karl polanyi

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 SO RE L F E E N E L  ETERMINISMO ECONÓMICO Karl Polanyi Mi tesis fundamental cs:  El determinismo económico fue, sobre todo, un fenómeno del siglo X X que ya no funciona en casi ningún lugar del mundo; sólo fue efectivo bajo la forma de un sistema de mercado, que rápidamente está desapare- ciendo en Europa; b El sistema de mercado distorsionó violentamente nuestros puntos de vista sobre l hombre  la sociedad; e Estos puntos de vista distorsionados constituyen uno de los princi- pales obstáculos p ra la solución de los problemas de nuestra civilización. Definición de la fase actual de nuestra civilización Para un historiador no sería dificil definir la fase a la que hemos llegado.  Traducciónde  ur Pagaldar. 231

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Sobre la fe en el determinismo ecconómico

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  • SOBRE LA FE EN EL DETERMINISMOECONMICO

    Karl Polanyi*

    Mi tesis fundamental cs:

    a) El determinismo econmico fue, sobre todo, un fenmeno del sigloXIX, que ya no funciona en casi ningn lugar del mundo; slo fue efectivobajo la forma de un sistema de mercado, que rpidamente est desapare-ciendo en Europa;

    b) El sistema de mercado distorsion violentamente nuestros puntos devista sobre el hombre y la sociedad;

    e) Estos puntos de vista distorsionados constituyen uno de los princi-pales obstculos para la solucin de los problemas de nuestra civilizacin.

    Definicin de la fase actual de nuestra civilizacin

    Para un historiador no sera dificil definir la fase a la que hemos llegado.

    "Traduccin de Laura Pagaldar.

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  • TRADUCCIONES

    El periodo se denomina civilizacin industrial. Transcurrida ya la primerafase del mismo, nos encontramos en la segunda. La poca mecanicista, ocivilizacin industrial, que comenz all por el siglo XVIII, est an muylejos de su fin. Su primera fase ha recibido distintos nombres, como capi-talismo liberal o economa de mercado; la segunda fase se conocer conalgn otro nombre, que todava ignoramos. La cuestin es distinguir entreel aspecto "tecnolgico" que engloba toda la poca mecanicista o civiliza-cin industrial y el aspecto sociolgico que diferencia la fase primera dela fase que est an por llegar.

    La situacin actual del hombre puede describirse en trminos sencillos.La Revolucin Industrial de hace 150 aos introdujo una civilizacin detipo tecnolgico. La humanidad puede que no sobreviva al cambio; lasmquinas pueden an destruir al hombre; nadie puede juzgar, a la larga,si el hombre y las mquinas sern compatibles. Pero como la civilizacinindustrial no puede ni quiere ser rechazada, debe solucionarse su adapta-cin a los requerimientos de la existencia humana, si partimos del hechode que la humanidad continuar.

    En trminos de sentido comn, diremos que esta adaptacin constituyeel tema central de nuestras preocupaciones. Mientras, como ya hemos vis-to, la primera fase de la nueva civilizacin ha quedado atrs. Implicabauna organizacin social peculiar que obtuvo su nombre de su institucincentral, el mercado. Actualmente, en la mayor parte del mundo esta eco-nomia de mercado est desapareciendo. Sin embargo, la visin sobre elhombre y la sociedad que hemos recibido de la primera fase, persiste, yobstaculiza nuestros intentos de incorporar las mquinas a la estructurade una existencia humana estable.

    La civilizacin industrial dio al traste con los rasgos caractersticos delser humano. La mquina interfiri en el equilibrio ntimo establecido entreel hombre, la naturaleza y el trabajo. Independientemente de que nuestrosantepasados anduvieran por los rboles o se escondieran en cavernas, hayun hecho que prevalece y es que tan slo hace unas pocas generacionesque nuestro hbitat se ha visto fsicamente separado de la naturaleza.Aunque a veces el pecado de Adn hiciera del trabajo una maldicin, nun-ca amenaz con reducir nuestras horas de vigilia a movimientos mecni-

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    No obstante, como vemos, la situacin actual del hombre est detcrmi-nada por un hecho adicional, no tecnolgico, sino de orden social. Ya quela principal dificultad del hombre para tratar de vencer el problema deuna civilizacin industrial surge del legado intelectual y emocional de laeconoma de mercado, de esa fase de la civilizacin en el planeta, su he-rencia fatdica es la creenca en la determnacin econmica.

