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La cultura popular en Cuba Olga García Yero (Instituto Superior de Arte de Carnagüey, Cuba) La cultura popular en Cuba está marcada por una serie de factores, cuyo origen se remonta a los siglos de la colonia, así como a la variedad de la composición étnica de la nación cubana. Es necesario, ante todo, tener en cuenta un conjunto de factores que son imprescindibles para la comprensión de la cultura popular en el país. El primer factor tiene que ver con la política cultural desarrollada por el Estado socialista cubano a partir de 1959. En este sentido, es necesario señalar que, desde esa fecha, la investigación, estudio y preservación de la cultura popular tradicional ocupa un lugar de importancia innegable, uno de cuyos exponentes es el Instituto de Etnología y Folklore, especialmente organizado a tales fines como dependencia de la Academia de Ciencias de Cuba. De acuerdo con esta política, la cultura popular se ha visto no solamente protegida, sino también evaluada durante las últimas cuatro décadas, con una atención y cuidado que, desde

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La cultura popular en Cuba

Olga García Yero

(Instituto Superior de Arte de Carnagüey, Cuba)

La cultura popular en Cuba está marcada por una serie de

factores, cuyo origen se remonta a los siglos de la colonia, así

como a la variedad de la composición étnica de la nación cubana.

Es necesario, ante todo, tener en cuenta un conjunto de factores

que son imprescindibles para la comprensión de la cultura popular

en el país.

El primer factor tiene que ver con la política cultural

desarrollada por el Estado socialista cubano a partir de 1959. En

este sentido, es necesario señalar que, desde esa fecha, la

investigación, estudio y preservación de la cultura popular

tradicional ocupa un lugar de importancia innegable, uno de cuyos

exponentes es el Instituto de Etnología y Folklore, especialmente

organizado a tales fines como dependencia de la Academia de

Ciencias de Cuba. De acuerdo con esta política, la cultura popular

se ha visto no solamente protegida, sino también evaluada durante

las últimas cuatro décadas, con una atención y cuidado que, desde

luego, han tenido repercusión las propias manifestaciones de la

cultura popular.

El segundo factor es el hecho de que Cuba a lo largo de su

historia ha presentado fuertes contrastes entre la vida urbana y la

vida rural, lo cual se ha manifestado en una diferenciación que, en

los últimos cuarenta años ha venido atenuándose, entre la cultura

popular existente en cada uno de estos ámbitos. Desde luego que

la televisión, por citar un poderoso elemento de cambio, ha

contribuido con gran intensidad a una cierta igualación, pero, de

todas maneras, subsisten especificidades que permiten distinguir la

cultura popular urbana de la cultura popular rural.

A ello hay que añadir otros factores, como el de la diversidad

étnica y el mestizaje, las sucesivas oleadas de inmigración durante

la primera mitad del siglo XX (españoles, jarnaicanos, haitianos,

chinos de la zona continental, filipinos, japoneses e, incluso, sinos,

palestinos, libaneses y turcos). Todos estos han sido ingredientes

para el proceso de mestizaje cultural, o transculturación, que es el

término que, a partir del pensamiento del gran culturólogo cubano

Fernando Ortiz, es el más común en los medios científicos de la

Isla.

Valdría la pena detenerse un poco en los componentes étnicos de

esas oleadas migratorias por el papel que van a desempeñar en el

diseño definitivo de la identidad nacional cubana. De acuerdo con

investigaciones realizadas por el Centro de Antropología adscrito a

la Academia de Ciencias de Cuba, se hace obvio que el

componente hispánico es el más importante, cuantitativamente

hablando, de todos los que arribaron a la Isla después de 1492. Las

zonas de procedencia eran las regiones de Asturias, Castilla (tanto

La cultura popular en Cuba 183

la Nueva como la Vieja), León, Extremadura, Aragón, Andalucía,

Murcia, así como, Valencia y Navarra, así como, los procedentes

de las Islas Canarias que son denominados en Cuba como

"isleños".

El componente africano procede esencialmente del Africa

subsaharana y pertenece a las múltiples etnias que estaban en los

lugares que hoy ocupan países como Nigeria, Congo, Costa de

Marfil, Benin, entre otros. Los hombres provenientes de estas

regiones eran en su mayoría ya esclavos de otros africanos cuando

fueron vendidos a los europeos colonizadores.

Los chinos y japoneses llegan sobre todo procedentes de

California, no así los filipinos que se registran en mucha menor

cantidad.

