ly th goes ricoeur
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TESTIMONIO
Y
TEST CIN
EN
L MEMORIA L HISTORIA
EL OLVIDO
EP UL RICOEUR
Esteban Lythgoe
RESUMEN Una de las discusiones historiogrficas ms actuales consiste en esta-
blecer cul debe ser la relacin entre la historia y la memoria. En su
propuesta, Ricoeur asocia la bsqueda de la verdad a la historia y la
pretensin de fidelidad a la mem oria. El objetivo dei presente trabajo
es rastrear los antecedentes de esta tesis y establecer cmo stos afec-
tan a su posicin acerca del papel del testimonio en la historiografa.
Se establece que esta propuesta no es el producto coyuntural de los
debates posteriores a
T iempo y n arracin
sino que surge de invesriga-
ciones anteriores acerca de temticas asociadas.
ABSTRACT One of the most actual discussions in history is ro establish the rela-
tion between history and memory. In his proposal, Ricoeur associates
truth with history and fidelity with memory. The object of this paper
is to trace the antecedents of these thesis and to show its influence
in his position about the role of testimony in history. We dismiss the
hypotheses tha t Ricoeur s position is due to the conjuncture, and sus-
tain that it is the pro duct of earlier invesrigations in associated areas.
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PALABRAS CLAVE
Fidelidad pasividad injustificable.
KEY WORDS
Fidelity passivity unjustifiable.
Historia
y
mem oria
n
el
decenio
de 1980
Paul Ricoeur
se en-
frentaba a Hayden White con respecto
de la
^continuidad
o no
entre
la
narrativa
del
rela-
to histrico
y
la temporalidad histrica. Una de las dificultades principales
de
su
propuesta basada
en
los conceptos
demythosymimesis
provena
de
la propia historia.
En
ese entonces haba entrado
en
decadencia
la
historia
de loseventosy en sulugar estabaenaugelahistoriadelarga duracin.
Este tipo
de
investigacin era morfolgicamente similar a tratados de corte
sociolgico
o
econm ico pero refractario
al
concepto de puesta
en
intriga.
La respuesta
de
Ricoeur apunt
a
establecer que
aun esa
forma
de
aborda-
je estaba articulado
por una
cuasi intriga
es
decir
una
introduccin
un
nudo
y un
desenlace.
Veinte aos
ms
tarde
el
panorama
de la
historia se haba vuelto
di-
ferente.
La
historia
de
larga duracin cedi
de
nuevo
su
lugar
a la
historia
de
los
acontecimientos sobre todo
a
partir
de los
debates
en
torno
de los
testimonios traumticosdelholocausto. stoshancentradosuintersen
la tensin entre
la
mem oria
de
los sobrevivientes
y la
labor
de
los historia-
dores
por
una parte y en
la
relacin entre el plano tico de los reclamos
de
las vctimasyel epistemolgicode laverdad histrica por laotra.
Dentro
de
este marco contextual
la
publicacin
deLamemoria la
historia elolvi osepresentaba comounatarea imprevista pero a la vez
ineludible. Ineludible porque
la
mayora
de los
conceptos
en
discusin
para
no
decir
la
totalidad haban sido
el
objeto
de
alguna
de sus
investi-
gaciones anteriores. Inclusoelconceptode lamemoria colectivayahaba
sido mencionado promediando
el
ltimo tomo
de
Tiempo y
narracin.Era
preciso entonces establecer
de qu
modo tales conceptos
se
aplicaban
a
este nuevo contexto historiogrfico. Imprevista pues
los
autores asociados
con
la
problemtica
de la
memoria como Maurice Halbwachs
o
Pierre
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La intencin del presente artculo consiste, en primer lugar, en efec-
tuar un rastreo gentico de los conceptos ms influyentes en su modo de
concebir la relacin entre memoria e historia y, en consecuencia, en sus
prescripciones acerca del uso de los testimonios, en especial de las vcti-
mas de alguna masacre. Nuestra tesis es que tales consideraciones deben
comprenderse en el marco de la distincin entre
atestacin
y conocimiento,
presente en la obra de Ricoeur. El seguimiento de este par de conceptos
en el pensamiento del autor francs excedera los alcances de un artculo.
Por lo tanto, nos limitaremos a analizar de qu manera ha sido expuesta
dicha distincin en el marco de la problemtica del testimonio y, ms
especficamente, en tres obras que abarcan un periodo de treinta aos.
Nos referimos a la conferencia Hermenutica del testimonio , expuesta
en el oloquio
d e
astellide 1972,Smismocomo otrodel ao 1990 y, por
ltimo, aLa
mem oria,
la
historia,
e l olvido, del 2000.'
No somos de la idea de que el modo de ir articulando esta distincin
entre conocimiento y atestacin haya sido impermeable a las temticas
analizadas. Aun cuando en las tres oportunidades se encuentra vinculada
al testimonio, el marco de la investigacin vara de obra en obra. En forma
cronolgica, el primer texto se refiere al asunto de lo absoluto; el segundo,
a la identidad personal; y, finalmente, el tercero, a la relacin historia-me-
moria. Entonces, lo que intentaremos sealar, en segundo lugar, es cmo
ha ido variando la relacin entre conocimiento y atestacin, y que esta
variacin puede ligarse al marco temtico en el que se encuentra inserto.
l testmonio de lo absoluto
Ricoeur realiza su primer anlisis del testimonio durante el
oloquio
de
astellide 1972 y en el marco de una filosofa de lo absoluto. Siguiendo
la obra de Jean Nabert, el filsofo intenta responder si, independiente
de las diversas pruebas sobre la existencia de Dios, la reflexin filosfica
poda elevarse de otro m odo a una afirmacin absoluta de lo absoluto . D e
acuerdo con estefilsofo no es posible unafilosofade la experiencia de lo
absoluto partiendo de la accin ejemplar o de lo simblico, sino paradji-
camente a partir de lo
injustificable.
