lord byron y los poetas romÁnticos inglesesbyron+y...y los satánicos, poetas malditos y...

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http://www.avempace.com/personal/jose-antonio-garcia-fernandez Prof. José Antonio García Fernández DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace [email protected] C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69 1 LORD BYRON Y LOS POETAS ROMÁNTICOS INGLESES ÍNDICE DEL DOCUMENTO POETAS DE LOS LAGOS .........................................................................................................................................................2 Wordsworth (1770-1850) .................................................................................................................................2 Coleridge (1772-1834) ......................................................................................................................................3 POETAS SATÁNICOS .............................................................................................................................................................4 Keats (1795-1821) ............................................................................................................................................4 Shelley (1792-1822) ..........................................................................................................................................7 LORD BYRON (1788-1824), EL POETA Y EL MITO .....................................................................................................................8 Fragmentos de Don Juan .........................................................................................................................................12 BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................................................................................................12 Entre los poetas románticos europeos hay varias tipologías que se repiten: el suicida (enamorado a lo Werther o desesperado por inadaptación), el revolucionario liberal y conspirador, el bohemio que se muere de hambre, el tuberculoso, el dandy (de cuidado atuendo y gustoso de los salones), el maldito (que experimenta con las drogas, la homosexualidad, el alcohol…), el conservador que mira al pasado, el loco visionario (amante del estilo oracular y que suele acabar en un sanatorio mental)… En Inglaterra, como en otras naciones del Viejo Mundo, se dieron todos estos tipos. Los poetas románticos ingleses tratan los siguientes temas: el yo personal (ansia de libertad, frustraciones amorosas, ensoñaciones, angustia…), la naturaleza como sentimiento, el tema social (el deseo de una sociedad igualitaria). A diferencia de los ilustrados, que pretendían enseñar y comunicar lo universal, las ideas, lo intelectual, los románticos solo quieren expresarse, comunicar sus sueños, deseos, angustias, dudas… La poesía romántica es una poesía de sentimientos y sensaciones, no de certezas o seguridades. Las emociones (incluida la angustia vital o mal de siglo, que conecta con el absurdo, propio del siglo XX); las ansias de libertad y la rebeldía contra el dogmatismo, la tiranía, la religión, los prejuicios sociales, las preceptivas literarias; la mujer y el amor, que suelen llevar al poeta a la desesperación; la naturaleza, agreste y salvaje, lejos de aquel tópico del lugar ameno… Todo ello es fundamental ahora en el Romanticismo. En cuanto a la forma, alternan el poema breve (como las Rimas de nuestro Bécquer) con el poema narrativo extenso, cuyo protagonista es un héroe rebelde, misterioso, marginado, satánico (como el Don Juan, de Byron)… Además, usan una métrica variada, diversidad de metros y estrofas. Hay dos escuelas principales: los llamados laguistas, que vivieron en la región de los lagos, en el norte de las Islas Británicas; y los satánicos, poetas malditos y escandalosos, rebeldes contra la sociedad y la moral de su tiempo, entre los que se halla Lord Byron, que enlaza con un poeta posterior: el francés Charles Baudelaire. Todos ellos mueren jóvenes, por accidente, suicidio o enfermedad, y fuera de su patria. Entre los primeros destacan William Worsdworth (1770-1850) y Samuel Taylor Coleridge (1772- 1834).

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LORD BYRON Y LOS POETAS ROMÁNTICOS INGLESES

ÍNDICE DEL DOCUMENTO

POETAS DE LOS LAGOS ......................................................................................................................................................... 2

Wordsworth (1770-1850) ................................................................................................................................. 2

Coleridge (1772-1834) ...................................................................................................................................... 3

POETAS SATÁNICOS ............................................................................................................................................................. 4

Keats (1795-1821) ............................................................................................................................................ 4

Shelley (1792-1822) .......................................................................................................................................... 7

LORD BYRON (1788-1824), EL POETA Y EL MITO ..................................................................................................................... 8

Fragmentos de Don Juan ......................................................................................................................................... 12

BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................................................................. 12

Entre los poetas románticos europeos hay varias tipologías que se repiten: el suicida (enamorado a lo Werther o desesperado por inadaptación), el revolucionario liberal y conspirador, el bohemio que se muere de hambre, el tuberculoso, el dandy (de cuidado atuendo y gustoso de los salones), el maldito (que experimenta con las drogas, la homosexualidad, el alcohol…), el conservador que mira al pasado, el loco visionario (amante del estilo oracular y que suele acabar en un sanatorio mental)… En Inglaterra, como en otras naciones del Viejo Mundo, se dieron todos estos tipos. Los poetas románticos ingleses tratan los siguientes temas: el yo personal (ansia de libertad, frustraciones amorosas, ensoñaciones, angustia…), la naturaleza como sentimiento, el tema social (el deseo de una sociedad igualitaria). A diferencia de los ilustrados, que pretendían enseñar y comunicar lo universal, las ideas, lo intelectual, los románticos solo quieren expresarse, comunicar sus sueños, deseos, angustias, dudas… La poesía romántica es una poesía de sentimientos y sensaciones, no de certezas o seguridades. Las emociones (incluida la angustia vital o mal de siglo, que conecta con el absurdo, propio del siglo XX); las ansias de libertad y la rebeldía contra el dogmatismo, la tiranía, la religión, los prejuicios sociales, las preceptivas literarias; la mujer y el amor, que suelen llevar al poeta a la desesperación; la naturaleza, agreste y salvaje, lejos de aquel tópico del lugar ameno… Todo ello es fundamental ahora en el Romanticismo. En cuanto a la forma, alternan el poema breve (como las Rimas de nuestro Bécquer) con el poema narrativo extenso, cuyo protagonista es un héroe rebelde, misterioso, marginado, satánico (como el Don Juan, de Byron)… Además, usan una métrica variada, diversidad de metros y estrofas. Hay dos escuelas principales:

los llamados laguistas, que vivieron en la región de los lagos, en el norte de las Islas Británicas;

y los satánicos, poetas malditos y escandalosos, rebeldes contra la sociedad y la moral de su tiempo, entre los que se halla Lord Byron, que enlaza con un poeta posterior: el francés Charles Baudelaire. Todos ellos mueren jóvenes, por accidente, suicidio o enfermedad, y fuera de su patria.

