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  • 8/9/2019 La Gran Senora Espiritismo. Amalia Domingo Soler

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    CSAR BOGO

    AMALIA DOMINGO SOLER

    La Gran Seora

    del

    Espiritismo

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    Especial homenaje al Espritu Inmortal de Doa Concepcin Convalia Ballester sin cuyoauxilio providencial, la tumba de Amalia estara prdida para siempre.

    Prueba de amor y respeto en un ramillete de violetas espirituales.

    D Concepcin Convalia Ballester

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    BREVES ANOTACIONES SOBRE EL AUTOR

    El intelectual y escritor argentino, Csar Bogo, autor de este libro que traducimos para elespaol, se inici en el Espiritismo despus de frecuentar algunas sesiones realizadas engrupos familiares, compuestos por nmeros reducidos de asistentes y, por eso mismo, dondehabitualmente se conoce los mejores resultados.

    Naci el 19 de enero de 1909, en Buenos Aires, capital de Argentina. A los 15 aos comenza trabajar en el diario La Nacin, donde fue ascendido para ejercer funciones en elDepartamento Grfico, de mbito interno.

    Su adhesin al Espiritismo se dio en 1944 en el Crculo de Estudios Progreso Espirita. En esaentidad desempe las funciones de Vicepresidente y otras responsabilidades, hasta que fueelegido para la Presidencia (1919/1957). De 1970 hasta los das que corren (1974, fecha enque se escribi este libro), volvi a ser Presidente de la misma entidad.

    Es miembro del Instituto Kardeciano de la Cea y del Instituto NeoPitagrico de Argentina.En 1949 fue elegido Vicepresidente de la Revista de la Confederacin Espiritista Argentina.

    La Revista La Idea consigui su colaboracin y, de 1950 a 1955 ocup el cargo de Directorde la misma. En 1963 volvi a asumir su direccin, cargo que mantuvo hasta 1970.

    Presidi la Confederacin Espiritista Argentina en el periodo de 1955/1959 habiendo, desde1949, ocupado diversos cargos en la Mesa Directora, ininterrumpidamente, hasta laactualidad, siendo hoy Vicepresidente de la misma. Desde 1952 es profesor del Instituto deEnseaza Espirita de la CE y, por dos veces fue director de ese organismo espirita; mantieneese cargo en la actualidad.

    Viene pronunciando gran cantidad de conferencias manteniendo digna actualizacindoctrinaria en diversas instituciones de Buenos Aires y en varias ciudades de la RepblicaArgentina, ocupando con brillo y continuamente las tribunas espiritas.

    Integr el equipo de comentaristas del Departamento Bibliogrfico del Diario La Nacin,donde realiz comentarios de libros para sus ediciones dominicales.

    Escribi numerosos artculos espiritas publicados en Argentina, Brasil, Puerto Rico, Mxico,Venezuela y Cuba, incluyendo Londres, en Inglaterra. Colabor en numerosas publicacionesno espiritas de Argentina, desde 1928 cuando comenz sus primeros trabajos literarios.

    Diversas casa editoras publicaron monografas y estudios de su autora; entre ellas: GlosasKardecianas (1958); El Espiritismo ante la Psiquiatra (1959); Democracia del Espritu(1965); Sociologa Incompleta (1968); Perfil de un arquetipo: Antonio Ugarte(1970); un

    cuento Sursum Corda (1970); Doctrina Espiritistas (1955) y la biografa de la inmensurableAmalia Domingo Soler, que hoy ofrecemos al lector en lengua portuguesa.

    Esta es, en parte, la tarea que viene cumpliendo en sus cuarenta aos de actividadesdoctrinarias, sin tregua, pues Csar Bogo encontr en la doctrina de los Espritus una actituddelante de la vida por la cual su alma anhelaba hasta que se dio ese encuentro.

    Cuando se le pide que diga algo al respecto del Espiritismo, l acostumbra a decirinmediatamente:

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    "Si algn pequeo mrito tiene, de cuanto hice, jams podr igualarse a cuanto me fueofrecido por ese querido ideal".

    Csar Bogo

    El autor presta un tributo de gratitud a personas e instituciones que le facilitaron elementospara la realizacin de este trabajo. Ellas son:

    Agustn NaraiHumberto MariottiConstantina Tabaza

    Asociacin ConstanciaAsociacin Taller de los Humildes

    Igualmente a los que ya se transfirieron para el mundo de la inmortalidad y, oportunamente,lo auxiliaron:

    Lola V. de AramburuHugo L. Nale

    Rafael El BustoManuel Palls

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    PRLOGO

    Canalizar las propias inquietudes, con el propsito de hacerlas conocidas, y eventualmente,compartidas, es, sin sombra de duda, la principal preocupacin de todo autor.

    Esta es la reflexin inicial que nos viene al espritu mal terminamos la lectura de la obra que

    ahora, amigo lector, te es confiada.

    Ciertamente ella agradar y, en las pginas que se van a pasar, encontrars, en los muchosconceptos valiosos, la fisonoma verdica de un alma grande y generosa, toda ella inmensa delucidez, a pesar de que sus ojos materiales casi estaban apagados, sigui la interrumpidalucha de la magnifica Doa Amalia Domingo Soler, herona de mil batallas que, para supropio bien, no se encuentra registrada en ningn compendio de tcticas guerreras.

    Es que Amalia es la definicin luminosa de una encrucijada de la Historia humana. Ms de loque una bandera de definiciones, es una plataforma de principios para los que se reencarnan yel modelo que el devenir de los aos han de estereotipar como un modelo a ser seguido.

    Fsicamente pequea, constantemente enferma, gigantesca en la proyeccin de su voluntadcreadora, es una militante viva de realizaciones esplendorosas que encuentran mbito naturaly vigoroso caudal, -al menos que al respecto conozcamos- en el alma de todas las mujeres. Yel autor se desdobla para que esa herona del civismo se vuelva ntimamente conocida detodos, poesa que se hace carne para vivir en los labios de tantas almas gemelas a la suya que,con ella, viven, que la aman, tornndola como ejemplo vivencia tal como ella lo fuera en superfecta integridad.

    Este libro favorece la comprensin de una mujer singular, poetisa del dolor que creacondiciones para la reparacin de faltas cometidas, de la renuncia y, -esto sin ningunaparadoja - , de las esperanzas sin vacilaciones, de la fe transformada en conviccin y fuerzasbebidas en la fuente de la verdad-eterna, de la verdad-azul, de la verdad-progreso.

    Este libro rene los fervores de cuantos la conocen, si bien ofrezca un panorama parcial deesta vida ejemplar, de la cual se conocen, cogido aqu y all, fases y acontecimientos depocas ms relevantes. En l, mientras tanto, existe un hilo de continuidad y un harto materialhasta hoy desconocido por el gran pblico, constituyendo, a bien decir, casi una enciclopediade la biografa. No conocemos nada semejante en la biografa de Amalia existente y esto, depor s, ya constituye un mrito para el autor y una invitacin formal a su lectura, visto que ellibro contiene pasajes que mucho conviene a nuestras meditaciones, sean de orden espiritual,sean de orden cultural.

    Amalia es el smbolo del ser predestinado a la prueba de lo avatares, que se realiza quemando

    en s un pasado ensangrentado para la propia superacin.El mrito, el indiscutible mrito de Amalia, es que su condicin de escritora, se beneficia enuna nocin de realidad: sus artculos no profetizan un "maana" y nunca envejecen en el"ayer". Su perennidad resulta de la verdad. Ella trata del dolor constante del hombre, de sumovimiento en la condicin de homnido; son profticos o rebeldes, escritos en la intimidadsilenciosa o en gritos de liberacin, destacando una cualidad: LA CONDICIN HUMANA.

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    Ella, -nuestra excelente protagonista - con vocabulario limpio y accesible a todos los gradosde instruccin, se pone al alcance de todas las mentalidades (otro mrito de Amalia), tira portierra el concepto de que "muchas preguntas no pueden ser respondidas, visto que hayverdades tan amargas que no deben ser reveladas". Nada existe que no pueda saber el rey o elpueblo, y Amalia, rebelde, inmaculada, arremete contra cien causas injustas, pone en lapropia carne ese propsito y el galvanizar en las profundidades de sus preocupaciones

    irrenunciables. Colocar a Amalia en su mejor ambiente, interpretarla en las angustias de sualma atenazada por dolores fsicos, luchadora por antonomasia, es tarea que el autor, -haciendo uso de un estilo claro, simple y asimilable- consigue, a nuestro modo de ver,alcanzar plenamente. Tal vez la critica liviana lo juzgue por su pecado mayor: la limpiezafcil de cristal con que su estilo coloca esta herona, todava, por el contrario, esto constituyesu mrito mayor: urge comprender que Amalia, cronista de un periodismo menor, por nohaberse dirigido a la sumisin de los grandes rganos, se iergue solitaria de las atribucionesde su posicin social, pues su lnea de conducta se define por una reivindicacin humana,Fenix mil veces golpeada y combatida, pero que mil veces resurge de sus propias cenizas.

    En esta especie de diario que nos ofrece el Autor, Amalia surge como la cronista quesuperpone piezas sobre piezas, asegurndose firmemente en las insignificancias y en el barro

    humano, ese mismo barro que resulta de cada da vivido, ese barro de que somos parte, esebarro de que se constituyen todos aquellos que nos rodean. Toma entre los dedos el collar deangustias y necesidades, este collar de clasificaciones y de triunfos en el mbito de nuestropropio mundo interior: Son para la pluma de Amalia, un balance de la vida real. Elimpropiamente denominado "periodismo menor" como es denominado el periodismo en quecolabora Amalia, es justamente aquel que se realiza con mayores esfuerzos. La propia vida seescribe con la tinta de la sangre, fluyendo de las venas, palpitando en cada hecho, gritando encada injusticia, llorando en cada desgracia, viviendo en la carne dilacerada de cada dainfame, a la luz de las miserias humanas, pero que, alguna que otra vez, se deja as demostrar, transformndose en la claridad luminosa de nuestra vida superior.

    Pujante directora de peridicos libres, su pluma - La famosa pluma de Amalia! - vuelvenoble toda y cualquier tarea periodstica; cantora de angustias propias y ajenas (para ellanunca hubo dolor que no compartiese) viva la agitacin de su mundo exterior, melanclicotal cual su mundo ntimo y el ajeno que la cercaba, mundo perfeccionado por la fuerza delreconocimiento de errores superados da a da, en holocausto de una verdad rectificadora yconductora de almas.

    Podramos, amigo lector, prolongar excesivamente estas consideraciones en torno de laperiodista salvadora, de esa luz hecha carne y mujer, que fue Amalia durante toda su vida, enforma de apostolado. Desde su primer trabajo, publicado en el n 9 de la revista El Criterio,en 1872, prob ser una pluma permanentemente perfeccionada. Se trata de un artculo enprosa. Dos aos pasan, hace una segunda aparicin el 4 de abril de 1874, ahora en versos de

    homenaje. Amalia contaba 38 aos de edad y ya configuraba el perfil de audaz andaluza, quedesconoce fronteras, espaola hija de todos los hogares del mundo, cuyas distoles y sstoles(1) vibraron en todas las latitudes, donde quiera que hubiese dolor, llevando esclarecimientoy aconsejando en cuanto a la manera de restablecer el equilibrio.

