juan pablo ii santo

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  • Juan Pablo II Santo

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    Juan Pablo II Santo Memoria del Congreso organizado por

    el Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Familia

    Universidad Anhuac Mxico Norte

    Huixquilucan, 31 de marzo de 2014

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    Coordinadores de la edicin: Mtro. Miguel Santiago Flores Coln P. Gaspar Guevara L. C. Coleccin Memorias Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Familia No est permitida la reproduccin total o parcial de esta obra, ni su

    tratamiento informtico, ni la transmisin de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrnico, mecnico, por fotocopia, por registro u otros mtodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del Copyright.

    Derechos reservados: 2014, Instituto Cencalli S. C.

    Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Familia Av. Lomas Anhuac # 46 Col. Lomas Anhuac Huixquilucan, Estado de Mxico C. P. 52786 Telfono (55) 53 28 80 80 [email protected] www.familia.edu.mx

    Primera edicin Hecho en Mxico

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    ndice

    Dr scar Perdiz Figueroa

    El panorama amoroso en la actualidad:

    urgencia de repensar el amor ................................................. 11

    Dr. Daniel Alberto Medina Pech El amor humano en el corazn y en la mente

    de Juan Pablo II ........................................................................ 19

    Dns. Juan Jos Blzquez Ortega

    San Juan Pablo II: un hombre de Dios ................................... 23

    Mons. Christophe Pierre

    Homila de la Misa de Accin de Gracias

    por la Canonizacin de Juan Pablo II ..................................... 43

    Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Familia .................. 49

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    Intervenciones

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    El panorama amoroso en la actualidad: urgencia de repensar el amor

    Dr scar Perdiz Figueroa1

    Introduccin

    La mayora de las relaciones amorosas en la actualidad son desgraciadas, desastrosas o estn destinadas al fracaso; es decir, son infelices y condenadas a no durar.

    Qu manera tan positiva de comenzar la semana! a quin le sorprende esto? a quin le choca esta afirmacin?

    No estoy exagerando, basta verlas estadsticas, estn llenas de divorcios, existe un generalizado terror a casarse, muchos optan por la convivencia a prueba, hay una cantidad enorme de madres solteras, de hombres solos, se difunden los embarazos no deseados, matrimonios no queridos. A cualquier cosa se le llama matrimonio. cuntos matrimonios son el fruto de una autntica decisin! cuntas personas estn casadas solo porque as tocaba! Cunta gente se acerca al matrimonio sin saber lo que es, sin ni siquiera estar convencido de lo que hace o se casa con la persona equivocada! Cuantos se casan pero en el fondo de su corazn, siguen con el compaerito o la compaerita de la prepa!

    Todo esto es sorprendente. Sorprenderse es ya el inicio de una vida sabia: los animales no se sorprenden, se comienza a ser viejo cuando uno ya no se admira (aunque tenga 18 aos) y no es casualidad que el smbolo de la sabidura sea la lechuza, ese ave con los ojos siempre sorprendidos.

    1 Doctor en Teologa con especialidad en Familia por el Pontificio Istituto

    Giovanni Paolo II per Studi su Matrimonio e Famiglia de la Pontificia Universit Lateranse. Responsable Nacional de Formacin del Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Familia, Seccin Mexicana.

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    Por qu amamos como amamos De la admiracin surge la cuestin ms importante: por

    qu amamos como amamos? La respuesta es relativamente sencilla:

    1. Primero porque tenemos inconscientemente unos modelos de amor que se siguen sin cuestionarse.

    2. Segundo: Porque tenemos en general una concepcin del matrimonio partida y que nos han impuesto

    3. Tercero porque ni se piensa ni se cuestiona el amor: y esto es quiz ms sorprendente y grave:

    1. Los modelos de amor que hemos heredado

    Aqu se descubre otra pregunta: Quin nos ensea a amar o dnde aprendemos a amar? La respuesta es tambin sencilla: las historias de amor. y dnde ms va estar la educacin amorosa? En las canciones, en las pelis, en la literatura, en las poesas y en las telenovelas, en las revistas.

    Lo asombroso es que la infinita mayora de las historias tienen muy poco que ver con el matrimonio o conciben el amor como algo ajeno a l o proponen el matrimonio como la tumba del amor.

    Otra cosa sorprendente es que casi todas las historias en el fondo repiten, desde hace ocho siglos, la historia por excelencia de amor apasionante e imposible: Tristn e Isolda. En ese sentido no hay mucha originalidad.

    Entonces cules son los modelos de amor que la sociedad impone? Se pueden identificar claramente tres y han ido creciendo como una bola de nieve hasta llegar a nosotros.

    El primero y ms lejano es el amor corts, este complicado modelo surge como una reaccin contra los matrimonios arreglados a mitad del Medievo. Me he visto obligada a casarme con Marcos pero el amor de mi vida es Tristn: Amor s, matrimonio no o amor contra matrimonio: de hecho la historia de amor entre Tristn e Isolda es elementalmente la historia de un adulterio. Es la historia de

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    amor por excelencia, eternamente representada: es la historia emocionante y entretenida, el principal ingrediente de todas las historias de amor imposible que vendrn y harn gimotear de emocin a tantas generaciones, desde Romeo y Julieta hasta la ltima telenovela vulgar que estarn rodando en algn pueblo mgico. El amor corts est impregnado por una visin pesimista del cuerpo e implica una idealizacin de la mujer y del amor en general: est claramente impregnado por la hereja ctara pero en el fondo es un intento por rescatar lo genuino del amor.

    El segundo modelo de amor es el romntico, ya muy cercano a nosotros en el siglo XIX: para el romanticismo amor es sinnimo de enamoramiento, y el matrimonio no es otra cosa que la tumba del amor: enamoramiento s, amor no. Tratando de sintetizar al mximo, nuevamente se trata de una reaccin contra el matrimonio puritano y contra la familia tradicional y burguesa.

    El enamoramiento constituye una de las grandes contradicciones humanas, es el sentimiento ms paradjico, el ms ntimo y relacionado con lo eterno. Es una probada, una experiencia, apenas un roce de lo eterno, un anhelo convencido de eternidad: estar contigo para siempre sin que nadie nos separe! Eres el amor de mi vida! fundirnos para siempre en una historia que no acabe nunca!. Pero es un sentimiento y un sentimiento es por definicin lo que acaba. Por ello algunos sostienen que uno se enamora de veras, una sola vez en la vida: la primera.

    El romanticismo es la pretensin de vivir enamorado siempre; el resultado es la bsqueda obsesiva de nuevas experiencias amorosas y el cambio continuo de pareja: porque el amor acaba.

    No es de extraarse que las historias de amor que todos conocemos terminen con la muerte prematura de los personajes o terminen en el matrimonio, basta pensar en las telenovelas: y vivieron felices y comieron perdices justo cuando deba comenzar la historia.

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    Uno se pregunta: y despus qu? Nada ms que responsabilidad, contrato y aguantarse.

    Nuestro tercer y ms reciente modelo o paso de amor es la Revolucin sexual: se trata de un complejo fenmeno social que consiste esencialmente en el ideal de una vida fcil despus de los horrores de las guerras la liberacin de todos los tabes sexuales impuestos por la moral y la religin, etc. Lo fundamental es que reduce el amor a sexo, aqu se da un paso ms: se ve el matrimonio como una estructura artificial que impone un montn de cargas que nadie quiere ni puede soportar. La consecuencia es la separacin entre amor sexo y procreacin: Sexo si, enamoramiento, engancharme no.

    2. El modelo actual

    Estos tres modelos de amor han dado origen al modelo

    actual: Amor lquido: usmonos mientras nos disfrutemos, para eso no tienes que volverte una pasa sino yo encontrar a otro que me satisfaga.

    La caracterstica de los lquidos a diferencia de los gases y de los slidos es que tienen la misma fuerza de cohesin que de repulsin: eso es el amor actualmente: me da igual estar contigo porque podra estar con cualquiera: la tremenda fragilidad en las relaciones. Relacin pura o pura relacin.

    En este modelo el amor es bsicamente consumo: usar y sentirme libre de tirar a la basura cuando ya no me satisfaces; es lo que se hace con todas las cosas: se tiran cuando se adquiere otra, no cuando dejan de servir: amar es consumir y consumir consiste en desechar sin comprometerse.

    Se entra as en una dinmica destructiva: las consecuencias de este tipo de amor solo pueden ser la angustia y miedo a terminar en el basurero del amor. De all la obsesin por ser sexy, la religin del cuerpo y la alucinacin por las operaciones, que lo nico que hacen es retrasar la fatdica hora de terminar desapareciendo en el cajn del desamor.

    La gran intuicin de los tres modelos es el intento por rescatar la libertad del individuo frente a los moldes sociales

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    que imponen el matrimonio como un contrato y frente a la responsabilidad que impone. Esto significa que quiz an no sabemos lo que es el matrimonio y que consciente o inconscientemente se excluye de l el amor.

    3. Matrimonio sin amor

    La tercera pregunta casi sobra: cul es el modelo de

    matrimonio que se nos ha impuesto durante siglos? Una relacin de responsabilidades. Y a partir de Kant: la obsesin occidental por el deber y en el fondo la desconfianza luterana por el hombre. En general se ha limitado a reducir el matrimonio a deber, a objetividad, a responsabilidad. En todo esto tienen mucha culpa un cierto realismo objetivista y el idealismo: Amor o responsabilidad. Los ltimos siglos han estado marcados por un moralismo puritano, que condena el placer y ve las relaciones sexuales casi como un mal menor. En general hay un pleito, una esquizofrenia entre matrimonio y amor.