Bien podra parecer que el mejor acceso a esta temtica sera a travs
de la accin ejemplar, pero en la ejemplaridad, el caso se desvanece de-
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lante de la regla y la persona se desdibuja delante de la ley. En cam bio, lo
injustificable se manifiesta como un abismo que escapa a toda tentativa de
justificacin tanto por la norma como por su incumplimiento. Antes que
eldeseode
conocimiento,
lo injustificable nos mueve a preguntarnos cmo
puede ser vencido en la singularidad concreta, es decir, en cada evento o
acto contingente. N o se trata de ilustrar las normas que lo injustificable ha
roto, sino de mostrar palabras y acciones absolutas, en el sentido en que
extirpan manifiesta y visiblemente la raz del mal.
Por su parte, el smbolo no se borra con tanta facilidad detrs de la re-
gla como lo hace el ejemplo. Su opacidad lo vuelve inagotable y nos da qu
pensar; pero carece de espesor histrico, en cuanto a que su sentido es ms
importante que su historicidad. M ientras el smbolo
e s
el resultado de la ima-
ginacin productiva, el testimonio encarna las ideas y los ideales en la reali-
dad. En l se conjuga la interioridad de ima afirmacin con la exterioridad de
los actos y existencias. La hermenutica del testimonio intenta precisamente
entender tal conjuncin.
El primer paso estriba en definir al testimonio. A diferencia de otros
autores, Ricoeur no acepta que tal definicin dependa del mbito en que se
lo vaya a aplicar. As, se niega a definirlo como un concepto histrico, pues
no es una categora especfica del mtodo histrico, es una transposicin
caracterstica e instructiva de un concepto eminentemente jurdico que
atesta ac su poder de generalizacin. Esta transferencia de lo jurdico a lo
histrico seala aspectos histricos del concepto jurdico mismo .^ Tam-
bin, tom a distancia de quienes confinan este concepto a lo religioso, pues,
si bien es cierto que la dimensin proftica y kerygmtica le imprime un
nuevo sentido, el sentido profano no es simplem ente abolido, sino, de
una cierta manera, conservado e incluso exaltado .^ En lugar de nociones
especficas para cada rea en particular, el
filsofo
nsiste en que es preciso
determinar la
nocin ordin ri
de testimonio, com n a todas estas concep-
ciones, y cuyo origen es, sin duda, jurdico.
La nocin ordinaria se funda en tres pilares. El primero es su carcter
casi emprico, debido a que es una narracin de percepciones. Esto supone
a privilegiar como criterio la presencia del declarante para determinar
quin puede ser testigo en el suceso en detrimento de otro tipo de creden-
cial yb la necesidad de la creencia del auditorio. El testimonio en tanto
que relato se encuentra as en una posicin intermedia entre una constata-
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cin hecha por un sujeto y una creencia asumida por otro sujeto sobre la
fe del testimonio del primero. *
El segundo pilar es suczrctet judiciario.Una declaracin slo puede
considerarse testimonio en el marco de unproceso o disputa en donde to-
mar posicin en favor de alguna de las partes. Esta condicin le impone
una seria restriccin a la condicin anterior, pues slo se cuenta como tes-
timonio aquella declaracin que cumple el rol de ser evidencia dentro de
la disputa. Este segundo pilar concluye con una observacin lateral que se
ir modificando a lo largo del tiempo. Apoyndose en Aristteles, Ricoeur
remata asociando lo jurdico a la retrica: la prueba jurdica no se halla a
nivel de lo necesario, sino de lo probable, su argumento no es deductivo,
s no
persuasivo.
Encuadrar al testimonio dentro de lo jurdico conduce a concebirlo
no slo como un concepto epistmico, sino, sobre todo, moral. Justo el
tercer pilar se vincula con dicha dimensin, que desplaza la atencin del
testimonio en s y lo dirige hacia el testigo, ms exactamente al falso testi-
go.
Pese a su nombre, el falso testimonio no alude a algn error o falta de
exactitud en la declaracin, debido a problemas de memoria o perceptua-
les, sino a la intencin dolosa del testigo de querer engaar al auditorio.
Empero, el engao no alude a la falta de escrupulosidad o exactitud en lo
declarado, sino a que el testigo no sea fiel a sus convicciones. Por debajo de
esta distincin entre fidelidad y escrupulosidad subyace otra diferencia que
debemos considerar. Me refiero a la del testimonio fctico y el testimonio
de la conciencia o de sentido. Todo testimonio aporta tanto elementos
externos que son descripciones de sucesos, como internos de n-
dole fundamentalmente moral. El primero es objetivamente verificable
y cualquiera que haya presenciado el evento puede corroborarlo. En este
espectro de la declaracin, quin declare es algo secundario, siempre y
cuando haya presenciado el suceso en cuestin. En cambio, el segundo
articula el relato fctico y le proporciona un sentido a la historia. Su aporte
no es fctico, sino, en esencia, de corte moral. La identidad de quien decla-
ra es primordial, pues en su declaracin se exteriorizan sus convicciones.
Todo testimonio es la suma del componente fctico y de sentido. Como
Ricoeur lo explica: cierto, el hecho es inseparable de su sentido; pero el
sentido se inscribe en la historia, ha advenido, ha acontecido: de todo eso
ustedes son testigos .'
Llevada al campo de la historia, la tensin entre el sentido y lo fctico
da lugar a una serie de preguntas: por una parte, cmo puede el historiador
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de quienes lo vivieron y, por la otra, cmo evitar basar la historia slo en
los marcos de sentido sin tomar en cuenta los sucesos acontecidos. Sin
embargo, en este m om ento de su obra, la atencin de Ricoeur
s
concentra
slo en aquel testigo que se identifica con una causa justa an a pesar de
su vida, fenmeno que ba quedado asociado a la raz griega del trmino,
el martyr.En estos casos, no interesa tanto la palabra com o su obra y
accionar, pues son la prueba viviente de sus convicciones. El sentido del
testimonio parece entonces invertido; el trmino no designa ms una ac-
cin de palabra, el relato oral de un testigo ocular sobre un hecbo al cual l
ha asistido; el testimonio es la accin misma en tanto que ella atesta en la
exterioridad el hombre interior mismo, su conviccin, su fe. ^
Una vez establecida la forma en que la dimensin proftica y kerym-
tica conserva y exalta al sentido profano del testim onio, retoma sus consi-
deraciones acerca de la hermenutica del testimonio. Existe una inmedia-
tez de lo absoluto sin la cual no habra nada que interpretar, pero sta es
slo el origen de la interminable mediacin hermenutica. El autor toma
distancia de Hegel y rechaza la posibilidad de subsumir la hermenutica
del testimonio en un saber absoluto, pero no a partir de cierta debilidad
probatoria del testimon io, como supona Aristteles, sino debido a la fini-
tud constitutiva de la conciencia a la que se le niega tm saber abso luto. A
diferencia del ideal que gua al conocimiento cientfico, la hermenutica
del testimonio se presenta como una tarea infinita que, en consecuencia,
no se puede constituir en un sistema cerrado.
