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La industria nuclear del gigante asiático se ha desarrollado rápida- mente desde principios de siglo y ahora es casi autosuficiente en cuanto al diseño y construcción de reactores. Lejos quedan los tiempos en los que las empresas chinas necesitaban importar tec- nología de otros países —princi- palmente de Francia, Canadá y Rusia— para hacer funcionar sus centrales nucleares. Pekín ya cuenta con la suya propia y empie- za a venderla a otros países. “Las compañías chinas han aprendido muy rápido de las ex- tranjeras. A menos que venda- mos productos de última tecnolo- gía, es difícil expandirse en China. Hay un cierto cambio de estrate- gia que pasa por ayudar a estas empresas en su salida al exte- rior”, explica Eduardo Aymerich, director general del Grupo Nu- clear Español para China (SNGC), un consorcio formado por cuatro empresas españolas del sector, du- rante una reciente feria sobre energía nuclear en Pekín. China cuenta con 33 reactores que solo aportan el 3% de la pro- ducción total de energía del país. Se están construyendo 22 más, se- gún datos del Organismo Interna- cional de la Energía Atómica. “Dentro del país sigue siendo una proporción muy baja, pero una pe- queña parte en China puede signi- ficar algo muy grande en el resto del mundo”, apunta Zhou Xizhou, director en la consultora IHS Chi- na Energy. “La energía nuclear no va a ser tan dominante en el futuro en China, pero seguramen- te sí se convierta en un país muy importante para el futuro de la energía nuclear”. La presencia china en el exte- rior es cada vez más notoria. Las tres grandes empresas del sector —la Corporación Nacional Nu- clear de China (CNNC), el Grupo General de Energía Nuclear de China (CGN) y la Corporación Es- tatal de Inversión en Energía (SPIC)—, que son todas estatales, están presentes o tienen contra- tos firmados en una decena paí- ses, bien mediante la construc- ción directa de centrales nuclea- res, del procesamiento de com- bustible, de exportar su tecnolo- gía de reactores o simplemente aportando financiación. La gran mayoría de los proyec- tos se realiza en países como Pa- kistán, Rumania, Argentina, Tur- quía o Sudáfrica, pero también en otros de renta alta como Reino Unido. CNNC y CGN han creado recientemente una empresa con- junta para promocionar el pri- mer reactor nuclear íntegramen- te chino destinado al mercado in- ternacional, el Hualong-1. A esta expansión contribuye de manera decisiva el apoyo de las autoridades. Pekín utiliza su- poder económico e influencia po- lítica para vender esta tecnología. Según los medios locales, el objeti- vo de CNNC y CGN es construir 30 reactores nucleares en los próximos 15 años en países de las llamadas Nuevas Rutas de la Se- da, un proyecto que pretende co- nectar China con Europa por tie- rra y mar pasando por el sureste asiático, Oriente Próximo y África oriental. El rápido desarrollo y la magnitud del mercado interno da a las compañías chinas ciertas ventajas que, combinadas con los menores costes laborales o su soli- dez financiera, convierten sus reactores nucleares en productos atractivos para otros países. Reticencias culturales “Cuando China empieza a fabri- car estos equipos en grandes can- tidades, los precios generalmente caen porque son muy buenos en el control de costes y los produ- cen en serie. Lo hemos visto con la energía eólica, la solar, la foto- voltaica... los costes de algunos de estos equipos de renovables se han reducido entre un 30% y un 50% en los últimos años porque las compañías chinas son muy competitivas. Por lo tanto, hay una potencial fortaleza para estas empresas de bajar el coste de la energía nuclear a medida que de- sarrollan tecnología autóctona”, asegura Zhou. La demostración de fuerza del sector nuclear chino, sin embar- go, no es suficiente para que el reactor Hualong-1 tenga éxito en el extranjero. Las empresas chi- nas cuentan con relativamente poca experiencia internacional y necesitan superar reticencias polí- ticas y culturales para ganar con- tratos. Y ahí es donde las empre- sas occidentalestienen una nueva oportunidad. “Hay temas relati- vos a la normativa internacional o a la de países en los que ellos no tienen la experiencia que tene- mos compañías occidentales. Hay mercados que son mucho más afi- nes a una cultura como la españo- la que a la china, por ejemplo Ar- gentina. Conocemos los canales, la idiosincrasia, los requisitos... es- to es lo que intentamos poner en- cima de la mesa”, explica Tomás Batuecas, responsable de desarro- llo de negocio internacional de la empresa española de servicios nu- cleares Tecnatom. El país cuenta con 33 reacto- res que apenas aportan el 3% de la producción energética y construye otros 22 reactores. En las Nuevas Rutas de la Seda las grandes empresas chinas prevén construir unos 30 reactores nucleares en los próximos 15 años. China empieza a exportar su reciente tecnología nuclear Una potencia incipiente Una grúa mueve una pieza de una nueva planta nuclear en Lianyungang, en septiembre de 2015. / GENG YUHE (GETTY IMAGES) XAVIER FONTDEGLÒRIA, Pekín Durante el año pasado entraron en funcionamien- to 10 nuevos reactores nucleares en el mundo; ocho de ellos lo hicieron en China. El sector nu- clear del país está experimentando un crecimien- to muy significativo tanto en cantidad como en calidad en su gran apuesta por dejar atrás la de- pendencia de los combustibles fósiles. Con apenas 30 años de proyectos atómicos a sus espaldas, China ha pasado de aprendiz a potencia nuclear y sus empresas, de clientes a competidores en el mercado global. SECCIÓN: E.G.M.: O.J.D.: FRECUENCIA: ÁREA: TARIFA: PÁGINAS: PAÍS: INTERNACIONAL 1419000 299914 Diario 803 CM² - 71% 52114 € 10 España 24 Abril, 2016

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10 ELPAÍS Domingo 24 de abril de 2016

INTERNACIONAL

La industria nuclear del giganteasiático se hadesarrollado rápida-mente desde principios de siglo yahora es casi autosuficiente encuanto al diseño y construcciónde reactores. Lejos quedan lostiempos en los que las empresaschinas necesitaban importar tec-nología de otros países —princi-palmente de Francia, Canadá yRusia— para hacer funcionar suscentrales nucleares. Pekín yacuenta con la suyapropia y empie-za a venderla a otros países.

“Las compañías chinas hanaprendido muy rápido de las ex-tranjeras. A menos que venda-mos productos de última tecnolo-gía, es difícil expandirse enChina.

Hay un cierto cambio de estrate-gia que pasa por ayudar a estasempresas en su salida al exte-rior”, explica Eduardo Aymerich,director general del Grupo Nu-clear Español para China (SNGC),un consorcio formado por cuatroempresas españolas del sector, du-rante una reciente feria sobreenergía nuclear en Pekín.

China cuenta con 33 reactoresque solo aportan el 3% de la pro-ducción total de energía del país.Se están construyendo22más, se-gún datos del Organismo Interna-cional de la Energía Atómica.“Dentro del país sigue siendo unaproporciónmuybaja, perounape-queñaparte enChina puede signi-

ficar algo muy grande en el restodelmundo”, apunta Zhou Xizhou,director en la consultora IHS Chi-na Energy. “La energía nuclearno va a ser tan dominante en elfuturo enChina, pero seguramen-te sí se convierta en un país muyimportante para el futuro de laenergía nuclear”.

La presencia china en el exte-rior es cada vez más notoria. Lastres grandes empresas del sector—la Corporación Nacional Nu-clear de China (CNNC), el GrupoGeneral de Energía Nuclear deChina (CGN) y la Corporación Es-tatal de Inversión en Energía(SPIC)—, que son todas estatales,están presentes o tienen contra-

tos firmados en una decena paí-ses, bien mediante la construc-ción directa de centrales nuclea-res, del procesamiento de com-bustible, de exportar su tecnolo-gía de reactores o simplementeaportando financiación.

La granmayoría de los proyec-tos se realiza en países como Pa-kistán, Rumania, Argentina, Tur-quía o Sudáfrica, pero también enotros de renta alta como ReinoUnido. CNNC y CGN han creadorecientemente una empresa con-junta para promocionar el pri-mer reactor nuclear íntegramen-te chino destinado al mercado in-ternacional, el Hualong-1.

A esta expansión contribuye

de manera decisiva el apoyo delas autoridades. Pekín utiliza su-poder económico e influencia po-lítica para vender esta tecnología.Según losmedios locales, el objeti-vo de CNNC y CGN es construir30 reactores nucleares en lospróximos 15 años en países de lasllamadas Nuevas Rutas de la Se-da, un proyecto que pretende co-nectar China con Europa por tie-rra y mar pasando por el suresteasiático, Oriente Próximo y Áfricaoriental. El rápido desarrollo y lamagnitud delmercado interno daa las compañías chinas ciertasventajas que, combinadas con losmenores costes laborales o su soli-dez financiera, convierten susreactores nucleares en productosatractivos para otros países.

Reticencias culturales“Cuando China empieza a fabri-car estos equipos en grandes can-tidades, los precios generalmentecaen porque son muy buenos enel control de costes y los produ-cen en serie. Lo hemos visto conla energía eólica, la solar, la foto-voltaica... los costes de algunos deestos equipos de renovables sehan reducido entre un 30% y un50% en los últimos años porquelas compañías chinas son muycompetitivas. Por lo tanto, hayuna potencial fortaleza para estasempresas de bajar el coste de laenergía nuclear a medida que de-sarrollan tecnología autóctona”,asegura Zhou.

La demostración de fuerza delsector nuclear chino, sin embar-go, no es suficiente para que elreactor Hualong-1 tenga éxito enel extranjero. Las empresas chi-nas cuentan con relativamentepoca experiencia internacional ynecesitan superar reticencias polí-ticas y culturales para ganar con-tratos. Y ahí es donde las empre-sas occidentalestienen una nuevaoportunidad. “Hay temas relati-vos a la normativa internacionalo a la de países en los que ellos notienen la experiencia que tene-mos compañías occidentales. Haymercados que sonmuchomás afi-nes a una cultura como la españo-la que a la china, por ejemplo Ar-gentina. Conocemos los canales,la idiosincrasia, los requisitos... es-to es lo que intentamos poner en-cima de la mesa”, explica TomásBatuecas, responsable de desarro-llo de negocio internacional de laempresa española de servicios nu-cleares Tecnatom.

El país cuenta con 33 reacto-res que apenas aportan el 3%de la producción energética yconstruye otros 22 reactores.

En las Nuevas Rutas de laSeda las grandes empresaschinas prevén construir unos30 reactores nucleares enlos próximos 15 años.

China empieza a exportar sureciente tecnología nuclear

Una potenciaincipiente

Una grúa mueve una pieza de una nueva planta nuclear en Lianyungang, en septiembre de 2015. / GENG YUHE (GETTY IMAGES)

XAVIER FONTDEGLÒRIA, PekínDurante el año pasado entraron en funcionamien-to 10 nuevos reactores nucleares en el mundo;ocho de ellos lo hicieron en China. El sector nu-clear del país está experimentando un crecimien-to muy significativo tanto en cantidad como en

calidad en su gran apuesta por dejar atrás la de-pendencia de los combustibles fósiles. Con apenas30 años de proyectos atómicos a sus espaldas,China ha pasado de aprendiz a potencia nuclear ysus empresas, de clientes a competidores en elmercado global.

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24 Abril, 2016

Alexey Breus se resiste a esbozar una sonrisa. El recuerdo le marti-llea. De pie, con sus potentes ojos azules, contempla silencioso los vestigios de su evaporada vida próspera. Una existencia plasmada en un museo del centro de Kiev, en Ucrania, cuyo eslogan reza: «Hay un límite de la tristeza. La ansiedad no tiene límites». Él no se puede des-prender de aquella frase. Tampoco de la memoria, anclada en la misma fecha, el aciago 26 de abril de 1986, la noche del fi n del mundo.

Quiso escapar de su pasado. Dejó la ingeniería nuclear para convertir-se en artista, aunque su obra emble-mática, «Titanic», lo delata: un mar pintado de rojo. En medio del cua-dro, una embarcación en llamas, que se parece a su antiguo lugar de trabajo, la planta de Chernóbil. «La silueta de la central se refl eja en el

agua. Tal vez no es agua, sino sangre. Sin embargo, el humo y las llamas no cubren todo el cielo: hay man-chas azules, un ápice de esperanza». Él fue el último en salir del reactor IV, epicentro del peor desastre radioactivo de la historia, 200 veces más letal que las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki.

Alexey tenía 27 años, un lujoso apartamento, buen salario y una hija por nacer. Vivía en Prípiat, sím-bolo del ideario socialista: ciudad de 50.000 habitantes, la más nueva y elegante de la Unión Soviética, a 110 kilómetros de Kiev. Prípiat, adonde los expertos nucleares querían llegar, porque a pocos pa-sos se erigía The Chernobyl Nuclear Power Station o la Central Eléctrica Nuclear Memorial Vladímir Ilich Lenin, el orgullo soviético.

El proyecto empezó en los años 70 y el plan que operaran ocho reactores. El IV iba a cumplir dos años. El V y VI estaban en construc-ción avanzada. De haberse com-

pletado, el complejo de Chernóbil hubiese sido la mayor central nu-clear del planeta. «Era mi aspiración y la de mis compañeros de la Uni-versidad de Bauman, en Moscú. Llegué a Prípiat en 1980. Conocía la tecnología de los reactores porque los diseñadores que los crearon habían sido mis profesores». Una ilusión que terminó cuando explo-tó el reactor IV. La radiación se ex-tendió al 40% de Europa y tuvieron que ser evacuadas medio millón de personas de 500 pueblos. La nube de polvo radioactivo se elevó un kilómetro y fue detectada incluso en China y Estados Unidos.

Alexey Breus, cabello rojizo, espi-gada fi gura y rostro enjuto, residía en la avenida Lenin de Prípiat, fl an-queada por monumentales edifi -cios de apartamentos. Muy cerca estaban el centro cultural, el polide-portivo con piscina olímpica, el restaurante exclusivo que acababa de abrir; las 15 escuelas, los cinco colegios, las guarderías. Y, por do-

quier, la hoz, el martillo y la estrella, la marca comunista que se ilumi-naba en la noche. De día, unos ro-sales daban color a los anchos ca-minos. La última novedad era el parque de atracciones, con noria y coches de choque, que los niños –la tercera parte de la población– espe-raban estrenar el 1 de mayo de 1986. Faltaban solo cinco días.

«Pensar que todo se acabó en un pestañeo». El ingeniero nuclear murmura las palabras, porque 36 horas después tuvieron que irse a la fuerza, sin tiempo para hacer las maletas. Vidas arrancadas para siempre, huyendo de un enemigo invisible, la radiación. El régimen soviético puso 4.300 buses, tres trenes y miles de militares para evacuar Prípiat, al igual que la ciu-dad de Chernóbil y cientos de po-blados de Ucrania y Bielorrusia, cuya frontera está a solo 16 kilóme-tros de la planta nuclear.

Los cultivos están envenenados, como la leche y la carne de las va-cas. Nadie puede sentarse en el césped. Peor tocar las fl ores. O besar al ser que ama. Había que dejarlo todo. La casa recién inaugurada. La existencia. «Prohibido irse con las mascotas. A los animales hay que abandonarlos». Alexey suspira: «No hay palabras para explicarlo. Todo está contaminado». Regresar a Prípiat 30 años después estremece.

Allen PANCHANA MACAYPrípiat y Chernóbil (Ucrania)

Enviado especial

El hombre que pulsó el último botónde Chernóbil26 de abril de 1986. Ocurrió el peor desastre radioactivo, cuyos efectos aún persisten. Miles de muertos y cientos de pueblos evacuados. Aquella tragedia tuvo un protagonista: Alexey Breus, ingeniero jefe. He aquí su historia

A LOS 57 AÑOS, TOMA UN CÓCTEL DIARIO DE FÁRMACOS: «NADA ES LO MISMO. CARGO UN PESO ETERNO»

«A VASILI LE SALÍAN POR LA BOCA PEDACITOS DE PULMÓN, DE HÍGADO. SE AHOGABA CON SUS PROPIAS VÍSCERAS»

TRES DÉCADAS DEL PEOR DESASTRE NUCLEAR SOCIEDAD42 Domingo. 24 de abril de 2016 • LA RAZÓN

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24 Abril, 2016

Hay señales de radiación por todos lados, aquel símbolo en rojo, sobre fondo amarillo, de lo que parecen aspas de un ventilador. Una imagen que mantiene en vilo a cualquiera. Los visitantes deben ir con un guía que lleva un dosímetro, un medidor que comienza a emitir un sonido ensordecedor cuando atraviesa las zonas más peligrosas. Prípiat es una ciudad fantasmagórica, devorada por una vegetación agresiva, con árboles que crecen fuera y dentro de las edifi caciones. En las guarde-rías, cunas vacías y juguetes espar-cidos. En las escuelas, libros enve-jecidos con la imagen del camarada Lenin, cuadernos a medio llenar, máscaras anti gas, mapas del pode-roso imperio soviético. En los apar-tamentos, vidrios rotos, portarre-tratos rotos, cajones revueltos por los saqueadores que llegaron tras la evacuación y se aprovecharon de la desgracia. Hay una imagen icónica: la noria que se oxida, con sus asien-tos de amarillo intenso. El nunca

inaugurado parque de diversiones es la postal que resume el apocalip-sis radioactivo. Resquicios de un soñado sistema comunista que no pudo ser.

Descalzo en el ataúd

Alexey tenía un vecino bombero, Vasili Ignatenko, que acudió a sofo-car el incendio que había empeza-do a la 01:26 horas de ese negro 26 de abril de 1986. Su esposa, Liudmi-la, recuerda: «Se fueron sin los trajes de lona; se fueron para allá tal como iban, en camisa. Nadie les avisó; los llamaron para una emergencia normal». No lo era. Ella estaba em-barazada de seis meses. Su marido, moría, de inmediato, de forma ex-traña. «Le salían por la boca peda-citos de pulmón, de hígado. Se ahogaba con sus propias vísceras. Me envolvía la mano con una gasa y la introducía en su boca para sa-carle todo aquello de dentro. ¡Es imposible contar esto! ¡Es imposible escribirlo! ¡Ni siquiera soportarlo!…

Todo esto tan querido… Tan mío… Tan… No le cabía ninguna talla de zapatos. Lo colocaron en el ataúd descalzo» («Voces de Chernóbil»). La primogénita de ambos, Natasha, murió a las cuatro horas de nacer, así como cientos –tal vez miles– de bebés cuyas madres embarazadas, o que se quedaron encinta después absorbieron la radiación.

Alexey Breus no sólo conoce esta historia, sino cientos. Ha visto ago-nizar a vecinos y amigos. Él mismo es una víctima. No pudo tener más hijos. Hoy, a los 57 años, está obli-gado a tomar un cóctel diario de fármacos para aliviar los problemas en la sangre, corazón, tiroides, sis-tema nervioso, articulaciones, es-tómago… «Nada es lo mismo. Cargo un peso eterno».

Él llegó a la planta nuclear seis horas después de la explosión, cuando ya habían muerto 15 de sus compañeros operadores y seis bomberos. «Ayudé a los equipos de emergencia todo el día. Trataba de

tirar agua al reactor. Sentí náuseas, otros vomitaban a mi alrededor. Era el ingeniero jefe del lugar. El último botón del reactor IV lo presioné yo. Eso fue 14 horas y 20 minutos des-pués del accidente». Un tiempo letal: recibió 120 REM (unidad de medición de radiación), cuando el máximo anual que un humano puede soportar es cinco.

El dolor no amaina. Aún se des-conoce el número exacto de muer-tos: 31 reconoció la Unión Soviética, aunque 400.000 es la cifra más di-fundida por organismos interna-cionales. Greenpeace calculó 90.000. Los soviéticos ocultaron información. «Todo marcha bien», obligaron a decir a los medios y que la población del entonces estado más grande del mundo se tragase la propaganda. Los datos reales pueden resultar monstruosos. Es-tudios científi cos determinan que «en pleno fragor de la batalla contra el reactor, cayeron 9.000 liquidado-res en Chernóbil». Liquidadores: así bautizaron a quienes remediaron el desastre. No sólo salvaron a su país. En menos de una semana, Chernóbil se transformó en un problema para el mundo entero.

El 26 de abril de 1986 se registra-ron niveles elevados de radiación en Polonia, Alemania, Austria y Rumanía; el 30 de abril, en Suiza y el norte de Italia; el 1 y 2 de mayo, en Francia, Bélgica, Países Bajos, Gran Bretaña y en el norte de Grecia; el 3 de mayo, en Israel, Kuwait, Tur-quía… «Las sustancias gaseosas y volátiles se dispersaron por todo el globo terráqueo: el 2 de mayo se reportó presencia en Japón; el 4 de mayo, en China; el 5, en India; el 6 de mayo en Estados Unidos y Ca-nadá» (Escuela Superior Interna-cional de Radioecología Sájarov).

Los mandaban a morir

«Tuve suerte, sigo vivo. Mi esposa, Galina, estaba en San Petersburgo cuando ocurrió esto. Mi hija Anna nació sana», repite Alexey mientras observa las imágenes de sus compa-ñeros fallecidos que cuelgan en el Museo de Chernóbil, en Kiev. Entre 1986 y 1987 fueron convocados cien mil soldados y ofi ciales reservistas. Tenían 28 años de promedio. Les decían que iban a ser héroes, que les darían la medalla «al valor». Y ellos creían en la URSS. Así, el Ejército de Chernóbil fue mayor que el de Na-poleón. Los mandaban a morir.

En dos años los liquidadores se dedicaron a exterminar a los ani-males del área para que no espar-

cieran la contaminación; eliminar el polvo radiactivo casa por casa, calle por calle. Una misión clave fue, en seis meses, cubrir el reactor IV bajo una improvisada estructura llamada sarcófago. Una labor asig-nada inicialmente, en 1986, a robots japoneses, pero la radiación fundió sus sistemas electrónicos, así que las manos obreras soviéticas debie-ron ser sacrifi cadas para enfrentar-se a la bestia. Los más expuestos, sin embargo, fueron los 10.000 mineros que llenaron con cemento la sala subterránea para evitar que el mag-ma radioactivo se fi ltrara hacia el subsuelo y contamine las aguas que desembocan en los principales ríos de Ucrania. Todos ellos murieron.

Eran los tiempos de la Guerra Fría. La KGB –agencia de inteligencia– le prohibió a Alexey Breus hablar so-bre las causas del accidente. Un si-lencio que rompió en 1991, cuando cayó la URSS. «Los reactores tenían defectos, fallos en los diseños. Ese día estaban haciendo una prueba de seguridad y los controles no respondieron adecuadamente. Eso sirvió para cambiar los reactores soviéticos que usaban esta tecnolo-gía». El ingeniero nuclear escarba en los álbumes. Muestra fotos de él en la otrora animada Prípiat. De fi esta. Con sus amigos. Él casándose, allí mismo, en la ciudad de la perfección comunista, cuando era feliz. «Dos de los operadores que estaban en el reactor IV eran amigos míos y fue-ron a mi boda. Ambos murieron aquella madrugada. Los recuerdos me invaden a diario. Chernóbil es el principal dominante de mi vida».

Desde la terraza del edifi cio don-de vivía se puede ver el arca, que reemplazará al viejo sarcófago. Es una construcción gigante y multi-millonaria que protegerá desde 2017 al reactor IV por al menos un siglo. La humanidad debe seguir a salvo, porque dentro del epicentro de aquel desastre hay aún 200 tone-ladas de material nuclear, altamen-te peligroso, que, de liberarse, puede dejar inhabitable toda Europa.

Alexey Breus siente tristeza, a veces ansiedad, como dice la frase del museo. Vuelve a hablar de su pintura llamada «Titanic». Destaca los breves trazos azules. «Hay espe-ranza. El mundo debe conocer el peligro nuclear. En 1986 fue Cher-nóbil; en 2011, Fukushima. Ningu-na muerte más por la radiación».

Él siente necesidad de compartir su dolor. Es, al mismo tiempo, su cárcel y su escape. Vuelve la mirada a las fotos de los caídos. Luego, abre su billetera y muestra la imagen de un bebé rubio que carga en brazos. Es su nieto. «Se llama Alexey, como yo… Quiero que sea artista». Ni siquiera entonces deja escapar una sonrisa.

Allen Panchana

SOBRE EL TERRENO

CONTAMINADO. Las

máscaras, la noria, las

señales y las muñecas

son ya imágenes

icónicas. El tiempo se

para en Chernóbil

ALEXEY HA VUELTO AL LUGAR

donde trabajaba: el reactor IV. Recibió

120 REM (unidad de medición de

radiación). El máximo anual que un

humano puede soportar es cinco

SOCIEDAD

43LA RAZÓN • Domingo. 24 de abril de 2016

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24 Abril, 2016

1987es cuando empezaron a desmantelarse los tres reactores. En 2000 terminó de funcionar el último.

2.220millones de euros cuesta el arca que protegerá el reactor. La han fi nanciado 30 países.

w 160 PERSONAS SE QUEDARONEn la zona de exclusión, 30 kilómetros a

la redonda de la central nuclear, no todos

se fueron. 160 personas, en su mayoría

ancianos, se quedaron. Extrañamente,

en las personas mayores la radiación

provocó menos problemas de salud.

w 350 EUROS PARA ENTRAREntrar en la zona de exclusión es complejo.

Y costoso (350 euros). Se requiere una

serie de autorizaciones del gobierno

ucraniano y fi rmar documentos que

responsabilizan al visitante si los niveles de

radiación causan efectos en la salud.

w MÁS DE 8.000 PERSONAS TRABAJANDOBajo extremas medidas de seguridad,

2.500 trabajadores de Novarka construyen

el arca, cuyo propósito es cerrar herméti-

camente, por al menos un siglo. Otros

3.000 desmantelan los reactores y otros

2.500 da servicios generales.

LA ZONA CERO, EN CIFRAS

TRES DÉCADAS DEL PEOR DESASTRE NUCLEAR SOCIEDAD

El martes se cumplen 30 años del accidente nuclear que marcó un antes y un después en la historia de esta tecnología. Fue el primer ac-cidente nuclear clasifi cado de nivel 7 en la escala INES: un accidente nuclear grave por sus efectos agu-dos sobre la salud y el medio am-biente. Tal es así que se estima que se liberó 200 veces más material radiactivo que las explosiones de Hiroshima y Nagasaki. Pero, ¿sigue quedando radiactividad? «Sí, en la actualidad queda la mitad de ra-diactividad de cesio 137 y estroncio 90 en Chernóbil y en 30 años que-dará un 25%. La explicación es que la ley de decaimiento radiactivo establece para cada radionucleido

B. TOBALINA - Madrid

Cesio 137 y estroncio 90, los enemigos latentesHoy hay 444 reactores en operación en el mundo, 55 más que en 1986

una vida media de desintegración, que se reducirá a la mitad en el periodo de su vida media», afi rma el doctor Eduardo Rodríguez Farré, del CSIC y miembro en su día Co-mité de Investigación Médica y Salud de la Comisión Europea en esa época. Comité, por cierto, que propuso «un estudio epidemioló-gico a largo plazo y se dijo que no. De hecho, nunca ha habido un estudio en ese sentido en la UE».