    Con lo cual nuestra situacin es de lo ms peculiar. En el sglo XIX lamquina impuso una forma de organizacin social sin precedentes, unaeconomia de mercado, que result no ser ms que un episodio. Aunquetan incisiva fue la experiencia que nuestras nociones actuales derivan casitodas de ese corto periodo.

    En mi opinin, los puntos de vista sobre el hombre y la sociedad deri-vados de las condiciones del siglo XIX fueron fantsticos; fueron el resul-tado de un trauma moral tan violento en su impacto mental y anmicocomo la mquina con respecto a la naturaleza. Estos puntos de vista sebasaban en gran medida en la conviccin de que el incentivo humano po-dria clasificarse como "material" e "ideal" y que en la vida cotidiana elhombre acta principalmente motvado por el primero.

    Esta proposicin, por supuesto, era cierta con respecto a una economiade mercado. Pero slo con respeto a este tipo de economa. Si el trmino"econmico" se utiliza como sinnimo de "relativo a produccin", mante-nemos que no existen motivos humanos que sean intrinsecamente "econ-micos"; y que de los as llamados motivos "econmicos" habra que decirque los sistemas econmicos no estn normalmente basados en ellos.

    Puede sonar paradjico. Sin embargo, la visin contraria, como ya he-mos dicho, sera simplemente el reflejo de las condiciones peculiares queexistieron durante el siglo XX.

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  • TRADUCCIONES

    La ilusin de los motivos "econmicos"

    Ahora, y muy a mi pesar, me veo obligado a perturbar vuestra delicadezaintelectual y pasar a discutir sobre economa poltica. No obstante, me li-mitar a dirigir la atencin sobre los duros perfiles del sstema econmicodel siglo XIX, el denominado economa de mercado. Bajo este tipo de sis-tema uno no puede existir a no ser que compre productos de consumo enel mercado con la ayuda de los ingresos que obtiene al vender otros pro-ductos en ese mercado. El hombre "ingreso" vara segn lo que ofrezca-mos vender: el precio del uso de la mano de obra se denomina salario; elprecio del uso de la tierra, renta; el del capital, inters; el ingreso denomi-nado "beneficio" procede de la venta de bienes que alcanza un precio msalto que el de los bienes que se necesitan para producirlo, dejando as unmargen que constituye el ingreso del "capitalista". As, por tanto, las ven-tas producen ingreso y todos los ingresos proceden de las ventas. In-cidentalmente, se est protegiendo la produccin, y los bienes de los con-sumidores producidos a lo largo del ao se distribuyen entre los miembrosde la comunidad con ayuda de los ingresos que han obtenido. Un tipo desistema as no puede fallar, siempre y cuando cada miembro de la comu-nidad tenga un motivo vlido que le induzca a conseguir un ingreso.

    Este tipo de motivo existe de hecho en el sistema: es el hambre o suespectro para aqullos que venden el uso de su mano de obra, y el lucropara aqullos que venden el del capital, o la tierra o el obtener beneficiospor la venta de otros productos. Grosso modo, uno es el motivo de la cla-se empleada; el otro, de los que emplean. Debido a que estos dos motivosaseguran la produccin de bienes materiales nos hemos habituado a deno-minarles motivos "econmicos".

    Recapacitemos. Hay algo intrnsecamente econmico en estos moti-vos, en el sentido en que hablamos de motivos religiosos o estticos basa-,dos en experiencias religiosas o estticas? Hay algo sobre el hambre osobre el lucro o sobre el juego que pueden tener sus atractivos, aunque re-petimos que la atraccin no sea intrnsecamente "econmica"? En otras

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    palabras, la conexin entre estas sensaciones y la actividad de produccinno es inherente a las sensaciones sino que depende de la organizacin so-cial. Bajo la organizacin de mercado, como hemos visto, este tipo de co-nexin existe definitivamente: hambre y lucro estn unidos aqu, gracias aesa organizacin, con la produccin. Esto explica por qu, en un sistemade mercado, llamamos a estos motivos "econmicos". Pero qu pasa conotras organizaciones sociales distintas de la economia de mercado? Tam-bin encontramos aqu que el hambre y el lucro estn ligados a activida-des productivas sin las cuales la sociedad no podr existir? La respues-ta es, rotundamente, no. Encontramos, como norma, que la organizacinde produccin en la sociedad humana es de tal forma que los motivos dehambre y lucro no tienen cabida; y sin embargo, en aquellas situacionesen que el motivo hambre se encuentra conectado con actividades producti-vas, lo vemos mezclado con otros motivos bsicos. A esta mezcla de mo-tivos nos referimos cuando hablamos de motivos sociales, la clase de in-centivos que nos hace estar de acuerdo con el comportamiento aprobado.