La conferencia concluye con dos aspectos a destacar por el contraste
que tend rn con los planteos posteriores. En el prim ero, desde el pu nto de
vista epistmico, la atestacin es de orden distinto al conocimiento cien-
tfico,
ms ligado con la retrica. Ello nos enfrenta con una de las grandes
limitaciones constitutivas de la hermenutica del testimonio, puesto que,
por s misma, es incapaz de determ inar la arbitrariedad de Dios, pues en
trminos de modalidad del juicio, la interpretacin de un testimonio es
slo probable .'' De ah que, de manera anloga a lo que sucede en un
nivel judicial, est sujeta, en ltima instancia, a una decisin. El segundo
es el dilema entre esas dos rdenes de creencias diferentes con el que se
concluye la conferencia: un conocimiento con certezas o la hermenutica
del testimonio. N inguno de ellos prima sobre el otro , pero su inconmen-
surabilidad nos obliga a decidirnos por uno de ellos.
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testacin y creencia dxica
St mismo omo otrono aborda de manera particular el testimonio , sino
recurre a la atestacin como punto de partida para salvar el gran dilema
filosfico en torno de la identidad. En esencia, inten ta establecer
s i
es posi-
ble aspirar a una certeza cartesiana acerca de la identidad personal o si hay
que conformarse con la tesis irnica de que esa bsqueda es una ilusin. El
filsofo francs propone romper con el dilema por medio de un concepto
de identidad
s u i
generis,pero con un estatuto epistmico cualitativamente
distinto: la atestacin.
En esta obra, se desarrollan en extenso los atributos distintivos de la
atestacin del conocimiento tradicional. Al igual que el conocimiento,
se define com o una creencia no dxica propia de la expresin creo
que ,
sino asociada con el creo en . Esta distincin la disocia de los
valores propios del conocimiento, como puede ser la certeza, la adecua-
cin, la justificacin o la verdad. La atestacin queda ligada a otro tipo de
valores que, sin dejar de ser epistmicos, incluyen un componente tico.
El valor central es el de la
fiabilidad
La atestacin tiene como su opuesto a
la sospecha, pero no hay un proceso de justificacin o verificacin que ga-
rantice la atestacin. Por lo que , no queda ms recurso contra la sospecha
que una atestacin ms fiable .*
La fiabilidad se constituye en el punto de contacto entre atestacin y
testim onio . As, leemos: Mientras que la creencia dxica se inscribe en la
gramtica del 'creo que', la atestacin depende de la del 'creo en '. En esto se
aproxima al testimonio, como indica la etimologa, en la medida en que
se cree precisamente
en
la palabra del testigo .' Jean Greisch propone ex-
plicar el vnculo entre testimonio y atestacin comparando sus similitudes
y diferencias con la de cada uno de los focos de una elipse.' N o considero
que esta imagen baste para dar cuenta de manera satisfactoria de la relacin
entre ambos conceptos. Por desgracia, el artculo no desarrolla ms esta
idea, sino que, antes bien, se dedica a recoger el modo en que ambas nocio-
nes son expuestas desde el Coloquio de Castelli a 5 ^ mismo omo
otro.
En
defensa de Greisch, debemos recordar que este texto es previo a la publica-
cin de
La m emoria, l a historia, e l olvido,
donde resulta mucho ms eviden-
te el vnculo entre ambos conceptos, que, segn el intrprete, hasta ese en-
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tonces resultaba poc o cla ro. En resum en, el test imon io se presenta co m o
el fenmeno en donde se manifiesta en forma paradigmtica la relacin de
atestacin, pues en l el auditorio atesta al testigo, es decir, cree en l, aun
careciendo de elementos q ue g aranticen la verdad d e lo que se dice.
C om o el cono cimien to se vincula con la verdad, Ricoeur asocia, au nq ue
de m od o m uy esp ordico, a la atestacin co n lo veraz. A diferencia de lo qu e
se planteab a en el C olo qu io d e Castelli, la verdad y lo veraz no son cam inos
alternativos, sino que interactan entre s. El filsofo presenta a la Segunda
meditacin
m etafsica
de Descartes, como un ejemplo paradigm tico de esta
articulacin. El cogito es una certeza precaria condenada a reiterarse una y
otra vez. T al preca rieda d recin se resuelve con la figura de D ios , la cual le
confiere permanencia al
cogito.
En el contexto de
S mismo comootro
dicha
interpretac in concluye sim plem ente c on la presen tacin del dilema: el Cgz-
toposee valor de fundam ento, pero es una verdad in ti l , po rqu e no se pue de
continuar o se funda en la idea de Dios y, por lo tanto, pierde su carcter
de primer principio.'^ No obstante, en un artculo posterior, este dilema se
retoma, pero, esta vez, inclinndose de manera decidida por la segunda pro-
posicin del dilema y destacando sus consecuencias epistemolgicas. En la
medida en que el
cogito
se encuadra den tro de la verdad y Dios en el marco
de la fiabilidad o veracidad, preferir esta segunda pro posicin sup on e subo r-
dina r la verdad a la veracidad. C o m o lo explica el propio Ricoeur:
No se trata ac de psicologa, sino de epistemologa en la medida en que
la creencia y, oso decir, fianza, marcan la inscripcin de la verdad en otro
registro que aquel de la verificacin, exactamente en el sentido en el que,
por la duda. Descartes sita la problemtica de la primera verdad en la
dimensin del engao y de la veracidad y, al m ismo tiemp o, apoya la episte-
mologa de lo verdadero sobre la de la veracidad, cosa que puede ser apenas
hayamos explorado y ex plotad o.
