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J. C. Cambranes Los empresarios agrarios modernos y e l Estado en Guatemala Nuestro interés por la historia de los empresarios modernos, desde que hacen su aparición en e l escenario econámico y político de Guatemala en la primera mitad del siglo XIX hasta su confocmación cano el sector hegdni- co de la clase social dominante, es debido no sólo a una inquietud acadé- mico-científica por conocer la importancia que sus actividades han tenido -y tienen aún- en e l desenvolvimiento de los negocios privados y públicos del Estado cafetalero que establecieron en el país a partir de 1871, sino que a la necesidad de poner al descubierto e l origen, causas y factores que han contribuido a su desarrollo, fortaleza y poder actual. Las raíces de esta fortaleza únicamente pueden encontrarse en las particularidades de l a génesis histórica del surgimiento del empresariado burgués en Guatema- la. El examen detenido de las motivaciones de la actitud económica de ese empresariado, así cano de su conducta y praxis política a lo largo de los últimos ciento cincuenta años, es lo que nos permitirá conocer los rasgos m$s característicos de un poder oligárquico, personificado en el finquero cafetalero, que oprime a l a sociedad guatemalteca desde hace más de un siglo, obstaculizando su desarrollo. Suele afirmarse que la propiedad privada de los medios de producción, el capital privado y la iniciativa empresarial, son e l mayor incentivo y e l motor del desarrollo y progreso de los pueblos. A1 menos eso es l o que se expresa actualmente en los círculos financieros de Guatema1a.l Las actividades de la llamada "iniciativa privada" se remontan en @a- temala a l período de la conquista española, en 1524. Así, los primeros empresarios fueron los mismos conquistadores españoles que a sangre y fuego se abrieron paso desde México hasta e l territorio guatemalteco. Es J. C. Cambranes es guatemalteco y sacó un doctorado en historia en l a Universidad de Loipzig, República Oemocrática Alesnana. Actualmente es coordinador del Centro de Estudios Centroamericanos del Instituto Latl- noamericano de l a Universidad de Estocolmo. Esta ponencia fue presentada por e l autor en el VI1 Congreso de l a Asociación de Historiadores Latinoamericanistas europeos (A.H.I.L.R.), ce- lebrado en mayo de 1985 en Florencia, Italia. 1 Ver e l editorial "Inconveniencia de un inoportuno cambio de estruc- turas económicas", publicado en e l diario guatemalteco El -parcial (13 de agosto de 1984).

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J. C. Cambranes

Los empresarios ag ra r io s modernos y e l Estado en Guatemala

Nuestro interés por l a historia de los empresarios modernos, desde que hacen su aparición en e l escenario econámico y polí t ico de Guatemala en l a primera mitad del siglo X I X hasta su confocmación cano el sector h e g d n i - co de l a c l a se social dominante, es debido no sólo a una inquietud acadé- mico-científ ica por conocer l a importancia que sus actividades han tenido -y t ienen aún- en e l desenvolvimiento de los negocios privados y públicos d e l Estado cafetalero que establecieron en e l país a pa r t i r de 1871, sino que a l a necesidad de poner a l descubierto e l or igen, causas y f ac to re s que han contribuido a su desarrollo, fortaleza y poder actual. Las raíces de e s t a fortaleza únicamente pueden encontrarse en l a s particularidades de l a génesis h is tór ica del surgimiento del empresariado burgués en Guatema- l a . E l examen detenido de las motivaciones de l a actitud económica de ese empresariado, a s í cano de su conducta y praxis polí t ica a l o largo de los últimos c i en to cincuenta años, es l o que nos permitirá conocer los rasgos m$s carac te r í s t i cos de un poder oligárquico, personificado en e l finquero ca fe t a l e ro , que oprime a l a sociedad guatemalteca desde hace más de un siglo, obstaculizando su desarrollo.

Suele afirmarse que la propiedad privada de los medios de producción, e l capital privado y la iniciativa empresarial, son e l mayor incent ivo y e l motor del desarrollo y progreso de los pueblos. A 1 menos eso es l o que s e expresa actualmente en los círculos financieros de Guatema1a.l

Las actividades de la llamada "iniciativa privada" se remontan en @a- temala a l período de l a conquista española, en 1524. A s í , los primeros empresarios fueron lo s mismos conquistadores españoles que a sangre y

fuego s e abrieron paso desde México hasta e l t e r r i to r io guatemalteco. Es

J. C. Cambranes es guatemalteco y sacó un doctorado en historia en l a Universidad de Loipzig, República Oemocrática Alesnana. Actualmente es coordinador d e l Centro de Estudios Centroamericanos del Inst i tuto Latl- noamericano de l a Universidad de Estocolmo.

Esta ponencia fue presentada por e l autor en e l V I 1 Congreso de l a Asociación de Historiadores Latinoamericanistas europeos (A.H.I.L.R.), ce- lebrado en mayo de 1985 en Florencia, I ta l ia .

1 Ver e l editorial "Inconveniencia de un inoportuno cambio de estruc- t u r a s económicas", publicado en e l diario guatemalteco El -parcial (13 de agosto de 1984).

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común escuchar que los conquistadores hispanos fueron un puItado de hanbres

in t rép idos y esforzados guerreros; s i n embargo, independientemente de que s e e s t é o no de acuerdo con esta afirmación, es indispensable ubicarlos en

e l tiempo y espacio que históricamente les corresponde: Alvarado y sus h q b r e s fueron lo s primeros representantes llegados a Guatemala del ca-

p i t a l mercantil europeo, e l cual ya para entonces dominaba e l escenario económico internacional.

E s un hecho indiscutible e l que los llamados "grandes descubrimientos

geográficos" de los portugueses y españoles, llevados a cabo a finales del

s i g l o XV y principios del XVI, fueran verdaderas anpresas marítimas orga- nizadas y financiadas por r i cos canerciantes y especuladores que tenían como meta principal l a búsqueda de metales preciosos para acuñar monedas,

especialmente oro, e l principal medio de pago de la creciente economía de mercancías de l a éptca. E1 absolutismo español, con e l f in de satisfacer l a s necesidades expansionistas y de lujo de los señores feudales que lo controlaban, consideró que la conquista en ultramar y la implantación del

sistema feudal colonial en los t e r r i t o r i o s ocupados contribuirían a su

engrandecimiento económico. como s a h o s , no ocurrió as í . Ya en e l siglo X V I I e l predominio de l a s haciendas feudales, de los intereses de l a bu- rocrac ia medieval y de l a Iglesia en la península ibérica impidió e l de- s a r r o l l o de l o s factores capitalistas existentes, contribuyendo a s í a su decadencia económica y polí t ica. Los metales preciosos y demás riquezas

ex t ra ídas de l a s colonias españolas en Psnérica sólo sirvieron para desa-

r rol lar l a iniciativa privada y e l capitalismo en Holanda, Ing la t e r r a y Fi-ancia, a l convertirse España en intermediaria canercial de estos países.

En Guatemala, e l sistema feudal colonial establecido p r los españoles

fue vinculado a l capitalismo mercantil europeo por medio de l a exprtación de materia prima de origen agrícola, especialmente índigo, y l a importa-

ción de manufactura para uso diar io . Principales beneficiarios de este

conercio fueron los mercaderes establecidos en l a ciudad c a p i t a l , algunos

de l o s cuales llegaron a amasar verdaderas fortunas.2 Según un autor, "e l comerciante guatemalteco no era un osado empresario, sino más bien un in- dividuo conservador y poco dinámico en l a manera de d i r ig i r sus negocios: m á s a t r a í d o por l a ganancia segura, l a especulacibn y los precios eleva-

2 Ver a l respecto la información que proporciona Murdo J. MacLpod en s u obra His tor ia socio-económica de la América Central española: 1520- 1720 (Guatemala: Editorial Piedxa Santa, 1990), pp. 159 y SS.

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dos, que por l o s riesgos de Empresas de gran en~erqadura" .~ Sin embargo, l a s ganancias que lograron atesorar estos grandes comerciantes, converti- dos muchos de e l l o s en grandes terratenientes productores de índigo, sí permit ió que aparecieran prominentes hanbres de negocios, a quienes @e- mos considerar antecesores p reh is tó r icos de los actuales empresarios y destacados representantes de l a '' i n i c i a t i v a privada" de Guatemala, E l

caso m á s conocido es e l de Fermín Aycinena, e l navarro que de arriero lle-

gó a marqué^,^ aunque también se sabe de las actividades de otros grandes terra tenientes que en l a segunda mitad del siglo XVIII tenían fuertes vín-

culos comerciales con ~ s ~ a ñ a . 5 para los fines de este trabajo no es tan importante conocer e l número y l as fuentes de lucro de los empresarios del

período de dominación española en Guatemala, como e l supuesto beneficio

que su existencia y actividad económica tuvo para e l desarrollo y progreso d e l pa í s . E s bien sabido que fueron individuos como Aycinena quienes an t e s de l a Independencia de España ya habían destruido l a futura unidad p o l í t i c a de l a Federación Centroamericana, CZilmo seííala Pinto Coria, "las

condiciones de intercambio impuestas por el capital comercial de Guatemala a l sec tor productivo centroamericano hicieron las relaciones entre ambos especialmente conf l ic t ivas y constituyó, s in duda, una de las raíces más importantes en l a desmembración polí t ica de las provincias de la antigua

Capitanía General de Guatemala".6

De hecho, l a s i tuac ión económica y social de Guatemala no podía ser

3 Víctor Hugo Acuña Ortega, "Capital comercial y comercio exterior en Centroamérica durante e l s iglo XVII I" , Mescamérica 4 (diciembre de 1982): 306.

4 Troy S. Floyd afirma que Aycinena "alcanzó e l más bri l lante éxito e n t r e e l pequeño grupo de canerciantes a l por mayor que llegaron a daninar e l comercio extranjero y doméstico de Centroamérica ... era e l exportador de a ñ i l m á s Unportante, posiblemente e l único entre los canerciantes resi- dentes en Guatemala que era e l dueño de barcos; dueño también de alrededor de doce plantaciones . . ."; véase Graciela de la cerda, "Los comerciantes guatemaltecos, e l Gobierno y los provincianos, 1750-1800", en E c a n d a de Guatemala, 1750-1940: antología de lec turas y materiales, Jorge Luján Muñoz, ed. (Guatemala: Universidad de San C-rlos de Guatemala, 1980), 1 : 300.

5 Solano menciona lo s nombres de V i t e r i , Pavón, Nájera, Piñol , Saravia , Batres , Calera, I r i s a r r i , Laucel, lubntúfar, Alvarez, y üsturias, además d e l de A cinena: Francisco Solano, "Tierra, comercio y sociedad: un a n á l i s i s de 1 a es t ruc tura s o c i a l agra r ia centroamericana durante e l s ig lo X V I I I " , Revista de indias 125/126 ( julio-diciembre de 1971 ) : 31 : 357.

6 J u l i o César Pinto Soria, Raíces históricas del Estado en Centro- américa, 2a. ed. (Guatemala: Editorial Universitaria de Guatemala, 19831, pág. 7.

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peor después de t r e s siglos de daninación hispana. acuerdo a un docu- mento presentado por los canerciantes de l a ciudad de Guatemala en l a s cor tes españolas en 1811, l a vida de la poblaciBn indígena y mestiza en e l Reyno de Guatenala era miserable. La agricultura s e encontraba "en estado ru in" , estando las t ier ras "distribuidas en posesiones inmensas entre po- cos individuos, con enorme perjuicio de los muchos que forman l a masa de l Estado, y que no tienen un palnm de terreno en propiedad donde sanbrar una m i lpa" .7 LOS mimos canerciantes mencionados criticaban e l poco espíri tu empresarial de los hacendados parasitarios quienes, siquiendo l a tradición de lo s señores de l a t i e r r a de la península Ibérica, solían adquirir más propiedades en épocas de bonanza, "que lo s consti tuyen en hombres de muchas t i e r r a s , de muchas trampas, de muchas ideas huecas de felicidadt'.8 Unicamente l a emancipación polí t ica de España pezmitiría que en Guatemala s e crearan las condiciones objetivas para e l aparecimiento d e l nuevo t i p o de hacendado: e l empresario agrario burgués.

Los empresarios que aparecen en Guatemala en los siglos de daninación hispana son c a s i exclusivamente canerciantes dedicados a l a canpra y ex- portación de l o s principales productos centroamericanos (cacao e índigo) , de amplia aceptación en los mercados metropolitanos, y a la importación de manufactura europea. Corno ya hemos observado, estos canerciantes cunplían un papel de internediarios del capital mercantil de las potencias occiden- t a l e s más desarrolladas y difícilmente pueden ser considerados empresarios cap i t a l i s t a s , no sólo porque su principal actividad económica se desenvol- v í a en e l campo de l a c i rculación de mercancías, sino también porque l a producción de esas mercancías se efectuaba bajo condiciones de explotación feudal colonial implantada por l o s conquistadores y l a burocracia de l absolutismo español. Por otra parte, los empresarios canerciales que de- vinieron en grandes productores de índigo y monopolizaron l a e c o n d a de exportación co lon ia l l legaron a colocarse en permanente pugna con los pequeños y medianos productores de Guatemala y de l a s provincias, quienes por todos l o s medios t ra taban de lhi-r las ganancias de aquéllos. DS

esta manera, no es sino hasta l a primera mitad del s iglo XIX que comienza a formarse e l empresariado burgués en nuestro país, cuya característica p r inc ipa l e s s u estrecha vinculación con l a producción a qran escala de productos destinados a l mercado interno ( especiahente azúcar) y externo

7 "Apuntamientos sobre l a agricultura y m e r c i o del Reyno de Cuate- mala*', en Economía de Guatemala (Guatemala: Editorial Universitaria de Guatemala, 19831, 1: 61 y 1: 59.

8 "Apuntamientos sobre l a agricultura y comercio", 1: 44.

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( cochin i l l a y café, pero también cacao, maderas preciosas y hule) , con e l canercio de exportación e importación, y con la usura.

Las guerras c iv i les que suceden a l a emancipación son l a expresión de l a pugna que en e l seno de la clase daninante libraban los representantes de l a oligarquía feudal colonial, por un lado, y los exponentes de l a sur- g ien te burguesía urbana ansiosa p r apoderarse de los bienes de l a Iglesia y por colocar a l país en l a vía del desarrollo capital ista, por e l otro.9 Esta pugna tuvo cincuenta años de duración, siendo solventada de manera definitiva con el arribo de los liberales a l poder en 187 1. A p a r t i r de ese año, s i n embargo, e l liberalismo guatemalteco no es más que l a expre- s ión de una a l ianza de nuevos ricos convertidos en dirigentes del Estado cafeta lero , con los antiguos oligarcas obligados a sacrif icar a su más po- derosa aliada, l a Iglesia, con t a l de preservar sus privilegios económicos y posición soc ia l de origen colonial. Esto explica porqué los liberales, l e j o s de eliminar l a s relaciones de producción del período colonial, espe- cialmente e l sistana de habilitaciones de trabajo forzado, e l colonato y

e l peonaje, l as intensificaron en detrimento de los intereses del capesi - nado indígena y de los mestizos s in t ier ras , aguaizando a s í los problemas soc i a l e s y l a contradicción entre propietario y trabajador del campo sur- qida a raíz de l a conquista.

Como manera de lograr e l desarrollo económico del país, los liberales fomentaron l a penetración del capital extranjero. E l nuevo t ipo de empre- sario, pues, viene a ser e l ex t ran je ro c a p i t a l i s t a l legado a Guatemala a t r a í d o por l a s grandes posibil idades que se l e ofrecen para hacer todo t ipo de especulaciones financieras y comerciales y , especialmente en l a segunda mitad d e l s i g l o XIX, para hacer inversiones en l a caficultura, considerada fuente de fác i l y rápido enriquecimiento. la formación de la burguesía empresarial en Guatemala no esti5 directamente relacionada con e l aunento de l a mano de obra asalariada en l a agricultura, s i no que, por e l con t r a r io , e l proceso de acumulación de riquezas en que s e ven involucra- dos l o s empresarios burgueses tiene cono base e l reforzamiento de los sis- temas de s e r v i d w r e de trabajadores del campo y su explotación exhaustiva con f ines lucrativos propios del sistema capitalista. Por l o tanto, exis- t en fundamentos para afirmar que los empresarios modernos, a s í cano los principales miembros de la burocracia l iberal que no dejan pasar las opor- tunidades de enriquecimiento personal que s e l e s presentan como socios menores de los extranjeros o a través del saqueo de l a s finanzas públicas,

9 En este contexto nos referimos exclusivamente a l caso del Estado de Guateiiala.

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l legan a constituir e l sector hegemónico de la clase dominante conforme se consolida e l Estado cafetalero que representa y protege sus intereses. E s por e s t a razón que, pese a que l a mayoría de los empresarios extranjeros l legados a Guatemala en e l s ig lo X I X contaba con recursos monetarios pro- p ios , o de instituciones financieras europeas y norteamericanas, su ubica- ción d e f i n i t i v a dentro de l a clase dcniinante se efectúa hasta después de involucrarse en e l proceso de acunulación capital ista y formación es ta ta l moderna. E l empresario burgués está íntimamente ligado a l liberalismo y a l o s r e s t o s d e l feudalismo colonial; a l a mnstitución de 1876 y a l a dic- tadura mili tar de Justo Rufino Barr ios ; a l a s consignas de " l i be r t ad y reforma" y a l a expropiación de t i e r r a s canunales e intensificación del sistema de peonaje; a los negocios bancarios e hipotecarios y a l a pérdida de t i e r r a s de centenares de pequeños y medianos productores de café; a l a usura, e l comercio i l í c i t o y los fraudes a l fisco, y a l respetable caner- c i o ex t e r io r ; a l capital e intereses extranjeros y a l acaparamiento y sa- queo de l a s riquezas nacionales. Es por esto que e l proceso de formación de capitales en l a Guatemala moderna tiene s u s características propias.

