la real audiencia de quito, cuna de la infectología de américa

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LA REAL AUDIENCIA DE QUITO CUNA DE LA INFECTOLOGÍA DE AMéRICA THE ROYAL AUDIENCE OF QUITO, CRADLE OF AMERICAN INFECTIOLOGY Byron Núñez Freile Resumen La ponencia se sitúa en el siglo XVIII. Analiza el holocausto biológico de la conquista, que diezmó a la población indígena. Estudia la llegada de la Misión Geodésica Franco- Española (1736–1743) y el quehacer intelectual de la Universidad quiteña de San Gre- gorio Magno. Se refiere también a la temprana fundación de la Academia Pichinchense (1762–1767). Estudia, finalmente, la acción médico–científica de Eugenio Espejo y sus comentarios a la obra sobre las viruelas del tratadista español Francisco Gil, quien valoró el aporte del quiteño al punto de incluirlo como un apéndice en varias ediciones europeas de su libro: España (1786), Italia (1789) y Alemania (1795). Espejo, es mos- trado como una cumbre del pensamiento científico de su época. Palabras clave: Holocausto biológico, Panspermia, Viruelas, Universidad, Academia. Abstract The paper relates to the eighteenth century. It analyzes the biological holocaust of the Spanish conquest, which decimated the indigenous population. It studies the arrival of the Franco - Spanish Geodesic Mission (1736-1743) and the intellectual work of the Quito University of San Gregorio Magno. It also refers to the founding of the Pichin- chense Academy ( 1762-1767 ). Finally the paper studies the medical-scientific rese- arch of Eugenio Espejo and his commentary on Spanish scholar Francisco Gilthe's work on smallpox, who praised the contribution of Quito's community to the point of including it as an appendix in several European editions of his book : Spain (1786), Italy (1789), and Germany (1795). Espejo, ultimately, is shown as a leader of scientific thought of his time. Key words: Biological holocaust , Panspermia , Smallpox , College, Academy. 147

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Documento de Historia de la Medicina en la Real Audiencia de Quito en relación al desarrollo del pensamiento científico de las enfermedades infecciosas en el siglo XVIII.

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Page 1: La Real Audiencia de Quito, Cuna de la Infectología de América

LA REAL AUDIENCIA DE QUITOCUNA DE LA INFECTOLOGÍA DE AMéRICA

THE ROYAL AUDIENCE OF QUITO, CRADLE OF AMERICAN INFECTIOLOGY

Byron Núñez Freile

Resumen

La ponencia se sitúa en el siglo XVIII. Analiza el holocausto biológico de la conquista,que diezmó a la población indígena. Estudia la llegada de la Misión Geodésica Franco-Española (1736–1743) y el quehacer intelectual de la Universidad quiteña de San Gre-gorio Magno. Se refiere también a la temprana fundación de la Academia Pichinchense(1762–1767). Estudia, finalmente, la acción médico–científica de Eugenio Espejo ysus comentarios a la obra sobre las viruelas del tratadista español Francisco Gil, quienvaloró el aporte del quiteño al punto de incluirlo como un apéndice en varias edicioneseuropeas de su libro: España (1786), Italia (1789) y Alemania (1795). Espejo, es mos-trado como una cumbre del pensamiento científico de su época.Palabras clave: Holocausto biológico, Panspermia, Viruelas, Universidad, Academia.

Abstract

The paper relates to the eighteenth century. It analyzes the biological holocaust of theSpanish conquest, which decimated the indigenous population. It studies the arrivalof the Franco - Spanish Geodesic Mission (1736-1743) and the intellectual work of theQuito University of San Gregorio Magno. It also refers to the founding of the Pichin-chense Academy ( 1762-1767 ). Finally the paper studies the medical-scientific rese-arch of Eugenio Espejo and his commentary on Spanish scholar Francisco Gilthe'swork on smallpox, who praised the contribution of Quito's community to the point ofincluding it as an appendix in several European editions of his book : Spain (1786),Italy (1789), and Germany (1795). Espejo, ultimately, is shown as a leader of scientificthought of his time.Key words: Biological holocaust , Panspermia , Smallpox , College, Academy.

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LA REAL AUDIENCIA DE QUITOCUNA DE LA INFECTOLOGÍA DE AMéRICA

Oh, felices aquellos que cuidaron de investigar aquesto, los primeros.

Juan Bautista Aguirre

Las enfermedades infectocontagiosas han convivido con la humanidad desde el iniciode su evolución debido a que los microorganismos son los seres vivos más antiguosen el planeta tierra. Las bacterias o microbios causales de las enfermedades infecciosasaparecen en el nuestro planeta hace 2,5 mil millones de años por lo que es parte inhe-rente la convivencia de los microbios con todos los seres vivos de nuestra naturaleza.La humanidad, por lo tanto, ha sufrido desde el inicio de su existencia el azote de lasenfermedades infecciosas y es solamente desde el inicio de nuestra era en que el hom-bre empieza a plantearse la razón causal, mecanismos, transmisión, control y cura delo que en la actualidad se llaman enfermedades transmisibles. Por lo que, para poderentender el desarrollo científico de la infectología en tierras ecuatorianas, se debe pre-viamente contextualizar la evolución histórica de la misma en el entorno global, paralo cual es necesario realizar una breve reseña histórica del desarrollo del conocimientode las enfermedades infecciosas y la microbiología, así como su impacto en pensa-miento microbiológico quiteño precursor de la infectología americana en la segundamitad del siglo XVIII.1

LOS ALBORES DE LA INFECTOLOGÍA EN EL vIEJO MUNDO

La historia del conocimiento científico en torno a las enfermedades infecciosas tienemás del dos mil años, ya que siempre existieron pensadores que quisieron dar res-puestas a los catastróficos problemas sanitarios y poblacionales que provocaban lasenfermedades infecciosas, en especial en forma de epidemias que asolaron por variossiglos a Europa.2 Mas, el proceso de construcción de una doctrina científica que ex-plique y dé solución a esta problemática no se pudo dar a pesar de la existencia de loselementos conceptuales que explicaban el origen microbiano de las enfermedades in-fecciosas. La influencia de las concepciones hipocráticas y aristotélicas acerca del ori-gen de las enfermedades en forma de humores y miasmas hizo que la doctrina delcontagio predominara hasta finales del siglo XIX. Por lo que se debe enunciar a laspersonas que aportaron de una u otra manera en la construcción de este nuevo para-digma de entendimiento de las enfermedades transmisibles.3

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H I S TO R I A D E L A S C I E N C I A S Y E L P E N S A M I E N TO C I E N T Í F I C O E N E L E C UA D O R

1 Ríos L., Mesa A. Nuevas epistemologías para el estudio del fenómeno salud-enfermedad. Introducción al pensamientocientífico en microbiología. CIB. Medellín 2009; Fondo Editorial CIB. 45-72

2 Rojas William. Historia de la Medicina. Introducción a su estudio. Corporación Investigaciones Biológicas. Medellín. 20083 Gaynes Robert. Germ Theory. Medical Pioners in Infectious Diseases. ASM.Press. Washington

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L A R E A L AU D I E N C I A D E QU I TO C U N A D E L A I N F E C TO L O G Í A D E A M É R I C A

Marcus Terentius vARRO (116-27 A.C.) Escritor, político y militar romano, directorde la Biblioteca Imperial, en su obra “Rerum rusticarum” –tópicos acerca de la agri-cultura– afirma hace más de dos mil años: “En los lugares húmedos se originan ani-males en extremo pequeños, que no se alcanzan a percibir con los ojos, que entrancon el aire que respiramos y causan graves enfermedades”

Ibn zakariya Al-Razi RHAzIS (865-925). Médico de origen persa, quien escribió tresobras médicas: “Kitab-el-Mansuri,” “Al-Hawi” y en el año 910 la obra monográficatitulada “Kitab fi al-jadari wa-al-hasbah” donde realiza la primera descripción clínicaacerca del contagio de la viruela y el sarampión.

Girolamo FRACASTORO (1484-1553) Este médico-poeta veronés, precursor de lateo ría microbiana, escribió en 1530 el poema “Syphilis Sive Morbus Gallicus” dondedescribe la sífilis; y años más tarde, en 1546, publica su gran obra médica “De Conta-gione et contagiosus morbis” momento en el que introduce el concepto de “Seminariamorbis” que significa la semilla de la enfermedad y de esta manera da inicio a la teoríadel contagio: “per contact, per fomites et per distans.” Por estas ideas científicas se leconsidera el padre de la Infectología moderna.

Athanasius KIRCHER S.J. (1602-1680) Sacerdote Jesuita de origen alemán, quienescribió muchas obras en varios campos de las ciencias, y de quien se dijo: “Era el úl-timo hombre que lo conocía todo”. Su obra cumbre en el campo de la medicina se de-nominó “Scrutinium physico-medicum contagiosae luis, quae pestis dicitur.” En estaobra, publicada en Roma en 1658, Kircher afirma haber observado los “vermiculi pes-tis” causantes de la peste (Y. pestis), con un microscopio rudimentario, en la sangrede los apestados. A pesar de la gran importancia para el desarrollo de la ciencia, losescritos médicos de Kircher no tuvieron una gran trascendencia en el campo de la me-dicina, debido al hecho de que los mismos fueron censurados por la Inquisición y a lavez, la medicina no era, en ese tiempo, un asunto prioritario para la Compañía deJesús, mas sus libros fueron muy conocidos y divulgados en las instituciones educa-tivas de los Jesuitas.

Marchamont NEEDHAM (1620-1678) Fue un médico británico más conocido comoperiodista y escritor. En el año de 1665 publicó su obra “Medela Medicinae” en la que,a modo de traducción, resalta la gran importancia de los hallazgos científicos de Atha-nasius Kircher. Esta obra se la considera el primer texto británico de bacteriología.

Robert HOOKE (1635-1703) Científico inglés quien abordó muchos campos de lasciencias, resume sus investigaciones microscópicas en el año 1665 en su obra “Micro-graphia” . En esta obra describe un “hongo microscópico” hallado en la cubierta deun libro y que actualmente los micólogos lo consideran como el hongo Mucor.

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Antoni van LEEUWENHOEK (1632-1723) Fue un comerciante holandés aficionadoa las ciencias, quien construyó varios centenares de dispositivos (microscopios) conlos que logró mirar, por primera vez, tanto en el agua de un estanque y la lluvia asícomo en la saliva y el sarro de sus dientes, miles de cuerpecillos vivientes a los que lesdenominó “animáculos”. Estos hallazgos fueron reportados en 1683 a la Real Sociedadde Londres, de la que era uno de sus miembros. Leeuwenhoek jamás asoció a los mi-croorganismos vivientes como los causales de las enfermedades infecciosas.

Francisco REDI (1626-1697) Médico italiano, educado por los jesuitas; en el año 1688en su obra “Experienze intorno alla generazione degl’insetti” describe su famoso ex-perimento donde demuestra la ausencia de gusanos en un frasco cerrado, en el cualse había dejado carne en estado de putrefacción. De esta manera Redi destrozó la teo -ría creacionista de la generación espontánea, la que era un muro que impedía el desa -rrollo de la microbiología como ciencia.

Marcus Antonius von PLENCIz (1705-1786) Médico originario de Solkan, actual Es-lovenia. En 1762 publicó en Viena el libro “Opera medico- physica” en la que afirmaque las enfermedades infecciosas son causadas por microorganismos vivientes “ani-malcula minima” o “animalcula insensibilia” y que hay microorganismos particularespara cada enfermedad, dando inicio en Europa a la teoría microbiana de las enferme-dades infecciosas.

LA INFECTOLOGIA EN EL REINO ESPAñOL

El desarrollo de la Infectología fue muy limitado en el reino de los Borbones, comoconsecuencia del continuo atraso científico que en todo los campos de las ciencias man-tuvo el Imperio Español, en comparación con las otras monarquías, en especial delnorte europeo. Hasta finales del siglo XVIII, en España, solo se habían publicado tresobras concretas con relación a las enfermedades infecciosas, sus autores fueron:4

André PIQUER. En el año de 1768 escribe “El Tratado de las Calenturas” , en el que elautor considera al aire como causa fundamental de las calenturas (procesos febriles):

…el aire no siempre causa las calenturas por el calor, frialdad, y demás alteracionessensibles con que suele comunicarse a nuestros cuerpos, sino por las influencias im-perceptibles que adquiere de los Astros o de las exhalaciones de la tierra. ... Tambiénsucede, que algunas naturalezas hay tan robustas, que pueden superar la fuerza delaire; y otras hay, que aunque sean débiles, no caen en las enfermedades epidémicas,porque el vicio que el aire trae consigo, no se proporciona con su naturaleza.

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4 Hernández Morejón Antonio. Historia Bibliográfica de la Medicina Española. Madrid 1852.