Entre los primeros destacan William Worsdworth (1770-1850) y Samuel Taylor Coleridge (1772-1834).

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Entre los malditos, tenemos a Lord Byron (1788-1824), el más famoso e importante; Percy Bysshe Shelley (1792-1822) y John Keats (1795-1821). También sobresale el nombre de William Blake (1757-1827), que algunos críticos añaden a la nómina romántica y otros, no. (Más información sobre Blake en “William Blake, poeta prerromántico”, http://www.avempace.com/file_download/4941/William+Blake%2C+poeta+prerrom%C3%A1ntico.pdf. Entre los románticos, suele incluirse también al poeta escocés, héroe nacionalista Robert Burns y al novelista de Edimburgo Walter Scott, creador de la novela histórica (Ivanhoe, El señor de Ballantree, Lucía de Lamermoor…)

Poetas de los lagos

Wordsworth (1770-1850)

William Worsdworth (Cokermouth,1770-Rydal Mounth, 1850) se quedó huérfano muy pronto, viajó a Francia y se hizo revolucionario, aunque después se desilusionó con los excesos del Terror. Fue gran amigo de Coleridge. Este, Robert Southey y él mismo forman la nómina de “poetas laguistas”, marcados por el sentimiento del paisaje de esa zona inglesa, que, en el caso de Worsdworth, recorrió desde niño. En su poesía hay una observación directa de la naturaleza por vía sensorial y una intención liberadora: siempre luchó por la libertad de los pueblos y contra la opresión, para él había que liberar al hombre en el ámbito religioso, político, sexual. Por eso se alejó del lenguaje elevado de la poesía convencional y se acercó a un lenguaje más común. Distinguió muy claramente entre experiencia y recuerdo, y decía que la poesía

“es la emoción rememorada en la tranquilidad”.

En 1798 publicó, con Coleridge, unas anónimas Baladas líricas, cuyo prólogo es considerado como el manifiesto del romanticismo británico. Ofrecemos aquí un extracto de The Prelude, libro 1 (1850), donde el poeta recuerda una experiencia de su infancia en primera persona: patinar sobre el hielo en un lago helado. Esta experiencia física la convierte Worsdworth en algo casi espiritual. El poeta se expresa en un verso liberado de rima, lo que da idea también de su búsqueda de la libertad, algo característico de los románticos. Aquí es el ritmo poético el que consigue crear la idea de movimiento. El tono del poema es de exaltación o excitación, de vitalidad y movimiento, de alegría de vivir. Las figuras más importantes son la aliteración, la asonancia y la onomatopeya. And in the frosty season, when the sun Was set, and visible for many a mile The cottage windows through the twilight blazed, I heeded not the summons: - happy time It was, indeed, for all of us; to me It was a time of rapture: clear and loud The village clock tolled six; I wheeled about, Proud and exulting, like an untired horse,

That cares not for his home. - All shod with steel, We hissed along the polished ice, in games Confederate, imitative of the chase And woodland pleasures, the resounding horn, The Pack loud bellowing, and the hunted hare. So through the darkness and the cold we flew, And not a voice was idle; with the din, Meanwhile, the precipices rang aloud,

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The leafless trees, and every icy crag Tinkled like iron, while the distant hills Into the tumult sent an alien sound

Of melancholy, not unnoticed, while the stars, Eastward, were sparkling clear, and in the west The orange sky of evening died away.

Incluimos también el poema “Las mesas se volcaron”, de Wordsworth, muy conocido, donde el poeta lakista apuesta por la naturaleza frente a la cultura libresca. Ni la ciencia ni el arte son comparables a la hermosura del paisaje. El poema es de alguna manera una reviviscencia de los tópicos del Carpe diem y del Aurea mediocritas: ¡Arriba! ¡Arriba! Amigo, aclara tu mirada. ¿Por qué afanarse tanto? ¡Arriba! ¡Arriba! Amigo, y deja ya tus libros, o has de volverte loco. El sol, sobre la cima alta de la montaña, un suave lustre fresco, ha extendido por todo el amplio campo verde su primera dulzura en la tarde amarilla. ¡Libros! Son una lucha aburrida y sin fin. Ven, amigo, y escucha al verderón del bosque. ¡Qué música más dulce! ¡Cuánta sabiduría hay en él, por mi vida! ¡Escucha! ¡Cuán alegre es el canto del tordo, orador nada ruin! Acércate a la luz de las cosas y deja que la Naturaleza sea la que te enseñe.

Ella alberga un tesoro de riquezas dispuestas para bendecir nuestros corazones y mentes, un saber espontáneo que respira salud, una verdad inspirada que respira alegría. Un impulso del bosque en primavera puede enseñar más del hombre, de la moral del bien y del mal, que los sabios mejores reunidos. Es precioso el saber de la Naturaleza. La mente, entrometida, desfigura las formas hermosas de las cosas. Las matamos primero, luego las disecamos. Basta de ciencia y de arte; cierra esas hojas yermas. Ven hacia aquí trayendo contigo un corazón que mire y que reciba.

