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SODALIVM MVNERA. HOMENAJEA FRANCISCO GONZÁLEZ LUIS LA EPÍSTOLA 41 DE SÉNECA TRADUCIDA POR QUEVEDO Y DEFENDIDA POR ÉL DE "LOS ATAQUES" DE MURETUS FRANCISCA MOYA - ELENA GALLEGO Universidad de Murcia RESUMEN En este trabajo se analiza la traducción quevediana de la epístola 41 de Séneca, y la "Nota" que le dedica el autor español. PALABRAS CLAVE: Séneca, Quevedo, Muretus, Lipsius, traducción. «Quevedo translator of Seneca's Epistle 41 and defender of Muretus's attack on it». ABSTRACT The present paper analyses Quevedo's translation of Seneca's Epistle 41, and the Note addressed to the latter by the Spanish author. KEY WORDS: Séneca, Quevedo, Muretus, Lipsius, translation. 0. La epístola 41 de Séneca es una de las muchas que tradujo Quevedo 1 , y una de las pocas que hoy conocemos 2 ; las dio a la luz D. Aureliano Fernández Guerra 3 , y volvieron a editarlas Astrana Marín 4 y Feliciano Buendía 5 . Se hallan en el manuscrito 4066 de la Biblioteca Nacional de Madrid (olim Μ 277 6 ), ff. 112r-149r; de él partió 1 Quevedo hablaba de "noventa epístolas" en las palabras que dirige "A quien leyere" de Marco Bruto; decía que las tenía escritas, como otras obras suyas, antes de su última prisión, y que quedaron embargadas con otros "papeles", sin que le fueran restituidas en su libertad. Entre lo que echó de menos estaban, afirma, las Noventa epístolas de Séneca traducidas y anotadas, y Todas las Controversias de Séneca, traducidas, y en cada caso añadida por mí la decisión de las dos partes contrarias. Cuando Tarsia escribe la biografía de Quevedo habla de las diligencias hechas por su sobrino para recuperar las obras que le habían ocultado, y entre la nómina de títulos aparecen Algunas epístolas y Controversias de Séneca traducidas y ponderadas; cf. Tarsia, P. A. de (1663: 43). De las epístolas hablaremos ahora; algunas Contro- versias han sido descubiertas y editadas recientemente; en Marco Bruto, como se sabe, se incluyeron algunas; cf. Plata, F. (2000), Plata Parga, F. (2001) y Adiego Lajara, I.X- Artigas Alvarez, E.- de Riquer Permanyer, A. (2009a y 2009b). 2 Las epístolas son las siguientes: 5 (solo un fragmento), 10,31,32,41,43,44,54,105,110 y 116. 3 Cf. Fernández Guerra, A. (1859: 380-389); en la nota que incorpora a estas traducciones ofrece valiosos datos sobre este trabajo de Quevedo, y en cuanto a la obra de Séneca, se dan breves noticias de ediciones y traducciones (cf. p. 380); también puede verse Jauralde, P. (1998: 960s.). "Cf. Astrana Marín, L. (1945: 1502-1513). 5 Cf. Buendía, F. (1958:1717-1730). 6 Forma parte de un conjunto de tres tomos (mss. 4065, 4066 y 4067), que contienen, como reza el título, Obras manuscriptas de Don Francisco de Quevedo y Villegas, Cavallero, del Orden de Santiago. Fremiot Hernández González - Marcos Martínez Hernández - Luis Miguel Pino Campos (eds.) Madrid, Ediciones Clásicas, 2011

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SODALIVM MVNERA. HOMENAJEA FRANCISCO GONZÁLEZ LUIS

LA EPÍSTOLA 41 DE SÉNECA TRADUCIDA POR QUEVEDO Y DEFENDIDA POR ÉL DE "LOS ATAQUES" DE MURETUS

FRANCISCA MOYA - ELENA GALLEGO

Universidad de Murcia

RESUMEN

En este trabajo se analiza la traducción quevediana de la epístola 41 de Séneca, y la "Nota" que le dedica el autor español. PALABRAS CLAVE: Séneca, Quevedo, Muretus, Lipsius, traducción.

«Quevedo translator of Seneca's Epistle 41 and defender of Muretus's attack on it».

ABSTRACT

The present paper analyses Quevedo's translation of Seneca's Epistle 41, and the Note addressed to the latter by the Spanish author. KEY WORDS: Séneca, Quevedo, Muretus, Lipsius, translation.

0. La epístola 41 de Séneca es una de las muchas que tradujo Quevedo1, y una de las pocas que hoy conocemos2; las dio a la luz D. Aureliano Fernández Guerra3, y volvieron a editarlas Astrana Marín4 y Feliciano Buendía5. Se hallan en el manuscrito 4066 de la Biblioteca Nacional de Madrid (olim Μ 2776), ff. 112r-149r; de él partió

1 Quevedo hablaba de "noventa epístolas" en las palabras que dirige "A quien leyere" de Marco Bruto; decía que las tenía escritas, como otras obras suyas, antes de su última prisión, y que quedaron embargadas con otros "papeles", sin que le fueran restituidas en su libertad. Entre lo que echó de menos estaban, afirma, las Noventa epístolas de Séneca traducidas y anotadas, y Todas las Controversias de Séneca, traducidas, y en cada caso añadida por mí la decisión de las dos partes contrarias. Cuando Tarsia escribe la biografía de Quevedo habla de las diligencias hechas por su sobrino para recuperar las obras que le habían ocultado, y entre la nómina de títulos aparecen Algunas epístolas y Controversias de Séneca traducidas y ponderadas; cf. Tarsia, P. A. de (1663: 43). De las epístolas hablaremos ahora; algunas Contro­versias han sido descubiertas y editadas recientemente; en Marco Bruto, como se sabe, se incluyeron algunas; cf. Plata, F. (2000), Plata Parga, F. (2001) y Adiego Lajara, I.X- Artigas Alvarez, E.- de Riquer Permanyer, A. (2009a y 2009b). 2 Las epístolas son las siguientes: 5 (solo un fragmento), 10,31,32,41,43,44,54,105,110 y 116. 3 Cf. Fernández Guerra, A. (1859: 380-389); en la nota que incorpora a estas traducciones ofrece valiosos datos sobre este trabajo de Quevedo, y en cuanto a la obra de Séneca, se dan breves noticias de ediciones y traducciones (cf. p. 380); también puede verse Jauralde, P. (1998: 960s.). "Cf. Astrana Marín, L. (1945: 1502-1513). 5 Cf. Buendía, F. (1958:1717-1730). 6 Forma parte de un conjunto de tres tomos (mss. 4065, 4066 y 4067), que contienen, como reza el título, Obras manuscriptas de Don Francisco de Quevedo y Villegas, Cavallero, del Orden de Santiago.

Fremiot Hernández González - Marcos Martínez Hernández - Luis Miguel Pino Campos (eds.) Madrid, Ediciones Clásicas, 2011

422 FRANCISCA MOYA-ELENA GALLEGO

Fernández Guerra, y lo utilizaron los siguientes editores; nuestro texto parte igualmen­te de este manuscrito7.

