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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN CIUDAD, HÁBITAT Y TERRITORIO/FACULTAD DE ARTES Ciudad de muros Teresa Pires do Rio Caldeira Editorial Gedisa, Barcelona (versión en español), 2007 479 p., 23 x 16 cm, tapa blanda. 3,5 € ISBN: 9788497841917

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ciudad de muros

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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN CIUDAD, HBITAT Y TERRITORIO/FACULTAD DE ARTESCiudad de muros Teresa Pires do Rio CaldeiraEditorial Gedisa, Barcelona (versin en espaol), 2007479 p., 23 x 16 cm, tapa blanda. 3,5 ISBN: 9788497841917

Mara Cecilia LaskowskiBecaria Conicet en el LIGHaM, Facultad de Arquitectura y Urbanismode la Universidad Nacional de Tucumn, [email protected]

El libro Ciudad de muros, de la antroploga Teresa Pires do Rio Caldeira, fue editado originalmente en ingls en la ciudad de California, en el ao 2000, bajo el ttulo City of Walls: Crime, Segregation and Citizenship in So Paulo. Simultneamente tuvo una edicin traducida al portugus, de la editorial 34 Ltda y la Editora de la Universidad de So Paulo. Posteriormente, en 2007, sali la edicin en espaol, de la editorial Gedisa S.A. (Barcelona), con la que se hizo la presente resea.Sntesis argumentativaCiudad de muroses en principio un valioso aporte a la discusin y la reflexin sobre las ciudades contemporneas. A partir de un profundo estudio sobre la ciudad de So Paulo, pero tomando como contrapunto a la ciudad de Los ngeles, Caldeira ofrece una mirada que permite captar procesos ms amplios de transformacin y segregacin social que, segn la autora, So Paulo viene a ejemplificar. En este sentido, al hablar de la ciudad de muros, Teresa Caldeira est postulado una contra-versin de la ciudad fundada en una hiptesis moderna de relaciones sociales y, por lo mismo, presenta una buena cantidad de elementos que nos introducen en los debates actuales sobre inseguridad, violencia y nuevos conflictos sociales que emergen a la luz de los nuevos patrones de segregacin social en las ciudades. Para ello transitamos en la lectura del libro por un recorrido que comienza en el habla del crimen, presentado por la autora como justificacin de las nuevas prcticas segregativas de las elites y grupos sociales medios y altos; y que contina con una esclarecedora investigacin sobre el crimen violento, visto a partir de la propia historia de la polica como institucin del Estado, desde donde encontramos elementos para la reflexin sobre la ciudadana y las democracias contemporneas. Desde aqu, en el tercer captulo se puede ver la manera en que los conflictos entre grupos sociales se vienen plasmando a lo largo del siglo XX en So Paulo, a partir de la mirada sobre la ciudad y sus distintas formas de segregacin, especialmente aquellos que se manifiestan y que son posibles de rastrear en los espacios pblicos. Por ltimo, buscando encontrar la esencia o el ncleo duro desde donde es posible repensar las alternativas a la caracterizacin que desarrolla a lo largo de los captulos precedentes, Caldeira centra la atencin en el tratamiento del cuerpo que desde las instituciones y bajo distintos modelos se ponen en juego para legitimar el incompleto cumplimiento de los derechos de la ciudadana brasilea.Ciudad moderna - democrtica como oposicin a la ciudad de muros?De la exposicin de temas que recorren el trabajo de Caldeira, adquieren especial importancia las discusiones, explcitas e implcitas, en torno a la modernidad. En uno u otro sentido, es innegable que sta se convierte en una palabra clave para referenciar los argumentos y explicaciones de los dems conceptos. Hablamos de una centralidad referencial que resulta de la lectura del libro y que aunque aparece discutida, por momentos resulta contenida en o conteniendo otras nociones como democracia, ciudadana, liberalismo, capitalismo, planificacin urbana. Esto es algo que desde nuestro punto de vista le otorga una complejidad a la comprensin de la obra como unidad o totalidad, y por lo mismo le prestaremos especial atencin.En varios pasajes del libro es posible encontrar ciertos tipos ideales que le sirven a la autora para calificar una situacin