garcía montero lee a góngora- aguilucho

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  • 7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho

    1/14

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    Revista anadiense de Estudios Hispnicos

    El Aguilucho y el carpe diem posmoderno: Garca Montero lee a GngoraAuthor(s): PATRICIA SALDARRIAGASource: Revista Canadiense de Estudios Hispnicos, Vol. 31, No. 2 (Invierno 2007), pp. 359-371Published by: Revista Canadiense de Estudios HispnicosStable URL: http://www.jstor.org/stable/27764118

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  • 7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho

    2/14

    PATRICIA

    SALDARRIAGA

    El

    Aguilucho

    y

    el

    carpe

    diem

    posmoderno:

    Garc?a

    Montero

    lee

    a

    G?ngora

    Este art?culo compara el soneto Mientraspor

    competir

    con tu cabello de Luis

    de

    G?ngora,

    con

    El

    Aguilucho,

    del

    poeta

    contempor?neo

    Luis

    Garc?a

    Montero.

    Despu?s

    de

    una

    breve

    revisi?n

    hist?rica

    del

    carpe

    diem,

    el

    estudio

    se

    enfoca

    en

    la

    alegor?a

    del

    tiempo.

    En

    el

    primero

    la

    competencia

    se

    realiza

    entre

    la

    belleza

    feme

    nina

    y

    la

    naturaleza,

    pero

    es

    el

    tiempo

    el

    vencedor de la

    contienda. El

    soneto

    de

    Garc?a

    Montero

    recontextualiza el

    topus

    dentro

    de

    un

    ambiente

    urbano

    y

    la

    competencia

    se

    manifiesta

    en una

    persecuci?n

    entre

    polic?a

    y

    h?roe.

    Se

    consideran

    las

    im?genes

    barrocas de la

    poes?a

    y

    de la

    pintura

    de la

    vanitas

    y

    se

    muestran

    las

    trasformaciones logradas

    por

    Garc?a

    Montero:

    el

    coche

    alado

    que

    representa

    al

    tiempo

    se

    convierte

    en

    un carro

    polic?aco,

    el

    rojo

    de las

    rosas se

    muestra

    en

    los

    se

    m?foros

    urbanos,

    las

    im?genes

    de

    guerra aparecen

    condensadas

    en

    un

    arma o

    el

    cristal del

    cat?logo

    de belleza

    se

    convierte

    en

    una

    insinuante

    botella de cocacola.

    Si

    bien

    el

    texto

    de

    Garc?a

    Montero

    puede

    considerarse

    una

    s?tira

    o

    una

    parodia

    gongorina,

    ambos

    poseen

    una

    caracter?stica com?n:

    la

    angustia

    existencial

    por

    la

    fugacidad

    de la

    vida. Se

    reflexiona

    entonces

    sobre las

    coincidencias

    entre

    la

    posmodernidad

    y

    el

    desenga?o

    barroco.

    La

    poes?a

    para

    m?

    es

    un

    g?nero

    de

    ficci?n

    Garc?a

    Montero

    La

    g?nesis

    grecolatina

    del

    tema

    del

    carpe

    diem

    nos

    remite

    inexorablemente

    a

    una

    doble

    visi?n de

    este

    topus.

    Por

    un

    lado

    se

    apela

    a

    gozar

    del

    d?a

    y por

    el

    otro

    se

    incluye

    la

    hermosura de

    la

    rosa.

    Gonz?lez de Escand?n

    remite esta

    dualidad

    tem?tica

    no

    s?lo

    a

    los

    textos

    de

    Anacreonte

    traducidos

    por

    Quevedo,1

    sino

    tam

    bi?n

    a un

    epigrama

    de Rufino

    (345-410

    d.C)

    que

    reza:

    Te

    env?o,

    Rodoclesia,

    es

    ta

    corona

    que

    mis

    propias

    manos

    han

    tejido

    con

    hermosas flores.

    Cor?nate

    con

    ella

    y

    abandona

    tu

    soberbia:

    en

    breve

    tiempo

    florec?is

    y

    os

    marchit?is

    t?

    y

    la

    co

    rona

    (24).

    Por

    otro

    lado,

    Garc?a Berrio

    (246)

    menciona

    el

    texto

    De rosis

    nas

    centibus2

    atribuido

    a

    Ausonio

    como

    el

    punto

    de

    materializaci?n de

    esta

    dua

    lidad: Recoge, doncella, las rosasmientras la flor est? lozana y la juventud fres

    ca,

    /

    y

    acu?rdate

    de

    que

    as?

    se

    apresura

    tambi?n

    tu edad.

    La

    idea de

    que

    la belle

    za

    de

    las

    flores

    est?

    espec?ficamente

    relacionada

    con

    la

    preocupaci?n

    por

    la

    revista

    canadiense

    de

    estudios

    hisp?nicos

    31.2

    (invierno

    2007)

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  • 7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho

    3/14

    360

    fugacidad

    de la vida

    queda

    corroborada

    no

    s?lo

    en

    los

    textos

    de la

    antig?edad

    cl?sica,

    como

    la oda de

    Horacio3

    y

    los arriba

    ya

    mencionados,

    sino

    que

    tambi?n

    est?

    presente

    en

    la

    poes?a

    espa?ola

    del

    Siglo

    de

    Oro,

    espec?ficamente

    en

    el

    sone

    to XXIII

    de Garcilaso

    y

    en

    el

    texto

    gongor?no

    Mientras

    por

    competir

    por

    tu

    cabello.

    Es

    a

    partir

    de

    esta

    doble

    perspectiva

    que

    a

    continuaci?n

    nos

    aproximare

    mos

    al

    soneto

    barroco de

    Luis

    de

    G?ngora

    para

    desde

    all?

    trazar

    conexiones

    con

    el

    texto

    El

    Aguilucho,

    del

    contempor?neo

    Luis

    Garc?a

    Montero.

    Mientras

    que

    el

    primero

    se

    adec?a

    a

    la

    doble

    visi?n

    del

    carpe

    diem,

    el

    texto

    de

    Garc?a

    Monte

    ro recontextualiza el tema dentro de un ambiente urbano en el cual la ansiedad

    por

    la transitoriedad de la vida

    sigue

    estando latente.

    Veremos asimismo

    algu

    nas

    caracter?sticas

    de

    un

    carpe

    diem

    situado

    en

    el umbral de lamodernidad

    y

    la

    posmodernidad.

    El

    texto

    de

    G?ngora

    ha sido

    ampliamente

    tratado

    por

    la

    cr?tica,

    pero

    la

    cuesti?n

    de

    la

    autor?a

    sigue

    siendo debatida

    pues

    no se

    puede

    afirmar

    a

    ciencia

    cierta si

    este texto

    fue

    escrito

    como

    imitaci?n del

    soneto

    Mientras

    por

    compe

    tir

    con

    tu

    cabello,

    de

    Antonio

    V?zquez,

    el

    poeta

    soldado del

    siglo

    XVI-XVII,

    o

    si

    es

    que,

    por

    el

    contrario,

    V?zquez copi?

    a

    G?ngora

    (Chaffee-Sorace

    42).

    La

    versi?n

    de

    uno

    integra

    a

    la

    otra

    casi

    en su

    totalidad,

    con

    la clara

    excepci?n

    del

    verso d?cimocuarto. Tem?ticamente, estos dos textos difieren en la dimensi?n

    metaf?sica

    presente

    en

    el

    texto

    del

    cordob?s.4

    La

    composici?n

    gongorina,

    por

    otro

    lado,

    ha

    provocado

    numerosas

    respuestas

    dentro de la literatura

    hisp?nica,

    como es

    el

    caso

    del Este

    que

    ves

    enga?o

    colorido,

    de

    sor

    Juana

    In?s de

    la

    Cruz,5

    o

    incluso

    de

    textos

    contempor?neos

    como

    el

    Soneto

    a

    la

    guirnalda

    de

    rosas,

    de

    Federico

    Garc?a

    Lorca,6

    y

    el

    poema

    El

    Aguilucho,

    de Garc?a

    Monte

    ro,

    a

    estudiar

    aqu?.