No es nada sorprendente que dedicase Quevedo parte de sus "ocios" a traducir a Séneca, autor que tanta influencia tuvo en él y que está detrás de tantas páginas suyas; es suficientemente sabido que lo leía, anotaba8 y citaba9; con estas traducciones posi­blemente intentaba un acercamiento más profundo a su pensamiento y su estilo, en una palabra, entenderlo mejor y ofrecerlo lo más adecuadamente posible10.

También es bastante posible, en otro orden de cosas, que las epístolas no las tradu­jese "en orden"; actuaría de manera semejante a como lo hiciera con los epigramas de Marcial11; podría avalar en cierto modo este juicio el orden en que se encuentran en el manuscrito de la Biblioteca Nacional que las ha transmitido (epístolas 41, 43, 32, 10, 44, 5, 31, 54, 110, 105 y 116); sin embargo, la inclusión entre las traducciones de la carta 110 y 105 de cuatro epístolas (75, 39, 3 y 29) escritas "a imitación de las de Séneca"12, o la traducción, en último lugar, de la epístola de Plinio VIII22, sugiere que el azar pudo "ordenar" de esta manera el material "quevediano", aunque pudieran ser otras las razones13; de todos modos, el hecho de que la epístola 41, la que abre el con­junto, cuente con una enjundiosa nota de Quevedo, podría inclinarnos a pensar en una voluntad del responsable de la selección o copia de estas cartas14. Sea como fuere, y con independencia de la importancia que para Quevedo tenía la casi totalidad de las epístolas, estas que poseemos no carecen de interés; es más, las palabras que, como introducción a cada epístola, añadía Lipsius en la edición que hizo de las mismas15, pudieron llamar de manera especial la atención de Quevedo, y quizás orientasen, si así fue, su elección. Desde luego Quevedo leyó estos "argumentos", como luego se verá, y leyó y citó estas y las demás epístolas.

Existe un manuscrito, propiedad de J.O. Crosby, en que se encuentran también; el manuscrito, como él mismo informa (J.O. Crosby 1959: 166s.), coincide en sus páginas 1-120 con el citado manuscrito 4066 de la Biblioteca Nacional; por tanto lo hacen las epístolas, que ocupan los folios 41-58 (cf. p. 168); ambos manuscritos están, pues, "emparentados", aunque Crosby piensa que el suyo, al menos en parte, puede derivar de una copia anterior al ms. 4066. Es posible igualmente que otros manuscritos con las mismas o con un número mayor de epístolas se encuentren en algún archivo o biblioteca esperando ser descubiertos. 8 Así lo muestra el ejemplar de la edición gryphiana de Séneca de 1555 (BNM R/40521), cuyos márgenes, como descubriera Astrana Marín (1945: 1527-1529), y como hemos podido ver, están repletos de anotaciones de Quevedo. 9 Encontramos citas en castellano a lo largo de toda la obra en prosa de Quevedo, y un buen número de citas en latín, sobre todo de Epistolae, De beneficiis o De providentia vemos en Doctrina estoica, Política de Dios, Su espada por Santiago, Providencia de Dios, o Constancia y paciencia del santo Job. 10 La bibliografía sobre Quevedo y Séneca es abundante y conocida. 11 Pueden verse en Blecua, J.M. (1985: 439-470). 12 Sobre la paternidad quevediana de estas epístolas "escritas a imitación de las de Séneca" no hay consenso; Crosby, que ofrece un panorama de las opiniones diversas, la niega; cf. Crosby, J.O. (2005: 58-61). 13 A Crosby le "parece posible que la colocación a la mitad de las traducciones auténticas, la falsificación de los números de las epístolas y la nota sobre la atribución pueden responder a un intento consciente de disfrazar una atribución ficticia"; cf. Crosby, J.O. (2005: 60). 14 Juan Isidro Fajardo, como se reconoce, fue el responsable de este manuscrito, aunque no se sabe si conservó sin cambios lo que pudo encontrar en otro anterior. 15 Pueden verse en la edición de Lipsius de 1605 (manejamos el ejemplar BNM 3/1835); estas "introducciones" se incorporan después a otras ediciones de Séneca.

La epístola 4Ί deSénecatraducida porQuevedo<ydefendida porél'de "los ataques" de Muretus 4 2 3

I. La epístola 4116, la que ocupa, como venimos recordando, el lugar primero del conjunto de epístolas traducidas por Quevedo que se nos ha conservado, goza de una importancia singular; el contenido de la misma sintoniza a la perfección con el pensa­miento de Quevedo; la admiración que hacia ella sentía Lipsius, como el "argumen-tum" que sitúa a la cabeza de esta carta17 muestra, la compartía Quevedo; el amplio comentario que le dedica parece confirmarlo.

La traducción de Quevedo, debemos recordar, se basa en un texto concreto, que podría ser, en principio, el de una de las ediciones que, sabemos, manejó nuestro autor a lo largo de su vida; podría ser el de la edición gryphiana de 155518, en la que un buen número de epístolas están subrayadas y anotadas por Quevedo; también pudo servirse del texto de la edición de las Epístolas a Lucilio de 1602, con notas, entre otros, de Muretus19; podría ser igualmente el que presenta Lipsius en su edición de Séneca de 16052, pero a nuestro juicio es prácticamente seguro que cuando tradujo esta epístola tuvo ante los ojos la edición parisina de Séneca de 160721; nos basamos, en principio, en la mención que hace Quevedo en su "Nota" de algunas de las "Notas" que Lipsius y Muretus ofrecían a la carta, y que se leían en esta edición de 1607; en la edición de 1555 no se pueden leer, lógicamente, las palabras de Lipsius ni las de Muretus; en la edición parisina de 1602 no están las palabras de Lipsius; en la de Lipsius no están las de Muretus. Es verdad que se podría pensar que estas dos ediciones, la de 1602 y 1605, las tenía Quevedo juntas en su mesa de trabajo; es muy posible, pero también lo es que en la edición de 1607 estaban los "argumentos" y notas de Lipsius e igualmente las notas de Muretus22; y además sabemos con casi total certeza que la edición senequiana de 1607 fue utilizada por Quevedo, como confirman "lecturas" singulares de algunos textos23.