En el mismo sentido de canto al paisaje, incluimos “Agua, puro elemento…”, “Mi corazón da un brinco…” AGUA, PURO ELEMENTO… Agua, puro elemento, dondequiera abandonas tu mansión subterránea, hierbas verdes y flores de brillante color y plantas con sus bayas, surgiendo hacia la vida, adornan tu cortejo; y en el estío, cuando el sol arde, veloces insectos resplandecen y, volando, te siguen. Si falta tu bondad, resuella el bosque, y ciervo y cierva y cazador con su venablo, juntos languidecen y caen. No deja de sentirse en el alma turbada tu benigna influencia; y tal vez en la entraña marmórea de la tierra, donde sufren tormento espíritus que lloran gracia y bondad perdidas, tus murmullos apagan

su angustia ya los tuyos mezclan sus dulces cantos. (Versión de Màrie Montand)

MI CORAZÓN DA UN BRINCO… Mi corazón da un brinco cuando observo el iris en el cielo: así fue, igual, al empezar mi vida, así es ahora cuando soy un hombre, así será cuando me vuelva un viejo, ¡o dejadme morir! El Niño es padre del Hombre: ojalá mis días estuvieran vinculados por natural piedad unos con otros. (Versión de José María Valverde)

Coleridge (1772-1834)

Samuel Taylor Coleridge (Otery St. Mary, 1772-Londres, 1834) fue un hombre inquieto y aventurero, interesado como Wordsworth en la Revolución francesa, aunque también como él, y como Shelley, pronto desencantado de ella, porque degeneró en un baño de sangre. Ambos poetas escribieron en colaboración Baladas líricas (1798), libro que inicia el Romanticismo en Inglaterra. Wordsworth se inspiraba en la naturaleza, pero Coleridge prefería los personajes misteriosos, soñadores y oscuros. A Coleridge le interesaba mucho el cambio social, quería una sociedad mejor. Por eso con su amigo Robert Southey, también poeta laguista, pensaron en crear en América una sociedad ideal, la Pantisocracia, que se establecería a orillas de un río y estaría formada inicialmente por

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doce hombres y doce mujeres (como los apóstoles), de los que procedería la nueva raza pantisocrática, cuyo ideario se basaba en la propiedad común, la educación liberal de los niños y la tolerancia en temas religiosos y políticos. Los dos jóvenes se casaron con dos hermanas y habían fijado como fecha de partida para América el año de 1795. Pero el matrimonio de Coleridge fracasó, los amigos se separaron y el proyecto pantisocrático fue abandonado. Con el paso de los años, la familia de Coleridge sería sustentada por su antiguo amigo Southey. T.S Eliot dijo de Coleridge, adicto al opio y voluble de carácter, que su vocación de “ser un hombre echado a perder” impidió que dejara una obra poética más contundente. Aún así, hay que destacar sus poemarios Baladas líricas (1798), publicadas con Wordsworth, y Kubla Khan (1816), dedicado al gran emperador mongol del siglo XIII que recibió en su corte al viajero veneciano Marco Polo. En sus Baladas líricas, Coleridge incluyó un extenso poema alegórico titulado “La rima del anciano marinero”, donde habla de un viejo marino errante que detiene a un invitado de una boda y le cuenta sus extrañas aventuras a bordo de un barco fantasma. Se trata del famoso tema del holandés errante, a su vez variación del histórico del judío errante. Un tema que ha hecho fortuna y que aparece en óperas como El holandés errante, de Wagner, y películas como Piratas del Caribe. Incluimos aquí un fragmento del poema: Y el viento que llegaba rugía con más ruido, las velas suspiraban como un campo de espigas, y de una sola nube negra caía lluvia. La Luna era tan sólo un leve filo. La densa nube negra se partió, y todavía la Luna estaba al lado: como aguas disparadas desde lo alto de un risco, sin abrir desgarrón, descendió el rayo, un río ancho y abrupto. Ese ruidoso viento nunca llegó hasta el barco, ¡y sin embargo, ahora el barco iba adelante! Bajo el rayo y la Luna los muertos emitieron un gemido. Gimieron, se movieron, se incorporaron todos, sin hablar ni mover los ojos: era extraño incluso en sueños, haber visto esos muertos levantarse. El timonel guió el barco en movimiento, pero no sopló brisa;

los marineros fueron a las jarcias de nuevo, como era su costumbre, levantaron sus miembros como útiles sin vida: como tripulación espectral allí estábamos. El cadáver del hijo de mi hermano, con sus rodillas junto a las mías, se irguió; el cadáver y yo tirábamos del mismo cable, pero sin que él dijera nada. «¡Te tengo miedo, anciano Marinero!» ¡Puedes estar tranquilo, Invitado a la Boda! No era que aquellas almas, que con dolor huyeron, volvieran a sus cuerpos, sino un tropel de espíritus benditos. Pues cuando amaneció, con los brazos caídos, alrededor del mástil se agolparon: lentamente salieron de sus bocas sonidos dulces y de sus cuerpos se marcharon.

Poetas satánicos

Keats (1795-1821)

John Keats (Londres, 1795-Roma, 1821) era de origen humilde, de profesión cirujano, se quedó huérfano muy pronto y siempre fue un desarraigado. Murió en Roma a los 26 años, pobre, enfermo de tuberculosis, sin éxito. A diferencia de Byron y Shelley, no se preocupó por la política ni por la religión, solo quería crear una poética y una estética ideales. Entró en los círculos literarios con veinte años. En 1817 publicó sus Poems, que fueron recibidos con acritud. Al año siguiente, ocurrió lo mismo con su Endymion. Keats representa, mejor que el malditismo (era el menos maldito de los malditos), la bohemia heroica y desesperada (como el Max Estrella de Luces de bohemia, de Valle-

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Inclán, personaje inspirado en el novelista y poeta Alejandro Sawa, muerto en Madrid en la pobreza y el abandono). Keats fue el más romántico de los poetas ingleses, buscaba con afán incansable la belleza, la poesía esencial sin adornos. En sus Odas (“A una ánfora griega”, “A un ruiseñor”…) proyecta su mirada melancólica sobre el amor, el dolor, el paso del tiempo… Sobre Keats, puede verse: “Estrella brillante”, entrada en Letr@herida, blog de literatura, http://lenguavempace.blogspot.com.es/2010/09/estrella-brillante-bright-star.html, de donde tomamos este poema: Bright star Bright star, would I were steadfast as thou art-- Not in lone splendour hung aloft the night And watching, with eternal lids apart, Like nature's patient, sleepless Eremite, The moving waters at their priestlike task Of pure ablution round earth's human shores Or gazing on the new soft-fallen mask Of snow upon the mountains and the moors-- No--yet still steadfast, still unchangeable, Pillow'd upon my fair love's ripening breast, To feel for ever its soft fall and swell, Awake for ever in a sweet unrest, Still, still to hear her tender-taken breath, And so live ever--or else swoon to death.