A pesar de la consternación ini-cial, lo cierto es que la energía nuclear no sólo no bajó, ni siquie-ra en los años posteriores, sino que aumentó. En 1986 había 389 reac-tores nucleares en operación en el mundo con 272.074 megavatios (MW) de capacidad instalada, se-gún datos de la Agencia Interna-

«QUEDA LA MITAD DE RADIACIÓN DE DOS RADIOISÓTOPOS Y EN 30 AÑOS HABRÁ AÚN UN 25%»

Antes y después de Chernóbil

En 2016

En 1985

Número de reactores

Fuentes: AIEA, SNE

32

Argentina

21

Brasil

1916

Canadá

9990

Estados Unidos

12

Armenia

-1

Lituania

2-

México

-1

Kazajistán

3528

Rusia

31

Pakistán

1-

Irán

216

India

4333

Japón

-6

Taiwán

255

Corea33-

China

78

Bélgica

1538

Reino Unido

12

Holanda

78España

61

R. Checa

44

Eslovaquia

11

Eslovenia

55

Suiza

1510

Ucrania

22

Suráfrica

En 2016386.718

En 1986272.012

En MW

42

Hungría

2-

Rumanía824

AlemaniaAlemania

1012

Suecia

44

Finlandia

5843

Francia

-3

Italia24

Bulgaria

444363

Total reactores

19852016

Evolución de la energía nuclear desde Chernóbil

Potenciainstalada

198

6

389

198

7

407

198

8

416

198

9

420

199

0

416

199

6

438

20

06

435

20

15

441

20

16

444

2014

2015

20,8%

20,3%

Producción deelectricidad en España

con energía nuclear

A. Cruz / LA RAZÓN

cional de Energía Atómica (AIEA). Al año siguiente, a pesar de la tra-gedia, 18 más (295.812 MW) y otros 13 reactores en construcción. La tendencia desde entonces no ha variado. Si un año antes de Cher-nóbil esta tecnología producía el 15% de la electricidad demandada en el mundo, en 2011 cubría el mismo porcentaje. Y eso a pesar de la entrada de las renovables.

En la actualidad, Fukushima, también catalogada como un de-sastre de nivel 7, pareció que iba a suponer un adiós a la energía nu-clear, al menos así se llegó a pensar en Europa, pero fue sólo un espe-jismo con Alemania como prota-gonista, ya que tras el accidente post-tsunami, la canciller anunció un apagón nuclear para 2022. Dos

años después de su anuncio, el país germano había apagado ocho de los 17 reactores que tenía: su apuesta el carbón y las renovables. Pero curiosamente en 2011, Ale-mania importó 51.003 gigavatios hora (GWh) procedentes de Aus-tria, República Checa, Dinamarca, Francia, Holanda, Polonia, Suiza y Suecia. Y aunque no se sabe con qué tecnología se abasteció, lo cierto es que ese año, sólo entre Francia, Suecia, República Checa y Suiza, tenían 79 reactores.

El espejismo del adiós nuclear lo rompió en 2013 Reino Unido, que se convirtió en el primer país eu-ropeo en anunciar que iba a cons-truir una central nuclear tras el desastre de Fukushima. Y no fue el único en virar hacia la nuclear. Tras el accidente, Bélgica aumentó la vida operativa de algunos de los

reactores de 40 a 60 años, según los datos que fueron facilitados en su día por Foro Nuclear.

Dicho de otro modo, «tras la tragedia de Chernóbil, al igual que tras Fukushima, al principio hubo conmoción. Pero pasado un tiem-po, cuando uno procesa datos, se analizan mejoras de seguridad como las ya realizadas, las cosas siguen su cauce. En España no se planteó nunca el cierre tras Cher-nóbil. Ahora el precio del petróleo tan bajo puede hacer que alguien crea que es un buen momento, pero ese precio tan bajo no se asegura en el tiempo. Además, no se puede producir la descarboni-zación de la producción de energía eléctrica sin contar con la nuclear», asevera Eugeni Vives, portavoz de la Sociedad Nuclear Española (SNE). Buena prueba de ello es que en 2015, las centrales nucleares españolas volvieron a ser, por quinto año consecutivo, la princi-pal fuente de producción eléctrica del país, al cubrir el 20,3% de la demanda eléctrica, según SNE. Algo que evitó la emisión a la at-mósfera de más de 40 millones de toneladas de CO2.

44 Domingo. 24 de abril de 2016 • LA RAZÓN

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24 Abril, 2016

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La energía eólica (50,2%) y el ciclo combinado (31,7%) son las fuentes que, principalmente, abastecen de electricidad a los hogares y a las industrias de la región

LOGROÑO. La demanda de ener-gía eléctrica creció en La Rioja el año pasado el 1,6% respecto al 2014, lo que supone su primer valor positi-vo de los últimos cinco años. En to-tal se alcanzaron los 1.676 Gigava-tios-hora (GWh). Corregidos los efec-tos del calendario y las temperatu-ras, el crecimiento es atribuible prin-cipalmente a la actividad económi-ca y contrasta con la caída del 0,8% registrada en el 2014.

Según los datos facilitados a este diario por Red Eléctrica de España (REE), el mercado riojano siguió un comportamiento similar al nacio-nal, que anotó un aumento del con-sumo de energía eléctrica el año pa-sado del 1,8%. Como en el caso de la comunidad, también se trata del pri-mer apunte positivo registrado en la media nacional en cinco años. «He-mos tenido la primera alegría tras años de descensos», explica el res-ponsable de la Delegación Regional Ebro (La Rioja y Aragón) de REE, José Ignacio Lallana, quien destaca que «el consumo energético nos da una idea clara de que la actividad está repuntando».

Con todo y analizando la serie desde el 2010 se observa que la de-manda computada en la comunidad aún se encuentra por debajo del va-lor alcanzado durante ese ejercicio (1.789 GWh). Sobre el consumo to-tal del país (incluidos los archipié-lagos canario y balear), La Rioja re-presenta el 0,64%. Se trata de un porcentaje muy similar al que arro-jaba cinco años atrás (0,65%).

Por otra parte, la capacidad de ge-neración de energía eléctrica en la comunidad también es inferior al de hace cinco ejercicios. El año pa-sado se situó en 1.862 GWh frente a los 2.791 GWh del 2010. No obs-tante, el dato del 2015 mejora el 27,3% al contabilizado en el 2014.

La explicación de este descenso a lo largo del lustro está en la reduc-ción de la producción a través de ci-clo combinado: si hace cinco años representaba el 45,4% de la energía eléctrica producida en La Rioja, en la actualidad sólo copa el 31,7% de la generación. Es decir, su contribu-ción a la cobertura de la demanda en la comunidad ha descendido el 53,5% desde el 2010.

Por el contrario, y aunque a lo lar-go de este periodo haya registrado una caída del 9,5% hasta los 935 GWh producidos en el 2015, la eó-lica se ha consolidado como la fuen-te que, principalmente, abastece de energía eléctrica a los hogares y a las industrias de La Rioja (50,2%). Si a ella se suman la solar fotovoltaica (132 GWh), la hidráulica (123 GWh) y otras fuentes renovables (7 GWh), las tecnologías ‘limpias’ represen-tan el 64,2% de la generación ener-gética eléctrica total de la comuni-dad. Bien es cierto que en el 2014 se situaban en el 85%, pero hay que te-ner en cuenta que se trató de un año bastante mejor que el 2015 desde el punto de vista hidrológico y eólico.

Comparada con otras autonomías, La Rioja es una de las seis regiones españolas en las que las energías re-novables superan en la producción al carbón, la nuclear, el fuel/gas o la cogeneración. Además de la comu-nidad, el listado de territorios ‘ver-des’ se completa con Aragón, Casti-lla y León, Castilla-La Mancha, Ga-licia y Navarra.

Exportadores de energía Así, y cruzando los datos de produc-ción y de consumo de energía eléc-trica, La Rioja es excedentaria ya que genera más energía de la que utili-za. En concreto, el porcentaje de ge-neración sobre demanda se situó el año pasado en el 111,1%, por encima del registrado por la media del país (64,2%). Es decir, España necesita importar energía del Norte de Eu-

ropa para abastecer sus necesidades. En este sentido, las tres nuevas in-terconexiones previstas con Fran-cia serán claves, según destaca La-llana: «Nos garantizarán seguridad en el suministro, nos permitirán in-tegrar más energía renovable, ha-

rán que el mercado se ajuste (habrá mayor competitividad y, por tanto, los precios tenderán a bajar) y eso favorecerá de una forma muy clara a los consumidores, en especial a la industria, que es la gran consumi-dora de energía».

Generación neta y demanda de energía en La Rioja

Estructura de la generación de energía en La RiojaDurante el año 2015

2010

2011

2012

2013

2014

2015

Generación neta de energíaDemanda de energía

Fuente: Red Eléctrica de España

Cifras en GWh (Gigavatio por hora)

2.791

2.364

2.765

1.939

1.463

1.862

1.748

1.708

1.663

1.650

1.676

1.789

-2,32%

-2,31%

-2,63%

-0,76%

+1,56%

Porcentaje de incremento o descenso respecto a la demanda del año anterior

590

132

76

7

123

935

Ciclo combinado

Eólica

Hidraúlica

Cogeneración

Solar fotovoltaica

Otras renovables

TOTAL

Gigavatios por hora

1.862 GWh

La demanda energética riojana creció el 1,6% en el 2015, su primer valor positivo en 5 años

MARÍA JOSÉ GONZÁLEZ GALINDO

[email protected]

La red de transporte eléctrico de La Rioja se compone de 271 kilómetros de circuitos

Tendido eléctrico de alta tensión en las proximidades de la sierra de Toloño y las Conchas de Haro.

Lunes 25.04.16 LA RIOJALA RIOJA2

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25 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

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30 | SOCIEDAD | Sábado, 23 de abril del 2016 | La Voz de Galicia

La construcción del sarcófago es una de las pocas certezas que existen sobre Chernóbil, ya que treinta años después subsisten muchos interrogantes, empezan-do por el número de muertos por la radiactividad, ya que las cifras van desde las 4.000 a las 98.000.

Greenpeace acaba de reclamar más estudios y menos ocultis-mo, ya que asegura que aunque la Agencia Internacional de Energía

Atómica ha minimizado los im-pactos de la radiación, «la reali-dad es que no ha habido una re-copilación completa de los datos relacionados con la exposición a la radiación y las consecuencias para la salud resultantes del acci-dente de Chernóbil». A su juicio, la tragedia es la muestra palpa-ble de que la energía nuclear «es un riesgo que no vale la pena».

El mundo, sin embargo, parece

haber asumido ese riesgo, ya que, pese que Chernóbil fue el mayor mazazo en la historia de la indus-tria nuclear, a día de hoy hay más reactores que hace treinta años. En abril de este año funcionaban 444, por los 394 del 1 de enero de 1987. Es cierto que la deman-da energética ha aumentado en el mundo, pero también que en las últimas décadas se vivió la explo-sión de las energías renovables.

Treinta años después aún se des-conoce con exactitud qué se es-conde en las tripas del reactor número 4 de Chernóbil. Ence-rrado por un ataúd de hormigón y metal construido a la desespe-rada por hasta 600.000 perso-nas, los llamados liquidadores, de los que miles acabaron mu-riendo por la radiactividad, las 200 toneladas de materiales ra-diactivos que alberga en su in-terior todavía suponen un ries-go. Existe el peligro de fugas o de escapes producidos por al-gún seísmo, una amenaza que se-guirá manteniéndose hasta que no se instale el nuevo sarcófago, un gigantesco arco de acero de 32.000 toneladas, 250 metros de ancho, 150 de largo y 110 de altu-ra, cuyas obras se iniciaron en el 2012, después de varios retrasos por problemas de financiación, y que no se concluirán hasta finales del próximo año, en lo que supo-ne la mayor cúpula jamás cons-truida por el hombre.

A cuatro días de que se cum-pla el 30 aniversario de la mayor catástrofe nuclear de la historia, Chernóbil sigue siendo una ame-naza que se mantiene en una am-plia área de exclusión de 2.700 kilómetros cuadrados. Más de 350.000 personas que vivían en la zona continúan evacuadas. Ya nunca volverán a sus hogares.

La instalación del nuevo sar-cófago pondrá fin al riesgo, pero luego aún quedarán muchos años de trabajo por delante. El proyec-to global, que supone un presu-puesto de 2.000 millones de eu-ros que aún no se han podido fi-nanciar por completo, incluye la habilitación de plantas de trata-miento y almacenamiento de los residuos radiactivos. El material tóxico no quedará solo enterrado, sino que será descontaminado.

Desafío tecnológico «El arco no es solo una estructu-ra para sellar el reactor, sino que estará equipado por dentro con maquinaria robótica que permi-tirá acceder al sarcófago primi-tivo y recuperar el material ra-diactivo para su descontamina-ción. En algún momento la idea pudo haber sido tapar sin más y dejar el problema para los que vengan, pero ahora se van a ha-cer las cosas bien en un proyecto que supone un gran desafío tec-nológico», explica Eduardo Ga-llego, catedrático de Ingeniería Nuclear en la Universidad Poli-técnica de Madrid. «Por dentro —añade– seguro que se van a en-contrar cosas que no se esperan».

La mayor cúpula hecha por el hombre pondrá fin a la pesadilla de ChernóbilEn la actualidad hay 50 reactores nucleares más que cuando ocurrió la tragedia

R. ROMARREDACCIÓN / LA VOZ

El peor accidente nuclear

LA VOZ/REUTERS

1 2 3

EL SINIESTRO

El 26 de abril de 1986 explotó el reactor 4 de la central nuclear de Chernóbil durante una prueba.Se convirtió en el peor accidente nuclear de la historia

Una explosión voló la tapa del reactor apagado durante una prueba, arrojando una nube radiactiva en toda Europa

Los helicópteros arrojaron arena y plomo en el reactor para detener el fuego. El combustible nuclear derretido se mezcló con la arena formando lava fundida que traspasó el piso inferior

La lava solidificada contaminó el suelo alrededor de la planta. Se construyó un sarcófago de hormigón sobre el reactoren un intento desesperado de controlarla radiación

Base

Materialnuclear

Tapa conbarras deseguridad

Cobustiblefundido

Arena

Lava solidificada

Sarcófago

Una gran parte del territorio europeo estaba contaminado por Chernóbil. Cientos de toneladas de material radiactivo permanecen bajo el sarcófago de hormigón. La zona de exclusión abarca 30 kilómetros alrededor de la planta

Nube radiactiva en mayo de 1986

ChernóbilA M É R I C A

D E L N O R T E

Á F R I C A

Á S I A

DESASTRE AMBIENTAL

EL NUEVO CONFINAMIENTO

Reactor 1

Chimenea de ventilación

Reactor 2

Primer sarcófagode hormigónque cubreal reactor 4

Una nueva estructura de 29.000 toneladas de acero, confinará por completo el viejo sarcófago y permitirá que el reactor sea desmantelado cuando se extinga la radiación dentro de 100 años

Estructuratubular de acero

La estructura se ensambla en el lugar, a 250 metros

de distancia del reactor N º 4 . Luego se desplazó

cubriendo el edificio del reactorReactor 3

Sarcófago de hormigón

Cada bloque se desliza a lo largo de las placas de acero

100m

La estructura esta compuesta por cuatro

secciones de 36 metros de largo cada una

10 metros de espesor

El nuevo sarcófago estará terminado para el 2017

Kiev

BIELORRUSIARUSIA

U C R A N I A

Chernóbil

Cerrada/ Zona decontrol permanenteZona de controlperiódicoOtras zonas de control

300 km

Fuente: Naciones Unidas

CHERNÓBIL, 30.° ANIVERSARIO

Un siniestro irrepetible

reinta años des-pués del acciden-te de Chernóbil, su análisis cientí-fico-técnico plan-tea cuatro pre-guntas: ¿qué su-cedió realmente?, ¿qué consecuen-cias tuvo?, ¿cómo

se compara este accidente con otros? y ¿qué hemos aprendido? Para contestar a las dos prime-ras preguntas hay que remitirse al estudio realizado por Unscear (Comité Científico de Naciones Unidas sobre los efectos de las radiaciones nucleares). El reactor tenía como misión la producción de energía eléctrica y, por tanto, sus riesgos han de valorarse en razón a sus beneficios. La ener-gía eléctrica puede provenir de otras fuentes y la comparación entre ellas puede servirnos para centrar el problema. Vemos que en los más de 17.000 años de fun-cionamiento acumulado por los más de 400 reactores funcionan-do en más de 30 países, solo tres han producido accidentes graves, siendo Chernóbil la única planta en la que se produjeron muertes por causa directa de la radiación. En los accidentes mortales produ-cidos en los últimos 40 años por todas las fuentes de energía, ve-mos más de 40 en minas de car-bón, con decenas y centenas de muertos, 15 graves en plantas de combustibles fósiles y solo cinco en embalses hidroeléctricos, pero con la triste circunstancia de que se produjeron en China más de 30.000 muertes, y 2.500 en India.

Si la comparación se hace en ba-se al riesgo en función de los te-ravatios/año producidos, la ener-gía nuclear queda muy por deba-jo de todas las demás fuentes de energía, a pesar de la dimensión de sus escasos accidentes.

La principal lección es que un accidente así puede considerar-se irrepetible: todo reactor cons-truido o reformado recientemen-te está diseñado de forma que es-to no puede pasar, bajo ninguna circunstancia. En segundo lugar, el trágico balance de Chernóbil (30 muertes directas, 300 casos de cáncer no necesariamente rela-cionados con la radiación y 6.200 tiroidectomías), con ser extrema-damente grave, no justifica la des-proporcionada percepción del da-ño que realmente se produjo. Esto lleva a plantear, a nivel mundial, la discusión sobre la inconveniencia de poner los umbrales de alerta por riesgo nuclear en niveles muy bajos (típicamente en 2 veces la radiación natural media). Son vá-lidos para la reducción de riesgos radiológicos en trabajadores, me-diante la reducción de su jornada laboral, pero queda demostrado que los desplazamientos prolon-gados de la población en general han producido mayor daño que el que se quería evitar.

TCatedrático de Física Atómica y Nuclear (USC)

Ignacio Durán

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23 Abril, 2016

Treinta años después de la explosión

Fuente: Reuters y elaboración propia ABC

Chernóbil

Lava endurecida

El 26 de abril de 1986, el reactor número 4, de diseño soviético, de la central nuclear de Chernóbil explotó después de que los técnicos cortaran los sistemas de seguridad durante una prueba

La nueva cubierta de seguridad se completará en 2017 y su coste ascendera a los 1.600 millones de euros

El accidente

1 Una explosión voló latapa del reactor apagado, después deque las barras de controldejaran de funcionardurante una prueba,liberando la nuberadiactiva

Base

2 Los helicópteros lanzaronarena y plomo dentro delreactor para detener elfuego. El combustiblenuclear derretido se mezclócon la arena, formando lavafundida que se abrió pasoen la parte inferior

3 La lava radiactiva enfriaday solidificada, contaminóla tierra alrededor de laplanta. Se construyó unsarcófago de hormigónsobre el reactor en unintento de controlarla radiación

Combustible nuclear

Tapa de lasbarras de

control

Materialnuclear

Arena

Sarcófago

Nube radiactiva en mayo de 1986

Chernóbil contaminó amplias zonas de Europa y centenares de toneladas de

material radiactivo siguen bajo el sarcófago de hormigón, el centro de

una zona de exclusión de 30 kilómetros alrededor de la planta

Zona de controlpermanente/cerrada

Desastre medioambiental

Reactor 4, enterrado

bajo el sarcófago de

hormigón

En 2007 comenzó la cosntrucción de la nueva estructura de 110 metros de altura que cubrirá por completo el viejo sarcófago para garantizar la seguridad de la zona.Esta colosal obra diseñada para contener los residuos radiactivos del reactor tiene prevista su terminación para el 2017

Nueva cubierta de seguridad

Estructura detubos de acero

La nueva cubierta de seguridad se montará sobre el terreno, a 240 metros de la zona de alta

radiactividad del reactor número 4. Luego se deslizará a

su lugar, sobre el reactor

Reactor 1

Reactor 2

Reactor 3

El espesor de la cubierta será de 10 metros

100 m

Estación de ventilación

Sarcófagode hormigónde 1986

Toda la estructura se desliza sobre las

placas de acero hacia el reactor

número 4

La estructura constará de cuatro

secciones de 36 metros, que se unirán

posteriormente

Zona sindenominación

Zona de controlperiódica

BIELORRUSIA

Kiev

300 km

RUSIA

UCRANIA

Chernóbil

ÁFRICA

ASIA

NORTEAMÉRICA

Treinta años del accidente de Chernóbil

LYS ARANGO

PRÍPIAT (UCRANIA)

«Todo pasó en unas horas. Eran poco

más de las cinco, cuando me desper-

tó el sonido del teléfono. Llamaba mi

jefe que, sin ninguna explicación, me

dio el día libre. Había amanecido un

hermoso día de primavera así que salí

Las voces de una tragedia olvidada∑ Las cifras oficiales no hacen justicia

a la magnitud de la catástrofe tras la explosión en la central de Chernóbil. ABC ha visitado la zona afectada y recogido varios testimonios

de paseo con la familia», nos explica

Iván Kuzmin, un «liquidador» de Cher-

nóbil que vivió durante años en Prí-

piat, el monumento al sueño socialis-

ta. Fundada en 1970, a 250 kilómetros

de Kíev, cumplía con el estereotipo de

urbe soviética: limpia, ordenada, ajar-

dinada, con grandes avenidas, segura.

Daba cobijo a más de 50.000 personas.

«Cuando regresamos a casa –conti-

núa– volvieron a llamar. Me dijeron

que debía cerrar todas las ventanas e

ir a trabajar esa misma noche. Supe

entonces que había sucedido un acci-

dente en la central nuclear la madru-

gada anterior. Y aunque Prípiat sería evacuada, yo me ofrecí voluntaria a

colaborar en la descontaminación»,

recuerda. No era consciente del peli-

gro que corría su salud. «Sabía que ha-

bía radiación, pero a efectos prácticos

no entendía lo que ello suponía. Yo era

un simple cerrajero y nadie me expli-

có cómo me afectaría a lo largo de los

años».

Kuzmin llegó a Prípiat con 22 años.

Se enamoró de la ciudad y de su pana-

dera, lo que le impulsó a establecerse

y buscar trabajo en la central de Cher-

nóbil. Vivió los cinco años más felices

de su vida hasta que el 26 de abril de

1986 el reactor número cuatro hizo ex-

plosión, liberando una cantidad de ra-

diación 200 veces superior a las de las

bombas de Hiroshima y Nagasaki.

En ese momento, 200.000 militares

y 400.000 civiles de todas las repúbli-

cas soviéticas se dirigieron a Chernó-

bil para luchar contra un enemigo al

que la humanidad no se había enfren-

tado antes: la radiación. Fueron los lla-

mados «liquidadores» que, con un tra-

je que apenas cubría las necesidades

básicas de seguridad, expusieron sus

vidas para descontaminar y evitar el

cataclismo nuclear. Muchos de esos

hombres han muerto ya, el resto es-

tán enfermos.

La decisión más drástica fue eva-

cuar y delimitar una zona de 30 kiló-

metros. Una zona que se vallaría, se mi-

litarizaría y, por qué no decirlo, se olvi-daría. Una región entera que se la conoce

como zona de exclusión, zona de alie-

nación o la zona muerta. Kuzmin y su

familia, son unos de los miles de refu-

giados nucleares que provocó el acci-

dente. Hoy viven en Kiev, pero hay otros

que se negaron a abandonar sus hoga-

res.

Es el caso de Yusefa Ivanovav, de 91

años, una de los únicos cuatro habi-

tantes que quedan vivos en Poliske (a

mediados de los años 80 tenía 12.000).

Asegura que no se marchó «porque

aquí nacieron y murieron todos mis

antepasados. Yo también crecí aquí

¿Acaso no tengo el mismo derecho?

De alguna manera, Poliske me perte-

nece», subraya con vehemencia. Nun-

ca la asustó la radiación. «¿Por qué iba

a hacerlo? No muerde (ríe con ganas).

Chernóbil

s

adiactiva enfriadaontaminó Zona de control

permanente/cerrada

Zona sindenominación

Zona de controlperiódica

BIELORRUSIA

Kiev

300 km

RUSIA

UCRANIA

ns

46 INTERNACIONAL abc.es/internacional DOMINGO, 24 DE ABRIL DE 2016 ABC

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24 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

RAÚL MORENO Reactor número cuatro de Chernóbil y sarcófago de protección

R. MAÑUECO MOSCÚ

El 26 de abril de 1986 reventó

el cuarto reactor de la central

atómica de Chernóbil, cau-

sando el accidente más gra-

ve en la historia. Ya han pasado tres

décadas, pero todavía se desconocen

todas sus secuelas. Aún no se ha con-

seguido el dinero necesario para la

construcción de un nuevo sarcófago

que aísle con mayor hermetismo el reactor siniestrado, circunstancia que

preocupa a especialistas y ecólogos

porque amenaza con provocar la fuga

de las sustancias radiactivas que se

encuentran en su interior.

El viejo sarcófago se construyó de-

prisa y corriendo en los días poste-

riores a la catástrofe y el nuevo, que

empezó a ser levantado en 2010, está

todavía sin terminar. Tendrá un cos-

te previsto de más de 2.000 millones

de euros y en su financiación parti-

cipan la UE, EE.UU. y distintos orga-

nismos internacionales. Sin embar-

go, faltan todavía aportaciones para

cerrar la cifra, cuestión que se trata-

rá mañana en la conferencia de do-

nantes de Kiev.

La catástrofe se desencadenó a las

01.23 horas de la madrugada. En me-

nos de un minuto, dos explosiones se

sucedieron con un intervalo de esca-

sos segundos. El edificio que alber-

gaba el reactor quedó derruido, se ex-

tendió un voraz incendio y el mate-

rial radiactivo empezó a escapar a la

atmósfera.

El accidente tuvo su origen en un

experimento con el que se pretendía

comprobar si, en caso de

un corte total del fluido

eléctrico, la inercia de la turbina del generador

principal podría ser sufi-

ciente para alimentar los

sistemas de seguridad,

control y refrigeración del

reactor hasta la puesta en

funcionamiento de los ge-

neradores de emergen-

cia.

Pero una caída repentina del nivel

de potencia, por razones hasta hoy

no del todo aclaradas, hizo que el reac-

tor se desbocase. La potencia osciló

bruscamente en un primer momen-

to y después se disparó. La falta de

refrigeración agravó el problema e

hizo que la temperatura en el núcleo

del reactor empezara a elevarse. El

jefe de turno apretó el botón de para-

da del reactor, pero las barras de gra-

fito que sirven para moderar la reac-

ción en cadena se quedaron bloquea-

das. Fue entonces cuando se produ-

jeron las explosiones.

La tardía evacuación Los habitantes de la ciudad de Prí-

piat, situada a poco más de dos kiló-

metros al norte de la planta atómica,

pudieron ver el resplandor del incen-

dio. El reactor había empezado a es-

cupir a la atmósfera abundante ma-

terial radiactivo. La dirección comu-

nista de la antigua URSS trató de

ocultar lo sucedido. De ahí que la de-

cisión de evacuar Prípiat no se adop-

tase hasta el mediodía del 27. En ese

momento, la población llevaba ya ex-

puesta a la radiación casi 36 horas.

Hacia las dos de la tarde, llegaron tres

trenes de pasajeros y más de 1.200 au-

tocares. Unos 50.000 habitantes fue-

ron desalojados en poco más de tres

horas, portando consigo sólo lo que

llevaban puesto. La fuga radiactiva

no pudo ser detenida has-

ta diez días después.