Partiendo del texto de esta edición24, Quevedo, en primer lugar, traduce; a conti­nuación anotará. Vamos a reproducir el texto latino que leía Quevedo y situaremos a su derecha la traducción. Añadimos entre corchetes la indicación de parágrafos que, au­sente en las humanísticas, se lee en las ediciones modernas; y, por nuestra parte, hemos considerado oportuno dividir la epístola en frases, y numerarlas, lo que juzgamos de

16 Se lee en Fernández Guerra (1859: 383-384); Astrana Marín (1945: 1505-1507), y Buendía (1958: 1720-1723). 17 Dice así: "O pulchram, altamque epistolam! Deum in nobis habitare, et bonum virum sine eo nullum esse. Colamus ipsum, et animum, qui ab illo descendit. In eo propria nostra bona sunt: alia omnia aliena. Bonum autem, recta Ratio". Recordamos que cada epístola cuenta en la edición de Lipsius con su correspondiente argumentar». 18 El ejemplar BNM R/40521, recordamos, está profusamente anotado por Quevedo. " La carta se encuentra en las páginas 176-178 y las notas en las páginas 179-181. 20 Se lee en las páginas 453-454. 21 Manejamos el ejemplar BNM 7/12231. La epístola 41 ocupa las páginas 245-246. 22 En la epístola 41 se leen notas de Lipsius, Muretus, Erasmus, Opsopoeus, Gruterus y Iuretus. Quevedo, como veremos, ni menciona a todos, ni todas las anotaciones de los humanistas que cita. 23 De esta edición es la cita de Sen. epist. 73, 1, que se lee en Política de Dios; cf. Fernández Guerra (1852: 42); Buend­ía (1958: 585); también la cita de Sen. epist. 86 1, en Providencia de Dios; cf. Fernández Guerra (1859: 187); Buendía (1958: 1415); o la de Sen. benef. 4 35 en Su espada por Santiago; cf. Fernández Guerra (1859: 432); Buendía (1958: 1412). 24 El texto de esta edición coincide absolutamente con el de Lipsius de 1605; la mencionada edición de 1602 presenta, sin embargo, diferencias: "nitet" frente a "nititur (texto 19), "nitet" en vez de "demittitur" (texto 22), "pulchram" en vez de "formosam" (texto 29), y una errata en el texto 21: "aequae" en vez de "equum".

424 FRANCISCA MOYA - ELENA GALLEGO

utilidad para poder remitir a una u otra parte de la misma, cuando hagamos nuestros comentarios.

Comenzaremos por el texto latino que tradujo Quevedo, puesto que, como es natu­ral, presenta algunas diferencias en relación con las ediciones modernas, e incluso con las humanísticas.

Las lectiones de la edición de 1607 son las que siguen25: 6 vir (vero vir); 10: occu-rrit (occurrerit); densitate (se omite); submovens (sumovens obtentu);/ad/ (faciet); 14 istuc (isto o); 17 et sacer (ac sacer); 19 nititur (nitet); animus (animus?); 20 in alium (ad alium), possint (possunt), protinus transferri (transferri protinus); 22 demittitur (nitet / mittitur), ornamenta (ornamenti); 25 ad terram pondere (pondere ad terram); 26 praeferet (praeferret); 29 esse natura (natura esse); 30 ipso (illo); est hominis (hominis est); 33 eius bonum (bonum eius); adimplevit (implevit); 34 exigit (exigat); 38 adsalutem revocan (revocan ad salutem).

En cuanto al texto castellano, mantenemos el que ofrece el manuscrito, aunque sin hacer una edición paleográfica, pues no respetamos, por ejemplo la doble "ss" en "as-si" (2), cossa (15); la "v" en "havita" (9), la "z" en vez de "c"; tampoco respetamos las comas cuando no responde a nuestras normas.

Por otra parte, hemos corregido el texto en dos ocasiones; en 20, en vez de "quién", proponemos "qué" ("qué más loco que quien"); a nuestro juicio escribió Quevedo "qué" al traducir quid eo dementius qui, y lo que se lee en el manuscrito ("quien") sería una falta del copista; en 22 proponemos "el" ("el inculto"), en vez de "del" ("del inculto"); como en el caso anterior, consideramos que es una falta del copista; la letra y estilo de Quevedo favorecerían la equivocación. Hemos restituido, además de los men-ciondos "qué" y "el", en 14, "aquí", que se lee en el manuscrito para traducir istuc del texto de Séneca, frente a "a este", que editó Fernández Guerra26.

[SÉNECA Epístola XLI (Libro IV). SÉNECA LVCILIO SVO SALVTEM]

1 [1] Facis rem optimam, et tibi salutarem, si, ut scribis, perseveras iré ad bonam mentem: quam stultum est optare cum possis a te impetrare.

Haces cosa buena, y para ti saludable, si, como escribes, perseveras en ir a la Buena Mente; la cual es necedad desearla, pudien-do alcanzarla de ti.

2 Non sunt ad caelum elevandae manus, nec exorandus aedituus, ut nos ad aures simula-cri, quasi magis exaudiri possimus, admit-tat:

No se han de levantar las manos al cielo, ni rogar al sacristán para que, introduciéndonos hasta las orejas de los simulacros, podamos ser oídos mejor.

Primero situamos el número que hemos asignado a cada parte del texto, a continuación la lectura que ofrece la edición que maneja Quevedo, y después, entre paréntesis la que aparece en ediciones modernas; no hemos considerado necesario para nuestro propósito especificar cuáles son. 26 Astrana Marín (1945: 1505s.) mantiene las mismas lecturas que Fernández Guerra.

Laepistola4l de Séneca traducida por Quevedo y defendida por él de "los ataques" de Muretus 4 2 5

3 prope est a te Deus. tecum est. intus est. Dios está cerca de ti; contigo está, está den­tro.

4 [2] Ita dico, Lucili, sacer intra nos spiritus sedet, malorum bonorumque nostrorum observator et cusios:

Así lo juzgo, Lucilio: sagrado espíritu habita dentro de nosotros, observador y guarda de nuestros males y bienes.

5 hic prout a nobis tractatus est, ita nos ipse tractat.

Este así nos trata como le tratamos nosotros.

6 Bonus vir sine Deo nemo est. No hay varón bueno sin Dios.

7 An potest aliquis supra fortunam, nisi ab illo adiutus, exsurgere?

¿Por ventura puede alguno sobre la fortuna, si él no le favorece, levantarse?

8 Ule dat consilia magnifica et erecta. Él da consejos magníficos y rectos.

9 In unoquoque virorum bonorum (Quis Deus incertum est) habitat Deus.

En cualquiera de los hombres buenos habita Dios; cuál Dios no se sabe.

10 [3] Si tibi occurrit vetustis arboribus et solitam altitudinem egressis frequens lucus, et conspectum caeli densitate ramorum aliorum alios protegentium submovens: illa proceritas silvae et secretum loci, et admira­do umbrae in aperto tam densae atque con-tinuae, fidem tibi numinisfacit.

Cuando con ancianos árbores, cuya altura excediese con exceso la ordinaria, te ocurre un bosque frecuentado, y que con la densi­dad de ramas entretejidas esconde a tu vista el cielo, -aquella grandeza de la selva, lo arcano del lugar, y la admiración de la som­bra tan densa y tan continua en descubierto, alguna deidad testifica a tus ojos.

11 Et siquis specus saxis penitus exesis montem suspenderit, non manufactus, sed naturalibus caussis in tantam laxitatem excavatus27: animum tuum quadam religio-nis suspicione percutiet.

Y si alguna sima con peñascos ya casi roídos de la edad suspende en su concavidad un monte, moverá tu ánimo con sospecha de religión.