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Antonio PEREz de ESCOBAR. En 1776 publica: “Avisos Médicos populares y domés-ticos. Historia de todos los contagios: Preservación, y medios de limpiar las casas,ropas, y muebles sospechosos”. En esta obra, el autor, profundiza mucho en la doc-trina del contagionismo:

Contagiosas se dicen aquellas enfermedades, que contienen un vicio extraordinario,capaz de comunicarse a otros, y causar en ellos la misma especie del mal. Este vicio seengendra en un cuerpo enfermo, y de él sale unas veces sensiblemente entre algúnhumor, como la linfa salival en la hydrophobia, y la genital en el mal venéreo: otrasveces sale insensiblemente en forma de vapor; como en la peste, viruelas, sarampión,y disentería; y haciendo transito a otro cuerpo, constituye lo que se llama contagio…

Francisco GIL. Cirujano del Real Monasterio de San Lorenzo y su sitio e individuo dela Real Academia de Madrid, en el año de 1784 escribe la Disertación Físico-Médicaen la cual se prescribe un método seguro de preservar a los Pueblos de Viruelas hastalograr la completa extinción de ellas en todo el Reyno. En la que el autor proponedemostrar la poca seguridad que ofrecía la inoculación de las viruelas por lo que re-comienda el aislamiento de los enfermos de viruela que él mismo practicó en el Mo-nasterio del Escorial, relatando el éxito de tal proceder para controlar la enfermedad.Obra que sirve de sustento a Eugenio Espejo para la escritura de las Reflexiones en1785, a petición del Cabildo Quiteño.5

LAS EPIDEMIAS EN LA REAL AUDIENCIA DE QUITO

Son múltiples los vestigios arqueológicos de origen precolombino que confirman laexistencia, en objetos de cerámica, de múltiples enfermedades infecciosas en los abo-rígenes del actual Ecuador, dentro de ellas la presencia de las infecciones cutáneas,parasitarias y la tuberculosis.6

Casi un cuarto de siglo antes de su llegada a Quito, los españoles al mando de VascoNúñez de Balboa, se habían asentado en la costa del pacífico panameño. Por lo que sepresume que las epidemias se adelantaron a los conquistadores en la conquista delPerú, debido al importante comercio que existía entre los habitantes de Mesoaméricay el norte de la América Meridional. Miguel Cabello Balboa un cronista de la ordenagustina, alrededor de 1580 tuvo oportunidad de entrevistar a gente que en su juven-tud o niñez conocieron al emperador Huayna Cápac; él escribe en Quito:

Encontrándose satisfecho en la isla de Puná y habiendo participado de sus vicios y susatractivos, recibió malas noticias del Cusco, donde le avisaban que reinaba una peste

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5 Gil Francisco. Disertación Físico Médica en la cual se prescribe un método para preservar a los pueblos de las viruelas.Madrid. Imprenta de Joachim Ibarra. 1784.

6 Hermida Bustos Enrique. Paleopatología Infecciosa. Temas de Paleopatología Ecuatoriana. Academia Nacional de Historia.2013: pag 91-94.

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general y cruel, de que habían muerto Auqui-Topa-Inga, su hermano, y Apoc Iliaquitasu tío, a los cuales había dejado como gobernantes, al partir, Mama Toca, su hermana,y otros principales señores de su familia habían muerto de la misma manera...7

Todas estas aseveraciones previas a la llegada de los conquistadores al Reino de Quito,nos hacen ver que las epidemias devastaron a la población existente. Esto sirvió paraque los conquistadores llegaran al extremo de argumentar que la Divina Gracia en-viaba esta dolorosa enfermedad como castigo a la infidelidad de los nativos, como lohacen parecer las imágenes de Felipe Guamán Poma de Ayala.8

Pocas autoridades de la colonia se encargaron de prestar ayuda a los nativos ante losazotes de estas epidemias, fue el Séptimo Virrey del Perú don Fernando Torres y Por-tugal, Conde Villar-don-Pardo quien demostró preocuparse por la salud de sus vasa-llos como nos describe en la carta enviada al rey Felipe II:

Señor: Escrito tengo a Vuestra Majestad la enfermedad que comenzó a tocar en la pro-vincia de Quito de viruelas y sarampión de que comenzaba a morir alguna gente yparticularmente iba haciendo daño en los naturales y que avisaría de lo que adelantesucediere y habiendo esta pestilencia, que así le llaman, por haber destruido y muertomucha suma de indios que es la gente a quien el rigor de ella se endereza más, en par-ticular ha venido cundiendo por diversas partes encaminándose a estas provincias yen la cuenca de Loja y Paita se fue acrecentando su furia y ha llegado, con mucha más,hasta la ciudad de Trujillo… Nuestro Señor guarde a Vuestra Majestad, en Lima 19 deabril 1589

Epidemia ésta, que se inició en un brote desde Cartagena de Indias en 1580 y queazoló a los Virreinatos de Nueva Granada y del Perú.9

En el año de 1589, al poco tiempo de instalarse oficialmente los jesuitas en la Audien-cia, ésta fue asolada por una epidemia de viruelas que afectó a toda la región, con unamortalidad del 37,5 % en la Real Audiencia de Quito.10 De ella tenemos una fantásticadescripción clínica por una carta de la Orden de los Jesuitas:

Dice el relator que en los contagiados se presentaban pústulas purulentas y abscesosardientes que producían un color cárdeno en todo el cuerpo, como cuando lo ataca laalta fiebre de la erisipela gangrenosa. Las úlceras se cubrían de una costra dura yprominente. Les faltaba el aliento, y apenas se escuchaba su voz anhelante y quejum-brosa, que provenía de fauces resecas incapaces de ingerir alimento sólido; aun los lí-

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7 Nuñez Freile B. Núñez Cifuentes I. “La expedición de los niños héroes: 16 de julio de 1805, bicentenario de la llegada de lavacuna de la viruela a la Real Audiencia de Quito”. Revista Cambios. IESS. HCAM. 2005. Vol IV: No7: pag 15 - 24.

8 Guamán Poma Felipe. Nueva crónica y buen gobierno. Descarga de Internet http://www.kb.dk/elib/mss/poma/index-en.htm.

9 García Cáceres. U. La implantación de la viruela en los andes. La historia del holocausto. Rev Peru Med Exp Salud Publica2003; 20 (1):41-50.

10 Núñez Freile B., Núñez I. La expedición de los niños héroes. 16 de julio de 1805 llegada de la vacuna de la viruela a la RealAudiencia de Quito. Revista Cambios. HCAM. Quito. 2005; 4(7): 15-24.

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quidos eran suministrados trabajosamente por medio de canutillos. Los mataba a unosla asfixia; otros perdían uno y aun ambos ojos. Los dolientes despedían un hedor in-tolerable - no pequeño tormento para los sacerdotes que los confesaban. La angustiallevaba a los pacientes a dilacerarse los rostros, las manos, el cuerpo entero, que erauna llaga viva, hasta convertirse en espectros inhumanos, que sin embargo aún podíanhablar. El que advertía en si los primeros síntomas del contagio suspiraba por unamuerte rápida; porque la convalecencia era inalcanzable. Acudían los jesuitas del co-legio tarde y mañana a prestar la ayuda que podían a los apestados; acudían otrostambién por caridad o por obligación, todos conscientes de que se exponían a ser arre-batados por el torbellino mortífero. No había más remedio que sepultar cuanto antesa los que fallecían, sin lugar a duelos ni ritos fúnebres, porque el socorro de los enfer-mos reclamaba todo el tiempo y todas las fuerzas.11

Luego de la conquista, la viruela se convierte en una endemia más de las enfermedadestransmisibles que asolaron a los territorios del antiguo Reino de Quito, y la mortalidadgenerada por las epidemias de viruela era muy alta. La epidemia del año 1589 provocóuna mortalidad del 37,5% en la Real Audiencia; en la ocurrida en 1645 murieron11.000 personas; en la de 1759 otras 10.000; en la de 1764 falleció un hermano de Eu-genio Espejo y en la de 1785 de 25.000 a 30.000 habitantes de Quito. La mortalidaden la población indígena era mayor que en la española, por la falta de inmunidad deaquellos: en la primera epidemia de 1660 en el Oriente, escribe Juan de Velasco, mu-rieron 44.000 nativos de los 100.000 que habitaban esas tierras, en tanto que losmuertos fueron de 66.000 nativos en la epidemia de 1680. Botero Benes en 1603, ensus Relaciones Universales, dijo:

Luego al año siguiente (de un terremoto, en Quito) tras estos males sobrevino el con-tagio de las viruelas que hizo espantosa carnicería en niños, y mancebos de edad hastade treinta años, porque a los mayores los tocó en muy pocos: murieron más mujeresque hombres, y fue cosa maravillosa, que no tocó esta enfermedad a ninguno de losque eran nacidos en España.

En resumen, desde 1533 hasta 1802, se produjeron 26 brotes epidémicos de Viruelaen la Real Audiencia de Quito con una mortalidad inconmensurable, que provocabancada vez un descenso abrupto de la población existente.12-13

En la región centro norte de la sierra del actual Ecuador se describen 18 brotes epidé-micos en el siglo XVII y 16 brotes en el siglo XVIII, predominantemente de viruelas,sarampión, catarros (influenza), tabardillo, mal de pujos, etc.14 Estos brotes epidémi-cos tuvieron un gran impacto negativo en la población de la Audiencia, razón por lacual disminuyeron notablemente los contribuyentes de impuestos, así como los tra-

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11 Annuae Litterae S. 1. anni 1589, MP. IV, doc. 140.12 Samaniego Juan. Cronología Médica Ecuatoriana. Edit. Casa de la Cultura Ecuatoriana. Quito.(Ecuador). 1957.13 Landívar M. La Mortalidad en Cuenca de 1679-1785. Epidemias y Rogativas. En Archivos de la Historia de la Medicina.

Cuenca. (Ecuador) 1984: 46-75.14 Austin Alchon S. Enfermedad y estancamiento demográfico en el siglo XVIII. Sociedad Indígena y enfermedad en el

Ecuador Colonial. Ed. Abya Yala. Quito; 6: 159-196.

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bajadores en las mitas, obrajes, corregimientos y haciendas.15 Estos serios problemasde salud de la comunidad no pudieron ser ajenos a las autoridades de la ciudad, yaque la sociedad exigía soluciones a los mismos, como en el caso de la epidemia de 1746en la que el Cabildo quiteño solicitó el 8 de octubre del mismo año a los médicos de laciudad realicen autopsias a los fallecidos para establecer las causas de su muerte.16

El padre Juan de Velasco, describe las calamidades de la epidemia de 1759 a la que sellamó “Peste del Japón” y que clínicamente coincide con una pandemia de influenza:

La tercera epidemia encendida en la ciudad y sus provincias comarcanas, fue en elaño de 1759. Participé yo de este cáliz, y me vi en peligro de apurar hasta lo último desus heces. Se reducía a una repentina violenta fiebre, con mucho dolor de cabeza, aque se seguía la palidez de muerto y la suma flojedad de los nervios todos. Apenas secomputaba una de cada mil personas que se librase de ella, mas con la felicidad deque fuesen pocos respectivamente los muertos, porque se descubrieron algunos reme-dios eficaces, especialmente el de la nieve. Con ellos se libertaron casi todos los espa-ñoles que pudieron ser socorridos; mas no así los indianos en quienes se cebó conmayor fuerza. De ellos murieron hasta 10.000 en la ciudad, y de ellos quedaron casiasolados los pueblos de la comarca, porque cayendo en un tiempo todas las personasde una casa, no podían ayudarse unas a otras, y morían no tanto por la fuerza del ac-cidente, cuanto por la falta de asistencia.17

LA UNIvERSIDAD DE SAN GREGORIO MAGNO

El Claustro del Pensamiento Infectológico Quiteño

En el año de 1622 mediante Cédula Real de Felipe IV y Bula del Papa Gregorio XV secrea la Universidad de San Gregorio Magno de los jesuitas de Quito, permitiéndoleotorgar grados académicos de licenciados en Derecho Canónigo y doctorados en Teo -logía y Filosofía pero nunca en Medicina. En el año de 1630, al poco tiempo de fundadala Universidad, el Obispo Fray Diego de Oviedo decía de ella:

En esta Provincia ha habido Universidad y Estudios Generales de la Compañía deJesús, con sujetos muy eminentes que han regentado sus cátedras. Hay muchos inge-nios hábiles. Y los profesores y maestros que tiene en ella la Compañía, lo son tanto,que podrían ser catedráticos en Alcalá.18

Durante la existencia de la Universidad hubo 87 promociones de graduados y tan soloen el período de 1622 a 1650 se graduaron 160 maestros y 120 doctores. No se debe

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15 Rodas G. Grandes Enfermedades que asolaron a Quito y Guayaquil durante el siglo XVIII y el rol de la Iglesia frente a esteproblema. Informe de Investigación. Quito. 2002. Internet:http://www.uasb.edu.ec/UserFiles/File/grandes enfermedadesgerman rodas.pdf. Acceso: 1 de mayo 2010.

16 Paredes V. De los Bethlemitas a Espejo (1706-1795). En: Historia de la Medicina en el Ecuador. CCE. 1963: 410-429.17 De Velasco J. Cronología de algunos sucesos notables relativos a la ciudad de Quito. En Historia del Reino de Quito: 328.18 Vacas Galindo E. OP. Carta del Obispo Solís al Rey Felipe. Archivo del Convento de Santo Domingo. Quito. 1630. Sección

Eclesiástica. T. III.

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olvidar que, antes de la llegada de la imprenta, en la gregoriana como parte de su pro-ducción teológica, literaria, lingüística y científica se habían escrito 408 manuscritos(172 de autor anónimo, 50 de autores extranjeros y 21 de autores ecuatorianos), delos cuales: uno perteneciente al sacerdote Magnin, tres a Juan Bautista Aguirre y juntoal impreso de Linati en la imprenta de la Universidad conforman el fundamento delpensamiento microbiano de los jesuitas quiteños.19

Poseían una biblioteca monumental de más de 16.000 volúmenes, y que según el P.Jouanen, en el inventario de la biblioteca, al momento de la expulsión en el año de1767, se hallaron 13.472 volúmenes en el Colegio Máximo y 2.718 volúmenes en el Se-minario de San Luis, por lo que a esta biblioteca se la consideraba la más grande deSudamérica.20-21. Desde el siglo XVI los jesuitas habían profundizado su interés por laliteratura médica a tal punto que tenían un fondo bibliográfico médico al mismo nivelde la producción científico-médica europea.

Los sacerdotes, profesores, médicos y botánicos de la Universidad Gregoriana debie-ron, dentro del claustro universitario, analizar la problemática de las epidemias, paraque, a mediados del siglo XVIII y en concordancia con el desarrollo científico de Eu-ropa, establecieran los primeros fundamentos científicos de la doctrina microbiana:el origen, transmisión y tratamiento de las enfermedades infecciosas.22

LAS FARMACIAS DE LOS JESUITAS Y EL EJERCICIO DE LA MEDICINA CURATIvA

Cabe recordar que en el campo de la farmacopea y la botánica en el año de 1636 seprodujo uno de los más grandes descubrimientos de la medicina, ya que en el pueblode Malacatos el jesuita Juan López recibió el secreto de la utilidad del árbol de la Quinade parte del médico aborigen Pedro de Leiva, para luego envíar la planta milagrosa alvirrey de Lima para curar las fiebres palúdicas de su esposa, la Condesa de ChinchónDoña Francisca Henríquez de Ribera. Las farmacias de los jesuitas cooperaban entreellas y formaban una red farmacéutica por todo el mundo en especial en la región an-dina, a través de la farmacia del Colegio Romano a donde llegaba la corteza de la quinasuministrada predominantemente desde Lima y Loja, ya que los jesuitas controlarony monopolizaron durante la colonia la mayor parte del comercio de la quina desdeAmérica a Europa.23

A pesar de que la Universidad de San Gregorio Magno no podía otorgar títulos en Me-

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19 Romero O. SJ. Los Jesuitas en el Reino de Quito. Aspectos de la colonia y la república. En Cinco siglos de Historia. Cen-tenaria del Colegio San Gabriel (1863-1962). La Prensa Católica. Quito: 97-135.