determinada. As, por ejemplo, encontramos un ideal moderno de espacio pblico o a una serie de elementos bsicos de la experiencia moderna de la vida pblica urbana, un ideal de ciudad abierta y tolerante a las diferencias sociales que cristaliza lo que llama unespacio pblico moderno y democrtico. ste se presenta como opuesto cuando es analizado en relacin a la experiencia actual de segregaciones, exclusiones y restricciones en el uso de los espacios pblicos segn el sector social que se trate al expresado en laciudad de muros. Aun cuando Caldeira asocia la ciudad moderna con democracia, lo cierto es que, tal como ella misma lo plantea, esto se corresponde con la vida moderna de las ciudades capitalistas, por lo menos nos dice la autora desde la reforma de Pars por el barn de Haussmann en la segunda mitad del siglo XIX (p. 365). Desde aqu, y visto en relacin con el diagnstico y con la realidad de la ciudad de So Paulo nos introducimos con Caldeira en la necesidad de definirla en relacin con la doctrina liberal como forma poltica que se vincula, no sin contradicciones, con unas formas espaciales, con el desarrollo capitalista y las distintas dimensiones de la ciudadana que la autora toma de la clsica distincin de Marshall.La falta de correspondencia entre estos conceptos que toman relevancia casi simultneamente en el desarrollo histrico de nuestras sociedades es explicada por Caldeira por la presencia de disyunciones, pero tambin contradicciones, y por la falta o la preeminencia de algunas de las dimensiones de la ciudadana en desmedro de otras, sujetas al caso brasileo pero comparadas con una aproximacin al caso americano. Caldeira observa para el caso brasileo una significativa disyuncin entre proceso poltico y forma urbana, la coincidencia de democratizacin con el deterioro del espacio pblico y los procesos ms obvios de segregacin social nos dice impiden cualquier asociacin fcil entre espacios pblicos materiales de las ciudades y formas de comunidades polticas. So Paulo demuestra que la forma de la comunidad poltica y el espacio pblico de la ciudad pueden desarrollarse en direcciones opuestas(p. 395) Plantea tambin una ciudadana brasilea disyuntiva, que resulta de una situacin que se expresa en que aun cuando en Brasil haya formalmente una democracia poltica donde los derechos sociales estn legitimados, ocurre que los aspectos civiles de la ciudadana son continua e histricamente violados.Desde la asociacin planteada originalmente por Dumont de la modernidad con igualitarismo como contrapartida de las sociedades holistas que admiten y se sustentan en ciertas jerarquas sociales, Caldeira parte del anlisis de Roberto Da Matta para intentar comprender las prcticas policiales que suponen responder a unorden igualitario, donde priman el carcter pblico, formal y legal, en contradiccin con una manera compleja y conflictiva de hacer justicia sobre un evidenteorden jerrquicoque se sostiene, a diferencia del igualitario, sobre un carcter privado, informal y personal, es decir, parcial. Esto, que a primera vista parece denunciar la particularidad de Brasil, sobre una franca contradiccin entre el modelo liberal-moderno sobre el que se sostiene el aparato del Estado y unas estructuras jerrquicas de raz colonial todava presentes en la moral de la sociedad (que se extiende a las instituciones del Estado), es presentado como de acuerdo con cualquier sociedad occidental moderna, pues tal como lo expresa la autora, un espacio pblico igualitario no marcado por dominacin y jerarqua nunca existi en lugar alguno (p. 173). An ms, destacamos especialmente una redefinicin de la nocin y los contenidos de la modernidad, pues por fuera de las improntas coloniales de nuestros pases, es legtimo y constituye un buen argumento considerarla como la histrica combinacin de principios igualitarios con distintas estructuras de dominacin y condiciones de desigualdad en ms de un sentido. La mencionada asociacin del modelo de espacios pblicos, por ejemplo moderno con democrtico resulta difcil de sostener aun cuando a veces est planteado explcitamente por la autora. Sucede que por momentos moderno aparece como una categora que indica una situacin ideal; y en otros, incluso cuando se introduce en este debate evidentemente