7 Desde non manufactus a excavatus no está en la traducción.

426 FRANCISCA MOYA - ELENA GALLEGO

12 Magnorum fluminum capita veneramur: súbita et ex abdito vasti amnis eruptio aras habet. coluntur aquarum calentium fontes: et stagna quaedam, ve/ opacitas vel immen­sa altitudo sacravit.

Veneramos las cabezas de las grandes ribe­ras; el súbito nacimiento de grande río, por parte ignorada, tiene Aras. Reveréncianse las fuentes de agua caliente, y lo opaco, y lo profundo consagró algunos lagos.

13 [4] Si hominem videris interritum pericu-lis, intactum cupiditatibus, ínter adversa felicem, in mediis tempestatibus placidum, ex superiore loco nomines videntem, ex aequo déos: non subibit te veneratio eius? non dices: 'ista res maior est altiorque, quam ut credi similis huic, in quo est, corpúsculo possit?'

Si ves un hombre intrépido en los peligros, entre los apetitos intacto, entre las adversi­dades dichoso, en medio de las tempestades sereno, que mira desde lugar superior a los hombres, de igual a los dioses, ¿no te mo­verá a venerarle? ¿No dirás: Cosa es esta mayor y más alta de lo que puede caber en este cuerpezuelo, y presumirse de él?

14 [5] Vis istuc divina descendit; animum excellentem, moderatum, omnia tamquam minora transeuntem, quidquid timemus optamusque ridentem, caelestis potentia agitat.

Fuerza divina bajó aquí; ánimo excelente y moderado, que con desprecio pasa por todo, que se ríe de lo que tememos y deseamos, poderío celestial le gobierna.

15 Non potest res tanta sine adminiculo numinis stare.

No puede cosa tan grande mantenerse sin asistencia soberana.

16 Itaque maiore sui parte illic est, unde descendit.

Por lo cual con la mayor parte suya está allá de donde vino.

17 Quemadmodum radii solis contingunt quidem terram, sed ibi sunt unde mittuntur: sic animus magnus et sacer, et in hoc demis-sus ut propius divina nossemus, conversatur quidem nobiscum, sed haeret origini suae.

No de otra suerte que los rayos del sol tocan la tierra, sin desclavarse de donde son en­viados, así el ánimo sagrado, y grande, enviado a estos vasos frágiles, para que de más cerca conociésemos lo divino, conversa con nosotros, mas no se aparta de su origen:

18 Illinc pendet: illuc spectat ac nititur: nostris tamquam melior interest.

de allí pende, allí mira y se afirma; en nues­tras cosas interviene como mejor.

19 [6] Quis est ergo hic? animus qui nullo bono nisi suo nititur.

Pues ¿quién es este? ánimo, que en ningún bien se funda, sino en el propio.

La ephtola 41 de Séneca traducida por Quevedo y defendida por él de "los ataques" de Muretus 427

20 Quid enim est stultius, quam in homine aliena laudare? quid eo dementius, qui ea miratur, quae in aíium protinus transferri possint?

¡Qué cosa más necia que alabar en el hombre lo ajeno! ¿Qué más loco que quien admira cosas que brevemente pueden transferirse a otro?

21 Nonfaciunt meliorem equum aureifreni. No hace mejor al caballo el freno de oro.

22 Aliter leo aurata tuba demittitur, dum contractatur, et ad patientiam recipiendi ornamenta cogitur fatigatus: aliter incultus, integri spiritus.

Otro es el león que con greña dorada se rinde, mientras se deja manosear, y es forza­do con fatiga a recibir con paciencia los adornos; y en todo diferente el inculto con espíritu entero.

23 Hic scilicet ímpetu acer, qualem illum esse natura voluit, speciosus ex hórrido, cuius hic decor est, non sine timore adspici, praefertur Mi lánguido et bracteato.

Este con el ímpetu formidable, como quiso la naturaleza que fuese, hermoso de puro fiero, de quien lo horrible es decoro, que sin temor no puede mirarse, es preferido al lánguido y enjoyado.

24 [7] Nemo glorian nisi suo debet. Nadie se ha de gloriar sino de sus cosas propias.

25 Vitem laudamus, si fructu palmites one-rat, si ipsa ad terram, pondere eorum quae tulit, adminicula deducit.

Alabamos la vid si carga con el fruto los sarmientos, si las estacas con que la susten­tan, con el peso de los racimos que produjo las derriba en tierra.

26 Num quis huic illam praeferet vitem, cui aureae uvae, áurea folia dependent?

¿Acaso preferirá alguno a esta vid una que tenga uvas de oro, con hojas de oro cubiertas?

27 Propria virtus est in vite.fertilitas. En la vid la fertilidad es su propia virtud.

28 In homine quoque id laudandum est, quod ipsius est.

De la misma manera en el hombre ha de alabarse lo que es suyo.

29 Familiam formosam habet, et domum pulchram: multum serit, multum faenerat. nihil horum in ipso est, sedcirca ipsum.

Tiene hermosa familia y casa magnífica; mucho siembra, mucho adquiere; nada de esto es en él mismo, sino cerca de él.

428 FRANCISCA MOYA - ELENA GALLEGO

30 [8] Lauda in ipso, quod nec eripi potest, nec dari: quodproprium est hominis.

Alábale lo que ninguno puede quitarle ni darle, lo que es propio del hombre.

31 Quaeris quid sit? Preguntas ¿qué es?

32 Animus, et ratio in animo perfecta. Ánimo; y en el ánimo la razón perfecta.

33 Rationale enim animal est homo: con-summatur itaque eius bonum, si id adimplevit cui nascitur.

Animal racional es el hombre; consumará su bien si cumple aquello para que nació.

34 Quid est autem quod ab illo ratio haec exigid

¿Qué es pues lo que esta razón le pide?

35 rem facillimam, secundum naturam suam vivere:

Cosa facilísima: vivir según su naturaleza;

36 sed hanc difficilem facit communis insa­nia.

mas esto hace difícil la común locura.

37 In vitia alter alterum trudimus. El uno al otro nos rempujamos en los vicios.

38 quomodo autem ad salutem revocan possunt, quos nemo retinet, populus impellit?

¿Cómo pues serán restituidos a la salud los que nadie detiene y el pueblo impele?

Sobre las traducciones de Quevedo mucho y bien se ha escrito, y muchos y conoci­dos son los juicios, no siempre coincidentes, que se han emitido sobre Quevedo traduc­tor28; por eso nos limitaremos a una breve glosa de la versión que en este caso lleva a cabo, destacando algunas de las características que se perciben en nuestra epístola. La disposición de texto latino y traducción que presentamos permite establecer una com­paración entre ambos textos, o, de otra manera, que el lector pueda deducir por sí mis­mo lo que ahora intentamos exponer.