20 Jouanen J. Historia de la Compañía de Jesus en la antigua provincia de Quito. Quito. Vol 1 (1570-1774): 60-61.21 Fierro-Renoy J. Las Bibliotecas de la Compañía de Jesús en la Real Audiencia de Quito. En Eugenio Espejo: Su época y

su pensamiento. Ed. P. Naranjo & R. Fierro. C.E.N. UASB. Quito. 2008: 303-322.22 Paladines C. La crítica al sistema de salud. Fase de confrontación y lucha. El pensar crítico y renovador. En El Movimiento

Ilustrado y la Independencia de Quito. BBQ. Carlos Paladines. Quito. FONSAL. 2009. 51-57.23 Revelo J. Pedro Leiva y la Quina. El Cóndor, la Serpiente y el Colibrí, la OPS / OMS y la salud pública en el Ecuador del

siglo XX. R. Fierro, C. Hermida, E. Granda, H. Jarrín y R. López. Edit. Trazos. 2002: 40-42.

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dicina, la Orden Jesuitica no se hallaba excenta de actividades médico-curativas comolo demuestra el trabajo del P. Juan de Velasco S.J. quien aparte de sus escritos de Bo-tánica, tenía en Popayán la más rica colección de simples (hierbas) de la Audiencia.24

En Quito, la Compañía tenía una botica de uso para los miembros de la Orden y de lacomunidad quiteña desde 1684. Allí se almacenaban los simples, con los cuales se fa-bricaban “Las recetas” que se dispensaban en las boticas de los sacerdotes jesuitas.Estas recetas estaban compuestas por una serie de hierbas medicinales, como la quina,producto del acervo terapéutico de los naturales de la Audiencia. El P. Oswaldo Ro-mero afirma conocer una receta publicada en la imprenta de Quito “para alivio de lospobres, como dice una de ellas, y poderoso remedio de los necesitados, que sin con-sulta ni intervención de médicos, pueden por si mismo seguramente curarse.” El ini-cio de la receta, que se presume era para el tratamiento de la malaria, dice: “RecetaFácil, y sumamente eficaz, comprobada con la experiencia, para curar con aciertoy prontitud todo género de fríos o sean los que llamamos cuartana, o los que decimosterciana simple o dobles, de cualquier causa”.25

Hay que anotar que a mediados del siglo XVIII dentro de los integrantes de la Ordende los Jesuitas se hallaban sacerdotes que tenían la titulación de médicos o botánicosde reconocido prestigio, como los padres de origen alemán: Ignaz Lyro de Oppeln(médico) y Andreas Lechner de Munich (boticario) quienes, por su prestigio, exami-naron oficialmente en el año de 1763 al único boticario de la ciudad:26

El Padre Cicala describe a la Botica de los jesuitas quiteños de la siguiente manera:

[...] el otro corredor [...] está ocupado todo él por la botica que llena cuatro habitacio-nes muy amplias. En la primera hay la droguería, muy bonita y grande con balanci-tas, vasitos y otros instrumentos necesarios, todos ellos de plata; en la segunda haymorteros de toda medida, de bronce y de mármol o alabastro blanco, calderos de cobrerojo y amarillo, alambiques y retortas, braceros, hornillos, etc. En la tercera y cuartahabitaciones hay estantes llenos de cajitas muy finas, cajones y cajas grandes, llenasde hierbas medicinales y otras cosas relacionadas con medicamentos. Verdaderamentees una botica bella, vistosa y bien provista de toda clase de medicinas, de la que sesirve casi a toda la ciudad27

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24 De Velasco J. Cronología de algunos sucesos notables relativos a la ciudad de Quito. En Historia del Reino de Quito:322-330.

25 Romero O. SJ. Los Jesuitas en el Reino de Quito. Aspectos de la colonia y la república. En Cinco siglos de Historia. Cen-tenaria del Colegio San Gabriel (1863-1962). La Prensa Católica. Quito: p 112.

26 Meier J. «Totus mundus nostra fit habitatio» Jesuitas del territorio de lengua alemana en la América portuguesa y espa-ñola. http://www.bn.gov.ar/ descargas/pnbc/ estudios/ pnbc_estudio8_jesuitasalemanes. pdf. Acceso 18 abril 2010.

27 Cicala M. Descripción histórico topográfica de la Provincia de Quito de la Compañía de Jesús. Biblioteca Aurelio EspinozaPólit. Quito. 1994; p. 182.

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EL PENSAMIENTO MICROBIOLÓGICO DE LA UNIvERSIDAD DE SAN GREGORIO: DE LA

GENERACIÓN ESPONTÁNEA A LA MICROBIOLOGÍA ExPERIMENTAL

En el entorno académico científico sin igual de la Universidad de San Gregorio Magno,en la ciudad de Quito, se da un proceso de renovación filosófica a modo de emancipa-ción del pensamiento escolástico, con la presencia de un proyecto renovador de losestudios de filosofía en el que se definen dos objetivos concretos: el del camino haciala filosofía moderna y el trajinar hacia la ciencia experimental.28 Y es allí cuando surgela presencia de tres sacerdotes, profesores y estudiantes de la universidad, que orien-tan parte de su conocimiento, análisis filosófico y actividad experimental hacia aspec-tos biológicos en relación al origen y transmisión de las enfermedades infecciosas. Enuna época de tal dominio religioso, en la que se llegaba al extremo de pretender solu-cionar los brotes de epidemias emitiendo rogativas y procesiones a los santos y vírge-nes de las órdenes religiosas de la ciudad, a los cuales el cabildo los elegía al azar ymediante sesión solemne, para que recorran la ciudad.29-30

Juan MAGNIN S.J. (1701-1753)

Sacerdote y misionero suizo nacido en Hauteville-Friburgo, miembro correspondientede la Academia de Ciencias de París, Catedrático de Filosofía y Derecho Canónico dela Universidad de San Gregorio Magno, llegó a Quito a la edad de 24 años. En 1736siendo profesor del Colegio de Panamá conoce a La Condamine, momento en el quenace su estrecha amistad con el sabio francés. Misionero en S. Fco. de Borja en el altoAmazonas entre 1739 y 1746. En este sitio, en el año de 1744 en la profundidad de laselva, Magnin escribe su obra trascendental en el pensamiento filosófico americano:“Millet en armonía con Descartes o Descartes Reformado” para luego, tres años des-pués, escribir una segunda edición cuyo propósito filosófico es responder a la refuta-ción de la hipótesis de Descartes que había publicado el P. Francisco Millet de Chales,S.J. Magnin desarrolla el contenido de la obra con la exposición de catorce proposi-ciones de Millet y sus respectivas respuestas en forma de tesis, en un diálogo críticoen el que el sacerdote suizo se confronta en contra de Millet y Descartes. Dentro delas 484 respuestas a las 14 proposiciones, a más de múltiples contenidos médicos enrelación a la anatomía, fisiología y óptica humanas, Magnin describe dentro de tresproposiciones (octava, décima y decimocuarta) cuatro respuestas relacionadas con lamicrobiología.31

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28 Paladines C. Los Primeros pasos de la modernidad en la Audiencia de Quito. Estudio introductorio. En: El MovimientoIlustrado y la Independencia de Quito. BBQ. Carlos Paladines. Quito. FONSAL. 2009. 23-44.

29 Vargas José María. Historia de la Iglesia en el Ecuador durante el Patronato Español. Quito.30 Keeding E. Medicina. Los Jesuitas. En Surge la Nación. La Ilustración en la Audiencia de Quito. Ekkehart Keeding. BCE.

Quito. 2005: 94-106. 31 Magnin J., S.J. Milliet en armonía con Descartes o Descartes reformado. Universidad de San Gregorio. (1747). Ed: FON-

SAL Quito. 2009. (CD-ROM).

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Proposición Octava: “La fluidez no consiste en el movimiento”.

24ta respuesta a ¿Qué es la diafanidad o transparencia? Magnin ya hace menciónde las herramientas ópticas como el microscopio para la observación de microbios ybacterias.

Cuánto los astrónomos por haber descubierto, gracias al telescopio, las manchas so-lares, los satélites de los planetas, la infinidad de estrellas de la vía láctea y mil detallesmás cuánto los físicos y los médicos y todos aquellos que por curiosidad utilizan el mi-croscopio, instrumento que hace descubrir tantos detalles sorprendentes e impercep-tibles a nuestra vista, por ejemplo en el vinagre, en la leche, en el agua contaminada,que vista a través de ese instrumento, es un hervidero de microbios y bacterias!32

Proposición Décima: “Se reafirma la liquidez de la materia”

19na respuesta a la Fermentación del mosto. Magnin al describir acerca del tamañode los elementos de la naturaleza llega a plantearse el tamaño de los microorganismosvistos al microscopio.

Un solo grano de sulfato de cobre es capaz de teñir con su color 9.216 gránulos deagua; de almizcle emite un fuerte olor durante muchos años; cuando el zorro trajinapor el vecino Pichincha, volcán muy alto y cubierto de nieve, se siente en Quito quetoda la ciudad queda llena de un típico mal olor; diez mil granos de semilla de la plantallamada lengua de ciervo apenas equivale a un grano de pimienta; aquella planta pro-duce un millón de saquitos de semilla y cada uno de éstos muy bien podría contenerotro millón de semillas; hay microbios visibles únicamente al microscopio que son 27millones de veces más pequeños que los pequeñísimos que se pueden distinguir a simplevista. Estos hechos y muchos otros parecen increíbles. Y sin embargo son todavía ele-mentos perceptibles; pues bien, los que suponemos que actúan en la corrosión de losmetales son todavía muchos más pequeños, como los ojos diminutos, los dientes, losespíritus animales de los microbios que, vistos al microscopio, resultan tan diminutosy los que no pueden verse ni siquiera a través del microscopio.33

26ta respuesta a ¿Cuál es la fuerza de la zarza y de la cascarilla o quina? Magninse adelanta en la farmacología médica al definir la eficacia de la quina y la zarza comoplantas con efecto antimicrobiano:

La virtud y eficacia de la cascarilla es mundialmente conocida para curar sobre todolas llamadas fiebres tercianas. ¿Cómo se explica el evidente poder que tienen estas sus-tancias? Nuevamente tenemos que recurrir a la teoría de las partículas: las de la zarzadeclaran la guerra por todo el cuerpo a los espíritus del octavo par de nervios y dellumbago y con reiterados impulsos van acosando a los corpúsculos venenosos, o seaa los microbios, en expresión de otros, y los revuelven y empujan en todas direccioneshasta echarlos afuera, efecto que el enfermo tiene que esperar con toda paciencia.34

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32 Ibíd., p. 154.33 Ibíd., p. 212.34 Ibíd., p. 217.

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Proposición Décimo Cuarta: “Se prueba la existencia de la materia ramosa”

5ta respuesta a “Se prueba la existencia de dicha materia aunque imperceptible yque se mueve de un polo al otro”. El sacerdote suizo afirma la presencia de la floramicrobiana oral, así como la etiología microbiana de la lepra y las enfermedades ve-néreas.

Y cuántas otras cosas no descubrimos en los insectos con el microscopio. Él nos permitepor ejemplo comprobar que algunas veces la suciedad de los dientes se debe a la acu-mulación de innumerables microbios; más aún, es probable que muchas enfermedadesdel cuerpo humano, sobre todo la lepra y las infecciones venéreas no sean sino acu-mulación de microbios. Tendríamos que negar de plano la existencia de todo esto sinos empeñáramos en querer mirarlo a simple vista.”35

La obra de Magnin tiene una triple trascendencia: primero, estructura un cambio deconcepción filosófica hacia la ciencia moderna sustentándose en la filososfía carte-siana; segundo, valora la naturaleza local de la Audiencia, para argumentar su discu-sión filosófica; y por último, construye los cimientos de la doctrina microbiológica dela Gregoriana, en el uso del microscopio, la etiología microbiana de las infecciones ve-néreas y la lepra, hasta el uso de la flora autóctona como la quina en el tratamiento delas enfermedades febriles.

José María LINATI S.J. (1735- ?)

Sacerdote italiano nacido en Busento, siendo discípulo del P. Juan Bautista Aguirreen la Universidad de San Gregorio, escribe en el año de 1759, cuarenta y seis tesissobre medicina y óptica, las que son publicadas como parte del primer libro impresoen Quito. En una de ellas aborda la generación espontánea de la vida.

Física Particular. Parte Segunda

Tesis xxI. En la que se habla de las relaciones entre el cuerpo y el alma, Linati niegala generación espontánea de plantas, animales e insectos:

… La forma viviente de las plantas no es el resultado de una generación casual o for-tuita, o como se dice, espontánea; por el contrario, todas las plantas, de cualquier claseque sean, nacen de una semilla o de una panspermia, llamémosla así en sentido lato.Las formas vivientes de los animales, incluso aquellos que se llaman insectos o zoófitos,no se generan o nacen de la putrefacción, sino de óculos o de semen por verdadera ge-neración. Los óvulos todavía no putrefactos y las semillas incorruptas tienen verda-dera forma sustancial viviente de animal o de planta36

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35 Ibíd., p. 333.36 Linati J.M., S.J. Tesis de Filosofía. Lógica Mayor y Lógica Menor. Física Particular. (1759). En Pensamiento Ilustrado

Ecuatoriano. Ed. Carlos Paladines. Corporación Editora Nacional. BCE. Quito. 1981: 133-134.

