la constitucion ontologica de la persona segun juan pablo ii (1)

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Carlos Alberto Rodríguez Ramírez La constitución ontológica de la Persona según Juan Pablo II Summary: In his work as a philosopher John Paulll has written serious studies about the onto- logy of human persono Precisely, this paper analy- zes some of those reflections. The author explains the main components of human nature, the impor- tance of action as an integrated and moralizing element, and the aim of human acts as transcen- dence to God. Resumen: En su labor de filósofo Juan Pablo II ha realizado serios estudios sobre la ontología de la persona humana, precisamente este artículo pretende exponer algunas de sus reflexiones al respecto. Se analiza como el autor explica los principales componentes de la naturaleza humana, la importancia que le da a la acción como elemen- to integrador y moralizante, y la finalidad de los actos humanos como trascendencia hacia Dios. Después de muchos siglos de desarrollo de la es- pecie humana, siguen surgiendo gran cantidad de interrogantes sobre sí misma, incluso aún no se han respondido algunas preguntas que se plantearon en los albores de esta especie. Por eso, no deja de ser sorprendente que el ser humano, que es quien inte- rroga a lo que le rodea y con frecuencia obtiene res- puestas muy satisfactorias, como lo demuestra el progreso científico y tecnológico;' cuando se refiere a sí mismo por sí mismo, es un misterio, continúa con más preguntas que respuestas. Así, paradójicamente el ser humano ha llegado a niveles muy altos en cuanto el saber, pero tam- bién ha llegado a tener una crisis de identidad, donde como persona es lo más cercano a sí mis- mo, pero al mismo tiempo permanece como una incógnita para sí. En ese sentido, la antropología filosófica adquiere gran relevancia en el actual mo- mento histórico, cuando más que nunca se plantea el significado de la existencia del ser humano. Den- tro de esta compleja coyuntura actual, nos encon- tramos con un planteamiento antropológico clara- mente definido, del actual jerarca de la Iglesia Ca- tólica, Juan Pablo Il, quien ha realizado serias in- vestigaciones en el campo filosófico,' especialmen- te en la ética y la antropología filosófica en su ca- rácter de filósofo más que de religioso. En ese sen- tido, expondremos algunas de sus ideas a! respecto. 1. La Persona como unidad psicosomática en Juan Pablo 11 Según este autor, al hablar del ser humano nos referimos en primera instancia a su cuerpo. La inte- ligencia se da por un cuerpo y a través de un cuerpo. De acuerdo con Juan Pablo Il, lo primero que capta- mos del hombre es su constitución somática, es de- cir, el cuerpo humano, que "es materia!, es una rea- lidad visible, que es accesible a los sentidos; el acce- so se tiene principalmente desde el "exterior" ...".3 Con el uso del término soma, según Juan Pablo 11,no sólo nos referimos a lo exterior de la persona, sino también al organismo que hace referencia, "al sistema y al funcionamiento conjunto de todos los órganos corporales"." Así tenemos que el soma tiene un aspecto externo, que es la forma del cuerpo y un aspecto interno, que se refiere a! organismo humano. Juan Pablo Il se refiere, en uno de sus discur- sos, a la importancia que tiene el cuerpo en la for- mación del concepto de persona, cuando nos dice: Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVI (88/89), 313-320,1998

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Page 1: La Constitucion Ontologica de La Persona Segun Juan Pablo II (1)

Carlos Alberto Rodríguez Ramírez

La constitución ontológica de la Personasegún Juan Pablo II

Summary: In his work as a philosopher JohnPaulll has written serious studies about the onto-logy of human persono Precisely, this paper analy-zes some of those reflections. The author explainsthe main components of human nature, the impor-tance of action as an integrated and moralizingelement, and the aim of human acts as transcen-dence to God.

Resumen: En su labor de filósofo Juan PabloII ha realizado serios estudios sobre la ontologíade la persona humana, precisamente este artículopretende exponer algunas de sus reflexiones alrespecto. Se analiza como el autor explica losprincipales componentes de la naturaleza humana,la importancia que le da a la acción como elemen-to integrador y moralizante, y la finalidad de losactos humanos como trascendencia hacia Dios.

Después de muchos siglos de desarrollo de la es-pecie humana, siguen surgiendo gran cantidad deinterrogantes sobre sí misma, incluso aún no se hanrespondido algunas preguntas que se plantearon enlos albores de esta especie. Por eso, no deja de sersorprendente que el ser humano, que es quien inte-rrogaa lo que le rodea y con frecuencia obtiene res-puestas muy satisfactorias, como lo demuestra elprogreso científico y tecnológico;' cuando se refierea sí mismo por sí mismo, es un misterio, continúacon más preguntas que respuestas.

Así, paradójicamente el ser humano ha llegadoa niveles muy altos en cuanto el saber, pero tam-bién ha llegado a tener una crisis de identidad,donde como persona es lo más cercano a sí mis-mo, pero al mismo tiempo permanece como una

incógnita para sí. En ese sentido, la antropologíafilosófica adquiere gran relevancia en el actual mo-mento histórico, cuando más que nunca se planteael significado de la existencia del ser humano. Den-tro de esta compleja coyuntura actual, nos encon-tramos con un planteamiento antropológico clara-mente definido, del actual jerarca de la Iglesia Ca-tólica, Juan Pablo Il, quien ha realizado serias in-vestigaciones en el campo filosófico,' especialmen-te en la ética y la antropología filosófica en su ca-rácter de filósofo más que de religioso. En ese sen-tido, expondremos algunas de sus ideas a! respecto.