    El

    soneto

    de

    G?ngora

    parte

    de

    una

    comparaci?n

    bastante

    sencilla: la

    be

    lleza humana

    y

    la

    de la

    naturaleza. La

    rosa

    ha sido

    sustituida

    sinecd?quicamente

    por

    la

    naturaleza,

    y

    ?sta, asimismo,

    est?

    representada

    no

    s?lo

    por

    las

    flores

    sino

    tambi?n

    por

    im?genes

    de

    espacios

    geogr?ficos

    y

    piedras preciosas.

    Se tratam?s

    bien

    de

    un

    concurso

    de belleza

    en

    el

    cual el

    sujeto

    aparece

    fragmentado

    en

    si

    n?cdoques

    corporales:

    el

    cabello

    compite

    con

    el

    sol,

    la

    blanca

    frente

    on

    el

    llano,

    los

    labios

    con

    el

    clavel

    y

    el cuello

    con

    el

    cristal.

    Aparentemente,

    la

    belleza

    cor

    poral

    triunfa,

    ero

    al

    final del

    poema

    este

    enunciado

    se

    revela

    como un

    enga?o.

    La

    funci?n

    apelativa

    del

    carpe

    diem

    se

    manifiesta

    a

    trav?s del

    famoso

    primer

    verso

    del

    primer

    terceto

    que

    reza

    Goza

    cuello,

    cabello,

    labio

    y

    frente.

    Se incita

    al

    goce,

    al

    placer,

    antes

    de

    que

    el

    sujeto

    entre

    en

    la

    senectud

    y

    la belleza

    llegue

    al

    punto

    m?ximo

    del climax

    decreciente.

    Lo

    fascinante

    en

    G?ngora

    es

    que

    el

    ?nfasis

    del

    desenga?o

    coincide

    con

    el

    desarrollo

    de la

    representaci?n

    pict?rica

    del

    memento

    mon o

    el

    recuerda

    que

    morir?s

    de la

    vanitas,7

    pues

    ambos

    ponen

    el

    acento

    en

    el

    inexorable

    tiempo

    que

    trasformar?

    la

    belleza

    en

    polvo

    o

    nada.

    Recordemos

    que

    desde

    comienzos

    del

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  • 7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho

    4/14

    361

    siglo

    XVII

    la

    vanitas

    de

    la

    pintura

    adquiere

    cierta

    independencia

    de

    las

    represen

    taciones

    de

    retratos

    de

    siglos

    anteriores.8

    En

    el

    siglo

    XVII

    el

    cuerpo

    humano

    em

    pieza

    a

    desaparecer

    de

    este

    g?nero

    de

    pintura

    y

    la

    calavera

    pod?a

    ser

    la

    protago

    nista

    del

    cuadro

    e

    ir

    acompa?ada

    por

    una

    serie

    de

    objetos

    de

    significaci?n

    ale

    g?rica:

    una

    vela,

    un

    reloj

    de

    arena,

    un

    globo

    terr?queo,

    un

    libro,

    una

    flor,9

    unas

    alas,

    etc.

    A

    diferencia

    del

    soneto

    XXIII

    de

    Garcilaso,

    el

    texto

    de

    G?ngora

    anun

    cia

    este

    proceso

    de

    independencia

    presente

    en

    la

    vanitas

    pict?rica,

    pues,

    prime

    ro,

    la belleza de la

    mujer

    est?

    en

    competencia

    no

    s?lo

    con

    la

    rosa

    sino

    con

    la

    na

    turaleza

    en

    general,

    y,

    segundo,

    el

    cuerpo

    femenino

    se va

    desintegrando

    en

    frag

    mentos corporales para finalmente dejar de estar visible y darle paso a lo que

    aleg?ricamente

    representar?

    l

    tiempo.10

    El

    contempor?neo

    Garc?a Montero

    utiliza el

    soneto

    gongorino

    como

    punto

    de

    partida

    para

    uno

    de

    los

    cinco textos

    que

    forman la serie

    de

    El

    Aguilucho,

    un

    conjunto

    de

    composiciones

    que

    apareci?

    por

    primera

    vez como

    parte

    del

    poemario

    Rimado de

    ciudad,

    de

    1983,

    y

    que

    posteriormente

    se

    ha

    incluido

    en su

    totalidad

    en

    el volumen

    Adem?s,

    de

    1994.

    ?Qu?

    es

    o

    qui?n

    es

    el

    Aguilucho?

    El

    t?tulo de

    esta serie

    de

    poemas

    nos

    remite

    a

    la novela

    juvenil

    de

    aventuras

    del

    mismo

    nombre,

    un

    texto

    popular

    de Raf

    Segrram

    (Rafael

    Segovia

    Ramos)

    escrito

    a

    comienzos

    de

    los

    a?os

    sesenta

    y

    que

    bien

    puede

    clasificarse

    como

    una

    novela

    polic?aca,

    o incluso como una novela

    negra.11

    En este texto el

    protago

    nista

    Max

    Grey,

    un

    pac?fico

    hacendado,

    amigo

    personal

    y

    posteriormente

    cu?a

    do

    del

    sheriff,

    rea

    al

    personaje

    del

    Aguilucho

    y

    lo

    convierte

    en un

    h?roe.

    ?ste

    se

    revela

    como

    el

    mismo Max

    Grey

    disfrazado,

    quien

    sale

    en su

    caballo

    a

    luchar

    por

    la

    justicia.

    Al

    hacerlo,

    esta

    figura

    entra

    en

    competencia

    con

    el sheriff

    espec

    to

    de

    su

    popularidad

    y

    eficacia.

    En

    forma similar

    a

    la

    figura

    de Robin

    Hood,

    el

    Aguilucho

    distribuye

    dinero

    a

    los

    necesitados,

    asesina

    a

    los

    traidores

    e

    incluso

    salva

    al

    propio

    sheriff

    uando

    ?ste

    es

    enga?ado

    por

    uno

    de

    sus

    hombres.

    La fi

    gura

    inc?gnita

    del

    superh?roe

    es

    admirada

    secretamente

    por

    la

    hermana del

    sheriff.

    Si

    consideramos

    el

    hecho

    de

    que

    el

    primer

    libro de

    Garc?a

    Montero,

    Y

    ya

    eres

    due?o del

    puente

    de

    Brooklyn,

    est?

    literalmente basado

    en

    citas

    de

    novela

    negra

    norteamericana,

    sobre

    todo de

    Raymond

    Chandler

    y

    de

    Dashiell

    Hammett,

    no es

    sorprendente

    que

    el

    poeta

    y

    profesor

    granadino

    utilice

    este

    texto

    popular

    para

    darle

    t?tulo

    a su

    serie

    de

    poemas.

    A

    diferencia de

    las

    versiones anteriores

    del

    carpe

    diem

    (incluso

    de

    la de

    Garc?a

    Lorca),

    en

    las

    cuales

    la

    ubicaci?n

    de

    la

    Arcadia

    paradis?aca

    no se

    menciona

    sino

    que

    se

    sugiere,

    en

    este texto

    la

    acci?n

    se

    sit?a e? el ambiente

    urbano. Abundan

    los

    paneles

    de

    cocacola,

    el ruido de

    sirenas,

    hay

    se?ales

    de

    stop,

    letreros

    luminosos,

    sem?foros,

    etc.:

    Por las altas miradas de

    la

    espera

    se

    vio

    salir

    a

    punta

    de

    pistola,

    irrumpiendo

    feroz,

    como una

    ola,

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  • 7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho

    5/14

    362

    sobre la orilla

    calma

    de la

    acera.

    Conquista

    el

    coche,

    arranca

    y

    acelera

    cuando

    hist?rica

    estalla, loca, sola,

    por

    detr?s de

    un

    panel

    de

    Cocacola

    la

    sirena

    precoz

    de

    una

    lechera.

    Cruces,

    Stop,

    portales,

    en

    cornisas

    letreros

    luminosos, calles,

    rojos

    sem?foros

    que

    quedan

    de

    pasada.

    Y

    la velocidad de

    parabrisas

    que

    la ciudad convierte

    ante

    sus

    ojos

    en

    tierra,

    en

    polvo,

    en

    humo,

    en

    sombra,

    en

    nada.