La zona contaminada se extiende a través de

150.000 kilómetros cua-

drados e incluye unos 200

centros de población. A lo

largo de semanas se eva-

cuaron a casi 120.000 per-

sonas. Pero lo cierto es

que en los territorios con-

taminados aún hay hoy día cinco mi-

llones de habitantes.

La ONU hace tiempo que estable-

ció el número de muertes directamen-

te ligadas al escape radiactivo en poco

más de cincuenta. Sin embargo, la

Unión Chernóbil, asociación creada

por los «liquidadores», habla de «de-

cenas de miles» mientras que Gre-

enpeace afirma en que la cantidad to-

tal de muertos por el accidente es su-

perior a los 200.000.

El accidente puso al descubierto

el secretismo, la inoperancia y el

desprecio por la vida en la vieja URSS

Un experimento causó la catástrofe

No la puedo ver, ni oler, ni sentir».

Pero este enemigo invisible sigue

causando estragos. «El 90% de los ha-

bitantes del distrito de Ivankiv tiene el

estatus de víctimas de las consecuen-

cias del accidente nuclear», explica la

doctora Oksana Kandun, directora del

hospital local. «La tasa de mortalidad

de las personas en edad de trabajar ha

aumentado diez veces en comparación

con los años anteriores a la catástrofe

y la discapacidad de la población infan-

til es causada en el 30% por defectos de

nacimiento».

Para Kandun, el panorama es alar-

mante, especialmente si se cumplen los

estudios que afirman que el ADN de las

células germinales que transmiten la

información genética fue dañado por

la radiactividad. Lo que sugiere que las

secuelas de Chernóbil podrían perdu-

rar durante varias generaciones. «Con-

vivimos con una sensación de riesgo

constante».

Un futuro sin esperanza

En Orane, una aldea perteneciente a

Ivankiv, con 500 habitantes, vive Vla-dimir Snidco, que con solo 12 años ya

acumula cinco veranos en San Sebas-

tián y dos operaciones de estómago. Es

un niño rubio, sin brío, anémico. Foro-

fo del Athletic de Bilbao, sueña con ser

camionero «para viajar lejos de Ucra-

nia».

El historial médico de su familia no

es muy alentador: su madre nació el año

de la catástrofe y ahora tiene en su me-

jilla derecha una protuberancia del ta-

maño de un huevo, su tío y su abuelo fa-

llecieron recientemente de cáncer de ti-

roides y su padre y sus dos hermanos

sufren enfermedades relacionadas con

el corazón. Ninguno tiene empleo. Sub-

sisten con las hortalizas que cultivan,

los animales de corral y el único ingre-

so económico que entra en casa es la

pensión de la octogenaria abuela, Hanna.

Tierra baldía

La zona

contaminada

se extiende

por 150.000

kilómetros

cuadrados

√ Iván Kuzmin «LIQUIDADOR»

«Me ofrecí a colaborar

voluntariamente en la

descontaminación. No era

consciente del peligro»

Yusefa Ivanovav (91 años) VIVE EN LA ZONA DE EXCLUSIÓN

«Me quedé en Poliske porque

aquí nacieron y murieron mis

antepasados. No me da miedo

la radiación porque no la veo»

Oksana Kandun MÉDICO EN LA ZONA AFECTADA

«La tasa de mortalidad de las

personas en edad de trabajar

ha aumentado diez veces en

comparación con los años

anteriores a la catástrofe»

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24 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

RAÚL MORENO Reactor número cuatro de Chernóbil y sarcófago de protección

R. MAÑUECO MOSCÚ

El 26 de abril de 1986 reventó

el cuarto reactor de la central

atómica de Chernóbil, cau-

sando el accidente más gra-

ve en la historia. Ya han pasado tres

décadas, pero todavía se desconocen

todas sus secuelas. Aún no se ha con-

seguido el dinero necesario para la

construcción de un nuevo sarcófago

que aísle con mayor hermetismo el reactor siniestrado, circunstancia que

preocupa a especialistas y ecólogos

porque amenaza con provocar la fuga

de las sustancias radiactivas que se

encuentran en su interior.

El viejo sarcófago se construyó de-

prisa y corriendo en los días poste-

riores a la catástrofe y el nuevo, que

empezó a ser levantado en 2010, está

todavía sin terminar. Tendrá un cos-

te previsto de más de 2.000 millones

de euros y en su financiación parti-

cipan la UE, EE.UU. y distintos orga-

nismos internacionales. Sin embar-

go, faltan todavía aportaciones para

cerrar la cifra, cuestión que se trata-

rá mañana en la conferencia de do-

nantes de Kiev.

La catástrofe se desencadenó a las

01.23 horas de la madrugada. En me-

nos de un minuto, dos explosiones se

sucedieron con un intervalo de esca-

sos segundos. El edificio que alber-

gaba el reactor quedó derruido, se ex-

tendió un voraz incendio y el mate-

rial radiactivo empezó a escapar a la

atmósfera.

El accidente tuvo su origen en un

experimento con el que se pretendía

comprobar si, en caso de

un corte total del fluido

eléctrico, la inercia de la turbina del generador

principal podría ser sufi-

ciente para alimentar los

sistemas de seguridad,

control y refrigeración del

reactor hasta la puesta en

funcionamiento de los ge-

neradores de emergen-

cia.

Pero una caída repentina del nivel

de potencia, por razones hasta hoy

no del todo aclaradas, hizo que el reac-

tor se desbocase. La potencia osciló

bruscamente en un primer momen-

to y después se disparó. La falta de

refrigeración agravó el problema e

hizo que la temperatura en el núcleo

del reactor empezara a elevarse. El

jefe de turno apretó el botón de para-

da del reactor, pero las barras de gra-

fito que sirven para moderar la reac-

ción en cadena se quedaron bloquea-

das. Fue entonces cuando se produ-

jeron las explosiones.

La tardía evacuación Los habitantes de la ciudad de Prí-

piat, situada a poco más de dos kiló-

metros al norte de la planta atómica,

pudieron ver el resplandor del incen-

dio. El reactor había empezado a es-

cupir a la atmósfera abundante ma-

terial radiactivo. La dirección comu-

nista de la antigua URSS trató de

ocultar lo sucedido. De ahí que la de-

cisión de evacuar Prípiat no se adop-

tase hasta el mediodía del 27. En ese

momento, la población llevaba ya ex-

puesta a la radiación casi 36 horas.

Hacia las dos de la tarde, llegaron tres

trenes de pasajeros y más de 1.200 au-

tocares. Unos 50.000 habitantes fue-

ron desalojados en poco más de tres

horas, portando consigo sólo lo que

llevaban puesto. La fuga radiactiva

no pudo ser detenida has-

ta diez días después.

La zona contaminada se extiende a través de

150.000 kilómetros cua-

drados e incluye unos 200

centros de población. A lo

largo de semanas se eva-

cuaron a casi 120.000 per-

sonas. Pero lo cierto es

que en los territorios con-

taminados aún hay hoy día cinco mi-

llones de habitantes.

La ONU hace tiempo que estable-

ció el número de muertes directamen-

te ligadas al escape radiactivo en poco

más de cincuenta. Sin embargo, la

Unión Chernóbil, asociación creada

por los «liquidadores», habla de «de-

cenas de miles» mientras que Gre-

enpeace afirma en que la cantidad to-

tal de muertos por el accidente es su-

perior a los 200.000.

El accidente puso al descubierto

el secretismo, la inoperancia y el

desprecio por la vida en la vieja URSS

Un experimento causó la catástrofe

No la puedo ver, ni oler, ni sentir».

Pero este enemigo invisible sigue

causando estragos. «El 90% de los ha-

bitantes del distrito de Ivankiv tiene el

estatus de víctimas de las consecuen-

cias del accidente nuclear», explica la

doctora Oksana Kandun, directora del

hospital local. «La tasa de mortalidad

de las personas en edad de trabajar ha

aumentado diez veces en comparación

con los años anteriores a la catástrofe

y la discapacidad de la población infan-

til es causada en el 30% por defectos de

nacimiento».

Para Kandun, el panorama es alar-

mante, especialmente si se cumplen los

estudios que afirman que el ADN de las

células germinales que transmiten la

información genética fue dañado por

la radiactividad. Lo que sugiere que las

secuelas de Chernóbil podrían perdu-

rar durante varias generaciones. «Con-

vivimos con una sensación de riesgo

constante».

Un futuro sin esperanza

En Orane, una aldea perteneciente a

Ivankiv, con 500 habitantes, vive Vla-dimir Snidco, que con solo 12 años ya

acumula cinco veranos en San Sebas-

tián y dos operaciones de estómago. Es

un niño rubio, sin brío, anémico. Foro-

fo del Athletic de Bilbao, sueña con ser

camionero «para viajar lejos de Ucra-

nia».

El historial médico de su familia no

es muy alentador: su madre nació el año

de la catástrofe y ahora tiene en su me-

jilla derecha una protuberancia del ta-

maño de un huevo, su tío y su abuelo fa-

llecieron recientemente de cáncer de ti-

roides y su padre y sus dos hermanos

sufren enfermedades relacionadas con

el corazón. Ninguno tiene empleo. Sub-

sisten con las hortalizas que cultivan,

los animales de corral y el único ingre-

so económico que entra en casa es la

pensión de la octogenaria abuela, Hanna.

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consciente del peligro»

Yusefa Ivanovav (91 años) VIVE EN LA ZONA DE EXCLUSIÓN

«Me quedé en Poliske porque

aquí nacieron y murieron mis

antepasados. No me da miedo

la radiación porque no la veo»

Oksana Kandun MÉDICO EN LA ZONA AFECTADA

«La tasa de mortalidad de las

personas en edad de trabajar

ha aumentado diez veces en

comparación con los años

anteriores a la catástrofe»

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24 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

«Me dopé porque fui débil, por ego y por ansias de gustar», admite la exatleta Virginia Berasategi

33Jordi Évole y Virginia Berasategi, durante la entrevista que emitirá hoy ‘Salvados’.

LA SEXTA

‘Salvados’ descubre la otra cara del deporte 3Jordi Évole conversa con Juan Mata, Carolina Pascual y Virginia Berasategi

EL PERIÓDICOBARCELONA

Tras la controvertida entre-vista con el histórico diri-gente aberzale Arnaldo Ote-gi, Jordi Évole intenta des-

entrañar hoy en Salvados (La Sexta, 21.30) la otra cara del deporte y res-ponder, así, a cuestiones como qué hay más allá del éxito, el dinero, el reconocimiento y la fama de los de-portistas de élite que vemos a menu-do en los medios de comunicación. Por ello, el periodista catalán con-versa con la exgimnasta Carolina Pascual, el futbolista Juan Mata y la exatleta Virginia Berasategui. Pascual ganó la medalla de plata de gimnasia rítmica individual en los Juegos de Barcelona. A los 12 años se fue de casa y lo dejó todo –incluso, los estudios– para incorporarse al equipo nacional. Vivir la infancia le-jos de casa, entrenar hasta 14 horas al día hasta no poder ni andar, seguir una dieta estricta y caer en el olvido tras la retirada es el precio que la jo-ven ha tenido que pagar. Junto a Évo-le, la joven reflexiona sobre si com-pensa una medalla olímpica todo es-te sacrificio. «Lo importante eran los Juegos Olímpicos –comenta Pas-cual–; no había tiempo para estudiar porque exprimen al deportista».

UN SUELDO EXAGERADO / El jugador del Manchester United y de la selección española, con la que ganó el Mun-dial de Sudáfrica en el 2010, dejó Oviedo y fichó por el fútbol base del Real Madrid. Mata reconoce en Salva-dos que tiene un sueldo exagerado que, en cambio, es normal en su en-

ENTREVISTAS EN LA SEXTA

torno profesional. «Vivo en una bur-buja. La vida real es la de mis amigos, que tienen que buscar trabajo o han estado en el paro», le cuenta a Jordi Évole, que le visita en su casa de Man-chester. Mata reflexiona sobre el ne-gocio en el que se ha convertido el fútbol de élite, la imagen estereoti-pada que existe de sus colegas y lo alejados que están de la realidad so-cial que les rodea. Cierra Salvados la entrevista con Berasategi, triatleta vasca que llegó a ser campeona del mundo de tria-

tlón en el 2003. Berasategi le cuen-ta a Évole cómo entró en una espiral de autoexigencia en la que solo valía ganar. Desde muy pequeña entrenó un mínimo de ocho horas diarias, movida por el deseo de ganar. Tras lograr numerosos éxitos y ya cerca de su retirada, en el 2013, Berasate-gi admitió que había consumido es-timulantes en el triatlón de Bilbao. «Me dopé porque fui débil, por ego y por las ansias de gustar a la gente. El deporte de élite no es sano a nivel fí-sico ni psíquico», admite. H

‘El objetivo’ aborda los ‘papeles de Panamá’3El programa de Ana Pastor plantea cómo afrontar el fraude

EL PERIÓDICO BARCELONA

Después de que hace tres semanas se destapara el escándalo de los pa-peles de Panamá, la mayor filtración hasta ahora de documentos sobre evasores fiscales, El objetivo de Ana Pastor desvela hoy (La Sexta, 22.30 horas) novedades sobre el caso, con más nombres y detalles. Tras conocerse la implicación de

políticos, artistas, empresarios y de-portistas en la creación de las offsho-res o sociedades opacas en Panamá, el espacio pregunta a distintos por-tavoces de los partidos qué propo-nen hacer para afrontar este asun-to, en el que se han visto implicados nombres como José Manuel Soria, Rodrigo Rato, Pilar de Borbón, Ber-tín Osborne, Imanol Arias, Josep Lluís Núñez, Oleguer Pujol, Àlex Cri-

villé y Agustín y Pedro Almodóvar, entre muchos otros. A pocos días de confirmarse la convocatoria de nuevas elecciones generales, representantes de PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos se sen-tarán en la mesa del programa para abordar el problema de los paraísos fiscales y qué soluciones proponen, de cara a la campaña electoral, para evitar que se puedan eludir el pago

EVASORES FISCALES de impuestos con este tipo de prácti-cas legales.

‘MALDITA HEMEROTECA’ / La sección Mal-dita hemeroteca también estará dedi-cada a los papeles de Panamá, así como el apartado Sé lo que hicisteis con el últi-mo contrato. En plena campaña de la renta, esta última sección abordará los datos sobre quién paga impues-tos en España, qué estrategias usan algunos para pagar menos y qué se puede hacer para evitarlo. Además, habrá pruebas de verificación sobre algunas declaraciones de dirigentes políticos sobre este asunto. Desde que empezó a gotear la ma-yor filtración de documentos sobre evasores fiscales, ya son un buen pu-ñado los rostros conocidos de este país que han quedado retratados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), cuyos cálculos indican que hay unos 2.000 españoles implicados. H33Ana Pastor.

‘30 minuts’ sigue a las ‘abuelas de Chernóbil’

EL PERIÓDICO BARCELONA

El próximo martes, 26 de abril, se cumplen 30 años de la trage-dia de la central nuclear de Cher-nóbil (Ucrania), una de las peores catástrofes ambientales de la era moderna. 30 minuts recuerda hoy (TV-3, 21.55 horas) el accidente a través de unas irreductibles mu-jeres que se han resistido a mar-charse de la zona durante estas tres décadas en el reportaje Les àvies de Txernòbil. La zona de exclusión que ro-dea la central nuclear es cono-cida como «zona muerta». Son unos 2.600 kilómetros cuadrados oficialmente cerrados para siem-pre, donde la contaminación es invisible, pero constante. Todos los residentes fueron evacuados hace ya 30 años, pero un grupo de ancianas de entre 70 y 80 años resisten todavía en sus granjas, a las que no están dis-puestas a renunciar.

UN ENEMIGO INVISIBLE / Algunas de ellas fueron evacuadas tras el acci-dente, en 1986, y volvieron al po-co tiempo, traspasando las alam-bradas que impedían el paso ha-cia la «zona muerta». Otras, como Hanna Zavorotnya, de 80 años, nunca se fueron de allí. «Dispára-me un tiro y cava mi fosa, porque si no, no conseguirás que me va-ya», le soltó al soldado que intentó evacuarla. «Sobreviví a Stalin y a las atrocidades de los nazis, así que no huiré de un enemigo invi-sible», sentencia la mujer. El documental muestra có-mo es la vida de este grupo de an-cianas y cómo subsisten gracias al cultivo en unos terrenos alta-mente tóxicos. H

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ENERGIA NUCLEAR

16 LAVANGUARDIA I N T E R N A C I O N A L DOMINGO, 24 ABRIL 2016

Mi vecinala radiactividad

“Esedíaeraviernesy llevamosa loschavales a un sovjós, una granja es­tatal, para el inicio de la plantaciónde patatas. Habíamos oído que ha­bía habido un accidente en la cen­tral, pero nadie pareció darle im­portancia”, recuerdaEvgueniMar­kévich, uno de los somoseli deChernóbil, llamados así porque si­guen viviendo en su propia tierra,aunque esté contaminada. Enton­ces trabajaba como profesor deTecnología en un instituto de se­cundaria.“Eldomingomehabíaidode pesca conmi hijo, de 9 años, y alvolvermimujer,delaqueestabadi­vorciado,mepidióquemelollevaseaKíev,porqueelsábadohabíanem­pezadoaevacuarPrípiat”, laciudadmásgrandede esta comarca al nor­te de la exrepública soviética deUcrania. “El lunes volví al institutoa trabajar. Pero vi camiones llenosde abuelas con un montón de nie­tos.Merecordólosdíasdelaocupa­ciónalemana en1945”.Pero no se trataba deuna guerra,

sinodelmayordesastre civil nucle­ar de la historia, ocurrido hace 30años, cuando el 26 de abril de 1986el reactor número cuatro de la cen­tral nuclear deChernóbil explotó ydejó escapar una radiactividad quepodrásentirseaquídurantesiglos.Ese día de madrugada, los inex­

pertos responsables del cuarto re­actor realizaban un simulacro paraprobar su capacidad de resistenciaen un corte ficticio de suministroeléctrico. Pero provocaron un au­mento súbito de la potencia, que yano pudieron controlar. La explo­sión levantó la tapadel reactor, querompióel techode lacentral.Las autoridades soviéticas eva­

cuaron a 129.000 personas que vi­víanen2.600kilómetroscuadradosen un radio de 30 kilómetros. Es lazonadeaislamientoodeexclusión,que desde entonces se declaró ce­rrada y muerta. Pero algunos usa­ron triquiñuelas para no hacer casode las órdenes oficial de evacua­ción, o lograron volver poco des­pués. Son 180 personas quienes vi­ven de forma permanente en unadecenadealdeas.“Nos escondíamos, porque si te

veían te obligaban a recoger e irte”,explica ValentinaKujárenko, de 77años y vecina de Chernóbil, la pe­queña capital comarcal que danombrea lacentral, a 18kilómetrosde los seis reactores nucleares. ElGobierno de Ucrania cerró los dosúltimosenel año2000.Ella seque­dó con su marido, fallecido en el2008. “Talveznoshabríamos idosihubiesen dejado a nuestra familiaunida.Peroamihermanaysumari­dolesdieronunpisoenDnieprope­trovsk; a mi madre, en Kremen­chuk; anosotros, enCherkasi.“Como a los que trabajaban en el

aislamiento y la limpiezade la zona(los liquidadores)nolestocaban, in­tenté hacerme con un uniforme.Primero encontré una cazadora,luegounagorra.Noestabacomple­

típica ciudad soviética construidacon cemento y hormigón a escua­dra y cartabón, es una poblaciónfantasma. Está a menos de un kiló­metro del reactormaldito y sus bu­levares fueron lo primero que secontaminó tras laexplosión.Laplazacentral,conelPalaciode

Cultura, la piscina municipal y unhotel, siguen igual si no fuera porqueloscristalesdelasventanashandesaparecidoylanaturalezacampaasusanchasantelaausenciadevidahumana. El parque de atracciones,con su roñosa noria, el zigzaguean­te carrusel y los destartalados co­chesdechoque, continúanen su si­tio.Oxidadosparasiempre.Vitali, que vive y trabaja como

fontanero en Kíev, viaja con fre­cuencia al pueblo de Párishiv, aunos diez kilómetros del reactor ydentro de la zona de exclusión. Allíleencontramos,porquehavenidoacuidar de su abuela, María Seme­niuk,de79años,mientrassuabuelose encuentra en el hospital. “Aquísiempre hemos vivido bien. Tene­mosuncerdoydocegallinasconsugallo”, explica lamujer, que invita até al periodista en la cocina de sumodestacasademadera.Dice Vitali que los trasladaron a

unpueblo preparado especialmen­te para los evacuados, cerca deKíev.“Mipadretrabajabaenlacen­tral,asíquepudimosiraotra,Yuzh­noukraínsk. Mis tres hermanos ymi hermana venimos aquí sólo devisita. El que decidió quedarse fueelabuelo.Miabuelasehabríaidoyaparaestarmáscercadenosotros”.Les pregunto si han tenido pro­

blemas de salud. Respuesta rotun­da: “Mire qué vieja soy”, dice ellaentre sorbo y sorbo. “Nunca. Miabuelosiemprehaestadoen forma.Desde que se jubiló, normalmentesevadepesca,oacoger setas”.

EL EPO TAJE

Trastreintaañosdelmayoraccidente

nucleardelahistoria,Chernóbilsiguesiendoelhogarde180personasquenuncasefueron

GONZALO ARAGONÉS

Vocación truncada. Evgueni Semeniuk, de 79 años, en Chernóbil. Para seguir en suciudad, a la que llegó de niño tras la guerra, sacrificó su carrera como profesor

–Pero los bosques de aquí estáncontaminados.–Haylugaresalosquenohayque

ir. Pero enKíev haymuchas indus­triasy seguroqueestámássucio.Antesdehacer losmásdecienki­

lómetros que separan Kíev deChernóbil, en la capital ucranianaLa Vanguardia se entrevista con elprofesorValeri Teréshchenko, que

que la catástrofe deChernóbil pro­vocóunaumentodeloscánceresdetiroides”,aseguraelprofesor.“Peroaún no hay pruebas de que la ra­diactividad provocase otras enfer­medades”. Desde 1996, el institutomonitorizaa13.243ucranianosqueenelmomentodelatragediateníanmenos de 18 años, además de 2.825que se encontraban a punto de na­cer. “El yodo radiactivo actúa sólodurante los dos primeros meses,luego pierde sus efectos, y afectamása losniñosde0a5años”,expli­ca Víctor Shpak, jefe del centro dedatos sobre Chernóbil y responsa­bledelproyecto.“En los años noventa, de las per­

sonas que controlamos sólo des­arrollaron cáncer de tiroides 64.Pero ahora se dan mil casos cadaaño”, informa Teréshchenko,quien apunta que su estudio se re­fiere a la población general, y no alos liquidadoresqueseexpusieronala radiaciónen losañossiguientes.Directamente, el accidente pro­

vocó la muerte de dos operarios y29 bomberos que acudieron a sofo­carel incendiodelreactorelmismodía del accidente. Unas 350 perso­nasrecibieronenlosdíassiguientesaltasdosisderadiaciónmientrasta­pabanlacicatriznucleardeEuropa.Lamitaddeellasmoriríaenlosaños

dirige los estudios científicos sobreChernóbil en el Instituto de Endo­crinología de la Academia deCien­cias de Ucrania. “Tras el accidentese expulsaron a la atmósfera ele­mentos radiactivos. Pero sobre to­do, yodo radiactivo, que sólo lo ab­sorben las células de la glándula dela tiroides. Hoy todas las organiza­ciones internacionales reconocen

RECUERDOS DE UNA ‘GUERRA’

“VicamionesllenosdeabuelasconmontonesdeniñosquesacabanaldíasiguientedePrípiat”

HOGAR EN LA ZONA MUERTA

“Siempre hemosvivido bien. Tenemosdos cerdos y docegallinas con su gallo”

EVIDENCIAS CIENTÍF ICAS

“Hanaumentadoloscánceresdetiroides.Deotrasenfermedades,nohaypruebasclaras”

to, así quemepreguntaban ‘¿Túes­tás con labrigadamilitar?’, y yo res­pondía siemprequesí”.La ciudadmás grandede laZona

eraPrípiat, construidaen1970paralos trabajadores de la central y quellegó a albergar a 47.000 personas.En su hospital nació hace 33 añosVitali Otroshchenko, uno de los ni­ñosqueevacuaroneldíadelacatás­trofe con sus abuelas. Hoy Prípiat,

ChernóbilEnviado especial

GONZALOARAGONÉS

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24 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

DOMINGO, 24 ABRIL 2016 I N T E R N A C I O N A L LAVANGUARDIA 17

SEAN GALLUP / GETTY

siguientes. LaONU cree que en losprimeros años la radiactividadma­tó a 4.000 personas por cánceres yotras enfermedades. Organizacio­nes ecologistas como Greenpeaceelevan las estimaciones a 270.000cánceresy96.000muertes.La radiactividad de Chernóbil

asustó un poco a Alexánder Zubkocuandoenel 2010 lepropusieron ira trabajar a la zona de aislamiento.“Pero ahorame encanta estar aquí.Yasabe loquedicen: ‘Si tedamiedoel lobo, novayas al bosque’. Pero yomeforméparaesto.Ypodría traba­jaraquíhasta la jubilación”.De 37 años, es uno de los bombe­

ros de la brigada antiincendios deChernóbil, instaladaenPárishiv.“Nohaynadaque temer, si seob­

servan las normas de la zona. Hayun comedor en el que nos dan ali­mentos limpios. Claro que hay si­tiosmuy contaminados.No se pue­deexcavardondehaychatarra...Teempiezaadoler lacabeza”.Zubko trabaja 15 días seguidos y

otros 15 descansa, cuando se va aShpola, una ciudad de la provinciade Cherkasy, a 380 kilómetros dedistancia,dondevivesumujer.Los trabajadores de la zona de

exclusión (en torno a 2.000) nopuedenpermanecermásde20díasseguidosaquí.Lamayoríavanyvie­

nen en tren desde la ciudad de Sla­vútich,quetraselaccidentecumplelas funcionesdePrípiat, pero situa­dafueradelazonaderadiactividad.“Fueradeaquí, lanormadelana­

turaleza es de 10 micro­roentgenpor hora. La radiación segura es de30”,explicaAntónYujíbenko,dosí­metro en mano, encargado por laadministraciónde lazonadeacom­pañaraLaVanguardia.Juntoal reactoryelnuevosarcó­

fago que se construye desde hacecinco años la radiación aumenta a40 o 50 microroentgen por hora.“Aquí la radiación es menor, por­quetraselaccidentetodalatierraseapartóyseasfaltódenuevo.Peroenlos bordes del camino, es muchomayor”. Los dos lados de las carre­teras están sembrados con señalesde “Peligro”, conunsímbolonucle­ar. Nos acercamos a la cuneta y eldosímetro comienza a pitar hastaalcanzar los 90 microroentgen a lahora. En la central, el fondo radiac­tivopermitidoesde140.Markévich llegó a esta tierra tras

la Segunda Guerra Mundial, mu­choantesdeque la radiactividad seconvirtieraenelvecinomás impor­tante deChernóbil. “La vida no erafácil,perolejosdelaciudadsepodíacultivar un huerto, ir de pesca y nomorirsedehambre”,diceensucasade Chernóbil, junto a un piano quehaceañostocabasusegundamujer.Aquí estudió, sehizounhombre, secasó y tenía un trabajo que llenabasuvidacomoprofesor.Asíquenosequería ir.“Tras lasvacacionesesco­lares, algunos profesores se queda­ron enOdessa, donde habían lleva­doalosniños.Perootrosdecidimosvolver. Yo tenía un amigo policía,que me prestó un uniforme y unagorraparapasarel control”.Sabía que si quería seguir su ca­

rrera en la enseñanza teníaque irsea otro lugar. Pero era precisamenteeso lo que no quería. Así que pidiótrabajo en el Servicio de MedicióndeRadiactividadde lacentral.Kujárenko asegura que, a pesar

de la radiactividad, supequeñaciu­dad es un lugar animado. “Durantela semana siempre hay gente, por­que están los trabajadores de la zo­na. Los que hacen turnos semana­les, se van los jueves y regresan loslunes. Pero todavía quedan los deturnosde15días.Además, tenemostodo lo necesario: una tienda, uncentromédico... loúnicoquenohayesfarmacia”,sequeja.“Peromisve­cinosmetraenloquenecesito”.Ellaasegura quenunca sale de aquí. Pe­ro si quisiera podría tomar el auto­bús y bajarse en la ciudadmás pró­xima, Ivankiv, o llegar hasta Kíev.“Tenemos un pase que se renuevaautomáticamentecadaaño”,dice.“Después del desastre de Fuku­

shima (2011), vino a verme un pe­riodista japonés”, relata Marké­vich. “Estaba sentado donde usted,preocupado porque sus padres vi­vían en la zona afectada y no que­rían irse. Me pedía que le diese ar­gumentos para convencerles dequese fueran.Pero, ¿porqué?”.“Aquí está nuestra casa. Incluso

muchos de los que se fueron, pidenque lesentierrenaquícuandomue­ran”, apuntaKujárenko.c

GONZALO ARAGONÉS

Visitas del exterior.Maria Semeniuk, de 79 años, vive juntoa sus gallinas en Párishiv. Su nieto, Vitali,la visita amenudo

GONZALO ARAGONÉS

Apegada a la tierra. Valentina Kujárenko, de 77 años, secamufló tras la explosión para no ser evacuada.

