jose antonio giron escritos y discursos

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    JOS ANTONIO GIRN - ESCRITOS Y DISCURSOS - 1 -

    JOS ANTONIO GIRNESCRITOS Y DISCURSOS

    "DIANA", ARTES GRAFICAS, LABRA, 6. MADRID

    EDICIONES DE LA VICESECRETARA DE EDUCACIN POPULAR

    MADRID, MCMXLIII

    1943

    Digitalizado por Triplecruz

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    PRLOGO

    AVANZADA

    ENTRE nosotros los exordios no son de rigor ni siquiera de estilo. El "Cara al sol" empieza sinrodeos ordenando la actitud en que debe hallarnos la muerte. Lo que no sea palabra sustantiva,eficaz, es palabra perdida. El prlogo es un adjetivo de libro, y por eso nos sobra; la consigna es unaavanzada de la accin, y por eso nos sirve. De todas ellas la ms eficaz es la dirigida al hombre msapto para combatir. Y para nosotros el tringulo ofensivo ms slido en que se puede apoyar laRevolucin Nacional-Sindicalista son los verdaderos luchadores de la calle, de la trinchera g deltrabajo. Se equivocan quienes crean que con otras agudas es como ms urgentemente llegar lavictoria; porque no es con minoras blandas en la fe, sino con unidades tensas en la pasin como seavanza. Por eso a su smbolo, el trabajador ex combatiente de la Vieja Guardia, va dedicada estaavanzada de consignas.

    DISCIPLINA

    El trabajador ex combatiente de la Vieja Guardia debe ser exclusivamente la vanguardia en laperfeccin del servicio y en la tenacidad y pureza del espritu. En la Falange no puede haber castas y

    la veterana no da privilegios. La disciplina es su primera virtud y su primer deber. Su medida nos dala calidad de su temperamento de combatiente por la Revolucin. Ciegamente se. cumplen lasrdenes del Jefe inmediato sin discutirlas ni examinarlas. Si se duda de un Jefe, se le obedece lomismo. Si se comprueba su traicin, se le desenmascara. Pero el trmino medio de la desobedienciay de la indisciplina pasiva no existe entre nosotros. La murmuracin y la crtica son defectosfemeninos. No hay que dejarse moldear por el ambiente blandengue en que vivimos. La opinin delos soldados no puede importar a los Jefes. La misin especfica de stos es mandar, dirigir, no en elsentido que quiera cada individualidad, cada minora, ni siquiera la mayora, sino en el sentido queellos determinen como el mejor. A los dems les toca combatir, obedecer y callar.

    COMBATE

    Siempre dispuestos a la accin esperando la orden de poner en juego la vida. Siempre

    combatiendo en la accin concreta de su servicio. En el puesto que se seala. Sin iniciativas quepuedan estropear otros objetivos de la lucha. Sin meternos en lo que no nos llaman. Hay un margenentre el servicio concreto y la prohibicin, en el que se puede y se debe combatir: la lucha personalde ayuda a las consignas generales de la doctrina y del mando. Se corta violentamente unamurmuracin o una calumnia contra la Falange o sus Jefes. Se da parte de actividades enemigasvigiladas. Se reacciona contra la insidia y el desaliento. Se ganan personalmente hombres eficacespara nuestra fe. Se aviva el fuego de la idea en conversaciones con otros camaradas. Se orienta alos descarriados y se escupe en la cara a los agentes de la bandera y de la disgregacin. Se ayudaal camarada en peligro o en dificultad. Debe ser el inters y el servicio de la Falange el que marquela trayectoria de cada vida. Y no al contrario. La vida oficial U privada deben ser un combateconstante por la idea.

    CAMARADERA

    Hay que resucitar la tnica de los viejos tiempos. Rpidos en la fidelidad a la llamada de laFalange. Al camarada hay que ayudarle prcticamente en su servicio, en -u dificultad, en su vida.Nos hemos dedicado demasiado a la teorizacin, a lo abstracto. Hay que vivir un poco ms en larealidad prctica. Sabed que se habla enternecedoramente de camaradas derrotados por laestrechez desde los mostradores de los "cabarets" caros. Esta compasin es mentira y sarcasmo. Eltrabajador ex combatiente de la Vieja Guardia debe ser ejemplo de la camaradera que vivi. Unacamisa azul o una insignia de Falange deben en cualquier situacin romper el hielo entre doshombres. En la calle, en un local, en el trabajo, en cualquier sitio, no se puede dejar solo a uncamarada que se encuentra en dificultad o en lucha, tenga o no tenga razn; si la tiene, paraayudarle; si no la tiene, para no hacer a la Falange solidaria de su actitud.

    SILENCIOEl hombre de accin habla poco. Fuera la palabrera, la amenaza y las videncias tericas.

    Desconfiad de cuantos berrean a escondidas la necesidad de heroicidades y gestos a los queparecen estar dispuestos y fijaos bien si no cultivan as una propia personalidad fracasada y

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    cobarde. Usad la palabra solamente cuando en s misma represente accin. Para convencer, parahacer proselitismo de la idea. Para acallar argumentos enemigos. Para propagar una consigna o unaversin que se ordene difundir. De consideraciones estriles sobre las situaciones se prescinde. Deopiniones personales sobre rdenes o medidas no se habla. El propio servicio no se comenta; secumple. Esta lucha tiene algo de frente invisible en que los hombres en la accin son nmeros. Niuna sola palabra intil: Silencio.

    TACTO DE CODOS

    Aqu nadie puede pensar en individualismos. Donde encontris un idealista y un fantico de laidea, estableced un vnculo de relacin inmediatamente. Entre nosotros hay muchos hombres quehan perdido la fe. Todos los que sabemos que la victoria ha de ser nuestra tenemos que formar unfrente de una trabazn indestructible. Una red de hombres diseminados por la Patria, unidos,vigilantes, alerta, impasibles y silenciosos en las horas malas y en las buenas, slo pendientes dealcanzar la meta final revolucionaria. No hay fuerza fsica capaz de destruir una idea cuya fe es larazn de muchas vidas unidas y resueltas.

    UNIDAD

    La gran traicin de esta hora es la desunin y las intrigas disgregadoras. Vivimos horas de vidao muerte para la victoria definitiva. Todos esos grupitos capitaneados por ambiciosos fracasados,descontentos de su postergacin, han existido en todos los Movimientos como el nuestro; pero hansido barridos a tiempo. Todo aquel que propugne una persona de la Falange frente a otra, en vez dela idea nica de la Falange frente a todas, es un traidor vendido al enemigo o al arribismo. No seest con este o aquel Jefe; se est con el inters supremo y nico de la Falange. Aqu nadierepresenta nada por s, por su historia, ni por su capacidad, sino por la Jerarqua del servicio quedesempea. Estamos cansados de la propaganda unipersonal de tantos ambiciosos, de tantascapillitas que ven en la elevacin de un hombre su propio inters, su propia ambicin satisfecha. Enla dura lucha que nos espera acaso muchos de quienes hoy nos mandan han de ir pereciendo encada accin, y no tenemos derecho a crear otro mito que el de la Falange y el de la disciplina. Notoleris las propagandas personales. No toleris los ataques personales. Todos alerta contra lasambiciones y los intereses desencadenados. Para que tengis fuerza, conviccin y agudeza al cortarlas campaas ruines de los que atentan a nuestra unidad, comprobad si el inters personal de quien

    os habla est vinculado al triunfo o a la derrota del personalismo que propugna o que combate.Distinguiris as al idealista desorientado del traidor.

    EFICACIA

    Siempre presente la primera meta de la Revolucin, la conquista del Estado. Sin la plenaconquista del Estado no se hace ninguna Revolucin. Lo que nos aleje o nos acerque a conseguirlaes derrota o avance. En un Estado con tantos sectores y tan `importantes enemigos, intentarimponer de golpe nuestro control revolucionario sera infantil. Es en la accin concreta, en lasconquistas prcticas de la Revolucin donde tenemos que batirnos esencialmente. Estamosentregados a los grititos histricos, a los desfiles artificiales, a los puritanismos de detalle, mientrasmuy pocos se preocupan de la blandura y de la transigencia con que aguantamos las injusticiassociales y los frenajes a la verdadera obra concreta revolucionaria. Nos sobran nerviosismos

    apremiantes en lo accidental. Hay que ayudar a quienes combaten por la conquista de lasvanguardias trabajadoras. Dar pan. Dar fe. Dar aliento. Todo ese espritu gastado intilmente endiscutir problemas superficiales y en imponer puntos de vista propios, hay que volcarlo en lasilenciosa ofensiva social. Es la Revolucin real la que nos interesa. La nacionalizacin de la Banca,la justicia a rajatabla en lo social, las leyes, las rdenes concretas, las ventajas reales. Vuestro mejorservicio es ser agitadores de la Revolucin Nacional-Sindicalista en la mina, en el mar, en la fbricao en el campo. Nunca defendiendo realidades indefendibles. Mostrando resueltamente que no snnuestra verdad, que no son nuestra fe, que no son nuestra meta. Clavad en el pensamiento de todosvuestros compaeros que estamos luchando por una Patria diferente. Que de nada de aquello en loque quieren ver la mano de la Falange tiene ella la culpa. Que es su inters y su deber seguirnos yayudarnos contra su verdadero enemigo que se revuelve todava fuerte bajo nuestros golpes. Nointeresa quin manda, sino qu consigue. Las banderas slo es honroso para nosotros pasearlas

    sobre cada tierra nueva conquistada en la lucha por la justicia. Con una organizacin sin unidad, nidisciplina, en la que formen masas arrivistas sin espritu y sin fe, donde una orden tenga muy pocasprobabilidades de ser cumplida si no es, cmoda y conveniente para el inters personal de quien larecibe, disgregada en banderas para cuyos cabecillas es antes la derrota del rival que el inters de

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    la idea, no hay nada que hacer en las batallas duras. En la fuerza de cohesin y de la calidad denuestros hombres est el camino para poder hablar fuerte. Todo lo dems, las posturitasindividuales, los revolucionarismos irresponsables, las posiciones tericamente perfectas, sin baseen que apoyar sus gestos, constituyen reacciones desconectadas de la marcha real de laRevolucin. Son unas veces manifestaciones falsas encaminadas a edificar prestigios personalessobre actitudes fciles de galera, y otras, decisiones desesperadas con que quieren echarlo todo arodar hombrecitos que han perdido los nervios. Estamos en una hora en que hacen falta en laFalange cabezas fras y mandos muy duros y resueltos para las escuadras. La Falange no puede serun partido poltico oficial de tipo populista. Tiene que servir el viejo perfil heroico y sacrificado quenos hizo ser y de cuya inercia vivimos. Hay que imponer en nuestras filas una disciplina tan dura quevoluntariamente se despeguen de nosotros quienes no tengan la f e y el ideal que son precisos paraaguantar la incomodidad que representa. La Falange izo es un fcil sistema burocrtico del que sevive, sino una difcil unidad de combate en la que se forma. Las penas para las faltas al deber y alservicio, para las irregularidades de las conductas privadas, tienen que rebasar en la Falange lasescalas penales ordinarias. Todas esas transigencias con camaradas que hacen de su historia y desus mritos anteriores escudo contra el castigo de sus venalidades o traiciones presentes no puedencontinuar. Estamos cansados de tantas leyendas que dicen que dijeron y que dicen que hicieron,*pero que ahora ni dicen ni hacen nada bueno. En el espritu de todos los buenos camaradas hay unanhelo firme de disciplina y de eficacia: Servidlo.