También posee, s i n embargo, rasgos que lo identifican plenamente con e l fenómeno de acunulación originaria del capital: e l saqueo colonial y e l canercio exterior. Con la Independencia surgen en Guatemala condiciones propicias (corrupción institucional de las burocracias estatales, cultivo de l a cochinilla y expansión de la caficuitura, establecimiento del Estado burgués, expropiación de t ier ras cununales y e l reforzamiento de las leyes de trabajo forzado) que permiten i n v e r t i r c a p i t a l en especulaciones de toda c l a s e , en e l comercio y en plantaciones de nopal, caña de azúcar, cacao y café. Mientras que durante e l períoda de daninación hispana las ganancias obtenidas por los empresarios coloniales a través del canercio y explotación de l a población indígena eran parcialmente exportadas a España

y , en gran medida, gastadas de manera improductiva o atesoradas, los bene- f i c i o s de los empresarios neocolonialistas fueron rápidamente incrementa- dos seqún métodos de acunulación capital ista, principalmente en l a produc- ción de café a gran escala, en e l financiamiento de caficultores pequeños y medianos, y en l a canercialización del producto.

Los primeros mpresarios extranjeros arribados a Guatemala en e l s i g l o X I X son una mezcla de aventureros ricos, corttrabandistas , especuladores e innovadores. No se puede opinar otra cosa de un Marcial Bennett, Charles Meany, C. F. R. Klee y de o t ros más. Bennett, por ejemplo, era de na- cionalidad inglesa y había logrado amasar una importante fortuna camo co- merciante intermediario y empresario maderero en e l enclave co lon ia l de Belice. Llegó a l pa í s poco después de l a Independencia, ofreciendo en venta armas y municiones tanto a liberales cano a conservadores. Pronto s e l e ve involucrado en negocios turbios de todo tipo: proyectos de colo-

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nización inglesa en l a región de las Verapaces y en l a costa Atlántica; explotación de minas en El Petén, Izabal y en l a costa de Honduras; neqo- c i o s de especulación en bonos del Estado; y participando activamente en e l comercio ex t e r io r y en l a producción de cochinilla y caña de azúcar. h 1833 canpra, junto con Charles Meany, su socio en l a mayoría de sus anpre- s a s , l a antigua hacienda de los dominicos "Can Gerónimo", l a más grande y mejor administrada plantación de caña de azúcar del período colonial. Por 270 caba l l e r í a s de que consta l a propiedad expropiada a l a Iglesia en 1830, pagan Eennett y Meany 111,862 pesos y 4 rea les en papel moneda d e l Estado, que no son más de 17,000 dólares, en una misteriosa transacción en La que también s e ve envuelto e l r i c o comerciante y prcaninente l iberal guatemalteco Basileo Porras (és te s e convierte en socio de la empresa, te- niendo una t e r ce ra pa r t e de las acciones). inmediatamente después de l a adquis ic ión de "San Gerónimo" fueron canprados en Inglaterra e introdu- c idos a l p a í s por Izabal ("una gran parte a fuerza humana, pues no había camino carretero y muchas piezas no podían cargarse en mulas"): un trapi- che moderno de primera c l a se , una rueda hidráulica, costosos alambiques para dest i lar alcohol, y todo t ipo de herramientas. Fueron contratados l o s servicios de ingenieros mecánicos y personal de administración inglés, y se introdujeron 57 famil ias portuguesas "de l a I s l a Fayal", de l a s cuales s e esperaba que enseñaran las técnicas modernas del cultivo de l a caña a l a población trabajadora de la plantación. Solamente los costos d e l v i a j e de l o s portugueses ascendieron a la mitad de lo que se había pagado a l gobierno guatemalteco por l a hacienda. ms primeros 23 meses de operaciones s e debieron pagar "planillas senanales a l a gente de trabajo" de 18,434 pesos, cano pranedio, s i n i n c l u i r s e en l a suma " e l costo de l personal de administración, dependientes, etcétera, y e l capital invertido de varias otras maneras" .lo

E l caso de la hacienda "Can Gerónimo" deseamos que sirva para i l u s t r a r e l hecho de que en Guatemala e l empresario agrario moderno fue ex t ran je ro desde un pr incipio , y que los nacionales que lograron incoqmrarse a este s e c t o r de grandes privilegiados s e vieron obligados a adaptar sus métodos de organización de producción comercial. Por l o general, e l empresario nacional surgió de entre l a oligarqu5a cr iol la y de l a s f i l a s de los polí-

10 Great Br i t a in , m b l i c Pecords Office, Foreign Office, Series 15, Volme 131, fol io 76 (en adelante se c i tará : FO 15 y e l número de volunen y folio respectivo) , "Arbitramento ra e l arreglo f i n a l de l o s reclamos de lo s propietarios, súbditos ing f= eses, de la 'Hacienda de Can Gerónimo' , contra e l Gobierno de Guatemala por daños y perjuicios en Marzo y Mayo de 1838. Opinión de Juez Arbitro lkmás Jump".

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t i c o s y mi l i t a r e s enriquecidos por l a corrupción practicada en e l ejerci- c i o d e l poder p o l í t i c o , o s ea , de l a burguesía burocrática liberal. En nuestro p a í s , ya desde l a primera mitad de1 s iglo XIX, l a incipiente bur- guesía agrar ia fue influenciada muy fuertemente por e l elemento ex t r an j e r o , e l cual aumentó en número e importancia económica en l a segunda mitad d e l mencionado siglo, dándose una canplicada identificación socioeconánica y c u l t u r a l en t r e l a oligarquía de origen feudal colonial y los represen- tantes del capitalismo internacional arribados. Lo anterior condujo a l a alienación y extranjerización del empresariado guateanalteco. Este proceso fue d i s t i n t o a l experimentado por l as burguesías nacionales de l a mayoría de l o s países latinoamericanos. La particularidad de este surgimiento y desarrollo del enpresario moderno en Wtana la ha sido cas i completamente ignorado por l a historiografía y l a s ciencias sociales, l o cual ha provoca - do gran confusión y un canpleto desconocimiento de la realidad guatemalte- ca en t r e l a inmensa mayoría de los investigadores nacionales y extranjeros que s e han ocupado de su es tud io e interpretación. D e igual manera, y cano consecuencia de l o anterior, permanece hasta hoy casi en l a oscuridad e l papel que ha jugado e l Estado cafetalero en e l fomento y protección de l o s i n t e r e se s del empresariado burgués. E l culto a l a "iniciativa priva- da", a l a "libertad de empresa" y a l capital ismo como sistema por p a r t e d e l Estado cafetalero está íntimamente relacionado con la actividad econó- mica y p o l í t i c a de l a burguesía empresarial, as'. cano con l a identifica- ción de l a burocracia e s t a t a l con los valores culturales extranjeros, l a llamada "civilización occidental".

A l a burguesía guatemalteca y a sus representantes y propagandistas siempre les ha parecido de v i t a l importancia destacar l a s cualidades perso nales de los empresarios cano hombres dedicados a l fanento de l d e s a r r o l l o de l p a í s , su laboriosidad, espíri tu de sacrif icio por los intereses de l a comunidad, praxis de pioneros, energía e inteligencia; en contraposición a l a e s t r e c h e z de miras y de pensamiento, holgazanería, conformismo, ignorancia y estupidez de l a población indígena y mestiza. E l desarrollo de l a s relaciones monetario-mercantiles y de l a ag r i cu l tu ra canerc ia l , especialmente de l a caficúttura, es visto por los ricos y sus portavoces como l a obra de un reducido número de destacados personajes, quienes en medio de l a incomprensión general, l a envidia y los prejuicios, y de nu- merosos obstáculos más, se lanzaron a arriesgadas =presas econbmicas que a l a pos t re contribuyeron a l engranüechiento de Guatemala. En. c o n t r a p s i c ión , l a ac tua l si tuación socioeconómica y polí t ica del país, a más de c i en afíos d e l establecimiento del Estado burgués que posibil i tó e l desa- r r o l l o y fortalecimiento de l empresariado agrario moderno y el éxito de sus actividades lucrativas, ha sido digna de muy poco estiatio por pa r t e de l o s pub l i c i s t a s a sueldo de l a clase daninante. Sin mbargo, no es nece-

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s a r i o ser científ ico social n i teórico en determinadas corrientes econ'nti- co-filosóficas modernas para llegar a l conocimiento de l o que acontece hoy en d í a en Guatemala, y de ahí que e l empeño de los sectores poderosos del p a í s por encubrir su pasado y sus actividades presentes esté condenado a l fracaso. La historia del empresario agrario moderno es l a realidad guate- malteca de hoy.

Entre l a s caracter ís t icas del empresariado burgués se encuentra l a de adoptar una actitud típicamente económica en cualquier decisión que tana y acción que ejecuta. m e a s í en e l siglo XIX y lo es aún en l a actualidad. Esta acti tud s e pone de manifiesto en l a manera &o organiza los recursos que t i ene a su disposición: los medios de producción (dinero y t ier ras) y l a s fuerzas productivas (mano de obra e instrunentos de producción, perso- n a l c a l i f i c a d o y conocimientos científicos), con e l f i n único y exclusivo de obtener un benef ic io económico, l a ganancia de carácter capital ista. Cano escribía m empresario extranjero en Guatemala en 1889,

He decidido dedicarme a l negocio del café, o sea, convertirme en propietario de plantaciones.. . . La gran ventaja que t i ene e s t e negocio e s que ( e n t r e o t r a s cosas) si se hace una inversión co- r r e c t a , s e administra bien, t r a e mucho más cuenta que cualquier otro.... Lo mejor e s comprar una f inca ya es tablecida en unas t r e s cuartas partes, cano hay ahora en gran cantidad y baratas.. . . M i p lan e s administrar esta finca y cmprar t i e r ras vírgenes del gobierno para sembrarlas. Cuesta menos y es una excelente fuente de riqueza. Coma creo que sé mucho más de café que los habitantes ladinos y por haber sido forjado por un excelente maestro (H. S ta j mann) , creo que tendré e l mayor de los éxitos. E l único e s que debo disponer libremente del capital necesario . . . más de 150,000 marcos.ll

La meta de l a ac t iv idad productiva del empresario entonces era, y es, l a obtención de dividendos, ya quc? sin ellos l a inversión no tenía razón de

s e r . Como l o señala e l mimo empresario citado arriba 46 años más tarde, en un período de depresión y baja de los precios del café en e l mercado in te rnac iona l , "¿Quién invierte dinero en plantaciones hoy en día? Media

11 Howard-Tilton Memorial Library, Cpecial Cbllection Depurtment, Tulane University (New Orleans, EE. üü.), Emnn Paul Dieseldorff Archives, box 2, f . 25 (de aqyí en adelante se c i tará EPDA, 2.25), "E. P. D. a Hanna Dieseldorff" (lo. de ab r t l de 1889). En e l caso cuando s e use un tomo que forma pa r t e de otros, este i r á entre paréntesis, después del volunen y e l nhero, seguido, cano siempre, del encabezamiento de l a carta y l a fecha.

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vez é s t a s no den ganancias es ceno si no tuvieran ningún valor". 12 in- so lvenc ia en l a empresa a g r a r i a conduce a l a ruina y e s t a ley económica

l leva a l empresario a actuar siempre de acuerdo a s u s i n t e r e s e s v i t a l e s .

Ent re é s t o s , po r consiguiente, s e encuentran en primer lugar l o s es t ra té - g ico-comerc ia les , que no sólo l e indican en dónde y h j o qué condiciones

debe i n v e r t i r s u c a p i t a l ; o s e a , a qué c u l t i v o debe dar le preferencia, s i n o también a que de ninguna manera debe perder l a objetividad en sus a p r e c i a c i o n e s : "empresa y sentimiento son dos cosas que no s e deben con-

fundir. E l empresario debe e s t a r siempre en capacidad de poder c a l c u l a r

f r íamente . S i s e deja guiar solamente por s u s sentimientos, cano desgra- ciadamente e s e l caso de muchos de los cmerciantes y finqueros guatemal- tecos, a r ro ja rá muy pronto su negocio a l sepulcro" .13

En v i s t a de que su actividad económica debe desarrol larse en un deter- minado medio s o c i a l y p o l í t i c o , el empresario debía conocer l a si tuación

i n t e r n a de Guatemala y e l e s t a d o de l a c o r r e l a c i ó n de fuerzas; o sea, t o d a s aquellas fuerzas que actuarían en contra o a favor de sus intereses . La fórmula a seguir e ra l a consulta y l a observación. Nadie conocía mejor l a s condic iones de i n v e r s i ó n en l a agr icul tura y e l sistema de t rabajo, que l o s comerciantes. Por l o tanto, todo recién l legado s e ponía en con- t a d o con e l l o s para conocer l a marcha de lo s negocios y s u s e x p e r i e n c i a s v i v i d a s en e l pa ís , a s í cano l a fac t ib i l idad de los proyectos de inversión

personales. Envin Paul Diese ldor f f , po r ejemplo, r e f i e r e que a n t e s de

i n v e r t i r s u d inero en l a adquisición de t i e r r a s aptas para l a caf icul tura

e s t u d i ó l a s i t u a c i ó n l o c a l d e l mercado de capi ta les y, en especial , l a s i t u a c i ó n f i n a n c i e r a de l a r epúb l i ca y l a prác t ica exis tente en t re los

canerciantes de especular con bonos del Estado. Ins anpresarios ve te ranos ayudaban a l novato : " ~ a b l é con August [ D i e s e l d o r f f j , Hermann, l o s Sappers , y con von Nostitz sobre m i s planes", escr ib ía E. P. Dieseldorff,

"y todos consideran acertados m i s proyectos y buenas m i s perspectivas. E l

d ine ro que poseo l o inver t i ré en t i e r r a s , que e s una inversión segura.... ias f incas de café tienen un gran futuro".l4

D e mucha importancia fue para e l empresario extranjero la u t i l i zac ión

de l t raba jo forzado de origen feudal colonial . En Guatezzala, e l auge de

l a producción a g r a r i a comerc ia l implicó e l paulatino crecimiento de l a s

12 EPDA, 5.32, "E . P. D. a Wil ly D i e s e l d o r f f " ( 1 7 de a g o s t o de 1935).

13 EPDA, 6.9, "E. P. D . a Wil ly D i e s e l d o r f f " ( 2 de septiembre de 1936).

14 EPDA, "E. P. D. a Hanne Dieseldorff" ( lo . de a b r i l de 1889).

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re laciones monetario-mercantiles, pero su l ibre desarrollo se vio obsta- culizado por l a supervivencia de formas de servidumbre que predominaban sobre l a expansión del sistema sa la r ia l en e l escenario de la vida econó- mica rural . Además, e l salario recibido por e l hanbre del campo a todo l o largo del s ig lo X I X por sus servicios personales prestados a l p rop ie ta r io de una plantación de azúcar o café muy rara vez se elevó por encima del real d iar io ( 13 centavos de peso oro) , por jornada de t r a b a j o de 10 a 14

horas. De esta manera, si queremos buscar l a principal fuente de ac~wula- c ión c a p i t a l i s t a en e l agro, simplemente hay que tanar en cuenta e l a l t o grado de rentabilidad que para un empresario significaban los bajos sala- r ios pagados a sus trabajadores permanentes (colonos y peones endeudados) y temporales ( t raba jadores l i b r e s empleados principalmente en épocas de cosecha). De hecho, fueron l o s bajos costos de producción del café l a base fundamental sobre l a cual se desarrolló l a riqueza y e l bienestar de l o s empresarios modernos. &S fincas pequeems y medianas, por l o general únicamente lograban cubr i r sus costos de producción en épocas de bonanza cafetalera, al ex is t i r fuerte d a d a y a l tos precios para e l producto en e l mercado internacional. E l empresario, por consiguiente, procuraba por todos los medios mantener e l s t a t u s quo laboral y aprovechar a l máximo los f ac to re s productivos favorables (posibilidades de inversión, experiencia de otros empresarios, sistemas de t r aba jo imperantes, condiciones de l suelo y clima, en f in ) . No siempre, s in embargo, los empresarios experi- mentados estaban dispuestos a enseñarles a neófitos interesados todo l o concerniente a l buen funcionamiento de sus negocios. Cuando e l mercado de un producto agrario era reducido y se quería preservar e l monopolio de su producción y comercialización, l o más aconsejable para e l viejo empresario parec ía ser l a cautela y la desorientación del potencial cmpt ido r . Esto sucedió, por ejemplo, en una ocasión en que un inversionista decidió visi- t a r l a plantación de t é de un alemán de l a A l t a Verapaz. E l propietario, Georg (Jorge) Fbekw, se encontraba de v i a j e en Alemania, por l o que su apoderado, Arnold Daetz, le escribió a l administrador de l a plantación:

Hoy me suplicaron dos señores de l a o t ra costa [costa del pacífi- co] , un ingl6s y un guatemalteco, que les dé una carta para Ud., porque e s t án muy intecesados en conocer l as plantaciones de té y su elaboración. Uno de el los tiene l a intención de probar a san- brar t é en Escuintla y esto no l e conviene nada a don Jorge. ??or e s t o l e s suplico no ensefiarles l a maquinaria. Lo mejor es que los l l e v e a pasear por una parte (no todas) de l a plantación y contes- t a r l e s sus preguntas siempre con cuidado. Es muy importante que l e s diga que e l t é só lo s e da en clima oano e l de Chirrepec, es dec i r , f r í o , y que l a producción es muy pequeña, tal vez unos 5 a 10 quintales a l año, que es l o más que se consme en e l país. Para exportación no deja cuenta e l t é . Además, cuénteles que don Oscar

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J. C. Carnbranes

Majus fue e l que empezó a c u l t i v a r e l té y que estuvo luchando como ve in te años para lograr algo. Si l e preguntan qué clase de f i ncas más t i ene don Jorge, dígales que por mina Sayub de café. S i l e preguntan por Cardamomo dígales que hay algo (no conviene que sepan que tiene esto). Tal vez insistan en ver e l beneficio, en t a l caso no l e s explique l a máquina de enrollar hojas mucho. Dígales que [tachado: "esa máquina no sirve mucho porque se quie- b ra mucho e l t é " ] e l que s e encarga d e l beneficio es don Jorge mismo o un su mecánico que no está, y que Ud. solo trabaja en e l campo, de manera que no puede explicar mucho de esto. Supongo que l o s señores estarán a l l í maiiana por l a mañana. Tampoco les enseñe e l cuarto donde guardan e l t é porque hay mucho a11í.15

Cuando los factores adversos a que se enfrenta un empresario son de índole externa (baja de precios en e l mercado internacional para determinados productos agrar ios , guerras mundiales y amenazas de expropiación, entre o t r a s ) , su t a r ea principal es l a de prevenirlos para neutralizarlos, con- t ra r res tándolos por medio de l a austeridad administrativa, reducción de l o s costos de producción, búsqueda de aiipréstitos a largo plazo y, cano sucedió an tes de l a Segunda Guerra Mundial, cambiando de nacionalidad si l a que t e n í a e r a alemana.16 La docunentación que hemos tenido a l a vista nos muestra que e l empresario ex t ran je ro , de s e r necesario, creaba l a s condiciones para que su actividad econ*mica pudiera desarrollarse s in obs- t ácu los en un medio que l e fuera propicio. N o tenemos pruebas de que la pequeña producción mercantil llegara a transformarse más tarde en mediana o grande y de carácter capitzl ista, cano tampoco de que l a plantación me- diana reuniera l a s condiciones económicas que permitirían la acunulación de capi ta l . Los más grandes empresarios agrarios modernos fueron aquellos que hicieron fuertes inversiones de dinero desde un principio, adquiriendo no una s ino varias propiedades a La vez, l a s cuales eran administradas de acuerdo a métodos racionales que lograban la &S a l t a rentabilidad. E l

empresario no surgió de la clase media nacional, sino que entre los repre- sentantes de l c a p i t a l ex t ran je ro , a s í como de entre los canerciantes y o l igarcas c r io l lo s , y de las f i l a s de políticos corruptos enriquecidos en e l e j e r c i c i o d e l poder. Su caracter ís t ica dist int iva, además de poseer

15 Archivo privado d e l autor (de aquí en adelante se c i tará cano A P A ) , car tapacio 1 1 , pás. 24b ( 1 1.24b). "Arnold Daetz a Luis Echeverría" ( 1 1 de agosto de 19387 .- ' '~hir repec" . e s nombre de l a plantación de t é ubicada en l a jurisdicción de San Pedro Carchá, Alta Verapaz.