La inmigración de los llamados antillanos, a saber, haitianos y

jamaicanos, fundamentalmente se registra a partir del siglo XIX, y

sobre todo en la primera mitad del siglo XX; fue una inmigración

por razones de índole meramente económica y forma parte de las

llamadas oleadas migratorias típicas de esta región del Caribe. A

estos componentes deben añadirse otros que fueron en menor

cuantía, pero que estuvieron presentes también en la conformación

etnológica del pueblo cubano: son componentes que se incorporan

sobre todo a inicios del siglo XX con la llegada a la Isla de

norteamericanos, alemanes, israelíes, polacos y nuevos grupos de

españoles. Algunos de estos grupos se asentaron en comunidades

en el interior del país y llegaron a fundar pequeños pueblos con

vida propia y con una organización interna que reproducía las

formas de gobierno y los tipos de relaciones económicas propios de

su países de origen. No dejaron huellas en el proceso de

consolidación de la nacionalidad cubana y tampoco en sus procesos

culturales. El resto de las etnias sí dejaron su impronta en este

proceso y de acuerdo con el Dr. Jesús Guanche, investigador del

Centro de Estudios "Fernando Ortiz", puede afirmarse que:

La multirracialidad, inherente a la formación histórica del etnos nacional cubano, lejos de crear componentes étnicos desconectados, tendió a la formación sistémica de un conjunto concatenado de procesos étnicos unificadores de diferente alcance territorial y de variada duración cronológica. Desde la asimilación étnica forzada hispánico-aborigen, que origina la casi extinción física de los primeros pobladores y facilita la incorporación de múltiples elementos lingüístico-culturales al patrimonio cubano contemporáneo, hasta la mixación o fusión hispánico-africana q u e es el resultado y síntesis de diversos procesos de integración interhispánica e interafricana- generan, al mismo tiempo, una población nacida en la Isla que tiende a reproducirse biológica y culturalmente durante varias generaciones a un ritmo más acelerado que el de las migraciones externas y resulta no solo independiente de ella, sino deviene el componente étnico más importante.1)

Todos estos componentes han dejado su innegable huella en la

conformación de la cultura popular cubana a través de sus

múltiples formas de expresión, que van desde la vivienda y las

construcciones auxiliares que a menudo ésta engendra, el

mobiliario, las comidas, los instrumentos de trabajo, medios de

transporte, la artesanía, las fiestas, danzas y bailes, hasta las

tradiciones orales. Es innegable que este fenómeno no debe verse

1) Dr. Jesús Guanche y Dra. Ana Julia García: "Historia étnica", en: Cultura popular tradicional cubana Ciudad de la Habana. Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana y Centro de Antropología. Cuba. 1999, p.47.

La cultura popular en Cuba 185

sólo como una impronta cultural privativa de las zonas rurales de

la Isla, al contrario, como hecho social se expande y multiplica

también por las ciudades. Pero en las ciudades se hace más

complejo determinar aquellos componentes de la cultura popular

tradicional en la medida en que la ciudad se erige como un punto

de enlace de diversos factores humanos procedentes de variadas

etnias, y por tanto, de disímiles costumbres, lo que hace de la

ciudad un mosaico cultural de especial interés para estudios de

tipo sociológico, económico, etnológico, etc. No obstante, es

necesario destacar que el problema de la cultura popular tradicional

no es ni mucho menos un asunto solo de las zonas rurales del

país.

En las consideraciones siguientes, partiré del criterio del

prestigioso semiólogo Iuri M. Lotman, en el sentido de que desde

el punto de vista de la semiótica, la cultura puede ser considerada

simultáneamente como un mecanismo colectivo, social,

supraindividual, cuya función es la de conservar y transmitir

ciertos textos, así como de elaborar otros nuevos; desde este punto

de vista, la cultura constituye también un espacio donde se

conserva un tiempo que a la vez es tiempo pasado y tiempo

presente, en tanto en dicho espacio sea conservado un texto que

proviene del pasado, pero que es transformado, adaptado y

utilizado por un presente.2) Desde esta perspectiva, pues, la cultura

popular es esencialmente un mecanismo colectivo que resulta

internamente muy variado, en lo que Lotman llama "dialectos de la

memoria", y que, naturalmente, se proyecta en diferentes estratos e

2) Cfr. Iuri Lotman: "La memoria a la luz de la culturología", en: Criterios. La Habana. No. 31. IV época. Enero-junio de 1994, p.223.

incluso géneros de lo que llamamos cultura popular. Conviene, por

lo demás, examinar, de manera muy general, diversos aspectos de

la cultura popular, considerados en cuanto a determinadas formas

de manifestación.