inacabado, la categora moderno es resignificada a la luz de las condiciones urbanas y sociales de las ciudades desde principios de siglo XX, donde parecera que en verdad, bajo la asimilacin de lo moderno con la doctrina liberal poltica y econmica y frente a los desiguales entramados de dominacin inherentes a estas formas de relacin social, la categora toma espesor a la luz de esta realidad, y adquiere, por lo mismo, condiciones no-democrticas.Caldeira basa este anlisis en la necesidad de comprender cmo, desde su hiptesis de trabajo, [] la consolidacin de la ciudad de muros en So Paulo, con su espacio pblico no democrtico, coincidi con el proceso de democratizacin poltica(p. 378). Advirtiendo, con base en una mirada que reconstruye nuevos patrones de segregacin socio-espacial, que [] cuando el sistema poltico se abri, las calles se cerraron y el miedo al crimen se convirti en el habla de la ciudad (p. 378).Aun cuando, con una mirada actual,modernidadpueda ser asociada ademocrtico,entendemos que, tal como lo expresa Roberto Schwartz las contradicciones que surgen del cruce entre igualdad y jerarqua, planteadas comnmente como incompletitud, desvo y discontinuidad, suponen en verdad que las ideas fuera de lugardel liberalismo han sido instrumentales en la organizacin de prcticas y relaciones sociales [] y, por lo tanto, no pueden ser tratadas en el anlisis social como contradictorias (p. 174) sino, ms bien, como constitutivas de ellas. Comprender cmo la ciudad moderna abog por la divisin en sectores de acuerdo con las funciones urbanas, muestra cmo sta vena acompaada con una divisin entre sectores sociales con distintas y muy dismiles funciones y jerarquas sociales. As, si tomamos a Le Corbusier, quien fuera considerado el padre del urbanismo moderno, y que entre sus contribuciones principales est la redaccin de la Carta de Atenas, asistimos a una clasificacin en tres clases de poblacin: los que habitan la ciudad; los trabajadores cuya vida se desarrolla por mitades en el centro y en las ciudades jardn; y las masas obreras que distribuyen su jornada entre las fbricas de los suburbios y las ciudades-jardn para servir a los estratos medios y altos (Le Corbusier, 1962: 63), lo que constituye el programa sobre el que se proyecta la sociedad moderna e industrializada de la era maquinista promovida y celebrada por Le Corbusier.La necesidad de incluir esta digresin en el hilo argumentativo de Caldeira responde a que ms que intentar extraer la metamorfosis que hizo que el ideal democrtico cayera o fomentara justamente lo contrario, pensamos que es la profundizacin capitalista preconizada desde el movimiento moderno llevada al espacio urbano lo que sent las bases de una modernidad que, ms all de su discurso terico, abog por ordenar el espacio en funcin de la separacin de distintas jerarquas sociales. La modernidad tal como aparece cuestionada precedentemente junto a autores como Schwarz, no sera entonces un parmetro al que pueda asimilrsele la condicin de democrtico, tal como plantea Caldeira en varios pasajes. Laciudad de muros, postulamos, no es ms que la versin actual de lo que fuera promulgado por la modernidad real, vista a partir de los estudios urbanos, en contraposicin con la idealidad planteada por la autora.Finalmente, y destacando la enorme productividad del texto de Caldeira para introducirnos crticamente en los ms urgentes debates contemporneos, el trabajo muestra un indiscutible y afortunado despliegue metodolgico que se adeca en cada momento a las investigaciones particulares que integran la totalidad. En este sentido, adquiere una centralidad tambin epistemolgica la nocin de desplazamiento que atraviesa desde la propia perspectiva de la autora hasta las implicancias que resultan del estudio de la sociedad atravesando las distintas clases y situaciones. Tambin la discusin planteada en torno al debate antropolgico que lo constituye desde sus nacimientos en torno a laotredad, as como a los entramados de poder que subyacen las antropologas nacionales e internacionales y de las que busca preservarse con su propia antropologacon acento, entre muchos otros, componen un trabajo que sin duda nos interpela agudamente en cada paso con suficientes herramientas incluso para criticarlo.