,

16 E P D A , 5.32, "E. P. D. a Willy Dieseldorff" ( 1 7 de agosto de 1935).

$

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medios monetarios, era su talento organizativo y su conocimiento de l o s recursos a su disposición. Por principio, un mal organizador nunca puede ser un empresario con éxito; l o mismo puede decirse de un hanbre despreo- cupado y f a l t o de energía y ambición. Las palabras de E. P. Dieseldorff: " e l problema es siempre qué y c h puede hacerse un buen negocio", indican que e l empresario procuraba conocer a cabalidad no sólo e l objeto de in- tercambio y l a p rác t ica de su canercialización nacional e internacional, s i no que, en primer lugar, los elementos f ísicos, humanos y técnicos que contribuían a su producción.

E l é x i t o y buen funcionamiento de l a ap re sa agraria moderna estaban directamente relacionadas a una buena planificación a l hacer l a s inversio- nes de dinero, a l a s buenas decisiones administrativas y a l buen cont ro l de l a producción. A l daninio de estas cualidades l e llamaban "tener c a b e za" . l 7 E l empresario moderno, por consiguiente, era e l hanbre r ico que tomaba decisiones sobre e l producto agrario que más convenía a sus inte- r e se s cultivar; cuáles métodos debía u t i l i za r con el f i n de producir más y a l menor costo posible ; y cuáles e s t r a t eg i a s y actitudes debía adoptar para maximizar sus ganancias. "Cada empresario debe tener por norma que sus negocios l e rindan c ier ta ventaja en relación con e l riesgo y l a pro- babi l idad de ganancia", e sc r ib í a Dieseldorff en 1908. "Cuando un nego- ciante no observa esta regla, pierde en lugar de ganar y su ruina viene t an pronto se acaba su capital y su crédito. E l canercio es benéfico para e l público, pero no es un ins t i tu to de benef i~encia" .~8

Desde e l manento en que comienzan a destacarse los elementos extranje- ro s en especulaciones comerciales y en l a explotación y canercialización de maderas preciosas y cochinilla, hasta los in ic ios de l a ca f i cu l tu ra y e l aparecimiento de consorcios monopolistas que l legan a controlar e l financiamiento, producción y comercialización del café y e l banano, e l empresariado agrario moderno pasa por dis t in tas fases de desarrollo que e s

necesario mencionar, cano l o hacenos en los párrafos siguientes. De 1821 a 1871, l a institucionalización del l ib re canercio y l a l ib re

empresa. Llega a l país l a primera ola de tmpresarios extranjeros (ingle- ses, franceses, colombianos, alemanes, norteamericanos y su i zos ) . Las guerras c i v i l e s centroamericanas y l a creciente corrupción de l a burocra- c i a e s t a t a l permite e l enriquecimiento de ccmerciantes-empresarios dedi- cados a l t r á f i c o de armas, a l contrabando, l a e s p u l a c i ó n con bonos del

17 EPDA, 5.8, "E. P. D. a B l y Dieseldorff" ( 1 1 de agosto de 1931).

18 EPDA, "Varias ca r t a s " , núm. 1 , "E. P. D. a V. Polanco" (18 de julio de 1908).

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gobierno y l a actividad financiera. E l auge del cultivo de l a cochinil la , a p a r t i r de l a década de 1830, capitaliza a un pequeño sector de grandes productores y canerciantes a gran escala del producto colorante, s irviendo e s t a s ganancias de base para un nuevo ciclo de inversiones, más beneficio- s a s aún, en l a ca f icu l tu ra canercial que inicia su fase de desarrollo en l a década de 1860.

De 1871 a 1897, ocurre e l establecimiento y mnsolidación de la dicta- dura de l o s finqueros. Los enpresarios pasan a ser e l sector hegemónico de l a clase daninante, gracias a sus crecientes ganancias obtenidas en l a ca f i cu l tu ra y a l a tana del poder político. E l auge del cuitivo del café a t r a e a m á s invers ion is tas extranleros que vienen a reforzar a l elemento empresarial existente. Tal cano sus antecesores, l o s nuevos empresarios s e dedican a l comercio de importación-wportación, a l a especulación f i - nanciera y bancaria, y a adquirir y establecer complejos de plantaciones de café y azúcar. Entre estos extranjeros se destacan los alemanes y los

judíos europeos y norteamericanos, por su teadencia monopolística y e l monto de sus inversiones. E l anpresarlado agrarro establece e l Estado ca- f e t a l e r o y sus instituciones jurídicas y represivas que l e permiten llevar adelante l a expropiación de l a mayor parte de las t i e r ras canunales y l a conversión del trabajador indígena l ibre en peón permanente de l a s planta- ciones, a s í como, por medio de l sistema de mandamientos, en asalariado forzado temporal.

Entre 1898 y 1944, ocurre l a primera c r i s i s económica y pol í t ica del Estado ca fe t a l e ro , provocada por l a caída de los precios del café en e l mercado internacional, l a corrupción y e l despilfarro gubernamental. Tam - bién ocurre e l establecimiento de l a s prolongadas dictaduras de Manuel Estrada Cabrera (de 1898 a 1920) y de Jorge Ubico (1930-1944), defensores de l c a p i t a l ex t ran je ro , del orden y e l progreso de los empresarios agra- r i o s . Osurre además l a ruina de los caficultores pequeiros y medianos y l a polar ización de la propiedad agraria, con preckrminio del latifundxmo ca- p i t a l i s t a que recibió un gran impulso. Es en este período también cuando sucede l a concentración de la riqueza en pocas manos a causa del auge de l a producción y comercialización del café y la explotación ilimitada del

campesinado indígena y mestizo. Vemos a l a vez e l predaninio absoluto de l o s i n t e r e se s de los grandes propretarlos agrarios, incluyendo a los con- sorc ios alemanes y norteamericanos, en l a l eg i s lac ión agraria (la ley c o n t r a l a vagancia de 1934). Ocurre además l a subordinación de l a

burguesía nacional a l capi ta l y empresariado extranjero. A partir de l a Primera Guerra Mundial llega a l país una nueva ola de rnmigrantes extran- j eros ( chinos, árabes y judíos europeos y norteamericanos) quienes s e de- dican a l comercio a pequeFia escala y a l contrabando; a éstos se vinculará un creciente sector de antiguos oligarcas desplazados de sus propiedades

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por e l capital a l d n , llegando todos a conformar un nuevo grupo hegembni- co después de l a expropiación y y l s i ó n de los alananes del país, en e l año 1943. Con e s t a expulsión culmina e l período de conf mntación de los i n t e r e se s económicos y políticos al-es y judío-norteamericanos iniciado a f i n e s de l s i g l o X I X . Surge e l predaninio hegemónico de los intereses del imperialismo norteamericano en e l país.

Todo parece indicar que los l iberales , quienes abr ieron l a s puer tas d e l p a í s a l o s empresarios modernos, consideraban que l a actividad y las invers iones de l capital extranjero serían factor de progreso y desarrollo mater ia l , a s í amo que permitiría l a formación del capital nacional. Para e l empresario moderno e l capital de inversión es e l principal factor de su ac t iv idad económica. La fuerza de trabajo indígena y l a t i e r r a en manos de l o s co lon ia l i s t a s no bastaron para que s e formaran capitales en e l período de dominación hispana, n i tampoco para que s e desarrollaran indi- viduos con espíri tu empresarial.

E l sistema de valores imperantes en e l feudalisno colonial, específi- camente en su economía monetaria, limitó grandemente l a s inversiones en l a ag r i cu l tu ra con f ines productivos. Así, mientras que e l empresario mo- derno procura por todos l o s medios a su alcance expandir su producción comercial a t r avés de l a reinversión de un a l t o porcentaje de sus ganan- c i a s -por l o menos en lo s primeros años- adquiriendo más y mejor equipo técn ico , as'. como mayor cantidad de t ier ras , todo l o cual pennite darle a l a producción un movimiento cícl ico que conduce a una mayor explotación de l a mano de obra y a l a acumulación, e l hacendado colonial prefería dis- f rutar en la ciudad de las rentas que l e proporcionaba e l monopolio sobre l a t i e r r a y e l t r aba jo de "sus" colonos y peones, s in interesarse tanto por hacer mejoras de in f raes t ruc tura y ningún t ipo de reinversión en su propiedad. Además, l a renta que obtenía era generalmente en productos de La t i e r r a que él mismo se encargaba de realizar en e l mercado local y que, en l a mayoría de los casos, l o ponía en disposición de limitadas cantida- des de dinero. Como muy bien l o señala un estudioso colcanbiano, en l a

acienda señor ia l l o s valores económicos s e dirigen casi solamente del ampo a l a ciudad, de l a propiedad hacia el propietario, y muy r a r a vez a

La inversa.19 Esta prBctica continuó en Guatemala después de nuestra dependencia y fue necesario que los enpresarios extranjeros les danostra -

an a los guatgnaltecos interesados en p a r t i c i p a r en l o s benef ic ios que

19 Antonio García, Reforma agraria y e c o n d a empresarial en Ambrica t i n a (Santiago de Chile: Edi to r ia l Universitaria, S. A . , 1%7), pág.

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proporcionaba la agricultura l a verdadera importancia que tenía e l capital para l a producción. Por ejemplo, en una ocasión cuando un aspirante a f inquero le s o l i c i t ó un préstamo a E. P. Dieseldorf f para adquirir un t e r reno apto para la caficultura, l a respuesta de éste fue tan terminante cano muy propia de un empresario:

Dar a Ud. fondos para que Ud. canpre una propiedad hasta ahora sin c u l t i v a r , cuyo adelanto recibido por Ud. i r í a a servir para e l pago del terreno, no sería cálculo, y sólo daría lugar a disgustos más tarde; porque luego l e fal tarían fondos para trabajar l a finca y reco lec ta r l a s cosechas, y en luqar de resultar un negocio sa- t i s f a c t o r i o , dar ía lugar a penas para ambos. Si Ud. hace negocio comigo, me debe demostrar que Ud. puede cunplir con l o ofrecido, que l o s p l an t ío s ya existentes son suficientes para garantizar e l c a p i t a l y e l cunplimiento del canpraniso. Comprar fincas o terre- nos, amigo, sin que Ud. tenga capital propio, no se puede recanen- dar. Nunca ha dado buen resultado hasta hoy, porque l a s mejores intenciones no bastan. Para producir café s e necesita capital y mano de obra, y l a fa l t a de cualquiera de ambos es suficiente para que a l cabo de unos años se vea Ud. sin l a propiedad en l a que ha concentrado sus esfuerzos, y con los aiíos y e l trabajo perdidos. Por l o dicho, no puedo recanendar a Ud. entrar a canpras de terre- nos no cultivados s in tener capital propio.20

Como puede deducirse de l a nota de Dieseldorff t ranscri ta anterior- mente, no solamente l a f a l t a de dinero y créditos para hacer inversiones fueron obstáculos para e l desarrollo del empresariado y capital nacional. Aparentemente, muchos aspirantes a empresarios carecían por canpleto del conocimiento necesario para aprovechar favorablemente l a s condiciones de producción existentes. Les eran ajenas l a s cualidades del empresario ex- t r a n j e r o que s e imponía objetivos a alcanzar: planificaba detalladamente e l t r a b a j o productivo; tanaba decisiones en base a los recursos de capi- t a l , mano de obra y t i e r r a s de que disponía; y supervisaba personalmente e l funcionamiento de sus plantaciones. Cómo debía conducirse una empresa a g r a r i a , específicamente, una plantación de café, cuáles eran las tareas primordiales d e l empresario que deseaba tener éxito y qué errores debía e v i t a r caneter, eran enseñanzas que debían ser asimiiadas desde un princi- p lo . Por ejemplo, l o primero que hacía e l propietario extranjero de una plantación de café e r a ca lcu la r cuántos días de trabajo de un jornalero eran necesarios para producir un quintal de café. De este cálculo podía

20 EPDA, "Varias ca r tas" , vol . 12, 5, "E. P. D. a Porfirio valdéz" (11 de noviembre de 1901).

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f i j a r salarios y poner bajo su control los gastos de administración, pagos de t ranspor te , impuestos y demás menesteres, a s í cano establecer a p&od l a cuota de ganancia que obtendría por cada quintal de café a producir.21

La diferencia entre un hacendado guatemalteco que s e iniciaba en l a ca - f i c u l t u r a y e l empresario extranjero caficultor consistía en que, mientras e l primero buscaba satisfacer sus tendencias a l lu jo y a l enriquecimiento f á c i l que l e dar ía p r e s t i g i o en l a sociedad y en e l plano polí t ico, e l segundo pretendía acumular capital a través de la producción canercial y l a especulación. Se trataba de dos actitudes y dos formas de conducta muy d i s t i n t a s , representativas de dos épocas del desarrollo socioeconíwllco de Guatemala. A s í , mientras que lo s f inqueros guatemaltecos solían apro- vechar l a s épocas de bonanza comercial para 'nacer todo t ipo de gastos im productivos y suntuarios (canpra de casas o viajes a París) , los extran- jeros procuraban reinvertir gran parte de sus ganancias en la importación de personal técnico y administrativo calificado, capaz de mejorar l as téc- n i cas de producción y elevar l a calidad del café a canercializar. Si e l empresario moderno hacía un v i a j e a Europa, era para conocer mejor los mercados y las fuentes de financiamiento, para hacer contados canerciales favorables, y conocer cuál e ra l a situación de dananda existente en los productos tropicales. D e esos viajes obtenía un buen cuadro del grado de pr io r idad que debía dedicarle a l a caficultura y a otros cd t ivos caner- c i a l e s , a s í mmo en dónde y en qué cantidades era factible su realización. Además, regresaba a l p a í s con arreglos y representaciones canerciales y bancarias, buenas perspectivas de financiamiento para su empresa y conoci- miento de nueva tecnología.

E l empresario moderno, a l impnerse objetivos y un plan de trabajo en l a p lantación, s e colocaba en condiciones de prever e l desarrollo de sus negocios en un determinado período de tiempo; calcular su potencial pro- ductivo en base a l a n á l i s i s cuidadoso de l estado de los recursos a su disposición; a s í cano de prevenir y poder neutralizar l as situaciones des- favorables que pudieran surgir, ya que era sabido que a épocas de buenas cosechas l e sucedían años de recesión y bajos precios. p esg gracia da mente, en l a agricultura está uno sujeto a múltiples factores imprevistos", decía un empresario al&, "cano e l descenso de precios, l a s malas cosechas, l a mala cal idad d e l café por influencias atmosféricas, y otras cosas".22 La

2 1 EPDA, 6.8, "E. P. D. a Willy Dieseldorffs' ( l o . de agosto de 7936).