1. La Persona como unidad psicosomáticaen Juan Pablo 11

Según este autor, al hablar del ser humano nosreferimos en primera instancia a su cuerpo. La inte-ligencia se da por un cuerpo y a través de un cuerpo.De acuerdo con Juan Pablo Il, lo primero que capta-mos del hombre es su constitución somática, es de-cir, el cuerpo humano, que "es materia!, es una rea-lidad visible, que es accesible a los sentidos; el acce-so se tiene principalmente desde el "exterior" ...".3

Con el uso del término soma, según Juan Pablo11,no sólo nos referimos a lo exterior de la persona,sino también al organismo que hace referencia, "alsistema y al funcionamiento conjunto de todos losórganos corporales"." Así tenemos que el soma tieneun aspecto externo, que es la forma del cuerpo y unaspecto interno, que se refiere a! organismo humano.

Juan Pablo Il se refiere, en uno de sus discur-sos, a la importancia que tiene el cuerpo en la for-mación del concepto de persona, cuando nos dice:

Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XXXVI (88/89), 313-320,1998

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"Si la descripciónoriginariade la concienciahumana, saca-da del texto Yahvista, comprende en el conjunto del relatotambién al cuerpo, se encierra como el primer testimoniodel descubrimientode la propia capacidad (e incluso comose ha dicho, la percepcióndel significadodel propio cuerpohumano), todo esto se revela, basándose no en algún análi-sis primordialmetafísico,sino en una concreta subjetividadbastanteclara del hombre.El hombre es sujeto no sólo porautoconciencia y autodeterminación, sino también a basede su propiocuerpo.La estructurade este cuerpoes tal, quele permite ser el autorde una actividadpuramentehumana.En esta actividadel cuerpoexpresa la persona".'

Pero el ser humano no sólo es cuerpo o soma.Existe en él otro elemento esencial que lo tras-ciende a niveles superiores en la escala de la evo-lución: la psique. La unión de estos elementos leda características apropiadas de persona a esecuerpo humano, es decir, el ser humano se consti-tuye como una unidad psicosomática.

El conocimiento y la experiencia que tiene elhombre sobre la realidad exterior a sí mismo im-plica siempre una experiencia del propio yo. Poreso afirma el Papa Wojtyla: "Nunca se experimen-ta nada exterior sin al mismo tiempo tener una ex-periencia de sí mismo"," porque el hombre es fun-damentalmente interioridad. Por esta razón es ne-cesario acercarse al concepto de psique.

De acuerdo con Juan Pablo 11, lo primero queconoce el ser humano, lo conoce por la experien-cia sensible, que representa la experiencia en suforma mas elemental. Así empiezo a conocermeconociendo. Nótese la influencia de los postuladosaristotélico-tomistas que afirman que el conoci-miento, inc\uído el de Dios y los aspectos espiri-tuales, se originan en las percepciones sensibles.

El hecho de que todo conocimiento parta de lossentidos, no significa que todo conocimiento aca-be en los sentidos, pues, como dice Santo Tomás:

"En la parte sensitiva hay dos operaciones: Una, queconsiste sólo en la inmutación; tal es la operación delsentido que se lleva a cabo por la inmutación que enellos produce el objeto sensible. Otra, formativa, cuan-do la potencia imaginativa forma la imagen de algúnobjeto ausente o nunca visto. Y en el entendimiento sehallan unidas estas dos operaciones".'

En este sentido, hay muchos elementos de larealidad que la persona desmaterializa cuando seda el proceso de conocimiento; por ejemplo, el yo,como sujeto cognoscente que es, al escuchar unapieza musical la conoce de alguna manera, seapropia de ella, o, si se quiere, la pieza musical

como objeto del conocimiento penetra en él; pue-de no estarla escuchando ya, pero está desmateria-Iizada en él porque conoce el contenido. Es decir,el conocimiento orienta a la inmaterialidad, comolo expresa Santo Tomás: "La inmaterialidad de unser es la razón de que tenga conocimiento, y a lamanera como sea inmaterial, es inteligible"."

La experiencia sensible de conocer x pieza mu-sical, remite al amante de la música al yo interior,a esa parte es a la que se llama psique, por esoafirma Wojtyla:

"Las funciones de la psique son "internas" e "inmateria-les", y, aunque internamente estén condicionadas por elsoma con sus funciones propias, no se puede reducir deningún modo a 10 somático"."

La interioridad del hombre no referida al orga-nismo, sino a lo inmaterial, hace alusión no solo alas funciones psíquicas, sino también al plano es-piritual. Wojtyla nos aclara que si bien:

"el término psique significa alma, no se trata de térmi-nos sinónimos. Psique se refiere a aquello que hace queel hombre sea un ser integral, a 10 que determina la inte-gridad de sus componentes, sin que por ello sea de natu-raleza corporal o sornática''.'?