Desolación. Una oxidada máquinaexpendedora sigue en pie donde habíahabido un café en la ciudad de Prípiat, lamás cercana al reactor número 4.

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24 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

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25 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

10 ARABA Diario de Noticias de Álava – Lunes, 25 de abril de 2016

2 Araceli Oiarzabal

AMURRIO – Cuando Ander Añiba-rro tomó las riendas de la Cuadri-lla de Ayala, a principios del mes de octubre, una idea firme se asen-tó en su cabeza: acercar los cinco Ayuntamientos del Valle ayalés al órgano comarcal y dotarlo de una sede digna. Desde que se creó dicha figura, en 1989, ha pasado por dife-rentes ubicaciones provisionales y sus trabajadores se encuentran aún hoy, 27 años después, dispersos por oficinas prestadas, mientras que las reuniones se celebran en salo-nes de otras instituciones.

El grueso de su plantilla se ubica en el edificio de Respaldiza, cono-cido como sede del sindicato, gra-cias a una cesión temporal del Ayuntamiento de Ayala. Sin embar-go, se trata de unos locales de espa-cio insuficiente. “Yo mismo traba-jo en el archivo, pero cuando vie-ne la archivera no tengo ubicación y me muevo a la sala de reuniones. El baño de arriba mejor ni lo des-cribo, cuando nos visitan trabaja-dores o representantes forales para acudir a reuniones se te cae el alma a los pies y pasas hasta vergüenza”, describe Añibarro, que tampoco pasa por alto el incremento del pro-

blema que se les vendrá encima “cuando se incorpore la nueva y necesaria técnica de Igualdad, que llegará gracias a una subvención foral ya lograda de 35.000 euros, pero que no sabemos dónde meter-la”, adelanta.

La Cuadrilla de Ayala es hoy por hoy la única de Álava sin sede pro-pia, y las instalaciones que ocupa “son las más humildes de toda la provincia, comparadas con las maravillosas instalaciones de otros órganos comarcales como los de Agurain o Rioja Alavesa, por poner un ejemplo, y eso que somos el de mayor población con diferencia”, asevera un Añibarro que, no obs-tante, quiere dar las gracias al Ayuntamiento de Ayala por tantos años de cesión gratuita de unos locales que “no nos obligaron a desalojar ni cuando tuvieron que salir del antiguo ayuntamiento por-que se les caía encima”, recuerda en referencia a la vieja plaga de ter-mitas que asoló el edificio y obligó a construir uno nuevo.

Así las cosas, Añibarro no ha dudado en implicar a los cinco ayuntamientos del valle en la bús-queda de una solución a esta pro-blemática, invitándoles a presentar ofertas de ubicación para una “sede digna, con unas instalaciones en las que los trabajadores puedan desem-peñar su labor lo más a gusto posi-ble”, antes del próximo 3 de junio.

“Soy consciente de que va a ser un proceso largo, porque he pedido que todas las resoluciones sean ofi-ciales. Es decir, que vengan respal-dadas por órganos de decisión

SE BUSCA SEDE

OFICIAL PARA

LA CUADRILLA

DE AYALA

Llodio debate hoy ofrecer su antiguo Ayuntamiento � Los municipios tienen hasta junio para presentar propuestas

Imagen del edificio Villa Fe a principios del siglo XX. Fotos: A.O.

Entrada a la sede actual de la Cuadrilla de

como los plenos municipales”, apunta.

También le consta que “va a haber más de una propuesta que habrá que debatir tanto en el seno de la Cuadrilla como dentro de cada ayuntamiento”, aclara, a sabiendas de que Gentza Alamillo, alcalde de Ayala, “va a plantear que sigamos en el edificio del sindica-to de Respaldiza, pero ampliándo-lo y mejorándolo”. Con todo, los primeros en mover ficha han sido los ediles de Llodio, que hoy mis-mo debatirán en el Pleno del muni-cipio la cesión de su antiguo ayun-tamiento como futura sede de la Cuadrilla de Ayala.

Habrá que ver en qué queda la votación, ya que hay concejales,

El presidente del CSN no dará

explicaciones sobre Garoña

GASTEIZ – El presidente del Con-sejo de Seguridad Nuclear (CSN), Fernando Martí, no acudirá esta semana al Congreso de los Dipu-tados pese a que casi todos los grupos parlamentarios habían solicitado que adelantara su com-parecencia prevista para el 5 de mayo, ante la previsible disolu-ción de las Cortes dos días antes.

El objetivo de su visita era que Martí aclarase si se producirá o no la reapertura de la central nuclear de Garoña y conocer cuál es la situación del Almacén Tem-poral Centralizado de Residuos nucleares. Fue el propio Martí el que solicitó comparecer a peti-ción propia el 5 de mayo, y no antes, por “motivos de trabajo”.

Las socialistas Pilar Lucio y Patri-cia Blanquer denunciaron en un comunicado hace unos días que tanto el PP como el propio Martí, habían “mantenido una actitud esquiva” y habían obstaculizado los procedimientos “utilizando la interinidad del Ejecutivo para alar-gar los tiempos y no comparecer de forma urgente en el Congreso”.

Ante la decisión del CSN de continuar con el proceso de eva-luación de la autorización de renovación de explotación de Garoña, tomada el pasado febre-ro, recuerdan que todas las for-maciones, salvo el PP, solicita-ron al órgano regulador “la inte-rrupción temporal de este pro-ceso hasta la formación de un nuevo Gobierno”. – E.P.

Fernando Martí no acudirá esta semana al Congreso, como habían requerido los

grupos parlamentarios

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25 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

Tema del día Aniversario de una tragedia nuclearPáginas 2 a 5

LUNES2 25 DE ABRIL DEL 2016Conexión a internet: http://www.elperiodico.com

Lecciones deuna catástrofe

Chernóbil cambió para siempre la idea de la per-cepción lineal del tiem-po. En unos segundos se

descontroló el reactor; en unos mi-nutos las partículas radiactivas cru-zaron la frontera de Ucrania inva-diendo Bielorrusia; en pocas horas el viento arrastró la nube tóxica cien-tos de kilómetros. Pero faltan 24.000

intentaron durante la emergencia frenar la fuga radioactiva, liquidar la central y enterrar sus peores con-secuencias. Tres décadas después, una zona equivalente a un tercio del territo-rio español permanece deshabita-da. Prípiat, creada para albergar a los trabajadores de la central, capi-tal de una zona de donde se evacua-ron casi medio millón de personas, es una ciudad fantasma, un amasijo de edificios en ruinas invadidos por vegetación silvestre. El número de afectados por cáncer, enfermedades cardiovasculares y defectos congéni-tos varía. La dosimetría y las limita-ciones metodológicas impiden que haya unanimidad científica sobre las consecuencias. Pero la realidad es abrumadora. ¿Alguien puede du-dar de que el aumento vertiginoso en los que habitaban en la zona ten-ga relación directa? Hay además nu-

AnálisisRafael Vilasanjuan PERIoDIStA

años para que la inmensa extensión de zona deshabitada tras la catástro-fe vuelva a niveles de radioactividad aceptables para vivir. Por eso 30 años parecen pocos pa-ra medir todas las consecuencias. El accidente expuso a millones de personas, especialmente a aquellas que se encontraban en zonas próxi-mas y, sobre todo, a los héroes que

Tiene unos 150 metros de longitud, 104 de altura y una estructura mé-tálica en forma de arco. No se apoya-rá en ningún muro o pared del edi-ficio en cuyo interior se encuentra el núcleo dañado. El interior esta-rá cubierto de policarbonato, ma-terial que impedirá que se concen-tren partículas radioactivas. Se tra-ta del denominado Nuevo Sarcófago Seguro (NSS), que cubrirá durante el próximo siglo el reactor núme-ro 4 de la central atómica de Cher-nóbil, que el 26 de abril de 1986, ha-ce ya tres décadas, hizo explosión, liberando a la atmósfera en los días siguientes enormes cantidades de partículas radioactivas que conta-minaron amplias zonas de Bielorru-sia, Ucrania y Rusia, llegándose a ex-tender por gran parte del continen-te europeo. «El nuevo ataúd protege el sarcó-fago (actual) que contiene una gran cantidad de residuos radioactivos y tóxicos», ha declarado a la cade-

na Euronews Volodomyr Verbitski, ingeniero del emplazamiento. Se trata, a fin de cuentas, de dotar al reactor nuclear dañado de una co-bertura que garantice su seguridad medioambiental y reduzca la corro-sión que en tres décadas ha experi-mentado el sarcófago actual, cons-truido a toda prisa y de forma ur-gente en los meses posteriores a la explosión, gracias al sacrificio de unos trabajadores (liquidadores, en el argot ruso) expuestos a altísimas dosis de radiación. Además, mitiga-rá, en caso de derrumbe de la cober-

Un nuevo sarcófago, que se prevé estará listo a finales del 2017, sellará durante un siglo el reactor número 4 de la central

30 años de infierno

tura actual, sus posibles consecuen-cias perniciosas, al tiempo que per-mitirá, mediante equipos de control remoto, la demolición de sus estruc-turas inestables, como es en la ac-tualidad el techo.

PROYECTO GIGANTESCO / El coste del NSS está a la altura de la envergadu-ra del proyecto. Solo la gigantesca estructura metálica cuesta unos 1.500 millones de euros, mientras que el proyecto total asciende a 2.150 millones de euros, aportados por varios donantes y gestionados por el Banco Europeo para la Recons-trucción y el Desarrollo (BERD). En su construcción trabajan especialis-tas de 24 países, además de Ucrania, y está siendo levantado a unos 180 metros de la central, adonde se des-lizará mediante raíles. Han pasado ya tres décadas des-de la fatídica madrugada del 26 de abril de 1986, cuando el reactor 4 experimentó un incremento catas-trófico de la potencia, lo que pro-dujo una serie de explosiones en el núcleo. Sin embargo, los niveles de radioactividad en un radio de 30 ki-lómetros alrededor de la central si-guen siendo superiores a los auto-

UCRANIAKiev

MOLDAVIA

RUMANÍA

RUSIA

MAR NEGRO

BIELORRUSIA

1- EL ACCIDENTE DE 1986El reactor 4 de la central

nuclear de Chernóbil sufrió una sobrecarga de energía

en medio de una prueba de capacidad, cuando

el sistema de seguridad se hallaba temporalmente

interrumpido

Reactor 3

Reactor 4

Central Nuclearde Chernóbil

Pripyat

Chernóbil

Korosten

Ovruch

UCRANIA

BIELORRUSIA

ZONA DEEVACUACIÓN

ORIGINAL. SOLOPERMANECIERON

EN ELLA LOS LIQUIDADORES

Central nuclear de Chernóbil

Zona de control periódico (de 5 a 15 ci/km2)

Zona de control permanente(de 15 a 40 ci/km2)

Zona de exclusión (más de 40 ci/km2)

Zona abierta, deshabitada (de 1 a 5 ci/km2)

** El curio es una antigua unidad de radiactividad

Curios** por kilómetro cuadrado (ci/km2) de cesio-137

NIVELES ALTOS DE CESIO-137 EN 1988

3- EL PRIMER SARCÓFAGO (1986 - 1988)

Obreros liquidadores construyeron un sarcófago de cemento para evitar más fugas

4- EL SEGUNDO SARCÓFAGO (2010 - 2017)

Este sarcófago tiene fisuras y grietas y debe ser reemplazado

RAÍLES

RAÍLES

La segunda bóveda se construirá a un lado de la centralUna vez que se acabe, se desplazará por raíles hasta el edificioSe calcula que se tardará siete años en construirlo

Las obras iban a iniciarse en el 2005, pero al final no se pusieron en marcha hasta el 2010

190 METROS

100METROS

12 METROS DE GROSOR

Ante el peligro de derrumbe del primer sarcófago, se prepara uno nuevo,que tiene que proteger la zona de radiaciones durante 100 años

Unas 600.000 personas, (conocidas como liquidadores) entre bomberos, obreros y voluntarios acudieron a mitigar los efectos del desastre

Durante la prueba, las barras de control estaban demasiado salidas, más de lo aconsejadopor las normas de seguridad

1

Por un fallo de diseño se sobrecalentó en exceso y la temperatura deformó las barras antes de que estas bajasen

2

Las barras trabadasprovocaron que subiera la presión del vapor

3

Se produjo una gran explosión y volóla tapa del reactor(de 1.000 toneladas) y el techo del edificio

4

La fusión del núcleo del reactor liberó grancantidad de productosradiactivos que el humo elevó y dispersó por la atmósfera

6

El oxigeno avivó el fuego y la combustióndel grafito aislante

5

888)

oooorrreeesssss))

aa mmmmiim tiiigagagar

2- LA PRIMERAACTUACIÓN

Varios helicópteros realizaron miles de viajes para apagar el fuego

Lanzaron carburo de boro, arcilla y plomo

Lava radiactiva,al aire libre, producida por la fusión del núcleo

Reactor 4

Reactor 3

Reactor 4

SARCÓFAGO 1

SARCÓFAGO 2

1

23

6

4

5Protectorbiológicolateral

Protectorbiológicoinferior Tubos de

refrigeración

Reactor

SARCÓFAGO 2 UNA VEZ PUESTOSOBRE EL REACTOR 4

Actualzona de exclusión

30 km

LA EXTENSIÓN DE LA NUBE RADIACTIVAY ZONAS ACOTADAS INICIALMENTE

Chernóbil

Los niveles de radiación en un radio de 30 km siguen siendo elevados y no permitirán la vida humana en 300 años

MARC

MarginedasMOSCÚCorresponsal

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25 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

EFECTOS EN LAFAUNA

1 El entorno inmediato de la central nuclear no puede ser habitado por su elevada radioactividad.

2 La ausencia de personas ha hecho que, sin presión humana, la fauna ocupe la zona.

3 Lobos, jabalís, ciervos, entre otras especies, han reocupado en gran número ese área.

25 DE ABRIL DEL 2016 3LUNESAniversario de una tragedia nuclear

merosas consecuencias inducidas por el accidente y la incertidumbre sobre sus efectos. Entre la población afectada han aumentado de mane-ra directa las enfermedades menta-les y los intentos de suicidios. Pero más allá del impacto en la salud hay otras cuestiones sin resolver, leccio-nes de una catástrofe que debería lle-varnos a ajustar la idea de los límites de la ambición humana. IMPORTANCIA DE LA TRANSPARENCIA / ¿Ac-cidente? Svetlana Aleksiévich, últi-ma premio Nobel de literatura, au-tora de la mejor obra sobre los testi-monios directos de Chernóbil, asegura que aunque nadie lo prepa-ró intencionadamente, más que un accidente fue el resultado de un po-der basado en la cultura del nepotis-mo, la desidia y la indiferencia abso-luta hacia la población general. Las consecuencias políticas fueron in-

mediatas. ¿Por qué un país rico en gas y petróleo decidió invertir en energía nuclear? La catástrofe contribuyó al final de la Unión Soviética, un gigante to-talitario que empezó a descompo-nerse. El propio Mijaíl Gorbachov, presidente entonces de la URSS, ha reconocido que el desastre de Cher-nóbil abrió la posibilidad de promo-ver la libertad de expresión hasta el punto de que el sistema tal y como se conocía hasta entonces ya no podía continuar, iniciándose una política de transparencia. Mientras los estudios científicos recuerdan que queda mucho trabajo para evitar que los efectos de la radia-ción acaben enterrados bajo la espe-culación, tal vez la transparencia sea la principal lección a tener en cuenta para este tipo de catástrofes y para sa-ber hasta dónde podemos permitir-nos compartir el riesgo nuclear. H

rizados. «No será seguro vivir en es-ta zona hasta que transcurran unos 300 años, diez veces el periodo de semidesintegración de los residuos de alta y media actividad», recuerda Verbitski. Ello no impide que algunos habi-tantes evacuados hayan regresado a sus hogares abandonados, cansa-dos de vivir en barrios pobres, reple-tos de heroinómanos y edificios pau-pérrimos de las grandes ciudades a donde fueron evacuados. Tal es el ca-so de Maria Lobzin, de 69 años (una edad que se considera ya muy avan-zada para una mujer criada en una zona rural de Ucrania) que cría pa-tos, ocas y pollos y cultiva tomates dentro de la zona de exclusión. «Vi-vir allí era como esperar a la muer-te», relató a la agencia Reuters. «No hay radiación aquí; no tengo mie-do de nada; cuando me llegue el mo-mento de morir, no será debido a la radiación», explica.

GENERACIONES VENIDERAS / Dado que decenas de generaciones venideras en Ucrania, Rusia y Bielorrusia debe-rán gestionar las consecuencias del desastre y la contaminación provo-cada por la catástrofe de Chernóbil, las instituciones internacionales se han movilizado para hallar un uso a un vasto espacio de terreno inhabili-tado para ser habitado o explotado. «El área de exclusión no quedará li-bre de residuos nucleares porque la

intención es utilizar esta zona para instalar el almacén de residuos nu-cleares, así que habrá un centro per-manente de tratamiento de estos re-siduos», declaró, también a la cade-na Euronews, Vince Novak, director del Departamento de Seguridad Nu-clear del BERD. MAMÍFEROS EXPUESTOS / Según un es-tudio de la Universidad de Georgia recogido por Efe, las poblaciones de fauna silvestre en torno a la central nuclear abundan, convirtiéndose la zona en una suerte de parque natu-ral de facto, lo que les expone poten-cialmente al peligro de recibir con-taminación, no solo de las presas que devoran, sino del aire, el suelo y las plantas. En concreto, los científicos esta-dounidenses avistaron 14 especies de mamíferos, incluyendo el zorro rojo, el jabalí euroasiático, el perro mapache y el lobo gris. «Los carní-voros están a menudo en los niveles tróficos de la cadena alimentaria, por lo que son susceptibles a la acu-mulación de biocontaminantes», explicó a la agencia española Sarah Webster. Los efectos de la contaminación se sienten todavía en la salud de los habitantes de la zona, tres décadas después del accidente. Los docto-res en Ucrania y Bielorrusia siguen diagnosticando cáncer de tiroides en niños, provocado por el yodo di-seminado a la atmósfera, un isótopo volátil que la glándula absorbe en grandes cantidades. Se estima que se han diagnosticado entre 6.000 y 7.000 cánceres de este tipo entre los menores de 19 años viviendo en la zona de radiación. Otros problemas sanitarios de-rivados del accidente consisten en casos de cataratas oculares, cánce-res de estómago, pulmones, recto, pecho y linfático. En el capítulo de la salud psicológica, un informe de Greenpeace realizado en el 2012 ha-lló el doble de casos de estrés pos-traumático entre los liquidadores y la población adulta de la zona. H

Los efectos se sienten aún en la salud de los habitantes de la zona; hay más de 6.000 menores con cáncer de tiroides

UCRANIAKiev

MOLDAVIA

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RUSIA

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BIELORRUSIA

1- EL ACCIDENTE DE 1986El reactor 4 de la central

nuclear de Chernóbil sufrió una sobrecarga de energía

en medio de una prueba de capacidad, cuando

el sistema de seguridad se hallaba temporalmente

interrumpido

Reactor 3

Reactor 4

Central Nuclearde Chernóbil

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Chernóbil

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ZONA DEEVACUACIÓN

ORIGINAL. SOLOPERMANECIERON

EN ELLA LOS LIQUIDADORES

Central nuclear de Chernóbil

Zona de control periódico (de 5 a 15 ci/km2)

Zona de control permanente(de 15 a 40 ci/km2)

Zona de exclusión (más de 40 ci/km2)

Zona abierta, deshabitada (de 1 a 5 ci/km2)

** El curio es una antigua unidad de radiactividad

Curios** por kilómetro cuadrado (ci/km2) de cesio-137

NIVELES ALTOS DE CESIO-137 EN 1988

3- EL PRIMER SARCÓFAGO (1986 - 1988)

Obreros liquidadores construyeron un sarcófago de cemento para evitar más fugas

4- EL SEGUNDO SARCÓFAGO (2010 - 2017)

Este sarcófago tiene fisuras y grietas y debe ser reemplazado

RAÍLES

RAÍLES

La segunda bóveda se construirá a un lado de la centralUna vez que se acabe, se desplazará por raíles hasta el edificioSe calcula que se tardará siete años en construirlo

Las obras iban a iniciarse en el 2005, pero al final no se pusieron en marcha hasta el 2010

190 METROS

100METROS

12 METROS DE GROSOR

Ante el peligro de derrumbe del primer sarcófago, se prepara uno nuevo,que tiene que proteger la zona de radiaciones durante 100 años

Unas 600.000 personas, (conocidas como liquidadores) entre bomberos, obreros y voluntarios acudieron a mitigar los efectos del desastre

Durante la prueba, las barras de control estaban demasiado salidas, más de lo aconsejadopor las normas de seguridad

1

Por un fallo de diseño se sobrecalentó en exceso y la temperatura deformó las barras antes de que estas bajasen

2

Las barras trabadasprovocaron que subiera la presión del vapor

3

Se produjo una gran explosión y volóla tapa del reactor(de 1.000 toneladas) y el techo del edificio

4

La fusión del núcleo del reactor liberó grancantidad de productosradiactivos que el humo elevó y dispersó por la atmósfera

6

El oxigeno avivó el fuego y la combustióndel grafito aislante

5

888)

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aa mmmmiim tiiigagagar

2- LA PRIMERAACTUACIÓN

Varios helicópteros realizaron miles de viajes para apagar el fuego

Lanzaron carburo de boro, arcilla y plomo

Lava radiactiva,al aire libre, producida por la fusión del núcleo

Reactor 4

Reactor 3

Reactor 4

SARCÓFAGO 1

SARCÓFAGO 2

1

23

6

4

5Protectorbiológicolateral

Protectorbiológicoinferior Tubos de

refrigeración

Reactor

SARCÓFAGO 2 UNA VEZ PUESTOSOBRE EL REACTOR 4

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30 km

LA EXTENSIÓN DE LA NUBE RADIACTIVAY ZONAS ACOTADAS INICIALMENTE

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ENERGIA NUCLEAR

LUNES4 25 DE ABRIL DEL 2016

Aniversario de la peor catástrofe nuclear de la historia 3 El testimonio Páginas 2 a 5 LLL

FUGAS Y ACCIDENTES

1952 1977CHECOSLOVAQUIA 3 La central nuclear de Jaslovske Bohunice (en Checoslovaquia) sufrió un grave accidente durante la carga de combustible que provocó una emisión de radioactividad.

CANADÁ 3 El que se considera como el primer accidente nuclear grave se produjo en la central de Chalk River, en Canadá. Se liberaron productos de fisión, pero no hubo muertos.

1979EEUU 3 La central de Three Mile Island, situada cerca de Harrisburg (EEUU), sufrió una fusión parcial del núcleo de su reactor. Hasta Chernóbil, se consideraba el mayor accidente nuclear.

MEMORIAS DE UN SUPERVIVIENTE

Habían pasado ya diez años de aquellos 42 días, entre julio y sep-tiembre de 1986, en los que Vla-dímir Anatolevich Gúdov formó parte del batallón especial 731, en-cargado de retirar material conta-minado por la radiación, y de cola-borar en la extinción del incendio del reactor número 4 de la central atómica de Chernóbil, tras la ex-plosión ocurrida el 26 de abril an-terior. Ese día acudió a un laborato-rio citogenético a realizar un análi-sis de sangre, y durante la consulta con la jefa de la institución, esta le permitió observar en el microsco-pio su plasma sanguíneo. Ante su sorpresa, Vladímir com-probó que su muestra presentaba numerosas anormalidades gené-ticas. Algunos cromosomas X es-taban partidos por la mitad o de forma parcial, y sus fragmentos, esparcidos por todo el campo de visión del ocular microscópico. Cuando le preguntó si podía saber a qué clase de radiación había esta-do sometido, recibió una contun-dente negativa, sin apelación po-sible: «Solo con la autoridad de la gente en lo alto». Hoy, 30 años después de la catás-trofe que modificó el rumbo de su predecible existencia, este ingenie-ro agrícola de profesión es un hom-bre que sufre intermitentemente recaídas, vive de una pensión, ha escrito un libro traducido al inglés (731 Special Battalion) y ha ingresado en la Unión Nacional de Periodis-tas de Ucrania. Es el único super-viviente de los tres vicecomandan-tes con que contaba su unidad, lo que le permite calcular que el 75% de los integrantes de su batallón «están muertos y enterrados». Por teléfono, desde Kiev, advierte a EL PERIÓDICO acerca de la imposibi-lidad de poner cifras a la tragedia: «No hay estadísticas, no es posible contabilizar los liquidadores que murieron». El relato de Gúdov, recopilado en 155 páginas, es un contenido

testimonio de primera mano de una de las cerca de 800.000 personas que durante los meses siguientes a la ex-plosión del reactor trabajaron en las inmediaciones de la central para li-mitar los efectos de la tragedia, se-llar el reactor y evitar nuevas defla-graciones que amplificaran lo que a la postre se convirtió en el peor de-sastre nuclear que la humanidad ha afrontado. Gúdov no tuvo opción de decir no. Ejercía su profesión en una granja colectiva de Ucrania, pero también era un militar en la reserva. Fue con-vocado en unas horas, sin apenas tiempo para cerrar sus asuntos fami-liares, con una esposa cuyo bebé aún iba en brazos. «Considera que es-

MARC MARGINEDASMOSCÚ

Gúdov, el liquidadorVladímir Gúdov trabajó en la central durante 42 días tras el accidente y es el único de los tres vicecomandantes de su batallón que sigue vivo

asumieran dosis mucho más ele-vadas de lo aconsejado para la sa-lud, y de lo que finalmente refleja-ron los informes. «Podíamos reci-bir un máximo de dos roentgen en cada incursión y eso permitía tra-bajar en una estancia contamina-da solo unos minutos», explica. Re-cuerda cómo en una de sus expe-diciones en el reactor número 4, midieron el grado de radiación en una estancia, que era de 20 roent-gen por hora, lo que les permitía, a lo sumo, exponerse y completar el trabajo durante solo seis minutos. Sin embargo, estos cálculos no contabilizaban los traslados hacia las zonas de trabajo, los atajos que tomaban cuando estaban cansa-dos y que les acercaban al núcleo del reactor siniestrado, además de muchos otros imponderables pro-ducto de la falta de experiencia an-te una catástrofe de tal magnitud. El material que usaban tenía defi-ciencias. Las máscaras antigás mi-litares que les debían proteger del polvo radioactivo en suspensión quedaban inutilizadas rápidamen-te por el sudor, que obstruía la vá-vula respiratoria.

