la reforma política en la urss_gorbachov

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Texto de Gorbachov sobre los procesos de Glasnodst y Perestroika iniciados por el durante su gobierno como Secretario General del Partido Comunista de la URSS.

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    http://www.jstor.org

    La reforma poltica en la URSS Author(s): Mijail Gorbachov Source: Poltica Exterior, Vol. 4, No. 15 (Spring, 1990), pp. 183-190Published by: Estudios de Poltica Exterior S. AStable URL: http://www.jstor.org/stable/20642971Accessed: 26-04-2015 13:21 UTC

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  • DOCUMENTACI?N

    La reforma pol?tica en la URSS Por su inter?s, reproducimos ?ntegramente el discurso pronunciado por elpre

    sidente de la URSS, Mijail Gorbachov, en la reuni?n del Congreso extraordina rio de diputados populares, durante su toma de posesi?n el pasado 9 de marzo.

    EXPRESO profundo agradecimiento por la confianza depositada en m? al ele girme primer presidente de la URSS. Comprendo que asumo estas obligacio nes en un momento dif?cil para el Estado. He dado mi conformidad de pre sentarme a presidente porque estoy seguro en el futuro de nuestra patria y tam bi?n porque la perestro?ka se convirti? en el sentido de toda mi vida.

    Comprendo mi especial responsabilidad, esto lo he sentido agudamente una vez m?s al escuchar las intervenciones de los diputados durante la discusi?n de mi candidatura. Yo no quiero eludir el cumplimiento de mi deber ante el pueblo.

    La pol?tica de la perestro?ka, seg?n pienso, es el ?nico camino pac?fico posible para un pa?s como el nuestro de transici?n a un Estado cualitativamente nuevo: del sistema de or deno y mando a la sociedad socialista democr?tica y humana.

    Naturalmente, que de m? como presidente se esperan tambi?n valoraciones de lo he cho ya y de c?mo veo yo mi programa de acci?n para el futuro.

    La conquista principal de la perestro?ka son la democracia y la glasnost, y esto tiene importancia decisiva para toda la marcha de las transformaciones sucesivas. A pesar de la actual situaci?n complicada y a las muchas dificultades y problemas en la esfera socio econ?mica, se puede comprobar que tambi?n aqu? se ha perfilado un viraje estrat?gico ha cia los intereses del individuo. Todos nosotros percibimos los primeros resultados reales de las transformaciones pol?ticas. Tiene lugar la creaci?n del aut?ntico poder del pueblo, se forman las bases del Estado de derecho. Ha comenzado la transici?n dif?cil, pero de im portancia vital, de un Estado unitario hacia la federaci?n plet?rica.

    Despu?s de desplegar la perestro?ka en nuestro pa?s sobre la base de la nueva mentali dad, elaboramos la nueva pol?tica exterior. Esto cambi? la idea sobre el papel de la Uni?n Sovi?tica en el mundo contempor?neo. Y lo principal es que esto se hizo ?se puede de cir?, antes de llegar a la ?ltima raya, cuando el mundo se vio al borde de la hecatombe global. Fue detenida la peligrosa marcha de los acontecimientos, comenz? el saneamiento de las relaciones internacionales.

    Se trata, pues, de un viraje de hist?rica envergadura. Esto es importante que lo com prendamos todos, puesto que de lo contrario es dif?cil valorar correctamente muchos fe n?menos, a veces dolorosos, de los que va acompa?ada la perestro?ka.

    Bajo tan potente giro de los cambios, y, digamos abiertamente, la falta de preparaci?n de los cuadros, de la conciencia p?blica para ello, nosotros, naturalmente, no tuvimos tiem po de hacer todo como era necesario. Dejaron sentir su influencia negativa la concurren cia de circunstancias: Chernobil, Armenia, otros siniestros naturales, el brusco empeora miento para nosotros de la situaci?n en el mercado mundial. No poco da?o causaron los errores cometidos en la pol?tica de inversiones y durante la conducci?n de la campa?a an tialcoh?lica. Inmensas p?rdidas y v?ctimas humanas fueron la secuela de la negligencia cri

    minal y del exarcebamiento m?s criminal a?n de la animosidad inter?tnica.