En este contex to, no t ien e sentido la pre gu nta inversa de si el plano de
lo verdad ero p ued e tener a lguna injerencia en el de lo veraz y hasta d n de ;
m a s como veremos, la problemtica entre memoria e historia girar en
torno de esa relacin.
En lo que respecta a la atestacin, el siguiente punto de inters de
esta obra consiste en su nexo con la retrica. Si bien ste no es el centro
C f r
ibidem p. 305: Es importante no confundir las nociones de testimonio y ates-
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del deb ate, los pocos prrafos de dicados al asun to n os perm iten establecer
ciertas diferencias con la H erm en utica del testim on io . En efecto, en la
conferencia de 1972, la relacin entre el testimonio y la retrica surga de
la articulacin que Aristteles efecta entre estos conceptos y la justicia.
En cambio, en 5/
mismo como otro
la retrica se introduce mediante la
reduccin tropolgica que Nietzsche hace a la filosofa. En su
Curso de
retrica el filsofo alemn establece que las estrategias retricas ocultas en
los discursos de la identidad no son sobreaadidas, sino constitutivas del
lenguaje m ism o. Para sostener el carcter fenom nico de la interioridad es
preciso asumir que se experimenta del mismo m od o q ue el m un do exte-
rior, es decir, de ma nera causal. En la medid a en q ue esta acti tud no eme r-
ge del
ogito
mismo, sino que es un hbito, el problema de la identidad es
pura y l lanamente una i lusin.
Mientras la filosofa y la ciencia ambicionan establecer un conoci-
miento, la retrica nos remite a un discurso que pretende persuadir. Hay
intrpretes que la asocian con la sofstica, lo que supondra caracterizarla
com o la anttesis del cono cim iento filosfico y de cualquier p retensin de
verdad. Po r su parte, Ricoeur no coincide con dicha identificacin entre la
sofstica, la retrica y lo verosmil, lo cual da lugar a una escala que consi-
dera la verd ad y el co no cim ien to co m o el ideal a alcanzar y a lo verosmil y
la retrica co m o su con tracara . En su lugar, ub ica a la retrica y sus estrate-
gias en o tro p lan o qu e el surgido de la oposicin filosofa-sofstica. D e ah ,
sostiene: la severa seleccin practicada a qu es fiel a m i pro p sito : m ostra r
en el
zncogito
de Nietzsche, no lo contrario del
cogito
cartesiano, sino la
destruccin de la pregunta misma a la que, supuestamente, el cogitodebe-
ra dar una respuesta absoluta . ' '* La estrategia de introducir la atestacin
en el debate sobre la identidad personal, por una parte, y de rechazar que
el debate Descartes-Nietzsche pueda ser vinculado con una escala cogito-
zncogito
por otra, conduce a romper el lazo que Ricoeur haba estable-
cido entre atestacin y retrica, en la dcada de 1970.
Episteme
retrica y
atestacin son conceptos localizados en planos distintos, pero con puntos
de contacto y de comparacin entre s:
A nuestro entender, la atestacin define el tipo de certeza a la que pue-
de aspirar la hermenutica no slo respecto de la exaltacin epistmica del
cogito a partir de Descartes, sino, tambin, respecto de su humillacin en
Nietzsche y sus sucesores. La atestacin parece exigir menos que la primera
y ms que la segunda. De hecho, comparada con ambas, tambin ella es
propiamente top os.
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La articulacin mem oria historia
En algn sentido.
La
memoria,
la
historia,
el
olvido contina el debate
compilado por Saul Friedlander con el ttulo de robing
t h e
Limits of Re-
presentatione intenta definir cmo es posible representar grandes aconteci-
mientos traumticos, como el holocausto, sin basarse slo en un conjunto
de docum entos o estadsticas, sino recogiendo, tam bin, el sufrimiento de
quienes padecieron y murieron durante ese periodo. La propuesta de Ri-
coeur consiste en articular la mem oria
la historia por medio del concepto
de atestacin, en forma anloga a como lo haba hecho en 5/ mismo como
otrorespecto de la identidad personal. As, mientras en
Tiempo y
narracin
el objeto de su inters era la narracin histrica y parta, desde un acerca-
miento hermenutico, al problema del pasado, el de su obra de 2000 es
fenomenolgico, pues toma como p un to de arranque la memoria com o el
primer y ms fuerte nexo con el pasado.
La memoria nos coloca ante la presencia de una cosa ausente; tal re-
presentacin del pasado posee la forma de una imagen. Ella no slo recoge
los sucesos acontecidos, sino proporciona un marco de sentido, derivado
de las motivaciones que llevaron a realizar cierto acto o de los sentim ientos
que baba cuando era realizado. El sentido es lo distintivo de la memo-
ria como trazo del pasado y su aporte no debera ser menospreciado en
el anlisis historiogrfico. Muchos eventos contingentes, incluso algunos
habituales, adquiriran un cariz por completo diferente si se le incluyera al
momento de interpretarlo. De forma irnica, dicho aporte distintivo de la
mem oria es la raz misma de su debilidad en cuanto a la informacin con-
trastable que nos puede proporcionar del pasado. En efecto, si podem os
hacer un reproche a la memoria de ser poco
fiable
es precisamente porque
es nuestro solo y nico recurso parasignificar
e l carcter
pasadode aquello
que declaramos recordar .
El
filsofo
analiza la memoria desde la perspectiva de qu se recuerda,
cmo se recuerda y quin recuerda. Con respecto del primer punto, tanto
el sentido del recuerdo como la amenaza a su ambicin de verdad se deben
al estrecho vnculo de la memoria con la imaginacin. Si bien busca apoyo
en la fenomenologa para distinguir una instancia de la otra, no encuen-
tra en la obra de Husserl ningn criterio de demarcacin satisfactorio. Su
anlisis de la dimensin pragmtica lo lleva a mostrar cmo se ha intenta-
do explotar tcnicamente desde la antigedad la relacin entre memoria
e imaginacin. La mnemotcnica o
ars
memoriae no hace otra cosa que
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dao Bruno, sera una muestra de los extremos que esta tcnica alcanza
cuando la imaginacin acaba por tomar un papel protagnico.
