CEIP “ALFONSO DE CHURRUCA”

En los primeros años de las década de los ochenta (1884) nacía en Bilbao Alfonso Churruca Calbetón, ingeniero industrial que tendría un ostensible protagonismo en el campo de la política y del mundo empresarial del siglo XX. Y lo hacia en el seno de una noble familia cuya cabeza era don Evaristo Churruca a quien se le debe imputar la creación del puerto exterior de dicha ciudad.

Su andadura como profesional, una vez concluida su carrera en 1905 en la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao, comienza en la Cockerril belga, una de las primeras siderurgias europeas, donde realizaría prácticas durante un año. Al año siguiente entraba a trabajar en Altos Hornos de Vizcaya, empresa con tan solo cuatro años de vida ya que se fundó en 1902 como resultado de la fusión de las tres principales siderurgias vizcaínas.

En Altos Hornos el joven ingeniero fue destinado a laminación como ayudante y tras recorrer casi todos los puestos directivos de la empresa alcanzaría los cargos de Subdirector Gerente, Consejero y Presidente (1956-1965). Su labor fue extraordinaria al frente de la sociedad pues le dio nuevo impulso con la adopción de medidas oportunas y eficaces –le inyectó nuevas inversiones y renovó su tecnología, entre otras- lo que redundaría en una mayor productividad y competitividad de la misma en los mercados. Igualmente desempeñó la Presidencia de la Junta de Obras del Puerto de Bilbao, continuando así la labor emprendida años atrás por su padre.

Tras la guerra civil española y el aislamiento de la IIGM, Alfonso Churruca apuesta decididamente por la recuperación de nuestro país siendo los cargos desempeñados en adelante significativos como los de Presidente de Campsa, Presidente de la Sociedad Española de Construcciones Electromecánicas de Córdoba, Presidente de la Azucarera Española y del Sindicato Nacional del Metal, Consejero del Bilbao y de otras muchas sociedades. Por su experiencia y trayectoria profesional y empresarial, por su prestigio en definitiva, este singular hombre

de empresa fue nombrado Vicepresidente del Instituto Internacional del Hierro y del Acero además de, obviando los cargos desempeñados en el Ministerio de Industria, Vicepresidente de la Iron and Steel Institute presidiendo en España su organismo paralelo, el Centro de Investigaciones Metalúrgicas dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Item más. Su vida se vio jalonada de multivariadas condecoraciones– Gran Cruz de Isabel la Católica, Medalla de Oro del Trabajo, etc- y honores. Entre estos último destaca la concesión del título de Conde de El Abra por el General Franco.

En el campo de la política, nunca fue indiferente a ella, también hizo incursiones estimables siendo, durante el reinado de Alfonso XIII, diputado a Cortes por el distrito de Zumaya en las Elecciones Generales de 1919; miembro de la Asamblea Consultiva Nacional como representante de Actividades de la Vida Nacional durante la Dictadura de Primo de Rivera y Procurador a Cortes en la I Legislatura de las Cortes Española (1943-1946), bajo el régimen dictatorial de Franco, por la Organización Sindical en tanto que Presidente del Sindicato Español del Metal.

Por motivos de salud abandonó su vida activa falleciendo en Bilbao el 31 de diciembre de 1970. Contaba 86 años de edad.

Desaparecía para siempre este ilustre bilbaíno, de origen guipuzcoano, de Motrico, que rellenó todo un período de la historia de la Sociedad Española de Construcciones Electromecánicas, tan querida para los cordobeses y desgraciadamente herida de muerte, después de tantos cambios empresariales, hoy.

Uno de los retratos físicos y espirituales más acertados de nuestro personaje, titular del CEIP del kilómetro dos de la carretera de Palma del Río de nuestra capital, en la pluma de Juan José Alzugaray sería,

“… sienes plateadas, porte distinguido y noble, el ademán pausado, es arquetipo del caballero vasco y español. Parece un hombre de otra época. Dicen que su hijo fue el último muerto de la guerra civil. Recuerdos. Visiones. La devoción por sus nietos.

Su casa de la Gran Vía bilbaína. Sus empresas. Una vida profesional longeva. Las idas y venidas a Madrid. Figura y contrafigura para un pintor clásico. España en el corazón cansado. Aristocracia de la sangre y del trabajo. Todo es vanidad de vanidades”.

