helmántica. 1965, volume 16, #49-51. pages 33-60

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  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

    1/28

    Poltica Panhelnica

    en

    Demstenes

    Introduccin

    Cuando Ia crtica histrica ha pronunciado su veredicto so-

    bre elprograma y Ia actividad poltica del famoso estadista ate-

    niense se ha bifurcado en sentencias opuestas. Para unos De-

    mstenes

    era el

    poltico

    particularista,

    exclusivamente preocu-

    pado por elinters deAtenasy sinvisin del

    fu turo .

    Para otros,

    en cambio,

    el

    gran defensor

    de las

    libertades griegas,

    tal

    como

    Ie

    haba

    glorificado Ia

    tradicin clsica,

    y

    que,

    en el

    momento

    supremo,

    logr unir

    en

    torno

    a

    Atenas

    a las

    dems ciudades

    griegas, para conservar Ia independenciade Ia Hladef ren te a

    Ia amenaza deFilipo.

    Pese a las apariencias,

    Ia

    oposicin existente entre uno y

    otroau,icio

    no es

    irreductible.

    La

    explicacin encuentra

    su

    punto

    de

    partida en Ia evolucin que elpensamiento poltico del gran

    oradorexperiment ante Iamagnitud insospechada delenemigo

    macednico,

    que

    Ie

    oblig

    a adoptar un plan de accin

    distinto,

    sustituyendo Ia vieja poltica clsica del equilibrio de poderes

    por

    el

    ideal panhelnico

    .

    Nuestro ensayo pretende demostrar que Demstenes,

    sobre

    todo a partir de Iapaz de Filcrates 346 ) ,

    comenz

    a bosquejar

    en supbltica un ideal y actuacin panhelnicos, que alcanzaron

    su, plena madurez por el tiempo de

    Ia

    Tercera Filpica

    341) ;

    1.

    Cf. W.

    J A E G E R ,

    Demstenes v.

    e.,

    Mxico 1945,

    p. 213 ; y

    Patfea,

    2.

    ed.

    en v. e.,

    Mxico 1962,

    p.

    1.102.

    Universidad Pontificia de Salamanca

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    ISMAEL ROC

    MELI A

    autntico

    panhelenismo no en funcin del

    imperialismo ate-

    niense sino abierto

    y

    democrtico

    en el

    mejor sentido

    y del que

    Atenas

    ampu lso de

    Ia palabra

    y

    accin

    demostenianas se

    cons-

    tituy

    en

    intrprete

    y

    representante pero

    sin

    atentar contra

    Ia

    independencia legtima de los diversos estados asociados.

    Opiniones contrarias

    al

    panhelenismoaemosteniano

    Conviene

    antetodo

    fljar el

    concepto

    de

    panhelenismo aunque

    sea en

    breves

    trminos i Ja

    palabra

    es deTeciente

    creacin

    f l a

    paternidad

    del

    nombre

    es

    atribuida

    a George

    Grote

    2

    Ia

    idea

    expresadapor ella es clara. En efecto expresa Ia nocin de una

    comunidadhelnica esdecir de todos los pueblos griegosouaidos

    fo rmando

    un

    todo distinto

    de los

    dems pueblos;

    una

    comuni-

    dad

    por

    tanto

    de

    sangre

    de

    lengua

    de

    religin

    de

    costumbres.

    Para

    llevar al terreno poltico los principios del panhelenismo

    tnico precisaba despertar

    y

    actualizar Ia conciencia

    de Ia

    uni-

    dad a fin deestrechar ms y ms las relaciones entre los di-

    versos estados griegos

    impulsndoles

    a realizar conjuntamente

    empresas

    de

    alcance supranacional cuales fueron vgr.

    las

    gue-

    rras

    mdicas.

    A

    esterespecto

    aflrma Luccioni

    3

    :

    Porque

    lo s

    ate-

    nienses tenan conciencia

    de que

    exista

    un

    cierto nmero

    de

    rasgas que definan

    x o

    e ^ v i x v y

    Ie

    garantizaban su fisonoma

    propia adoptaban

    una

    poltica basada

    en Ia

    negativa

    de

    toda

    posibilidad

    de

    entendimiento

    con el

    brbaro enemigo

    del

    mundo

    griego.Y fue precisamente Ia resistencia contra elenemigoco -

    mn deIa

    libertad Ionico

    que

    pudo

    fundir a

    todos

    losgriegos

    unificndolos

    como nacin

    4

    .

    Es

    bien conocido

    el

    panhelenismo

    de focrates. El

    objeto

    del

    discurso Panegrico publicado en 380 es el de abogar por Ia

    causa

    de

    una

    reconciliacin definitiva entre Esparta

    y

    Atenas

    y

    al

    propio tiempo hacer valerante

    elmundo

    griego

    los

    ttulos

    de

    Atenas

    a

    Ia hegemona

    envistasauna

    expedicin panhelnica

    2 .

    Cf.

    LuccioNi Dmosthne

    et

    e panhellntsme

    Paris

    1961

    p. 1.

    3.

    O.-a

    p. 5.

    4. Of. JAEGER

    Paideia

    p.

    l.lOO.

    Universidad Pontificia de Salamanca

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    3/28

    POLITICA P AN H ELEN ICA

    EN

    D E M S T E N E S

    35

    contra Persia. Su

    Filipo

    en 346 y su discurso Panatenaico 342-

    339 constituyenotras

    tantas

    manifestaciones del espritu panhe-

    lnico

    que

    Ie

    anima.

    El

    objetivo

    que se

    propuso

    con Ia

    unin

    de

    Grecia fue siempre

    Ia

    campaa contra lospersas,perodistintas

    las ciudades griegas a las que fue asignado

    Ia

    direccin de Ia

    empresa comn. Primeramente Atenas

    y

    Esparta, luegoDionisio

    de

    Siracusa, Jasn

    de

    Feras,

    Arquidamo III de

    Esparta

    y, por

    fln,Filipo deMacedonia

    5

    .

    Prescindiendo del hecho de que

    Is-

    crates se

    mostrase poco realista

    en sus

    concepciones polticas,

    nadie

    hanegado en l losprincipiosde una teora panhelnica

    6

    .

    Sin

    embargo

    las

    premisas cambian

    con

    relacin

    a

    Demstenes.

    Si generalmente elclasicismo tradicional haba reconocidoen

    Demstenes al gran defensor de

    Ia

    libertad griega contra Ia ti-

    rana

    macednica,

    no

    podemos desconocer

    que

    entre

    sus

    contem-

    porneos

    encontr el

    estadista

    ateniense adversarios infatiga-

    bles. Sin duda Iscrates y Esquines hubieran negado todo pro-

    grama panhelnico

    en

    Demstenes. Iscrates, aunque

    no

    Ie cita

    textualmente, parece aludir a l, cuando habla de los que calum-

    nian yenvidian

    a,

    Filipo, y que tienen Iacostumbre deponer

    Ia

    turbacin en sus propias ciudades

    7

    .

    Lo cierto es que el retrico

    y el

    orador

    propugnaban

    ideales

    panhelnicos bien distintos:

    ambos deseaban

    Ia

    unin

    de los

    griegos, pero

    fecrates, en sus

    ltimos aflos, reaUzadapor Filipo contra Persia, al paso que De-

    mstenes por Atenas contra Filipo. Con todo no hay que olvidar

    queIscratesnunca fue un militante de Ia poltica,sino un teo-

    rizante idealista, alejado de los cargos pblicos. Por su parte

    Esquinespudo echar en cara aDemstenes

    8

    , elhaber rechazado

    Iapropuesta

    hecha

    porFilipodesometer a unarbitrajelas

    dife-

    rencias

    entre

    Atenas y Macedonia; y as lejos de considerarle

    promotor del

    panhelenismo, Ie

    reprochaba su espritu de dis-

    cordia.

    Laverdades queparaDemstenes,queintua lasinten-

    cionesyambicin deFiUpo,nohaba otra disyuntiva posible: o

    5 .

    CT. Q.

    MATHiEm, Les ies

    politiques

    d Isocrate,

    Paris

    1925.

    9. Of.

    J A E G E R ,

    Paidea, p. 861 y s

    7.

    Cf.

    Filipo,

    73.

    8 .

    Cf.

    Contra Ctesifonte

    83.

    Universidad Pontificia de Salamanca

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    ISMAEL

    R O C MELIA

    imperialismo macednico,oAtenasa

    Ia

    cabeza de Ia helenidad.

    Por Io dems Equines ha sido

    juzgado

    por Ia critica moderna

    ms que poltico un alma

    mediocre,

    sin ideas personales con

    gozosa resignacin a

    Io

    que pareca inevitable y en quien

    Ia

    vanidad Ia envidiay el inters sesobrepusieronal amorde Ia

    patria .

    Side Iapoca clsica pasamos a lostiempos modernos reco-

    geremos juicios

    no

    menos hostiles

    a

    Ia poltica

    demosteniana

    en general y a su panhelenismo en particular. Pretermitimos a

    los

    historiadores

    de fines del

    siglo pasado

    y

    principios

    del

    pre-

    sente del

    tipo

    de

    ff. G.

    Droysen

    10

    ,

    de K. J.

    Belloch

    o de E.

    Drerup

    n

    quienes dados

    sus

    presupuestos histricos positivistas

    estaban incapacitados para comprender el ambiente emocional

    en que sedesarroll Ia personalidad del orador.En reUdad, el

    hecho de que Ia vidapoltica griega adoptara

    Ia

    forma de un

    grupo de estados-ciudades autnomos fue para el unitarismo

    nacional del siglo

    xrx

    un escndalo

    histrico

    u

    .

    Loscriterios

    histricos

    de

    Belloch

    no han

    dejado

    de

    ejercer

    su taflujo y as

    U.W ilcken,aunque

    m s

    ecunime pertenece

    a

    Iamisma escuela

    y

    tiene frases como

    esta:

    Demstenes)

    sin comprender los ob-

    jet ivos

    verdaderosquepersegua Filipo se empeen conside-

    rarle

    como un

    enemigo

    de

    Atenas

    que

    slo

    se

    propona

    su

    des-

    truccin. Frente aScrates Demstenespartade unpuntode

    vista

    que no era

    panhelnico sino especficamente ateniense

    y

    soaba con un resurgimiento de Ia hegemona deAtenas. Slo

    teniendo

    en

    cuenta

    esta

    preocupacin localista

    de

    Demstenes

    se explica que en Iosaossiguientes no retrocediese ante elpro-

    psito

    de buscar

    Ia

    alianza con aquellos mismos

    persas

    contra

    los cuales iba a proclamar Filipo Ia guerra panhelenlca>

    14

    .