La literatura oral

La cultura popular cubana tiene una larga tradición. Desde los

remotos orígenes coloniales, una de las formas de comunicación

cultural fue, desde luego, la creación literaria. Dos manifestaciones

han sido y siguen siendo de importancia capital en la memoria

colectiva de la cultura cubana: una pertenece a la poesía, la otra a

la narración oral.

En el campo de la poesía popular, la décima constituye una zona

fundamental de la cultura popular en la Isla. Se trata de un tipo de

texto poético que se desarrolla en España a partir del siglo XV y

que en el siglo XVI alcanza ya una determinada madurez, tanto

por la labor de Vicente Espinel, como, sobre todo, por el interés

que Lope de Vega mostró hacia este tipo estrófico. En lo que a

Cuba se refiere, la décima se instala como forma de importancia

en la poesía cubana sobre todo a partir del siglo XVIII.3) Puede

presumirse que la décima, utilizada en primera instancia por

intelectuales de las ciudades, poco a poco empezara a hacerse

popular entre capas más humildes de la población, y, en primera

instancia, en inmigrantes españoles, en particular de una

3) Cfr. Adolfo Menéndez Alberdi: La décima escrita. La Habana. Ed. Unión, 1986, p.187.

La cultura popular en Cuba 187

determinada región, las Islas Canarias. El investigador Adolfo

Menéndez Alberdi comenta:

Por su parte, los poetas campesinos, nacidos muchos de ellos en las Islas Canarias, cantaron sus tonadas de trabajo y de holgorio independizándolas cada vez más de las raíces españolas y haciéndose acompañar del tiple, la bandurria o guitarra y el güiro. La décima, para estos trovadores naturales, espontáneos, pronto fue toda la poesía, más importante que la música del acompañamiento: muy poco variada, que aplicaron casi indistintamente a cualesquiera circunstancias, felices o adversas.4)

Así, la décima, como estrofa, se vincula a la música campesina

cubana: la unión de esta melodía (generalmente "punteada" por la

guitarra y el güiro) y la poesía de diez versos octosílabos,

constituyó el "punto", que es hasta hoy una de las formas más

características de la cultura popular en la Isla. Resulta tan

típicamente cubana como lo son ciertas frutas, como el anón y el

plátano o banano, fruta muy extendida en la Isla; como el famoso

tabaco, como el café y como el ron, la bebida alcohólica más

popular del país; como la palma, el árbol más frecuente en el

paisaje cubano, y con cuyas hojas el campesino, siglo tras siglo,

ha construido los techos de sus modesta vivienda; como el

taburete, nombre con que se designa la tosca silla de madera y

cuero más frecuente en las casas campesinas; como la guitarra y

el tres, instrumentos de cuerdas más populares en la Isla, y como

las claves, instrumentos de percusión igualmente extendidos. La

décima, que se impone en la cultura popular cubana hacia el siglo

XVIII, precede, pues, en cien años, a la formación de la nación

4) Ibidem, p.188.

cubana. Por ello la poetisa Mirta Aguirre escribió una décima

sobre la décima, donde dice:

Décima es caña y banano, es palma, ceiba y anón. Décima es tabaco y ron, café de encendido grano. Décima es techo de guano, es clave, guitarra y tres. Es taburete en dos pies y es Cuba de cuerpo entero, porque ella nació primero y nuestro pueblo, después.

Una de las más típicas formas de la cultura popular campesina

en Cuba, es la llamada controversia, en la cual dos versificadores

dialogan improvisando décimas mediante las cuales compiten, se

mofan uno de otro, se desafían, siempre acompañados por

guitamstas. Quienes participan en una controversia, tienen que ser

versificadores consumados -pues los defectos en la métrica y

melodía del verso son muy criticados-, ingeniosos y hábiles, pues

deben construir su décima de respuesta sin que haya una pausa,

de manera que resulte, efectivamente, un diálogo entre los dos

poetas. La controversia ha sido, hasta el presente, una

manifestación popular muy gustada, y cuenta, incluso, con un

espacio en la televisión nacional. No obstante su arraigo

tradicional, puede decirse que ha disminuido el número de

versificadores capaces de improvisar décimas en público: es, en

verdad, un arte difícil, y la vida contemporánea ha ido haciendo

cada vez más raros este tipo de artista.

La décima, por otra parte, se manifiesta también por escrito, y

La cultura popular en Cuba 189

es una forma lírica muy cultivada en Cuba. En este sentido,

pueden incluso expresarse en décima escrita temas muy refinados,

como las siguientes décimas del poeta contemporáneo Roberto

Manzano, cuyo tema es la muerte:

Todo lo que era pisada o palabra de destino aquí concluyó el camino: ahora es tierra apisonada. Tanta vida descuajada en sublime mezcladura, oh, la campanada pura bajo un sordo peso hundida, oh, duro peso de vida dentro de la tierra oscura.