Es decir, para Wojtyla psique se identifica conconceptos como conciencia, pensamiento, conoci-miento, razón.

De acuerdo con este autor, el aspecto somáticoy el aspecto psíquico están estrechamente relacio-nados, y el elemento integrador es la acción, quedepende obviamente de la existencia humana. Poreso, la existencia del hombre es la causa de laexistencia del actuar.

Pero el elemento esencial en la integración dela persona, expresa Juan Pablo 11, es el alma, demodo que la persona es más que una unidad psico-somática, como hasta aquí se ha descrito.

La persona no es una dualidad, sino que es inte-gración, en este sentido, el pensamiento wojtylianocoincide con las afirmaciones de Triana, cuando alanalizar el pensamiento de Gabriel Marce!, señala:

"Mi cuerpo tiene prioridad absoluta frente a toda instru-mentalización. No es mi cuerpo el que utiliza o el quepercibe, soy yo quien utiliza y quien percibe, porque yosoy mi cuerpo"."

En el pensamiento de Wojtyla se especifica deesta manera la subjetividad del ser humano: el Yose manifiesta en forma integral en la acción, que

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es la vía de adquisición de la experiencia y de lapresencia de la conciencia. La acción, por lo tanto,presupone la persona. Por medio de la acción seconsidera a ésta como alguien con capacidad deexperimentar y de conocer, lo que significa, expe-riencia y conocimiento de sí mismo, lo que, a suvez, implica libertad y afirmación de la subjetivi-dad. De esta forma, Wojtyla coincide con pensa-dores como Luypen, quien escribe:

"La autonomía ontológica se revela con más fuerza enlas acciones humanas porque, en cuanto una acción eshumana,su fuente es el propio hombre?"

Cuando Wojtyla analiza la ética de Max Sche-ler," concluye que éste adopta una teoría actualis-ta de la persona, es decir, que la persona dependede los actos que realiza en la experiencia. Nuestroautor coincide con el filósofo alemán, cuando ensu denso libro Persona y acción asegura que "sonlas acciones del hombre, su actuar consciente, lasque hacen de él lo que y el que realmente es"."

En este sentido, cabe también la aseveración deque Wojtyla admitiría la idea sartreana, según lacual: "el hombre no es otra cosa que lo que él sehace".

Este nos permite afirmar que el hombre es lasuma de sus actos, y que los mismos se juzgan co-mo buenos o malos; por eso, la acción "por el ladodel hombre, designará la experiencia espiritual in-tegral"," como la expresa Mounier.

2. La acción como acto voluntario de lapersona

En este esbozo de la concepción ontológica delhombre, siguiendo la línea del Papa polaco, hemosdescubierto que el hombre es un ser de actos y quela acción nos presupone a la existencia del hombre.

El término acción, adquiere una connotaciónfilosófica muy importante en el pensamientoWoytyliano. La acción es el mejor acceso para pe-netrar en el interior de la persona y así ampliar elconocimiento sobre ella. La experiencia obtenidaimplica, en primer lugar, una experiencia de símismo y también de las demás personas, desarro-llándose una experiencia intersubjetiva, que lepermite por lo general enriquecer y mejorar susactos, lo que se refleja en el desarrollo cultural.Por eso, "no se puede comprometer en una acciónquien no compromete en ella al hombre en su tota-lidad"," como dice Mounier.

La acción, así entendida, es un acto consciente,libre, voluntario y responsable, que presupone unsujeto que la origina y la experimenta, "Esa es labase que permite actualizar la relación dinámica, omás bien la interrelación entre persona y acción"."

Si las acciones que ejecuta el hombre son vo-luntarias, se pueden juzgar como buenas o malas.Esto es, que la acción lleva implícito un valor mo-ral. Juan Pablo I1, siguiendo la ética cristiana, es-tablece que esa moralidad se da a conocer en elimperativo del deber. Así:

"la conciencia es un acto de la vida interior de la perso-na, y consiste en la convicción acerca del bien moral deun determinado acto que obliga a realizarlo, o en la con-vicción sobre el mal de un determinado acto, que obligaa no realizarlo"."

Ahora bien, en última instancia la mayoría delos actos del ser humano persiguen esclarecer laverdad; es más, este elemento es esencial para quese dé la posibilidad del conocimiento y la trascen-dencia de la persona. Por eso es importante hacerreferencia a la voluntad.

Al hablar de voluntad, según Wojtyla nos referi-mos a querer o desear, más que a conocer o saber,"lo que significa que la estructura dinámica de la vo-luntad no es de, naturaleza cognoscitiva, aunque alrelacionarse en forma directa con la búsqueda de laverdad, depende internamente del conocimiento.

En especial, la voluntad tiene que ver con lacapacidad de decisión, pero antes de decidir debehaber conocimiento, pues nada puede ser objetode aquélla, sin antes ser algo conocido; en estesentido, la voluntad es orientada por un conoci-miento objetivo.

