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RECETAS PARA EL SECTOR SALUD Autores Marcelo Andia K. Gabriel Bastías S. Victoria Beaumont H. Rodrigo Castro F. Rafael Caviedes D. Iris Delgado B. Liliana Jadue H. Vito Sciaraffia M. Alvaro Téllez T. Editor Rodrigo Castro F.

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RECETAS PARA ELSECTOR SALUD

AutoresMarcelo Andia K.

Gabriel Bastías S.

Victoria Beaumont H.

Rodrigo Castro F.

Rafael Caviedes D.

Iris Delgado B.

Liliana Jadue H.

Vito Sciaraffia M.

Alvaro Téllez T.

EditorRodrigo Castro F.

LIBERTAD Y DESARROLLO, fundado en 1980, es un centro privado de estudios e investigación, independiente de todo grupo político, religioso, empresarial o gubernamental. Su labor está centrada en el análisis de los asuntos públicos, promoviendo los valores y principios de una sociedad libre.

Libertad y Desarrollo busca promover la libertad en los campos político, económico y social, proponiendo fórmulas concretas para el perfeccionamiento de un orden social de libertades a través del análisis, investigación y difusión de políticas públicas.

Sondeos y encuestas han confirmado durante años que la salud es una

de las preocupaciones prioritarias de los chilenos, quienes demandan la

solución de los problemas que aquejan al sector.

La última reforma que han emprendido las autoridades nació el año 2004,

cuando se promulgó un conjunto de cuerpos legales -entre los que destacan

la ley de autoridad sanitaria, las leyes que reformaron la regulación del

sistema ISAPRE, la normativa del régimen de garantías de salud y la ley de

su financiamiento-, todos ellos bajo el nombre de AUGE. Estas reformas

no han sido completamente implementadas y han representado un enorme

desafío en materia de gestión, recursos humanos y financiamiento.

Además, se debe tener en cuenta que hay varios otros aspectos que esta

nueva legislación no ha considerado y que continúan generando problemas

de magnitud en el sector Salud.

Es así que el presente libro, editado por Libertad y Desarrollo, reúne a

un grupo de expertos que, en sus ocho capítulos, realizan un completo

análisis de los problemas que continúan pendientes en salud, entregando

sus diagnósticos y proponiendo medidas y políticas que los resuelvan.

Libertad y Desarrollo cumple así con un nuevo aporte en materia de

políticas públicas, en el marco de los objetivos que orientan su labor.

RECETAS PARA ELSECTOR SALUD

LYDediciones

RECE

TAS

PARA

EL

SECT

OR S

ALUD

LYDediciones

MARCELO ANDIA K. Ingeniero Civil, Pontificia Universidad Católica de Chile. Médico Cirujano, Pontificia Universidad Católica de Chile, M Sc. en Ciencias de la Ingeniería, Pontificia Universidad Católica de Chile. PhD (c) School of Medicine, Kings College London UK. Profesor asistente Departamento de Radiología, Escuela de Medicina, Pontificia Universidad Católica de Chile.

GABRIEL BASTÍAS S. Médico Cirujano, Pontificia Universidad Católica de Chile. MBA y Especialista en Salud Pública, P. Universidad Católica de Chile. Académico del Departamento de Salud Pública de la Escuela de Medicina de la PUC. Profesor de Administración y Políticas de Salud.

VICTORIA BEAUMONT H. Periodista de la Universidad Andrés Bello, con estudios en Ciencias Políticas. Fundadora de la empresa Altura Management.

RODRIGO CASTRO F. Ingeniero Comercial, mención Economía. PhD (c) en Economía, Georgetown University, Estados Unidos. Vicedecano Facultad de Economía y Negocios, Universidad del Desarrollo.

RAFAEL CAVIEDES D. Constructor Civil, Pontificia Universidad Católica de Chile. Master en Economía, IESE, Universidad de Navarra. Director Ejecutivo de la Asociación de ISAPRE.

IRIS DELGADO B. Licenciada en Matemáticas y Computación, Universidad Técnica del Estado. Maestría en Aplicaciones Estadísticas, Universidad de Santiago de Chile. Magíster en Bioestadística, Universidad de Chile. Directora de Investigación Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo. Directora del Observatorio Chileno de Equidad en Salud.

LILIANA JADUE H. Médico Cirujano, Pontificia Universidad Católica de Chile. Magíster en Salud Pública, con mención en Epidemiología, Universidad de Chile. Directora del Centro de Epidemiología y Políticas de Salud Pública, Facultad de Medicina Clínica Alemana Universidad del Desarrollo.

VITO SCIARAFFIA M. Ingeniero Civil y Médico Cirujano, Universidad de Chile. Especialista en Ginecología y Obstetricia, Universidad de Chile. Master of Business Administration, University of Illinois at Urbana-Champaign. Director del Instituto de Administración de Salud, Facultad de Economía, Universidad de Chile.

ALVARO TÉLLEZ T. Médico Pediatra, Pontificia Universidad Católica de Chile. Magíster en Salud Pública, mención en Salud Materno-infantil, Universidad de Chile. Profesor Adjunto, subjefe Departamento de Pediatría, Jefe Programa, Centros de Salud Familiar UC. Programa de Formación en Pediatría General y Ambulatoria.

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Registro de Propiedad IntelectualInscripción Nº: 185.327ISBN: 978-956-7183-33-3

Impreso en Chile / Printed in ChilePrimera edición: Noviembre 2009

Editado por: ediciones LYD

Coordinación Editorial: Ximena Acevedo A.

Diseño y Diagramación: Valentín Magallanes H.

Imprenta: Servicios Gráficos Andros

Fotografía portada: www.freeimages.co.uk

Se terminó de imprimir en Santiago el 6 de noviembre de 2009

Todos los derechos reservados.Esta publicación no puede ser reproducida ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de los editores.

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RECETAS PARA ELSECTOR SALUD

Marcelo Andia K.

Gabriel Bastías S.

Victoria Beaumont H.

Rodrigo Castro F.

Rafael Caviedes D.

Iris Delgado B.

Liliana Jadue H.

Vito Sciaraffia M.

Alvaro Téllez T.

EditorRodrigo Castro F.

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INDICE

PRÓLOGOCristián Larroulet V. 7

PRIMERA PARTE: DESAFÍOS DEL AUGE

I LOS OBJETIVOS SANITARIOS DE EQUIDADEN SALUD EN CHILE. Por: Liliana Jadue H. e Iris Delgado B. 25

II PLAN DE GARANTÍAS EXPLÍCITAS EN SALUD (GES):REVISANDO LA ESTRATEGIA.Por: Gabriel Bastías S. y Marcelo Andia K. 65

SEGUNDA PARTE: EL FINANCIAMIENTO

III EVOLUCIÓN DEL GASTO EN SALUD.EVIDENCIA NACIONAL E INTERNACIONAL.Por: Vito Sciaraffia M. 103

IV CUENTAS DE AHORRO EN SALUD. Por: Rodrigo Castro F. 135

TERCERA PARTE: LA GESTIÓN

V MIDIENDO LA EFICIENCIA DE LOS HOSPITALES PÚBLICOS.Por: Rodrigo Castro F. 185

VI ATENCIÓN PRIMARIA: FACTOR CLAVE DEL PROCESODE REFORMA AL SISTEMA DE SALUD. Por: Alvaro Téllez T. 223

VII INCUMPLIMIENTOS DEL AUGE:UNA MIRADA A LA OPORTUNIDAD DE ATENCIÓN.Por: Victoria Beaumont H. 255

VIII CONCESIONES SANITARIAS: GARANTIZANDOLA SOSTENIBILIDAD DEL SISTEMA. Por: Rafael Caviedes D. 271

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PRÓLOGO

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La salud es una de las principales priori-

dades que la población señala debe tener todo gobierno. En los últimos

años se han diseñado e implementado diversas iniciativas legales que han

abordado este problema. La última reforma comenzó en el 2004, promul-

gándose un conjunto de leyes que tenían diversos objetivos. Entre ellas

cabe destacar la ley del régimen de garantías en salud, la ley de autoridad

sanitaria, las leyes que modificaron la regulación del sistema ISAPRE y la

ley de su financiamiento. Algunas de estas reformas no han sido completa-

mente implementadas y aún quedan importantes desafíos pendientes.

La reforma al sector salud se explica por

diversas razones. Entre estas baste recordar la transformación del perfil

epidemiológico y morbimortalidad que es comparable al de países más

desarrollados. Este perfil trae consigo problemas de salud pública más

complejos, debido a su vinculación con dimensiones socioculturales y

estilos de vida que son determinantes del estado de salud de la pobla-

ción. También hay un cambio demográfico, en que el envejecimiento de

la población requiere un profundo análisis multisectorial. A lo anterior

se suma un desarrollo precario en el modelo de atención basado en

los nuevos problemas de salud. Uno de los aspectos en que el avance

ha sido aún más limitado es la calidad de los servicios de atención de

salud. Una muestra de lo anterior y que representa uno de los nudos

críticos del sistema público son las listas de espera.

Uno de los aspectos distintivos del sis-

tema de salud es su segmentación en un subsistema público y otro

privado. Esta situación genera un conjunto de restricciones que impiden

aprovechar la competencia como determinante fundamental de la ca-

lidad. En efecto, en el sistema público, el beneficiario está cautivo y el

acceso y oportunidad de su atención no se encuentran garantizados. En

el sistema privado, el beneficiario se enfrenta a una potencial despro-

tección financiera. En este escenario, en el sistema público se concen-

tran beneficiarios con mayor riesgo de salud y menor nivel de ingreso,

mientras que en el privado ocurre lo contrario.

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Un aspecto de suma relevancia y no me-

nos controversial ha sido la eficiencia del sistema. Por un lado, el sector

público se ha enfrentado a una caída en su productividad, es decir, un

incremento del gasto más que proporcional al aumento del número de

prestaciones, especialmente en el sector hospitalario. En el sistema pri-

vado se presentan aumentos sostenidos en la frecuencia y precios de

prestaciones. El resultado se traduce en un incremento global del gasto

en salud. Es importante tener en consideración que también existen fe-

nómenos especiales que acompañan el incremento del gasto en salud.

Entre ellos cabe destacar la innovación tecnológica, el uso de las licen-

cias médicas y la incipiente judicialización de la medicina.

No obstante lo anterior, la última reforma

no logró avanzar en un conjunto de aspectos no menos importantes. Entre

estos destaca el de las concesiones hospitalarias. Aquí se requiere avan-

zar más allá de lo puramente inmobiliario y los servicios anexos, apro-

vechando la experiencia de obras públicas y de otros países. También

queda pendiente enfrentar otros determinantes del aumento de costos en

salud, tales como las licencias médicas y los subsidios maternales.

Este libro nace, entonces, como conse-

cuencia de los aspectos antes señalados. Aunque la reforma al sector

salud enfrenta diversos problemas quedan muchos aspectos pendien-

tes de resolver. Por ello en los ocho capítulos de este libro se presentan

algunos de los principales desafíos que enfrenta el sector, a través de

diagnósticos y propuestas de solución.

En el capítulo 1, Liliana Jadue e Iris Del-

gado plantean los objetivos sanitarios para la alcanzar la equidad en

salud. Chile ha experimentado importantes avances sociales y econó-

micos que ayudan a comprender la buena situación general de los indi-

cadores de salud de la población. La comparación del nivel de logro de

indicadores globales, tales como la esperanza de vida y la mortalidad

infantil, con el resto de los países del mundo, incluso con los países

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desarrollados, nos ubica entre los primeros lugares en América Lati-

na. Las autoras plantean que los logros pueden explicarse por diver-

sas razones, entre otras, por los importantes cambios en la situación

de contexto que vive nuestro país y relacionados directamente con los

determinantes sociales de la salud, como la educación, el avance en

términos de disminución de brechas según género, la disminución de la

pobreza e indigencia, la preocupación por mejorar el acceso y calidad

del sistema del salud, etc.

Los indicadores relacionados con algu-

nos de los determinantes sociales presentados en este capítulo conti-

núan su tendencia al mejoramiento. Sin embargo, constituye un desafío

aún para las autoridades y la sociedad en su conjunto disminuir las

brechas de desigualdad y erradicar las inequidades que todavía per-

sisten en la población de nuestro país. En otras palabras, es necesario

atender a “las causas de las causas”. Además es importante abordar

el gradiente socioeconómico en relación con salud que constituye un

modelo más integral para intervenir las inequidades en esta área. De

esta manera, el diseño de políticas públicas podría ajustarse mejor a los

grupos a quienes se dirigen, de forma que su impacto tienda a cerrar

las brechas de equidad y no a incrementarlas, como puede ocurrir con

políticas universales, que a la larga favorecen más a aquellos que están

más preparados o en mejores condiciones para utilizarlas y no llegan

verdaderamente a los más necesitados. Este puede ser el caso de al-

gunos servicios de salud, como los programas y servicios preventivos,

que son más utilizados por las personas más educadas o por aquellos

que viven más cerca de los centros de atención. En contraposición, la

aplicación de estrategias de focalización también ofrece desafíos, por

ejemplo, cuando los criterios de inclusión establecen límites que dejan

fuera a personas que también están necesitadas, pero que se ubican

solo un peldaño más arriba en la escala social, y son socialmente muy

vulnerables. La posibilidad de generar información de alta calidad para

evaluar el impacto de las políticas públicas permite originar la discusión

sobre la aplicación de unas u otras estrategias, ya sea de políticas uni-

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versales o de focalización, según su pertinencia en el momento. Con la

incorporación del enfoque de la equidad social, será posible incluir tam-

bién a aquellos otros sectores, como educación, trabajo, justicia, medio

ambiente, y otros, que deben aportar para que los sistemas de salud

entreguen la mejor atención médica disponible, y ella beneficie a toda

la población por igual, independientemente de su posición o condición

en la escala social.

En el capítulo 2, Marcelo Andia y Gabriel

Bastías presentan los principales desafíos en la implementación de las

Garantías Explícitas en Salud (GES). La implementación de las GES es

un gran avance con respecto al sistema previamente vigente. Según

datos de encuestas de opinión realizadas por la Superintendencia de

Salud en 2007, casi un 70% de los encuestados cree que la puesta en

marcha de las GES mejoró en algún grado la atención de salud en Chile.

Si bien los resultados de la percepción pública de la puesta en marcha

de las GES son buenos y representan un gran avance en la implementa-

ción de políticas públicas en Chile, es necesario realizar algunos ajustes

para avanzar desde una buena percepción de la calidad de las atencio-

nes en salud a realmente producir un mejoramiento en los indicadores

de salud poblacionales, prolongando la expectativa de vida y los años

de vida libre de enfermedad de los chilenos.

En primer lugar, es clave para el éxito de

la reforma la instauración de un plan coordinado de información a los afi-

liados y prestadores, que sea preciso y específico. Este plan debe incluir

la información relevante para cada cotizante y su grupo familiar, en es-

pecial respecto de sus derechos y deberes, formas de acceso a las ga-

rantías, plazos y requisitos de cada una de ellas, dando la posibilidad de

contar con algún mecanismo eficiente de solución de dudas y orientación

“en línea” para facilitar el acceso a las garantías y evitar la duplicación de

prestaciones. En segundo lugar, es necesario avanzar en los programas

de acreditación de los prestadores de salud para que el cumplimiento de

las canastas de prestaciones no se ciña exclusivamente a criterios de mí-

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nimo costo, y establecer mecanismos regulares para la revisión continua

de las prestaciones contenidas en las canastas, de manera de mantenerlas

actualizadas con respecto a la nueva evidencia científica publicada. Esto

último orientado a que en definitiva no tengamos una ley que retrase y

desincentive la introducción de mejoras y nuevas tecnologías tanto a nivel

de diagnóstico, tratamiento y seguimiento de las patologías incluidas en

las garantías GES. En tercer lugar es importante la instauración de una

política de detección precoz de patologías relevantes, que sea eficiente,

coordinada y con adecuada información, así como políticas de interven-

ción para estimular cambios de hábitos en la población. Estos elementos

son claves en cualquier programa que pretenda mejorar los estándares de

salud de la población y mantener un costo controlado. En cuarto lugar, es

necesario reconocer que la aplicación de las GES necesariamente ocupará

infraestructura, recursos e insumos, que potencialmente dejen en condi-

ciones menos favorables a las patologías no incluidas en ellas. Es necesa-

rio promover un plan de acción para evitar que la calidad en la atención de

estas patologías se vea disminuida al estar funcionando las garantías GES.

En quinto lugar es necesario reconocer y cuantificar la variabilidad existen-

te en el comportamiento de cada patología considerada en las GES. Hoy

se tratan como si tuvieran un comportamiento clínico y de consumo de

recursos similares. La evidencia internacional demuestra que una misma

patología puede tener una evolución y costos distintos, dependiendo de

variables biodemográficas del paciente. Si no se reconocen estas diferen-

cias, que consideran bandas de costos asociados, se puede cometer un

gran error al momento de garantizar la protección financiera. Finalmente,

toda intervención en salud que además ha requerido de la inyección de re-

cursos públicos de gran magnitud, deberá demostrar sus resultados en los

indicadores de salud nacionales, tales como mortalidad, sobrevida de pa-

cientes tratados, impacto en indicadores de salud pública, como los años

de vida saludable perdidos (AVISA), etc.

Para ello los autores estiman que es muy

relevante la implementación de un “Observatorio de la Reforma” que

actúe como un ente independiente encargado de analizar y proponer

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medidas correctoras del programa implementado en virtud de la infor-

mación que se recopile. Este Observatorio debiera evaluar el funciona-

miento de las canastas de prestaciones, la variabilidad en el seguimien-

to de los protocolos establecidos, la real eficacia de las intervenciones

propuestas y el impacto en las patologías no GES. No existe evidencia

en la literatura internacional que demuestre que la incorporación de me-

didas públicas como las “canastas de prestaciones garantizadas” del

programa GES sean costo-eficientes para mejorar los indicadores de

salud de una población; sin embargo, esta reforma llegó para quedarse

y será el tiempo el que demostrará el impacto real en el nivel de salud

de la población chilena.

En el capítulo 3, Vito Sciaraffia analiza la

evolución del gasto en salud en Chile para el período 1995 al 2006. Este

gasto ha ido sostenidamente al alza asociado a crecimientos tanto en

el gasto del sector público como del privado. Lo mismo ha ocurrido con

el gasto per cápita total, público y privado. Asimismo, como porcentaje

del PIB, sin embargo, el gasto total, público y privado se mantienen re-

lativamente estables, con una leve disminución, lo que se explica por el

alto crecimiento del PIB de Chile durante el período analizado. En 2006,

el porcentaje del PIB que se gasta en salud es de 5,3. Considerando

información de 2005 y 2006, nuestro país se encuentra en una etapa

de transición, tanto en gasto como en desempeño, entre los países en

vías de desarrollo y los desarrollados. Es así como para la mayoría de

las variables Chile se encuentra a la vanguardia de Latinoamérica, pero

rezagado respecto a la OECD. Cabe destacar que las variables de des-

empeño del gasto en Chile, medidas por los indicadores tradicionales

de salud, son, en términos relativos, positivas al considerar el nivel de

gasto en Chile.

El gasto per cápita en salud para nuestro

país alcanza a US$ 668 en paridad de poder de compra, cuatro veces

por debajo del promedio OECD. No obstante, sus indicadores tradicio-

nales de desempeño muestran una diferencia inferior. Bajo un supuesto

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de rendimientos decrecientes, para mejorar los indicadores de salud

en nuestro país se requerirá aumentar más que proporcionalmente los

recursos para este sector. Cabe considerar que estos indicadores son

muy sensibles a variables de desarrollo socioeconómico no directamen-

te relacionadas con salud como educación y urbanización y, en general,

a intervenciones cuyo efecto es de mediano y largo plazo. El gasto per

cápita en prestaciones médicas presenta diferencias sustanciales entre

el sistema ISAPRE y FONASA, siendo el gasto del sector privado ocho

veces superior al de FONASA en 2007. En las ISAPRE, la frecuencia de

prestaciones es de 17 contra 4,5 de FONASA, mientras que el precio

promedio de las prestaciones en el sistema ISAPRE es de $21 mil, en

tanto que para FONASA es de $10 mil para el año 2007. Respecto a la

tendencia, el gasto per cápita tanto en ISAPRE como en FONASA ha

sido al alza. Lo anterior explicado en ambos subsistemas principalmen-

te por un aumento en la frecuencia de uso de prestaciones más que por

un incremento en el precio de las mismas.

En el capítulo 4, Rodrigo Castro describe

y analiza una alternativa al financiamiento actual del sistema de salud.

Este sistema se ha implementado con diferentes resultados en Singa-

pur, Sudáfrica, China y EE.UU. El sistema se basa en diseñar cuentas

de ahorro individuales destinadas para la salud (CAS), de forma que en

vez de cotizar para un seguro por un monto del salario se cotiza en una

cuenta de ahorro personal destinada a cubrir los gastos en salud en

que se incurra. Lo que hace tan atractivo este sistema, y por lo que está

siendo debatido mundialmente, es el hecho de que se le devuelve la

responsabilidad al individuo al momento de gastar en salud, eliminando

el riesgo de abuso y permitiendo la libre competencia entre prestado-

res. En teoría, las CAS aparecen como muy atractivas, ya que permiten

eliminar el riesgo financiero de las familias, así como disminuir el sobre-

consumo de prestaciones médicas derivado de que el consumidor no

enfrenta el precio real de ellas. A pesar de las bondades teóricas del

sistema para una aplicación viable del mismo en Chile, es necesario

profundizar los estudios en cuanto a su implementación, sobre todo en

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lo que respecta a lo que serían los grupos críticos, entiéndase a los ho-

gares con menos recursos, los enfermos crónicos y la tercera edad.

En el capítulo 5, Rodrigo Castro propone

un nuevo sistema de medición de los resultados en el sistema público

de salud. Se muestra evidencia empírica sobre el desempeño de los

hospitales públicos en Chile. Los resultados sugieren que varios hos-

pitales operan a un nivel de eficiencia muy por debajo de la máxima

capacidad que se obtiene a partir de los hospitales relativamente más

eficientes. Solo 9 de los 54 establecimientos de la muestra operan efi-

cientemente en comparación a sus pares. Se debe tener en cuenta que

esta metodología no es una medida de eficiencia absoluta y que la va-

riable de eficiencia solo refleja el desempeño y tecnología de produc-

ción del grupo de hospitales considerados. En promedio, los hospitales

consumen entre un 30,3% y 94,3% más recursos de lo que es requerido

para su nivel de actividad. Este resultado es consistente con el diag-

nóstico compartido por expertos en el sentido de que los hospitales

públicos operan a niveles de eficiencia que no son aceptables y que

existen importantes problemas de gestión. Cabe destacar el efecto po-

sitivo en el nivel de eficiencia de factores institucionales, tales como el

tipo de gestión (autogestionado en red o centralizado). En este sentido,

se podría avanzar hacia una mayor eficiencia, modificando el gobierno

corporativo de los hospitales públicos, de tal manera que funcionen

como empresas autónomas del Estado. Asimismo, se podrían diseñar

e implementar mecanismos más flexibles para generar nuevas fuentes

de financiamiento de las inversiones y mecanismos de gestión, dentro

del esquema de asociación pública-privada, como son las concesiones

hospitalarias. Las estimaciones de eficiencia indican que si los hospi-

tales ineficientes operaran como los más eficientes, el gasto total se

podría reducir en US$ 107 millones. Aunque este capítulo se centra en

la medición de la eficiencia hospitalaria, debido a la inexistencia de in-

formación no tuvo en cuenta temas como la calidad de la atención que

reciben los pacientes o la cantidad de servicios que se les presta en las

instituciones, aspectos claves en la definición de eficiencia.

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En el capítulo 6, Alvaro Téllez describe y

analiza el rol de la atención primaria en la Reforma de la Salud. Los paí-

ses que tienen una atención primaria fuerte en general exhiben una mejor

situación de salud y un menor gasto en este rubro. Chile puede ser con-

siderado uno de los países en que esta conclusión se confirma; sin em-

bargo, su atención primaria vive la paradoja de que a pesar de ser con-

siderada como un ámbito fundamental dentro del sistema de atención,

es donde se destinan proporcionalmente menos recursos. Es innegable

que muchos de los logros de la salud pública chilena se pueden explicar

por el aporte de su atención primaria, que ha actuado sobre la base de

equipos de salud multiprofesionales, cercanos a la comunidad y presen-

tes a lo largo y ancho del país. Estas condiciones han permitido aplicar

en forma sistemática y universal programas y protocolos de intervención

diseñados por la autoridad central, que han logrado impactar en los pro-

blemas de salud de la población. No obstante, es necesario advertir que

tal éxito se ha logrado al enfrentar un perfil de problemas vulnerables a

intervenciones específicas y simples, como vacunas, lavado de manos,

desinfección de agua y alimentos, administración de medicamentos, en-

tre otras. Se ha consolidado el concepto de que la atención primaria es el

primer nivel de atención, caracterizado como el ámbito de mínima com-

plejidad y máxima cobertura. Sin embargo, durante los últimos quince

años la atención primaria ha asumido programas más complejos, carac-

terizados por la protocolización de intervenciones secuenciales, según

criterios de riesgo. Un buen ejemplo de estos es el Programa Infecciones

Respiratorias Agudas (IRA), que ha permitido reducir en forma significa-

tiva la mortalidad específica por estas enfermedades en el menor de un

año. Cabe advertir eso sí, que esta sigue siendo una intervención pre-

dominantemente biomédica, donde la aplicación guiada de tratamientos

específicos es suficiente para lograr efectividad.

Por otra parte, sería injusto atribuir los lo-

gros en salud exclusivamente al sistema de atención y específicamente

a la atención primaria, pues hay otros factores que sin duda han influido.

Desde ya el desarrollo global del país, la reducción de la pobreza y la me-

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joría en las condiciones de vida. Otro factor destacable ha sido el papel

jugado por la población, que ha desarrollado una elevada cultura sanita-

ria, expresada en un alto grado de valoración y adherencia a los progra-

mas preventivos (vacunaciones, controles de salud) y en un buen nivel de

confianza y receptividad frente al sistema de atención. Hoy la población,

en general, es educada en salud y progresivamente tiende a ser más

exigente frente a la respuesta que obtiene a sus demandas de atención,

especialmente de carácter médico. Sería cómodo pensar que a partir

de estos antecedentes el país está preparado para enfrentar los nuevos

desafíos en salud, basando parte de sus estrategias en esta atención

primaria, a la que solo resta fortalecer. Sin embargo, desgraciadamente

esto no es así. El panorama sanitario que enfrentamos es mucho más

complejo e inevitablemente requerirá de profundos cambios en el siste-

ma de salud y específicamente en el modelo de atención. Cambios que

afectan a la atención primaria y a la red asistencial donde ella se inserta.

El capítulo intenta justificar esta afirmación y proyectar algunas líneas de

acción sobre esta materia, para lo cual aborda diversos objetivos: descri-

bir los desafíos que la reforma al sistema de salud plantea a la atención

primaria; analizar las propuestas políticas vigentes y específicamente el

cambio en el modelo de atención; analizar las condiciones actuales de la

atención primaria y sus limitaciones más importantes; y proponer algunas

estrategias para lograr los cambios necesarios.

En el capítulo 7, Victoria Beaumont ana-

liza los principales problemas y soluciones asociados a las listas de

espera. Los cuatro pilares o derechos garantizados por ley correspon-

den a una declaración explícita de atención que requiere un esfuerzo

adicional de gestión, un cambio cultural al interior de los hospitales

públicos, pacientes informados y, por parte de las autoridades, el res-

peto a la gradualidad de aplicación y un fuerte control de los resulta-

dos, con la intención de hacer los ajustes necesarios. Aún no es tiempo

para evaluar los efectos, a nivel epidemiológico, de la incorporación del

GES. Sin embargo, sí es fundamental conocer el cumplimiento de las

garantías contenidas en la ley, especialmente frente al compromiso pre-

sidencial de incorporar nuevas patologías al plan. Los resultados reco-

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pilados en este capítulo son un resumen del estudio realizado durante el

año pasado, referente al cumplimiento de la garantía de oportunidad o

plazo máximo para el otorgamiento de las prestaciones de salud garan-

tizadas, en la forma y condiciones que determina el decreto en catorce

patologías AUGE seleccionadas. A la fecha del estudio había 19.094

pacientes en lista de espera, con una proyección líneal de 60.645 per-

sonas para dichas patologías a nivel nacional.

Las listas de espera en los sistemas de

salud son una realidad histórica, y un desafío constante a nivel mundial.

En Chile, la reforma y las garantías explícitas en salud incorporan el

compromiso explícito del Estado con tiempos de espera garantizados.

El incumplimiento de las garantías explícitas es extremadamente severo

y la falta de resolutividad no solo involucra la gestión de los hospitales

y servicios de salud, sino que a FONASA y a la Superintendencia de

Salud. A lo anterior cabe agregar que el mismo decreto 44 del año 2007

incorpora un protocolo a seguir en el caso de incumplimiento de las ga-

rantías; lamentablemente, la responsabilidad de seguir el proceso cae

en manos del paciente, quien no está informado, es vulnerable frente a

un sistema de salud poco amigable y no posee una cultura de acción

proactiva con respecto a sus derechos.