    Como

    se

    puede

    observar,

    Garc?a Montero

    incluye

    en su

    propio

    texto

    el

    ?ltimo

    verso

    del

    soneto

    gongorino:

    Mientras

    por

    competir

    con

    tu

    cabello

    oro

    bru?ido al sol relumbra

    en

    vano:

    mientras con

    menosprecio

    enmedio el llano

    mira

    tu

    blanca

    frente

    el

    lilio

    bello;

    Mientras

    a

    cada

    labio,

    por

    cogello

    siguen

    m?s

    ojos

    que

    al

    clavel

    temprano:

    y

    mientras

    triunfa

    con

    desd?n

    lozano

    del luciente

    cristal

    tu

    gentil

    cuello:

    Goza

    cuello,

    cabello,

    labio

    y

    frente,

    antes

    de lo

    que

    fue

    en

    tu

    edad

    dorada

    oro, lilio, clavel, cristal luciente,

    No

    s?lo

    en

    plata

    o

    viola troncada

    se

    vuelva,

    mas

    t?

    y

    ello

    juntamente

    en

    tierra,

    en

    humo,

    en

    polvo,

    en

    sombra,

    en

    nada.

    En

    la

    versi?n

    de

    G?ngora,

    el

    estado

    presente

    de los

    dos

    primeros

    cuartetos

    se

    prolonga

    a

    trav?s

    de la

    an?fora

    de

    Tasso

    mientras :

    mientras

    por

    competir

    y

    mientras

    a

    cada labio. El instante

    se

    dilata,

    y

    se

    retrasa

    la

    conversi?n

    final

    hacia

    la

    inmaterialidad.

    El

    primer

    terceto

    es

    la

    apelaci?n

    directa del

    carpe

    diem

    (Goza cuello) y el ?ltimo, el desenga?o, el reconocimiento de lamuerte (en

    tierra,

    en

    polvo).

    En

    este soneto

    Garc?a

    Montero

    rompe

    la

    estructura

    gongorina

    en

    la

    medida

    en

    que

    s?lo

    se?ala el

    presente

    por

    medio

    de

    un

    gerundio

    en

    el

    primer

    cuarteto:

    irrumpiendo.

    Si

    en

    G?ngora

    la

    trasformaci?n

    hacia la

    nada

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  • 7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho

    6/14

    363

    sucede

    en

    el

    ?ltimo

    verso,

    en

    El

    Aguilucho

    la

    espera

    del

    primer

    verso se re

    duce

    a

    un

    instante

    y

    el

    cambio

    de

    estado

    o

    la

    muerte,

    por

    lo

    tanto,

    se

    hacen

    m?s

    pr?ximos.

    Como

    en

    G?ngora,

    la

    descripci?n

    del

    sujeto

    es

    ambigua.

    Si

    bien

    en

    el

    primero

    podemos

    suponer que

    se

    trata

    de

    una

    mujer

    fragmentada,

    impersonal,

    en

    Garc?a Montero

    se

    evita sistem?ticamente

    cualquier

    menci?n

    que

    d?

    indicio

    del

    g?nero

    sexual.

    El se

    vio

    salir

    (2)

    o

    conquista

    del

    verso

    5

    no se

    refieren

    a

    ning?n

    g?nero

    en

    espec?fico.

    Muy

    por

    el

    contrario,

    ambos

    t?rminos

    son

    confu

    sos

    y

    contribuyen

    a

    la

    ambig?edad

    del

    texto. La

    mujer

    bella

    que

    compite

    con

    la

    naturaleza se ha convertido en un sujeto an?nimo que, a punta de pistola,

    irrumpe

    a

    grandes

    velocidades

    sobre la

    acera.

    Las

    reminiscencias

    de

    la

    tradici?n

    del

    carpe

    diem

    en

    este

    soneto

    de

    Garc?a Montero

    van

    m?s

    all?

    de

    la intertextua

    lidad

    gongorina.

    Si

    en

    el

    texto

    del

    cordob?s

    el

    atributo

    es

    la

    belleza,

    aqu?

    tam

    bi?n

    se

    trata

    de

    la

    posesi?n

    de la

    pistola

    y

    del

    poder

    que

    ?sta

    le concede. Resaltar

    la

    posesi?n

    del

    arma

    y

    la

    implicaci?n

    meton?mica

    de

    guerra

    coinciden

    con

    esta

    tradici?n

    en

    la

    medida

    que

    en

    la

    vanitas

    barroca las

    im?genes

    de

    guerra

    resalta

    ban

    la

    fragilidad

    de la vida

    y

    el triunfode la

    muerte.

    Lo

    mismo

    se

    puede

    afirmar

    respecto

    de

    la

    dualidad

    tem?tica

    del

    carpe

    diem. Tanto la

    fugacidad

    de

    la

    vida

    como

    la

    presencia

    de

    la

    rosa se

    sugieren

    a

    trav?s

    de las

    im?genes

    de sem?foros

    rojos que quedan de pasada. As? como la rosa, la vela o una pompa de

    jab?n

    suger?an

    un

    brev?simo

    instante

    en

    la

    larga

    trayectoria

    de

    la vida

    humana,

    el

    rojo

    de los

    sem?foros cambiar?

    y

    se

    renovar?

    en un

    ambiente alumbrado

    por

    emblemas modernos

    de anuncios

    publicitarios.

    Ya

    no

    se

    trata

    de

    una

    emblem?

    tica

    que

    apela

    al

    lector

    a

    seguir

    cierto

    orden moral

    o

    religioso.

    En

    este

    ambiente

    urbano

    el

    emblema

    contempor?neo

    est?

    dirigido

    al

    consumo.

    Si

    en

    G?ngora

    o

    incluso

    en

    Garcilaso

    y

    Petrarca

    el cristal

    era

    una

    met?fora

    t?pica

    del

    cat?logo

    de

    belleza

    femenina,

    aqu?

    el

    cristal

    se

    ha convertido

    en una

    botella

    de cocacola

    con

    cualidades

    femeninas.

    La

    forma

    ondulada de

    la

    botella

    se

    asemeja

    a

    la

    t?pica

    si

    lueta de

    una

    mujer

    de

    cintura

    estrecha.

    Este

    emblema

    tiene

    como

    funci?n

    con

    vencer

    al

    espectador

    para

    primero

    llevar

    a

    cabo

    un

    intercambio

    monetario

    y

    luego

    vaciar el

    l?quido

    oscuro

    y gaseoso

    de

    ese

    cuerpo

    cristalizado

    sugerido

    por

    medio

    del

    envase.

    El

    cuerpo

    femenino,

    por

    lo

    tanto,

    sigue

    siendo utilizado

    para

    visualizar la

    sugerencia

    hedonista

    de

    placer

    y

    satisfacci?n de deseos

    corporales.

    Obs?rvese

    la

    inclusi?n

    de la sirena

    y

    la lechera

    en

    este

    mismo

    contexto.

    Si

    bien,

    como

    lo

    veremos

    a

    continuaci?n,

    ?stas

    se

    refieren

    a

    una

    alarma

    espec?fica

    y

    un

    autom?vil

    respectivamente,

    tambi?n

    se

    sugiere

    el

    busto

    femenino

    t?pico

    de

    la

    ninfa

    marina

    y

    de la

    maternidad.

    El

    segundo

    cuarteto

    del

    soneto

    de

    Garc?a Montero

    nos

    da la clave

    para

    el

    reconocimiento

    del

    topus

    del

    carpe

    diem

    (conquista,

    arranca,

    acelera), y

    desde

    all?

    se

    amplifica

    y

    se

    describe el climax

    que

    va a

    desembocar

    en

    la

    nada

    del

    ?lti

    mo verso.

    El ?ltimo

    verso

    de

    este

    cuarteto:

    la

    sirena

    precoz

    de

    una

    lechera

    nos

    da

    un

    indicio

    importante

    a

    considerar.

    El

    t?rmino

    lechera

    es

    la

    denominaci?n

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  • 7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho

    7/14

    364

    que

    se

    le da

    en

    Espa?a

    a

    los

    coches

    patrullas

    de

    la

    Polic?a

    Nacional.