    Lo anterior ha convertido el amor en algo parecido a subir el Everest por el lado de la muerte: hay una ruta relativamente segura aunque pesadsima. Hay tambin una vertiente lbrega por donde algunos pocos han logrado subir pero que est sembrada de cadveres, o sea de fracasos.

    Aqu se comprende la gran intuicin y sutileza de KarolWojtyla al proponer Amor y responsabilidad y con ello, el rescate del cuerpo (el cuerpo humano es un cuerpo amoroso y nupcial) y del sentimiento como una brjula para el actuar. Introducir el amor ertico al matrimonio como la expresin mxima del cuerpo que es de por s nupcial. Pues la vocacin del hombre es el amor, su especificidad, lo que lo distingue de los animales.

    4. El olvido de la persona

    Por qu no se piensa en esto a pesar de la importancia

    que tiene? Aqu hay otra sorpresa: se estudia de todo menos el

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    amor, normalmente se le delega al futuro y el futuro es por definicin lo que no existe. Hay una desproporcin tremenda entre el progreso tcnico y las cuestiones profundamente humanas: como la sexualidad, el amor, el matrimonio y la familia. Son stas las que deciden la felicidad y el destino del hombre. Por ello deca Marcel que la crisis actual es una crisis metafsica, de olvido de la persona. Hoy estamos mejor pero no por ello somos mejores.

    En general el hombre vive anestesiado por el trabajo, las prisas y la falta de reflexin. El hombre actual vive en grandes ciudades que se caracterizan por las aglomeraciones y las muchedumbres. A pocos les sorprende que para todo haya que hacer filas, que todos los lugares estn llenos: los hoteles, los restaurantes, las calles, los supermercados y centros comerciales, los cines, las playas o los trasportes y arterias urbanas. Extraarse y sorprenderse por esto es ya comenzar a entender.

    Esta situacin de aglomeracin y muchedumbre corre el riesgo de convertirse en una situacin de masa. De hecho en las sociedades actuales impera el hombre masa. La masa es por definicin lo que no opina ni piensa por s mismo, lo propio del hombre masa es pertenecer a la corriente y dejarse arrastrar y vivir porque s. Si la sociedad actual est masificada, no puede regirse a s misma, significa que se asiste hoy a la peor crisis que una poca o pas puede atravesar. La masa se caracteriza por no valorarse a s misma, no se cuestiona. Quien se siente vulgar o mediocre ya est pensando y ha salido de la masa, pero el hombre masa est contento y no se cuestiona, se siente con derecho a la vulgaridad y la impone donde va y quien no piense como todos corre el riesgo de ser excluido. Hay que recordar que fueron las masas lo que acab con el imperio romano.

    La masa ancla la vida en lo que no dura, la publicidad por ejemplo se caracteriza por un poco de verdad y mucha falsedad. El hombre masa no conversa, se limita a la charla trivial, a hablar de lo que no construye. Toma como ideal la vida sin esfuerzo y sin dolor, el capricho. Y confunde todo esfuerzo y disciplina con autoritarismo. No se cuestiona las cosas se limita

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    a que lo motiven, que lo arrastren que lo entretengan, que le aterricen las cosas. De all el xito que tienen los cursos de superacin, de imagen, las terapias, la reduccin de las terapias a religin y la religin a terapias, a coaching, que sean fciles y le resuelvan la vida, no se buscan maestros, de magis que llevan a lo mejor sino facilitadores.

    Las universidades corren cada vez ms el riesgo de renunciar a formar en lo universal, en lo personal y de reducir su oferta a tcnicas, pasos, recetas, cursos y terapias; renunciando con ello a abrir mentes a lo universal y ms bien cerrndola a lo miope y particular. El hombre masa est condenado desde que sale de la universidad a realizar el resto de la vida un montn de cosas que le impone la rutina de la vida.

    Ya en los aos cincuenta se lamentaba Camus de que la vida en las ciudades se convierte en una anodina e inalterable rutina, colgando siempre del reloj: levantarse sobresaltado y con prisas, desayunar de prisa, trfico, trabajo, comida, trabajo, trfico y descanso. Los fines de semana: alguna fiesta, cine, alcohol y el domingo, soportar la convivencia familiar y ordenar las cosas para el trabajo y as semanas, meses y aos lo mismo: Pour la plupart des hommes, vivre se ramen faire le gestes que lhabitude commande (para la mayora de los hombres vivir se reduce a ejecutar los gestos que impone la costumbre).

    De all el sinsentido y lo absurdo de la vida. El hombre masa es el nuevo Ssifo, ese personaje al que Los dioses condenaron a rodar una pesada piedra hasta lo alto de una montaa desde donde rodaba hacia abajo por su propio peso da tras da lo mismo: arrastrar la piedra hasta la cima. Il nest pas de punition plus terrible que le travail inutile et sans espoir: no hay castigo ms terrible que el del trabajo intil y sin esperanza.

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    Conclusin: urgencia de una gramtica del amor

    La vida es drama pero a veces se la reduce a tragedia: delegar la propia vida a los dems; o a comedia: la actitud cnica. Estoy seguro que los nicos dos sentimientos que no experiment Cristo en toda su vida fueron el aburrimiento y el cinismo.

    La vida humana tiene grados de intensidad: puede ser vivida desde lo social, lo psquico y lo personal. Vivir a nivel social consiste en conformarse con las costumbres. Quedarse en el nivel psquico es reducir la vida a bienestar emocional y a comodidad individual sin aspirar a ms.

    En el nivel estrictamente personal, el individuo toma las decisiones y es consciente de sus actos, da razn de s mismo. Quedarse en los dos primeros niveles es limitarse a vivir dormido. Aqu hemos llegado ya a Karol Wojtyla y a la urgencia de una gramtica del amor frente al analfabetismo afectivo reinante: la cuestin central Quiero saber y sentir qu es el amor: quero que t me lo ensees puede significar dos cosas: quiero usarte para sentir el amor o aprendamos juntos lo que es el amor, entregndonos mutuamente. O vivir para el amor o vivir amando a alguien.

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    El amor humano en el corazn y en la mente de Juan Pablo II

    Dr. Daniel Alberto Medina Pech2

    Estas palabras quieren ser slo una breve aproximacin al corazn de un ser humano de nuestro tiempo, hijo de familia, hermano, prjimo de todos, enamorado de Dios y de su Iglesia, sacerdote y pontfice, cuya vida, cual perfume de nardo que llena la casa (cfr. Jn. 12, 3), se percibe ya como fragancia de santidad en medio del mundo pues, en realidad, l hizo del mundo su casa ya que si en vida su amor convoc pueblos y si en su muerte reuni a casi todas las naciones, su canonizacin ser una ocasin de esperanza renovadora para el orbe.

    La sonrisa que tanto cautiv al mundo, reflejo de un alma pura y universal, de un corazn de poeta y pastor, sin duda tiene races muy profundas que se reflejan en sus escritos. Existe en stos un centro y un fulcro que podemos descubrir en las palabras del mismo Juan Pablo II le escribe al Profesor Giovanni Reale, agradecindole el haber reunido en una sola obra todos sus escritos literarios, poesa, drama y teatro: Al centro de cada escrito se encuentra siempre el hombre en cuanto persona. Es una clave interpretativa, la cual, recibe de la Revelacin pleno valor. En efecto, es precisamente en el encuentro con Dios y el dilogo con l como el hombre toma conciencia de s mismo como persona, imagen del Ser subsistente, que de hecho no es soledad, sino absoluta y misteriosa comunin.

    Para Karol Wojtyla esta conclusin no es algo especulativo, en el mundo de lo ideal. Es un amor vivo, se trata de l mismo, es un amor humano con innegable sabor a familia:

    2 Doctor en Teologa con especialidad en Familia por el Pontificio Istituto

    Giovanni Paolo II de la Pontificia Universit Lateranse. Responsable de la Comisin Diocesana para la Familia, Juventud, Laicos y Vida en la Dicesis de Toluca.

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    la suya propia. Como filsofo llegara a escribir que para conocer a una persona hay que partir de la experiencia, de las acciones concretas. Y eso es precisamente lo que l vivi en su infancia, adolescencia y juventud: amor humano purificado en el dolor por la muerte de su madre, de su hermano y de su mismo padre. Amor humano con sabor a dolor por los efectos de la guerra y la ideologa, y, en medio de ella, amor humano en la experiencia de amistad con jvenes de ambos sexos. Amor humano con sabor divino en su encuentro con la experiencia mstica de San Juan de la Cruz.

    ste es el ncleo experiencial de donde nace su visin sobre el amor humano, s, muy humano, pero que tambin desde su pequeez y fragilidad participa del amor divino gracias a Jesucristo que ha tomado nuestra naturaleza. Y as, contemplando a Cristo, el verdadero amigo que da la vida por sus amigos, concluye que el amor humano en su esencia y en su centro es una accin exodal de s mismo, es salir de s para donarse al otro y su mxima expresin es la cruz. As es como lo descubre en la Sagrada Escritura y, desde ella, lo descubre tambin en el arte y la poesa y en la reflexin filosfica sobre el Ser mismo. Por eso, el citado profesor Reale puede decir que el vasto conocimiento que admiramos en Juan Pablo II le viene de su ntima vena espiritual como poeta, telogo y filsofo sin ignorar la aportacin positiva de la ciencia humana.