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El discípulo de Aguirre publica, en concordancia con la doctrina de su maestro, unode los fundamentos doctrinarios de las ciencias biológicas, el que abre el camino de lateoría etiológica de las epidemias en oposición a la doctrina escolástica de la genera-ción espontánea.

Juan Bautista AGUIRRE S.J. (1725- 1786)

Hijo de padres guayaquileños, nació en una casa de hacienda de la región de Daule(Guayas-Ecuador). Estudió en el Colegio de San Luis de los Jesuitas de Quito y luegoingresó al noviciado a los 15 años. Fue sacerdote, poeta, filósofo y científico, profesorde Filosofía y Teología Moral de la Gregoriana desde 1756 a 1759.37

De sus múltiples cursos se ha traducido del latín el manuscrito Tratado de Física, elque consta de cuatro libros, en los que a partir de siete disputas se establecen 43 cues-tionamientos y para los que, a través de artículos, se dan múltiples respuestas a losmismos en forma de aserciones y objeciones.38

Preámbulo

Desde el inicio de su Tratado de Física y de manera poética, Aguirre en el preámbulo,nos adentra en su enciclopedia de conocimiento, la que nos alerta de la dulzura y lasmaravillas de las investigaciones biológicas a venir:

Vencidas las asperezas de la Lógica….hemos llegado por fin, con la ayuda de Dios alos amenísimos campos de la Física y Ciencias Naturales: aquí no brotan cardos, noamagan espinas, no nacen abrojos, antes una lúcida mies, engalanada de flores, abun-dante en frutos y llena de innumerables maravillas, se ofrece ahora a nuestras miradasy se abre a nuestras investigaciones39

El contenido microbiológico del Tratado de Física se resume al libro Primero que tratade contenidos acerca de la naturaleza: sus principios, la materia, su esencia, propie-dades, de la forma, la unión y del compuesto sustancial.

Libro Primero de la Física: De los principios intrínsecos del ente natural

Disputa II. De la materia, de su esencia y propiedades

Cuestión I. ¿Qué es la materia y qué es el sujeto físico? De la pequeñez y divisibilidadde la materia:

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37 Pérez Pimentel. R. Juan Bautista Aguirre . Diccionario Biográfico del Ecuador. Internet: http://www.diccionariobiografi-coecuador.com/biografia.htm Acceso: 1 mayo 2010.

38 Aguirre J. B. Física. Universidad San Gregorio (1757). Ed Julio Terán Dutari. Universidad Católica. BCE. 1982.39 Aguirre J. B. Preámbulo. Física. Universidad San Gregorio (1757). Ed Julio Terán Dutari. Universidad Católica. BCE.

1982:144-154.

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Cuando experimento. Yo mismo he observado muchas veces en el mejor microscopioconstruido recientemente por Juan Cuff que en una partícula de piel humana tan pe-queña que apenas era igual a un grano de arena, hay tres mil y más poros u orificios40

Bajo esta afirmación se demuestra contundentemente que Aguirre era un científicoexperimentalista, quien tenía en la Universidad Gregoriana uno de los mejores mi-croscopios construidos en Inglaterra a mediados del siglo XVIII. Instrumento que es-tuvo, como es de esperarse, al alcance de profesores y estudiantes de la Universidad,quienes ya estuvieron inmersos en el campo de la observación microscópica dandoorigen al desarrollo de la microbiología experimental del actual Ecuador.

Disputa III. De la forma sustancial41

Cuestión II. Si la forma sustancial de las plantas y de los insectos dimana de la putre-facción.

Primera Aserción. Afirmo primeramente: las formas de los animales o los mismosanimales, aun aquellos que se llaman insectos, no son engendrados por la podredum-bre sino que provienen de huevos o gérmenes42

Segunda Aserción. Afirmo en segundo lugar: la forma viva de las plantas no es en-gendrada al acaso, o, como dicen espontáneamente, sino que más bien todas las plan-tas, sean cuales fueren, nacen de la panspermia, esto es semen universal, entendidolatamente o de semilla43

Tercera Aserción. Afirmo en tercer lugar: los huevos no putrefactos y las semillas enbuen estado tienen verdadera forma sustancial y viviente de animal y de planta44

Al pie de estas tres aserciones no cabe duda en afirmar, que el científico Aguirre de-rrumba uno de los puntales del escolasticismo de la época, la teoría de la generaciónespontánea, para de esta manera poder construir una doctrina científica acerca delorigen y la transmisión de las epidemias.

Disputa III. De la forma sustancial

En este espacio se inician los argumentos que dan sustento a la doctrina microbianadel P. Aguirre.

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40 Aguirre J. B. . De la pequeñez y divisibilidad de la materia. Disputa II. Física. Universidad San Gregorio (1757). Ed JulioTerán Dutari. Universidad Católica. BCE. 1982: 69-74.

41 Aguirre J. B. Disputa III, De la forma Sustancial. Física. Universidad San Gregorio (1757). Ed Julio Terán Dutari. Univer-sidad Católica. BCE. 1982: 127-196.

42 Aguirre J. B. Primera Aserción. Cuestión II. Si la forma sustancial de las plantas y de los insectos dimana de la putrefacción.Disputa III. Física. Universidad San Gregorio (1757). Ed Julio Terán Dutari. Universidad Católica. BCE. 1982: 144.

43 Ibídem., Segunda Aserción. p. 148-150.44 Ibídem., Tercera Aserción. p. 150-151.

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Cuestión II. Si la forma sustancial de las plantas y de los insectos dimana de la putre-facción.45

Artículo I. Se cierra el paso a las objeciones:

Aguirre afirma, desde el inicio, que el aire y el agua transportan los microorganismos,los cuales ingresan al cuerpo humano por los alimentos y la respiración:

Segunda anotación. Estos óvulos tan diminutos suben con toda facilidad en los va-pores o son arrastrados por el aire, el agua y elementos similares y esparcidos portodas partes. Por eso si pudo decir el poeta: Todo lo llena Júpiter, podemos decirnosotros. Todo está lleno de óvulos. Por eso los hombres y demás animales absorbencontinuamente dichos óvulos o semillas ya sea con la respiración, ya en los alimentoso la bebida, etc.46

El sacerdote Aguirre describe el ínfimo tamaño de los microorganismos que se hallanen los alimentos, agua y hasta en la !sangre! a los cuales se los mira con el microscopio.Se sustenta en el conocimiento de Leeuwenhoek, al que erradamente lo mencionacomo “Leuvoiseck”:

“Tercera anotación. De óvulos pequeñísimos de insectos muy diminutos nacen gusa-nos en número casi infinito. De ahí que, con ayuda del microscopio, se descubren in-numerables gérmenes de tamaño increíblemente pequeño, en el aire, el agua, el aceite,la sangre, la leche, etc. El ingeniosísimo Leuvoiseck atestigua haber visto en una gotade agua de lluvia gérmenes tan diminutos, que 90.000 de ellos no igualarían el tamañode un grano de arena. Pueden revisarse otros experimentos del mismo autor, que yamencionamos al tratar de la divisibilidad de la materia.47

Se insiste, sustentado en otros investigadores jesuitas así como en Lalezieu sobre lapequeñez de los microorganismos a la mirada del microscopio:

El P. Casati asegura haber visto gérmenes parecidos en una migaja de queso putre-facto. Aquí vienen muy a propósito también aquellos gérmenes de que habla el P. deLanis y de los que hicimos mención en el mismo lugar. Lo mismo confirma el SeñorLalezieu en la Historia de la Academia de París, al afirmar que en su microscopio des-cubrió en las gotas de algunos líquidos, animales tan pequeños que veintisiete millonesde ellos apenas igualarías el tamaño de un grano de arena.48

Es ahora cuando podemos ver la trascendencia de Aguirre al describir los microorga-

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45 Aguirre J. B. Artículo I. Se cierra el paso a las objeciones. Cuestión II. Si la forma sustancial de las plantas y de los insectosdimana de la putrefacción. Disputa III. Física. Universidad San Gregorio (1757). Ed Julio Terán Dutari. Universidad Ca-tólica. BCE. 1982: pp. 151-154.

46 Ibídem, Segunda Anotación. p.152.47 Ibídem, Tercera Anotación. p.152-153.48 Ibídem, p. 153.

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nismos en la sangre, hasta el punto de afirmar sobre el pronóstico mortal de su pre-sencia en los humanos:

Estos gérmenes, según el testimonio del P. de Lanis se encuentran también en la sangrehumana en aquellos que tienen fiebre, con esta notable circunstancia, que si en el mi-croscopio los gérmenes demuestran tener ojos negruzcos, el hombre morirá con todacerteza.49

Y aquí, sustentado en Athanasius Kircher, la culminación de la doctrina de la trans-misión por aire de los microorganismos causantes de las epidemias que asolaban alos pueblos de la Real Audiencia de Quito:

Fuera de esto el P. Kircher y otros juzgan que la única causa de las pestes son los gér-menes malignos que pululan en el aire en cantidades increíbles y que, a una con el aire,absorben los hombres.50

Por último, podemos ver como el P. Juan Bautista Aguirre finaliza su doctrina micro-biológica invitando a sus lectores a experimentar con el microscopio:

… Y a mi me sucedió lo mismo con una semilla de cidra: si no me equivoco vi una ymuchas veces todo el árbol; y cualquiera de vosotros lo verá también siempre que lodesee.51

El conocimiento científico del P. Aguirre se enrumba al futuro de las ciencias de laépoca, ya que supera al de las ciencias de España donde se desconocía por completosobre el origen de las enfermedades infecciosas, por lo que la doctrina científica delsacerdote guayaquileño no solo se halla al mismo nivel del resto europeo, sino que selo adelanta, a pesar de que la Audiencia de Quito es un provincia lejana del Reino Es-pañol en América.52-53

Ya que en Viena, recién en el año de 1762, cinco años después del curso de Aguirre enQuito, el médico esloveno Marco Antonio Von Plenciz publica el libro “Opera medico-physica” donde afirma que las enfermedades infecciosas son causadas por microor-ganismos vivientes “animalcula minima” o “animalcula insensibilia” y que hay mi-croorganismos particulares para cada enfermedad. En ese momento se da inicio enEuropa a la teoría microbiana de las enfermedades infecciosas; pensamiento científicoque culmina a mediados del siglo XIX con Louis Pasteur, quien construye la doctrinacientífico experimental acerca de la etiología microbiana, la negación de la generación

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49 Ibídem, p. 153.50 Ibídem, p. 153.51 Ibídem, p. 154.52 Villalba J., S.J. Los Gérmenes Microscópicos causan las enfermedades. El Cuarto Centenario de la llegada de La Compañía

de Jesús al Ecuador. Los Jesuitas en el Ecuador. CNPCC. CCE. 1987: pp. 132-133.53 Peña L. Cosmología aristotélica y ciencia moderna: consideraciones sobre un texto escolástico del siglo XVIII. La Ciudad

de Dios. CC/1; 1987: pp. 21-35.

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espontánea, la transmisión de las enfermedades infecciosas y el inicio de la microbio-logía moderna. Para finalizar, el historiador guayaquileño Pérez Pimentel afirma desu coterráneo : “… fue Aguirre quien más cosas nuevas divulgó en la Audiencia y quesus cursos eran verdaderas enciclopedias abiertas a los alumnos, desde lo funda-mental de su postura católica tratando de dar razón del mundo de la naturaleza,donde el hombre se ha encontrado finalmente a si mismo.”54

Todo este proceso de desarrollo de conocimiento científico universitario se detuvo demanera súbita en el año de 1767, en el cual se expulsa a todos los jesuitas de los domi-nios españoles quedando abandonada la Universidad de San Gregorio Magno y la RealAudiencia de Quito ausente de aquel espíritu científico innovador que desde hace uncuarto de siglo había generado el Fuego Sagrado del conocimiento de la Misión Geo-désica Franco Española desde 1736 a 1743.

EUGENIO ESPEJO: EL AMANECER DE LA INFECTOLOGÍA AMERICANA

Eugenio Francisco Xavier de Santacruz y Espejo nace en Quito en el año de 1747 y ala edad de 12 años cursó sus estudios de Maestro en Artes en el Colegio de San Luisdesde 1759 a 1762 bajo la tutela del P. Juan de Hospital S.J. en el curso subsecuenteal del P. Juan Bautista Aguirre. Por obvias razones heredó del sacerdote guayaquileñola oportunidad de vivir la ciencia experimentalista que había en el Colegio de San Luisy la Universidad de San Gregorio, en donde existía un microscopio de Kuff. De lamisma manera, se alimentó de los principios científicos de la ciencia moderna, ya quefue su compañero, Emmanuel Ibarra bajo la presidencia del P. Hospital quien solem-nemente, y por vez primera en la América Española, prefiriera la Teoría Copernicanade los sistemas del mundo sobre la Teoría Ptolemaica, el 14 de Diciembre de 1761 .Con este bagaje de fundamentos científicos, Espejo estudia Medicina en la Universi-dad de Santo Tomás de los Padres Dominicanos en donde se gradúa de Médico en1767, el mismo año de la expulsión de sus maestros, los jesuitas.55

En el año de 1785, en el que hubo una importante epidemia de viruelas en la Audienciade Quito que provocó de 5 a 8 mil muertes, llegaron a esta ciudad algunos ejemplaresde La Disertación Físico Médica en la cual se prescribe un método seguro para pre-servar a los pueblos de viruelas hasta lograr la completa extinción de ellas en todosu reino, cuyo autor es el Dr Francisco Gil, Médico de Cámara y que luego de su pu-blicación en 1784, fue recomendado por el Rey para que se distribuyera en su reinadoy se pueda de esta manera educar a los médicos acerca del mecanismo de control delas viruelas.56

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54 Pérez Pimentel. R. Juan Bautista Aguirre . Op. cit. Internet: http://www.diccionariobiograficoecuador.com/biografia.htmAcceso: 1 mayo 2010.

55 Abellan i Manonellas Joan, Núñez-Freile Byron. JUAN DE HOSPITAL S.J. El inicio de la ciencia moderna en la Real Au-diencia de Quito 14 de diciembre de 1761. Spondylus. Revista Cultural. Portoviejo. Nº 30: p. 17-37.