A su vez, existe otro elemento en la voluntadque cumple una función subjetiva, que es la con-ciencia. Porque todo acto volitivo se califica comobueno o malo, hace a una persona buena o mala,ya que de acuerdo con Wojtyla,

"la conexión entre inteligencia y voluntad aparece explí-cita sobre todo en el acto de la conciencia, esto es, en elacto en que cada uno valora la razón del bien o del malinherente a una acción concreta. Formar la propia con-ciencia aparece así como un deber inaplazable. Formarla conciencia significa descubrir con claridad cada vezmayor la luz que encamina al hombre a lograr en la pro-pia conducta la verdadera plenitud de su humanidad"."

En la estructura del ser humano como persona,se encuentra la naturaleza de la voluntad. Wojtyla,

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al estudiar la voluntad, describe una serie de pro-piedades que la integran. Así aparece un primerelemento que llama autodeterminación, "que es labase dinámica propia para el devenir (fieri) de lapersona, presupone una complejidad especial en laestructura de la persona"."

Sólo las cosas que posee el hombre se puedendeterminar. Así, si se posesiona de sí mismo, seautodetermina, lo que nos demuestra que es due-ña de sí misma. He aquí que la relación que segenera en el interior de la persona, de autopose-sión, es esencial; Wojtyla es enfático al señalareste aspecto: "Sólo puede ser persona quien ten-ga posesión de sí mismo y sea, al mismo tiempo,su propia y exclusiva posesión"." Esta posesiónde sí mismo está en constante devenir, puestoque la persona no es un ser acabado, sino que es-tá en proceso de realización. De ahí que un pro-pósito del ser humano es la autoposesión, paraser persona.

Al darse la posesión de sí mismo aparece la ca-pacidad de gobernarse a sí mismo, que no es sim-plemente la capacidad de controlarse; el autogo-bierno es, en lo fundamental una relación directacon el ser interno del hombre, su psique, o sea,con su estructura personal.

En el mismo dinamismo de la voluntad se ma-nifiesta la autodeterminación, que implica a su vezautoposesión y autogobierno; esto se refleja en laexperiencia del "yo quiero". De esta manera lasubjetividad del ego humano se dirige al exterior,objetivando el ego en cada "yo quiero". Esta expe-riencia del "querer", nos demuestra que todo actovolitivo es un acto de algo, es decir, un acto inten-cional.

Este acto volitivo no solo es un acto hacia el ex-terior, se da también la objetividad interior, ya que"la realización de una acción es, al mismo tiempo,la realización de la persona"." Por eso, la personaes metafísicamente objeto y sujeto, es alguien y noalgo como los demás seres; así, a su vez, represen-ta su propio soporte óntico-ontológico.

3. La elección: acción vital de la persona

El ser humano, en cuanto autor de sus actos, esresponsable de ellos, lo que presupone la obliga-ción; es decir, el hombre es responsable de cual-quier acto, cuando haya debido hacerlo o cuandono debió haberlo hecho. Si se equivoca en su elec-ción, aparece la experiencia de la culpabilidad, en-tendida también, por Wojtyla, como la experienciadel pecado o del mal moral.

Estas, consideraciones manifiestan que en elanálisis de la persona debe incluirse .necesaria-mente el tema de la verdad, que se encuentra vin-culado con el conocimiento y la voluntad, 10 quepermite comprender en Wojtyla la trascendenciade la persona, que es acción.

"la dignidad propia del hombre, esa que se le ofrece almismo tiempo, como don y como tarea que realizar, sehalla estrechamente vinculada con la referencia a la ver-dad. El pensar en la verdad y el vivir en la verdad sonsus componentes indispensables y esenciales"."

El tema de la verdad presupone la libertad hu-mana, porque somos nosotros como sujetos quie-nes elegimos espontáneamente 10 que queremosser, y esa elección se juzga, mediante referencia ala verdad, como buena o mala. Por eso, la ética esmuy importante porque establece las normas mo-rales, que contribuyen al surgimiento de la obliga-ción en la conciencia humana.

La libertad es una característica propia de la es-pecie humana. De esta forma, ser Persona implicaser libre, pero no de manera absoluta, puesto quesu autonomía ontológica no se da sin el cuerpo yel mundo, porque el hombre es temporalidad, eneste sentido Wojtyla coincide con posiciones co-mo la que afirma:

"La subjetividad -en-el-rnundo entraña abrirse paso enel determinismo:, del cosmos. Significa libertad. Sinembargo, el sujeto no sólo está en-el-mundo, sino tam-bién "activamente" en-el-mundo: es la ejecución delproyecto que él mismo es trascendencia. Hasta comotrascendencia el sujeto es libertad e irrumpe en el deter-minismo del cosmos en cuanto ninguna facticidad de-termina la acción del sujeto en tanto acción humana"."

Luypen y Wojtyla coinciden, al sostener, que elhombre en sus actos manifiesta la libertad, porqueél no permanece pasivo, sino que es construcciónpermanente. Además sostienen, que el hombre esun ser trascendente, 10 que le da sentido a su exis-tencia.

Algunos pensadores contemporáneos enfocan aeste ser humano como un ser inmerso en el mun-do," como un proyecto que busca realizarse y cu-ya tarea consiste, en tener que ser y, al mismotiempo, ser capaz de ser," como, un sentido a laexistencia del mundo."