Oh, tiempo puro, pasado, todo en la tierra cayó y hacia la noche se hundió en la sombra desquiciado. Oh, campana que ha sonado en la lenta forjadura, con una pupila dura voy mirando en el descenso negro resemono inmenso dentro de la tierra oscura.5)

Pero la décima ha servido también en la historia de la narrativa

cubana para hacer novelas. Hasta el momento se conocen solo dos

casos con temáticas diferentes, la primera de esas novelas data de

los primeros años de la década del sesenta y versa sobre la

5) "Entrada en la tierra", en Puerta al camino. Camagüey. Ed. Ácana, 1992, p.26.

campaña de alfabetización llevada a cabo en Cuba durante esos

años mientras que la segunda es más reciente y tiene como

temática los conflictos de una pareja en la ciudad. Tales ejemplos

demuestran hasta qué punto la décima ha alcanzado diversas tonos

en el devenir de la cultura popular cubana.

La tradición oral es una manifestación muy arraigada en el

cubano tan fuertemente está ligada a nuestra cultura que no ha

podido ser desplazada ni por la televisión, la radio u otros medios

masivos de comunicación y tampoco por otros medios tecnológicos

mucho más sofisticados. La tradición oral persiste y pervive no

solo para quien la hace sino también para aquel que la disfruta. Y

en los últimos tiempos ha tenido una revalorización sobre todo en

ciertos núcleos urbanos de la Isla donde ha alcanzado el rango de

espectáculo artístico en lo que concierne al aspecto de la narración

oral. Pero esta tradición oral también se mantiene como memoria

permanente en ciertas zonas de la población cubana sobre todo

aquellas manifestaciones que tienen que ver no ya con el aspecto

literario sino aquellas que se emplean con fines curativos por una

parte, o para proteger a las personas de ciertos males y por

último, las que sirven para pronosticar alguna desgracia o hecho

que la persona pudo sufrir. Estas últimas formas de manifestación

de la tradición oral tiene mucho que ver con el componente

sicológico del cubano que va a conformar su personalidad con una

influencia muy decisiva del medio social en que vive.

Hoy en día es un problema para los investigadores de esta rama

en Cuba el poder llegar a los orígenes de este tipo de tradición

oral salvo que nos llegó de España por una parte y de áfrica

subsahariana, por la otra. Pero poco se conoce al respecto, y

La cultura popular en Cuba 191

algunos investigadores han llegado a afirmar que ya será muy

difícil tener una respuesta sobre sus raíces primarias; razón por la

cual, las investigaciones se han focalizado, sobre todo, en la

recogida de datos acerca de este tipo de tradición y en relacionarla

con los componentes de la literatura oral de estas regiones antes

mencionadas, así como, la posibilidad de mantener viva esa

tradición en aquellos lugares donde aun se pone de manifiesto. No

puede pasarse por alto el hecho de que Cuba fue -al decir del

acucioso investigador cubano Samuel Feijóo- un modelo de

literatura oral y también escrita, no solo por los negros sino

también por los blancos y mulatos para el resto de América

hispana.6)

Hablar hoy de tradición oral lleva entonces al investigador a

remitirse a los diferentes formas de asentamientos humanos

presentes en la Isla, a saber, ciudades, caseríos, pueblos,

comunidades y viviendas aisladas. Es importante tener en cuenta

los lugares donde estas manifestaciones de la tradición oral se

ponen de manifiesto porque las mismas constituyen, en última

instancia, un mecanismo de transmisión de valores que se pasan

no solo de generación en generación de forma indiferenciada sino

también a partir de familias, comunidades e incluso del entorno

que corresponde al hogar. Y estas formas se han mantenido en

esencia vivas a lo largo de los años a pesar de los cambios

sociales, históricos y económicos que ha sufrido la nación.

Entre los componentes de la literatura oral se encuentran los

6) Cfr: Samuel Feijóo: El negro en la literatura folclórica cubana La Habana. Biblioteca Básica de Literatura Cubana. Editorial Letras Cubanas, 1980, p.20.

cuentos y los relatos tal como ha advertido la investigadora María

del Carmen Victori, quien se ocupó de este tema durante muchos

años desde el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura

Cubana Juan Marinello-. Para esta investigadora dichos cuentos y

relatos se manifiestan a través de los mitos, las leyendas

procedentes tanto de áfrica como de España; pero que al asumir la

realidad de la Isla se cubanizan en mayor o menor medida y

aparecen personajes que han sido denominados como güijes,

chicherecús o la llamada madre de las aguas, que es una especie

de serpiente que vive en los nos y a la que se le atribuyen

poderes demoníacos. Tales temas se manifiestan también en las

regiones urbanas pero con un componente de jocosidad y humor

mucho mayor que en los campos y la forma de manifestación en

ambas lugares, en lo que a poesía se refiere, es la décima.