    INTRANSIGENCIADirecto, ardiente y combativo se nos ordena el estilo. Apasionada g violentamente irrumpimos

    en la vida espaola, y mucha sangre iba a costar echarnos, si no fuera imposible nuestra derrota.Nos llamamos an Juntas de Ofensiva, y no es resistir, sino atacar, el destino de nuestrasescuadras. No somos diplomticos de saln que bisbisean cautelosamente al odo florituras veladas;somos soldados y hablamos rudamente, a gritos, de trinchera a trinchera. Avergonzarnos del duroperfil de nuestra verdad y vestirlo con ramplones colorines que lo encubran es una cobarda y unengao. No se puede emplear una palabra cuando se combate y otra cuando se triunfa. No se puededesvar cuando se llega arriba el color ardiente de una bandera que encuadra la fe de muchoshombres. A nosotros nos corta todas las retiradas la trgica muralla de los que no volvieron; y esevolver atrs en la promesa y en la palabra fu el eterno engao de las polticas barridas. Es un truco

    viejo demasiado combatido por nosotros. Y cuando desde fuera la verdad fu clara y el lenguajenoble, no tenemos dentro ningn derecho a modificarlos. No podemos emplear ni la manera dehablar ni la tctica del enemigo; tenemos que forzarle a aprender y seguir las nuestras. Porque noest la unidad en que nos hagamos como l, sino en que l se haga como nosotros. Y castrarnuestros mpetus y nuestra entera virilidad revolucionaria es un buen sistema para que nosempiecen a entender los otros y a no entender los nuestros. Las Viejas Guardias de la Falange quese batieron en la calle, los ex combatientes que lucharon en las trincheras y los trabajadores queforman con nosotros en la justicia, constituyen nuestras unidades ms tiles, y para ellos hay quegritar tan clara y tan fuerte como antes nuestra verdad desnuda.

    Este es el camino de la eficacia. Encuadrados en esta disciplina: Por la Patria Una, Grande yLibre. Con la verdad entera, con el lenguaje agresivo, con la unidad apasionada de ayer hemos dever formados detrs de una bandera como la ms resuelta lnea de la Revolucin a todos loscamaradas de las Viejas Guardias, a todos los ex combatientes de la guerra y a todos lostrabajadores de la Patria. Para ellos, un saludo brazo en alto de camaradas de armas. Y que Diosnos ayude antes y despus.

    FRANCO, FRANCO, FRANCO! ARRIBA ESPAA!

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    ESCRITOS

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    He aqu una condicin necesaria de toda actuacin eficaz: la disciplina, armamento primordialde los ejrcitos predestinados a la victoria. Sin ella, sern todos nuestros entusiasmos intiles ytodos nuestros esfuerzos baldos. Slo el estilo militar, seco y tajante, que nos hizo ser, sirve parallevar a cabo las grandes empresas, y slo la unidad de mando, impuesta y acatada con ntimofervor, es capaz de apartarnos del desaliento.

    Estamos de vuelta de las frases complicadas y de las palabras que quieren ser bonitas, de vergastar toda nuestra plvora en salvas, y nos duele contemplar el loco empeo de los que quieren

    ganar batallas con cartuchos de fogueo.El avance decisivo slo puede ser misin . de las silenciosas y disciplinadas banderas de

    camaradas annimos, que en el spero trabajo de cada dia, desentendidos de todo lo que no seaansia de superacin en el cumplimiento de su exclusiva tarea, llevan en la paz las mismas camisasazules desvadas por las intemperies de la guerra.

    Onsimo, al llevar a la Falange Espaola el mpetu de las Juntas de Ofensiva, subray en lanueva organizacin determinadas consignas comunes.

    Y estas dos de que, hablamos, mejoramiento de nosotros mismos y disciplina, acaso fueron delas ms caractersticas.

    No cabra imaginar mayor traicin que escuchar indiferentes el grito caliente de su llamada a lo

    concreto y a lo eficiente. Si no logramos ser los mejores no tenemos derecho a desear un estado decosas que slo sera un reflejo de nuestro extravo interior. Si llegamos a serlo, poco conseguiramossin disciplina.

    Este es el principio, este es el umbral. Lo dems es perderse en un mar de opiniones, deiniciativas y de promesas, y ya l nos dijo "que no hubiere ms para nosotros un partido que nohiciere ms que prometer".

    Por eso, en estos momentos en que su silueta se agiganta y su recuerdo se clava como unaflecha desprendida del haz en el pensamiento de Espaa, por obra y gracia de un renacimiento que,tom todos los renacimientos, es esencialmente retorno a la pureza primitiva, a lo clsico y a loelemental, Onsimo, como Jos Antonio, nuestros cados ms presentes, nos piden, no la oasensiblera del lirismo, sino la falangista decisin de servicio del "a tus rdenes".

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    FALSIFICADORES INTENCIONADOS

    Artculo publicado en el diario '"Arriba", de Madrid, endiciembre de 1941.

    Invitado por la Direccin de "Arriba" para colaborar en este nmero extraordinario de homenaje

    al Ejrcito, ni quiero ni puedo negarme. Aprovecho la oportunidad para abordar de frente un temaque ha querido hacerse espinoso y qu ha servido de aspillera para que muchos "malos inteligentes"hicieran blanco en la candidez de algunos "buenos simples".

    Me refiero a esa cuestin, tan trada y llevada, del Ejrcito y la Falange, lo militar y lo civil, locastrense y lo poltico-que de todas estas maneras acostumbra a enunciarse-, estableciendo ya enprincipio una separacin y hasta una presuncin de antagonismos. Porque hay un prurito por hacerresaltar la impenetrabilidad de dos esferas, que se suponen perfectamente definidas, rodeando acada una de su foso invadeable, como si cupiesen dentro de la unidad nacional-sindicalista estasmaneras pequeas y parciales de entender la Patria. Y es que agobia todava a muchos espritus ellastre de las concepciones liberales; los encorva, los imposibilita para ver claro en los nuevoscaminos, para mirar de frente a su final, sin tropezar en el obstculo ni en la emboscada. El tpico

    individualista fue tan lejos en su preocupacin disociadora, que lleg a concebir el individualismohasta en lo unitario por esencia. As, nos dice Ramiro qu "para el burgus-para el liberal-, vestiruniforme es una aspiracin a destacarse, a reforzarse; es decir, a afirmar an ms la personalidadindividual. Cuando quien se uniforma, quien entra en unas filas, pierde relieve y significacin comoindividuo". En esa suma de renunciaciones radica precisamente la fuerza de las colectividadesdisciplinadas. Hemos querido destacar esta caracterstica primordial del liberalismo para dejar aldescubierto el verdadero origen de estas teoras disgregadoras, que no pueden concebirse dentrodel pensamiento falangista espaol y revolucionario. El primer postulado para el cumplimiento deldestino de la Patria en lo universal, ltimo porqu de toda nuestra brega, no puede realizarse, nisiquiera comprenderse, mientras no se mantenga el ms intransigente concepto de la unidad. Todolo que dentro del Estado Nacional-Sindicalista constituya una fuerza viva y actual, debe entenderseincorporado a l tan ntimamente como las potencias del alma al alma misma. El afn de aislar el

    Ejrcito de la Falange y la Falange del Ejrcito, hasta el aceptar que pueden concebirse comosectores cerrados y diferentes, indica un desconocimiento o una intencionada falsificacin de ladoctrina. Cuando se busca tmidamente en una sucesin de pareceres, en un turno de partidoscansados, una postura provisional para los pueblos, es lgico suponer en el Ejrcito una actitudpasiva, separada, de desesperanza y de incertidumbre; pero cuando la Patria se encuentra de caracon su destino, cuando se hace de da en todas las sendas y grita sus consignas ardientes la misin,la empresa, desaparece la distancia y la separacin, porque igual todos los hombros el correajeguerrero de lo heroico. Estas son las horas que vivimos, y a esta claridad, que con facilidad ofusca,hay que acostumbrar la mirada. Es necesario que algunos "falangistas" se den cuenta de que hay unexclusivismo que quiere ser puritano y slo se nutre de viejas concepciones liberales; el ropajesugestivo en que a veces se envuelve tiene algo de enredadera que entorpece el sendero. No puedehablarse, por ejemplo, del Ejrcito como trmino contrapuesto a la Falange, ni siquiera diferente enesencia. La Falange no es una institucin dentro del Estado al lado de otras instituciones. La Falangees, en su doctrina, el Estado mismo, y su esencia informa todo lo que es valor activo ecumnico enla Patria despus de la victoria. Es la unidad de los hombres de Espaa. No estn debajo de ella nisobre ella-polticamente hablando-lo militar, lo religioso y lo social: estn en ella misma. Porque de loreligioso, de lo militar y de lo social nacieron sus consignas. La verdadera intransigencia est en noconsentir, en no tolerar que se admita precisamente aquella otra concepcin parcial de la Falange.En no ceder ante esa tendencia al exclusivismo y a la separacin que lleva dentro nuestrageneracin, como un atavismo disolvente y antiunitario del ltimo siglo.

    Mal camino para culminar las grandes empresas es la disociacin, y ms en Espaa, "que se justifica por una voluntad imperial para unir". "Queremos que la Patria se entienda como unidadarmnica e indivisible superior a las pugnas de los individuos, las clases, los partidos y las

    diferencias naturales." "Sueo de unidad y de comn tarea frente al angosto particularismo y al pasoatrs de las fragmentaciones suicidas." Esta es la verdad pura, la palabra que para nosotros esdogma. El Ejrcito, dentro de la Patria y dentro de la Falange, es slo un servicio, una funcindiferente. No imprime carcter d grupo ni de clase; en l se forma cuando la Patria llama para morir.