    Lo

    que

    en

    la

    poes?a

    barroca,

    espec?ficamente

    en

    el

    caso

    de

    Andrew Marvell

    (1621-1678),

    se

    represent?

    en

    la

    tradici?n

    del

    carpe

    diem

    por

    medio

    de

    un

    carruaje

    alado

    ( But

    at

    my

    back

    I

    always

    hear/

    Time's

    winged

    chariot

    hurrying

    near ),

    aqu?, gracias

    a

    la

    modernizaci?n,

    la

    carroza

    del

    tiempo

    ha

    trasformado

    sus

    alas

    en

    un

    potente

    motor

    mec?nico,

    la

    lechera.12

    Y

    es

    justamente

    esta

    met?fora automovil?stica

    la

    que

    permitir?

    leer el

    texto

    de Garc?a

    Montero

    como una

    alegor?a

    del

    tiempo.

    As?,

    el

    verbo

    conquista

    tiene

    m?ltiples

    acepciones.

    Primero,

    puede

    conside

    rarse como

    descripci?n

    de las actividades del

    sujeto,

    es

    decir,

    est?

    dominando el

    coche, lo est? arrancando y acelerando. Segundo, si tomamos en cuenta la

    alegor?a impl?cita,podemos

    hablar

    de

    una

    conquista

    del

    tiempo,

    aunque

    ?sta

    sea

    temporal.

    Recu?rdese

    que

    en

    G?ngora

    tambi?n

    se

    logra

    un

    triunfo

    momen

    t?neo

    sobre el

    tiempo,

    por

    lo

    menos en

    los dos

    primeros

    cuartetos.

    El

    uso

    del

    presente

    de indicativo

    en

    tercera

    persona

    (?l/ella

    conquista)

    tam

    bi?n coincide

    con

    el

    modo

    y

    la

    forma

    del

    imperativo

    en

    la

    segunda

    ([t?]

    con

    quista,

    arranca),

    es

    decir

    que

    este

    verso

    puede

    interpretarse

    como

    la

    apelaci?n

    hedonista

    impl?cita

    en

    el

    carpe

    diem:

    conquista

    ...

    arranca,

    acelera.

    Lo

    impre

    ciso

    de la

    situaci?n

    pragm?tica impide

    definir

    a

    qu?

    sujeto

    o

    sujetos

    est?

    dirigi

    da

    esta

    apelaci?n.

    Si

    en

    G?ngora

    la

    muerte

    es

    destructora de

    la

    belleza,

    aqu?

    se

    motiva al

    sujeto

    a gozar de la libertady lavelocidad antes de que sea

    atrapado

    o

    incluso

    antes

    de

    que

    perseguidos

    y

    perseguidores

    coincidan

    en

    la

    misma

    ubica

    ci?n. Esta

    idea

    acercar?a

    incluso m?s el

    texto

    de

    Garc?a

    Montero

    al

    tema

    de

    la

    vanitas,

    pues

    la

    pintura

    barroca tambi?n

    ha

    resaltado la velocidad

    que

    acerca

    al

    hombre

    a su

    extinci?n.

    Pensemos,

    por

    ejemplo,

    en

    el cuadro

    El

    sue?o

    del

    caba

    llero,

    de

    Francisco

    Palacios

    (1615-1650).

    La

    cartela sostenida

    por

    el

    ?ngel

    lleva

    la

    imagen

    de

    una

    flecha

    y

    su

    inscripci?n

    reza:

    Aeterna

    pungit,

    cito

    vol?t

    et

    occidit

    Como

    lo

    sugiere

    Valdivieso

    (45),

    la

    flecha

    se

    convierte

    en

    una

    alegor?a

    de

    la

    muerte,

    pues,

    como

    ella,

    amenaza,

    vuela

    r?pidamente

    y

    finalmente

    mata.

    El atributo

    de

    sirena

    precoz

    en

    el

    soneto

    de

    Garc?a Montero refuerza

    esta

    inter

    pretaci?n

    en

    la

    medida

    que

    implica

    velocidad

    r?pida,

    apuro,

    anacronismo. Si

    se

    lee

    como

    una

    trasgresi?n

    del

    tiempo, puesto

    que

    la

    sirena

    sale

    o suena

    antes

    de

    lo

    debido,

    se

    acent?a

    incluso

    m?s el sentido

    de

    competencia

    entre

    ambas

    partes,

    los

    que

    huyen

    y

    los

    que

    persiguen.

    Con la

    sirena

    polic?aca

    al

    fondo,

    las

    pistolas

    y

    el

    coche

    en

    movimiento,

    po

    demos resaltar

    entonces

    una

    isotop?a

    de la

    persecuci?n. ?C?mo

    podemos

    com

    parar

    esta

    situaci?n

    de

    persecuci?n

    policial

    con

    el

    carpe

    diem

    gongorino?

    Pro

    pongo

    que

    primero

    lo

    hagamos

    incluyendo

    las

    referencias

    intertextuales

    que

    nos

    brinda

    el

    hipotexto13

    de El

    Aguilucho,

    es

    decir la novela de

    Segrram.

    Si

    a un

    nivel figurativo el tiempo perseguir? y destruir? todo lohumano,

    a un

    nivel lite

    ral

    la

    competencia

    gongorina

    entre

    la

    belleza de la

    mujer

    y

    la naturaleza

    se con

    vierte

    en

    una

    persecuci?n

    entre

    el

    h?roe

    y

    polic?a,

    Max

    Grey

    o

    el

    Aguilucho

    frente

    l

    sheriff.

    en

    el

    soneto

    no

    sabemos

    en

    realidad

    qui?n

    persigue

    a

    qui?n,

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  • 7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho

    8/14

    365

    si la

    polic?a persigue

    al

    Aguilucho,

    si

    el

    Aguilucho

    y

    la

    polic?a

    persiguen

    a

    un

    tercero,

    o

    si

    ambos

    compiten

    por

    llegar

    primero

    a

    la

    escena

    del

    crimen.

    S?lo

    po

    demos afirmar

    que

    se

    trata

    de

    una

    escena

    de

    persecuci?n

    entre

    la

    polic?a

    y

    un

    coche conducido

    por

    un

    sujeto inc?gnito.

    Por

    otro

    lado,

    no se

    compite

    por

    belleza

    ni

    popularidad,

    sino

    m?s

    bien

    por

    velocidad.

    En esta

    carrera se

    incurre

    en

    una

    serie

    de

    quebrantamientos

    de la

    ley,

    su

    gerida

    ya

    por

    la

    persecuci?n

    polic?aca

    en

    s?,

    as?

    como

    por

    la

    menci?n de los

    se

    m?foros

    en

    rojo,

    las

    se?ales de

    stop,

    etc.

    Como

    lo

    podemos

    ver en

    los dos ?lti

    mos

    tercetos

    del

    soneto,

    la

    velocidad

    nos

    lleva

    a un

    climax

    durante

    el

    cual

    la

    ciu

    dad y todos sus signos se trasformanen tierra,polvo, humo, sombra y nada. Si

    bien

    es

    cierto

    que

    la

    alabanza de la velocidad

    es un

    fen?meno

    t?pico

    de la

    van

    guardia,14

    quisiera

    proponer

    aqu?

    que

    este soneto

    presenta

    la

    angustia

    de

    un su

    jeto posmoderno.

    Lo

    que

    se

    resalta

    no es

    la

    utilizaci?n del autom?vil

    como

    veh?culo

    para

    expresar

    la falta de

    temor

    o

    falta de

    verg?enza

    del

    conductor,

    co

    mo

    lo

    proponen

    los

    manifiestos futuristas.

    Tampoco

    se

    trata

    del coche

    como

    objeto

    en

    s?.

    Lidiamos

    m?s bien

    con

    la

    significaci?n

    del

    uso

    del

    autom?vil: el

    poder

    de

    dominio,

    de

    control,

    de mando

    y

    la

    trasformaci?n del

    sujeto/objeto

    desde

    la

    perspectiva

    de

    quien

    lo

    conduce. Como lo ha

    resaltado

    Baudrillard

    en

    El

    ?xtasis de

    la

    comunicaci?n

    (Foster 188),

    e

    incluso Barthes

    (154),

    en

    nuestra

    era posmoderna la l?gica de conducir un coche ha sido substituida por una

    l?gica

    muy

    subjetiva

    de

    posesi?n

    y

    proyecci?n

    (Foster 188).