    (1) Nota de la traductora al espaol: Distole, es el movimiento de dilatacin del corazn,despus de la fase de contraccin. Sstole, estado de contraccin de las fibras musculares delcorazn.

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    Amalia, smbolo del periodismo hecho de sudores y sacrificios, que ignora lmites, que noconoce abrojos, ese periodismo menor que canta tantas verdades!

    Amalia es la poesa que, a pesar de agitarse en el barro, apunta para las estrellas! Amalia,smbolo de la mujer y de la madre! Amalia inmortal defensora de las causas nobles! Amaliavolcada en el sistema nervioso del pueblo, toda ella est contenida en este libro, cuyas puertas

    acabamos de abrir para que el querido lector lo penetre.

    Este libro, lector, es tuyo y tu bandera es tu camino

    Dr. Luis Di Cristforo PostiglioniPresidente de la Federacin Espirita Internacional

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    PREFACIO DEL TRADUCTOR

    Si fusemos rabes, diramos: Maktub.

    Estaba escrito que nos cabra la traduccin de tantas obras cuantas Doa Amalia Domingo

    Soler hubiese escrito. Nuestra "far memory" nos dice que vivimos juntos atribulados das enla corte de Espaa donde, ciertamente, actuaba tambin la Gran Seora.

    Las "Memorias del Padre Germn" fue el primer libro espirita que lemos y ya pensbamosen reunir material para una biografa de Amalia cuando, en una carta, el intelectual CsarBogo nos cont que escribiera acerca de la vida y obra de Amalia, principalmente en elenfoque periodstico, pero que aun no tena editor para La Cronista de los Pobres: Amalia,ttulo que diera a su trabajo. Inmediatamente respondimos que la "Editora O Clarim" estabadispuesta a hacer la traduccin y el respectivo lanzamiento. Mientras tanto, ocurri que la"CEA EDICIN" presentaba original.

    ***************

    Todo, mientras tanto, comenzaba aos atrs. Fuimos educados por una hermana catlica,aunque en nuestro pas hubiese muchos espiritas. Era un nio avispado en el tema de loslibros y, a los 15 aos, ya lea en varios idiomas extranjeros, desordenadamente, tanto elMein Kampf, de Adolf Hitler como el Manifiesto del Partido Comunista; Marx & Engels;Toms de Aquino, Voltaire y Rousseau ya haban pasado por mis manos. Comenc la lecturade la Biblia por las aventuras y desventuras del Viejo Testamento, una especie de curtido decronistas antiguos y al adquirir la certeza de que no tena condicin para ser catlico,descubr que bajo Calvino y Lutero estara apenas cambiando de prisiones. Poda respetartodas las creencias en el mundo pero pareca predestinado a, desta, pautando nuestra vida pordos slogans, uno de ellos ledo no s donde: Toujours I'attaque! Y la despedida de Poloniuscuando Laerte parte para Francia, en Hamlet de Shakespeare:

    Hijo mo: esto por encima de todo!A ti mismo s fiel. Y se seguirtal como la noche sigue al daque a nadie tu podrs ser falsoAdis! Que madure en ti mi bendicin!...

    La historia es larga, todava, finalizada la lectura del Padre Germn y decidindome por AllanKardec, encontramos un lugar para nosotros. Nos volcamos con furor en la lectura de lasobras espiritas y mis expectativas resultaron satisfactorias. Todava, Amalia pas a tomarparte de mi mundo interior, al lado de otras maravillosas y audaces mujeres encontradas enlas barricadas sin sangre del Espiritismo: Emma Hardige Britten, Anlia Franco, etc.

    Los aos pasaron y cuando Francisco Cndido Xavier anunci su ida al Viejo Mundo, se meocurri que tal vez situase, en Barcelona, el tmulo de Amalia. No contbamos con laferocidad del clero espaol y el triste preconcepto religioso all vigente. No se tratara de bus-car reliquias y s de la visita al mausoleo de un lder carismtico, como, por ejemplo, se haceen relacin al dolmen de Kardec en el Cementerio de Pre Lachaise, en Pars.

    Hubo, no obstante, motivos que llevaron al mdium a dejar Espaa y que demorara esteprefacio. Doa Amalia diera trabajo a los clrigos en debates de los cuales ella saliera

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    coronada de loores, venciendo los ms vehementes hombres de los plpitos. Era, pues, odiadapor las autoridades representativas del ultramontanismo junto a un poder Gubernamentalexecrable y detectado con perfeccin por el escritor Elliot Paul en Life and Death of SpanishCity (Vida y Muerte de una Ciudadela Espaola).

    Pero no me di por vencido. Mal nos caa en las manos una direccin de Barcelona, atravesaba

    el ocano una carta nuestra. Al mismo tiempo adquir el hbito que mucho diverta a misamigos: peridicamente dirigamos cartas a Salazar, en Portugal y a Franco, en Espaa,blandiendo la "Carta de los Derechos del Hombre" y protestando contra la segregacinreligiosa en aquellos pases o denunciando la persecucin de otros credos que no erancatlicos. El propio papa Juan XXIII nos dio, muchas veces, poderosos argumentos. Es ciertoque esas misivas nunca alcanzaron las manos a las cuales iban dirigidas, pero aun hoy, si nossobra tiempo, all ir una carta para Franco.

    En el ao 1969, nos vino a caer en las manos la direccin del Sr. Joaquin Oliva Anglada, delunderground espirita espaol, residente en Matar, prximo a Barcelona. El sincero Angladanos confes con humildad:

    En referencia a la tumba de la hermana desencarnada Amalia Domingo Soler, nosencontramos ignorantes por completo de su ubicacin... ello constituye una verdaderavergenza por todos los que pertenecemos a la unidad de la Ley Universal.

    La Ley Universal es la manera que Anglada emplea para significar el Espiritismo.

    Le rogamos que buscase direcciones de viejos espiritas barceloneses y, en cierta fecha, nossugiri l que recurrisemos a D Concepcin Convalia Ballester. Inmediatamente leescribimos y, ms tarde, supimos que ella llor al recibir nuestra misiva.

    "S, ella conoca el lugar (ubicacin) del tmulo de Amalia. Acompa su cortejo fnebre alos doce aos. Era hija de Amparito, una de las mdiums y amiga de Amalia. Esta seencontraba en uno de los nichos de la parte que, desde haca mucho, era destinado a losprotestantes.

    Como se encontraba el nicho, perdido y abandonado.

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    Placa que mandamos de Brasilevitando la palabra Espiritismo

    para que no fuera arrancada

    Amalia no tuvo derecho a "tierra consagrada" (lo que seguramente bien poco import a suespritu inmortal). El lugar se encontraba en el Cementerio de Montjuit, Va San Carlos,nicho 35 si se entra por la Va Santa Eulalia, recinto libre. No muy distante en los nmeros 1y 6 se encontraba Jos M Fernndez Colavida, denominado el Kardec espaol y FelipeSenilosa, desencarnado en Buenos Aires y trasladado a Barcelona. D Concepcin, conocidapor los amigos por el apelativo de Conchita, me trat como a un hijo. Le propusimos unahazaa. Ellas nos cont que el lugar estaba abandonado, pour cause e invadido por las hierbas

    dainas. Mandaramos de Brasil una placa para identificar el nicho y ella hara que fuesefijada. D Conchita, ya muy enferma, acept el desafo y la placa all se encuentra. La penafue que no pudiramos mencionar la palabra Espiritismo. Dice apenas: "Homenaje de Brasil".De otro modo sera fatalmente arrancada-No pas mucho tiempo y supimos que el lugarestaba siendo vigilado y visitado tanto por turistas brasileos, de creencia espirita, comodisfrazadamente, por los propios espiritas espaoles. La "guerrillera" espirita vuelve a serrecordada.

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    Pero las cartas de D Conchita escaseaban. En mayo de 1970 su marido nos comunic queella desencarn pacficamente y fue enterrada no muy lejos de Doa Amalia. El hecho se dioel 25 de febrero a las 5 horas de la madrugada. Nuestra querida amiga contaba 74 aos y, parasorpresa nuestra, nos dejaba de herencia, todo cuanto fuera de Doa Amalia y que pertenecia su madre, Amparito, despus a ella misma. Por suerte que, en el presente, soy la personaque posee todo cuanto resta de Doa Amalia Domingo Soler, cartas, objetos diversos y hasta

    una caja de madera artsticamente trabajada en sndalo y que le fue ofrecida por los espiritasde Filipinas. En ella Doa Amalia guardaba sus plumas, instrumentos de hazaasinolvidables en la Historia del Espiritismo.

    En este volumen estampamos la foto de un monumento que fue dedicado a la Gran Seoradel Espiritismo y que debe haber sido demolido despus de 1936 cuando, en Marruecos, unasublevacin militar, que se extendi a las dems guarniciones espaolas, dio inicio a unacruenta guerra civil que dur hasta 1939.

    El caudillo Francisco Franco se puso al frente de la revuelta. La guerra, en la cualintervinieron legiones extranjeras y es el leit motiv de Por Quien las Campanas Doblan, deErnest Hemingway, con apoyo de ambos lados, termin con la rendicin de Madrid a los

    nacionalistas y la dominacin de todo el territorio espaol por Franco, integro del juicio de lahistoria.

    La religin catlica se volvi oficial y la enseanza del catolicismo se hizo obligatoria entodas las escuelas, colegios y universidades. Todas las dems religiones, el Espiritismoinclusive, fueron puestas fuera de la ley. Todava se viene manteniendo a travs demovimientos clandestinos. De ah la dificultad en localizar compaeros nuestros en tierra deCervantes. El terror es tan grande que nos piden que envolvamos la Revista Internacional deEspiritismo de forma que la palabra "Espiritismo" no quede expuesta.

    D Concepcin era una mujer intrpida. Ella nunca hizo tal pedido. El terror all, mientrastanto, es epidmico: el espirita puede inesperadamente "desaparecer".

    Las cartas cuyo tenor reproducimos, fueron donadas al "Museo Cairbar Schutel" por elintelectual Csar Bogo y su esposa, Doa Juanita Bogo. Son dirigidas a Isabel Pea deCrdoba, amiga ntima de Amalia y que, casndose, fue a vivir a Argentina. Una de las hijasde Doa Isabel conserv las cartas y una parte de ellas fue dada a Csar Bogo.

    Aqu es valido decir que Don Francisco Ballester Gals, en la intimidad simplemente Paco,nos inform con emocin, para l y para nosotros, que Doa Concepcin escribi ella mismasu epitafo:

    Si me dieran a elegir

    entre la vida y la muerteescogera la muerteporque lo que anso es vivir.

    Visitantes del nicho de Amalia narran que lo encuentran adornado de violetas, su florpreferida. La visita se prolonga a los monumentos de los dems hroes del Espiritismo enEspaa, donde oran y depositan homenajes florales.

