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    458.CONVOCATORIA MADRID2015 CEDE GEOGRAFAEHISTORIA

    CENTRO DOCUMENTACIN DE ESTUDIOS Y OPOSICIONES - C/ CARTAGENA, 129 28002 MADRIDwww.cede.es e-mai l : oposic iones@ce de.es TEL. : 91 564 42 94

    GEOGRAFA

    EJERCICIO 2: COMENTE EL SIGUIENTE DOCUMENTO DE CARCTER GEOGR-FICO

    La metodologa de una disciplina no es un cajn de sastre de tcnicas especiales. Engeografa, tcnicas tales como la elaboracin de mapas, los "mtodos" de enseanza, o lasexposiciones histricas sobre el desarrollo de la ciencia se toman con frecuencia, errneamen-te, como metodologa. El propsito de este trabajo es el de contribuir a disipar esta confusin.La metodologa propiamente trata de la posicin y objeto de una disciplina dentro del sistematotal de las ciencias, y del carcter y naturaleza de sus conceptos.

    Los gegrafos que han escrito sobre el objeto y naturaleza de la geografa comienzancon frecuencia de forma apologtica, como si tuvieran que justificar su misma existencia. Y ex-traamente o quizs no tan extraamente, psicolgicamente hablando llegan a reivindicar de-masiadas cosas. En tales escritos la geografa, junto con la historia, aparece como la "cienciaintegradora", completamente distinta a las otras disciplinas y cuya nica importancia encuentrasu expresin en los mtodos especiales que debe usar para alcanzar sus profundos resultados.Por desgracia, los resultados reales de la investigacin geogrfica, aunque no deben ser mini-mizados, estn un poco faltos de estas profundas y grandiosas visiones que uno esperara de

    tan exuberantes caracterizaciones de la disciplina. En realidad el desarrollo de la geografa hasido ms lento que el de algunas de las otras ciencias sociales, como por ejemplo la economa.Parte de este retraso quizs se deba a las irreales ambiciones que ha hecho nacer la confusaidea de una nica ciencia integradora con una nica metodologa propia. Por otra parte, no haynecesidad de defensas que con mucha frecuencia preceden lamentaciones exageradas. Des-pus de todo, la existencia de una disciplina es principalmente un resultado de la divisin deltrabajo y no necesita ninguna justificacin "metodolgica".

    En este obvio sentido la geografa es sin ninguna duda un importante campo con el

    desarrollo de las ciencias naturales en los siglos XVIII y XIX qued claro que la mera descrip-cin era insuficiente. La descripcin, incluso si es seguida por una clasificacin, no explica laforma en que se distribuyen los fenmenos en el mundo. Explicar los fenmenos que se handescrito significa siempre reconocerlos como ejemplos de leyes. Otra forma de decir lo mismoes insistir en que la ciencia no est tan interesada en los hechos individuales como en los pa-trones que presentan. En geografa las variables fundamentales desde el punto de vista de laelaboracin de patrones son naturalmente las espaciales, estn regidas por leyes. Para estanueva clase de trabajo deben facilitarse instrumentos en forma de conceptos y leyes. De aquque la geografa tenga que ser concebida como la ciencia que se refiere a la formulacin deleyes que rigen la distribucin espacial de ciertas caractersticas en la superficie de la tierra.

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    Esta ltima limitacin es esencial: con el notable desarrollo de la geofsica, la astronoma y lageologa, la geografa ya no puede seguir tratando de todo nuestro planeta, sino slo de la su-perficie del mismo y "de los fenmenos terrestres que ocupan su espacio".

