hall

6
Stuart Hall – “Codificar/decodificar”, en Cultura, media, lenguaje Tradicionalmente la investigación en comunicación de masas ha conceptualizado el proceso como un circuito: emisor/mensaje/receptor. Esta postura ha sido criticada por ser considerada muy lineal. Pero también es posible (y útil) pensar este proceso en términos de una estructura producida y sostenida por la articulación de momentos relacionados pero distintivos (producción, circulación, distribución/consumo, reproducción). El proceso requiere, en el momento de la producción, sus instrumentos materiales (sus medios) así como sus propios conjuntos de relaciones (de producción) sociales, la organización y combinación de prácticas dentro de los medios masivos de comunicación (de ahora en adelante MMC). Luego, en su forma discursiva, se produce el proceso de circulación y distribución a distintas audiencias. Una vez cumplido, el discurso debe ser “traducido” para ser completado y efectivizado: si no se toma ningún significado, entonces no hay consumo. Si el significado no se articula en la práctica, no tiene efecto. Esto significa que cada momento, en articulación con los demás, es necesario para el circuito como un todo: ningún momento puede garantizar completamente el siguiente (con el que está articulado). La forma que adopta discursivamente el mensaje tiene una posición privilegiada en el intercambio comunicativo; los momentos de codificación y decodificación tienen una autonomía relativa en relación al proceso comunicativo como un todo, son “momentos determinados”. Por ejemplo, un acontecimiento histórico “en bruto” no puede ser transmitido de esa forma en un noticiero: sólo puede constituirse como significado dentro de las formas audiovisuales del discurso televisivo. La “forma mensaje” no es para nada azarosa; es la “forma de aparición” necesaria del acontecimiento en su pasaje desde la fuente al receptor. Proceso de comunicación en los MMC

Upload: lucasmoreyra

Post on 18-Jan-2016

3 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

comunicacion 1 catedra entel

TRANSCRIPT

Page 1: Hall

Stuart Hall – “Codificar/decodificar”, en Cultura, media, lenguaje

Tradicionalmente la investigación en comunicación de masas ha conceptualizado el proceso como un circuito: emisor/mensaje/receptor. Esta postura ha sido criticada por ser considerada muy lineal. Pero también es posible (y útil) pensar este proceso en términos de una estructura producida y sostenida por la articulación de momentos relacionados pero distintivos (producción, circulación, distribución/consumo, reproducción).

El proceso requiere, en el momento de la producción, sus instrumentos materiales (sus medios) así como sus propios conjuntos de relaciones (de producción) sociales, la organización y combinación de prácticas dentro de los medios masivos de comunicación (de ahora en adelante MMC). Luego, en su forma discursiva, se produce el proceso de circulación y distribución a distintas audiencias. Una vez cumplido, el discurso debe ser “traducido” para ser completado y efectivizado: si no se toma ningún significado, entonces no hay consumo. Si el significado no se articula en la práctica, no tiene efecto. Esto significa que cada momento, en articulación con los demás, es necesario para el circuito como un todo: ningún momento puede garantizar completamente el siguiente (con el que está articulado).

La forma que adopta discursivamente el mensaje tiene una posición privilegiada en el intercambio comunicativo; los momentos de codificación y decodificación tienen una autonomía relativa en relación al proceso comunicativo como un todo, son “momentos determinados”. Por ejemplo, un acontecimiento histórico “en bruto” no puede ser transmitido de esa forma en un noticiero: sólo puede constituirse como significado dentro de las formas audiovisuales del discurso televisivo. La “forma mensaje” no es para nada azarosa; es la “forma de aparición” necesaria del acontecimiento en su pasaje desde la fuente al receptor.

Proceso de comunicación en los MMC

Desde esta perspectiva, podemos caracterizar el proceso de comunicación de la siguiente forma: a partir de las estructuras técnicas requeridas, la producción construye el mensaje. Éste no carece del aspecto “discursivo”: conocimiento de las rutinas de producción, habilidades técnicas, ideologías, presupuestos acerca de la audiencia, etc. Así, circulación y recepción son en efecto “momentos” del proceso de producción en televisión y son reincorporados, mediante un número de retroalimentaciones sesgadas y estructuradas en el mismo proceso de producción. El consumo/recepción es asimismo otro “momento”. Producción y recepción no son idénticas pero están relacionadas: son momentos diferenciados dentro de la totalidad formada por las relaciones sociales del proceso comunicativo como un todo.

En cierto punto, las estructuras de TV deben ofrecer mensajes codificados en la forma de un discurso con su significado. Esto inicia un momento diferenciado adicional, dominado por las reglas formales del discurso y del lenguaje. En un momento “determinado” la estructura emplea un código y produce un “mensaje”; en otro momento determinado ese “mensaje”, a través de su decodificación, se reditúa dentro de la estructura de prácticas sociales. Este proceso de ninguna manera puede entenderse en términos simples de conductismo: los códigos de codificación/decodificación no pueden ser perfectamente simétricos. Esto lleva a que la comprensión/incomprensión del

Page 2: Hall

mensaje dependa del grado de simetría entre codificador-productor y decodificador-receptor. Y esto depende a su vez del grado de identidad-no identidad que ellos compartan, lo que puede provocar distorsión en el mensaje o la intención inicial. Las llamadas “distorsiones” o “malentendidos” surgen precisamente por la falta de equivalencia entre los dos lados del intercambio comunicativo.