Hablar de la barriada de la Electromecánicas nos lleva inevitablemente a hacerlo de SECEM. Por los años cincuenta, hasta donde la memoria me alcanza, existía la Escuela de Aprendices, en la que se impartían unas enseñanzas de formación profesional acordes con las necesidades requeridas en fábrica. En ésta los hijos de los trabajadores de la empresa, preferentemente, se forjaban espléndidamente en la adquisición de un oficio. Recuerdo en este extremo la excelente preparación profesional con que salían aquellos muchachos en las especialidades de mecánicos, torneros, fresadores, etc…

A la entrada a una Escuela de Aprendices como aquella, de cuya fama hacian alarde no solo los habitantes de su barriada sino también el resto de la sociedad cordobesa, precedía la conclusión de unos estudios primarios. A tal fin la propia empresa contaba también con sus propias escuelas con lo que SECEM tenía la facultad de nombrar a su profesorado.

Creo que era don Roque, directivo de la misma, -con el inestimable concurso de don Rafael Cabello Castejón, “alcalde de la Barriada”- el responsable encargado de su nombramiento. Recuerdo que como director estaba don José Trillo-Figueroa al que acompañaron en su tarea docente don Angel Escribano y doña Josefina -lamento no recordar su apellido- a los que se incorporó, muchos años más tarde, don Cristóbal Rodríguez Luque, que al finalizar su actividad en la citadas escuelas terminaría su docencia en la primaria del Colegio Marista de Córdoba.

En estas escuelas también se producían bajas por enfermedad. Aquí es dónde entraba en liza en algunas ocasiones don Manuel Santiago Luque, mi padre, que era maestro pero que en la empresa desempeñaba tareas administrativas. En tales circunstancias sabía don Roque que podía acudir a mi padre para evitar la pérdida de clases. Con delicadeza y pidiéndole el favor –

tuvo como argumento obstaculizador la impartición de clases particulares en su domicilio- estuvo a disposición para solventar el problema.

El cambio experimentado por la política educativa en la España de los sesenta y setenta del pasado siglo impulsó hacia otros derroteros el patronazgo ejercido por la empresa en este asunto.

La cesión a la administración educativa estatal de terrenos de la propia fábrica para la construcción de un Colegio Nacional Enseñanza Primaria determinó que aquella creara el mismo y hasta tanto concluyera su edificación se impartieran las enseñanzas en dependencias de la propia factoría.

El primer claustro del colegio estuvo formado por los maestros del antiguo colegio y propietarios provisionales e interinos de la administración pública hasta que se fueron cubriendo sus plazas por Concurso General de Traslados con lo que llegaron al recién creado colegio “Alfonso de Churruca” los primeros propietarios definitivos.

En esta nueva andadura, curso 1972-73, fue su primer director don Miguel Muñoz Vázquez, maestro y Académico Numerario de la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, al que acompañaron un excelente plantel de maestros como lo fueron doña Concha Cano, don Andrés Castán, don Francisco García –muerto prematuramente lo que nos recuerda la placa existente en el centro y el nombre de su Asociación de Padres-, don Diego Hidalgo, doña Conchita Luque, don Juan Palma, etc…

En el siguiente curso, 1973-74, fueron cubiertas la totalidad de las plazas y se incorporaron a su profesorado doña María del Carmen Abreu, doña María Luisa Aguilar y doña Asunción Santiago con lo que se consolidó una plantilla de profesorado que le dotó de una estabilidad bien visible -como botón de muestra la mía 36 años ininterrumpidos en el mismo- a lo largo de su trayectoria como centro contribuyendo, al mismo tiempo, a su identificación como algo propio y consustancial con la ciudadanía de la barriada.

Han pasado muchas generaciones por sus aulas. Hemos vivido intensamente sus problemas. Y hemos procurado, toda su

comunidad educativa, que la educación recibida por su alumnado les haya procurado, a su término, acortar las diferencias sociales, dotarles de una preparación adecuada y hacerles personas útiles a la sociedad andaluza y española.

SUSI SANTIAGO SANTIAGO