Estrella brillante Estrella brillante, si fuera constante como tú, no en solitario esplendor colgada de lo alto de la noche y mirando, con eternos párpados abiertos, como de naturaleza paciente, un insomne Eremita, las móviles aguas en su religiosa tarea de pura ablución alrededor de tierra de humanas riberas, o de contemplación de la recién suavemente caída máscara de nieve de las montañas y páramos. No, aún todavía constante, todavía inamovible, recostada sobre el maduro corazón de mi bello amor, para sentir para siempre su suave henchirse y caer, despierto por siempre en una dulce inquietud, silencioso, silencioso para escuchar su tierno respirar, y así vivir por siempre o si no, desvanecerme en la muerte.

También puede verse el documento “Lord Byron-Keats-antología”, http://www.avempace.com/file_download/2840/Lord+byron-keats-antolog%C3%ADa.pdf. Vamos a añadir aquí uno de sus poemas más famosos, “Ode on a Grecian Urn”, “Oda a una urna griega”, en inglés y traducción de Julio Cortázar. El tema son los pensamientos que inspira al poeta la contemplación de un dibujo de una urna griega. El poeta habla en primera persona y cuenta qué viene a su imaginación cuando contempla la urna. El poema tiene 5 estrofas de diez líneas cada una, con un ritmo muy marcado, y acaba afirmando que “Beauty is truth”, la belleza es la única verdad, una idea romántica de la poesía. El tono es meditativo y el poeta pondera ideas abstractas. Las palabras-clave son “love”, “beauty”, “happy”, “truth”… La sensación que produce el poema es de languidez, casi depresión o melancolía.

Texto en inglés Thou still unravish’d bride of quietness, Thou foster-child of silence and slow time, Sylvan historian, who canst thus express A flowery tale more sweetly than our rhyme: What leaf-fring’d legend haunt about thy shape Of deities or mortals, or of both, In Tempe or the dales of Arcady? What men or gods are these? What maidens loth? What mad pursuit? What struggle to escape? What pipes and timbrels? What wild ecstasy? Heard melodies are sweet, but those unheard Are sweeter: therefore, ye soft pipes, play on; Not to the sensual ear, but, more endear’d, Pipe to the spirit ditties of no tone: Fair youth, beneath the trees, thou canst not leave Thy song, nor ever can those trees be bare; Bold lover, never, never canst thou kiss, Though winning near the goal – yet, do not grieve;

She cannot fade, though thou hast not thy bliss, For ever wilt thou love, and she be fair!

Ah, happy, happy boughs! that cannot shed Your leaves, nor ever bid the spring adieu; And, happy melodist, unwearied, For ever piping songs for ever new; More happy love! more happy, happy love! For ever warm and still to be enjoy’d, For ever panting, and for ever young; All breathing human passion far above, That leaves a heart high-sorrowful and cloy’d, A burning forehead, and a parching tongue.

Who are these coming to the sacrifice? To what green altar, O mysterious priest, Lead’st thou that heifer lowing at the skies, And all her silken flanks with garlands drest?

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What little town by river or sea shore, Or mountain-built with peaceful citadel, Is emptied of this folk, this pious morn? And, little town, thy streets for evermore Will silent be; and not a soul to tell Why thou art desolate, can e’er return.

O Attic shape! Fair attitude! with brede Of marble men and maidens overwrought,

With forest branches and the trodden weed; Thou, silent form, dost tease us out of thought As doth eternity: Cold Pastoral! When old age shall this generation waste, Thou shalt remain, in midst of other woe Than ours, a friend to man, to whom thou say’st, “Beauty is truth, truth beauty,” – that is all Ye know on earth, and all ye need to know.

Traducción de Julio Cortázar

Tú, todavía virgen esposa de la calma, criatura nutrida de silencio y de tiempo, narradora del bosque que nos cuentas una florida historia más suave que estos versos. En el foliado friso ¿qué leyenda te ronda de dioses o mortales, o de ambos quizá, que en el Tempe se ven o en los valles de Arcadia? ¿Qué deidades son ésas, o qué hombres? ¿Qué doncellas rebeldes? ¿Qué rapto delirante? ¿Y esa loca carrera? ¿Quién lucha por huir? ¿Qué son esas zampoñas, qué esos tamboriles, ese salvaje frenesí? Si oídas melodías son dulces, más lo son las no oídas; sonad por eso, tiernas zampoñas, no para los sentidos, sino más exquisitas, tocad para el espíritu canciones silenciosas. Bello doncel, debajo de los árboles tu canto ya no puedes cesar, como no pueden ellos deshojarse. Osado amante, nunca, nunca podrás besarla aunque casi la alcances, mas no te desesperes: marchitarse no puede aunque no calmes tu ansia, ¡serás su amante siempre, y ella por siempre bella! ¡Dichosas, ah, dichosas ramas de hojas perennes que no despedirán jamás la primavera! Y tú, dichoso músico, que infatigable modulas incesantes tus cantos siempre nuevos.

¡Dichoso amor! ¡Dichoso amor, aun más dichoso! Por siempre ardiente y jamás saciado, anhelante por siempre y para siempre joven; cuán superior a la pasión del hombre que en pena deja el corazón hastiado, la garganta y la frente abrasadas de ardores. ¿Éstos, quiénes serán que al sacrificio acuden? ¿Hasta qué verde altar, misterioso oficiante, llevas esa ternera que hacia los cielos muge, los suaves flancos cubiertos de guirnaldas? ¿Qué pequeña ciudad a la vera del río o de la mar, alzada en la montaña su clama ciudadela vacía está de gentes esta sacra mañana? Oh diminuto pueblo, por siempre silenciosas tus calles quedarán, y ni un alma que sepa por qué estás desolado podrá nunca volver. ¡Ática imagen! ¡Bella actitud, marmórea estirpe de hombres y de doncellas cincelada, con ramas de floresta y pisoteadas hierbas! ¡Tú, silenciosa forma, tu enigma nuestro pensar excede como la Eternidad! ¡Oh fría Pastoral! Cuando a nuestra generación destruya el tiempo tú permanecerás, entre penas distintas de las nuestras, amiga de los hombres, diciendo: «La belleza es verdad y la verdad belleza»... Nada más se sabe en esta tierra y no más hace falta.