    Ese amor, por tanto, genera en cada ser humano una responsabilidad hacia el otro y esta responsabilidad debe generar acciones concretas, acciones ticas, de belleza, bondad, verdad y unidad: No se puede pensar slo con un fragmento de verdad, es necesario pensar con toda la verdad escribe el ya inminente San Juan Pablo II. Y este amor humano, sin dejar su centro que es Jesucristo, es puesto en evidencia en su esplendor de belleza y verdad en el matrimonio y la familia, en donde el proyecto de Dios Creador se plasma continuamente en la historia. Para el Papa de la Carta a las Familias el amor esponsal y familiar est tan profundamente unido al amor de

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    Cristo Esposo que, con singular audacia llama a la familia esposa de Cristo:

    La familia misma es el gran misterio de Dios. Como iglesia domstica, es la esposa de Cristo. La Iglesia universal, y dentro de ella cada Iglesia particular, se manifiesta ms inmediatamente como esposa de Cristo en la iglesia domstica y en el amor que se vive en ella: amor conyugal, amor paterno y materno, amor fraterno, amor de una comunidad de personas y de generaciones (CF 19).

    Toda la vida personal y pastoral de Juan Pablo II se puede decir que transcurri en la contemplacin y profundizacin de este amor humano que, a travs del sacramento del matrimonio, participa del amor divino. En su conjunto, los escritos del hasta ahora Beato son un canto potico de su corazn al amor humano, matrimonial y familiar, cuna de la vida humana y fuente de riqueza para la sociedad misma. Son, podra decirse en nuestro tiempo, un eco del Cantar de los Cantares pues, en realidad, el amor humano, transformado por el amor divino es el verdadero canto que suena en la historia.

    De all brota en Karol Wojtyla su humanismo, un amor al hombre, al grado que se le puede aplicar, parafraseando el ttulo de un libro dedicado a Francisco de Ass, Juan Pablo II no es el hombre que quiso ser Santo, sino el Santo que quiso ser hombre, es decir, un poeta de la grandeza y belleza de la dignidad de ser hombre, varn y mujer, grandeza que consiste en mirar y seguir a Jesucristo modelo del hombre, que nos ensea, como dice Gaudium et spes: Esta semejanza con Dios- demuestra que el hombre, nica criatura terrestre a la que Dios ha amado por s mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de s mismo a los dems (GS 24). Entrega personal, es decir, no slo en el espritu sino en tambin con el cuerpo (FC 11), al cual considera como un sacramento de la persona, como un signo de la entrega total y

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    de todo esto fundamenta lo que l llama una antropologa adecuada, fundamento real del amor humano, del cual fue y es cantor con experiencia de plenitud en la santidad.

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    San Juan Pablo II: un hombre de Dios Dns. Juan Jos Blzquez Ortega3

    Parece que el ttulo original de la conferencia Juan Pablo II Santo quiere resaltar la figura del Papa polaco, ms all de las calificaciones mediticas o sentimentales a las que estamos acostumbrados todos. Y sa sera una justa dimensin de su personalidad, modelada por una vida de intimidad con Dios. Pero, me he permitido modificarlo levemente, de cierto modo, por el de San Juan Pablo II: un hombre de Dios, por las razones que expondr.

    Pero, antes quisiera agradecer la invitacin que se me ha hecho para hablar de ello, ms que animado por la confianza en un profundo conocimiento histrico o de la espiritualidad del Papa Juan Pablo II, que no tengo, me alienta el pensar que he podido compartir parte del mundo que lo vio nacer, crecer y madurar como hombre. Me refiero no slo al hecho de visitar casualmente como turista su patria polaca o de residir en ella, sino al de habitar su tierra, es decir, estar en ella experimentando su vida propia, presente sobre todo en su gente, su lengua, su credo y su cultura. Me anima tambin el hecho de pensar que, de este modo, pueda quiz ayudar a reencontrarnos con Juan Pablo II, con su imagen real y verdadera, ms cercana, a descubrirlo de nuevo como una figura humana palpable de la santidad y del amor de Dios.

    Me ha parecido que, en razn de este propsito, en mi caso particular lo mejor sera seguir tres lneas de indagacin, cuyo orden no es precisamente cronolgico aunque lo parezca: la primera, es la consideracin de Karol Wojtya como filsofo polaco; la segunda, como profesor en la Universidad Catlica de

    3 Candidato a doctor en Ciencias humansticas, rea de Filosofa con

    especialidad en Filosofa de la Naturaleza y Ciencias Naturales por la Universidad Catlica de Lublin Juan Pablo II KUL JPII/Departamento de Biologa Terica, Lublin, Polonia). Profesor-investigador de tiempo-completo, director adjunto del Centro de Estudios en Ciencia y Religin (CECIR) de la UPAEP.

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    Lubln; y, la tercera, como el telogo del cuerpo. En todo caso, procuro no perderlo de vista como hombre de fe y como pastor supremo de la Iglesia, que es el modo como fue universalmente conocido, y teniendo presente su riqusimo magisterio pontificio, especialmente el de las Encclicas Veritatis splendor, Evangelium vitae y Fides et ratio.

    Seguramente, ustedes conocen tambin la extensa y completa biografa que del Papa hizo George Weigel, Testigo de esperanza, a fines delos aos 1990s. Y, desde luego, los libros autobiogrficos e icnicos del Papa, Cruzando el umbral de la esperanza, Don y misterio, el conjunto poemtico Trptico romano, y, finalmente, Memoria e identidad, publicado poco antes de su muerte. Estos me servirn tambin como marco de estas reflexiones, aunque lamento adelantar que, sin embargo, no me detendr en los datos biogrficos que ah se pueden encontrar, para no ser repetitivo.

    Con todo, no obstante, debo confesar que la idea impulsora de este perfil biogrfico y doctrinal del Papa Santo Juan Pablo II que trato de esbozar aqu, es ms bien otra y tiene su origen en el conocimiento de algunos personajes cercanos a la vida y al corazn de Juan Pablo II, en Polonia. En un texto intitulado Quin fue precisamente Juan Pablo II? (Lubln, 1999), escrito por el P. Tadeusz Stycze, SDS (1931-2010), discpulo y amigo ntimo del Papa, quien le acompa en su lecho de muerte, segn s, se remite a una idea planteada por Juan Arias, uno de los primeros autores de libros sobre el Papa (Lenigma Wojtya) y que le hizo reflexionar: el Papa-enigma, el Papa-misterio. Esta idea se convirti en una inquietud, cuya respuesta constituye la inspiracin de lo que vengo a compartirles hoy. En particular, me refiero a lo que el P. Stycze una vez me dijo a solas sobre Juan Pablo II y como expresin de una honda conmocin, que no puedo olvidar. Sus palabras, clidas, finas y muy inteligentes, como l, fueron stas: El Papa fue un gran hombre porque fue todo un hombre. Y yo aado, todo un hombre porque se hizo naturalmente un hombre de Dios.

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    Pero, qu significa esto? El P. Stycze no se refera slo a la grandeza de alma de Karol Wojtya-Juan Pablo II como elogio, sino a que vivi grandemente su humanidad, como debemos vivirla todos, siendo fieles a quienes somos. Pero, aun as, qu significa eso? Pues, esto significa que se dio todo l mismo, como todos sabemos, con todos sus dones y debilidades, pero no slo viviendo a plenitud su propia vida, entregndola al servicio generoso de la Iglesia y de la humanidad, esto es, de los dems, sino confindola totalmente al designio de Dios para l. Muy en particular, esto significa que respondi afirmativamente con su vida, sin reservas, a la imperiosa exigencia que todos tenemos de buscar la fuente original y originaria, es decir, la fuente inconfundible e inagotable que d sentido a la vida, que apague nuestra sed de gozo y esperanza. Ms todava, respondi desde el fondo de su ser al hecho inslito de la invitacin que Jesucristo hace a todo hombre a seguirlo como la respuesta definitiva a esa bsqueda.

    Porque, por otro lado, es innegable que pensar en la vida y en la obra de Juan Pablo II es inseparable del pensamiento de Cristo Redentor. Este convencimiento se apoya firmemente en la declaracin programtica de Juan Pablo II de que slo Cristo revela plenamente el hombre al mismo hombre (RH 10), repitiendo la expresin del Concilio Vaticano II (GS 22). Pero, esto no slo lo pens, sino que lo busc siempre. Esto es, ms que el descubrimiento intelectual de la filosofa y la teologa de Dios como origen de toda verdad, su vida anticip y particip de la revelacin que Cristo le haca de s mismo, unido ntimamente a l, sumergido siempre en profunda oracin, como lo atestiguan sus amigos y sus colaboradores ms cercanos. Esto es lo ms saliente y provechoso para nosotros, creo yo, del regalo que Dios nos hizo de la vida del Santo polaco Karol Wojtya, que lleg a ser el Papa Juan Pablo II.

    Esto es as porque la revelacin de Cristo la hace al hombre concreto, a cada uno de nosotros, slo que para apreciarla debemos ser valientes y generosos como san Juan Pablo II, para escucharnos en verdad, sin guardarnos nada para nosotros mismos, dndolo y arriesgndolo todo, como ensea

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    el Evangelio: el que quiera salvar su vida la perder; y el que quiera perder su vida por M, la salvar (Mc. 8,35). Por otro lado, la conocida declaracin de Polonia semper fidelis, Polonia siempre fiel, tuvo en Juan Pablo II una realizacin acabada y concreta, precisamente porque l fue siempre fiel a su fe, porque su vida no fue otra cosa que fidelidad a s mismo y a Jesucristo Salvador de los hombres.