Por ltimo, se detiene en la pregunta acerca de quin recuerda. Su
propsito es intersectar en una regin lingstica los dos discursos sobre
el tema, los cuales, hasta el momento, aparecen como contrapuestos, la
tradicin que Ricoeur llama de la visin interna, ligada con corrientes
fenomenolgicas, y la externa, ms asociadas con lneas sociolgicas deri-
vadas de la obra de M . Halbwachs. Para conseguirlo, recurre a la propuesta
de Strawson de la atribucin de predicados relacionados con la primera
persona del singular a una tercera persona. De acuerdo con la tesis desarro-
llada en o s
individuos
tales predicados deben cumplir con las siguientes
condiciones: 1. La atribucin debe poder ser suspendida u operada. 2 . Los
predicados deben guardar el mismo sentido en dos situaciones de atribu-
cin distintos. 3. Esta atribucin mltiple debe mantener la disimetra
entre adscripcin a s mismo y adscripcin al otro. La primera parte de
La memoria la historia el
olvido es una muestra del cumplimiento de la
primera condicin; en ella sedesimplic al qu y al cmo de la memoria
del quin recuerda. Con respecto de la segunda condicin, suspender la
atribucin permite adscribir la memoria a otro, sin por ello modificar su
sentido. A pesar de eso, la condicin de la disimetra tambin se cumple,
pues,
pese a poder trasladarse la atribucin de un recuerdo, uno es incapaz
e
plenific r
o confirmar tal atribucin.
El argumento de la atribucin mltiple deja en claro que las limitacio-
nes observadas tan to en un nivel veritativo como pragmtico son constitu-
tivas de la memoria misma y, por lo tanto, imposibles de superar. La raz
de las dificultades radicara, para este
filsofo
en la metfora platnica del
bloque de cera en donde se asocia el concepto de eikoscon el de tupos. El
primero nos remite a la representacin de algo ausente y s e liga con lo o tro
de la afeccin original; el segundo, en cambio, se vincula a la impresin
original y la causalidad de la afeccin. Segn Ricoeur, esta conjuncin
entre estimulacin (externa) y similitud (interna) permanecer, para noso-
tros,
como la cruz de toda la problemtica de la memoria .^ Entonces, su
propuesta consiste en distinguir la perseverancia de la afeccin de su cau-
salidad y poner a esta ltima entre parntesis. La memoria tiene un nexo
directo con el pasado, por eso le puede ser fiel; sin embargo, carece de las
instancias crticas necesarias para asegurar que su relato sea verdadero. De
este modo , la historia puede am pliar, completar, corregir, hasta refutar el
testimonio de la memoria, pero no lo puede abolir .^'
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Los recuerdos se transmiten por medio de los testimonios. A su vez,
stos pueden ser considerados com o evidencia en una investigacin hist-
rica. En la medida, entonces, en que el testimonio constituye la estructu-
ra fundamental de transicin entre la memoria y la historia ,^^ ser en las
prescripciones acerca de su uso en la investigacin historiogrfica donde se
pondr de manifiesto cmo se efecta la articulacin propuesta.
La definicin de testimonio que se considera como punto de partida
es la de Ren Dulon g, quien lo caracteriza como un relato autobiogrfico
certificado de un evento pasado [y] que este relato sea realizado en circuns-
tancias informales o formales .^ De ella, Ricoeur desprende seis compo-
nentes esenciales. Los primeros cinco continan con la lnea iniciada en el
decenio de 1970. En efecto, el primero sostiene que una declaracin testi-
monial es, a la vez, una asercin de una realidad factual y la certificacin o
autentificacin de lo declarado. En este punto, insiste en que la informa-
cin aportada debe ser tenida por importante o significativa. El segundo
componente asocia la certificacin con la autodesignacin del testigo y su
presencia en los sucesos descritos. Por su parte , la tercera condicin apunta
al carcter dialogal y a su pertenencia al mbito dxico prop io de la sospe-
cha y la confianza. La posibilidad de la sospecha abre, como cuarto pu nto,
un espacio pblico de controversia donde varios testimonios pueden ser
confrontados. Por ltimo, se menciona una dimensin suplementaria de
orden moral, en la cual la fiabilidad del testigo se relaciona con su capaci-
dad de reiterar su declaracin. Con ello, el testimonio se revela como un
acto del habla cuyas caractersticas se asemejan a las de la promesa en el
sentido en que revela la identidadips del ser hum ano .
Ms all de estas similitudes, tambin existe al menos una diferencia
imposible de soslayar. En la exposicin de 1972, la totalidad de la proble-
mtica del testimonio, incluso en su dimensin kerigmtica y proftica,
se articula dentro un marco jurdico, proporcionando su tono particu-
lar al concepto teolgico de testimonio. As, leemos, que el testimonio
tenga relacin con un proceso, el lugar del proceso de Jess alcanzara a
recordarlo { c f r . la acusacin de falso testimonio as como la suscitacin de
falsos testigos en el proceso); pero tambin todo el ministerio de Jess es
un proceso .^ * En su libro de 2000, en cambio, desvincula al testimonio
de lo jurdico. La definicin tomada de Dulong emerge del uso ordinario
del concepto, pero es previa a las dimensiones histrica
y
jurdica. El sexto
componente del testimonio deja en claro esta independencia respecto de
lo jurdico, pues estipula que la estabilidad de la palabra dada vuelve al
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testimon io en la institucin natural por antonom asia; brinda seguridad
a las relaciones constitutivas del vnculo social y permite que el mundo
social devenga un mundo intersubjetivamente compartido.