En el capítulo 8, Rafael Caviedes presen-

ta un nuevo enfoque sobre el sistema de concesiones en salud. Los

inevitables incrementos de los costos y las tensiones que sufren los sis-

temas de salud obligan a buscar mecanismos que garanticen la máxima

eficiencia posible y la sostenibilidad del sistema de salud en el tiempo.

El primer aspecto de la sostenibilidad en salud estará dado por la bús-

queda de un espacio compartido que equilibre los intereses públicos y

privados para que ambos compartan riesgos, oportunidades y respon-

sabilidades en salud. No se puede continuar pensando que el Estado

debe financiarlo y proveerlo todo en salud. Se debe construir un modelo

que permita la tan necesaria complementariedad, que provea la infraes-

tructura y equipamiento necesario y que sea capaz de responder a las

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2 0

prioridades sociales en materia de salud. El modelo debe contener los

incentivos que aseguren el acceso a la salud, refuercen la equidad y la

toma responsable de decisiones, así como la definición e implantación

de estándares clínicos que garanticen la calidad y oportunidad de las

prestaciones y contemple los mecanismos de control suficientes para

garantizar la transparencia y generar confianza. El modelo analizado,

que a juicio del autor garantiza la sostenibilidad del sistema, correspon-

de al de la “Concesión Sanitaria”. Este se basa en que el financiamiento

y control de la salud lo tiene el Estado, pero la inversión y la gestión

la realiza la empresa privada. Dichas Concesiones Sanitarias implican

conceptualmente la compra por parte del Estado de “soluciones en sa-

lud” estructuradas y organizadas en los tres niveles de complejidad,

baja, media y alta, bajo el concepto de un pago percápita para que el

concesionario atienda a la población adherida en una “red de servicios

clínicos”, pero con garantías y control público estatal de los servicios

ofrecidos. El Estado, de esta forma, garantiza la universalidad, la equi-

dad, e incluso la gratuidad del sistema cuando corresponda. Se plantea

un modelo de complementariedad pública-privada, en el que sin perder

la propiedad ni el control estatal, se permite la inversión y la gestión pri-

vada, como una forma de garantizar la sostenibilidad del sistema.

Cristián Larroulet V.

Director Ejecutivo

Libertad y Desarrollo

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2 3

Primera Parte:DESAFÍOS DEL AUGE

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2 5

I

LOS OBJETIVOS SANITARIOS DE EQUIDAD EN SALUD EN CHILE

Liliana Jadue H.* e Iris Delgado B.**

* Médico Cirujano, Pontificia Universidad Católica de Chile. Magíster en Salud Pública, con mención en Epidemiología, Universidad de Chile. Directora del Centro de Epidemiología y Políticas de Salud Pública, Facultad de Medicina, Clínica Alemana Universidad del Desarrollo.

** Licenciada en Matemáticas y Computación, Universidad Técnica del Estado. Maestría en Aplicaciones Estadísticas, Universidad de Santiago de Chile. Magíster en Bioestadística, Universidad de Chile. Directora de Investigación Facultad de Medicina, Clínica Alemana Universidad del Desarrollo. Directora del Observatorio Chileno de Equidad en Salud.

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2 6

I. PRESENTACIÓN

Cada día los conceptos de “determinantes

sociales en salud”, “equidad en salud” y “salud pública” se encuentran más

estrechamente asociados. El primero de ellos surgió en los años ’70 bajo la

preocupación de los especialistas en privilegiar el desarrollo de la salud públi-

ca en los problemas asociados a la sociedad en “que la vida tiene lugar”, más

que en las condiciones del riesgo individual. La equidad en salud, entendida

como la ausencia de diferencias injustas y evitables en el estado de salud de

las personas en el nivel individual y colectivo, se transforma así también en

una estrategia de la salud pública. Las consecuencias teóricas y prácticas de

esta asociación se pueden agrupar en dos: en primer lugar, la necesidad del

conocimiento y la evaluación de las consecuencias sanitarias de las políticas

públicas que conducen a fomentar las inequidades en salud; y segundo, en el

conocimiento y la transferencia de la información desde los investigadores a

las autoridades nacionales que toman las decisiones en salud.

Este trabajo se asocia al segundo tipo de

consecuencias señaladas, entregando los elementos más importantes de

la evaluación del Objetivo III de los Objetivos Sanitarios para la década y

analiza, desde la perspectiva de equidad y los determinantes sociales, cuál

es la situación en nuestro país.

1.1. Evaluación a la mitad del periodo de los objetivos sanitarios para la década

Los “Objetivos Sanitarios para la década

2000-20101”, definidos en el marco de la Reforma de la Salud, describen

las metas nacionales que el país se ha propuesto alcanzar en salud al año

2010, y constituyen una referencia fundamental que orienta la prioridad

para los planes y programas del sistema de salud en Chile.

1 “Objetivos Sanitarios para la década 2000-2010”, pag ii. MINSAL, año 2000.

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La situación de salud de un país y sus desa-

fíos son fenómenos en continua evolución. El monitoreo y la evaluación debe

ser un proceso permanente, dinámico y participativo, incorporando periódi-

camente los cambios en el estado de la salud de la población, los avances

en el conocimiento y los resultados en la implementación de los programas.

La impronta de la reforma de salud es mejo-

rar la calidad de vida de todos los chilenos y es el parámetro que debe utili-

zarse para su evaluación, analizando los niveles de cumplimiento de las me-

tas que todos los actores de la salud pública definieron como prioritarias2.

Transcurrida la mitad del periodo fijado

para alcanzar las metas sanitarias definidas en el año 2000, el Ministerio

de Salud (MINSAL) realizó una evaluación del cumplimiento del conjunto

de los Objetivos Sanitarios y los resultados fueron entregados al país en

diciembre del año 2006 por el Ministerio de Salud.

Este documento se basa en nuestra publi-

cación: “Objetivos Sanitarios para la década 2000 – 2010: Evaluación a la

Mitad del Período. Evaluación del Objetivo III: disminuir las Desigualdades

en Salud”, de la cual se han actualizado algunas cifras.

1.2. Equidad en salud y determinantes sociales de salud

Los determinantes sociales de salud3 se

definen como las condiciones sociales en las cuales viven y trabajan las

2 Delgado I, Jadue L. “Objetivos Sanitarios para la década 2000 – 2010: Evaluación a la Mitad del Período. Evaluación del Objetivo III: Disminuir las Desigualdades en Salud”. División de Planificación Sanitaria, Subsecretaría de Salud Pública, Ministerio de Salud, Comisión Determinantes Sociales en Salud. 2006. ISBN 956-7711-49-6.

3 Vega J., Solar O., Irwin A. “Equidad y Determinantes Sociales de la Salud”. En: Determinantes sociales de la salud en Chile. En la Perspectiva de la Equidad. Ed. Jadue L., Marín F. Primera Edición octubre 2005. ISBN 956-299-863-0.

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personas o como “las características sociales dentro de las cuales la vida

tiene lugar4”, y se incluyen tanto las características específicas del contex-

to social que influyen en la salud como las vías por las cuales las condicio-

nes sociales en que la gente vive se traducen en efectos en salud5.

El concepto de “determinantes sociales de

salud” se originó en los años ’70, a partir de una serie de publicaciones que

destacan las limitaciones de las intervenciones de salud orientadas a dismi-

nuir los riesgos individuales de enfermar y morir. Diversos autores argumen-

taron que, para entender y mejorar la salud, se requiere centrar la atención

en generar políticas dirigidas a las sociedades a las que pertenecen las per-

sonas6, y pasar del estudio de los factores de riesgo individual a los modelos

sociales y las estructuras que determinan las posibilidades de una persona

de ser saludable. Lo anterior implica aceptar que la atención médica no es

el principal condicionante de la salud de las personas, sino que aquella está

determinada en gran parte por las condiciones sociales en las cuales se vive

y trabaja. Estos factores permiten que las personas permanezcan sanas,

mientras la atención médica ayuda a las personas cuando se enferman7.

Los factores determinantes de las diferen-

cias individuales de salud son distintos de los factores determinantes de

las diferencias entre las poblaciones8. En este sentido, resulta útil distinguir

dos clases de preguntas etiológicas: la primera busca las causas de los

casos y la segunda las causas de la incidencia. Cuando se habla de deter-

minantes sociales, se intenta comprender cómo las causas de los casos

4 Tarlov A. 1996. “Social Determinants of Health: the Sociobiological Translation”. In Blane D, Brunner E, Wilkinson R (eds). Health and social organization. Londres: Routledge. 71-93.

5 Krieger N. “A Glossary for social Epidemiology” J. Epidemiology Community Health 2001; 55; 693-700.

6 Graham H. “Social Determinants and their Unequal Distribution: Clarifying Policy Understandings”. The Milbank Quarterly, Vol 82, n° 1, 2004 ( pp.101-124).

7 London Health Observatory 2002, Review of the London Health Strategy High-level Indicators.

8 Marmot M. “Economic and Social Determinants of Disease”. Bulletin of the World Health Organization, 2001,79 (10) pág. 988 -989.

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2 9

individuales se relacionan con las causas de la incidencia de la enfermedad

en la población9.

La equidad en salud se define como “la au-

sencia de diferencias injustas y evitables en el estado de salud de individuos,

poblaciones o grupos que tienen distintas características socioeconómicas,

demográficas o geográficas”10. El concepto de inequidad en salud es distinto

al de desigualdad en salud. No necesariamente las desigualdades en salud

son inequidades. Por ejemplo, la brecha en la esperanza de vida promedio

entre mujeres y hombres vinculada a las diferencias biológicas es diferente

de aquellas asociadas a los aspectos de estructuración social en relación al

género. El concepto de inequidad implica que las desigualdades encontra-

das son injustas o evitables; es decir, pueden ser prevenidas y corregidas.

Las inequidades en salud tienen sus raíces en los procesos de estratificación

social de una sociedad11 12 y, por lo tanto, están vinculadas con la realidad

política y las relaciones de poder dentro de una sociedad. Las inequidades

de salud derivan fundamentalmente de la asignación diferencial del poder y

la riqueza de acuerdo con las posiciones sociales13.

Los determinantes sociales del nivel de sa-

lud promedio en una población no son necesariamente los mismos que los

de las brechas en el nivel de salud entre grupos de distinto nivel socioeco-

9 Rose G. Sick “Individuals and Sick Populations”, International Journal of Epidemiology 1985, 14(1).

10 Definición práctica del equipo de equidad de la OMS.

11 La posición socioeconómica incluye los recursos materiales y sociales, al igual que la ubicación o la situación en una jerarquía social. Las posiciones sociales derivan de un determinado contexto social y son generadas por él, lo que significa que las clasificaciones de las posiciones sociales varían en las distintas sociedades y períodos históricos. En algunos países, el género, la raza o la religión desempeñan un papel fundamental en relación con la posición que ocupa una persona. Debido a que hay una amplia gama de estructuras de desigualdad, todas las personas ocupan varias posiciones sociales: por ejemplo, un hombre blanco y homosexual en una ocupación manual o una mujer india heterosexual en un cargo gerencial.

12 Graham H, Kelly MP. “Health Inequalities: Concepts, Frameworks and Policy”. 2004. NHS Briefing Paper.

13 Diderichsen, Evans and Whitehead. 2001. “The Social Basis of Disparities in Health”. In Evans et al. (eds). 2001. Challenging Inequities in Health: from Ethics to Action. Nueva York: Oxford UP.

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3 0

nómico14. Entre los muchos factores y procesos sociales que influyen so-

bre la salud promedio de una población, algunos afectan de manera más

significativa a ciertos grupos más vulnerables y contribuyen a aumentar las

diferencias en nivel de salud entre distintos grupos sociales. Esta distinción

es importante desde el punto de vista de las políticas de salud, porque es

posible promover iniciativas relacionadas con los determinantes sociales de

salud que mejoren los indicadores de salud promedio en un país, sin alterar

el grado de inequidad en salud entre los grupos privilegiados y los más des-

favorecidos. Esta situación se ha visto en Chile en los últimos años.

En este análisis, cuyo objetivo principal es

hacer una evaluación de los avances en el cumplimiento de las metas sani-

tarias fijadas, abordaremos la descripción de la situación de equidad entre

grupos poblacionales chilenos, comprendiendo que el enfoque del proble-

ma desde la perspectiva de los determinantes sociales es más amplio e

incluye elementos y componentes de otros sectores de la sociedad. Sus

resultados han sido material importante para definir políticas públicas, con

la mirada de la equidad y de los determinantes sociales de salud.

1.3. Objetivo III: Inequidades en Salud15: avances en su cumplimiento

Específicamente en el tema de la equidad,

los objetivos sanitarios definen objetivos de impacto en tres áreas de inter-

vención, con metas a cumplir, según se detalla a continuación:

La reducción de la brecha de mortalidad infantil según el nivel 1.

educacional de la madre.

Meta: reducir en una 10% el diferencial de mortalidad infantil

entre hijos de madres de grupos educacionales extremos.

14 Hilary Graham. “Social Determinants and their Unequal Distribution: Clarifying Policy Understandings”,The Milbank Quarterly 2004, 82 (1): 101-124.

15 “Objetivos Sanitarios para la década 2000-2010”, pag 227. MINSAL, año 2000.

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3 1

El incremento de la esperanza de vida para la población de menor 2.

nivel educacional.

Meta: aumentar en 2 años la esperanza de vida de los grupos

más desposeídos.

La reducción de la brecha de AVPP (años de vida potencial perdidos) 3.

en los grupos poblacionales según la comuna de residencia.

Meta: disminuir en un 30% la brecha de AVPP entre comunas.

1.4. Metodología

Para el desarrollo del estudio, se utilizaron,

como fuente de información principal, los registros de mortalidad y nata-

lidad oficiales proporcionados por el Ministerio de Salud16, y la serie de

Encuestas CASEN, en algunos datos seleccionados,17 además de otras

publicaciones y fuentes nacionales. Los determinantes sociales cuya situa-

ción se describe son los siguientes:

Educación.1.

Demografía y género.2.

Sistema de salud.3.

Auto-percepción de salud. 4.

Acceso a la atención médica.5.

Pueblos originarios o etnias.6.

16 Bases de datos de mortalidad para los años 1999-2000-2001-2002-2003 y las bases de datos de los nacidos vivos para los años 1999 al 2003, construidas por DEIS – MINSAL.- Estimaciones de población por sexo y quinquenios de edad por zona, región, comuna y sexo entre 1999 y 2003, realizadas por INE – CELADE.- Código Internacional de Enfermedades CIE-X para las causas de muerte en la base de datos de defunciones.- Estimaciones de población según tramos de escolaridad y sexo del INE, Instituto Nacional de Estadísticas, construidas con el aporte de un demógrafo.

17 Encuesta CASEN, Caracterización Socioeconómica Nacional. Encuesta de hogares aplicada para la evaluación de las políticas sociales en aplicación en el país. La muestra es representativa del conjunto de la población del país, y se realiza cada dos o tres años desde el año 1987. www.mideplan.cl.

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3 2

1.5. Indicadores de equidad en salud

Para la construcción de los indicadores re-

lacionados con la mortalidad infantil y la esperanza de vida, se procedió

según se describe a continuación.

A partir de las bases de datos de defunciones

y nacimientos de los años 1999, 2000, 2001, 2002 y 2003, se

calculó la mortalidad infantil total, neonatal e infantil tardía para

el quinquenio observado, según las dimensiones territorial

(país; zona; región; comuna), socioeconómica (medida como

escolaridad del padre y de la madre) y según las principales

causas de muerte por grandes grupos según CIE 1018 (causas

perinatales, anomalías congénitas, enfermedades respiratorias,

traumas, enfermedades infecciosas y otras).

Para cada una de las bases de datos de

las defunciones de los años 1999 al 2003, se hizo un análisis

descriptivo de la mortalidad según distintos niveles de escolaridad

alcanzados por cada una de las personas fallecidas mayores de

20 años19. Este análisis incluyó la estratificación según sexo,

tramos de edad y causas de muerte.

II. RESULTADOS

2.1. Inequidades en condiciones de vida y determinantes del nivel de salud

2.1.1. Educación

Con respecto del nivel de educación de la

población, en Chile se observan avances que son notables. El nivel prome-

18 CIE 10: 10ª revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades.

19 Este análisis se aplica solo para los mayores de 20 años, bajo el supuesto de que a esa edad ya se ha alcanzado un nivel de escolaridad de a lo menos 13 años.

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3 3

dio de educación del país ha mejorado, con un incremento de 9 años pro-

medio de escolaridad en 1990 a 10,2 años en 2003 y 2006 en los mayores

de 18 años (tabla N° 1). Con la entrada en vigencia de la Ley de Enseñanza

Media Obligatoria en el año 2003, que garantiza educación gratuita hasta

los 18 años de edad, este indicador a nivel nacional debería mostrar ma-

yores logros en los próximos años. Para la población rural, la situación me-

jora, pero las brechas aún persisten, alcanzando a 1,2 años de diferencia

con la población urbana.

Tasa analfabetismo (mayores de 14 años) 6,3% 4,6% 4,2% 3,6%

Cobertura educación básica 90,4 92,2 93,6 92,4

Años promedio de escolaridad mayores de 18 años 9,0 9,7 10,2 10,2

Años promedio de escolaridad mayores de 18 años 9,6 10,3 10,7 10,6

Años promedio de escolaridad mayores de 18 años con residencia rural

6,1 6,3 6,9 7,4

Fuente: CENSOS de Población y serie de encuestas CASEN 1990-2006. www.mideplan.cl

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3 4

La mejoría en los indicadores de educa-

ción según decil de ingreso para la población de 20 a 24 años es evidente

(fi gura N° 1), con una tasa global de 80,4% de este grupo con educación

media completa, logrado por un aumento sustancialmente mayor de años

de educación en los quintiles de menores ingresos. Aunque han pasado

pocos años, es posible que ya comiencen a verse los efectos de la Ley de

Enseñanza Media obligatoria. Sin embargo, será necesario esperar algún

tiempo para que estos cambios se refl ejen en el promedio de años de edu-

cación alcanzados en la población mayor de 25 años, (fi gura N° 2) cuando

se desagrega por quintil de ingresos. Aún persiste una brecha de más de 6

años entre los quintiles extremos,

Otro logro a destacar es que al interior de

cada quintil, las diferencias por sexo son mínimas y no alcanzan a ser signifi -

cativas. La igualdad en el nivel educacional de hombres y mujeres se obser-

va ya desde 1998. No obstante que este panorama es alentador, el desafío

todavía pendiente se refi ere a la calidad de la educación que los distintos

grupos reciben en los establecimientos públicos y privados. Aún falta por

evaluar la calidad de la educación que nuestros alumnos están recibiendo.

Fuente: Encuesta CASEN 1998 y 2006.

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3 5

2.2. Demografía y género

2.2.1. Distribución de la población

Chile se encuentra en una etapa de transi-

ción demográfica y epidemiológica avanzada, que se caracteriza por baja

natalidad y mortalidad general, y un incremento de la población adulta ma-

yor. Asistimos a un cambio en el perfil de mortalidad y morbilidad, con

reducción de la carga de enfermedad por causas infecciosas e incremento

de las causas crónicas.

Al igual que en todas las poblaciones, en

Chile nace un mayor número de varones, pero ellos fallecen con mayor

frecuencia que las mujeres en todas las edades. A partir de los 30 años se

incrementa la proporción de mujeres en la población general, diferencia

que se acentúa después de los 65 años de edad.

De manera global, actualmente los meno-

res de 15 años de edad representan solo el 25% de la población, y los

de 60 y más años, el 11,5%. Para el año 2020, los menores de 15 serían

aproximadamente solo el 20% y los adultos de 60 y más años ascenderán

al 18%. La figura N° 3 muestra la composición por sexo y grupos etáreos,

destacando el incremento de la población sobre 60 años en ambos sexos.

La proporción de mujeres mayores de 60 años alcanzará al 18,8% de la po-

blación en ese momento. Esta cifra puede ser preocupante si los sistemas

de previsión social y pensiones no dan cobertura suficiente y adecuada a

esta gran cantidad de población pasiva.

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3 6

Fuente: elaborado con datos de CHILE: Proyecciones y Estimaciones de Población. Total País. Período de Información: 1950-2050. Instituto Nacional de Estadísticas y Comisión Económica para América Latina y el Caribe. División de Población. Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía.

2.2.2. Jefaturas de hogar

En Chile hay gran incremento de los ho-

gares cuyo jefe20 es una mujer. Así, desde 1990 al 2006, en la serie de

encuestas CASEN sube de 20,2% a 29,7% la proporción de hogares con

jefatura femenina, con incremento de la proporción de ellas en situación

de pobreza y aun indigencia (tabla N° 2). Lo anterior ocurre a partir de un

mayor crecimiento reciente de las jefaturas femeninas en los grupos más

pobres, que desde 1990 duplican la cifra de 22,4 a 44,4% de hogares a

cargo de una mujer.

Esta situación tiene impacto en las fami-

lias, pues se ha demostrado que el aporte de la mujer sumado al del jefe de

20 En la Encuesta CASEN, “Hogar” se defi ne como “aquel constituido por una persona o un grupo de personas, con o sin vínculos de parentesco, que comparten vivienda y tienen presupuesto de alimentación común”. El “Jefe de Hogar” es aquel reconocido como tal por los miembros del hogar al momento de la aplicación del instrumento.

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3 7

hogar muchas veces contribuye a que un hogar supere la línea de la indi-

gencia o de la pobreza, a pesar de que ellas reciben ingresos menores que

los hombres, en niveles similares de educación. Sin embargo, si la mujer

es la única fuente de ingresos del hogar, entonces sus miembros quedan

expuestos a mayores riesgos por menores ingresos.

Indigentes 22.4 32.8 44.4

Pobres no indigentes 18.8 26.0 34.7

Fuente: Serie Encuesta CASEN 1990, 2003 y 2006.

2.2.3. Participación en la fuerza de trabajo

La tasa de participación global de la pobla-

ción en el mercado laboral aumentó desde 55,6% en el año 2000 a 57,3%

en 2006. Mientras la participación masculina se mantuvo en 73% aproxi-

madamente en el mismo periodo, la tasa de participación de las mujeres

creció de 39,3% a 43,2%. Este aumento significa que aproximadamente

295.000 mujeres se incorporaron a la población económicamente activa.

2.2.4. Ingreso

Desde el año ‘90 la población en situación

de pobreza se ha reducido de 38,6% a 13,7% en el 2006, (figura N° 4) ci-

fra que muestra un escenario muy positivo, aunque con una tendencia al

estancamiento, obligando a modificar sustancialmente las estrategias de

abordaje para reducir la pobreza y eliminar la indigencia.

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3 8

La distribución de la población según

quintiles de ingreso autónomo del hogar muestra una tendencia a mejo-

rar la distribución entre 1998 y 2006, pero muy lentamente. En las cifras

más gruesas, la situación no se modifi ca (fi gura N° 5): aún las familias del

quintil más rico disponen de aproximadamente el 48% de los ingresos

familiares mensuales, en tanto los hogares del quintil más pobre, solo del

6%, es decir, de 8 veces menos ingresos que el quintil superior.

Fuente: Encuestas CASEN 1990, 2003 y 2006.

Fuente: Encuestas CASEN 1998, 2003 y 2006.

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3 9

Con respecto al género, ya se ha publica-

do en numerosas oportunidades que el ingreso de las mujeres es menor

que el de los hombres, diferencias que se incrementan hacia los grupos de

mayores ingresos. Globalmente, esta brecha crece desde 72,3% a 76,1%

desde el 1990 a 2006 (fi gura N° 6).

La diferencia es cada vez mayor si se ana-

liza por nivel de educación y por quintil de ingreso; es decir, es una inequi-

dad que afecta a las mujeres más educadas, cuyos ingresos corresponden

al 61,4% de los ingresos de un hombre de igual educación. En los grupos

que no han recibido educación, esta brecha es algo menor, pero igual al-

canza al 76,6% (fi gura N° 7).

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4 0

Figura N° 7. Ingresos según Nivel de Educación por Sexo.($ pesos noviembre año 2006). CASEN 2006.

Fuente: Encuesta CASEN 2006.

2.3. Sistema de salud

Chile tiene un gasto total en salud que

alcanza al 2,8% del PIB en 2006 y que se ha mantenido en el mismo

valor aproximado desde 200121 (tabla N° 3). Sin embargo, el gasto en

salud como porcentaje del gasto total ha crecido del 12,6% al 15,3%

desde 1998 al 2006. Estas cifras muestran una recuperación respecto

de años anteriores en los cuales el crecimiento del sector público de

salud fue muy escaso y se inserta en el marco de crecimiento global del

gasto social en el país.

21 DIPRES: Dirección de Presupuestos, Ministerio de Hacienda.

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4 1

Salud 2,6 2,8 3,0 2,8

Servicios Hospitalarios 2 2,2 2,2 2,0

Servicios de Salud Pública 0,1 0,1 0,1 0,1

Salud n.e.p. 0,5 0,5 0,6 0,7

Salud 12,6 12,7 14,0 15,3

Servicios Hospitalarios 9,8 9,7 10,5 11,2

Servicios de Salud Pública 0,6 0,6 0,5 0,3

Salud n.e.p. 2,2 2,4 3,0 3,8

Fuente: Estadísticas de las Finanzas Públicas 1997-2007. DIPRES.www.dipres.cl/estadisticas/SeriesAnuales/Funcional3-xls.html

Desde el punto de vista de la población, la

distribución por sistema de aseguramiento en salud muestra una migra-

ción de la población desde el sistema privado al sistema público, que ha

sido importante. Según las estimaciones de CASEN, la cobertura global

del sistema público crece desde 61,9% en 1998 a 79,0% en el 2006, un

crecimiento de 17 puntos porcentuales; y por otra parte, el sistema privado

se reduce desde 23,7% de la población a 16,7% en igual periodo (figura

N° 8). También se observa en el periodo una reducción de la población no

adscrita a ningún sistema de salud.

En este periodo se ha visto un encareci-

miento del costo de los servicios de salud y de los planes ofrecidos por el

sistema de seguros privados.

Por sexo, la presencia de las mujeres en el

sistema público es siempre de mayor magnitud, diferencia que se mantie-

ne en las mismas proporciones a través del periodo de observación, lo cual

es consistente con sus remuneraciones más bajas.

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4 2

Figura N° 8. Población según Sistema Previsional y Sexo.CASEN 2000, 2003 y 2006.

Fuente: Encuestas CASEN 2000, 2003 y 2006.

2.4. Autopercepción de salud

Medir el estado de salud de la población es

tarea compleja, y lo habitual es utilizar indicadores de las enfermedades o

de causas de muerte, aplicando un concepto “tradicional” de salud como la

ausencia de enfermedad. Sin embargo, es posible aproximarse al problema

e intentar medir la “buena salud” o la “calidad de vida” de las personas,

concepto que también se asocia a la buena salud, con dimensiones que se

refi eren a la posibilidad de sentirse satisfechos con la vida propia, desarrollar

actividades laborales y personales, sentirse pleno y feliz, entre otras.

En los últimos años hay muchas encuestas

poblacionales que miden diversas dimensiones de la salud y la calidad de

vida, utilizando, entre otras, preguntas sobre la autopercepción del estado de

salud. Esta medición se ha aplicado en muchos lugares del mundo, con resul-

tados confi ables y consistentes, aportando información sobre diversos grupos

en la sociedad, con la ventaja adicional de utilizar un concepto amplio de sa-

lud, como un estado de bienestar integral y no solo la detección de problemas

fi siológicos o clínicos.

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4 3

En Chile, la pregunta de autopercepción

de salud se aplicó por primera vez en una encuesta de hogares en el año

2000, a todas las personas de 15 y más años, presentes en el hogar al

momento de la encuesta. Estos resultados han servido de línea de base y

permiten comparar con otras mediciones nacionales e internacionales.

La autopercepción de salud medida en

CASEN 2003 muestra que el 62,9% de la población se declara con buena

salud y 9,2% en el otro extremo, esto es, con mala salud, resultados que son

discretamente peores que la observación del año 200022. Estas diferencias, que

apuntan a peor autopercepción de salud, aunque pequeñas, son significativas

en el nivel poblacional. Sin embargo, un factor que puede influir en esta medi-

ción es el envejecimiento de la población, pues es sabido que los adultos ma-

yores perciben su salud como más mala en comparación a la población más

joven, hallazgo que se corrobora en esta encuesta, conjuntamente con el creci-

miento de la proporción de adultos sobre 65 años en el periodo analizado.

Los resultados del año 2000 y 2003 (figura

N° 9) siguen las mismas tendencias por sexo y quintil de ingresos, en que

los hombres y las personas de los quintiles de mayores recursos tienen me-

jor percepción de su salud, situación que se confirma en otras mediciones

realizadas en la encuesta de calidad de vida MINSAL 2000. Para confirmar

si estos datos revelan un deterioro de la percepción del estado de salud

de los chilenos, más allá del envejecimiento poblacional, será necesario

profundizar estos análisis para confirmar esta observación y vigilar esta

tendencia. Aunque no parece haber duda de la relación entre el ingreso y

el nivel de salud de la población, este análisis requiere mayor profundidad

y la consideración de la situación de los individuos en el contexto de su

área de residencia o entorno. Chile es un país con grandes diferencias en

la distribución de los ingresos e importantes diferencias geográficas, que

se han mantenido con pocas variaciones en los últimos años.