    Debemos escucharnos, deca, escuchar la voz interior de lo ms hondo de nuestro ser, porque Cristo habla ah, en el sancta sanctorum de la conciencia, corazn del hombre, tema preferido del filsofo Wojtya. La revelacin que Cristo hace de nosotros a nosotros mismos en la conciencia ocurre, sin embargo, paradjicamente slo en el seguimiento de su voz, sin pretender sustituirla por la nuestra, se fue el camino recorrido en su largo peregrinaje como hombre que abraz la fe de Jesucristo y de su Iglesia.

    Recordamos cmo l tambin nos llam Mxico siempre fiel, estableciendo semejanzas con su nacin. Quiso decirnos a nosotros y a los polacos en Mxico, la primera vez que nos visit, que nuestra patria comn es la Iglesia, que ah tenemos nuestro lugar como cristianos, y que Nuestra Madre comn es Mara, alma de su espiritualidad cristiana y de nuestras naciones que, creo yo, l las sinti muy hermanadas, como lo siento yo, si me permiten el atrevimiento de confesarlo. Podemos recordar a tal efecto su despedida a la comunidad polaca en Mxico, en ese entonces: Deseo abrazaros una vez ms a todos con el corazn y bendeciros en este nuestro camino polaco y catlico (27 de enero de 1979). No quisiera que olvidramos esto, por dos razones: una, porque es significativo en la interpretacin de su pensamiento; pero, la otra es que sta es una forma de decir que estuvimos cerca de su corazn.

    Karol Wojtya, filsofo polaco

    Ahora, en relacin con el plan propuesto ms arriba,

    quisiera introducir su humanidad concreta como polaco y

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    filsofo. La riqueza de su talento filosfico indiscutible ha sido recogido por los especialistas sumando cerca de 300 trabajos suyos, desde 1948 hasta 2003, ms unos 20 no publicados, sin mencionar otros 50 trabajos artsticos o de crtica literaria. Sin duda alguna, fue un potente pensador. Sus obras filosficas ms destacadas son, sin duda, El sistema tico de Max Scheler como medio para construir la tica cristiana (1953), trabajo con el que consigui su habilitacin a la docencia universitaria; Amor y responsabilidad (1960), la obra clave de su antropologa y tica de la sexualidad; y Persona y acto (1969), su obra maestra.

    La filosofa en la Polonia que viva su independencia recin conquistada apenas en 1918, es decir, en la poca de la juventud de Karol Wojtya, lata fuertemente, como expresin de la vitalidad de la cultura polaca que luchaba por sobrevivir. La corriente ms destacada era la de lo que ahora se llama la Lgica polaca, con Kazimierz Twardowski a la cabeza, que combata el irracionalismo. Wojtya se benefici de esta actitud y, de hecho, la incorpor a la tica. Para l, el bien se encuentra ligado a la verdad, una verdad que es plenamente racional.

    Pero, su primer contacto acadmico con la filosofa fue ya como seminarista, ms bien con el pensamiento escolstico tradicional al que, no obstante su dificultad y forma, supo aprovechar como ejercicio serio y disciplinado de bsqueda de la verdad, que fue tambin, debemos enfatizarlo, la pasin de su vida. Ya desde entonces se manifestar su decidido propsito de buscar la verdad no en frmulas abstractas, sino de buscarla como experiencia vital y en fidelidad a la propia conciencia. Por eso, se interesa despus en la fenomenologa, esto es, una forma de hacer filosofa que justamente le ofrece lo que busca. Introducida magistralmente en Polonia por Roman Ingarden, la fenomenologa polaca trata de extraer desde el fondo de las vivencias y usando de toda la capacidad de razonar, las verdades fundamentales sobre el mundo, el yo y Dios, en conexin con la vida y la realidad. Este mtodo ser caracterstico tambin del Papa filsofo.

    Por otra parte, unido a su talento artstico como actor y poeta, el talento filosfico que descubre lo pone al servicio de

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    su patria y del momento histrico, muy trgico de la II Guerra Mundial, que vive. Pero, no slo es un joven patriota, valiente y sagaz, consciente de su deber para con su nacin, sino que existe tambin en l la conviccin de que como catlico y como futuro clrigo tiene igualmente un alto deber intelectual como miembro de la Iglesia. Hay que aclarar aqu que esto se explica tambin por razones histricas de las que, a veces, se habla poco.

    Me refiero a dos hechos de la cultura polaca. Resulta que la Polonia del siglo XVIII, a diferencia de la Ilustracin francesa que culmin en el atesmo, materialismo y anticlericalismo, y a diferencia tambin del racionalismo de la Ilustracin alemana, que acab reduciendo el misterio a pura razn y la religin a moral, la Ilustracin polaca fue inspirada y llevada a cabo por la misma Iglesia catlica, en un amplio esfuerzo nacional bien organizado, que fue la base de la resistencia polaca que hizo de su cultura el nico recurso para conservar su existencia como nacin, en el siglo XIX, cuando los polacos se vieron obligados a acatar el dominio extranjero, al desaparecer como Estado. Esta tendencia poltico-cultural, sin embargo, continu en la Polonia de principios del siglo XX. Con la ocupacin nazi, que quiso arrancarle el alma a Polonia, sta tena que volver a su lengua y a su cultura para sobrevivir de nuevo. Karol Wojtya ve comprometida su formacin y su actuacin por esta imperiosa necesidad, que hace propia. Y as es toda la vida de nuestro Santo, siempre comprometida en servir a los dems, totalmente, sin escatimar nada que est en sus manos.

    Otra ltima consideracin general sobre su filosofa es la de que, aun insertndose inicialmente, como dije, en el pensamiento tradicional, particularmente en la filosofa de Santo Toms de Aquino, su pensamiento propio se orient no a reproducirlo simplemente, sino a recrearlo, adoptando formas de la filosofa contempornea. De hecho, en cuanto al proceder se refiere, su tomismo puede definirse como fenomenolgico-existencial, para diferenciarlo del tomismo clsico, inductivo-deductivo. Porque, en toda doctrina filosfica, ciertamente, uno

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    puede y debe distinguir, por lo menos, entre principios, contenido y mtodo.

    Diramos que Wojtya ha conservado los dos primeros, pero ha modificado la metodologa. Pero, los ha conservado no como verdades absolutamente inamovibles y estriles, sino que los ha renovado o reanimado por un esfuerzo de comprensin original del pensamiento en s mismo y por un esfuerzo de entrar en dilogo con la cultura contempornea. Este doble esfuerzo es siempre una exigencia para todo filsofo, porque la filosofa, como amor a la sabidura, no puede confundirse con un amor espurio a las ideas preconcebidas, sino amor a la verdad, que es siempre novedad original, porque es experiencia personal, pensamiento propio, respuesta a la propia vida. En este sentido, ms que un filsofo polaco con ideas nuevas, podemos afirmar que Wojtya fue todo un filsofo y, por supuesto, un gran filsofo.

    Ahora bien, su filosofa, nuevamente, como dilogo e intento y comprensin de la verdad y del mundo contemporneo, nos muestra a un Wojtya afanado en comprender y ayudar al hombre concreto, de carne y hueso. Sus elaborados anlisis de la conciencia y de la accin humana en Persona y acto, que hace decir incluso a otros filsofos polacos que Wojtya no es un autor fcil de entender inmediatamente, parecen siempre guiados por el amor por el hombre. sta es la clave de interpretacin de su pensamiento. No le interesa alcanzar un concepto de hombre, sino de conocerlo, de lograr un pensamiento y un mtodo filosfico que le permita siempre acercarse a l y estar en contacto con l, para poder manifestarle su amor y el amor de su Cristo amado. Es su amor por la persona la que le ha llevado a desarrollar una filosofa caracterstica. No entro en la discusin, a veces ociosa, de clasificarla como tomista o como personalista. Ms bien, lo que quisiera destacar es el perfil de sta como realista y, de algn modo, naturalmente cristiana, donde se subraya el realismo y el dramatismo de la existencia humana, y que le permite, como hombre de fe, comprender mejor que Cristo no es una idea, ni una teora, sino una Persona viva. De esta forma,

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    puede, a su vez, llevar a un Cristo vivo, no a una imagen falsa de l, al hombre de hoy. l buscaba para los dems, porque lo viva, un encuentro con Jesucristo vivo, no la mera comprensin de una doctrina sobre el Redentor del hombre.

    No pretendo, como se ve, hacer una exposicin acabada de su filosofa, sino que trato de sacar lo que a mi juicio nos descubre ms de su santidad como hombre de Dios, como hombre de Cristo. Tambin por eso, sin embargo, es preciso ahondar un poco en su filosofa. As que, otro rasgo de sta es que, con ella, captamos no slo la estructura subjetiva de la experiencia por su naturaleza, sino tambin su vnculo estructural con la subjetividad del hombre, nos dice en La subjetividad y lo irreductible en el hombre (1978). Si me permiten interpretarlo de este modo, podemos entender con eso que lo que Wojtya pretende es adentrarse en la vida interior del sujeto humano, llegar a comprender cmo experimenta la vida, vivida desde su yo personal, descubriendo, no obstante, que tal experiencia es posible porque el yo preexiste a su experiencia. Pero, el yo slo se revela en la accin, y la accin ms reveladora del hombre es la accin libre y responsable. Ms todava, la accin ms reveladora de la estructura no puramente subjetiva de la subjetividad del yo personal es el amor, que nos hace salir de nosotros mismos. Se trata, por eso, de una accin exttica, que no permite que nuestra subjetividad nos encierre en s mismos, sino que permite la relacin interpersonal. Esto es, Wojtya nos descubre de un modo nuevo, la apertura radical de nuestro ser a los dems y la exigencia de arriesgar la libertad en el amor como accin. Pero, que conste que esto mismo l ya lo viva, en verdad.