    En

    el

    texto

    de

    Garc?a Montero

    la

    instancia

    represiva

    est?

    constituida meton?micamente

    por

    otro

    autom?vil,

    la lechera

    y

    su

    sirena,

    y

    el

    sujeto,

    desde

    su

    propio

    coche,

    domina

    y

    posee

    el

    poder

    de

    quebrantar

    la

    ley

    o

    incluso de

    sustituirla. Subversi?n

    que

    por

    otro

    lado

    adquiere

    una

    lectura diferente al

    considerar la

    significaci?n

    ale

    g?rica

    del

    carro

    polic?aco.

    No

    s?lo

    se

    implica

    un

    dominio de

    la

    tecnolog?a

    o

    de

    la instancia

    oficial

    represiva

    en

    s?,

    sino

    que,

    como

    en

    el

    poema

    de

    Marvell,

    aqu?

    el

    sujeto

    tambi?n

    pretende

    conquistar

    el

    tiempo,

    la

    vida,

    la

    mortalidad.

    Los

    estudios

    de Frederick

    Jameson

    sobre la

    posmodernidad

    nos

    remiten

    a

    un

    sujeto

    que

    ha

    perdido

    su

    capacidad

    de ubicaci?n

    y

    que,

    fragmentado,

    se ve

    forzado

    a

    identificarsedentro de

    un

    mapa

    cognitivo,

    mental,

    que

    lo

    ayude

    a

    si

    tuarse en

    la

    sociedad.15

    Aqu?,

    el

    sujeto,

    al

    ritmo

    cada

    vez

    m?s

    veloz del

    auto

    m?vil,

    va

    perdiendo

    gradualmente

    la

    capacidad

    para

    leer

    la

    ciudad,

    para

    leer

    sus

    textos

    y

    sus

    c?digos.

    La

    facultad

    para

    ubicarse

    de?cticamente,

    por

    lo

    tanto,

    se

    hace

    vana

    en

    la

    medida

    que

    la ciudad

    misma

    se

    desintegra.

    Pero

    es

    s?lo

    una

    des

    trucci?n

    aparente

    que

    se

    manifiesta

    en

    la

    imposibilidad

    de

    representar

    la

    ciudad

    como

    un

    todo.

    El

    sujeto,

    por

    lo

    tanto,

    necesita

    del

    mapa

    cognitivo

    para

    ubicarse

    en

    el

    movimiento

    urbano.

    El

    paralelo

    con

    G?ngora

    ahora

    se

    puede

    visualizar desde

    otra

    perspectiva.

    El

    cuerpo

    femenino

    y

    su

    belleza

    han

    sido

    sustituidos

    por

    el

    cuerpo

    de la

    ciudad.

    Las

    isotop?as

    del

    cuerpo

    a

    trav?s de las

    sin?cdoques

    como

    cuello

    o

    labio

    se

    vuelven

    urbanas:

    sirena,

    cruces,

    acera

    o

    paneles.

    Lo

    que

    en

    G?ngora

    es

    corpo

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  • 7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho

    9/14

    366

    reidad

    femenina

    y

    su

    consecuente

    pudrimiento,

    aqu?

    la

    ciudad

    se

    concibe

    como

    un

    cuerpo

    cuyos

    miembros

    son

    signos,

    los mismos

    que,

    como

    en

    G?ngora,

    perder?n

    su

    valor,

    su

    significaci?n.

    Si

    en

    G?ngora,

    como

    lo

    afirma

    Betty

    Sasaki

    (12),

    la belleza

    femenina

    ha sido

    construida

    por

    la

    mirada masculina

    y

    el

    superar

    a

    la

    naturaleza conlleva la

    remortalizaci?n

    y

    la

    muerte,

    aqu?

    superar

    la velocidad

    de

    la

    instancia

    polic?aca implica

    una

    trasgresi?n

    que

    trae

    como

    consecuencia

    una

    posible

    p?rdida

    de

    la

    libertad

    e

    incluso

    la

    muerte.

    Ambos

    textos

    comparten

    al

    vencedor de la contienda:

    el

    tiempo.

    Mientras

    que

    en

    el

    soneto

    gongorino

    ?ste

    destruye

    la belleza

    y

    se

    cumple

    el

    verso

    eclesi?s

    ticode polvo eresy en polvo te convertir?s, en el soneto de Garc?aMontero es

    la

    velocidad

    (que

    depende

    del

    tiempo

    y

    del

    espacio)

    la

    que

    destruir?

    nuestra vi

    si?n

    de

    la

    ciudad

    y

    que

    a

    la

    vez nos

    llevar?

    a

    la

    muerte,

    a

    la

    nada.

    En

    el

    soneto

    de

    G?ngora

    al

    sujeto

    se

    le advierte del

    memento

    mori,

    es

    decir,

    se

    le

    recuerda

    que

    alg?n

    d?a

    ir?

    a

    morir. En

    el

    texto

    de

    Garc?a

    Montero

    el

    sujeto

    provoca

    sumuer

    te,

    se acerca a

    ella

    en

    un

    trance

    o

    ?xtasis

    espectacular

    y

    crea

    su

    propia

    muerte

    como en un

    espect?culo,

    un

    simulacro.

    No

    en

    vano

    el

    primer

    verso

    del

    primer

    cuarteto

    nos

    recuerda al

    espectador:

    Por

    las altas miradas de

    la

    espera.

    Se

    trata

    de

    un

    observador

    que

    probablemente

    tiene

    una

    visi?n

    panor?mica,

    casi

    un

    voyeur

    a

    lo

    Michel de

    Certeau,

    que

    puede

    observar

    y

    juzgar

    toda

    la

    escena.

    El

    otro espectador es el sujeto que est?manejando el auto. Desde laperspectiva del

    parabrisas

    del coche

    a

    velocidad,

    la ciudad

    se

    ha convertido

    en

    nada,

    en

    muerte,

    pero

    es un

    mero

    simulacro

    pues

    la

    ciudad

    existe,

    con

    letreros

    simb?licos

    y

    sem?foros

    que

    pueden

    o

    no

    funcionar.

    Recordemos

    que

    en

    1983,

    a?o

    cuando

    aparece

    publicado

    el

    texto

    Rimado

    de

    ciudad,

    Garc?a

    Montero,

    junto

    con

    ?lvaro

    Salvador

    y

    Javier

    gea,

    publica

    La

    otra

    sentiment

    lidad,

    una

    especie

    de

    manifiesto

    con

    planteamientos

    est?ticos

    que

    algunos

    a?os

    despu?s

    configurar?an

    la

    poes?a

    de la

    experiencia.

    Seg?n

    Anthony

    Geist,

    la l?nea de

    La otra

    sentimentalidad

    est?

    marcada

    por

    la

    his

    toricidad

    de

    los

    sentimientos,

    el

    arte

    como

    simulacro

    y

    la

    preferencia

    por

    un

    lenguaje

    cotidiano

    (276).

    En El

    Aguilucho

    coexisten estos

    principios

    presen

    tes

    en

    la

    poes?a

    de

    la

    experiencia,

    pues

    los

    sentimientos

    est?n construidos ideo

    l?gicamente.

    Las instancias de

    poder

    han

    asumido

    el

    rol atribuido

    por

    la

    socie

    dad

    y

    un

    aguilucho

    que

    pretende

    subvertir

    dichos roles

    sufrir? las

    consecuen

    cias.

    Asimismo,

    se

    acent?a

    el

    simulacro

    del

    arte

    en

    la

    medida

    que

    la

    poes?a

    se

    vuelve

    escenario

    urbano de

    una

    persecuci?n

    polic?aca

    cuyos

    espectadores

    esperan

    la

    resoluci?n del

    caso.

    Se simula la

    muerte,

    se

    apela

    al

    lenguaje

    coti

    diano

    y

    se

    incorpora

    incluso la

    jerga

    (lechera)

    y

    el

    g?nero

    de novela

    polic?aca

    en

    la

    forma

    cl?sica

    de

    un

    soneto.

    En

    su

    estudio

    sobre

    la

    desconstrucci?n

    Jonathan Culler,

    utilizando

    a

    Zen?n,

    ha

    se?alado

    una

    de las

    grandes

    paradojas

    sobre

    la

    metaf?sica

    de

    la

    pre

    sencia.