    Humboldt y Ritter reconocieron como el objeto fundamental de la geografa el estudiode la forma en que los fenmenos naturales, incluyendo el hombre, se distribuyen en el espa-cio. Esto implica que los gegrafos deben describir y explicar la forma en que las cosas secombinan "para ocupar un rea". Naturalmente estas combinaciones se modifican de un rea aotra. reas distintas contienen distintos factores o los mismos factores en diferentes combina-ciones. Tales diferencias, bien en la combinacin de factores o bien en su disposicin de unlugar a otro, constituyen el fundamento de la nocin, de sentido comn, de que las reas son

    diferentes. Siguiendo a los gegrafos griegos este punto de vista es denominado corogrfico ocorolgico, segn el nivel de abstraccin. La geografa, pues, debe prestar atencin a la dispo-sicin espacial de los fenmenos en un rea y no a los fenmenos mismos. Lo que importa engeografa son las relaciones espaciales y no otras. Las relaciones no espaciales existentes en-tre los fenmenos en un rea constituyen el objeto de otros especialistas tales como los gelo-gos, antroplogos y economistas. De todas las limitaciones que afectan a la geografa sta pa-rece ser la ms difcil de observar para los gegrafos. Incluso, a juzgar por algunas investiga-ciones recientes, los gegrafos no siempre distinguen claramente entre, por ejemplo las rela-ciones sociales, por un lado, y las relacione espaciales entre factores sociales por otro. Real-

    mente, puede decirse sin exagerar que la mayor parte de lo que se encuentra en un rea de-terminada es de primario inters para otros cientfico: sociales. Por ejemplo, las conexionesentre ideologa y comportamiento poltico o las existente: entre los caracteres psicolgicos deuna poblacin sus instituciones econmicas no conciernen a gegrafo. Si intenta explicar talescuestiones el gegrafo se convierte en un aprendiz de todo y oficia de nada. Lo mismo que losotros especialistas e gegrafo hara mejor en cultivar su especialidad, es decir, el estudio de lasleyes referentes a la organizacin espacial. Pero ello no significa que alguna de estas leyes"geogrficas" no sean de inters otras disciplinas.

    Excepcionalismo en Geografa. Anlisis metodolgico. F.K. Schaefer (1953)

    COMENTARIO

    1. CLASIFICACIN

    Texto ensaystico de temtica geogrfica. Se trata de un extracto del artculo Excep-cionalismo en Geografa. Anlisis metodolgico escrito por Fred K. Schaefer y publicado en larevista Annals of the Association of American Geographers en 1953.

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    En este texto, considerado el punto de partida de la denominada revolucin cuantitati-va el autor trata de determinar el objeto y mtodo de la Geografa.

    El autor, de origen alemn y licenciado en matemticas y estadstica, dirigi su forma-cin investigadora hacia los campos de la Geografa Econmica y la Geografa Poltica. Fueprofesor del departamento de Geografa de la Universidad de Iowa (Estados Unidos).

    2. ANLISIS

    La idea principal del texto es establecer cul es el objeto y el mtodo de la Geografa yque le permite considerar a esta disciplina como una ciencia. El ttulo del artculo gira en torno

    a la crtica de la idea, defendida por Kant a finales del siglo XVIII en su obra Geografa Fsica,de que la ciencia geogrfica es una ciencia singular, diferente a las dems, basada en la des-cripcin de fenmenos heterogneos nicos e irrepetibles.

    Para combatir esta idea, Schaefer parte en primer lugar d ella crtica del concepto me-todologa, entendido para l no como un conjunto de tcnicas singulares y especficas, sinocomo el elemento que establece el objeto y las caractersticas conceptuales de la ciencia inte-gradora.

    Partiendo de esta idea Schaefer avanza hacia la demolicin del concepto de Geografacomo ciencia integradora que ha tratado de abarcar conceptos pertenecientes a otras cien-cias sociales y que en dicho intento desmesurado ha quedado convertida en una mera cienciadescriptiva.

    A partir de este punto, Schaefer arremete contra la visin tradicional de la Geografacomo ciencia descriptiva de fenmenos, en claro enfrentamiento con la visin regional de laescuela francesa que niega la posibilidad de extraer leyes generales aplicables a los fenme-nos espaciales. Schaefer acota el campo de la ciencia geogrfica referida a su mtodo y obje-

    to: establecer leyes de aplicacin que expliquen la distribucin de los fenmenos geogrficosque suceden exclusivamente sobre la superficie terrestre.