El cotejo permite afirmar, en principio, que la traducción quevediana es bastante li­teral, es decir, que poco tiene en común con las recreaciones, paráfrasis o amplifica-

28 Valgan de ejemplo, entre otros, Schwartz Lerner, Pérez Gómez, Balcells, López Eire, Iso Echegoyen, Sánchez Salor, López Ruiz, o Capelli. En sus páginas aparece la bibliografía fundamental sobre esta cuestión.

La epístola 41 de Séneca traducida por Quevedoy defendida por él de "los ataques" de Muretus 4 2 9

ciones que se observan sobre todo en versiones como las de Anacreón, Lágrimas de Jeremías, e incluso en algunas traducciones de poetas, siendo el caso de Marcial uno de los ejemplos más elocuentes. En la traducción de la epístola de Séneca está, cierta­mente, muy lejos de esas libertades que con todo derecho se permite en otras ocasio­nes. Es cierto que la naturaleza de esta epístola facilita en gran medida esa cercanía entre el texto latino y traducción castellana; el léxico, las frases, por lo general breves, el estilo sentencioso, tan del gusto de Quevedo, todo ello puede ser reproducido sin apenas dificultad, pero cierta libertad o voluntad de estilo también encontramos.

Ejemplo de léxico cercano y frases breves mantenidas fielmente son los textos 3, 5, 6, 8,21,24, 27. De ellos seleccionamos:

3: Dios está cerca de ti: contigo está, está dentro (prope est a te Deus, tecum est, in-tus est).

21: No hace mejor al caballo el freno de oro (Nonfaciunt meliorem equum aurei freni).

Aunque sean un poco más amplias y de sintaxis más rica, también se percibe fide­lidad en un buen número de traducciones, como por ejemplo la del texto 1:

Haces cosa buena, y para ti saludable, si, como escribes, perseveras en ir a la Buena Mente; la cual es necedad desearla, pudiendo alcanzarla de ti.

Facis rem optimam et tibí salutarem si, ut scribis, perseveras iré ad bonam mentem: quam stultum est optare cum possis a te impetrare.

En este lugar se respeta -es fácil hacerlo- léxico (facis/ haces; perseveras/ perseveras; bonam mentem/ Buena Mente29), o se vierte muy fielmente (stultum/ necedad; impe­trare/ alcanzar), de la misma manera que se respeta la sintaxis y el orden de palabras.

En el texto 2:

No se han de levantar las manos al cielo, ni rogar al sacristán para que, introduciéndonos hasta las orejas de los simulacros, podamos ser oídos mejor.

Non sunt ad caelum elevandae manus, nec exorandus aedituus, ut nos ad aures simulacri, quasi magis exaudiri possimus, admittat.

el conjunto de la traducción es fiel, aunque no absolutamente literal, como muestra la transformación que supone "introduciéndonos", o la eliminación de quasi, con la que se sugiere que ut introduce a possimus; sin embargo, el sentido es prácticamente el mismo y la licencia sintáctica justificable. "Hasta las orejas de los simulacros" mantie­ne la fuerza que a la expresión da el castellano "orejas", fielmente traducido, y la elec­ción de "simulacros" (plural en vez de singular) parece un latinismo, aunque ya tenía

29 La literalidad de " Buena Mente" quizá responda a que en "Mente", como en mens, están implícitos los valores de rano, animus, cor, voluntas, sententia, o a que sabía Quevedo que Bona Mens era una diosa en Roma; la expresión es frecuente en latín (cf. Prop. 3,24,19; Ov. amor. 1,2, 31)

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carta de naturaleza en nuestra lengua significando lo que aquí: "imágenes"30. Un término que, a nuestro juicio, merece destacarse es la actualización que representa "sacristán" para aedituus; "guardián del templo" hubiera sido una perífrasis quizás inoportuna.

Acertada nos parece en 4 la traducción "habita" para sedet, y "juzgo" para dico, y destacable la bondad de la versión en su conjunto.

En los casos en que la frase latina se alarga o la sintaxis se complica, la traducción de Quevedo parece resentirse, posiblemente porque busca respetar el original violen­tando la frase castellana. En el texto 10, por ejemplo, se puede confirmar.

Cuando con ancianos árboles31, cuya altura excediese con exceso la ordinaria, te ocurre un bosque frecuentado, y que con la densidad de ramas entretejidas esconde a tu vista el cielo, -aquella grandeza de la selva, lo arcano del lugar, y la admiración de la sombra tan densa y tan continua en descubierto, alguna deidad testifica a tus ojos.

Si tibi occurrit vetustis arboribus et solitam altitudinem egressis frequens lucus et conspec-tum caeli densitate ramorum aliorum alios protegentium submovens, illa proceritas silvae et secretum loci, et admiratio umbrae in aperto tam densae atque continuae, fidem tibi numinisfacit.

Además de traducir "si" por "cuando", lo cual está justificado, comenzar tradu­ciendo el ablativo ("con ancianos árboles") que complementa a frequens es, por lo menos, llamativo; es cierto que la lectura del pasaje, sobre todo una segunda lectura, aclara lo que se dice, y se ve que todo es correcto, que el "bosque" que se ofrece a la vista (occurrit32) es abundante en árboles longevos ("frecuentado con ancianos árbo­les"); eso significa frequens; y se comprende bien que cuando Quevedo dice "cuya altura excediese con exceso la ordinaria" está traduciendo no del todo literalmente "(árboles) que exceden la altura habitual"33; y también se puede admirar el acierto de "densidad de ramas entretejidas" para explicar que las ramas se protegen o cubren unas a otras34, e igualmente oportuna es la transformación que supone "alguna deidad testi­fica a tus ojos" para traducir fidem tibi numinis facit. Quevedo debe de compartir con Séneca la creencia en la relación que existe entre la naturaleza y la divinidad, o de otra manera, que la naturaleza habla de la divinidad; por eso elige "testifica"; la naturaleza, expresada en proceritas silva y admiratio umbrae (...), motiva la creencia en la divini­dad.

Aparecía ya en Fray Antonio de Guevara, en su Reloj de Príncipes, aunque en otros autores "simulacro" viene acompañado de una explicación ("simulacro o imagen" o algo similar). 31 En el manuscrito: "árbores". 32 Mantiene el valor "salir al paso", que el verbo occurro tiene en latín, pero también en castellano, por lo menos desde 1584, según el Diccionario de Corominas.

(arboribus) solitam altitudinem egressis. 34 (lucus) conspectum caeli densitate ramorum aliorum alios protegentium submovens. Literalmente: bosque que aleja (se. 'impide' o 'dificulta') la vista del cielo por la densidad de unas ramas que protegen o cubren a las otras ramas; de ahí la excelente idea de "entretejer" que prefiere Quevedo.