22 Jadue L, Delgado I, Sandoval H, Cabezas L, Vega J, “Análisis del Nuevo Módulo de Salud de la Encuesta CASEN 2000”. Rev. Med. Chil. 2004, 132:750-760.

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4 4

Esta pregunta no se incluyó en la en-

cuesta CASEN 2006 y valdría la pena hacerlo en una próxima aplicación

del instrumento.

Figura N° 9. Autopercepción según Quintil de Ingresos.CASEN 2000 y 2003.

Fuente: Encuestas CASEN 2000 y 2003.

2.5. Acceso a la atención de salud

En el año 2000 se hizo una modificación al

módulo de salud de la encuesta CASEN, incorporando preguntas que per-r

miten evaluar la equidad en el acceso a la atención de salud en la población

que ha tenido algún evento de salud en los 30 días previos a la consulta, las

cuales se mantuvieron en la aplicación del instrumento en el 2003.

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4 5

Se observó en el año 2003 que 11,7% de

la población declaró haber tenido algún evento de salud en los 30 días pre-

vios a la encuesta, sin diferencias importantes por quintil de ingreso. Esta

cifra es bastante similar a lo observado en el año 2000, en que alcanzó a

13,2% de la población, con una curva en paralelo, pero ubicada 2 puntos

porcentuales más abajo.

Por grupos de edad, los menores de 5

años y los mayores de 60 son aquellos que han tenido la mayor frecuencia

de eventos, grupos etáreos que tradicionalmente concentran las mayores

necesidades de salud (fi gura N° 10). Cabe destacar que por sexo, los hom-

bres menores de 6 años tienen mayor número de eventos de salud que las

mujeres, curva que se invierte a partir de esa edad para mostrar mayores

necesidades de salud en la población femenina.

Estas tendencias se mantienen en el tiem-

po. Falta ver si la reforma de salud y la implementación del Plan GES ex

AUGE podría producir algún cambio en la percepción de necesidad de

atención de salud, pero aún no es posible evaluarlo.

Fuente: Encuestas CASEN 2003.

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4 6

2.6. Pueblos originarios o etnias

En Chile, según el Censo 2002, la pobla-

ción que se declara perteneciente a etnia originaria corresponde al 5,0%

del total del país, es decir a 692.192 personas. La mayor parte de ellos

pertenece a la etnia mapuche, sin embargo, se identifican los siguientes

grupos: aymara, rapa-nui, quechua, mapuche, coya, kawaskar y yagán.

La evolución de las cifras en la Encuesta CASEN muestra que, en el año

2000, un 4,4% de la población se auto declara perteneciente a alguna

etnia, cifra que crece a 6,6% en el año 2006. No contamos con elementos

de juicio para intentar una explicación a este crecimiento desde el punto

de vista demográfico. Tal vez hay elementos de orden social o sociológi-

co que lo expliquen.

Las etnias que habitan a lo largo de Chile

tienen escasa representación, en general, como comunidades con nece-

sidades de salud distintas a las del resto de la población. Pese a que hay

reconocimiento de que, usualmente, su situación social y económica está

por debajo del nivel promedio del país, la información disponible es escasa

y se difunde poco. En el siguiente análisis se entregan algunos datos sobre

la situación de la población perteneciente a etnias, comparándola con el

resto de la población.

Desde el punto de vista del nivel de edu-

cación, se observa que las comunidades étnicas tienen un nivel edu-

cacional inferior a la media del país en casi 2 años (tabla N° 4). Esta

situación no puede pasar inadvertida y dada la relevancia que tiene el

nivel educacional como determinante de la salud las pone en una no-

table situación de desventaja, lo cual seguramente se cruza con mayor

proporción de residencia en zonas rurales, dimensión que no fue anali-

zada en esta oportunidad.

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4 7

Pertenece a etnia 7.3 8.1 8.3 8.7

No Pertenece a etnia 9.6 10.0 10.3 10.3

Fuente: Encuesta CASEN 2003.

Mirando otras dimensiones de la educa-

ción en la población indígena, la tasa de analfabetismo es también mayor

que en el resto de la población y la brecha crece en las zonas rurales. Así,

3,8% de los indígenas de residencia urbana versus 2,8% de los no indí-

genas son analfabetos, cifra que sube a 13,4% y 10,5%, respectivamente,

en la población rural. Una consecuencia directa del nivel de educación de

la población es su nivel de ingresos y los grupos aborígenes están en una

situación de desmedro frente al resto del país.

Pero hay cambios positivos. En la figu-

ra N° 11, que muestra a la población según su pertenencia a etnias y

quintil de ingresos, se observa que la proporción de población de etnia

ubicada en el quintil 1 o más pobre bajó de 41% a 34%, y en el quintil

5 o más rico subió de 5,4% a 7%. Para la población no indígena, la dis-

tribución no mostró cambios importantes. En el contexto de una reduc-

ción de la cifra global de pobreza en el país, esta mejoría ha beneficiado

a las poblaciones indígenas, por sobre el resto de la población que se

mantiene igual.

A pesar de lo anterior, según CASEN

2006, para una cifra global de población en situación de pobreza de

13,7%, la tasa en la población indígena alcanzó al 19%, del que un

4,7% corresponde a indigentes, cifra 1,5 puntos porcentuales por sobre

la media nacional de 3,2%.

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4 8

Figura N° 11: Distribución de Población por Quintil de Ingreso según pertenencia a Etnia. CASEN 2003 y 2006.

Fuente: Encuestas CASEN 2003 y 2006.

III. INEQUIDAD EN LA SITUACIÓN DE SALUD

3. 1. Mortalidad infantil

Ya desde el año 2000 Chile ha descendido

a cifras de mortalidad infantil de solo un dígito. Para el trienio 2001 – 2003

(figura N° 12) la mortalidad infantil alcanzó a 8,2 por 1.000 nacidos vivos

(NV), lo que representa una disminución de 17% con respecto al trienio

anterior. Esta cifra confirma el mejoramiento sostenido que han experimen-

tado en las últimas décadas los indicadores globales que dan cuenta de la

situación general de la salud de la población en Chile.

Sin embargo, la disminución observada

no es homogénea cuando se analiza según componente de la mortalidad

infantil (figura N° 12). En efecto, la mortalidad infantil de manera global

disminuye de 9,9 en el trienio 1998-2000 a 8,2 por mil NV en el trienio si-

guiente, lo que en términos porcentuales representa un 24%, mientras que

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4 9

las mortalidades neonatal precoz y neonatal tardía se reducen en 11% y

15%, respectivamente.

Fuente: MINSAL, Estadísticas Vitales, 1998 al 2003.

El análisis de la tasa de mortalidad infan-

til según el nivel de educación de la madre hasta ahora ha comparado

los grupos extremos de “madres sin escolaridad” versus “madres con

13 o más años de escolaridad” (tabla N° 5). No obstante, gracias a los

avances del nivel de educación de la población chilena, el tamaño abso-

luto del grupo “sin escolaridad” se ha reducido notablemente, y por ello,

las tasas calculadas son inestables, refl ejando más bien la sensibilidad

de los cálculos a los números pequeños que la realidad poblacional. Por

esta razón, los cálculos y comparaciones se realizaron identifi cando a

las mujeres con “hasta 3 años de escolaridad” como grupo de menor

nivel educacional.

Por otra parte, los datos también ponen en

evidencia para ambos periodos, que la mortalidad neonatal precoz, habi-

tualmente asociada a causas relacionadas con el niño o con la evolución

del embarazo y por ello más dependientes de la calidad y del acceso a la

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5 0

atención médica, es relativamente estable en todos los grupos, con excep-

ción del grupo de mujeres sin escolaridad.

Total

Hasta 3 años 1,4 1,6 3,2 1,7 4,9 5,0 2,6 3,0

4- 6 años 1,6 1,8 2,6 2,4 4,6 4,6 2,6 2,6

7-9 años 1,4 1,4 1,8 2,1 3,6 3,3 2,0 2,0

10-12 años 1,3 1,3 1,5 1,6 2,3 2,3 1,6 1,6

13 y más 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0 1,0

Fuente: MINSAL, Estadísticas Vitales, 1998 al 2003.

En síntesis, se observa que el riesgo rela-

tivo para la mortalidad infantil entre madres de hasta tres años de escola-

ridad versus madres con más de 13 años de educación aumentó de 2,6 a

3,0, lo que correspondería a 15% de aumento del diferencial de mortalidad

infantil entre grupos educacionales. Esta situación es distinta en los com-

ponentes de la mortalidad. En efecto, el aumento de la brecha se observa

principalmente en la componente neonatal precoz y en la pos-neonatal,

mientras que el riesgo de la mortalidad neonatal tardía disminuye de ma-

nera importante (3,2 a 1,7) en el periodo observado.

En relación al cumplimiento de uno de los

objetivos de este estudio que es “evaluar el estado de avance en el cum-

plimiento de las metas sanitarias en Chile, relacionadas con la equidad en

salud, en particular la situación de la Mortalidad Infantil según nivel de

escolaridad de la madre, para el período 2001-2003”, estas cifras muestran

un aumento de la brecha en 15%, en un contexto en el cual la mortalidad

infantil de manera global se ha reducido.

Con esta evidencia construida a partir de

la información correspondiente al trienio 2001-2003, para alcanzar la meta

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5 1

propuesta en los Objetivos Sanitarios 2000-2010 es necesario reducir el

diferencial de mortalidad infantil entre grupos extremos de 3 a 2,34. En

términos porcentuales esto representa una reducción al año 2010 de 25%

en el diferencial entre grupos extremos.

Aunque estos resultados son sólidos, en

recientes publicaciones de la OMS se ha propuesto realizar estos análisis

aplicando un ajuste de los grupos por nivel de escolaridad. Este nuevo enfo-

que puede ser muy relevante en Chile en un momento en el cual el nivel de

educación de la población está modificándose velozmente, como lo mues-

tran las cifras presentadas en este mismo documento. Aunque el riesgo de

las madres sin educación sigue siendo muy elevado, el tamaño absoluto del

grupo es muy pequeño y los análisis sin ajuste pueden dar resultados distor-

sionados, que no reflejan la realidad de la situación en Chile.

3.2. Inequidades relacionadas con las causas de muerte infantil

La tasa de mortalidad infantil por grupos

de causas también varía de acuerdo al nivel socioeconómico, con una cla-

ra tendencia de mayor mortalidad en los niveles más bajos de escolaridad

de la madre para todos los grupos de causas que son catalogadas como

“evitables” o “reducibles” 23 24 (figura N° 13).

23 Taucher E. “Mortalidad desde 1975 a 1995. Tendencias y causas”. CELADE, Serie A, No. 162, 1978. p. 14-5.

24 Taucher E, Jofré I: “Mortalidad infantil en Chile: el gran descenso”. Rev. Med. Chil. 1997; 125: 1225-35.

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5 2

Figura N° 13: Mortalidad Infantil por Causas y Nivel de Instrucción de la Madre. Chile, años 2001-2003.

Fuente: MINSAL, DEIS: Estadísticas Vitales, 1998 al 2003.

El análisis de las causas de muertes, en

cada uno de los trienios estudiados, 1998-2000 y 2001-2003 (tabla N°

6), se muestra para los grupos extremos de escolaridad (hasta 3 años

versus 13 y más años de estudio). Pese a que los riesgos relativos son

mayores para las enfermedades respiratorias e infecciosas, el análisis

por riesgo atribuible poblacional muestra que junto a las enfermedades

respiratorias, son las anomalías congénitas y las causas perinatales las

de mayor relevancia, seguidas muy de cerca por las causas mal defi-

nidas y los traumatismos. Este análisis resta relevancia a la educación

de la madre como factor de riesgo modificable en este aspecto para las

enfermedades infecciosas.

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5 3

Tab

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5 4

3.3. Esperanza de vida según nivel de educación

Como es ampliamente conocido, la espe-

ranza de vida es considerada como uno de los indicadores que reflejan la

situación de salud de una población. En nuestro país, la esperanza de vida

al nacer, para el periodo 2000 - 2005 ya sobrepasó los 77 años, estando

para las mujeres por sobre los 80. Sin embargo, estos beneficios no se

distribuyen de igual manera entre nuestra población.

Analizando qué ocurre con la esperanza

de vida prevista a los 20 años de hombres y mujeres según su nivel edu-

cacional (tabla N° 7), las personas con menos educación presentan una

esperanza de vida inferior a los más educados, diferencias que alcanzan

hasta 12 años en los hombres y casi 10 años en las mujeres. Por otra

parte, la esperanza de vida aumentó en un año en ambos sexos durante

el periodo estudiado, pero no para todos los grupos. En los hombres sin

educación se observa más bien una disminución de 0,1 años, mientras

que en los con más escolaridad el aumento es de 1,6 años. En las mu-

jeres la tendencia también es clara: a mayor escolaridad mayor aumento

en la esperanza de vida.

El cambio de la esperanza de vida en fun-

ción de la edad temporaria entre los 20-70 años para hombres y mujeres

(tabla N° 8) entre los dos periodos observados, muestra un descenso de

la expectativa de vida en hombres y mujeres sin educación, mientras que

en el grupo de más educación hay un aumento de 0,2 y 0,1 años para

hombres y mujeres, respectivamente. En otras palabras, las expectativas

de vida temporaria del grupo de los hombres sin educación disminuyeron

en 0,5 años y en el grupo de más educación aumentaron en 0,2 años. En el

caso de las mujeres, las tendencias son las mismas, pero las magnitudes

son menores.

Estas diferencias están medidas en el uni-

verso y por ello, aunque pequeñas, resultan significativas.

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5 5

Total

1985-87 44,5 40,4 43,9 45,3 47,1

1990-92 45,5 40,8 44,5 46,4 47,8

1995-97 45,8 41,8 45,6 45,8 46,4

Total

1985-87 47,2 44,5 46,9 48,0 48,1

1990-92 47,6 44,4 47,2 48,3 48,6

1995-97 47,8 45,7 47,8 47,9 47,9

Fuente: MINSAL, Estadísticas Vitales, 1985 al 2003.

3.4. Mortalidad de la población mayor de 20 años según causa y nivel de

educación

Con respecto de las tasas de mortalidad

según nivel educacional y grupo etáreo, para el periodo 1985-2003, se

observa que en general hay una tendencia a la reducción, situación que

se repite en casi todos los grupos etáreos en las mujeres, especialmente

sobre 65 años.

Sin embargo, en los hombres, se pueden

distinguir dos claras tendencias. La primera dice relación con un incre-

mento o estancamiento de la mortalidad en los grupos con menos de 9

años de educación y la segunda corresponde a una reducción de las ta-

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5 6

sas de mortalidad en los grupos con mayor escolaridad. Es posible plan-

tear que las personas con menor nivel de educación son aquellas que

conforman las cohortes poblacionales de mayor edad y que ahora están

falleciendo. Por otra parte, es importante explicitar que, a diferencia de

lo planteado para la mortalidad infantil, la comparación con el grupo de

personas “sin escolaridad” todavía es válida, ya que se trata de un amplio

grupo de la población.

El efecto neto es que las brechas en las

tasas de mortalidad entre grupos extremos de educación crecen entre los

trienios, tanto para hombres como para las mujeres (tabla N° 8). Así, en

el trienio 85-87, en la cohorte de hombres de 20 a 44 años, la tasa de los

sin educación fue 8,9 veces mayor que la tasa del grupo más educado,

diferencia que se incrementó a 11 veces en el trienio 01-03. Esta situación

se repite para los 3 grupos de escolaridad y en ambos sexos de manera

consistente, explicando el menor crecimiento de la esperanza de vida en

los grupos menos educados.

Tabla N° 8: Mortalidad general (por 100.000) según Grupos de Edad y Nivel de Educación. Chile periodo 1985-2003.

Hombres 20-44 años 45-64 años 65 y+ años

85-87 95-97 01-03 85-87 95-97 01-03 85-87 95-97 01-03

Sin educación 6,2 6,5 5,4 13,6 11,7 10,3 67,9 57,0 52,8

1 a 8 años 2,6 2,3 3,3 10,9 9,0 11,2 59,3 59,0 65,7

9 a 12 años 1,7 1,7 1,6 12,2 9,1 5,9 69,0 64,4 41,3

13 y más años 0,7 1,1 0,5 5,5 8,5 2,4 50,9 68,8 21,0

Brecha del trienio 8,9 5,9 10,8 2,5 1,4 4,3 1,3 0,8 2,5

Mujeres 20-44 años 45-64 años 65 y+ años

85-87 95-97 01-03 85-87 95-97 01-03 85-87 95-97 01-03

Sin educación 3,1 2,4 2,7 9,8 6,6 6,0 65,0 52,0 46,6

1 a 8 años 1,1 0,8 1,1 6,1 5,0 6,0 42,9 43,1 48,4

9 a 12 años 0,7 0,7 0,6 4,8 4,3 3,0 37,8 36,9 23,6

13 y más años 0,4 0,4 0,2 3,4 4,6 1,3 40,6 46,3 12,9

Brecha del trienio 7,8 6,0 13,5 2,9 1,4 4,6 1,6 1,1 3,6

Las infecciones respiratorias agudas, la

cardiopatía isquémica y las enfermedades cerebro vasculares, las tres cau-

Fuente: MINSAL.

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5 7

sas con las mayores tasas de mortalidad en la población sin educación y

con brechas muy amplias con respecto de los más aventajados, son to-

dos problemas de salud en que la literatura ya muestra algunas evidencias

que permiten relacionar las condiciones de vida y el estrés asociado a las

situaciones de desventaja social con el daño fisiológico que pueden des-

encadenar estos problemas. El abordaje desde la perspectiva de los de-

terminantes sociales de la salud en las políticas públicas y en las políticas

de salud puede representar una forma de intervenir estos problemas para

disminuir y eliminar estas brechas.

Los accidentes de tránsito, causa que lidera

las brechas en el último trienio estudiado, cobra mayor importancia cada día

en Chile y se observa que es un problema principalmente de los hombres,

probablemente adultos jóvenes, quienes contribuyen principalmente a esta

desigualdad. Este elemento debe orientar las intervenciones en esta área.

En el análisis de estas brechas, es posible

argumentar que estas comparaciones pueden estar distorsionadas por las

edades de los individuos y el tamaño de los grupos en cada tramo de

educación. Sin embargo, es necesario considerar que el análisis se realiza

sobre la población mayor de 20 años, es decir, sobre los individuos que

alcanzaron su mayor nivel educacional.

Resulta interesante observar que las

edades promedio muestran que en la mayoría de las causas, los falle-

cidos de mayor educación tienen promedios de edad menores que los

de menor educación, situación que se esperaba resultara en el sentido

inverso, dado que la esperanza de vida de la población chilena, en el ni-

vel nacional, ha crecido sobre todo por el aumento de la expectativa de

vida de la población de mayor educación. Se necesitarán otros análisis

para buscar una explicación a este hecho, probablemente realizando

ajustes de las tasas de mortalidad por edad al interior de cada causa,

para controlar el efecto que podrían tener diferencias atribuibles a esa

variable y no la educación.

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5 8

Respecto del tamaño absoluto de los gru-

pos, la distribución por tramo de escolaridad es similar en todas las cau-

sas, con la mayor cantidad de fallecidos en el grupo de educación básica

completa, y el grupo más pequeño con educación por sobre los 13 años de

escolaridad. Al igual que en el análisis anterior de la mortalidad infantil, es

posible identificar causas con brechas elevadas que se asocian a enferme-

dades crónicas, cuyo abordaje debe incluir otras estrategias por fuera del

sector salud, además de la atención médica para reducir estas diferencias.

Es posible identificar problemas que se asocian con condiciones y estilos

de vida, cuyo mejoramiento depende del trabajo con otros sectores de la

sociedad. Así, surge con mayor importancia la necesidad de hacer promo-

ción de la salud y educación en estilos de vida saludable.

Chile tiene un “Plan Nacional de Promoción

de Salud”, que se aplica principalmente a través de “Vida Chile”, organismo

que convoca al sector salud en todos sus niveles y otras organizaciones

fuera del sector, cuyo ámbito de acción se relaciona con los determinantes

sociales de la salud. Sin embargo, el desafío para tener impacto en la salud

de la población, es llegar realmente a la población más necesitada, con

menor nivel de educación, pues la mayoría de las estrategias de promoción

se ubican en el marco de la educación, las cuales, hasta ahora, han mos-

trado escaso impacto en estos grupos de la población.

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5 9

IV. CONCLUSIONES

Chile, ha experimentado importantes

avances sociales y económicos que ayudan a comprender la buena si-

tuación general de los indicadores de salud de la población. La compara-

ción del nivel de logro de indicadores globales, tales como la esperanza

de vida y la mortalidad infantil con el resto de los países del mundo, inclu-

so con los países desarrollados, nos ubica entre los primeros lugares en

América Latina. Los logros pueden explicarse por diversas razones, entre

otras, por los importantes cambios en la situación de contexto que vive

nuestro país y relacionados directamente con los determinantes sociales

de la salud, como la educación, el avance en términos de disminución de

brechas según género, la disminución de la pobreza e indigencia, la pre-

ocupación por mejorar el acceso y calidad del sistema del salud y otros

que se mencionan más adelante.

El nivel de educación de la población chi-

lena en los últimos años ha experimentado grandes logros, la educación

básica ha alcanzando cobertura casi universal (99,1%) y hubo un cierre de

la brecha de los años promedios de educación entre hombres y mujeres. El

promedio educacional del país alcanza actualmente niveles altos y la tasa

de analfabetismo ha disminuido sistemáticamente en los últimos años.

Aunque aún persisten diferencias del nivel de escolaridad entre quintiles

de ingreso, la nueva ley que extiende la educación obligatoria a 12 años,

tendrá impacto principalmente en las cohortes más jóvenes y en los grupos

de menos ingresos, logros que debieran reflejarse en los próximos años.

Desde el punto de vista de las diferencias

de género, hay cambios evidentes con un incremento de las mujeres jefas

de hogar y un aumento importante de la participación de la mujer en la po-

blación económicamente activa. Esto les ha permitido generar sus propios

recursos, aumentando sus niveles de autonomía personal y económica. El

aumento de la cantidad de empleos para las mujeres no se ha traducido

necesariamente en un mejoramiento de la calidad de estos, además de

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6 0

la ya conocida brecha salarial entre sexos, que alcanza hasta un 30%. La

desigualdad de ingresos con los hombres a igual nivel de educación persis-

te principalmente en los quintiles de mayores ingresos. Es un desafío para

las autoridades y de la sociedad en su conjunto mejorar las condiciones de

calidad del empleo principalmente en lo que dice relación con las caracte-

rísticas de inestabilidad, falta de protección social y bajos ingresos.

En relación al sistema de salud, en los últi-

mos años se observa una migración de la población al seguro público: hoy

día 8 de cada 10 personas pertenecen al FONASA, el resto se distribuye

principalmente en las diversas ISAPRE. Es importante destacar que 1 de

cada 10 chilenos (9%) declara no estar adscrito a ningún seguro de salud.

La adscripción al FONASA es diferente según sexo y grupos etáreos. La

distribución del aseguramiento según edad muestra que la población al

envejecer y pasar de una edad laboralmente activa a la condición de inac-

tiva, reduce su adscripción al seguro privado, siendo el seguro público el

que los acoge.

La Encuesta CASEN 2003 muestra que

más del 60% de la población declara tener una salud buena o muy buena,

percepción que es distinta según sexo, edad, tipo de seguro y nivel de

escolaridad e ingresos. El acceso a los servicios y nivel de salud medido

a través de la percepción de necesidad muestra que la amplia mayo-

ría (73%) satisface las necesidades. Las razones para la no satisfacción

se distribuyen principalmente entre problemas económicos y, en menor

medida, debido a falta de acceso y rechazo de la atención dentro del

sistema de salud.

En este sentido, la aplicación del plan

GES ex AUGE25 con el sistema de garantías explícitas en salud debería

25 Plan AUGE o GES: plan de atención de salud con “acceso universal y garantías explícitas”, hoy se ha modificado su denominación a Plan GES, o plan con “garantías explícitas en salud”.

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6 1

apuntar a cerrar las brechas en términos de acceso y oportunidad en la

atención. Además, esta debe ser de buena calidad y con un costo con-

trolado desde la perspectiva del usuario, para dar protección financiera

a las familias frente a los problemas de salud.

Para efectos de evaluación del impacto,

la puesta en marcha del plan GES que hoy alcanza a 56 problemas

de salud y con cobertura a toda la población chilena no tiene tiempo

suficiente de aplicación para ser evaluable26 en este aspecto. La in-

formación conocida hasta ahora pone en evidencia dificultades en su

implementación, que son variables entre las diversas regiones del país.

Será un desafío disponer de la voluntad política, de los recursos y de la

información que permita evaluar tanto el proceso como el impacto de

la aplicación del GES en los grupos que más lo requieren.

La población perteneciente a las etnias

originarias constituye aún un grupo prioritario y un reto para las políticas

sociales, pues en todos los indicadores de bienestar, ellos muestran

logros menores que el resto de la población. El abordaje de su situación

de salud debe además realizarse en un marco sociocultural que sea

satisfactorio y aceptable para ellos.

La mortalidad infantil en Chile en el úl-

timo trienio disminuyó a 8,2 niños por mil nacidos vivos. Sin embargo,

el diferencial de mortalidad entre hijos de madres de grupos educa-

cionales extremos aumenta. Esto significa que, en los próximos años,

los programas orientados a disminuir estas inequidades debieran es-

pecíficamente apuntar a los grupos de mayor riesgo, como lo son las

mujeres embarazadas de más bajo nivel de escolaridad, probablemente

pertenecientes a etnias y que residen en comunas con bajos prome-

26 Plan GES entró en vigencia en el sistema de salud público y privado el 1 de julio de 2005 con 25 problemas de salud, en el 2006 se amplió a 40 problemas de salud y actualmente alcanza a 56 problemas. www.minsal.cl

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dios de ingreso autónomo. Para el sistema de salud chileno es posible

identificar anticipadamente a esta población e intervenir con estrategias

que protejan al binomio madre-hijo, insertándolos adecuadamente en

la red de protección social, ya sea pública o privada, para mejorar sus

condiciones de vida y asegurar su bienestar.

En relación con la esperanza de vida, la

población ha alcanzado el nivel de los países desarrollados y en el

último trienio, a nivel global, se observa un aumento para hombres y

mujeres. Desde el punto de vista de la equidad, el análisis según nivel

de escolaridad muestra que, en el grupo de los hombres sin educación,

hay una leve disminución de la esperanza de vida temporaria a los 20

años. En las mujeres, el aumento global observado se explica principal-

mente por la ganancia en los grupos de mayor educación.

El análisis por causas específicas de

muerte muestra que las personas menos educadas mueren de enfer-

medades crónicas, como cáncer y enfermedades cardiovasculares o

por accidentes, lo que debería orientar la asignación de recursos en

salud a estos problemas específicos, pero sin perder de vista que las

intervenciones o políticas deben apuntar a aspectos más amplios que

se relacionan con los determinantes sociales de la salud.

Los indicadores relacionados con algu-

nos de los determinantes sociales presentados en este documento con-

tinúan su tendencia al mejoramiento. Sin embargo, constituye todavía

un desafío para las autoridades y la sociedad en su conjunto disminuir

las brechas de desigualdad y erradicar las inequidades que aún per-

sisten en la población de nuestro país. En otras palabras, es necesario

atender a “las causas de las causas”27; además es importante abor-

dar el gradiente socioeconómico en relación con salud que constituye

27 Sir Geoffrey Rose. “The Strategy of Preventive Medicine”. Oxford (Oxford University Press), 1992.

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un modelo más integral para intervenir las inequidades existentes28. De

esta manera, el diseño de políticas públicas podría ajustarse mejor a

los grupos a quienes se dirigen, de manera que su impacto tienda a

cerrar las brechas de equidad y no a incrementarlas, como puede ocu-

rrir con políticas universales, que a la larga favorecen más a aquellos

que están más preparados o en mejores condiciones para utilizarlas y

sin que lleguen verdaderamente a los más necesitados. Este puede ser

el caso de algunos servicios de salud, como los programas y servicios

preventivos, que son más utilizados por las personas más educadas o

por aquellos que viven más cerca de los centros de atención de salud.

En contraposición, la aplicación de estrategias de focalización también

ofrece desafíos, por ejemplo, cuando los criterios de inclusión estable-

cen límites que dejan fuera a personas que también están necesitadas,

pero que están solo un peldaño más arriba en la escala social, siendo

socialmente muy vulnerables.

La posibilidad de producir información

de alta calidad para evaluar el impacto de las políticas públicas permite

generar la discusión sobre la aplicación de unas u otras estrategias,

ya sea de políticas universales o de focalización, según su pertinencia

en el momento. Con la incorporación de la mirada de la equidad social

será posible incluir también a aquellos otros sectores, como educación,

trabajo, justicia, ambiente, y otros, que deben aportar para que los

sistemas de salud entreguen la mejor atención médica disponible, y

ella beneficie a toda la población por igual, independientemente de su

posición o condición en la escala social.

28 “Determinantes sociales de la salud en Chile, en la perspectiva de la equidad”, 2005. pág 10.