Para entender el lugar del testimonio en la oper cin histrica de-
bemos recordar que el filsofo francs acepta la distincin de Michel de
Certeau en tres fases: la documental, la explicativa/comprensiva y la repre-
sentativa. Estas fases no constituyen estadios cronolgicamente diferentes,
sino momentos metodolgicos imbricados el uno en el otro. La primera
de ellas comienza con la declaracin de los testigos oculares y concluye con
la constitucin de los archivos. Esta fase, que tiene como program a episte-
molgico el establecimiento de
laprueb documental,
posee una primaca
epistemolgica por sobre las otras dos pues es aquello que , en historia, se
acerca ms al criterio popperiano de verificacin
s i c ]
o refutacin .^' En
esta etapa, la historia es comparable con las ciencias de la naturaleza en la
medida en que, si es posible hablar de observacin en historia, los vestigios
del pasado seran a esta ciencia lo que la observacin directa o instru-
mental a las ciencias naturales. La segunda fase, denominada explicativa/
comprensiva, nos remite al encadenamiento entre los hechos docum enta-
les por medio de los usos lgicamente heterogneos del conector porque.
Finalmente, la fase representativa alude a la narrativizacin del discurso.
En esta etapa, se manifiesta con plenitud la intencin del historiador: re-
presentar el pasado ta lcomose produjo.
Si bien no se plantea de manera explcita, del tercero y cuarto com-
ponente del testimonio se desprende que en toda declaracin testimonial
nos hallamos que en tre testigo y auditorio se establece un vnculo de ates-
tacin. El testigo nos pide que le creamos tanto acerca de los hechos des-
critos como del sentido que le da a sti narracin; nosotros, de inmediato,
lo hacemos hasta tanto no haya elementos que nos hagan sospechar de
esta historia. To do ello se condensa en las tres expresiones que de manera
implcita se adosan a toda declaracin testimonial: yo estuve all , cran-
m e , si no me creen, pregntenle a otro . D entro del marco de la atesta-
cin tom a sentido la crtica de Ricoeur hacia todos aquellos que pretenden
descalificar el testimonio por sus desviaciones respecto del paradigma de
registro, el cual se ha convertido en el baremo impuesto por el video y la
grabadora. Sin embargo, en la medida en que se utilice al testimonio como
evidencia dentro de una investigacin, ste formara parte de la fase do-
cumental de la operacin histrica. Por lo tanto, ms all de este rechazo
al modelo regulador basado en la exactitud y su inclinacin hacia la fiabi-
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I. HOMfi|. -. A PAUL RICOEUR 67
con esta creencia inmediata para con la palabra del otro y que garantice, de
algn m odo , su autenticidad. Esa instancia es el archivo.
Si el testimonio tiende un puen te en tre la memoria y la historia, el ar-
chivo introduce una cesura entre ambos al romper el vnculo directo en tre
el historiador y
l
testigo. Con el fin de preservar y clasificar los testimonios
orales, se transcriben. Esta transicin del medio oral al escrito nos aleja de
la caracterstica de decir s de inmediato, propia del dilogo, e introduce
el elemento crtico que permite asegurar la objetividad de lo dicho. Roger
Chartier explica este cambio de registro de la siguiente forma: a la estruc-
tura fiduciaria del testimonio se le opone la naturaleza indiciaria del docu-
mento. La aceptacin (o la recusacin) de la credibilidad de la palabra que
testimonia por el hecho es sustituida por la sumisin del trazo archivado al
rgimen de lo verdadero y de lo falso, de lo refutable y de lo verificable .^^
El archivo es un concepto que tambin aparece en iempoy narra-
cin,
donde es caracterizado por medio de tres atributos:a)su remisin a
la nocin de documento;
b)
su carcter institucional; y
c)
su finalidad de
conservar, de preservar.^'' Si la historia es un relato verdadero, los docu-
mentos constituyen su ltimo m edio de prueba. Su tarea es constituirse en
el garante o apoyo de todo relato o debate histrico. En ltima instancia,
los documentos preservados alimentan la pretensin de la historia de ba-
sarse en hechos. Lo reunido en el archivo no es la totalidad de la docum en-
tacin de la institucin, sino que existe una labor selectiva previa, dentro
de la cual el mtodo crtico del archivista desempea un papel cen tral. Se
describe una doble labor crtica: la primera en torno de la autenticidad de
la obra y la segunda respecto de las intenciones por parte de quien escribe
el documento. Ricoeur trae a colacin el concepto de lostestigosa su pesar
de M . Bloch como instancia am pliatoria de la base docum ental para ejem-
plificar la primera instancia de labor crtica. Para la segunda, en cambio,
nos remite a la crtica ideolgica de los docum entos .
Por su parte, en La
m emoria,
la
historia,
el
olvido,
el asunto de la la-
bor crtica se centra, sobre todo, en los modos que tiene el archivista para
distinguir un testimonio verdadero de uno falso. En efecto, el acento ser
puesto aqu en los aspectos por medio de los cuales el archivo rompe con
el decir s del testimonio oral .^* El archivista desplaza el eje de la atencin
de la fiabilidad del testimonio a su verdad. Al igual que en la obra de la
dcada de 1980, aqu se recurre al mtodo crtico de Bloch com o va para
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establecer la autenticidad de los testimonios por medio de una lgica de
probabilidades o de constatar inverosimilitudes palmarias. No obstante,
en el texto que ahora nos incumbe, Ricoeur complementa la crtica de
Bloch con el mtodo indiciario de Cario Ginzburg, el cual se define como
el arte de completar y descifrar toda realidad opaca, a la manera en que
proceden las investigaciones policiacas de las novelas con las pistas de un
crimen. El procedimiento se aplicara incluso en los textos escritos, pues
ellos tambin incluyen claves y enigmas que deben descifrarse.
De esta manera, Ricoeur considera al archivista com o aquel que toma
los aspectos contrastables del testimonio fctico. As, en esta primera
instancia y en oposicin a la sujecin del conocimiento a la atestacin
planteada al comienzo de 5/
mismo omo
otro la fiabilidad y la veracidad
quedan subordinadas al denostado paradigma de registro y de la contras-
tabilidad. Com o explica el propio filsofo, no es slo la credulidad la que
es puesta en la picota, sino la fiabilidad de primeta vista del testimonio .^'
Con todo, los casos lmite de las vctimas de diversas masacres evidencian
que esto no puede quedar as. Este tipo de casos plantea un problem a de
recepcin al cual la puesta en archivo no responde e incluso parece inapro-
piado, ms bien provisoriamente incongruente .^ La crtica a la atestacin
es slo parcial y se restringe al componente fctico. El testimonio puede
ser encuadrado en la labor del archivista, pero no es absorbido, pues carece
de la capacidad de tamizar el componente de sentido de un testimonio.