La epístola 41 de Séneca traducida por Quevedo y defendida por él de "los ataques " de Muretus 4 3 1

En el número 13 la traducción que sabe a puro castellano, y que a la vez reproduce con fidelidad el latín, brilla, a nuestro juicio, con un "¿no te moverá a venerarle?" para verter non subibit te veneratio eius?, y elegante es el desdoblamiento de la frase final ('ista res maior est altiorque, quam ut credi similis huic, in quo est, corpúsculo pos-sit'?), en que acude Quevedo a dos infinitivos, "¿cosa es esta mayor y más alta de lo que puede caber en este cuerpezuelo y presumirse de él?, en vez de utilizar una expre­sión más literal. Y ajustada y hermosa traducción es la del texto 15: "No puede fuerza tan grande mantenerse sin asistencia soberana (Non potest res tanta sine adminiculo numinis store). Digno de mención puede ser también la voluntad de estilo que se per­cibe en 17, en que para traducir sed haeret origini suae acude a a litote "no se aparta de su origen", o "explica" m hoc (in hoc demissus), con un "enviado a estos vasos frágiles", haciéndose eco, sin duda, de la conocida metáfora del alfarero que trabaja el barro; cf. por ejemplo Pers. 3,19-24, Ivv. 4,134, o Sen. epist. 25, l35.

Ocioso parece continuar la glosa de más lugares; si echamos una mirada a los últi­mos de la epístola, vemos que andan parejas la fidelidad y la contundencia que reclama el texto de Séneca: "Qué es pues lo que esta razón le pide" (34); "cosa facilísima: vivir según su naturaleza" (35); "mas esto hace difícil la común locura" (37), o "el uno al otro nos rempujamos en los vicios", en que no pasa desapercibida la acertada elección de un término tan expresivo y de tanta fuerza como "rempujar" (más que "empujar") para traducir trudere. El final (38) sigue en la misma línea, y confirma lo que hemos ya anticipado, que la traducción de Quevedo es fiel, está cercana a la letra y cercana al estilo de Séneca, con corrección y elegancia, lo que no excluye que haya algunos casos en que pudiera parecer que Quevedo "se despista" un poco, pero las virtudes, a nuestro juicio, superan con mucho los "posibles" defectos36.

II. Esta importante epístola no solo es decorosamente traducida por Quevedo; tras la versión "dialoga" con las Notas de alguno de los humanistas que acompañan su texto latino, y en ese diálogo acude a textos clásicos que considera oportunos para apoyar sus ideas o argumentos.

En su amplia e interesante Nota37 debe resaltarse, en primer lugar, el elogio que de­dica a Lipsius para arremeter a continuación contra Muretus; esta es, a nuestro juicio, la razón de la Nota.

Como decíamos supra, Quevedo parte de la edición parisina de 1607; en ella, a la cabeza de cada epístola se lee el argumentum I. Lipsii^. Y lo primero que hace Queve-

3 Leemos en Sénca: 'Quid ergo?' inquis 'quadragenarium pupillum cogitas sub tutela tua continere? réspice aetatem eius iam duram et intractabilem: teñera finguntuf. 36 Defecto de Quevedo o del copista es la mencionada omisión de una parte del texto 11. 37 Las demás traducciones de epístolas que se nos han conservado de Quevedo carecen de notas, con excepción de una que aporta a la epístola 105, y otra a la epístola de Plinio; estas son, sin embargo, bastante breves, aunque no carentes de interés. 38 Estos argumenta se leían, como hemos recordado, en la citada edición de 1605.

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do para emitir su juicio sobre la epístola es repetir el principio del "argumento" de Lipsius39; dice así:

"Exclama el doctísimo Justo Lipsio en el argumento desta epístola: O pulchram, altamque epistolam!"

A continuación elogia a quien fuera su gran y admirado amigo, valorando su obje­tividad para con un autor español, Séneca, y agradeciéndole que lo hubiera editado (resucitado) y defendido. Es evidente que la importancia del elogio deriva en grandí­sima medida de la persona que lo formula; Lipsius era doctísimo y, además, objetivo:

"Leía sin pasión, juzgaba sin envidia, no se conocía en sus comentos su patria, lo flamenco no pasa del nacimiento a la pluma. ¡O mi Lipsio, grande honra de Flandes! Tanto como Es­paña debe a Córdoba porque le dio a Séneca, te debe España porque se le resucitas y se le defiendes"40.

Del resto de las notas de Lipsius, hasta once, que tratan de cuestiones de sentido, textuales o literarias nada dice Quevedo; pasa de inmediato a "comentar" las Notas de Muretus que siguen a las de Lipsius en la edición que utiliza, y comienza oponiendo abiertamente a los dos humanistas; Muretus actúa, a juicio de Quevedo, de modo muy diferente a Lipsius, y nuestro autor afirma con total contundencia que Muretus, por ser francés, es enemigo de los españoles, y que sus críticas a Séneca, un español muerto, se fundan en ese motivo; por eso dice:

"No así, no, Marco Antonio Mureto, hombre (no se lo negamos) erudito, disimula lo ene­migo, antes lo ostenta, pues en esta epístola reprehende a Séneca, no tanto como cristiano al gentil, cuanto como francés vivo al español muerto; sobre aquellas palabras: Quam stultum est optare (bonam mentem), cum possis a te impetrare, dice: Impietatis et stultitiae plena haec sententia Stoicorumfuit"

Es evidente que a Quevedo le ha molestado que Muretus considerase a Séneca im-pius y stultus, puesto que, como se entiende, Séneca era estoico y su sententia estaba, a su juicio, "repleta de impiedad y estulticia"; y es evidente que ha visto en ello un ata­que a los españoles y a España; por eso con todas las armas que tiene a su disposición Quevedo se lanza al ataque, aunque no exento de la pasión, que no juzgaba en otros muy positivamente.

Ciertamente la lectura de este texto nos lleva a hacer alguna puntualización; no es­taría fuera de lugar advertir que nuestro Quevedo omite, sin duda deliberadamente,

Completo reza así: O pulchram, altamque epistolam! Deum in nobis habitare, et bonum virum sine eo nullum esse. Colamus ipsum, et animum, qui ab illo descendit. In eo propria riostra bona sunt: alia omnia aliena. Bonum autem, recta Ratio. 40 Hemos editado "flamenco" y "Flandes" donde el manuscrito dice "francés" y "Francia", que, a nuestro juicio, debe corregirse, porque es sorprendente que llamase Quevedo "francés" a Lipsius, cuando había nacido en los Países Bajos; Lipsius hablaba de "Bégica"; su Universidad, Lovaina, que pertenece a Flandes, puede explicar que Quevedo lo llamase "flamenco"; pero también podría ser "belga" y "Bélgica". Fernández Guerra leía "francés" y "Francia", Astrana Marín (1945: 1506) corrigió Francia y editó Flandes.

La epístola 41 de Séneca traducida por Quevedo y defendida por él de "los ataques " de Muretus 4 3 3

algunas cosas, comenzando por la primera anotación de Muretus a la epístola41; o que silencia un largo párrafo en que Muretus matiza un poco su primera afirmación {Impie­tatis et stultitiae plena haec sententia Stoicorum fuii). Quevedo pasa, sin solución de continuidad a comentar lo que dice Muretus acerca de Horacio, citando dos versos suyos.