En el poema que transcribimos a continuación se observa el célebre mal du siècle de los románticos: esa tristeza sin motivo, ese deseo de no se sabe qué, ese estado mezcla de ansiedad y melancolía en el que caen los románticos sin poderlo evitar, al darse cuenta de que sus afanes son irrealizables. Keats expresa muy bien en sus versos esa atracción morbosa por la muerte, vista como descanso y no como horror, que sintieron los de su generación y que a muchos les llevó al suicidio. El poema tiene un aire que recuerda las composiciones breves de Bécquer, sus famosas Rimas:

¿Por qué reí esta noche? ¿Por qué reí esta noche? Ninguna voz lo dice; ningún dios ni demonio de severa respuesta se digna replicar desde cielo o infierno. Así, a mi corazón humano me dirijo: ¡Corazón! Tú y yo estamos aquí tristes y solos; escúchame: ¿por qué reí? ¡Oh dolor mortal! ¡Oh tiniebla, tiniebla! Siempre habré de gemir interrogando a Cielo, Infierno y Corazón.

¿Por qué reí? Este plazo de ser que se me ha dado lleva mi fantasía a sus más altas dichas; pero acabar querría hoy mismo, a medianoche, viendo rotas las claras banderas de este mundo: verso, fama, belleza son mucho, ciertamente, pero la muerte es más: el premio de la vida.

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Keats no tiene la habilidad narrativa de Byron, es por ello el maestro de las formas breves en la poesía inglesa, el poeta del acento lírico, el de la gracia verbal y la limpidez expresiva.

Shelley (1792-1822)

Percy Bysshe Shelley (Field Place, 1792-La Spezia, Italia, 1822) fue un poeta idealista, amante de la perfección, delicado y poco retórico. Su obra tiene aliento visionario, inspiración utópica y una rica vena meditativa. Como todos los románticos, Shelley murió joven. Era escritor, ensayista y poeta, muy amigo de Byron y, como aquél, de familia muy acaudalada, por lo que pudo vivir de las pensiones y rentas de los suyos. Estudió en Eton e ingresó en Oxford, donde solo permaneció un año, pues fue expulsado de la universidad por ateo (había redactado el libreto La necesidad del ateísmo, 1811), partidario del amor libre y agitador político. Su primera esposa, Harriet Westbrook, con la que se fugó a Escocia cuando ella tenía 16 años, y que era hija de un posadero, se suicidó. Shelley se casó tras este trágico suceso con Mary Shelley, hija del librero Godwin y autora de Frankenstein, novela gótica que está inspirada en la tormentosa personalidad de Lord Byron. El matrimonio, junto a su amigo Byron viajó a Italia y en sus costas se ahogó el poeta tras el naufragio de su yate, a los treinta años de edad (Byron murió también joven, con 36 años). En 1813, publicó Queen Mab, donde ya se mostraba como un joven revolucionario y partidario del escándalo. En Mont Blanc, se extasía ante la elevada cima de los Alpes y experimenta fundirse con ella. En Oda al viento del Oeste pide ser arrebatado como las hojas secas para lanzar al mundo sus ideas. Adonais es una elegía a la muerte de su amigo Keats. En 1820 publicó el extenso drama lírico Prometeo liberado, Prometheus Unbound, una especie de continuación del Prometeo encadenado, de Esquilo, pero con ideas nuevas plenamente románticas: Shelley no acepta la reconciliación del titán Prometeo con su padre Júpiter, como había intentado representar el dramaturgo griego. Su mensaje es que la tiranía y el mal y el odio (encarnados en Júpiter) son derrotados y los oscuros tiempos dan paso a una época de primacía del bien, el amor y el florecimiento de las artes. La liberación de Prometeo coincide así con la liberación de la humanidad, liberada de las cadenas del patriarcalismo, la violencia y el dominio del hombre por el hombre. Prometeo liberado abría también la posibilidad de una nueva vida humana en unión con la Naturaleza. No es de extrañar que Karl Marx se encontrara entre los admiradores de Shelley y que el poeta fuera considerado un pionero por muchos socialistas. Conviene recordar que la figura de Prometeo también había llamado la atención del alemán Goethe, que escribió en 1774 un poema sobre el mito en la línea de Shelley, con un titán que se niega a inclinarse ante su dios, Júpiter. Y es que la figura de Prometeo ha sido comparada en varias ocasiones con la del mismísimo Cristo, por el sacrificio que hizo a favor de los humanos y el castigo terrible que sufrió por ello, y no cabe duda de que tenía su atractivo para los jóvenes románticos. En 1821 publicó su mejor poemario, Adonais, elegía a la memoria de su amigo John Keats, que ya había muerto, y a la vez proclamación de la fuerza de la poesía como arma contra la adversidad. También ese año publicó el ensayo A Defence of Poetry, donde insiste en la función social del poeta y en su carácter profético.

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Sobre la amistad entre los Shelley y Byron hay una hermosa película del director ovetense Gonzalo Suárez, Remando al viento. Hay también una película de 1935 de tema similar, La novia de Frankestein, dirigida por James Whale. Reproducimos aquí un fragmento de “Oda al cielo” y otros poemas de Shelley: ¡Oh techumbre sin nubes del palacio de la noche! ¡Dorado paraíso de la luz! ¡Silencioso y vasto espacio que hoy como ayer relumbras!... ¡Cuanto quiso y cuanto quiere en ti descansa; el presente y pasado de la eterna edad del hombre eres! ¡Lumbre mansa de su templo y hogar! ¡Cámara interna de su gran soledad! ¡Bóveda oscura y dosel sempiterno y transparente del porvenir, que teje su futura edad desde la sombra del presente! Formas gloriosas viven de tu vida: la tierra y la terrena muchedumbre; las vivientes esferas donde anida la luz, como la nieve en una cumbre; la hondura del abismo y el desierto; los verdes orbes que te surcan suaves;

y los astros que van cual surco abierto en la espuma del mar tras de las naves; la helada luna deslumbrada y fría; y, más allá de tu nocturno velo, los soles poderosos de alegría abren su intensa luz a todo el cielo. ¡Como el del mismo Dios tu nombre suena, oh cielo! En tu mansión secreta habita la Potencia divina que lo llena, y es el cristal en donde ve infinita el hombre su mortal naturaleza. Una tras otra, las generaciones se arrodillan al pie de tu belleza, y te brindan, aladas, sus canciones. Sus efímeros dioses y ellos mismos pasan igual que un río cuando crece sin un eco dejar en sus abismos. Pero tu luz eterna permanece.