    Nos estorbaron la inercia, los criterios dogm?ticos arraigados durante d?cadas, el h? bito al estancamiento, la pasividad por indicaci?n desde arriba. Todo eso se deja sentir tambi?n hoy d?a. Yo dir?a, incluso, que bajo todas las dificultades de orden econ?mico y

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  • 184 DOCUMENTACION

    social y la gravedad de otros problemas, el obst?culo principal en el camino de las refor mas sigue siendo el anquilosamiento de la conciencia.

    Tampoco puedo soslayar el problema de las fuerzas destructivas de todos los matices que est?n en contra de la perestro?ka. Sus acciones crean nuevas dificultades y exigen la cohesi?n y la firmeza de todos aquellos que aspiran sinceramente a la renovaci?n de nues tra sociedad. Comprendo todo el dramatismo de la situaci?n, el car?cter complicado e inu sual de los problemas, la inquietud de la sociedad, pero no veo razones para el p?nico, y

    mucho menos, para cambiar de pol?tica. Por el contrario, es evidente la necesidad de radicalizar la perestro?ka. Y precisamente

    a estos fines dedicar?, en primer lugar, los poderes de presidente. Quisiera se?alar espe cialmente que estos poderes ser?n empleados por m? para hacer avanzar de una forma de cidida y real todos los procesos de reestructuraci?n sobre la base democr?tica.

    Considero necesario decir esto porque, antes del Congreso y aqu?, en el mismo Con greso, se expresan recelos. ?No amenazar? el presidencialismo con la usurpaci?n del po der? No hay fundamento para tales recelos. Garant?a de ello es la misma Constituci?n, por la que velan ahora los poderosos derechos reales: el Congreso de Diputados Populares y el Soviet Supremo. Garant?a de ello son los contrapesos serios y bien sopesados que ex cluyen el desarrollo en direcci?n del poder unipersonal. Garant?a de ello son tambi?n la glasnost y el pluralismo pol?tico que son ya realidad en nuestro pa?s.

    Considero tarea prioritaria la realizaci?n de medidas para reducir la tensi?n en las es feras social y econ?mica.

    Se escuchan reflexiones acerca de la ?indecisi?n?, la ?lentitud?, la ?tardanza? con la adopci?n de medidas, etc. Y en ello hay parte de verdad. Y al mismo tiempo quiero decir que hemos vivido la necesaria etapa preparatoria. Sin poner a prueba la autogesti?n, for mas de gesti?n nuevas para nosotros como el arriendo y la contrata, sin el restablecimien to de las cooperativas, los cambios de las estructuras de direcci?n y organizaci?n y de mu chas otras cosas, que aparecieron en la pr?ctica econ?mica, no hubi?ramos podido llegar al nivel actual de comprensi?n de los problemas existentes, de los m?todos ?ptimos de so luci?n de los mismos en el marco de la reforma econ?mica. Y, sin duda, hubiera sido im posible la elaboraci?n de las leyes fundamentales que fueron aprobadas o est?n a punto de ser aprobadas por el Soviet Supremo.

    La sociedad tuvo necesidad de pasar por todo esto. Simplemente no est?bamos prepa rados para cambios tan bruscos, y tampoco ahora estamos preparados a?n del todo. En una palabra, la etapa preparatoria objetivamente era inevitable. Por supuesto, la profunda perestro?ka de la econom?a hubiera sido imposible sin el desmontaje del sistema autorita rio-burocr?tico en su conjunto. No dispon?amos tampoco de las premisas jur?dicas para las reformas econ?micas verdaderamente cardinales.

    Ahora, cuando existen dichas premisas, aparece la posibilidad de superar, por fin, una situaci?n en la que coexisten las viejas y las nuevas formas de gesti?n ?administrativas y econ?micas?, en forma antag?nica, debilit?ndose rec?procamente. Como resultado, se reduce la eficacia de las unas y las otras, aumenta el desequilibrio del mercado de consu

    mo, de la circulaci?n fiduciaria y de las finanzas, baja el ritmo y la calidad del crecimien to econ?mico. La necesidad de acelerar la reforma econ?mica est? dictada tambi?n por la alarmante situaci?n en el cumplimiento del programa del Gobierno.

    Se requiere, precisamente, una ruptura; de otro modo las tendencias negativas aumen tar?n m?s r?pidamente que antes. Considero que lo que necesitamos ahora son acciones resueltas respecto a la radicalizaci?n de la reforma econ?mica. Ante todo hay que descu brir de hecho el inmenso potencial creador que se encuentra en las leyes de la propiedad, la tierra, el arrendamiento, y de otros actos legislativos de dicho paquete, la aprobaci?n de los cuales se encuentra en su fase culminante. En la plasmaci?n de dichas leyes veo la tarea principal del presidente.