Otras formas en que. se manifiesta esta tradición son los

romances -forma poética heredada de España- que tuvieron un

fuerte arraigo en Cuba desde muy temprana época.. Los romances,

sin embargo, repiten las formas métricas hispánicas y no se

produce en ellos alteraciones de ninguna índole, al igual que ocurre

con los villancicos.

Los refranes son otra forma de expresión de este tipo de

tradición : son oraciones o frases que tienen un matiz de

sentencia, sabiduría y hasta cierto sabor filosófico sobre el devenir

de la vida diaria. Un ejemplo de este tipo de refrán es el que

sigue: "Usted nunca pregunte lo que no le importe" o aquel que

sabiamente expresa: "Si eses casado, vive con cuidado".

Uno de esos cuentos que perviven en la memoria colectiva de la

Isla es este que a continuación cito:

La cultura popular en Cuba 193

Cuento de Pedro

Este era un rey que tenía un mulo, y un criado que se llamaba Pedro, y un día le dijo:

- Pedro, tú vas a cuidar a ese mulo, pero si se muere, tú pagarás

con tu cabeza. Pasó el tiempo y, un día, Pedro fue a darle la vuelta al mulo y, cuando llegó, vio que este ni comía ni bebía. Entonces fue donde estaba el rey y le dijo:

- Majestad, el mulo ni come ni bebe. Está tirado en la hierba.

Dijo el rey: - Entonces, está muerto!.

Y dijo Pedro: - Eso lo dijo usted, no yo.

Y así fue como Pedro se salvó de la muerte?)

Todas estas manifestaciones de la tradición oral abarcan no solo

a las zonas rurales sino también a la urbana, aunque hay formas

como la de los refranes y cuentos así como aquellas que sirven

para augurios o supuestas curaciones, que se ponen más de

manifiesto en las zonas rurales, especialmente, en aquellas donde

existe un menor grado de desarrollo educacional y que han sido

menos afectadas por los movimientos migratorios.

Pero cualquiera que sean las manifestaciones de esta tradición

oral, aun estas perviven en la memoria colectiva del cubano como

una suerte de resistencia a los cambios económicos y sociales que

se han producido como parte insoslayable de la identidad nacional.

7) María del Carmen Victori: Entre brujas, p íaros y consejos.Ciudad de la Habana. Editorial José Martí, 1997, g.138.

La cocina

Si se entiende el rostro cultural de un pueblo en su sentido más

amplio, es necesario tener en cuenta un conjunto de componentes

que lo conforman. La cocina es también un rasgo sociocultural

distintivo en Cuba y forma parte de esa cultura popular y

tradicional que mucho aporta a la idiosincrasia con su sabor y su

perfume propios, ya de manera generalizadora o por regiones,

hasta conformar el entorno general de una nación. Entre los

diversos aspectos que fundamentan esto, uno que no puede

olvidarse es el hecho de que, en la generalidad de los casos, las

modalidades de cocinar se transmiten de padres a hijos a través

de lo que actualmente se denomina, en pedagogía, el curriculum

oculto, es decir, el conjunto de conocimientos y habilidades que

suelen adquirirse fuera de la escuela. En efecto, el modo de

cocinar (al menos en la realidad sociocultural cubana) se adquiere

por la vía de la tradición y no en la escuela. Por esa razón, la

cocina forma parte de la cultura popular tradicional cubana y por

esa misma vía entra, por derecho propio, en la tradicionología

como ciencia. Sin duda, pues, la cocina característica de un pueblo,

es tradición pura. Y como en la inmensa mayoría de las

tradiciones, es difícil establecer con precisión su origen. La realidad de la cultura culinaria cubana muestra a través de

una simple ojeada a los libros de viajes, a los documentos

históricos o a la literatura de ficción que, la cocina cubana,

transculturada ella misma de herencias españolas, africanas, chinas,

y visitada con placer con recetas de otras partes, y en particular

de Francia e Hispanoamérica, fue sumamente variada y llena de

La cultura popular en Cuba 195

inventivas. Esa memoria no puede perderse, porque ella forma

parte inalienable de una tradición cultural identitana, en la cual la

presencia de la transculturación es esencial.