«NATURALEZA SIN PÁJAROS» / Gúdov re-cuerda en especial un día en que contemplaba la lujuriosa natura-leza que rodea a la central de Cher-nóbil. «Un césped suave y verde se extendía bajo nuestros pies... el sol brillaba, el aire era caliente, parecía que nos llenaba de energía», reme-mora en un pasaje de su libro. Sin embargo, continúa, «algo se echa-ba en falta; no había pájaros, no se oía su piar y el lugar permanecía en silencio...había una verdadera falta de armonía en esa naturaleza». Gúdov explica que su vida está consagrada a que las futuras gene-raciones recuerden a aquellos que salvaron «millones de seres huma-nos, entregando su salud y sus vi-das». Preguntado sobre si el mundo ha aprendido la lección de Chernó-bil, no se muestra optimista: «Ha su-cedido en Fukushima; y puede pasar en cualquier momento y lugar». H

tás en tiempo de guerra», le dijeron. Cuando llegó a las inmediaciones de la central de Chernóbil, se sorpren-dió por la juventud de quienes tra-bajaban allí en turnos previos. «La edad media de los soldados oscila-ba entre los 25 y los 35 años», explica en un capítulo de su libro. Y no tardó en averiguar la razón: «Todo se tenía que hacer a la carrera (para limitar la exposición a la radiación) sin im-portar lo que se tuviera que cargar sobre las espaldas, ya fuera sacos llenos de cemento, o residuos». El principal problema con el que se enfrentaron fue la deficiente me-dición de la radiación a la que se ex-ponían, que hizo que en realidad

«Ha sucedido en Fukushima y puede pasar en cualquier momento y lugar», opina el afectado

«Considera que estás en tiempo de guerra», le dijeron al ingeniero agrícola y militar en la reserva

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ENERGIA NUCLEAR

25 DE ABRIL DEL 2016 5LUNES

Aniversario de la peor catástrofe nuclear de la historia 3 El testimonio Páginas 2 a 5 LLL

FUGAS Y ACCIDENTES

1999JAPÓN 3 Un error en la central de reprocesado de uranio en Tokai-mura (Japón) hizo que varios trabajadores quedaran expuestos a gran cantidad de radiación. Dos de ellos murieron.

2007ESPAÑA 3 Un problema en los conductos de ventilación en la central nuclear de Ascó (Tarragona) provocóque se liberaran partículas radioactivas al exterior.

2011JAPÓN 3 La central de Fukushima fue afectada por un terremoto y el posterior tsunami, lo que provocó explosiones e incendios en tres de los seis reactores y fugas radioactivas.

Un parque lúdico abandonado en Prípiat, a tres kilómetros de Chernóbil.

AP / EFREM LUKATSKY

UNA CADENA DE ERRORES

En Chernóbil se dinamitó la ban-dera de la glasnost (transparencia), enarbolada por Mijaíl Gorbachov desde su ascenso a la secretaría ge-neral del PCUS, en marzo de 1985. En pleno proceso de la restructura-ción (perestroika) aprobada en el 17º Congreso del partido, los con-servadores comunistas que domi-naban el complejo industrial mi-litar que controlaba la energía ató-mica trataron de impedir que se conociese la magnitud de la ca-tástrofe. Según el historiador Ro-bert English, Gorbachov fue «mal informado» de la gravedad de los hechos, lo que retrasó la respues-ta oficial al accidente y, con ello, la confianza en la glasnost de la mayo-ría de los soviéticos y en particular de los millones de afectados. Con cuatro reactores nucleares y otros dos en construcción, Cher-nóbil estaba llamada a convertirse, en la segunda mitad de la década de los ochenta, en una de las mayo-res centrales atómicas y en orgu-llo de la tecnología soviética para la producción de energía eléctrica. A escasos tres kilómetros de la cen-tral se había levantado una moder-na ciudad, Prípiat, que albergaba a los trabajadores y sus familias, con un censo de 50.000 habitantes. La planta, que recibió el nombre de Vladímir Ilich Lenin y estaba situa-da unos 120 kilómetros al norte de Kiev, suministraba buena parte de la electricidad que consumían la capital ucraniana y su entorno. Según los parámetros de enton-ces, el modelo funcionaba sin dar explicaciones, y cuando el 9 de sep-tiembre de 1982 se produjo una fu-sión parcial de la base del reactor número 1, se reparó, se volvió a po-ner en marcha y no se informó a la comunidad internacional hasta pasados tres años. El secretismo se-ría la maldición de Chernóbil.

En abril de 1986, la dirección nu-clear en Moscú decidió elevar la se-guridad de los reactores de Cher-nóbil, que eran de grafito y refrige-rados por agua. Bajo su tutela, los técnicos de la central debían reali-zar una prueba que consistía en ave-riguar cuánto tiempo la turbina de vapor seguiría generando electrici-dad una vez que se cortase el vapor. El ensayo, iniciado hacia las once de la noche del día 25, concatenó una serie de errores humanos que impi-dieron la actuación de los sistemas automáticos de emergencia. A las 01.23 minutos del 26 de abril se pro-dujo la primera explosión y, unos se-gundos después, otra mayor hizo sal-tar por los aires el techo y las paredes

Puntilla a la ‘glasnost’La opacidad con la que la URSS gestionó el accidente dañó su imagen, costó muchas vidas y dinamitó la política de transparencia de Gorbachov

de helicópteros lograron extinguir el fuego el 9 de mayo. De las 31 per-sonas fallecidas durante el acciden-te, 28 fueron bomberos y operarios. La catástrofe siguió dominada por el secretismo. Pese al enorme riesgo, los otros tres reactores si-guieron funcionando y los habitan-tes de Prípiat no fueron advertidos de la amenaza de contaminación hasta pasado un día. Su evacuación comenzó en la tarde del 27 de abril. Una cola interminable de autobu-ses trasladó a 50.000 personas con la promesa de que regresarían en tres días. Nunca volvieron. La ciu-dad fantasma de Prípiat permane-ce hoy como testigo del mayor acci-dente nuclear de la historia, un ho-nor que 25 años después le disputó Fukushima.

Gestión opaca

Solo días después del accidente y con un nivel de radiactividad miles de veces superior al máximo permi-tido se declaró una zona de exclu-sión de 30 kilómetros a la redonda y se evacuó a las 16.000 personas que vivían en el área. Mientras, la nube radiactiva se extendía por Europa hasta el Pacífico y en Chernóbil se empeñaban los llamados liquida-dores (bomberos, militares, mine-ros y voluntarios de toda la URSS) en las tareas de control del desastre, limpieza, descontaminación y cons-trucción del sarcófago que guarda el reactor número 4. En la central trabajaron unos 800.000 liquidado-res a lo largo de seis años. El herme-tismo soviético nunca dio las cifras de todos los que absorbieron gran-des dosis de radiactividad, pero mi-les de ellos han muerto y centenares de miles aún sufren las secuelas. Svetlana Alexievich en su libro Voces de Chernóbil llora el horror des-atado en Belarús, su tierra. La nobel de Literatura recuerda que se conta-minó el 23% del territorio bielorru-so, frente al 4,8% del de Ucrania y al 0,5% del ruso. Treinta años después, la memoria trágica de Chérnobil si-gue viva. H

de hormigón de la sala del reactor nú-mero cuatro. Se desató un incendio, el combustible nuclear fue lanzado fuera y una nube de polvo radiactivo se elevó a la atmósfera. Los bomberos de la central y de la cercana ciudad de Chernóbil que acu-dieron a apagar el fuego no fueron in-formados del peligro de la alta radiac-tividad y realizaron su trabajo sin el equipamiento apropiado. El incen-dio en la sala del reactor fue sofocado en tres horas, pero el núcleo de gra-fito en contacto con el agua provocó nuevas explosiones y siguió ardiendo y liberando radiactividad hasta que 5.000 toneladas de boro, dolomita, arena, arcilla y plomo lanzadas des-

Con 4 reactoresy otros 2 en fase de construcción, iba a ser el orgullo de la tecnología soviética

Tras el desastre trabajaron en la central y en las cercanías unas 800.000 personas

GEORGINA

Higueras

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ENERGIA NUCLEAR

08 DILLUNS, 25 D’ABRIL DEL 2016 ara internacional

Internacional30 ANIVERSARI DE L’ACCIDENT

Les conseqüències de viure en terra irradiada

ta famílies continuen vivint a la zo-na, principalment perquè no hi ve-uen una altra alternativa. “Potser hi ha llocs on no hi ha radiació. Però són llocs on tampoc hi ha feina. Tinc tres fills. On els podria por-tar?”, es justifica l’Emil. Aquí té una casa i pot viure del que dóna l’hort. Cultiva patates, cols, tomàquets, i cria ànecs i porcs. Tot per al con-sum propi, perquè a causa de l’acci-dent ningú vol comprar els seus productes.

Trenta anys després de l’acci-dent, un dels elements més perillo-sos per a la salut continua sent el ce-si-137, que s’emmagatzema en els sediments i tendeix a acumular-se en els teixits de les plantes, i entra d’aquesta manera a la cadena ali-mentària. Es troba principalment en productes com la llet, el peix o els bolets. “La gent que viu als territo-ris contaminats pateix sobretot problemes a l’aparell digestiu, al fet-ge, a l’estómac, però també al con-

ducte urinari i al sistema excretor”, diu Anatoli Txumak, director del Centre Nacional d’Investigació de Medicina de les Radiacions.

Es calcula que actualment uns cinc milions de persones viuen en zones contaminades per la radiació a Ucraïna, Bielorússia i Rússia. I no només dintre de la zona que va ser evacuada. Amb motiu del trentè aniversari del sinistre, el grup eco-logista Greenpeace ha fet un estudi de camp amb el qual ha pogut veri-ficar l’existència de “punts calents” en zones teòricament netes. A la re-gió ucraïnesa de Rivne han analit-zat 50 mostres de llet i han conclòs que totes menys quatre contenien nivells de cesi superiors als autorit-zats. I el 42% de les mostres de gra que van recollir al districte d’Ivan-kiv contenen nivells massa alts d’estronci-90, una substància po-tencialment cancerígena que pot danyar el material genètic de les cèl·lules.

La contaminació de Txernòbil té efectes negatius sobre la salut de cinc milions de persones

Stanislav Iujimenko té 19 anys, estudia economia i pateix artrogri-posi. Els seus tendons són massa curts i no pot estirar ni les mans ni els peus. Està condemnat a viure en una cadira de rodes, malgrat les sis operacions que ha patit. “Quan era petit, a la meva classe érem 20 alum-nes i només 4 podien fer gimnàstica normalment. Els altres estàvem dis-pensats, totalment o parcialment, per raons mèdiques”, explica per fer comprendre els problemes de salut que han patit els nois de la seva regió.

“Menjàvem sense precaucions” Va néixer a Maksimovitxi, un poble situat a només tres quilòmetres de la zona d’exclusió. I la seva mare, que tenia nou anys quan es va pro-duir l’accident, reconeix que no va ser conscient del perill fins que no va néixer el seu fill. “Menjàvem pro-ductes locals, sense prendre pre-caucions més enllà de netejar-los amb aigua. Al principi els meus pa-

Emil Kritsinia va fugir de la guerra i es va trobar vivint en un poble con-taminat per la radiació. Tenia no-més 11 anys quan el van enviar a viu-re a casa l’àvia. A la seva terra natal, Abkhàzia, havia esclatat un conflic-te fratricida i la seva mare va decidir portar-lo a un lloc segur: Khristi-novka, un petit poble situat a 60 qui-lòmetres de la central de Txernòbil. “Aquí tot estava tranquil, l’àvia ens va dir que no havíem de tenir por perquè ella hi vivia i no tenia cap mena de problema”, explica. L’Emil va deixar al darrere un perill palpa-ble, amb morts reals al carrer, per afrontar un enemic invisible.

Khristinovka és un dels pobles que les autoritats soviètiques van evacuar després de l’accident de Txernòbil, perquè les terres esta-ven irradiades. Però unes quaran-

KÍEV (UCRAÏNA)ANA LÁZARO BOSCH Afectació

La radiació provoca des de problemes digestius fins a síndromes musculars

Necessitat “Potser hi ha llocs sense radiació, però són llocs on no hi ha feina”, diu un afectat

01

01. Oxana Oborska és veïna de Maksimovitxi, un poble a tres quilòmetres de la zona d’exclusió. 02. Emil Kritsinia (centre) i la seva família a Khristinovka, a 60 quilòmetres de la central nuclear de Txernòbil. QUINTINA VALERO

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09ara DILLUNS, 25 D’ABRIL DEL 2016 internacional

El president dels Estats Units, Barack Obama, va elogiar ahir el paper de la cancellera alemanya, Angela Merkel, en la crisi migratòria a Europa, i va assegurar

que és “al costat correcte de la història”. En una visita a Hannover en què també va defensar el tractat de lliure comerç entre la UE i els EUA, el president nord-americà va

aplaudir la política de portes obertes als refugiats defensada per Merkel. Una política, va dir, tant “humanitària” com “pràctica”.

OBAMA ELOGIA MERKEL PELS REFUGIATS

res van vendre la vaca, però després en van comprar una altra i vam beu-re llet sense pensar-hi”, explica.

A mesura que passa el temps, la sensació de perill s’ha anat diluint entre la població. I les autoritats han suspès moltes mesures de seguretat a causa dels problemes econòmics. El 2012 el govern va deixar de fer controls. Després va suspendre la distribució de ferocin, una substàn-cia que accelera l’eliminació del ce-si. I, finalment, ha cancel·lat la canti-na escolar, un dels pocs menjars nets al quals podien accedir els nens. “El govern ens ha abandonat. Progressi-vament hem anant perdent totes les ajudes que rebíem. Ningú es preocu-pa per nosaltres malgrat tot el que hem patit a causa de Txernòbil”, es lamenta la mestra d’escola Natàlia Liukaninka. Els més perjudicats han sigut els habitants de la “zona 4”, la categoria que designa les localitats on es va detectar l’existència de con-taminació però a un nivell prou baix que no justificava l’evacuació.

És precisament aquí on la gent continua bevent i menjant produc-tes contaminats. “No vull marxar perquè això és casa meva, els meus pares estan enterrats aquí. I els nos-tres cossos s’han adaptat”, diu Oxa-na Oborska, una veïna, mentre dó-na menjar a les gallines. Però les da-des demostren el contrari: només pel que fa al càncer de tiroide, la in-cidència entre la població de les zo-nes contaminades és 1,5 vegades més alta.e

“És pitjor que la guerra, perquè almenys la guerra s’acaba”

cer d’estómac i ella està convençu-da que la radiació també hi té a veu-re, tot i que és difícil de provar. La Svetlana té també afectades les ti-roides i “molts problemes ginecolò-gics, que són ara massa habituals entre totes les dones de la regió”, diu. La radiació, de fet, ha fet que el seu marit i ella no puguin tenir fills biològics: han adoptat una nena.

Són molts els veïns d’Orane i al-tres pobles de la zona que tenen problemes de salut, assegura, però les poques ajudes que rebien per comprar medicaments es van abolir del tot l’any passat. “Abans de la guerra (que enfronta el govern de Kíev amb els rebels pro-russos de l’est), el govern ja volia oblidar tot el tema de l’accident nuclear, però ara, amb la guerra, encara més”.

La Svetlana ha vingut a Barcelo-na, convidada per Greenpeace, per lluitar precisament contra la “polí-tica de l’oblit” del seu país. L’acci-dent del 2011 a la central de Fukus-hima, al Japó, va fer que s’adonés, diu, que l’origen de la catàstrofe de

Txernòbil no van ser les mancan-ces del sistema soviètic, com cre-ia, sinó que “un accident així pot passar en qualsevol lloc”. Per ai-xò vol advertir el món del perill, perquè no es torni a repetir. “Viu-re sempre amb això és molt dur i la meva regió no sé si té futur”.

La gent d’Orane no té mesura-dors de radiació i els comptadors públics que hi ha al carrer, quan arriben a certs nivells elevats, “s’apaguen”, explica. La respon-sable d’energia nuclear de Green-peace, Raquel Montón, assegura que al perímetre de la zona d’ex-clusió de Txernòbil “més d’un mi-lió de persones viuen en zones que superen el límit màxim inter-nacional d’un mil·lisievert l’any”. Un estudi de l’ONG constata que les taxes de mortalitat a la zona han crescut i que les de natalitat han baixat. I denuncia que dels 1,8 milions de persones considerades afectades per la radiació de l’acci-dent només s’han fet revisions mèdiques a 13.450.e

La mestra Svetlana Shmagailo viu a 35 quilòmetres de la central nuclear

“Un accident nuclear és pitjor que una guerra: les guerres s’acaben. Ai-xò no s’acaba mai”. És el crit de Svet-lana Shmagailo, una mestra de 42 anys que viu a Orane, un llogaret de 600 habitants a 35 quilòmetres de la central de Txernòbil, just al límit de la zona d’exclusió. Que el problema no s’acaba ho veu cada dia a l’esco-la on treballa, en les malalties cons-tants dels seus alumnes: les noves generacions porten encara l’em-premta de la radiació al seu sistema immunològic. I ho viu en pròpia pell cada dos anys, quan ha d’anar a fer-se la revisió mèdica “sempre amb la por que et diguin que tens càncer”, com els ha passat ja a tants i tants veïns i familiars.

Aquell 26 d’abril del 1986, la Svet-lana tenia 12 anys. Era dissabte i la seva família havia anat a plantar pa-tates a l’hort. Havien sentit soroll de cotxes i sirenes a la nit, però els van dir que era només un incendi. Vesti-des només amb banyador per passar la calor, la seva mare, la seva germa-na de 4 anys i ella van veure desenes de cotxes militars que travessaven el poble a tota velocitat. “Els militars anaven equipats i amb mascaretes, i nosaltres mirant-los en banyador com uns ximples”, recorda. Ningú els va dir mai què havia passat en re-alitat, però la mare de la Svetlana va intuir de seguida que era alguna co-sa greu. Per això els va fer prendre les pastilles de iode que els van ofe-rir, tot i que les autoritats insistien que era un simple incendi. Altres fa-mílies no ho van fer. No va ser fins al cap d’una setmana que es va fer un avís a la població d’Orane perquè “tanquessin les finestres, netegessin bé la fruita i es dutxessin cada dia”. Quan més tard el govern va ordenar una revisió mèdica a tots els nens de menys de 5 anys, ella va acompanyar la seva germana a l’hospital de Vor-zel, a uns 100 quilòmetres. La nena va donar un nivell de radiació de 240 unitats, quan el límit a partir del qual s’evacuen els treballadors en cas d’accident nuclear és de 50.

L’engany soviètic “El sistema soviètic ens feia creure que vivíem al millor país del món i que a Europa i els EUA tots eren po-bres, però la mentida d’aquell acci-dent ens va desenganyar”, afirma. La germana de la Svetlana té avui “problemes molt greus de tiroides”, diu ella, sense entrar en detalls. El seu germà té càncer de llengua. La mare va morir l’any passat de càn-

BARCELONASÒNIA SÁNCHEZ

Svetlana Shmagailo, mestra ucraïnesa afectada per l’accident de Txernòbil, dimecres passat a Barcelona, on va explicar el drama de la regió. ALEJANDRO GARCÍA / EFE

Crítica Convidada per Greenpeace, denuncia a Barcelona la “política de l’oblit” de Kíev

Inacabable A l’escola veu com les noves generacions encara estan afectades per la radiació

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La playa de perros de BCN levanta ampollas

El plan piloto del Ayuntamiento de Barcelona de dedicar 1.250 me-tros cuadrados de la playa de Lle-vant para el solaz y albedrío de los perros este verano ha despertado,

como era de prever, una muy viva polémica. Numerosos vecinos de los barrios de Sant Martí han expresado su inquietud por que su franja marítima acabe siendo un gueto cani-no, y las asociaciones animalistas han elogia-do la iniciativa municipal, coherente, dicen, con una ciudad moderna que vela no solo

por las personas. Ambas posiciones son tan respetables como aparentemente irreconci-liables. Es cierto que ha aumentado social-mente la idea de que los animales domésti-cos merecen un mínimo bienestar, y es un signo de madurez que colectivamente se ve-le por su confort. Pero sin duda los derechos del propietario de un perro no pueden ser su-periores a los de quien no tiene uno. Las pla-yas de Barcelona –una rareza en una gran ca-pital– son un enorme activo ciudadano y co-mo tal deben ser preservadas. Por eso los

primeros interesados en que el plan piloto sea un éxito deben ser los propios amos de los perros, unos 70.000 en Barcelona. Si este verano hacen un uso responsable de la playa que se les reserva, las posibilidades de que el experimento se consolide aumentarán; en caso contrario, difícilmente encontrarán comprensión más allá de su entorno. Lo que en todo caso debe evitar el ayuntamiento es una laxitud que agravaría la polémica: basta recordar que sacar a los ciclistas de las aceras de la ciudad está costando años.

Hace 30 años los ciudadanos de la Unión Soviética descubrieron muy crudamente y con un altí-simo coste económico, pero so-bre todo humano, la gran men-

tira sobre la que funcionaba la URSS. La ca-tástrofe de Chernóbil reveló que la central nuclear estaba construida, contrariamente a lo que decía la propaganda oficial, sin las normas de seguridad que exigía una instala-ción de altísimo riesgo, como es una atómi-ca, y que el personal carecía de la prepara-ción suficiente. Mijail Gorbachov, que había llegado al poder hacía poco más de un año, cuando ocurrió el accidente acababa de anunciar la reconstrucción económica del país (perestroika) y la necesidad de transpa-rencia y apertura (glásnost). Chernóbil era la trágica demostración de cuán necesarias eran la reforma y la transparencia, tan nece-sarias que estaban llegando demasiado tar-de porque en el terreno político, la catástro-

La opinión del diario se expresa solo en los editoriales. Los artículos exponen posturas personales.

Chernóbil, la gran mentira de la URSSfe sirvió para acelerar el final de la URSS. Si los soviéticos descubrieron el gran engaño, el resto de Europa descubrió los graves ries-gos de la energía nuclear, cuyos efectos no conocen fronteras. Se registraron altos índi-ces de radioactividad en al menos 13 países de Europa central y oriental. Las consecuen-cias para la salud y el medioambiente del ac-cidente aún hoy son objeto de estudio. El siniestro de Chernóbil fue resultado di-recto de la gestión criminal de las autorida-des soviéticas. Pero no solo. Hace cinco años,

un nuevo desastre nuclear se produjo en Ja-pón con un número de víctimas mortales muy superior al de Ucrania. La seguridad en Chernóbil y en Fukushima no es compara-ble. Los avances en este campo han sido no-torios en las tres décadas pasadas, pero el riesgo no ha desaparecido, sigue existiendo, pero no parece que se haya aprendido la lec-ción. Hace poco más de un mes, la justicia ja-ponesa tuvo que intervenir para frenar la reactivación de unas unidades de la central de Takahama por cuestiones de seguridad. El problema es el tipo de energía. La nu-clear puede ser limpia, eficaz y barata, pero sus riesgos son elevadísimos como recuerda la historia de los accidentes desde aquel leja-no de la central de Three Mile Island, cerca de Harrisburg (EEUU) en 1979, hasta el japo-nés del 2011. Al final siempre está el interés espurio del hombre que levanta centrales nucleares en un país rico en gas y petróleo o en otro con un altísimo riesgo sísmico.

El desastre de hace 30 años llegó por la gestión criminal de las autoridades, pero no solo, como nos recordó Fukushima

Editoriales

LUNES6 25 DE ABRIL DEL 2016

Animus iocandi Ferreres

El candidato del Partido Liberal ga-nó de forma inesperada la primera vuelta de las elecciones presidencia-les de Austria con el 36% de los vo-tos. Su discurso populista contra la inmigración y antieuropeo ha da-do a su formación los mejores resul-tados en unas elecciones.3Pág. 12

NorbertHoferUltraderechista austriaco

Nombres propios

EEEE

La compañía especializada en cap-tura, mantenimiento y comerciali-zación de atún rojo apuesta por la explotación sostenible de este apre-ciado pescado en las granjas mari-nas de Ametlla de Mar. Líder mun-dial en ventas, tiene su primer clien-te en Japón. 3Pág. 23

ManelBalfegóEmpresario pesquero

EEEE

El técnico dio otra muestra de su gran talla humana con su presen-cia en un torneo de Santa Coloma de Gramenet que fomenta el fútbol inclusivo. Su hijo Álvaro, con sín-drome de Down, fue uno de los par-ticipantes en la matinal. 3Pág. 46

VicenteDel BosqueSeleccionador español de fútbol

EEEE

La recuperación del jugador balear es un hecho. Una semana después de ganar en Montecarlo lo hizo en el Barcelona Open Banc Sabadell. Ante el japonés Nishikori logró el noveno título de su carrera en la ca-pital catalana. 3Pág. 51

RafaelNadalTenista

EEEE

Máxima goleadora de la final (8-11) ante el UVSE Budapest, con tres tan-tos, fue una de las artífices de que el CN Sabadell sumara su cuarta Euroliga, tras las del 2011, 2013 y 2014, lo que le convierte en el equi-po europeo de la década. 3Pág. 53

AnniEsparJugadora de waterpolo

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25 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

L a detención del alcalde de Granada se suma a la imputación de 50 concejales y aseso-res del Partido Popular en el Ayuntamien-to de Valencia. En los que podrían ser los

últimos días de una legislatura frustrada, las noti-cias sobre nuevos casos de corrupción política se su-ceden contribuyendo a aumentar la desconfianza de los ciudadanos en el sistema. En este contexto, conviene precisar cuál es el alcance de la corrupción en España y determinar sus causas últimas para, so-bre esa base, plantear las medidas a adoptar para po-ner fin a esta lacra.

En primer lugar, hay que subrayar que España cuenta con un Estado de Derecho que está hacien-do frente a la corrupción política-empresarial, y que el Estado, como tal, no ha sido infectado por el vi-rus de la corrupción. Las estructuras que combaten la corrupción (Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, especialmente las unidades especializadas en delitos económicos, Fiscalía Anticorrupción, Agencia Tributaria, jueces y tribunales), a pesar de la escasez de medios con que cuentan, están hacien-do una gran labor. El hecho de que la hermana del jefe del Estado haya sido procesada pone de mani-fiesto que, en este com-bate, el poder judicial apli-ca escrupulosamente el principio de igualdad en la administración de la ley. Los españoles pode-mos estar orgullosos de contar con un Estado en el que no hay corrupción en el seno de sus cuerpos administrativos. Esto con-trasta con la situación de los Estados corruptos en los que, a cambio de dine-ro, un policía te retira una multa, un médico te ade-lanta en la lista de espe-ra, un profesor te aprue-ba, un inspector fiscal te libra de una inspección… etc. Nada de esto ocurre en España.