WAKE THE SERPENT NOT (1819) Wake the serpent not – lest he Should not know the way to go, – Let him crawl which yet lies sleeping Through the deep grass of the meadow! Not a bee shall hear him creeping, Not a may-fly shall awaken From its cradling blue-bell shaken, Not the starlight as he's slidin Through the grass with silent gliding.

NO DESPERTÉIS JAMÁS A LA SERPIENTE No despertéis jamás a la serpiente, por miedo a que ella ignore su camino; dejad que se deslice mientras duerme sumida en la honda yerba de los prados. Que ni una abeja la oiga al arrastrarse, que ni una mosca efímera resurja de su sueño, acunada en la campánula, ni las estrellas, cuando se escabulla silente entre la yerba, escurridiza. (Versión de Juan Abeleira y Alejandro Valero)

Lord Byron (1788-1824), el poeta y el mito

Nació en Londres, en 1788, y murió en Missolongi, Grecia, en 1824. Su vida fue difícil y escandalosa, se separó de su mujer, tuvo relaciones con jóvenes de los dos sexos y con su propia hermanastra, Augusta Leigh (con la que tuvo una hija, Medora), por lo que fue acusado por incesto. George Gordon Noel Byron, sexto barón (lord) de Byron, era cojo y de huesos frágiles (sufría enormemente por el frío), lo que no impedió que fuera guapo, culto y atractivo. Había perdido muy tempranamente a su padre (de quien aprendió el gusto por la vida licenciosa) y fue educado por una madre neurótica (de la que heredó un difícil temperamento). Esto lo hizo un joven melancólico y extravagante al que solo divertía transgredir las normas y escandalizar a sus mayores. Tuvo que sobreponerse a muchas burlas de quienes se reían de su cojera y pensaban que jamás andaría. En su estancia en Cambridge aprendió boxeo y esgrima. Hizo suya la máxima

«cuando un miembro se debilita, siempre hay otro que lo compensa».

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Defendió a los católicos, que en Inglaterra eran inferiores ante la ley a los protestantes, y también a los luditas, obreros destructores de máquinas y telares mecánicos que les quitaban el trabajo. Admiraba profundamente a Rousseau. Fue repudiado por los de su clase social por su comportamiento poco convencional y licencioso. Aunque era un lord, por herencia del título a los diez años, blasón que le dio derecho a ocupar su escaño en la Cámara de los Lores con veintiún años, su economía fue siempre bastante precaria, en parte también debido a sus costumbres manirrotas. Entre 1809 y 1811, Byron viajó por varios países de Europa, entre ellos España, en donde le cautivó la belleza de las españolas y se entrevistó con el general Castaños en plena Guerra de la Independencia. También viajó por Portugal, Albania y Malta y visitó las ruinas de Troya. En 1815 se casó con Anna Isabella Milbanke, a quien dijo la noche de bodas:

“Te arrepentirás de haberte casado con el diablo”.

Poco despues, a los veinticocho años, en 1816, se fue a Venecia y convirtió el palacio donde vivía en un harén, allí convivía con una joven condesa casada y participó en varias conspiraciones políticas (los carbonarios de Rávena, complot contra el Papa). A los treinta y cuatro años, débil, melancólico y enfermo, se trasladó a Grecia para luchar por la independencia del país, dominado por los turcos. Los griegos lo recibieron como un héroe y quisieron hacerlo comandante de su ejército, pero enfermó gravemente tras un ataque epiléptico del que ya no se recuperaría. Murió de malaria en 1824, en la ciudad de Missolonghi, a los treinta y seis años, convertido en un mito. Un suburbio de Atenas fue llamado Vyronia en su honor. El Abad de Westminster se negó a que el cuerpo de aquel genio descansara en el Rincón de los Poetas de la célebre abadía: su aureola de poète maudit (poeta maldito) aún hoy no se ha apagado. Al saber de su muerte, escribió Goethe: «Descansa en paz, amigo mío; tu corazón y tu vida han sido grandes y hermosos».

Byron elige en sus poemas a héroes rebeldes y autodestructivos, apasionados y talentosos, exiliados y con un pasado oscuro. El poeta se expresa con un estilo encendido y vehemente que demuestra su desprecio por la sociedad y las normas, su hastío de la vida y su escepticismo vital. Byron amaba lo diabólico y macabro, lo excéntrico y perverso. Y siempre se pone de parte de los imprudentes, los apasionados, los sensibles y valientes. Es un rebelde que acusa al mundo que lo rodea, lleno de piedad para sí mismo y denunciante infatigable de las miserias de una sociedad que despreciaba.

"Somos juguetes de! terror y el tiempo: callados se nos vienen ya los días, callados nos huyen, y vivimos la vida odiando y el morir temiendo. Todos los días de este odioso yugo, de esta carga vital del agitado corazón, destrozado por las penas, o latiendo rápido con dolores, o con placer que acababa en agonía o languidez: entre todos los días del pasado y el futuro (ya que en la vida no hay presente), sólo podemos contar unos pocos, o menos que unos pocos, en que el alma deje de ansiar la muerte; y sin embargo, el alma retrocede como retrocede un arroyo en el invierno, aunque el frío es de un instante. Un recurso me queda aún en mi ciencia; puedo evocar los muertos, preguntarles qué cosa es la que tanto tememos ser: la peor respuesta que pueden darme es la tumba. ¿Y qué es la tumba? Nada" (Manfredo, Acto II. Escena I).