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    No obstante las determinaciones del ltimo Concilio Vaticano acerca de la libertad de cultoreligioso, aun recientemente recibimos de un lector, J.M., de Madrid, una carta que deca: "ElEspiritismo en Espaa sigue prohibido. En la casa que vean reuniones asiduas, va la polica yse los llevan a todos detenidos. Con gran pesar hemos de comunicarles que en este pas seavecinan tiempos muy sombros; pueden perjudicarnos personalmente, por lo que serconveniente que suspendan el envo de la Revista, la que, con grandes titulares pueden

    comprometer seriamente. Es una fatalidad que desde la guerra civil espaola nos conocemosdemasiado y actualmente el malestar se acenta hacia una peligrosa confusin con afn derevancha.

    Sabemos, no obstante, que las sesiones continan y que, el Espritu inmortal de Amalia yaencuentra mdiums que con ella se afinan y ha transmitido lecciones tan bellas como aquellasque escribi en el pasado.

    Uno de los asistentes, al escribirnos, nos envi trechos de esas comunicaciones. Y, alterminar nuestro prefacio de inicio de este libro, que traducimos con especial cario,deseamos transcribir cierta frase de una comunicacin de Amalia:

    Ella procura que nos unamos, que nos demos las manos a travs de este inmenso mar que nossepara.

    S, querida Amalia, nuestras manos ya se unieron y por ms extenso que sea el ocano, asestarn, hasta la victoria de la Ley Universal...

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    Amalia Domingo SolerLa gran Seora del Espiritismo

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    I - LA HISTORIA HUMILDE DE UN SACERDOTE

    Hijo del misterio,- l mismo as se llama. - no conoci a sus padres. Le dijeron que aun sumadre muri al darle a luz. Creci en una comunidad religiosa.

    Su primera nocin de existencia transcurri entra una pareja de perros Terranova, Zoa, laperra, sobre cuyo cuerpo dorma la criatura sus siestas en el huerto del templo, y Len, elfuerte animal con el cual realizaba sus primeras correras y juegos.

    Unos encapuchados negros, sombras humanas que vivan a su alrededor, si bien no tuvieroncon el palabras speras ni le suministraron castigos corporales, tampoco saban articular lapalabra clida, amorosa, que hace el deleite del alma infantil.

    No hubo una mujer que llenase el vaco de amor que, en aquel corazn tierno, se abra comouna herida sangrienta.

    Sers ministro de Dios. - Le haban dicho los encapuchados cierto da. - Y huirs de la mujer,porque de ella se vale Satans para conseguir la perdicin del hombre.

    Y, hombre hecho, sagrado sacerdote, gobernado por los convencionalismos asimilados en elmbito en que transcurri su educacin, huy de la mujer, creyendo as ser agradecido alDios que sus preceptores invocaban. En cierta ocasin, cumpliendo con sus obligacionessacerdotales, se dio cuenta de que su fuga no pasaba de una trasgresin a las leyes naturales,que reclaman, imperativamente, la sana unin de los dos sexos.

    Fue confinado en una pequea capilla perdida en una aldeta lejana, pues, cuando comenz aleer, con avidez, la experiencia que transcendi de las obras de los grandes sabios, se diocuenta de que el sacerdocio iba al encuentro de una misin esencial del hombre. Todavahumildemente call su protesta ardiente en las profundidades del alma. No ms hizo orse suvoz a favor de la justicia. Comprendi que eso le ocasionaba enemistades crueles, que heran

    su dulce sensibilidad.

    Acept la misin con humildad, procurando huir a todos los compromisos que le diesenmayor realce en la tarea que le fue confiada. Todava la fama de su nobleza, de la pureza desu alma, que irradiaban ms all de su ser material, hizo de l el confesor ms buscado enmuchas leguas alrededor de su aldea.

    De ciudades importantes, personajes de la nobleza y destacada posicin social, venan a suencuentro en lujosas carrozas cercados de lacayos y sirvientes, en caravanas magnificas, a fin

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    de recibir bendiciones y solicitar confesiones, reclamando los servicios del clrigo simple,que slo deseaba por compaa, adems de los nios que lo rodeaban, proporcionndole uncario que l corresponda, su fiel Sultn, hijo de Zoa y Len, que le dieran pequeito: unaherencia cogida en un nacimiento de trapos.

    Gozaba de la mayor felicidad, cuando, unindose al alborozado grupo de nios que corran al

    templo, hua para el campo abierto, inflando los pulmones con los beneficios de la naturaleza.Saltaba y brincaba con los diablillos que tenan, como fiel guarda, al atento Sultn. Sesentaba a la sombra de un viejo olivo y, all, obligado por los insistentes pedidos de los nios,les contaba ingenuos y bellos cuentos, los cuales aquellas mentes vrgenes escuchaban conatencin y deleite.

    Cierto da, -contaba el padre con 35 aos de edad - oy la cndida confesin de una jovencita,integrante de un grupo de educadoras de un colegio de nias hijas de la nobleza, que sedirigan a la capilla para or sus consejos espirituales.

    - Amar es un mal, padre?

    -Amar es bueno, pero es preciso tener mucho cuidado. Debemos amar a Dios, a nuestrospadres, al prjimo. Pero, en el mundo, el amor puede engendrar pasiones! - y esto lo deca elcura con un peso en el corazn. - Eres muy joven y no sabes aun en que situacin amar es undelito.

    - Yo amo a Dios, -replic firme y sentenci la muchachita. - amo a mis padres y a mishermanos... pero amo a un hombre tambin...

    Y el hombre amado tan intensamente por la joven, despus que todos partieron, permanecillorando de angustia, largo tiempo, en la pequea capilla.

    Lloraba porque el amor tambin a l lo llam, cndida y solemnemente, de manera tierna ypura, en una voz que vena de las ms altas cumbres de la sublimidad. Entre tanto no podaabandonar el camino en el cual los hombres encapuchados lo haban puesto. No estaba encondiciones de aceptar el glorioso convite que el amor del mundo le ofreca.

    Cerr su corazn usando las siete llaves del desconsuelo. Una jovencita plida, de negroscabellos encaracolados, se hizo un nuevo tipo de Satans atormentador. No era el lgubrepersonaje que le describieron los mentores y s Eros, el dios rosado y florido, cantando todaslas virtudes celestiales.

    Ocho aos dur el suplicio del pobre cura. En sus oraciones diarias rogaba a Diosfervorosamente que lo librase del tormento de ese recuerdo que se mantena indeleble en su

    memoria. Aunque como sacerdote adquiriese, da a da, por sus impecables actitudes, fama desantidad, despus de encerrado en su alcoba luchaba contra la pasin que le atenazaba elalma, al punto de faltarle la respiracin.

    Hasta que un da llega a la aldea un caballero bien vestido, preguntando por l.

    - Venid, seor, mi esposa agoniza y slo le acepta a usted como confesor! - Le dice elhombre en un tono de voz que tanto tena de suplica como de exigencia.

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    Era inflexible ante los malos procedimientos, firme, enrgico al punto de desconocerse a smismo; encontraba fuerzas en su flaqueza, vigor en su candidez, un magnetismo ardiente, quedominaba a las almas, hacindose dominante y rgido, sin recurrir a la violencia ni a losextremismos, sutil para localizar las maniobras de la astucia que siempre pretende ocultar elmal bajo los velos de los convencionalismos humanos. Encontraba la palabra justa, el pensa-miento oportuno, el consejo sabio para dominar las situaciones que se le presentaban,

    diariamente, en su capilla humilde, donde dbiles y poderosos, pobres y ricos confesaban susculpas, buscando paz para sus almas atormentadas.

    Muchas veces se desesperaba ante el testimonio vivo de tanta iniquidad y pobreza que lohacan desfallecer, secretamente lamentndose por su desdicha. En tales circunstancias, corraapresurado para el campo olvidndose de sus problemas y participando de las cascadas derisas de las criaturas, de sus juegos y oyendo impaciente sus voces alegres. Entonces seacordaba del Nazareno "Dejad venir a m los nios". Y all, a la sombra de los rboles, entrefresca brisa y el murmullo de los arroyos, oa el concierto feliz de la tranquilidad y de la paz.As se reconfortaba y se preparaba para or y participar de un prximo conflicto de almas.

    ***************

    En el ocaso de su existencia, sobrecargado de aos y de recuerdos, vea que, cada vez ms, sucuerpo se inclinaba para la sepultura. Fue cuando surgi en su capilla, ya famosa, una mujerque recoga en su alma todas las especies de intrigas, crmenes y maldades.

    El viejo sacerdote se sinti tomado de sorda y profunda revuelta. Conoca a la visitante y suhorrenda historia. Orgullosa, agresiva, pretenda imponerle su voluntad, para que le otorgaseel perdn de sus pecados a cambio de una gran donacin para la mejora de su capilla.

    Limosna tan grande como viciada de iniquidades...

    El sacerdote, ya dbil para hacerla comprender su desaprobacin, apostrofo a la infeliz por sumaldad y la expuls del templo sin dar odos a los ruegos desesperados con que la mujerrogaba su perdn.

    Este no fue concedido. El clrigo, que perdonaba crmenes, que supiera reconocer los erroresgraves del alma humana no se port, como siempre lo hiciera, con honrada actitud.

    Bajo un cruel golpe moral, el sacerdote sinti que el arrepentimiento abreviara sus das.Quera partir llevando consigo la paz. En su lecho, lloraba cuando los nios lo cubran debesos y carios que podran rehacerlo del colapso. Cuando se ergua se encaminaba para eltmulo de la amada joven plida, de cabellos negros como la noche, rogando a su alma que loperdonase por su inexplicable ceguera. Los aldeanos que de l cuidaban amorosamente,

    buscaban por mil artificios darle algn sosiego. Y llevaban a los nios para cantar en coro lacomposicin que el cura les enseara y que a l mismo era debida, cuando deseara, en ciertaocasin, alegrar a un anciano enfermo:

    Anciano, no te vayas! Qudate con nosotros!En la Tierra est nuestra tarea.En el misterio de la vida que nos fue confiada!Debes quedar aun, pues hay quien necesita de ti,amorosas mujeres que no saben a quien amar,

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    nios necesitados de sonrisasy otros ancianos necesitados de amparo!No te vayas! Qudate con nosotros!...

    Las voces infantiles se elevaban clidas y dulces. El viejo padre sonrea tristemente y sucorazn se baaba entregado al inefable placer de aquella espontnea prueba de estima.

    En una plida tarde de otoo entreg l su alma al Creador. Los nios lo rodeaban, regandocon e! manantial de sus lagrimas la figura dbil y frgil de aquel que tanto haban querido yvenerado.

    Hombres y mujeres que se haban hecho adultos a la sombra de aquel a quien llamaban"Santo", los ancianos que haban recibido de sus labios consejos sabios, mezclados de amor ysabio razonamiento, se mezclaban tristemente con los nios.

    Las autoridades eclesisticas desearon reparar el olvido y el des conocimiento de aquelhombre virtuoso. Vistieron el cadver inanimado con los trajes de obispo.

    En cuanto el cuerpo descenda al sepulcro, un pjaro trinaba en una rama. Las vocesmisteriosas del viento, en las frondosidades de los rboles, parecan hacerle coro...

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    II- RENACE UN ALMA

    De entre las sombras de un crepsculo denso y asfixiante, l iba emergiendo para la claridadde la razn, pues tena el alma pura aquel que, en la Tierra, fue un amable y humilde cura dealdea.

    El Padre Germn, era como lo llamaban.