    9.

    Of. G.

    M A T H i E U Dmosthne,

    Paris1948

    p.

    172;

    Lucciom

    o. c., p.

    160;

    j A E G E R Demstenes,

    pp. 195-197;

    CASTEis, Eschine

    l orateur, Paris 1874

    p. 160 y ss.

    10 .

    Histoire Ae l heUenisme,

    v.

    1., Paris

    1883.

    11. Griechische Geschichte,t III

    Ber

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    POLITICA PANHELENICA EN DEMOSTENES 37

    Digamosde

    pasada

    ysindetenernospor elmomentoenIarefu-

    tacin que elpanhelenismo nuevo preconizado por

    Demstenes

    se armonizaba con los dos reproches fundamentales que contra

    l

    lanzaba Wilcken: el resurgimiento al menos en parte deIa

    hegemona

    ateniense;

    y el propsito de buscar Ia alianza con el

    Rey persa. Concedemos

    que

    Demstenes viese

    en

    Filipo

    al

    nico

    autntico

    enemigo de^tenaa

    y de

    Grecia

    que por el

    momento

    absorba toda

    su

    atencin

    y

    Ie estimulabahasta

    el

    mximo.

    A.

    Momigliano abunda

    en el

    mismo sentido

    en dos de sus

    artculos

    sobre el

    tema

    propuesto

    15

    . DeI

    primer artculo resulta

    que

    Ia

    finalidad

    poltica

    del orador era

    Ia

    hegemona de

    Atenas

    por donde se explica su oposicin a Eu bulo y a Macedo nia sin

    com prender las necesidades y los mviles deIa poltica de Filipo

    y siempre encerrado en Ia contradiccin entre hegemona ate-

    niense y poltica nueva de alianza democrtica y panhelnica.

    En el segundoinsiste en Ia contradiccin que minaba Ia poltica

    demosteniana

    al

    predicarIa democracia

    yIa

    hegemona

    atenien-

    se y limitar por otraparte en vistas a

    Ia

    he gem ona de Atenas Ia

    autonoma

    de las

    ciudades

    16

    .Por

    nuestra parte

    si no

    apreciamos

    una radical contradiccin entreel concepto de demo cracia y una

    direccin

    de los pueblos griegos eje rcid a por Atenas creemos

    est

    por demostrar que Demstenes limitase Ia autonoma de las ciu-

    dades

    en

    vistas

    a

    Ia hegemona ateniense.

    En

    realidad

    una

    cierta

    hegemona

    o puesto de

    preferencia

    en

    Ia comunidad griega

    que

    probablemente Demstenes hubiera deseado para su patria no

    llegaproducirse y por aqu el entonces aAtenasIe dababastan-

    te

    quebranto

    su

    propia supervivencia

    y

    Ia supervivencia

    de

    toda

    Ia

    helenidad.

    P.Treves censur escierto aM omiglianopor suexcesiva pa r-

    cialidad

    al

    estudiar

    a

    Demstenes

    casi

    exclusivamente

    en el

    pri-

    mer perodo

    de supoltica y no

    conceder

    Ia

    suficiente importan-

    cia a Ia evolucin que Ia actividad poltica delestadista experi-

    ment frente

    a

    Filipo sobre todo

    a partir de Ia paz de

    Fil-

    1 5 .

    Contrtbuti alla

    caratterlstica

    ai

    Demostene

    CM III 1931 pp.

    711-744;

    yChiarimento alla caratteristica

    di

    Demostene ibidem pp. 975 y s.

    16. Filipo il Macedone Firenze1934.

    Universidad Pontificia de Salamanca

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    ISMAEL

    ROC

    MELIA

    crates

    17

    .Sinembargo en otro lugar

    8

    ,afirma: SiAtenas resul-

    ta victoriosa, lasciudades aceptarn por necesidad o por grati-

    tud su hegemonia. El objetivo de Ja gran batalla es el Imperio.

    Pensamiento

    que

    reproduce

    en Ia

    introduccin

    aotro de sus li-

    bros

    : Y

    piedra sobre piedra f u n d

    el

    edificio

    de Ia

    nueva liga

    ateniense, d e Ia qu e

    tena

    qu e

    salir y

    el

    gran triunfo

    f inal de Ia

    alianza con Tebas aparece como auspicio y promesa el Imperio

    de Atenas.

    Solucin que tampoco nos satisface como veremos

    ms adelante.

    Enemigo declarado del panhelenismo demosteniano se de-

    muestra asimismo

    H. B. Dunkel en su

    estudio

    Was

    Demosthenes

    a

    P anhellenisW

    2 0

    .

    Segn

    l

    Demstenes

    no

    tuvo verdadero senti-

    miento panhelnico; si recurri a l fue porque pensaba asi

    poder salvar a Atenas, centro de suspreocupaciones.

    Sihemos expuesto algunos de los juicios que niegan o mini-

    mizan el programa panhelnico del poltico ateniense, por cuan-

    to

    interesa conocer

    las

    sentencias contrarias

    y los

    argumentos

    en

    que

    se

    fundan;

    no

    obstante albergamos Ia conviccin

    de que

    muchos

    de los

    puntoSj

    de

    vista expuestos

    han

    quedado

    yasupe-

    rados,

    y

    cambiada,

    o al

    menos mejorada,

    Ia

    apreciacin

    de un

    Demstenes poltico particularista e imprevisor del

    futuro.

    Como en Ia poca clsica, tambin en el pasado siglo hubo

    defensores de Demstenes,

    entre

    los que destaca A . S ch aefer

    2 I

    .

    Pero ahora, y segn pide el tema propuesto, nos referimos a dos

    autores

    contemporneos: Jaeger y Luccioni.

    W . Jaeger en su ya citada obra

    22

    observa que los indicios

    de

    panhelenismo se acusan con creciente claridad a Io largo de

    todos

    los discursos de Demstenes

    posteriores

    a

    Ia

    paz de

    Fil-

    crates.Cita all eldiscurso Sobre k t

    Paz

    Ia

    Segunda

    Filpica, el

    discurso

    Sobre lo s

    asuntos

    del Qursoneso y Ia Tercera

    Filpica.

    En el anlisisque nosbrinda deesta ltima arenga, pp.211-215,

    17 . Cf .

    Rivista

    di

    Filologa,

    LX 1932, pp. 68 y ss.

    1 8. Demo stene e to libert greca Bari 1933, p. 119.

    1 9.

    L Oraziane

    per Ia Corona Milano 19622 p. 19.

    2 0.

    C.Ph,1938,pp.291-305.

    21 .

    Demosthenes una seine

    Zeit Leipzig 1885-87.

    22 .

    Demstenes

    p.

    302, nota

    43

    del

    cap. VII.

    Universidad Pontificia de Salamanca

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

    7/28

    POLITICA P A N H E L E N I C A EN DEMOS TENES 9

    pone

    de

    relievela preocupacin

    que

    el gran

    estadista

    demuestra

    por

    toda

    Ia

    helenidad, situada

    en

    grave peligro

    y

    Ia necesidad

    de

    agrupar

    a

    todos

    los

    griegos

    en

    torno

    a

    Atenas, defensora

    an-

    cestral

    de Ia

    libertad griega.

    Al

    hacer

    el

    recuento

    de los

    delitos

    cometidos por F ilipo con tra toda Grecia, y no slo contra Ate-

    nas,

    quiere el orador que

    todos

    los

    helenos sacudan

    su ,inerciaiy

    abandono y se den cuenta de

    Ia

    comunidad de Ia

    causa,

    to-

    siste Jaeger:

    en

    que

    los

    investigadores

    han

    pasado

    por

    alto

    el

    hecho

    de que, despusde Ia infor tunadapaz de Filcrates toda

    Ia poltica de

    Demstenes

    no fue

    sino

    una

    lucha

    sin

    paralelo

    por

    Ia

    unificacin

    nacional

    p.

    214). Buen conocedor

    de l

    alma griega

    Demstenes

    comprenda que,

    si en

    medio

    de Ia

    relativa

    tran-

    quilidad,

    de que

    hasta entonces haban disfrutado

    la s

    ciudades

    griegas, el sentimiento panhelnico no poda prosperar; por el

    contrario

    al

    presentarse

    en

    escena

    un

    poderoso enemigo

    y po-

    nerse

    en

    grave riesgo Ia libertad

    e

    independencia

    comn,

    podra

    lograr se produjese,

    como realmente

    as

    fue ,

    el

    levantamiento

    nacional frente

    a Ia

    amenaza exterior.

    E l

    panhelenismo en funcin de

    a

    hegemona ateniense

    Se

    haca esperar

    unaobra

    como Ia

    de J. Luccioni

    23

    , yaantes

    mencionada,

    que

    viniera

    a dar

    cumplida respuesta

    a Ia

    idea

    lanzada

    por

    Jaeger, desarrollando am pliamente

    su

    pensamiento.

    El

    estudio

    que

    hace

    el profesor de Ia

    Universidad

    deArgel

    sobre

    el

    panhelenismodemostenianodestaca por su ampliadocumen-

    tacin, solidez de argumentos y elegancia de diccin. Maneja a

    conciencia una bibliografa casiexhaustiva porlo quese reflere

    a losautores modernos, y o f r e c e abundantes citas tantode los

    propiosdiscursos

    de Demstenes,

    como

    de las fuentes clsicas

    contemporneasalorador.Si elmtodo con que procede en su

    obraesexcelente, las

    conclusiones aque

    ha llegadonos han

    de-

    f r a u d a d o u n p o c o .

    Acontinuacin

    brindamos

    un rasumende las

    ideas funda-

    23. mosthne et le panhellnisme

    Universidad Pontificia de Salamanca

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

    8/28

    40

    ISMAEL

    ROC

    MELIA

    mentales de

    Ia

    obra,para hacer luego algunas observaciones,

    qu e creemos pueden ser de utilidad.

    Luccioni

    empieza con un estudio del tema

    panhelnico

    pp.

    1-10), que Ia literatura griega anterior a Demstenes abord

    particularmente

    elpanhelenismode los oradores expuesto en

    lo s debates politicos, y que sin duda influy en

    Ia

    formacin

    de su ideologa poltica.