    Por otro lado, esta accin es vista por Wojtya no slo en su dimensin antropolgica, sino tambin en su dimensin moral. Quiere hallar la razn del bien y del mal y no se contenta con la sola idea de un deber puramente formal y abstracto, sino que lo halla en la estructura de la experiencia moral del hombre. Esto es, que la vivencia moral le descubre al hombre que sus actos no son ajenos a la estructura misma de su

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    subjetividad, o sea, que la razn del bien, del mal y del deber se halla en la estructura de la persona, sujeto y portador de un valor o dignidad inestimable, por su trascendencia respecto de toda ser natural. De este modo, coloca el fundamento de la tica nuevamente en la naturaleza personal del hombre, distinguindolo netamente del mundo de los objetos. De aqu la llamada norma personalista wojtyliana, esto es, la de que nadie puede tratar a otro como un medio o como un mero objeto til, cuyo valor slo est en funcin de otros intereses ajenos al valor de la persona misma, o por el placer que produce su trato con ella. El filsofo Wojtya hace una frrea defensa de la dignidad humana contra toda reduccin indebida de la persona humana. No hay para l otro ser ms fascinante y valioso sobre la Tierra que el hombre mismo, imagen verdadera de Dios y como tal debe ser amado.

    El Cardenal Wojtya, un profesor Santo

    Este camino intelectual del filsofo se explica, otra vez,

    mejor a la luz del camino que siguen su vida y su corazn. Como saben, el joven sacerdote, filsofo polaco, es llamado como profesor de tica a la Universidad Catlica de Lubln y comienza sus primeros cursos en el ao acadmico de 1954-1955, que continuara hasta 1978, cuando fue elegido Sumo Pontfice de la Iglesia. Pero, haba sido nombrado antes Obispo auxiliar de Cracovia en 1951 y, entretanto, participara de manera importante en el Concilio Vaticano II en 1962 y en 1963, y sera nombrado tambin Arzobispo titular de la misma sede episcopal en 1963 y cardenal en 1967. De tal suerte que, aun con obligaciones eclesiales cada vez mayores, mantuvo una intensa actividad profesoral y acadmica.

    La Universidad Catlica de Lubln fue fundada en 1918, el mismo ao de la independencia de Polonia. Se trata de una universidad del episcopado polaco. La eleccin de la ciudad de Lubln, 160 km. al sureste de Varsovia se debi, adems de las circunstancias histricas del momento, al papel de puente entre la Europa Oriental y la Occidental que haba tenido. Esto no son

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    meros datos informativos, sino que tienen su importancia para entender qu haca Wojtya ah. Fundada para cultivar la armona entre el saber y la fe, formar a la intelectualidad catlica polaca y para elevar el nivel de la vida religiosa e intelectual de la Polonia de esos aos, Wojtya se sum a la iniciativa una vez concluidos sus estudios doctorales en Teologa en 1948, en Roma. A este respecto, no podemos dejar de mencionar su brillante tesis doctoral, Doctrina de la fe segn san Juan de la Cruz, escrita en latn, pero a cuyo autor ley en espaol. Ya vemos cmo la Providencia le fue ayudando o nos lo fue acercando.

    En esta tesis, que rezuma espiritualidad carmelita, a la que conoci desde los veinte aos, aplica tambin un anlisis fenomenolgico a la experiencia mstica, en el que destaca cmo la fe es un encuentro vivo con Dios y de unin con Dios y consigo mismo, nuevamente. Se trata de una fe intelectual tambin, es decir, no ajena a la razn, pero no una razn fra y abstracta, sino clida y viva, como hemos sealado antes. En este sentido, lleva a cabo un vaciamiento emocional de la experiencia mstica, para no reducir la fe a sentimiento. Por otro lado, su anlisis tambin descubre a Dios como Persona, no como un mero objeto de pensamiento sino, en su caso, como el objeto de una relacin recproca, aunque Dios siempre permanezca en el Misterio y slo quepa adorarlo. De cualquier forma, se trata de Alguien con quien podemos dialogar ntimamente en todo tiempo y circunstancia, lo que el sacerdote catlico polaco practic l mismo. Su trabajo consiste, diramos, en un anlisis de la experiencia de la fe que nos permite llegar al umbral del ncleo ms ntimo de la persona humana, que es el santuario de su conciencia, donde se refleja la imagen de Dios de modo ms eminente.

    Es con esta experiencia detrs que el joven telogo ingresa a la vida acadmica como profesor Teologa moral en el Seminario de Cracovia y de tica en la Universidad Catlica de Lubln. Su primera encomienda en sta fue la dar cursos sobre la historia de la tica, precisamente. Notemos que con esto puede ejercitarse en la prctica que tanto estim, la de

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    acercarse a otros para escucharlos, para comprenderlos, antes que juzgarlos. Para hacer esto, se necesita un mnimo de simpata por el interlocutor y es tambin en lo que introdujo a sus alumnos, cada vez ms interesados en su filosofa y en su persona. Como prueba de ello, en una resea sobre la experiencia de sus alumnos le describieron como uno de esos profesores a los que no puede dejarse de seguir sus huellas con un recuerdo muy agradecido por parte de sus educandos (Jadwiga Michalczyk, 1994).

    El P. Stycze, por su parte, lo describa como un maestro esplndido: discreto, no impona su opinin, tomaba distancia, pero no se alejaba de sus oyentes, profundamente respetuoso del pensamiento de los dems; ms an, interesado en el otro, en lo que deca y en quin era. Trataba los trabajos de sus estudiantes como algo serio, como lo haca con los suyos. O sea, se tomaba en serio la vida de los dems, como se tomaba en serio la suya. sta fue siempre su actitud. Me atrevera a decir que como buen cristiano, como hombre de Cristo, siempre estuvo dispuesto a descalzarse ante la tierra sagrada del otro, segn la bellsima expresin del Papa Francisco en el n. 169 de Evangelii gaudium.

    Como ancdota sobre esto, por ejemplo, podra contar cmo, debido a su cargo como Obispo, destinaba su sueldo como profesor como beca para sus estudiantes, sobre todo a partir de 1961, cuando tenan que viajar hasta Cracovia, a unas cinco horas por tren, para encontrarse con su profesor. Esta situacin dur hasta su eleccin al papado. Pero, tambin es memorable cmo llevaba a sus estudiantes de excursin, para convivir y profundizar en sus reflexiones filosficas y existenciales, al calor de un amor que poda palparse. Ante esto, debe uno confesar que, justamente, el crecimiento intelectual rara vez se da en el vaco y en la soledad confinada en la individualidad, ms bien florece en la compaa humana de una empresa y amistad comn. Por eso, la vida de comunidad en una universidad, en una institucin educativa o en una familia es fundamental.

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    A esto an puedo aadir otra ancdota, pero esta ya no como algo ledo o conocido a travs de terceros, sino ms directamente escuchado una vez, en un simposio dedicado a Wojtya en la misma universidad de Lubln, que me impresion mucho. Expona un tema el Titular de la Ctedra de tica Social y Poltica, el Profesor, ahora jubilado, Jerzy Gakowski. Este profesor era, ni ms ni menos que aquel ex-espa del servicio de seguridad del Estado comunista, enviado para vigilar al Obispo de Cracovia. Se trataba de un brillante alumno suyo en aquel entonces, cuya novia tambin era una de las estudiantes estimadas del profesor Wojtya. Fue la fuerza autntica de la personalidad espiritual del Obispo polaco y el amor de su novia lo que le hizo tomar la valiente decisin de dejarlo todo lazo poltico con el rgimen y convertirse en un buen cristiano. Pues, en aquel simposio el ahora veterano profesor Gakowski narraba con lgrimas en los ojos, profundamente agradecido cmo fueron Wojtya y su despus esposa, quienes me salvaron. Fue el amor el que me salv, nos dijo, dirigindose por igual a su esposa, presente en la sala. Es ms, su carrera como profesor de la Universidad Catlica de Lubln cont con el apoyo incondicional del Arzobispo Wojtya. ste, una vez ms, nos da muestras elocuentes de haber sido un buen cristiano, como sacerdote, Obispo y profesor.

    Por otra parte, no estara de ms anotar aqu algo para m importante, que es su inters desde los aos 1950s en conectar la filosofa, la fe y la ciencia. Tambin organizaba excursiones con colegas filsofos y con fsicos, mdicos o psiclogos. El dilogo que hoy constatamos entre ciencias, filosofa y teologa en el mundo catlico y fuera de l, se debe al impulso de su temprano pontificado, pero esto tena ya una larga historia. Esta historia result muy provechosa incluso para l y para nosotros, pues, particularmente, Amor y responsabilidad fue elaborado tambin con la ayuda de sus amigos mdicos, psiclogos y psiquiatras.

    Esta bsqueda de unir el pensamiento cristiano con el mundo contemporneo, as como hacerlo, de igual manera, en comunidad, donde mediaba la amistad y la profesionalidad, es

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    algo que extendi tambin al trabajo filosfico estricto, especialmente en lo que concerna a su inters por el hombre. Cabe destacar la personalidad de figuras como la del ahora cardenal Marian Jaworski y del P. Jzef Tischner, ya fallecido, entre muchos otros, desconocidas para nosotros quiz por el problema de la lengua, pero a quienes habra que conocer igualmente.