    Su espritu renaca para la vida del eterno "hoy", se elevaba ms all del marasmo de la vidafsica. Una aguda sensacin de dolor ntimo, que no tena explicacin para los que vivenmetidos en la carne, -el dolor del Alma y del arrepentimiento - lo aprisionaban. Le vena eldeseo de llorar sin llanto, de gritar sin voz. Senta la lenta sensacin de fundirse en unabismo. Su dolor no tena remordimiento pero la sensacin de inconsciencia era aguda ydesagradable.

    La figura traslcida de la joven plida, de negros cabellos, surgi de repente ante su mirada.Una intensa alegra le sustituy las angustias anteriores.

    Dnde estoy?

    En el Ms All! - respondi sin palabras la dulce amada.

    Mir detrs de su espalda. Una estrella de brillante luz marcaba una misteriosa ruta. Muchoms all, a sus pies, vea los despojos mortales del viejo cura. Sobre l varios palmos detierra regada por el llanto de los que lo amaban. Rodeando la cruz, en que se lea: "Aquyacen los restos mortales del Padre Germn", centenas de flores, delicados presentes de lanaturaleza, haban sido trados por las almas piadosas que lo guardaban vivo en sus corazonesy que, siguiendo sabios consejos, conocieron la felicidad en la Tierra.

    Ven! Invit dulcemente la joven.

    Inmediatamente se sinti rodeado de millares de almas que haban venido para recibirlo,

    agasajndolo, le cantaron hosanna de gratitud, pagando la deuda sagrada del reconocimiento.

    Todo era tan natural y tan maravilloso al mismo tiempo! Una escena repetida cien veces endiversas circunstancias. Nada que no fuese as... Tan.., Natural!

    Era un encuentro de almas conocidas: de ayer, de hoy... de siempre!

    Y, enseguida, un vuelo amplio, impetuoso, sin longitudes y sin trabas, un vuelo incontenibley un infinito en tiempo eterno, dejando vagar la mente (sin circunvoluciones cerebrales

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    imprecisas), aguzando el odo y la vista (sin trompa de Eustaquio o corneas), un mundonuevo y viejo (permanentemente eterno), manifestndose y perdiendo de vista su alrededor.Cuando un alma es llamada por la muerte, renace como un espritu. Oy, partiendo de laatmsfera peculiar que lo circundaba.

    Yo soy un Espritu! - pens. - Me encuentro en la eternidad. Contino viviendo, pues respiro

    y tengo todas las sensaciones.

    Vives! - repiti la voz. - Espiritualmente esto significa que esperas el momento dereencarnar.

    El no careca de nuevas informaciones. El fresco hlito de nueva y desconocida vida lodotaba de un peculiar razonamiento. Finalmente saba lo que significaba tener conciencia.Viva, sin embargo, no en el cielo mencionado tantas veces en su magisterio, pero s en unaesfera de inmortal belleza y sublimidad indescriptible.

    *****************

    A ningn espritu complace los lugares donde sufri, sobre todo si los recuerdos no seamainan.

    Pero es ley que se vuelve...

    En Gracia, aldea de Barcelona, una antena espiritual ejercita el sensible radar de su alma ybusca captar los sollozos de las almas que partieron, dejando el mundo terreno entre suspiros,pues a l aun pertenecen.

    Haba all un mdium de incorporacin: Eduardo.

    Frecuenta un centro espirita barcelons, "La Buena Nueva" y, en l, ejerce su facultad decomunicacin con el mundo invisible. Aspira a obtener, por la narracin de losdesencarnados, lecciones que ilustren la necesidad de dedicacin y amor.

    Amalia es la columna de la institucin, la directora y aquella que se encarga de copiar losmensajes. Un fluido simptico de inmediato la une al Espritu del Padre Germn. Esaafinidad, sin duda, data de siglos.

    De la conjuncin de aspiraciones que ligan estas tres inteligencias, dos de ellas en la materia,la otra viva en espritu, surgen las MEMORIAS DEL PADRE GERMN. El humilde curadicta; Eduardo capta intelectualmente y transmite a travs de su voz. Febrilmente Amaliacopia.

    Recuerda el Padre Germn sus angustias en la Tierra, principalmente en sus ltimos aos, demanera que, quien las lea, coja de ellas ejemplos, estmulos y evale las consecuencias deactos practicados.

    El libro resulta una virtual enseanza de aplicacin del Evangelio. La celebridad (2) quejustamente cercaba el nombre de Amalia ya en ese tiempo, hace que sea ledo en toda Espaay en los pases de habla castellana, provocando alegras y tristezas, haciendo igualmentefamoso al humilde cura de aldea.

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    (2) Nota del traductor- El cofre de sndalo esculpido, presente de los espiritas de Filipinas, ydonde Amalia guardaba sus cartas, es hoy pieza del Museo Cairbar Schutel.

    La muerte no consiste ms que en la descomposicin de la materia que sostuvo unapresentacin precaria de la vida.

    Amalia y el Padre Germn!

    Dos energas puestas en un mismo plano y grado evolutivo, trabajando en un afn comn.Figura y contrafigura de una historia. Sol y Tierra, luz y sombra compitiendo con la fantasay la admiracin.

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    III AMALIA

    Llegaban al fin las hojas del almanaque de 1835. El 10 de noviembre anunciaron que Sevillaganaba un nuevo habitante, de cuerpo rosado y frgil, al cual se dio el dulce nombre deAmalia, que pocos aos despus, completado con los apellidos paternos Domingo Soler,resonaran picamente por toda su Espaa natal y por los pases de habla espaola.

    La oriental Sevilla del Alczar morisco, de los bosques de naranjas y limoneros, baada porel Guadalquivir y adornada por templos magnficos, fue el lugar escogido para su entrada enel escenario de la vida. Su infancia y juventud transcurrieron teniendo por decoracin defondo la Catedral, la Giralda, la Casa de Pilatos, el Archivo de las Indias, la Torre del Oro. Sualma sensible vibraba a las influencias telricas de aquel punto geogrfico, museo quereavivara su nostalgia, ya que sus antenas espirituales captaban la herencia heterognea, losvestigios de los fenicios, que la fundaron y le dieron el nombre de Hispalis, iniciando lostrabajos de darle fisonoma y carcter. Ms tarde los romanos, dominndola, le cambiaron elnombre por Colonia Romula. y siguieron los rabes que la hicieron capital del reino de Ab-el-Azs, despus los reyes catlicos que en ella tenan su corte. Todos los que pasan dejan sushuellas, una vibracin de acontecimientos de peculiares caractersticas en su destino; y todosesos acontecimientos le ocuparon la mente singular: placa indeleble de una inteligenciainusual.

    Por las calles vio pasar, en los domingos, centenas de mujeres que cantaban en voz trmula yquejosa el Santo Rosario. Nia aun experimenta una tristeza que parta del fondo de su ser,haciendo emerger una protesta muda, que pareca una profanacin.

    A su ver la oracin no deba ser pronunciada en pblico, y s en secreto. Consideraba que, alelevarse el pensamiento a Dios, esa exhibicin exterior echaba a perder lo mejor de suesencia, el delicadsimo perfume! Lo cierto sera ponerse en ntimo coloquio con laamorosa paternidad.

    Si Dios todo lo ve y todo lo sabe, -reflexionaba- no necesita de las palabras de sus hijos ensus intercomunicaciones. Por qu exteriorizar, por qu pedir, por qu gritar rogando

    misericordia si uno de los atributos de Dios es la justicia?...

    ****************

    Ocho das dur la primera impresin de alegra en el hogar de los Domingo Soler.

    Ocho das y la constatacin de una horrible realidad, apagando las esperanzas e ilusiones. Lapequea era ciega...

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    En el transcurso de tres meses -largos y angustiosos! - lucha la ciencia infructferamente pordevolver la luz a los faroles de aquella alma. La medicina especializada fracasa en todas losintentos, aumentando el dolor de la pobre madre que llega a desear que, mejor que pasar lavida caminando en tinieblas, sera ver muerto el fruto de su vientre. Fue un humildefarmacutico, sabio, sin embargo ignorado por el mundo a causa de su modestia, quiencontuvo el progreso del mal. Reaparecieron las imgenes para aquella mirada aun sin

    conciencia real. No obstante, desde entonces, algo como un velo, hara opaca la visin integrade la nia.

    La pobre y sufrida madre vio entrar en su vida una luz de felicidad. Haban sido tandesdichados sus das...

    Amalia creci en un ncleo familiar, que tena por lema el terror. No conoci el cario de queest impregnada una caricia, la clida palabra que viene enlazada en un presente, por mssimple que fuese. El rigor y el miedo imperaban como mtodo de educacin en su hogar. Sumadre, al elegir un compaero, para huir a los azares familiares, no fue feliz. El compaerocontribuy para la destruccin de sus sueos con el vaco de largas ausencias inexplicables.Por eso la desdichada mujer se agarr a la hija como el naufrago al escollo que podra

    salvarlo. El tesoro de carios que haba en su alma hizo correr en caudales de cuidado, deforma a garantizar la sobre vivencia del ser que Dios le haba enviado para el consuelo de suspesares. Se preocupaba continuamente en dar a la nia todos los placeres posibles, sobre todoal darse cuenta de su enfermedad. Amalia tena dos aos de edad cuando su madre decidiiniciar la educacin y el cultivo de aquel espritu que se desarrollaba. Tales fueron susdesvelos y su obstinacin que, al completar cinco aos la nia ya lea correctamente.

    Y, en cuanto esto se solidificaba entre las dos almas, un lazo inquebrantable de amistad,profunda armona espiritual e inefable ternura. La nia vea en la madre el prototipo de lomejor que una personalidad podra exhibir en la Tierra. La madre retribua el cario de la hijaviendo en ella el nico motivo de vivir en el escenario de pauperismo que la vida le reservara.

    Veinticinco aos vivieron as unidas esas dos almas confinadas en recprocos carios,aumentados en la madre con el paso de los aos y la certeza de que la esperaba un prematurofin. Se empe en dar a la hija instruccin, oficios diversos, conocimientos de lo elemental dela vida, para que pudiese defenderse de las trampas armadas de la pobreza.

    Pero la falta de una visin perfecta perjudicaba a la nia, haciendo que surtiesen vanos losesfuerzos de la madre. Tal vez para compensar esos intentos baldos, la nia, ya adolescentey, por eso, ms consciente de su destino, prevea que, en breve, seria adulta. Eso haca que secentrase en sus posibilidades, al mismo tiempo que se apegaba al calor con que la madre larodeaba con casi ansiedad.

    En aquel hogar sevillano se viva con bastante falta de medios, aunque la seora de la casaevitase que el hecho se hiciese ostensivo y que eso fuese humillante para la hija. Se gastabaen la manutencin la pequea herencia dejada por el padre de la nia. Ese recurso durexactamente el espacio de vida de su madre. Esta, a pesar de los flacos recursos, se esforzpor criar a la hija segn los hbitos de una gran duquesa. Amalia era cuidada y reciba losmimos de una nia rica, educada para la vida despreocupada de la burguesa. La madreabnegada deseaba, tal vez, demostrar el agradecimiento con que reciba la tarea de dar a lahija los ltimos instantes de felicidad que disfrut en toda su vida.