    Pasa as a defender el concepto de espacio que no es excluyente con el concepto deregin de la Geografa francesa pero s con su metodologa meramente descriptiva de los fe-nmenos. Para Schaefer lo que realmente convierte a la Geografa en una ciencia es el estudiode las relaciones entre los fenmenos y su distribucin en el espacio. Este estudio es lo quepermite extraer una serie de leyes que expliquen dicha distribucin aunque no con un carcterdeterminista puesto que los modelos explicativos pueden ser diferentes para cada rea.

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    3. COMENTARIO

    Hasta los aos cincuenta del pasado siglo la ciencia geogrfica se mova en parme-tros historicistas que establecan la mera descripcin y clasificacin de los fenmenos espacia-les que afectaban a una regin, entendida como la unidad bsica de estudio de la Geografa.Esta concepcin inclua en sus anlisis conceptos histricos, geolgicos o astrofsicos quedesdibujaban el objeto final de la ciencia. A partir del artculo de Schaefer surge una corrientedenominada Neopositivismo que pretende elevar la Geografa a ciencia en cuanto a la capa-cidad de establecer explicaciones de los fenmenos y plasmar el orden interno de la distribu-cin de los fenmenos mediante leyes y patrones comprobados. Esta filosofa supone el ger-men de la denominada Revolucin cuantitativa en Geografa que surge a partir de la segunda

    mitad de los aos cincuenta en los pases anglosajones fundamentalmente. La aplicacin demodelos matemticos y estadsticos convierte al gegrafo en un terico de la ciencia.

    La influencia del artculo de Schaefer es fundamental en el desarrollo de esta escuela ycuyo legado va a ser ampliado por otros gegrafos como William Bunge en su obra TheoreticalGeography.Ahora se trata de elaborar modelos tericos que posteriormente sern aplicados alrea de estudio para su comprobacin. De esta forma se recuperaban ideas que algunos auto-res haban planteado previamente como es el caso de Christaller en su estudio de los aostreinta sobre la distribucin y jerarquizacin de los ncleos urbanos. La aplicacin de la Teora

    de los Sistemas deja de considerar a la regin como un nico homogneo para convertirse enun espacio de interrelacin de distintos fenmenos explicados mediante modelos tericos.Adems la Geografa Cuantitativa va a indagar en aspectos poco investigados por la cienciageogrfica hasta entonces como los patrones de valor del suelo, los flujos de capitales o la or-ganizacin intraurbana, influyendo hasta nuestros das en la Nueva Geografa Econmica.

    Las crticas a la Geografa Cuantitativa se suceden a partir de mediados de los aossesenta especialmente desde la Geografa Radical y la Gepografa de la Percepcin acusandoa los neopositivistas de un excesivo reduccionismo, formalismo y su obsesin por la bsqueda

    de leyes generalizadoras excluyendo la influencia de los fenmenos sociales y la percepcinhumana sobre el espacio.

    4. BIBLIOGRAFA

    CAPEL, H. y URTEAGA, L. (1991). Las nuevas geografas. Barcelona.

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    HISTORIA

    EJERCICIO 1: COMENTE EL SIGUIENTE DOCUMENTO DE CARCTER HISTRICO

    Segn el artculo 8.1 de la Constitucin espaola, las Fuerzas Armadas tienen comomisin garantizar la soberana e independencia de Espaa, defender su integridad territorial yel ordenamiento constitucional. Ahora bien, la garanta de la soberana e independencia y ladefensa de la integridad territorial del Estado pueden exigir el despliegue de actividades conproyeccin exterior por parte de las Fuerzas Armadas, en el marco de una cooperacin conotros Estados o en el seno de organizaciones internacionales, universales (Naciones Unidas) oregionales (OTAN, UEO, Unin Europea). Actividades cuya base jurdico-constitucional se en-

    cuentra no slo en el citado artculo 8.1

    cuya interpretacin no debe llevar a descartar la posi-bilidad de ejercicio de funciones hacia el exterior, no confinadas, pues, puertas adentro de lasfronteras del Estado, sino en otras disposiciones de la propia Constitucin (artculos 63.3,94.1.b, 96.1, 97) que requieren una lectura contextual entre s y con el referido precepto bsicorelativo a las funciones centrales de los ejrcitos.