    Por lo dems, el inters por el pensamiento profundo y la cultura contempornea, uniendo arte, ciencia y fe, filosofa y teologa, ha dejado una huella sensible en varias universidades en Polonia y me hace recordar cariosamente asimismo la figura clida por igual del Arzobispo de Lubln, Profesor y Gran Canciller de la Universidad, Jzef yciski, fallecido hace pocos aos, una autoridad intelectual tambin de primer orden, sobre todo en lo tocante al dilogo entre fe y cultura y entre fe y ciencia, quien siempre se mostraba agradecido e inspirado por el inters de Wojtya por defender la vida, la dignidad humana y la justicia. Cmo no olvidar la enseanza de Juan Pablo II a este respecto, de defender la primaca de las personas por encima de las cosas, de poner la prioridad en la tica por encima de la tcnica, por sostener la superioridad del espritu sobre la materia (RH 16)?

    Por supuesto, son muchos otros los personajes que podramos mencionar, profesores de su universidad, pero me gustara ms bien concentrarme, finalmente, en lo que toca a esta seccin, en las ideas que se generaron en su alma como fruto maduro de su vida universitaria y que permitan traslucir su ntima relacin con Dios y que explica por qu el profesor Gakowski afirm que su actividad consisti en dar darle plenitud al hombre y a toda la comunidad en la que vivi. Ms all de las ancdotas, su perfil como profesor nos muestra por igual una evolucin intelectual, una maduracin que, de nuevo, no es slo de ideas, sino de una forma de vida autnticamente humana y de fe que se despliega en el tiempo, a la vez que desarrollaba y maduraba su pensamiento cristiano sobre la Iglesia y el mundo.

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    Encontramos una sntesis personal en su discurso al mundo polaco de la cultura y de la ciencia en la Universidad Catlica de Lubln, durante la tercera visita apostlica a su patria, en 1987. El marco general nos toca muy de cerca, pues en aquella ocasin exhortaba: Universidad! Sirve a la verdad! Si sirves a la verdad, sirves a la libertad! A la libertad del hombre y de su nacin. Sirviendo a la verdad, sirves a la vida! sta es nuestra tarea principal en la universidad catlica. sta es nuestra tarea en el Instituto Juan Pablo II, y no otra. El mismo Papa Juan Pablo II entonces se confesaba con la conciencia de la deuda contrada para toda la vida con lo que es la universidad. ste es nuestro servicio concreto a la humanidad que se nos acerca, a la comunidad humana que no espera menos de nosotros. El Santo Padre tena en mente, desde luego, las palabras de Cristo: Conoceris la verdad y la verdad os har libres (Jn. 8, 32) y las ha asumido como programa.

    Ms todava, nos dice el Papa: Sirviendo a la verdad por amor a la verdad y a aquellos a quienes la transmitimos, edificamos una comunidad de hombres libres en la verdad, formamos una comunidad de hombres unidos por el amor a la verdad y por el recproco amor en la verdad, una comunidad de hombres para los que el amor a la verdad constituye el principio del vnculo que les une. Pero, la verdad es Cristo, cono del Padre (Yo soy el camino, la verdad y la vida, Jn. 14, 6). sta es la verdad que parece motivar a Juan Pablo II a lanzarse mar adentro, en el inmenso ocano del mundo y de la historia. Esta conviccin de fe profunda que acepta lo inaudito de que un hombre, un humilde carpintero de un pueblo pequeo, Jesucristo, sea el Camino del hombre, con todas sus exigencias, nos debe mover a nosotros a ponernos en camino de seguir las huellas de Santos como Juan Pablo II que confiaron su vida al Crucificado, como Aqul que no defrauda.

    Continuar con algunos elementos de este mismo discurso enseguida, para adentrarnos ya en la tercera y ltima parte de mi exposicin, pero antes quisiera decir que este rico periodo del cardenal Wojtya incluye al final un momento de intensidad que pre-anuncia lo que reconoceremos despus en

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    l como telogo dramtico y fuertemente simblico. Me refiero a Signo de contradiccin, la obra que recoge los Ejercicios Espirituales que predic a Paulo VI en 1976. Comprendemos con ella por qu Juan Pablo II se centra en el Dios de la Alianza, el Dios de la Vida que quiere que el hombre viva y viva en abundancia, que nos suena familiar en su magisterio; comprendemos su aceptacin al sufrimiento como continuacin de la oracin de Cristo en Getseman; y comprendemos tambin cmo predic la plenitud de la vida como la comunin de las personas en el amor.

    Juan Pablo II, telogo del cuerpo

    Es muy poco tiempo para desarrollar la teologa del

    cuerpo del Papa Juan Pablo II, ni siquiera pretendo esbozar sus lneas principales. No pretendo aqu un anlisis pormenorizado de las 130 catequesis que desarroll de 1979 a 1984. No es el propsito de la reflexin del da de hoy. Quisiera ms bien colocarla ante ustedes en el contexto de su vida como Santo. Esta teologa slo se explica slo como fruto de un hombre que ama mucho al hombre, metido profundamente en Dios y que, as, quiere llevarnos, meternos en este mismo misterio de Dios.

    En aquel discurso en la Universidad Catlica de Lubln el Papa expresaba tambin en sntesis su teologa del cuerpo en el contexto de la historia de la salvacin. Ah apelaba a comprender la constitucin del hombre, su puesto en el cosmos, para lo cual haba que remitirse al principio, al arch, cuando el hombre haba sido creado. Pero, nuestro puesto en el cosmos y en la historia slo se nos revela a la luz de Cristo, quien nos revela al Padre y a la Trinidad divina. Esta cristologa trinitaria jonica-paulina nos revela tambin dnde estaba su espritu. Juan Pablo II se entenda con Dios, porque saba que Dios se haba hecho hombre para hacer que el hombre fuera Dios, como dice, por ejemplo, San Agustn. Y de qu modo!

    Su teologa del cuerpo no slo nos descubre el evangelio de la sexualidad, con el que llama de manera particular a los

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    esposos a ser profetas de la verdad y del significado del cuerpo y de su sexualidad, especialmente el uno para el otro, sino que se trata de una teologa que nos descubre el misterio de lo que Dios es. Juan Pablo II quiere darnos a conocer la Palabra de Dios, quiere que conozcamos la verdad de Dios, para que, conocindola, la probemos, quiere que seamos libres y nos llenemos con la vida de Dios, fuente de agua viva (Jn. 4, 10). La clave de esta teologa es, desde luego, la Encarnacin del Verbo.

    Su teologa del cuerpo, por tanto, forma parte del entendimiento del mensaje de la salvacin de Dios. En ella nos introduce por los caminos menos sospechados, los de la humildad de la carne, hasta el misterio altsimo de la ntima vida divina de la Trinidad. La parte ms conocida de esta teologa, que reflexiona sobre el Gnesis, cuando varn y mujer los cre, esta antropologa riqusima se convierte pronto en un tratado sobre la Trinidad, pero una Trinidad que se puede ver, por decirlo de algn modo, en el cuerpo mismo. Porque, si bien, varn y mujer los cre, a imagen y semejanza suya (Gn. 1,27), donde adems la humanidad se dice de dos y no slo de uno de ellos; esta imagen y semejanza, ensea el Papa, no es slo la de su espritu sino tambin la de su cuerpo.

    Por qu? Porque el cuerpo es sexuado y la sexualidad es, estructuralmente, relacionalidad, referencialidad, alteridad, o bien, complementariedad y reciprocidad. Esto es, la sexualidad masculina y femenina de la persona humana es capacidad para entrar en relacin con otra persona, a quien estamos orientados, a quien estamos llamados a reconocer como persona. Ms todava, esta mutua referencialidad personal del cuerpo humano es portadora de un imperativo antropolgico, que se corresponde con la llamada norma personalista wojtyliana: amar a la persona por la persona misma. Es decir, el cuerpo del otro, signo visible y constitutivo de su persona es un signo elocuente pero que se desvela slo por el amor de que la persona humana es aquel ser que ha de ser no otra cosa que amado. La solidaridad con sus hermanos, a quienes tena que confirmar en la fe, se mostr ciertamente como solicitud por hacer conocer esta verdad.

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    Porque, descubierta la amabilidad del cuerpo hombre, sta se hace ms grande cuando reflexiona, por lo mismo, en que el cuerpo sexuado es un llamado a la participacin intersubjetiva de las personas, esto es, a la comunin interpersonal. Es decir, la sexualidad humana, con todos sus dinamismos, se orienta a establecer lazos fuertes de amistad entre hombres y mujeres. Lazos que pueden culminar en un vnculo esponsal y hasta alianza sacramental, en donde el hombre y la mujer han de constituirse en una comunidad de vida y de amor, en una comunidad ntima de personas que se aman y se entregan totalmente. Pero, resulta que esto es precisamente Dios, Trinidad de Personas que viven en comunin de vida y de amor, que se comparten y donan infinita y absolutamente la riqueza insondable de sus Personas.

    En qu estaba pensando Juan Pablo II? O, lo que enseaba, se trataba slo de un pensamiento teolgico genial? Yo creo ms bien que no dejaba de amar a Dios y al hombre. Que este amor fue el que le llev a amar el amor humano, como gustaba decir. Y ms, porque esta revelacin trinitaria en la sexualidad humana, le permita mostrar el camino elegido por Dios para nuestra salvacin. Porque, aceptada con confianza la Palabra del Verbo Encarnado y la Promesa de la Resurreccin, del Dios hecho hombre, esto deba tener, consecuentemente, un significado tambin para el cuerpo humano. Gracias al cuerpo, pues, el hombre incluso puede verse como ms imagen de Dios que los ngeles, porque el cuerpo permite la unin de las personas. En el extremo, se trata de la humanidad, que se dice de dos, hombre y mujer, como una imagen viva y fiel de Dios, que no es un Dios solitario sino comunitario. Pero, esta imagen, a su vez, es una llamada a vivir en el amor como reflejo de la vida ntima de Dios mismo. Cmo no podra ser, entonces, el matrimonio como base de la unidad de la familia?