    Las leyes de por s? no funcionan, y la iniciativa y esp?ritu emprendedor de las personas se sofocan si no creamos el correspondiente entorno econ?mico. Debemos ocuparnos real

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  • DOCUMENTACION 185

    mente de la creaci?n de un plet?rico mercado interno. Esta es una complej?sima tarea eco n?mica, pol?tica y psicol?gica. No se resuelve de una primera pasada, pero ya hay que ac tuar consecuentemente, libr?ndonos de toda clase de temores y complejos.

    Aqu? no se puede eludir la reforma de los sistemas de formaci?n de precios, abasteci miento y venta, sin los cambios de la pr?ctica de colocaci?n de los pedidos estatales, sin la creaci?n de bolsas mercantiles, y posteriormente de bolsas de fondos. Importante me dida debe ser el paso al impuesto natural sobre los tipos principales de la producci?n agro pecuaria y de materias primas en combinaci?n con el comercio libre de los excedentes de producci?n agropecuaria.

    Hay que aprobar urgentemente leyes y decisiones encaminadas a desmonopolizar la econom?a.

    Con la existencia de un mercado plet?rico, el Estado debe tener instrumentos seguros de influencia en los procesos econ?micos. En primer lugar, se necesita un sistema racional de impuestos sobre las utilidades de las empresas y de los ingresos de la poblaci?n, el con trol financiero, la regulaci?n por el Banco Estatal de la URSS de todo el movimiento de pagos como un todo ?nico y una pol?tica crediticia activa con el establecimiento de tasas de intereses acordes con la coyuntura econ?mica real.

    Es indispensable en un corto plazo llevar a cabo una considerable reducci?n de los gas tos del Estado con el fin de liquidar el d?ficit del presupuesto nacional y hacer frente a la inflaci?n. Al mismo tiempo, hay que elaborar firmes garant?as sociales para toda la pobla ci?n ?en primer t?rmino para las capas de bajos ingresos y menos favorecidas?, distin tas medidas de defensa social, incluido el sistema de sobretasas compensatorias respecto a los ingresos debido a la subida de los precios.

    Los diputados del agro, y todos los trabajadores del campo a quienes representan, de ben saber que para m?, como presidente, todos los problemas de la vida del campesino so vi?tico, el problema alimenticio, son problemas prioritarios.

    La responsabilidad principal de la realizaci?n pr?ctica de todas estas medidas recae, naturalmente, sobre el Gobierno. Al mismo tiempo se necesitar? la aprobaci?n de decre tos presidenciales sobre los problemas clave, se?alando claramente las tareas, los plazos y las personas concretas que respondan por ello.

    Hay que ser sinceros hasta el fin: la realizaci?n de tan ingentes medidas pondr? a la sociedad en nuevas condiciones y podr?n ir acompa?ada en los primeros tiempos de fe n?menos dolorosos y afectar los derechos de algunos. Por eso, en todos los problemas car dinales hay que lograr la comprensi?n mutua y la concordia en la sociedad.

    El destino de la perestro?ka depender? en grado considerable de c?mo se logre llevar a cabo la transformaci?n de nuestra Federaci?n. Como presidente confirmo una vez m?s mi fidelidad a la integridad del pa?s. Al mismo tiempo, parto del criterio de que debe ser objeto de especial preocupaci?n del poder presidencial la aprobaci?n de medidas condu centes a afianzar la soberan?a de las rep?blicas federadas, su independencia econ?mica y pol?tica y a elevar el status de las rep?blicas aut?nomas y de otras formaciones territoria les nacionales.

    Compartiendo las opiniones expresadas aqu? sobre esas cuestiones, considero necesa ria la elaboraci?n urgente de un nuevo tratado federal, acorde con las presentes realidades y demandas de desarrollo de nuestra Federaci?n, de cada pueblo. Es preciso prever la di ferenciaci?n de los v?nculos federativos teniendo en cuenta las condiciones peculiares y las posibilidades de cada rep?blica.

    Con el fin de confirmar la soberan?a de las rep?blicas y su derecho a la autodetermi naci?n, incluso hasta la separaci?n ?lo cual est? fijado en la Constituci?n?, en fecha pr?xima debe ser tambi?n examinado por el Soviet Supremo y determinado por la ley el mecanismo de salida de la Federaci?n. De todas estas cuestiones, en cooperaci?n con el Soviet Supremo, se ocupar? el presidente junto con el Consejo de la Federaci?n.