56 Gil Francisco. Disertación Físico Médica en la cual se prescribe un método para preservar a los pueblos de las viruelas.Madrid. Imprenta de Joachim Ibarra. 1784.

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Aprovechando estas circunstancias el Cabildo de la Ciudad de Quito solicita al Dr. Es-pejo realice un comentario a las recomendaciones médicas propuestas por el Dr. Fran-cisco Gil. Por lo que al poco tiempo Espejo entrega su manuscrito, el 11 de noviembrede 1788, al que lo titula: Reflexiones sobre la virtud, importancia y convenienciasque propone, don Francisco Gil, cirujano del real monasterio de san Lorenzo y susitio, e individuo de la real academia médica de Madrid, en su disertación físico-mé-dica, acerca de un método seguro para preservar a los pueblos de las viruelas.

Espejo construye su obra médica como una respuesta científica a las propuestas de con-tención de las epidemias de viruela con un método de aislamiento propuesto por Fran-cisco Gil. Considerando que el aislamiento de los enfermos virolentos en una casa desalud localizada fuera de las ciudades se había probado como el mejor mecanismo decontrol de un brote epidémico de viruelas. Espejo, de esta manera, redacta un manus-crito con una profundidad científica única en su época. Es capaz de sustentarse en de-cenas de referencias bibliográficas que las describe minuciosamente como elementosde sustento para el análisis histórico de las enfermedades transmisibles y a la vez for-mula una doctrina de pensamiento científico que le permite superar la doctrina en bogade los humores y miasmas como justificativo de las enfermedades infecto-contagiosas,superando el concepto medieval de la doctrina del contagio por el aire, para afirmar quees la presencia de microorganismos la causa de las enfermedades transmisibles y que elaire es solo un vehículo de los mismos. Para el análisis de la Reflexiones se tomará laúltima edición de la Casa de la Cultura Ecuatoriana publicada en el año de 2009, y seanalizarán sus contenidos desde una visión biomédica de la Infectología moderna.57

Clínica Infectológica

Es muy evidente la descripción clínico-diferencial, que hace Espejo, entre dos patolo-gías infecciosas: la viruela y el sarampión.

En el sarampión son contingentes las perniciosas resultas: en las viruelas casi sonesencialmente necesarias. En el primer contagio es una la terminación febril; en el se-gundo son muchos los estados y graduaciones de su constitución morbosa. En aquel;después de la erupción regular, se sigue las más veces la seguridad. En éste, despuésdel primer paso que pareció feliz, viene, o una supuración funesta, o una maturacióngangrenosa, o una desecación imperfecta, desigual, maligna, o un retroceso instan-táneo de las materias hacia el centro, con muerte casi repentina de los virolentos; y,en fin, otros fatales consectarios anexos a la primera efervescencia, que se suscita den-tro de los líquidos de la máquina humana. Una corta detención de las postillas hacialos pulmones acarrea una pronta sofocación. Si la naturaleza es vigorosa para vol-verlas a la periferia, deja aún sus impresiones perjudiciales, enosis, aftas, tisis o fiebreshécticas de por vida. Pero sería cosa prolija hacer la enumeración exacta de todos losefectos crueles que lleva tras sí la epidemia de las viruelas.58

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57 Espejo Eugenio. Reflexiones acerca de un método para preservar a los pueblos de las viruelas. Editor Carlos Paladines.Obras Completas. Tomo V. CCE. 2009.

58 Ibíd., pp. 30–31.

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Transmisibilidad

En una época y en un entorno alejado del desarrollo científico como en Europa, Espejoplantea la teoría del contagio como preludio para la explicación microbiana de la causade las epidemias.

Síguense ahora los oficios del ciudadano como físico. Antes de todo es preciso que elpueblo esté bien persuadido por éste, que las viruelas son una epidemia pestilente. Estasugestión era ociosa en Europa en donde están persuadidas generalmente las gentes,que no se contraen, sino por contagio. Acá las nuestras parece que están en la persua-sión de que es un azote del cielo, que envía a la tierra Dios en el tiempo de su indigna-ción. Por lo mismo, haciéndose fatalistas en línea de un conocimiento físico, creen queno le pueden evitar por la fuga, y que es preciso contraerlo o padecerlo como la infec-ción del pecado original; impresión perniciosa, que las vuelve indóciles a tomar losmedios de preservarse propuestos en la Disertación. El autor del proyecto, para ha-cerlo indudablemente asequible, alega las autoridades de los más célebres autores mé-dicos, que han afirmado ser las viruelas contagiosas. Aun cuando no atendiésemossino al origen de éstas, y a su modo de propagarse en Europa, debíamos quedar en lainteligencia de que lo eran, y que es indispensable el contacto físico de la causa alcuerpo humano, para que en él se ponga en acción un fermento peculiar, homogéneoy correspondiente a la naturaleza del efluvio varioloso.59

Insiste en el análisis del aire como causal de las epidemias.

Si atendemos a lo que han atribuido de daño o de provecho al aire los médicos, puededecirse que, en solo este elemento y sus mutaciones se debe hacer consistir la causa delas enfermedades epidémicas. Y a la verdad, la atmósfera, que nos circunda, debe tenerun influjo muy poderoso sobre nuestros cuerpos para causarles sensibilísimas altera-ciones.60

Profundiza en la teoría de los humores y miasmas como causal de las enfermedadescontagiosas.

Ahora, pues, si a esta atmósfera se le une una porción de vapores podridos, será ine -vitable que contraiga una naturaleza maligna y contraria a la constitución de la san-gre: esto bastará para que se suscite una enfermedad epidémica, cuyos síntomascorrespondan a la calidad propia del veneno inspirado por los pulmones y derramadoen todas las entrañas. La generación de las enfermedades contagiosas pide principiospeculiares que las caractericen. De allí vienen las disenterías, las anginas, los cólicos,las perineumonías y las fiebres que rápidamente han acometido a la mayor parte deuna ciudad.61

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59 Ibíd., p. 44.60 Ibíd., p. 62.61 Ibíd., p. 63.

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Se plantea el análisis de las estructuras pestilenciales ( microbios) y su relación conlos tejidos.

¿Quién podrá comprender el misterio de que en semejantes ocasiones el aire venenosodirija a ciertas partes del cuerpo, y no a otras, sus tiros perjudiciales? Los filósofos seesfuerzan a atribuir este efecto a la diversa configuración de las moléculas pestilen-ciales y a la capacidad diversísima de los diámetros que constituyen la superficie delas fibras del cuerpo. Un glóbulo, pues, entrará bien por un poro orbicular; un cor-púsculo cuadrado, por un diámetro de la misma figura, etcétera.62

Y la capacidad de estos elementos causales de transmitirse a todos los humanos ge-nerando las epidemias.

Lo más que se puede inferir de aquí es que hay tósigos en la atmósfera adecuados alos individuos de cada especie racional o bruta, pero habrá estación en que el aire con-traiga una pestilencia que ataque simultáneamente a hombres y brutos, a vivientes einsensibles: entonces la epidemia será universal.63

Define el mecanismo de contagio a partir del aire a los respectivos tejidos, al resto depersonas y otros pueblos, pero también se adelanta a definir su causa: los microorga-nismos.

Su comunicación al aire, a la sangre, al sistema nervioso, a todas las partes sólidas,explican física y mecánicamente la que se da de un cuerpo a otro, y de un pueblo a otroen las viruelas: antes bien en esta opinión se concibe claramente, por qué al tiempo dela supuración, comunica el virolento su contagio más que en el del principio, erupcióny aumento. Porque entonces los insectos están ya en el ardor de su propagación, y enel de su mayor movimiento y capacidad para desprenderse y correr hasta la distanciaque les permite el determinado volumen de su cuerpecillo. Nada hay aquí de extrañoo extravagante, que choque ni a la razón ni a los sentidos.64

La Microbiología

En este segmento destroza la teoría de los humores y miasmas como causa de las en-fermedades transmisibles, para demostrar que el aire es un vehículo de la transmisióny que los microorganismos en conjunción transmiten la enfermedad infecciosa.

De esta manera, toda la masa del aire no es más que un vehículo apto para transmitir[hacia diversos puntos la heterogeneidad de que está recargado]en vago. Luego elaire mismo no es la causa inmediata de las enfermedades, [especialmente de las epi-démicas]; y esas partículas, que hacen el contagio, son otros tantos cuerpecillos dis-tintos del fluido elemental elástico, que llamamos aire. Luego es necesario [la

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62 Ibíd., p. 6363 Ibíd., p. 6564 Ibíd., p. 68

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conmistión de aquellos y de éste para que] resulten esos maravillosos fenómenos,que aparecen de cuando en cuando para el temor [terror] y ruina de los mortales.65

Espejo se pregunta acerca de la forma de los microorganismos que son transportadosen el aire.

Véase aquí cómo la infección que adquiere con las partículas extrañas que fluctúandentro del aire, causa todos los estragos que se advierten en todas las epidemias.¿Cómo hemos de saber qué figura tengan ellas o qué naturaleza?66

Para finalizar con una visión integradora, causal y dinámica de las patologías trans-misibles

Parece que por una coacción de esas que hace una cadena de conjeturas el entendi-miento, debemos atribuir a éstos la causa de la viruela, y que, si se ha de asignar al-guna, sea aquella que contente, cuando menos, a la curiosidad del espíritu, inquietosiempre por saber lo que no puede alcanzar.67

Y ahora aprestémonos a leer la portentosa afirmación sobre la causa microbiana delas enfermedades infecciosas. Desde el Quito centenario, en el centro del mundo, enel año de 1785. !Un siglo antes de Pasteur!

En la casi infinita variedad de esos atomillos vivientes, se tiene un admirable recursopara explicar la prodigiosa multitud de epidemias tan diferentes, y de síntomas tanvarios que se ofrecen a la observación.68

Mas nuestro científico no solo afirma la razón causal de las infecciones, penetra, juntoal microscopio, en la ciencia de los ecosistemas; en la relación de las bacterias con lanaturaleza, con los seres vivos, con el huésped humano, lo que hoy llamamos nuestraflora residente, microbiota o microbioma humano. A la vez afirma la especificidad quetienen los microorganismos con cada especie y hasta con cada órgano y tejido.

Cada cuerpo, de cualquier género que sea, tiene su peculiar especie de insectos que sele pegan y le son como naturales, con particularidad, el aire, el agua, la tierra, las flo-res, los frutos, los palos, los mármoles, los peces, las telas; en fin, el microscopio hadescubierto un nuevo mundo de vivientes que se anidan proporcionalmente en todaslas cosas. Entre todas, el hombre es el más acometido de muchísimas castas y familiasde estos huéspedes molestos, en todas, o las partes más principales de su cuerpo. Fuerade otros insectos propios a cada entraña, los anatomistas han hallado los que parecencomunes a todas, que son las lombrices, en el cerebro, en el hígado, en el corazón, enla vejiga, en el ombligo y en la misma sangre. No se hable de las úlceras y de los efectos

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65 Ibíd., p. 65. 66 Ibíd., p. 66.67 Ibíd., p. 66.68 Ibíd., p. 67.

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del cutis, en los que encuentra la vista armada del microscopio un hormiguero, o pormejor decir, un torbellino de átomos voraces y animados. Y viniendo a nuestro asunto,el famoso Berrillo ha observado gusanillos de cierta configuración en las postillas dela viruela, por medio del microscopio y Pedro de Castro los ha visto en la peste napo-litana, cuyos bubones hormigueaban de insectos. Así no hay mucha justicia en impro-bar la sentencia de tantos médicos que asientan la causa de todas las enfermedadesepidémicas en los dichos animalillos.69

El conformismo científico no es parte de nuestro médico, e invita a investigar más alládel conocimiento de los sabios de la época valiéndose de la herramienta del micros-copio, acompañado de la dinamia del crecimiento bacteriano para así poder entenderla razón de las enfermedades infecciosas.

Si se pudieran apurar más las observaciones microscópicas, aún más allá de lo quelas adelantaron Malpigio, Reaumur, Buffon y Needham, quizá encontraríamos en laincubación, desarrollamiento, situación, figura, movimiento y duración de estos cor-púsculos movibles, la regla que podría servir a explicar toda la naturaleza, grados,propiedades y síntomas de todas las fiebres epidémicas, y en particular de la viruela.70

Plantea la posibilidad de interacción biológica entre los microorganismo y los posiblesresultados que ello pueden tener en su virulencia.

Podría suceder y sucederá efectivamente, que también entre los insectos, como entrelos demás animales que vemos, haya mezcla de un insectillo de una especie con otrode distinta; de cuyo acto generativo resulte una tercera entidad o un monstruo enaquella línea; entonces se hace necesario que si esta nueva casta es venenosa y se in-troduce en el cuerpo del hombre, le cause nueva molestia o nueva enfermedad no co-nocida en los tiempos anteriores.71

Por lo tanto afirma que la viruela tiene un factor causal, los microorganismos: “A micorto juicio nada satisface tan completamente a la razón filosófica, como la causade la viruela explicada del modo que se acaba de establecer .” 72

Terminando de afirmar que lo dicho se sustenta en preceptos previamente estableci-dos y justificando el mecanismo de transmisión de la viruela a través del contacto yno del aire. Dando de esta manera sustento científico a las recomendaciones de Fran-cisco Gil:

Igualmente digamos dos puntos sobre este artículo. Primero: que no es ajeno de estepapel hablar de la causa de las viruelas tan a la larga; pues esto no es, ni puede serindiferente a los médicos antes, en vista de lo que se ha tratado aquí, y con el deseo de

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69 Ibíd., pp. 67-68.70 Ibíd., p. 68.71 Ibíd., pp. 68-69.72 Ibíd., p. 71.

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adelantar algo sobre la materia, estudiarán en entender a los mayores autores quehan escrito acerca de ella, que no es pequeño interés. Segundo: que sea cual fuere lacausa de las viruelas, se debe estar en la suposición de que su contagio se comunicapor medio de un contacto físico próximo, que se hace inmediatamente de un cuerpo aotro, el cual no se difunde con la misma violencia, rapidez y dirección que el aire. Ysaber todo esto contribuye felizmente al establecimiento del método preservativo dedon Francisco Gil. Aun cuando no le sea fácil al público el saberlo, le será más fácilgozar de sus ventajas, que reconocerlas. Pero vamos a otras reflexiones.73

Patogénesis

Luego de haber cimentado los conceptos básicos de las enfermedades transmisibles:el agente causal, el vehículo y el huésped; Espejo plantea los probables mecanismospatogénicos de las enfermedades infecciosas. A partir de la vía inhalatoria plantea labacteriemia y los efectos específicos a nivel tisular.