    Tomando

    una

    flecha

    como

    punto

    de

    partida,

    se

    pregunta

    hasta

    qu?

    pun

    to

    la flecha

    puede

    estar

    presente

    en

    cada

    lugar

    espec?fico

    por

    el

    que pasa

    si

    a

    la

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    10/14

    367

    vez

    ?sta

    debe

    estar

    y

    est?

    en

    permanente

    movimiento.

    En

    su

    estudio Culler

    con

    cluye

    que

    la

    presencia

    del

    movimiento

    s?lo

    se

    puede

    aprehender

    cuando

    cada

    instante

    se

    concibe

    marcado

    por

    la huella del

    pasado

    o

    del

    futuro.

    Es

    decir

    que

    el

    instante

    no se

    concibe

    como

    un

    producto

    dado,

    sino

    m?s

    bien

    como

    la

    rela

    ci?n

    entre

    pasado

    y

    futuro,

    como un

    efecto de

    la

    diferencia

    entre

    ambos.

    En

    otras

    palabras

    y

    siguiendo

    a

    Derrida,

    Culler

    propone

    que

    dejemos

    de considerar

    la

    ausencia

    como

    la

    negaci?n

    de la

    presencia.

    Se

    trata

    m?s

    bien de

    ver

    la

    pre

    sencia

    como un

    efecto de

    una

    ausencia

    generalizada.

    Siguiendo

    esta

    l?nea

    propuesta

    por

    Culler,

    podemos

    ver

    que

    el

    soneto

    de

    Garc?a Montero juega dial?cticamente entre la presencia y la ausencia, ya no

    utilizando la

    flecha,

    sino

    m?s bien

    un

    autom?vil

    en

    movimiento. La

    presencia

    del

    auto,

    por

    lo

    tanto,

    podemos

    verla

    como

    una

    construcci?n,

    como

    el

    efecto

    del

    pasado

    y

    el futuro.

    Por

    ejemplo,

    ?qu?

    reglas

    se

    respetaron

    y

    se

    respetar?n,

    cu?les

    eran

    los

    c?digos

    permitidos

    o no

    permitidos, qu?

    accidentes

    automovi

    l?sticos sucedieron

    y

    suceder?n,

    c?mo

    se

    ha descrito el

    ?xtasis de

    velocidad

    en

    la

    tradici?n

    literaria,

    ?mo

    se

    describir?

    ahora

    en

    el ?ltimo

    verso

    del

    soneto

    que

    ya

    fue

    a su vez

    dicho

    por

    G?ngora,

    qu?

    l?mite

    de velocidad

    se

    alcanz?

    o se

    alcan

    zar??

    Lo

    mismo

    con

    la

    ciudad.

    Si

    el

    sujeto

    conductor

    puede

    ver

    la ciudad

    con

    vertida

    en

    la

    nada,

    esta

    ausencia

    no

    es

    la

    negaci?n

    de

    la

    presencia.

    La

    ciudad si

    gue

    estando

    presente,

    pero

    gracias

    al movimiento su

    presencia

    es una ausencia

    generalizada:

    es

    tierra,

    polvo,

    humo,

    sombra,

    nada.

    La

    incorporaci?n

    del

    texto

    gongorino

    en

    un

    ambiente de

    angustia

    posmo

    derna

    puede

    leerse tambi?n

    como una

    parodia,

    incluso de la

    angustia

    existencial

    del

    sujeto

    o

    tal

    vez

    de

    su

    condici?n de

    habitante

    urbano,

    pero

    en

    ?ltima

    instan

    cia

    una

    parodia

    del mismo

    texto

    gongorino.

    Si

    a

    un

    nivel

    literal el

    soneto

    deli

    nea

    la

    carrera

    del

    polic?a

    tras

    el

    delincuente,

    en

    una

    lectura

    figurativa

    esta

    per

    secuci?n

    implica

    la

    angustia

    por

    la

    muerte,

    por

    la

    destrucci?n

    impl?cita

    en

    las

    referencias intertextualesdel

    memento

    mori

    de

    G?ngora.

    El

    tiempo

    que

    tras

    curre

    lentamente

    y que poco

    a

    poco

    va

    debilitando

    y

    marchitando

    la

    belleza fe

    menina

    aqu?

    cambia de

    carruaje

    alado

    a un

    concepto

    movilizado,

    r?pido,

    an

    gustioso,

    apocal?ptico,

    que

    no

    s?lo destruir? al

    sujeto,

    sino

    tambi?n la civili

    zaci?n,

    la

    ciudad.

    Pero si

    el

    texto

    de Garc?a

    Montero

    puede

    considerarse

    una

    parodia

    del

    carpe

    diem

    gongorino,

    s?lo

    lo

    es en

    el

    sentido de

    Linda

    Hutcheon,

    en

    la

    medida

    que

    este

    concepto

    implica

    una

    repetici?n

    con

    diferencias cr?ticas

    y

    no

    necesariamente

    una

    ridiculizaci?n

    (Hutcheon

    36).

    Uno

    podr?a

    tambi?n

    preguntarse

    hasta

    qu?

    punto

    esta

    persecuci?n

    poli

    c?aca

    podr?a

    considerarse

    una

    s?tira

    pues, para

    Brummack

    (275-377),

    ?sta

    im

    plica

    un

    acto

    de

    agresi?n.

    Por

    lo

    general,

    el

    objeto

    agredido

    est? excluido del

    sis

    temanormativo de

    una

    comunidad y la agresi?n

    no es

    inmediata, sinom?s bien

    en

    forma indirecta

    y

    de acuerdo

    a

    ciertas

    convenciones

    est?ticas. La

    agresi?n

    en

    el

    soneto

    de Garc?a

    Montero

    se

    da

    a

    varios

    niveles:

    la instancia

    oficial

    contra

    la

    subversiva,

    esto

    es

    la

    polic?a

    contra

    el

    Aguilucho,

    as?

    como

    tambi?n

    el

    Agui

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    11/14

    368

    lucho

    y

    la

    polic?a

    contra

    los

    asesinos

    o

    viceversa,

    o

    incluso

    agresi?n

    contra

    el

    propio

    sujeto.

    Esta

    agresi?n

    se

    convierte

    en

    una

    cr?tica

    la condici?n

    urbana,

    al

    crimen

    presente

    en

    las

    novelas

    polic?acas,

    pero

    tambi?n

    a

    la

    modernizaci?n,

    a

    la

    velocidad

    con

    que

    nos

    impulsamos

    hacia la

    propia

    destrucci?n. Como

    lo

    sugie

    re

    Rodr?guez

    G?mez

    (177),

    la

    palabra po?tica

    se

    convierte

    en

    el

    arma

    afilada

    pa

    ra

    las

    luchas culturales

    e

    ideol?gicas.

    Los

    versos

    de

    G?ngora,

    utilizados

    a

    modo

    de

    ep?grafe

    y

    tambi?n

    incluidos

    en

    el

    texto

    po?tico,

    no se

    escapan

    del

    contexto

    de

    agresi?n. Muy

    por

    el

    contrario,

    el

    yo

    l?rico

    gongorino

    va

    despedazando

    el

    cuerpo

    femenino

    fragmento

    por

    fragmento,

    va

    aniquilando

    su

    belleza

    y,

    al

    ha

    cerlo, traspone a lamujer dentro de un contexto de angustia existencial com?n

    a

    la

    del

    sujeto

    urbano.

    Apropiarse

    de la

    ret?rica

    gongorina

    ser?a,

    pues,

    una

    t?c

    tica

    para

    resaltar las coincidencias

    entre

    ambas

    ?pocas

    y

    mostrar

    as?

    una

    alego

    r?a

    del

    tiempo

    de

    caracter?sticas

    comunes

    al

    barroco

    y

    a

    la

    posmodernidad.

    Middlebury College

    NOTAS

    1

    G?ngora

    le dedica un

    poema

    a

    Quevedo

    en el cual le

    atribuye

    el

    adjetivo

    de

    Anacreonte

    espa?ol. Seg?n Ciplijauskait?