    Se necesitan medidas urgentes para resolver los problemas dolorosos relacionados con los enfrentamientos inter?tnicos, en primer lugar el problema de los refugiados. Sobre el

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  • 186 DOCUMENTACION

    particular deben adoptar decisiones los Gobiernos de las correspondientes rep?blicas fe deradas, y en caso de necesidad, tambi?n el Gobierno de la Uni?n. Hoy tenemos derecho a plantear la cuesti?n de este modo. Las rep?blicas federadas, al fortalecer su soberan?a y al adquirir mayor independencia, deben asumir tambi?n plena responsabilidad en la ga rant?a de los derechos c?vicos de las personas de todas las nacionalidades en su territorio, de acuerdo con nuestras normas sovi?ticas y con las normas internacionales. Responsabi lidad pol?tica, jur?dica y material.

    En los ?ltimos tiempos surgi? el peligro de la difusi?n de consignas nacionalistas, cho vinistas e, incluso, racistas. Esto hay que combatirlo despiadadamente, aplicando toda la fuerza de la Constituci?n y de las leyes del pa?s.

    En cuanto a otras cuestiones de la reforma pol?tica, como me imagino, se plantea en primer t?rmino la tarea de coadyuvar a la m?s r?pida configuraci?n de toda la estructura renovada de los Soviets como ?rganos de plenos poderes del autogobierno popular.

    Los nuevos Soviets rep?blicanos y locales han adquirido los derechos y posibilidades necesarios gracias a las leyes de la tierra y de la propiedad; pronto ser? aprobada la ley de la autoadministraci?n local y de la econom?a local. Simult?neamente, se pone fin a la tu tela de los Soviets por parte de las organizaciones partidarias, de la injerencia directa de las ?ltimas en la soluci?n de los problemas estatales y econ?micos concretos. En estas con diciones es de especial importancia el que los Soviets asimilen lo m?s pronto posible su nuevo papel y trabajen a plena fuerza. De otro modo, surgir? un peligroso vac?o de poder.

    Considero necesario insistir tambi?n en lo siguiente: precisamente como resultado de la creaci?n del nuevo sistema de los Soviets surge un mecanismo en el que podr? apoyarse el presidente del pa?s en el desempe?o de sus funciones. ?C?mo me imagino en t?rminos generales el papel del presidente en el sistema de ?rganos del poder estatal y de la Adminis traci?n?

    Ante todo, tarea fundamental es ser garante de la irreversibilidad de la perestro?ka, ten der firme y estrictamente a la formaci?n de un Estado de derecho, de una sociedad socia lista autoadministrada.

    El principio de la divisi?n de poderes presupone una precisa delimitaci?n de las fun ciones, pero est? lejos de excluir la posibilidad e, incluso, la necesidad de la estrecha coo peraci?n entre ellos. En esto veo una de las tareas principales del jefe del Estado sovi?tico y del Consejo Presidencial creado anexo a ?l. Este ?rgano se piensa como un equipo de importantes personalidades pol?ticas, especialistas en las esferas fundamentales de la evo luci?n estatal y social, que elaborar? recomendaciones respecto a las cuestiones fundamen tales de la pol?tica interior y exterior y propondr?, en caso de necesidad, decisiones operati vas.

    Subrayo tambi?n que en mi opini?n el presidente debe sentirse y actuar no como re presentante de una capa aislada o corriente pol?tica, sino como mandatario de todo el pue blo.

    Esto, por supuesto, no significa que debe renunciar a sus propias convicciones pol?ti cas, pero significa la disposici?n a tomar en consideraci?n del modo m?s objetivo e im parcial toda la gama de criterios e intereses leg?timos existentes en la sociedad. Actuar de conformidad con el juramento, colocando por encima de todo el bienestar el pa?s y del pue blo.

    En relaci?n con esto, hay que poner completamente en claro una cuesti?n que fue ob jeto en el Congreso de acaloradas discusiones, a veces, muy vivas. Me refiero a la cuesti?n sobre la compatibilidad de los puestos de presidente y de secretario general del CC del PCUS. Comparto el punto de vista de los diputados que consideran que semejante com patibilidad hoy d?a y en una cercana perspectiva est? dictada por los intereses de la peres tro?ka.