Pero este proceso de encuentro de culturas tuvo en todas las

manifestaciones, pero especialmente en la cocina, una relación de

interacción, de tal suerte que las investigadoras Niurka Núñez

González y Estrella González Noriega del Centro de Antropología

de la Academia de Ciencias de Cuba, al referirse a este fenómeno

de interacción cultural han afirmado que:

Poco a poco se impuso un modelo de alimentación de los conquistadores colonizadores, quienes además comenzaron a importar productos a los que estaban acostumbrados, tales como harina de trigo, aceites, vinos. Del predominio de la dieta aborigen se pasó a la dieta basada en arroz, frijoles, carnes, leches, huevos; pero ya lo encontrado en la Isla había sido incorporado. (...l. Los tubérculos y el maíz se incluyeron en platos de la cocina española, en potajes y diferentes guisos. Los garbanzos y las habas, tradicionales en España, fueron sustituidos casi completamente en Cuba, con el transcurso del tiempo, por las judías, los frijoles colorados y los negros, preparados en potajes al uso español. Esas nuevas costumbres en el transcurso de varios siglos y como resultado de intercambios culturales entre Colonia y Metrópoli, fueron introducidas en algunas regiones de España.8'

Así se conformó el rostro de la cocina popular tradicional

cubana a lo largo de los siglos y en buena parte se mantiene hoy

con las variantes que imponen las nuevas circunstancias históricas

y sociales de la Isla en un nuevo proceso de reajuste hasta lograr

8) Niurka Núñez González y Estrella González Noriega: "Comidas y bebidas de la población rural", en Cultura popular tradicional cubana. (Colectivo de Autores). Ciudad de la Habana. Centro de Antropología, 1999, pp.97-98.

su inevitable permanencia.

La mhica popular cubana

La música es una de las manifestaciones de mayor relieve entre

aquellas que conforman la cultura popular tradicional en Cuba. Es

necesario partir del hecho de que toda la música que hasta el

momento se conoce se ha dado en llamar cubana, aunque haya

aparecido mucho antes de la consolidación del sentimiento de la

nacionalidad en la Isla. Por otra parte, también así se le denomina

a pesar de ser la música popular también una resultante, al igual

que en los ejemplos de la literatura oral, la cocina y otros, del

fenómeno de la transculturación como rasgo peculiarísimo de la

formación de la identidad del cubano y de esta área del Caribe.

La música en la Isla posee entonces no solo los lógicos

elementos hispánicos que en ella están presentes, sino también

componentes de origen africano así como de otras zonas del Caribe

y de Hispanoamérica. Tendría que asumirse entonces las diferentes

variantes temáticas y genéricas que alcanza la música popular

tradicional cubana y que van desde los villancicos, las nanas

infantiles, las canciones de trabajo hasta las manifestaciones más

populares entre las que se incluyen el mambo, el llamado

cha-cha-chá, el son, el danzón y otras muchas variantes que

tienen un fuerte arraigo popular.

A todo esto se le añade la música de corte religioso, en su

vertiente católica, donde en muy temprana fecha -siglo XVII- un

músico, Esteban Salas, oriundo de la región oriental del país

La cultura popular en Cuba 197

compuso el primer villancico que se conserva en la historia de la

música católica en Cuba. Por otra parte, están los cantos y ritos

negros, de carácter religioso, que están expresados en el lenguaje

de las etnias de origen y son cantos a sus deidades, mitos, ritos y

los llamados toques.

La estudiosa de estos temas, Lic. Marta Esquenazi ha

caracterizado estas expresiones de la siguiente forma:

Para la música religiosa se establece la distinción entre la relacionada con el catolicismo y aquella de antecedentes subsaharanos. En el primer grupo se encuentran, principalmente, la celebración de la Navidad L..). Dentro de la Navidad encontramos los coros que cantaban villancicos, ya fuera en iglesias, ya en casas particulares o por las calles; las trullas de a pie y de a caballo, grupos que con tiple y güiro bajo el brazo, cantaban coplas por las calles, alusivas a la fecha; así como los coros de clave y tonadas tnnitarias, que realizaban sus competencias durante esta época del añ0.9)

Una manifestación de importancia en lo que a la música

tradicional concierne, es aquella que se vincula a las oleadas

migratorias que se producen a finales del siglo XVIII e inicios del

XIX como resultado de la Revolución Haitiana. La forma en que se

manifiesta esta expresión musical es a través de la llamada Tumba

Francesa, que en tanto fenómeno cultural recoge la influencia de

los bailes de salón de los franceses, en especial el minué, y lo

mezclan con los bailes y ritmos africanos. La resultante de todo

esto es una caricatura de los bailes de salón franceses, pero que

se dan con una forma musical muy peculiar al tocar el tambor, y

9) Lic. Marta Esquenazi Pérez: "Música popular tradicional", en: Op.cit., p.166

provocar un ritmo suave y cadencioso muy diferente al del resto

de los bailes de origen africano presentes en Cuba.