22 EPDA, "Varios", vol . 45(521, "m m i r í n a M. Chavarría" (10 de mayo de 1935).

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p l a n i f i c a c i ó n , por cons igu ien te , hacía funcional un adecuado sistema de

c o n t r o l de l a i n f r a e s t r u c t u r a productiva que l e permit i r ía a l empresario correspondiente los objetivos in i c i a l e s , ajustándolos a l a si tuación exis- t e n t e , y r e v i s a r l o s logros y fracasos obtenidos.23 Wa precisamente en e s t a tana de decisiones que e l nuevo t i p o de empresario ponía en evidencia

l a importancia d e l c o n t r o l y l a s u p e r v i s i ó n d i a r i a de l a producción. Muchas de l a s medidas a adoptar en l a d i recc ión de una empresa agrar ia t i e n e n sus orígenes en l a información recabada sobre e l estado favorable o

des favorab le d e l tiempo, estado de l a plantación, resulthdo de l a s inver- s i o n e s de t i p o tecnológico, disponibil idad de l a mano de obra, movimiento comerc ia l y s i t u a c i ó n de p r e c i o s para e l producto agrar io en e l mercado

i n t e r n a c i o n a l . De hecho, e l empresario debía saber que de l resultado de

s u s d e c i s i o n e s tanadas en e l proceso de l a producción dependía l a posibi-

l i d a d de ob tene r l o s beneficios esperados, o f racasar . Conocer hasta e l ú l t imo d e t a l l e l a s condiciones materiales de l a producción y e s t a r a tento

a s u favorable desenvolvimiento implicaba mucho c o n t r o l y l abor ios idad . Según E. P. Dieseldorff , una empresa no prosperaba si l a persona quien l a d i r i g í a no e r a laboriosa y no conocía e l medio en e l cual s e desarrollaba l a producción.24

Las decisiones tomadas por l a persona "que constantemente v ig i l a y di-

r i g e l o s t r a b a j o s " ,25 siempre debían estar relacionadas directamente con l a e s t r a t e g i a de producción de l a empresa; e s dec i r , con l a meta de lograr l a s mejores cosechas, t an to cuant i ta t iva como cualitativamente, y de obte- ne r l o s máximos beneficios. Medidas drás t icas a adoptar, cano e l abandono tanporal o permanente de un cu l t ivo debido a su f a l t a de r e n t a b i l i d a d , l a

i n t roducc ión y experimentación de un nuevo f r u t o c m e r c i a l , o l a siembra

de granos alimenticios en vez de café o caña de azúcar, corresponden a de-

c i s i o n e s que r equ ie ren mucha v i s i ó n , energía y dinamismo empresarial, y

que s e distancian de proyectos in i c i a l e s a causa de fenómenos imprevistos,

como s e q u í a s prolongadas o tempra les , superabundancia de excedentes co- m e r c i a l e s , épocas de f u e r t e s depresiones en e l mercado internacional, y c r i s i s . Los r e q u i s i t o s que e l empresario moderno exigía de su personal cal i f icado, generalmente importado de Alemania, po r ejemplo, nos da una

i d e a más o menos exacta de l a s condiciones en que s e desarrollaba l a act i -

23 EPDA, 5.22, "E. P. D. a Hentze" (10 d e a b r i l de 1934).

24 EPDA, "Varias c a r t a s " , v o l . 16, "E . P. D. a J. Jacquet" (25 de octubre de 1905).

25 EPDA, "Varias c a r t a s " , v o l . 16, ''E. P. D. a J. Jacquet" (25 de octubre de 1905).

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vidad productiva:

Aquí no da un paso adelante e l h d r e incapaz de dominarse ante e l aguardiente y l a s mujeres, ya que s e desgasta t r e s veces más rápido que en Europa. Lo que se busca es gente que sea firme en asuntos de maquinaria y construcción, de preferencia que haya es- tudiado en una escuela técnica, ya que con los buenos precios que actualmente t i ene e l ca fé s e construye bastante y se introduce mucha maquinaria, l o cual antes no siempre nos e r a posible . Con e l l o buscamos economizar mano de obra. Estamos aplicando mucha e lect r ic idad en l a iluninación, en l a fuerza motriz y en e l proce- s o de secamiento d e l ca fé mojado, a causa de que los patios para secar a l so l a menudo no pueden ut i l izarse debido a l mal tiempo. Todo conocimiento de máquinas es muy valioso. ~ambién es necesa- r i o poseer conocimientos básicos de carpintería, albañilería, h e r r a j e de animales, crianza de mulas, etcétera. En m i empresa se hace apl icación de todos de estos conocimientos; incluso estamos actualmente haciendo trabajos de perforación del subsuelo en busca de agua y minerales, bajo l a dirección de un geólogo alemán. Sí , todo es te t ipo de conocimientos los he tenido yo que aprender con e l tiempo, cano única manera de poder d i r ig i r m i empresa; y pese a que tengo personal especializado para cada uno de m i s departamen- t o s , procuro que ninguno de el los tenga una educación unilateral y a s í como hoy t r aba j a en un lugar , mañana l o hará en otro con l a misma precis ión. Por eso no e s deseable una persona que tenga profundos conocimientos en un solo campo, sino que una educación general en todo l o que a técnico y práctico s e refiere.z6

Como puede deducirse de l o escri to por Dieseldorff, l a experiencia desan- peñaba un papel de gran importancia en l a vida del empresario. Sin embar- go, e l inversionista extranjero del siglo XIX generalmente poseía conoci- mientos básicos de agricultura canercial, o l a estudiaba concienzudamente antes de iniciarse en una empresa agraria. Este era e l caso especialmente de aquellos comerciantes profesionales que decidían probar suerte en l a ca f i cu l tu ra a gran esca la . De a h í que d i f íc i lmente se encontrara una plantación que no poseyera una b ib l io teca con obras sobre agricultura moderna, en donde podían ex t raerse enseñanzas sobre l a s experiencias agr ícolas en los países tropicales, técnicas y logros en administración de empresas agrarias, tipos de suelos y condiciones climáticas propicias para toda c l a se de cu l t i vos comerciales conocidos, formas de disposición de recursos f ísicos, técnicos y humanos y, en general, todo l o concerniente a

26 EPDA, vol. 2 7 ( 3 9 ) , "E. P. D. a Dethleffson" (25 de noviembre de 1926).

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l a manera de obtener keneficios. 610 esto explica e l que los empresarios modernos hayan estado en posibilidades de s a l i r adelante a l convertirse en propietarios; que fueran capaces de poder a l terar o modificar e l me&o am- b ien te , transformándolo de acuerdo a sus fines de acunulación; y, en rela- c ión con e s t o último, explotaron a s u antojo y por medio de l a técnica agr íco la moderna, l a mano de obra forzada que e l Estado ponía a su d i s p s ic ión . Tal era e l valor que l a fuerza de trabajo tenía para las empresas ag ra r i a s , que en épocas de c r i s i s de bajos precios del café los empresa- r i o s consideraban que e l precio de sus propiedades estaba dado por e l nú- mero de colonos atados a sus plantaciones en calidad de fuerza de t r aba jo permanente. 27

Una constante de l desar ro l lo de l empresariado moderno vinculado es- trechamente a l capitalismo agrario es e l hecho de que l a ca f i cu l tu ra y e l crecimiento de las relaciones monetario-mercantiles en e l campo Giicamente contribuyeron a l enriquecimiento de esa minoría de empresarios a l a que nos hemos estado refiriendo, a s í cano a l a de un pequeño sector de la oli- garquía t r ad i c iona l y de nuevos ricos vinculados por razones polí t icas y económicas a l o s primeros. E l proceso de formación y desarrollo de l a burguesía empresarial en Guatemala marchó paralelo a l proceso de tmpobre cimiento del campesinado indígena y mestiza, quienes devinieron en objetos de l a s re laciones de producción y de l a acunulación. De esta manera, en nuest ro p a í s s e dio una polar ización cada vez mayor de l a propiedad y, pese a l a s innovaciones técnicas introducidas en e l sistema de plantacio- nes modernas, l as fuerzas prioáuctivas cayeron en un es tado de permanente estancamiento, arruinándose definitivamente l a base económica de los pequeños productores agrar ios . Desde e l punto de v i s ta del empresario moderno, l a producción canercial debía tener prioridad sobre los cultivos a l iment ic ios . Su actividad económica era una contribución a l desarrollo d e l p a í s , a l cua l debían cont r ibu i r todos, en un proceso en e l cual e l empresario, l a "iniciativa privada", conjugaría sabiamente la inversión de c a p i t a l con l a explotación de l a mano de obra. =a sabido que l a t i e r ra , e l equipo técnico y l o s especialistas importados, no eran capaces por sí mismos de producir n i un so lo grano de café. La actividad productiva y l a s a l t a s ganancias podían darse únicamente a trav'es de la organización de un sistema que sometiera a l trabajador a l a plantación y subvalorara a l máximo su t r aba jo productivo. Aquf radicaba "el éxito" del empresariado burgués, y és te fue e l principal motivo de la concentración en pocas manos

27 EPDA, vol . 17, 7 ( t . 1 4 ) , "E. P. D. a J. Orckjñez (26 de octubre de 1903).

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de hombres y t i e r r a s por parte de los capitalistas. Escribía Erwin D i e -

seldorff, gran acaparador de t i e r ras en la A l t a Verapaz, en 1901:

Yo siento, l o mismo que Ud., que e l capital extranjero se vaya apo derando cada día de más y m á s t ier ras , y de un número cada vez má; extenso de fincas en esta Fepública. Tanto es a s í , que ya casi no queda finquero del país en es te Departamento. Es esto muy lamen- t a b l e , porque, aun muchas veces s i n razón, se odia a l extranjero; s e echa sobre é l l a culpa de los malos tianpos, y a l hacerse las l eyes , es grande l a tentación de echar todo e l peso de las contri- buciones sobre los productos del capital extranjero . Los buenos tiempos, que produjeron l a abundancia de crédito, l a f a l t a de eco- nomía en l a s despensas particulares y en los gastos de las fincas, l a baja en los precios del café -que cano es natural, siguió a los tiempos de grandes ganancias- todo eso vino a efectuar l a trasla- c ión de gran extensión de l a propiedad de los finqueros del país a casas extranjeras.... vale l a pena f i j a r se en este problema, para lograr reunir de nuevo los intereses y la amistad entre e l Gobier- no, los f inqueros nacionales y extranjeros .28

E s de señalarse que la religión de los gnpresarios extranjeros influyó

en sus actividades canerciales y, en general, en todo e l proceso de forma- c ión y desa r ro l lo d e l capitalismo agrario en Guatemala. E l hecho de que l a mayor parte de el los fueran protestantes o judaicos s in duda indica que

en sus ac tos s e sen t ían orientados por determinados sistemas de valores

completamente identificados con l a expansión capital ista a nivel mundial, que tenían muy poco en canún con l a s enseñanzas morales de la religión ca- t ó l i c a imperante en e l país durante l a dominación hispana. Dieseldorff,

por ejenplo, se jactaba de descender d i redmente de l a s primeras famil ias judías d e l mundo, " e l l i n a j e Levy, e l l i n a j e del rey de los judí0s".2~

También es digna de mención la circunstancia de que los máximos exponentes d e l pensamiento l i b e r a l guatemalteco, que sirvió de base ideológica para

l a confomación del Fstado cafetalero y l a dictadura de los finqueros, e s

taban a f i l i a d o s a logias masónicas que rechazaban e l tu te la je de l a Igle- s i a en l o s asuntos socioeconómicos y políticos del país. Los escrúpulos,

l a é t i c a y l a s prédicas religiosas tradicionales no eran de uti l idad para

una gestión económica que conducía a l a monopolización de la t i e r r a y a l a

instrumentalización de l a mano de obra con fines de acunulaclón de capi-

28 EPDA, vol . 11 , 4, "E. P. D. a Juan Rodríguez" (12 de a b r i l de 1901).

29 EPDA, 6.10, "E. P. D. a Willy Dieseldorff" f lo. de octubre de 1901).

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tales. E l protestantismo de muchos empresarios e r a evidencia de que l a or ientación ideológica debía responder a nuevas actitudes frente a l modo de administrar los negocios y organizar l a producción agraria, m á s acordes con e l car ' lcter de l a época y los intereses expansionistas de los centros financieros metropolitanos.

Una c a r a c t e r í s t i c a de l a ol igarquía tradicional de Guatemala fue s u evolución de posiciones conservadoras a ultranza, a una completa identifi- cación con l a s posiciones ideológicas e intereses de l a burguesía empresa- r i a l , en un intento exitoso por lograr su correspondiente couta de poder p o l í t i c o dentro de la nueva estructura estatal . Recordemos que los merca- deres coloniales buscaban ante todo su enriquecimiento y un lugar destaca- do en l a sociedad, y que pese a que poseían grandes latifundios, haciendas de ganado y plantaciones de añi l y caña de azúcar, l a mayor parte de e l los ca rec ía del espíri tu empresarial que distinguía a los extranjeros llegados después de l a Independencia. Sin embargo, muchos criol los aprendieron de é s to s y con e l tiempo llegaron a reestructurar a l e s t i l o empresarial sus lat ifundios adquiridos durante e l sistema feudal colonial. D e igual mane- r a sucedió con muchos mercaderes y usureros mestizos que lograron transfe- r i r satisfactoriamente su dinero atesorado en la esfera de la circulación a l a caficultura comercial, pasando a formar parte del sector más din'amico y poderoso de la clase dcminante. E l a l t o precio del café de la década de 1880 h i w aumentar en e l país l a compra-venta de t i e r ras y plantaciones, y que muchos cr iol los y mestizos tuvieran l a oportunidad de conver t i rse en finqueros. "Todos tienen e l pulso calenturiento para tcüa clase de espe- culación", afirmaba Dieseldorff en 1890, resmiendo a s í la agitación que las a l t as cuotas de ganancia en la caficultwa provocaban en t re e l sec tor adinerado de l a sociedad. Sin embargo, solamente aquellas personas que fueron capaces de administrar sus intereses de acuerdo a las nuevas normas empresariales estuvieron en posibilidad de soportar los malos tiempos que sucedieron a l a época de bonanza ca fe t a l e r a de fines del siglo X I X , l o cual, en e l caso de los guatanaltecos, equivale a decir muy pocas.

Por todo l o hasta aquí expuesto, es posible hacer una diferenciación d e l elemento involucrado en e l suryiente sistema empresarial que caracte-

r i z a l a economía de plan+ación en Guatemala en l a segunda mitad del s ig lo X I X . En primer lugar , s e destacaban los extranjeros vinculados dlrecta- mente a l a producción de café o azúcar, algunos de los cuales además de des empeñarse como empresarios agrarios eran importadores de manufactura europea o norteamericana y exportadores de café. &tos Últimos ejercían generalmente l a usura, concediéndoles adelantos de dinero a caficultores medianos y pequeños mientras se aseguraban sus futuras cosechas como ga- r a n t í a . Se dio muchas veces e l caso de jóvenes europeos llegados a l país como empleados de comexcio, representantes de firmas extranjeras o en ca-

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l i d a d de administradores de fincas, que despu'es de algunos años de traba- j a r para empresarios ya establecidos y ahorrar algún dinero se lanzaban por cuenta propia a aventuras financieras relacionadas con l a producción y ccanercialización del café, s e asociaban a finqueros nacionales o a sus an- t iguos patrones y devenían en propietarios y más tarde en empresarios. E l

de sa r ro l lo de l a caficultura y los a l tos precios del café les dio a estos jóvenes laboriosos l a oportunidad de realizarse cano propietarios de plan- taciones , aunque no signpre llegaran a alcanzar e l esperado éxito. Diesel- dorf f hace re fe renc ia a "firmas jóvenes, de las cuales henos visto aquí algunas f l o rece r y desaparecer", y a extranjeros que "consiguen crédito y canpran con e l l o fincas, s in poner n i un solo centavo de su propio dinero, por l a s e n c i l l a razón de que no lo tienen; y a s í especulan con e l dinero d e otro. Si todo camina bien, estan d s partes satisfechas, pero si las cosas marchan mal, l o cua l e s l o más probable bajo esas condiciones, s e queja quien d io e l dinero, mientras que e l deudor no hace más que discul-

En Guatemala, e l capital comercial y e l usurario no siempre fueron e l punto de pa r t i da del capital invertido en l a producción agraria de carác- ter capi ta l is ta , y en muchas ocasiones puede observarse e l fenheno de ca- p i ta les acmulados en l a agricultura que s e desplazan hacia l a es fe ra de l a circulación de mercancías y a l campo de la usura. E s t e hecho l o comen- t ó Dieseldorff con unos banqueros de Nueva York, en 1901, con l a siguiente frase: "Vaya, si los tenderos quieren volverse f inqueros , l o s f inqueros

endrán que volverse tenderos ... y a s í es como sucederá".31 Sin embargo, e s necesario señalar que l o anterior es válido únicamente cuando s e t r a t a d e l c a p i t a l de inversión extranjero , ya que los guatemaltecos ricos que adquieren plantaciones de café generalmente provienen del sector canercial de origen co lon ia l , quienes también practicaban la usura ante l a limita- ción de l o s mercados internos. Esta fracción de l a clase dominante es l a que mejor logra adaptarse a l a nueva organiución econ&ica de carácter c a p i t a l i s t a impulsada por los empresarios extranjeros. Su principal repre- sentante e s e l comerciante y hacendado español Miguel García Zavala, más conocido como " e l general" Miguel García Granados, quien en l a segunda mitad d e l s i g l o X í X encabezó l a opxición c iv i l y m i l i t a r contra l a dani- nación c l e r i c a l - conservadora. A l derrocamiento de los conservadores en 1871, ~ a r c í a Zavala s e convirtió en e l primer jefe de Estado l iberal , ini-

30 EPDA, "Varias cartas", vol. 2121131, 6, "E. P. D. a Max Meyer" (2 de diciembre de 1901).

31 EPDA, vol. 12, 5, "E. P. D. a Canders" ( lo . de octubre de 1901).

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ciando a s í l a primera dictadura de los finqueros, l a cual se prolonga en nuestro país hasta 1944. Después de la presidencia de García Zavala suce- den t i r a n í a s aparentemente de corte caudillista, cano l a de Justo Ihifino Barr ios , de 1873 a 1885, pero en realidad quienes l a s encabezan -en cali- dad de Presidente Consti tucional de l a República- no son otra cosa que avispados po l í t i cos nacidos en nuestro país, finqueros aliados y vasallos d e l c a p i t a l extranjero. ia brutalidad de estos tiranos hacia e l campesi- nado guatemalteco contrasta grandemente con la act i tud entreguista y laca- yuna que observan frente a l empresario extranjero. ia única explicación a e s t a conducta está en e l hecho de que e l desarrollo del capitalismo hacia l a formación socioeconómica daninante en Guatemala fue un proceso realiza- do bajo l a hegemonía de un Estado formado para servir los intereses del empresariado burgués, independientemente de que sus representantes twie- ran s u campo de actividad en e l camercio, en la agricultura, en l a s finan- zas , l a i ndus t r i a o l a política. Sin ninguna excepción, todos los jefes de Estado en Guatgnala han s ido f inqueros, o han devenido en f inqueros después de enriquecerse en e l e j e r c i c i o d e l poder. E l finquero es l a identificación social del empresario agrario moderno.