    El presente Congreso de Diputados Populares, al introducir modificaciones en los ar t?culos VI y VII de la Constituci?n de la URSS, abre una nueva etapa en el desarrollo de

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    la democracia de nuestra sociedad. Desde ahora el PCUS act?a a la par con las dem?s for maciones pol?ticas, participar? en las elecciones, conquistar? por m?todos democr?ticos el derecho a la formaci?n de los Gobiernos federal y republicanos y de los ?rganos locales del poder.

    Al respecto, una de las funciones m?s importantes del presidente y de los ?rganos que se crean anexos a la Presidencia, es, a mi juicio, la consolidaci?n de las corrientes pol?ti cas y de los movimientos sociales. Estoy convencido de que el car?cter democr?tico del poder del presidente presupone el di?logo y la colaboraci?n con los representantes de las diferentes direcciones del pensamiento social y su participaci?n en la elaboraci?n de unas u otras iniciativas y programas del presidente.

    Por supuesto, esto se refiere en primer lugar a los diputados populares de la URSS. A mi modo de ver, en el Consejo Presidencial debe haber personas especiales que realicen los contactos con el Congreso, el Soviet Supremo, organizaciones y asociaciones sociales, uniones creadoras, instituciones de la ciencia y cultura, y con los medios de comunicaci?n cuyo papel es enorme y de gran responsabilidad.

    Por ?ltimo, el presidente debe ser garante de un orden social estable, de la seguridad de los ciudadanos y del Estado. Todos sentimos la necesidad de superar la debilidad y lo amorfo del poder administrativo y ejecutivo. Este, en realidad, fue uno de los motivos que indujo a no aplazar la instituci?n del cargo de presidente.

    En la sociedad aumenta la inquietud debido al peligro de desestabilizaci?n de la situa ci?n. Tengo en cuenta los intentos de lograr objetivos ego?stas mediante la violencia, la incitaci?n de la intolerancia, la discordia nacional, la presi?n sobre los institutos estatales y sociales mediante toda clase de ultim?tums.

    Algunos grupos y personalidades conf?an evidentemente imponer sus puntos de vista incitando temores y lanzando amenazas de una guerra civil, un golpe de Estado, una ca t?strofe nacional, etc. Pero la sociedad en general no admite tales m?todos de influencia en la pol?tica del pa?s, rechaza estos m?todos que contradicen totalmente los objetivos de la perestro?ka y son peligrosos para nuestra joven democracia no fuerte todav?a. Hay que detener en?rgicamente tal desarrollo de los procesos.

    La tarea del poder presidencial es hacer frente en?rgicamente a la delincuencia tanto en la esfera de los atentados contra la vida, los bienes, la dignidad y la seguridad de los ciudadanos, como tambi?n en la esfera de las especulaciones y de la ?econom?a sumergi da? que han adquirido intolerables proporciones. Con este fin habr? que establecer el con trol riguroso sobre el cumplimiento de las correspondientes leyes, promulgar los decretos necesarios, y claro est?, fortalecer los ?rganos de la justicia. Considero necesario acelerar la reforma judicial, del aparato de instrucci?n y de la fiscal?a para que su situaci?n, dere chos y responsabilidad correspondan a las tareas que est?n llamados a cumplir.

    Planteando la cuesti?n de este modo, no eximo de responsabilidad a los ?rganos esta tales y econ?micos, de todos nuestros cuadros por la eliminaci?n de las causas que pro vocan las infracciones de la ley. La delincuencia en muchos casos tiene sus ra?ces en la mala administraci?n, despilfarro, en la actitud incorrecta hacia la propiedad, en la caren cia del debido control de los valores materiales y del orden p?blico.

    Para mantener el orden debido tendr? gran importancia el empleo de las nuevas posi bilidades de los Soviets, la incorporaci?n de los medios sociales a este trabajo y la parti cipaci?n activa de la prensa.

    Ning?n poder puede sustituir las bases morales sin las que es imposible la convivencia humana normal.

    En el pasado, de hecho, se hac?a caso omiso de la espiritualidad, la consideraban como idealismo, y ahora tenemos que pagar un precio muy caro por ello. Necesitamos otra ac titud, concienzuda, hacia el trabajo, la ciencia, la ense?anza, el arte y la cultura en el sen tido m?s amplio de la palabra. Hay que crear condiciones para que todos los valores es

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  • 188 DOCUMENTACION

    pirituales se consideren en la sociedad como una necesidad vital para su existencia y de sarrollo plet?ricos.