Nuestro siguiente paso es mostrar, primero, que a diferencia de los
terceros que declaran acerca de la ocurrencia de un becho la situacin de
los sobrevivientes es tal que en opinin de Ricoeur, su testimonio
de sentido es imposible de soslayar, y, segundo, que, fuera de la fase do-
cumental, existe otra etapa de la operacin histrica en condiciones de
recogerlo.
En las declaraciones de los terceros, el aspecto que prima
e s
sin duda,
el relato fctico. En el caso de un mrtir o sobreviviente es tanto o ms
importante el componente de sentido que los hechos mismos descritos.
Como se estableci en la Hermenutica del testim onio para el caso de
lafilosof de lo absoluto, todo aquel que escucha a quienes padecieron lo
injustificable no puede quedarse inerte, sino que espera la generacin de
cambios.
Lo injustificable obliga a deshacerse de todo
upidosciendi
que conduce a
la reflexin al umbral de-la teodicea. La reflexin aprehende de eventos o
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ta. Esta atestacin no sabra reducirse a la ilustracin de las normas que lo
injustificable ha
roto;
la confesin del mal espeta, para nuestra regeneracin,
m s que ejemplos d e
sublimidad esper p l br s
y sobre todo, acciones que
seran acciones absolutas, en el sentido [de] que la raz de lo injustificable
sera manifiesta y visiblemente extirpada.
Se podra discutir la pertinencia de sacar a relucir esta conferencia
para respaldar la importancia que tiene el testimonio sentido de las vcti-
mas de lo injustificable en historia, pues supondra confundir lo teolgico
con lo histrico. Esta crtica es en especial pertinente en el caso del autor
que nos convoca si consideramos su insistencia en m antener la au tonoma
del discurso filosfico respecto de sus convicciones religiosas.^^ Empero,
creemos que tal objecin no se aplica en este caso especfico. Resulta cierto
que la conferencia de 1972 se centraba en testimonios de lo injustificable
tal como se exponen en el Nuevo y en el Viejo Testamen to; tambin que,
adems de los mrtires cristianos, los apstoles y Jess, las vctimas del
holocausto y de otras masacres padecieron lo injustificable. El propio Ri-
coeur establece el puente entre los mrtires y las vctimas del holocausto en
su distincin entre la singularidad moral y la histrica. Ah explica que la
singularidad histrica no es la singularidad moral que hemos identificado
ms arriba com o lo inhumano extremo; esta singularidad por el exceso en
cuanto al mal que Nabert llama lo
injustific ble
yFriedlander lo inacepta-
b l e no es ciertam ente separable de tratos histricos identificables .^^
Si bien el filsofo insiste en distinguir que lo moral y lo histrico es
consciente del carcter constitutivo de la insercin temporal y social del
historiador en la interpretacin histrica, para entrar en la interpreta-
cin histrica del modo justo, quien lo hace, debe asumir sus supuestos
ciudadanos y humanos. En toda labor de interpretacin se encuentran
mltiples componentes metodolgicos, pero detrs subsiste siempre un
fondo impenetrable, opaco, inagotable de motivaciones personales y cul-
turales, de las cuales el sujeto no acaba nunca de tomar conciencia .^^
Asimismo, dentro de este fondo de motivaciones, se hallan las morales. En
la medida en que las vctimas del holocausto son la figura paradigmtica
de la pasividad, la experiencia de nuestra propia pasividad nos hace cerrar
filas con ellos. Somos uno con su dolor al cual no nos podem os negar y en
el que se vuelve imposible desvincular al historiador en tanto experto del
ser humano.
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La necesidad de contrastar el componente fctico de la declaracin
conduca a que la atestacin inmediata para con todo testigo quedara sub-
sumida bajo los cnones del conocim iento histrico en la figura del archi-
v o
A pesar de ello, el testimonio de sen tido excede al alcance del archivo
y, por lo tanto, escapa a su control. ste se inserta en la fase representativa
de la operacin h istrica, donde la discusin ya no gira en torno de la con-
trastacin de lo declarado. Aqu, salen a la luz los dilemas morales acerca
de cmo representar lo inaceptable, entre los que cabe mencionar la viabi-
lidad de agrupar en un solo relato neutral los testimonios sin discriminar,
la s
vctimas de
lo s
victimarios y la posibilidad de centrarse en
la
verdad de las
narraciones y hacer odo sordo a los reclamos de las vctimas.
Diversos historiadores han objetado a Ricoeur que en la narracin his-
trica se filtran elementos no contrastables. ste es el caso, por ejemplo, de
Alexandre Escudier, quien observa que la primera parte de La
memoria
la
historia elolvi ose caracteriza por ser una epistemologa moralmente neu-
tra, con barreras metodolgicas erigidas de manera explcita para evitar todo
aquel elemento no contrastable; la segunda parte se desplaza hacia aspectos
ontolgicos moralmente comprometidos. La tensin entre ambas partes da
lugar a una serie de equvocos. Del testimonio como problema emprico
de mtodo pasamos a proposiciones generales sobre el carcter inoponible de
la paseidad del pasado, de la 'acticidad del evento' [...] As se explica de un
nivel de anlisis al otro, lo que podramos a primera vista considerar como
enunciados contradictorios e insostenibles sobre el testimonio. ^' Ricoeur
admite que desde el inicio existe una coloracin moral en el testimonio,
debido al compromiso del testigo y su fiabilidad. No obstante, en lugar
de insistir en la tesis hermenutica de que es contraproducente ocultar los
supuestos constitutivos sobre los que se apoya una investigacin, basa su
respuesta en la contrastabilidad del componente fctico del testimonio. En-
tonces, replica: si oso apoyar sobre el testimonio la atestacin del 'carcter
inoponible de la paseidad del pasado', como se inquieta Escudier, esta con-
sideracin compete, en efecto, a la apertura ontolgica que no confundo
con el tratamiento del testimonio en el plano epistemolgico .'*
obre atestacin y tnemoria
Hace un poco ms de veinte aos Ricoeur
s e
preguntaba en qu medida una
concepcin narrativista de la historia poda ser compatible con el ideal de
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una historia verdadera. A lo largo de estas pginas, hemos intentado hacer
manifiesto de qu m anera el
ilso o
francs busc responder a la pregunta
acerca de cmo representar histricamente un acontecimiento que est
en los lmites de la representacin, como lo es el holocausto, sin que ello
pusiera en riesgo el elemento contrastable que aporta en tanto trazo del
pasado. Su propuesta estribaba en sostener que, mientras la memoria se
hallaba ligada directamente con el pasado, la historia cotejaba la verdad
de su relato. Dicha propuesta no surge de las derivaciones tericas de-
pendientes del concepto de memoria colectiva de M. Halbwachs, que lo
hubieran acercado ms a consideraciones de tipo sociolgico, sino de esta-
blecer un puente en tre la fenomenologa y la historia m ediante el concepto
de atestacin.