En Guatemala, l a sola palabra finquero es sinónimo de poder y elevado e s t a t u s s o c i a l . Ya en 1889 e sc r ib í a E. P. Dieseldorff, a quien habían precedido como empresarios agrarios su t í o Heinrich y sus hermanos August y W i l l i , que en l a Alta Verapaz e l naabre "Dieseldorff" era tan conocido y p re s t i g io so como e l de mthschild en Alemania.32 ~e hecho, no era e l nan - bre e l que hacía prominentes a sus poseeüores sino e l lugar que ocupaban en e l s istema económico cano propietarios sobre los medios de producción. Es por esto que es necesario se r muy cautelosos a l a p l i c a una determinada designación a l o s empresarios burgueses y a l conceptualizar e l término "finquero" . h primer lugar, no todo aopresario agrario e r a f inquero; y, en segundo, no todos l o s f inqueros podían considerarse empresarios. ia

f i nca como empresa de carác te r c a p i t a l i s t a es l a transfomación cuali- t a t i v a que s u f r e l a antigua hacienda colonial, bajo l a s condiciones espe- c í f i c a s d e l desarrollo econ6mico que s e da en nuestro país a par t i r de l a segunda mitad de l s i g l o X I X . Su p r inc ipa l ca rac te r í s t i ca , cano henos

v i s t o , no es sólo la particular orientación de su producción hacia e l mer- cado externo, s ino que, especialmente, l a reorganización que hacen los empresarios de toda su estructura productiva. Esto qu ie re dec i r que, en base a un c a p i t a l de inversión i n i c i a l y a reinversiones continuas, se aprovechan mejor y de manera más racional los recursos t i e r r a y fuerza de

- 32 EPDA, 2.29, "E. P. D. a Hanna Dieseldorff" (9 de mayo de 1889).

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t r a b a j o ; y s e modernizan la maquinaria y l a fuerza motriz, y los métodos

tradicionales de cultivo. Cuando surgen empresas agrarias cano sociedades anónimas con sede en Hamburgo, ñrenen o Mleva York, no es posible llamar

finqueros a los accionistas lejanos. Es este e l caso cuando e l anpresario no e s necesariamente un finquero. Por otra parte, l a sola propiedad de una f inca no convert ía a su dueRo en empresario agrario, ya que aunque podía l l ega r a considerarse un hanbre rico -especialmente si los precios d e l café eran elevados- los recursos económicos de que disponía podían ser l imitados o agotársele por canpleto, l o cual era muy frecuente, llegando a ser su papel en e l proceso productivo e l de un simple intermediario en t r e los productores d i rec tos - los trabajadores y su plantación- y e l capita - l i s t a que financiaba y adquiría sus cosechas anualmente. Este último era, en e s t e caso, e l verdadero empresario burgués. Casi todos los grandes f inqueros en Guatemala eran, a l mimo ti-, financiadores de caficulto- res pequeños y medianos y fungían cano grandes exprtadores. Este era e l caso de los Dieseldorff, Capper, Hanpstead, Gerlach y Hartmann, en l a Alta Verapaz; y de l o s Hockmeyer, Miiller, Thomsen & Kleinschmidt, Koch &

Hagmann, Leipprand y Ascoli, en e l r e s t o d e l pa í s . Estos empresarios agrarios, junto a l o s grandes consorcios hamburgueses p rop ie t a r io s de plantaciones como "Trapiche Grande" (con 1,15 1 caballerías en Suchitepé- quez) , ''El Porvenir" (en San Marcos), "mchela-Osuna" y "Concepción" (en Escuint la) y "Chocolá" (en Suchitepéquez), y a un puñado de banqueros judíos es tablecidos en l a c a p i t a l , eran los dueños de Guatemala a fines d e l s i g l o X I X ; para 1940 ese condominio e s t a b a encabezado po r l o s Nottebohm y los judíos accionistas de l a ünited Fruit Company.

Para l o s f i n e s de nuestro es tudio , además de l a caracterización del anpresario agrario moderno, consideramos de gran importancia conocer de cerca a l finquero que a par t i r de l a segunda mitad del s ig lo X I X establece e l Estado cafetalero y ocupa l a posición hegenónica en l a sociedad y en l a v ida económica y polí t ica de nuestro país. Sólo l a máxima aproximación a l f inquero nos permitirá canprender su larga permanencia en e l ejercicio del poder; s u capacidad de organización y defensa de sus intereses de clase, de los cuales posee una aguda y probada conciencia; su agresividad; y su arrogancia de triunfador.

E l cult ivo del café en Guatemala, cano ya l o hemos señalado en e l volu - men Café y campesinos, l e dio un gran impulso a l a aq icu l tu ra canercial, incorporando a ésta grandes extensiones de t i e r ras de propiedad comunal y baldías . S i e s t e proceso hubiera contribuido efectivamente a l desarrollo nacional y a cambios revolucionarios en la estructura social guatenalteca, e s indudable que l a caficultura sería en nuestro país sinónimo de progre- o. Ya hemos demostrado que no es así . Sin embargo, los finqueros, los erdaderos beneficiados del sistema de plantación neocolonial, estaban tan

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convencidos de que su ac t iv idad económica era una "obra civilizadora",

como l o s fana t icos misioneros españoles cuando en nombre de Dios y de l a Corona de España s e esforzaban en implantar e l cristianismo entre l a po- blación indígena de nuestro país.33 Esa convicción influyó de manera de-

terminante en l a conciencia de clase del finquero y en su actitud f ren te a los hombres involucrados en e l proceso productivo, autoridades e institu- ciones estatales.

E 1 f inquero consideraba d i f í c i l , lleno de "pesares" y "sinsabres" , e l

t r a b a j o agr íco la en que s e involucraba desde e l manento de adquirir una

f i nca . 34 Según E. P. Dieseldorf f , los finqueros tenían una gran facilidad para hacerse de engctigos, pese a que no siempre era e l lucro l o que guiaba s u tendencia a l monopolio de la t i e r ra y explotación de los ~am~esinos.35

E l mimo, por ejemplo, aseguraba que coa0 finquero l o que buscaba e ra l a

sat isfacción personal basada en e l éxito empresarial. " A s í cano de valles y cer ros se compone e l paisaje", escribía Dieseldorff, "así mismo se cm-

pone e l trabajo del finquero, pero mientras Dios me dé salud conservaré m i

buen hmor, encontrando en e l adelanto de m i s trabajos l a satisfacción que

s e necesita para ser fe l iz . No es la ganancia sino e l fructuoso adelanto de m i s negocios l o que puede ~atisfacerme'~.36

La mayor par te de l o s jóvenes empresarios extranjeros iniciaban su vida de finqueros bajo condiciones t ípicas de las plantaciones en las re- giones t rop ica les , que para un europeo eran verdaderamente duras y primi-

t i v a s . En más de una ocasión, l a malaria los llevó a l a timba antes de

que pudieran ver e l resultado de sus E l re to de l a naturale- za y e l medio ambiente parecía, s in embargo, provocar más aún su decisión de sacar adelante l a empresa agraria que se habían propuesto. L a práctica común era l l ega r a l a zona en donde se pretendía impulsar l a agricultura comercial y r e s i d i r en e l l a todo e l tiempo necesario para d i r ig i r perso-

nalmente l o s t raba jos de desmonte y establecimiento de l a plantaciijn.

v iv ían en chozas sencillas, muy semejantes a l as de los trabajadores, con

33 J. C. Cambranes, Caf6 y Campesinos en Guatemala, 1853-1897 (Gua- t a l a : Universidad de Can Carlos de Guatemala, 1985) . EPDA, "Asuntos ante l a s Autoridades y Oficiales", vol. 92, "E. P. D. a Administrador de Rentas" (26 de febrero de 1931).

34 EPDA, "Varias cartast ' , vol. 12, 5, "E. P. D. a Rafael Ariza" (24 de septiembre de 190 1 ) .

35 EPDA (13 de enero de 1902).

36 EPDA, "E. P. D. a Linse" (16 de julio de 1901).

37 EPDA, vol. 9, 2 , "E. P. D. aA . G. Cama" (12 demarzode 1900).

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quienes canpartían la canida diaria. De esta manera llegaban a conocer sus costumbres y modo de vida, y en l a s regiones de población indígena procu- raban aprender l a lengua na t iva , l o cual les facil i taba l a cmunicación directa con l a fuerza de trabajo. La vida rural e r a como una especie de escuela para' e l europeo, ya que quien lograba pasar l a prueba indadable- mente llegaba a convertirse en buen conocedor de todo l o relacionado a l a caf icul tura y, fundamentalmente, los haubres a su servicio. E. P. Diesel- dorff pasó m á s de cinco años en l a s montañas de la A l t a Verapaz aprendien - do de l o s campesinos indígenas l a s labores del campo; sus r i tos ceremo- n i a l e s vinculados a l a agricultura tradicional; y estudiando su religión, creencias, y sus plantas medicinales. Toda su vida de finquero recordaría con nostalgia estos primeros años de aprendizaje y acunulación de experien - c i a s entre e l campesinado, y por e l lo es canprensible que un día llegara a d e c i r : "no hay que s e r extraño a l a población trabajadora sino que hay que convivir con e l pueblo".38

Muchos empresarios vivían en sus plantaciones pero, de hecho, exis t ía l a tendencia a establecerse en l a s ciudades, de acuerdo a l a práctica ab- s e n t i s t a de l o s hacendados tradicionales. E l sueño dorado del empresario ex t ran je ro e r a acunular capital y regresar a su país de origen en calidad de potentado financiero y convertirse en industrial o banquero, s i n de j a r

e r ec ib i r l as rentas de un canplejo de plantaciones en e l lejano trópico. Los más grandes agroexprtadores y canerciantes, cano Dieseldorff -a quien s u novia alemana s o l í a llamar "mi príncipe exótico"39- viajaban a Europa c a s i anualmente, o r e s id í an a l l á de manera casi permanente, regresando ocasionalmente a Guatanala a v i s i t a r sus propiedades. En épocas de c r i s i s e s t a s v i s i t as incluían l a reanudación de l a administración t o t a l de l a em presa .40 E l mismo Dieseldorff que vivió en Hamburgo y Berlín muchos años durante s u carrera cano finquero, criticaba a los propietarios que vivían en e l ex t ran je ro de esta manera: "perdiéndose a s í la circulación del di-

nero que tendrían que gastar m e l país si residieran aquí".41 E l v ivi r en l a ciudad o residir en e l ex t ran je ro no s ign i f icaba que

l a s empresas agrarias estaban descuidadas. Los grandes propietarios tenían

38 EPDA, 6.10, "E. P. D. a Willy E. Dieseldorff" (8 de octubre de

39 EPDA, 3.7, "Hanna Dieseldorff a E. P. D." (23 de diciembre de

40 EPDA, 2.24, "E. P. D. a H & ~ M Dieseldorff" (27 de marw de 1889).

41 EPDA, "Varias ca r tas" , vol. 11, 4 , "E. P. D. a Juan mdríguez" (12 de ab r i l de 1901).

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administradores que eran verdaderos expertos en l a dirección de explota-

ciones agrícolas y sabían hacer a l a perfección su papel de representantes d i rec tos del patrón. De hecho, asumían tan bien sus funciones en la plan- tación neocolonial, que a l dir igirse a los capataces, a los trabajadores y a l a s mimas autoridades estatales podría creerse que eran los empresarios

en persona quienes hablaban. Por e j a p l o , en 1902, Ludwig, e l apoderado- administrador de Dieseldorff, l e dir igió a l jefe polí t ico de l a Alta Vera - paz un manorándun en donde l e exponía l a situación de l a aqricultrura en e l

departamento. E l enfoque, hecho desde la perspectiva del finquero, refle- jaba e l sentir y pensar del misno Dieseldorff con una precisión absoluta:

La p r inc ipa l fuente de l a riqueza de esta RepOblica es s in duda alguna la agricultura en todos sus diversos ramos y, principalmen- t e , en e l ca fé . Debido a esto, e l Supremo Gobierno, a través del Ministerio de Fomento y demás dependencias, ha procurado ensanchar l a abriendo vías de canunicación, estableciendo Juntas de A g r i c K tura para apoyarla, propagando muchos cultivos y dictando acuerdos y órdenes para proteger a l o s agr icu l to res . Pero e s e l caso, Señor J e fe , que desde hace algunos años, l a riquísima zona de l a Alta Verapaz en vez de prosperar ha venido cada día en mayor deca- dencia y produciendo menos ingresos a los propietarios y a las Ren tas Nacionales. Ya dijimos que e l Supreno Gobierno ha t r a t ado d e prestarnos toda c l a se de auxilios, los cuales serían eficaces si no tropezáramos con la desidia, poca ambición, y p c o amor a l tra- Sajo de l a raza indígena. Con el indígena no vale e l est'ímulo de ninguna especie, porque siempre resulta contraproducente. N i si- qu ie ra les imprta tener jornales más altos. mseedores de grandes extensiones de terrenos propios, baldíos o de los patrones, su explotación con maíz, que es en general e l cultivo a que los dedi- can, l es proporciona sobrados medios para s a t i s f a c e r s u s exiguas necesidades y colmar su ambición, que se reducen a tener segura la t o r t i l l a , chile y s a l , y unas cuantas varas de manta para hacerse dos vest idos a l año. Para tener un ingreso extra, engordan novi- l l o s que mantienen sueltos en los campos durante dos o t res años, por pura pereza de no hacer potreros, mudándolos dos veces a l d ía y dándoles de beber agua que acarrean de largas distancias. Sin tanar en cuenta e l trabajo que les ha costado l a c r ianza , venden e l ganado muy barato, conformándose con ganar cuarenta o cincuenta pesos, que van a l fondo de reserva y que sólo tocan en raras oca- s iones , especialmente cuando hacen sus zarabandas, que es en lo único que gastan con gusto.

E l indio de l a Alta Verapaz e s reacio a todo l o que significa progreso, y sistemático opositor a todo lo que tienda a sacarlo de sus añejas costumbres de ocio e insociabilidad. Por eso es que l e t i e n e tanto horror a l as escuelas y a l as fincas, transformándose- l e s de seres inúti les, en hanbres Útiles para la Patria.

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Mucho s e ha cacareado y se cacarea sobre l a esclavitud del indio en l a Alta Verapaz, pero bien s e ve que los que tanto hablan no han probado ser finqueros en esta sección del país , donde a pesar de l a s condiciones climáticas y de fer t i l idad de los terrenos, no hay uno so lo que después de tan tos años de trabajo haya logrado hacer n i s iqu i e ra una mediana fortuna, en contraposición con los finqueros que s e ven en l a msta del Sur. Este hecho, por s í solo, basta para demostrar las grandes dif icultades con que tropezamos en l a A l t a Verapaz a causa de l a f a l t a de brazos, que cada día va siendo más grave. Y s i lo anterior no es suficiente, v'eanse las l i s t a s de l a s c i f ras de exportaciones de café y s e encontrará que cada año van siendo más reducidas, y si en l a cosecha pasada logra mos levantar algunos granos más, fue sólo gracias a l a disposición perspicaz de l Señor Presidente, quien dispuso prestarle auxilio a l o s ag r i cu l to re s , concediendo cuadrillas [tachado: mandamientos] durante esta época. Además, l a finca m á s extensa de la Alta Vera- paz apenas podrá s e r t an grande y tan bien asist ida cano l a s más pequeñas de la msta Cur, y esto no es a causa de l a f a l t a de fin- queros decididos e industriosos: es por f a l t a de brazos, porque s i de l a s pequeñas plantaciones que ahora tenemos no podemoc re- coger todo el fruto, ¿qué sucedería si l a s ensancháramos?

Según l a s e s t a d í s t i c a s d e l año 1893, en l a Alta Verapaz había aproximadamente 30,000 hombres indígenas entre los 14 y los 60 años. ¿NO es és te un n 'mo sobrado para atender tcüas l a s fincas de e s t a zona si todos los hanbres fueran gente dedicada a l traba- jo? Los mandamientos, primero, a partir del Gobierno de l General J. Rufino Barr ios , y l a Ley de Zapadores en l a época del General Reyna Barrios, hicieron que muchos mozos s e engancharan en l a s f i ncas para escapar de unos y de la o t ra , pero no hay un solo con- t r a t o en que conste que e l mozo se haya querido canpraneter a tra- ba ja r constantemente. Lo más que se logró fue el canpraniso del mozo a trabajar dos sananas a l mes o doce ta reas . Sin embargo, como puede verse de l o s l i b r e t o s , l a mayoría apenas trabaja una senana en l a s fincas, a fuerza de fuerzas, de enviarse comisiones a buscarlos, y de demandas contra el los. ¿Por qué? Por su aver- s ión i n s t i n t i v a a l t raba jo , sus pocas necesidades y su ninguna ambición a ser algo más de lo que son.

E l auge, e l engrandecúniento de l a Alta Verapaz ccmenzó durante l a admitiistración delGenera1 Can J. Ihifino 'Barrios, porque genio emprendedor y progres is ta , a pesar de su amor y protección a l a s c l a se s desheredadas, canprendió que e l porvenir de l a República s e encuentra precisamente en e l ensanche y desarrollo de l a agricul- t u r a , a l a que debían contribuir todos; unos con su inteligencia y capitales, y los otros con su laboriosidad y brazos.

Por eso fue que en contra de toda opinión dist inta apoyó los man damientos, logrando su objetivo de hacer cambiar l a faz del país y d a r l e renombre y c r é d i t o en las naciones europeas, gracias a sus

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J. C. Carnbranes

inmejorables productos agrícolas. E l dijo: "todo hanbre que no contribuye a l bien de la Patria y a l bien ccmh es un parásito que absorbe sus energías, convirti6ndose en una rémora para e l adelan- t o , y e s necesario que esos parásitos se conviertan en ruedas que ocupen su lugar en la gran máquina del progreso intelectual y ma- t e r i a l . . . . para esto: protección s in trabas". Este fue su lena que puso en prác t ica . Tuvo razón e l gran Wformador. De este modo, a l imponérsele a cada quien una tarea todos los ciudadanos contr ibuían a l bien común. A s í mimo e l actual mandatario Lic. Estrada Cabrera, convencido y decidido protector del progreso ma- t e r i a l de l p a í s , hace t i e m p ha venido fijando su atención en e l importante ramo que nos ocupa, buscando l a manera de solucionar e l d i f í c i l problema de la necesidad de brazos en cantidad suficiente para e l desarrollo de l a agricultura, base del engrandecimiento de Guatemala. Nosotros los finqueros sanos los llamados a solucionar este problana, indicando los medios adecuados para hacer e f ec t iva l a contribución de sangre que ha establecido la Gltima ley m i l i t a r y velando porque las autoridades vigilen p rque se cunpla esa ley, de t a l manera que n i uno solo de los mows no exceptuados a l traba jo conforme esa ley, escape del pago de l a referida contribución, Esto seguramente dará más brazos a l a aqricuitura y más fondos a l erario nacional.