    (275),

    G?ngora

    alude

    no

    s?lo al

    poeta

    latino

    sino

    tambi?n

    a

    la

    lascivia de la

    poes?a quevediana.

    2

    De rosis

    nascentibus :

    Recoge,

    doncella,

    las

    rosas

    mientras

    la flor

    est?

    lozana

    y

    la

    juventud

    fresca,

    /

    y

    acu?rdate

    de

    que

    as?

    se

    apresura

    tambi?n

    tu

    edad

    ( collige,

    virgo,

    rosas

    sumflos

    novus

    et

    nova

    pubes,

    /

    et

    memor

    esto

    aevum

    sicproperare

    tuum )

    (Gonz?lez

    de

    Escand?n

    24).

    3

    sapias,

    vina

    liques,

    etspatio

    brevi

    spem

    longam

    reseces.

    Dum

    loquimur, fuger

    it

    invida

    aetas:

    carpe

    diem

    quam

    minimum

    cr?dula

    postero

    ( S?

    lista,

    escancia vino

    y,

    en

    nuestra

    breve

    vida,

    ata corto

    largas

    esperanzas.

    Mientras

    hablamos,

    habr? huido

    el

    tiempo

    envidioso:

    corta

    la

    flor

    del

    d?a,

    sin

    fiarte lo

    m?s m?nimo

    del ma?ana

    (Odfl5l.n. 6-8).

    4

    Incluyo

    aqu?

    la versi?n

    de

    V?zquez:

    Del

    Sargento

    mayor,

    Antonio

    Vazquez,

    a

    la

    edad

    que passa

    /

    Mientras

    por

    competir

    con

    tu

    cabello

    /

    relumbra

    el

    oro

    de

    la

    Arabia

    en vano

    /

    y

    mientras

    conuencido

    en

    medio

    el

    llano

    /

    mira

    tu

    blanca

    frente,

    el

    lirio

    bello.

    /

    ientras

    a

    cada

    labio

    por

    cojello,

    /

    siguen

    mas

    ojos

    que

    a

    clauel

    temprano

    /

    mientras tu

    hermosa,

    larga

    y

    blanca

    mano

    /

    en

    competencia

    da

    parias

    al

    cuello.

    /

    Goza

    cabello, cuello,

    labio

    y

    frente,

    /

    antes

    que

    el

    tiempo

    te

    resuelua

    en

    nada,

    /

    lo

    di?fano,

    claro

    y

    transparente.

    /

    Porque

    la

    flor

    de

    juuentud

    passada,

    /

    el

    que

    alabare la

    vejez,

    o

    miente,/

    o

    es

    falto de

    juicio,

    si

    le

    agrada (Caffee-Sorace 42-43).

    El

    soneto

    de

    V?zquez

    circul?

    en

    forma de manuscrito

    antes

    de la

    aprobaci?n

    de

    1604.

    El

    texto

    se

    public?

    en

    1605

    en

    la edici?n

    zaragozana

    de

    Discursos,

    ep?stolas

    y

    epigramas

    e

    Artimidoro,

    e Andr?s

    Rey

    de Artieda.

    Birute

    Ciplijauskait?

    230)

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    12/14

    369

    afirma

    que

    en

    la edici?n

    de

    1605

    el

    soneto

    gongorino

    fue

    publicado

    bajo

    el nombre

    de

    V?zquez,

    mientras

    que para

    Chaffee-Sorace

    (46-47)

    el

    texto

    de

    G?ngora

    fue

    una

    imitaci?n

    del

    texto

    de

    V?zquez,

    poeta

    que

    a

    su vez

    se

    inspir?

    en

    Garcilaso.

    5

    En

    1627

    a

    Inquisici?n

    prohibi?

    la

    venta

    de la

    primera

    dici?n

    comercial

    e

    la

    poes?a

    de

    G?ngora.

    Este

    hecho

    est?

    en

    contraposici?n

    con

    las

    leyes

    de la

    colonia,

    pues

    en

    el

    continente americano

    el estilo

    gongorino

    se

    institucionaliz?

    como

    la

    expresi?n

    est?tica

    permitida

    e

    impuesta.

    6

    N?tese la

    coincidencia

    tem?tica

    entre

    el

    soneto

    lorquiano

    y

    el

    epigrama

    de Rufino

    mencionado

    en

    el

    primer

    p?rrafo

    de

    este

    art?culo.

    Como

    en

    el

    texto

    de

    Ausonio,

    el

    poema de Garc?a Lorca constituye un ep?tome de la dualidad tem?tica del carpe

    diem,

    esta

    vez

    desde

    la

    modernidad.

    Para

    un

    estudio del

    soneto

    lorquiano

    desde la

    perspectiva

    del

    carpe

    diem

    homosexual,

    v?ase

    Horst

    Weich.

    7

    V?ase

    Vittoria

    Bors?.

    El

    memento

    mori

    se

    refiere

    al

    g?nero

    pict?rico.

    Surge

    de las

    pinturas

    de

    san

    Jer?nimo

    en

    las

    cuales

    se

    le

    representa

    con una

    calavera.

    8

    Comp?rese

    la

    conexi?n

    con

    el

    retrato

    en,

    por

    ejemplo,

    La

    muerte

    y

    la

    vida

    y

    El

    joven

    y

    la

    muerte

    (1487),

    de

    Hans

    Memling,

    as?

    como

    en

    La

    mujer

    y

    la

    muerte,

    del

    retrato an?nimo

    de colecci?n

    particular

    de

    Jerez

    de la

    Frontera

    (siglo

    xvii).

    La

    versi?n del memento mori de

    Juan

    de

    Juanes

    es,

    seg?n

    Valdivieso

    (66),

    una

    de las

    primeras

    manifestaciones de

    esta

    independencia

    de

    la

    vanitas. Esta

    tendencia

    se

    agudiza

    en el

    siglo

    XVII. V?anse las obras de Andr?s Deleito, Antonio de Pereda

    y

    Juan

    de

    Vald?s

    Leal.

    9

    V?ase el cuadro

    Retrato de Isabel

    Malcampo,

    de Bartolom? Esteban Murillo.

    En

    dicho

    retrato

    la vida

    es

    comparada

    con

    la

    rosa

    a

    trav?s

    del vers?culo de

    Job

    Quasi

    flos

    egreditur

    et

    conteritur

    ( Como

    una

    flor

    brota

    y

    se

    marchita )

    (Valdivieso

    131).

    10

    Esta

    separaci?n

    incipiente

    se

    agudiza

    en

    sor

    Juana,

    pues

    para

    la

    jer?nima

    la

    prosopograf?a

    se

    hace

    in?til,

    cad?ver,

    polvo,

    sombra,

    nada.

    Betty

    Sasaki

    (12)

    compara

    ambos

    sonetos

    y

    afirma

    que,

    en

    el

    caso

    de

    G?ngora,

    la

    superioridad

    de la

    belleza femenina frente

    a

    la naturaleza

    trae

    como

    consecuencia

    la

    remortalizaci?n

    de

    la

    mujer.

    Es

    la naturaleza

    quien

    le

    impone

    la

    muerte,

    y

    es

    el

    poeta

    quien

    construye

    culturalmente

    esta

    belleza

    para

    deshacerla

    nuevamente

    al

    final del

    soneto.

    11

    T?rmino

    que

    remite

    sus

    or?genes

    a

    la s?rie

    noire de

    la editorial

    Gallimard,

    Francia.

    A

    partir

    de

    1968,

    este

    g?nero

    entra

    en

    auge,

    sobre

    todo

    gracias

    a

    la obra

    del

    franc?s

    Jean-Patrick

    Manchette.

    A

    diferencia

    de

    la

    novela

    polic?aca,

    la novela

    negra

    discurre

    sobre los

    motivos

    y

    razones

    de los

    cr?menes,

    a

    la

    vez

    que

    pretende

    explicarlos

    e

    incluso

    hasta

    justificarlos.

    12

    La

    figura

    del

    tiempo

    tambi?n

    ha sido

    representada

    emblem?ticamente

    sin

    carruaje.