Establecido lo anterior, y en segundo lugar, las cifras y los datos ponen de manifiesto que España padece una corrupción sistémica que afecta a par-te de su clase política en conjunción con promoto-res inmobiliarios y contratistas de la Administra-ción. La corrupción es verdaderamente sistémica en el ámbito municipal. De los 8.000 municipios españoles, más de 1.000 están investigados por co-rrupción. Hay cientos de concejales y alcaldes in-vestigados por casos de corrupción urbanística. En algunas provincias, la inmensa mayoría: 35 de los 45 de Murcia, 40 de los 88 de Canarias. En Andalu-cía o Valencia las cifras son igualmente preocupan-tes. Los casos de Valencia y Granada que estos días han centrado la atención informativa se enmarcan en un contexto de corrupción municipal que ha sido denunciado por organismos internacionales (infor-mes de Transparencia Internacional) y por la Unión Europea (informe Auken aprobado por el Parlamen-to Europeo en 2009).

La razón que explica que haya más de 1.000 ayun-tamientos corruptos es fácil de comprender. El or-denamiento jurídico ha creado una suerte de Reyes

Midas capaces de convertir en oro no lo que tocan, pero sí el suelo que pisan. El alcalde y su concejal delegado de urbanismo pueden determinar que el precio de una parcela de su municipio multiplique su precio por 20 o por más. Basta recalificar el terre-no. La detención del alcalde de Granada trae causa de la construcción de una discoteca en una zona ver-de. Estas potestades extraordinarias atribuidas a los entes municipales explican el interés de los promo-tores y constructores por influir en las decisiones y hacerlo si es preciso mediante el soborno, el pago de comisiones y otras prácticas corruptas. Esta si-tuación sólo cambiará si se aborda el problema cons-titucional relativo a la titularidad de las competen-cias sobre el suelo.

El origen del problema se remonta a una nefas-ta sentencia del Tribunal Constitucional de 1997 que privó al Estado de sus competencias en ordena-ción del territorio y las atribuyó en exclusiva a las comunidades autónomas. Con la descentralización se perseguía –ingenuamente– una mejor ordena-ción del territorio, a través de la cercanía entre la Administración y los ciudadanos. Esta cercanía lo

que ha propiciado real-mente es la corrupción y la destrucción del litoral. El Estado no puede ya in-tervenir y las comunida-des autónomas son cóm-plices por omisión de lo que hacen sus munici-pios. Estos, para prestar una serie de servicios que no pueden costear, se fi-nancian a través de las re-calificaciones de suelo, decidiendo qué suelo es urbanizable y cuál no. Los ayuntamientos reciben así grandes sumas para financiar transportes, po-lideportivos, centros cul-turales, guarderías, ser-

vicios sociales, etc. Sumas inicialmente pagadas por promotores y constructores beneficiados por la re-calificación pero que, obviamente, finalmente aca-ba pagando el comprador de la vivienda. Esta pecu-liar forma de financiación municipal –causa última de la burbuja inmobiliaria y de la crisis económica desencadenada en 2008– degenera en corrupción cuando los políticos que dirigen el ayuntamiento reciben dinero y regalos a título personal por haber hecho de oro a ciertos particulares. Junto al urba-nismo, la contratación pública es otro de los focos de corrupción tanto municipal como autonómica.

En definitiva, el Estado no es corrupto pero tie-ne que reaccionar. Desde esta óptica, todo proyec-to de gobierno reformista debería incluir, por un lado, la limitación de las competencias de los ayun-tamientos en materia de suelo; y, por otro, la garan-tía de la completa independencia –respecto a los ayuntamientos– de los funcionarios que, tanto des-de el punto de vista jurídico (secretarios) como eco-nómico (interventores), controlan su actividad. Los interventores y secretarios no pueden seguir de-pendiendo del propio ayuntamiento y del alcalde. Estas dos medidas supondrían un considerable avan-ce en la lucha contra la corrupción.

Las causas de la corrupción municipal

Todo proyecto reformista debería incluir la limitación de competencias de los ayuntamientos en materia de suelo y la garantía de independencia de los funcionarios que controlan sus actividades

JAVIER TAJADURA TEJADA PROFESOR DE DERECHO CONSTITUCIONAL DE LA UPV/EHU

:: JOSE IBARROLA

El Rey desarrollará hoy y mañana una nueva ronda de consultas con los líderes de todos los partidos políticos con representación parla-mentaria, salvo ERC y EH Bildu, que han declinado la invitación, para comprobar si es factible proponer a un candidato a la investi-dura con posibilidades de lograr la aprobación de la Cámara baja. El orden de las entrevistas será de menor representación política a ma-yor, y concluirá por tanto con Mariano Rajoy, quien ya anunció hace días que manifestará al Monarca que no está en condiciones de lo-grar el apoyo suficiente toda vez que ni el PSOE ni Ciudadanos es-tán dispuestos a formalizar una gran coalición. El explícito manda-to constitucional no obliga al Rey a celebrar esta última tentativa, pero es plausible que el jefe del Estado quiera escenificar este últi-mo intento. No tanto para intentar una mediación que no está es-trictamente en sus funciones cuanto para fijar posiciones y confron-tar a cada uno de los actores con su propia responsabilidad en este asunto, algo que sin duda iluminará también a los electores. A unos electores que, si se confirma la imposibilidad de acuerdo, deberán regresar a las urnas el 26 de junio y tener en cuenta, además de sus preferencias ya manifestadas el 20 de diciembre, su propia valora-ción del papel que cada partido ha desempeñado en este largo inte-rregno. En estos momentos, parece que el bloqueo existente sólo cedería si Podemos, presionado por quienes le reprochan que se pier-da una oportunidad de cambio, optara en el último momento por desdecirse de sus certezas y respaldar el pacto PSOE-C’s. Tal posibi-lidad existe, sin duda, pero no parece realista darle crédito, dada la firmeza con que las formaciones concernidas han expresado sus po-siciones. No es un drama tener que celebrar nuevas elecciones, per-fectamente previstas en la Carta Magna, pero tampoco es cierto que el país no se resienta de tan larga provisionalidad. De ahí que sea de-seable que, por lo menos, quienes nos están llevando a un desenla-ce tan tardío, tengan conciencia clara de que tras los comicios será inexcusable ofrecer con rapidez un Gobierno. Sean cuales sean los esfuerzos y los sacrificios que haya que realizar.

Chernóbil, treinta años Se cumplen esta próxima madrugada treinta años del desastre de Chernóbil, un accidente nuclear en una vieja central de la URSS, hoy territorio ucraniano. Unas pruebas de funcionamiento provo-caron el sobrecalentamiento y la explosión del sistema, con unas consecuencias trágicas. Greenpeace considera que hubo hasta 200.000 víctimas, la mayoría después de la explosión. Unas 600.000 perso-nas fueron afectadas en un vasto territorio, la nube contaminante alcanzó a otros países y todavía están afectados unos 150.000 kiló-metros cuadrados. El gran sarcófago que debe enterrar para siempre el núcleo de la central, y que costará a su término unos 2.000 millo-nes de euros, aún no está concluido a pesar de los años transcurri-dos. Hoy se reúnen en Kiev los donantes internacionales que sufra-gan la obra para ultimar las aportaciones necesarias. El accidente de Chernóbil, que mostró el verdadero riesgo de las centrales de fisión, dio la puntilla a la energía nuclear en el mundo, que ya era altamen-te impopular entonces. Forzó el refuerzo de las medidas de seguri-dad en todas partes y potenció el creciente rechazo de la opinión publica. Las centrales de fusión, que producen energía ‘limpia’, no han superado aún las dificultades tecnológicas, por lo que, de mo-mento, las fuentes de energías renovables acabarán ocupando a me-dio plazo el lugar de las nucleares convencionales.

Consulta sin expectativas

El Rey confrontará a cada uno de los actores políticos con su propia

responsabilidad

Jefes de Área Ángel Cordero (CIUDADANOS), Óscar Alonso (ACTUALIDAD) José Vicente Merino (ECONOMÍA), Ángel Pereda (DEPORTES), Alberto Tellitu (VIVIR) Secciones Nerea Pérez de Nanclares y José Luis Ondovilla (CIUDADANOS), Miguel Pérez (POLÍTICA), Javier Reino (OPINIÓN), Encarni Bao (MUNDO), Manu Álvarez (CORRESPONSAL ECONÓMICO), Joseba Vázquez (DEPORTES),

Pascual Perea (CULTURAS Y SOCIEDAD), Juan Ángel Marugán (CONTINUIDAD), Lourdes Aedo (GPS) Departamento de Arte Diego Zúñiga (REDACTOR JEFE DE ARTE) Juan Ignacio Fernández (REDACTOR JEFE DE FOTOGRAFÍA), María del Carmen Navarro (JEFA DE DISEÑO) Documentación Mauricio Martín y Jesús Oleaga

Director de Álava: Juan Prada Subdirectores: Pedro Ontoso, Alberto Ayala, Manuel Arroyo (elcorreo.com), Óscar Villasante Adjuntos a la Dirección César Coca, Pedro Briongos (OPINIÓN) Redes sociales Mikel Iturralde

Director José Miguel Santamaría Alday

EDITORIALES

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_ Lunes 25.04.16 EL CORREOOPINIÓN28

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25 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

MOSCÚ. El 26 de abril de 1986 re-ventó el recubrimiento del cuarto reactor de la central atómica de Chernóbil (al norte de Ucrania, jun-to a la frontera con Bielorrusia, por entonces aún la URSS), causando

el accidente más grave en la histo-ria de la industria nuclear civil. Ma-ñana se cumplen tres décadas de aquel infierno, pero todavía no se conocen en profundidad sus secue-las. Sigue la controversia en torno al número real de personas afecta-das y la fuerte contaminación pre-sente en el suelo mantiene la zona prácticamente cerrada. Allí sólo vi-ven unos pocos ancianos, que no tienen medios económicos ni fa-miliares que les puedan acoger en un lugar mejor.

Tampoco se ha conseguido la fi-nanciación necesaria para construir un nuevo sarcófago que aísle total-mente el reactor siniestrado, cir-cunstancia que preocupa a especia-listas y ecólogos porque amenaza con provocar nuevas fugas de las sus-tancias radiactivas. El viejo recubri-miento se colocó precipitadamen-te a los pocos días de la catástrofe, mientras que el nuevo empezó a le-vantarse en 2010, pero todavía que-da mucho por hacer para que esté listo. Tendrá un coste de más de

2.000 millones de euros que sufra-garán parcialmente la Unión Euro-pea, Estados Unidos y varios orga-nismos internacionales. La cantidad que, a estas alturas, todavía queda pendiente es un problema que se abordará hoy en una conferencia de donantes que se celebrará en Kiev.

La catástrofe se desencadenó a las 1.23 horas de la madrugada del 26 de abril. Dos explosiones se sucedie-ron con un intervalo de escasos se-gundos. El edificio que albergaba el reactor número 4 se desmoronó, se declaró un voraz incendio y el ma-terial radiactivo escapó hacia la at-mósfera. Víctor Zajárchenko, de 74 años, era entonces el jefe de la uni-dad de bomberos enviada a apagar

las llamas. «No era la primera vez que teníamos que extinguir un fue-go en la central, pero lo que no pude imaginar es que esa vez se trataba de un reactor», comentaba la sema-na pasada en Kiev tras recibir una nueva condecoración. «En lugar de los quince días que duraba cada tur-no estuve 45 en Chernóbil», asegu-ró. Zajárchenko no quiere hablar mucho de sus enfermedades y evi-ta pronunciar la palabra cáncer, pero ha tenido que pasar por varias inter-venciones quirúrgicas, la última en la sección de neurocirugía de uno de los hospitales de la capital ucra-niana. La primera operación que le practicaron respondía a complica-ciones en la tiroides.

Un experimento fatal El accidente tuvo su origen en un experimento con el que se preten-día probar la seguridad de la central nuclear. Se quería saber a ciencia cierta si –en el supuesto de un cor-te total del fluido eléctrico– la iner-cia de la turbina del generador prin-cipal bastaría para alimentar los sis-temas de seguridad, además del con-trol y refrigeración del reactor, has-ta la puesta en funcionamiento de los generadores de emergencia. En mitad del ensayo, una caída repen-tina del nivel de potencia, por razo-nes hasta hoy aún no del todo es-clarecidas, hizo que el reactor se desbocase.

La potencia osciló bruscamente en un primer momento y después se disparó. La falta de refrigeración agravó el problema e hizo que la tem-peratura en el núcleo del reactor em-pezara a subir. El jefe de turno apre-tó el botón de parada, pero las barras de grafito que debían detener la reac-ción en cadena se quedaron bloquea-das. Fue entonces cuando se desen-cadenaron las explosiones. Los ha-bitantes de la ciudad de Prípiats, si-tuada a poco más de dos kilómetros al norte de la planta atómica, fueron los primeros en enterarse que algo grave sucedía. Allí precisamente vi-vían los trabajadores de la central nuclear y en la oscuridad de la no-che pudieron ver perfectamente el resplandor del incendio.

El reactor había empezado a es-cupir abundante material radiacti-vo. La dirección comunista trató de fingir normalidad y ocultar lo suce-dido. De ahí que la decisión de eva-cuar Prípiats no se adoptase hasta el

30 años del infierno de Chernóbil Ucrania, Rusia y Bielorrusia recuerdan mañana el mayor accidente nuclear de la historia

RAFAEL M. MAÑUECO Corresponsal

rmañ[email protected]

Arriba, estructura con la que se pretende cubrir el reactor dañado de la central nuclear de Chernóbil; el resto de imágenes muestran el estado de la ‘ciudad fantasma’ de Prípiats, a dos kilómetros. :: REUTERS / AFP

Un experimento fatal

La catástrofe se desencadenó porque se quería probar la potencia de la turbina del generador Secretismo de las autoridades

La población expuesta a la radiación fue evacuada casi 36 horas después del accidente nuclear Sarcófago

El recubrimiento ronda los 2.000 millones de euros y no llega a sufragarse con las ayudas de EE UU y la UE

LAS CLAVES

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25 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

mediodía del día 27. En ese momen-to, la gente llevaba expuesta a la ra-diación casi 36 horas. Hacia las dos de la tarde, llegaron tres trenes de pasajeros y más de 1.200 autocares. Sus casi 50.000 habitantes fueron desalojados en poco más de tres ho-ras. La fuga radiactiva no pudo con-trolarse hasta diez días después.

La zona contaminada se extien-de 150.000 kilómetros cuadrados e incluye unos 200 centros de pobla-ción, entre ellos el pueblecito de Chernóbil, enclavado a 12 kilóme-tros al sureste de la central y del que tomó el nombre. De toda el área tu-vieron que ser evacuadas finalmen-te casi 120.000 personas. Pero lo cier-to es que en los territorios contami-nados hay actualmente cinco millo-nes de residentes. El mayor impac-to radiactivo se lo llevó la vecina Bie-lorrusia y la región rusa de Briansk. La nube tóxica llegó también a una gran parte de Europa. Suecia fue la primera en dar la voz de alarma, un par de días después del accidente.

El destino de los bomberos Los más de 600.000 ‘liquidadores’ (bomberos, operarios, militares y voluntarios) que hicieron frente a la catástrofe sin apenas protección malviven –los que no han muerto ya– aquejados por distintas enfer-medades y olvidados por la autori-dades, salvo cuando se celebran ac-tos públicos en recuerdo de la tra-gedia. Por otro lado, continúa la controversia en torno a las secue-las del accidente. No hay unanimi-dad sobre las cifras de afectados ni sobre la tipología de las enferme-dades ligadas directamente al es-cape radiactivo ni tampoco sobre la magnitud del daño causado al medio ambiente.

Iván Shamiánok, de 90 años de edad, es uno de los pocos ancianos que todavía viven en la zona cerra-da en torno a la central y su salud aguanta. «El secreto de la longevi-dad está en vivir en el lugar en don-de uno nació y creció», asegura.

La ONU hace tiempo que estable-ció la cifra de muertes relacionadas con el escape de Chernóbil en poco más de medio centenar. Sin embar-go, la Unión Chernóbil, asociación creada por los ‘liquidadores’ habla de «decenas de miles», mientras que Greenpeace afirma que el número total de muertos por el accidente es superior a los 200.000, incluyendo a los habitantes de las zonas afecta-das. Según fuentes oficiales, el nú-mero de discapacitados ronda los 35.000 en Ucrania, Rusia y Bielo-rrusia, dato con el que tampoco es-tán de acuerdo las ONGs.

Tenía doce años en 1986 y vivía en una aldea muy cerca de la central, donde ahora es maestra de niños que necesitan «salir dos meses de allí»

:: RAFA RODRIGO BILBAO. Orane es un pequeño pueblo de 600 habitantes situado a 35 kilómetros de Chernóbil, jus-to en el límite de la zona de exclu-sión que rodea la central nuclear siniestrada. Cuando el reactor nº 4 comenzó a irradiar muerte, Svitla-na Shmagailo tenía doce años y, al igual que todos sus vecinos, no fue consciente de lo que ocurría. Hoy sí lo es. Es profesora de educación infantil en su misma aldea, una de las zonas de Ucrania más castiga-das por la mayor catástrofe nuclear de la Historia. Cada día que acude a trabajar, Svieta –como prefiere que la llamen– es testigo de los es-tragos provocados por la radiación

en los niños de su clase. Por eso co-labora desde 2005 con la asociación Chernobil Elkartea, y cada año se esfuerza para poder traer a 235 ni-ños y niñas de esta región. Esta pa-sada semana ha estado de gira por España con Greenpeace para «mos-trar el verdadero rostro de la ener-gía nuclear». – ¿Cómo vivió aquel día? – Fue una mañana como otra cual-quiera. Era primavera y estábamos trabajando, plantando patatas… Era un día normal. Sin embargo, por la carretera que se dirige a Chernóbil no paraban de pasar muchísimos vehículos militares, y eso causó una gran sorpresa. Todo el mundo co-menzó a preguntarse qué estaba ocurriendo, pero nadie sabía nada. – ¿Eran conscientes del peligro? – No nos dijeron nada. No supimos nada durante una semana. El pri-mero de mayo –5 días después del accidente– se celebró con norma-lidad la Fiesta Internacional del Trabajador, un acontecimiento fun-damental en la Unión Soviética.

Todo el mundo salió a la calle y par-ticipó en las celebraciones, pero nos preguntábamos qué estaba pa-sando, porque obviamente algo su-cedía. Las autoridades locales nos dijeron que todo estaba bien, que sólo se trataba de un incendio en Chernóbil. – ¿Se plantearon evacuar su pue-blo? – No. Algunos días más tarde co-menzaron a decirnos que estába-mos sufriendo la radiación, pero nadie informó en qué cantidades ni de qué forma nos estaba afectan-do. Nos dijeron que era serio y que había partículas peligrosas en el ambiente, y se nos aconsejó cerrar

las ventanas, no pasar mucho tiem-po en la calle, ducharse a menudo, limpiar la fruta, cerrar los coches… Los niños jugaban en la calle ha-ciendo castillos de arena en medio de las radiaciones. – ¿Cuál considera que fue el error más grave entonces? – El primero y principal: mentir. Visto lo ocurrido y la magnitud del desastre, tendrían que haber dicho la verdad desde el principio y acto seguido evacuar a todo el mundo. Si entonces se hubiesen tomado otro tipo de medidas, creo que aho-ra no tendríamos unos problemas de salud tan graves como los que padecemos. A día de hoy no sabe-mos qué dosis de radiación hemos recibido y seguimos recibiendo. De verdad, no tenemos ni idea.

Ninguno tiene buena salud – Usted es maestra, ¿cómo lo su-fren sus alumnos? – En mi clase no hay niña o niño que tenga buena salud. Cada uno tiene sus enfermedades, a menu-do varias a la vez, y con cuadros complejos. Les veo todos los días jugar en el parque con arena radioac-tiva. ¿Qué les voy a decir? Son ni-ños, ¿les pido que no jueguen? ¿Cómo les digo que no pueden sa-lir a jugar a fútbol en su pueblo? Les explicamos todo, pero siguen siendo niños. – ¿Qué necesitan estos chavales? – Necesitan tener la posibilidad de salir dos meses de allí y descansar, limpiar sus cuerpos con aire y pro-ductos limpios. No sólo es impor-tante para ellos, sino para su futu-ro y para que todo el mundo entien-da lo que ocurre allí. Nuestro cole-gio sólo tiene 50 alumnos, porque cuanta más gente muere menos nace. Este año sólo podrán viajar quince de ellos, y nuestra organi-zación busca los casos más necesi-tados: los niños que viven en la zona sucia, la más cercana a Chernóbil. – ¿Qué es lo que más les sorpren-de cuando vienen aquí? – Lo primero que cuentan son to-das las cosas que han comido. Ellos se preguntan cómo los niños de aquí no comen más fruta. Allí muchas familias no cuentan con medios para comprar alimentos limpios y todos los productos están contami-nados. Es un círculo vicioso: las ce-nizas radioactivas de los árboles se utilizan de abono en el campo. Yo pido por favor que invitéis a nues-tros niños. Es importante para el futuro de Ucrania. No necesitan gran cosa, sólo una cama, comida limpia y un balón para jugar.

«¿Cómo les digo a mis alumnos que no pueden salir a jugar al fútbol?»

Svitlana Shmagailo Profesora superviviente de Chernóbil

«Las autoridades locales nos dijeron que todo estaba bien, que solo se trataba de un incendio»

Svitlana Shmagailo, esta pasada semana en Bilbao. :: FERNANDO GÓMEZ

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25 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

44 MUNDUA Deia – Domingo, 24 de abril de 2016

Este martes se cumplen 30 años del accidente en la central nuclear de Chernóbil. Tres décadas después, un millón de personas siguen viviendo en zonas con altos

niveles de contaminación radiactiva

Un reportaje de Aner Gondra

Una puerta al infierno

D URANTE semanas se ins-truyó al personal del turno de día para realizar un

experimento. El objetivo era aumen-tar la seguridad del reactor nuclear, pero el resultado fue muy diferente. Un cúmulo de errores humanos con-virtió a Chernóbil en una puerta abier-ta al infierno por la que, tres décadas después, todavía escapan diariamen-te demonios en forma de contamina-ción radiactiva.

El 26 de abril de 1986 los responsa-bles de la central nuclear de Chernó-bil querían comprobar durante cuán-to tiempo seguiría la turbina de vapor generando energía eléctrica una vez

se acumularon las decisiones erró-neas y el reactor 4 acumuló tal tem-peratura que explotó provocando un incendio fatal. Eran las 1.24 horas de la madrugada.

El incendio, que duró diez días, y las condiciones climatológicas hicieron que la contaminación radiactiva lle-gara a media Europa. Raquel Montón es una experta en energía nuclear de Greenpeace y destaca que fue ese hecho el que “encendió las alarmas” y permitió que se tuviera conciencia de la magnitud de lo ocurrido. El her-metismo y los complejos de la anti-gua URSS quisieron encubrir las con-secuencias del accidente. “Más de 8

Un sarcófago de hormigón y plomo envuelve hoy en día el reactor accidentado. Ya ha sufrido derrumbes y comienza a no poder contener la radiación. Foto: Afp

Detalle de la central tras la explosión del reactor 4. Foto: DEIA

que al reactor se le cortase el suminis-tro de electricidad. Los técnicos nece-sitaban saber si sería suficiente para mantener con vida las bombas refri-gerantes de emergencia hasta que arrancaran los generadores diésel.

El infortunio quiso que aquel día otra planta de energía regional sufrie-se una avería, lo que hizo que el pico de demanda energética impidiese que en Chernóbil pudiesen llevar su experimento como estaba previsto. Se decidió retrasar la prueba, dejan-do todo el proceso de disminución de potencia del reactor para el turno de noche, que no estaba entrenado para dicha maniobra. A partir de ahí,

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Deia – Igandea, 2016ko apirilaren 24 MUNDUA 45Deia – Igandea, 2016ko apirilaren 24a MUNDUA 45

millones de personas, de las cuales 5 millones eran niños, vivían en las zonas afectadas en aquel momento”, explica Montón, “de esas personas, a día de hoy, más de un millón viven en zonas que exceden los niveles de con-taminación admitidos internacional-mente como válidos”.

Desde 1986 han sido varios los infor-mes publicados por distintas institu-ciones que arrojan diferentes cuanti-ficaciones de las consecuencias de la catástrofe. Greenpeace encargó en 2006 un estudio a un colectivo forma-do por más de 60 científicos de todo el planeta: “Calcularon en más de 200.000 las muertes que se podrían relacionar con las consecuencias del accidente de Chernóbil. Vaticinaban que otras 93.000 se sumarían. Más allá de las muertes directas, pesan las complicaciones en la calidad de vida de muchísimos miles de personas. Es una realidad que la mortalidad ha aumentado, que la natalidad ha dis-minuido y que los casos de cáncer son más elevados en estas zonas”.

El escenario político de la zona hizo que la situación se complicara aún más, pero con el paso de los años tam-poco se ha acertado con medidas que minimizasen los daños. “Ahora mis-mo, por ejemplo, las ayudas que reci-be la gente para poder comer alimen-tos limpios han desaparecido”, denun-cia la miembro de Greenpeace, “de las 44.000 personas que han trabajado estos años en labores de limpieza, los llamados liquidadores, han dejado de recibir las ayudas médicas. Esto demuestra que, no solo no se han puesto las medidas necesarias, sino que se están quitando las pocas que había”. De hecho, del 1.800.000 per-sonas que se reconocen de manera oficial como supervivientes del desas-tre, “solo 13.000 de ellos han podido seguir haciéndose chequeos médicos”.

UN SARCÓFAGO AL LÍMITE El reactor dañado se cubrió con un sarcófago de hormigón y plomo para contener la radiación, pero no puede evitar que la contaminación se filtre a las aguas subterráneas. Su estado ha empeora-do notablemente. Ha sufrido desplo-mes y su vida útil llega a su fin. “Se está preparando una segunda cober-tura que tiene previsto contener la radiactividad otros cien años”, relata Raquel Montón. La misión no será sencilla. Por un lado, no hay ningún plan para desmantelar la estructura existente y, además, el segundo sar-cófago supone todo un reto: “Es una obra de ingeniería de primera mag-nitud. Faltan los fondos para acabar-lo y poder financiarlo. Después de muchos retrasos está previsto que se acabe en 2017. Es imposible solucio-nar un accidente nuclear. Puedes combatirlo mejor o peor, pero solu-cionarlo no se puede”.

En 1986 la región era tan depen-diente de la energía nuclear que la URSS tomó la decisión de mantener operativos los reactores de Chernó-bil que no sufrieron daños en el inci-dente. A pesar de las lamentables condiciones de seguridad y la conta-minación, la central siguió funcio-nando hasta el año 2.000. El último reactor se apagó el 15 de diciembre de ese año. Los honores de dar la orden en la ceremonia los tuvo el pre-sidente ucraniano Leonid Kuchma.

Las 44.000 personas que han trabajado en labores de limpieza, los llamados ‘liquidadores’, han dejado de recibir ayudas médicas

Esta previsto que en 2017 se pueda instalar una nueva cúpula que envuelva todo el reactor y contenga la radiación durante 100 años

Por si acaso no acudió en persona. Lo hizo por teleconferencia.