    El

    panhelenismo

    demosteniano

    frenteaPilipo deMacedonia

    pp. 11-38) exigia Iaunin de

    todos

    los griegos para resistir a Ia

    opresin,

    Ia

    peor que, en frase de Demstenes, Grecia haba

    conocido. Prescindiendo delproblema de si Filipo era o no de

    raza griegageneralmente se reconoca como griega a

    Ia

    dinas-

    ta reinante enMacedonia,slbenDemstenesno

    Io

    admitia,

    el

    rey

    macednico apareca

    ante

    Ia consideracin

    del

    poltico

    ateniense como un genio desmesurado y malfico, extraodel

    todo al espritu griego, como una fuerzaque era por naturaleza

    Ia

    anttesis delhelenismo. Lepareca que elMacedonio amena-

    zaba

    a

    todas

    las

    ciudades griegas

    por agual, a resultas de una

    voluntad dedominioque Ieera propia, como efecto de su

    s p p t c

    pero

    tambin a causa de una especie de antagonismo perma-

    nenteque necesariamente exista entre Grecia y l, que, en lti-

    mo trmino, se resolvaen Ia oposicin natural entre Iademo-

    cracia,

    forma

    de gobierno caracterstica de

    Ia

    estirpe griega, y

    Ia tirana

    representada

    por

    Filipo.

    De

    aqu

    Ia

    proclama panhe-

    lnica de IaTercera Filpica. UnaGrecia unida en una poltica

    comn, fundada sobreel principio de

    Ia

    resistencia alenemigo

    macednico:

    he ah el espectculo que Demstenes deseaba con-

    templar

    p.

    38).

    Con todoelpanhelenismo demosteniano en sumomento his-

    trico no arga Iaguerra contra lospersas pp.39-69).Dems-

    tenesqueria ver a los griegos unidos para proteger Iacomunidad

    helnica contra los pueblos barbaros,pensaba en que Atenas

    acaudillara a losdiversos estados en

    Ia

    defensa de los valores de

    Iacivilizacin griega; pero promova un panhelenismo realista,

    pues en aquel entonces el sentimientode hostilidad, que

    Ia

    opi-

    nin pblica griega mantena para con el Reypersa,notenara-

    zn

    de ser. Su poltica

    panhelnica

    supona

    Ia

    unin de los grie-

    gosfrente alpeligrode lospueblos brbaros, enemigosdeAtenas

    Universidad Pontificia de Salamanca

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

    9/28

    POLITICA P A N H E L E N l C A E N D E M O S T E N E S

    4

    por

    naturaleza. Pero

    entonces el

    nico enemigo verdaderamente

    temible era Filipo. De aqu que el miedo que ste infunda a De-

    mstenes

    daba su expresin particular al

    panhelenismo

    pro-

    pugnado por el orador. A s

    Demstenes

    buscaba Ia coalicin de

    todos cuantos tenan motivos de temar a Filipo, incluida por

    tanto

    Ia

    alianza

    con

    Persia. Era, pues,

    una

    poltica ordenada

    al

    bien

    de Atenas y de

    Grecia,

    y por

    Io mismo

    panhelnica. L a

    alianza con un pueblo brb aro, l im itad a al caso concreto de

    Pilipo, sera til

    a los

    griegos para com batir

    a

    otro brbaro.

    U na

    vez

    salvada

    Ia situacin,

    no se consideraran

    obligados

    a

    mante-

    ner

    Ia

    alianza

    e

    incluso podran l imitar

    el

    pod ero persa,

    si

    fuere

    necesario.

    Llegamos

    al

    cap.

    IV

    pp .

    70-124)

    donde Luccioni seala Ia

    ca-

    racterstica esencial

    del

    panhelenismo demosteniano,

    es

    decir ,

    se

    trata

    de un ideal panhelnieo en funcin de Ia hegemonia

    ateniense,

    o

    me jor

    dicho, sub ord inad o a el la. N os va diciendo

    el

    autor que Demstenes

    celebra

    las glorias pasada s de su pa-

    tria,

    defensora

    de las l ibertades griegas, vgr. , cua nd o las gu erras

    mdicas,

    m s

    tarde frente Esparta. . . ,

    no

    para complacerse vana-

    mente

    en

    ellas, sino

    para

    excitar

    a los

    oyentes

    a

    imitar

    su

    e j e m -

    plo.

    Objet ivo

    de Ia poltica ateniense era un ideal justo, Ia defen-

    sa de los

    oprimidos c f . vgr. ,

    el

    discurso

    En

    favor

    de los Megalo-

    politas ,

    pero

    de

    suerte

    que

    esta postura noble

    y

    generosa,

    no

    dejase de servir a los intereses de Atenas. Dado que

    sta

    ,se cons-

    titua

    en

    paladn

    de Ia

    l ibe r tad he lnica , Fi lipo

    al

    que r e r

    im -

    ponerse

    en

    Grecia, ipso facto haca Ia gue r r a

    a

    Atenas.

    El rey

    de Macedonia, segn Demstenes, haba comprendido que los

    atenienses

    posean el sentido de

    Ia

    justicia y el deseo de cumplir

    su

    misin

    de

    defensa panhelnica. Tema

    de

    Ia propagand a ate-

    niense

    era presentar aFilipo

    como enemigo comn

    de

    todos

    los

    griegos y a Atenas como a su protectora natu ral . Para cumpl i r

    con

    su

    misin panhelnica, Atenas

    tena que

    despertar

    de su le-

    targo y experimentar un resug imie nto eviden te en todos los as-

    pectos:

    en el

    orden m ilitar ,

    financiero,

    dip lomtico

    y

    moral . Para

    un patriota

    ateniense

    ver a su

    ciudad

    de

    nuevo preponderante

    era Io esencial, pero en Ia medida en que Ia poltica en inters

    de

    A tenas tenda a preservar a Grecia de

    Ia

    tirana maced-

    nica

    deba

    ser

    tenida

    por

    panhelnica

    en el

    mejor sentido

    de Ia

    Universidad Pontificia de Salamanca

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

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    ISMAEL ROC

    MELI

    pala bra cf . p. 102). Pa ra Demstenes no haba contradiccin

    entre patriotismo griego y ateniense, antes bien se completaban

    y

    constituan

    dos

    partes indispensables

    de una

    misma poltica:

    Ia defensa de

    Ia

    civilizacin griega fr en te a Filipo. El orador no

    quera que Ia

    lucha entre Atenas

    y

    Macedoniafuese considerada

    por los

    dems griegos, segn

    era en

    realidad, como

    el

    conflicto

    entre dos imperialismos; por el momento

    Ie

    interesaba ocultar

    Ia

    verdad

    y

    ganar adeptos para

    su

    causa, pe ro

    en el

    caso

    detriun-

    fa r

    frente a Filipo, Atenas hubiera

    vuelto

    asu poltica tradicio-

    nal: armonizar el panhelenismo con Ia hegemona ateniense.

    Dem stenes pensab a que

    si Atenas

    tena todo su inters en

    ejercer

    Ia

    hegemona

    en Grecia,

    Grecia tena todo

    suintersen

    en

    reconocer Ia hegemona

    de

    Atenas

    p.

    117).

    Pon

    donde queda justificada

    Ia

    poltica

    de

    Demstenes pp.

    125-148). Como

    ciudadano

    j r p i o razonable, tal

    como

    debe

    ser)

    se haba entregado al bien de su ciudad para asegurarle Ia

    gloria

    y

    Ia preemiencia.N uestropoltico

    se

    presentaba como

    un

    hombre

    que no haba cesado de cumplir

    este

    deber

    cvico)

    por-

    que

    haba preconizado siempre una poltica panhelnica que, a

    su juicio, deba ser el instrumento de

    Ia

    grandeza deA tenas

    p. 148).

    Por el

    contrario Ia

    u p t

    caracterizaba

    a

    Esquines,

    es

    decir,

    defina al

    hombre

    que no

    cumpla

    sus

    deberes ciudadanos.

    Si es-

    taba

    al ladodeFilipono eraporqu e aprobasee lprogram a panhe-

    lnico

    del Macedonio

    no

    parece que Esquines hubiera tenido

    jams

    una

    concepcin bien clara

    deIa

    unidad griega ,

    sino

    por-

    que

    estaba convencido

    de que no era

    posible actuar

    de

    otro

    mo-

    do, reconociendocon ello

    Ia

    inferioridadde Atenas. Iscrates,en

    cambio,

    con su

    panhelenism o p rom acedn ico, haba disociado

    en

    el espritu de los atenienses las dos nociones de panhelenismo

    y hegemona segn Demstenes, complementarias Ia una de

    Ia

    otra

    pp . 149-163).

    En conclusin pp. 165-180), segn Lucc ioni, A tenas y no Ma-

    cedonia mereca con derecho representar Ia civilizacin griega

    y

    dirigir a Grecia. Si en poder

    de

    Filipo estaba

    Ia fuerza,

    Atenas

    era Ia

    escuela

    de

    Grecia,

    su

    educadora,

    su

    centro espiritual.

    Fi-

    lipo miraba a su provecho y ambicin, y no cumpla las

    obUga-

    ciones que

    Ie

    impona el panhelenismo. Por el contrario el pro-

    Universidad Pontificia de Salamanca

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

    11/28

    POLITICA PANHELENICA

    EN

    DEMOSTENES

    43

    grama

    panhelnico

    demosteniano era Ia defensa antimaced-

    nica

    y el

    retorno

    al

    concepto

    de

    Ia hegemona ateniense, pero

    proceda del sentimiento de Ia solidaridad helnica, y de una

    consideracin particular

    de los

    intereses

    de los

    griegos.

    La

    frase

    final del librode L>uccioni viene a resumir Ia tesis

    defendida por su autor: No tenemos derecho a repro cha r en

    Dem stenes el hab er q ue rido dar una solucin ateniense al pro-

    blema

    panhelnico

    p.

    180). Com o ademas

    insiste en que Io

    primero

    para Demstenes era Ia grandeza de su patria, Ia hege-

    mona;

    y que el

    panhelenismo estaba sub ordina do

    al

    patriotis-

    mo

    local

    p.

    102),

    Ia

    concepcin panhelnica

    de

    Demstenes

    re-

    sulta

    un tanto de va

    estrecha.

    Ante

    semejante solucin del problema propuesto, nos atre-

    vemos a formular

    esta pregunta:

    no

    sera

    mejor

    minimizar bas-

    tante

    el

    ideal

    de Ia

    hegemona

    en

    Dem stenes, para

    reforzar no

    poco su aspiracin panhelnica? N atu ralm en te no nos m ueve n

    los prejuicios propios del hum anista que quiere ideaUzar a los

    clsicos, sino el deseo de objetividad, fundamentado en slidas

    razones.