Pero debemos recordar lo que omite Quevedo. Muretus antes de hacer mención de Horacio, justificaba su aseveración o, mejor, la razón del pensamiento estoico, dicien­do que los estoicos escuchaban que los dioses eran llamados con consenso casi total de la gente "dadores de bienes"42, y que ellos pensaban que, con excepción de la virtus, bona mens, ratio perfecta y cosas semejantes, ninguna otra cosa debía ser incluida entre "los bienes", y decían que estas cosas (virtud, buena mente, etc.) no eran dadas al hombre por obra de la divinidad43. Decían también, recuerda Muretus, que cada uno por sus propias fuerzas se las podía proporcionar44; por eso deduce que ellos, los estoi­cos, si querían ser coherentes, tenían que decir que los dioses no eran dadores de bien alguno45; que estos, los dioses, les daban lo que los mismos estoicos llamaban "cosas dignas de estimación" (praeposita) o "bienes que no contribuían a hacer la vida feliz {producía), a saber, riqueza, poder, vigor corporal y cosas semejantes46; en fin, que los bienes verdaderos no se los daban los dioses47. Y es entonces, cuando Muretus trae el texto de la sátira horaciana, precedido del juicio de valor sobre un Horacio, presa de la estulticia estoica:

Hac stultitia imbutus Horatius ita cecinit Haec satis est orare Iovem, qui donat et aufert: Det vitam. Det opes: aequum mi animum ipse parabo.

a saber, que él, imbuido de la misma estulticia, dijo aquello: "bastante es pedir a Júpi­ter, que las regala y quita, que dé la vida, que dé riquezas: yo mismo preparé para mí un ánimo justo".

Quevedo, por su parte, trae la referencia de Muretus a Horacio inmediatamente después de recoger aquellas "terribles" palabras del humanista francés: Impietatis et stultitiae...fuit; y, además, continúa en su ataque a Muretus a partir de lo que este de­cía, pues el humanista francés no solo corregía a Horacio afirmando con rotundidad que ese ánimo justo, aequus animus (es decir, la ecuanimidad), que él dice poder al­canzar, era precisamente el más grande de los dones divinos, sino que se dirigía a él

41 Muretus, a propósito de Facis rem optimam, indica, a modo de resumen, que algo de divino hay en los hombres buenos, o que el hombre debe ser juzgado por los bienes que le son propios, no por los ajenos In ómnibus bonis viris quiddam inesse divini. Hominem suis acpropriis bonis, non externis, aestimandum esse. 42 Audiebant summo omnium gentium consensu déos bonorum datares vocari. 43 Ipsi praeter virtutem, bonam mentem, rationem perfectam, et taha, nihil in bonis habendum esse ducebant, et ea divinitus dari negabant.

Sibi ea quemque suis viribus parare dicebant. 45 ¡taque si sibi constare vellent, déos nullius boni datores esse dicerent, necesse erat. 46 Dari quidem ab eis ea quae ipsi prepósito aut producía vocarent: opes, imperio, vires corporis, et similia:

vera bona non dari.

434 FRANCISCA MOYA - ELENA GALLEGO

como nugator48, al recordarle, usando de la segunda persona: el aequus animus "no puede caberte en suerte si no es por el favor divino"49.

Quevedo recoge estas palabras de Muretus, sin aludir a su contenido, limitándose a enmarcarlas, con sendas críticas:

Y introduciéndose en expurgatorio añade: Immo vero, nugator, iste aequus animus vel máximum Dei donum est, ñeque obtingere tibí nisi divino beneficio potes. Despropositada desvergüenza fue llamar a Horacio burlador.

Ciertamente a Quevedo le indigna que Muretus llame a Horacio nugator, aunque más le debiera de haber molestado que le llamase stultus, y no se aparta de su cometi­do, que no es otro que criticar a Muretus por haber "criticado" a Séneca; y algo ladi­namente silencia lo que a continuación leemos en Muretus.

Persistía Muretus en mantener la certeza de que Dios es la fuente de todos los bie­nes50, y que el mismo Séneca (ipse philosophus) lo reconocía un poco después en esta misma epístola ("tan grande", insiste, "es la fuerza de esta verdad"), al decir que Dios da consejos magníficos y rectos [Ule dat consilia magnifica et erecta, cf. 7), o que nadie, sin ayuda de Dios, puede alzarse sobre la fortuna (Anpotest aliquis suprafortu-nam, nisi ab illo adiutus exsurgere? cf. 8)51.

Nada de esto recoge Quevedo; Muretus había hablado de una sentencia de los es­toicos52, que juzgaba desafortunada, pero en este comentario suyo su ataque a Séneca no era tan fuerte, pues excluía al filósofo de alguna manera de ser absolutamente partí­cipe de esta sententia, como acabamos de ver. Quevedo, al omitir, las últimas palabras de Muretus, puede lograr un asentimiento mayor a lo que pretende comunicar; el resto de la nota continúa en esa línea, "respondiendo" a Muretus. El interés de sus palabras nos aconseja reproducirlas; oigamos a Quevedo.

"Dice Séneca a Lucilio que de sí mismo puede alcanzar la buena mente, mas no dice que sin el favor divino, antes dice repetidamente que con él. Suyas son estas palabras: "No hay varón bueno sin Dios; ¿por ventura puede alguno sobre la fortuna, si él no le favorece, le­vantarse? El da los consejos magníficos y rectos; en cualquiera de los hombres buenos habi­ta Dios". No solo lo dijo, sino consecutivamente a las palabras que Mureto condena".

Necesario nos parece, sin embargo, ponderar que Quevedo justifica su aserto con palabras de Séneca que el mismo Muretus citaba; son dos de las cuatro frases que trae a colación Quevedo ("¿por ventura puede alguno sobre la fortuna, si él no le favorece, levantarse"? y "El da los consejos magníficos y rectos"); ciertamente, no es casual; y significativa es, a nuestro juicio la omisión de Quevedo, cuya defensa de Séneca con-

48 Posiblemente quería indicar que el gran poeta romano no era stultus (cf. stultitia imbutus), sino que decía lo que no pensaba, que fingía o engañaba.

Immo vero, nugator, iste aequus animus ve! máximum Dei donum est, ñeque obtingere tibí nisi divino beneficio potest. 50 Nobis certum atque exploratum est, fontem esse omnium Deum. 51 Hic ipse philosophus, tanta vis veritatis est, fatetur, paulo post, a Deo dari magnifica et erecta concilla: ñeque posse quenquam, nisi ab eo adiutum, supra fortunam exsurgere. 52 Lipsius en su primera nota a esta carta comentando "a te impetrare", decía: "A volúntate tuapendet. Velis esse nonus, eris: ut stoici quidem censebant. ha et Horatius: Haec satis ... ipse parabo".

La epístola 41 de Séneca traducida por Quevedo y defendida por él de "los ataques " de Muretus 4 3 5

tinúa, haciéndolo de los estoicos, y sobre todo de los cristianos, cuya enseñanza reper­cutió, a su juicio, en los filósofos que vivieron en el tiempo de las persecuciones.