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    Cuesta trabajo creer que puede haber alguno incapaz d ver clara la mano traicionera del enemigoen esta burda maniobra de querer distanciar en cierto modo a los falangistas del Ejrcito y a losmilitares de la Falange. Si alguna profesin, como tal profesin, predispone a la concepcin nacional-sindicalista de la vida, es precisamente la de las armas. No es necesario hacer una apologa de lomilitar. Todos nuestros fundadores coincidieron en considerarlo nervio y fibra de nuestraidiosincrasia. La disciplina, el patriotismo viril, la accin directa, es la Falange y es la Milicia. Cuandose nos busca una actitud, se nos da la del soldado. Cuando es preciso adoptar un modo entero deentender la vida, se nos seala el militar; si queremos un hbito, ha de ser uniforme, y hasta sitenemos un himno, ha de sonar a cancin de guerra. Hacemos obligatoria la enseanza premilitar,que es como un noviciado, como una iniciacin en la mstica castrense, una impaciencia por ofrecera la Patria el sacrificio. No hace falta insistir ms en el contrasentido en que incurriran quienesfuesen capaces de ver en el Ejrcito otra cosa que uno de los servicios ms honrosos y msbellamente nacional-sindicalistas que pueden prestarse. All, bajo cielos lejanos, de cara a lamuerte, hay una legin de camaradas que saben mucho d estas cosas. Su herosmo es una garraespaola hundida en la carne del ltimo enemigo; es el desplante ibrico, que ha vuelto a reanudarsus citas con la gloria del riesgo. Si alguno tiene an dudas, recelos u obscuridades sobre la doctrinapura en los puntos a que nos hemos referido, que vaya a batirse a su lado para aclararlos, porque enesta asignatura la mejor aula es el campo de batalla.

    ARRIBA ESPAA!

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    TRASCENDENCIA DE LA DIVISIN AZUL

    A Cesreo del Cao, Javier G. Noblejas, Matamoros yNicanor Astruga, camaradas presentes. Madrid, enero

    de 1942.

    La estrella de nuestros mejores ha sentido siempre, acaso como consecuencia de la calidadheroica de sus vidas, una predileccin extraa por el maridaje con la muerte. Hay una complacenciaen ir de la mano del peligro, una impacient mala fortuna en precipitar el relevo de la guardia eterna.El signo sombro recogido en el color de nuestras banderas nos acompaa en la Falange confidelidad, y tal vez hayan sido nuestras horas ms firmes aquellas en que se manifest mspresente. Esta inquietud, esta dolorida ansiedad clavada en tantas vidas y en tantas muertesgloriosas, han impreso en nuestra mstica un sello indeleble que patentiza la sinceridad de nuestroidealismo. Una aureola legendaria ganada a punta de herosmo, que induce al respeto a losenemigos y explica nuestra asombrosa capacidad para el proselitismo entre los espaoles nobles.

    En la paz, en la calma, en las misiones menos bellas, la manifestacin de este importantematiz de la manera de ser falangista tiene un perfil ms desdibujado; vive en cierta tristeza, en ciertarebelda imprecisa que quieren explotar quienes no la comprenden. Es una consecuencia de laansiedad por llegar al fin, del temor a que la gran empresa s malogre, de la inaccin forzada a quese somete un espritu nacido para la accin y educado en la lucha. La misma moral de alertaconstante que prohibe el reposo hasta en la noche del triunfo, el "Cara al Sol", que todava nos da suconsigna d ataque: "Arriba, escuadras, a vencer", despus del retorno de las banderas victoriosas,cuando ya empez el amanecer de la Patria.

    Por eso, en cambio, la Divisin Azul es el exponente ms claro d este valor nacional-sindicalista; la atraccin del combate, la inquietud del sacrificio, el sentido espaol de entender el

    orgullo y de mostrarse al mundo como raza y como imperialismo. Es el ambiente heroico tan propicioa la perfeccin falangista, donde las virtudes son ms espontneas, ms exacto el sentido de lamisin, donde es ms ardiente la fe y ms agudo el emblema, porque se caldean los espritus con elfuego y se afilan las flechas con las espadas.

    Por eso, para dentro y para fuera de Espaa, la legin de hombres que se bate en tierras rusasdebe ser un smbolo. Es una minora selecta situada en las mejores condiciones para vivir, parainterpretar y para representar el sentido falangista espaol revolucionario. Nosotros creemos que hayuna razn de su presencia en la batalla que est mucho ms all de la ayuda y de la venganza,mucho ms arriba de la gratitud y del odio. En esta gran guerra, en que se revuelven concepcionesde la vida unas veces opuestas y otras dispares, ellos representan el modo espaol, el espiritualismoespecifico de la Patria, que bajo el yugo de los reyes padres ha recogido la Falange de la tradicin ydel presente. No es una masa de combatientes amorfa y gris destinada a rellenar un hueco, a la quese pone como a una mercanca su marchamo de procedencia: es esencia de la Espaa que llevahoy el Caudillo por caminos nuevos; no es un sumando, sino un signo; no es un guin, sino unabandera.

    No os engais con las palabras, porque el enemigo trabaja siempre en la disociacin y en elrecelo; pensad que es empequeecer la empresa todo lo que contribuya a ocultar esta significacintrascendente, a silenciar el nuevo grito espaol, que por haber sido los primeros en el choquetenemos derecho a que escuche el mundo.

    Creo que ya estamos de vuelta, gracias a Dios, de las concepciones estrechas y parciales deentender la Patria y de entender la Falange. Entristece pensar que todava pudiramos hacer el juego al enemigo con bizantinismos infantiles, que cuando nos acerca la ideq sea capa de

    separarnos la palabra. Que no se haga difcil a ningn buen espaol llamar a las cosas con unnombre qu es encarnacin de la idea espaola, de ese pensamiento y de ese sentido que cada unodebemos hacer nuestro y dentro del que no caben exclusivismos, porque todo el que tenga buenavoluntad y un poco de nocin de la eficacia estar convencido de que la gran Patria hay que hacerlaentre todos. A esa Divisin de hroes, a la que algn da veremos an ms claro lo que le debemos,

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    llamadla Azul, qu es llamarla dos veces espaola. porque azul es todo lo que tiene nervioautnticamente nacional, el color del libro donde se escriben con sudor o con sangre todos losservicios diferentes prestados a una misma fe.

    Y esta vez el sacrificio no va a olvidarse tan pronto, porque guardando la espalda a los que sebaten hay medio milln de espaoles que vivieron tres aos una guerra muy brava. Esta si debe serpara nosotros una verdadera preocupacin.

    Nos duele en la carne cada ausencia, por cario y por clculo, por la pena d hoy y por la laborde maana, y nos marga la duda de pensar si es ms precioso para la Patria el esfuerzo de la vidao la gloria de la muerte de sus mejores escuadristas. Para ellos, para todos los qu quedan oquedaron all, el recuerdo constante-presente-y la decisin de seguir en esta batalla obscura deatrs el ejemplo de su coraje en las vanguardias.

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    EL ESTUDIANTE EN LA GUERRA DE LIBERACIN

    Artculo publicado en "S", de Madrid, el da 8 defebrero de 1942.

    Por todos los caminos de la guerra se fu volviendo hazaa la capacidad de la raza para el

    herosmo. Cuando se hacen en los pueblos las grandes luces o las grandes sombras, se iguala lapotencia de todas las pupilas para distinguir los matices. Todos ven o nadie ve, y mengua la ventajaque los ms perspicaces detentan en la imprecisin de la penumbra. El 18 de julio fu una de esasfechas en las que todos ven claro. Universitarios, militares, obreros y campesinos intuyeron con lamisma exactitud la presencia de la hora decisiva del riesgo, en que toda dialctica es una cobarda yslo son tiles el corazn y los brazos. En todos los sectores sociales se supo acudir alegremente ala ltima partida y morir con la misma sonrisa desdeosa; pero el perfil especial del estudiante quevivi a la sombra de las banderas de guerra, la huella qu imprimi en su vida la inquietud de loscampamentos y la trascendencia de su cooperacin para la victoria, merecen un recuerdo,constituyen una enseanza y sealan una consigna.

    A la conciencia de que s est frente al deber supremo de las grandes misiones, a la decisin

    de entregarse por la idea al renunciamiento del egosmo propio, a formar en las minoras heroicas,se llega por distintos caminos. Todos son buenos, porque lo importante es estar dentro y llegararriba, donde los espritus se educan y se moldean en la nica fe y se entiende y ama la doctrina entodas sus facetas. Pero la naturaleza del motivo que decidi el primer paso y que despert la primerainquietud da siempre un aire personal en las individualidades al estilo comn, que se aprecia mejoren los momentos de mxima tensin, donde todas las reacciones son ms claras y ms intensas.

    El estudiante, en el terreno de lo positivo y de lo material no poda buscar la justificacin de sudesacuerdo con la realidad social; fue de lo cmodo a lo difcil porque, egostamente pensando, tenamucho que perder y nada que ganar en la Revolucin, primero y ltimo fin de la guerra. Fu elsentimiento, absolutamente puro, de la Patria y de la justicia el que le llev a la Falange, y todo lolargo de la batalla se adivina esta imprecisa luz de idealismo que alumbr la belleza de tantas

    muertes y que explica la frecuencia con que se dan en el mbito universitario las figuras msacabadas de nuestra mstica revolucionaria.

    La estampa del estudiante guerrillero de julio y de agosto tiene ms marcada que ninguna estacalidad romntica-en el sentido falangista que cabe darle a la palabra, de idealismo, de accin y decombate-. Ella ayuda a explicar la locura heroica de tantos que anduvieron a tiros por las sierrassaltndose a la torera todas las reglas de la estrategia y todas las advertencias de la sensatez, comosi tuvieran prisa para morir, como si hubieran dejado, al partir, los libros de Historia abiertos por lamejor batalla espaola y quisieran resucitarla.

    Y al recordar la gloria d los primeros hroes educados en el ambiente pequeo de lascovachuelas universitarias, nidos de masonera y de mediocridad, se puede apreciar la tarea ingenteque llev a cabo la Falange en los espritus y la importancia que el noviciado de combate vivido en

    sus escuadras tuvo en el levantamiento y en la victoria.Pero la violencia ms perfecta es la violencia ms organizada. La guerra tiene sus leyes, tiene

    su propia ciencia; para saber morir no hace falta sino valenta, pero el principal objetivo de la guerrano es saber morir, sino saber matar. Para poder destruir definitivamente, eficazmente, al enemigo dela Patria, incluso el precursor, el guerrero instintivo de la Vieja Guardia, avezado a la lucha individualy experto en la escaramuza de las calles, necesita aprender, porque ahora se acta con masas deHombres y con armas diferentes. Atropelladamente, el estudiante se hace oficial, y con la prodigiosacapacidad de improvisacin de la raza, en esta ocasin hace el hbito al monje.