En efecto, el ser humano es un constante hacer-se. De esta forma se revela para sí mismo como unser libre; por otro lado, de acuerdo con Juan Pablo

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I1,entre el hombre y el mundo existe una distan-cia, la que consiste en libertad; él es alguien quetiene conciencia de su existencia y de la existenciadel mundo, que tiene razón de ser, porque la per-sona lo piensa, mostrando así superioridad ontoló-gica sobre el ser de las cosas. Esta conciencia de símismo y su entorno, representa: "el conocimientodinámico de un sujeto que siempre se afirma ycontinúa afirmándose, porque no puede poseerseinmóvil"."

Podemos observar cómo el planteamiento delPapa Wojtyla coincide en este sentido, con lospostulados fenomenológicos y otras filosofíascontemporáneas. Ya hemos señalado la importan-cia de la realización de las acciones, porque éstasrepresentan al mismo tiempo la realización de lapersona, que es libertad.

Al ejecutar la acción, el ser humano manifiestasu capacidad de elegir. De esta forma sobresale lavoluntad, lo que según Wojtyla, le permite funda-mentarse a sí mismo como alguien y, más aun, co-mo alguien libre, que busca la verdad como sertrascendente. Así se deduce de las palabras dichasal intelectual francés André Frossard:

"Portanto, la libertad es en el hombre una facultad deautodeterminaciónresponsable. Se encuentra en el cen-trode la trascendencia propia al hombre como persona.Residetambién en la base de la moral, donde se mani-fiestacomo una capacidad de elección, capacidad paravariaselecciones distintas, sí, pero en primer lugar co-mouna facultad de elección entre el bien y el mal, se-gúnel sentido moral de estos términos; entre el bien yelmalidentificados por una recta conciencia"."

Todas las acciones del ser humano, por más ex-ternas que sean, siempre permanecen en algunaforma en su interior. Así, sucede que paradójica-mente, "la libertad es aquello que me abre a lo real,pero también aquello que me ata, frecuentementepor una dependencia interior, la dependencia de laverdad"." Por lo tanto, la búsqueda de la verdadnos hace dependientes de nosotros mismos y a lavez independientes de los otros y de las cosas.

El acto volitivo, por 10 tanto, implica la elección,que conlleva tomar decisiones según el principio dela verdad. Pero no olvida Wojtyla, que desde laEdad Media algunas corrientes filosóficas han con-cebido la naturaleza de la voluntad con el appetitusrationalis, así, afmnan que nada es objeto de la vo-luntad si antes no se ha conocido. Para Wojtyla, 10que se da es una estructura dinámica, donde se con-jugan conocimiento y voluntad, pero lo primero no

es la única condición para que se dé lo segundo,porque si bien es necesaria la presentación cognos-citiva de los objetos, la elección es propia de la vo-luntad y surge por la motivación, acto por el cual serenuncia a objetos y valores por asumir un solo ob-jeto o valor, por lo tanto, si bien acepta que influyeel conocimiento en la voluntad, afirma que:

"Esta influenciano equivale a la libertadde cambiar "a vo-luntad" la naturaleza de lo conocido o los procesosde co-nocimiento y pensamiento; la voluntad reconoce los obje-tos en cuanto conocidos, pero propone e impone tareas es-pecíficas al conocimiento y al pensamiento; el reconoci-miento y elección de estas tareas se producen en relacióncon la verdad referida al bien en el momento de delibera-ción de la voluntad.El "querer", por su propia relaciónconla verdad, está esencialmente condicionado por el "cono-cer" y el "saber", tanto más cuanto que al principio nossentimos tentados de concluir que esta dependenciaes uni-lateral, sin prestar la debida atención al otro lado, es decir,a que el conocimiento se ve específicamente influenciadopor la demanda del mismo realizada por la volundad"."

Sin embargo, la posición Wojtyliana no da ma-yores luces al respecto de la voluntad y el conoci-miento en el acto del elegir, se queda según nues-tro criterio en un buen intento de análisis fenome-nológico.

En nuestro criterio, si bien el acto volitivo searticula en la inteligencia, la integración como tal,va más allá de la razón, porque la integración voli-tiva, también surge de la existencia misma, que noes reductible sólo a lo racional, de tal modo, queel acto libre, tiene sentido en el compromiso quetiene el ser humano de elegirse eligiendo.

Con respecto al yo interior, eje de todo acto hu-mano, sostiene Wojtyla que se estructura con:

"Todo eso: conciencia, verdad, responsabilidad, liber-tad, forman un conjunto, el de la interioridad humanaque, si bien se sustrae a los sentidos, se nos alcanza enuna experiencia de gran intensidad. Es la experienciadel hombre, más aún, la experiencia de la "Humani-dad". Aquello por lo que el hombre es, final yesencial-mente, hombre"."

Con esta posición concordamos plenamente.

4. Felicidad y trascendencia,objetivos primordiales de la persona

Si el ser humano, como persona, opta en susacciones por estar acorde con la verdad, estas

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acciones se pueden juzgar como buenas. Juan Pa-blo 11 admite que en muchas oportunidades, la de-cisión que asume la voluntad humana puede estarequivocada, cuando esto ocurre surge "la expe-riencia de culpabilidad o pecado".