Ahora, pues, si a esta atmósfera se le une una porción de vapores podridos, será ine -vitable que contraiga una naturaleza maligna y contraria a la constitución de la san-gre: esto bastará para que se suscite una enfermedad epidémica, cuyos síntomascorrespondan a la calidad propia del veneno inspirado por los pulmones y derramadoen todas las entrañas. La generación de las enfermedades contagiosas pide principiospeculiares que las caractericen.74

Y para la explicación del efecto patogénico tisular específico por parte de los agentescausales, plantea la relación del tamaño, forma y especificidad del agente causal conla estructura tisular afectada.

¿Quién podrá comprender el misterio de que en semejantes ocasiones el aire venenosodirija a ciertas partes del cuerpo, y no a otras, sus tiros perjudiciales? Los filósofos seesfuerzan a atribuir este efecto a la diversa configuración de las moléculas pestilen-ciales y a la capacidad diversísima de los diámetros que constituyen la superficie delas fibras del cuerpo. Un glóbulo, pues, entrará bien por un poro orbicular; un cor-púsculo cuadrado, por un diámetro de la misma figura, etcétera. Así las cantáridasinsinúan sus partículas en los órganos que sirven a la filtración de la orina: el mercuriodonde quiera que se aplique, sube a las fauces y a las glándulas salivales, a pesar desu conocida gravedad: el alcíbar se fija más bien en el hígado, que no en el bazo, etcé-tera. Y así respectivamente con los venenos y los medicamentos sucede lo mismo. Pero,¿de dónde sabremos evidentemente que pase este recíproco mecanismo, así de la ac-ción de aquellos, como de la reacción de los resortes de la máquina animal? Esto esmuy oscuro e impenetrable, y la física se queda siempre en la ignorancia de las causasque producen tantos admirables movimientos en la naturaleza.75

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73 Ibíd., p. 76.74 Ibíd., p. 63.75 Ibíd., pp. 63-64.

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Inmunología

Espejo plantea la inquietud de la protección inmunitaria a partir de la exposición pre-via a la viruela así como de la inmuno patogénesis de la rabia.

La dificultad más insuperable es la que causa la viruela, acometiendo a casi todos losque no probaron su contagio, y perdonando también a casi todos los que ya la habíanpadecido. ¿Adónde está el ingenio más luminoso que pueda penetrar estos arcanos?Aquí no hay sino humillarse a confesar nuestra debilidad y nuestra ignorancia. Perono solamente lo que pasa con la viruela debe causar nuestra humillación: todas lasenfermedades, y, para decir mejor, todas las cosas de la naturaleza, ofrecen a cadapaso un conjunto casi infinito de prodigios y misterios. ¿Quién conoce la causa delconstante período de la terciana? ¿Quién penetra la naturaleza del contagio del vialde rabia, que suele esconderse dentro del cuerpo humano por muchos meses y aun pormuchos años, sin manifestar o sin poner en movimiento su veneno; y así mismo contodas las enfermedades, sus períodos, sus intervalos, sus graduaciones y todas sus vi-cisitudes? Me atrevo a decir que ofreceré al mejor físico la mayor dificultad en la do-lencia más ordinaria. Esto no quita que por la verosimilitud que presta la naturalezade los insectos, se juzgue que éstos son la causa de las viruelas.76

Menciona de cierta predisposición para adquirir ciertas enfermedades específicas apartir de la virulencia de los agentes causales

Rhazis, el más antiguo de los médicos mahometanos y el mejor de ellos, [….] señalapor causa de esta enfermedad una especie de contagio innato. ¡Pensamiento atrevidoy jamás escuchado hasta entonces en la medicina! Este contagio es cierto género delevadura en la sangre, semejante a aquel que hay en el vino nuevo, la cual fermenta,y después de los movimientos de la fermentación se purifica más tarde o más tem-prano, arrojando fuera de sí las materias morbíficas o pecantes por las glándulas dela piel. Esta patología de las viruelas la siguieron Avicena, Mesue, y los demás de sunación, acerca de la causa de éstas, y la siguieron otros muchos modernos, aplicándolaa la que suscita las demás fiebres en general. Ahora bien, ¿qué quieren decir esas pre-disposiciones para recibir las enfermedades, que se hallan en el cuerpo, y esas poten-cias nocivas que tienen actividad para producirlas en un cuerpo que se halla con lasdichas predisposiciones? Paréceme que semillas y potencias vienen a dar en aquel con-tagio innato arábigo, inventado desde el siglo décimo de nuestra era; pues que estoabraza igualmente que la disposición natural del cuerpo, la potencia nociva análogaa ella, capaz de poner alguna vez en conocido movimiento su efecto, que es la viruela.[…]. Por más alteraciones que padezcan sus humores con la edad, con la mutación dealimentos, de países y de vida, y aún con el notable trastorno que se experimenta enlas enfermedades, ni se evacua, ni se disminuye, ni menos se pone en acción de produ-cir viruelas, hasta que se le mezcle aquel determinado miasma contagioso, que le esanálogo... Ni se crea que Gaubio y don Francisco Gil señalen dos principios, cuandoRhazis asigna sólo uno. Es hacer demasiada injuria a un físico como Rhazis, al pensar

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76 Ibíd., p. 67.

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así; porque éste, ni más ni menos que aquellos, requiere el comprincipio de cierta cosaque ayude a la fermentación, o que la ponga en acto. Y cuando asemeja ésta a la quese obra en el vino nuevo, es demasiada falta de crítica creer que Rhazis pensase que elvino fermentaba por sus propias fuerzas, esto es, sin la concurrencia del aire externoy de otros comprincipios (para explicarme así), domésticos y extraños. Véase aquí(también se me perdonará esta frase), otros tantos miasmas o potencias activas queobligan a la fermentación. Así, pues, Rhazis ha requerido, fuera del fomes innato, al-guna otra cosa que le activase, la que, para hablar con Gaubio, llamaremos potencianociva.77

La prevención de la viruela

Espejo es conocedor del valor a la inoculación (vacuna) en contra de la viruela, antela imposibilidad de construir casas de aislamiento en los pueblos de toda la Audiencia;veinte años antes de la llegada de Salvany con la Expedición Filantrópica de la Vacunaen contra de la viruela. Establece la necesidad de la inoculación ante la posibilidad dela transmisión de la viruela a todos los pobladores de la Audiencia de Quito.

3.º Los sarampionientos y virolentos. De estos segundos ya se ha tratado prolijamente,dándose las razones por que deben ser separados a una casa distante de la ciudad;pero porque en este muy Ilustre Cabildo se suscitó por un miembro suyo, deseoso desaber las cosas a fondo, la dificultad de cuál remedio sería conveniente aplicar, cuandola epidemia variolosa se empezase a encender en uno de los que llaman pueblos de lascinco leguas, con quienes es indispensable el trato y comercio de nuestros quiteños;doy lugar aquí en este artículo a estos enfermos. El reparo consiste en la siguiente re-flexión siendo la viruela contagiosa, sucederá como ha sucedido en otras ocasiones,que desde la mayor distancia, verbi gratia, desde Popayán se traslade acá su pesti-lencia; nosotros la evitaremos llevando nuestros virolentos a la casa destinada. Peroacontecerá, que verbi gratia en Guaillabamba, Zámbiza, Cotocollao o Tumbaco seprenda en aquellos que no la habían padecido. Ahora, en pueblos como éstos, no sola-mente miserables, sino por la mayor parte de indios bárbaros aún y salvajes, que noson capaces de entrar en conocimiento de lo que les conviene, no hay como poner unacasita separada, para depositar a los contagiados. Por otro lado estos indios tienennecesidad de venir a poblado, en efecto vienen y entran a la ciudad; ninguno serácapaz de impedírselo, porque son varias las entradas; y menos traen en la frente elsello de aquel contagio. Los quiteños, españoles, mestizos e indios, o van a sus hacien-das o van a sus cambios, o van a visitar a sus parientes: ¿quién puede embarazarlo?Luego se hace necesaria la infección universal de la provincia, y el proyecto de la pre-servación de las viruelas, queda frustrado. Esta es la terrible objeción que viene aunacompañada de un pensamiento demasiado triste. Dice, pues, mejor sería en este caso,valernos de la inoculación, practicarla con los niños tiernos, y no esperar que la viruelase aparte de nuestro territorio por algunos años, para venir después a caer con estragouniversal sobre una juventud ya bien constituida, educada y útil a la sociedad.78

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77 Ibíd., pp. 74-75.78 Ibíd., pp. 121-122.

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Sífilis

Del mal venéreo hace una amplia descripción histórica, concluyendo en su origen, enel viejo mundo. A la vez hace una breve descripción clínica de la misma:

Cuando nos acordamos de la mayor antigüedad, vemos que el grande Hipócrates laconoció, e hizo su pintura, trayendo sus peculiares síntomas, que para los médicostraen la razón completa, para constituir los que llaman signos patognomónicos, y yollamaré los caracteres de las enfermedades. Pero viniendo a sacarlos de la autoridaddel Príncipe de la medicina, preguntaré a cualquiera médico de cuál enfermedad sonlos siguientes. Las postillas grandes, que, cubriendo todo el cuerpo, salen con mayorcopia, en la cabeza, las llagas más sucias cerca del pubis y los lugares más secretos yvergonzosos del cuerpo; las inflamaciones erisipelatosas; las evacuaciones del vientre,el horror a la comida; la consunción de las carnes, con calentura o sin ella; la corrup-ción de los huesos; toda especie de aflicción de los miembros, con podredumbre deellos; la caída de los cabellos, las inflamaciones de los testículos, los dolores más acer-bos entre los desvelos de la noche; las úlceras de la boca, que serpean; los tubérculoso bubones en las ingles etcétera. Pues todos estos síntomas los trae Hipócrates descri-biendo el estado pestilencial de Grecia79

Lepra

De manera sintética nos habla de la causa microbiana y transmisión del mal de Han-sen así como de la presencia de lo microorganismos a nivel de la superficie de la piel

… porque el contagio de la lepra no es un aire que nos está rodeando; sino una corrup-ción de humores que produce cierta especie de insectos, que se anidan debajo de la cu-tícula, y roen el cutis mismo, y todas las partes carnosas internas. Esta corrupción dehumores se deberá llamar disposición inmediata de padecer la lepra, pero ella misma,no hay duda que viene de fuera en las aguas, alimento, ropa y trato de personas quela padecen.80

Epidemiología

De manera particular, Espejo plantea el cálculo estadístico de la mortalidad de la epi-demia de viruela y su impacto social en Quito.

Pero no, es esta la mayor ventaja que resulta de abolir en este reino la epidemia vario-losa. La más excelente es que se da la vida a innumerables que perecen al cuchillo delas viruelas. Esta ventaja se puede calcular matemáticamente, sólo con hacer el cotejode los que han muerto hoy con la epidemia del sarampión. En medio de un corto pueblocomo el de Quito, que no pasa de veinte mil habitadores, la pérdida de tres mil personas,es un atraso considerabilísimo a la población. Ahora, pues, el sarampión, por maligno

79 Ibíd., p. 118.80 Ibíd., p. 129.81 Ibíd., p. 30.

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que sea, no mata tantos, como mata la epidemia más benigna de viruelas.81

De la misma manera plantea a los colegas médicos de Quito la realización de un estu-dio epidemiológico de leprosos en la ciudad

….y para participar la noticia al sabio Gobierno, o al Muy Ilustre Cabildo, corrí cartade oficio a todos los Médicos, para que me avisaran del número de lazarinos que hu-biesen reconocido en la ciudad, cuya copia vendrá al fin de este papel. Y un sólo indi-viduo, aun sin ser de la profesión médica, tuvo la urbanidad de darme razón en surespuesta de las personas que juzgaba ser leprosas. En coyuntura tan desgraciada esque deben tener lugar las leyes del Reino, y como nuestras municipales han proveídomuy poco, como luego veremos, acerca de este punto, sin duda porque la lepra nohabía parecido con abundancia en las Américas, es preciso recurrir según el orden denuestra jurisprudencia a las leyes de Castilla.82

Es muy concreta la afirmación de Espejo para el control de la lepra partiendo de unaactiva vigilancia epidemiológica de la misma:

En cuanto al exterminio del mal de lepra, paréceme que ahora se presenta la ocasiónmás favorable a conseguirlo por muchas razones:Primera. Están los médicos y cirujanos, con motivo del sarampión y sus resultas, vi-sitando todas o casi todas las casas de la ciudad. Débeseles, pues, mandar que cadauno de ellos note con especialidad al sujeto, o sujetos que hallare con la lepra, y quetomando razón individual de barrio, casa y cuarto donde viven, den por escrito a losMagistrados la denuncia de ella, averiguados sus nombres, calidades y ejercicios quetengan en la ciudad.83

La siguiente es la copia de la carta que Espejo escribió a todos los médicos en ejerci-cio para realizar un análisis epidemiológico acerca de la prevalencia de la viruela yla lepra en la ciudad de Quito.

Casa, y octubre 8 de 1785.Muy Señor mío:Para verificar el papel que el Muy Ilustre Cabildo se sirvió mandarme ayer que hiciera,me es indispensable saber hoy mismo cuántos virolentos y leprosos se hallan en el ba-rrio a que usted ha sido destinado, el nombre de la calle, el número que corresponde alas casas, quienes son los dueños de éstas, el sexo de los contagiados y las demás cir-cunstancias que usted juzgase conveniente comunicarme. En lo que creo se halla mo-tivo de cooperar a las intenciones del Rey, y hará usted un favor a su muy atentoservidor que besa su mano.Doctor Francisco Eugenio de Santa Cruz y Espejo.84

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82 Ibíd., p. 126.83 Ibíd., p. 127.84 Ibíd., p. 375.