    Consecuentemente, y segn se apunta en el Libro Blanco de la Defensa, la seguridad yla defensa nacionales se basan, por una parte, en la capacidad de defensa propia, y, por otra,en la seguridad compartida y la defensa colectiva, resultado, en este caso, de la solidaridad y la

    cohesin entre Espaa y sus socios y aliados, en el marco de lo que se ha dado en llamar unaopcin multinacional de defensa colectiva.

    Como se sabe, diversas causas de orden poltico-estratgico hicieron inviable en laprctica el esquema de seguridad colectiva diseado en el captulo VII de la Carta de las Na-ciones Unidas. Superada a finales de la dcada de los 80 del pasado siglo la larga etapa detensin bipolar, pareca que sera posible recuperar en su pureza prstina los mecanismos deaquel esquema. El primer ensayo, la guerra del Golfo en 1991, no respondi a esas expectati-vas, optndose en aquella ocasin por un modus operandi, introducido por la resolucin 678

    (1990) del Consejo de Seguridad y reproducido en situaciones de crisis posteriores (Bosnia-Herzegovina, Somalia, Ruanda, Hait), consistente en autorizar a un grupo de Estados coali-gados a utilizar en caso necesario la violencia blica contra la parte o las partes transgresoras.Sin entrar aqu en una valoracin jurdico-poltica de esta tcnica de autorizaciones para el usode la fuerza, lo cierto es que se corresponde con una prctica institucional en vas de consoli-dacin, a travs de la cual se produjo la participacin de contingentes armados de diversospases en operaciones militares emprendidas en defensa de la legalidad internacional.

    En algunos casos, surge la posibilidad de que esas acciones autorizadas por el Conse-jo de Seguridad concurran con el despliegue de operaciones de paz en las zonas conflictivas y

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    de que ciertos aspectos de tales acciones sean encomendados por los Estados interesados aorganizaciones regionales: as, en el caso del conflicto de la ex Yugoslavia en realidad, unacadena de conflictos interrelacionados, en cuyo contexto convivieron o se sucedieron accio-nes coercitivas (conjuntas pero no institucionalizadas) con operaciones de mantenimiento de lapaz (UNPRO-FOR) y, por transferencia de determinados aspectos del mandato de estas ope-raciones, con actuaciones de fuerzas multinacionales con cometidos especficos (IFOR y, su-cesivamente, SFOR, guiadas o gobernadas por la OTAN) o de nuevas operaciones emergen-tes en el seno de la Organizacin Mundial (Misin de las Naciones Unidas en Bosnia-Herzegovina, UNMIBH). En estos casos pueden plantearse delicados problemas de deslindede tareas y responsabilidades entre las operaciones de mantenimiento de la paz, los Estadosinteresados (en el contexto, en su caso, de un acuerdo de paz especfico, como el Acuerdo pa-

    ra la Paz en Bosnia-Herzegovina suscrito a finales de 1995) y los acuerdos regionales delega-dos por ellos, as como de control institucional sobre la actuacin de esas distintas instancias.

    Aparte de esas acciones de naturaleza coercitiva autorizadas por el Consejo de Segu-ridad, existen otros tipos de acciones, llevadas a cabo por fuerzas multinacionales, que puedensurgir de la disposicin de ciertos Estados para establecer esas fuerzas y que cuentan con elbeneplcito del Consejo de Seguridad. En este caso, las correspondientes acciones, que sue-len responder a objetivos de carcter humanitario, necesitan la aceptacin del Estado en cuyoterritorio va a desarrollarse la operacin, y se basan, por una parte, en una resolucin del Con-