    No ser necesario insistir sobre la influencia decisiva que ejerci en la victoria de nuestrasarmas la oficialidad provisional ni hacer una apologa de sus glorias. En todos los frentes hay yatrincheras y en todas las trincheras se va imponiendo la mejor jefatura, que es la de los jefes

    naturales, la de los mejores en inteligencia, en preparacin, en moral y en arrojo. Y en las jornadasardientes de Asturias, del Jarama y Andaluca caen a la intemperie miles de estudiantes camisasazules, de uniforme, con estrellas bordadas en la guerrera.

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    La generacin de estudiantes que hizo la guerra se doctor en el sacrificio y lav toda unahistoria turbia de muchos aos de inconsciencia, de traicin y de pseudointelectualismo. Pero toda lasangre vertida no lo % solamente por el capricho de escribir una epopeya. No puede ser ahora,despus del retorno, un motivo para entristecer el nimo de los que volvimos con el recuerdo, paraque adoptemos una boquiabierta actitud contemplativa ante la evocacin de la hazaa. Ellos fueronlos primeros en aprender el lenguaje lacnico de la orden y la teora de la eficacia y de la accin. Sumuerte es escuetamente para nosotros una consigna: la de no hacer intil su servicio, la de sercontinuadores de la empresa en que sucumbieron.

    Hubo un tiempo en que era disculpable el desinters por el trabajo en el aula, en que eraexplicable el desprecio por la labor de unos centros de cultura sometidos a instituciones y sectasantinacionales; das en que hubiera sido traicin no arrojar los libros para hacerse dueos de lascalles, en los que era un deber silenciar a tiros la propaganda antiespaola de las ctedras. Hoy noexiste disculpa para la inactividad escolar. El lema de los ex combatientes dice: "Tu sangre, en laguerra; tu trabajo, en la paz." El mejor estudiante es el mejor hombre para la Falange y para laPatria. Todos los que no volvieron nos estn mirando, camaradas estudiantes de hoy, en guardiacelosa desde sus bancos vacos. Por ellos, que cumplieron como buenos, haced del estudio vuestroprimer servicio. Por ellos, que supieron cerrar sobre el arma el temblor de los brazos extendidos y delas manos abiertas, sed centinelas permanentes para que nadie tuerza los caminos ni envenene lasinteligencias. Por ellos, que fueron los ms bravos cuando la Patria necesit su sangre, hoy, que la

    Patria os exige vuestro trabajo, estudiad con rabia y con prisa, porque en esta etapa nos esnecesaria una vanguardia de estudiosos si no queremos hacer estril todo el dolor de laincertidumbre que espera en las cruces de sus tumbas de guerra.

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    ASPECTOS DE LA POLT ICA SOCIAL EN EL ESTADO NACIONAL-SINDICALISTA

    Publicado en la revista de Medicina `"Ser", de Madrid"en febrero de 1942.

    La urgencia y el apremio de aquellos problemas que nos agobian, y cuya resolucin constituye

    preocupacin primordial, dejan con frecuencia medio veladas en un segundo trmino actividades yactitudes del Estado Nacional-Sindicalista en otras esferas no menos trascendentales. Tal ocurre conla labor sanitaria. Prcticamente desconocida para el viejo rgimen liberal espaol anterior al 18 de julio, la decisiva atencin que hoy se le presta es una consecuencia de la manera falangista deentender la Patria y de concebir la morfologa del cuerpo social. Porque son siempre los Estadosindividualistas, preocupados aparentemente ms que ningunos en el logro terico de los bienestarespersonales, los que presentan una realidad ms atormentada por desamparos prcticos. As, ha sidopreciso el advenimiento del rgimen Nacionalsocialista alemn para que podamos hallar en losreglamentos mdicos una definicin, compartida, de la Medicina que rebase la limitada visin,egosta y pequea, caracterstica de los viejos estilos.

    La Medicina, dice el Cdigo de los mdicos del Reich, "es servicio que se presta a la salud de

    cada hombre en particular y a la de la totalidad del pueblo".Esta preocupacin permanente por el inters de las Patrias, entendidas como sumas

    homogneas de ciudadanos; este no perder nunca de vista en la consideracin de cada problemaconcreto del individuo su proyeccin en el conjunto social, es hoy un carcter diferencial comn a lospueblos decididos a cumplir inexorablemente su destino en el mundo.

    Y ya que hemos hablado de esta coincidencia, no queremos pasar por alto una apreciacinfrecuente, muchas veces hija de la malicia, por si acaso alguna vez fuese consecuencia dedescarriar da buena fe.

    Se habla mucho de copias de afuera; en concepciones polticas, en instituciones de tipobenfico-social, en determinadas orientaciones, concretamente en este problema de que nos

    ocupamos hoy.Somos enemigos de las imitaciones, aunque no fuese ms que por nuestra fantica conviccin

    de la superioridad espaola en lo espiritual.

    Estimamos, sin embargo, tan poco airoso como la imitacin ese prurito de originalidad queconsiste en rechazar sistemticamente para los problemas, soluciones acertadas solamente porqueya han sido llevadas a la prctica por los dems. Nace as una ridcula subordinacin o dependencianegativa, porque se piensa y se acta igualmente bajo la preocupacin de lo que hacen o dejan dehacer los de afuera. Existen en los pueblos situaciones anlogas a las que convienen anlogosremedios. Ni siquiera es denigrante mirar a los dems para aprovechar lo que de ellos puedaconstituir enseanza til, porque no dejara de ser pintoresca locura prescindir de una vacuna eficazslo porque no hubiramos tenido necesidad u ocasin de ser los primeros en aplicarla. La medicina

    social forma parte de las materias a que nos referimos, en las que habremos forzosamente decoincidir con otros Estados que antes que nosotros sintieron, honda, la necesidad de una renovacinde las injustas concepciones sociales de hace medio siglo, porque no es toda ella sino unaconsecuencia del fracaso del Estado liberal en la solucin de los problemas que en el ordeneconmico se plantean a las clases sociales ms dbiles.

    Es indudable que la calidad fsica influye decisivamente en la capacidad de empresa y en elpotencial de esfuerzo de los pueblos. No puede abandonarse tan importante elemento cuando sequiere preparar a la Patria para horas gloriosas en que es preciso afinar hasta el lmite lasposibilidades; cuando se profesa la moral falangista, de la que es dogma primordial la unidad de loshombres y de las clases, es deber hacerla posible con una proteccin estatal a las zonas dbiles queayude a igualar los desniveles naturales. Una razn de eficacia y un imperativo de justicia son, pues,

    el mvil de nuestra labor mdico-social. Por inters . del mayor rendimiento de cada hombre, que essuma de energas para la Patria, y antes que nada por mandato de una espiritualista concepcin dela vida y de la hermandad, preocupa a la Falange la solucin del gran problema. Una solucindefinitiva que lo aborde de frente, basada no en el eventual auxilio de las crisis, en proteccionesparciales, sino en la salvaguardia continua de la salud de cada hombre a lo largo de su ciclo de vida,

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    para lo que es necesaria una red de instituciones bien dotadas, capaces de llevar a caboampliamente la misin para qu se crean. Ellas han de ocuparse de hacer cumplir las prescripcionesde la higiene prenatal, de recoger a la madre en sus secciones de maternologa para lograr el partoen las ms favorables condiciones. Misin suya es acoger al nio en establecimientos depuericultura que le procuren una infancia llena de salud y de fuerza. Ms tarde, los Institutos deOrientacin Profesional le dirigirn sobre la carrera u oficio para el que posee ms condicionesinnatas.

    Secciones de higiene del trabajo garantizarn la inmunidad del productor a travs de lasdifciles circunstancias en que, por imposicin de la tcnica, se desarrolla a veces el trabajo. En fin,cuando llega la enfermedad, el Estado vela porque no mengen sus ingresos durante la necesariainactividad, y lo recoge en dispensarios y en hospitales, sin olvidar la amplia proteccin que merecenel accidente y la vejez.

    Toda esta magnfica obra precisa, esencialmente, perfecta organizacin, a la que debemosrendir un culto ferviente, porque en ella est el secreto de todos los xitos. Solamente a base deorganizacin, de sistematizacin cuidadosa de las cuestiones, se pueden lograr realidades en unahora del mundo en que, acaso desgraciadamente para la idiosincrasia espaola, no se ganan lasbatallas ni la paz con bizarras ni con improvisaciones.

    En el Seguro encontramos un magnfico auxiliar del Estado para llevar a cabo la labor que

    hemos expuesto, aunque no nos sea preciso buscar en el derecho que el pago de sus cuotas leconfiere una explicacin que salve la dignidad del protegido. Es en su condicin de escuadrista devanguardia dentro de la gran Patria espaola de donde arrancan el deber y el derecho de un Estadocomo el Nacional-Sindicalista para subvenir a sus necesidades ms urgentes. Porque en la paz, quees al fin brega para conseguir el objetivo a que nos acerc la guerra, es justo que se garantice altrabajador la misma proteccin y los mismos cuidados que encontr el soldado en los hospitales desangre.

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    REALIDADES NACIONAL-SINDICALISTAS

    Publicado en el diario ""Informaciones", de Madrid, el17 de julio de 1942.

    Aunque las realidades hablan por s mismas, no deja de ser conveniente de cuando en cuando

    subrayar su presencia.Aquellos a quienes favorece una obra aprenden as a estimarla en toda su importancia, porque

    hasta las ms grandes obras es muy humano que nos parezcan pequeas examinadas solamenteen la parte que nos ataen.

    Los no protegidos directamente tienen as un argumento ms para defender un estado decosas o una razn menos para combatirlo, y a tantos interesados en desprestigiar o desconocer lasrealidades de la Falange no les viene del todo mal, peridicamente, una mordaza de cifras.

    Hay en Espaa quien se pasa la vida buscando la forma ms complicada de sacar las cosasde quicio.

    As, para atacarnos no se fijan en nuestros defectos reales, sino que un buen da se lanza laespecie del paganismo de la Falange, de su pantesmo de Estado o de su tendencia aldisgregacionismo familiar. Y por aquello de "calumnia, que algo queda", ya tenis de la nadaformado un frente que todos los enemigos se apresuran a engrosar.

    Precisamente de ese gran problema de la familia queremos hablar hoy.

    No vamos a limitarnos a hacer declaraciones altisonantes sobre la importancia que laproteccin de la familia tiene en el engrandecimiento de la Patria.

    Como conquista social y como imperativo espiritualista, la defensa del hogar espaol,ordenada en el Fuero del Trabajo, es ya una realidad alentadora. La nueva ley de 18 de junio viene acompletar la proteccin de todo el ciclo de la vida familiar, porque el Estado Nacional-Sindicalista nose ha limitado a establecer un solo tipo de ayuda y en un solo momento, sino que desde antes de la

    formacin de una familia hasta su extincin o disgregacin en otras nuevas la mano de una ley justaest siempre tendida al protegido en sus crisis posibles o en sus dificultades naturales.