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La Salud Pública

En cumplimiento de las recomendaciones de Francisco Gil, Espejo detalla el tipo decasa de aislamiento de portadores de enfermedades contagiosas, su lugar, el clima ylos ambientes naturales adecuados que la rodean. Da soluciones en el contexto de laSalud Pública de la época.

El celo de estos profesores ha meditado maduramente la cosa, y ha hallado una casade campo llamada vulgarmente el Batán de Piedrahíta, ha anunciado a este muy IlustreCuerpo, el día siete de este mismo mes de octubre, las proporciones que ésta tiene paraservir de un cómodo hospital de virolentos. La tal casa parece que llena todas las ideasque propone y desea el autor de la disertación. Está a competente distancia del pobladocon más de un cuarto de legua, y separada absolutamente de los tránsitos comunes. Elaire que la rodea es de benigna constitución; los vientos, que de tiempo en tiempo, o,según las estaciones de primavera e invierno, experimentamos acá, y bañan la casa,por lo regular se dirigen de Este a Sur o al contrario, sin mudar de dirección, ni tocara esta ciudad, porque ésta respecto de aquélla está al Sudeste, y porque, cayendo ensitio profundo, viene a dar en un paralelo, con el que corresponde al terreno de Quito;pero intermediando el cordón de una gran colina bien levantada, que separa a uno deotro, sirviendo de antemural a los hálitos que la mala física de nuestros quiteños temeinconsideradamente que se levanten de la casa de campo citada, y vengan a esta ciu-dad. Tiene agua propia a muy corta distancia, como de veinte pasos comunes, para eluso de la bebida; y para purificar la ropa, corre en la parte inferior el pequeñuelo ríode Machángara. Para bajar a éste hay una calzada que hace fácil y natural el descenso.Las piezas que hoy se encuentran, hoy mismo, por la necesidad, están aptas para elservicio de los enfermos y para su aposentamiento; pero deberán a poca costa tenerdespués otra figura y aptitud, así para la comunicación de la luz como del aire que lasdebe ventilar. Hay dos huertecillos y dos especies de atrios imperfectos, que ofrecenpara la fábrica posterior mucha comodidad. En fin, parece haber nacido esta casa paraeste efecto de depositar en ella a todos los infectos de enfermedades contagiosas.85

Espejo plantea la posibilidad de establecer una policía médica que vigile y administreeste tipo de actividades de control.

Lo vasto del proyecto que estoy considerando es, que, si consiste en la extinción de unaenfermedad que juzgaron los árabes era hereditaria, abraza, además, el exterminiouniversal de toda dolencia contagiosa. A vuelta de esto, veo que en Quito se van a prac-ticar todos los medios concernientes a la salud pública; de manera que en esta ciudadllamaremos al tal proyecto, la clave que franquee las puertas a la policía médica.86

Al describir las particularidades de la Ciudad de Quito analiza en detalle las malascondiciones sanitarias de la ciudad. Inicia con la descripción del mal aire por la pre-sencia de cerdos, mala eliminación de excretas y la escasez de agua.

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85 Ibíd., pp. 42-43.86 Ibíd., p. 76.

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AIRE POPULAR.- Éste es demasiado fétido y lleno de cuerpos extraños podridos, y losmotivos que hay para esto, son: 1.º Los puercos, que vagan de día por la calle, y quede noche van a dormir dentro de las tiendas de sus amos, que son generalmente losindios y los mestizos. 2.º Estos mismos, que hacen sus comunes necesidades, sin el másmínimo ápice de vergüenza, en las plazuelas y calles más públicas de la ciudad. 3.ºLos dueños de las casas, que, teniendo criados muy negligentes y de pésima educación,permiten que éstos arrojen las inmundicias todas al primer paso que dan fuera de lamisma casa; de manera que ellas quedan represadas y fermentándose por muchotiempo. 4.º La poquísima agua que corre por las calles de la ciudad.87

Describe las malas condiciones de almacenamiento y producción del trigo, el pan, loslicores y los víveres.

COMIDA Y BEBIDA.- Todo buen establecimiento tiene (quizá como en todas partes),sus dificultades en esta ciudad. Lo que acabo de decir acerca del antecedente artículo,parecerá a mis compatriotas un alegre delirio en que la imaginación corre sin frenopor donde le place. Pero diga el mundo lo que quiera; sus preocupaciones no me hande impedir hablar la verdad, y todo lo que convenga a su mayor felicidad, pues, nopodría callarlo sin delito. En el presente artículo trato de la comida y bebida en cuantouna y otra pueden perjudicar a la salud. Es muy cierto que si ellas están en algún gradode corrupción, ocasionan muchas enfermedades, y las más de ellas contagiosas. Perolos principales capítulos que acerca de esto noto, son 1º Mal trigo; 2º mal pan; 3º con-fección venenosa de licores espirituosos; 4º escasez de víveres.88

Puntualiza la mala higiene del hospital, monasterios e iglesias.

LIMPIEZA LOCAL DE QUITO.- A esta se opone, constantemente la suciedad de algu-nas casas, que son los depósitos de las inmundicias. 1.º Los monasterios. 2.º El hospital.3.º Los lugares sagrados.89

También puntualiza en los hábitos higiénicos de las personas y los enfermos, por loque recomienda su aislamiento

LIMPIEZA PERSONAL DE QUITO.- Parece que así debe llamarse la que deben obser-var las personas, manifestando igualmente las que, padeciendo alguna enfermedadcontagiosa, pueden dañar al común de las gentes de esta ciudad. A pesar del saludableclima de Quito, en el cual se juzga no hallarse de esas graves dolencias, que tan fre-cuentemente se padecen en la Europa y las demás partes del mundo, no se dude queno se vean aquí algunas de ellas, en el más alto punto, o de su actividad o de su malicia.El fuego, que llaman de San Antón, el cual por cierto no es una simple fiebre erisipe-latosa, le he visto aquí en dos o tres personas con particular asombro. Hay, pues, Héc-

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87 Ibíd., pp. 76-77.88 Ibíd., p. 79.89 Ibíd., p. 95.

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ticas Pthises, mal venéreo, y otros muchos afectos que se comunican con facilidad unosy otros. Sobre los que los padecen manifestaré cuáles deben ser separados de la Socie-dad, y cuáles no. Debía aquí hablarse de todo género de gentes, que atraen algún dañouniversal al público; pero me contentaré con decir que sólo causan: 1.º Los que pade-cen mal venéreo. 2.º Los tísicos y hécticos. 3.º Los sarampionientos y virolentos. 4.ºLos leprosos. 5.º Los falsos médicos.90

Hace las recomendaciones de salud pública para el control del Mal Venéreo (sífilis einfecciones de transmisión sexual) junto a una descripción del cáncer uterino:

Viniendo a objeto más interesante, debo añadir que, aunque no se pueda hacer sepa-ración de esta especie de contagios; pero, cuando menos, la buena policía ordenaráque los médicos den aviso secreto a los magistrados de aquellas personas que estuvie-sen más infectas, y que, no queriéndose sujetar a una curación radical, pueden viciara toda la juventud; ya para que se esté a la mira de contener su liviandad, y ya paraque en caso de que tome otros pestilentísimos progresos el accidente, obliguen porfuerza a que se retiren a un hospital. Este reglamento mira más directamente a lasmujeres prostitutas, de las cuales ha habido algunas tan venenosas, que o han hechoperder la virilidad o la vida a muchos hombres, poco después, o en el mismo acto de lajunta torpe: tanto mayor debe ser el celo en este asunto cuanto hoy se experimenta,que por causa del contagio venéreo mueren muchas mujeres jóvenes, con un mal quese les ha hecho familiar, y ellas llaman agua blanca, los médicos vulgares no han co-nocido esta enfermedad, y de ordinario la han confundido con la que se denomina flujoblanco, que es una especie de gonorrea mujeril; y, a la verdad, en mi corto juicio no esotra cosa que cancro uterino. Otros le han dado el nombre de sangre-luvia y si, comodebe ser, entienden por esto la hemorragia uterina, se han engañado míseramente;porque ésta puede ser una simple solución de los vasos de la matriz, y el otro es untumor que, manando siempre sanguaza o materia ichorofa y a veces sangre ya viva,ya denegrida, causa acerbísimos dolores por toda la región hipogástrica umbilical yischiádica, extendiéndose por las ingles y el pubis. Debe encargarse a los médicos queatiendan a este objeto y se conformen en este pensamiento del cancro, por medio delas observaciones anatómicas. Sobre todo deben avisar al Magistrado quiénes lo pa-decen, para que se entienda en la abolición de sus ropas por el fuego, pues he visto quees sumamente contagioso y que personas de vida devota he observado, que le han con-traído por haber usado de la alfombra de otra que lo padeció. Mi madre murió de estaenfermedad, por un contagio semejante.91

De la misma manera para el control de los tísicos y hécticos ( tuberculosis)

2.º Los tísicos y hécticos.- Tampoco con estos, se debe tratar de alejarlos de nuestrapoblación a una casa de campo o a un hospital. Aunque su dolencia es contagiosa ajuicio de los mejores físicos, no son sus hálitos tan activos y volátiles que puedan oca-sionar daño en alguna distancia. Federico Hoffman hablando de la tisis, y pregun-tando si es trascendental afirma que sí en ciertos casos, y es que sigue la costumbre de

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90 Ibíd., p. 111.91 Ibíd., pp. 119-120.

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los médicos anteriores en hacer semejante cuestión, y también en el modo de resol-verla. No hay duda que toda materia podrida, que manan las llagas malignas es con-tagiosa; y Riverio trae el ejemplo de una criada que se volvió tísica, cuidando a suama que también lo era: él mismo habla de una muchacha que la contrajo de una her-mana suya, la cual también la incurrió por haber dado la leche de su pecho a un hom-bre infecto de la misma enfermedad. Sehenckio nos advierte, que la saliva de los tísicosconfirmados es tan contagiosa, que un médico se volvió tal, tan solamente por haberlallegado cerca. Los académicos de Leipsig nos dan ejemplos de lo mismo. Poco más omenos pasa con los héticos otro tanto. De unos y otros deben dar noticia los médicosa los señores alcaldes ordinarios, para que, cuando llegue su fallecimiento, entiendala autoridad de los jueces en hacer que se quemen las ropas y utensilios que más usaronlos enfermos; mandando con apercebimientos que hagan constar los parientes, here-deros y albaceas, no de la quema de las cosas dichas, que ésta la presenciará la justicia;sino de que han hecho blanquear con cal el aposento donde murieron los tales héticosy los tísicos.92

Y el control de la viruela en la casa de aislamiento con las recomendaciones alimenti-cias para el cuidado a los enfermos

RESPUESTA.- Por más especiosa que parezca la dificultad, me era la cosa más fácildel mundo desembarazarme de ella. Y ¿cómo? Remitiendo a los lectores a la segunda,tercera y cuarta lectura de la misma disertación de don Francisco Gil. A lo menos yano pienso perder el tiempo; por lo que deberé añadir que, si se conociese en algunosde los pueblos citados el contagio varioloso, mande el muy Ilustre Cabildo a los Te-nientes pedáneos bajo de muy recias penas, y en donde no los hay, a los mismos indiosGobernadores que se hagan cargo de no permitir la entrada de persona alguna en lacasa del virolento, a excepción de sus padres o parientes que viven con él. Por otraparte pedirá al muy reverendo señor Obispo, que libre una Pastoral circulatoria atodos los curas de la Diócesis, acordándoles las obligaciones que tienen de visitar asus ovejas enfermas, la de socorrerlas con todo lo necesario, y en particular mandeque todo cura de indios, en caso semejante de esta epidemia, no permita que en la ca-silla contagiada entren otras personas que él y las demás expresadas, siendo que lascasitas de estos indios no están unidas, sino muy dispersas por lo general. Siendo quelos contagiados, comúnmente, al principio no pasan de tres o cuatro. Siendo que elcura no puede gastar arriba de cuatro pesos en suministrar un pedazo de carnero, depollo de su cocina y de azúcar, (con lo que hay bastante para la medicina diética queconsiste en caldos tenues, y tal cual cocimiento pectoral y anodino), por el espacio dequince días cuando más: siendo que en esta práctica se versan el servicio de Dios, elbeneficio a la patria, la caridad al prójimo, en una palabra, el cumplimiento de lasobligaciones indispensables de los párrocos y ministros de Jesucristo, parece que seha desvanecido por sí misma la objeción.93

Realiza las recomendaciones de tipo preventivo ante la llegada de la viruela desdecualquier lugar de la Audiencia hacia la ciudad de Quito y el consecuente asilamiento

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92 Ibíd., pp. 120-121.93 Ibíd., pp. 122-123.

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de los infectados en la casa de aislamiento.A más de esto, lo regular es que el contagio se enciende precisa y primariamente enesta capital, sea que venga de Lima, o sea que de la ciudad de Popayán. Porque él noviene (como piensan algunos necios), en caballerías y siguiendo las mismas jornadasde los viajeros traficantes ni menos da un salto por medio del aire de un lugar a otro,sino que se introduce en alguna ropa o le trae alguna persona, que poco antes le hapadecido. Así sucede en nuestra provincia, que se oye la noticia de que la viruela estáverbi gratia en Santa Fe, en Popayán y Pasto, mucho antes que llegue hasta nosotros,y esto mismo pasa con las demás provincias de las Américas. Si el que vertió la si-guiente noticia, no fuese el hombre más mendaz y falto de reflexión que conozco, laapoyara en confirmación de mi propósito. Decía éste, que se halló en la ciudad de Pastoa tiempo que allí hacía el sarampión sus ordinarios progresos, y que, siendo conta-giado un sirviente suyo, le trajo a Quito antes de que terminara la calentura; no de-jándole parar en parte alguna, y que este comunicó a Quito el cruel contagio de quevenía herido a principios del mes de julio. Si fuese verdadera esta noticia, primero ala-baría la compasión, misericordia y caridad de este buen amo, que así trajo a su pobresirviente enfermo. Lo segundo me serviría oportunamente para decir, que sólo de estemodo se hace comunicable el veneno de las viruelas. Ha de haber, pues, necesaria-mente o ropa contaminada o persona que consigo la traiga. Ahora pues, no es en algúnmisérrimo pueblo de los nombrados, que se abran los fardos, que se vendan las ropasni en ellos es que los mercaderes hagan su mayor estancia. Pasan muy luego, y de allíes que el contagio se comunica en esta ciudad primeramente, y después, según el másfrecuente, trato con los individuos de las cinco leguas, se propaga a éstos. En este casonuestro Batán de Piedrahíta, que llamaremos en adelante la Casa de la salud pública,libertará a toda la provincia de las viruelas y el sarampión.94

El Control de la Infección Nosocomial

Ante la duda que genera la afirmación de si es factible agrupar en la misma Casa de laSalud Pública (hospital de aislamiento) a leprosos y virolentos, Espejo profundiza enlos probables mecanismos de transmisión de las infecciones en el entorno nosocomial,fortaleciendo su doctrina microbiana como causal de la patología infecciosa.