Hoy en día, diez kilómetros a la redonda del reactor son una zona extremadamente contaminada. “Durante cientos de miles de años no se recuperarán, porque hay elemen-tos radiactivos muy persistentes”, apunta Montón, “hay una zona de exclusión de 30 kilómetros más a la que no se puede acceder. Hubo un debate sobre su reapertura, aunque tiene unos niveles muy altos de radiac-tividad. El cesio-137 tiene 30 años de vida media. Se supone que ahora empieza a reducir su radiación, pero tiene una vida latente de 300 años”.

En los alrededores hay contamina-ción y vive gente, pero es un territo-rio que no está clasificado como zona de exclusión: “La gente vive y come de los bosques y tierras que cultiva. La mayoría es gente pobre, que no tiene muchos recursos y se está alimentan-do de alimentos no limpios. Se están retroalimentando y radiando conti-nuamente. El dilema que tienen es: me muero de hambre o como alimen-tos contaminados por la radiación. Es doloroso abandonar tu tierra y tu entorno sin recursos económicos,

pero también vivir con esa contami-nación. Son dos opciones terribles”.

UN PUNTO DE INFLEXIÓN El episodio de Chernóbil provocó que se estable-ciera la escala INES de accidentes nucleares. Raquel Montón señala que “a partir de ahí empezamos a tener informaciones sobre el impac-to de la radiactividad en las personas y en el medio ambiente de una mane-ra masiva”. También tuvo sus conse-cuencias políticas: “Mijail Gorbachov declaró en alguna ocasión que Cher-nóbil fue el punto de inicio de lo que fue la disolución de la URSS”.

En estos treinta años, solo la catás-trofe de la central japonesa de Fukushima tras el terremoto de 2011 ha alcanzado la misma categoría en cuanto a magnitud. “Aquello rompió la creencia de que las causas de un accidente nuclear solo podían estar dentro de la propia central”, apunta Raquel Montón, “en Japón vimos que también podían venir de fuera”.

En la actualidad solo 35 países tie-nen centrales nucleares. Desde Gre-enpeace, Raquel Montón denuncia que “esta tecnología es ya totalmente innecesaria”. Es algo que, según ella, lo demuestran las nuevas estrategias empresariales: “En todo el mundo la tendencia de las nuevas inversiones y las nuevas tecnologías se están llevan-do por delante la energía nuclear. Un ejemplo es que Areva, la empresa por excelencia en cuanto a energía nuclear, está en quiebra”. ●

“Es mejor vivir sin energía nuclear y poder hacerlo tranquilos y felices”

BILBAO – ¿Cómo recuerda aquel episodio? —Tenía 12 años. Toda mi familia estaba dormida en casa. Escucha-mos ruido de coches que pasaban de madrugada hacia la central. A la mañana nos levantamos y vimos coches militares, personas con máscaras y nos preguntábamos qué pasaba. Nadie nos dijo nada. ¿En qué momento se dieron cuenta de que era algo grave? —La gente que venía de la zona de la central nos decía que había un incendio normal, que no pasaba nada grave. Hasta el 1 de mayo no llegó nada de información. Nos dije-ron que había un poco de radiación, pero que no pasaba nada. Para que estuviésemos más protegidos nos dijeron que cerrásemos las venta-nas, que nos duchásemos cada día, que limpiásemos la fruta, que cerrá-semos el pozo de agua y que no saliésemos si no era necesario. Des-

Svieta tenía 12 años cuando el reactor explotó a 35 kilómetros de su casa. Lleva tres décadas conviviendo con la huella de la catástrofe nuclear

pués del día 9 nos dijeron que no era un incendio normal y empeza-mos a entender que era algo serio. ¿No les desalojaron? —En mayo a los niños menores de cinco años se los llevaron a un hos-pital de una ciudad cercana para ver si tenían radiación. Algunos tenían niveles muy altos y les limpiaron el cuerpo y les dieron medicinas. Lo recuerdo porque mi hermana tenía mucha radiación. Mi madre estaba preocupada pero los médicos le decían que estuviese tranquila. En verano nos llevaron a todos los menores de 18 años a pasar unos meses a Odessa. ¿Cómo cambió sus vidas? —Lo cambió todo. Los primeros años nos dieron mucha atención. Al de tres o cuatro años pensába-mos que podíamos vivir de una manera normal con la radiación. La gente decía en broma que nos podíamos acostumbrar a la radia-ción. Pero a los 15 años aparecieron muchas enfermedades, sobre todo el cáncer. Empezó a enfermar y a morir mucha gente. Treinta años después la situación es mucho peor porque la aldea está sucia y en cada casa hay alguien fallecido o muer-to de cáncer. La gente no tiene posi-bilidad de ir a un hospital. Econó-micamente la población está peor que antes porque las ayudas socia-

les se acabaron. Cerraron las ayu-das para los liquidadores. La gente vive en tierras contaminadas y ali-mentándose con productos conta-minados. No hay dinero para com-prar comida limpia. No todas las familias pueden dar una alimenta-ción completa a sus hijos. ¿Cómo es la vida hoy en su aldea? —No podemos decir que es una vida normal con tantas enfermeda-des y problemas económicos. Vivi-mos el día a día. Sabemos que hoy estamos vivos, pero no sabemos qué esperar de mañana. Nuestra aldea tiene 600 habitantes y conti-nuamente escuchas la noticia de que un vecino tiene cáncer. Esta-mos preocupados porque nadie piensa en la gente de Chernóbil. El verano pasado hubo un incendio muy grande cerca de la central, en una zona de mucha radiación. La gente no tenía fuerzas, pero no podía dormir. Es difícil vivir con todo esto y se notan los nervios. ¿Qué futuro le espera a su aldea? —Yo trabajo como monitora con niños. Creemos que la aldea y nuestros niños tienen futuro. Nuestros niños tienen una alta radiación porque viven en una tie-rra sucia y con un aire sucio a pesar del sarcófago viejo que hay en la central. Creemos que nues-tros niños tienen futuro, pero tene-mos miedo. Colaboro con la Aso-ciación Chernóbil Elkartea y estoy muy agradecida porque para los niños pasar dos meses aquí es muy importante. Cambian. Están más alegres y más gordos. Aquí encuentran cariño de una familia y comen y respiran limpio. ¿Qué mensaje pretende expan-dir con las charlas con Gre-enpeace? —Quiero decir que vivir treinta años así es algo muy largo. Yo no quiero energía nuclear porque no sabemos qué efectos podemos esperar. Es mejor vivir sin energía nuclear pero poder vivir tranquilos y felices, sin tener miedo de lo que le podrá pasar a tus hijos. Estoy convencida de que pueden volver a pasar catástrofes como las de Chernóbil y Fukushi-ma. Quiero que la gente piense en no construir más centrales nuclea-res. Ya hay suficientes en el mundo. Hay otros caminos. ●

Svieta ShmagailoSUPERVIVIENTE DEL ACCIDENTE DE CHERNÓBIL

Una entrevista de A. Gondra Fotografía Borja Guerrero

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24 Abril, 2016

ENERGIA NUCLEAR

:: CARLOS BENITO

Viaje a la ciudad muerta Se cumplen treinta años

del desastre de Chernóbil, que vació Prípiat de sus casi 50.000 habitantes. «El silencio allí es atronador», describe un turista español que ha visitado la zona de exclusión

Los zapatos que los niños dejaron abandonados en un jardín de infancia de Prípiat. :: SERGEI SUPINSKY/AFP

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ENERGIA NUCLEAR

L a ciudad de Prípiat nunca contó con muchas papeletas para atraer al turis-mo internacional. Fundada en 1970

para albergar a los trabajadores de la cercana central nuclear, tenía el discutible encanto de la estética soviética en su vertiente más am-biciosa: el gigantismo con varios carriles de la Avenida Lenin, las lí-neas austeras de los bloques de apartamentos y la aparatosidad de unos cuantos monumentos alegó-ricos, cuyo efecto se completaba con una provisión inagotable de carteles y murales de propaganda. En cambio, los residentes estaban encantados, porque Prípiat, una comunidad pujante repleta de jó-venes y niños, era lo más parecido a un paraíso burgués que se podía concebir dentro del rigor socialis-ta: se habían construido viviendas más espaciosas de lo habitual y, además, disponía de lujos como garajes, parterres de rosas, una dis-coteca o una playa fluvial. Estable-cerse allí equivalía a subir automá-ticamente de estatus.

Hoy, en Prípiat hay turistas y no residentes. Este martes se cumpli-rán treinta años de la catástrofe de Chernóbil: el 26 de abril de 1986, a la una y veintitrés minutos de la madrugada, el reactor número cua-tro de la central reventó y exhaló su aliento radiactivo sobre toda Euro-pa. Sus efectos llegaron hasta el ex-tremo noroccidental de Irlanda, pero la peor parte, inevitablemente, correspondió a la ciudad más próxi-ma y a los humildes pueblecitos que salpicaban la comarca. Treinta y seis horas después del desastre, se inició la evacuación de Prípiat: los casi 50.000 habitantes tardaron solo cuatro horas en abandonar sus ca-sas, a bordo de una flota de 1.200 au-tobuses. Tal como les ordenaron, solo se llevaron lo necesario para tres días, convencidos de que no tar-darían en regresar a sus hogares, pero en realidad se habían marcha-do para siempre. Prípiat se convirtió en una ciudad muerta, un paisaje postapocalíptico en el que la vida parecía haberse interrumpido de re-pente. Y, en una gigantesca parado-ja, su potencial turístico se disparó.

La ciudad, que actualmente for-ma parte de Ucrania, está dentro de la zona de exclusión, la circunferen-cia de 30 kilómetros de radio que abarca las tierras más contamina-das. En el interior de ese perímetro solo residen un par de centenares de personas, los ‘samosely’, ancia-nos que han decidido saltarse la prohibición y volver a sus aldeas. Allí dentro también se trabaja, y a buen ritmo: unas tres mil personas están construyendo el nuevo conte-nedor para el reactor, una portento-sa pieza de ingeniería que relevará al ‘sarcófago’ levantado por los so-viéticos. Pero, más allá de eso, la única actividad económica en esta zona vedada es el turismo. Al princi-pio, quienes se aventuraban a en-trar lo hacían de manera clandesti-na: los primeros fueron sobre todo ladrones, dedicados a saquear aque-llos apartamentos donde la vida pa-recía en suspenso, y después empe-zaron a colarse los simples curiosos, que incluso se quedaban a dormir en los hogares mejor conservados. Con el tiempo, en vista de que los dosímetros mostraban valores tole-rables, la Autoridad de la Zona de Exclusión acabó permitiendo las ru-tas guiadas, a través de concesiones a diversas empresas.

¿Qué buscan los turistas en el es-cenario de aquel drama terrible? «Cosas muy variadas. Para unos, lo importante es la exploración urba-na de recintos abandonados, mien-tras que a otros les interesa más la naturaleza dentro de la zona, o sim-plemente la posibilidad de visuali-zar de manera vívida los últimos momentos de los habitantes de Prí-piat antes de irse. Los rastreadores de misterios conviven con los fotó-grafos que persiguen la imagen per-fecta», explica a este periódico Yuri Kovalchyk, portavoz de la firma Ukrainianweb.com, que funciona desde 1999. Las visitas a la zona de exclusión, que han de pasar por los puestos de control, están sujetas a una normativa estricta: solo se ad-mite a mayores de 18 años, que de-ben llevar cubiertos los brazos y las piernas. Están prohibidas las chan -clas y las sandalias, fumar y comer

Arriba, vista de Prípiat, tomada por la vegetación y con la central al fondo. A izquierda y derecha, Unai Guevara frente a la icónica noria y Mariano Rico en Chernóbil. :: DAMIR SAGOLJ/

REUTERS, U. GUEVARA Y M. RICO

al aire libre, tocar objetos, depositar el equipo fotográfico en el suelo y, por supuesto, llevarse recuerdos. Al-gunas empresas insisten particular-mente en el trasfondo dramático de este paisaje fascinante: Chornobyl Tours, por ejemplo, pide a los turis-tas «que recuerden el sufrimiento», que no arrojen «ningún resto del si-glo XXI» y que no se les ocurra «ha-cer inscripciones como ‘mis colegas y yo estuvimos aquí’». Su fundador, Sergii Mirnyi, que participó en la descontaminación de 1986, consi-dera que su tarea consiste ahora en «descontaminar los cerebros de mi-tos e ideas equivocadas».

La piscina del videojuego Las rutas se acercan a escasa distan-cia de la central nuclear, atraviesan esos bosques donde proliferan aho-ra los ciervos y los lobos y, sobre todo, recorren los entornos urbanos más simbólicos del desastre: el par-que de atracciones que debería ha-berse inaugurado cinco días des-pués, con ocasión de la fiesta del primero de mayo; el colegio, con sus mapas soviéticos y sus máscaras an-tigás de talla infantil, preparadas para hipotéticos ataques estadouni-denses; la piscina cubierta, la guar-dería, el hospital, el hotel... Y tam-bién las calles tomadas por árboles colosales, que son ahora los seres vi-vos que dominan la ciudad. «Yo pude entrar en una vivienda y me llamó mucho la atención toparme con un piano. Mucha gente fue a ro-bar, pero se ve que las cosas tan grandes no pudieron llevárselas. Los paisajes son desoladores, pero lo

que más me impresionó fue el si-lencio, esa sensación de estar en una ciudad y no oír nada. Cuando recorres aquellos escenarios, te acuerdas de los bomberos y de los li-quidadores que tenían que subir al reactor para echar un par de paladas de grafito y salir de allí», evoca Unai Guevara, un soldador vizcaíno, de Trapagaran, que visitó la zona de exclusión hace dos años. Le movió el interés por los entornos abando-nados, la afición por la fotografía y la casualidad: jugando al ‘Call Of Duty’, se vio en la icónica piscina de Prípiat, y de aquella imagen en la pantalla surgió un interés profundo y duradero por Chernóbil. «He visto todos los documentales», apunta.

«Yo tenía unos 10 años cuando

ocurrió el accidente y me acuerdo del mapa con la nube que cubría Eu-ropa», evoca Mariano Rico, de Ali-cante, también apasionado de la fo-tografía y de la exploración urbana. Cuando cerró Canal 9, donde traba-jaba de técnico de telecomunicacio-nes, se vio con tiempo y dinero para viajar a Chernóbil. «El silencio en Prípiat es atronador, exagerado –des-cribe–. También es increíble cómo reclama la naturaleza su territorio. Ves las fotos de antes del accidente, aquellas avenidas de dos y tres carri-les, y no las reconoces en los sende-ros estrechísimos por los que tienes que pasar apartando ramas. Y me impactó cómo honran a los falleci-dos, lo presentes que tienen a sus héroes». La memoria y las fotogra-fías de Mariano preservan estampas como el cementerio de robots –pe-queños bulldozers por control remo-to, inutilizados por la radiación–, las libretas infantiles del colegio o la manada de caballos de Przewalski a la que sorprendieron por el camino.

Todas las empresas que llevan turistas a la zona de exclusión repi-ten, como un mantra tranquiliza-dor, que la radiación que se acumu-la a lo largo de la excursión de un día es menor que la recibida en un vuelo trasatlántico. En opinión de Yuri Kovalchyk, la fuerza invisible que afecta a los visitantes es de otro tipo, benéfica y no dañina: «Muchos se conmueven e incluso se quedan devastados ante la mag-nitud de la tragedia –explica–, y no faltan los que se dan cuenta aquí de que necesitan hacer algo para con-vertir el mundo en lugar mejor».

MÁS DATOS

Los muertos Los expertos de Naciones Unidas cifraron las muertes provocadas directamente por el siniestro en 49, pero se estima que habrá un total de 4.000 fallecimientos prematuros causados por la radiación, la mayoría por el incremento en la incidencia del cáncer.

La ciudad nueva A los seis meses de la trage-dia, las autoridades soviéti-cas anunciaron la construc-ción de una nueva ciudad, Slavútich, a 45 kilómetros de Prípiat y 50 de la central. «Si Prípiat representa des-trucción, derrota, una ciu-dad perdida, una ciudad muerta, Slavútich es la resu-rrección», dijo su primer al-calde. Allí viven 25.000 ciu-dadanos: muchos son eva-cuados de Prípiat y personas que trabajan en la construc-ción del nuevo contenedor de la central, unida a la ciu-dad por una línea de tren.

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10 Domingo24deAbril de2016 | ELDÍADECÓRDOBA

COOPERACIÓN

1EL DÍA / EFE

Las dos caras de Chernobyl

● El desastre nuclear deja cientos de historias de luz y de sombras que sus protagonistasdesvelan ● La población cordobesa se vuelca con los niños de la catástrofe ucraniana

María Fonseca

Madrugada del 26 de abril de1986, Central eléctrica nuclearVladímir Ilích Lenin, Prípyat,(Ucrania). Los operarios de lacentral se disponen a realizaruna prueba en la unidad númerocuatro, la más nueva de la plan-ta. Trabajan para comprobar lacapacidad de refrigeración delnúcleo en caso de pérdida de su-ministro de energía eléctrica. Unfallo en el simulacro provoca laconcentración de gas xenón quedesestabiliza el reactor, el cualalcanza los 2.500 grados. Una ex-plosión de hidrógeno hace queparte del reactor se desintegre yprovoca que la historia de millo-nes de personas cambie de curso.

Este es un breve resumen de latragedia de la que ahora se cum-plen 30 años y que, aunque parez-ca muy lejana, tuvo también susconsecuencias en Córdoba de lamano de algunas historias queahora se relatan. Antes, se hacenecesario recordar las magnitu-des del desastre. El área contami-nada alcanzó, sólo en la UniónSoviética, más de 130.000 kiló-metros cuadrados y cerca de 4,9

millones de personas fueron eva-cuados en un radio de 30 kilóme-tros a la redonda y reubicadas endiferentes zonas. Las consecuen-cias médicas de miles de personasson a, día de hoy, incalculables.El padecimiento ocasionado porlos efectos de la radiactividad enla salud del Este de Europa haquedado dibujado en un amplioabanico de biografías e historiashumanas. Miles de niños nacie-ron con deformaciones, además

del incremento de personas quesufren cáncer y otras enfermeda-des.

Sin embargo, la catástrofe setransformó en la solidaridad en-tre pueblos y España fue uno delos países que más se emocionócon la tragedia eslava. Muchasson las asociaciones que surgie-ron en las décadas siguientes a lacatástrofe de Chernobyl y miles

son los niños –rusos, bielorrusosy ucranianos– que participaron yparticipan en los programas deacogida. La realidad sufrida porestos pueblos la ha narrado parael Día Inna Pliu, una de esas tan-tas madres bielorrusas que recu-rrieron a estos programas paraque su hijo (nacido dos semanasmás tarde de la explosión) tuvie-se la oportunidad de pasar unosmeses al año alejado de “tantamuerte”. Ella era profesora demúsica en Vitebsk, Bielorusia,cuando descubrió que Córdoba“abrazaba la llegada de los niñoseslavos”. Y es que la situación“era muy dura”, explica Pliu.

“Por entonces, yo estaba emba-razada y salía todos los días a pa-sear, en la calle los charcos teníanun color extraño, pero nadie sa-bía nada”. Esta madre recuerdaque su hijo nació en mayo de1986 y fue “en los pasillos de ma-ternidad” donde se enteró de lanoticia. “Todo el mundo teníamiedo”. “Los niños hablaban delos amigos que iban muriendo adiario como si fuese algo natu-ral”, explica Pliu. Además, du-rante los primeros meses de la ca-tástrofe, la gente compraba losproductos “con la lista de la com-

pra en una mano y un contadorGeiger en la otra”, para medir laradiación. “Esto es lo que llevó acientos de familias a apuntar asus hijos a estos programas, de-jándoles en manos de desconoci-dos”, relata. “Y fue lo mejor queles pudo pasar”, explica esta ma-dre. Gracias a las acogidas, los ni-ños volvían visiblemente con me-jor salud, física y psicológica,además de haber disfrutado deun mundo nuevo y de conocer

nuevas personas que les quieren.“Estamos agradecidos a Andalu-cía por su sol y la salud que le hadevuelto a nuestros hijos”, ase-gura. “Los corazones de los anda-luces tienen tanto cariño que só-lo podemos darles las gracias”,concluye esta mujer que hoy díavive en la capital cordobesa. Suhijo, en cambio, decidió regresara su país.

La realidad contada por las pa-labras de una madre presentauna crudeza de la que muchoschicos de acogida no son partíci-pes. O eso afirma Ivan Románo-vich, un joven nacido en Vitebsk(Bielorrusia) también en 1986.“A los niños no nos preocupaba loque estaba ocurriendo, aunquealgunos éramos más conscientesque otros”, destaca Románavich.Este joven bielorruso llegó a Po-zoblanco en 1998, con 13 años, yestuvo viniendo durante cuatroveranos más. En la actualidad,trabaja y vive en Barcelona y co-menta que no podría olvidar susprimeros días en su “segunda ca-sa”. “Muchos niños en mi colegioestudiábamos español”, recuer-da el joven ya que el interés por laalfabetización en la Unión Sovié-tica llevó a “la implantación de laenseñanza de lenguas extranje-ras en todas las escuelas, inclusoen las más inaccesibles de Sibe-ria”. Sin embargo, “aunque ha-blaba español, pronto entendíque el castellano no se parece a loque nos enseñaron en el colegio”comenta Románavich. Gracias asu familia cordobesa, que son co-mo sus “propios abuelos”, estechico conoció un país nuevo.

La radioactividad afectaa regiones enteras enlas que el acceso estátotalmente restringido

Miles de niños aún seacogen a programas desaneamiento y pasanlos veranos enEspaña

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ENERGIA NUCLEAR

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ELDÍADECÓRDOBA | Domingo24deAbril de2016 11

“Ahora soy una persona muy di-ferente a la que podría haber sidosi no hubiese venido a España”.Durante su estancia aquí Romá-navich visitó muchas partes deEspaña. “Siempre estaba conellos, una vez incluso me lleva-ron a comprar un camión”, desta-ca con melancolía. “Yo no queríairme nunca y me pasaba la pri-mera semana después en Bielo-rrusia hablando en español”, co-menta Iván con una sonrisa. “Es-toy muy agradecido por todo loque me enseñó Andalucía y aho-ra soy muy feliz”, insiste Iván Ro-mánavich. “Gracias al programade acogida, yo tengo otra fami-lia”, manifiesta.

Una historia muy parecida es laque rescata Veronika Melnikava,otra joven que nació varios díasdespués de la explosión de la cen-tral de Chernobyl. Natural de Ká-meniets- Podólsky en Ucrania, supadre era militar y su familia se

veía obligada a trasladarse conti-nuamente por Rusia y Ucraniahasta acabar en la ciudad bielo-rrusa de Vitebsk, con la que Cór-doba viene manteniendo el pro-grama de acogida. Iván Romána-vich y ella fueron compañeros declase y como él, Melnikava estu-dió español en el colegio. Unbuen día, esta joven recibió la sor-presa de que viajaría a España.“Yo no sabía nada, me apuntaronal programa y fue toda una sor-presa”, comenta. Ella describe asu familia de acogida como la su-ya propia. “Es más, ya todos nosconsideramos como una gran fa-milia y nos queremos mucho”, ex-plica. Melnikava considera que suhistoria es “para contarla en un li-bro” porque el día del encuentroentre los niños y padres cordobe-ses, antes de que le asignasen auna familia, ya “sabía quienes se-rían sus padres”. “Tenía un pre-sentimiento y en cuanto les vi, su-pe que serían mi nueva familia”,comenta convencida de que sudestino parecía estar escrito. Co-mo tantos niños, pasó los veranosvisitando ese nuevo país junto anuevos primos y hermanos, yen-do a la piscina y disfrutando deCórdoba. En el caso de Melnika-

va, recibió además revisiones mé-dicas. Pero lo que más le gustaba“era la comida”, dice la joven,aunque “no podía entender quelas personas pudieran pasarsedos horas durmiendo después dela comida”. Ahora la siesta es unamás de sus costumbres. El espíri-tu abierto de los cordobeses le en-candiló y ya desde pequeña com-prendió que su sitio estaba en laciudad que le cambió la vida. Y esque esta joven vino durante dosaños seguidos y al tercero se que-dó para siempre. En la actuali-dad, Veronika Melnikava va a ca-sarse con un joven cordobés y es-tá disfrutando de una vida plena,con trabajo y una gran familia enlos dos extremos de Europa.

Sonia González cierra este cír-culo de ejemplos solidaridad. Essecretaria de la asociación deAcogida Infantil Los Pedroches ymadre de acogida. Ella aporta lavisión final de esta historia y na-rra su experiencia desde la pers-pectiva andaluza. Y es que, comoafirma, “un verano sin bielorru-sos no es verano”. “La realidad deestos pueblos es muy difícil”, ex-plica, “pero son niños muy cari-ñosos”. Sonia González reconocela dificultad que conlleva hacer-se cargo de un chico de acogida.

Sin embargo, destaca que “es al-go que les cambia la vida a todos”y que permite la conexión de dosculturas y de dos formas distintasde comprender la realidad. Loque hace que “la experiencia seamaravillosa” es que estos progra-mas “giran entorno a la felicidadde un niño”.

Este tipo de medidas de acogi-da ha cambiado la vida de los mi-les de niños que empezaron a lle-gar a España a mediados y finalesde los 90 y son estos chicos losque ahora animan a los hogaresespañoles a que se atrevan a reci-bir a un “niño de Chernobyl”. Nosólo la salud de estos pequeñosestá en juego. Las familias descu-bren un mundo nuevo, cuyaunión suele durar para siempre.A pesar de todo, la historia conti-núa y aún son muchos los niñosque necesitan “ese respiro”, y pordesgracia cada vez son menos lasfamilias españolas que se atrevena dar este hermoso paso. Desde laasociación de Acogida de Los Pe-droches informan que este añollega a España una pequeña muyespecial: la primera hija de unade esas niñas que nació durantela catástrofe de Chernobyl y que,como tantas madres, envía a supequeña a Córdoba, en este casoa la misma familia con la que ellaconvivió.

Esta semana se cumplen 30años de la catástrofe que uniódos mundos hermanados en lasolidaridad.

El desastre nuclear deChernobyl une familiasenteras a ambos ladosde la geografía europea

2

3

4

1. Vista general de la desértica ciudad de Pripyat, cerca de la centra nuclear de Chernobyl, en la actualidad. 2.

Veronika Melnikava, junto a su madre rusa en uno de los patios de la capital cordobesa 3. Vista de una antigua

guardería abandonada en localidad de Pripyat, Ucrania, 2011. 4. Iván Románavich en su actual ciudad de

residencia, Barcelona.

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� Aquí no pasa nada; mejor dicho, pasan tantas cosas juntas al mismo tiempo que es mejor decir que no pasa nada (Jaime Sabines) �

ELPMUNDODOMINGO 24 DE ENERO DE 2016. AÑO XXVI. NÚMERO: 9529. EDICIÓN NACIONAL. PRECIO: 2,80 G

PP123

(29,8)

PSOE90 (22,9) Pod. + IU

70 (21,5)C’s

44 (15,2)

En nº de escaños.Entre paréntesis, % de voto

Mayoría absoluta:176 escaños

Total:350 escaños

ERCDiLPNVOtros

9 (2,6)6 (1,9)5 (1,1)3 (5,0)

FUENTE: SIGMA DOS. EL MUNDO

Encuesta Abril 2016con coalición Podemos + IU

PP123

(28,7)

PSOE90 (22) Pod.