    sejo de Seguridad acogiendo el ofrecimiento de los Estados que se declaran dispuestos aconstituir la fuerza multinacional y autorizando a stos a realizar la operacin en forma neutrale imparcial para lograr los objetivos deseados, y, por otra parte, en un acuerdo especfico entreel Estado receptor e la operacin y los Estados integrantes de la fuerza as establecida. Un ca-so de la prctica que puede servir de ejemplo es el de la Fuerza Multinacional de Proteccin(F.M.P.) en Albania, desplegada sobre la base de la resolucin 1101 (1997) aprobada por elConsejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 28 de marzo de 1997 ante la situacin de cri-sis de dicho pas, y para cuya actuacin consistente en dispensar proteccin a fin de que laentrega de asistencia humanitaria se realice en condiciones de seguridad y sin demorahubo

    de suscribirse un acuerdo ad hoc entre Albania y los Estados contribuyentes a la F.M.P. (entreellos Espaa) relativo al estatuto de dicha Fuerza. Otro caso ms reciente lo representa la au-torizacin dada por el Consejo de Seguridad en virtud de su resolucin 1386 (2001), adoptadael 20 de diciembre de 2001, para establecer, de acuerdo con lo previsto en el anexo 1 delAcuerdo sobre las disposiciones provisionales en Afganistn (Acuerdo de Bonn, alcanzadounos das antes de la adopcin de la resolucin), una Fuerza internacional de asistencia para laseguridad (I.S.A.F.) que apoye a la Autoridad Provisional afgana para que sta y el personal delas Naciones Unidas puedan realizar sus actividades en un entorno seguro; exhortando en lamisma resolucin a los Estados miembros de las Naciones Unidas a que aporten personal,equipo y otros recursos a dicha Fuerza y autorizando a aqullos que participen en ella a que

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    adopten todas las medidas necesarias para cumplir su mandato. Atendiendo esta exhortacin,el Consejo de Ministros espaol aprob, el 27 de diciembre de 2001, la participacin de un m-ximo de 485 soldados espaoles en la I.S.A.F., que, de conformidad con la citada resolucindel Consejo de Seguridad, habr de desplegarse en Kabul y sus alrededores con carcter tem-poral (tres meses a partir de que la Fuerza sea operativa).

    Desde finales de 1988, fecha en que Espaa destac por vez primera un grupo de ob-servadores militares en una misin de paz (la Misin de Verificacin en Angola, UNAVEM),nuestro pas viene participando en diversas operaciones de mantenimiento de la paz lato sen-su, ya se trate de misiones de observacin (UNAVEM I y II, MONUA, ONUCA, ONUSAL, MI-NUGUA, UNMIBH) o de fuerzas de mantenimiento de la paz (UNTAG, ONUMOZ, UNPROFOR,

    UNCRO, UNAMIR). Ello supone en la actualidad la presencia de ms de tres mil militares es-paoles en operaciones de paz incluidas aqu algunas lideradas desde el entorno aliadoendiferentes partes del globo, lo cual, como se ha sealado, implica el reconocimiento de Espaapor parte de la comunidad internacional como pas responsable, capaz, fiable y comprometidocon la defensa de los principios de las Naciones Unidas.

    Instituto de Estudios Estratgicos (Adaptacin)

    COMENTARIO

    1. CLASIFICACIN

    Extracto de un texto de carcter ensaystico publicado en la revista y en el que se tratasobre el marco jurdico internacional de las misiones de las Fuerzas Armadas en pases enconflicto.

    El texto, de autora colectiva y carcter pblico, fue publicado en la revista Cuadernosde Estrategia, nmero 116 de febrero de 2002. Esta publicacin depende del Instituto Espaol

    de Estudios Estratgicos, organismo pblico creado en 1970 y dependiente del Ministerio dedefensa a travs del Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional. Inspirado en mode-los implantados en los aos sesenta en Reino Unido, Francia y Portugal, tiene como objetivosfomentar el debate y el anlisis entorno a las nuevas doctrinas estratgicas y de seguridad enel mbito internacional, dar a conocer el papel de las Fuerzas Armadas dentro del orden consti-tucional y divulgar su labor entre la sociedad civil.