    As, antes de constituirse la familia ya estn facilitndola el camino los prstamos denupcialidad. Una vez constituida, la etapa de su pleno desarrollo es protegida por el SubsidioFamiliar.

    En el nacimiento de los hijos, el Seguro de Maternidad soluciona las dificultades del parto. Lascrisis econmicas subsiguientes a la muerte de los padres estn previstas en el Subsidio deViudedad y Orfandad.

    Para atender a la formacin profesional de los hijos ha sido creado el Subsidio de Escolaridad.Y, por ltimo, como un estmulo y un honor, para las familias numerosas existe un rgimen de

    premios a la natalidad.La proteccin que a lo largo de toda la vida de un hogar implica esta red de instituciones hacen

    del Rgimen Nacional de Subsidio Familiar Espaol -y Nacional-Sindicalista-, con mucha ventaja, elprimero, el ms eficaz y el ms completo del mundo.

    Actualmente, en pleno funcionamiento, la Caja Nacional de Subsidio Familiar paga diariamentems de 900.000 pesetas de subsidios.

    Cada beneficiario, cada nio protegido por ella, de los 1.400.000 subsidiados, cobramensualmente 15 pesetas, cifra que, si no es la meta a que se aspira, representa, en medio de lasdificultades de hoy, un avance apreciable.

    Ochocientos noventa y un mil era el nmero de las familias protegidas por el Rgimen; con la

    nueva ley aumenta a 1.300.000.Operando con esta cifra, y aplicando en ella el tanto por ciento de la poblacin general casada,

    se obtendr la cantidad de 217.832 nacimientos anuales. Por lo tanto, la poblacin actualmente

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    asegurada se incrementar de un promedio de 401.185 a 1.620.379, y los partos atendidos por elSeguro sern 242.439, en vez de 24.607.

    La importancia que estos avances tienen para la poltica demogrfica, salta a la vista. Eldescenso de la natalidad es progresivo en Espaa desde 1933. En la mortalidad de nios menoresde un ao, causa comprobada de este descenso, arrojan las estadsticas un 16 por 100 del totalglobal de defunciones.

    Al ampliar el Seguro de Maternidad con la nueva ley y facilitar a las esposas de los aseguradosy a las mujeres aseguradas por s mismas medios adecuados para que sus partos no carezcan deasistencia facultativa y sus hijos sean atendidos convenientemente en los primeros meses de suvida, los ndices demogrficos han de experimentar una modificacin favorable.

    La extensin de los beneficios del Seguro de Maternidad tiene todava otras repercusionesmeros aparentes, pero no menos importantes. La madre no tiene que desplazarse al taller o a lafbrica y puede atender a la formacin espiritual y moral del nio. La vida de hogar, que debe ser lasuya, con su continua presencia fortalece los vnculos de afecto y de compenetracin.

    En otro orden, el retorno de las mujeres casadas a la vida familiar disminuye el paro, porquequedan libres sus puestos de trabajo.

    Al examinar todos estos resultados no debemos dejar de resaltar que nuestro Rgimen de

    Subsidios Familiares fu creado en plena guerra, contra todas las dificultades, cuando otros pases,entonces tranquilos y prsperos, ni siquiera se atrevieron a intentarlo.

    De entonces a ac, su ritmo de perfeccionamiento es constante, como podemos ver en unresumen esquemtico de su historia. Creado el Rgimen de Subsidios Familiares, se establecedentro del mismo una modalidad especial para los funcionarios y trabajadores al servicio del Estadoy de las Corporaciones. Se establecen pensiones de viudedad y orfandad. Se aumentan losbeneficios para las viudas de trabajadores y hurfanos. Se establece el Subsidio de Escolaridad. Seextienden los beneficios de estas prestaciones a las viudas y hurfanos de funcionarios pblicos. Semejora el Rgimen elevando al duplo la escala del Subsidio. Se concede a todos los trabajadoressubsidiados, de una sola vez y a ttulo de mejora retroactiva, el 50 por 100 del importe total de lossubsidios percibidos. Se establecen los Prstamos a la Nupcialidad y se conceden para su obtencin

    preferencias a los ex combatientes. Se crean recompensas a las familias numerosas y, por ltimo, seamplan los beneficios del Seguro de Maternidad a todas las esposas de los trabajadores queperciban o no subsidio y a las trabajadoras aseguradas por si mismas.

    Esta nueva ley crea, con cargo a los fondos de reserva de Subsidios Familiares, hospitales-cuna, clnicas y dispensarios de maternidad y puericultura, respondiendo de su construccin ydotacin.

    Actualmente se halla prxima a cristalir en ley la incorporacin al Rgimen de SubsidiosFamiliares de los trabajadores a domicilio.

    No han terminado con esto las posibilidades de perfeccionamiento; porque la justicia denuestra concepcin lo exige as, la malla protectora ha de ser an ms tupida y ms amplia, y paraello muchos hombres trabajan con fe.

    Esta es la ejecutoria de la preocupacin por el hogar del Estado Nacional-Sindicalista y de laFalange. Muy atrs quedan y muy en otro plano las inapreciables realidades marxistas.

    Cuantos todava sientan la nostalgia de aquella poca de mucha jerga obrerista y poca accin,que slo les di la satisfaccin de exteriorizar sus odios, piensen que la misma mano que les protegepuede estrangular su rebelda.

    Y cuantos pierden el tiempo y el alma en imputaciones calumniosas haran mejor en dedicarsus ratos libres a ayudarnos un poco en nuestra tarea, si no con unas iniciativas que acaso les falten,con un dinero que acaso les sobre.

    Ni unos ni otros van a poder detenernos en nuestro camino necesario.

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    MEDICINA SOCIAL

    Publicado en la revista de Medicina "Ser", de Madrid,el 18 de julio de 1942.

    Desde cuatro puntos de vista podemos considerar el sujeto pasivo de la Medicina del Trabajo.

    Como hombre, como trabajador, como jefe de una clula social y como soldado de la RevolucinNacional-Sindicalista.

    Como hombre nos importa su espritu; como trabajador, su rendimiento; como jefe de familia,su defensa, y como soldado de la Revolucin, su fe. Ninguna de estas facetas del protegido escapa,para nosotros, a la esfera de accin de una medicina social que quiere ser de veras nacional-sindicalista. En unas actuar a travs de lo profesional; en otras, apoyndose en lo profesional.

    La primera cuestin es la del hombre, la del individuo portador de valores eternos, prjimonuestro e hijo de Dios. Nuestro anhelo de hacerle vivir nuestra justicia no tiene otra justificacin msalta.

    Pero si todas nuestras actividades sociales arrancan de esta concepcin, no queremos decir

    con esto que en el mbito de la Medicina Social juegue esta cualidad de hombre del aseguradosolamente como un principio esttico y terico que origina nuestra accin. Por el contrario, estaaccin debe proyectarse sobr el espritu de cada hombre en una misionera labor deperfeccionamiento. No queremos entender esa manera estrecha de mirar las cosas que encasilla alhombre en lo profesional, que materializa las misiones, circunscribindolas a lo que solamente setoca con las manos o se ve con los ojos. Ms all de su estricta labor sanitaria, la Medicina Social, elmdico-acostumbrmonos a razonar sobre lo concreto-, debe ejercer, para nosotros, sobre losespritus, un apostolado persistente. Porque no se puede desaprovechar la magnfica avanzada delque cura los cuerpos para levantar el nivel espiritual espaol, cuando la empresa ms gloriosa de laPatria es ser-en el materialismo de esta hora-adalid y vanguardia del gran viraje que necesita elmundo.

    Desde el segundo punto de vista, considerado el protegido como trabajador, en el sentidoestricto de la palabra, nos interesa esencialmente su rendimiento. El aumento o disminucin de eserendimiento en cada hombre se refleja exactamente en el volumen total de energa y de prosperidadde los pueblos. En el rendimiento de un trabajador, a igualdad de tcnica, hay que estudiar dosdeterminantes: la constancia y la intensidad en el trabajo. En el segundo de ellos juega un importanteimponderable psquico: la voluntad, en la que a su vez influyen causas fsicas y morales. De todosestos elementos que perfilan el concepto de rendimiento, solamente el ltimo escapa al control de laMedicina Social, y aun no del todo para los que propugnamos su actividad en lo espiritual. Laenfermedad ataca a la constancia y a la intensidad, puesto que sta no puede ser normal en losmomentos inmediatamente anteriores al abandono del trabajo ni en los primeros de lareincorporacin, que tienen algo de una segunda convalecencia. Es decisiva la eficacia de la laborsanitaria social en la profilaxis de las crisis que obligan a suspender el trabajo y a disminuirlo, y en su

    rpida desaparicin. La obtencin, por el perfeccionamiento de las condiciones de trabajo y de lahigiene, de un ndice superior de capacidad fsica en los trabajadores es otra de sus posibilidades.En los seguros sociales de enfermedad encuentra un auxiliar magnfico de su labor, y lapreocupacin y el incremento que a esta clase de instituciones presta el Estado Nacional-Sindicalistaest a la vista en las nuevas leyes.

    El tercer punto que queremos tratar es la consideracin del trabajador como jefe de una clulasocial, y es la defensa de esa clula, de esa familia, lo que nos importa. Y as como en la proteccinsocial, en sentido amplio, de la familia, propugnamos un sistema ordenado y completo, apto paraatender todas las posibles dificultades durante las etapas de la vida familiar, que ya es realidad en laPatria mediante el Rgimen Nacional de Subsidios Familiares, aspiramos a idntica meta en laproteccin sanitaria.

    Cada individuo de una familia, desde antes de su nacimiento (higiene prenatal) hasta sumuerte, debe contar con un ciclo de instituciones armnico y eficaz para hacer frente a todas lasvicisitudes adversas de la salud.

    En otro nmero de esta revista hemos detallado con ms exactitud nuestra concepcin.

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    La ley de 18 de junio aporta en este sentido un avance importante ampliando la rbita delSeguro de Maternidad y estableciendo la creacin de Clnicas de Maternidad y Puericultura. An nosqueda mucho por hacer, pero tenemos la esperanza de ver pronto convertido en realidad nuestropensamiento.

    Y vamos ya con el ltimo punto de vista desde el que la Medicina Social puede considerar altrabajador como soldado de la Revolucin.