    Nueva

    visin

    del

    panhelenismo demosteniano

    Nuestro

    punto

    de

    vista Io hubiera compartido

    G .

    Mathieu,

    ta l

    como pu ed e colegirse

    de Ia

    siguiente afirmacin

    24

    :

    el

    orador

    evoca repetidas veces lo s recuerdosdel pasado y presenta

    como

    ejemplo

    a los

    antepasados

    del

    siglo

    V.

    Pero

    se da

    cuenta

    que las

    circunstancias

    han

    cambiado.. . ; para Demstenes

    los

    tiempos

    del

    imperiaUsmo

    ateniense

    han

    pasado

    sin

    posibilidad

    de re-

    torno.

    Ms que en una hegemona ateniense Demstenes piensa

    en una direccin libremente aceptada por los griegos y que se

    impone mejor por el ejemplo que por el mando.

    En

    efecto,

    Ia

    hegemona

    tal

    como

    se

    habia llevado

    a

    cabo

    por

    los diversos estados que en el curso de Ia historia Ia haban

    ejercido

    en

    Grecia, supona

    el

    predominio absorbente

    de una

    ciudad

    griega

    en

    detr imento

    de las

    otras,

    y se

    conservaba

    me-

    4 Dmosthne, l homme et

    Voeuvre p.

    167.

    Universidad Pontificia de Salamanca

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    ISMAEL

    R O C A

    MELIA

    diante

    el

    debilitamiento

    econmico o politico, y, si el

    caso

    Io

    requeria, mediante

    el

    aniquilamiento

    de los

    rivales

    m s

    impor-

    tantes

    2S

    .

    De aqu que Demstenes, al darse cuenta de los impor-

    tantes cam bios que en el decu rso de los aos se haban prod u-

    cidotanto en Iaestrategia

    mili tar como

    en

    Ia poltica cf .

    Ter-

    cera F ilipica> 47),y con Ia triste experiencia de losabusos en que

    incurrieron las pasadas

    hegemonas,

    se convenciese de que su

    pa tria tena q ue contentarse con mu cho menos que en el pasado ;

    y si deba aspirar a una direccin ms o menos efectiva de los

    asuntos griegos,tena que comportarse sin egosmosni imposi-

    ciones. Asi, segn Jaeger

    2 6

    con

    Ia

    Tercera Filpica

    Demstenes

    lleg a una etapa decisiva de su pensamiento poltico. En sus

    prim eros d iscursos hab a sido pu ram ente el poltico

    prctico,

    el fro y calculador representante de los intereses de su estado.

    Estaba todava enteramente enraizado

    en las

    tradiciones guber-

    namentales de Atenas, sin traspasar jams los lmites de su cl-

    sica poltica del equil ibriod e poder para el interior de Grecia.

    Pero al aparecer desdem s all de Ia f rontera griega este nu evo

    enemigo poderoso,se vio obligadoa adoptar un plan de accin

    distinto. Y m s adelante a ad e: En

    este

    perodo prescindi

    deliberadamente de todos los impedimentos propios del poltico

    que se preocupa exclusivamente por los intereses

    atenienses,

    y

    se

    dedic

    a una

    labor

    m s

    excelsa

    que

    Ia

    que

    proyectara jams

    o hubiera podido proyectar siquiera ningn estadista griego

    antesq uel . . .Supanhelenismoera elresultadode una voluntad

    dispuesta a afirmar

    Ia

    personalidad nacional, deliberadamente

    opuesta a

    Ia

    entrega nacional enunciada por

    Iscrates

    pp . 2 14

    y

    215).

    Gracias

    a

    Ia

    admirable ac t ividad

    demosteniana

    y al te-

    mor que

    inspiraba Ia amenaza

    de

    Filipo, fueron desapareciendo

    las divisiones e ntre los griegos y se impu so el levantam iento na-

    cional hacia

    un

    panhelenismo poco

    antes

    imposible

    de

    concebir.

    La

    intuicin deDemstenesy suprod lgiosa labor

    parecen

    una

    hazaa casi sobrehumana .Es decir,queDemstenes de pol-

    25. U. WiLCKEN, o.c. , p. 280 ypassim.

    26.

    Demstenes

    p. 213.

    2 7. C f , pp . 22 0 y 221,

    Universidad Pontificia de Salamanca

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    POL IT IC A P A N H E L E N I C A

    E N

    D E M O S T E N E S 5

    t ico particularista , par a quien elpunto departida detodopanhe-

    lenismo era el inters de Atenas acab convirtindose en el es-

    tadista

    panhelnico de

    Ia

    Tercera Filpica, para el que

    Ia

    gran

    misin de

    Atenas consista

    en

    encabezar Ia unin

    de los

    griegos

    contra Filipo

    de Macedonia

    28

    .

    Recordemos sino

    Ia

    actividad incesante que despleg a par-

    tir de

    Ia

    paz filocratea. En 344

    Demstenes

    fue en

    calidad

    de

    e m b a j a d o r

    a Mesenay Argos, t r a t a n d o de p r o m o v e r Ia descon-

    fianza

    de

    estos pueb los hacia Filipo en los nn. 2 0 - 2 5 de Ia Se-

    gunda Filpica nos br inda

    Ia

    relacin del discurso pronunciado

    a los

    mesenios).

    P or

    Ia

    pr im a ve ra

    del 342 una

    nue va e m ba ja d a ,

    en

    Ia

    que a c om pa a ron al orador Polieuctoy H egesipo cf .

    Ter-

    cera Filpica 72 ) , impidi que Filipo interviniera en el Pelopo-

    neso y en Ambracia . En j u n i o del 341 y como efecto inmediato

    de

    Ia

    Tercera Filpica, los atenienses al mando de Cesofonte

    pasaron a Iaisla de Eubea

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

    14/28

    ISMAEL ROC MELlA

    en Ia que

    Demstenes

    y, a

    impulsos

    de su

    palabra

    y

    accin, Ate-

    nas se

    impusieron

    tantos

    sacrificios

    y privaciones

    para salvar

    a

    Grecia deIa ambicin de Filipo, en una empresapanhelnica en

    Ia que se arriesgab an Iapropia supervivencia de Iaciuda d, se nos

    insiste

    en que el

    poltico ateniense labora ba

    ante

    todo

    por una

    eventual hegemona de Atenas, al estilo de

    Ia

    practicada por

    Pericles

    en

    Ia liga tico-dlica

    x

    tal

    af i rmacin

    nos

    parece

    excesiva.

    En

    todo caso juzga m os de capital importan cia,

    para

    dilucidar

    el

    problema, los argumentos que se derivan de los propios dis-

    cursos de Demstenes, pronunciados despus de realizada Ia paz

    de Filcrates.

    Testimonios de Demstenes en favor del nuevo p nhelenismo

    Pasamos

    por

    alto

    las

    afirmaciones contenidas

    en el

    discurso

    Sobre Ia

    Pa z donde Demstenes tomando

    consejo del

    enemigo

    y

    pensando

    en Ia futura

    cooperacin

    con los

    dems griegos,

    es-

    boza

    su

    futuro

    panhelenismo; esto

    es,

    insina veladamente

    su

    intencin de separar del lado de Filipo y

    atraer

    a

    Ia

    causa de

    Atenas, mediante ciertasconcesiones,y Ia tutela de sus

    intereses

    particulares,

    a los

    pueblos

    de

    M egalpolis,Argos,M esenia

    y

    otros

    peloponesios,

    Tesalia y

    Tebas

    31

    .

    Ya en Ia Segunda Filpica aparecen textos claros que con-

    firman

    el

    programa

    panhelnico

    de Demstenes, abierto y de-

    mocrtico,

    no tendente a

    Ia

    hegemona, como veremos. En el

    n. 2, el orador se lam enta de que cua nto ms claramen te se

    demuestra que Filipo quebranta Ia paz. . . y que maquina pro-

    yectos contra todos

    los

    griegos,

    ms difcil

    resulta indicar

    a los

    atenienses Ia decisin que deben tomar.En el n. 8hace resaltar

    pese a Ia despreocupacin y abandono politico de sus compa-

    triotas Ia

    disposicin innata

    deestosde

    velar

    por Ia

    salvacin

    de Grecia y sacrificarse generosamente por su causa;

    Filipo)

    30.

    Cf.

    LucciONi,

    o. c. p.

    115.

    31.

    Cf.

    nn. 15 18 24 y 25 del discurso; I.

    RocA MELiA, Discurso sobre I a

    PO2,

    Salamanca 1965,pp. 19-25.

    Universidad Pontificia de Salamanca

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

    15/28

    P O L I T I C A P A N H E L E N I C A EN D E M O S T E N E S 47

    se ha dado

    per fec tamente

    cuentaque anuest ra c iudady a un ca-

    rcter como elvuestro no poda prometer n i concedernada que

    le s

    indujese

    a

    entregarle

    por una

    ventaja personal

    a

    ninguno

    de

    los otros pueblos griegos, sino que al c on trario tenien do en cuen -

    ta Ia justicia y evitando Ia infamia inherente a una ta l ac tua-

    cin.. . os opondrais a l, si tramase algo semejante, con Ia mis-

    m a

    energa

    que si os

    encontraseis

    en

    guerra

    con l.

    Predica ,

    pues,

    Demstenes

    un

    desinters panheln ico

    quenada

    tiene

    que

    ver

    con

    Ia

    prctica histrica

    de

    Ia

    hegem on a. Poco despus

    n. 10)

    rubr ica

    este pensamiento: Fil ipo) os ha juzgado. . . como a los

    nicos, entre todos, que no sacr ifica ran por

    nin n

    provecho lo s

    derechos comunes deGrecia,n i cambiaran por nin n favor ni

    por

    inters alguno

    Ia

    leal tad para

    con los

    griegos. Lejos

    de

    asociar Ia defensa de ,los griegos con el inters de Atenas, De-

    mstenes se expresa con nobleza, convencido de que, sin nece-

    sidad de proponrselo, su patria cosechara iguales o incluso ma-

    yores f ru tos de una tal actua ci n. Pero el n. 1 1ncs parece par -

    t icularmente expresivoa este respecto. Presenta una leccin del

    pasado:

    Ia f r anca

    y

    noble reaccin

    de

    Atenas

    32

    , al

    rechazar

    Ia

    propuesta

    del rey de

    Macedonia, A lejandro, quien,

    en

    calidad

    de

    embajador

    del

    general

    persa

    Mardonio, prometa otorgarle

    el

    dominio deGrecia, a condicin depactar una alianza con el rey

    Jerjes. Dem stenes aseg ura que los antep asado s no solam ente

    no aceptaron esta proposic in segn Herdoto , 1. c., su res-

    puesta fue que jams realizaran al ianza con elb r b a r oen tan-

    to que el solsiguiera su curso

    . . .

    sinoque

    prefir ieron

    abandona r

    su

    pas

    y disponerse a afrontar toda clase de sufr imientos. . . .