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6 5

II

PLAN DE GARANTÍAS EXPLÍCITAS EN SALUD (GES):

REVISANDO LA ESTRATEGIA*

Gabriel Bastías S.** y Marcelo Andia K.***

* Una versión anterior de este artículo fue publicado por la Vice-rectoría de Comunicaciones y Asuntos Públicos de la Pontificia Universidad Católica de Chile en Temas de Agenda Pública.

** Gabriel Bastías S. Médico Cirujano, Pontificia Universidad Católica de Chile. MBA y Especialista en Salud Pública, P. Universidad Católica de Chile. Académico del Departamento de Salud Pública de la Escuela de Medicina de la PUC. Profesor de Administración y Políticas de Salud.

*** Marcelo Andia K. Ingeniero Civil, Pontificia Universidad Católica de Chile. Médico Cirujano, Pontificia Universidad Católica de Chile, M Sc. en Ciencias de la Ingeniería, Pontificia Universidad Católica de Chile. PhD(c) School of Medicine, Kings College London UK. Profesor asistente Departamento de Radiología, Escuela de Medicina, Pontificia Universidad Católica de Chile.

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I. INTRODUCCIÓN

El acceso a la atención de salud es un de-

recho consagrado en la Constitución (1980); sin embargo, el ejercicio de

este derecho no ha estado exento de limitaciones y desigualdades. Al-

canzar la meta de un acceso universal a un servicio de salud de calidad,

no solo es muy demandante en recursos económicos, sino que la simple

definición de lo que entendemos por una atención de salud universal, de

calidad y oportuna, es imprecisa, por lo que en la práctica este derecho

no se ha estado ejerciendo en plenitud. Es así como se constatan en Chile

desigualdades por sexo, nivel socioeconómico, grupo etario, etnia e in-

cluso, ubicación geográfica, dada la falta de servicios de especialidades

médicas en ciertas provincias del país.

Durante la década de los noventa se ini-

ciaron una serie de reformas sociales orientadas a la modernización del

Estado, que derivaron en procesos de reformas al sector de salud y de

seguridad social. Los objetivos explícitos del proceso de reforma de salud

en Chile fueron:

mejorar la salud de la población, prolongando la vida y los

años de vida libres de enfermedad,

reducir las desigualdades en salud y

mejorar la salud de los grupos más desfavorecidos de la so-

ciedad (MINSAL 2001).

La implementación de la reforma al sector

de salud llevó al desarrollo de una serie de instrumentos legales que mo-

dificaron la estructura del sistema sanitario y su marco regulatorio (Tabla

N° 1). Estas modificaciones buscaron definir la fuente de financiamiento

de la reforma, establecer una nueva Autoridad Sanitaria, plantear criterios

de eficiencia y gestión del sistema de salud, modernizar la ley de ISAPRE,

establecer los derechos y deberes del paciente y definir un régimen de

garantías en salud.

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Tabla N° 1. Leyes de la Reforma de Salud ChilenaLey Promulgación Descripción

Ley de Financiamiento(Nº 19.888)

Agosto/2003 Asegura los recursos para financiar la reforma de salud.

Ley de Autoridad Sanitaria y Gestión (Ley Nº 19.937)

Febrero/2004 Separa las funciones de provisión de servicios de salud y regulación del sector. Crea la figura de hospitales auto gestionados.

Ley del Régimen General de Garantías en Salud (Ley Nº19.996)

Septiembre/2004 Crea el sistema de garantías explícitas de acceso, oportunidad, calidad y protección financiera para un conjunto de patologías prioritarias.

Ley de Solvencia de ISAPRE (Ley Nº 19.895)

Agosto/2003 Asegura la estabilidad del sistema asegurador y protege a los afiliados

Ley de ISAPRE (Ley N° 18.933)

Mayo/ 2005 Modernización de la Ley de ISAPRE y potenciación del rol de la nueva Superintendencia de Salud

Ley de Derechos y Deberes de los Pacientes

En trámite Entrega responsabilidades y protección a los pacientes. Regula aspectos como el consentimiento informado.

Dentro de este marco regulatorio destaca la

Ley del Régimen General de Garantías Explícitas en Salud, la más emblemáti-

ca y de mayor escrutinio público. Como se señaló anteriormente, el acceso a

la salud es un derecho consagrado en nuestra Constitución. Existía a la fecha

un Régimen General de Garantías en Salud; sin embargo, en ningún cuerpo

legal se garantizaban las condiciones mínimas de universalidad, oportunidad,

calidad ni resguardo económico de dicho derecho. Esta ley implementó un

paquete de servicios de salud mínimo garantizado para un conjunto de con-

diciones de salud consideradas prioritarias para el país. Para cada condición

incluida en el plan se estableció explícitamente un conjunto de productos y

servicios a los que tienen derecho todos los beneficiarios, el que es más

conocido operativamente como “canasta de prestaciones” de salud. La ca-

nasta detalla la cantidad de consultas médicas generales y de especialidad,

el número y tipo de atenciones de enfermería y de otros profesionales de la

salud, la cantidad y tipo de exámenes de laboratorio y radiológicos, insumos,

fármacos, prótesis, etc. para cada condición GES. Estas prestaciones están

agrupadas según las siguientes cuatro categorías de intervención sanitaria:

Sospecha diagnóstica 1.

Confirmación diagnóstica 2.

Tratamiento y 3.

Seguimiento.4.

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6 8

Este Plan garantizado cubre a los afiliados

al sistema privado de salud (ISAPRE) y al sistema público (FONASA). Su

diseño y posterior puesta en marcha no han estado exentos de detractores

y de dudas sobre su real impacto en la calidad de los servicios de salud

que están recibiendo los chilenos.

II. ANTECEDENTES DEL PLAN DE GARANTÍAS EXPLÍCITAS EN SALUD EN CHILE

A fines de los noventa, el diagnóstico del

sistema de salud chileno daba cuenta de serias dificultades para el acceso

a los servicios de salud que afectaban no solo a los grupos bajo la línea

de pobreza, sino a un vasto grupo de beneficiarios FONASA que, por falta

de oferta, veía limitada su capacidad de resolver sus problemas sanita-

rios. También una parte importante de la población afiliada a las ISAPRE

presentaba un frecuente desamparo económico frente al diagnóstico de

enfermedades de alto costo (Mesa-Lago 2005). El informe preparado por la

Fundación para la Superación de la Pobreza (1999) propuso como política

prioritaria implementar un plan de salud que garantizara a todos los bene-

ficiarios el derecho a acceder a un conjunto de prestaciones mínimas, en

condiciones estipuladas contractualmente y que además especificara los

plazos de espera, protocolos de atención y fijara los copagos límites.

La reforma tuvo una difícil discusión polí-

tica, considerando el alcance global de la propuesta que incluyó a ambos

sistemas de salud. Esta reforma modificó la Ley del Régimen General de

Prestaciones de FONASA, estableciendo un régimen de garantías explíci-

tas de acceso, oportunidad, calidad y protección financiera. Se priorizaron

los problemas de salud sobre la base del razonamiento epidemiológico y la

factibilidad de las soluciones disponibles. Para cada problema se definie-

ron las áreas de intervención en los distintos niveles de atención de salud:

primaria, secundaria y/o terciaria. Además, se establecieron los tiempos de

espera máximos para cada etapa (garantía de oportunidad); la necesidad

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6 9

de que prestadores institucionales e individuales cumplieran un conjunto

de requisitos para otorgar atención (garantía de calidad); y el copago y

gasto máximo al que puede llegar anualmente una familia (garantía de pro-

tección financiera). (Titelman 2000).

Esta modificación implicó un gran cambio

respecto de la situación existente. El usuario del sistema de salud público

en general estaba sujeto a la disponibilidad de la oferta existente para ac-

ceder a una prestación de salud. Conocidas fueron las múltiples propues-

tas para terminar con las listas de espera en los consultorios de atención

primaria y hospitalaria (Programa de Oportunidad de Atención, Programa

de Prestaciones complejas, etc). A su vez, el usuario ISAPRE podía acce-

der a las prestaciones de salud en la medida que tuviese los recursos para

financiar los copagos requeridos, los cuales eran más altos en la medida

que aumentaba la complejidad de la patología o según las características

de cobertura de su plan de salud.

En este escenario se producía quizás la

mayor distorsión del sistema dual de financiamiento de salud, pues en la

medida que el beneficiario privado estaba sano o tenía problemas de salud

de bajo costo podía cotizar en el sistema privado; pero en tanto acumu-

laba patologías o bien se enfrentaba a enfermedades más costosas, la

incapacidad de cubrir los copagos lo motivaba a trasladarse al sistema

público de atención.

La estrategia adoptada de asegurar un

grupo de garantías mínimas es una medida ampliamente utilizada para

el resguardo de los derechos individuales. Su aplicación a los derechos

sociales, como el acceso a salud, abre una interesante propuesta para la

regulación y control del acceso universal e igualitario. Este tipo de medi-

das de aseguramiento ha sido utilizado en otros sistemas de salud en La-

tinoamérica, aunque con un menor alcance en las prestaciones, limitán-

dose principalmente al ámbito de la atención primaria y materno-infantil

(Sojo 2006).

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2.1. La racionalidad del GES

Uno de los principales desafíos para los

sistemas de salud es la disponibilidad limitada de recursos que impide

proveer a todos los individuos con aquellas intervenciones que pueden

necesitar o desear. Dicha escasez determina la necesidad de buscar me-

canismos de distribución de los recursos de manera equitativa y eficiente.

La determinación de prioridades o “racionamiento” en salud, aun cuando

es un tema cargado políticamente, es un mecanismo cuya utilidad ha sido

reconocida en muchos procesos de reforma para lograr equidad y aumen-

to de la cobertura de servicios de salud entre los más desposeídos. Uno de

los casos emblemáticos de priorización a gran escala es el implementado

en el estado de Oregón, EEUU. (Oberlander 2001). Los aspectos clave en

este proceso de priorización fueron:

Reemplazar el Sistema Medicaid por el Plan de Salud de Ore-

gón (PSO);

Establecer un grupo de prestaciones de salud garantizados

de acuerdo a un presupuesto preestablecido;

Definición de criterios para definir el listado de prestaciones

prioritarias que incluyó impacto epidemiológico, costo efecti-

vidad, preferencias sociales y recursos económicos;

El público objetivo es la población de Oregón beneficiaria de

Medicaid bajo la línea de pobreza;

Las prestaciones no incluidas en el listado no son financiadas

con presupuesto estatal;

El aumento/disminución de recursos económicos determina

una aumento/disminución del número de prestaciones o de

población beneficiaria.

En términos comparativos el proceso de

priorización chileno y el del PSO comparten el propósito de avanzar en

equidad, aumentar la cobertura de servicios de salud y en los criterios uti-

lizados para definir el listado de prestaciones.

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Entre las diferencias podemos señalar que

el PSO dejó sin cobertura estatal a las prestaciones no incluidas en el lis-

tado. En nuestro país, en cambio, las prestaciones no incluidas en el GES

mantienen el esquema de manejo previo dispuesto por el régimen general

de garantías de FONASA.

Otro elemento diferenciador es la naturale-

za transversal del GES que aplica al sector público y privado a diferencia

del PSO que solo aplica la priorización al sector público.

2.2. El plan diseñado

Durante el año 1999, el Ministerio de Salud

(MINSAL 1999) desarrolló el “Estudio de Costo Efectividad de Intervencio-

nes para los Principales Problemas de Salud Pública” que definió y evaluó

las patologías que serían posteriormente incluidas en el programa GES.

Este estudio priorizó los problemas de salud de acuerdo a su frecuencia,

gravedad y costo. El principal criterio ordenador, ampliamente utilizado en

la literatura internacional, fue el de los años de vida saludable perdidos

(AVISA), que cuantifica la carga de la enfermedad a través de un indicador

que combina la mortalidad temprana con la discapacidad que puede pro-

vocar la enfermedad en los sobrevivientes. El resultado de este estudio fue

una lista priorizada de patologías de acuerdo con la realidad chilena.

Estas patologías posteriormente se calen-

darizaron para su puesta en marcha de acuerdo con criterios presupues-

tarios. Durante el año 2005 se introdujeron las garantías de las primeras 25

patologías; en el año 2006 se sumaron 15 nuevas patologías y durante el

2007 se alcanzó un total de 56 patologías garantizadas. Como se observa

en la Tabla N° 2, el grupo de garantías incluye patologías de gran diversidad,

desde patologías de amplia distribución y radicadas principalmente en la

atención primaria (por ejemplo: el tratamiento médico de la artrosis de cade-

ra y/o rodilla), patologías que solo incluyen la entrega de órtesis o anteojos a

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la población demandante, hasta patologías de alta complejidad y alto costo

(por ejemplo, la resolución quirúrgica de las cardiopatías congénitas en me-

nores de 15 años).

Tabla N° 2. Patologías GES de acuerdo al Año de Puesta en Marcha

Año 2005 (25 Patologías) Año 2006 (15 Patologías) Año 2007 (16 Patologías)

Insuficiencia renal crónica 1.

terminal

Cardiopatías congénitas operables 2.

en menores de 15 años

Cáncer cervicouterino3.

Alivio del dolor por cáncer 4.

avanzado y cuidados paliativos

Infarto agudo del miocardio y 5.

manejo del dolor torácico en

unidades de emergencia

Diabetes mellitus tipo I6.

Diabetes mellitus tipo II7.

Cáncer de mama en personas de 8.

15 años y más

Diagnóstico y tratamiento 9.

disrrafias espinales

Tratamiento quirúrgico de 10.

escoliosis en menores de 25 años

Tratamiento quirúrgico de 11.

cataratas congénitas y adquiridas

Endoprótesis total de caderas en 12.

personas de 65 años y más

Fisura labiopalatina13.

Cáncer en menores de 15 años14.

Primer episodio esquizofrenia15.

Cáncer de testículo en personas 16.

de 15 años y más

Linfoma en personas de 15 años 17.

y más

Síndrome de inmuno deficiencia 18.

adquirida VIH/SIDA

Infección respiratoria aguda 19.

baja de manejo ambulatorio en

menores de 5 años

Neumonía adquirida en la 20.

comunidad de manejo ambulatorio

en personas de 65 años y más

Hipertensión arterial primaria o 21.

esencial en personas de 15 años

y más

Epilepsia no refractaria en 22.

personas desde 1 año y menores

de 15 años de edad

Salud oral integral en niños de 23.

6 años

Prematurez24.

Trastorno de generación del 25.

impulso cardiaco y conducción en

personas de 15 años y más, que

requieren marcapaso

Colecistectomía preventiva del 26.

cáncer de vesícula en adultos de

35 a 49 años sintomáticos

Cáncer gástrico en personas de 27.

40 años y más

Cáncer de próstata en personas 28.

de 15 años y más

Vicios de refracción en personas 29.

de 65 años y más

Estrabismo en menores de 9 años30.

Retinopatía diabética31.

Desprendimiento de retina 32.

regmatógeno no traumático

Hemofilia33.

Depresión en personas de 15 34.

años y más

Tratamiento quirúrgico de la 35.

hiperplasia benigna de próstata en

personas sintomáticas

Ortesis (ayudas técnicas) para 36.

personas de 65 años y más

Accidente cerebro vascular 37.

isquémico en personas de 15

años y más

Enfermedad pulmonar obstructiva 38.

crónica de tratamiento

ambulatorio

Asma infantil moderada o severa 39.

en el menor de 15 años

Síndrome de dificultad respiratoria 40.

en el recién nacido

Leucemia en personas de 15 41.

años y más

Trauma ocular grave42.

Fibrosis quística43.

Gran quemado44.

Consumo perjudicial y 45.

dependencia de alcohol y drogas

en personas menores de 20 años

Analgesia del parto46.

Hipoacusia bilateral en personas 47.

de 65 años y más que requieren

uso de audífono

Artritis reumatoide48.

Tratamiento médico en personas 49.

de 55 años y mas con artrosis

de cadera y/o rodilla, leve o

moderada

Hemorragia subaracnoidea 50.

secundaria a ruptura de

aneruismas cerebrales

Tratamiento quirúrgico de tumores 51.

primarios del sistema nervioso

central en personas de 15 años

o más

Tratamiento quirúrgico de hernia 52.

del núcleo pulposo lumbar

Urgencuia odontologica 53.

ambulatoria

Salud oral integral del adulto de 54.

60 años

Politraumatizado grave55.

Atención de urgencia del 56.

traumatismo cráneo encefálico

moderado o grave

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7 3

La implementación de estas garantías

requirió de la adaptación y actualización de muchos servicios, por lo

que se necesitó de una importante inversión para su puesta en marcha.

Durante el año 2005, se invirtió en proyectos orientados hacia áreas

clínicas específicas, optimizaciones de infraestructura y adquisición de

equipamiento médico-quirúrgico, un monto de (M$) 14.467.628. Para el

2006, la inversión se estimó en (M$) 13.227.865.

El estudio encargado por el Ministerio de

Salud para estimar el costo promedio de los 56 problemas de salud

incluidos en el programa GES arrojó un valor de 3,06 UF por persona,

lo que equivale a aproximadamente el 23% del presupuesto general de

salud destinado a prestaciones de FONASA (MINSAL 2005, 2006).

La figura N°1 muestra la evolución de la

demanda por prestaciones incluidas en el GES en el sector público.

Durante el primer mes de operación de las garantías GES (julio 2005)

se reportaron 228.363 atenciones de salud, terminando el año 2005 con

un total de 1.370.000 garantías cursadas. Al término del primer año de

vigencia (junio 2006) se registró un total de 2.021.000 atenciones. Del

total de garantías del primer año, un 88,5% está constituido por seis

problemas de salud de resolución preferentemente en atención primaria

(1.849.492 casos) y solo el 11,5% de los casos (239.968 garantías) re-

quirió atención en los niveles secundario y/o terciario. Esta distribución

de atenciones muestra el importante rol que tiene la atención primaria

en esta reforma.

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7 4

Figura N° 1. Casos acumulados de 25 Condiciones GES* desde julio de 2005 hasta Fechas Seleccionadas, según Sistema Previsional.

Chile 2009

* Se excluye VIH/SIDA.Fuente: Superintendencia de Salud.

La tasa de uso de las garantías GES ha de-

mostrado ser sustancialmente mayor en la población FONASA que en la

población ISAPRE. Por ejemplo, la garantía de neumonía del adulto mayor

es 18,6 veces más demandada en el sistema FONASA que en ISAPRE; la

prematurez, 13,7 veces; la hipertensión arterial, 6,9 veces; el infarto agudo

al miocardio, 5,1 veces más; y el cáncer cérvico-uterino, 4,1 veces más,

entre otros (Superintendencia de Salud, 2007a). Este comportamiento da

cuenta de alguna manera de la brecha de acceso que existía entre ambos

sistemas de salud previo a la puesta en marcha de la reforma y al distinto

comportamiento epidemiológico de las poblaciones ISAPRE y FONASA.

Por el contrario, en el caso de la diabetes mellitus tipo I y el cáncer de

mama, la tasa de uso es mayor en la población ISAPRE, lo que muestra

un comportamiento epidemiológico distinto entre la población ISAPRE y

FONASA, presentando la primera un patrón epidemiológico similar al de

los países desarrollados.

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7 5

Desde un punto de vista de la organi-

zación del sistema de salud pública, se ha observado una creciente

coordinación entre los distintos niveles de atención. Sin esta coor-

dinación se duplicarían procesos y muy probablemente el resultado

de las intervenciones sería menos eficiente y no se cumpliría con las

metas de costos y tiempos de espera. A nivel privado, se ha obser-

vado una creciente integración vertical. Si bien en su génesis la im-

plementación del FONASA y de las ISAPRE tenía por objetivo separar

la función de financiamiento con la de prestación de los servicios de

salud, en la práctica se ha observado que la aplicación de las garan-

tías GES ha llevado al sistema financiador a establecer alianzas con

prestadores, llegando en algunos casos a participar de la propiedad

de estos últimos. Ello ha derivado a que en el sistema privado ambas

funciones sean desarrolladas por los mismos actores (Colegio Médi-

co de Chile 2002).

2.3. El plan en funcionamiento

La entrada en vigencia de las garantías

GES introdujo un cambio en la estructura de las prestaciones de sa-

lud. En términos simples (ver figura N° 2), si un beneficiario acude a

un prestador de salud y este constata que el paciente presenta una

patología garantizada GES y cumple con los requisitos específicos

establecidos en el Decreto N°44 del año 2007 de los Ministerios de

Hacienda y Salud para acceder a la canasta de prestaciones, entonces

el prestador de salud está en la obligación de informar al paciente de

este beneficio. Con esta información el beneficiario debe acudir a su

Aseguradora la que le indicará cuál es el centro médico o centro hos-

pitalario con el cual hay un convenio vigente para que reciba las pres-

taciones incluidas en la canasta garantizada. En el caso de FONASA,

la mayor parte de las prestaciones se realizarán en el mismo centro de

atención primaria, CRS u hospital público que le corresponde al bene-

ficiario según su domicilio.

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7 6

Figura N° 2. Diagrama del Funcionamiento de las Condiciones de Salud con garantía GES

Las canastas de prestaciones garantizadas

incluyen prestaciones en las etapas de sospecha clínica, confirmación diag-

nóstica, tratamiento y/o seguimiento de la patología. La mayor parte de las

canastas garantizan solo alguna de estas etapas y en algunas patologías ex-

cepcionales están garantizadas prestaciones en las 4 etapas de la interven-

ción médica (ver Tabla N° 4). En todo momento, el paciente tiene el derecho

a rechazar las prestaciones garantizadas o al prestador al cual está siendo

derivado por su aseguradora, en cuyo caso el manejo de la patología se

No accede a Garantías GES

No accede a Garantías GES

¿Presenta una Patología

GES?

SI

SI

NO

NO¿Cumple requisitos de la Canasta garantizada?

Derivación a Prestador de Salud con convenio

GES (Caso Isapre)

Derivación a Prestador de Salud Ingreso a distintas Etapas según Canasta de

cada Patología

SospechaClínica

Canasta de Prestaciones

“Sospecha Clínica”

ConfirmaciónDiagnóstica

Canasta de Prestaciones

“Confirmación Dg”

Tratamiento

Canasta de Prestaciones “Tratamiento”

Seguimiento

Canasta de Prestaciones

“Seguimiento”

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7 7

realizará por el modelo tradicional de copago sobre la base del plan de salud

vigente del beneficiario, tanto en el sistema FONASA como ISAPRE.

III. CONSIDERACIONES PARA LA IMPLEMENTACIÓN DEL PROGRAMA GES

3.1. Información y educación para los beneficiarios

Cuando se habla de las garantías GES,

usualmente no se aclara que ellas no están establecidas sobre la base de

patologías genéricas, sino que conforme a diagnósticos precisos y acotados.

Esta imprecisión se muestra en el siguiente ejemplo: la garantía de atención de

salud para la neumonía del adulto mayor podría hacer pensar que favorece a

todos los afectados por esta patología independiente de su causa y gravedad.

Sin embargo, lo que realmente está garantizado es la confirmación diagnós-

tica y tratamiento de las neumonías adquiridas en la comunidad de manejo

ambulatorio en pacientes de 65 años y más. Por lo tanto, esta garantía excluye

de su cobertura al grupo de pacientes menores de 65 años, con neumonías

que, por su gravedad, requieran manejo hospitalario y aquellas cuya etiología

sea distinta a la adquirida en la comunidad, quedando excluidas, por ejemplo,

todas las neumonías intrahospitalarias.

Se desprende entonces que no es el manejo

de una patología lo garantizado, sino lo que deriva de un diagnóstico clara-

mente definido. Sin embargo, una parte importante de los usuarios desconoce

esta diferencia, produciéndose disconformidades e insatisfacción al momento

de querer ejercer sus derechos de atención.

En la misma línea de la necesidad de mayor

información, una fuente que potencialmente limita el ejercicio de las garantías

corresponde a los criterios de inclusión para el acceso a las garantías GES.

Para acceder a cada garantía GES es necesario cumplir con los requisitos

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establecidos para cada patología (Decreto N°44, Ministerios de Hacienda y

Salud 2007), los que, por ejemplo, corresponden a edad del paciente, carac-

terísticas del diagnóstico e incluso sintomatología o gravedad de la patología.

Por ejemplo, la garantía GES para el tratamiento quirúrgico de la hiperplasia

benigna de la próstata en personas sintomáticas, define los síntomas para

acceder a la garantía como: retención urinaria aguda repetida, retención urina-

ria crónica, cálculos vesicales, infecciones urinarias recurrentes, insuficiencia

renal aguda o crónica secundaria a obstrucción urinaria a nivel prostático o

hematuria macroscópica recurrente o persistente. Todos estos síntomas dan

cuenta de una enfermedad en etapa avanzada, de largo tiempo de evolución y

que probablemente ya ha alterado significativamente la calidad de vida del be-

neficiario. Por lo tanto, es muy posible que un grupo importante de pacientes

con esta sintomatología pudiera desear solucionar su patología antes de llegar

a cumplir con los exigentes criterios de inclusión, sin poder acceder al benefi-

cio. Esto deja de manifiesto la existencia de barreras de entrada para acceder

a la garantía, lo cual lleva en definitiva a un control indirecto de la demanda,

pues al flexibilizar las barreras de entrada aumentaría la demanda y los costos

totales del sistema. Esta barrera se observa en al menos 9 garantías, todas

ellas correspondientes a patologías sin riesgo vital y que en general impactan

en la calidad de vida de los afectados.

Según los resultados de un estudio de opi-

nión realizado por la Superintendencia de Salud en noviembre de 2006, solo

un 13,2% de los encuestados conoce los problemas de salud incluidos en las

garantías GES y el 52,5% conoce algunos de los problemas. El 58,1% de los

encuestados refiere no conocer los pasos a seguir en caso de presentar una

patología cubierta por una garantía GES (Superintendencia de Salud, 2006).

En los resultados de un estudio de opinión del año 2007, los beneficiarios FO-

NASA califican con una nota 4,7 (escala de 1 a 7) la calidad de la información

que reciben de su sistema de salud y los beneficiarios ISAPRE, con una nota

4,6. El mismo estudio arroja un índice de conocimiento bajo y medio en 58% y

35% de la población encuestada, respectivamente (Superintendencia de Sa-

lud, 2007). Los resultados presentados anteriormente muestran la evidente

necesidad de mejor información para los beneficiarios.

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7 9

Para dar solución en parte a estos proble-

mas es necesaria la educación de la población y de los prestadores. Para ello

se requiere avanzar de la información general del programa GES actualmen-

te disponible, hacia información específica para cada beneficiario, su grupo

familiar y el equipo de salud, en que se expliciten las patologías cubiertas y

los requisitos para su acceso en un lenguaje no técnico y accesible a toda la

población. Esto es particularmente relevante en la población ISAPRE que no

cuenta con un programa formal de atención primaria, por lo que usualmente

accede a prestaciones de salud aisladas y no necesariamente coordinadas

con los programas GES.

Adicionalmente, las prestaciones garantiza-

das por las canastas GES en la mayoría de los casos solo pueden hacerse

efectivas con cierto grupo de prestadores con los cuales la aseguradora ha

establecido convenios preferenciales. En este escenario, se dan situaciones en

que el paciente acude por iniciativa propia a un centro de salud a consultar, por

ejemplo, por un posible cuadro de infección respiratoria; y si el médico tratante

constata que el paciente cumple con los requisitos de la garantía GES para la

neumonía en el adulto mayor y el prestador al que consultó no es el preferencial

para su aseguradora, deberá ser derivado a otro centro de salud para poder

recibir los beneficios de las canasta GES. En estas situaciones, un sistema

centralizado de cada aseguradora, diseñado para orientar a los beneficiarios

al momento de solicitar una atención médica, podría mejorar el acceso a las

prestaciones GES, orientando sobre los diagnósticos y requisitos necesarios

para acceder a las garantías y evitar la duplicación de prestaciones.

3.2. Plazos y oportunidad para el acceso a beneficios

Dentro del grupo de patologías garantizadas,

hay algunas que solo se pueden ejercer en un momento de la vida y que sin la

adecuada información se pasarán por alto en muchos beneficiarios, perdiendo

la oportunidad de atención. Este es el caso de 2 patologías GES que corres-

ponden a la atención de salud oral integral, la que solo pueden ejercerse a las

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8 0

edades de 6 y 60 años. Si no existe una adecuada red de información y alerta,

muchos beneficiarios no accederán a este beneficio por desconocimiento.

Como se explicó anteriormente, las presta-

ciones garantizadas de cada patología GES se organizan en las denominadas

“canastas de prestaciones”, las que a su vez se dividen en 4 etapas de aten-

ción médica: sospecha diagnóstica, confirmación diagnóstica, tratamiento

y seguimiento. Es así como algunas canastas solo incluyen prestaciones de

tratamiento, es decir, la sospecha clínica, la confirmación diagnóstica y el

seguimiento post-tratamiento no están garantizados. En este subgrupo de

patologías, para optar a la garantía, el beneficiario debe previamente contar

con la confirmación diagnóstica por un especialista. En el caso de FONASA

la confirmación diagnóstica puede estar limitada por la falta de oferta de

especialistas, por ejemplo, de atención psiquiátrica para el diagnóstico de

depresión, atención de un reumatólogo para el diagnóstico de artritis reu-

matoide o atención de urología para el diagnóstico de cáncer de próstata.