De esta manera, para el pensador polaco, la vo-luntad siempre hace referencia a la verdad, porquesólo así se comprende el comportamiento moralde la persona:

"Dicho en pocas palabras, en la oposición entre bien ymal que dirige la conducta moral se da por supuesto queen la actuación humana la volición de cualquier objetose realiza de acuerdo con el principio de la verdad res-pecto al bien representado por estos objetos"."

Es necesario señalar entonces, según este crite-rio, que estas acciones pretenden hacer del hom-bre una persona feliz. Al hacer el bien, el hombrees bueno en sí mismo, lo que significa que se au-torrealiza mediante la acción. Si su acción es con-traria a la idea del bien, apuntará al opuesto de lafelicidad: la aflicción y la desdicha."

La búsqueda de la verdad es esencial para elconocimiento humano, porque representa el senti-do de su existencia. En la verdad -nos advierteJuan Pablo 11- hay una dimensión divina, ya queforma parte de la esencia de Dios, que "constituyeel fundamento de la felicidad definitiva de la per-sona humana en Dios según la doctrina revelada,mientras que su privación es el fundamento de ladesdicha final de la persona humana, por el recha-zo de Dios"."

Según Wojtyla la idea de felicidad es propiasólo del ser humano, y su verdadera dimensión enel gozo de la esencia Divina, por tanto, para estepensador el valor moral positivo por excelencia yel objeto de la felicidad última del hombre esDios. De esta manera, Wojtyla afirma que la feli-cidad se refiere más a la estructura personal, tras-cendente y espiritual.

Desde nuestra perspectiva esta posición si bienmuy respetable, es excluyente (aunque Wojtyla nolo afirma directamente) de la felicidad propia delas experiencias emocionales, donde a través delas acciones la persona actúa éticamente acorde albien, el cual no tiene que ser exclusivamente reli-gioso, ni el establecido por cualquier autoridad otradición. Es excluyente porque no podemos negarel derecho a que existan personas con otros crite-rios éticos.

Los términos verdad-bien y felicidad están ínti-mamente relacionados en el filósofo Wojtyla, para

obtener estos fines, él propone el seguimiento denormas morales que responden a un orden objeti-vo, al respecto agrega: "La conciencia no legisla,no crea normas; más bien lo que hace es descu-brirlas, por así decirlo, en el orden objetivo de lamoralidad o la ley"." Lo que contradice en partelo expresado por el Papa Juan Pablo 11, cuandofundamenta la moralidad del acto humano "enaquella doble redacción de la ley moral: la que seencuentra escrita en las tablas del Decálogo deMoisés y en el Evangelio, y la que está esculpidaen la conciencia moral del hombre"."

Una de las normas éticas a las que Wojtyla leda más énfasis, es al mandato bíblico "amarás".Para él este imperativo cristiano de "amarás" se daen forma comunitaria, y apela a la subjetividad delotro, sin impedir su .autorrealización, y permite, asu vez, el desarrollo de una comunidad verdadera-mente humana.

La realización de ese imperativo positivo "ama-rás", va ligada a la búsqueda de la perfección mo-ral. Esa perfección implica que "hay que tomar co-mo modelo a una persona que posea realmente esaperfección. Y por tanto, la manifieste"." Esta éticapersonalista desarrollada por Wojtyla supone, enprimer lugar, que es posible este ideal de perfec-ción de la persona y, en segundo lugar, que existenpersonas realmente perfectas o que aspiran a laperfección. Así, el modelo por excelencia es "Jesu-cristo, el más alto modelo de perfección moral, yluego sus discípulos y seguidores, quienes graciasal seguimiento del modelo primario de Cristo, sehacen, a su vez, modelos para los demás"."

Finalmente hagamos mención de la trascenden-cia de la persona. El ser humano no puede eludirel problema de la muerte como situación límite,porque es un ser dependiente del tiempo y el espa-cio y, por lo tanto, es un ser sometido a las leyesde la naturaleza; sin embargo, en la concepcióncristiana, también este ser tiene una dimensión en-cauzada a lo infinito, a lo absoluto. Así nace latrascendencia de la persona.

Esta naturaleza espiritual de la persona, deacuerdo con Woytyla, le permite superarse:

"tendiendo hacia Dios y de este modo supera también loslímites que le imponen las criaturas, el espacio y el tiem-po, su propia contingencia La trascendencia de la perso-na se halla estrechamente vinculada con la referencia aAquel que constituye su base fundamental de todos nues-tros juicios sobre el ser, sobre el bien, sobre la verdad ysobre la belleza. Se vincula con la referencia a Aquel quees también totalmente otro, porque es infinito"."

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Metafísicamente hablando la persona es unasíntesis de lo finito y lo infinito, de lo material ylo espiritual; por eso, según Woytyla la persona serealiza desde la perspectiva de la trascendencia,porque lleva en sí la semilla de la eternidad. Cabeaquí perfectamente el pensamiento pascaliano, deque el hombre es "una nada en comparación conlo infinito, un todo en comparación con la nada:un término entre el todo y nada".