    Por ello Pilipo buscaba

    Ia

    amistad con otros pueblos, a los que

    el

    argumento de

    Ia

    ambicin y el

    inters

    pu diera persuadir, ya

    que

    ...pensaba

    que si os

    escoga

    a

    vosotros,

    os

    tendra como

    amigos

    paralas

    causas

    justas,

    mientras

    que si seuna a aquellos

    tendra

    unos auxiliares de su propia ambicin n. 12). Por

    Io

    tanto

    segn Demstenes, Ia justicia

    y no el

    inters

    era el

    m vil

    de supatriaen

    Ia

    empresa panhelnica.

    En Ia misma lnea de argum entacin situamos diversos tex-

    32

    Cf.

    HERODOTO VIII 143

    Universidad Pontificia de Salamanca

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

    16/28

    ISM EL

    R O C

    MELI

    tos del

    discurso

    Sobre losasuntos del Quersoneso En losnn.35-

    37 ,

    cuando

    en

    legtima suposicin aduce

    los

    reproches

    que

    otros

    griegos,dialogando

    con

    Atenas, podrian echarle

    en

    cara

    a

    causa

    de su

    desidia politica, quotro objetivo

    se

    propone Demstenes

    sinoel de estimular a sus conciudadanosa

    Ia

    accin ecaz

    para

    Ia

    defensa comn,

    a fln de que

    cumplan

    del

    modo

    ms

    convin-

    cente su misin panhelnica? En todo caso el pasaje queda ilu-

    minado por un texto tan expresivo

    como

    ste :

    Porque vosotros,

    dice

    el orador a sus paisanos, no estis naturalmente dotados

    para ambicionar

    el

    mando,

    ni

    para m antenerlo, pero

    tenishabi-

    lidad

    para

    imped ir que otros se ap ode ren de l, o para quitr-

    seloal que Io

    posee;

    en una

    palabra, para poner obstculos

    a los

    que

    quieren mandar

    ypara

    libertar

    a

    todos

    lo s

    hom bres escla-

    vizados (n .

    42).

    E n

    resumen:

    tal

    como

    se

    deduce

    de

    todo

    el

    contexto, Pilipo est contra Atenas por ser

    Ia

    gran defe nsora de

    las

    democracias

    y

    dispuesta

    a

    impedir cualquier hegemonia

    que

    atente contra su constitucin politica. PorquDemstenes pide

    recursos econmicos y mantener en pie de guerra un potente

    ejrcito? A fin de

    que,

    del

    mismo modo

    que

    Filipo tiene

    siem-

    pre

    fuerzas

    a

    punto

    para

    atropellar

    y

    esclavizar

    a

    todos

    los

    grie-

    gos,

    vosotroslas tengis dispuestas para salvarlos y socorrerlos

    a todos (n. 46). Elestadista ateniense reconoce que Ia magna

    empresa panhelnica exigir niuchos gastos, mucho trabajo y

    no

    menor

    esfuerzo, pero no

    recurre

    a

    Ia

    promesa

    de

    compen-

    saciones

    y

    ventajas

    futuras

    para just icar

    su

    realizacin,

    sino

    al simple argumento de que

    Ia

    carga ser ms pesada todava,

    cuan to ms tiemp o transc urra ( c f. n. 48). P ero es sobre todo el

    n. 49 que nos parece particularmente revelador del elevado sen-

    timiento

    de solidaridad panhelnica, que

    nada

    tiene que ver

    con

    el

    egosmo

    e

    intereses creados

    de las

    hegemonas

    histricas:

    Porque si algn dios nos garantizase ya que no hay ningn

    hombre

    capaz

    deello,

    que , mantenindoos quietos

    y

    dejndolo

    hacer todo, Filipo no

    acabara

    viniendo contra vosotros, sera

    una vergenza porZeusy por todas la sd ivinidades y una con-

    ducta indigna

    de

    vosotros,

    de Ia

    potencia

    de Ia repbUca y de

    las gestas de

    vuestros

    antepasados que por

    vuestra indolencia

    dejaseis caer en

    Ia

    esclavitud a todos los dems

    griegos;

    por

    Io

    que

    a m respecta preferir a antes morir que habroslo aconse-

    Universidad Pontificia de Salamanca

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

    17/28

    PLrriCA

    PANllELENICA

    E N

    D E M O S T E N E S

    49

    jado*.

    Enefecto, comopoco

    despus dir elorador n .51):

    ...pa-

    ra el

    hombre libre

    Ia

    mxima necesidad

    es el

    honor frente

    a los

    acontecimientos,

    y yo no

    conozco ninguna

    m s

    imperiosa

    que

    pudiera sealar....

    U n

    discurso como

    Ia

    Tercera Filipica

    es

    verdaderamente

    un

    discurso

    panhelnico

    33

    .

    S in

    embargo

    en

    cuanto

    al

    matiz

    de su

    panhelenismo disentimos

    de

    Luccioni

    ;

    Ioencontramos

    m s

    desin-

    teresado, ymenos abocado a unahegemonia ateniense de Ioque

    dicho autor supone.

    Harto conocida es Iafrase del orador en el n. 20 de

    esta Pili-

    pica,

    con

    Ia

    que

    expresa

    su

    preocupacin

    por

    Ia

    suerte

    de

    todos

    loshelenos

    : es

    necesario asimismo deliberar sobre

    los

    intereses

    detodos losgriegos, porqueseencuentran engravisimopeligro.

    Demstenes, precisando esta su inquietudpanhelnicaen los p-

    rrafossiguientes de suarenga, lamenta quetodos empezandopor

    losatenienses le han concedido a Filipo) precisamente aquello

    que

    en todo el tiempo anterior era el motivo detodaslas guerras

    entre

    los

    griegos...

    E l

    derecho

    de

    hacer cuanto quiere

    y de ir

    mutilando y despojando uno tras otro a los pueblos griegos, y

    de

    atacar

    las

    ciudades

    y

    esclavizarlas

    n.

    22).

    E s

    decir,

    que

    FiIi-

    po sin encontrar oposicin alguna se ha visto poseedor de Ia

    hegemona enGrecia, Ia que ejerce de un

    /modo

    mucho ms ar-

    bitrario yabsolutista decomo

    Io

    hicieron lastrespotencias grie-

    gas que

    sucesivamente gozaron

    de

    ella.

    Ya que el

    resto

    de

    Grecia

    se

    una

    para reprimir

    los

    abusos

    reales, o

    considerados como

    tales, de Ia

    potencia dominante cf.

    nn. 23 y

    24).

    Demstenes en todo este pasaje parece admitir Ia necesidad

    de

    un

    equilibrio

    poltico, del que

    eran conscientes

    los

    antepasa-

    dos,

    con el

    objeto

    de

    evitar

    los

    excesos

    de Ia

    hegemona. Pero

    a

    Luccioni Ieparece sintomtico que el orador, al recordar las in-

    justicias

    que

    haban cometido

    los

    diversos estados

    que

    ejercie-

    ro n Ia supremaca en Grecia antes de Filipo, da a Ia idea Ia

    expresin ms

    atenuada posible cuando

    se

    trata

    de

    Atenas

    o.

    33. LucciONi,

    o.

    c.,

    p. 25; Cf. A.

    PUEcw,

    Les

    Philippiques de Dmosthne

    Psurts

    1952,

    p. 181 ;

    JAEGER,

    Demstenes

    p. 205 ; P.

    BLAss,

    Die

    attische

    Bered-

    sam ceit Leipzig 1893, III 1), p. 379, obra,reimpresa en 1962.

    Universidad Pontificia de Salamanca

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

    18/28

    SM EL

    ROC

    MELI

    c.,p. 114).Lamayor suavidad deltono adoptadoporDemstenes

    al referirsea su

    patria

    esinnegable cf.en el n. 24 o

    ^ E T p u w ;

    iU

    x o u v 7 t p o o f a p e a < u frente

    a

    x X e o v 0 C e i v x e ^ e p o u v

    x c d T t p a

    too

    p x t p t o u t

    x a e a i 7 | x o V

    e x v o u v ,

    referido

    a Iahegemonia espartana). Pero

    esta

    relativa indulgnciadeloradornopermiteconcluirqueDemste-

    nes aprobase tcitamente Ia hegemonia ateniense en el pasado.

    La

    expresin citada, entre otras causas, puede explicarse por un

    doble motivo:primeramente en razndelpatriotismo nunca fe-

    mentido delorador; ensegundo lugar, porqueIa hegemona ate-

    niense con todos sus defectos fue a no dudarlo msbeneficiosa

    para lo sconfederadosqu e

    Ia

    espartana o

    Ia

    tebana. Jaeger

    afir-

    ma sin rebozo: . . .el predominio de Esparta no fue realmente

    comparable

    al de Ia hegemona ateniense que Io haba prece-

    dido..., fuedesdeelprincipio puramente militar,s inningn fun-

    damento culturaloeconmico. Entoncesera imposible sostener,

    como

    en los

    tiempos

    del

    auge ateniense,

    que por

    obra

    del

    vigor

    irresistible y Ia fuerza transformadora de un solo estado, se

    hubieseproducidoun nuevo desarrollo y una redistribucin de

    todos los poderes vitales de

    Ia

    nacin... Tebas estaba todava

    menos preparadaparaelpapel directivoque sbitamente Ie ca-

    yen suerte con el xitode su levantamiento contra Ia arbitra-

    rla dominacin espartana

    M

    .