En el caso de ISAPRE, los beneficiarios deberán pagar los copagos corres-

pondientes a la confirmación diagnóstica antes de acceder al beneficio ga-

rantizado del tratamiento. Esta situación, en ambos sub-sistemas, limitará

el ejercicio de la garantía, actuando indirectamente como otra barrera de

entrada para la demanda.

Nuevamente es la información precisa y

oportuna la vía para mejorar el acceso de los usuarios a los beneficios de las

garantías GES, pudiendo conocer a priori los pasos a seguir y las consultas

médicas previas a realizar antes de solicitar la incorporación a un beneficio de

una garantía GES.

3.3. Desafíos pendientes en la implementación de las canastas de prestaciones

La implementación de las garantías GES llevó

al establecimiento de canastas de prestaciones de salud que definen los pro-

cedimientos, tipo de intervenciones, tratamientos y atenciones que se deben

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realizar para cada patología garantizada. Cada una de estas canastas intenta

dar cuenta de la variabilidad propia del ejercicio de la medicina. Desde un punto

de vista práctico, cada patología es distinta en cada paciente, en la medida que

cada uno de ellos presenta una exclusiva combinación de: edad, comorbilida-

des, hábitos, creencias, etc. que en la práctica médica plantea el dilema de: las

enfermedades pueden ser iguales, pero los enfermos son todos distintos.

Para cumplir con las metas financieras que

sustentan el programa de garantías GES es necesario que cada tratante se

ciña rigurosamente a lo definido por la canasta, restringiendo al mínimo las

posibilidades de modificar el tratamiento, métodos diagnósticos y/o segui-

miento más allá de lo garantizado en las canastas. Esta metodología puede

cumplirse cabalmente en un grupo de pacientes “tipo”; sin embargo, la expe-

riencia médica internacional demuestra que la agrupación de pacientes por

diagnóstico principal no refleja la real dispersión de casos para cada patología,

lo que finalmente puede llevar a tratar inadecuadamente a un paciente más

complejo, utilizando un protocolo más simplificado, o bien producir un au-

mento en los costos del sistema, al tratar una mayor proporción de pacientes

complejos no contemplados en la evaluación inicial. Por ejemplo: el infarto

agudo al miocardio (IAM) es una patología muy bien definida desde un punto

de vista fisiopatológico; no obstante, el enfrentamiento médico, el pronóstico

y las potenciales complicaciones son dramáticamente distintas si la misma

patología se desarrolla en un paciente menor de 60 años, sin comorbilidades,

versus un paciente mayor de 60 años, hipertenso, diabético y fumador. Si bien

la patología es la misma, la complejidad y los costos de las intervenciones

serán distintos, por lo que en la medida que no esté adecuadamente estimada

la variabilidad en los costos de la garantía, los prestadores de salud que han

fijado un precio estándar para esta prestación GES verán claramente afectada

su viabilidad económica.

En muchos países desarrollados se utiliza el

sistema de pago por GRD (Grupos Relacionados por el Diagnóstico) para el

control de los costos hospitalarios y la determinación del valor de las pres-

taciones (Averil, 1998). Este sistema se basa principalmente en la minuciosa

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caracterización de cada grupo de patologías, separándolas en un total de 654

grupos. La aplicación de esta metodología ha demostrado las significativas

diferencias en costos que se esconden tras un mismo diagnóstico, dejando

en evidencia que el costeo por diagnóstico principal no guarda relación con

los costos reales de las prestaciones médicas. Por ejemplo, mediante esta

metodología se demuestra que bajo el diagnóstico principal de infarto agudo

al miocardio (IAM), subyacen al menos 6 grupos relacionados por diagnóstico

que incluyen este mismo diagnóstico principal, considerando además las co-

morbilidades del paciente, la gravedad del evento y las condiciones en las que

ingresa el paciente al servicio de urgencia. Con este análisis se constata una

variación de casi un 350% en la complejidad y costos promedios de atención

del grupo de pacientes bajo el mismo diagnóstico principal de IAM.

Esta experiencia internacional hace necesa-

rio avanzar en el desarrollo de una adecuada sub-clasificación de las canastas

GES e incorporar los elementos que permitan definir los principales factores

que afectarán la valoración de la garantía, de manera de dar una sustentabi-

lidad económica de largo plazo al sistema de financiamiento. Asimismo es

necesario enfatizar el peligro de caer en una mecanización en el ejercicio de

la medicina, en la cual todo paciente con el mismo diagnóstico principal será

derivado a una misma canasta de prestaciones por consideraciones econó-

micas, sin incluir todos los demás factores que determinan su cuadro clínico y

sin evaluar potenciales alternativas de tratamiento no incluidas en la canasta

básica, y que potencialmente pudieran mejorar el pronóstico de su patología.

Finalmente, creemos que es necesario para

el éxito de la Reforma establecer un sistema de información público (un Ob-

servatorio Nacional del Programa GES) que permita evaluar el adecuado fun-

cionamiento de las canastas, la variabilidad en la aplicación de los protocolos

en los distintos centros de salud del país, tanto públicos como privados, así

como el real impacto en la reducción de la morbi-mortalidad de los pacientes

tratados, de manera de tener información precisa que permita corregir el di-

seño de las canastas en virtud de los resultados obtenidos y las dificultades

prácticas de su aplicación.

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8 3

3.4. Políticas de prevención en salud

Al analizar el listado de las patologías in-

cluidas en GES, se observa un marcado sesgo hacia el manejo curativo de

las patologías, más que a poner de relieve estrategias de prevención.

Muchas de las patologías GES a las cuales

se ingresa en la etapa de confirmación diagnóstica, requieren que el pa-

ciente haya realizado alguna intervención mínima de medicina preventiva

para la sospecha clínica de la patología. Por ejemplo, para el ingreso de

pacientes a las canastas de cáncer de mama, la paciente debe venir deri-

vada post mamografía alterada o palpación de un nódulo mamario; en el

caso del cáncer de próstata la derivación ocurre por un antígeno prostático

específico (APE) elevado o un tacto rectal sospechoso; y en el caso de la

diabetes mellitus tipo II, el paciente es derivado por presentar un cuadro

clínico compatible o una glicemia de ayuno alterada, entre otros. Todas

estas derivaciones ocurren tras la realización de un tamizaje (screening) en

búsqueda de estas patologías, el que de no realizarse, impedirá intervenir

de manera eficiente y oportuna, pesquisando la enfermedad en una etapa

potencialmente irreversible.

Considerando lo anterior, llama la atención

la baja relevancia que tiene la medicina preventiva en esta reforma, tanto

para la realización de exámenes de screening como para la intervención

en control de factores de riesgo y cambios de hábitos. La mayor parte

de los screenings recomendados internacionalmente no son parte de las

prestaciones garantizadas por las canastas, por lo que en FONASA su dis-

ponibilidad estará sujeta a la oferta y en el caso de ISAPRE, restringida por

el copago del beneficiario.

Sin embargo, la reforma podría estar intro-

duciendo incentivos no explícitos para realizar intervenciones de preven-

ción por parte de las aseguradoras. En el sistema tradicional privado, cada

ISAPRE puede seleccionar sus cotizantes de acuerdo con sus factores de

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riesgo, ofreciéndole un plan cuya prima castiga el riesgo propio del pacien-

te, trasladando la responsabilidad de la prevención desde el asegurador

al paciente. Es más, dado el mecanismo de revisión anual de los planes

individuales, la selección por riesgo puede irse ajustando año a año en la

medida que el cotizante envejece y presenta nuevas patologías, traducién-

dose en mayor costo para el cotizante y sin que las medidas de medicina

preventiva generen ningún incentivo para la ISAPRE ni para el cotizante.

En el nuevo escenario, la prima a pagar por

la cobertura de las patologías GES está previamente definida y su valor no

es ajustable por los factores de riesgo de cada cotizante en particular. El

paso de un modelo de cotización de acuerdo a los factores de riesgo pro-

pios, a un modelo de cotización solidario implica que para cumplir con las

garantías de acceso, oportunidad, calidad y resguardo económico, a cada

asegurador le convendrá tener la mayor cantidad de cotizantes “sanos”

que no necesiten de estas garantías. De esta manera, se generaría por

parte de la ISAPRE, un incentivo para introducir acciones preventivas con

el objeto de disminuir el número de beneficiarios potenciales que soliciten

las garantías o bien pesquisarlos tempranamente cuando las intervencio-

nes son menos costosas (y adicionalmente, más exitosas). Por ejemplo,

la garantía GES para el cáncer de mama: esta canasta GES no incluye la

realización del screening de mamografía anual a sus beneficiarias, pero sí

incluye la confirmación diagnóstica, tratamiento y seguimiento del cáncer

de mama. Detectado en etapas tempranas este presenta una excelente

sobrevida en el tiempo y en general no requiere de cirugías radicales y ni

de quimioterapia.

La literatura internacional demuestra que

la introducción de screening masivo de cáncer de mama mediante el uso

de mamografía reduce significativamente la mortalidad por esta patología,

aumentado el número de pacientes diagnosticadas en etapa pre-invasora

a una tasa del 3-5% anual y disminuyendo la tasa de diagnóstico en etapa

de cáncer avanzado en un 4% anual (Zorzi, 2006). Ambas conclusiones

han sido confirmadas al comparar grupos poblacionales con distintos nive-

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8 5

les de acceso a medicina preventiva, demostrando una mayor mortalidad y

mayor tasa de cirugías radicales y quimioterapia en los grupos con menor

acceso a screening (Marchick, 2005 y Taylor, 2003). Por lo tanto, si con-

sideramos que ambos tratamientos (cáncer de mama en etapa precoz y

avanzada) están cubiertos por la misma prima pagada a la cobertura GES,

es de suponer que al asegurador le convendrá en el largo plazo tener la

mínima cantidad de pacientes con cáncer en etapa avanzada (cuyo trata-

miento es más caro y menos efectivo). En el escenario GES, el asegurador

no puede aumentar la prima por los factores de riesgo del beneficiario; por

lo tanto se verá motivado a propiciar planes de screening accesible a todas

sus beneficiarias con objeto de disminuir el número de pacientes diagnos-

ticadas en etapa avanzada, favoreciendo la detección y el tratamiento de

cánceres en etapas precoces. Por primera vez el costo de los factores de

riesgo es compartido por la aseguradora y el beneficiario, introduciendo un

estímulo a la prevención, que aunque marginal, podría marcar un primer

paso hacia la consolidación de un modelo de salud preventiva.

El análisis anterior no es del todo extensi-

ble a FONASA, donde el sistema de cotización siempre ha sido solidario,

y aun así no ha motivado la aparición de políticas preventivas relevantes.

Esto último podría corregirse con el establecimiento de las garantías de

oportunidad, que le impone al sistema público una presión por cumplir con

las atenciones de salud, que hasta ahora no existía, lo que debiera motivar

la incorporación de medidas preventivas para disminuir la incidencia de

patologías prevenibles y de alto costo.

La evidente falta de políticas de prevención

de enfermedades se ve reflejada en la distribución del gasto en las patolo-

gías GES. En el periodo que llevan funcionando las garantías GES, cerca

del 50% del gasto total se ha concentrado en 3 patologías: hipertensión

arterial, diabetes mellitus tipo II y VIH-SIDA (MINSAL, 2006). Es paradójico

no observar acciones tendientes a promover cambio de hábitos en la po-

blación con el objeto de disminuir la incidencia de estas 3 enfermedades

prevenibles y con esto disminuir los costos del sistema. Estudios interna-

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8 6

cionales demuestran el impacto de campañas de modificación de estilos

de vida en el control y prevención de la hipertensión arterial. Por ejemplo,

la reducción del peso en pacientes con sobrepeso permite reducir la pre-

sión arterial entre 5 y 20 mmHg por cada 10 Kg disminuidos, lo que reduce

el consumo de medicamentos en casi un 20% y disminuye la prevalencia

poblacional de hipertensión. De la misma manera la moderación en el con-

sumo de sal a menos de 6 gr de NaCl disminuye la presión arterial entre 2 y

8 mmHg y la actividad física regular lo reduce en 4 a 9 mmHg (Chobanian,

2003). Adicionalmente, al reducir la población de hipertensos se logra dis-

minuir el riesgo de accidentes cerebro vasculares en un 35-40% y el riesgo

de infartos agudos al miocardio, en un 20-25% (Chobanian, 2003), ambas

patologías también cubiertas por la prima pagada por la cobertura GES.

Igualmente se ha demostrado la relación

costo-eficiencia de políticas de intervención en factores de riesgo (taba-

quismo, obesidad, sedentarismo, dieta) en países desarrollados, que per-

miten disminuir los nuevos casos de diabetes mellitus tipo II y la incidencia

de infartos agudos al miocardio, reduciendo significativamente la mortali-

dad por enfermedades coronarias (Lindgrem 2007, Laatikainen 2005).

Es llamativa la falta de confianza en las po-

líticas de prevención, tanto en las aseguradoras públicas como privadas.

Esto contrasta con el éxito reconocido a nivel internacional de 2 programas

de salud preventiva chilenos como es el programa de control del embarazo

y el programa de control de niño sano, los que han propiciado que Chile

presente indicadores de salud en este sector comparables a los de países

desarrollados (Jiménez 2007). Estos programas se han implementado so-

bre la base de planes de intervención de prevención muy bien definidos

y acotados, con un bajo nivel de inversión, pero con una alta cobertura,

destacándose, por ejemplo, que en muchos establecimientos estos pro-

gramas no son desarrollados por médicos, sino por enfermeras y matronas

capacitadas. Así se ha logrado que estas intervenciones sean exitosas e

impacten positivamente en indicadores relevantes como: la disminución de

la mortalidad y morbilidad materno-infantil. En la puesta en marcha de la

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8 7

reforma no se aprecia una orientación hacia este tipo de intervenciones que

son exitosas y muy apreciadas por los beneficiarios; es más, la reforma, de

alguna manera, se ha alejado del modelo de salud familiar que en algún

momento fue considerado el gran proyecto de salud pública chileno.

3.5. Incentivos para la incorporación de nuevas tecnologías

Otro eje de la discusión se relaciona con la

motivación que tienen los actores del sistema para introducir modificacio-

nes y actualizaciones a las canastas de prestaciones actualmente defini-

das. Tal como se ha discutido, el eje de las garantías en salud se basa en

las prestaciones garantizadas establecidas en cada canasta de las pato-

logías GES. Estas canastas han sido valoradas y a partir de este ejercicio

se ha establecido el valor de las primas. Surge, entonces, la incógnita de

si esta nueva definición de prestación de salud frenará la incorporación de

nuevas tecnologías y métodos diagnósticos y terapéuticos que, potencial-

mente, pudieran incrementar el costo de las prestaciones, pero que mejo-

ran el resultado de la intervención médica.

La historia de la medicina ha mostrado

grandes cambios en los últimos años que han llevado a modificar muchos

paradigmas en el tratamiento y diagnóstico de enfermedades. Es sabido

que en medicina, desde que un nuevo tratamiento demuestra su utilidad

en trabajos científicos, pueden pasar hasta 10 años antes que estas reco-

mendaciones se incluyan en las guías clínicas. Esto último genera una gran

brecha entre los pacientes que pueden acceder a los tratamientos de últi-

ma generación, versus aquellos que siguen siendo tratados con protocolos

no actualizados, generando inequidad.

No se encuentran socializados los mecanis-

mos mediante los cuales se podrán promover modificaciones y/o actuali-

zaciones a las canastas GES. La actualización de las guías clínicas de las

condiciones GES y los estudios periódicos de efectividad y costo efectividad

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8 8

son un avance en esta materia. Sin embargo, es necesario generar más es-

pacios de discusión para que los centros académicos y asociaciones cientí-

ficas puedan presentar las nuevas evidencias científicas sobre protocolos de

tratamiento, diagnóstico y seguimiento de las patologías GES.

En este mismo sentido, es necesario avan-

zar en los Programas de Acreditación de los Prestadores de Salud. La de-

finición de calidad en salud es un tema de amplio debate internacional que

aún no está zanjado. Actualmente el Ministerio de Salud y la Superintenden-

cia de Salud desarrollan un plan de garantía de calidad que se traduce en

el desarrollo de un registro y certificación de prestadores individuales y de

acreditación de instituciones proveedoras de servicios. Sin embargo, este

esfuerzo va en la línea de garantizar la seguridad del paciente, un aspecto

primario de la calidad de la atención. No obstante, se debe asegurar que las

prestaciones garantizadas en las canastas sean ejecutadas por prestadores

e instituciones que cumplan con estándares de seguridad y calidad mínimos

aceptables, de modo que la elección de los prestadores por parte de las ase-

guradoras no solo esté condicionada por la variable precio, sino que también

por estándares de calidad mínimos. En esta misma línea avanza la propues-

ta de considerar la revisión continua de las prestaciones contenidas en las

canastas de forma de mantenerlas actualizadas con respecto a la nueva

evidencia científica publicada, de manera tal que no tengamos en definitiva

una ley que retrase y desincentive la introducción de mejoras, tanto a nivel

de diagnóstico, tratamiento y seguimiento de las patologías.

3.6. Las patologías no GES y las nuevas GES

El fin último de la reforma de salud debiera

estar orientado a mantener un grupo seleccionado de patologías, respon-

sables de la mayor carga de enfermedad que afecta a la población (73% de

la carga global de enfermedad), cubiertas por un sistema de garantía GES.

Incluir todas las enfermedades en el plan es la antítesis de un ejercicio de

priorización dado un escenario de recursos limitados. Por lo pronto, se

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evalúa la posible extensión del número de patologías GES a un total cer-

cano a 80, lo que sin duda recargará financieramente el escenario actual

(Discurso Presidencial, mayo 2007). Es muy probable que esta meta sea

suficientemente costosa para que su implementación deba ser revisada de

una manera técnica transparente. Las nuevas condiciones con potencial

de ser incluidas en el Plan se listan en la tabla N° 3.

Tabla N° 3. Problemas incluidos en Estudio de Costo/Efectividad de Intervenciones en Salud

Año 2009 (21 Patologías)

Depresión en adolescentes entre 10 y 14 años1.Trastorno bipolar2.Esclerosis múltiple remitente recurrente3.Sobrepeso y obesidad infantil4.Tratamiento integral odontológico de la embarazada5.Displasia congénita de caderas6.Anomalías congénitas tratables del aparato locomotor: pie bot.7.Trastornos asociados al climaterio8.Úlcera péptica9.Enfermedad isquémica del corazón10.Trastornos valvulares reumáticos y no reumáticos11.Hipotiroidismo12.Hepatitis C13.Síndrome de Guillain Barré14.Lupus eritematoso diseminado15.Aneurisma aorta abdominal con indicación de cirugía16.Cáncer de colon17.Cáncer de vesícula biliar y vías biliares18.Cáncer de ovario19.Osteosarcoma en adultos, sin metástasis20.Cáncer de vejiga: carcinoma vesical in situ21.

Si consideramos que para poder cumplir con

los criterios mínimos de acceso, calidad, oportunidad y resguardo financiero

para las 56 patologías GES, fue necesario desarrollar una ley y considerar un

presupuesto adicional, entonces es razonable suponer que en el estado actual

aquellas enfermedades no incluidas en el listado de patologías GES no podrán

cumplir con todas o algunas de estas garantías. Es decir, todos los pacientes

que sufran de una patología no GES deberán o bien esperar un tiempo no

precisado para recibir atención, o bien recibir una atención de calidad no ga-

rantizada y sin el resguardo financiero adecuado. Esta era la situación vigente

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9 0

hasta antes del inicio de la reforma, por lo que se desprende que en el peor

escenario, los pacientes mantendrán su situación previa a la reforma y al me-

nos en las patologías GES podrán disfrutar de las garantías.

Esta conclusión, si bien es positiva, no es

suficiente para un país que pretende mejorar la calidad de vida de sus

ciudadanos; por lo tanto, urge tomar medidas para que la mayor demanda

esperada por las patologías GES no vaya en detrimento de las prestacio-

nes no garantizadas de las patologías no-GES.

Finalmente, es necesario reconocer que la

puesta en marcha de las garantías GES ocupará infraestructura, recursos

e insumos, que potencialmente dejen en condiciones menos favorables al

resto de las patologías no cubiertas por el sistema GES. En el sub-grupo

FONASA esta situación pudiera verse reflejada en el aumento de los tiem-

pos de espera por atención en las patologías no cubiertas por el GES y

en el caso del sub-grupo ISAPRE, eventuales alzas en los co-pagos de

las prestaciones no garantizadas por GES, debido al simple equilibrio del

aumento de la demanda por prestaciones GES en condiciones de una ofer-

ta de prestaciones estable. Es necesario, entonces, promover un plan de

acción para evitar que la calidad en la atención de estas patologías se vea

progresivamente disminuida al estar funcionando las garantías GES.

IV. COMENTARIOS FINALES

La implementación de las Garantías Ex-

plícitas en Salud (GES) es un gran avance con respecto al sistema pre-

viamente vigente. Según datos de encuestas de opinión realizadas por la

Superintendencia de Salud el año 2007, casi un 70% de los encuestados

cree que la puesta en marcha de las garantías GES mejoró en algún grado

la atención de salud en Chile. Asimismo las atenciones por garantías GES

fueron evaluadas con nota 6,0 (escala 1 a 7) en la población FONASA y

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9 1

5,8 en ISAPRE. Del estudio se desprende que el 87% de las personas

atendidas por alguna garantía GES presenta un alto índice de satisfacción

(Superintendencia de Salud 2007b).

Si bien los resultados de la percepción pú-

blica de la puesta en marcha de las garantías GES es buena y representa un

gran avance en la implementación de políticas públicas en Chile, es nece-

sario realizar algunos ajustes para avanzar desde una buena percepción de

la calidad de las atenciones en salud a realmente producir un mejoramiento

en los indicadores de salud poblacionales, prolongando la expectativa de

vida y los años de vida libres de enfermedad de los chilenos.

La figura N° 3 muestra las áreas en las que

a nuestro juicio es necesario avanzar en conjunto con la revisión de la im-

plementación de las garantías GES.

Figura N° 3. Líneas prioritarias de Acción para mejorar Implementa-ción de las Garantías GES

Garantías GES

Plan de información específica por

cotizante y grupo familiar

Desarrollo de planes de inversión y

apoyo a las patologías no- GES

Programa nacional de screening e

intervención para cambios de hábitos

Instalación del debate de calidad en

salud y priorización de Programas de

Acreditación

Equipo técnico asesor para la

actualización continua de las canastas

de acuerdo con la evidencia científica

Sub-clasificación más específica para el

adecuado costeo de las Patologías GES.

Acceso

Oportunidad

Calidad

Protecciónfinanciera

Observatorio Nacional del Programa GES.

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9 2

En primer lugar es clave para el éxito de

la reforma la instauración de un plan coordinado de información a los

afiliados y prestadores, que sea preciso y específico. Este plan debe

incluir la información relevante para cada cotizante y su grupo familiar,

en especial respecto de sus derechos y deberes, formas de acceso a

las garantías, plazos y requisitos de cada una de ellas, dando la posibi-

lidad de contar con algún mecanismo eficiente de solución de dudas y

orientación “en línea” para facilitar el acceso a las garantías y evitar la

duplicación de prestaciones.

En segundo lugar, es necesario avanzar en

los programas de acreditación de los prestadores de salud para que el

cumplimiento de las canastas de prestaciones no se ciña exclusivamente a

criterios de mínimo costo, y establecer mecanismos regulares para la revi-

sión continua de ellas, de manera de mantenerlas actualizadas con respec-

to a la nueva evidencia científica publicada. Esto último orientado a que, en

definitiva, no tengamos una ley que retrase y desincentive la introducción

de mejoras y nuevas tecnologías tanto a nivel de diagnóstico, tratamiento

y seguimiento de las patologías incluidas en las garantías GES.

En tercer lugar, es importante la instaura-

ción de una política de detección precoz de patologías relevantes, que

sea eficiente, coordinado y con adecuada información, así como políticas

de intervención para estimular cambios de hábitos en la población. Estos

elementos son clave en cualquier programa que pretenda mejorar los es-

tándares de salud de la población y mantener un costo controlado.

En cuarto lugar, es necesario reconocer

que la aplicación de las garantías GES necesariamente ocupará infraes-

tructura, recursos e insumos, que potencialmente dejen en condiciones

menos favorables a las patologías no incluidas en las garantías GES. Es

necesario promover un plan de acción para evitar que la calidad en la aten-

ción de estas patologías se vea disminuida al estar funcionando las garan-

tías GES.

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9 3

En quinto lugar se requiere reconocer y

cuantificar la variabilidad existente en el comportamiento de cada patolo-

gía considerada en el GES. Hoy se tratan como si tuvieran un comporta-

miento clínico y de consumo de recursos similares. La evidencia interna-

cional demuestra que una misma patología puede tener una evolución y

costos distintos, dependiendo de variables biodemográficas del paciente.

Si no se reconocen estas diferencias, que consideran bandas de costos

asociados, se puede cometer un gran error al momento de garantizar la

protección financiera.

Finalmente, toda intervención en salud que

además ha requerido de la inyección de recursos públicos de gran magni-

tud, deberá demostrar sus resultados en los indicadores de salud nacional,

tales como: mortalidad, sobrevida de pacientes tratados, impacto en indi-

cadores de salud pública, tales como los años de vida saludable perdidos

(AVISA), etc. Para ello creemos que es muy relevante la implementación de

un “Observatorio de la Reforma” que actúe como un ente independiente

encargado de analizar y proponer medidas correctoras del programa im-

plementado en virtud de la información que se recopile. Este Observatorio

debiera evaluar el funcionamiento de las canastas de prestaciones, la va-

riabilidad en el seguimiento de los protocolos establecidos, la real eficacia

de las intervenciones propuestas y el impacto en las patologías no GES.

No existe evidencia en la literatura interna-

cional que demuestre que la incorporación de medidas públicas como las

“canastas de prestaciones garantizadas” del programa GES sean costo-

eficientes para mejorar los indicadores de salud de una población; sin em-

bargo, esta reforma llegó para quedarse y será el tiempo el que demostrará

el impacto real en el nivel de salud de la población chilena.

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V. ANEXO

Tabla N° 4. Cobertura de las Garantías GES según Etapas de la Intervención Médica: Sospecha Clínica, Confirmación Diagnóstica,

Tratamiento y Seguimiento

Problema GES Sospecha Confirmación Tratamiento Seguimiento

1 Insuficiencia renal crónica terminal

2Cardiopatías congénitas operables en menores de

15 años

3 Cáncer cervicouterino

4Alivio del dolor por cáncer avanzado y cuidados

paliativos

5 Infarto agudo de miocardio (IAM)

6 Diabetes mellitus tipo I

7 Diabetes mellitus tipo II

8 Cáncer de mama en personas de 15 años y más

9 Diagnóstico y tratamiento disrrafias espinales

10Tratamiento quirúrgico de escoliosis en menores

de 25 años

11Tratamiento quirúrgico de cataratas congénitas y

adquiridas

12Endoprótesis total de cadera en personas de 65

años y más

13 Fisura labiopalatina

14 Cáncer en menores de 15 años

15 Primer episodio esquizofrenia

16 Cáncer de testículo en personas de 15 años y más

17 Linfomas en personas de 15 años y más

18 Síndrome de inmunodeficiencia adquirida VIH/SIDA

19Infección respiratoria aguda (IRA) baja de manejo

ambulatorio en menores de 5 años

20Neumonía adquirida en la comunidad de manejo

ambulatorio en personas de 65 años y más

21Hipertensión arterial primaria o esencial en

personas de 15 años y más

22Epilepsia no refractaria en personas desde 1 año y

menores de 15 años de edad

23 Salud oral integral en niños de 6 años

24 Prematurez

25Trastornos de conducción que requieren marcapaso

en personas de 15 años

26Colecistectomía preventiva del cáncer de vesícula

en adultos de 35 a 49 años sintomáticos

27 Cáncer gástrico en personas de 40 años y más

28 Cáncer de próstata en personas de 15 años y más

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9 5

29 Vicios de refracción en personas de 65 años y más

30 Estrabismo en menores de 9 años

31 Retinopatía diabética

32Desprendimiento de retina regmatógeno no

traumático

33 Hemofilia

34 Depresión en personas de 15 años y más

35Tratamiento quirúrgico de la hiperplasia benigna de

próstata en personas sintomáticas

36Órtesis y ayudas técnicas para personas de 65

años y más

37Accidente cerebro vascular isquémico en personas

de 15 años y más

38Enfermedad pulmonar obstructiva crónica de

tratamiento ambulatorio

39Asma infantil moderada o severa en menores de

15 años

40Síndrome de dificultad respiratoria del recién

nacido

41 Leucemia en personas de 15 años y más

42 Trauma ocular grave

43 Fibrosis quística

44 Gran quemado

45Consumo perjudicial y dependencia de alcohol y

drogas en personas menores de 20 años

46 Analgesia del parto

47Hipoacusia bilateral en personas de 65 años y más

que requieren uso de audífono

48 Artritis reumatoide

49Tratamiento médico en personas de 55 años y más

con artrosis de cadera y/o rodilla, leve o moderada

50Hemorragia subaracnoidea secundaria a ruptura de

aneruismas cerebreales

51

Tratamiento quirúrgico de tumores primarios del

sistema nervioso central en personas de 15 años

o más

52Tratamiento quirúrgico de hernia del núcleo pulposo

lumbar

53 Urgencias odontológicas ambulatorias

54 Salud oral integral del adulto de 60 años

55 Politraumatizado grave

56Atención de urgencia del traumatismo cráneo

encefálico moderado o grave

Intervención Sanitaria cubierta Intervención Sanitaria no cubierta

Problema GES Sospecha Confirmación Tratamiento Seguimiento

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9 6

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Segunda Parte:EL FINANCIAMIENTO

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1 0 3

III

EVOLUCIÓN DEL GASTO EN SALUD.EVIDENCIA NACIONAL E

INTERNACIONAL

Vito Sciaraffia M.*

* Ingeniero Civil y Médico Cirujano, Universidad de Chile. Especialista en Ginecología y Obstetricia, Universidad de Chile. Master of Business Administration, University of Illinois at Urbana-Champaign. Director del Instituto de Administración de Salud, Facultad de Economía, Universidad de Chile.