    Respald?ndose en el riqu?simo fondo cultural adquirido por nuestros pueblos durante su larga historia, incluido el per?odo del poder sovi?tico, familiariz?ndonos con los valo res de la civilizaci?n mundial, es necesario enriquecer toda la atm?sfera de las relaciones humanas en la sociedad y unir a todos los que aspiran al bien de la patria.

    Esto, parece ser, no lo hemos comprendido todav?a del todo. A nuestros medios socia les los desgarran los litigios de grupos, de cuando en cuando las cosas llegan hasta el es candaloso ajuste de cuentas, sobre todo entre la intelectualidad de la que tanto necesita mos en esta etapa cr?tica crucial de la historia del pa?s. Hay algunos que ponen en duda en general la posibilidad y conveniencia de la consolidaci?n en la sociedad. Yo no estoy de acuerdo con ello. En los minutos dif?ciles el pueblo siempre re?ne sus fuerzas para re sistir y vencer los obst?culos. Y el deber de aquellos en los que la gente ve a sus precep tores espirituales es ayudar por todos los medios a esta uni?n.

    Claro est? que la consolidaci?n se necesita hoy d?a en torno a la pol?tica y a las ideas de la perestro?ka, para superar todo lo que la entorpece.

    Acerca de la pol?tica exterior. Durante los ?ltimos a?os la pol?tica exterior de la URSS soport? la prueba en la piedra de toque del realismo y la sensatez. El primer enfoque per

    miti? acabar con la ?guerra fr?a? y alejar la amenaza inmediata de guerra. La Uni?n So vi?tica ocup? en la comunidad mundial un lugar digno por su esencia conciliadora. Re chaz? en?rgicamente los ataques diletantes, a veces simplemente irresponsables, contra nuestra pol?tica exterior.

    Al aprobar la conocida disposici?n sobre la pol?tica exterior, el primer Congreso de Di putados Populares, en nombre del pueblo sovi?tico, se convirti? en garante de ella. Todas las acciones del presidente deben medirse estrictamente con la letra y el esp?ritu de dicha disposici?n.

    El instituto de presidente se introduce en el pa?s en una etapa crucial de la evoluci?n mundial, cuando se somete a cambios de principio la estructura del equilibrio militar-po l?tico de la postguerra. Con la ?guerra fr?a? se termin?, pero la confrontaci?n b?lica a?n no ha sido superada. Por ello, bajo la prioridad indiscutible de los m?todos pol?ticos para garantizar la seguridad, en el quehacer del presidente como componente indefectible debe entrar tambi?n la direcci?n de la pol?tica de defensa del pa?s sobre los principios de la su ficiencia razonable y la nueva doctrina castrense. Otro enfoque es inaceptable. Ya como presidente quiero aseverarles que as? ser?.

    Ahora necesitamos llevar a cabo una profunda reforma militar. Aqu? habr? que resol ver un gran paquete de problemas no simples, lo que ser? una de las m?s importantes preo cupaciones del presidente, del Consejo Presidencial, por supuesto en colaboraci?n con el Soviet Supremo de la URSS. Aprovechando la ocasi?n, quiero confirmar mi fidelidad al principio refrendado por el Congreso de Diputados Populares de excluir, categ?ricamente y para siempre, la utilizaci?n de las Fuerzas Armadas fuera de las fronteras del pa?s sin sanci?n del Soviet Supremo de la URSS o del Congreso de Diputados de la URSS. Salvo una excepci?n: en caso de ataque s?bito desde el exterior.

    ?Qu? habr? que emprender en fecha pr?xima en la esfera de la pol?tica exterior? Una de las direcciones principales es el en?rgico avance del proceso negociador respecto a to dos los tipos fundamentales de armamentos con el fin de alcanzar resultados sustanciales, de desear ya en este a?o.

    Con vistas al encuentro con el presidente Bush en Washington se preparan importan tes acuerdos, que no s?lo significar?n un nuevo paso en el mejoramiento de las relaciones sovi?tico-norteamericanas, sino que tambi?n se convertir?n en importante aportaci?n de nuestras dos potencias a la consolidaci?n de las tendencias positivas de la pol?tica mundial.