    Sencillamente queremos decir con esto que para nosotros otra de sus misiones es elproselitismo, para ganar a la Patria y a la Revolucin nuevos adeptos. Acaso parezca atrevida estaconcepcin, porque todava hay en Espaa muchos hombres embobados con la vieja cantinelaliberal: "Soy un enamorado de mi profesin; cumplo mis deberes profesionales, y no me meto enpoltica." Y en una etapa en que las discrepancias polticas slo versaban sobre lo accidental, acasotuvieran razn. "Pero cuando-como deca Jos Antonio-es lo permanente de la Patria lo que sejuega, no hay ms remedio que deliberar y elegir." O a favor o en contra; nos ha tocado una pocaen que no caben los trminos medios. No creemos que dentro de la concepcin falangista quepancmodas inhibiciones, hbiles distingos para ahorrarse combates. Una manera de ser no es unacasaca que se puede dejar tranquilamente en los umbrales de cada hogar que se visita. Cuando laPatria se encuentra de cara con su gran misin, es deber de todo espaol ayudar en todos losfrentes por todos los medios y con todas las armas de que se dispone.

    Vivimos horas decisivas en que se es enemigo de la Falange o se es falangista con todas susconsecuencias. Y ser falangista quiere decir que en ningn momento podemos olvidarlo. Que hemosconsagrado nuestras vidas al triunfo de una idea, clave de la grandeza de una Patria, y que cualquierocasin que podamos aprovechar para serle tiles dentro o fuera de lo profesional, no podemosperderla. No se trata de hacer poltica, sino de hacer Patria.

    El amplio campo de proselitismo que al mdico de la Sanidad Social se le ofrece sera una delas grandes torpezas o traiciones abandonarlo por unos remilgos trasnochados, hijos de lacomodidad en unos y de la disconformidad de pensamiento en otros. As, en toda esta amplitud,entendemos nosotros, nacional-sindicalistas espaoles, la misin de la Medicina del Trabajo.

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    CATALUA Y LA REVOLUCION NACIONAL-SINDICALISTA

    Artculo publicado en '"La Vanguardia", de Barcelona,el 18 de julio de 1942.

    Acaso una de las mayores esperanzas para los que tenemos fe en el advenimiento de esa

    transformacin espiritual-social-y econmica, que es condicin indispensable a nuestro entenderpara que la Patria pueda enfrentarse definitivamente con su gran misin, est puesta en regionesque, como Catalua y Vizcaya, aparentemente estaban ms lejos de nosotros.

    A todo lo largo de los ltimos lustros enemigos una poltica que, al fin y al cabo, era ficcin yartificio, haba hecho creer, a los demasiado pagados de lo superficial, que toda aquella caterva deaventureros del separatismo interpretaba realmente un estado del alma catalana.

    Pero, a pesar de todas las propagandas y de todas las presiones, una apariencia lograda por elsistema de que son ms los qu ms gritan, no lleg a responder en ningn momento al verdaderosentir del hombre cataln laborioso y honrado, que tena poco tiempo y demasiada perspicacia paraseguir a los profesionales de la agitacin en las algareras manifestaciones de las Ramblas.

    El 18 de julio derrib de un golpe todo aquel tinglado, y tras la dictadura roja, el avance de losejrcitos de Franco no fue para Catalua una conquista, sino una liberacin.

    Pero no es en este retorno a lo nacional, que al fin y al cabo significa solamente la desaparicinde los espejismos que desfiguraban una realidad y que por otra parte es circunstancia comn amuchas regiones espaolas, donde est el porqu de nuestra emocionada ilusin Nacional~Sindicalista en Catalua.

    En Catalua la preocupacin por lo social no es un diletantismo de desocupados, sino unanecesidad vivida cada da y presente en cada problema. Su continuo contacto crea as un ambientede inters y de comprensin para cuanto signifique orientaciones nuevas susceptibles de mejoraruna realidad que se sabe imperfecta.

    Hombres educados en una tradicin de trabajo y de organizacin poseen un fino instinto de loprctico que les permite separar en la consideracin de los problemas sociales y econmicosapasionamientos de otro orden que tantas veces estorban la penetracin de un razonamientoaceptado de no tropezar con una barrera de prejuicios.

    Cuando se lucha por una concepcin revolucionaria que se sabe justa, nada vale tanto como lagaranta de una efectiva serenidad 'de criterio de aquellos en quienes ha de hacerse vida la consignaterica.

    El trabajador-empresario y el trabajador-obrero catalanes, curtidos en las luchas sociales,estn por eso mismo ms en esta hora del mundo para entender la necesidad de ciertastransformaciones; y su alto sentido prctico acaso choque menos que con ninguna con la quenosotros propugnamos.

    Porque hay muchas clases de revoluciones. En primer lugar, la revolucin que destruye pordestruir; es el puro vandalismo, hijo de la desesperacin, nutrido de venganza que no tiene otraexplicacin que la del suicidio.

    Revolucin que se desentiende del maana para no pensar ms que en un ayer del que hacefalta ahogar el recuerdo en la represalia del presente; es la revolucin negativa, que no deja huella,si no es en las ruinas y en el luto; que est condenada a ser vctima de s misma, porque los pueblosno pueden vivir mucho tiempo en el caos de la pasin desenfrenada.

    Hay la revolucin que quiere imponer una idea determinada, reduciendo previamente a cenizastodo el orden de cosas anterior; por un contrasentido, este tipo de revoluciones aparentementeexpeditivas, tardan mucho en alcanzar sus metas, porque todo el tiempo que ganan en la rapidez desus derribos lo pierden con creces en la necesaria lentitud con que han de edificar sobre lainseguridad de los materiales calcinados...

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    Ninguna de estas revoluciones puede ser una Revolucin Nacional, porque cuando es la ideade la propia Patria el mvil de la accin, no hay nadie tan insensato que arrase y hiera ms all de lonecesario.

    Por eso es la nuestra una revolucin diferente, completa y segura.

    Por eso, contra la imputacin calumniosa de nuestros detractores, nosotros no queremosreeducar a las masas obreras en la destruccin y en el odio para que nos ayuden a barrer laorganizacin actual del Estado, entre otras razones porque no nos es necesario.

    Es la nuestra una revolucin que construye lo nuevo antes de destruir lo- antiguo, que antes dequemar la madera podrida tiene preparado el hierro que ha de sustituirla, que aspira a cambiarinstituciones, organismos, estilos y formas por el sistema ms rpido, que no siempre es el msdoloroso. Por eso para nosotros la violencia no es un mito sagrado, ni una norma esencial deactuacin, sino un medio de separar obstculos demasiado firmes o demasiado largos de rodear.Una revolucin as concebida no puede detenerse, sin embargo, a convencer con meticulososrazonamientos a quienes se encuentran, por cualquier causa, situados frente a ella. No puedeconvertirse en un intento de evolucin persuasiva ni en realizadora de una tctica paternal. No puedeaceptar que la rapidez de sus avances depende de su habilidad para convencer o de la transigenciade los afectados por ella para tolerarla. Pero es innegable que su colaboracin representa unelemento inestimable para la urgencia y la seguridad del triunfo. Es en Catalua, precisamente,

    donde ms fe tenemos en la existencia de este tipo de colaboracin, que justifica la creencia en suprspero futuro revolucionario.

    En el hombre de empresa puro, no juegan determinantes polticos, que son la mayor rmorapara la aceptacin de las reivindicaciones justas. Y quien ha consagrado una vida al trabajo est enmejores condiciones que nadie para entender una doctrina que asienta la valorizacin de loshombres en el trabajo de los brazos y de las inteligencias. La equivocada o mal intencionada teorade quienes se empean en ver en nosotros-para quien la unidad de las clases es la primera orden enlo social parcialidades injustas, parece que no es compartida en Catalua. Nuestra conviccin noest basada en hiptesis o en apreciaciones halagadoras, sino en impresiones propias recogidaspersonalmente. Y este inteligente frente que empieza a dibujarse, de todos los trabajadores contratodos los znganos, es la gran esperanza, de que hablbamos al principio, para la Revolucin

    Nacional-Sindicalista y para la Patria. ARRIBA ESPAA!

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    ONESIMO Y LA INTRANSIGENCIA

    Artculo publicado en el diario Libertad", de Valladolid,el 24 de julio de 1942.

    La Falange y las J. O. N. S. no formaron al fundirse el da 29 de octubre de 1933 una

    Organizacin de hombres en los que persistieran los matices de su anterior encuadramiento.Falange Espaola de las J. O. N. S. fu un cuerpo armnico que haba vivido la anormalidad desentir sus miembros separados. Era entonces la unidad perfecta. Confluencia natural de un mismoro que una topografa caprichosa haba hecho correr por distintos cauces.

    Por eso el escuadrista de Falange Espaola de las J. O. N. S. encontr en aquella fusin laholgura espiritual de un uniforme a la medida exacta de su conviccin ntima.

    Pero es indudable que en esa suma de virtudes cada fraccin aport una cantidad al acervocomn, s: no en virtudes diferentes, en el orden de predileccin por ellas.

    Queremos hoy hacer resaltar en la silueta espiritual de Onsimo el perfil acusadamente jonsista de su intransigencia, que es una de las concepciones esenciales de la Falange. El mejor

    homenaje que como soldados de su doctrina podemos rendir a nuestros Jefes ausentes, es cumplirlas rdenes que nos dan sus vidas y sus palabras.

    Hombre de llanura, Onsimo Redondo, entiende poco de encrucijadas y es el grandespreciativo de las tcticas indirectas que propugnan la necesidad de los caminos sinuosos.

    Volver la vista a la pureza primitiva de esta consigna es una medida necesaria. En nuestrasfilas no puede haber indecisiones, retiradas estratgicas, ni falsos objetivos, cuando las rdenestajantes de nuestros primeros Capitanes nos obligan a batirnos de frente.

    La leccin de intransigencia de Onsimo empieza en su vida. El ejemplo acompaa en l a lapalabra sin ausencias ni desfiguraciones, como la sombra al caminante bajo el sol abierto d lospramos. Todos esos distingos entre el jefe y el hombre no cupieron nunca en la rectitud de su

    pensamiento, y hacer la Revolucin en los hombres como primera condicin para lograr la revolucinen las cosas fue una de sus ms permanentes preocupaciones. La intransigencia hacia adentro, ladisciplina ntima de la propia conducta y de la propia vida, la revolucin en el propio espritu, en laque no hay disculpa para justificar la lentitud, ni obstculo que no pueda separar la decisin de cadavoluntad.

    El misticismo jonsista de su vida es como una espada que nos marca una senda.

    Ya podemos amontonar soluciones concretas, ya podemos perfilar el Estado conforme a lasms puras directrices de la doctrina; el hombre es el sistema, y si su pura calidad revolucionaria nosfalla, tendremos una magnfica mquina inservible porque nadie ser capaz de hacerla funcionar.

    La tnica de las revoluciones la dan los hombres que las conducen y las siguen. Sin lacontinuidad de esta fuerza motriz de los espritus el impulso inicial no es bastante para evitar el

    descenso al punto de partida, porque toda revolucin es una cuesta arriba contra el presente.De esta intransigencia hacia adentro nace en Onsimo Redondo- proyeccin de una postura

    interior en el campo externo de la lucha real-su recia intransigencia hacia afuera.