Este afán combativo de Quevedo le lleva a buscar los textos que apoyan su argu­mentación, y proporciona a sus lectores un disfrute de los mismos. Reproducimos sus palabras:

¿Cuál cristiano negará que el hombre, con el libre albedrío, no tiene mucha mano en per­derse o ganarse; pues si no, ni mereciera castigo o premio? No conocieron los estoicos estos términos, gracia ni auxilios; empero no ignoraron que todo el bien depende de Dios: favor y ayuda y sustentamiento llamaron esto. Esta epístola lo dice todo; y de todo se desentiende Mureto. Epicteto fue estoico, y no incurre en esta acusación; ni Horacio, como en muchos lugares se ve, tropezó en los versos referidos en excluir a Dios; trató solo de la parte que pa­ra esto está en mano del hombre. Oigamos con admiración a Juvenal, sátira X53

Nil ergo optabunt homines? si consilium vis, permutes ipsis expenderé numinibus, quid conveniat nobis, rebusque sit utile nostris. Nam pro iucundis aptissima quaeque dabunt Dii. charior est illis homo, quam sibi. Nos animorum 350 impulsu, et caeca, magnaque cupidine ducti coniugium petimus, partumque uxoris: at illis notum qui pueri, qualisque futura sit uxor.

orandum est, ut sit mens sana in corpore sano. 356 fortem posee animum, et mortis terrore carentem, qui spatium vitae extremum ínter muñera ponat Naturae, qui ferré queat quoscunque labores, nesciat irasci, cupiat nihil.

Oigamos de nuevo nosotros a Quevedo:

"Dice que se ha de pedir a Dios la buena mente y el ánimo fuerte, que ni tema la muerte, ni se enoje, ni codicie cosa alguna. Ningún otro gentil dijo que no pidiésemos a Dios señalán­dole los bienes, sino que nos remitamos a su voluntad; que él solo sabe dar lo que conviene, y que él por lo que apetecemos nos da lo provechoso; que ama Dios más al hombre que el hombre a sí mismo.

Gran ventaja hacen a todos los filósofos y poetas los que de ellos fueron en tiempos de las persecuciones de los mártires cristianos; viéronlos despreciar la vida, triunfar de la muerte, predicar el Evangelio; pudieron oír a los apóstoles, y por esto excedieron en la doc­trina a los demás. Son ejemplo Séneca, Epicteto, Juvenal y Persio, que entre las cosas que se habían de pedir a Dios, dice en la sátira II, empezando el octavo verso: Mens bona; que es la misma cláusula que en esta epístola acusó Mureto a Séneca, a Horacio y a los estoicos; siendo así que en toda la epístola repetidamente dice Séneca que pende de Dios, que viene de él, que él la mantiene. ¡Qué no dijo en aquellas palabras: "No puede cosa tan grande

53 Vv. 346-360, El texto = edición stephaniana de 1544, pp 89 y 89-90 (BNM R/21699).

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mantenerse sin asistencia soberana"! No hago a Séneca teólogo cristiano; rescatóle de filo­sofo necio y de la calumnia de Mureto.

Que está Dios en el varón cuya mente es buena, mejor lo dijo Lucano en el libro IX de su Farsalia, en aquellas animosas palabras de Catón; lo primero llamándole lleno de Dios, a quien traía en su mente callada:

lile Deo plenus, tacita quem mente gerebat (v. 564) .

Lo segundo, y con más alta y artificiosa ponderación:

Estne Dei sedes nisi térra etpontus et aer et caelum et virtus? (IX 578s.)

Donde creciendo la oración, juzga más digno asiento de Dios a la virtud que al cielo. En la misma epístola X, que el mismo Mureto56 anotó, dice, tratando de lo que se ha de

pedir a Dios: Roga bonam mentem, bonam valetudinem animi, deinde corporis. De que se prueba que la acusación en Mureto no fue falta de memoria, sino de voluntad".

Hasta aquí la Nota de Quevedo; es más que claro que la lectura de la anotación de Muretus le proporcionó motivos para arremeter con más pasión que objetividad contra el humanista francés; ahí está el fundamento de esta amplia nota que se centra en la defensa de Séneca contra los "ataques" de Marcus Antonius Muretus; es un ejemplo conspicuo del modo de trabajar Quevedo; con palabras elegidas ad hoc, con la "utili­zación" de materiales bien seleccionados y también con silencios oportunos puede argumentar con brillantez sus ideas57, como lo hizo en esta ocasión.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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L. Annaei Senecae philosophi Opera quae exstant omnia, a Iusto Lipsio emendata, et scholiis illustrata, [Antuerpiae], Joannes Moretus, 1605.

L. Annaei Senecae philosophi et M. Annaei Senecae rhetons quae extant opera ad veterum exemplarium fidem nunc recens castigata: Graecis lacunis, quibus superioribus Editiones

54 El texto = edición stephaniana de 1544, p. 229 (BNM R/21699)). y gryphiana de 1569, p. 254 (UB BGAR XVI-1017). 55 El texto = edición stephaniana de 1544, p. 230, aunque en esta, como en las ediciones antiguas (gryphiana de 1569, la de Poelman de 1576, la de Colonia de 1571, la plantiniana de 1605, etc.), se lee "estque", no "estne"; en la gryphiana (cf. p. 255) se lee "ubi", no "nisi". 56 Muretus no comenta todas las epístolas. 57 Así actúa con frecuencia, como se ha puesto de relieve por buen número de estudiosos, y el análisis de las citas de textos clásicos que incluye en sus obras lo confirma.

La epístola 41 de Séneca traducida por Quevedo y defendida por él de "los ataques " de Muretus 437

scatebant, expletis: Ac illustrata commentariis selectioribus, quorum Auctores citantur pagina sequenti. Parisiis, apud Hadrianum Peder, via Iacobea, 1607.

B) TEXTOS CITADOS EN LA CARTA

Ivn. Ivvenalis Satyrae XVI. A. Persii Satyrae VI Ad vetustiss. scripta exemplaria emendatae: quorum varias lectiones ad calcem reiecimus. Lutetiae ex officina Rob. Stephani typographi Regii, 1544.

Ivn. Ivvenalis et A. Persii Flacci Satirae; cum annotationibus (...) locupletae, Lugduni. Apud Antonium Gryphium, 1567.

M. Annei Lvcani De bello civili libri decem eiusdem vita in finne operis. Ad vetustiss. scripta exemplaria emendati: quorum varias lectiones ad calcem reiecimus. Lutetiae ex officina Rob. Stephani typographi Regii, 1545.

M. Annei Lvcani De bello civili libri decem, Argumentis illustrati, denuoque ad fidem castigatissimorum exemplarium diligentissime restituti, quibus etiam variae lectiones sunt adiectae, Lugduni, apud Antonium Gryphium 1569.

C) EDICIONES DE QUEVEDO

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Astrana Marín, L. (1945): Francisco de Quevedo y Villegas, Obras completas, Obras en prosa, Aguilar, Madrid, (19321).

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