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    La seora mantuvo a una vieja criada, que auxiliaba en los trabajos de la casa y que daba todasu atencin a la nia. Era la nica persona con ordenes de llevar a Amalia a pasear, porimposibilidad de la madre, tarea realizada con el mismo celo maternal. Era una criaturaejemplar y que se consideraba como un miembro de la familia. Tena su lugar al lado de laSra. Domingo Soler, en la mesa en que hacan las comidas. Cuando ya estaba fatigada por losaos, esa sirviente regres al hogar con su familia; peridicamente Amalia y su madre iban a

    visitarla. Al sentir que llegaba el momento de despedirse del mundo pidi que llamasen a laseora y a la nia. En su lecho de agona su mirada pas por los familiares que llorabandesconsoladamente y detuvo la mirada en su noble protectora. Le repiti el nombre dos vecesy dej que se le escapase el ltimo suspiro. Haba, de ese modo, exteriorizado su homenaje yafecto.

    **************

    Los ricos templos sevillanos muchas veces atraan a Amalia cuando sus ansias de hablar aDios se hacan incontenibles. Esa inquietud, todava, se afirmaba en su espritu racionalmenteinnato y que se fortaleca en las lecturas cuidadosamente seleccionadas por su madre,olvidada de la pobreza ocular de la nia.

    Esta penetraba en las magnificas iglesias donde se veneraban potestades tenidas por sublimes.Todava, mal daba el primer paso en sus interiores, se llenaba de miedo y horror. Y cuantoms aparatoso eran los rituales eclesisticos, y cuando los clrigos iban a arrodillarse ante losaltares, curvndose por sus largas vestiduras y sus mitras, ms intenso se le vena el deseo decorrer para los campos, internndose en el bosque, encontrar los macizos que reflejaban ale-gremente los reflejos de las policromadas flores silvestre.

    Era all donde poda hablar con Dios, aspirando el perfume clido y gratuito de exuberantevegetacin. Se sentaba, concentrada y senta las vibraciones de Dios situndose sobre lacabeza.

    Su pasin por los libros era constante. Fueron el juego de su infancia y consuelo de toda suvida. El simple hecho de entrar en una librera le causaba una religiosa y respetuosa emocin.

    Cierto da visitando en Deva el palacio de D. Leopoldo Augusto, marqus de Valmar, criticoy poeta de renombre, Miembro de la Academia Espaola de la Lengua, el cual posea unavaliosa biblioteca, verdadera maravilla, como ella misma escribi con su autoridad y siempreacertada evaluacin, un imperioso impulso la invadi llevndola a postrarse de rodillas, comoante un altar del saber. As se presentaba su alma vida de saber, la visin de aquel saln quele produca una peculiar sensacin de religiosidad.

    Sus ojos haban recobrado la facultad de ver, sin embargo no con la intensidad deseable y

    necesaria. Esta circunstancia, asociada a su permanente inquietud de saber continuamentealguna cosa nueva, le dieron una melancola que se recrudeca con la llegada del invierno,cuando las hojas otoales constituan almohadas bajo la arboleda de los bosques y elcrepsculo vespertino, tan breve como las horas felices de su vida, impona sombras a la luz.Cuando las noches se iban haciendo hmedas y las maanas melanclicas, le vena un dolorsin nombre. El fro y la aparente destruccin del paisaje se le comunicaba al hilo de lospensamientos. Y ella daba un triste adis a los lirios del valle, a los arbustos opulentos, a labrisa primaveral y a las vibraciones lentas de esto. Entonces deca con amargura:

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    Quien sabe si cuando las almendras florezcan de nuevo yo ya haya partido... Y nadie ir adepositar en mi tmulo una lgrima o una flor...

    En diciembre, al modificar la estacin, una atmsfera opresiva se posaba en su alma y ellamonologaba sobre cun efmera es la vida. Y pensaba en sus das, sumergida en el crepsculoen plena primavera, dadas las inclemencias morales que padeca. Entonces la duda la oprima,

    su naturaleza se oscureca. Ella criticaba las convenciones vigentes y el cuadro de laexistencia se presentaba nublado ante sus ojos dbiles. Por eso cuando las tenues luces delcielo otoal iluminaban el mundo a su alrededor, su angustia, su temperamento arrebatadotocaban los lmites de la desesperacin y el desasosiego.

    Profundas aprensiones cruzaban por su mente enfebrecida. Oa hablar del mar y senta por luna secreta atraccin. Sin haberlo visto nunca, se intimidaba con su descripcin. Una voz ledeca entonces:

    "All se encuentra la imagen de Dios!"

    En Cdiz, pudo un da, por primera vez, admirar el imponente espectculo. Comenz

    entonces a dudar, a inquirir, pues se senta excesivamente minscula para considerarse laltima obra de la Creacin, como se le haba enseado. Se puso a tejer ideas sobre lo que lareligin enseaba, la nocin de Dios y todo lo dems le pareci tan absurdo como absurdo lesurga su propia figura ante la ciclpica extensin del mar.

    Y cuando cierto da experiment lo que denominaba la suprema verdad, le pareci todo tanlgico, tan natural, que volvi al mismo escenario, esta vez, para buscar la esperanza yproseguir viviendo, la resignacin para perdonar y la fe para razonar y creer.

    -Djeme en imaginacin ser llevada por el suave balanceo de las olas encrespadas, -Escribiella ms tarde en su libro "Ramos de Violeta". - admirando en ellas lo que es el retrato fiel denuestra existencia.

    Irguiendo la cabeza, vio el horizonte velado por una bruma azulada, en cuanto, en Oriente, elSol, el rey de los planetas, difunda con sus rayos calor y vida.

    Una tarde paseaba la joven Amalia al lado de su querida e inseparable madre. Recorra loshermosos jardines del Alczar de Sevilla, aspirando, a pleno pulmn el oxigeno emanado porlos rboles que poblaban de maravillas el encantador rincn.

    La primavera acentuaba los vvidos colores de la naturaleza y un Sol de claridad inigualablebrillaba con su dorado esplendor. Mujeres hermosas y jvenes se cruzaban en todasdirecciones llenando con sus risas y alboroto, de peculiar musicabilidad, todo el ambiente.

    Los encantadores vergeles, con sus paredes cubiertas de hojas de naranjas y sus gloriosossetos, con sus perfumes y su policroma, representaban luz y emocin, dando un aspectoglorioso al paradisaco paisaje. Rosaledas florecidas dominaban por donde quiera que la vistadescansaba, hartos en sus productos, artsticos y abundantes en el dispendio de aromas...

    La joven, de tez muy blanca y rubios cabellos, el cuerpo virginal vestido color de rosa y chalblanco, admiraba con su natural sentido potico la belleza local. Dejaba que su imaginacinvagase por los sugestivos encantos que, para su alma, posea cada flor, el canto de los

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    pjaros, la brisa susurrante, que tenuemente acariciaba sus cabellos y pona sutilesondulaciones en su ampla falda. Su xtasis se aproximaba al desmayo en cuanto se deslizabapausada y solemnemente por los paseos del Alczar.

    Uno de los jvenes que pasa, alma arrobada por los encantos del lugar, percibi el suaveencanto que envolva a la jovencita en flor. Ella lo nota y los dos se envuelven en las

    emociones de un enamoramiento. En su pecho arden descontrolados sentimientos, se ve, -quien sabe! - como los caballeros andantes de las leyendas que corren presurosos a salvar delpeligro a la bien amada. En pocos instantes, mientras tanto, su entusiasmo se enfra. El yaest comprometido, debe casarse con una joven que teje con su nombre sus sueos de amor.Pero el cautivador misterio de aquella joven desconocida, hada de los jardines del Alczar,enciende en su alma la pasin. Sus reflexiones tocan todos los extremos: de la prudencia, dela fantasa y de la exaltacin.

    Coge la flor sobre la cual la joven estuvo echada y se la ofrece galantemente. Una fila deperlas surge entre los labios de la jovencita, cuando ella sonre dulcemente agradeciendo. Hayun brillo diferente en sus ojos. Antes que las palabras sean pronunciadas se intercambiansutiles mensajes de alma a alma. En la distancia la bondadosa madre participa del momento

    de alegra. Se siente alborozada por ver a su pobre hija cortejada por tan bien apuesto jovencaballero.

    La flor provoca la conversacin.

    - Gracias! La flor es linda como la tarde! - Fue el prlogo del dilogo iniciado por ella.

    - Tenis razn. - replic el encantador muchacho. - Ambas son igualmente la flor rosa, latarde y... su lindo vestido. La rosa, cuyas fragancias aspiris, perder el perfume que, siquisierais, ser guardada para vos solamente.

    - Cmo es eso?

    De una manera simple: dedicando versos a esa rosa, cuyos ptalos, por mejor que las guarde,se convertir en polvo, en cuanto vuestro encanto, seorita, permanecer para siempre:Oiga... A una rosa.

    Flor de hermosura idealbella y delicada rosayo te contempl orgullosaen un jardn oriental.Hubo un ser que comprendique admiraba tu hermosura;

    temerario te arranc:en mi mano te dejy le mir con ternura.Otra vez nos encontramosy en memoria de la rosacario eterno juramos;de amistad pura y preciosaun santo lazo formamos.

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    ... El destino impidi al joven el cumplimiento del compromiso contrado: Debe unirse a lamujer a la cual est preso por formal promesa de casamiento! A las instancias de las dosfuerzas que se le agitaban en su interior, triunfa la que deba deshacer las ilusionesalimentadas por Amalia.

    Mientras permaneci en Sevilla vivi dolores y angustias, despus el recuerdo, cada trazo de

    aquel amor que fuera mas all de las formalidades, de las convenciones, de lo carnal,envolvindose en los caminos de la ms pura espiritualidad. A penas las frases de aquellosversos sugestivos podan dar paz a su alma.

    El muchacho, cumplida las bodas, por exceso de celo y fidelidad conyugal, destruy el papelen que los versos fueron escritos, en la menuda y nerviosa letra de aquella alma gemela a lasuya. Slo el recuerdo, inapagable se le marc en la mente; las slabas armoniosas,permanecieron por aos en el futuro los recuerdos de aquel hombre. Permaneciendo con laesposa, respetable, hizo la ms cruel y difcil eleccin de toda su vida.

    Profunda cicatriz deja ese encuentro en las dos almas vctimas de los caprichos de laexistencia en la Tierra. Los aos pasaron y, una vez ms ocurri una nueva y singular

    entrevista entre ambos.

    Jos lvarez ya no se encontraba ms en su prisin carnal. En el espacio, del mundoespiritual, tiene un nuevo coloquio con Amalia, ya vencida por los aos, para recordar, en laeternidad, aquel instante en que sus corazones vibraron al unsono.

    **********

    En cuanto a la nia se iba haciendo mujer, rodeada por los desvelos y cuidados de subondadosa madre, comienza a sentir angustias indescriptibles.

    Buscaba a Dios...

    Lo buscaba dentro de s misma.

    Todava no encontraba forma de encontrarlo. Se senta desolada. Saliendo de la intimidad delhogar, buscaba los templos. All, miraba las imgenes de las vrgenes dolorosas, los Cristosmoribundos, los santos los cuales se atribuan milagros. Se concentraba en las reliquias delos mrtires y tena la simple sensacin de estar pasando en revista a una coleccin deantigedades ms o menos autenticas un alma permaneca muda. En su pecho el corazn seagitaba. Su alma permaneca indiferente.