    Podramos, por eso, completar esta reflexin con el pensamiento del Papa Benedicto XVI, cuando nos dice en Jess de Nazaret que Dios ha querido crear un mundo visible, digamos aqu, el cuerpo humano, para descubrir a travs de la

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    maravilla de su ser, al ser de Dios. Pero, ms an, ha creado el cuerpo para encontrarse con el hombre, por eso los esposos deben ser imagen de Dios para su cnyuge y los cnyuges para sus hijos, para que se encuentren con Dios. Al ltimo, todava ms, Dios ha querido al crear al cuerpo humano para establecer una alianza con los hombres en la historia concreta de sus vidas. La sexualidad, en este sentido, es la obra de Dios para establecer una alianza entre los hombres y las mujeres. O bien, por otro lado, podemos afirmar aqu lo que nos ha dicho el Papa Francisco, recientemente: Dios se ha encarnado para tener al hombre cerca de su corazn. Porque la Encarnacin del Verbo sugiere, en este plano, que Cristo es el signo elocuente de que el cuerpo no le es ajeno a Dios, de que lo humano no le es ajeno a lo divino, de que la Encarnacin es, por decirlo as, de lo ms natural a Dios, a un Dios que nos ama, que siempre nos ama, que slo nos ama. Dios ahora es carne! Esto es inaudito e incomprensible para muchos. Pero, es el camino escogido por Dios y en l est la vida.

    Por consiguiente, la pregunta inicial de quin fue realmente el hombre que se convirti en Juan Pablo II?, creo que se puede formular ahora de otro modo: Cmo no poda ser l lo que fue, si viva profundamente este misterio? Si todo el peregrinaje de su vida fue una vida de profunda oracin, de una oracin que fue contemplacin, de una contemplacin que se hunda en el insondable misterio del amor de Dios por cada uno de nosotros, cmo no pensar que viva ya en el Cielo aun en la Tierra, cuando estuvo entre nosotros? Cmo no pensar que quiz siempre estuvo mirndonos desde el balcn de quien tena puestos los ojos arriba y desde all no quera otra cosa, sino darnos la bendicin del Cielo, de la que l disfrutaba?

    Conclusin

    Porque, si no, no se entiende su continua preocupacin

    por resaltar la necesidad del amor y la misericordia, la continua pregunta de Antgona, que contest de manera abundante con innumerables escritos y gestos magnnimos. El munus regale,

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    el don de la realeza que Dios ha querido para el hombre, le llev a predicar el amor sincero de s, como el acto que ms nos engrandece. Su predicacin y su apostolado por la humanidad hay que comprenderle desde esa preciosa definicin del amor que elabor porque lo viva: amar es hacerse cargo de la vida de otro (Evangelium vitae 40 y 87).

    Pues bien, despus de esta imagen obtenida con algunas pinceladas, despus de este recorrido de reflexin y reminiscencia, que deja mucho por mencionar, podemos no obstante comprender la figura de todo Santo como aqul que se identifica visiblemente con Cristo. Finalmente, quisiera decir tambin que, si bien guardando las debidas proporciones, todos podemos afirmar algo ms de Karol Wojtya, Juan Pablo II, al igual que lo podemos hacer de Cristo: l me am a m. Juan Pablo II me am a m. sta es, al menos, mi conviccin, que empez a nacer desde el mismo da que supe de l y que, como creo fue el caso de la inmensa mayora, cuando supimos de su eleccin como Pontfice. Esta conviccin se fue haciendo, empero, ms honda, a medida que, al igual que a Jess, preguntamos: y, quin es ste, llegado de una tierra lejana? La respuesta no puede iniciarse sino con un mnimo de simpata, que despus se vuelve asombro y estupor, sin duda.

    Qu me queda decir ahora, para terminar, como alguien a quien han invitado para hablar de su experiencia personal tras un encuentro geogrfico con la vida y obra del Santo polaco, sino lo mismo que l nos dijo en aquella ocasin?: No tengis miedo, abrid de par en par las puertas de vuestro corazn a Cristo. Pero son puertas igualmente hacia el interior, donde ya est l, esperndonos, para estrecharnos con un gran abrazo. As lo entendi nuestro prximo Santo y as lo vivi. De ah el secreto de su fuerza y entereza, de ah el secreto de su amor y misericordia. Niech bdzie pochwalone Jezus Chrystus! Alabado sea Jesucristo!

    Juan Pablo II, ruega por todos nosotros! Muchas gracias.

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    Homila de la Misa de Accin de Gracias por la Canonizacin de Juan Pablo II4

    S. E. R. Mons. Christophe Pierre5

    Muy queridas hermanas y hermanos:

    Me alegra encontrarme hoy con todos ustedes celebrando la Eucarista y ofreciendo al Padre nuestra accin de gracias por el don que ha hecho a la Iglesia y al mundo en la persona del Beato Juan Pablo II, sucesor de Pedro, Pastor de la Iglesia Universal y prximamente Santo; gua indiscutible para todos, en los caminos de la fe, de la esperanza y del amor.

    Han pasado nueve aos de su regres a la casa del Padre aquel 2 de abril de 2005. Cuntos eventos inesperados y asombrosos han tenido lugar en estos aos! Y, sin embargo, para millones de personas Juan Pablo JI sigue siendo un maestro y compaero de camino que, como entonces, nos sigue iluminando con el legado de su palabra y perenne testimonio de vida.

    Tambin por ello, con el salmista podemos decir: "Te alabar, Seor, eternamente". Porque, tambin as, enviando a nuestro mundo apstoles como Juan Pablo II, se hacen progresivamente realidad aquellos "cielos nuevos" y aquella "tierra nueva", anunciados por el profeta. Esa renovacin csmica, que como atestigua el Nuevo Testamento, ha iniciado con la muerte y resurreccin de Jess, seguir su curso y tendr su cumplimiento pleno como fruto de la poderosa intervencin divina.

    En esta nuestra jubilosa celebracin, toda la liturgia de la Palabra nos habla de renovacin y alegra. El profeta Isaas vaticina y anuncia lo que Dios quiere realizar. La accin de Dios que a travs del Mesas prometido construir una sociedad

    4 Publicada en http://www.cem.org.mx/contenido/319-congreso-ss-

    juan-pablo-ii-catedra-universidad-anahuac-31-marzo.html 5 Nuncio Apostlico en Mxico-

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    nueva, porque el Espritu palpitar en todos los hombres y mujeres que escuchen la Palabra de Dios y vivan en armona' con su mensaje. Promesa que sustent la esperanza del antiguo pueblo, revelndole las dimensiones csmicas del designio divino: las tribulaciones pasadas pronto se olvidarn, porque el Seor se dispone a realizar una nueva creacin inundada de alegra.

    Un anuncio, el del profeta, en el que se entrelazan el canto del corazn de Dios y el de la humanidad. En la nueva Jerusaln se desvanecer toda tristeza y habr prosperidad, bienestar y serenidad. La obra salvfica del Seor transformar el mundo.

    Una promesa, cuyo cumplimiento se vislumbra ya de alguna manera en el episodio del Evangelio, en el que San Juan nos habla de un pagano que, acercndose a Jess, le hace una extraordinaria splica. Episodio que deja al descubierto las condiciones de la fe: confianza en la persona de Jess suficientemente firme como para resistir sus reproches y para aceptar volver a casa sin todava haber visto algn signo visible, findose nicamente en su palabra: "Vete, tu hijo ya est sano".

    Aquel da, el Maestro haba regresado a Galilea en donde fue bien acogido porque las noticias de cuanto haba hecho en Jerusaln haban llegado tambin ah. Va a Can, donde realiz el primero de sus "signos": la conversin del agua en vino. Ahora, es un funcionario de Herodes quien le suplica que baje con l a Cafarnan donde su hijo se est muriendo.

    La situacin geogrfica de Can respecto a Cafarnan explica el uso del verbo 'bajar', pero no agota su significado. Su importancia se refleja en la insistencia con la que el hombre suplica a Jess que 'baje'. l es, de suyo, el que "por nosotros los hombres y por nuestra salvacin baj del cielo". En todo caso, la fe de aquel funcionario es an demasiado imperfecta, y sin embargo no desiste, y como respuesta a su desesperada invocacin, el Seor le ofrece la palabra que da vida.

    "Vete, tu hijo ya est sano". Palabra que da vida pero exigiendo la fe. Palabra, que si creda y obedecida, encierra un milagro, como sucedi al funcionario, que al alejarse de Jess

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    llevaba consigo, resonando en su corazn, la palabra que l le haba dicho: "Vete tu hijo ya est sano". Esta palabra, su nica esperanza, acompaaba y sostena sus pasos de regreso a casa, desde donde mientras tanto vinieron a su encuentro los siervos, que llenos de alegra le dieron la certeza que esperaba con las mismas palabras de Jess: "Tu hijo ya est sano". Y, entonces, "crey".