    Si examinamos la historia de la civilizacin humana nos encontramoscon que el hombre no acta como defensor de su inters individual sinoms bien como asegurador de su posicin social, de sus reivindicacionessociales, de sus activos sociales. Valora los bienes materiales fundamen-talmente como medios para este fin. La economa del hombre, en general,est supeditada a su relacin social. Algunos se preguntarn en qu he-chos me baso para tales aseveraciones. En primer lugar, estn los resulta-dos antroplogos sociales en el campo de las economas primitivas. Des-tacan dos nombres, Bronislaw Malinowski y Richard Thumwald. Juntocon otros investigadores descubrieron hechos fundamentales sobre el lu-gar del sistema productivo econmico de la sociedad.

    No resulta evidente ni el egosmo salvaje, ni la propensin al trueque ocambio, ni la tendencia a atenderse esencialmente a si mismo. Igualmentedesacreditada resulta la leyenda de la psicologa comunista del "salvaje",su supuesta falta de apreciacin de su inters personal separado, etctera.Lo cierto es que el hombre ha variado muy poco a lo largo de la historia.Si tomamos las instituciones no separadamente sino interrelacionadas, ve-mos que el hombre acta de forma comprensible para nosotros. Sin em-

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  • TRADUCCIONES

    bargo, en general el sistema productivo o econmico est diseado de talforma que ningn individuo se mueve por hambre (o ante la amenaza delhambre) para participar en la produccin. Su participacin en los recur-sos de alimentos comunes est asegurada para l independientemente desu contribucin a los esfuerzos productivos de la comunidad.

    He aqui unas referencias. En el sistema de tierras cercadas de loscafres "la indigencia es imposible: cualquiera que necesite ayuda la recibeincuestionablemcnte" (L. P. Mair, Un pueblo africano en el siglo XX,1934). Ningn Kwakintl "ha corrido jams el mnimo riesgo de pasarhambre" (E. M. Loeb, La distribucin y funcin del dinero en socieda-des primitivas, 1936). O esta otra: "No existe la inanicin en sociedadesque viven sobre bases de subsistencia" (H. J. Herskevts, La vida econ-mica de los primitivos, 1940). En general, el individuo de sociedades pri-mitivas no se ve amenazado por el hambre a no ser que la comunidad ensu totalidad se halle en situacin dificil. Es justamente la ausencia de laamenaza del hambre individual lo que hace a las sociedades primitivas, enun sentido, ms humanas que las del siglo XIX, y al mismo tiempo menosrentables. Puede aplicarse lo mismo para el estimulo del lucro individual."El hecho caracteristico de las economas primitivas es la falta de deseode obtener beneficios de la produccin o del intercambio" (R. Thumwald,La economa de las comunidades primitivas, 1932). "El lucro, que cons-tituye a menudo el estmulo para el trabajador en comunidades ms avan-zadas, jams acta eomo impulso de trabajo en las condiciones nativasoriginales" (B. Malinowski, Argonautas del Pacfico Occidental, 1930)."No encontramos en ninguna sociedad primitiva aislada que el trabajomanual se asocie con la idea de pago" (Lowie, "Organizacin social",E S. Se., vol. XIV).