    Y es sta tambin una leccin que ahora ms que nunca debemos tener presente. En mediode tantos coqueteos con el viejo enemigo liberal, maestro en el disfraz y en la infiltracin, buena faltanos hace recordar su irreductible postura frente a la mentira de las medias verdades, su culto alfanatismo y su guardia cerrada frente a los contrabandistas de las ideas.

    Porque estamos empezando otra vez con las originalidades al margen de la ortodoxia, con lospaseitos de los espritus amplios por la acera de enfrente y tienta a muchos esa postura comprensivapara generaciones y para hombres con los que no tenemos otra cosa comn que el antagonismo. Y

    hace falta que se repita con palabras de Onsimo que "es Menndez y Pelayo el padre delnacionalismo espaol revolucionario". con todo lo que eso significa.

    Andamos, para drnoslas de eruditos, buscando a la pura cepa cristiana y espaola de nuestradoctrina, filiaciones espreas. La doctrina y la palabra de Onsimo y de Jos Antonio estn todava

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    en muchos hombres demasiado presentes y demasiado claras para que la ininteligible complicacinde acertijo que quiere encubrir ciertas mercancas pueda servir esta vez de otra cosa que depasatiempo.

    Toda esa benevolencia untuosa para zonas intelectuales enemigas, ni es falangista ni esrevolucionaria. Nosotros no podemos conceder beligerancia al enemigo ni siquiera en su categoraintelectual mientras est frente a nosotros. Se le destruye o se le gana, pero nunca se le tolera. Si unhombre quiere venir a batirse lealmente a nuestro lado, legionarias son nuestras escuadras para no

    atormentarle con su pasado, pero en la intransigencia que aprendimos, la tolerancia de ideas sellama traicin a la unidad exclusiva de nuestra fe.

    El 24 de julio, el Jefe de la Falange de Castilla no dej solas a sus escuadras. Su voz demando vibra todava a lo largo de las filas azules y abre marcha, como siempre, al rojo y el negro desu bandern de guerra.

    Su brava intransigencia sigue siendo consigna y orden para nosotros. Intransigencia de la vida,intransigencia de la idea, intransigencia de la tctica.

    Aunque los hombrecitos frvolos se sonran de la sencillez de nuestras vidas. Aunque lostimoratos y los cobardes se asusten de la violencia de nuestras palabras.

    Aunque los enemigos encubiertos se escandalicen cuando gritemos entera nuestra verdad.

    ARRIBA ESPAA!

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    EN EL V ANIVERSARIO DE LA LIBERACIN DE ASTURIAS

    Prensa asturiana, 21 de octubre de 1942.

    El aniversario de la liberacin de Asturias nos sorprende entregados a otro tipo de liberacinms importante para nosotros que la conseguida con las armas y de la cual aqulla no fu sino una

    preparacin necesaria.La incorporacin de las masas trabajadoras al sentido del Movimiento Nacional-Sindicalista es

    un objetivo esencial de la Revolucin para todos los que no consideramos esta palabra como unbandern de propaganda sin sentido real, para los que no podemos conformarnos con unatransformacin superficial en las frmulas y en los estilos. Porque si no queremos hacer obrasmuertas, si queremos evitar el peligro de las palabras hinchadas y vacas y de las nuevas estructurasartificiales, qu encubran con formas nuevas las mismas viejas concepciones, nos hace falta crearun clima ardiente en las masas espaolas honradas, un ambiente de fe nacional-sindicalista querespalde la accin concreta de la minora que ha de conducirlas.

    Las revoluciones no pueden hacerlas las masas que las necesitan. Pero esto no quiere decirque en una situacin desesperanzada y ablica de la mayora de un pueblo, una minora pueda sercapaz de otra cosa que de lentas ofensivas vacilantes. Al menos para cubrir con la urgencianecesaria los objetivos es necesaria una tensin apasionada, cuya ausencia es fatal para lastransformaciones verdaderas que se quieren llevar a cabo desde arriba con la fra impasibilidad delos tcnicos.

    Actuamos con valores humanos en los que la imperfeccin natural juega un papel importante,que sera peligroso no valorar con exactitud.

    Prescindiendo de teoras alambicadas, que por querer explicar demasiado no explican nada,debemos vivir un poco ms en la realidad y acostumbrarnos a calibrar con exactitud los verdaderosavances. Este encumbramiento de espritu en nuestra fe "que una minora encuadre a las masaspopulares", es ms eficaz para la Revolucin que muchos avances sociales e infinitamente ms que

    todas las conquistas en el terreno de lo simblico y de lo artificial.Entended todos bien que muchas ventajas conseguidas actualmente en el orden prctico de la

    proteccin de los trabajadores, no son consideradas por nosotros como objetivos de la revolucin,sino como paliativos de un estado de cosas injusto, necesarios mientras la revolucin no se lleve acabo. En ltimo extremo, nos acercan a ella porque nos acercan a la justicia, pero nada ms. Si lasadversas circunstancias actuales hubiesen sido favorables, si la prosperidad de las industriashubiese permitido elevar los salarios e incrementar hasta la perfeccin las medidas de proteccinsocial hasta el punto que en los hogares trabajadores el nivel de vida se hubiera elevado en un cienpor ciento sobr el del ao 1936, todava no habramos dado ningn paso definitivo en el camino dela Revolucin Nacional-Sindicalista.

    No queremos prometer con esto un paraso. Posiblemente la vida material del trabajador no

    alcanzar esta lnea de prosperidad en las primeras etapas de la transformacin; nos interesasolamente advertir que la revolucin en el fondo no persigue un mejoramiento exclusivamentematerial, sino la entronizacin de un nuevo sentido de la vida y de un nuevo criterio en la estimacinde las categoras sociales.

    Estamos viviendo todava el prlogo de la Revolucin y nos interesa llevar al conocimiento detodos con franqueza nuestro pensamiento. Si toda revolucin rompe al paso muchas unidadesarmnicas, ha de lesionar en sus comienzos una serie de intereses, relaciones y estructuras arcaicasen disconformidad con su sentido. Este es el momento crtico que ha de decidir su victoria o sudesplazamiento. La poca ms peligrosa de transicin, con su natural provisionalismo, sus erroresparciales, sus correcciones y sus apariencias de fracaso. Como el guerrero que cambia su viejaarmadura inservible, antes de vestir la nueva atraviesa su instante ms vulnerable. Para este

    momento que nuestra ilusionada fe nos presenta cercano, es necesario una reserva de moral, de fey de decisin, en cuyo volumen est la clave del xito. Los viejos regmenes tienen siempre en susagonas una fuerza de desesperacin que puede alargar su vida demasiado tiempo. La incomodidadque la postura provisional prerrevolucionaria ocasiona al cuerpo social, tiene que ser compensadacon una fe absoluta y un ambiente apasionado de slidas formaciones nuevas que ahoguen las

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    contraofensivas enemigas y evite el descrdito y la desmoralizacin a que pueden conducir.Decamos ms arriba que jugamos con valores humanos, y el olvido de esta realidad es el gran errorque decide infaliblemente el fracaso de los movimientos sociales.

    Es ms fcil que estn con nosotros aquellos cuyo inters inmediato va a servir la consigna.Por esta razn, demasiado humana si se quiere, las masas trabajadoras tienen para nosotros lagaranta de que llegarn al final con nosotros sin tentaciones de retroceder, con nuestra mismaimpaciencia por alcanzar los verdaderos objetivos.

    La primera forma de defensa intuitiva de los regmenes liberales y de las organizacionessociales retrasadas es el intento de falsificacin de las revoluciones por una serie de concesiones enlo accidental. Es encubrir con caparazones nuevos la vieja culpa. Este es el gran peligro contra elque todos debemos estar alerta. Hay que separar un poco la mirada de lo circunstancial para noperder un movimiento en lo esencial y en lo definitivo. Embobados en el estril examen de lo quecada uno fu o dej de ser, de lo que cada uno hubiera querido, andamos un poco de espaldas a larealidad apremiante de una hora que se nos viene encima. Aqu, en Asturias, hay una tradicin, unaeducacin de disciplina social intensa, y sus hombres vern claro en su deber en cuanto quieranmeditar.

    Es este el frente de la idea, es esta la liberacin de los espritus la que ahora nos surge, porquefue el convencer ms que el vencer lo que nos interes siempre.

    Que todos piensen, que sin una unidad ardiente de fe y de moral no se hacen las revoluciones.Que nadie dude de la efectividad de las ofensivas que habremos de sufrir, porque cuanto msclaramente se vayan dibujando en nuestra trayectoria victoriosa, ms impetuosas sern lasreacciones, ms duros los ataques y ms batidos estarn nuestros caminos. Todos a quienesinterese por ideal o siquiera por egosmo una transformacin verdadera en la organizacin social yeconmica de la Patria, estn advertidos a tiempo para que ellos solos carguen con laresponsabilidad de sus arrepentimientos tardos. La postura ms inteligente no es necesariamente lams sinuosa, porque ya nos dijo Jos Antonio, que "los escpticos y los cautos suelen equivocarsesiempre". ARRIBA ESPAA!

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    CONSIGNAS

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    QUIENES SOMOS NOSOTROS Y QUE QUEREMOS

    A la primera promocin de alumnos de la EscuelaNacional-Sindicalista de Capacitacin Social deTrabajadores, de Madrid, el 15 de marzo de 1942.

    Nos encontramos la primera vez en las calles, a tiros por las esquinas y al margen de todas laspolticas de palabrera.

    Estamos arriba-no necesitamos nada de vosotros para mantener ste estado de cosas-, pero sipara convertirlo con mayor celeridad en aquel que propugnamos-justo y duro-del cual estamos, comopodis apreciar, tan lejos.

    La guerra no fue para nosotros un medio de defensa contra el enemigo social.

    Nuestro odio y nuestro encono contra el marxismo arranca principalmente de su matizantinacional.

    Como espaoles odiamos la dependencia de poderes extraos, a hombres o naciones de fuerade la Patria, y esta consigna es hoy tambin buena para nosotros.

    Practicamos la violencia como sistema necesario. Creemos poco en las palabras.

    Los hombres de accin son siempre bien acogidos en nuestros cuadros.

    Porque "un pueblo es un gran barco donde todos se salvan o todos perecen".

    Como forma econmica de la Patria, el sindicalismo por ramas de la produccin.

    Forma de que el Estado controle empresarios y obreros e imponga a rajatabla la justicia.

    Estamos luchando para conseguir esto contra muchos enemigos, tantos de los cualesestuvieron a nuestro lado en la guerra y la hicieron por motivos diferentes al nuestro (conservarprivilegios).