    No es que mirase con prevencin cuanto le rodeaba. Por el contrario! Haba en ella un ansia

    extrema de creer, de tener algo que esperar. Senta envidia de las mujeres que rezabanfervorosamente a los pies de los altares.

    "Cunto no dara yo, -pensaba - para creer en los misterios religiosos! Tan mala ser yo queDios me aparta de su iglesia?

    Tena la impresin de no ser aceptada porque todas aquellas imgenes no le causaban ni elms mnimo respeto. Las admiraba como expresin del arte religioso; digna, como tal, de unreconocimiento esttico. Pero, como los iconoclastas del siglo VIII, le venan impulsos de

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    echar todo por tierra. Esculturas bisoas, pinturas ridculas que vea pintadas en los lienzos,pretendidos con un absurdo sentido, como evocaciones a la fe, le causaban risa. Toda aquellaferia mitolgica serva apenas para causarle rebelin. No poda concebir que, para adorar aDios, fuese necesario apelar a los muecos de barro y pintar aquellas extraas caricaturas.

    Sala de los templos contrariada. Aunque tuviese tantas necesidades, le era imperioso "creer",

    para seguir viviendo. Su empeo a tal respecto no conoca descanso. Volva a visitar lascatedrales, los templos, de gran belleza y lujo, oa a los ms famosos oradores sacros y, alterminar el ritual religioso, deca la celebre frase de San Agustn:

    "Vanidad de las vanidades. Todo vanidad..."

    Encontrndose en Madrid, en cierta fecha, despus de haber buscado a Dios en su pureza yverdad, con casi desespero, por mucho tiempo y en todas las religiones, en un jueves santo,sali de la fastuosa iglesia de San Sebastin, frecuentada por la fina flor social de la CalleAtocha; dirigi sus pasos para la humilde Calle de Calatrava. All se ergua un modestotemplo evanglico. Era apenas un saln amplo y desorganizado. En las paredes, donde nocayera la argamasa, haban escrito versculos de la Biblia. Los fieles, sentados en rsticos

    bancos bien alineados, oan al pastor que, sobre un estrado, poda ver todo el recinto, pordetrs de su mesa cubierta por una tapicera carmes, sobre la cual descansaba un majestuosovolumen de la Biblia.

    El ambiente era sencillo, muy de acuerdo con su temperamento reacio a las pompas. AllAmalia se sinti a gusto.

    "S! Yo encontrar aqu lo que deseo!" - pens ella.

    Fue una emocin al primer momento. Su ilusin rpidamente se esfum.

    - Quien cree en Jess est salvo! - preconizaba el predicador.

    - "Y las miles de criaturas que no oyeran hablar de Jess?" - reflexion Amalia. - "Qu serde ellas?"

    Y bien pronto oa la frase en torno de la cual se movan los creyentes de aquel culto:

    Aquellos que tienen la perniciosa mana de discutir y razonar - dijo el predicador. - no puedencreer lo que ensean las religiones. Es del todo imposible conciliar las situaciones.

    Amalia se levant y sali. Para distraer su mente, se ech en un puente que estaba sobre unro como el Guadalquivir, en la tierra andaluza que la viera nacer y, entre mirndose en el

    limpio espejo donde se reflejaba amplitud maravillosa, pregunt a las aguas tranquilas:- Dnde se encuentra mi alma gemela?Se estremeci. Su espritu senta fri en el vergel a que sus pasos la haban llevado. Y, noobstante, preguntaba a las aves que se besaban con los rosados picos, a las flores que abransus clices, a los rayos del Sol y de la Luna, que extendan mantos de oro y de plata sobre elro, a todo cuanto pareca sonrer a su alrededor:

    Dnde se encuentra mi alma gemela?

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    Senta, evidentemente que, all, todo viva, todo respiraba. Y su espritu necesitaba vivir yamar...

    Se extasiaba pensando en esos jardines maravillosos de Andaluca, admiradora ferviente de lanaturaleza. Contemplaba los pequeos bosques de jazmines, los arcos de triunfo construidos

    por bellsimas rosas de "pitimini", y, aspirando con placer el penetrante aroma de loslimoneros y las naranjas, de los lirios y azucenas, comentaba con su madre o a las amigas quele servan de compaa:

    - Como sera agradable morirse aqu. Qu recuerdos hermosos me llevara de la Tierra.

    - Qu locura!

    - Qu bobada!

    Qu romanticismo ms exagerado!

    La respuesta, ese coro de incomprensiones. Nadie entendera el tormento de aquel serprofundamente sensible. Quera morir en un momento de felicidad. No le agradaba que elfinal de sus das ocurriese en horas de tormenta. Hua del dolor, tal vez presintiendo su futurosin alegras compartidas con amigos, sin felicidades fciles.

    Alguien que la conoci personalmente deca que... "su forma fsica tena muy poco deesttica y de la belleza que el cincel presta a las estatuas, tal como se entiende en losambientes de las artes plsticas, las cuales juzgan por la proporcin y conformidad de laslneas, haciendo de Venus Citrea el modelo supremo de la belleza en la mujer, y del Apolode Belvedere el ejemplo de la perfeccin masculina.

    "Amalia naci en la tierra del Sol, en la regin de las mujeres hermosas, risueas, graciosas,en Andaluca, donde en las noches oscuras el cielo centellea con serenidad y las estrellasbrillan como diamantes y pedrera; all donde las mujeres de ojos negros dejan caer sobre susespaldas las trenzas de bano, que las obliga a erguir las cabezas extendiendo los brazos a loscielos como deseosas de huir de la Tierra. Y danzan en un delirio posedas por el sonido delas guitarras sonoras; cantan canciones de amor, tristes como un poema lrico sostenido yarmonizado en amplia cadencia, cuales perlas cayendo armoniosamente en un jarrn decristal de Bohemia.

    Y andaluza era Amalia!

    "Qu dolor tan comprensible abrigara en su interior una mujer nacida en medio de un

    paraso, viendo a su alrededor las pasiones arrebatar a sus compaeras en la intensidad de unclima ardiente, vindolas robar al cielo la luz para encenderlas en sus ojos negros,relampagueantes de pasin bajo las sedosas cejas y entre inmensas pestaas color de nix; lastrenzas abundantes animarse como serpientes, enroscndose en los brazos blancos; qu dolortan comprensible, ms profundo e indecible puede ser el de nacer entre jvenes hermosas yexuberantes y ser una excepcin, una mujer relegada al olvido, incapaz de asociarse a uncompaero, para toda la vida, y sentir los aguijones de un cuerpo frgil, una salud inestable,un organismo enfermo sin la luz de los ojos, permaneciendo largo espacios casi del todociega, sufriendo, todas las torturas de la materia y todas las amarguras del alma..."

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    Otro esbozo escrito por un autor annimo, as la describe:

    "Su carcter, muy andaluz, posea un trazo peculiar en su seseo (pronunciar las s como c ydecir ce, ce para llamar a alguien) de su lenguaje, en la vivacidad de su dilogo y en la hbilirona de su conversacin aqu y all salpicada por la descripcin de hechos a que asistiera.

    Saba ser satrica en ciertas ocasiones y sus comentarios acerca de personas yacontecimientos, no podan ser ms oportunos, causando la admiracin de aquellos que conella convivan.

    "Su "yo" interior, -contina nuestro informador - pareca envolver su forma carnal: erahermoso como un ngel que extendiera sus alas elevndose con sus plumas luminosas,alcanzando alturas inconcebibles. Sorprenda a los ntimos y a los extraos con su creatividadimpresionante, su poderosa inspiracin y su admirable perseverancia en alcanzar el ideal.

    "Si la Naturaleza hubiese sido ms prodiga con Amalia y el escenario de su vida hubiesensido los salones de un palacio, pocas mujeres habran, como ella, destacado en el mundo porsu influencia genial, y s, a los vuelos de su inteligencia, se hubiesen unido el encanto fsico y

    las cualidades que una buena posicin social proporciona."

    Qu difcil es hacer, -incluso despus de haber ledo tan incansablemente- la figura de unpersonaje as descrito!

    Ms fcil es hablar de glorias, felicidades, incluso aparentes.

    **********La bondadosa madre de Amalia comenz a padecer una enfermedad incurable. Slo laenerga de una frrea voluntad y el cario constante de su hija la mantenan en pie.

    En cierta ocasin, paseaban solas por los jardines que cercaban el palacio de San Telmo, enlas mrgenes del Guadalquivir. Era una noche de verano y las dos mujeres tomaron asiento enun banco. Estaban mudas y tristonas. Los plidos rayos de la luna iluminaban la escena y elsilencio que las rodeaba les aumentaba la melancola. Inesperadamente la madre toma lasmanos de la hija, dejando que un abundante llanto le salga de los ojos.

    - Amalia!... Tengo miedo! - Miedo? De qu?

    A la ley de la Vida! Mi muerte!

    Amalia se puso igualmente a llorar. No poda imaginar lo que hara sin el amparo maternal.Contaba veinticinco aos pero necesitaba de alguien que pudiese comprenderla, sustentarla o

    auxiliarla como lo haca aquella incomparable mujer.Qu hars sin m en este mundo? Tu visin defectuosa no permiti que completases tueducacin. No tienes oficio, ni empleo. Te falta incluso hasta el hbito de la pobreza. Comoves tan poco, no puedes ni con las faenas domsticas!

    Decepcionante constatacin!

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    Se sucedan los das amargos. La anciana, como la llama de una vela, se extingui. Catorcedas dur su agona! Catorce das de tinieblas y desesperacin. La enferma tuvo una asistenteinenarrable que vel por su angustia y dolor. Fiel al cario entraable que las una, la hijabusc disponer de algn modo, el amainar el dolor de aquella que parta.

    **********

    Cuando un bondadoso amigo le entreg la llave del atad, dijo con ojos secos, pues laslagrimas se le haban agotado:

    Es la nica cosa que poda coger en la Tierra. Yo parto tambin... para el mundo del dolor...

    Vino entonces la agona de la soledad. Un mundo despoblado. El dolor de un pecho lacerado.Un barco sin timn en medio del temporal.

    Una amiga le propone recogerse en un convento. Se comprometera a conseguir la dote quelas casas religiosas exigan. Amalia se ve en una situacin difcil esgrimiendo entre milconsideraciones y argumentos que, a veces, hieren brutalmente a pesar de su realidad.

    - Qu hars en este mundo? Nada de provechoso! Eres pobre! La pobreza y la soledadconstituyen una de las ms duras condiciones para la naturaleza humana. Tu madre te cricon los hbitos de una gran seora. No sabes salir a la calle con un fardo de ropas, ni con unacesta, ni mal vestida. No puedes buscar servicio ya que tu parca visin te llevara a cometermil errores. Los nicos parientes que tienes, el hermano de tu padre y sus hijos, no te quieren,pues las desavenencias de la familia no permitieron que se crearan afectos. Lo ms quepodrs hacer por ti misma ser mantenerte por tres o cuatro meses. Y debes dar gracias a eso.Y despus? Qu hars? Lo mejor que te resta hacer es consagrarte a Dios. Evitars asmuchos disgustos.