    Sinembargo, sinceramente nopodemos admitir Iaafirmacin

    de

    Luccioni

    3S

    que

    dice: Demstenes

    no

    slo

    no

    condenaba Ia

    poltica de hegemonia quehaba sido Ia de Atenas en el pasa-

    d o . . . sino ms bien tejia sin cesar el elogiode un pasado lleno

    de gloria, pues

    el n. 25 y 30

    de IaFilpica

    en

    cuestin contra-

    dicen este aserto:

    Sin

    embargo

    tod s tos injustici s cometid s

    por loslacedemoniosen treinta aos dehegemona y

    por

    nms

    tros antepasados en

    setenta

    -^eI orador reconoce

    por

    tanto

    las

    injusticias cometidaspor Atenasque nopuede menosdeconde-

    nar,

    no igualan a i lo s atropellos que Filipo ha infligido a los

    griegos a partir de los trece aos escasos desde que sali de Ia

    oscuridad. . .

    n. 25).

    Acon t i nuac i n

    n. 30)recalca elhecho de

    la s

    injusticias

    que con el

    resto

    de

    Grecia cometieron espartanos

    34. DCmOStCUeS

    1

    pp. 16 y 17.

    35. O. c. pp. 114-115.

    Universidad Pontificia de Salamanca

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

    19/28

    POLITICA

    PANHELENICA

    EN

    DEMOSTENES

    5

    y

    atenienses, en eltiempo de su hegemona: Ysabis muybien

    estootro: que todo

    cuanto

    los

    griegos

    sufrieron de

    parte

    de los

    lacedemonios

    y de

    nosotros mismos

    por

    Io

    menos

    era de

    hiJos

    legitimos

    de

    Grecia

    de

    quienes reciban

    Iainjur ia .

    Seguidamen-

    te

    para desvanecer toda duda sobre

    el

    particular, ilustra

    con un

    ejemplo Ia afirmacin

    hecha:

    Se

    poda suponer

    que

    todo acon-

    tecadelmismo modoque en una casa rica, cuandou nhijo leg-

    timo hace

    uso

    malo

    e

    impropio

    de Ia

    fortuna

    ; eneste punto me

    reca

    reproche y censura, pero no se podra decir que hiciera

    esto

    sin ser miembrode

    Ia

    familiay sin tener derecho a

    Ia

    he-

    rencia.

    El

    argumento concluye

    a

    fortiori

    en

    relacin

    con

    Filipo,

    un

    brbaro, fuera

    del

    crculo

    de

    Ia

    comunidad helnica

    (Ser til recordar a esterespecto quepara Demstenes el con-

    flicto entre helenos ybrbaros no es unconflicto racial, sino de

    civilizacin y

    cultura,

    en

    cuanto encierra principios polticos

    di-

    vergentes:

    Ia

    oposicin entre

    Ia

    libertad y

    Ia

    servidumbre

    6

    .

    Es

    decir,

    queDemstenes, segn Daskalakis ,considera brbarosa

    losmacedonios,no enel

    sentido tnico, sino

    en

    cuanto enemigos

    de

    Grecia .

    Por donde podemos suponer con raznqueDemstenes,en el

    caso hipottico

    dehaber

    logrado

    situar a supatria al

    frente

    de

    los griegos, vencedores de Pilipo, hubiera evitado, dentro de sus

    posibilidades, todos losdefectosen quehaba incurrido Ia ante-

    rior hegemona ateniense;

    y en

    consecuencia,

    el

    elogio

    de los

    tiempos pasados y delpropio Pericles, adems de ser un tpico,

    se

    referia tanto

    al esfuerzo

    positivo desplegado

    por

    Atenas

    para

    conseguir

    Ia

    supremaca, como

    a los

    benficos resultados

    que en

    parte

    dimanaron deella para lo sconfederados.

    tosistiendo en

    nuestro anUsis

    del panhelenismo

    demoste-

    niano, encontramos en el n. 45 un argumento poderoso basado

    en Ia integridad moral de los antepasados, inasequibles al so-

    borno, y que castigaban tanto al asalariado comoal queinten-

    se. Cf. StatBOvi,

    Elleni

    e

    Barbari nelleorazioni

    diDem ostene A et R (1940),

    117-132.

    37. '0 r^oo vTf; xal

    Ta

    *ept pappapio^Lo3 T a v MaxeSdvu>v Platn III

    (1951),

    188-211.

    Universidad Pontificia de Salamanca

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    ISMAEL R O C

    MELIA

    taba sobornar.

    Nos

    referimos

    al

    caso Artmio

    de

    Celea.

    Es

    cierto

    que

    Demstenes exagera

    al minimizarel

    problema,

    El

    caso Art-

    mio

    no era

    indiferente

    a los

    atenienses, pues

    se

    trataba

    de su

    prxeno o

    representante

    en

    Celea, quien adems

    se esforzaba eri

    impedir, de acuerdo con el rey Arta jer jes I Longimano por el

    461), Ia

    expedicin

    de

    socorro ateniense

    en pro de los

    egipcios,

    que se haban sublevado contra

    el

    rey persa. Pero con todo el

    ejemplo que

    por Io

    dems estaba

    de

    moda entre

    los

    oradores

    de su tiempo, es

    contundente para probar

    Ia

    severidad

    de los

    mayores en

    castigar

    el soborno. Por ello merece destacarse Ia

    conclusin a que llega el orador :

    Por Io

    tanto

    aquellos atenien-

    ses se consideraban obligados a preocuparse de

    Ia

    salvacin co-

    mn de

    todos

    los griegos..., y es a

    causa

    de su

    elevacin moral

    que Grecia

    entonces infunda temor

    al

    brbaro

    y no el

    brbaro

    a

    Grecia>. Ahora

    en

    cambio

    aflrmar

    apenadoDemstenes ,

    todose havendido comoen elmercado,y en su lugar

    se

    ha im-

    portado todo aquelloque hapuestoaGreciaen

    trance

    demuer-

    te

    n.39).

    A fln,

    pues,

    de

    sacudir

    a

    Grecia

    de su

    letargo

    y defender

    u

    personalidad, propone

    el

    poltico una asociacin

    de

    socorro

    y

    amistad

    entre todos

    los

    griegos

    n.

    28).

    Y es a

    Atenas

    a quien

    incumbe capitanear esta unin y constituirse en paladn de Ia

    l iber tad:

    Porque,

    an en elcaso de que todos losdems grie-

    gosse

    resignasen

    a Ia

    esclavitud, nuestro deber

    es

    combatir

    por

    Ia

    libertad

    n.

    70).

    Una vez que los

    atenienses

    estn ya

    dispues-

    tos a

    cumplir

    su

    misin

    y que

    infundan,

    con sus

    preparativos

    y

    accin, confianza

    a los

    dems griegos

    ; es

    entonces,

    y

    slo enton-

    ces, cuando deben exhrtales

    a

    Ia

    alianza:

    Y

    cuando estemos

    dispuestos personalmente

    con

    todo esto

    y

    Iohayamos puesto

    de

    manifiesto,

    hagamos

    una

    llamada

    a los

    otros

    y

    despachemos

    em-

    bajadores

    que les informen al respecto n. 71).La actitud que

    Demstenes reclama para Atenas

    es dar ejemplo con su

    prepa-

    racin militar

    y

    actividad

    diplomtica. No

    quiere

    que sus

    com-

    patriotas

    inviten

    a los

    dems,

    sin

    cumplir

    antes

    ellos mismos

    sus

    obligaciones.Ello sera absurdo.

    Yo no

    digo

    eso ;

    sino

    que

    armo

    que

    es preciso

    enviar

    dinero a los nuestros del Quersoneso y

    hacer cuanto

    nos

    pidan

    y

    prepararnos personalmente

    ; y

    cuando

    nosotros seamos losprimerosen hacer

    Io

    que conviene, invitar

    Universidad Pontificia de Salamanca

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

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    POLITICA PANHELENCA EN

    DEMOSTENES

    5

    a los

    otros griegos,

    reunirlos,

    aconsejarles,

    reprenderles; esta es

    Iaconducta que corresponde a una ciudad que

    t:ene Ia

    dignidad

    de Ia

    nuestra

    n.

    73); ...vuestros mayores

    os

    ganaron este pri-

    vilegio,

    y os Io legaron a costa de muchos ygrandes peligros

    n .74).

    Ensuma, Demstenes, segn

    se

    desprende

    de los

    textos adu-

    cidos

    de sus

    discursos, predica

    un

    panhelenismo abierto,

    desin-

    teresado, que ha de ser

    unin

    de

    todos

    los

    griegos

    que

    constitu-

    yen

    Ia

    comunidad helnica para defender sucivilizacin, demo-

    cracia y libertad f ren te a Iapotenciamacednica, enemiga na-

    tural

    de

    U )s

    griegos

    en

    razn

    de sus

    principios

    y

    actividad pol-

    tica, que conducen a

    Ia

    tirana, a Iaopresin y a Iaservidumbre.

    Asimismocabe armonizar los dos sentimientos de amor al suelo

    patrio y desolidaridad

    panhelnica,

    queaniman a lorador,

    afir-

    mando

    que

    Demstenes propugna

    un

    primer puesto para Atenas

    como potencia rectora,

    Ia

    cual,

    sin

    descuidar

    sus

    propios

    inte-

    reses, debe dirigira los restantesgriegosinsinundosems con

    el ejemplo que con Ia

    nposicin;

    por Io

    tanto,

    con

    respeto

    a Ia

    autonoma

    e

    independencia

    de

    cada estado griego,

    y sinpreten-

    siones

    de

    volver

    a los

    abusos

    de las

    pasadas hegemonas,

    sea del

    tipo de Ia primera liga tico-dlica, o al modo de Ia segunda

    confederacin martima.

    olucin e

    algunas dificultades

    Quhubiera sucedido,si Iacoalicin griega capitaneada por

    Atenas y Tebas hubiera triunfado frente a Filipo? Enesta supo-

    sicin,

    histricamente

    invlida, pero admisible

    como

    hiptesis,

    Luccionicreeintuirei

    resurgimiento

    de Ia

    hegemona ateniense

    poarobraygraciadeDemstenes cf.o. c., p.117).Aeste finaduce

    argumentos basados en los textos de Ia produccin demoste-

    niana.

    En

    efecto,

    en el n. 60 del discurso quersonesiaco

    af irma

    el

    orador:

    Filipo

    sabe exactamente que vosotrosno consentiris

    en ser esclavos, yquean en el caso de que consintierais no po-

    drais, porque estis acostumbrados a mandar. Interpretando

    mandar

    como sinnimo

    de

    hegemona,

    Demstenes

    slo

    re-

    cuerda el

    hecho histrico innegable

    de Ia

    hegemona ateniense,

    Universidad Pontificia de Salamanca

  • 7/24/2019 Helmntica. 1965, volume 16, #49-51. Pages 33-60

    22/28

    5

    ISMAEL ROC MELIA

    y

    el puesto directivoque Ie cupo a Atenas en 1 destino de Gre-

    cia; pero

    en el

    texto

    no hay

    aprobacin alguna de

    Ia

    poltica

    hegemnica,

    ni mucho menos de los excesos en que sta incu-

    rri,

    expresamente reprobados

    por el estadista en los nn. 25 y

    30

    de Ia Tercera Filpica, anteriormente citados por nosotros.