Tuvo mucha influencia en los liberales españoles enemigos del absolutismo de Fernando VII y en los héroes independentistas de la América hispana. Se decía de él que tenía un gran magnetismo personal. Era excéntrico, polémico, retórico, violento, ostentoso, siempre ácido y cruel. Defendía a los desheredados y los miserables. Detestaba a la nobleza a la que pertenecía, a la sociedad bien pensante y la

Grecia expirando sobre las ruinas de

Missolonghi, de Delacroix. Dedicado a

Lord Byron

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hipocresía convencional. Se puso al lado de la independencia y contra los ejércitos napoleónicos y turcos. Despreciaba los límites y la opresión. Amaba la libertad y buscaba lo exótico, lo extravagante, la muerte misma. Vivir fue para él, como para muchos románticos, una viaje hacia el no-ser, lleno de angustia y desolación.

"Sí, vivo, mas es para morir; vivo y viviendo, no miro nada que a mis ojos haga la muerte odiosa, salvo aquel innato apego; un degradante, aunque invencible instinto de la vida, que aborrezco tanto cual me desprecio, y que, no obstante, no puedo dominarle. Y así vivo... ¡Ojalá nunca, nunca yo viviera!" (Caín, Acto I. Escena I).

"¡En torno de mí veo el estandarte, la espada y el erial, la Gloria y Grecia! No se hallaba más libre el espartano cubierto por su escudo. ¿Por qué vivir? ¿La juventud deploras? Te encuentras frente al campo de batalla, ¡la muerte con honor brindar te exige hasta el último aliento! Buscar y hallar son cosas diferentes; la tumba del soldado es tu presea; mira al rededor entonces, luego elige donde por fin reposes".

Fue el creador del héroe romántico por excelencia: el byronic hero, el joven rebelde, marginado por la sociedad, fuera de la ley, exiliado, apasionado, con fe en sí mismo, a veces cruel o violento incluso.

"El héroe romántico que Byron introduce en la literatura es un hombre misterioso; en su pasado hay un secreto, un terrible pecado, un yerro siniestro o una omisión irreparable. Él es un proscrito, todo el mundo lo presiente, pero nadie sabe lo que está escondido detrás del velo del tiempo y él mismo no levanta ese velo. Camina el secreto de su pasado solitario, silencioso, inaccesible. De él brotan perdición y destrucción. Es desconsiderado consigo mismo y despiadado con los demás. No conoce el perdón y no pide gracias ni a Dios ni a los hombres. No lamenta nada, no se arrepiente de nada, y a pesar de su vida desesperada no hubiera querido tener otra. Es áspero y salvaje, pero es de alta prosapia; sus rasgos son duros e impenetrables pero nobles y bellos, emana de él un atractivo que ninguna mujer puede resistir y ante el que todo hombre reacciona con la amistad o la hostilidad. Es un hombre perseguido por el destino y que se convierte en destino para otros hombres" (Arnold Hauser, Historia Social de la Literatura y el Arte, t. II, Barcelona, Labor, 1994, p. 396).

Byron fue muy admirado por sus contemporáneos: Goethe, Lamartine, Jan Potocki, Bécquer, Lermontov, Pushkin, Víctor Hugo, Alejandro Dumas… Edgar Allan Poe basó en personajes de Byron algunas de sus Narraciones extraordinarias. Él amó sobre todo a su perro Terranova “Boatswain”, a quien dedicó este magnífico epitafio:

“Aquí reposan

los restos de una criatura que fue bella sin vanidad,

fuerte sin insolencia, valiente sin ferocidad

y tuvo todas las virtudes del hombre y ninguno de sus defectos.”

Su carrera poética comenzó con el poemario Horas de ocio, que fue mal acogido y al que siguió su airada reacción, Bardos ingleses y críticos escoceses, donde criticaba a los críticos. En Pilgrimage of Childe Harold (Peregrinación del joven Harold, 1812-1818), extenso poema narrativo autobiográfico en cuatro cantos que lo hizo famoso, sobre todo entre las damas de la aristocracia, relata sus experiencias de viaje con su habitual tono de hastío y desencanto del mundo y con un marcado acento autobiográfico. El título contiene la palabra childe, que es el nombre que se daba en Inglaterra en la Edad Media a los jóvenes aspirantes a caballeros. El compositor francés Louis Héctor Berlioz escribió Harold en Italia basándose en esta obra de Byron.

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En 1814 compone su famoso poema “The Corsair, El corsario”, que inspiró la “Canción del pirata”, de José de Espronceda, y en la que también se basa la ópera de Verdi Il corsaro. Verdi también basó su ópera I due Foscari, Los dos Foscari, en un drama de Byron. En 1815 publicó Melodías hebreas, de título orientalista y provocador. En 1819 publicó Mazeppa. En Caín hace una interpretación anticristiana de la creación y la aparición del mal en la Tierra. Caín se niega a inclinarse ante Dios, pero tampoco quiere hacerlo ante Lucifer, él anhela la libertad. Quiere ser libre. Don Juan (1819-1824), que empezó a gestar en 1818, y cuyos primeros cantos se publicaron en 1819, es su obra maestra. Aunque inacabada por su repentina muerte, tiene diecisiete cantos. En ella recrea Byron el mito del seductor diabólicamente atractivo, al modo del Fausto de Goethe, un escritor al que admiraba y con el que se carteó. Se considera que Don Juan es el poema largo más importante de la literatura inglesa, junto con El paraíso perdido, de John Milton. Pero ello no impidió que, apenas publicado, fuera duramente criticado y que se acusara al autor de inmoralidad. La obra tiene un gran sentido lúdico, Byron juega con las rimas, incluye el lenguaje coloquial, desmitifica el verso y la poesía y no se da importancia. Obviamente, se identifica con su personaje. Su Don Juan busca el placer; no se enamora, es irresistible, irónico y descreído, se burla de todo y de todos y no necesita recurrir a la violencia o el engaño para seducir. Y además, carece del sentido de culpa judeocristiano. Se ríe del mismísimo Platón y de su concepto del amor “de lejos” o a distancia, idealizado, totalmente contrario a lo que a él le interesa: la satisfacción de su deseo físico. Las aventuras del Don Juan byroniano son varias: romance con Julia, con la joven Haidee, con la sultana, con Catalina la Grande… El burlador se ríe de la mediocridad de sus contemporáneos, se disfraza de mujer, visita harenes, salva doncellas en apuros, hace el amor y la guerra. Regresa a Inglaterra, sirve como tutor de una muchacha inocente… Todo lo hace y lo vive con intensidad, sin remordimientos. Como dice Espido Freire, en su prólogo a la edición española del Don Juan, Byron hace una sátira descarnada de los defectos de su mundo, critica fieramente a la sociedad en que le tocó vivir, fue “un colibrí entre gorriones y, por tanto, de vuelo breve (…) Vivió a fogonazos, tal y como escribió”.