Si yo hubiese dicho que en una misma sala, o que en unos mismos aposentos debían estar alo-jados virolentos y leprosos, está muy justo, que se tuviese por intolerable mi propuesta. Perodecir que la misma casa, con pared muy doble que divida una sala de otra, y no sólo con paredsino con la distancia de algunos pasos, con patio, que a cada una le fuese peculiar; con puertasque no sean comunes sino peculiares, con oficinas respectivas a cada uno de los contagios, y en-fermedades ¿qué tiene de irracional, de arriesgado, ni extravagante? Decir que la proximidadde los corpúsculos que nadan en el fluido del aire, y que forman un ambiente común respirablede virolentos y leprosos causa el peligro, es no ostentar ni un átomo de física, y a su ignoranciase debe, que en caso igual se quiera atribuir al aire la causa del contagio.95

Determina la susceptibilidad intrínseca a los microbios así como a las condicionesmedioambientales.

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94 Ibíd., pp. 123- 124.95 Ibíd., p. 130.

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La naturaleza de los insectos más malignos, por un orden regular de la composiciónsublunar, o, por mejor decir, por una sabia e infinitamente misericordiosa Providenciaque vela en nuestra conservación, es muy delicada, fácil de extinguirse y perecer, eigualmente de movimiento progresivo muy tardo y perezoso. Parece que es lo mismosalir a un aire libre, nuevo y refrigerante, cuando ha experimentado su ultima des-trucción y ruina. Aunque se conciba que la materia del contagio de la lepra que la oca-siona, no sean insectos, sino otra cosa, sea cual fuere, ella es débil, insubsistente apresencia del ambiente frío, y capaz de perder luego su fuerza venenosa. No hay duda,que, pegándose al cuerpo humano, e introduciéndose en sus poros, es ella activa en suvigor, en su voracidad, en su propagación. Del mismo modo abrigada y anidada entelas de lana y algodón, vive en estas por mucho tiempo, y halla en las mismas su pá-bulo y subsistencia; pero como hemos dicho la pierde fuera de ellas al menor soplo.96

Cuenta de una experiencia personal y otra junto a su padre en el Hospital de la Mise-ricordia de Quito, en donde concluye la poca transmisibilidad de la lepra por parte deestos pacientes.

Hace muchos años ha que vi y emprendí la curación del doctor Palacios, cura de Za-raguro, leproso elefancíaco, tocándole el pulso y observando muy de cerca su deplo-rable situación de que murió. Vi al mismo tiempo personas que le tocaban muy decerca, por parentesco, que se le llegaban con frecuente trato, y hasta ahora no he vistoque alguna de estas se haya inficionado notablemente. El año de 62, en que yo tenía14 años, de edad; ya porque vivía dentro del Hospital de mujeres, mucho más, por migenio dedicado a las observaciones físicas, advertí que una mulata, esclava del Teso-rero de estas casas, don Salvador Pareja, que estaba en la cama n.º 15, enfermó delepra, y, con sólo la precaución que prescribió mi padre, Luis de Santa Cruz y Espejo,cirujano y administrador de aquella casa, de que nadie se le llegara con familiaridad,se logró que a nadie contagiara.97

Medicina Social

Espejo enuncia los principios morales, éticos y filosóficos del bien común, público ysocial.

3.º Descubriéndole ciertos secretos de la Economía Política, por la que en ciertos casoses preciso que algunos particulares sean sacrificados al bien común. La falta de edu-cación en este país (como lo repetiré siempre que se ofrezca), ha hecho desconocer a lamayor parte de las gentes esta necesidad que todos tenemos de hacer los mayores ymás dolorosos sacrificios al bien de la Patria. Por acaso se oye proferir a algunos,como un oráculo misterioso, la siguiente proposición: El bien común prefiere al par-ticular. Pero en la práctica se ve más comúnmente que el interés del público es sacri-ficado al interés del individuo. Por todas partes no se presenta más que una multitud

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96 Ibíd., p. 130. 97 Ibíd., p. 132.

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insensible de egoístas, cuyo cruel designio es atesorar riquezas, solicitar honores ygozar de los placeres y comodidades de la vida, a costa del Bien Universal; en una pa-labra, ser los únicos depositarios de la felicidad; olvidando enteramente la de la Re-pública. Así a todos nuestros compatriotas debería el Filósofo, que sirve de antorchaa la ciudad, inculcarles frecuentemente estas nociones generales, pero dignas de suatención y conocimiento.98

El siguiente es un enunciado del desprendimiento personal por la salud colectiva. Lasolidaridad.

De donde he juzgado importante repetir, que el oficio de cada uno de nosotros paracon la Patria es (porque lo demanda así la gravísima calamidad que amenazan las vi-ruelas), prescribir el honor, despreciar la fortuna, sacrificar los hijos, y prodigar lamisma vida en cambio de una muerte suave, por coronada de la gloria de haber ser-vido al Estado.99

Para terminar con la afirmación del trabajo y desprendimientos de todos los ciuda-danos por el bien de la salud de la sociedad

El rico indolente podrá contribuir con algunas sumas de dinero: el sujeto de talentosconcurrirá con un torrente de luces para los aciertos e ilustraciones: el pobre sacrifi-cará sus fuerzas, y las unirá a otros tantos brazos fuertes pero prontos y expeditos atomar a la mano, los materiales del edificio, y en una palabra a fabricarse el templode la salud para sus hijos, parientes y amigos; tal debe ser el efecto que siga al cono-cimiento de una materia de tan grave interés.100

CONCLUSIÓN

HACIA UNA NUEvA vISIÓN DE LA HISTORIA DE LA INFECTOLOGÍA ECUATORIANA

Hay que partir de una nueva visión de la historia ecuatoriana para poder tener unainterpretación integradora del desarrollo histórico de la infectología ecuatoriana enel siglo XVIII, desde una perspectiva holística en donde, a más de analizar los hechoscientíficos, se deben integrar las realidades histórico-sociales, la cosmovisión de la co-munidad, las culturas, los saberes ancestrales locales y así poder dar un verdaderosignificado al desarrollo científico que se dio en una época de la historia de la RealAudiencia Quito101. Esta nueva forma de ver la historia de la medicina del Ecuador,determinada por la unión de la historia de su pueblo y su quehacer científico, mediantela interrelación de los factores sociales, culturales, psicológicos, ambientales, epide-

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98 Ibíd., pp. 31-32.99 Ibíd., p. 33.100 Ibíd., p. 35.101 Cunningham A. La transformación de la peste: El laboratorio y la identidad de las enfermedades infecciosas. Acta His-

panica ad Medicinae Scientiarumque historiam Illustrandarn. Vol. 11, 1991: pp. 27-71.

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miológicos, religiosos, políticos y de poder, de un momento determinado, nos permi-tirá dimensionar la trascendencia de nuestro glorioso pasado dentro de las cienciasde las enfermedades infecciosas en el mundo.102

Un aspecto muy importante a tomarse en cuenta, aparte de la razón de ser de los con-tenidos científicos-microbiológicos de la Universidad de San Gregorio, en el análisisde este período histórico, es el porqué de la investigación en este campo específico delas ciencias biológicas por parte de los jesuitas quiteños. Ya que es menester conside-rar, que el conocimiento microbiológico de la gregoriana fue la respuesta académicapara pretender entender y dar solución a la presencia persistente de epidemias quecausaban una altísima morbi-mortalidad en la Audiencia y predominantemente en lapoblación indígena, lo que llevaba a una disminución continua de la recaudación deimpuestos y falta de mano de obra en las haciendas, mitas y obrajes tanto de la coronacomo de la misma orden jesuita.103

El aporte científico continuo, que en un cuarto de siglo se genera en la Universidadde San Gregorio, no es un aporte individual o casual de investigadores aislados, sinola respuesta de la academia a un determinado momento histórico de la colonia, queen el caso quiteño, se ve representado por un grupo de sacerdotes-catedráticos in-fluenciados por la Ilustración, las nuevas ideas científicas de la Misión Geodésica y laruptura del pensamiento escolástico opresivo, absolutista y colonial con nuevas co-rrientes de pensamiento humanistas, ilustradas y emancipadoras. De esta manera, enQuito se da una ruptura entre el pasado y la modernidad en muchos campos del co-nocimiento. Fundamento que la convierte en ciudad primigenia de las ciencias enAmérica, en la que el desarrollo científico no se detuvo y luego se reflejó en la creaciónde una institución académica conformada por la intelectualidad quiteña, junto a losjesuitas de la Universidad de San Gregorio, a la que se le denominó “Academia Pi-chinchense” como una expresión superior del desarrollo social, comunitario, científicoy porqué no decirlo, hasta libertario por parte de los quiteños.104

La presencia de Eugenio Espejo dentro del entorno científico quiteño liderado por laUniversidad de San Gregorio, se convierte en el cimiento doctrinario para que seacapaz de construir una doctrina de pensamiento científico en torno a las enfermedadesinfecciosas; conocimiento infectológico único en el mundo, ya que el sabio ecuatorianointegra todo el saber científico existente hasta la época de la escritura de su manus-crito, en el campo de la naciente microbiología, la epidemiología, la anátomo-patolo-gía, la inmunología, la patogénesis y demás ciencias conexas que en la actualidad sonlos pilares científicos para la comprensión de las enfermedades transmisibles. Como

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102 Arrizabalaga Jon. La teoría de la ciencia de Ludwik Fleck (1 896- 196 1) y la historia de la enfermedad . Acta Hispanicaad Medicinae Scientiarumque historiam Illustrandarn Vol. 7-8, 1987-88, pp. 473-481.

103 Breilh J. Hacia una nueva periodización para el pensamiento ecuatoriano en salud. En: Eugenio Espejo: la otra memoria.Universidad de Cuenca. F.C.M. Cuenca. 2001: pp. 15-62.

104 Keeding E. Las Ciencias Naturales en la Audiencia de Quito: El sistema copernicano y las leyes newtonianas. Boletín dela Academia Nacional de Historia. Quito. 1973; pp. 122: 43.

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lo afirma Keeding: “Espejo reunía como propiedad suya una biblioteca privada, quelo que refiere a las ciencias exactas, no dejaba nada que desear: […] tratados acercade las ciencias modernas, a parte de los numerosos libros de medicina y farmacología,nos dan prueba evidente que el hecho de Eugenio Espejo durante los diez años antesde su muerte, se formaba en primer lugar por escritos editados en París, Laussanne,Leiden, Venecia y Marburgo (Alemania).”105

Pero Espejo no se detiene en lo meramente biológico, y viaja al futuro de la medicinaplanteando aspectos doctrinarios de la salud pública, la salud colectiva y la medicinasocial para solucionar los problemas de salud de su comunidad. Conceptos que en laactualidad se hallan en boga como parte de la medicina moderna y que, por desgracia,aun no se visualizan en el quehacer de la salud pública ecuatoriana. Espejo de estamanera se convierte en un precursor de la medicina social y su conocimiento científicose vuelve, a la vez, en una herramienta emancipadora del Imperio Español. Como loseñala el médico-filósofo Ludwik Fleck, quien al estudiar la historia de la sífilis “…concibe la enfermedad como una construcción y un acontecer histórico-cultural quetrasciende los conceptos especializados temporales de los fenómenos patológicos;además abarca la comprensión de la totalidad de los acontecimientos sociales, cul-turales y la cosmovisión del mundo en el cual esos fenómenos patológicos se presen-tan, generando una interpretación diferente de éstos en cada época y por cada gruposocial”,106 ya que no se puede concebir una doctrina científica -como la construida porEspejo- sin establecer su interdependencia con una realidad cultural, social, política,económica, ecológica y, por que no decirlo, liberadora.

Para finalizar, se puede concluir que en la Real Audiencia de Quito, durante un períodode 50 años desde la llegada de la Misión Geodésica Franco Española en 1736, hasta laescritura de las Reflexiones de Espejo en 1785, hubo una corriente de pensamientocientífico única en América que permitió construir de manera paulatina desde el claus-tro universitario con profesores de altísimo nivel académico una doctrina de pensa-miento en torno a las enfermedades infecciosas, con las que el Dr. Eugenio Espejo escapaz de culminar de manera genial un proceso de construcción y sistematizacióncientífico conceptual, adelantándose al mundo europeo, en torno a una problemáticade salud, como son las epidemias, que asolaban a los pobladores de la Real Audienciade Quito.

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105 Keeding E. Las Ciencias Naturales en la Audiencia de Quito: El sistema copernicano y las leyes newtonianas. Boletín dela Academia Nacional de Historia. Quito. 1973; pp. 122: 67.

106 Ríos L., Mesa A. Nuevas epistemologías para el estudio del fenómeno salud-enfermedad. Introducción al pensamientocientífico en microbiología. CIB. Medellín 2009; Fondo Editorial CIB. pp. 45-72.

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dR. BYRon nÚÑeZ FReileProfesor de la Escuela de Medicina de la Universidad Central del Ecuador

[email protected]

Doctor en Medicina y Cirugía, Universidad Central del Ecuador.Especialista en Medicina Interna, Hospital Carlos Andrade Marín. Máster en Enfermedades Infecciosas, Universidad Autónoma de Barce-lona.Máster en Medicina Tropical, Universidad Autónoma de Barcelona.Médico Infectólogo, Hospital Carlos Andrade Marín.