    Por

    otra

    parte, en el propio discurso del Quersoneso, n. 42, tam-

    binantes

    aducido, Demstenes pronuncia una f rase, aparente-

    mente contradictoria de

    Ia

    que nos ocupa, cuando dice de los

    ateniensesque no

    estn

    naturalmente dotados

    para

    ambicionar

    el mando,ni para mantenerlo, pero que

    tienen

    habilidad

    para

    impedir

    que

    otros

    se

    apoderen

    de l, o

    para quitrselo

    al que

    Io

    posee.De aquque Iaexplicacinms obviay natural, que armo-

    nice ambos textos, sea sta: Los atenienses, a pesar de que el

    destino

    les

    depar

    una

    posicin preponderante

    en

    Grecia,

    no

    tienen

    Ia

    natural inclinacin para ambicionar personalmente o

    conservar el mando.

    Sin embargoLuccioni (p. 115 para corroborar su tesisde

    m?

    Demstenes favorable a Ia hegemona, se

    aflnca

    en dos

    textos

    de

    Ia

    Cuarta Filpica. Elprimero (n. 46) dice as: Os habis apar-

    tado, atenienses,

    del

    principio fundamental

    que

    vuestros ante-

    pasados

    os legaron : yelir a Ia cabeza de los griegos y el soco-

    rrer, manteniendo un ejrcitoen pie de guer ra ,a todos euantos

    han sido victimas de Ia injusticia, os ha sido presentado por los

    polticos que os dirigen como un dispendio penoso e

    int il . . ..

    La

    verdad es que el texto suena ms a una direccin

    panhel-

    nica basada en el

    esfuerzo

    y el sacrificio, que a una hegemona

    quese

    funda

    en elmando y

    I a

    imposicin. Pero insistimos en que

    hay que considerar un doble

    aspecto

    en

    Ia

    conducta de los

    ante-

    pasados

    en relacin con Ia hegemonia : el que les presenta como

    modelo

    de virtudes cvicas con que engrandecieron a su patria,

    yel otro que nos recuerda los excesos que cometieron en el pe-

    riodo

    de su

    predominioen Ia Hlade.

    Por

    ello cabe

    en

    Dems-

    tenes tejer el elogio del pasado en un sentido, y reconocer los

    defectos, como realmente hace, en el otro aspecto. De esta suerte

    creemos poder aclarar elotro pasaje de Iamisma Filpica (n. 47)

    en que Demstenes califlca a Iahegemona de honorable,

    gran-

    de e ilustre. No hay que olvidar que

    Ia

    hegemona ateniense,

    en concreto, con todos sus defectos, alcanz logros positivos, ya

    Universidad Pontificia de Salamanca

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    POLITICA

    PANHELENICA

    EN

    DEMOSTENES

    que

    adems

    del

    principio militar parta d e un fun dame n to

    cul-

    tural

    y

    econm ico segn

    antes

    dijim os. Pero aqu

    e l

    orador

    ms

    que a l

    desarrollo normal

    de

    Ia

    poltica

    chegemnica que fue de-

    generando en abusos apu nta segn se dedu ce del contexto al

    esfuerzo

    previo que Iah izo posble. N o hay pues un elogio incon-

    dicional de Ia hegem onia considerada comotal en su proceso

    histrico.

    Y qu

    d i remos de las alabanzas que Demstenes dirige a los

    grandes polticos

    de

    anta o cuales Arstides Nicias

    el

    estratega

    Demstenes y Pericles cen tro este ltimo en torno al cual giraba

    Ia

    vida poltica espiritual

    y

    artstica

    en

    Ia

    p r imera confedera-

    cin tico-dlica? En efecto en Ia Tercera Olintiaca n. 21 nos

    dice su au to r : Pero yo j u zgo que es deber de un ciudadanojus-

    to p re fe r i r Ia salvacin del Estado a Ia adulacin en sus pala-

    bras. Porqu e me he enterado como sin du da tam bin vosotros

    que

    lo s

    po lticos

    en el

    t iempo

    de

    nuestros antepasados

    a los que

    todos

    nue stros oradores alaban pero apenas

    si

    imitan

    tenan

    esta costumbre y manera de gobernar : e l cleb re Arstides Ni-

    cias mi homnimo Pericles. Ap arte qu e consideramo s me nos

    vlido un argumento

    basado

    en el

    texto

    de un discurso anterior

    a Iapaz de Filcrates pues es apartir de este momento cuando

    el

    orador imprim e una nu eva direccin a su pol tica

    M

    ;

    queremos

    con todo subrayar que el elogio de Demstenes sobre lo s cele-

    brados

    estadistas

    se limita a un punto bien concreto de su ac-

    tuacin

    es

    decir

    a su

    integridad p ol t ica; pero

    no

    implica justi-

    ficacin alguna de las medidas vejatorias y despticas que por

    ejemplo

    Pericles tuvo que adoptar con los confederados

    f u e

    comparado con uno de los

    antiguos

    tiranos

    3

    para

    llegar al

    objetivo principal

    de su

    programa poltico

    que fue

    Ia creacin

    del imperio

    tico.

    Pero pasando

    por

    altootros argumentos

    que

    qu ieren condi-

    cionar

    e l

    ideario panhelnico

    de

    Demstenes

    al

    concepto

    de he-

    gemona ninguno

    de

    ellos convincente

    y

    todos

    a

    nuestro juicio

    explicables

    a

    Ia

    luz de las

    afirmaciones

    clarasdel

    orador;

    se nos

    Of. TREVES jAEGERi O.

    Jr

    1. .C.

    39. Cf. WlLCKEN 0. C. p 202

    Universidad Pontificia de Salamanca

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    ISMABL R O C AMELIA

    objeta que

    Ia

    proclamapanhelnica,aireadaporDemstenesen

    el

    momento supremo de Ia lucha contra

    Filipo,

    para atraer a

    todos losgriegosa Iaunin en Ia x o i v c u v c t P o ^ f t e a x a fd i a c

    era

    no

    Ia salucin poltica, sino Ia solucin provisional, solucin

    militarsolamenteyexigidapor Ianecesidaddelmomento:para

    que

    Io

    coalicin fuese Io m s numerosa posible, precisaba que

    Atenasnoasustase anadie manifestando demasiado pronto in-

    tenciones

    harto

    ambiciosas. Pero en cuanto al

    futuro,

    Atenas no

    hubiera

    sido Atenas si nohubiera pensado en volver a supoli-

    tica tradicional,queconsista en noseparar el

    panhelenismo

    de

    Ia

    hegemona ateniense

    > .

    Frente

    a

    Ia

    afirmacin

    rotunda

    de

    Luccioni que

    predice

    el

    restablecimiento

    d e

    Ia hegemona ate-

    niense, en el caso irreal de un

    t r iunfo

    sobre Filipo en Queronea,

    yque a nosotros nos parece untantoarriesgada y desprovista de

    slidos argumentos, tenemos

    que

    oponer

    no

    pocos reparos.

    Y

    empecemospor aducir laspalabras delpropio Demstenes.

    El

    orador podraser victimade unailusin, pero Ia imagenque

    nos brinda de una

    Grecia supuesta triunfante,

    en el

    discurso

    Sobreta Corona ochoaosdespus de haber sido derrotada por

    Filipo

    Ia

    coalicin

    griega,

    nada

    tiene

    que ver con

    Ia

    imagen

    de

    un pueblo oprimidopor causa de Ia hegemona: Si delmismo

    modo

    que yoentre vosotros mantuve

    mi puesto,

    un solo hombre

    sehubiera encontrado encadauna de lasciudades griegas; ms

    bien,

    si

    Tesalia

    hubiera tenidounsolo hombreyArcadiaunsolo

    hombre

    animado

    de los

    mismos sentimientos

    que yo,

    ningn

    griego a uno yotro ladode lasTermopilas hubiera experimen-

    tado las desgracias presentes, sino que todos librese indepen-

    dientes

    con

    plena seguridad,

    sin

    peligro

    y en

    medio

    d e

    Ia

    felici-

    dad, habitaran sus propias ciudades, dando gracias de

    tales

    y tan grandes beneficios a vosotros y a los demsateniensespor

    mi

    causa> nn.

    304 y

    305).

    Noesesteel

    retrato

    ms flel del

    panhelenismo abierto, noble

    y

    democrtico,

    de que

    tantohemos

    hablado? Ninguno

    de los

    beneficiosenumerados

    de

    libertad,

    in-

    dependencia y

    felicidad

    fue patrimonio autntico de los con-

    federadosen lostiemposde Iahegemona,y ms que dar gracias

    40. Lucciom,

    o. c., p.

    117.

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    POLITICA PANHELENICA EN DEMOSTENES 57

    a Atenas por su situacin, procurabanencuanto les era posible

    sacudir su yugo.

    Pero

    hay ms

    an.

    Si

    hemos

    de dar

    crdito

    a

    Demstenes

    quehabla en defensa propia para justificar su anterior actividad

    poltica, su consigna como hornbre de Estado fue siempresta:

    . . .ni en

    Ia

    poltica ciudadana

    p re fe r

    el

    favor

    de los ricos a los

    derechos

    del

    pueblo,

    ni en

    Ia

    poltica exterior ( e v to

    E X X 7 ] v t x o E c )

    antepuse la s ddivasy Ia amistad de PiLipo a los intereses gene-

    rales

    de

    todos

    los

    griegos Sobre

    Za Corona n.

    109).

    No

    dice

    los

    solos intereses de Atenas,sino los comunes a todos los griegos,

    y

    ello

    es

    digno

    de

    notarse, teniendo

    en

    cuenta

    que el

    proceso

    contra Ctesifonte se realiz en un tribunal ateniense, el Helieo,

    y

    anteun

    pblico,

    si no exclusivamente, por

    Io

    menos en su ma-

    yora ateniense.

    Po rque

    como

    m s

    adelante

    nos

    dir

    en

    este

    mismo discurso nn. 199-210): Ia guerra contra Filipo

    era un de-

    ber cualquieraque fuese el resultado aunque se viniesea tie-

    rra elcastillode

    naipes

    de Ia

    hegemona.