Hemos elegido tres obras escritas en el transcurso de treinta aos en
las que la atestacin aparece relacionada con el testimonio. La Herm e-
nutica del testimonio se enmarcaba dentro de una filosofa de lo abso-
luto y sobre sus bases se asentaran sus consideraciones posteriores. All se
sostuvo una concepcin jurdica del testimonio y s distingui la presencia
de un componente exterior o fctico y otro interior, de conciencia o de
sentido. Asimismo, se introduca el concepto de lo injustificable y se mos-
traba la importancia que tiene en estos casos el componente de sentido de
lo testificado. En Si
mismo omo otro
haba un extenso desarrollo concep-
tual de la atestacin antes que del testimonio, debido al rol articulador
que deba cumplir en las diversas instancias del problema de la identidad
personal. A pesar de que no hemos analizado con detalle de qu modo se
articulaban los distintos estudios, s nos detuvimos en su propuesta de una
ontologa del ser humano basada en las categoras de acto y potencia y no
en la de sustancia. La relevancia de este punto resida, en especfico, en las
implicaciones ticas y ontolgicas que tiene la pasividad como forma de
romper el solipsismo antropolgico.
El motivo de este rodeo histrico no fue establecer una gnesis hist-
rica de la atestacin. Si bien hemos observado ciertos cambios con respecto
de la articulacin entre atestacin y conocimiento a lo largo de estas obras,
nuestra recoleccin no es lo suficientemente exhaustiva y sistemtica como
para establecer si estas modificaciones se debieron a una evolucin en el
concepto de atestacin o a su aplicacin a objetos de estudio diferentes.
Bsicamente pretendemos recoger aquellos aportes anteriores a La memo-
ria la
historia
e l
olvido
que son significativos al mom ento de com prender
algunos de los puntos que han sido ms criticados por los historiadores
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Hemos sealado de qu modo el componente fctico del testimo-
nio era considerado y se constitua en la base docum ental de la operacin
histrica. A diferencia de lo que se presentaba en los trabajos antes men-
cionados don de era una va diferente al conocimiento o el soporte del
conocimiento aqu la atestacin inicial era subordinada al conocimiento.
En efecto el archivista se converta as en el garante de que el testimonio
aportara elementos contrastables al historiador. En esta fase su contraparte
de sentido que incluye entre otros aspectos el sentido moral de la decla-
racin los afectos del testigo y su perspectiva era provisoriam ente dejada
de lado por no ser contrastable. Sin em bargo ella no se perda sino que el
historiador la recuperaba en la fase narrativa. Es este el pu nto que ms se le
reprocha a Ricoeur cuando precisamente lo que est haciendo es mostrar
los supuestos humanos que mueven al historiador: frente al dolor ajeno
nadie puede hacer odos sordos.
Comparto la tesis hermenutica de que no por soslayar sobre los su-
puestos sobre una investigacin la historia se va a lograr desembarazar
de ellos. Los testimonios lmite no ponen en crisis a la historiografa por
obligarle a abandonar la metodologa estndar. Su importancia radica en
haber puesto de manifiesto la trascendencia epistmica de determinados
aportes no contrastables como es el testimonio de sentido y que dadas las
caractersticas de los testimonios de terceros se estaban pasando por alto.
N o obstante detecto en esta propuesta un aspecto limitan te que con-
sidero fundam ental sealar. Los anlisis que el filsofo realiza acerca de la
memoria colectiva sirven sobre todo para reforzar su tesis de que la me-
moria no puede tener pretensin de verdad. Con ello deja de lado otros
aportes no tericos de la mem oria colectiva como aquellos relacionados
con la identidad y la accin que pueden relativizar la justificacin de por
qu atestar los testimonios de una vctima.
Quien testifica no lo hace slo en calidad de individuo sino por estar
vinculado a un grupo de pertenencia. Ser vctima del holocausto refiere
a la pasividad vivida durante ese periodo y es ese aspecto el que retoma
Ricoeur como base para atestar su testimonio de sentido. Pero tambin
identifica al sobreviviente con el grupo de sobrevivientes que se constituy
con posterioridad a este suceso con su propia visin de este pasado y con
un presente propio signado por objetivos establecidos. Primo Levi o Elie
Wiesel no son ms importantes que otros testigos por haber vivido hechos
cualitativam ente diferentes a los dems sino porque den tro del grupo de
los sobrevivientes son ms representativos que otros y por ello se cons-
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oLudm illa Catella,enlos que el contacto se hace por intermedio
de organizaciones
de
sobrevivientes, refuerzan nuestra tesis
en
cuanto
al
carcter socialde ladeclaracin.Eneste sentido ,loque manifiestanes el
producto
no
slo
de
sus recuerdos, sino
de
narraciones
y
categoras
con-
validadaspor elgrupo, teniendoencuentano ideales epistmicos, sino
prcticos. Uno puede preguntarse, entonces,enqu medidaelmotivode
atestar el testimonio de sentido de una vctima sea su pasividad empatizan-
t e como plantea Ricoeur,yno algn motivo de tipo identitario.
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