    En Europa oriental, en todos los seis pa?ses aliados nuestros, tuvieron lugar cambios de trascendencia hist?rica. Asentando las relaciones con ellos sobre los principios de pie

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    na igualdad de derechos y de libertades de opci?n y quitando de ellas aquello que es in compatible con la nueva mentalidad, es importante conservar todo lo valioso y genuina mente progresivo que se acumul? en el transcurso de d?cadas de estrecho trato.

    Especial lugar ocupa la cuesti?n alemana. Ella se encuentra ahora en el centro de la po l?tica europea. En estos d?as he tenido que exponer m?s de una vez nuestra posici?n. Ella es bien conocida a nuestro pueblo y a todas las partes interesadas. La esencia de la misma consiste en que la realizaci?n por los alemanes de su derecho natural a la unidad excluya por completo y para siempre la amenaza de guerra desde el territorio de Alemania. De aqu? todo lo restante: los derechos de las cuatro potencias, la intangibilidad de las fronte ras, la ligaz?n con el proceso panaeuropeo y la inadmisibilidad de la pertenencia de Ale

    mania a la OTAN, y la necesidad del tratado de paz sobre los resultados de la Segunda Guerra Mundial.

    La marcha impetuosa de los acontecimientos mundiales confiere nuevo significado a la cumbre paneuropea con la participaci?n de EE.UU. y Canad? a celebrarse en el oto?o de este a?o. Es hora de pensar sobre el cambio del sistema de bloques por ?rganos colec tivos de seguridad, cooperaci?n y colaboraci?n tomando en consideraci?n el surgimiento de la Alemania unificada en el centro de Europa. Ya ahora hay que orientarse a la Con ferencia ?Helsinki-2?, que puede convertirse en la divisoria de dos ?pocas en la historia de las relaciones internacionales.

    Con una serie de pa?ses que gozan de autoridad se han suscrito declaraciones conjun tas y decenas de acuerdos sobre diferentes campos de colaboraci?n. La fidelidad a ellos en condiciones de reciprocidad constituye uno de los factores m?s importantes de la esta bilidad, la seguridad y el progreso, y en Europa un avance real hacia la ?casa com?n eu ropea?, a la que nos hemos ligado s?lidamente. Tambi?n es de la competencia del presi dente el control por la realizaci?n del contenido en dichos documentos de significado de principios y pr?ctico.

    La pol?tica de nueva mentalidad est? lejos de significar el enfriamiento de nuestros in tereses respecto a los pa?ses en desarrollo. Es inmutable nuestra solidaridad con aquellos que batallan por el progreso social, la democracia y una vida humana digna.

    En la direcci?n asi?tica y del Pac?fico habr? que realizar consecuentemente las inicia tivas adelantadas en Vladivostok y Krasnoyarsk, y trasladarlas al plano de las relaciones concretas pr?cticas.

    S?lidas relaciones de muchos a?os ligan a la URSS con la gran India. La colaboraci?n con la Rep?blica Popular China registra un excelente desarrollo.

    Los procesos de construcci?n de comunidades pac?ficas en Europa y Asia, seg?n mi opi ni?n, deben, al fin y al cabo, rematarse con un sistema ?nico de seguridad en todo el es pacio euroasi?tico.

    Habr? que analizar a fondo la situaci?n en el Medio Oriente y reanudar nuestra activa pol?tica en esta regi?n, tan importante para nosotros y para toda la comunidad mundial.

    Am?rica Latina ocupa un lugar cada vez mayor en nuestras relaciones de pol?tica ex terior. Aqu? tambi?n aparece la posibilidad de incrementar conjuntamente las tendencias positivas de la evoluci?n internacional.

    En el campo visual del presidente debe encontrarse permanentemente el problema de la inclusi?n de la URSS en el sistema de las relaciones econ?micas mundiales y la parti cipaci?n en los esfuerzos internacionales para la protecci?n del medio ambiente.

    Bajo la creciente interdependencia del mundo quisiera confirmar de nuevo el inmenso

    significado de la Organizaci?n de las Naciones Unidas. Estoy convencido de que el rena cimiento del papel de la ONU y la activaci?n de sus funciones conciliadoras constituyen un importante sumando en el movimiento conducente a un per?odo de paz en la historia de la humanidad.

    Al hacer el resumen de lo dicho, quiero decir que todos nosotros vivimos en una casa, los hijos e hijas de m?s de cien pueblos, con sus tradiciones nacionales y culturales y pe

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  • 190 DOCUMENTACION

    culiaridades ?nicas. Veo el papel y el destino del presidente de la Uni?n de las Rep?blicas Socialistas Sovi?ticas en asegurar en el pa?s la concordia nacional, el esp?ritu de respeto mutuo y de buena vecindad. Asegurar los principios de paz ciudadana, interpretar y de fender los intereses del pueblo constituyen el magno objetivo y la sagrada obligaci?n para m? como presidente de la URSS.