Hay otras manifestaciones que llegan a ln Isla a partir del siglo

XIX y que son consecuencia de diferentes oleadas migratorias

provenientes de la zona del Caribe angloparlante, Estados Unidos,

Asia, Medio Oriente y por supuesto, España. Pero de la música

llegada de estas regiones del Oriente, solo la china tuvo un mayor

arraigo en la población, como es el caso de la trompeta y la cajita

chinas, instrumentos que se han incorporado al complejo cultural

de la rumba y la conga como formas de baile popular en la zona

oriental de Cuba.

En lo que a la canción se refiere, hay una forma que es

peculiansima y que se ha denominado en los medios musicales

cubanos: canción trovadoresca. Este tipo de composición aparece

en el siglo XIX cubano. Al respecto, la investigadora Margarita

Mateo en su libro, Del bardo que te canta ha expresado:

La canción cubana no obedeció a un patrón musical homogéneo, sino que fue tomando distintos ritmos, los cuales, bien por la importancia del texto, de la melodía o por la intención del creador, dejaron de ser música para bailar y se convirtieron en canciones para ser escuchadas. C..) Existe, pues, al momento de génesis de la trova, una música cubana expresada en diversidad de formas y estilos que nutrirían la nueva comente.10)

Las primeras expresiones de esta canción trovadoresca, hechas

por hombres de una vida bohemia, tuvieron lugar en los últimos

años del siglo XIX y siempre fueron una expresión musical de los

10) Margarita Mateo: Del bardo que te canta Ciudad de la Habana. Editorial Letras Cubanas. 1988, p.11.

La cultura popular en Cuba 199

sectores más pobres de la población. Será en las primeras tres

décadas de este siglo XX en que este movimiento trovadoresco

tome un mayor auge, entre otras razones, por estar vinculado a las

luchas políticas de la época y a la vanguardia artística cubana de

aquellos años.

Los temas de estas canciones eran la patria, la naturaleza, temas

humonsticos, la mujer, esta última vista como mujer amada, mujer

celosa, mujer infiel, mujer demonio, así como, el amor. Una de las

expresiones más hermosas de este tema amoroso lo constituye la

canción "Veinte años", de una de las escasísimas mujeres

trovadoras de la república, María Teresa Vera, quien en uno de los

momentos de la canción expresa:

Si las cosas que uno quiere Se pudieran alcanzar,

Tú me quisieras lo mismo Que veinte años atrás.

Con qué tristeza miramos A un amor que se nos va:

Es un pedazo del alma Que se arranca sin piedad.")

Luego de enero de 1959 la trova adquirió un auge mucho mayor,

hasta el punto de que algunos la catalogaron en los años setenta

como la banda sonora de la Revolución. Estos temas fueron una

continuidad de aquellos que en sus primeros tiempos cantaron

hombres como Miguel Matamoros, Sindo Garay, Patricio Ballagas

y tantos otros. Aparecieron en este momento figuras como Silvio

Rodnguez, Pablo Milanés y Vicente Feliú entre otras

personalidades que fueron inmediatamente acogidas por Haydeé

Santamana, entonces Presidenta de la Casa de las Américas, una

de las instituciones culturales más prestigiosas del país y con

relieve continental. Allí se dieron cita cantores de todas las

latitudes de una y otra América para dar vida a las canciones y

festivales de la llamada nueva trova

Hoy, al calor de los cambios de la cultura en el país, ha

aparecido un nuevo movimiento de esta tendencia trovadoresca,

que se ha denominado la novisima trova y que constituye una

continuidad temática de la anterior, pero con los nuevos problemas

que enfrenta la sociedad cubana actual. Ya no están presentes solo

las influencias del son, el bolero u otras formas genéricas de la

canción popular cubana, sino que se ha integrado el llamado rock

duro y otras modalidades ntmicas del Caribe. Los miembros de

este movimiento se sienten herederos y continuadores de lo mejor

de la trova tradicional cubana y de la nueva trova. Por otra parte,

la Casa de las Américas, o simplemente la Casa como también le

llaman, sigue siendo aun el sitio de reunión de todos ellos.

La artesanía popular

La última de las manifestaciones a la que haré referencia es a la

artesanía -por razones de tiempo es imposible abordarlas todas-

pero sería imperdonable dejar fuera esta forma de arte y cultura

popular en la Isla, sobre todo, por la fuerte presencia que ha

cobrado en las últimas décadas.

