prontos estaban siempre los
Jesuitas para este ministerio. Ni era de menor trabajo la tarea de los Exercicios de Nuestro
Padre San Ignacio, que anualmente se daban á personas de ambos sexos, pues ordinaria-
mente passaban de 300, las que anualmente entraban en distintas semana á hazerlos, para
cuio fin avia el Colegio comprado casa, con bastantes aposentos, pero por ser aun estos
pocos, ultimamente se avia comprado otra casa contigua para dar mas capacidad á la que
antes tenia. Es indecible el fruto, que no solo en tarixa, sino en todas aquellas Provincias
de la America se [5] experimentava con estos Santos exercicios tanto, que si en todas
partes se juzgan útiles, por allá son necesarios para contener las passiones, arreglar las
vidas, y mantener las gentes en el Santo temor de Dios. Con estos Santos Exercicios se
atajaban los vicios, crecia la frequencia de sacramentos, y se conocía palpablemente el
fruto, que de ellos se sacaba.
Para todos estos ministerios, fuera de los dos Missioneros del Partido, y Maestros de Es-
cuela, y Gramatica tenia el Colegio tres, ó quatro sujetos operarios, que atendiessen á las
confesiones, sermones de Nuestra Iglesia, y de otras, para los quales convidaban las per-
sonas, que hazian la fiesta. De modo que ordinariamente eran unos diez los sugetos, que
havia en este Colegio fuera de los dos, que estaban en la Mission de los Indios Chiriguanas
distante como unas treinta leguas de tarixa, y en la que (segun la buena disposicion en
que parece, que estaban los Indios de la Cordillera) se comenzavan a tener esperanzas
bien fundadas de que havia presto copiosa, sazonada mies para las tropas del Señor de
todo lo qual dara particular razon el sugeto Missionero, que estava encargado de dicha
Mission.
Para el sustento, y manutencion de los sujetos, aunque á los principios se pasaba con
alguna penuria, por ser cortos los fondos del colegio, concurrian con limosnas algunas
personas acomodadas: despues huvo ya bienechores, que viendo el mucho fruto, y grande
utilidad, que se requeria á la Villa de tarixa, y Provincia de Chichas, de que huviesse
Jesuitas en ella, dieron para el Colegio dos haciendas, una para tener ganados, y otra que
consistía en una viña, á las quales se añadió otra hazienda de Viña, y algunas tierras de
pan llevar, que se compró; con lo qual quedó sufficientemente fundamentado el Colegio
para una decente manutencion de los Sugetos35. Los Criados con que se cuidaban estas
haciendas eran de tres maneras, unos asalariados en la forma comun, que se estila [5v]
por aquellos países; los otros son Indios Yanaconas, los quales para que sean instruidos
35 Sobre las haciendas del colegio de Tarija ver Presta (1996, pp. 179-198).
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en la fe, y buenas costumbres y para facilitar mejor el que paguen al Rey sus tasas, como
para que no se anden vagamundos y sin trabajar, los tiene adjudicados Su Magestad á
vezinos nobles, y á Comunidades Religiosas, para que se sirvan de ellos, y los amos pa-
guen por ellos las tasas, esto es por los Varones desde los 18 hasta los 65 años de su edad,
que ya en esta edad cesan de pagarlas. Estas tasas son en unos (segun la nacion, de que
descienden) de tres pesos y medio fuertes, en otros de 7, y en otros de 8 pesos y 3 reales
de plata, las quales tasas se pagan anualmente al Corregidor o su theniente segun la lista,
que se haze todos los años, en lo qual se experimenta una nota de ventaja para las caxas
reales, pues para cobrar de los Indios libres, que no estan assi adjudicados, cuesta summo
trabajo, porque quando llega el tiempo de la paga, se huien por temor de que los opriman,
y pongan en la cárcel, como se ve todos los años, lo que no sucede con los que tienen amo,
ó dueño, a quien servir, pues aunque el Indio se huia, se le cobra a su amo la tassa.
Fuera de esto se le da al Indio Yanacona anualmente ropa, con que vestirse, y cada mes se
le da su racion de carne, y maíz para comer: las Mugeres, y sus hijas comúnmente no
sirven al amo, y por esso á estas no se les da racion, pero se le da al Indio un retazo de
tierras para sembrar, un par de bueyes, reja, y arado, para que pueda mantener á su familia;
si estan enfermos, se les assiste con las medicinas, y medico, que ofrece el Pais, y para
que esten assistidos cabalmente aun en lo espiritual, tienen formada en el Colegio una
Congregación con su Prefecto, ó Capellan, que les platica, y explica la doctrina christiana
los Domingos, y zela, que vivan bien, y no den escandalos. En esta misma Congregación
estavan alistados los esclavos, que son la 3ª especie de criados, ó sirvientes, que tenia el
Colegio aunque estos eran pocos en tarixa, por tener Yanaconas, y [6] á los quales se les
vestia, se les dava de comer, y assistia en sus enfermedades, como se ha dicho de los
Yanaconas.
El producto de las haciendas del Colegio, aunque no era excesivo, como suelen algunos
pensar, era lo bastante assi para la decente manutencion de los sujetos, como a proporcion
de los sirvientes, fuera de que era no pequeño el gasto, que se hazia en la Mission del
Partido, por ser la Provincia dilatada, y en los exercicios, que anualmente se daban, en los
quales se procurava, que los exercitantes tuviessen una decente asistencia, para que assi
nadie se desanimasse, y todos consiguiessen el fruto, que regularmente se experimentava.
Despues de estos gastos eran pocas las limosnas, que el Colegio hazia; y si aun quedava
alguna cosa resagada, se empleava en algunos ornamentos, y alajas para la Iglesia, de que
estaba ya sufficientemente surtida.
De todos estos bienes, que experimentaban los vecinos de la Villa de tarixa con la estada,
y assistencia en ella de los Jesuitas, se puede inferir, quan sensible seria para todos su
salida, y la perdida de tanto bien. Lo fue tanto, que no es facil decirlo en tan corta relacion:
como testigo de vista, y aun de experiencia puedo assegurar, que fue universal el llanto
de toda la gente, y en los dos messes, que me detuve en el Convento de San Francisco me
asseguraron personas fidedignas, que en las casas estavan las gentes, como si huvieran
muerto sus dueños sin querer hablar á los que las visitaban, desahogandose solamente con
lloros, y suspiros; estos mismos se oian en la Iglesia de San Francisco, mientras mis dos
compañeros, y yo deciamos missa, y aunque la decíamos muy temprano, y al amanecer,
se llenava la Iglesia de gente, como si fuera dia de Jubileo: y por lo que toca al consuelo
de confessarse, decían varias personas acostumbradas a frequentar sacramentos en nuestra
Iglesia, que pues faltavan los Jesuitas, no seria poco el confessarse por la Pascua. Esta es
en breve la relacion llana, y sincera de tarixa. Mayo 10 de 1770.
Francisco Fabra
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