Para Juan Pablo 11, la persona muere en elmundo material, pero se supera a sí mismo, porhaber sido creado a imagen y semejanza de Dios yporque en la conciencia existe una dimensión dela vida eterna, donde la persona trasciende hastaDios, por eso "puede decirse que, gracias a la con-ciencia, toda estructura de la persona está orienta-da escatológicamente"."

De esta manera en el pensamiento del actualPapa, se deja patente, que el sentido de la existen-cia de la persona, se encuentra en la búsqueda deDios, siguiendo el modelo por excelencia que esJesucristo. Es decir, en última instancia los valoressacros corresponden a la finalidad más alta y defi-nitiva de la vida humana, permitiendo así la plenaautorrealización de la persona.

A modo de conclusión

En la fundamentación metafísica de la persona,que hace el Papa Woytyla, analizamos que en lanaturaleza humana se integran los aspectos somá-ticos y psíquicos que posibilitan el desarrollo de laformación del sujeto como un ser autónomo, libre,con capacidad de decidir y de buscar la verdad.

Asimismo en la formación del ser humano co-mo persona, destacamos como para Wojtyla, laacción le permite reafirmar su subjetividad y suintersubjetividad, en ese sentido coincidimos coneste autor, en que al ejecutar las acciones el serhumano se asume integral mente y se comprometeen su totalidad, porque la acción es la manifesta-ción libre y voluntaria de la persona.

Ciertamente para Wojtyla la acción es trascen-dente, alcanzando la norma ética, que enfatiza -se-gún este autor- en la primacía del amor, que siem-pre supone al otro y a Dios. Según nuestro crite-rio, en efecto el acto debe ser libre y voluntario, loque implica un autodominio y autoregulación delser humano, pero también no se debe dejar de la-do, que el individuo está determinado histórica ysocialmente y, por ende, este contexto de alguna

manera condiciona parcialmente los actos del serhumano, que depende no sólo de una norma ética,sino también de normas sociales-jurídicas y en al-gunos casos religiosas, aunque ahora con menorfrecuencia.

El autor estudiado, hace énfasis en una posi-ción moral sustentada en la cristiandad católica,con él coincidimos en la importancia de la prima-cía del amor en la relación intersubjetiva, perotambién observamos que una moral dogmática,impide cualquier intento de sostener posicioneséticas diferentes e incluso cualquier iniciativa dediálogos éticos abiertos se ven colapsadas. En su-ma coincidimos que el individuo tiene la capaci-dad de controlarse, lo cual revela la importanciade la interioridad del Yo, pero a esta posiciónagregamos que no se debe descontextualizar al serhumano, porque sino se desvirtúa el análisis de laacción. Diferimos en considerar que sólo exista unprincipio normativo ético, del que la cristiandaddice ser el garante, porque entre otras cosas, esoha permitido que detrás de esas normas éticas seimpongan los criterios de los grupos de poder y semenosprecien posiciones igualmente valiosas queno responden a esta ortodoxia.

El autor estudiado ha realizado profundas in-vestigaciones sobre el tema de la conciencia y larelación consigo mismo y con el mundo, lo mismoque las consecuencias de las acciones del hombrecontemporáneo, pero ese será motivo para un es-tudio complementario en el futuro.

Notas

l. Este progreso científico-tecnológico es, a veces,ambiguo, puesto que, en nuestro siglo y con su aporte,han muerto millones de personas en guerras, y se sigueconstruyendo gran cantidad de armas.

2. Cfr. la tesis de licenciatura del autor, titulada "An-tropología y ética en Juan Pablo 11",Universidad deCosta Rica, 1992.

3. Karol Wojtyla, Persona y Acción, tr. Jesús Fer-nández, Madrid: BAC, 1982, p. 234.

4. Ibid., p. 234.5. "Reflexiones sobre el significado de la soledad

originaria del hombre", Osservatore Romano (Vatica-no), 4 de noviembre de 1979, p. 3.

6. Wojtyla, op. cit., p. 3.7. Tomás de Aquino, Suma Teológica, Madrid:

BAC, 1959, 1, q. 85, a. 2, sol. 3.8. ¡bid., 1, q. 14, a.l.9. Wojtyla. Persona y Acción, p. 259.10. Ibid., p. 257.

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11. Manuel Triana, "El hombre y el misterio de ser",Revista de Filosofía de Universidad de Costa Rica 28(67-68): 88, diciembre, 1990.

12. W.Luypen, Fenomenología existencial. BuenosAires:Ediciones Carlos Lohlé, 1984, p. 282.

13. Cfr. Karol Wojtyla, Max Scheler y la ética cris-tiana, que es su tesis doctoral en filosofía.

14. Wojtyla, Persona y acción, p. 118.15. Enmanuel Mounier, El personalismo, Buenos

Aires: Universitaria, 1950, p.49.16. Enmanuel, Mounier,Manifiesto al servicio del

personalismo (Personalismo y cristianismo). España-:Taurus, 1967, p.251.

17. Wojtyla, Op.cit., p. 70.18. Karol Wojtyla. Max Scheler y la Ética Cristiana,

Tr. Gonzalo Haya, Madrid: BAC, 1982, p. 137.19. Estas frases conocer y saber no siempre signifi-

can lo mismo, así por ejemplo puedo decir, "conozco aMaricel y sé que estudia medicina"; mientras que otrapersona puede decir "A Maricel no la conozco, pero séa quien se refiere". Al respecto Cfr. L. Susan Stebbing,Introducción moderna a lógica, p.p. 41-43 y John Hos-pers, Introducción al análisis filosófico 1, p.p. 184-200.