S i los finqueros de esta zona están adquiriendo terrenos exten- sos , no e s e s to por ambici6n sino por pura necesidad, para poder s a t i s f a c e r l a s exigencias de nuestros mows colonos y también l a s de l o s enganchados, ya que gran parte de estos Últimos, aunque no viven en e l terreno del patrón, l e exigen que de balde les preste terreno para sembrar sus milpas. De e s t o r e s u l t a , que si en l a Costa d e l Pacífico necesitan los propietarios dos o tres caballe- r í a s para hacer una finca de regular extensión, en l a Alta Verapaz necesitamos adquirir veinte o treinta caballerías para poder for- mar una f inca en pequeña escala . A s í e s que l a mayor parte de esos terrenos los ocupan nuestros mozos para hacer sus s i d r a s de maíz, f r i j o l o chile, pues de este Oepartamento y de nuestros te- rrenos sa le una gran parte de aquellas cargas de c h i l e que van a vender a Quezaltenango y a otros pueblos de l a Costa W , obtenien do grandes ganancias en canparación con las pocas necesidades que t ienen y dejando ya i n ú t i l e s nuestros terrenos para otras si- bras, pues cualquier agricultor sabe que e s t a c l a s e de siembras es ter i l iza muchísimo los terrenos.

En nuestros terrenos engordan l o s mozos l o s marranos con que abastecen a l a Capital y, en una palabra, explotan nuestras pmpie - dades de todas las formas posibles. Eh todas estas s i d r a s , rozas y limpias, pierden mucho tiemp, pues l e piden a l patrón licencias muy excesivas con e l pretexto de que van a dedicarse a sus si- bras, pero l a mayor parte de ese ti- l o dedican a i r s e a pasear a sus pueblos nativos, o a l a cacería, o a acostarse en sus hama-

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cas . Al. es tar sawna l a milpa canienzan a vender e l maíz que está todavía en elote, en lugar de gwrdarlo para sus propias necesida- des de alimentos, y cuando llega e l tiempo de cosecha de café vie- nen con nuevos pretextos, a decir que las milpas l e s s a l i e r o n muy malas y que t ienen que i r a canprar maíz. m que significa, que t i enen que i r a trabajar dos o t res sananas con algunos indígenas dueños de te r renos , para que l e s paguen su trabajo con maíz. S i e l patrón l e s ofrece vender maíz de l a finca no l o aceptan, pretex tando que l o consiguen más barato por otra parte, pero dicen a s ? só lo para escaparse del trahajo de l a finca. Al mimo Ceñor Jefe consta que en estos íiltimos días nniltitud de indios instigados por personas malévolas han es tado molestando l a atención del Señor J e f e y aun d e l mismo Señor Presidente, con quejas falsas contra muchos patrones, con pretensiones de boletos de solvencia de con- t ra tos que no han cumplido n i en e l tiempo n i en l a deuda y con so l i c i t ud de aumento de jornales que no merecen, porque a pesar de s e r l a s t a r e a s pequeñas, n i t raba jan bien n i son constantes; y además, l a mayor pa r t e son colonos que explotan los terrenos s in pagar arrendamientos y tienen por ende contratos con jornales es- tipulados. Casi todos los escritos dir igidos a l a s autor idades , que parecen vaciados en molde, vienen pidiendo e l jornal de cuatro r e a l e s que estipula l a ley, pero dónde está esa ley? S i s e refie- ren a l a disposición del Ministerio de Fomento, en que para poder l evanta r l a cosecha pasada mandó dar cuadrillas "SIEZ@ñE QUE EL

INTERESAiXl PAGARA UN REAL MAS SOBRE EL JOmAL ESTmLECIW", de se- guro han tomado e l rábano por l as hojas, porque sólo por e l hecho de s e r cuadrillas forzadas s e mandó pagar un rea l de aumento. Pero eso no reza con e l contra to voluntar io , n i mucho menos con l a s obligaciones contraídas de antemano.

Con estas quejas y solicitudes, y con l a bola que maliciosamente han hecho co r r e r algunos indios principales de Carchá, de que e l Señor 'Presidente les di jo que ya no tenían obligación de i r a tra- bajar a l as fincas, los mozos se han alzado. NO quieren cumplir sus compromisos, encontrándose, por l o tanto, muchas fincas entre e l monte desde l a cosecha, y si no logramos pronto vencer e s t a s di f icul tades , correnos e l riesgo de perder, si no toda, gran parte de l a cosecha venidera.

S i seguimos por este camino, j a dónde i r á a parar l a agricultura Señor Jefe?

A propósito, recordamos que siendo Jefe Político e l Señor Villa- t o ro , s i n concocer l a índole de estos indígenas, empezó a apoyar l a s quejas de és tos contra l o s f inqueros, coincidiendo con las olas que por este motivo creaban e l aparecimiento del PROFETA DE CHUCANEB, quien anunció a los indios que próximamente quedarían t o dos l ibres, porque e l Dios del Cerro iba a mandar una helada que acabaría con l a s fincas, para que los ingleses, cano llaman a los extranjeros, s e fueran a ot ra parte y los dejaran solos en sus pue -

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bloc. A t a l grado llegó con esto l a insubordinación de los indios y e l entusiasmo porque ya no trabajarían, que no quisieron esperar l a helada, y convocados todos en Cobán, Carchá y Chamelco, resol- vieron pegarle fuego a los pueblos para acabar de una vez con l o s ladinos, con cuyo objeto prepararon en muchas casas grandes canti- dades de ocote. Mas denunciada l a i t enc ión l a víspera del día f i j a d o , e l mismo Señor Vi l la to ro tuvo que s a l i r a recorrer e l pueblo, haciendo presos a los principales pranotores y recogiendo grandes cantidades de canbustible. Esta historia pinta a l natural a l indio de la Verapaz, que por odio a l trabajo es capaz de l l e g a r hasta e l crimen. ¿Merece, pues, l a s consideraciones que se l e guardan?

No e s a s í l a gente de l a Costa Sur. Los jornaleros buscan e l t r a b a j o porque t ienen ambición y necesidades. Los gusta cane.r bien y v i s ten mejor. No s e conforman con sacar una tarea a l día, sino dos o t res de veinte brazadas en cuadro, y trabajan todos l o s d í a s a l mes, con l a única excepción de los daninqos. No explotan l o s t e r renos de l o s patrones porque no tienen licencia para san- b r a r , y l o s que l o hacen pagan un peso de arrendamiento por cuer- da, y en tiempos de cosecha familias enteras están en e l corte de café.

A s í no pesa pagar, porque con e l dinero s e hace l o que s e quie- r e , que lo s trabajos adelanten. iwé diferencia tan notable! a n e l trabajo l ibre en l a A l t a Verapaz l a ag r i cu l tu ra muere y todos l o s f inqueros acabaremos de arruinarnos. Es por esto que a Ud. Señor J e f e , acudimos en demanda de apoyo decidido, suplicándole s i r v a e levar l a presente expsición a l Señor Presidente, para que con su i l u s t r ado c r i t e r io ponga remedio a l grave mal que nos ame naza" .42

Del a n á l i s i s de l a pe t ic ión de Ludwig pueden extraerse interesantes conclusiones sobre l a mentalidad del finquero respecto a su ac t iv idad económica en nuestro país, a s í como de los procedimientos de que se valía para e j e r c e r e l poder. E l empresariado agrario procuraba ocultar su af'in por a l t a s ganancias capital istas, t ras l a fachada de una f i c t i c i a preocu- pación por e l desarrollo nacional. Sus intereses particulares eran p r e s a - tados oficialmente como una necesidad social en general, cuya protección e ra obligación del Ectado cafetalero. De esta manera, l a caficultura, que para e l f inquero era su principal fuente de l w r o , l a hacía és te aparecer como "fuente de la riqueza de esta República", en base a los ingresos que l e producían a l f i s c o lo s impuestos de exportación. E l finquero estaba

42 EPDA, vol. 2 1 2 ( 131, 6 , "Ludwig a Jefe m l í t i c o de l a Alta Vera- paz" (2 de julio de 1902).

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consciente de que eran precisamente estos ingresos l o s que pos ib i l i t aban l a ex i s tenc ia de un aparato burocraitico parasitario, y por e l l o no dejaba pasar ninguna oportunidad que l e permitiera recordarle es ta c i rcunstancia a sus representantes. Para e l finquero, e l Estado era un instrunento de sus intereses, y desde e l presidente-dictador de turno hasta e l alcalde de l a f inca -representante local del Estado-, todas l a s personas investidas de alguna autoridad ten ían l a obligación de velar por l a protección de esos intereses. Para es te f in , e l hecho de d i r i g i r s e a l primero con e l respeto que l e merecía s u a l t o cargo y a este último con l a arrogancia y voz de mando del patrón, no tenía demasiada inpr tancia . A s i , mientras el f i n q u e r o p r e t e n d í a a p a r e c e r como un subordinado más d e l "supremo gobierno", esperaba r e c i b i r de é s t e "todo e l apoyo y consideraciones necesar ias y legales para e l buen desempeFio de m i s labores de agricul- tura" .43

E l finquero consideraba que a l a cabeza d e l gobierno guatemalteco debía e s t a r un hombre que permit iera que cada empresario obtuviera l as ganancias "que l e corresponden, pero, a l mismo tiempo, s i n favorecer a ninguno en especial".44 E l pueblo, a su vez, necesitaba estar "regido por 'hombres duros pero con corazón' ", e l clásico d i ~ t a d o r . 4 ~ por ser és te también finquero conocía los problemas a resolver. A él tenían los empre- s a r i o s acceso directo, y durante los recorridos periódicos que sol ía hacer

por l a s regiones caficultoras escuchaba y atendía personalmente l a s deman- das de l o s finqueros locales . En estas ocasiones, los finqueros hacían recaudaciones de dinero para comprarle regalos y festejarlo.46 para el cumpleaños del "Señor Presidente", celebrado a nivel nacional, los finque- ro s hacían donaciones no menores de $50.00 oro, que l e hacían llegar en comisiones nombradas a l efecto.47 Algunos finqueros, cano E. P. Diesei- do r f f , aprovechaban cualquier conversación privada con e l dictador de turno para hacerle confidencias de t ipo personal, a s í cano para referirse

43 EPDA, 119.1, "Willy E. Dieseldorff a Intendente Municipal" ( lo . de julio de 1902).

44 EPDA, 5.30, "E. P. D. a Willy E. Dieseldorff" (15 de junio de 1935).

45 EPDA, 6.10, "E. P. D. a Willy E. Dieseldorff" (8 de octubre de 1936).

46 E P D A , " V a r i a s ca r t a s " , vol . 212(13), 6, "E. P. D. a George Appenzauser" (14 de d i c i d r e de 1902).

47 EPDA, vol . 12, 5, "E. P. D. a ~ i c . osé D. mrán" (29 de octubre de 1901).

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a l a s personas que l e eran leales u opositores.48 El. fungir cano "oreja" ( e sp í a ) del presidente no era bien visto socialmente, pero otorgaba poder, condicionante del éxito empresarial. Las llamadas "elecciones" presiden- c i a l e s -que en l a p rác t ica no eran otra cosa que l a confirmación o f i c i a l

de una dictadura- eran apoyadas por los finqueros, enviando masivamente a sus t rabajadores colonos a l a s cabeceras departamentales a "votar" por e l

hombre de confianza d e l empresaria&.49 A través de diputados a sueldo,

generalmente de abogados y periodistas mercenarios, los finqueros influían en l a emisión de "leyes", a l a par que colaboraban con e l dictador, dán-

dole respe tab i l idad e institucionalidad a su gestión administrativa. De

hecho, s e t ra taba de un juego polí t ico en l a s esferas de poder y decisión en lo s asuntos de l Estado cafetalero, que tenía l a característica de que ninguno de los participantes sa l ía perdiendo. De esta manera, mientras e l "Señor Presidente" y sus paniaguados satisfacían sus ambiciones personales

de poder y riqueza, los finqueros contaban con e l hanbre idóneo en l a je- f a t u r a d e l gobierno, quien a través de las instituciones estatales y sus

representantes regionales y locales no tenía &S función que cunplir con e l papel de sirviente del sistema empresarial que éste l e asignaba.

Un ejemplo de l a clase de colaboración que los finqueros esperaban de

un presidente es e l decreto de la llamada "ley contra l a vagancia", e m i t i - do en 1935, e l cual t en í a l a f inalidad de "proteger a los agricultores"

forzando a l t r aba jo mal remunerado en l a s plantaciones de café a l campe- sinado l i b r e . Los orígenes de este decreto se remontan a l período de l a Primera Guerra Mundial, pasado por Dieseldorff en su residencia de Hambur-

go, donde s e dedicó a estudiar l as leyes alemanas sobre e l trabajo forzado en l a s colonias afr icanas . Dieseldorff encontró que l a expmsión de l a economía de plantación que los colonialistas alemanes impulsaban en su co-

lonia de l sudeste de Africa s e había vis to obstaculizada por l a renuencia del campesinado nativo a l trabajo en las fincas de los extranjeros. Estos consideraban que su misión civilizadora consistía en suninistrar inteligen - c i d , energía y c a p i t a l , mientras que los indígenas debían aportar fuerza

de t raba jo . De esta manera llegaron los colonialistas a l a conclusión de

que todo hcmbre hábil para e l trabajo f ís ico tenía l a obligación de buscar a un p rop ie t a r io de plantación para trabajar "voluntariamente" en el la. Aquéllos que no buscaban patrón tenían que presentarse "espontáneamente* a

48 EPDA, vo l . 9, 2 , "E. P. D. a Lic. Miguel Urrutia" (12 de febrero de 1898).

49 EPDA, no. 1 (281, "E. P. D. a Rifael ií311inedo1' (23 de agosto de 1898).

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l o s t raba jos públicos del gobierno colonial, para trabajar se i s días cada t r e s meses, o sea , 24 d í a s a l año, s i n goce de alimentación n i remu- neración de ninguna c lase . Los campesinos que preferían trabajar en l a s plantaciones quedaban exceptuados no sólo del trabajo en obras públicas sino también del servicio m i l i t a r .

E l t rabajador debía permanecer en l a s fincas no menos de t re inta días a l año, siendo esto verificado por l a s autoridades quienes exigían de los campesinos e l canprobante de haber prestado sus servicios. .Este canproban - t e constaba de cartones que e l propietario l e entregaba a los indígenas, en l o s cuales s e asentaban los días labrados en l a plantación. Los tra- bajos públicos consistían en apertura y conservación de vías de comunica- c ión , construcción de puentes, obras h idráu l icas de regadío y presas, acarreo de carga para las autoridades civiles y m i l i t a r e s , y apertura de zanjas y construcción de fortificaciones durante e l servicio militar. En

l a s colonias alemanas nunca se ut i l izó e l sistema de mandamientos, ceno en Guatemala, pero sí e l de habilitaciones. Dieseldorff canprobó, s in embar-

go, que l a suma de dinero que l e era adelantada a l trabajador solamente l e alcanzaba para l o s gastos que t en í a que hacer durante su v i a j e a l a plantación. "Habilitaciones fuertes no se dan en Africa", escribía, en su l ib ro de notas de lectura, agregando: "claro es que s i l a ley induce a l jornalero a trabajar voluntariamente, s e hace innecesaria l a habilitación,

causa de tan tos v i ~ i o s ' ' . ~ ~ E l campesino nativo que no acudlia a l trabajo en l a s plantaciones y no se presentaba a hacer servicio en obras públicas e r a cas t igado con t r e s meses de prisión, teniendo l a obligación de hacer t r aba jos públicos durante ese período. En l as plantaciones también exis- t í a n cárce les , en donde eran castigados los trabajadores que s e c m p r t a -

ban de manera "insolente" con los capataces y autoridades de las f incas , y aquéllos que s e fugaban d e l s e rv i c io y eran capturados. E l t i e m p > de p r i s i ó n e r a de catorce días, cuando l a fa l ta era considerada "leve", y de hasta t r e s meses, cuando s e dictaminaba que s e había canetido un del i to mayor. Una f a l t a tenida por sunamente grave era l a incitación a l a fuga o a no cunplir con l a s leyes coloniales de trabajo forzado. En este caso s e preveía e l azote público y prisión indefinida. La prisión, en todos los casos, implicaba e l trabajo forzado s in rmuneración. Las propietarios de l a s plantaciones so l í an anotar en l o s cartones que entregaban a l o s trabajadores, l a conducta que éstos habían observado durante su período de

50 EPDA, vol . 3 3 , 26, "Glosario d e l fo l l e to del D r . en Leyes Rolf Schrader sobre l a s leyes de trabajadores indígenas vigentes en e l Este de Africa alanana".

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J. C. Cambranes

se rv i c io s , a s í cano su solvencia. 'Estas referencias eran muy importantes

para las autoridades coloniales alenanas y para los finqueros ante quienes s e presentaban lo s trabajadores an~almente.5~ Las leyes de trabajo for- zado vigentes en Guatemala habían sido introducidas por los colonialistas

españoles durante e l períodc de su daninación y adaptadas a l as condicio-

nes de l sistema de plantación moderna por medio del Decreto de Jornaleros de 1877, elaborado por e l finquero suizo W t a v Bernoui l l i . Dieseldorff

l a s consideraba ya inoperantes en 1920, por l o que decidió traducir las leyes alemanas imperantes en las colonias africanas, presentándoselas a l

presidente de turno en Guatemala, Carlos Herrera. Cano Dieseldorff l e indicaba a Herrera:

He traducido a l espaiiol l o que me parecía de importancia de la Ley de Trabajadores indígenas en Africa del 'Este. No me ha sido posi- b l e conseguir una bole ta o cartón empleado para hacer constar e l t r a b a j o que había ver i f icado cada indígena y que l e s e r i ~ a cano documento de comprobante, para no ser obligado a l trabajo público gratuito. L a h p r t a n t e me parece ser e l hecho de que en Africa l o s indígenas es tán obligados, o a buscar voluntariamente un pa- t rón y trabajar 120 días a l aiio, o a presentarse espontáneamente a t r a b a j a r veinticuatro días anuales gratuitamente en las obras pú- blicas .52

Todo parece indicar que l a inestabilidad polí t ica que caracterizó l a

década de 1920 en Guatemala impidió que las autoridades del país implemen- taran en ese entonces l a propuesta de Dieseldorff. No fue e s t e e l caso, s i n embargo, bajo l a dictadura de Jorge Ubico, antiguo jefe polí t ico de la Alta Verapaz y viejo conocido de Dieseldorff. En 1935 fueron hechas rea- lidad, bajo e l nombre de Ley contra l a Vagancia, l a s leyes alemanas que

había traducirio años antes e l mismo Dieseldorff, quien l e refería a su

hi jo en junio de 1935 de esta manera:

En es tos días s e ha llevado a c a b aqí í en Guatemala un plebiscito en e l cua l s e l e preguntó a todos, incluidos los extranjeros, si e l a c t u a l Presidente debe permanecer a l timón del país por otro período de Gobierno. Por supuesto que todos votamos afirmativwen t e , ya que un cambio de mandatario en estos tic3mpos tan d i f í c i l e s

51 EPDA, vo l . 33, 26, "Glosario d e l fo l l e to del D r . en Leyes Rol£ Schrader" .

5 2 EPDR, "E. P. D. a l Presidente de Guatanala, mn Carlos Herrera" (4 de octubre de 1920).