    En todo lo relacionado con el desempe?o del poder presidencial, no me lo imagino sin el apoyo en nuestro pueblo, en su voluntad, moral, sabidur?a e intelecto, sin su sensatez.

    Cuento con el apoyo de la clase obrera, que hace su aporte decisivo en el avance de la perestro?ka.

    Tengo fe en la fuerza creadora del campesino sovi?tico, verdadero due?o de la tierra, que permiti?ndole trabajar libremente resolveremos el problema alimentario.

    Pongo con optimismo mis pensamientos y miras en los hombres de la ciencia y de la cultura, en toda la intelectualidad sovi?tica que ha cumplido y seguir? cumpliendo las ta reas principales de la perestro?ka que requieren la tensi?n del intelecto y del poder?o espiri tual.

    Pongo grandes esperanzas en la juventud, en la participaci?n real de los muchachos y muchachas en la adopci?n de responsables decisiones pol?ticas y en su materializaci?n, en la energ?a creadora de la juventud.

    Tengo fe en que siempre podr? confiar en la sabidur?a y en la preocupaci?n por la cau sa com?n de la vieja generaci?n, verificada en los a?os de vida, y en su inter?s en el for talecimiento del prestigio del poder de los soviets.

    Me dirijo tambi?n a aquellos que cumplen honradamente su deber en las filas de las Fuerzas Armadas de la Uni?n Sovi?tica, creando s?lidas garant?as para las transformacio nes pac?ficas dentro del pa?s.

    En calidad de presidente del pa?s deseo al Partido de los comunistas, la fuerza pol?tica m?s influyente del pa?s, ?xitos en la realizaci?n de la plataforma con la que marcha al en cuentro de su XXVIII Congreso.

    El objetivo program?tico ?el socialismo democr?tico y humano?, proclamado por el partido, responde a los anhelos del pueblo y a su deseo de vivir en una sociedad abierta, democr?tica, justa y pr?spera.

    Nuestro pa?s vive tiempos dif?ciles. Pero si nosotros actuamos con energ?a y de mutuo acuerdo, entonces, sin duda, superaremos estas dificultades.

    Debemos rechazar los temores y el abatimiento, adquirir fe en nuestras fuerzas y po sibilidades, que son enormes. El pueblo ruso y todos los pueblos que se unieron con ?l en un gran Estado multinacional lograr?n hacer renacer su patria com?n. Y esto lo lograr?n obligatoriamente sobre las v?as de la perestro?ka y de la renovaci?n socialista.

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    Article Contentsp. [183]p. 184p. 185p. 186p. 187p. 188p. 189p. 190

    Issue Table of ContentsPolitica Exterior, Vol. 4, No. 15 (Spring, 1990) pp. 1-216Front MatterEn este nmero [pp. 3-5]frica, IberoamricaEl Magreb desde la nueva situacin europea [pp. 6-18]frica abandonada? Iberoamrica sola? [pp. 19-26]

    Europa y el futuro de la AlianzaEl fin de Yalta [pp. 27-34]Ante la conferencia intergubernamental de la Europa de los Doce [pp. 35-44]El futuro de la OTAN [pp. 45-67]La unidad alemana, realidad tangible [pp. 68-85]Crisis y cambio en Hungra [pp. 86-99]El thatcherismo despus de Thatcher [pp. 100-121]Hacia una confederacin danubiana en el centro de Europa [pp. 122-128]La reunificacin de Alemania y sus consecuencias para Europa [pp. 129-136]

    La evaporacin del comunismoNacionalismo poscomunista [pp. 137-161]

    La nueva Africa del Sur [pp. 162-166]Sobre el futuro de Cuba y Nicaragua [pp. 167-182]DocumentacinLa reforma poltica en la URSS [pp. 183-190]Un nuevo comienzo: La fase constituyente de una nueva formacin poltica [pp. 191-195]Las dificultades para implantar normas de mercado en la URSS [pp. 196-202]

    Cronologa enero-marzo 1990 [pp. 203-213]LibrosReview: untitled [pp. 214-215]Review: untitled [pp. 215-216]

    Back Matter