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1 0 4

I. EVOLUCIÓN GASTO EN SALUD EN CHILE (1995-2006) 1

1.1. Gasto total, público2 y privado

Durante todo el período analizado se ob-

serva un crecimiento tanto en el gasto privado (69%) como en el público

(76%), a niveles y tasas relativamente similares. El gasto total en salud

acumula un crecimiento en el período de un 73% real.

Figura N° 1. Evolución Gasto Total País en Salud.MM$ Diciembre 2007

Fuente: OMS (WHOSIS).

1.2. Evolución de población de beneficiarios

Se observa en la gráfica un cambio en la

composición de beneficiarios por subsistema de salud. Desde el año 1996

el número de beneficiarios en el sector público aumenta, mientras que en

el sector privado los beneficiarios disminuyen.

1 Se restringió a 2006 por no existir fuentes con la serie completa de las variables hasta el 2007.

2 Balance presupuestario devengado sector salud.

500.000

1.000.000

1.500.000

2.000.000

2.500.000

3.000.000

3.500.000

4.000.000

4.500.000

5.000.000

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

Gasto total Gasto público Gasto privado

0

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1 0 5

Dejando de lado la población que no está

siendo cubierta por ninguno de los dos subsectores (otros), la relación de

beneficiarios atendidos por el sector público y aquellos atendidos en el

sector privado es de cuatro a uno en el año 2007. Mientras en el sector pú-

blico se atienden 11,7 millones de personas, en el sector privado lo hacen

solo 2,8 millones de personas.

Figura N° 2. Evolución Población Beneficiarios.Miles a Diciembre de Cada Año

Fuente: FONASA. Boletines Estadísticos.

1.3. Evolución del gasto per cápita total, público y privado

El gasto per cápita en salud ha tenido una

clara tendencia al alza, tanto en el sector público como en el privado, pero

mucho más acentuada en el sector privado. En tanto el total acumula un

crecimiento de 51% real, el subsistema público acumula un incremento

de 32% real y el privado un crecimiento de 137%, lo que ha llevado a que

el año 2006, el gasto per cápita privado sea casi cuatro veces el público:

mientras que en el sector privado el gasto es de $784 mil, para el sector

público este monto es de $204 mil.

2.000

4.000

6.000

8.000

10.000

12.000

14.000

16.000

18.000

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1999

1998

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Público Privado Otros Total país

0

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1 0 6

Figura N° 3. Gasto de Salud Per Cápita.$ Diciembre 2007

Fuente: IAS.

1.4. Gasto total, público y privado en salud como % del PIB

Al medir el gasto en salud como porcen-

taje del PIB se observa una tendencia más estable en el gasto, levemente

hacia la baja. Dado el crecimiento en los valores absolutos de gasto, lo

anterior se explica por el alto crecimiento del PIB en Chile (90%) en el

período analizado. En el año 2006, el gasto total en salud en Chile repre-

senta el 5,3% del PIB.

Figura N° 4. Gasto Total Salud como % PIB

Fuente: OMS (WHOSIS), Banco Central, IAS.

0,0%

1,0%

2,0%

3,0%

4,0%

5,0%

6,0%

7,0%

1995

1996

1997

1999

1998

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

Total Seg. público Seg. privado (Isapres)

100.000

200.000

300.000

400.000

500.000

600.000

700.000

800.000

900.000

1995

1996

1997

1999

1998

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2005

Gasto total P/C Gasto público P/C Gasto privado P/C

0

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1 0 7

II. CHILE EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL

2.1. Recursos del sistema de salud (2005)

El objetivo de esta sección es comparar el

gasto en salud en Chile, tanto con el conjunto de países de Latinoamérica,

como con los países miembros de la OECD. Los indicadores considerados

son: PIB per cápita, gasto como porcentaje del PIB, composición del gasto

en salud, gasto público en salud como porcentaje del gasto público total,

gasto per-cápita en salud, gasto de gobierno per-cápita en salud y gasto

de bolsillo.

2.1.1. PIB per cápita

Si bien en el conjunto de países de Latino-

américa Chile tiene uno de los PIB más altos, superado solo por Trinidad y

Tobago y Barbados, enfrentado al grupo OECD apenas supera a Turquía.

Figura N° 5. PIB Per Cápita - América Latinay El Caribe 2005

Fuente: OMS.

2.000

0

4.000

6.000

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11.16012.000

14.000

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1 0 8

Figura N° 6. PIB Per Cápita - OECD y Chile, 2005

Fuente: OMS.

2.1.2. Gasto en salud como porcentaje del PIB

Destaca el bajo porcentaje del PIB que

Chile gasta en salud. Aun en el grupo de países de Latinoamérica se en-

cuentra por debajo del promedio y, en relación al grupo OECD, se encuen-

tra por debajo del mínimo de estos países. El mayor gasto en este grupo

viene dado por Estados Unidos, con un nivel superior a 15%.

Figura N° 7. Gasto Total en Salud como % del PIBAmérica Latina y El Caribe, 2005

Fuente OMS.

10.000

0

20.000

30.000

40.000

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1 0 9

Figura N° 8. Gasto Total en Salud como % del PIBOECD y Chile, 2005

Fuente OMS.

2.1.3. Composición gasto salud

El porcentaje de gasto público en salud en

Chile alcanza al 51%. Esta cifra está en torno al porcentaje medio observa-

do en los países de Latinoamérica. Sin embargo, es una cifra relativamente

baja al compararla con la de países OECD, los cuales se caracterizan por

una alta participación del gasto público en el gasto total en salud. En la

mayoría de estos países, el gasto público representa más del 70%.

Figura N° 9. % Gasto de Salud de Gobierno sobre Gasto Total SaludAmérica Latina y El Caribe, 2005

Fuente: OMS.

2,0

0,0

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5,4

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16,0

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1 1 0

Figura N° 10. % Gasto de Salud de Gobierno sobre Gasto Total SaludOECD y Chile, 2005

Fuente: OMS.

Chile es conocido cono un sistema dual de

salud. En ningún país del grupo OCDE los individuos pueden elegir entre un

seguro público y uno privado.

2.1.4. Gasto público en salud como porcentaje del gasto público total

Esta variable muestra la importancia relativa

que se le da al sector salud dentro del presupuesto público. En Chile repre-

senta un 13%, siendo relativamente alto respecto a países latinoamericanos,

pero relativamente bajo respecto a países OECD.

Figura N° 11. % Gasto de Público en Salud sobre Gasto Público TotalAmérica Latina y El Caribe, 2005

Fuente: OMS.

10

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20

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1 1 1

Figura N° 12. % Gasto de Público en Salud sobre Gasto Público TotalOECD y Chile, 2005

Fuente: OMS.

2.1.5. Gasto per cápita total en salud

El gasto per cápita total en salud en Chile al-

canza a USD 668, medido en PPP USD (dólares de poder adquisitivo constante).

En el contexto latinoamericano el gasto per

cápita de Chile está dentro de la mitad superior, con niveles muy similares a

países como Panamá y México, pero por debajo de Uruguay. Nuevamente,

la comparación con la OECD ubica a nuestro país en el extremo inferior,

apenas superando a Turquía que tiene un per cápita de PPP USD 592 y

considerablemente lejos de Estados Unidos y Noruega con PPP USD 6.347

y PPP USD 4.331, respectivamente.

Figura N° 13. Gasto Total en Salud Per CápitaAmérica Latina y El Caribe, 2005

Fuente: OMS.

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1 1 2

Figura N° 14. Gasto Total en Salud Per CápitaOECD y Chile, 2005

Fuente: OMS.

2.1.6. Gasto de gobierno per cápita en salud

La situación de la variable anterior, en re-

lación a su posición relativa en Latinoamérica y OECD, se replica para el

gasto de gobierno per cápita en salud. En tanto en Chile hay un gasto per

cápita de PPP USD 343, el promedio OECD supera los PPP USD 2.000.

Figura N° 15. Gasto de Gobierno en Salud Per CápitaAmérica Latina y El Caribe, 2005

Fuente: OMS.

0

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1 1 3

Figura N° 16. Gasto de Gobierno en Salud Per CápitaOECD y Chile, 2005

Fuente: OMS.

2.1.7. Gasto de bolsillo

La situación de Chile en relación a ambos

grupos de países es similar, encontrándose que el gasto de bolsillo, en el

subsistema privado, es menor que en la mayoría de los países.

Cabe destacar que en la mayoría de los

países latinoamericanos, el gasto de bolsillo en el sector privado está sobre

el 80% y en el grupo OECD en solo la mitad de los países se supera esta

cifra. Resultan casos singulares por sus bajos copagos en estos países las

situaciones de Holanda, Estados Unidos, Francia y Uruguay.

Figura N° 17. % Gasto de Bolsillo Sobre Total Gasto PrivadoAmérica Latina y El Caribe, 2005

Fuente: OMS.

0

1.000

3.000

2.000

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1 1 4

Figura N° 18. % Gasto de Bolsillo sobre Total Gasto PrivadoOECD y Chile, 2005

Fuente: OMS.

2.2. Indicadores de desempeño del gasto en salud (2005, 2006)

En esta sección se comparan los niveles

de desempeño del gasto en salud de Chile con países de Latinoamérica

y OECD. Los indicadores utilizados para ello son: tasa de mortalidad

infantil, tasa de mortalidad materna, y esperanza de vida al nacer en

hombres y mujeres.

2.2.1. Tasas de mortalidad infantil

La tasa de mortalidad infantil en Chile se

sitúa en ocho, es decir ocho muertes por cada cien mil nacidos vivos,

indicador que en la región solo es mejorado por Cuba con cinco. Sin

embargo, en países miembros de la OECD, la tasa de Chile es más alta

que la observada en la mayoría de ellos, solo inferior a las de Turquía y

México, con cifras de 24 y 29, respectivamente. Excluyendo a estos paí-

ses, el promedio de la OECD se sitúa en torno a 4 muertes por cada cien

mil nacidos vivos.

0

10

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1 1 5

Figura N° 19. Tasa Mortalidad InfantilAmérica Latina y El Caribe, 2006

Fuente: OMS.

Figura N° 20. Tasa Mortalidad InfantilOECD y Chile, 2006

Fuente: OMS.

2.2.2. Tasa de mortalidad materna

Otro indicador tradicional de desempeño

del gasto en salud es la tasa de mortalidad materna, la que en Chile al-

canza a 16, es decir 16 muertes por cada cien mil nacidos vivos. En el

contexto latinoamericano esta tasa es, por lejos, la más baja. La media se

encuentra en torno a 150, con Brasil en 110, Bolivia 290 y Haití 670.

0

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Page 116: MARCELOANDIA K. Ingeniero Civil, Pontificia Universidad ... · Se terminó de imprimir en Santiago el 6 de noviembre de 2009 Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede

1 1 6

Pero dentro de los países OECD, excep-

tuando México y Turquía, la tasa de Chile es la más alta. Dentro de este gru-

po destacan Irlanda y Dinamarca con tasas de uno y tres, respectivamente.

Figura N° 21. Tasa Mortalidad MaternaAmérica Latina y El Caribe, 2005

Fuente: OMS.

Figura N° 22. Tasa Mortalidad MaternaOECD y Chile, 2005

Fuente: OMS.

2.2.3. Esperanza de vida al nacer mujeres

La esperanza de vida al nacer de la mujer

en Chile llega a los 81 años. Este valor es el mejor en Latinoamérica y es

levemente inferior a la media del grupo OECD, superando a países desa-

rrollados como Reino Unido, Dinamarca y Estados Unidos.

0

100

200

300

400

500

16

600

700

800

Por

cad

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0

10,0

70,0

30,0

20,0

40,0

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16,0

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1 1 7

Figura N° 23. Expectativa de Vida al Nacer MujeresAmérica Latina y El Caribe. 2006

Fuente: OMS.

Figura N° 24. Expectativa de Vida al Nacer MujeresOECD y Chile, 2006

Fuente: OMS.

2.2.4. Esperanza de vida al nacer hombres

La esperanza de vida al nacer del hombre

en Chile llega a los 75 años, una de las más altas superada por Cuba y

Costa Rica en el grupo latinoamericano. Dentro de países OECD, la espe-

ranza de vida se encuentra por debajo de la media, pero igualando a países

como EE.UU., Portugal y Corea.

0

10

20

40

30

50

60

81

70

80

90

Año

s

Hai

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Sui

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Aus

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Jap

ón

81

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1 1 8

Figura N° 25. Expectativa de Vida al Nacer HombresAmérica Latina y El Caribe, 2006

Fuente: OMS.

Figura N° 26. Expectativa de Vida al Nacer HombresOECD y Chile, 2006

Fuente: OMS.

0

10

20

40

30

50

60

75

70

80

Año

s

Hai

Sur

inam

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Gua

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T. y

Tob

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Nic

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ua

Bra

sil

Col

omb

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Vene

zuel

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Bel

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ic. y

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Jam

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San

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Méx

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ica

R. D

omin

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64

66

78

80

70

68

72

76

74

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slov

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Turq

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Pol

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Méx

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R. C

heca

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no U

nid

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nda

Bél

gica

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Luxe

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tria

Fran

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Hol

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N. Z

elan

dia

Nor

uega

Can

adá

Italia

Esp

aña

Isla

ndia

Sue

cia

Sui

za

Aus

tral

ia

Jap

ón

75

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1 1 9

III. CHILE, UN SISTEMA DUAL

3.1. Evolución del gasto ISAPRE (1990-2007)

3.1.1. Gasto total en prestaciones médicas

El gasto total en prestaciones médicas del

sistema ISAPRE en el período 1990 a 2007 ha ido al alza, acumulando en

el período un crecimiento de 150%.

Figura N° 27. Monto Total Prestaciones Médicas.MM$ de Diciembre 2007

Fuente: IAS.

3.1.2. Beneficiarios

El crecimiento en la cantidad de beneficia-

rios del sistema ISAPRE (cotizantes más cargas) en el período acumula un

crecimiento de 32%. No obstante con un comportamiento fluctuante en el

período, con un nivel máximo en el año 1997 con 3.883.000 beneficiarios,

para luego disminuir en forma sostenida hasta el año 2005, luego de lo cual

inicia una leve recuperación y llega a 2.776.000 beneficiarios en 2007.

200.000

0

400.000

600.000

800.000

1.000.000

1.200.000

1990

1991

1992

1996

1997

1993

1994

1995

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Facturación prest. médicas

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1 2 0

Figura N° 28. Evolución de los Beneficiarios.Miles

Fuente: Boletines Estadísticos Superintendencia de Salud.

En los gráficos siguientes se observa la

composición etárea de la cartera de beneficiarios y cómo esta ha evolucio-

nado en el tiempo. En el año 1990 el porcentaje de beneficiarios de menos

de 30 años alcanzaba el 61%, en el año 2000 el 54% y en el año 2007 solo

el 50%. Por otra parte, los beneficiarios con más de 60 años alcanzaban a

4% en el año 1990, a 5% en el año 2000 y a 6% en el año 2007.

Figura N° 29. Evolución Distribución Etárea de la Cartera

1. % de la cartera por tramo edad

500

1.000

1.500

2.000

2.500

3.000

3.500

4.000

4.500

1995

1990

1996

1991

1997

1992

1999

1994

1998

1993

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Beneficiarios Hombres Mujeres

0

0,0%5,0%

10,0%

15,0%

20,0%

25,0%

30,0%

35,0%

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45,0%

19 ó

men

or

20-2

9

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50-5

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9

60-6

9

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9

80 ó

más

1990 2000 2007

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1 2 1

2. % cartera acumulada por tramo edad

Fuente: IAS.

Figura N° 30. Evolución Distribución Etárea de la Cartera, por Sexo

1. Mujeres

2. Hombres

Fuente: IAS.

0,0%

20,0%

40,0%

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100,0%

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19 ó

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más

1990 2000 2007

0,0%5,0%

10,0%

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20,0%

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30,0%

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40,0%

45,0%

19 ó

men

or

20-2

9

30-3

9

50-5

9

40-4

9

60-6

9

70-7

9

80 ó

más

1990 2000 2007

0,0%5,0%

10,0%

15,0%

20,0%

25,0%

30,0%

35,0%

40,0%

45,0%

19 ó

men

or

20-2

9

30-3

9

50-5

9

40-4

9

60-6

9

70-7

9

80 ó

más

1990 2000 2007

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1 2 2

3.1.3. Gasto per cápita

Durante el período analizado, el gasto per

cápita se duplica, con un crecimiento particularmente acentuado a partir

del año 1999.

Figura N° 31. Evolución Gasto Per Cápita Sistema ISAPRE.$ de Diciembre 2007

Fuente: IAS.

Existen diferencias importantes en el gasto

per cápita de los beneficiarios según su sexo y edad, como puede apre-

ciarse en las figuras presentadas a continuación. En cuanto a la evolución

del gasto per cápita, este ha aumentado en todos los tramos de edad,

tanto en hombres como en mujeres. Este aumento es notorio en hombres

mayores de 70 años.

Figura N° 32. Evolución del Gasto en Prestaciones Médicas por Edad.$ de Diciembre de 2007

Fuente: Boletines Superintendencia de Salud.

50.000

0

100.000

150.000

200.000

250.000

300.000

350.000

400.000

1990

1991

1992

1996

1997

1993

1994

1995

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Monto P/C prestaciones

0

500.000

1.000.000

1.500.000

2.000.000

2.500.000

19 ó

men

or

20-2

4

25-2

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30-2

4

35-3

9

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4

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9

60-6

4

45-4

9

50-5

4

65-6

9

70-7

4

75-7

9

80-8

4

+ d

e 84

2001 2004 2007

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1 2 3

1. Mujeres ($ diciembre 2007)

2. Hombres ($ diciembre 2007)

Fuente: IAS.

3.1.4. Frecuencia de prestaciones

Durante el período considerado se produjo

un 92% de aumento de la frecuencia de prestaciones, esto es, en la canti-

dad promedio de prestaciones utilizadas por beneficiarios.

0

500.000

1.000.000

1.500.000

2.000.000

2.500.000

19 ó

men

or

20-2

4

25-2

9

30-2

4

35-3

9

40-4

4

55-5

9

60-6

4

45-4

9

50-5

4

65-6

9

70-7

4

75-7

9

80-8

4

+ d

e 84

2001 2004 2007

0

500.000

1.000.000

1.500.000

2.000.000

2.500.000

19 ó

men

or

20-2

4

25-2

9

30-2

4

35-3

9

40-4

4

55-5

9

60-6

4

45-4

9

50-5

4

65-6

9

70-7

4

75-7

9

80-8

4

+ d

e 84

2001 2004 2007

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1 2 4

Figura N° 33. Frecuencia Prestaciones, Unidades

Fuente: Boletín Estadístico S. de Salud.

3.1.5. Precio promedio de prestaciones

El precio promedio de las prestaciones

crece un 4,3% real durante el período.

Figura N° 34. Precio Promedio Sistema ISAPRE.Pesos de Diciembre 2007

Fuente: IAS.

Del análisis de los puntos anteriores se

puede señalar que en el sector ISAPRE, el aumento en el gasto per cápita

es explicado prácticamente en su totalidad por un aumento en la frecuen-

cia de prestaciones y solo marginalmente por un aumento en el precio

promedio de estas. Sin embargo, en los últimos años existe una marcada

alza tanto en las prestaciones como en el precio.

0,0

5,0

10,0

15,0

20,0

25,0

1995

1990

1996

1991

1997

1992

1999

1994

1998

1993

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Prest. med. P/C Hombres Mujeres

0,0

5.000

10.000

15.000

20.000

25.000

1995

1990

1996

1991

1997

1992

1999

1994

1998

1993

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Total Hombres Mujeres

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1 2 5

3.2. Evolución del gasto FONASA (1994-2007)

En el análisis de comportamiento del gasto

y su comparación con el sistema ISAPRE se considera el subgrupo de mo-

dalidad libre elección, esto es los grupos de beneficiarios B, C y D.

3.2.1. Gasto total en prestaciones médicas

Se observa un fuerte incremento, superior

al 200%, crecimiento que tiende a atenuarse a partir del año 2004.

Figura N° 35. Evolución Gasto Total Salud FONASA MLE (Grupos B, C y D), MM$ de Diciembre 2007

Fuente: Boletines Estadísticos FONASA.

3.2.2. Beneficiarios

Los beneficiarios de FONASA libre elec-

ción han aumentado un 36%, representando en el año 2007 un 81% de los

beneficiarios atendidos tanto por los sectores público y privado. Sobre el

total de la población los beneficiarios de FONASA representan el 70% en

el año 2007.

50.000

0

100.000

150.000

200.000

250.000

300.000

350.000

1996

1997

1994

1995

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Total

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1 2 6

Figura N° 36. Evolución Beneficiarios FONASA MLE (Grupos B,C y D)Beneficiarios

Fuente: Boletines Estadísticos FONASA.

3.2.3. Gasto per cápita

El gasto per cápita ha crecido sostenida-

mente hasta estancarse en el año 2004. Durante el período 1994-2007 el

crecimiento fue de 127% real.

Figura N° 37. Evolución Gasto Per Cápita FONASA MLE (Grupos B, C y D), $ Diciembre 2007

Fuente: Boletines Estadísticos FONASA.

1.000.000

0

2.000.000

3.000.000

4.000.000

5.000.000

6.000.000

7.000.000

8.000.000

9.000.000

1996

1997

1994

1995

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Total beneficiarios

5.000

0

10.000

15.000

20.000

25.000

30.000

35.000

40.000

45.000

50.000

1996

1997

1994

1995

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Total

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1 2 7

3.2.4. Frecuencia de prestaciones

La cantidad per cápita de prestaciones

crece regularmente durante el período considerado en 1,8 veces.

Figura N° 38. Ev. Cantidad Per Cápita Prestaciones FONASA MLE (Grupos B, C y D), Cantidad Año

Fuente IAS.

3.2.5. Precio promedio de prestaciones

El precio promedio las prestaciones FO-

NASA crece hasta el año 2004 para luego decrecer levemente.

Figura N° 39. Evolución Precio Promedio FONASA MLE(Grupos B, C y D), $ de Diciembre de 2007

Fuente IAS.

0,50

0,00

1,00

1,50

2,00

2,50

3,00

3,50

4,00

4,50

5,00

1996

1997

1994

1995

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Total

2.000

0

4.000

6.000

8.000

10.000

12.000

1996

1997

1994

1995

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

Promedio

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1 2 8

Considerando los puntos anteriores puede

señalarse que en el sector FONASA el crecimiento en el gasto per cápita

viene explicado tanto por un aumento en la cantidad per cápita de presta-

ciones como en el precio de ellas; pero, particularmente, en el aumento de

la frecuencia. Puede observarse que el estancamiento en el gasto per cá-

pita en FONASA a partir del año 2004 se debe a una reducción en el precio

promedio que contrapesa el crecimiento en la frecuencia.

3.3. Comparación sistema ISAPRE y FONASA (1994-2007)

3.3.1. Gasto per cápita

Ambos han crecido fuertemente en el pe-

ríodo: para el sistema ISAPRE el aumento fue de 110% real en el período,

en tanto que para FONASA este crecimiento fue de 130% real. La principal

diferencia se encuentra en los niveles, lo que se manifiesta en que para el

año 2007, el gasto per cápita en ISAPRE es 8 veces superior al de FONASA,

con valores de $360.041 para las ISAPRE y de $43.583 para FONASA.

Figura N° 40. Ev. Gasto Per Cápita en Prestaciones Médicas ISAPRE y FONASA, $ de Diciembre de 2007

Fuente: IAS.

50.000

0

100.000

150.000

200.000

250.000

300.000

350.000

400.000

1996

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1 2 9

3.3.2. Frecuencia de prestaciones

Más allá del crecimiento de frecuencia que

se ha dado en ambos sistemas con un crecimiento similar de 80%, existe

una gran diferencia en los niveles, con un promedio el 2007 de 17 presta-

ciones en el sector ISAPRE y un promedio de 4,5 prestaciones en FONASA.

Es decir, el sector privado es superior en 3,8 veces a FONASA en cantidad

de prestaciones, relación que se mantiene estable en el período.

Figura N° 41. Evolución Cantidad Per Cápita de PrestacionesISAPRE y FONASA, Unidades

Fuente: IAS.

3.3.3. Precio promedio de prestaciones

La diferencia entre el sistema privado y

FONASA no es solo en la cantidad de prestaciones, sino también en los

precios. En promedio, el precio de las prestaciones del sistema ISAPRE

prácticamente dobla el precio de FONASA, con un crecimiento de 19%

para el sector privado y de un 19% para FONASA. Para el año 2007, mien-

tras el precio promedio de ISAPRE es de $21.229 por prestación, el de

FONASA es de solo $9.745.

2,00

0,00

4,00

6,00

8,00

10,00

12,00

14,00

16,00

18,00

1996

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1 3 0

Figura N° 42. Evolución Precio Promedio Prestaciones ISAPREy FONASA, $ de Diciembre de 2007

Fuente: IAS.

Una frecuencia en ISAPRE casi 4 veces

superior a la de FONASA junto con un precio en ISAPRE de más del doble

de FONASA resultan en un gasto per cápita en ISAPRE de ocho veces el

de FONASA.

IV. CONCLUSIONES

Gasto en Salud

El gasto total en salud en Chile, para el período 1995 al 2006,

ha ido sostenidamente al alza asociado a crecimientos tanto

en el gasto del sector público como del privado.

Lo mismo ha ocurrido con el gasto per cápita total, público y

privado. Es decir, el crecimiento ha ido más allá del crecimiento

del número de beneficiarios.

Como porcentaje del PIB, sin embargo, el gasto total, público

y privado se mantienen relativamente estables, con una leve

disminución, lo que se explica por el alto crecimiento del PIB de

Chile durante el período analizado. Al año 2006 el porcentaje

del PIB que se gasta en salud es de 5,3.

5.000

0

10.000

15.000

20.000

25.000

1996

1997

1994

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2000

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Isapre Fonasa

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1 3 1

Experiencia Internacional

Considerando información de los años 2005 y 2006, Chile se

encuentra en una etapa de transición, tanto en gasto como

en desempeño, entre los países en vías de desarrollo y los

desarrollados. Es así como para la mayoría de las variables

Chile se encuentra a la vanguardia de Latinoamérica, pero

rezagado respecto a la OECD.

Cabe destacar que las variables de desempeño del gasto en

Chile, medidas por los indicadores tradicionales de salud son,

en términos relativos, positivas al considerar el nivel de gasto

en Chile. El gasto per cápita en salud para nuestro país alcanza

a PPP USD 668, cuatro veces por debajo del promedio OECD,

no obstante, sus indicadores tradicionales de desempeño

muestran una diferencia inferior.

Bajo un supuesto de rendimientos decrecientes, para

mejorar los indicadores de salud en nuestro país, se requerirá

aumentar más que proporcionalmente los recursos para

este sector.

Cabe considerar que estos indicadores son muy sensibles

a variables de desarrollo socioeconómico no directamente

relacionados con salud como educación y urbanización y,

en general, a intervenciones cuyo efecto es de mediano y

largo plazo.

Chile Un Sistema Dual

El gasto per cápita en prestaciones médicas presenta

diferencias sustanciales entre el sistema privado y FONASA,

siendo el gasto del sector privado ocho veces superior al de

FONASA al año 2007.

En el sector privado (ISAPRE) la frecuencia de prestaciones

es de 17 contra 4,5 de FONASA, mientras que el precio

promedio de las prestaciones en el sistema ISAPRE es de

$21 mil, en tanto que para FONASA es de $10 mil para el

año 2007.

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1 3 2

Respecto a la tendencia, el gasto per cápita tanto en ISAPRE

como en FONASA ha ido en alza. Lo anterior explicado en

ambos subsistemas principalmente por un aumento en la

frecuencia de uso de prestaciones más que por un incremento

en el precio de las mismas.

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1 3 5

IV

CUENTAS DE AHORRO EN SALUD

Rodrigo Castro F.*

* Ingeniero Comercial, mención Economía. PhD (c) en Economía, Georgetown University, Estados Unidos. Vicedecano Facultad de Economía y Negocios, Universidad del Desarrollo.

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1 3 6

I. INTRODUCCIÓN

Existen múltiples mecanismos de financia-

miento de la salud en el mundo. En un extremo se encuentra un sistema fi-

nanciado completamente por impuestos con cobertura universal en el que

los usuarios pagan un pequeño copago por la prestación (sistema nacional

de salud inglés). Sin embargo, este sistema incentiva un mayor consumo,

derivando en listas de espera y colas. Por otro lado, está el sistema de

salud americano, con poca intervención del Estado, que también implica

problemas por un mayor costo, baja cobertura y amplia dispersión en la

calidad de la atención.