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Los empresarios agrarios modernos y el Estado 279

sería muy desfavorable . 53

Tan sa t i s fechos con l a gestión presidencial de Ubico estaban los finque-

ro s , que Dieseldorff s e apresuró a s u g e r i r l e a l j e f e polí t ico de Alta Verapaz que s e encargara del traslado de "toda l a gente hábil, incluyendo

l a s mujeres y los vecinos de las aldeas circunvecinas", a l o s centros de

votación d e l plebisci to.54 E l " t r iunfo" de Ubico significaba poder y autor idad para e l f inquero, que éske hacía valer cuando consideraba que

l a s c i rcunstancias a s í lo demandaban. Ejanplo de l o anterior es un es-

c r i t o dirigido por Dieseldorff a l ministro de agricultura en 1936:

Señor Ministro: En días pasados, ese Ministerio se s i rvió solici- t a r l as ideas de los agricultores sobre l a mejor forma de log ra r un mayor rendimiento de trabajo en las labores del campo. Ahora, en l o que respecta a l a aplicación de l a s leyes contra l a vagancia de jornaleros, tengo una idea que sugerir con todo respeto , y e s l a s igu ien te : según datos estadísticos de diversas partes de l a República, l a s cosechas de maíz han sido muy escasas y existe l a amenaza de una gran carestía de ese grano para el año próximo. En consecuencia, l a previsión aconseja sanbrar milpas, de l a s llama- das veraneras, en la mayor escala posible. Para lograr un buen resultado y a l a vez u t i l i za r a los capturados por vagos con prove - cho general, propongo que se forme con e l los secciones d i f e r en t e s y s e l e s envíe a finqueros que cuentan con t i e r rás apropiadas para e l maíz y que puedan proporcionar l a alimentación a los castiga- dos. La distribución de la cosecha sería as í : tres cuartas partes para e l finquero que proporcionará alimentación, terreno, alimento y semilla, y una cuarta parte para e l Gobierno. Me sugie re e s t a idea e l hecho ac tua l de que a l o s vagos no s e les ha podido em- p lea r por l a s autoridades, por no tener cáno darles l a alimenta- ción; de a h í que e l cumplimiento de l a l ey ha sido enteramente infructuoso hasta hoy. Si esta idea mereciere l a aprobación del Señor Ministro, sería necesario girar l a s instrucciones por teié- grafo , porque e l tiempo para las siembras del maíz veranero está próximo a fenecer .55

La columna vertebral del poder del Ectado cafetalero y de los finque-

53 EPDA, 5.30, "E. P. D. a Willy E. Dieseldorff" (24 de junio de 1935).

54 EPDA, "Asuntos ante l a s Autoridades y Oficinas Píiblicas", no. 3, "E. P. D. a Jefe Político de la Alta Verapaz" (12 de junio de 1935).

55 EPDA, 6.14, "E. P. D. a Ministro de Agricultura" (22 de diciembre de 1936).

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28 O J. C. Carnhranes

r o s e r a e l e j é r c i t o . Este había s ido creado por Jus to Wfino Barrios en

l a década de 1870, con e l propósito de tener a su disposición una fuerza

armada profesional capaz de eliminar cualquier oposición interna a l a dic- t a d u r a de los finqueros en general y a su gobierno en pa r t i cu la r , a s í cano d e poder l l e v a r adelante a p r e s a s mi l i ta res en contra de lo s Estados cen-

t roamer icanos que s e oponían a sus pretensiones unionistas. Por decreto Fue mi l i ta r izado todo e l pa ís , especialme?te l a s f incas , donde los colonos y demás t r aba jadores pasaron a formar "milicias" rura les , y l o s propieta-

r i o s y e l personal aüministrativo fueron convertidos en " o f i c i a l e s " . Con

e s t e s i s t ema s e p r e t e n d í a c o n t a r con un g igan te sco cuerpo de reservas amadas y, a l mima ti-, reforzar l a "d isc ip l ina" de l o s t r a b a j a d o r e s

en l a s plantaciones.56 AL e j é r c i t o s e l e convir t ió en po l i c í a y "brazo a r - mado" de l finquero. De es ta manera, a l o s soldados l e s fueron a s ignadas t a r e a s como e s c o l t a de l a s c u a d r i l l a s de campesinos obligados a pres ta r

s u s se rv i c ios en l a s fincas durante lo s períodos de cosecha de café o caña d e azúcar , según e l s i s tana de manda1nientos;5~ y destrucción de l a s milpas

de campesinos que s e negaban a abandonar s u s comunidades p a r a i n t e g r a r c u a d r i l l a s , y de colonos considerados "revoltosos" por e l finquero. E. P.

Dieseldorff escr ib ía a l administrador de una de sus plantaciones, en 1898:

Hoy d i c t ó e l J e f e ~ o l í t i c o órdenes para que e l CBmandante en Car- chá proporc ione una Comisión de dos soldados para que destruyan l a s siembras que los s i e t e mows revoltosos hayan hecho en m i pro- p iedad . Ud. proprcionará a l o s soldados todos lo s mozos que sean n e c e s a r i o s p a r a cumplir l a orden dada e i r á a presenciar l a des- t r u c c i ó n de l a s siembras, cuidando de que sea ccmpleta. S i alguno de l o s r e v o l t o s o s s e opone a l a acción, l o s soldados tienen tam- bién orden de t r ae r los presos para acá.58

También s e h i z o costumbre que miembros d e l e j é r c i t o prestaran serv ic io

permanente en las f incas , cuidando e l orden y que l o s t r a b a j a d o r e s no s e fugaran d e l a p l a n t a c i ó n , Cuando algún trabajador deudor lograba burlar

l a v i g i l a n c i a impuesta por e l propietar io , eran los soldados lo s encarga-

dos de s u persecuc ión y captura. S i e l fugo no era encarcelado s ino de- v u e l t o a l a f i n c a , l o s soldados que l o habían conducido pemanecían en l a

56 EPDA, "As~n tos ante l a s ~u to r idades y Oficinas Públicas", no. 91, "E. P. D. a Ministro de Agricultura" ( 8 de enero de 1930).

57 EPDA, "Varias car tas" , vol. 12, 5, "E. P. D. a lilinistro de Fomen- to" (23 de octubre de 1901).

58 EPDA, v o l . 28, 1 , "E. P. D. a Rafael t&llinedo" ( 2 3 de agosto de 1898).

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f i n c a "hasta ver que entren bien a l trabajo, porque si no s e hace a s í e l mozo acostumbra huirse a l a mañana siguiente" .59 Un f inquero opinaba que s i a l o s campesinos no s e les reprimía, "quién sabe hasta dónde llegarán, ya que cada d í a s e vuelven más agresivos".60 mr su parte, Dieseldorff consideraba que l a alfabetización de los soldados, decretada p r e l gobier - no en 1901, con t r ibu i r í a a l a separación de la caficultura de un número cada vez más c r ec i en t e de campesinos obligados a l servicio m i l i t a r ; a l a vez, comprendía Dieseldorff que e l sistema de daninación imperante y la economía de plantación necesitaban de mejor educados celadores de l a paz y e l orden. Como l e escribía Dieseldorff a uno de sus abogados-testaferros de l a capital, en 1901:

A m i juicio es un error grande extender l a instrucción m i l i t a r , si eso s e hace en perjuicio de l a agricultura. Creo que l a é p c a de l a s guerras e n t r e l o s países centroamericanos ha desaparecido, porque e l potente vecirio del Norte dará su veto. Con tener tropas suficientes para acabar con las revoluciones, que de vez en cuando dis turban l a paz y t ranqui l idad pública, estamos servidos, a m i ju ic io . Pero es indudable que l a instrucción m i l i t a r c iv i l iza a l o s indios , muchos de los cuales entran medio salvajes a l a m i l i - c i a y cuando están algún tignpo en e l e jérc i to ccmprenden e l orden y l a obediencia. Por es ta última razón veo con agrado de que l a instrucción m i l i t a r s e está volviendo más general.61

A l a cabeza d e l e j 'e rc i to s e encontraba e l dictador de turno, siendo sus paniaguados de confianza los oficiales de más a l t o rango. m i s t í a una academia mili tar , fundada en 1880, que anualmente arrojaba a l a maquinaria burocrática un pequeño número de jóvenes oficiales que venían a engrosar y fortalecer e l aparato represivo estatal . Las probabilidades de que e s to s embriones de dictador alcanzaran l a s a l t as esferas del poder dependían de l a l e a l t a d en e 1 desempeño de s u profesión de verdugo del campesinado y s i r v i e n t e de Los in t e r e se s de los finqueros. W pocas palabras, e l ofi- c i a l tenía que cunplir a cabalidad e l papel de represor que l e asignaba e l Estado cafetalero. Una culminación bri l lante de l a carrera m i l i t a r consis - t í a en convertirse en coronel o en general, l o cual daba prestigio social;

59 EPDA, vol. 11, 4, "E. P. D. a Comisionado polí t ico de Tactic, Al- t a Verapaz" (8 de ab r i l de 1901 ) .

60 EPDh, vol . 24 , "Faustino pérez a Juez Municipal" (6 de noviembre de 1909).

61 EPDh, vol . 11 , 4 , "E. P. D. a Lic. Juan R. ~ o d r í g u e z " (12 de abr i l de 1901).

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J. C. Camhranes

j e f e polí t ico de algún departamento de l a República, que significaba poder p o l í t i c o ; y f inquero, que e r a sinónimo de bienestar y poder económico. Debido a que l o que caracterizaba a los militares guatemaltecos era su ig- norancia, mediocridad y su tendencia a l alcoholismo, cualquier o f i c i a l s e r v i l y medianamente avispado podía llegar a formar parte de l a burguesía burocrá t ica , e l sec tor m á s corrupto y parasitario de l a clase dominante.

Ya desde tiempos de l a dictadura conservadora de Rafael Carrera s e dieron a conocer determinados " j e f e s militares", a quienes e l ex-caudillo que-

r r i l l e r o convertido en pres idente vi ta l ic io de Guatemala recompensó sus

s e rv i c io s nombrándolos corregidores -como eran llamados en l a época de l a

dominación hispana y hasta 187 1 los jefes políticos- como pollerosos t ira-

nuelos regionales, que representaban localmente e l poder c e n t r a l y que gozaban del favor y confianza del jefe de Estado. En l a Alta Verapaz, por ejemplo, E. P. Dieseldorff todavía llegó a conocer a un acaudalado finque-

r o llamado Pablo S i e r r a , quien había combatido junto a Carrera y había

s ido ascendido a coronel y nanbrado corregidor de l a Verapaz por éste. En

1889, Sierra era e l alcalde de Cobán y gozaba de mucho prestigio entre los

f inqueros extranjeros y mestizos ricos de l a localidad.62 Antiguos jefes po l í t i cos , militares liberales y finqueros fueron los ex-presidentes Justo Rufino Barrios, Manuel Lisandro Barillas, José ~ a r í a Reyna Barrios, Jorge

Ubico, Federico Ponce y Miguel Ydígoras Fuentes. De hecho, e l cargo de j e f e p o l í t i c o era e l mejor entrenamiento que podía tener un dictadorzuelo

que se encontraba en l a antesala de l a jefatura de gobierno.

En determinadas circunstancias, podía darse e l caso del nombramiento de un je fe p o l í t i c o promovido por ''las bases". Siempre era un hanbre de

confianza de l o s finqueros de una región, quienes hacían la solicitud de

l a designación, l a cual generalmente era concedida como un favor especial d e l poder cen t r a l a algún empresario influyente. En 1921, por ejemplo, Dieseldorff l e sol ic i tó telegráficamente a l presidente Herrera e l nombra-

miento como j e f e polí t ico de l a Alta Verapaz del coronel Jacinto Solórza-

no, "persona capaz, experimentada, de absoluta in tegr idad y que goza de

suma simpatía en todas las clases sociales".63 Oficialmente, l a tarea del j e f e polí t ico consistía en administrar polí t ica y militarmente e l departa-

mento que l e había s ido confiado. B e hecho, s in embargo, su principal

función era l a de apoyar a l empresariado agrario en sus actividades econó-

62 EPDA, 2 . 1 0 , "E. P. D. a Hanna Dieseldorff" (22 de noviembre de 1888); 10.75, "E. P. D. a Hanna Dieseldorff" (15 de septiembre de 1889).

6 3 EPDA, "Varias ca r t a s " , vol . 12, 5 , ''E. P. D. a Ministro de Fo- mento" (23 de octubre de 1901).

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micas. Como máxima autoridad regional del Estado cafetalero, los finque- ros exigían de él la protección y de sus intereses a través de Órdenes y disposiciones que asegurasen el buen funcionamiento y desarrollo del sistema de producción agrícola.

Los corregidores primero, y los jefes políticos después, eran los en- cargados de distribuir en mandamientos a los miembros de las comunidades campesinas forzados a trabajar periódicamente en las plantaciones. Los finqueros prominentes no tenían más que hacerle llegar al jefe político una lista de la cantidad de hombres que necesitaba para recoger sus cose- chas, para que este deseo se convirtiera en orden. "El Señor Jefe Políti- co'', le escribía Dieseldorff al administrador de una de sus fincas, en 1902, "tiene la obligación de concederme mandamientos. Sería bueno que Ud. averiguara los nombres de algunos mozos que viven cerca de allá y me los mandara, para poderle dar ya al Sr. Jefe la lista de los que no tienen patrón, anotando también la aldea o el lugar donde vivan".64

Según los finqueros, era en tiempo de cosecha cuando más debía hacer valer su autoridad el jefe político. El sistema laboral en las fincas, basado en fuerza de trabajo permanente (que vivía en las plantaciones en calidad de colonos) y temporal (formada por los campesinos libres que eran "enganchados" para cosechar caf& y caña de azúcar), permitía que muchos de estos últimos se sustrajeran a la contratación, provocando el relajamiento del orden en el sistema productivo implantado por los empresarios. "La gente enganchada y los colonos buscan el descanso cuando ven que sus ve- cinos se entregan a la haraganería", se lamentaba Dieseldorff en 1901, exigiéndole al jefe político "especial apoyo e influencia" ante sus subal- ternos encargados de poner en práctica "las disposiciones gubernativas de los mandamientos" .65

Muchas veces los finqueros veían amenazados sus privilegios e intere- ses, cuando trabajadores considerados "rebeldes" ponían al desnudo las re- laciones de producción Unperantes, en escritos dirigidos al jefe político. En estos escritos los trabajadores solían denunciar que en las plantacio- nes no se les pagaba regularmente el jornal estipulado con anterioridad a la prestación de sus servicios laborales; se les obligaba a ejecutar ta- reas diarias excesivas y demasiado agobiantes; no se les proporcionaba la alimentación ni viviendas adecuadas; no se les permitía marcharse a sus hogares al terminar los trabajos para los cuales se habían cmprmetido

64 EPDA, vol. 8, "E. P. D. a Antonio Cordero" (5 de agosto de 1902).

65 EPDA, "Varias cartas", vol. 12, 5, "E. P. D. a Ministro de Fomen- to" (23 de octubre de 190 1 ) .

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según contra to: y se les daban malos tratos y eran castigados físicamente por pa r t e de l o s propietarios, administradores y capataces., mi estos ca- sos, los finqueros rechazaban las denuncias de los trabajadores, a l a vez que demandaban del jefe político castigo para los querellantes. E l apode- rado alemán de Dieseldorff, Ludwig, alegaba en un escr i to dirigido a l jefe polí t ico de l a A l t a Verapaz, en 1903:

Todo l o expuesto a Ud. por un grupo de indígenas es un solemne embuste, y no prueba otra cosa, que hay alguna persona que por ex- p l o t a r l o s a su antojo, halaga e l hábito de pereza marcado en los indígenas de e s t e Departamento, quienes sólo por e l apoyo de las autoridades hacia e l progreso agrícola, se ven obligados a l traba- jo. Según los contratos, los mows que después de hacer l as sema- nas de trabajo mensuales a que se obligaron no han desquitado sus deudas t ienen que desqui ta r las ( A r t . 20 de l a Ley de Trabajado- res) . Dicen los demandantes que las tareas son grandes, l o que e s un embuste como antes di je , porque en ninguna de l a s fincas de m i poderdante se dan más de 25 varas de limpia, y en eso ha tenido especial cuidado la casa para que no se aumente en ninguna de l a s propiedades. Con l a s tareas fijadas han estado conformes porque no e s e l primer contrato de trabajo que celebran y aún en e l ti- po transcurrido de los demandantes, nunca han hecho éstos observa- ción. Dicen que se les t ra ta rml y el los deben demostrar cuántas veces s e han presentado a l patrón o a mi quejándose de este hecho, porque hasta hoy no hemos tenido noticia alguna, pues de l o con- t r a r i o s e habría puesto remedio. Lo dicho prueba falsedad de su acer to , t a n t o en este punto, cano en los d d s . Reclaman e l jor- na l de l a Ley y la verdad, yo no sé a qué ley se refieren, porque no hay ninguna que lo tace y aunque la hubiera, desde e l momento que e l l o s se han obligado por tanto, más cuanto, e s a l o que única - mente tienen derecho, fuera de que muchos de los presentados, como colonos usufructúan e l terreno s i n pagar arrendamiento de ninguna especie, l o que es para e l los de gran utilidad y para nosotros que compramos l a propiedad y pagamos contribución es altamente perju- d i c i a l . Francamente, más cuenta nos tendría pagarles e l jornal de 4 rea les por tarea y cobrarles por las leñas, pastos de anímales y milpas, que e s t a r en l a condición en que estamos. Por día no es l a gente de l a Alta Verapaz l a que pueda ganar un jornal muy cre- cido, p rque sobre s e r arraganes por naturaleza , son demasiado f l o j o s y esto l o puede hacer constatar cualquier agricultor que ha v i s t o t r a b a j a r a e s to s indígenas y a l o s jornaleros de o t r a s zonas. Todos lo s demandantes por e s t a r gastando e l dinero en balde y pasando e l tiempo en e s t a s marrullerías han faltado a l t r aba jo a que es tán obligados desde hace aproximadamente se i s semanas, como s e s e rv i r á ver e l Señor Jefe por l a s dos notas del administrador de Sta. Cecilia que acompaño y que también pido se me devuelvan. Por esta razón, y para terminar de una vez por to-

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das , a Ud. pido que en cunplimiento del art ículo quinze de l a Ley de Trabajadores se sirva dar l a orden de captura de todos los que- r e l l a n t e ~ y sentenciar los a t rabajos pííblicos, mandando me sean entregados para remitirlos a l a f inca cuando l a condena esp i re . Fs justicia .66

En un e s c r i t o pos t e r io r , wponía Ludwig e l supuesto trasfondo de las denuncias de los campesinos, semejantes a l a s ya expuestas:

Con motivo de l a s quejas presentadas por varios indígenas colonos de l a s f i ncas "Secac" y "Ulpán" e interrogados los mozos todos de l a s f i ncas , l a mayoría me ha manifestado no haber tomado parte en estas quejas porque se encuentran absolutamente conformes con l o s usos y costumbres es tablecidos en e l l a s y conformes también con las deudas que tienen, e l trabajo y e l pago de jornales. De todo aparece en limpio que, los instigadores y revoltosos son Únicamen- t e los colonos Juan Caal, que ha dejado de trabajar desde e l 30 de a b r i l ; Francisco Tut, igual; Juan Mez, que no ha trabajado desde hace se i s semanas; Mateo Cao lo., igual que e l an t e r io r ; Ignacio Mez, que no ha trabajado desde e l 20 de abr i l ; Domingo !i'zub, que no ha trabajado desde hace dos meses; Mateo Cao 20., igual que e l an te r io r ; José Guitz, que no ha trabajado desde hace t r e s meses; y Daningo Guitz, igual que e l anterior. Todos son colonos, t i enen deudas y están pagados con puntualidad, cano puede comprobarse con l o s l i b r e to s . Han hecho milpls, por l a s cuales no pagan arrenda- mientos de ninguna especie, y si alguno hay que no hubiese hecho l o suficiente no es por fa l ta de licencia sino por pura dejación o pereza.