20. Discurso del Papa a los estudiantes del congreso"Univ. 80", Osservatore Romano (Vaticano). 13 deabril 1980, p. 2.

21. Wojtyla, Persona y acción, p. 124.22. Ibid., p. 124.23. Ibid., p. 130.24. Wojtyla, Signo de contradicción, tr. Vicente M.

Femández, 4 ed. Madrid: BAC, 1979, p. 153.25. Luypen, Op. Cit., p. 298.26. Cfr. Martín Heidegger, El ser y el tiempo, p. 65.

"pues bien, es forzoso que estas determinaciones del serdel "ser ahí" se vean y comprendan a priori sobre la ba-se de aquella estructura del ser del "ser ahf" que llama-mos el "ser en el mundo".

27. Cfr. Jean Paul Sartre, El Ser y la nada" p. 544."Decir que el para - si tiene de ser lo que es, decir quees lo que no es no siendo lo que es, decir que en él laexistencia precede y condiciona la esencia, o inversa-mente, según la fórmula de Hegel, que para él "Wesenist was gewesen ist", es decir una sola y misma cosa, asaber: el hombre es libre".

28. Cfr. José Ortega y Gasset, El hombre y la gente,p.p. 67-68: "El Mundo es la maraña de asuntos o impor-tancias en que el Hombre está, quiera o no, enredado, yel Hombre es el ser que, quiera o no, se halla consigna-do a nadar en ese mar de asuntos y obligado sin reme-dio a que todo eso le importe".

29. Jean Lacroix, Marxismo, existencialismo, perso-nalismo, Tr. Ramón y Angles Bayes (Barcelona: Fonta-nella, 1962), p. 109.

30. André Frossard, "¡No tengáis miedo!": AndréFrossard dialoga con Juan Pablo 11,Tr. Ana M" de laFuente y J. Ferrer Alen, Barcelona: Plaza y Jánes, 1982,p.p. 103-104.

31. Ibid., p. 103.

32. Wojtyla, Persona y acción, p. 165.33. Frossard. Op.cit., p. 104.34. Karol Wojtyla, Op. cit., p. 163.35. Al respecto se puede suponer una posición simi-

lar al eudemonismo aristotélico, aunque el Estagiritaconsidera que la felicidad como valor absoluto, consisteen la contemplación de lo racional y de la verdad, locual, es lo propio de los hombres que hacen filosofía,quienes acceden a este ejercicio por el tiempo de ociogarantizado fundamentalmente por su posición económi-ca y social. En este sentido, tómese en cuenta lo expresa-do por Aristóteles en la Introducción a la Metafísica

"Es, pues, natural que quien en los primeros tiemposinventó un arte cualquiera, separado de las sensacionescomunes, fuese admirado por los hombres, no sólo porla utilidad de alguno de los inventos, sino como sabio ydiferente de los otros, y que, al inventarse muchas artes,orientadas unas a las necesidades de la vida y otras a loque la adorna, siempre fuesen considerados más sabioslos inventores de éstas que los de aquellas, porque susciencias no buscaban la utilidad. De aquí que, constituí-das ya todas estas artes, fueran descubiertas las cienciasque no se ordenan al placer ni a lo necesario; y lo fue-ron primero donde primero tuvieron vagar los hombres.Por eso las artes matemáticas nacieron en Egipto, puesallí disfrutaba de ocio la carta sacerdotal." (Metafísica.Madrid: Gredos, libro 1, 1, 981b.)

Sin embargo, en el mismo Aristóteles se puede re-saltar, que el acceso a la felicidad (como bien relativo),es propio de todos aquellos que orienten su vida correc-tamente "siendo esto así, decimos que la función delhombre es una cierta vida, y ésta es una actividad del al-ma y unas acciones razonables, y la del hombre buenoestas mismas cosas bien y hermosamente, y cada uno serealiza bien según su propia virtud; y si esto es así, re-sulta que el bien del hombre es una actividad del almade acuerdo con la virtud, y si las virtudes son varias, deacuerdo con la mejor y más perfecta, y además en la vi-da entera". (Aristóteles, Ética Nicomáquea, España:Gredos, libro 1, 1098a).

36. Wojtyla, Max Scheler y la Ética Cristiana, p.205.

37. Wojtyla, Persona y Acción, p. 192.38. Juan Pablo II, "Carta apostólica con ocasión del

año Internacional de la Juventud", en Encíclicas y otrosdocumentos. V. 11,Costa Rica: Asociación Libro Libre,1986, p. 222.

39. Wojtyla, Max Scheler y la Ética cristiana, p. 55.40. Ibid., p.56. Cfr. Nuevo Testamento Mt. 5,48; 12,

50; Ef. 6, 6; Col. 3, 23.41. Wojtyla, Signo de contradicción, p. 22.42. Ibid., p. 230.

Carlos Alberto RodríguezEscuela de Filosofía

Universidad de Costa Rica.