    Debe haber otro camino.

    Fue aquella una tremenda exposicin de la verdad cruel. Era angustiosa la situacin.

    Yo no deseo hacerme monja. Para consagrarme a Dios prefiero mil veces una vida deanacoreta. En lo alto de una montaa creo que oir la voz de Dios. En la celda de un conventorenegara una religin que rompe con los sagrados vnculos de la familia. La religin quedesata los lazos hechos por las leyes naturales, no interpreta la ley de Dios.

    Ella no dejaba sin respuesta a aquellos que venan a insinuarle situaciones.

    Un amigo ms prctico le propuso como solucin: el casamiento con un hombre de posicin,

    edad mediana, pobre y enferm.La respuesta fue llena de dignidad:

    Deseo ser libre, no engaarme a mi misma ni a nadie.

    Acept por fin una pequea pensin que le ofrecieron los parientes: en pago sera la costurerade la casa. Vendi sus muebles. Redujo sus pertenencias a lo que caba en el cuarto en quefalleci su madre y se dispuso a una vida de pobre felicidad, sin sobresaltos.

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    Seis meses dur el pago de la pensin. Una vida de extrema prueba se inici entonces paraella. Llamada por una amiga condolida, parte para Sevilla. Un ao pas a distancia deltmulo de su madre. Al volver al lugar inolvidable, llor amargamente:

    Madre ma... He bebido el cliz de la amargura. Todo para m est muerto... El amor y las

    amistades eran torpes mentiras.

    **********

    Al cumplir diez aos de edad, Amalia comenz a demostrar inquietudes que revasaban laforma literaria. A los 18 aos haba publicado una serie de poesas; juzgando que en Madridpodra recibir alguna remuneracin por sus escritos, as como condiciones ms favorablespara dedicarse a cualquier trabajo honesto, garantizando su subsistencia, tom pasaje paraaquella ciudad.

    Se encamin para la corte donde, da y noche, acept todo y cualquier especie de trabajo quese le ofreci. Sus ojos enfermos comenzaron a negarse a un esfuerzo tan intenso.

    En la casa de una bondadosa familia encontr humilde, pero sana habitacin. Comafugazmente, estaba obligada a pequeos sacrificios de modo que no poda darse el lujo debuscara los mejores oculistas de la ciudad.

    Pero... todo se precipit. La ciencia no le da esperanzas y prevee la ceguera si persistecosiendo. Agotados los recursos, imposibilitada de proveerse de lo necesario para sobreviviren este valle de lgrimas, un nuevo va crucis se inicia para la hurfana. Deba mendigar unplato de sopa. A cambio de alimento, se hizo muchacha de recados. Sus ojos no vean sinobultos. La tenebrosa idea del suicidio lleg a tomar lugar en su mente. Poco a poco varesbalando en el ms angustioso desamparo. Fue obligada a vivir en el cuarto de un estudiode un pintor, que un alma piadosa le ofreci.

    **********Reinaba D. Isabel II, despus de haber vencido las pretensiones del Prncipe Carlos, queambicionaba el trono por la muerte de su hermano, el rey Fernando VII, padre de Isabel.

    Esta fallida ambicin de Carlos, cre en la pennsula ibrica un contingente d partidariosdenominados carlistas, conservadores recalcitrantes y absolutistas. Antagnicos a stos,surgen los liberales, partidarios del establecimiento de nuevos rumbos a la polticagubernamental. Entre los liberales se dio aun una bifurcacin conceptual, los progresistas,osados, rozando el socialismo, establecido por Marx en Europa a partir de la publicacin delManifiesto del Partido Comunista, en 1848.

    Esa diversificacin de ideas, esa disputa por llevar el Gobierno para el programa que cadagrupo presentaba, pretendiendo la solucin de los males de la sociedad, cre infra fronterasen Espaa, - fenmeno que se repite en muchos pases del mundo- una situacin deIntranquilidad, de desorientacin, pues, de un lado, se lanzaba por tierra viejas tradicionespenosamente sostenidas por el conservadurismo y, por otro lado, imperaba la inseguridad, laimprovisacin y una complicidad por parte de los que sustentaban las ideas actualizadoras.

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    La Iglesia Protestante pudo, aprovechndose de la situacin, obrar ms en Espaa, con ciertasgarantas y seguridad, apoyada por las conquistas de! movimiento liberal, venciendo losprejuicios catlicos profundamente arraigados en la tierras de El Cid desde la Edad Media enque, bajo el Imperio de Felipe II combatieron sus huestes en Granada y Lepanto, cruentacruzada que pretenda sofocar lo que denominaba la hereja, ya que no estaba de acuerdo conlos sentimientos predominantes que buscaban a toda costa imponer.

    Sobrndole tiempo, se dedic Amalia a visitar los templos evanglicos, ya que haba tenido lams profunda de las decepciones despus de una larga peregrinacin por los numerosostemplos catlicos. En ellos se extasiaba con la erudicin de maestros de la oratoria sin que,mientras tanto, ninguno, al menos de pasada, buscase explicar al pueblo los motivos de lasdesgracias continuas con que se vea.

    Si estos hombres, -comentaba ella- tan instruidos y que segn se dice son inspirados por elEspritu Santo, no saben explicar los motivos de las anomalas y de las injusticias sociales, yno obstante reiteran que Dios es grande, bueno y justo, dnde voy a encontrar entonces, lasexplicaciones que necesito?

    En los templos evanglicos encuentra alguna paz para su alma. Y conoce tambin a unaquerida amiga, de nombre Engracia. Esta se compadece de su ceguera y procura, de todas lasformas, auxiliarla. Es Engracia quien le aconseja y la acompaa cuando va consultar a unfamoso mdico homepata que, como oculista, ya haba conseguido curas espectaculares: elDr. Hyser, hombre noble y altruista, al que no se le escapa la pobreza de su cliente y leexplica su diagnstico:

    La seorita tiene los ojos en muy mal estado y la enfermedad de ellos tom cuenta de maneracrnica. Su cura es casi imposible.

    Tales palabras no podan ser ms desalentadoras. Todava el facultativo prosigue:

    Si la seorita se abstiene de fijar la mirada en todas las cosas, si se resigna a imaginar que notiene ojos, de aqu a un ao podr recobrar la visin perdida y dedicarse a diversos trabajos,desde que no sean bajo la luz artificial. Yo le dar todos los medicamentos que necesita, y sime obedece fielmente, finalizado el plazo que establec confo en que pronunciar mi nombrecon agradecimiento.

    Un ao! Apenas un ao necesitaba para liberarse de la pesada cruz. La esperanza hace quelas lgrimas descienden abundantes por su rostro, en cuanto ella agradeca al Dr. Hysern y leprometa seguir a toda costa la prescripcin.

    Una nueva etapa se inicia en la vida de Amalia. Difcil como siempre, pero ahora visitada por

    la esperanza y fortalecida por una prescripcin cientfica. Se esforzaba por cumplir con rigorel consejo mdico, incluso costndole el mayor sacrificio. Algunas seoras de posicin, quela auxiliaban con sus limosnas a mantener su completa existencia, comenzaron a ponervenenosos "peros" al saber de las nuevas iniciativas de su protegida. No podan entendercomo, a pesar de "escribir versos que llegaban a ser hasta bonitos y de tener algn talento",poda Amalia ir a or a los pastores protestantes, que eran todos unos herejes y, aun, aceptabala asistencia que le ofreca un mdico homepata, que era un loco rematado y que slo podadejarla ciega de una vez.

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    Sus disgustos eran olvidados cuando orientaba los pasos por la Calle Calatrava y se vearodeada por la simpata y la bondad de los frecuentadores de la capilla evanglica. Se sentaentonces en el placido confort de un hogar.

    Pero el auxilio de las seoras cristalizadas por los preconceptos, va menguando. Amalia se veobligada a solicitar auxilio a una amiga de su madre, que distribua ayudas, en forma de

    cupones, por cuenta de una sociedad filantrpica. Esos cupones, cuando eran presentados,garantizaban al asistido un pedazo de pan de buena calidad y un nutrido cocido. Amaliaeducada como una gran seora, comprende, al recibir aquellos cupones, qu delicada era susituacin. Llora angustiosamente esa primera noche, haciendo que retroceda el tratamiento desus ojos.

    Arda siguiente debe vencer sus aprensiones y dirigirse al palacio donde, en un patio, sesentaban centenas de pobres y necesitados d todas las categoras. Ante aquel cuadro, se lehace claro, como por arte de magia, su capacidad de observar. Y emplea una nueva facultaden el examen del cuadro que se le ofrece. Haba all pobres de todas las condiciones: decenasde mujeres humildemente vestidas, trayendo sus mantillas y que, como ella, llevaban lamuerte en el alma; y ancianos con sus abrigos podridos, recordando espectros erguidos de sus

    tumbas. Eran mucho ms numerosos los pobres que se avergonzaban, que los de oficio. Estosltimos apostrofaban a los que haban tenido la desgracia de no haber nacido en la miseria.

    A su lado un ciudadano se lament:

    Ah! Seora! Qu terrible es la crucifixin de la miseria.

    De ah en adelante Amalia cont los meses, los das, las horas que le faltaban para elcumplimiento del plazo sealado por el Dr. Hysern.

    Ese bondadoso mdico, en charlas, sustentaba que era materialista "de la mejor cepa". Todaslas religiones lo fastidiaban. No obstante, un da le dijo a Amalia:

    - Sabes quin te dar una explicacin plausible de tu situacin?

    - Quin?

    Unos nuevos locos que creen, con la ms obstinada fe, que el alma sobrevive a la muerte delcuerpo. Mejor dicho, - continu el mdico - el espritu (as denominaban ellos la fuerzainteligente que da la vida al organismo humano), vive para toda la eternidad, encarnndose enla Tierra cuantas veces fueran necesarias, para su perfeccionamiento. Y despus en otrosmundos. En esa serie de existencias, adquiere conocimientos, perfeccionndose y corrige losdesmanes, las traiciones, las felonas, los atropellos y todos los abusos que haya cometido,

    por inferioridad, en encarnaciones anteriores.Amalia oa con atencin, ensimismada.

    - T por ejemplo, -Razonaba el oftalmlogo- tienes los ojos por fuente de preocupaciones ysufrimientos. A esto los candidatos e ingenuos espiritas diran que se trata de una prueba aunincluida de que, en otras situaciones, hiciste mal uso de ellos, o cegaste a un prjimo. Ahorarecibes la ratificacin que ellos no tienen exactamente por un castigo, mas por infraccin a lasLeyes Divinas.

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    - Y dnde se renen esos locos, como usted los llama?

    En una casa respetable en la Calle Cervantes. - Fue la respuesta informativa. - Y entre elloshay hombres de talento y admirable inteligencia, excelentes escritores que publican variosperidicos. A m acostumbran a remitirme "El Criterio".

    Una inquietud inexplicable tom cuenta del alma de Amalia. Aquella novedad de la cualtena conocimiento por la boca del Dr. Hysern, la interesaba sobremanera. El facultativopareca no dar gran importancia al asunto. Discurra al respecto con una sonrisa, en un tonode voz algo disimulado, simptico, y usaba una argumentacin segura y fluida.