    El mercado, un episodio histrico

    En segundo lugar, hay una continuidad sin interrupcin de la sociedad

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    primitiva con los tipos civilizados de sociedad. Ya sea en la antigua civili-zacin desptica, en la sociedad feudal, en las ciudades-estados, en las so-ciedades urbanas medievales, en las sociedades mercantiles o en el sistemaregulador de la Europa Occidental del siglo XVIII, en todas nos encontra-mos con el sistema econmico inmerso en el sistema social. Con indepen-dencia de que los motivos reales se clasifiquen como costumbres cvicas otradicin, deber o compromiso, observancia religiosa, lealtad poltica,obligacin legal o regulacin administrativa, dictadas por el Estado, mu-nicipio o cabildo, no cambia la cuestin. Ni el hambre ni el beneficio, sinoel orgullo y el prestigio, el rango y el status, el reconocimiento pblico yla reputacin privada proporcionan los incentivos para la participacin in-dividual en la produccin. El temor a sufrir penurias materiales, el incen-tivo del lucro o beneficio no tienen por qu estar ausentes. Los mercadosse hallan ampliamente extendidos bajo todo tipo de civilizacin humana yel oficio de mercader es tambin bastante general. Adems, los mercadosson sitios de comercio y de los comerciantes lgicamente se espera queacten por motivos de lucro. Pero los mercados son simples "guetos" queno se conectan dentro de una economa. Nunca antes del siglo XlX losmercados fueron dominantes en la sociedad.

    En tercer lugar, est la brusquedad con que se produce la transforma-cin. No es una cuestin de grado sino de calidad. Se indujo una reaccinen cadena y la inofensiva institucin del mercado desencaden una explo-sin sociolgica. Al transformarse la mano de obra y la tierra en bienesde consumo, el hombre y la naturaleza se sometieron al mecanismo ofer-ta-demanda-precio. Signific la subordinacin de toda la sociedad a lainstitucin del mercado. En lugar de ser el sistema econmico quien se ha-llaba inmerso en las relaciones sociales, eran stas las que se encontrabanahora inmersas en aqul.

    En lugar de ser los ingresos consecuencia del rango y el status, eranahora el rango y el status quienes venan determinados por los ingresos.La relacin entre status y contractus se inverta -tomando esta ltima ellugar de la primera en todas partes. Hablar simplemente de una "influen-cia" ejercida por el factor econmico sobre la estratificacin social fue ungrave error. Los lados de un tringulo no "influan, estrictamente hablan-

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  • TRADUCCIONES

    do, sobre los ngulos, sino que los determinaban". El funcionamiento deuna sociedad capitalista no estaba simplemente "influida" por el mecanis-mo de mercado, sino que ste lo determinaba.

    En ese momento las clases sociales coincidian con la "oferta" y la "de-manda" en el mercado de la mano de obra, la tierra, el capital, etctera.Adems, debido al hecho de que ninguna comunidad humana puede existirsin un aparato productivo funcional, todas las instituciones en la sociedaddeben ajustarse a los requerimientos de ese aparato. El matrimonio y laeducacin de los hijos, la organizacin de la ciencia y la educacin, dela religin y las artes, el elegir la profesin, las formas de vida, las formasde compromiso, incluso a niveles de esttica de la vida cotidiana, debenestar moldeadas segn las necesidades del sistema. Aqu apareci "la so-ciedad econmica"! En este punto podra decirse con seguridad que la so-ciedad estaba determinada por lo econmico. Y lo que es ms importante,nuestros puntos de vista sobre el hombre y la sociedad se tenan que ajus-tar violentamente al tipo ms artificial de todos los entramados sociales.En un tiempo increiblemente corto los puntos de vista ms fantsticos dela condicin humana se hicieron vigentes y alcanzaron el status de axio-mas. Os lo explico.

    Las actividades cotidianas de hombres y mujeres, en un seutido lgico,se hallan en gran parte relacionadas con la produccin de bienes materia-les. Como, en principio, el motivo nico de todas estas actividades no erani el miedo al hambre ni el afn de lucro, resto de los motivos y se lesconsider como los incentivos normales del hombre en sus actividades co-tidianas. Los dems incentivos, como el honor, el orgullo, la solidaridad,las obligaciones cvicas, los deberes morales o simplemente un sentido co-mn de la decencia se consideraron como motivos no relacionados con lavida diaria, y ms bien asociados con una naturaleza poco comn y msesotrica, fatdicamente resumidos bajo el epgrafe "ideal". Se supuso alhombre formado por dos componentes: los asociados con el hambre y ellucro y los relacionados con la piedad, el deber y el honor. Los primerosse consideraron "materiales", los segundos "ideales". Las actividades pro-ductivas se clasificaron incuestionablemente como materiales. El hombre,al depender estrictamente de los medios de subsistencia, desemboc en

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    una moralidad materialista. Todos los intentos por corregirlo en la prcti-ca se hallaban abocados al fracaso, ya que en este momento intentabanabogar por una moralidad "idealista" ignalmente ficticia. Esta es la fuentede ese fatdico divorcio entre lo material y lo ideal qne es el punto crucialde toda nuestra antropologa prctica: en lugar de los "motivos eclcticos"en los cuales el hombre se identifica consigo mismo, se transform en unsupuesto hombre dividido "material" e "ideal". El dualismo paulatino decarne y espiritu fue simplemente una propuesta de la antropologa teol-

    .gica. Tena muy poco que ver con el materialismo. En la economia demercado la sociedad humana se organiz sobre lneas dualistas: la vidacotidiana sobre la lnea material, los dominios sobre lo ideal.