    L icluso con

    Ia certe-

    zade Ia derrota se deba combatirparano traicionar Ia poltica

    tradicional de Atenas, libertadora de Grecia; para hacerse dig-

    nos de loshroes que haban sucumbido en Maratn,

    Salamina

    y

    otras

    campaas similares.

    Es que Demstenes tena un espritu altamente democrtico.

    Para l Ia fo rma

    democrtica caracteriza

    Ia

    civilizacin griega,

    y

    es por

    ello

    que

    proclama Ia solidaridad

    de las

    democracias cf.

    v g r . ,

    En

    favor

    de

    Ia libertad

    de los

    rodios

    nn. 17-21 ; Qiersoneso,

    nn.

    42-43) . Adm ite

    Ia

    necesidad

    de un

    equilibrio poltico

    que ex-

    cluya

    Ia divisin entre estados dommantes y vasallos en Ia

    He-

    lade

    41

    .

    De aqu que

    Ia

    lucha contra

    Pilipo

    se encuentre en el cen-

    tro mismode suprograma

    poltico,

    puesel Macedonio es el ad-

    versarloirreconciliable

    de

    Ia democracia, comoIo

    es de

    Atenas

    42

    .

    Para

    Demstenes

    Ia

    verdadera poltica democrtica

    es

    Ia

    que

    pone

    en

    juegoIa iniciativa individual

    y el

    sentido

    de las

    respon-

    sabilidades. Como nos dir G .

    Mathieu

    4

    , el tema esencialde las

    41. Cf. En favor de los

    MegatopoUtas,

    nn. 4 -5 y

    30-31

    ;

    Tercera

    Filpica,

    22-25.

    42 .

    Cf.

    CuartaFiptea,

    a 15 ; Quetx>neso,n. 43.

    43. Cf. O. c., p. 166.

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    58 ISMAEL

    R O C A

    MELIA

    Filpicas y de las Olintacas

    consiste

    en que los

    atenienses

    ya

    individualmente,

    ya agrupad os, no deben contar con el vecino,

    sino actuar por s mismos, imponindose sacrificios personales y

    dando pruebas

    de

    espritu cvico

    con el

    cumplimiento

    de los

    de-

    beres ordinarios: servicio m ilitar personal y pago reg ula r y ho-

    nesto

    de las contribuciones. Dentro de

    esta

    misma lnea de no-

    bleza democrtica

    no

    deja

    d ser un

    rasgo

    de

    deferencia,

    m uy

    significativo, una vez

    lograda Ia

    alianza con

    Tebas para com-

    batir a

    Filipo,

    conceder a esta c iudad

    Ia

    direccin de las opera-

    ciones terrestres

    y reservar a un mando comn de Atenas y

    Te-

    bas

    Ia

    d ireccin de los efectivo s navales. P or otra pa rte Atenas

    se comprometa a sufragar en sus dos tercios los

    gastos

    de Ia

    contienda, debiendo Tebas responder tan slo del tercio

    res-

    tante.

    Por si todo esto fuera poco, pesaban sobre el nim o de De-

    mstenes

    en orden a excluir de su prog ram a polticotoda even-

    tualh egem ona, los ingratos recuerdos h istricos de

    Ia

    liga tico-

    dlica, as como las

    tristes

    experiencias de Ia segunda confede-

    racin martima,

    de que fuetestigo

    durante

    su

    juven tud .

    Ciertamente Ia organizacin de Ia primera liga marti-

    ma 477 ) ,

    realizada

    por

    Arstides,

    se

    basaba

    en el

    principio

    de

    Ia

    libertad

    y

    Ia autonoma

    de los

    confederados.

    Los

    miembros

    que

    no

    querian

    o no podian

    contribuir

    con

    hombres

    onavios,

    hacan

    sus aportaciones en dine ro pa ra los fondo s de Ialiga. Pero pronto

    se vio

    amenazada

    Ia

    autonoma

    de los

    socios frente

    a Ia

    autori-

    dad

    cada

    vez ms

    absorbente

    de

    Atenas.

    A

    resultas

    de

    Ia

    paz de

    Callias 449)

    las

    contribuciones

    de los

    miem bros confederado s

    se transformaron en verdaderos tributos de subditos, que Ate-

    nas

    aplicaba

    libremente a sus

    propios nes;

    y se

    lleg

    a un r-

    gimen poltico, fundadoen Ia explotacin de una mayora, pri-

    vada dederechos, en favor de una minora privilegiada: a una

    completa arbitrariedad traducida al lenguaje democrtico

    V

    A

    este

    respecto dice Jaeger

    45

    : El

    problema

    de Ia

    autonoma

    de Ia

    patts

    ya no se

    acall nunca desde

    su

    primera transgresin

    por

    Ia

    44 .

    Ci

    WiLCKEN, o c. pp. 194-208.

    45 . Paideia

    p. L081.

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    POLCTICA PANHELENICA

    EN DEMOSTENES 59

    poltica imperial bajo Pericles

    que

    degrad

    a los

    confederados

    al

    plano

    de simples subditos.

    Cuando

    un

    siglo

    mstarde se

    iniciaba

    Ia

    segunda

    liga mar-

    tima tica

    un Consejo de Ia confederacin regulaba los

    dere-

    chos de los socios. Cada confederadoera libre y autnomo, sin

    ninguna

    clase

    decargasni tributos, conderecho a suvoto,tanto

    si

    representaba

    a un

    estado grande como

    a uno

    pequeo,

    y

    obli-

    gado no slo con Atenas, sino coii todos los asociados por igual.

    Es que los organizad oresatenienses de

    Ia

    segunda confed eracin

    evitaron, en un principio, cualquier coaccin que pudiera pare-

    cer predom inio sobre susaliados,y as durante lo sprimero s

    aos

    se tuvo plena confianzaen

    Atenas,

    Iacualconeste nuev o airede

    liberalidad gan pa ra s los corazones de muchos griegos

    6

    .

    Pero a

    medida que

    fueron

    surgiendo los problemas financieros, y ante

    las maneras cada vez ms imperiosas de los dirigentes ticos,

    lo s lazos de Ia alianza

    se fueron

    debilitando. Quios, Cos, Rodasy

    Bizancio

    se apartaron de

    Ia

    Uga, que acab por desintegrarse.

    As resume

    Jaeger

    el

    pensamiento

    4 7

    :

    Cuando,

    ms tarde, las

    dificultades

    financieras

    obligaron

    a Ia

    hegemona

    ateniense a

    reanudar

    Ia

    antigua

    poltica

    de

    violencia para

    con los

    estados

    federados, volvi a concentrarse el descontento general que ya

    derrocara en el pasado Ia dominacin martima de

    Atenas^.

    Una vez ms se manifestaron lo s perniciosos efectos de Ia

    X e o v ^ i a aqu am bicind e mando) que, sin duda, alertaron

    al jove n orador ateniense, aleccion ndo le, para que, atento siem-

    pre a

    Ia

    gloriosa tradicin grieg a, enc auza ra su programa pol -

    tico hacia un ideal mejor .

    on lusin

    Demstenes amaba a su

    patria

    ya la brillante historia ate-

    niense pero

    el

    recuerdo

    de las

    gestas pasadas segn

    nos es

    dado

    colegir

    de sus

    discursos, eran para

    l

    m otivo

    de

    estmulo para

    Ia

    accin

    eficaz

    ms que un modeloa reproducir en su to tal idad.

    46. Ci. jAEGER,Demstenes pp 80-33.

    47.

    Paieia p. 1.084.

    48. Of. asimismo

    WiLCKEN,

    o. c. pp. 276-81.

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    28/28

    ISMAEL

    ROC

    MELIA

    Y

    si en tantos

    aspectos super

    a los

    polticos contemporneos

    cuales Eubulo Esquines y Focin adelantndose a los aconteci-

    mientos

    y

    dando pruebas

    de una

    visin

    mejor del

    futuro por

    qu

    no admitir que hubiera desarrollado una poltica ms abier-

    ta y liberal en Ia suposicin del triunfo contra Filipo demo-

    crtica ypanhelnica en el buen sentido sobre todo con el ba-

    gaje de

    Ia

    tristeexperiencia de las hegemonas pasadas? Preci-

    samente

    sus

    oponentes polticos situados

    en el

    terreno exclusivo

    y estrecho de

    Ia

    ciudad censuraban a Demstenesporquesacri-

    ficaba losintereses particulares deAtenas

    ante

    consideraciones

    de

    carcter

    genera l

    4 9

    .

    Es que

    Demstenes

    se

    constituy

    en el

    gran defensor

    de Ia

    libertad e independencia helnicas que para un griego como l

    daban dignidad al hombre y conservaban a Ia vida su autntico

    valor

    .

    Supo comprender

    Ia

    grandeza

    y fecundidad de

    este ideal

    a

    l sacrific su sesfuerzos deorador y poltico

    y

    en elmomento

    decisivo su accin incesante

    logr

    unir a muchas ciudades grie-

    gas en torno a Atenaspara Ia defensa de su constitucin y li-

    bertades democrticas.

    As

    se

    comprende

    el

    juicio

    q ue

    sobre

    su

    personalidad emite

    Jaeger cuando Ie

    califica

    de educador poltico de su pueblo

    51

    .

    ISMAEL R O C A MELIA

    49. Cf. G. MAfTHIBU O. c. p.

    172.

    50.

    No prejuzgamos Ia cuestin de

    sl

    el poltico acert o no al oponerse

    co n

    su

    programa

    panhelnico a

    Ia

    unificacin del

    pueblo griego bajo

    ta.

    gida macednica segn parece Io exigia

    el

    curso natural

    de

    Ia historla.

    A

    nosotros situados a veinticuatro siglos de

    distancia

    podra parecemos

    necesario

    hay sus

    pros

    y sus

    contras

    que tal

    unin

    se

    realizase

    ;

    Derns-

    tenes no pudo preverlo y por

    eU o

    se opuso al imperialismo

    macednico

    que

    haba

    de

    ocasionar Ia jnuerte

    a

    Ia

    1

    Vida

    poltica griega.

    Cf. A

    PuicH

    o. c.

    pp .

    247-250;

    LcciONi o. c. pp. 177 y

    ss.; J A E G E R Demstenes

    pp .

    9-14.

    51.

    1

    Cf.

    Paieia pp. 1.093-94 y 1.103.