    Mi esposa y mi hijo gustan de leer esas publicaciones. - Prosigui. - Pero se ren cuando setrata de la aparicin de los espritus. Despus... no s qu fin dan a esas revistas.

    Tmidamente, pero insistente, Amalia le pidi que le diese a leer una de esas publicaciones.

    Mira, lo que acabo de hacer... - Coment el mdico. - Ahora desconfo de que es bien posible

    que suceda que te hagas espirita. Sera gracioso: un materialista de mi porte, te da los mediosde conocer una doctrina espiritualista!...

    Amalia sonri y algo como una luz le ilumin el rostro.

    Bien... -concluy el oftalmlogo.- la naturaleza es muy sabia y si pensases slo en tumolestia, ya te habran enterrado hace mucho tiempo Divagando entre Jess y sus "emisarios"serafines, investigando si el espritu de tu abuela se encuentra en Marte o en el distanteNeptuno, te irs distrayendo, acortando las semanas, entretenida con esos nuevos conceptos.Y yo no tengo dudas de que nada de mal te podr ocurrir...

    El Criterio fue puesto entre las manos de Amalia. Ley como pudo, aun con un entusiasmocreciente.

    Cuando volvi a encontrarse con el Dr. Hysern, despus de la lectura de la revista, Amalia ledijo sin sombra de duda.

    Mi bondadoso amigo, encontr la verdad en el Espiritismo!

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    IV - EL AUTO DE FE REVELADOR

    Corra el ao 1861.

    Ms de un siglo pas desde que Carlos II, se armonizara con las ideas renovadoras que sedifundan por Europa, por obra de los ilustres economistas del siglo XVIII, permita laadopcin, en su pas, de varias conquistas sociales, las cuales daban una fisonoma nueva a lavida en Espaa. Las ideas pasaban por modificaciones fundamentales. Nadie podra pensarque en 1861 podra existir, ni incluso remotamente, reminiscencias de la tristemente famosaInquisicin que, exactamente en Espaa, en el transcurso de la Edad Media, hiciera derramarcaudales de sangre, en el intento de imponer un dominio religioso. Todava...

    Maurice La Chrtre(3) , un editor francs que, cuatro aos ms tarde lanzara con el sello desu empresa, entre otros volmenes la "Historia de los Papas" y la "Historia de la Inquisicin",as como el valioso Nouveau Dictionnaire Universal ( El cual hace, por primera vez,referencia enciclopdica al Espiritismo), Mauirce La Chrtre, que se encontraba entoncesexiliado en Espaa, habiendo abandonado Francia por diferencias polticas con Napolen III,se haba establecido en Barcelona. Percibindose del inters que despertara en la ciudadcondal las obras que trataban del Espiritismo, - el cual haca furor en la sociedad francesa, se

    volvi casi una moda. - se decidi a solicitar una remesa de libros envolviendo el asunto, parala venta en su librera.

    (3) Maurice La Chrtre, 1814-1900. Editor parisiense y escritor de ideas avanzadas,Maurice La Chrtre, fue condenado a prisin bajo el Imperio, por haber publicado "LesMyistres du peuple", de Eugne Se y el Dictionnaire Universal" (1856). Se retir paraBarcelona volviendo a Pars en 1870. En 1871 colabor en el "VengeuC de Flix Pyat.Volvi a refugiarse en el extranjero despus de la Comuna. Decretada la amnista, volvi aPars y reabri su casa editora. Entre sus obras, adems del "Dictionnaire Universel", en lacual los verbos "Espiritismo" y "Espirita" figuran por primera vez, lanz: Histoire des papes(1842-1843); Histoire du Consulat et de I'Empire (1874); Histoire del Inquisition (1880), etc.En su Diccionario se refiere as al Espiritismo: "La doctrina Espirita contiene en s los

    elementos de una transformacin de las ideas, y por eso ella merece la atencin de todos loshombres deseosos de progreso. Su influencia ya se extiende a todos los pases civilizados, loque confiere a su fundador una importancia considerable; todo hace preveer que en un

    futuro prximo, Allan Kardec ser tenido como uno de los reformadores del siglo XIX".

    En Pars, cuatro aos antes, en 1857, un erudito profesor francs Hippolyte Len DenizardRivail, edit "El Libro de los Espritus", bajo el pseudnimo de Allan Kardec, con el cual seexpone a la luz una nueva ciencia del alma, revelada por los habitantes del Mundo del MsAll, (esto es, el Mundo Espiritual) bajo el nombre caracterstico de "ESPIRITISMO". En el

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    ao 1861, y relacionado al tema, fue ofrecido al examen pblico otro libro, fruto de idnticainspiracin, "El Libro de los Mdiums", obra organizada de modo a ofrecer el discernimientode la nueva doctrina en base a las facultades de ciertas personas que, en la historia Universal,fueron tenidas por sibilas, agoreros, magos, portadoras de otras formas de sensibilidadsimilares a estas, seres dotados caractersticamente y que el profesor Rivail haba clasificadoconforme las facultades que posean, pero bajo la denominacin de mdiums.

    El obispo de Barcelona, Don Antonio Palau y Termes, ejerca entonces la funcin particularde polica de prensa. Le fueron enviados, merced de tal autoridad y no obstante elcumplimiento de las exigencias aduaneras, un tomo de cada libro. Como el prelado seencontraba, por esas alturas en Madrid, le remitieron ejemplares de la importacin detenidahasta que se tuviese la sentencia eclesistica.

    Este hombre vio las obras de Allan Kardec quemadas en Barcelona

    Su decisin fue inapelable: los libros eran perniciosos a late catlica y deberan serconfiscados por el Santo oficio, restablecido bajo el rgimen de Fernando VII, entre 1814 y1820, cuando volvi Francia al finalizar el reinado de Jos Bonaparte.

    Vivi en Brasil un testigo ocular de la quema de las obras de Allan Kardec en la ciudad deBarcelona. Se trata del Sr. Bernardo Ramn Ferrer, que fue uno de los amigos dilectos deCairbar Schutel. Schutel oy de sus labios la descripcin del triste evento. Por ms curiosoque sea, Bernardo Ramn Ferrer se hizo espirita justamente despus de asistir al medievo y

    teatral acto ordenado por el obispado barcelons.

    Ferrer naci en 1846, en Barcelona. Tena 14 para 15 aos, cuando, en la maana del 9 deoctubre de 1861, saliendo de casa, vio una multitud en actitud de protesta que se diriga parala Explanada de la Ciudadela antigua de la ciudad, donde eran ajusticiados los criminales.All el tribunal de la Santa Inquisicin reduca a cenizas decenas de infelices e indefensascriaturas tenidas por herejes o feticheras.

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    Ramn se inmiscuy en la turba. No era ms que un nio, y lo que vio lo impresion paratoda la vida: una pirmide de libros nuevos, recin cogidos de sus embalajes, se ergua en elcentro de la plaza. Cerca, un sacerdote vestido con traje especial, trayendo en una de lasmanos la cruz, y en al otra una antorcha encendida. En cuanto el notario redactaba el procesoverbal del auto de fe, gritos de protesta se erguan alrededor. Con su nariz curva y suspequeos ojos impasibles, el sacerdote, indiferente a la multitud, vigilaba al escribiente, el

    empleado superior de la administracin de la aduana y a los tres muchachos encargados dealimentar el fuego. Tomado de indignacin, el agente de aduanas, representante delpropietario de las obras que ardan, vituperaba al dirigente del acto prepotente.

    Ptreo el sacerdote vio las llamas erguirse hasta que consumieron todas las encuadernaciones,folletos y revistas espiritas. Los personajes del acto se retiraron bajo insultos de la multitud, alos cuales Bernardo uni su voz:

    - Abajo la Inquisicin!

    A partir de aquel da su deseo de conocer el contenido de aquellas obras fue despertado. VaMarsella, por mar, las obras volvieron a entrar en Espaa. Y Bernardo las ley. Ms tarde fue

    compaero de Amalia Domingo Soler de Angel Aguarod, de Don Miguel Vives, de Don JosMara Fernndez Colavida y el Visconde Torres Solanot, esa pleyade de hroes espiritas quenunca podrn ser olvidados. A pesar de ser hombres cultos, nunca despreciaron a Bernardo,que era un simple obrero. Y se enorgullecan de l, pues Bernardo Ramn Ferrer fue elprimer espirita de Barcelona en casarse por lo civil dispensando el acto religioso. Aquel autode fe hizo que rompiera definitivamente con la iglesia.

    En el Primer Congreso Internacional de Espiritismo, realizado en toda la Historia, ocurrido enBarcelona, represent el Centro Espirita San Quintn, de Mariona. Era mdium de curas deapuradas facultades, lo que le permiti, a lo largo de su vida, mitigar el sufrimiento de sussemejantes.

    Atrado por las tierras libres de Brasil, Bernardo Ramn Ferrer atraves el ocano con sufamilia, instalndose en Pirajui, en el Nordeste del Estado de San Pablo. En el tiempo deSchutel, Bernardo era un lder espirita estimado por todos en toda aquella regin, formandoparte del Centro Espirita Amor y Caridad. Hombre trabajador, vivi prsperamente, peromuri casi en la indigencia en 1942, a los 96 anos de edad.

    Cuando en Brasil la prensa espirita se ocup del Centenario del Auto de Fe de Barcelona,Ferrer permaneci en el olvido, incluso en la ciudad de Piraui, cuyas tierras regara con susudor.

    Al lanzar la biografa de su ex compaera de luchas, Da. Amalia Domingo Soler, esta

    editora, con inmenso jbilo, (4) incluye la foto que el propio Don Bernardo ofreci a suquerido amigo Cairbar Schutel.

    (4) Con ese comentario se hace una referencia a la Editora O Clarim, de Brasil, aunquenosotros, la Editora Espirita Allan Kardec, nos sumamos a ese homenaje. (Nota de latraductora.)

    Se carteaba con ste y muchas veces estuvo en Mato. En los archivos encontramos esta fotoy las anotaciones que lo acompaaron. Nota curiosa, declarando que el librero Maurice La

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    Chtre encomendara 300 obras a Allan Kardec, Bernardo afirmaba que el pedido fue hechopor Don Jos Mara Fernndez, entusiasta espirita y lder barcelons. Esta circunstancia no esmencionada en los estudios al respecto y se hace una invitacin para los investigadores dePirajui. Segn D. Bernardo el mayor inters por los libros espiritas no era propiamente de LaChtre y s de Fernndez Colavida, que pretenda usarlos en la propagacin del Espiritismo.

    ***********

    Profesor Rivail solicit por va diplomtica pertinente, como era de prever, que le fuesendevueltos los libros, ya que no era permitida su entrada en el pas.

    El obispo replic agresiva e impropiamente:

    El Gobierno no puede permitir que tales obras perviertan la moral y la religin de los pases.

    Haca como se ve, una pretendida defensa moral, inclusive de la propia Francia.

    Don Antonio Palau y Termes naci en 1806, en Valls, Tarragona. Estudi en el Seminario

    Conciliar de Barcelona. Se gradu en bachiller y licenciado 'en Teologa en Cervera, dondetambin curs las Matemticas.