Una de las líneas de la política cultural cubana estuvo dirigida

La cultura popular en Cuba 201

siempre a preservar la cultura popular, pero muy especialmente la

artesanía. Fueron variadas las razones que para ello se tuvieron;

por una parte, porque la artesanía constituye una de las

expresiones de mayor arraigo en el pueblo, tanto en la región

urbana como campesina; y en segundo lugar, por su carácter

utilitario.

De tal suerte, que en el campo -a pesar de las transformaciones

de índole social y tecnológica que se han operado después de

1959-, se mantienen vivos utensilios, ropas, sombreros, juguetes

tejidos y otras de las muchas formas de expresión que la artesanía

tiene en estas regiones rurales.

Pero el fenómeno de la producción de artesanía en Cuba no es

simple, todo lo contrario, precisamente sobre esto advierte el

especialista del Centro de Investigaciones y Desarrollo de la

Cultura Cubana "Juan Marinello", Denis Moreno en su libro

Artesania popular cubana:

El intento de esbozar el proceso histórico de las artesanías populares tradicionales cubanas, se ve forzado a enfrentar una problemática cuya complejidad primera radica en una notable indefinición conceptual. De ahí que, en general, las nociones que se tienen del término artesanía entre los propios artesanos resulten extremadamente limitadas o parciales. Algunos estudiosos incluso incurren en el error de restringir el concepto a un solo aspecto, sin que se explique, por ejemplo, en qué consiste el fenómeno, cómo se expresa en el contexto de la llamada cultura material y cuál es su radio de acción.12)

Por tanto, el estudio de la artesanía popular tiene complejidades

12) Denis Moreno: Forma y tradición en la artesanla popular cubana. Ciudad de la Habana. Editorial José Martí. 1998, pp.7-8

que no van a ser expuestas aquí; pero sí interesa saber que este

tipo de producción, no realizada por procesos fabriles sino de

forma manufacturada, tiene sus orígenes en las propias culturas

abongenes de la Isla, que contrariamente a lo que muchos

historiadores han venido afirmando durante años, dejaron una

impronta cultural en el devenir histórico del país.

La utilización de materiales como la madera, las piedras, conchas

marinas, espinas de pescados y el barro, que se empleó en la

alfarería para la producción de utensilios que luego se utilizaron en

labores de cocina, juegos o ritos religiosos, constituyeron el punto

de partida para la formación de toda una tradición que incluye

también la alimentaria y que ha llegado hasta nuestros días.

Por otro lado, se mantuvieron vivas formas constructivas

-especialmente en los campos- donde aparecen múltiples variantes

de las casas de los campesinos, comúnmente llamadas bohíos, que

se construyen de diferentes tamaños y diseños.

Pero estas formas artesanales también incluyen los instrumentos

empleados en los campos como útiles de trabajo, algunos de los

cuales se mantienen hasta hoy por su marcado carácter utilitario,

es el caso de los tipos de arados, instrumentos para sembrar, etc ...

Paralelamente hubo una producción artesanal con las hojas de las

palmas -planta típica de los campos de Cuba que se caracteriza

por su altura, follaje y los múltiples empleos que de ella ha hecho

el campesino de la Isla- que se utilizan para tejer sombreros,

llamados de yarey, y en la confección de serones, y otras piezas

que son útiles para la vida no solo rural sino también urbana.

La palma es fuente de madera para la construcción de los

bohíos -denominación de las casas rurales que proviene de los

La cultura popular en Cuba 203

antiguos abongenes-, camas, mesas, los llamados taburetes, que

son un tipo de asiento rústico, y otros muchos utensilios para la

vida cotidiana.

Los tejidos para la confección de vestidos, camisas, pantalones

son otra vertiente de la artesanía, como lo es también la no

utilitaria sino de fines decorativos. Actualmente este es un renglón

que mucho se explota en Cuba por la aceptación que estos

productos tienen para el turismo.

La política cultural ha respaldado la producción artesanal en

Cuba mediante convenciones que se organizan en Cuba, como son

las Ferias Internacionales de Artesanía Popular -conocidas con las

siglas de FIART-, los encuentros entre artesanos y artistas de

diferentes partes de la Isla que han tenido por sedes a ciudades

como Ciego de ávila y Sancti Spíritus, zonas de fuertes tradiciones

artesanales, así como, la creación de la Asociación Cubana de

Artesanos y Artistas.

La cultura popular tradicional cubana se mantiene viva en sus

diversas manifestaciones. La memoria cultural de la nación la

preserva como parte indisoluble de su identidad, su historia y su

cultura, porque ha contribuido junto con las demás expresiones

artísticas de la Isla a dar un rostro distintivo a una nación que se

enorgullece de su pasado y de su historia.