69 (20,7)C’s

40 (13,9)ERCDiLPNVIUOtros

9 (2,4)8 (2,2)6 (1,2)2 (3,7)3 (5,2)

ELECCIONES20-D

La alianza de IU y Podemos no rompe el bloqueo

El pacto entre Garzón e Iglesias se queda a 20 escaños del PSOE / El PP se mantiene

ELPMUNDODOMINGO 24 DE ABRIL DE 2016. AÑO XXVI. NÚMERO: 9620. EDICIÓN MADRID. PRECIO: 2,80 G

Chernóbil En la ciudad fantasma de Pripiat tres décadas después del desastre nuclear POR XAVIER COLÁS / PÁGS. 31-35

Los Titón y los Herver: la familia inglesa de Cervantes CRÓNICA Proceden de Sevilla y de Sanlúcar POR E. DEL CAMPO

Bale mantiene con vida al Madrid en la pelea por la Liga DEPORTES Victorias en casa del Barça y el Atlético / PÁG. 46

CRÓNICA Primera entrevista, en la cárcel de Jaén, al condenado por asesinar a sus dos hijos: «No tengo que pedir perdón por nada. No he hecho nada malo». TEXTO: JAVIER NEGRE

MARISA CRUZ MADRID La alianza entre Podemos e Izquierda Uni-da que exploran esas dos formaciones ape-nas tendría consecuencias sobre el mapa

político, que seguiría abocado a un blo-queo al no configurarse ninguna mayoría sólida identificable por bandos ideológicos. Según el sondeo de Sigma Dos para EL

MUNDO, unirse a Alberto Garzón le servi-ría a Pablo Iglesias para recuperar los 11 escaños que perdería respecto al 20-D de no hacerlo y subir hasta los 70 diputados,

todavía lejos de los 90 que conservaría el PSOE. No habría sorpasso. El PP se man-tendría y crecería, poco, Ciudadanos.

«Rajoy finge, él ya está en elecciones»

ENTREVISTA / ALBERT RIVERA

José Bretón: «Mi psiquiatra dice que soy buena persona. No soy un psicópata»

RAÚL PIÑA CARMEN REMÍREZ DE GANUZA MADRID

El líder de Ciudadanos es reacio a hablar de elecciones, pero piensa en ellas. Con el reloj para formar Gobierno agonizan-do, propone a PP y PSOE un candidato de consenso. Señala a Mariano Rajoy y a Pedro Sánchez, a su no diálogo, como culpable del bloqueo. Sobre los últimos escándalos internos de su partido, afir-ma: «La nueva política tiene que ser más rigurosa que la vieja».PÁGINAS 6 A 8 / EDITORIAL EN PÁGINA 4 SIGUE EN PÁGINA 12

POR ANTONIO LUCAS FOTOGRAFÍA: JOSÉ AYMÁ

PÁGINAS 57 A 59

«Cataluña con un solo idioma sería un delirio, es una

sociedad bilingüe»

MARSÉ SERRATZ «Renuncié a entender las actitudes de los políticos que están manejando el cotarro: o son unos incompetentes totales, o unos sinvergüenzas» Z «Veo que gustan mucho esos caramelitos que dispensa la tecnología, pero cada vez sirven menos para hablar. Yo no tengo móvil»

Z «Paradójicamente son la Guardia Civil y los jueces los que están proporcionándonos algún resquicio de confianza [contra la corrupción]» Z «Europa es la gran vergüenza global. El interés que yo podía tener por el sentimiento europeo ha desaparecido»

VS

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M

I N

G

O PAPEL ZEN

AMOR DE MADRE Homenaje a

las mujeres que lo dan todo por sus hijos. Su día a día,

sus lecciones y las imágenes

que dejan en las redes sociales

CRÓNICALUIS PINEDA El

jefe de Ausbanc empezó

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LA AMENAZA DE TITA «Si sigue así la cosa, me llevo la colección de

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TEXTO Y FOTOS: XAVIER COLÁS PRIPIAT (UCRANIA)

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30 AÑOS DESPUÉS

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La madrugada del 26 de abril de 1986, un aumento súbito de potencia en el reac-

tor 4 de la central de Chernóbil provocó el peor accidente nuclear de la historia.

Tres décadas después de aquella catástrofe, el enviado especial de EL MUNDO re-

corre la ciudad fantasma de Pripiat, el ideal del urbanismo soviético situado a tres

kilómetros de la central donde entonces vivían casi 50.000 personas, y habla con

cuatro testigos de aquel horror que hoy sigue provocando muertes por cáncer.

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INGO 24 DE ABRIL DE 2016

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CIENCIAE M 232 EL MUNDO. DOMINGO 24 DE ABRIL DE 2016

VIAJE A PRIPIAT, LA CIUDAD FANTASMA

LA VIDA SIN NOSOTROS

Tres décadas después de la catástrofe de Chernóbil, la ciudad de Pripiat, a tres kilómetros de la central, es un caparazón vacío. Pero la naturaleza se ha dado un festín en ausencia del ser humano

Hubo un día en el que todos querían vivir en Pripiat. Hoy es una ciudad fantasma si-tuada a tres kilómetros de la central nuclear de Chernóbil. En invierno los lobos desan-dan el camino que los niños hacían rumbo a la escuela. Las muñecas rotas en los peldaños de las escaleras, la humedad devorando impu-nemente todas las paredes, el viento frío soplando sin que nadie se queje: a un ser humano todo esto le sugiere la muerte paseando por este

caparazón vacío donde hasta el accidente de 1986 vivían casi 50.000 personas. Sin embargo, la vida ha seguido sin nosotros. Y la naturaleza, tan ancha, se ha dado un modesto festín con nuestra ausencia.

La desolación de esta ciu-dad, que un día fue un ideal del urbanismo soviético, gol-pea antes de cruzar el con-trol policial que da acceso. Basta la ficha del padrón mu-nicipal: «Localidad: Pripiat.

Fundación: 1970. Viviendas: 20.414. Habitantes: 0». Estos parámetros contienen las ambiciones del líder soviéti-co Leonid Brezhnev, que so-ñó con una urbe moderna vacunada contra los atascos que EEUU y Europa empe-zaban a sufrir entonces. Está presente la infancia de Julia, que lo recuerda todo verde, y los sueños del mecánico Ni-kolai, que celebraba su 30 cumpleaños la noche del ac-cidente y –tras soplar las ve-las– vio otro humo por la

ventana que puso fin a su ju-ventud. Y está la última ima-gen que todos los vecinos consultados tienen de su ciu-dad: 1.200 autobuses entran-do por la avenida Lenin para sacar a todo el mundo en tres horas y media, vaciando la ciudad hasta la última cu-charada de humanidad.

Ahora hay una aspereza invisible en Pripiat que hace que te espante tocar el suelo. Como si fuese un rallador de queso con el que no quieres frotarte, aunque sabes que la peor parte se la llevaron otros. Como antes del acci-dente no se hacían pruebas de cáncer, resulta difícil cali-

brar las víctimas que durante estos años se ha cobrado la radiación. Pero hay detalles funestos que demuestran que, aunque se evacuó Pri-piat a las 36 horas, la nube tóxica corrió más: en Slavu-tich, la ciudad que se cons-truyó tras la catástrofe para acoger a casi todos los eva-cuados, se hizo un cemente-rio con capacidad para 50 años, pero han pasado sólo 30 y ya está lleno. No hay fa-milia sin cáncer.

Pripiat en cambio está tan

vacía que no hay ni muertos. Cuando ocurrió el accidente, la media de edad era de sólo 26 años y la práctica totali-dad de los vecinos trabajaba en la central. La localidad te-nía mejores dotaciones que cualquier otra ciudad soviéti-ca: fue concebida como un atomgrado, una ciudad nu-clear diseñada desde cero que después fue modelo para otras urbes: cine, estadio, hospital, escuelas y hasta una orilla fluvial arenosa que lla-maban la playa.

Liudmila Belokrainskaya aprieta el puño dentro del bolsillo del abrigo haciendo memoria: «Se quedó allí par-

te de nuestra vida. En ese lu-gar había amor, nacían niños constantemente», explica a EL MUNDO en su barrio de Kiev, donde fue realojada con muchos de sus vecinos.

La noria de Pripiat, que no se llegó a inaugurar, es el símbolo oxidado de esta di-cha interrumpida. En el cés-ped del estadio hay ahora ár-boles tan frondosos que no dejan ver las gradas. La pisci-na olímpica es un vaso vacío lleno de tierra y hongos. Las casas, en las que quedó casi todo porque a los habitantes se les dijo que volverían en tres días, fueron saqueadas en muchos casos. Sólo unos pocos se negaron a marchar-se: el informe policial de en-tonces detalla 20 «rebeldes» que se quedan en su piso. Sus cadáveres fueron halla-dos semanas después.

En las azoteas, la nieve acumulada se convierte en agua estancada que hace en-fermar las estructuras y con-vierte los techos en una espa-da de Damocles para el que entra a fisgar. Pero la tenta-ción de adentrarse dentro de los bloques desvencijados es inevitable, porque las puer-tas de entrada a miles de vi-das traicionadas por el áto-mo están abiertas de par en par. En lugar de alfombras hay trozos de cristal. El silen-cio es absoluto.

El Gobierno soviético qui-so que Pripiat fuese un ejem-plo en zonas verdes. En los presupuestos de aquel año se detallan 33.000 ramilletes de rosas. Hoy la maleza ha to-mado la delantera, colándose en la planta baja de las casas con la ayuda de una arena que ya no teme a las escobas ni a los felpudos. Los árboles han seguido con su vida, y crecen sin permiso donde les toca: delante de una puerta o en medio de la calle.

También se yerguen sobre la tierra acumulada encima del hormigón, con las raíces creciendo en horizontal, de manera que con frecuencia caen al suelo con el primer golpe fuerte de viento. Pero entonces el musgo toma el relevo, y de hecho se ha apo-derado de todos los sitios que había para sentarse: los bancos, los asientos frente al cine Prometheus, las butacas del Parque de la Cultura…

«Allí hacíamos funciones y conciertos. Mi marido era in-geniero especializado en energía nuclear, pero tam-bién saxofonista, y yo canta-ba y bailaba», recuerda Liud-mila, que ejerce de alcaldesa de los pripiatenses reubica-dos en Kiev. Recordar para ella es un deber, para que no se olvide nadie.

Entre «los 50.000 de Pri-piat» hay cada vez más au-sencias. Llegará un día en el que no habrá nadie que haya vivido en ese lugar, que en los ochenta era «una ciudad de juventud, prácticamente todos nos conocíamos», y eso que «los pisos los daban

«El suelo de está lleno de máscaras antigás para niños, pues días antes se había hecho un simulacro de guerra nuclear»

LA ESCUELA ABANDONADA

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muy rápido. La ciudad crecía como las setas», apunta Liudmila con emoción con-tenida. Hoy son las setas de verdad las que han tomado las paredes de la vieja escue-la. El suelo está lleno de máscaras antigás para niño, pues días antes del acciden-te se había hecho un simula-cro de guerra nuclear: nadie pensó que la radiación po-dría morder en tiempo de paz. En las mesas están abandonados libros con di-bujos de Lenin, hay muñe-cos sin cabeza y murales po-dridos de humedad que re-cuerdan la importancia del 1 de Mayo, la gran fiesta sovié-

tica que se iba a celebrar dí-as después. Las máquinas dispensadoras de agua tie-nen todavía un vaso listo pa-ra ser usado, pero el cristal está tan marrón que no deja pasar la luz. La obscena ma-nera en la que objetos tan cotidianos han quedado abandonados que todo pare-ce un parque temático con ribetes iconoclastas, como el Cristo que hay a la entrada con una señal triangular de radiación a su izquierda.

Es extraño describir Pri-piat y no saber si hacerlo en presente o en pasado. La vi-da humana se ha ido por el sumidero, pero la naturaleza

ha seguido adelante. Los ja-balíes, lobos y zorros son los nuevos excursionistas. Los pájaros carpinteros se han hecho cargo de las oficinas y los alces se creen que son los dueños de la carretera: dos veces casi chocamos contra ellos con el coche. No hay más policía que el águi-la de cola blanca, que vigila desde las alturas. Pero sin basura la presencia de insec-tos y roedores es más mo-desta que antaño. El llamado «bosque rojo» fue quemado y enterrado para conjurar los restos radiactivos, pero ha vuelto a crecer y si un día ardiese diseminaría su vene-

no allá donde quisiese el viento: al atravesarlo en el camino de vuelta el medidor de radiación vuelve a dispa-rarse. Salir de Pripiat es co-mo escupir tras haberte en-juagado con veneno.

Un día el ruido humano volverá a la ciudad: hoy la ra-diación duplica lo recomen-dado, pero en 24.000 años estará en niveles completa-mente seguros. La naturale-za, sin prisa, nos está espe-rando allí moldeando a su capricho una ciudad donde lo más parecido a la civiliza-ción son las jaurías de lobos para quienes la hoz y el mar-tillo que todavía adorna las

esquinas no significa absolu-tamente nada. El día que la gente vuelva a caminar por esas calles estará muy alto el listón de la utopía soviética de Pripiat, que no tuvo tiem-po de triunfar ni de fracasar, pero que está aún caliente en el recuerdo de Liudmila, con las gafas húmedas por la emoción: «Eso era vida. Ese trocito de vida es inolvida-ble». Sin embargo, hoy Pri-piat parece haberse olvidado de todo el mundo.

«La noria de Pripiat es el símbolo oxidado de la felicidad interrumpida en un lugar donde nacían niños constan- temente»

EL PARQUE DESOLADO

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CIENCIAE M 234 EL MUNDO. DOMINGO 24 DE ABRIL DE 2016

XAVIER COLÁS OPALCHICHI (UCRANIA) ENVIADO ESPECIAL

Hace tiempo que la muerte parece haber hecho las pa-ces con María Petrovna Shovkuta. No la mataron las hambrunas, de los años más duros del Estalinismo, cuando en los campos se masticaban cortezas de árbol a falta de una cosecha que llevarse a la boca. Tampoco la Segunda Guerra Mundial la llevó al hoyo, pese a que ella misma se encargó de enterrar, pala en mano, los cuerpos de alemanes y soviéticos que caían muertos al-rededor de la casa de la aldea ucraniana de Opalchichi.

En abril de 1986, la tercera emboscada del destino, el accidente de la central nuclear de Chernóbil, situada a 25 kilómetros de su ventana, se encontró con la misma Ma-ría Petrovna de siempre: alegre, sana y dura de pelar. A sus 87 años, ha incumplido todos los consejos para se-guir con vida: vive en la zona de exclusión dibujada 30 kilómetros alrededor de la central, cultiva un huerto co-miendo sus frutos, y pasa en contacto con esa naturale-za supuestamente tóxica todo el tiempo que puede.

Hoy todavía vive sola en su casa, donde volvió tras ser evacuada durante unos meses a otro lugar que su me-moria no le permite recordar. «Cuando regresé daba sal-tos de alegría, lloraba de emoción» explica a EL MUN-DO en su modesta casa. Lo primero que hizo fue besar la tierra de su huerto. «¡Aquí cultivo patatas, tomates, ce-bolla... de todo!», comenta orgullosa. No necesita mucho más. Cocina verdura y ‘borsch’, la característica sopa de remolacha y carne que es símbolo de Ucrania.

Recientemente estuvo en Kiev unas semanas porque estaba enferma: «El médico me dijo que el mejor sitio para mí es en mi casa, yo en cualquier otro lugar me muero», explica. En verano trabaja en el huerto y cuando hace frío se mueve por dentro de casa, ligera como una mariposa.

Su determinación es inmensa, como su soledad: «Na-cí aquí en 1929 y viviré aquí toda la vida». Aunque las au-toridades no querían, poco a poco ha logrado que el mundo que la rodea vuelva a ser el de antes del acciden-te. A los pocos que se empeñaron en volver al terruño les prohibieron hacer fuego, pues las cenizas flotando en el viento pueden ser un vehículo de propagación de la ra-diación. Pero ella un día encendió una hoguera. Y un he-licóptero la pilló infraganti, comenzó a volar en círculos: «El piloto abrió la ventana y me amenazó así con el pu-ño. Yo agarré un palo y se lo enseñé», explica adoptando una postura amenazante pese a su escasa estatura.

Antes del accidente en Opalchichi vivían unas 600 personas. Con ella, volvieron al pueblo un centenar y medio. Pero tres décadas después solo quedan cuatro. Ella se encoge de hombros: «Está todo bien, no hay na-da contaminado».

Es difícil saber si alguna vez ha sentido la radiación. O si por lo menos ha tenido miedo de contaminarse. La noche en la que ocurrió todo María no notó nada: «Avi-saron por la radio que había explotado la central de Chernóbil y que tenían que evacuarnos».

Unos hombres extraños perturbaron la paz de las ga-llinas y el ganado, del que hoy no queda ni rastro. Traje-ron unos aparatos para medir la radiación «y unos auto-buses», dice rebañando los recuerdos, con la mirada fi-ja en algún mueble como si fuese a asomar un detalle olvidado en cualquier momento. Les dijeron que se lle-varan pocas cosas y una semana más tarde, en plena no-che, los trasladaron a otro pueblo.

María, que hoy incluso se anima a enseñar unos cuan-

tos bailes a los visitantes, se puso a ayudar a sus nuevos vecinos con los animales. Así pasó el invierno, cerca del ganado y los amigos de la granja. Pero en primavera ya estaba de vuelta, «trabajando en mi huerto».

¿Y la radiación? Llegados a este punto, María se ríe. Levanta un poco el puño y dice: «Los ucranianos no te-nemos miedo de la radiactividad». Ha enterrado a su hijo y a su marido. Le queda una hija en Kiev, que le trae algo de carne de vez en cuando. Gracias a un telé-fono móvil que maneja con soltura, esta anciana man-tiene un cordón umbilical con lo que otros llaman «la civilización». Como ventana al mundo que parece ha-berla olvidado, en una repisa se ve una fotografía del expresidente ucraniano Viktor Yuschenko, que una vez pasó por su casa.

Hoy quedan menos de 2.000 personas viviendo den-tro de la zona de exclusión. Están distribuidas entre Chernóbil, Pripiat y 94 aldeas. Algunos viven ahí con permiso. Otros sin él. María vive de una pequeña pen-

sión, y su hija y el marido de ésta le traen desde Kiev comida extra cuan-do pueden. Para todo lo demás –pan o leche, in-cluso leña cortada para mantener en marcha la estufa– siempre están los guardias forestales de un pueblo cercano, situado fue-ra de la zona prohibida.

Los años del miedo no parecen haber hecho mella en María. No repite las historias de aquel día de abril en el que los pájaros dejaron de cantar. También evi-ta hablar de esas camadas de terneros que nacieron sin ojos. Si alguna vez tose, se suena con un pañuelo bordado que nunca tiene a mano, porque no lo suele necesitar. La desolación, la enfermedad y la amargu-ra han estado tan ocupadas en la zona que se han ol-vidado de ella.

María vive en una franja que rodea a la central nuclear y en la que no se recomienda vivir. Aquí tiene su casa, cultiva un huerto y se alimenta de sus frutos.

ZONA DE EXCLUSIÓN

LA ABUELA QUE ‘VENCIÓ’ A CHERNÓBIL

«LOS UCRANIANOS NO TENEMOS MIEDO DE LA RADIACTIVIDAD»

MARÍA PETROVNA

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Vladimir Evdochenko esta-ba de guardia aquella no-che en una sala de control de la central nuclear de Chernóbil. En las primeras horas del 26 de abril de 1986 no tenía más entrete-nimiento que rellenar algu-nos formularios y charlar con los otros dos camara-das que completaban el equipo en esa dependen-cia: Alexander Agulov y Vladimir Palkin.

Esos días se estaba pro-bando en Chernóbil si la energía de las turbinas po-día generar suficiente electricidad para hacer funcionar las bombas de refrigeración en caso de fallo. Este experimento se había propuesto a todas las centrales nucleares de la URSS, «pero sólo la nuestra lo había acepta-do», explica a EL MUN-DO Vladimir. Tenía 33 años y su mujer y sus hi-jos vivían a 18 kilómetros: las luces rojas que vio en-cenderse en el panel de control también les afecta-ron a ellos la noche en la que medio millón de vidas cambió para siempre.

Durante dos días se re-dujo al mínimo la potencia del reactor 4 y luego había que esperar la orden de re-montarla. El reactor expe-rimentó una subida de po-tencia tan rápida que los operadores no lograron detectarla a tiempo.

Hoy, 30 años después, Vladimir coge aire un se-gundo. Y suelta su conclu-sión inicial como si fuese un hueso roído, sin sabor: «En ese momento fue cuando perdimos el con-trol de la central».

En su puesto de trabajo el estruendo de la maqui-naria era habitual. Pero el ruido que llegó hasta su mesa de trabajo vino acompañado de una fuer-te vibración y todo tembló.

«Se me pusieron los pe-los de punta como a un ga-to». Se había producido una explosión causada por la formación de una nube de hidrógeno dentro del

núcleo, que hizo volar la tapa de 2.000 toneladas del reactor, provocando un in-cendio en la planta y una masiva emisión radioacti-va. «Abrí la puerta y miré hacia el reactor número 4, a unos 50 metros, estaba a oscuras y del techo caían gotas de agua porque ha-bía vapor», recuerda Vladi-mir. Sabía que en esa situa-ción había que tomar pasti-llas de yodo para proteger la tiroides: «Así que saqué del botiquín algo de yodo para las heridas y puse unas gotas en un vaso de agua». Vladimir cree que gracias a eso no ha tenido problemas de tiroides hasta hace poco. A sus compañe-ros, que quedaron más contaminados que él por salir al exterior, los lleva-ron en avión a Moscú: «Habían recibido tanta ra-diación que incluso las azafatas que fueron con ellos quedaron contami-nadas y después recibie-ron la invalidez». Para los más afectados fue un via-je sin billete de vuelta.

OPERARIO DE GUARDIA LA NOCHE DEL ACCIDENTE

«TODO TEMBLÓ Y SE ME PUSIERON LOS PELOS DE PUNTA»

Pocas personas fueron más felices en Pripiat que Liudmila Petrovichna Bie-loukrainskaya. Trabajaba en la central de Chernóbil, pero la noche del acciden-te estaba en su casa, a es-casos tres kilómetros del reactor por culpa del cual tendría que dejar para siempre su ciudad en cuestión de horas.

A la 1.23 de la mañana sintió un estruendo: «Mi esposo me dijo: «Creo, Liudmila, que ha pasado algo en tu central». Pero cerca de nosotros había una estación de ferroca-rril, Yanov, y esa explo-sión me pareció fruto del choque de dos trenes».

Pasadas las tres de la mañana, estando ya me-dio dormida, sonó el telé-fono. En la cama, bromeó con su marido.

-Es para ti. -No es para ti. -No, para ti. Al otro lado del auricular

sonó una voz familiar para ella. Era Alexander Vasile-vich, jefe de la unidad de desactivación: «Liudmila Petrovna, se ha producido una avería en la estación».

Liudmila pronuncia la frase como si la tuviese en-marcada en la conciencia: «No me dijo que hubiese ocurrido una catástrofe, simplemente que se había producido una avería».

Cogió su uniforme y fue a la boca del lobo. Recuer-da el sentido de la respon-sabilidad de todo el perso-nal: «La disciplina en la estación era de hierro, to-davía más en tiempos de guerra, porque así llamá-bamos a este momento».

Antes de la avería, su tra-bajo ordinario en la central estaba en el control de ac-ceso. «Yo recibía a la gente con una sonrisa, entraban a la zona limpia, se cambia-ban y pasaban a la zona su-cia, donde se vestían con ropa especial». A la salida ella se encargaba del proce-so de posible detección de contaminación en la ropa. Las encargadas de la tarea

eran sobre todo mujeres. Hoy, con la central parada, sigue siendo así.

Pasado el accidente vi-no el adiós a su vida an-terior. 36 horas después de la explosión un men-saje por la radio alertó de que había que proceder a una evacuación temporal de Pripiat por culpa «de unos niveles de radiación no satisfactorios» deriva-dos de la avería, según el mensaje oficial. Se pedía a los vecinos que dejasen todas las ventanas y los grifos cerrados. Que no cogiesen salvo lo impres-cindible: comida y docu-mentación. Y que hicie-sen caso a la policía que controlaba los autobuses con los que les iban a evacuar.

«Yo cogí mis fotografías y los documentos, no nos permitían coger nada más porque estaba realmente contaminado», recuerda con un creciente halo de tristeza en la voz. «Y así se quedó aquella parte de nuestra vida allí».

La gloria militar suele lle-gar tras tomar una ciudad, derrotar a un ejército ene-migo o defender una trin-chera. Pero la batalla en los meses que siguieron al accidente de Chernóbil fue contra la contaminación, que amenazaba con co-brarse muchas más vidas.

Entre los que se encar-garon de la misión suicida de retirar los escombros contaminados estaban los militares del Batallón Es-pecial 731. En sus filas fi-guraba Vladimir Gudov. Es uno de los «liquidadores» a los que ucranianos y euro-peos en general le deben agradecer que Ucrania y los países cercanos sigan siendo habitables.

«Nos llamaban bioro-bots», recuerda orgulloso este hombre alto y coque-to, que lleva un peine es-condido para cada vez que se quita el gorro. Debían retirar escombros contami-nados. Unas veces con pa-las. Otras, con las manos. Para no sobrepasar los ni-veles de radiación reco-mendados, sólo podían ha-cer su trabajo durante 15 minutos. «Por eso había que correr, retirar algo y volver atrás aprisa», re-cuerda este subcoronel re-tirado al que le gusta bro-mear: «No sólo no he muerto sino que me siguen atrayendo las mujeres».

Tuvo suerte. De los 800 militares de los dos turnos del batallón solamente quedan unos 120. Sólo en las primeras semanas ya murieron cerca de 30 per-sonas. ¿Valió la pena? «Era-mos verdaderos patriotas».

La aguja del aparato que tenían para conocer el alcance del peligro no da-ba más de sí. «No conocía-mos el nivel real de radia-ción, el medidor que te-níamos sólo marcaba hasta 50 roentgen y hay lugares donde era supe-rior a mil». Por ejemplo, bajo el reactor, donde se dejaban la salud los mine-ros traídos de Donetsk, en el este del país.

Retirar los escombros era necesario para ence-rrar después el reactor averiado dentro del sarcó-fago que ha mantenido controlado el peligro du-rante estos años. «Ellos no podrían trabajar mientras nosotros no elimináramos la basura nuclear», recuer-da sin olvidar lo más peno-so. Tuvieron que subir al techo del reactor porque los vehículos teledirigidos quedaban fuera de servicio debido a la altísima radiac-tividad: «Allí sólo se podía trabajar 30 segundos y sa-lir corriendo». Con su ha-zaña lograron evitar una nueva explosión, que se hubiese comido buena par-te del continente.

Como héroe nacional se siente un poco olvida-do: «Dimos nuestra juven-tud, nuestra energía y nuestra salud para que otros no se contamina-sen». Y añade: «Casi to-dos los que estuvimos tra-bajando en aquel tejado fuimos diagnosticados con bronconeumonía».

TRABAJADORA DE CHERNÓBIL

«LA DISCIPLINA EN LA CENTRAL NUCLEAR FUE DE HIERRO»

LIQUIDADOR DE RESTOS CONTAMINADOS

«NOS DEJAMOS LA SALUD PARA QUE OTROS NO SE CONTAMINASEN»

V. EVDOCHENKO L. PETROVNA V. GUDOV

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