    El artculo fue publicado en febrero de 2002 en un momento clave de la definicin delpapel de las Naciones Unidas dentro de las misiones de mantenimiento de la paz en el exteriorque haba vuelto a convertirse en un tema de debate tras la invasin de Afganistn por fuerzas

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    de Estados Unidos y Reino Unido en octubre de 2001. El artculo trata de justificar as la vali-dez jurdica de la presencia de tropas espaolas en Afganistn aprobada por el Consejo deministros en diciembre de 2001.

    2. ANLISIS

    La idea principal del texto es, como hemos mencionado antes, el marco jurdico de lasmisiones de las Fuerzas Armadas espaolas en conflictos en el exterior. En este sentido, losautores ofrecen una visin desde el punto de vista de las relaciones internacionales de lo queha sido la evolucin de este marco desde la cada del muro de Berln y el fin de la Guerra Fraa finales de los ochenta y principios de los noventa.

    En primer lugar se analiza el marco jurdico espaol que autoriza la presencia de fuer-zas armadas espaolas en misiones en el exterior. Para ello va a tratar de ofrecer una serie deargumentos que justifiquen esta intervencin exterior de las fuerzas armadas tanto desde elpunto de vista del ordenamiento interno como del internacional.

    Desde el marco jurdico nacional, se reconoce la ausencia de una mencin especficade a la intervencin en misiones exteriores bajo cobertura de las Naciones Unidas o de otrosorganismos de carcter internacional. Sin embargo se justifica tal intervencin en la interpreta-

    cin de la idea de defensa y seguridad recogida en el artculo 8.1 como un elemento colectivode acuerdo a los tratados internacionales de los que Espaa forma parte y que han sido san-cionados por las Cortes Generales tal como recogen los artculos 94.1b y 96. 1, estableciendoeste ltimo que tales tratados forman parte del ordenamiento jurdico espaol.

    Analizada por tanto la legalidad y el ajuste constitucional de tales misiones, el artculotrata de situar la presencia de las fuerzas armadas en misiones de paz ofreciendo un estudiode la evolucin de tales misiones desde finales de los ochenta.

    Parte en primer lugar de la posibilidad que surgi tras el fin del conflicto bipolar de queel diseo de seguridad colectiva recogido por la Carta de las Naciones Unidas se llevara a ca-bo. Un modelo centralizado bajo responsabilidad del Consejo de Seguridad y de un Alto EstadoMayor a cuyo mando los pases miembros pondran sus fuerzas. Sin embargo surge un nuevomodelo de intervencin basado en los sucesos de la Primera Guerra del Golfo, y que se plas-ma en la resolucin 6878 por la que las Naciones Unidas autorizaban la intervencin militar porparte de un grupo de estados coaligados cuyas fuerzas no estaran bajo mando de la ONU quesimplemente solicitaba a los pases intervinientes de ser informada de las operaciones.

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    Este modelo que ser utilizado en otras crisis como la de los Balcanes o Ruanda esta-bleci, a juicio, de los autores, un modelo doble de intervencin: el realizado por las fuerzas dela ONU, y el llevado a cabo por coaliciones de estados u organizaciones internacionales (comola OTAN), tanto para misiones de paz o de carcter humanitario como coercitivas, autorizadaspor el Consejo de Seguridad. Esta dualidad gener una serie de conflictos de organizacin ydefinicin de objetivos y lleg al extremo de que fuerzas de la ONU estuvieran bajo supervisinde organizaciones militares regiones como en Bosnia o Afganistn.

    En este sentido el artculo, establecidos los parmetros de intervencin de las fuerzasarmadas en misiones en el exterior, otorga validez a la presencia de efectivos espaoles endiversos conflictos, amparados por las resoluciones de Naciones Unidas y de acuerdo a la filo-

    sofa implcita en el ordenamiento constitucional de cumplir los tratados internacionales referi-dos a la defensa y seguridad colectivas.