El presente capítulo presenta una alternati-

va al financiamiento actual del sistema de salud, que se ha implementado

con diferentes resultados en Singapur, Sudáfrica, China y EEUU y cuya

puesta en práctica se estudia en Canadá y Hong Kong.

El sistema se basa en diseñar e imple-

mentar cuentas de ahorro de salud individuales (CAS), en las cuales en

vez de cotizarse para un seguro por un monto del salario se cotiza en

una cuenta de ahorro individual destinada a cubrir los gastos en salud

en que se incurra. En la actualidad esta modalidad está siendo amplia-

mente debatida sin que todavía existan resultados concluyentes1. Lo

que hace tan atractivo este sistema, y por lo que se está analizando

mundialmente, es el hecho que se le devuelve la responsabilidad al indi-

viduo en el gasto de salud, eliminando el riesgo de abuso y permitiendo

la libre competencia entre proveedores. A través de este estudio se

busca recopilar y ordenar la información de las Medical Saving Account,

en adelante MSA, en la experiencia de los países donde se han puesto

en práctica, para luego hacer una propuesta de aplicabilidad para Chile

1 El único país que lleva un tiempo mayor con el sistema de MSA universal es Singapur; sin embargo, los resultados en ese país no son fácilmente aplicables a otros.

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1 3 7

como una nueva opción de financiamiento al sistema de salud. No se

intenta con el presente estudio tener todas las respuestas de un posi-

ble plan MSA, sino ofrecer el punto de partida para el estudio de este

sistema.

Este capítulo se ordena de la siguiente for-

ma. En la primera sección se describe en qué consisten las MSA con sus

ventajas y desventajas. En la segunda se ilustra el funcionamiento de estas

cuentas en los países que las han aplicado, se describe cómo han opera-

do y los resultados exhibidos. En la tercera sección se entrega una breve

descripción del sistema chileno actual de salud, mostrando las deficiencias

que han obligado a su reestructuración. En la cuarta se presenta una pro-

puesta de implementación de cuentas MSA para el caso de nuestro país,

postulándose brevemente quiénes debiesen ganar y quiénes perder con la

implementación de este sistema.

II ¿EN QUÉ CONSISTEN LAS CUENTAS DE AHORRO EN SALUD?

Las cuentas de ahorro personales con las

que se cancelan los gastos en salud están generalmente acompañadas

de un seguro catastrófico que tiene altos deducibles, y en ocasiones co-

pagos por sobre el deducible. Dados los altos deducibles, las primas por

este seguro son bastante menores que las primas de un seguro tradicio-

nal. La diferencia entre la prima de un plan tradicional y este seguro ca-

tastrófico se ahorra en las MSA para hacer frente a los gastos “comunes”

en salud. La idea detrás del sistema de MSA es que el seguro permita

financiar los verdaderos eventos aleatorios en salud (como son las en-

fermedades catastróficas) y que para enfrentar gastos discrecionales se

ocupe la cuenta de ahorro. De esta forma los gastos comunes en salud se

pagan con dinero que pertenece al asegurado. La persona, al tener que

cancelar el costo completo de un servicio de salud discrecional, se hace

más sensible al costo, comparado al caso en que solo paga una fracción

de este, disminuyéndose así el riesgo de abuso.

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1 3 8

Un punto importante en el diseño de las

MSA es que los dineros en las cuentas de ahorro efectivamente sean

gastados en servicios de salud, esto con el fin de evitar que la perso-

na en su juventud gaste todo el dinero en consumo de otros bienes,

y termine sin ahorros para la vejez. Si se consigue que los individuos

ahorren en su juventud para la vejez, que es cuando más se gasta en

salud, se logrará que se aseguren intertemporalmente con sus propios

ahorros.

Dentro de las ventajas de las MSA gene-

ralmente se mencionan:

La disminución del problema de riesgo de abuso con la

consiguiente disminución en los costos de salud; y amplia

elección del individuo.

Menor intrusión en la relación médico paciente.

Permite trasladar fondos desde la juventud hacia la vejez.

Disminuye o incluso elimina el riesgo financiero de una

persona frente a una enfermedad catastrófica.

La mayor sensibilidad de los pacientes frente al precio lleva

a una mayor competencia por parte de los proveedores.

En cuanto a las posibles desventajas de

este sistema se mencionan:

Los altos deducibles limitan el acceso a los que tienen

pocos o nulos ahorros.

Los pacientes son débiles negociadores frente a los proveedores

que pueden ver estas cuentas como dinero “gratis”.

A los enfermos crónicos o desempleados se les hace casi

imposible obtener un mínimo nivel de ahorros.

En caso que las MSA dispongan de ventajas tributarias se

beneficiaría en mayor medida a los más ricos.

Si no se aplica el sistema universalmente se corre el

riesgo de selección adversa, esto es que los más sanos

que pueden ahorrar opten por las MSA, mientras que los

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1 3 9

más enfermos se mantengan en el sistema tradicional de

seguros, elevando con ello las primas.

2.1. Casos de aplicación de MSA

El sistema de MSA se ha implementado

bajo distintas modalidades en Singapur, China, Sudáfrica y Estados Uni-

dos. Singapur lo aplica desde hace más de 20 años con cobertura univer-

sal. En Sudáfrica, el sistema se implementó en 1994 de forma voluntaria.

En China, en cambio, se diseñó un programa piloto para dos ciudades que

luego se amplió para todas. En EEUU se han hecho dos programas piloto

para evaluar las MSA, en tanto la implementación de ellas se encuentra

actualmente bajo discusión en Hong-Kong y Canadá.

De acuerdo a la evidencia empírica dispo-

nible aún no es posible afirmar que los países que han implementado este

sistema están usando más eficientemente sus recursos. Esto se debe a

que el único país que lleva un tiempo considerable aplicando las MSA tiene

elementos particulares que hacen que su experiencia no sea replicable.

En cuanto a los otros lugares donde se han aplicado las MSA, en ninguno

se lo ha hecho en forma universal y los períodos de funcionamiento son

sustancialmente menores. A pesar de estos inconvenientes a continuación

se mostrarán cifras preliminares del funcionamiento en Singapur, China,

Sudáfrica y Estados Unidos.

2.1.1. Singapur

Hasta 1984 la salud en Singapur era pro-

vista por un sistema de hospitales públicos gratuitos y clínicas subvencio-

nadas por el gobierno. En 1983 se anunciaron 2 grandes cambios a este

sistema: por un lado, el financiamiento de la salud dejaría de ser obligación

del gobierno y pasaría a los individuos y empleadores mediante el sistema

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1 4 0

de MSA, y por otro, la administración de los hospitales públicos sería priva-

tizada, aunque el gobierno seguiría siendo el dueño de los establecimien-

tos, proveyendo algunos servicios a través de subsidios2.

La salud en Singapur es financiada princi-

palmente por tres canales. Los pagos de bolsillo que realizan las personas,

los subsidios del gobierno a la salud y el programa conocido como 3M.

Este último consta de Medisave, Medishield (en versión normal y plus), Me-

difund y Eldershield, programas que no comenzaron simultáneamente.

Medisave es la versión singapurense de

las MSA. Es un programa de ahorro obligatorio, en el que cada empleado

contribuye con un 6% a un 8,5% de su salario mensual, dependiendo de la

edad del sujeto, a una cuenta de ahorro individual.

Medisave puede ser usada para el pago de

los gastos en hospitales incurridos por el dueño de la cuenta o por algún

familiar inmediato. A fin de que la gente logre ahorrar lo suficiente para cuan-

do alcance la vejez, evitando gastos innecesarios, los fondos de Medisave

tienen restricciones en lo que se refiere a límites de gasto diario, así como en

los productos y servicios en los cuales es posible gastar los fondos.

En este momento en Singapur hay un total

de 2,7 millones de cuentas Medisave de un total de un poco más de 4 mi-

llones de personas. Las cuentas han acumulado US$13,1 billones.

Medishield es un seguro catastrófico vo-

luntario con altos deducibles y copagos. Este se implementó en 1990,

dado que las cuentas de Medisave no alcanzaban para financiar algunas

enfermedades de alto costo. Las primas de este seguro se establecen de

2 En el año 2000, solo los subsidios directos totalizaron un total de US$700 millones, equivalentes al 25% del gasto agregado en salud de Singapur.

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1 4 1

acuerdo a la edad del asegurado y pueden ser pagadas a través de la cuen-

ta Medisave. Para evitar un aumento en los costos se establecieron para el

seguro Medishield, altos deducibles, copagos de 20%, límites máximos de

gasto para los tratamientos y restricciones a los tipos de centros hospita-

larios que cubre. En el año 1994, el gobierno introduce el programa Medis-

hield Plus, que ofrece reembolso para atenciones en hospitales privados y

en hospitales públicos de mejor nivel.

Para asegurar la atención de los más po-

bres, en 1993 se estableció el Medifund, el cual es un fondo financiado por

el gobierno que partió con un capital inicial de US$150 millones, al que se

le hacen contribuciones los años en que hay superávit fiscal. Con los inte-

reses de este fondo se asegura la atención de los más pobres e indigentes.

A fin de evitar el uso indiscriminado de este seguro de última instancia,

se establecieron restricciones en cuanto a los centros hospitalarios en los

cuales el seguro cubre y a quiénes pueden aspirar a este seguro.

Por último, las autoridades de Singapur

introdujeron, en junio del 2002, el programa Eldershield, que consiste bá-

sicamente en proporcionar protección financiera a individuos que sufran

serias discapacidades. Singapurenses con cuentas Medisave son automá-

ticamente inscritos en Eldershield cuando alcanzan los 40 años de edad,

a menos que ellos opten por no entrar al programa. Eldershield paga men-

sualmente un subsidio en efectivo, por un máximo de 60 meses a las per-

sonas discapacitados.

Además del funcionamiento de Medisave,

Medishield, Medifund y Eldershield, existe el subsidio del gobierno a hos-

pitales públicos e instituciones sin fines de lucro que tratan ciertos tipos de

enfermedades. A su vez, el gobierno juega un rol importante, establecien-

do controles al número de médicos, camas en los hospitales, distribución

de estos en el país y regulando los precios de los servicios de salud en los

hospitales públicos.

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1 4 2

El sistema de salud singapurense ha sido

objeto de numerosos estudios, debido a que, a pesar de tener un gasto en

salud con respecto al PIB menor al de los países desarrollados,3 sus niveles

de salud medidos en índices internacionales son mejores.

El mayor problema que existe a la hora de

evaluar las MSA en Singapur, es que estas no se introdujeron aisladamen-

te, sino que fueron parte de toda una reforma al sistema de salud. Otro

punto que dificulta evaluar las MSA en Singapur es que el gobierno no

es propenso a hacer pública la información y los números que se dan en

cuanto a gastos en salud no siguen los estándares de los países desarrolla-

dos para la medición.4 Muchos han atribuido parte importante de la eficien-

cia5 del sistema de salud en Singapur a las MSA, dado que ellas permiten

controlar el riesgo de abuso que se ha generado en el sector salud en el

último tiempo.

Otros han señalado que esta eficiencia se

debería a elementos propios de Singapur y no a las MSA, enumerando una

serie de factores ajenos a las MSA que permitirían esta eficiencia en Singa-

pur, entre las que se destacan:

Singapur tiene una población relativamente joven comparado

con Europa, lo que permite que los gastos en salud no sean

tan altos6.

Sus tasas de ahorro son altas, lo que lleva a que la gente

efectivamente ahorre en las MSA.

3 Singapur tiene un gasto equivalente al 3% del PIB en salud, mientras que los países desarrollados tienen en promedio un gasto en salud equivalente al 8% del PIB (financing health care). En el anexo se muestran resultados comparativos de Singapur y otros países.

4 Barr M. (2001), Hanvoravongchai P. (2002).

5 A pesar de tener un gasto en salud respecto al PIB bajísimo comparado con otros países desarrollados presenta muy buenos indicadores de salud.

6 Barr M. (2001), Blair S. Taylor R. (2003).

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1 4 3

El gobierno controla la tecnología que se introduce, los precios

de todos los servicios médicos en los hospitales públicos, los

subsidios que se entregan, el número de camas en hospitales,

la oferta de médicos en el país, y las prestaciones que cubren

las MSA.7

Altos niveles de educación e ingreso.8

Por último, algunos postulan que las MSA

han sido un fracaso en lo que se refiere a la contención de costos así como

en la accesibilidad que ellas dan al sistema de salud a los enfermos y las

personas con menores ingresos. En lo que se refiere a la contención de

costos los detractores de las MSA argumentan que en 1982 el gasto en sa-

lud era de S$1.3009, nivel que se incrementó a S$1.700 en 1984, S$1.900

en 1985 y S$2.000 en 198610. A su vez, el gasto en salud por parte del

gobierno ha aumentado desde US$350 millones en 1980, a US$1.932 mi-

llones en 1991. También se postula que la importancia que tienen las MSA

dentro de todo el sistema de salud singapurense es mínima y que en 1999

representaba solamente alrededor del 9%11 de todo el gasto en salud.

En lo que se refiere a la transferencia de

recursos intertemporales, se tiene que en 1995 el saldo de las cuentas en

Medisave era de S$12,7 mil millones mientras que en 1999 esta cifra había

aumentado a S$20,812 mil millones. Sin embargo, para tener una respuesta

clara en lo que se refiere a una movilidad de recursos sustentable del sis-

tema se necesitan cifras sobre los grupos de edad, grupos de ingreso y los

datos de aquellos con enfermedades crónicas.

7 Barr M. (2001).

8 Blair S. Taylor R. (2003).

9 Medido en dólares singapurenses de 1995.

10 Pauly y Goodman señalan que el aumento en el gasto en salud solo refleja un aumento en el ingreso.

11 Hanvoravongchai (2002).

12 Hanvoravongchai (2002).

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1 4 4

Una de las mayores críticas que se le ha-

cen a las MSA es el problema de accesibilidad. En este sentido se postula

que las MSA al compartir los riesgos permiten que a los más sanos y con

mayores ingresos les sea posible ahorrar en las cuentas, mientras que los

enfermos y más pobres no logran ahorrar y por tanto no pueden acceder

a los servicios de salud. En Singapur, aunque la información no es conclu-

yente, la combinación de las MSA con seguros catastróficos y subsidios

han asegurado un adecuado acceso a la salud.

2.1.2. China

China comenzó un plan piloto de sistema

MSA en las ciudades de Zhenjian y Jiujiang en diciembre del año 1994. Has-

ta esa fecha, existían dos grandes aseguradoras que proveían de amplios

planes de salud con un costo mínimo para los empleados del sector formal

(Labour Insurance Scheme - LIS y Goverment Insurance Scheme - GIS) El

GIS era financiado por el Estado para los empleados de gobierno, profeso-

res universitarios y alumnos, mientras que el LIS cubría a los empleados de

empresas públicas (solo a aquellas con más de 100 trabajadores), donde la

empresa aportaba entre un 11% a un 14% de los salarios para el LIS.

Dado el funcionamiento del sistema, en

que la aseguradora pagaba por los costos de salud acompañados de un

pago retrospectivo (pago por servicio) a los hospitales, las dos asegura-

doras exhibían un fuerte aumento de costos. Para frenar este aumento se

diseñó un plan piloto para dos ciudades, que incluyó la instauración de las

MSA (con seguro catastrófico) y el pago prospectivo a los proveedores.

El uso del sistema MSA en estas dos ciu-

dades fue obligatorio para todos los trabajadores industriales y los emplea-

dos del gobierno, reemplazando al sistema LIS y GIS. El nuevo sistema

consideraba dos importantes componentes: un MSA individual para cada

afiliado y una Cuenta de Seguro Social (SIA). La SIA estableció un fondo

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1 4 5

con todos sus afiliados. Las contribuciones a las MSA y SIA vienen de los

empleados y empleadores. Trabajadores y empleadores contribuyen con

un 1% y 10%, respectivamente, del salario anual. Este 11% está dividido

en un 5% para la SIA y un 6% para la MSA.

Los beneficiarios pagan los gastos de sa-

lud de sus MSA hasta que se termina la cuenta; luego se paga del bolsillo

hasta un 5% del salario anual. Una vez que se llega a este tope empieza

a operar el SIA. Con el SIA operando, el beneficiario tiene que pagar igual

un copago que se va reduciendo a medida que la cuenta va creciendo. Si

la cuenta excede un límite anual - diferente para cada trabajador, depen-

diendo de su salario-, la SIA paga el total del exceso a tal límite. A pesar

de esto, para ciertos tratamientos y tecnologías existe un copago de 20%

independiente del monto gastado.

Al igual que en el caso de Singapur medir

los resultados de las MSA en China no es tarea fácil, principalmente por

dos razones. En primer lugar, porque las MSA se aplicaron solo en dos ciu-

dades y en segundo, porque paralelamente a la incorporación de las MSA

se cambió la forma de pago a los hospitales.

Respecto a contención de costos, en Chi-

na se habría logrado dicho objetivo. En Zhenjiang hubo un 27% de rebaja

en el gasto real por beneficiario entre 1994 y 1995 y el gasto total en salud

bajó en un 24,6% para el mismo periodo.13 Lo anterior se compara sa-

tisfactoriamente con un 35% a 40% de aumento en los gastos de salud,

para dos ciudades vecinas que no se acogieron al programa. Al parecer

esta disminución en los gastos no vendría dada por una disminución en

las tasas o tiempos de estadías, sino que por la disminución en el uso de

tecnologías en diagnóstico de alto costo y en los medicamentos (después

de la reforma un 95% de los medicamentos eran domésticos).

13 Hsai W. Yip W. (1997), Hanvoravongchai (2002).

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1 4 6

Sin embargo, esta disminución en los cos-

tos no se puede atribuir completamente a las MSA, porque como ya se

mencionó puede también deberse al cambio en el pago a los proveedores.

También existe cierta evidencia de cambio en los costos. Esto se debe

en parte a que al existir un sistema de pago en que algunos cancelan de

forma prospectiva y otros de forma retrospectiva, existen incentivos para

que los proveedores modifiquen los costos. Datos preliminares muestran

que si bien bajaron los costos para los afiliados a las MSA, subieron para

los que no estaban afiliados.

En cuanto a los reembolsos, la situación

parece haber mejorado con las MSA, ya que con estas, el porcentaje de

gente que no pudo conseguir un reembolso por los gastos médicos en

1995 fue de un 0,45% y 0% para trabajadores y profesores, respectiva-

mente. Ahora, en 1994 dichas cifras habían alcanzado el 13,7% y 15,9%.

Por otro lado, los subsidios cruzados dismi-

nuyeron. Ello porque antes de la reforma, cuando la salud era financiada casi

íntegramente por impuestos, los más sanos financiaban a los más enfermos.

Con la reforma los más sanos solo financian a los más enfermos con el 5%

que se destina al seguro catastrófico, mientras que mantienen el 6% res-

tante. Los más enfermos agotan el 6% de su cuenta más el 5% anual de su

sueldo y luego reciben “ayuda” de los más sanos a través del seguro.

La sustentabilidad de las MSA en el futuro de-

pende del ahorro acumulado. En Zhenjiang el 84% de los fondos recolectados

fueron usados para pagar servicios. Por otro lado, la cuenta de seguro social

tuvo un déficit de 4%14 del total de los fondos. En este sentido, mientras mayo-

res sean los fondos acumulados en las cuentas individuales, la cuenta de seguro

social tendrá una menor carga que soportar. Sin embargo, la viabilidad del siste-

ma también dependerá de las tasas de crecimiento de los gastos médicos.

14 Hsiao W, Yip W. (1997).

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1 4 7

La evaluación del gobierno chino del pro-

grama parece ser positiva, ya que en diciembre de 1998 decidió aplicar un

programa basado en el modelo MSA de Zhenjiand y Jiujiang a todos los

trabajadores urbanos del país.

2.1.3. Sudáfrica

Antes de la desregulación de los mercados

en el año 1994, el sistema de salud privado sudafricano estaba dominado

por instituciones sin fines de lucro, cuya administración estaba a cargo de

empresas con fines de lucro a las que se les pagaba un porcentaje de la

prima, sin ofrecer incentivos a la reducción de costos o a la innovación.

La cobertura era conseguida pagando la

misma sin ningún tipo de diferenciación. De esta forma el mercado estaba

caracterizado por planes que ofrecían cobertura total sin deducible. Así,

sin mayores incentivos para contener costos, el valor de la prima de los

seguros privados aumentó dramática y sostenidamente durante los años

ochenta y principios de los noventa.

En 1994 el mercado se desreguló, permi-

tiendo entre otras cosas discriminar en el cobro de primas y el ingreso de

compañías privadas al mercado. En este nuevo escenario surgieron rápida-

mente varias empresas privadas, que ofrecían una multiplicidad de planes

y seguros, incluyendo las MSA. Esta competencia permitió que el valor de

las primas bajara. Las compañías que ofrecen MSA han alcanzado una

participación de mercado del 50% en la industria de seguros privados.

Las MSA que se ofrecen en Sudáfrica, dada

la libertad que existe, pueden ser diseñadas de acuerdo a la necesidad del

asegurado, permitiendo que existan diversos tipos de planes disponibles.

Las principales características de los planes de MSA en Sudáfrica pasan

en general por: cobertura total para servicios no discrecionales, deducibles

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1 4 8

de US$100 para servicios ambulatorios, y en algunos casos incluye cober-

tura total a medicamentos para el tratamiento de enfermedades crónicas.

En cuanto a la contribución al fondo de

MSA existe también una gran libertad. A las personas se les permite con-

tribuir con cualquier cifra que se encuentre debajo del monto del deducible

de su plan. Las contribuciones pueden ser hechas por el empleado, el

empleador o una combinación de ambos.

El pago de las primas de seguros médicos

en Sudáfrica no es deducible de impuesto si lo realiza un individuo o parti-

cular, a menos de que este sea mayor de 65 años. En cambio, si el seguro

es pagado por un empleador, dos tercios de la contribución es excluida del

ingreso tributable del empleado. A los depósitos en las cuentas MSA se les

aplica el mismo tratamiento tributario.

La mayoría de las aseguradoras negocia

tarifas para servicios estándares con los proveedores que no dependen del

paciente o del médico. Si el proveedor cobra lo pactado la aseguradora le

pagará, mientras que si cobra más de lo pactado el paciente le pagará al

proveedor, con los riesgos de no pago que esto conlleva. Luego la asegu-

radora le reembolsa al paciente.

Debido a que a los proveedores se les

sigue pagando de manera retrospectiva se han incorporado contratos

que incluyen bonos a los proveedores que tuvieron costos menores a

los esperados.

Gracias al avance que ha experimentado el

sistema privado de salud en Sudáfrica durante la última década, el número

de asegurados en él ha crecido a tasas de un 2 a 3% anual. A pesar de

ello un 80% de la población pertenece al sistema público de salud que es

prácticamente gratuito, pero que enfrenta diversos problemas de calidad

y acceso.

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1 4 9

En lo que se refiere a contención de costos

la experiencia sudafricana ha sido, al menos en primera instancia, satisfac-

toria. Las familias con planes MSA redujeron en promedio más de la mitad

del gasto discrecional en salud15.

Dada la estructura de las MSA en este país

los pacientes tendrían incentivos para cambiar su gasto discrecional por el

no discrecional16. Sin embargo, en Sudáfrica incluso el gasto hospitalario

(no discrecional) es menor en las familias con planes MSA, que en aquellas

que no cuentan con un plan de este tipo.

Otro punto a considerar es si, con los pla-

nes MSA, la gente evita gastos que son necesarios para su salud y así

poder ahorrar. En Sudáfrica se encontró que las familias con planes MSA

no mostraron un mayor número de demandas catastróficas que las familias

con otro tipo de plan.

Por último en lo referente al atractivo que

tienen estos planes para los más pobres y enfermos, en Matison (2000) se

encuentra que los planes MSA para este grupo de gente sería al menos

igual de atractivo que otros tipos de seguros.

2.1.4. Estados Unidos

En Estados Unidos se realizaron dos pro-

yectos pilotos para estudiar las MSA. El primero se implementó en 1996 y

consistió en un sistema para trabajadores independientes o trabajadores

de empresas pequeñas (HIPAA). El segundo se estableció en 1997 y con-

sistió en una opción que podían ejercer los afiliados a Medicare (BBA).

15 Matisonn S. (2000).

16 En vista que el gasto no discrecional tiene un menor deducible que el gasto discrecional.

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1 5 0

En ambos proyectos, los depósitos dentro

de las MSA, los intereses ganados por ellas y los gastos de las MSA que

fueran destinados a servicios médicos estaban exentos de impuestos. Las

MSA tenían que estar ligadas a un seguro de salud con altos deducibles.

En el caso del proyecto HIPAA se estable-

cieron montos mínimos y máximos, dentro de los cuales se debían en-

contrar los deducibles así como el monto máximo de pago de bolsillo que

tuviera que realizar el afiliado. Se reguló también el máximo que se podía

depositar en las cuentas MSA anualmente. Los gastos que no se hicieran

en servicios médicos llevarían impuestos y una multa del 15% (para los

mayores de 65 años no existe multa).

En el caso de la opción a través del siste-

ma Medicare, cada año este deposita en las cuentas MSA de los individuos

una cantidad igual a la diferencia entre el costo del seguro que le proveía

Medicare, y la prima del seguro catastrófico ligado a la MSA. Se establecie-

ron montos máximos de deducible, así como mínimos de cobertura.

En Estados Unidos, dado lo limitado del pro-

yecto de MSA, no se han obtenido evidencias concluyentes respecto de sus

resultados. Un estudio reciente muestra que en general muchas empresas

ofrecieron cuentas MSA. Sin embargo, por el diseño del programa no se ha

puesto mayor entusiasmo en ofrecer estos planes. Respecto a la demanda

esta ha sido baja, lo que se explica también por la complejidad del sistema.

Algunos estudios desde el punto de vista

del empleador muestran que los gastos en salud de los empleados con

cuentas en MSA han sido significativamente menores que los de los em-

pleados sin MSA. No obstante, estos resultados no son concluyentes dado

el tamaño de las muestras.

Por último en algunas simulaciones

computacionales (Keeler et al., 1996) se ha encontrado que si todos se

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1 5 1

cambiaran a planes con altos deducibles bajarían los costos entre un

6% a 13%; no obstante, debido a la selección estas cifras podrían bajar

a 2%.

III. ANTECEDENTES A CONSIDERAR EN EL CASO DE CHILE

La coexistencia de dos sectores, uno pú-

blico y otro privado, sumada a una deficiente regulación, genera situacio-

nes de “descreme” por parte de las aseguradoras privadas y de riesgo de

abuso por parte de los asegurados17.

Asimismo, cada persona debe financiar

sus necesidades de salud previsional con la cotización legal correspon-

diente y para aquellos cuya cotización no exista o sea muy baja, el Estado

entrega los recursos adicionales necesarios.

Durante la década de los noventa, los

precios de las prestaciones de salud informados por el INE subieron en

un 178% nominal, y durante ese mismo período la frecuencia de uso

de las prestaciones anuales por persona había aumentado en un 76%.

Esto es, cada individuo consume actualmente un 76% más de pres-

taciones de salud cada año, que las que demandaba a comienzos de

la década. Lo anterior da como resultado un crecimiento del costo de

salud (precio + frecuencia) de un 389% durante la década. Asimismo,

las remuneraciones nominales se incrementaron en un 177% en ese

mismo periodo.

Cabe recordar que el monto actual de la

cotización de salud, establecido en un 7% de la remuneración, comenzó

17 Para mayor información sobre “descreme” de mercado y riesgo de abuso ver Aedo y Sapelli (1999).

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1 5 2

a operar a contar del año 1986. Desde ese año a la fecha, el aumento del

costo de salud (figura N° 1) ha sido superior al crecimiento de las remune-

raciones (y por consiguiente de la cotización de salud).

Figura N° 1. Índice de Precios de la Salud y Remuneraciones.(Base 1989=100)

Pero, ¿por qué las personas están obliga-

das a asegurarse por un porcentaje de su ingreso cuando este no respon-

de a una lógica redistributiva y el costo del seguro médico no depende

del ingreso individual? La contribución en función de los ingresos puede,

además, ser ineficiente. Por una parte presenta la necesidad de multipli-

car planes que se acomoden a los ingresos de cada persona más que a

sus necesidades médicas reales. Pero ello también le resta transparen-

cia al sistema. La asimetría de información respecto de los planes entre

aseguradores y afiliados lleva a que los últimos rara vez conozcan los

alcances exactos de los planes contratados.

Por otra parte, es curioso que la autoridad

obligue a los ciudadanos a asegurarse y que establezca tan vagamente

lo que debe contener ese seguro. Una definición más precisa ayudaría

a que la competencia entre los aseguradores de salud se desarrollara

en dimensiones que son más adecuadas desde el punto de vista de la

20

0

40

60

80

100

120

140

1993 19951989 1991 1997 1999 2001

Remuneración IPC salud

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1 5 3

política de salud que se persigue. Ello no solo reduciría las importan-

tes asimetrías que existen en el sector de la salud entre aseguradores y

compradores de un plan de salud, sino que evitaría que la competencia

se desviara hacia dimensiones que poco tienen que ver con una buena

atención de salud.