Sacan leñas y maderas y en f i n usufructúan e l terreno como si fuese propio de e l los s in que por esto se les exija más campenca- ción que e l trabajo remunerado a que están obligados.

En e l juzgado de la. Instancia existen juicios criminales y ci- vi les que ha habido necesidad de entablar contra algunos mozos de Secac, porque desde hace mucho tiemp> han manifestado un carácter d í sco lo y opuesto, y l as sentencias recaídas contra el los los ha- b í a dejado quietos hasta hoy. Por l a ausencia del país del Señor Dieseldorff pretenden de nuevo molestar, indudablemente porque al- guna mano o d t a de gente ladina les incita a rebelarse de nuevo. Siendo colonos, teniendo deudas y cont ra tos pendientes, no e s posible que s e l e s dé oído, y por esto a l Señor Jefe suplico, en méritos de e s t r i c t a justicia, mandar castigar a los que he citado cano pranotores del desorden, pues por e s t o l o s t r aba jos de l a s

66 EPDA, vol . 2 12 ( 1 3 1 , 6, "Ludwig a l Jefe Político de l a Alta Vera- paz" (20 de junio de 1903).

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J. C. Carnbranes

fincas han tenido un lastimoso retraso, y suplico además advertir- les que los perjuicios que se reciban por su culpa se los deduciré en la forma correspondiente, obligándoles, además, a pagar el arrendamiento del terreno si se obstinan en sus necias preten- siones .67

El sistema de dominación del campesinado imperante en el agro guate- malteco hasta 1944 giraba en torno al jefe político, cano máximo repre- sentante local del Estado cafetalero, y por ello no debe sorprender que tanto campesinos como finqueros lo consideraran árbitro de la permanente lucha de clases, que en determinados mcxnentos de agudización parecía que desembocaría en violencia armada. Por su parte, el jefe político conside- raba su obligación atenuar el descontento campesino cada vez más crecien- te, adoptando actitudes que a veces daban la impresión de favorecer al sector explotado, a la par que recomendaba moderación a los finqueros. De esta manera, era ya tradicional que los jefes políticos "dictaran Órdenes" a los finqueros para que éstos permitieran que sus colonos y demás traba- jadores se dedicaran periódicamente a preparar sus siembras de granos alimenticios, y gozaran de los días de asueto necesarios para hacer las respectivas cosechas .G8 Por otra parte, los f inqueros sabían que podían contar con el jefe político para defender el status quo y para llevar adelante cualquier obra vial de beneficio para la econanía de plantación. Esto significa que los f inqueros podían contar no sólo con la fuerza de trabajo necesaria para la apertura y el mantenimiento de caminos, sino también con ser nombrados "inspectores de caminos", que en la práctica significaba el control de los campesinos de las comunidades vecinas a las obras de infraestruct~ra.~~ Debe señalarse, sin embargo, que la diferen- ciación existente entre pequeños y medianos propietarios y los poderosos empresarios agrarios permitía que en épocas de rigurosas dictaduras, como la de Manuel Estrada Cabrera, el jefe político gozara de bastante espacio en el escenario local para hacer bien el papel de árbitro imparcial y, en no pocas ocasiones, el de "protector del indígena". En estos casos, mu- chos finqueros acusados de maltratar a sus trabajadores podían fácilmente verse en prisión, o ser objeto de vejámenes físicos. Especialmente sane- tidos a todo tipo de presiones se veían aquellos finqueros que no gozaban

67 EPüA (24 de junio de 1903).

68 EPDA, 125.1, "Jefe Político de la Alta Verapaz al Intendente Mu- nicipal" (17 de febrero de 1941).

69 EPDA, "Varias cartas", vol. 12, 5, "E. P. D. a Euler" (16 de julio de 1901).

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d e l favor del dictadorzuelo local, ya fuera porque és te codiciaba sus tie- r r a s y t e n í a i n t e r é s en a l e j a r l o s de l a región, o porque por razones de índole personal se prestara a intrigas de personas influyentes. A s í , por ejemplo, siendo Jorge Ubico jefe polí t ico de l a A l t a Verapaz, decidió en una oportunidad conver t i r en soldados a niáa del cincuenta por ciento de l o s colonos de algunas plantaciones de café (según decía Dieseldorff, "a cuyos propietar ios no puede ver e l Jefe n i en pintura"), l o cual signifi- caba arruinarlas, a l quitarles l a mayor parte de su fuerza de trabajo. Los afectados decidieron enviarle un telegrama, a ser firmado por los finque- r o s de l a región, a l presidente de l a república, quejándose de l a acción de Ubico y so l i c i t ando s e suspendiera e l reclutamiento forzoso de traba- j a d o r e s . E s t r a d a Cabrera l e s respondió que no podía acceder a l a pe t i c ión , que e l j e f e p o l í t i c o "no era una f iera , y que quería l o mejor para e l país y l a agricultura".70

Expresaba E. P. Dieseldorff a un prcininente empresario alemán esta- blecido en l a ciudad de Guatemala, a l comentarle e l incidente a r r i b a expuesto :

Créame amigo, que en t r e nosotros hay gente que está tan amedren- t ada , que n i siquiera se atrevieron a firmar l a petición que con- t e n í a e l telegrama. Ninguno de l o s finqueros ladinos tuvo e l mínimo valor de hacerlo, y desgraciadamente tampoco muchos de los alemanes. De veras que se pierde la f é en nuestros canpltriotas cuando sucede algo sanejante y s e acobardan. Hace poco tiempo, l e s envió e l j e f e p o l í t i c o a casi todos los finqueros cuestiona- r i o s r e l a t i v o s a l a despoblación del Departamento, etc. Como era de esperarse , l a gran mayoría l o s contestó de tal manera que el, Jefe se s int iera halagado, ya que todos t ienen miedo de que l e s e n t r e a palos. Los cuest ionar ios de los pocos finqueros que s e atrevieron a decir l a verdad no serán remitidos a l a Capital. Por supuesto que e l J e f e s e cuidó mucho de enviarles cuestionarios a los principales finqueros de l a Alta Verapaz, Sapper y e s t e su ~ e m i d o r -71

Los jefes políticos sabían que los grandes empresarios, gracias a su poder económico y a sus relaciones internacionales, eran hanbres muy influyentes en l a s e s f e ra s p o l í t i c a s de l paás, y que tenían qae observar ante el los una conducta más respetuosa que frente a l resto de los fimperos. &quéllos que l o ignoraban, o pretendían ignorarlo, muy pronto aprendían l a lección.

70 EPDA, vol. 14(21), "E. P. D. a Schlubach" (27 de junio de 1918).

71 m A , vol. 14(21), "E. P. D. a ScNubach" (27 de junio de 1918).

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A principios de 1906, por ejemplo, comisionados militares del jefe polí t i - co de l a a t a Verapaz irrumpieron en una finca de Dieseldorff, t a l y como so l í an hacerlo en otras plantaciones de la región, capturando trabajadores que se r í an destinados a l ejército. Inmediatamente se puso Dieseldorff en contacto con e l director del Banco Colombiano, con sede en l a ciudad de Guatemala, para que éste intercediera por sus intereses ante l a s autorida- des super iores de l a república. E l extracto de una carta enviada a dicho d i r ec to r por Dieseldorff pocos días después del incidente proporciona una idea del desenlace del mimo:

agradézcale haber hablado a los Sres. Ministros referente a l a cap - tura de m i s mozos y quedo enterado que estos funcionarios prometen hacer l o posible porque e s t o no vuelva a o c u r r i r , a efecto de e v i t a r l o s males apuntados. Tanto e l Señor Jefe político cano e l Señor Alcalde 2 0 . , que fueron los responsables de los abusos co- metidos en l a recogida y quienes s i no hubieran habido reclamos dentro de poco habrían acabado con l a agricultura aquí, fueron llamados a l a Capi ta l , y s e cree que esto es una seña de que se evitarán estos abusos en e l futuro".72

Los empresarios tenían muchos recursos a su disposición para hacer preva- l ece r sus i n t e r e se s en e l país. En e l caso anteriormente apuntado, y en

base a l a documentación que hemos conocido a l respecto, si l a presión e jer - cida por Dieseldorff an te l as autoridades no hubiese su r t i do e fec to , e s

seguro que s e hubiera dirigido a l presidente, de manera personal o a tra-

vés d e l representante en Guatemala del imperio alemán. Cuando esta última instancia no resultaba, l o que es de dudar, e l problema s e t ras ladaba a Ber l ín , donde s e consideraba e l envío de un barco de guerra a v i s i t a r

nuestras cos tas , cano muestra del poderío al& y de que e l imperio res-

paldaba las demandas de sus,ciudadanos. Para e l gobierno guatemalteco no había forma de sustraerse a una exigencia de los empresarios, los verdade- ros señores y dueños del país y por esto no tenía otra alternativa que ser f l e x i b l e y dar l a s satisfacciones que e l caso requería. Por ejemplo, en

1908 un finquero alemán de nanbre Frese fue multado por e l jefe polí t ico

de l a Alta Verapaz por decir en público que era únposible s a l i r adelante

con tan to desmán del gobierno. Fue acusado de falso testimonio y obligado

a pagar 500 pesos oro, pero e l dinero l e fue devuelto ante l a intervención

d i r ec t a de l embajador alemán.73 Generalmente, s in embargo, era posible

72 EPDA, vol . 16, "E. P. D. a Director del Banco Colombiano" (5 de enero de 1906).

73 EPDA, vol. 14(21), "Krings a E. P. D." (12 de febrero de 1908).

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l legar a un acuerdo con los mandatarios locales, y de esta manera ninguna autor idad quedaba en entredicho. Esto sucedió a ra íz de otro incidente referido por Dieseldorff a l director del Banco Colombiano, ocurrido c a s i exactamente s i e t e meses después d e l primero, en j u l i o de 1908. Segíin Dieseldorff,

en l a noche del 22 a l 23 de julio entró en l a propia finca una co- misión armada de milicianos, l a que penetró a l a s casas dentro de l a f inca y se llevó a t r e s mozos cumplidos. Al recibir l a noticia de estos hechos me f u i inmediatamente con e l Sr. Comandante de Armas ( je fe pol í t ico) , haciéndole ver que s i emplease ta les proce- dimientos, ya no podíamos contar con n i un solo mozo cmplido más, s i l o s finqueros no podían protegerlos dentro de sus propiedades. E l Sr. J e f e me dio razón, manifestándome a l mismo tiempo, que habiéndole s ido ordenado remitir más bastimento y no teniendo n i v íveres , n i mozos, tenía que conseguirlos donde los hallaba, y que si yo deseaba proteger l as fincas propias, iba a procurar que no fuesen molestadas mientras una contribución de víveres o de dinero fuese ayuda directa que l e permitía atender a esa preferencia. E l Sr . J e f e me mencionó l a suma de quinientos Pesos, con l o que me manifesté conforme y l a que pagué enseguida. Ms mozos cogidos fueron inmediatamente puestos en libertad, regresando a sus casas y logré de e s t e modo calmar a los otros colonos, que estaban para r e t i r a r s e a las montañas, s i no l e s podíamos defender dentro de l a propiedad de la finca .74

AS% como los empresarios agrarios lograban entenderse y resolver amiga - blemente sus diferencias con los jefes políticos, los propietarios peque ños y medianos y l o s administradores de plantaciones procuraban mantener buenas relaciones con los llamados intendentes municipales y jueces, prin-

c ipa l e s encargados de hacer cuwplir l as disposiciones del jefe polí t ico y d e l gobierno a nivel local. AL referirnos a l as autoridades rurales estu- diaremos más detalladamente e l papel que jugaban l a s m i s m a s en e l sistema de daninio de los finqgeros. Por ahora e s su f i c i en t e con mencionar l a re lación finquero-jefe polí t ico en un escenario de lucha de clases y anta- gonismos del poder, que e l predominio económico del empresario equilibraba a su favor , de una manera u otra. Al respecto, es únpr tante señalar que l a prepotencia de los jefes políticos no siempre era vis ta con malos ojos por l o s finqueros más poderosos. Dieseldorff consideraba -y a s í se l o expuso a su h i j o na tura l Pablo Choc que en CoGn debía de haber un jefe

74 EPDA, vol . 1 1 ( 18 1 , "E. P. D. a Director del Banco Colombiano" (8 de agosto de 1906).

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político capaz de tener dominio de sí mismo y de los demás en cualquier momento. "La tarea no es nada fácil", subrayaba el empresario germano- judío. 75

Las relaciones semifeudales existentes no sólo en la producción sino también en la vida social, exigían actitudes autoritarias de parte de los representantes del gobierno, como manera de fortalecer el diminio de clase del sector empresarial y la oligarquía. De hecho, no podía esperarse otra cosa de un sistema patriarcal como el imperante en las relaciones entre finquero y trabajador que caracterizaban la economía de plantación moderna en Guataala. Dieseldorff se jactaba de que todo trabajador encontraba en 61 a una persona siempre dispuesta a escucharlo. "Sí" -decía-, "muchos de ellos hasta me adoran, puesto que ven en m í al benévolo protector" .76 Su convivencia con el campesinado le había enseñado a tratarlo "con suma paciencia y tino",77 mientras que cano finquero, la política a seguir era "tener contentos y premiar a los que trabajan, y perseguir a los que de- fraudan y se esconden en las montañas".78 Lo que Dieseldorff entendía por persecución se lo expuso a un comisionado militar, a quien el jefe políti- co de la Alta Verapaz había encomendado la captura de hombres libres que trabajaban y vivían pacíficamente en un caserío alejado de los centros urbanos de la región:

La aldea a que me referí en una conversación con el Señor Jefe Político, es la de "Tzuyul". Forma este terreno parte de mi pro- piedad "Guaxac", pero sus habitantes no hacen caso a m í ni a las Autoridades. No es posible coger a estos indígenas sin tanar m e didas especiales. De noche nadie puede llegar a aquel lugar por lo difícil del camino y los peligrosos barrancos que existen. Unicamente muy de madrugada pueden lograrse, si sale el mismo día una comisión de mcurú que, sin decir a dónde se dirigen, pernoc- tan en Secoyocté, y saliendo otra el mismo dlia de Chamelco que pernoctara en Popobay. Entre las dos comisiones pueden lograr fácilmente de 50 a 150 hombres.79

75 EPDA, 6.10, "E. P. D. a Pablo Choc" (6 de octubre de 1926).

76 EPDA, ''E. P. D. a Willy Dieseldorff" (8 de octubre de 1936).

77 EPDA, Varias cartas", vol. 10, 3, ''E. P. 3. a Vicente Rosales" (23 de mayo de 1900).

78 EPDA, vol. 12, 5 , "E. P. D. a Lic. Rafael Ariza" (19 de noviembre de 1901).

79 EPDA, vol. 15(22), "E. P. D. a Alejandro Juárez" (15 de noviembre de 1908).

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E l garrote y l a zanahoria era, pues, l a consigna del empresario. Todo parece ind icar que Willy Edwin Dieseldorff. h i jo de E. P. Dieseldorff y quien heredó l a mayor parte de l a s fincas del padre, aprendió muy bien las enseñanzas de éste. En una ocasión expresaba "mn Willy": "los trabajado- r e s deben sent i r que uno es bravo y enérgico, y que no s e toleran tonterí- a s de ellos. Los mozos l e tienen que obedecer en toda sentida y ante todo en Panza1 no hay que agobiarse ante l a gente, a l revés, e l los se deben ago biar ante uno y sen t i r l a mano fuerte, pero siempre justo y correctom.8(f

80 EPDA, 125.15, "Willy E. Dieseldorff a A. Cánchez" (12 de febrero