    3. COMENTARIO

    Desde 1989 las Fuerzas Armadas espaolas participan en misiones internacionales.Hasta la fecha Espaa ha participado en ms de un centenar de operaciones de este tipo. EnDiciembre de 2001 el Consejo de Seguridad de la ONU aprueba la Fuerza de Asistencia parala Seguridad en Afganistn, en la que se integra Espaa, organismo creado por Reino Unido

    para apoyar al gobierno afgano. Esta autorizacin provoc de hecho que los miembros de estecontingente no fueran considerados Cascos Azules y que a partir de 2003 se integrarn bajomando de la OTAN. La implicacin del gobierno espaol en la Segunda Guerra del Golfo,plasmada en la Cumbre de las Azores, de 2003, se situ, a juicio de algunos sectores de lasociedad espaola, dentro de la ilegalidad de la decisin de intervencin que no contaba con laaprobacin de Naciones Unidas.

    Esta situacin, junto con la indefinicin del papel de las Fuerzas Armadas espaolas enel exterior, llev a que en 2005, la Ley de Defensa Nacional regulara jurdicamente la presencia

    de tropas espaolas en misiones internacionales dentro de un marco de paz, seguridad y laborhumanitaria. Hay que destacar sin embargo, que la ausencia de regulacin jurdica en ningncaso supuso un obstculo para la integracin de Espaa en estas misiones, como se pudocomprobar en el caso de la Crisis de los Balcanes. Basndose en los principios de esta ley, lasintervenciones de Espaa en zonas de conflicto posteriormente a estas fechas, como la misinFINUL en Lbano en 2006, o la operacin Atalanta en Somalia en 2008, se han justificado en lanecesidad de contribuir a la seguridad colectiva basada en el cumplimiento de los tratados in-ternacionales. Posteriormente se han utilizado otros argumentos como las cuestiones estrat-gicas, la defensa de los intereses nacionales en Espaa, como en el caso de la lucha contra elyihadismo, o argumentos de prestigio internacional.

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    Espaa ha contribuido al mantenimiento de la paz bajo el marco de las resoluciones delas Naciones Unidas en los conflictos mencionados pero tambin numerosas intervenciones decarcter humanitario y de observacin en pases como Albania, Hait, Repbica Democrticadel Congo, o Indonesia.

    4. BIBLIOGRAFA

    MELERO ALONSO, E. (2012). Las operaciones militares espaolas en el exterior.Barcelona.

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    ARTE

    VISTA DE TOLEDO DE IGNACIO ZULOAGA (1930)

    COMENTARIO

    1. DESCRIPCIN

    La presente obra artstica es una pintura de paisaje, concretamente Vista de Toledorealizada por el pintor vasco Ignacio Zuloaga (1870-1945). En ella se refleja una visin de laciudad desde los Cigarrales con los tejados de la ermita de la Virgen del valle en primer tr-mino y el casco urbano al fondo destacando las siluetas de la catedral y del Alczar entre otrosedificios de la ciudad. La obra fue utilizada como reverso de los billetes de 500 pesetas emiti-dos por el rgimen franquista con el retrato del pintor en el anverso.

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    Zuloaga, autor sin formacin acadmica pero educado en un ambiente de artesanosceramistas, es heredero de la corriente de pintores que en el ltimo tercio del siglo XIX se apar-tan del realismo acadmico espaol (como era el caso de los Madrazo) para buscar nuevasfrmulas vinculadas al paisaje o a temticas netamente costumbristas. Zuloaga pasa largastemporadas en Pars donde se introduce en el ambiente de algunos artistas postimpresionistascomo Tolouse-Lautrec, Gauguin o Rodin as como representantes de la generacin de pintoresmodernistas catalanes como el caso de Rusiol. Junto a estas influencias destacan las de losautores barrocos como Coello, Ribera o El Greco. Su obra fue conocida internacionalmenteexponiendo en Francia, Alemania y Estados Unidos.

    2. ANLISIS TCNICO

    La obra est realizada sobre lienzo siguiendo la tcnica del leo. sta consiste en la di-solucin de los pigmentos en una materia grasa, como el aceite de linaza, a la que se aade unsecante, generalmente trementina o aguarrs. Esta tcnica permite diversas posibilidades esti-lsticas como color ms brillante, la posibilidad de aplicar retoques posteriores as como realizarempastados.