La antroploga Teresa Caldeira estudia fenmenos como la creacin de barrios cerrados, fortificados, que segregan a los que menos tienen, conspirando con el ideal moderno de la ciudad entendida como espacio pblico donde convergen las diferencias; o la discriminizacin de gnero y la reinvencin de las identidades en los jvenes, cuyas manifestaciones pblicas: graffitis, cdigos del hip hop, pixaao, skate, excluyen a las mujeres y conspiran con la construccin de una identidad femenina.En el presente ensayo, la autora analiza tres modos en los cuales las nociones de derechos y justicia han sido articuladas en el Brasil democrtico. En el primer caso, muestra cmo los movimientos sociales urbanos utilizaron los derechos para exigir polticas habitacionales para los residentes pobres de las periferias urbanas. En el segundo, las referencias a los derechos y la justicia estan asociados a intentos por socavar las instituciones democrticas. Incluye la campaa para impugnar la legitimidad de las demandas por los derechos humanos, las expresiones de apoyo a la violencia policial y los reclamos de los grupos del crimen organizado. Finalmente, analiza los movimientos hip-hop y su propsito de combatir la violencia y la falta de oportunidades de los residentes jvenes de las periferias pobres.

Los movimientos sociales tuvieron, a partir de mediados de 1970, una activa participacin orientada a peticionar a las autoridades mejoras en las condiciones de infraestructura urbana, lo que tuvo su recepcin normativa en la Constitucin de 1988 y en el clebre Estatuto de la Ciudad de 2001, que establece la "funcion social" de la propiedad urbana.En la transicin democrtica de 1980, el movimiento de los derechos humanos que se haba originado en la demanda de amnista para los presos polticos, expres por primera vez la defensa de los derechos humanos de los presos comunes. La reaccin en contra de esta defensa seala una perversa resignificacin de los derechos humanos como "privilegios para delincuentes". Ms de una dcada llev a los movimientos defensores de los derechos humanos deshacer esta imagen consolidada y construir una nueva articulacin que se hizo evidente con el Plan Nacional por los Derechos Humanos de 1996, el que define a los derechos humanos como "derechos de todos los ciudadanos".Entre 1990 y 2001 hubo al menos 11.700 muertes civiles confirmadas por parte de la polica. En una completa inversin de sentido, se considera que la polica que mata cumple con sus deberes y hace respetar los derechos de justicia y seguridad de los ciudadanos pobres.Pero una de las rearticulaciones ms sorprendentes del lenguaje de los derechos y la justicia proviene de grupos del crimen organizado. En los ltimos aos las crceles se han convertido en dominios de grupos organizados que se llaman a s mismos "comandos" o "partidos". Estos comandos, que imponen un orden violento dentro de las crceles y controlan el crimen afuera, hablan acerca de la justicia y los derechos y describen los abusos a los que han sido sometidos con el propsito de justificar sus crmenes y su crueldad.

Los movimientos culturales de Sao Paulo que proliferaron en la periferia en los ltimos aos son movimientos de protesta y confrontacin.A partir de una investigacin en curso sobre gnero y juventud en Sao Paulo, Caldeira descubre una creciente brecha de gnero entre la juventud de Sao Paulo y los modos novedosos en los cuales se estn recreando roles de gnero. Esta recreacin es paradjica porque, al mismo tiempo, se diferencia de modelos pasados y reproduce algunos atributos tradicionales de esos roles, en particular la agresividad masculina y la sensualidad femenina.Los movimientos sociales de las dcadas de 1970 y 1980 expresaron las injustas condiciones a las que se encuentran sometidos los trabajadores pobres. Pero con dos diferencias esenciales en relacin al hip-hop. Por una lado, los movimientos sociales afirmaron una imagen positiva de una periferia unificada, sin cuestionar los valores de propiedad y progreso de la lite. Por otro, manifestaron sus demandas desde una posicin de inclusin.El movimiento hip-hop, en cambio, articula para s mismo una posicin de encierro. Piensa en la periferia en sentido similar al gueto norteamericano, algo que no haba sucedido antes en el Brasil. Sus invocaciones de justicia no son las del Estado de derecho y tienen una similitud preocupante con las de los comandos del crimen organizado. Sostienen un orden moralista en el cual la diferencia no tiene lugar.La construccin de una posicin de autoencierro por el movimiento hip-hop es paralela a la practicada por las clases altas, quienes se encuentran apartadas en enclaves fortificados y mantenidas bajo la vigilancia de guardias privados.Cuando ambos lados del muro piensan en s mismos como encerrados y autosuficientes, cules son las oportunidades de democratizacin? Cules son las oportunidades para la construccin de una ciudad menos desigual y menos segregada y una esfera pblica democrtica cuando se invoca la intolerancia para construir las comunidades a ambos lados del muro?

Muros, grafitos y pichaoes (pintadas) son signos que promueven la distancia social, constituyendo un espacio pblico en el que la expresin de diversas formas de desigualdad son prcticas estructurantes.Muros y cercas, ubicados en el espacio de la ciudad de Sao Pablo, son intervenciones privadas que constituyen lo pblico como un espacio residual. Utilizan el miedo a la delincuencia como un modo de justificacin de la segregacin. Pero su razn de ser consiste en que son una forma de distincin y discriminacin. Crean un espacio que contradice directamente los ideales de apertura, heterogeneidad, accesibilidad e igualdad que ayudaron a organizar el tipo moderno de espacio pblico propio de las democracias modernas.Las diversas formas de cultura juvenil contempornea, y especialmente las que suponen un claro signo de transgresin e intervencin en el espacio pblico, son producciones masculinas. En contraste, las mujeres estn presentes como imgenes en los carteles de los anuncios como cuerpos mercantilizados y sexualizados, recreando las relaciones de gnero de una manera que reproduce el machismo y la degradacin de las mujeres.En el espacio pblico constituido por muros, cercos, grafitis y pichaoes, las desigualdades de clase y raciales se imponen y cuestionan simultneamente, pero las desigualdades de gnero solamente se reproducen y recrean sin cuestionamiento, y sin expresiones alternativas o de transgresin.