La aplicación de este paradigma ha comenzado a transformar la comprensión del viejo término “contenido” televisivo, como así también de la “recepción de la audiencia”, su “lectura” y su “respuesta”. Su uso promete disipar el conductismo remanente que ha entorpecido la investigación en medios masivos. Ha sido casi imposible, sin embargo, conceptualizar el proceso comunicativo sin patinar en una u otra variante de conductismo de corto vuelo.

El signo televisivo

El signo televisivo es complejo; está formado por la combinación de dos tipos de discurso, visual y auditivo. La realidad existe fuera del mensaje, pero está constantemente mediada por y a través del lenguaje, y lo que nosotros podemos saber y decir tiene que ser producido en y a través del discurso. El conocimiento “discursivo” es producto de la articulación del lenguaje en relaciones y condiciones reales. Así, no existe un discurso inteligible sin la operación de un código. No existe un grado cero en lenguaje: todo mensaje es el resultado de una práctica discursiva. Ciertos códigos pueden, por supuesto, estar tan naturalizados que parecen haber adquirido una “casi-universalidad”, y producen reconocimientos aparentemente naturales. Esto tiene el efecto de ocultar las prácticas que los codificaron.

Los signos lingüísticos son arbitrarios con respecto al concepto que representa (ejemplo de la vaca). La articulación de ese signo proviene de la convención y no de la naturaleza; en cambio, el signo icónico es menos arbitrario: el signo lingüístico “vaca” no tiene ninguna de las propiedades de la cosa que representa mientras que el signo visual parece poseer algunas de ellas.

Connotación y denotación

La teoría lingüística generalmente utiliza los términos connotación (significado literal) y denotación (significado menos fijado y más convencionalizado y cambiable, asociativo). Hall no utiliza esta distinción. Considera que hay muy pocas instancias en las que los signos organizados en un discurso signifiquen sólo su sentido literal, mientras que en el discurso real la mayoría de los signos combinan ambos aspectos, denotativo y connotativo. Es en el nivel connotativo del signo que las ideologías situacionales alteran y transforman la significación. En este nivel, el signo entra plenamente en la lucha de las significaciones. Los términos denotación y connotación son herramientas que se utilizan para distinguir, no la presencia o ausencia de ideología sino los distintos niveles en los cuales ideología y discurso se cruzan.

Connotación : en el signo visual, es el punto donde los signos ya codificados se intersectan con los códigos semánticos profundos de una cultura y adquieren una dimensión ideológica adicional. A modo de ejemplo, Hall menciona la pauta publicitaria, donde no existe lo denotativo y todo signo connota una cualidad, situación, valor o inferencia. Estos códigos son medios por los cuales el poder y la

Page 3: Hall

ideología se hacen significar en discursos particulares. Los niveles connotativos de significación tienen una estrecha comunicación con la cultura, el conocimiento, la historia. Ellos son los fragmentos de la ideología.

Denotación : el nivel denotativo está fijado por códigos muy complejos pero limitados o cerrados. Su nivel connotativo, en cambio, está más abierto, sujeto a transformaciones activas, que explotan sus valores polisémicos (que no debe ser confundida con pluralismo: los códigos connotativos no son iguales entre ellos). Cualquier cultura o sociedad tiene sus clasificaciones del mundo político, social y cultural, que constituyen el orden cultural dominante. Para clarificar un malentendido en el nivel connotativo, entonces, debemos hacer referencia a través de los códigos, a las órdenes de la vida social, del poder económico y político y de la ideología. Un significado dominante, entonces, es el trabajo necesario para hacer cumplir, ganar plausibilidad y dirigir cómo se legitima la codificación de un acontecimiento dentro del límite de definiciones dominantes en las cuales ha sido connotativamente significado.

Hall considera ahora que la noción “capacidad objetiva” señala un referente de un discurso televisivo como un hecho objetivo mientras el nivel interpretativo fuera un asunto individualizado y privado. En su opinión es al revés. La discusión lleva a la cuestión del “malentendido”. Existen algunos de tipo literal: el televidente no conoce los términos empleados y no puede seguir la lógica compleja del argumento. Pero es más frecuente que el productor se preocupe porque la audiencia no ha tomado el significado como ellos intentaron transmitirlo. Hall identificó tres posiciones hipotéticas que pueden construir las decodificaciones de un discurso televisivo:

Hegemónica-dominante: el espectador toma el significado connotado “completo y derecho”, se puede decir que está funcionando dentro del código dominante. Es el caso típico e ideal de la comunicación perfectamente transparente. Dentro de esto podemos distinguir las posiciones producidas por el código profesional. Esta es la posición que los productores profesionales asumen cuando codifican un mensaje que ya ha sido significado de una manera hegemónica. Es relativamente independiente del código dominante, pero funciona dentro de su hegemonía.

Código-negociado: las audiencias mayoritarias probablemente entienden adecuadamente lo que se ha definido dominantemente y se ha significado profesionalmente. La definición de un punto de vista hegemónico es que a) define según sus términos el horizonte de significados posibles y b) carga consigo el sello de legitimidad. La decodificación negociada contiene una mezcla de adaptación y oposición. Reconoce la legitimidad pero opera con sus propias reglas básicas, con excepciones a la regla. Esta versión está atravesada de contradicciones, aunque sólo ocasionalmente se hacen visibles. Un ejemplo simple sería el de un obrero que escucha una ley que limita el derecho a huelga.

Código-oposición: un espectador que entiende la inflexión literal y connotativa pero decodifica el mensaje de una manera globalmente contraria. Detotaliza el mensaje en el código preferente y lo retotaliza dentro de un marco alternativo. Un ejemplo sería un espectador que escucha un discurso oficial, pero cada vez que se dice “interés nacional”, entiende “interés de clase”.