VERSOS GRABADOS EN UNA COPA HECHA CON UN CRÁNEO Ni te sobresaltes ni creas que mi espíritu huyó; En mí contempla al único cráneo, Del que, al revés de una viviente cabeza, Todo lo que fluye nunca es aburrido. Viví, amé, bebí a grandes tragos como tú: Morí: que la tierra renuncie a mis huesos; Lléname: tú no puedes hacerme daño; El gusano tiene labios más viles que los tuyos. Mejor es contener a la uva burbujeante, Que criar la viscosa progenie del gusano terrestre, Y rodear en la forma de la copa A la bebida de los dioses, que no al alimento del reptil. Cuando por casualidad una vez mi ingenio brilla,

En ayuda de los demás, deja que brille; Y cuando, ¡ay!, nuestros cerebros hayan desaparecido, ¿qué substituto más noble habrá que el vino? Bebe a grandes tragos mientras puedas: otra raza Cuando tú y la tuya, como la mía, se haya perdido, Puede que te rescate del abrazo de la tierra, Y rime y se deleite con los muertos. ¿Por qué no? Ya que mediante el breve día del vivir, Nuestras cabezas efectos tan tristes engendran, Redimidas de los gusanos y de la arcilla desgastada, Esta posibilidad tienen de ser provechosas. (Versión de José María Martín Triana)

AL CUMPLIR MIS 36 AÑOS

¡Calma, corazón, ten calma! ¿A qué lates, si no abates

ya ni alegras a otra alma? ¿A qué lates?

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Mi vida, verde parral, dio ya su fruto y su flor, amarillea, otoñal, sin amor. Más no pongamos mal ceño! ¡No pensemos, no pensemos! Démonos al alto empeño que tenemos. Mira: Armas, banderas, campo de batalla, y la victoria, y Grecia. ¿No vale un lampo de esta gloria? ¡Despierta! A Hélade no toques, Ya Hélade despierta está. Invócate a ti. No invoques más allá Viejo volcán enfriado es mi llama; al firmamento alza su ardor apagado. ¡Ah momento! Temor y esperanza mueren.

Dolor y placer huyeron. Ni me curan ni me hieren. No son. Fueron. ¿A qué vivir, correr suerte, si la juventud tu sien ya no adorna? He aquí tu muerte. Y está bien. Tras tanta palabra dicha, el silencio. Es lo mejor. En el silencio ¿no hay dicha? y hay valor. Lo que tantos han hallado buscar ahora para ti: una tumba de soldado. Y hela aquí. Todo cansa todo pasa. Una mirada hacia atrás, y marchémonos a casa. Allí hay paz. (Versión de Enrique Álvarez Bonilla)

Fragmentos de Don Juan

Busco un héroe, búsqueda poco frecuente Cuando cada año y cada mes se inventa uno hasta que, tras saturar las revistas con su palique la gente descubre que no era auténtico. No voy a molestarme a ensalzar a uno de éstos. Por contra, prefiero a Don Juan, nuestro viejo amigo. Todos le conocemos en la pantomima enviado al infierno un poco antes de tiempo (Canto I, 1) Nació en Sevilla, ciudad magnífica y famosa por sus naranjas y mujeres. Quien no la haya visitado tiene mucho que lamentar. Así reza el proverbio, y convengo en ello. De todas las ciudades de España no hay otra más hermosa

excepto Cádiz quizá. Enseguida lo veréis. Los padres de Don Juan vivían junto al río, ese noble caudal llamado Guadalquivir (Canto I, 8) Es una pena que doncellas educadas se casen siempre con personajes carentes de ilustración o caballeros que, aunque de buena familia y crianza, sean sordos a la disquisición científica. Más prefiero no mencionar estas mentalidades, soy un hombre sencillo y he visto pocas cosas pero, ¡ah, maridos de damas intelectuales! Decidnos sinceramente, ¿no os han vuelto unos calzonazos? (Canto I, 22)

“El tan manido y llevado título de blasfemo —que, con radical, liberal, jacobino, reformista, etc., no es sino una de las variaciones que los empleadillos hacen sonar diariamente en los oídos de los que escuchen— debería ser bien recibido entre aquellos que recuerdan a quién le fue otorgado originariamente. Sócrates y Jesucristo fueron ejecutados públicamente como blasfemos, así como otros muchos que ya lo fueron o lo serían por osar oponerse a los abusos más notorios del nombre de Dios y la mente del hombre. Pero la persecución no es ninguna refutación, ni siquiera un triunfo; el “desgraciado infiel”, que así le llaman, es probablemente más feliz en su prisión que el más orgulloso de sus perseguidores.” (Prefacio a los cantos VI - VIII)

Bibliografía

CALERO HERAS, José Luis, Literatura Universal, 2º de Bachillerato, Barcelona, Octaedro.

Wikipedia.

Google.

Youtube.

Letr@herida, http://lenguavempace.blogspot.es, entradas “John Keats”, “Lord Byron”.

Espido Freire, Laura, prólogo en Lord Byron, Don Juan, trad. Pedro Ugalde, Madrid, El Mundo-Unidad Editorial, 1999.

A media voz, http://amediavoz.com/byron.htm, poemas de Byron.