    En el panorama poltico espaol, no hay ms que dos frentes: el nuestro y el de los quequieren volver al viejo rgimen derribado el 14 de abril. Tienen mucha fuerza.

    Vosotros debis pensar, como trabajadores espaoles, si tienen derecho a permanecerausentes de la lucha.

    Con nosotros est toda la gente aguerrida y noble de la guerra, que no les guarda rencorporque no pele contra unos hombres, sino por una idea.

    Hombres que llevan heridas en la carne y que se jugaron la vida muchas veces.

    Del otro lado est el dinero.

    Vens aqu para qu nos conozcis y para que nos ayudis; para que cuando volvis a la mina

    o al mar, hagis ver claro a vuestros compaeros lo que pasa en Espaa.El que tenga dudas o vea dificultades, que pregunte sin miedo.

    El que no est dispuesto a ser un agitador nuestro, que lo diga noblemente.

    Se le agradecer y se le dejar en libertad.

    En lo poltico la Falange es lo que la Legin en el Ejrcito. Vanguardia y comprensin.

    Aqu nadie pregunta lo que ha sido en su vida anterior al camarada qu hoy est sinceramenteluchando con nosotros.

    Toda la rebelda, toda la amargura que sintis es vuestro primer deber manifestarla.

    Debis exponer sin recelo lo que pensis en cada cuestin, nica manera de entendernos.

    Muchas veces bajo un caparazn de tipo marxista se encuentra una justa intolerancia que tienecabida perfectamente en nuestro pensamiento.

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    LA REVOLUCIN

    ECONMICA

    Para nosotros no es destruir, sino hacer. Estamos disconformes con la actual organizacinsocial y econmica.

    Propugnamos otra ms justa y ms disciplinada. Esta de hoy es, con ligeras ventajas obtenidas

    a costa de larga lucha, la misma organizacin capitalista de antes de la Dictadura, de ella, de antesde la Repblica y de la Repblica misma.

    Queremos una disciplina econmica impuesta a todos a la fuerza por el Estado.

    A nacionalizar ese gran poder de la Banca, hoy en manos del capital privado que no tienePatria. El Estado ha de controlar, mediante el crdito, todas las grandes empresas que ejercen sudictadura en la economa; conseguido el control, ha de fomentar y proteger la iniciativa privada.

    La Revolucin, si es eficaz, no puede ser momentnea.

    No se hace en un da, sino en muchos das; pero todo lo que sea estar un instante sin avanzaren su camino, una vez comenzado, es retroceder.

    El Estado es el instrumento de la Revolucin.Una gran empresa tiene obreros, tcnicos y empresarios.

    La proporcin en que se han de repartir el be neficio hoy lo fija la empresa (capitalismo).

    Maana ha de fijarlos el Estado por medio de los Sindicatos, que encuadran a todos comoproductores (nacional-sindicalismo).

    SOCIAL

    Tampoco estamos acordes con el orden social actual.

    Para nosotros la Patria es un gran Ejrcito, donde cada uno tiene su puesto.

    El principal fin de la labor de todos es lograr la Espaa Una, Grande y Libre.

    Aceptamos e imponemos la jerarqua, pero no las caprichosas categoras sociales actuales.

    El obrero est a las rdenes del Ingeniero, que es su Jefe de trabajo; pero como el trabajo espara la Patria, ambos son soldados de la misma Unidad, hermanos y camaradas, con puestos yservicios diferentes.

    La categora social que no se basa en el trabajo y en la utilidad para la Patria, es injusta y hayque destruirla.

    No hay categoras fatales entre las almas.

    La inferioridad actual-de tipo social-del trabajador, y dentro de los trabajadores la del trabajadormanual, la desconsideracin despreciativa que lleva consigo hoy su condicin (esto es verdad y esintil negarlo), no queremos tolerarla.

    El trabajador es un soldado de la Patria con toda la disciplina implacable, pero con toda lagloria de serlo.

    En la futura organizacin revolucionaria (discurso de Jos Antonio en el Crculo Mercantil),encontraremos formas que desvirten ese perfil de venta de s mismo que hoy tiene la remuneracindel trabajador en Espaa.

    Este es nuestro pensamiento y por ste luchamos. Para llegar al fin habr que pasar portiempos duros.

    Entre nosotros no se forma para vivir cmodamente, sino para dedicar la vida al triunfo de laidea; si os parece bueno, seguidnos; pero nada nos alejara tanto de vosotros como que nosengaaseis.

    Si no estis convencidos, decidlo, porque no aguantamos a los que hieren por la espalda.

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    EJRCITO

    Madrid, marzo de 1942.

    El Ejrcito no puede adoptar una actitud pasiva y apartada en la poltica espaola de hoy; slopuede pensar as un adepto de las viejas concepciones liberales.

    Caba esta actitud en lo accidental, no cabe en lo permanente.

    Slo justifica la rebelin una idea constructiva: la Falange.

    Slo en ella y por ella todos los hombres que juntos nos batimos desde el 18 de julio tenemosel deber de continuar siendo elementos activos hasta el final y tendramos la responsabilidad enormeante la Patria, de dejar truncada por comodidad la victoria ms cara de su historia.

    El Ejrcito no puede retirarse ahora de la brecha, con la disculpa de que su servicio esexclusivamente el de las armas; en los momentos decisivos es cobarda someterse a esta maneraestrecha de mirar las cosas.

    Donde hay un espaol debe haber un hombre en pie dispuesto a luchar en primera lnea en

    todos los terrenos y contra todos los peligros de Espaa.No cabe regatear a la Patria ni un tomo de la posibilidad activa de cada uno.

    Cuando s juega lo permanente de la Patria, ni caben los distingos ni limita el servicio laprofesin.

    Como el hombre civil no puede encastillarse en la especialidad de su trabajo habitual para nobatirse en la guerra, el militar no puede acudir a su condicin de soldado para no batirse en la paz;no puede justificar su ausencia en el momento peligroso, no puede explicar un abandono que podrahacer estril el sacrificio suyo y de sus camaradas en la victoria inicial.

    El Ejrcito forma parte de la minora heroica de patriotas que se lanz a una gran empresa yque tiene la responsabilidad de llevarla a cabo.

    No existe disculpa.

    El desaliento y la pasividad son cobarda; el fracaso se llama traicin.

    Sirven para esta hora aquellas palabras de Jos Antonio: "Pudo y debi proclamarse laindiferencia de los militares por la poltica cuando sta se desarrollaba entre partidos. Pero hoy esten litigio la existencia misma de Espaa como entidad y como unidad. La extranjera del Movimientoque pone cerco a Espaa se denuncia por sus consignas, por sus propsitos y por su sentido."

    Estamos frente a lo excepcional.

    La gran misin a que la Patria est destinada la tenemos enfrente.

    No existen partidos.

    Estamos solos nosotros y el enemigo.

    No caben abstenciones en esta hora.

    La Patria pide toda su actividad a cada espaol, est donde est, para ganar la lucha de la paz.

    En el Ejrcito, nervio y estilo de nuestro frente, no puede pensarse en apartamientos ni endesnimo.

    Jos Antonio dijo: "La vena heroica y militar nos ha salvado y tiene que adquirir su condicinpreeminente."

    En la Falange todos los espaoles resueltos.

    En servicio militar o civil, trabajadores de la inteligencia o de los brazos, tcnicos o peones.Hablar de Ejrcito, Falange, patronos y obreros como grupos diferentes, es lenguaje enemigo.

    La Falange fue Ejrcito en la guerra y el Ejrcito debe ser Falange en la paz.

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    Ni en paz ni en guerra pueden seguir caminos diferentes, porque son la unidad homognea delMovimiento.

    La Falange no es un partido, sino un Movimiento dentro del cual el Ejrcito es estilo y fuerzaactuante.

    Propugnar demasiado la necesidad de la unin entre el Ejrcito y la Falange es afirmar undesacuerdo slo concebible entre los malos militares y los malos falangistas.

    Es una consigna para separar.

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    DISCURSOS

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    TRASLADO DE LOS RESTOS DE ONSINIO. -PALABRAS ANTE EL PANTEON

    Valladolid, junio de 1941.

    Camaradas:

    Firmes ante el Jefe de nuestras escuadras castellanas, queremos dar a entender que nohemos venido solamente a cumplir el deber de encomendar a Dios al amigo y al camarada, queprest su ltimo servicio en la primera encrucijada de la guerra.

    Hemos venido tambin a dar la novedad al Capitn, el parte militar de la situacin de sushuestes, la informacin de las incidencias del avance.

    Porque Onsimo no es para nosotros, jonsistas de Castilla, el conductor perdido que vive en elrecuerdo, el camarada presente en nuestro afn. Es ms. Es el jefe que comparte con nosotros lainquietud de cada hora, que nos anima y nos conforta en la lucha, el camarada a cuyas rdenestenemos el deber y el derecho de someternos.

    Siempre y en todas partes, pero especialmente hoy y aqu, sentimos su presencia viva yvigilante.

    Este recogido silencio est lleno de l y su espritu nos manda y nos conduce sin palabras.Ante esta Cruz y ante estas Banderas de Combate, smbolo el ms exacto de nuestra manera,mstica y heroica, de entender la vida, renovamos nuestra promesa de fidelidad a las consignas querecogimos de sus labios.

    Venimos tambin a buscar fortalezas para no desmayar en el camino y a caldearnos con elardiente contacto de su presencia para reemprenderlo con nuevos bros; a buscar en este ambientepuro y abierto, como su alma, la orientacin segura, certera y nacional-sindicalista. Venimos, ennuestra frrea disciplina falangista-que es, sin embargo, intima compenetracin de almas-, a pedirleal jefe, al camarada mejor, que interceda a Dios por los suyos. El fu quien nos dijo-y en l secumplen sus palabras: "Cunto significa, que quien ha sabido despertar una raza con la palabra, la

    organizacin y el combate llegue a la cumbre invocando a Dios."Venimos a pedirle que interceda a Dios por nosotros.

    Para que El ponga en nuestro corazn coraje y en nuestra inteligencia luz.

    Para que nos d la santa sencillez y la firmeza imbatible de los inasequibles al desaliento.

    Para que d a nuestra voluntad y a nuestras manos seguridad y justicia en el golpe y en elabrazo.

    Para que nos d la Unidad-tan amada de Onsimo y de Jos Antonio-de todas las clases deEspaa, de todos los hombres de Espaa, de todos los camaradas de Espaa.

    La Unidad de que nos habl una vez cuando dijo: "Debe quedar aqu flotando por encima de

    las gentes y de las cabezas esta palabra como resumen de nuestro ideal: Unidad, porque Castilla esla fuente de toda unidad."'

    En fin, para que Dios nos conceda la gracia de morir en el postrer acto de servicio, antes depermitir nuestra primera cobarda.