    Creer en la Palabra, hermanas y hermanos es dejarla que se conviel1a en luz y alimento para el camino hacia la promesa; es permitir que nos diga adnde debemos ir y cmo debemos caminar, quin nos espera y qu quiere de nosotros. Un creer, que no es solo "creer en Jess", sino tambin un "creerle a Jess", aceptando, sin "peros" ni condiciones, su palabra.

    Jess es esa Palabra: la Palabra viviente de Dios. Y por ello, amigas y amigos, para quienes creemos verdaderamente en l, la ciencia ms eminente es lograr conocerlo a fondo; y la alegra ms profunda es revelar a todos las insondables riquezas de su amor. Conocer y amar a Cristo para hacerlo conocer y amar. Es esta la dicha y la ms bella tarea que tenemos los creyentes. Una verdad de la que nuestro amado Juan Pablo II fue testigo, ejemplo y maestro.

    Todos sabemos qu fue lo que Juan Pablo II contempl al inicio de su pontificado: Un mundo poblado por millones de personas acosadas por el miedo, en busca de razones de vida y esperanza. Y para ellas fueron sus primeras y profticas palabras: "No tengan miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad!" -dijo-o "No teman! Abran, ms todava, abran de par en par las puertas a Cristo! A bran a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas econmicos y los polticos, los extensos campos de la cultura, de la civilizacin y del desarrollo. No tengan miedo! Cristo conoce lo que hay dentro del hombre (...). Permitan, pues, -se los ruego, se los imploro con humildad y con confianza-, permitan que Cristo hable al hombre. Slo l tiene palabras de vida, s, de vida eterna! (22.10.1978, n. 5).

    "Abran las puertas! " suplicaba el Papa. Abran las puertas de la mente, del corazn, del alma -como el funcionario ante Jess-; branlas al don de la fe. A una fe vivida, gozosa,

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    militante, comprometida, irradiadora: precisamente como la que l mismo hizo vida, tambin en el calvario y hasta la muerte, sin nunca bajarse de la Cruz. S! Juan Pablo II, a semejanza de su amada Santa Mara, ha sido grande en su fe.

    Junto con ello, ms an derivada de su fe, una de las caractersticas ms bellas del Papa Juan Pablo II, que muchos pudimos contemplar en muchas ocasiones, fue su capacidad de orar, y de orar profundamente. Una caracterstica clave para entender el porqu de su innegable influencia en el mundo. l fue un hombre de Dios sumergido en el Misterio.

    Cuantas veces, a travs de la televisin nos fueron compartidas las imgenes de muchos de sus momentos privados, arrodillado, en oracin, en pleno contacto con Dios, vacindose de s mismo para dejar que el espritu lo llenara y para, luego, ponerse de pie con renovada energa, y lanzarse a la accin. As, su vida y su pontificado fueron recorridos con la pasin de presentar al mundo entero la fe que l vivi, y la consoladora y entusiasmante grandeza de la misericordia de Dios.

    He ah su secreto. He ah el motivo por el cual Juan Pablo U fue lo que fue y es lo que ahora es. "En la raz de su incansable accin apostlica est claramente la intensidad y la profundidad de la oracin" -deca el cardenal Camilo Ruini al conmemorar el 30 aniversario de la eleccin de Juan Pablo II-. "En l, la oracin y la accin estaban ntimamente conectadas: era un hombre que viva de cara a Dios y que actuaba tratando siempre de interpretar la voluntad de Dios".

    Pero si Juan Pablo II viva permanente y profundamente unido a Dios en la oracin, esta unin no lo apartaba, ms an, lo una ms estrechamente tambin a cada persona humana en quien vea la imagen de Dios y a la que am, defendi y ense. Su amor y preocupacin por la humanidad, siempre amenazada, lo llev a realizar una titnica accin para evitar las guerras y restablecer la paz, para asegurar a los pueblos ms pobres una esperanza de vida y desarrollo, para defender la dignidad sagrada de toda existencia humana, desde su concepcin hasta su fin natural.

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    "El hombre -escribi el Papa-, no puede vivir sin amor. l permanece para s mismo un ser incomprensible, su vida est privada de sentido si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en l vivamente (...). El hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a s mismo -no solamente segn criterios y medidas del propio ser inmediatos, parciales, a veces superficiales e incluso aparentes-debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo. Debe, por decirlo as, entrar en l con todo su ser" (RH10).

    Muy queridas hermanas y hermanos. Recibiendo a Juan Pablo II en cinco ocasiones, el pueblo mexicano tuvo la dicha inmensa de mirarlo transitar por las calles de sus ciudades, de escuchar su palabra, de acoger su testimonio de vida, de fe y de amor. Su presencia sacudi el alma de todos, y su humildad y devocin particularmente profunda a Santa Mara de Guadalupe, los cautiv profundamente.

    El tiempo ha transcurrido. Sin embargo, en nuestros corazones han quedado grabadas aquellas sus palabras pronunciadas ante la Bendita Imagen de Nuestra Seora de Guadalupe: "Me voy, pero no me voy. Me voy pero no me ausento; pues aunque me voy, de corazn me quedo!". Efectivamente, sabemos que desde la comunin de los Santos, l est verdaderamente con nosotros invitndonos a hacer memoria existencial de sus mensajes, sin miedos ni temores. "Podemos estar seguros -deca el entonces Cardenal Ratzinger, en el funeral de Juan Pablo II-, de que nuestro querido Papa ahora est en la ventana de la casa del Padre, nos ve y nos bendice". Esta es nuestra certeza y por ello damos gracias al Seor con todo el corazn. Estamos seguros que junto a Santa Mara de Guadalupe est tambin Juan Pablo II favorecindonos con su intercesin.

    El funcionario del evangelio "crey en la Palabra que le haba dicho Jess y se puso en camino". Creamos tambin nosotros y pongmonos en camino! Que esta nuestra celebracin y la ya prxima canonizacin de los amados pontfices Juan Pablo II y Juan XXIII, nos impulse a releer el

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    Evangelio, proponindonos entender lo que Jess nos dice y nuestros nuevos Santos nos repiten permanente con su palabra y testimonio. Dejmonos evangelizar, para que tambin nosotros nos decidamos a ser ms y ms convencidos, entusiastas, crebles y eficaces evangelizadores de los dems; de modo que tambin ellos, encontrando a Cristo y escuchando, creyendo y obedeciendo su palabra, en l tengan vida; vida en plenitud.

    As sea.

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    Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Familia El Instituto Juan Pablo II es la respuesta y solucin ante

    los desafos y problemas que Familia y Matrimonio encuentran en nuestros das, ciertamente tiempos de crisis pero tambin tiempos de profunda esperanza.

    En el Instituto contamos con una larga experiencia y tenemos como fundador al mismo Papa Juan Pablo II, que despus de una larga reflexin y experiencia como pastor erigi el Instituto en Roma el 13 de mayo de 1981.

    El Matrimonio y la Familia constituyen realidades fundamentales de nuestro tiempo y junto a ellas, otras como la sexualidad, el amor y la mujer; el Instituto ofrece la preparacin adecuada para una vida profesional dedicada al apoyo y atencin de las familias y constituye un trampoln privilegiado para trabajar por una sociedad ms justa y humana que reconozca el puesto y papel esencial de ambos: Matrimonio y Familia como la base y cimiento ms slidos del mundo de hoy.

    La Familia est pasando por profundas trasformaciones y todo ello se convierte en un ambicioso objeto de estudio y de trabajo profesional en mltiples reas. El Instituto tiene la ventaja de abordar toda la realidad matrimonial y familiar desde una visin interdisciplinaria que incluye la pedagoga, con la consciencia de que el hombre es persona; la psicologa, sin olvidar la dimensin relacional y familiar del individuo; el derecho, conscientes de que la familia es de por s sujeto de derecho; la medicina, conociendo los aspectos relacionados con la procreacin y la dimensin biolgica humana y sus consecuencias ticas.

    Y todo estudio se centra una antropologa fundada en la comunin de personas que deriva una comprensin integral del ser humano en sintona con el plan de Dios para el hombre.

    Con esta visin completa e integral, el Instituto Juan Pablo II est convencido de la prioridad que se debe dar a la Familia:

    como comunidad de amor y de solidaridad por excelencia

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    como lugar de encuentro y alianza entre los hombres

    como principal recurso con que cuenta nuestra sociedad

    El Instituto es una gran comunidad internacional y tiene su Sede Central en Roma, en la Universidad Lateranense, est presente tambin en Espaa, Zambia, Benn, Brasil, Corea, Australia, India y Estados Unidos; su presidente internacional es Mons. Livio Melina, autor de varias obras sobre el Matrimonio y la Familia. En Mxico comenz en 1992 con las sedes de Guadalajara, Mxico y Monterrey y tiene ms de veinte aos formando profesionales comprometidos con programas de licenciatura, maestra y diplomados con el fin de colaborar eficazmente en una cultura de la Familia en y para Mxico. Actualmente el Instituto est presente tambin en Len, Mrida, Puebla y Quertaro.

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    JUAN PABLO II SANTO

    se public en formato electrnico con motivo de la Canonizacin de los Papas Juan Pablo II y Juan XXIII

    el 27 de abril de 2014, en el Pontificio Instituto Juan Pablo II para la Familia,

    Universidad Anhuac Mxico Norte, Edificio de Posgrado Planta Baja Av. Lomas Anhuac # 46 Col. Lomas Anhuac C. P. 52786Huixquilucan, Estado de Mxico.

    www.familia.edu.mx

    Se utiliz la fuente tipogrfica Gandhi Serif.

    Informes:

    Mtro. Miguel Santiago Flores Coln Telfono (55) 53 28 80 80 ext. 7877

    [email protected]