    La obra ofrece una visin de la ciudad mediante la composicin del conjunto en diver-sos planos. La pincelada es gruesa y empastada y predomina en el conjunto una lnea negra

    que delimita los contornos de los elementos arquitectnicos y naturales. Esta tendencia a lolineal se observa claramente en la geometra de las fachadas y los tejados del primer plano.Predominan los colores ocres y negros con fuertes contrastes entre ambos. Los colores ofre-cen un fuerte contraste entre ocres, negros y grises.

    Siguiendo las lneas de contorno y las masas de colores se pueden distinguir tres gran-des conjuntos: el casero en tonos ocres y anaranjados, el espacio natural, correspondiente alcerro y el ro, en tonos grises y el cielo de violento contraste entre grises, anaranjados y negros.

    3. ANLISIS ESTILSTICO

    Esta obra es posterior a la etapa parisina del pintor y corresponde al momento en que,a partir de 1926, va paulatinamente abandonando las temticas costumbristas para centrarseen las arquitecturas urbanas y el paisaje. Contina as una tradicin que le vincula a pintorespaisajistas espaoles de finales del siglo XIX como Carlos de Haes, Daro de Regoyos o Aure-liano Berruete. Pero al contrario que estos autores, de paleta ms clara y tcnicas impresionis-tas, Zuloaga opta por una visin ms cruda y oscura del paisaje. Una temtica que l mismohaba planteado a principios de siglo con su serie sobre Segovia. A partir de los aos veinterealiza cuadros sobre paisajes de Navarra, Aragn y Toledo.

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    Contrariamente a los paisajistas antes mencionados, Zuloaga huye de la pintura al airelibre y por tanto de la esttica impresionista, siguiendo en esto a Cezanne. Del autor francs estambin herencia la tendencia hacia la geometrizacin de los espacios arquitectnicos. Suscuadros son realizados en estudio a partir de bocetos tomados al natural, por lo que muchascrticos le acusaron de recrear los tipos y los paisajes.

    La composicin con la lnea del contorno que delimita masas de colores es sin dudauna herencia de los postimpresionistas con los que Zuloaga tom contacto. Es posible rastrearla influencia de la escuela de Pont-Aven, a la que perteneci Gauguin, y su obsesin por la l-nea en consonancia con la tcnica del cloissonisme propia de las vidrieras medievales. En latcnica empastada y el trazo grueso vemos tambin influencias de las Pinturas negras de

    Goya.

    Pero la gran influencia que podemos observar en este cuadro es la del tenebrismo delbarroco espaol y especialmente la de El Greco, quin pint el mismo tema, un autor de espe-cial predileccin para Zuloaga quin admiraba de l la sobriedad y la fuerza plstica del autorcretense. La composicin del cuadro parte desde el mismo punto de vista que realiza el autorcretense y tanto su pincelada pastosa como los contrastes violentos reflejados en la atmsfera,beben de la versin del autor barroco. El propio Zuloaga descubri un par de obras de El Grecodesconocidas hasta entonces y que cedi al pintor cataln Rusiol. Su predileccin por este

    tema le llev a realizar distintas versiones entre los aos veinte y treinta, la ltima de ellas, de1938, como exaltacin de la liberacin del Alczar durante la Guerra Civil.

    4. CONCLUSIN

    La Vista de Toledo se enmarca dentro de la coleccin de paisajes castellanos quedesarroll Zuloaga entre Segovia y Toledo. De esta forma Castilla como espacio histrico sefunde en los valores que se pretende que dotar a Espaa. Castilla como espejo de un pasadoglorioso y ejemplo de sobriedad, y reciedumbre, como poso de la Espaa eterna se refleja en

    este cuadro que bebe claramente de la posicin tica y esttica de la generacin del 98 conalgunos de cuyos miembros, como Unamuno o Azorn, Zuloaga mantuvo contacto. Esta mar-cada lnea de pensamiento nacionalista llevar a Zuloaga a apoyar al bando franquista durantela Guerra Civil.

    5. BIBLIOGRAFA

    DE ZULOAGA, Ignacio. Obra Original. Segovia, 1984.