    Ahora bien, si esta definicin del hombre fuese cierta, cada una de lassociedades humanas tendra que tener un sistema econmico distinto, ba-sado en "motivos econmicos", al igual que los existentes en la sociedaddecimonnica. Por esto es por lo que la visin mercantilista del hombre estambin una visin mercantilista de la sociedad. Bajo la influencia de lascondiciones del siglo XIX pareca obvio que deberian existir institucioneseconmicas separadas y distintas. El que el sistema econmico est "in-crustado" en las relaciones sociales significa precisamente esto.

    Tal situacin explica la creencia actual en el determinismo econmico.Dondequiera que haya un sistema de economa separado, los requerimien-tos de tal sistema determinarn todas las dems instituciones de la socie-dad. No existe alternativa posible, ya que la dependencia del hombre delos bienes materiales no lo permite. Que el determinismo econmico fuerala caracterstica de la sociedad decimonnica se debi exactamente a queen esa sociedad el sistema econmico era separado y distinto del resto dela sociedad y se basaba en una serie exclusiva de motivos ~hambre ylucro.

    Algunas conclusiones

    Permitidme llegar a algunas conclusiones. La labor de ajustar la organiza-

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    cin de la vida a la realidad de una civilizacin industrial todava nosconcierne Nuestras relaciones con el hombre, el trabajo y la naturalezatienen que rcmodelarse. La bomba atmica ha hecho que el problema,simplemente, sea ms urgente.

    La civilizacin que buscamos es una civilizacin industrial en la quese satisfagan los requerimientos de la vida humana. La organizacin mer-cantil de la sociedad ha fracasado. Se est desarrollando alguna otra orga-nizacin Es una labor tremenda integrar a la sociedad en un nuevo cami-no. Es el problema de una nueva civilizacin.

    Pero no nos dejemos intimidar por la pesadilla del determinismo econ-mICO. No nos dejemos engaar por la idea de que la naturaleza del hom-bre cs pobre y cruel: la falacia dualista, segn la cual los incentivos sobrelos que se organiza la produccin surgen de una clase de motivos, y losincentivos sobre los que se fundamentan el esfuerzo comunitario, los ciu-dadanos ejemplares y cl alto logro politico derivan de otra clase diferentede motivos.

    No imaginemos que cl sistema econmico debe limitar los logros denuestros ideales en la sociedad. Solamente la sociedad que se halla in-mersa en el mercado est determinada por el sistema econmico. Ningunaotra sociedad lo est.

    Analicemos el problema de la libertad. Gran parte de la libertad queamamos -las libertades civiles, la libertad de discurso, etctera~- fueronproducto del capitalismo. NecesItan desaparecer de l? No, en absoluto.El imaginar esto es simplemente una Ilusin del determinismo econmico-que es vlido slo en una sociedad de mercado. El temor de Hayck a laservidumbre es la aplicacin ilgica del determinismo econmico a unaeconoma no mercantilista. Podemos tener ms libertades cvicas -y porsupuesto extender las libertades cvicas al campo industrial.

    Tambin el Sr. Burnham ha profetizado ampliamente sobre lneas su-puestamente marxistas, sobre la clase que debe dirigir, etctera. Todo ellobasado en las lneas del determinismo econmico. Sin embargo, asume elfinal de la economa-mercado, la nica en que este determinismo existe

    El lasciate ogni speranza dcl determinismo econmico queda atrs. Alliberarse de la esclavitud al mercado, el bombre tambin consigue una Ii-

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  • ESTUDIOS POLTICOS, HM. 15, CUARTA POCA, MAYO.AGOSTO, 1997

    bertad ms importante, su imaginacin es de nuevo libre para crear y mo-delar su sociedad, seguro de si mismo y con la confianza de que puedeposeer toda la libertad que necesita para planificar, organizar y salva-guardar.

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