    Para resaltar la transitoriedad

    y

    la destrucci?n

    impl?cita

    en

    el

    tiempo

    con

    relaci?n

    a

    todo lo

    humano,

    Corrozet

    (1510-1568)

    muestra

    a un

    Cronos

    alado

    en

    cuyos

    pies

    lleva ruedas

    en vez

    de calzado

    (Henkel y

    Sch?ne

    1813).

    13

    Sigo aqu?

    la

    terminolog?a

    propuesta

    por

    G?rard

    Genette. El

    hipotexto

    ser?a

    el

    texto

    de

    base

    de la relaci?n

    de

    intertextualidad

    en

    la

    que

    se

    basa la

    nueva

    versi?n

    o

    el

    hipertexto.

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  • 7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho

    13/14

    370

    14

    Pensemos

    en

    los

    cuadros futuristas

    de

    un

    Humberto

    Boccioni

    o

    de

    un

    Giacomo

    Baila,

    por

    nombrar

    algunos.

    15

    Confusi?n

    ya presente

    en

    el

    primero

    de los

    cinco

    sonetos

    de

    la serie:

    Domicilio

    no

    s?.Me

    desoriento.

    OBRAS CITADAS

    barthes,

    roland.

    Mitolog?as.

    Trad.

    H?ctor

    Schmucler. Madrid:

    Siglo

    Ventiuno,

    1997.

    bors?,

    viTTORiA.

    Zwischen

    Carpe

    diem

    und

    Van Has.

    ?berlegungen

    zum

    spanischen

    Sonett inRenaissance und dem Siglo de Oro. Erscheinungsformen des Sonetts. Ed.

    Theo

    Stemmler

    und Stefan

    Horacher.

    T?bingen:

    Gunter Narr

    Verlag,

    1999.

    79-106.

    brummack,

    J?rgen.

    Zu

    Begriff

    und Theorie der Satire. Deutsche

    Vierteljahrsschrift

    f?r

    Literaturwissenschaft

    und

    Geistesgeschichte

    45

    (197.1):

    275-377.

    calcraft,

    r.p:

    The

    'Carpe

    Diem'

    Sonnets

    of

    Garcilaso de la

    Vega

    and

    G?ngora.

    The

    Modern

    Language

    Review

    76.2

    (1981):

    332-37.

    carballo

    picazo,

    alfredo.

    El

    soneto

    'Mientras

    por

    competir

    con

    tu

    cabello,'

    de

    G?ngora.

    Revista

    de

    Filolog?a

    spa?ola

    47

    (1964): 379-98.

    carrasco,

    f?lix.

    La

    recepci?n

    del

    'Carpe

    diem

    en

    las

    letras

    hisp?nicas

    del

    Siglo

    de

    Oro. Revista

    Canadiense

    de

    Estudios

    Hisp?nicos

    15.3

    (1991):

    411-25.

    chaffee-sorace,

    Diane.

    G?ngora's

    'Mientras

    por

    competir

    con tu cabello':

    Imitation

    and

    Chronology.

    Studies

    in

    Modern and Classical

    Languages

    and

    Literature I.

    Madrid:

    Or?genes,

    1988.

    39-47.

    ciplijauskait?,

    birut?.

    Introducci?n

    biogr?fica

    y

    cr?tica.

    Sonetos

    completos.

    De

    Luis

    de

    G?ngora.

    Madrid:

    Castalia,

    1982.

    9-52.

    certeau,

    michel de.

    The

    Practice

    ofEveryday Life.

    Trans.

    Steven

    Rendall.

    Berkeley:

    U

    of

    California

    P,

    1984.

    culler,

    Jonathan.

    On Deconstruction.

    Ithaca: Cornell

    UP,

    1982.

    egea,

    javier,

    ?lvaro

    salvador,

    luis

    garc?a

    montero.

    La

    Otra

    sentimentalidad.

    Granada:

    Don

    Quijote,

    1983.

    foster,

    Hal,

    ed.

    La

    Posmodernidad.

    J.

    Habermas,

    J.

    Baudrillard,

    E.

    Said,

    F.

    Jameson

    y

    otros.

    Trad.

    Jordi

    Fibla. Barcelona:

    Kairos,

    2002.

    garc?a,

    Gustavo

    v.

    El

    intertexto

    de la

    imitaci?n

    en

    Garcilaso,

    G?ngora

    y

    Balbuena. Revista

    Iberoamericana

    63.180

    (1997):

    391-404.

    garc?a

    berrio,

    Antonio.

    Tipolog?a

    textual

    de

    los

    sonetos

    cl?sicos

    espa?oles

    sobre

    el

    carpe

    iem

    Dispositio

    Estudios)

    (1978):

    243-93.

    garc?a

    montero,

    luis.

    Adem?s. Madrid:

    Hiperi?n,

    1994.

    Geist,

    Anthony.

    Las inversiones del

    discurso:

    Ana

    Rossetti

    y

    Luis

    Garc?a Montero.

    Sexualidad

    y

    escritura

    (1850-2000).

    Ed.

    Raquel

    Medina

    y

    Barbara

    Zecchi. Barcelona:

    Anthropos,

    2000.

    270-80.

    g?ngora,

    luis

    de.

    Sonetos

    completos.

    Ed.

    Birut?

    Ciplijauskait?.

    Madrid:

    Castalia,

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  • 7/23/2019 Garca Montero Lee a Gngora- Aguilucho

    14/14

    371

    Gonz?lez

    de

    esc

    and?n,

    blanc a.

    Los

    temas

    del

    carpe

    diem

    y

    la brevedad de

    la

    rosa

    en

    la

    poes?a

    espa?ola.

    Barcelona:

    U

    de

    Barcelona,

    1938.

    henkel,

    arthur

    und

    albrecht

    sch?ne.

    Emblemata.

    Handbuch

    zur

    Sinnbildkunst

    des

    XVI.

    und

    xvii.

    Jahrhunderts.

    Stuttgart:

    J.B.

    Metzlersche

    Verlagsbuchhandlung,

    19?7.

    hutcheon,

    linda.

    A

    Theory ojParody.

    The

    Teachings of Twentieth-Century

    Art

    Forms. New

    York:

    Methuen,

    1985.

    Jameson,

    Frederick.

    Postmodernism

    or

    The Cultural

    Logic

    of

    Late

    Capitalism.

    Durham: Duke

    UP,

    1991.

    marvell, Andrew. Marvell, Andrew, 1621-16jS. Ed. FrankKermode and Keith

    Walker. Oxford:

    Oxford

    UP,

    1990.

    rodr?guez

    G?mez,

    juan

    carlos.

    Dichos

    y

    escritos:

    sobre

    La

    otra

    sen

    timen

    talidad

    y

    otros textos

    fechados

    de

    po?tica.

    Madrid:

    Hiperi?n,

    1999.

    sasaki,

    betty.

    Seizing

    the

    Gaze:

    The

    Carpe

    Diem

    Topos

    in

    Sor

    Juana

    In?s

    de

    la

    Cruz's

    'A

    su

    retrato.'

    Caliope

    3.1

    (1997):

    5-17.

    segovia

    ramos,

    rafael

    raf

    s eg

    rr am.

    ElAguilucho.

    Barcelona:

    Bruguera,

    1959.

    terracini,

    lore.

    Cristal,

    no

    marfil,

    en

    'Mientras

    por

    competir

    con

    tu

    cabello.'

    Homenaje

    a

    Ana

    Mar?a

    Barrenechea. Ed.

    Lia

    Schwartz

    Lerner

    e

    Isa?as

    Lerner.

    Dedicatoria

    Jorge

    Guill?n.

    Madrid:

    Castalia,

    1984.

    341-53.

    valdivieso, Enrique. Vanidades y desenga?os en lapin tura espa?ola del Siglo de

    Oro. Madrid: Fundaci?n

    de

    Apoyo

    a

    la

    Historia

    del

    Arte

    Hisp?nico,

    2002.

    weich,

    h?rst.

    Obskure

    Begierden.

    Blumenmetaphorik

    und kodierte

    K?rperlichkeit

    in Lorcas

    Sonetos

    del

    amor

    oscuro. Iberische

    K?rperbilder

    im

    Dialog

    der Medien

    und

    Kulturen. Ed.

    Bernhard Teuber und

    Horst

    Weich.

    Frankfurt

    am

    Main:

    Vervuert,

    2002.187-200.