En la misma línea se puede señalar que si

bien las personas no pueden evitar cotizar un 7% sí “pueden pedir el di-

nero de vuelta” a través de una elevada cobertura de eventos que tienen

una alta probabilidad de ocurrencia como consultas médicas y exámenes

de laboratorio. Pero en este caso la cobertura de los eventos médicos

mayores se verá perjudicada.

De aquí se desprende la necesidad de rede-

finir la contribución de salud en términos de un beneficio preciso que evite por

un lado el sobre aseguro y que, por otra, asegure una cobertura adecuada.

La multiplicación de planes a la que da

origen el actual mandato en salud tiene también efectos sobre el diseño

específico de los planes. En la actualidad, las ISAPRE no revelan el costo

esperado que les significa atender a las personas más riesgosas, porque,

en la práctica, pueden negar la venta de un plan a las personas que lo

requieran. Alternativamente, podrían - como de hecho se hace en otras

latitudes-, distorsionar los beneficios de los planes de modo de “contro-

lar” los costos asociados a personas más riesgosas. Por otra parte, FO-

NASA hace caso omiso de los riesgos de sus pacientes, convirtiéndose

en un asegurador de último recurso. Indudablemente, la solución es poco

eficiente y se afecta la posibilidad de introducir mecanismos de ajuste de

riesgo, cuya existencia estimamos fundamental en un sistema de seguros

de salud como el chileno.

La actual cotización del 7% tiende a am-

plificar la segregación que existe entre los sistemas público y privado. La

razón es relativamente simple. Las inversiones del sistema privado refle-

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1 5 4

jan el hecho que las contribuciones de los afiliados crecen con el ingreso.

Probablemente, en un mercado pequeño como el nuestro, la infraestruc-

tura y planes resultantes serán demasiado caros para las familias de me-

nores ingresos, lo que hará más difícil acomodar las demandas de salud

de esos grupos. En cambio, esta acomodación se facilitaría si la atención

de salud estuviese pensada no en términos del ingreso de los afiliados,

sino en términos de un plan garantizado de salud. La segregación, una de

las principales críticas que se le hacen al sistema de salud chileno, puede

ser entonces el resultado de la forma en que está concebido el mandato

de salud. Por consiguiente, lo que corresponde es mandatar la obligación

de contratar un plan definido de salud.

La forma que adopta la cotización obliga-

toria en Chile no es la más adecuada. Disponer que la población compre un

seguro por el valor del 7% del ingreso imponible lleva a que determinadas

personas estén sobre aseguradas y otras sub aseguradas. El sobre seguro

constituye un impuesto para el cotizante, quien puede tratar de eludirlo,

declarando un ingreso menor o trabajando como independiente. Esto lleva

a un problema de selección adversa en contra del sistema en su conjunto,

haciendo que las personas con menores riesgos lo eludan. El segundo

problema, de sub seguro, existe principalmente porque el asegurado elige

el seguro y puede seleccionar un paquete que incluya solo prestaciones

ambulatorias, con lo cual queda expuesto a un riesgo financiero importan-

te, y pierde el sentido de la obligatoriedad del seguro. La causa primordial

del primer problema es que no toda la población está cubierta (no todos

están obligados a cotizar); la causa básica del segundo problema es que

la obligación de cotizar determina el gasto en seguro, pero no qué debe

incluir, lo que deja a muchos la posibilidad de asegurarse contra eventos

ciertos, con lo cual el asegurado eventualmente obtendrá una devolución

importante en términos porcentuales, pero deja de tener un seguro.

Luego, en lugar de destinar el 7% del in-

greso a la compra de un seguro de salud, se podría establecer la obli-

gación de adquirir un seguro catastrófico que cubra completamente al

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1 5 5

cotizante y su familia, por todos los gastos que superen un porcentaje a

determinar de su ingreso familiar anual. Esto eliminaría los subsidios cru-

zados de las personas de bajo a alto riesgo hoy presente en el sistema, e

incorpora un esquema de subsidios directos a la demanda para financiar

la diferencia entre el costo del seguro catastrófico y el 7% del ingreso.

Así se facilita el funcionamiento de las aseguradoras privadas y se elimi-

nan los problemas de selección de riesgo y “descreme” del mercado que

genera la regulación actual. Para asegurar la movilidad de las personas,

se sugiere que el seguro catastrófico reembolse a quienes se les detecte

una enfermedad crónica una suma similar al valor presente de los gastos

que dicha enfermedad implica en promedio. El sistema de seguro ca-

tastrófico podría combinarse con una cuenta de ahorro para salud para

financiar una porción del deducible del seguro catastrófico.

Pocos son los controles que se han pues-

to al gasto tanto por parte de la demanda como por parte de la oferta. Por

el lado de la demanda prácticamente nunca el afiliado paga el costo real

de la prestación. La existencia de un seguro, mandatado por ley, equiva-

lente al 7% del ingreso, hace que en general el seguro sea el que paga

la mayor parte de la cuenta. El asegurado, por su parte, generalmente

tendrá que pagar un copago por una fracción de la cuenta. En el sector

público la cantidad de copago vendrá dada por el ingreso del afiliado18,

mientras que en el sector privado dependerá del tipo de plan, que a su

vez, depende de la cotización, sexo y edad del afiliado. En la figura N° 219

se muestran las fuentes de ingreso de FONASA para el año 1998, don-

de el aporte fiscal financió un 54% del gasto público, mientras que las

cotizaciones de los afiliados representaron el 30%. Asimismo, el copago

representó solo el 7% del gasto total.

18 Detalles del copago en el sector público se encuentran en el anexo 1.

19 Fuente: Fonasa.cl

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1 5 6

Figura N° 2. Gasto Público en Salud

Esto implica que en 1998 en el sector pú-

blico, un 85% del costo de una prestación no era pagada por el afiliado a la

hora de demandar un servicio médico. Esta situación permite que se limite

o al menos se disminuya el riesgo financiero implícito en eventos aleatorios

como son las enfermedades o accidentes. Sin embargo, se presta para

que se genere un notable riesgo de abuso por parte de los asegurados.

Al no tener que pagar por las prestaciones

de salud al momento de consumirlas, la gente tiende a consumir más de lo

que lo haría en una situación en que pagará el costo completo de la pres-

tación. La única posibilidad de que se “consumiera” en salud lo mismo que

frente a una situación en que el demandante paga la totalidad de la cuenta

sería que la demanda fuera totalmente inelástica al precio. Sin embargo,

numerosos estudios muestran que la demanda no es totalmente inelástica

en el sector salud.

Figura N° 3. Gasto per Cápita Público y Privado

Copago 7,6%

Ingresos op. 7,4%

Cotizaciones 30,8%Gasto fiscal 54,2%

50.000

0

100.000

150.000

200.000

250.000

1992 19931990 1991 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001

206.666

120.025

89.056

26.471

Privado Público

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1 5 7

Por el lado de la oferta existe una fuerte

oposición por parte de los médicos a que se les controle su rubro, pues

se argumenta que va en perjuicio de la salud del paciente. Esta escasez de

controles sumada a una deficiente regulación explican, en parte, el fuerte au-

mento en los costos que ha tenido el sector salud durante los últimos años.

La coexistencia de dos sistemas de segu-

ros, uno privado y uno público de salud regulados deficientemente, genera

una situación de “descreme” por parte de las aseguradoras privadas. Las

aseguradoras privadas ofrecen mejores planes a las personas con mayo-

res ingresos (porque pagan una mayor prima) y a las personas más saluda-

bles de acuerdo a su sexo y edad (porque suelen tener menos costos). En

el sistema público, en tanto, la persona paga un mayor copago al tener un

mayor ingreso, teniendo derecho a la misma cobertura y sin discriminación

por sexo y edad. Esto genera incentivos para que las personas sanas con

altos ingresos opten por el seguro privado (ya que les ofrecerá mejores

planes), mientras que las personas enfermas y con menores ingresos op-

tan por el sistema público (porque en el sistema privado les darían planes

muy precarios). Esto se aprecia en la figura N° 4 que muestra la afiliación al

sistema público y privado por quintiles de ingreso.

Figura N° 4. Tipo de Previsión por Quintil de Ingreso

0%

10%

70%

90%

80%

100%

30%

20%

40%

60%

50%

86,2%

73,9%

62,2%

47,1%

26,0%

4,0%

13,2%21,3%

33,0%

55,4%

I II III

Quintil

IV V

Privado Público

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1 5 8

En la figura N° 4 se aprecia cómo en los

quintiles más pobres la población afiliada al sistema privado es muy baja,

mientras que en los quintiles de mayores ingresos la población afiliada al

sistema privado de salud es prácticamente mayoritaria. A su vez, las ase-

guradoras privadas no pueden discriminar por otra categoría que no sea

sexo y edad. Al no poder ocupar toda la información pública necesaria

para determinar la prima y el plan, las aseguradoras buscan escapar de las

personas más riesgosas a las cuales les cuesta encontrar seguros. Cabe

señalar que esta acción es ineficiente, ya que no crea valor, sino que es

solo una búsqueda de rentas generadas por la regulación20.

Otro punto que se le critica al sistema chi-

leno es que el funcionamiento de la modalidad pública de salud adolece

de los mismos problemas que la mayoría de las empresas públicas. Por

tener a sus “clientes” cautivos y gracias a los generosos aportes del fisco,

no existen los incentivos necesarios para mejorar la eficiencia. En la figura

N° 5 21 se muestra la productividad de los pesos gastados en el sistema pú-

blico de salud y cómo ella ha ido disminuyendo durante el último tiempo.

En efecto, el gasto público en salud aumenta en 3,65 veces entre 1990 y

2003, mientras que su eficiencia (medida como el índice de prestaciones

valoradas respecto a gasto) disminuye en 73%.

Figura N° 5. Productividad del Sistema Público de Salud

20 Aedo y Sapelli (1999).

21 Fuente: Rodríguez y Tokman, CEPAL 2000.

500.000

0,2

0 0

1.000.000 0,6

0,4

1.500.000

0,8

2.000.000 1,2

1

Gas

to p

úblic

o (M

M$)

199

9

Ind

ice

pre

stac

ione

sva

lora

das

/gas

to(b

ase

1990

= 1

00)

19931990 1996 1999 2003

Gasto Eficiencia

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1 5 9

Asimismo, un estudio de eficiencia de 56

hospitales públicos (Libertad y Desarrollo, 2004) muestra que hospitales

más ineficientes en promedio consumen entre 30% y 94% más de recur-

sos que los más eficientes (benchmark). Si los hospitales ineficientes usa-

ran de manera más eficiente sus recursos, el gasto destinado a este sector

se reduciría en aproximadamente US$107 millones. Por otro lado, un es-

tudio de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica indica que la

adopción e incorporación de prácticas eficientes, identificadas en estable-

cimientos comparables, permitiría mejorar la gestión con ahorros de hasta

US$ 6.5 millones anuales solo en días camas liberados por mejor gestión

de Grupos Relacionados de Diagnóstico (GRD).

Ante esta situación, existe consenso en

que el sistema necesita de una reestructuración. Actualmente el gobierno

está impulsando el AUGE, que pretende garantizar el acceso con tiempos

máximos de espera ( el sistema no puede demorarse más de ese lapso

para otorgar la atención) a una serie de 56 patologías. Ello trae implícito

un problema de financiamiento, porque habrá siempre una distancia entre

las patologías que debiesen incluirse en el plan y las patologías que son

realmente financiables por el sistema22. El AUGE, a través de las 56 pato-

logías contempladas, nació con un diseño de financiamiento que buscaba

garantizar la atención de estas y los recursos para asegurar el acceso y

la equidad y, a su vez, mediante la creación de una prima universal y un

fondo de compensación, generar una redistribución solidaria de los fondos

del sistema.

Sin embargo, distintos análisis técnicos

han puesto en serias dudas la capacidad de financiamiento, especialmen-

te por el total desconocimiento de la demanda que provocará al sistema.

Asimismo, al momento de constatar la realidad de los hospitales, de los

recursos humanos disponibles, de la infraestructura y su desigual desa-

22 Ya en Aedo y Sapelli 1999 se menciona este problema.

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1 6 0

rrollo en las distintas regiones del país, se han evidenciado todavía más

las dificultades que puede tener la implementación de este plan AUGE.

En efecto, la autoridad no ha evaluado la variable del aumento del gasto

en salud, que resulta un elemento fundamental en la sustentabilidad finan-

ciera que pueda tener a largo plazo. Al no dilucidarse este punto, existe la

posibilidad de que finalmente el AUGE se termine convirtiendo en un plan

de enfermedades catastróficas, sin cumplir con su objetivo inicial, cual era

responder a las enfermedades prioritarias del sistema, según los cambios

epidemiológicos y demográficos que ha experimentado el país durante los

últimos años.

Por otro lado, también existen estudios

previos que dan cuenta de la brecha que hay entre los requerimientos de

inversión que el país necesita en infraestructura y equipamiento, versus las

reales capacidades de financiamiento que posee el Estado. En el mejor es-

cenario posible para el AUGE, considerando por ejemplo que los aranceles

FONASA subestiman los costos reales en un 25%, como ocurre actual-

mente, y que un 10% de las prestaciones, procedimientos e insumos que

requieren las patologías seleccionadas no está costeado, se llegaría a que

el costo esperado de las 56 prestaciones para el 2010 sería de $81.251

millones, es decir, un 76,63% mayor al valor indicado para la prima AUGE.

En este caso se requería de US$ 617 millones para financiar la brecha pro-

ducida en el 2010.

Una alternativa para reformar el sistema es

la implementación de un sistema de MSA ligada a un seguro catastrófico,

opción que no se ha discutido en profundidad hasta el momento. A con-

tinuación se explica una propuesta para implementar un sistema de MSA

en Chile.

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1 6 1

IV. PROPUESTA PRELIMINAR

Al igual que en los otros países donde se

han implementado las MSA, estas deben ir acompañadas de un seguro

catastrófico con un alto deducible, de forma de evitar el riesgo financiero al

que están expuestas las familias por una enfermedad muy costosa. Dado

el alto deducible que presenta este seguro, la prima debe ser sustancial-

mente menor que los seguros que actualmente ofrece el mercado por el

7% de la cotización. Así, una vez pagado el seguro a la persona le “sobra-

rá” dinero del 7% de su salario. Este dinero no se le devolverá, sino que

será depositado en una cuenta personal. El dinero que la persona ahorre

en esta cuenta le pertenece al dueño de la cuenta MSA, y será ocupado

para financiar los gastos en salud. Es importante señalar que, a diferencia

de los planes actuales, las primas se debieran calcular, considerando toda

la información pública existente. Esta forma debe ser aplicada universal-

mente, es decir para todos los trabajadores del país, a diferencia del actual

sistema que solo obliga a cotizar a los trabajadores dependientes.

Para pagar las cuentas que están dentro

del deducible del seguro catastrófico se ocupa el dinero que la persona

tenga ahorrado en su cuenta MSA. La persona trabajadora que gasta

poco en salud tenderá a acumular dinero en su cuenta, mientras que la

persona enferma que no trabaja o gana muy poco tenderá a agotar el

dinero de la cuenta. De esta forma, mientras la persona es joven y tra-

bajadora, ahorrará dinero para financiar su “vejez”.

Al igual que en el sistema actual, tanto el

seguro catastrófico como la cuenta MSA debieran diseñarse por hogar.

Lo que se pretende con el seguro es evitar una catástrofe financiera

para la familia por alguna enfermedad de algún miembro de esta. El

deducible que tenga que pagar una persona, dependiendo de su nivel

de ingreso, puede resultar en una catástrofe financiera para algunos,

mientras que para otros no. Así, por ejemplo, un seguro catastrófico con

deducible de UF100 para las familias de mayores ingresos puede im-

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1 6 2

plicar un buen seguro, mientras que para familias de menores ingresos

pagar resultaría imposible (a no ser que tenga mucho dinero ahorrado

en la cuenta MSA). Por esto es que el deducible del seguro debiese ir de

acuerdo al sueldo del cotizante. En este sentido, se propone un dedu-

cible de un 25% del ingreso anual del asegurado. Un seguro con estas

características implica que los que tienen más dinero tendrán que pagar

una menor prima (por tener el seguro un mayor deducible). Mientras que

los que tienen menores ingresos y mayores riesgos tendrán un prima

mayor y por ende una menor cantidad de dinero para ahorrar.

4.1. Subsidio a los más pobres

El problema se presenta en el caso de los

más pobres. En primer lugar, porque el seguro catastrófico de una per-

sona con menos recursos es más costoso que el seguro promedio. Y en

segundo lugar, porque al ganar menos, el seguro representa una mayor

parte del ingreso, incluso más que el 7% actualmente imponible.

Las personas del quintil más pobre de la

población se agrupan en un total de 773.696 hogares con un ingreso

promedio anual por hogar de $1.115.556 y un promedio de 4,5 personas

por hogar. De esta forma tenemos que, para el quintil más pobre, el 7%

que cotizan no alcanzaría ni siquiera para pagar el seguro catastrófico.

El segundo quintil más pobre, en tanto, agrupa a un total de 775.061

hogares con un ingreso promedio anual por hogar de $2.410.260 y un

promedio de 4,323 personas por hogar. Con este ingreso la familia esta-

ría en el límite para alcanzar a pagar la prima.

La prima de un seguro catastrófico, con

un deducible igual al 25% del sueldo para una persona pobre es muy

23 Fuente: MIDEPLAN, División Social, Departamento de Información Social, Encuesta CASEN 2000.

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costosa. A su vez, el bajo deducible que tendría este seguro haría que

rápidamente se alcance el deducible y los gastos en salud no tendrían

costos extras para el asegurado, lo que implicaría volver a una situación

de riesgo de abuso.

Se hace, por tanto, indispensable que

estos grupos familiares sean subsidiados por el Estado. En el caso de

los indigentes y desempleados, debiese existir un seguro de última ins-

tancia que tendría que ser íntegramente financiado por el Estado, ya

que este grupo no puede pagar prácticamente nada. A este seguro de

última instancia también se pueden incorporar las familias con ingresos

muy bajos, para las cuales destinar un porcentaje de su sueldo a salud

puede resultar imposible. Este seguro puede seguir operando como su-

cede con los grupos A y B actualmente en FONASA; es decir, que se

les proporcione salud gratuita, en un sistema cerrado de prestadores,

subvencionado por el Estado.

Para los hogares que tienen ingresos ma-

yores, pero que siguen siendo bajos, se propone lo siguiente. Dado que

un deducible equivalente a un porcentaje de su sueldo es muy bajo, un

seguro catastrófico con ese tipo de deducible tendría una prima muy alta.

Para solucionar esto se le pone un tope inferior al deducible, a objeto de

que existan compañías dispuestas a ofrecer este seguro. Luego este se

licita públicamente entre las compañías aseguradoras del mercado. La li-

citación es por un período determinado al cabo del cual se vuelve a hacer

la licitación. La compañía que gane la licitación tiene que responder por

todos los gastos en salud en que incurran los pacientes una vez alcanza-

do el tope del deducible. Como este grupo tampoco está en condiciones

de pagar los gastos que estén por debajo del deducible, se mantienen

los copagos de acuerdo al ingreso que operan actualmente en FONASA.

Para pagar estos copagos se podrán utilizar las MSA.

Dada la escasa capacidad de ahorro de

estas personas debe existir un subsidio a la cuenta que sea decreciente

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con el nivel de ingreso y que vaya de acuerdo a lo que ahorre la perso-

na. Así, por ejemplo, a una persona muy pobre que abona un peso a la

cuenta MSA el fisco se puede comprometer con agregar otros 3 pesos.

Mientras que para una persona con un mayor ingreso el Estado se pue-

de comprometer a financiar 2 pesos en la cuenta MSA por cada peso

que el afiliado disponga en la MSA.

Ahora bien, mientras mayor sea el financia-

miento que proporciona el fisco, mayores debiesen ser las restricciones de

este tipo de seguro, para así evitar que los pacientes abusen del subsidio

y lo gasten en hotelería u otros servicios que no son estrictamente necesa-

rios. A su vez esto implica un menor gasto por parte del Estado.

Para promover la competencia entre los

distintos proveedores de salud, tanto públicos como privados, los dine-

ros destinados a subsidiar a los hospitales debiesen tender cada vez más

a ser dirigidos a las municipalidades. De esta forma, las municipalidades

en posesión de los subsidios negociarían con hospitales y clínicas don-

de comprarían soluciones. Así las municipalidades tendrían incentivos a

ahorrar en costos, buscando los hospitales y clínicas más eficientes.

4.2. Enfermedades crónicas

Las enfermedades crónicas en este con-

texto debieran tener un tratamiento especial. Esto porque una persona a

la que se le detecta una enfermedad crónica va a tener problemas para

conseguir un seguro al año siguiente al que se le descubra la enferme-

dad. Para esto se plantean dos posibles soluciones. La primera24 es que

el seguro catastrófico le pague un monto equivalente al valor presente de

los gastos de dicha enfermedad (estipulada en algún tipo de protocolo).

24 Aedo y Sapelli (1999).

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La segunda alternativa consiste en que la aseguradora a la que perte-

necía el asegurado cuando se le detectó la enfermedad se haga cargo

de los gastos asociados a la enfermedad por los años venideros. Los

tratamientos tienen que estar predeterminados para que no se gaste en

terapia innecesaria. Así, la persona se puede cambiar de aseguradora sin

que la nueva aseguradora considere en la prima la enfermedad crónica,

ya que la aseguradora antigua debe responder por el monto.

La primera alternativa tiene la ventaja de

que elimina el riesgo de abuso y le permite a la persona gastar el dinero

en lo que estime conveniente. Sin embargo, tiene la desventaja de que

muchas veces no es posible determinar ex ante los costos futuros de

una enfermedad crónica. La segunda alternativa permite que los costos

se adecuen a la evolución de la enfermedad, pero tiene el problema de

riesgo de abuso por parte del paciente. Las dos alternativas presentan

la ventaja de que a pesar que una persona enfrenta una enfermedad

crónica, tiene la posibilidad de cambiar de aseguradora y estas ven un

atractivo financiero en mantener su afiliación. Así se evita la selección

de riesgos y “descreme” por parte de las aseguradoras.

4.3. Subsidio de transición

Tal como se ha postulado, uno de los pi-

lares de las MSA es que la gente ahorre en su juventud para luego con-

tar con fondos para financiar la vejez que representa un gasto en salud

mucho mayor. Dado que el sistema se aplicará de una vez para todas

las personas, independiente de la edad o estado de salud que posean,

se requerirá una suerte de subsidio de “transición” para financiar la sa-

lud de la gente mayor que simplemente no va a alcanzar a ahorrar lo

suficiente para financiar sus gastos médicos.

Para evitar que la persona en su juventud

por “miopía” o por confiar en que en caso extremo el gobierno se hará

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cargo de sus gastos en salud, se hace necesario que los dineros que

se encuentran en las MSA no puedan ser usados para otro fin que no

sea salud. También se deben establecer montos máximos de dinero

que la persona puede retirar de la MSA, para de esta forma evitar que

la cuenta se vacíe rápidamente. Esto es de especial importancia en los

primeros años de funcionamiento del sistema en cuanto se tiene que

promover el ahorro para que las cuentas logren acumular fondos.

Otro punto importante será la puesta en

marcha de la reforma. Esto por cuanto existirá un grupo de gente que

se acerca a la jubilación que no tendrá tiempo suficiente para ahorrar el

dinero necesario en la cuenta MSA con qué hacer frente a los costos en

salud de la “vejez”. Dada la incapacidad que tuvo este grupo de acumu-

lar dinero en las MSA se hace necesaria una fórmula de financiamiento

en forma de subsidios que permita a este grupo acceder a los servicios

de salud.

Se debiera permitir que una vez que la

cuenta llegue a un nivel determinado, que puede depender de la edad

y de la condición de salud, se permita sacar dinero de la MSA para

uso personal o para contratar seguros con un mayor deducible (que de

esta forma tendrán una menor prima). Así se incentiva el ahorro de la

persona y hace que el dinero de la cuenta lo sienta más propio y tenga

mayor liquidez.

Esta propuesta permite que se aprove-

chen de mejor manera los recursos en el sector salud, al hacerse la

persona responsable por los gastos que realiza. La sociedad internaliza

así de mejor manera los costos de la salud y se evita una situación don-

de los precios de este sector no correspondan a los verdaderos costos.

Por otra parte, elimina el riesgo financiero de las familias al establecer

un seguro catastrófico que va de acuerdo al ingreso de la persona. Se

eliminan los incentivos que tienen las aseguradoras privadas para que-

darse con las personas más sanas y sacar a las personas enfermas, ya

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que cada uno paga de acuerdo a sus propios riesgos. Por último esti-

mula la competencia, pues el sector privado para captar clientes tendrá

que ofrecer planes y servicios que atraigan al público, incluyendo a los

más pobres, dado el subsidio que obtiene.

Como último punto cabe señalar que uno

de los pilares de la presente propuesta es la capacidad de elección de

la persona sobre lo que va a consumir. Es sabido que en el mercado de

la salud, dada la asimetría de información existente entre el paciente y

el médico, la capacidad de elección del paciente no es tan amplia como

en otros mercados. Es por esto que la presente propuesta debiese ir

ligada a acciones que permitan ampliar la capacidad de elección por

parte de los consumidores. Medidas tendientes a aumentar la informa-

ción de los pacientes ayudarían a una mejor asignación de recursos.

4.4. Contención de costos

Estimar en cuánto disminuirían los cos-

tos del sistema de salud por la aplicación de las MSA, no es una tarea

sencilla. Lo que se ofrece en esta sección es solo una aproximación de

la reducción de costos con la implementación de las MSA en Chile.

En primer lugar se estimó el costo que

tendría el seguro catastrófico para las familias. Para esto se tomaron

como referencia las primas de los actuales seguros de salud para ver a

cuánto debiese ascender la prima del seguro que se pretende incorpo-

rar. Cabe señalar que la prima del seguro catastrófico va a depender de

los ingresos de la familia, en vista que el deducible varía según el ingre-

so. Para los cálculos se dividió a la población por quintiles de ingreso.

En los quintiles de menores de recursos

se debieran observar dos efectos. Por un lado, la prima debiera ser más

alta debido al mayor número de integrantes en el hogar (lo que puede

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aumentar el riesgo). Por otro lado, la prima debiese ser menor, debido

a que a mayor aporte fiscal, mayores debiesen ser las restricciones del

seguro. En tabla N° 1 se muestran para los distintos quintiles de ingre-

so, los ingresos promedios por hogares, número de hijos promedio, la

cotización (calculada como el 7% de los ingresos), deducible que le

correspondería, costo estimado del seguro25, y cantidad de dinero que

le quedaría disponible al hogar para ahorrar en la MSA.

Como se aprecia en la tabla es prácti-

camente imposible que los primeros quintiles de ingreso manejen una

cuenta tipo MSA. Esto porque el nivel de ingresos hace que el costo del

seguro sea mayor, y que ni siquiera se alcance a pagarlo, aun destinan-

do íntegramente el 7% de cotización. De esta forma no existen fondos

que puedan ahorrar en la MSA. Ante esta situación se hace imposible

aplicar las MSA para este grupo.

El tercer y cuarto quintil de ingreso ne-

cesitarán de subvenciones al pago del seguro, o a la cuenta MSA, o a

una combinación de ambos, para de esta forma asegurar su capacidad

de ahorro. En principio, la subvención debiese ser mayoritariamente al

seguro para que de esta forma el afiliado ahorre su dinero en la cuenta

MSA. Cabe recordar que para el año 2000 el gasto promedio per cá-

pita en Chile era de UF 7,8 en el sector público y UF 11,3 en el sector

privado. Si se multiplica el gasto per cápita por el número de personas

promedio en los hogares de cada quintil tenemos que en el tercer quintil

el gasto promedio por hogar es de UF 30,3 en el sector público y UF

44,1 en el sector privado. Mientras que en el cuarto quintil el gasto

promedio por hogar es de UF 33,4 en el sector público y UF 48,6 en el

sector privado. La cantidad que gasten los individuos en estas cuen-

tas debiera ser sustantivamente menor con el nuevo sistema, ya que

25 Para estimar el costo del seguro catastrófico se tomaron como referencia los seguros que actualmente se ofrecen en el sistema.

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una parte importante de estos gastos correrán por cuenta del seguro.

Sin embargo, a pesar de esto se hace necesaria una subvención. En

el quinto quintil de ingresos la aplicación del sistema no debiese tener

mayores inconvenientes y es donde el sistema de MSA se podrá aplicar

en su forma pura.

Tabla N°1. Distribución por Quintiles de los Montos requeridos para financiar el Seguro Catastrófico y la Libreta de Ahorro para Salud

Quintiles V IV III II I

Promedio personas por hogar (en UF) 3,1 3,4 3,9 4,3 4,5

Ingreso anual (en UF) 1081 346 230 152 70

Deducible (en UF) 250,2 86,5 57,6 38,2 17,7

Límite de deducible (en UF) 50,0 50,0 50,0 50,0 50,0

Máximo aporte fiscal (en UF) 0,0 0,0 0,0 11,8 32,3

Costo seguro (en UF) 3,6 7,8 10,0 12,0 13,2

Cotización (en UF) 75,7 24,2 16,1 10,7 4,9

% Seguro 0,3% 2,2% 4,3% 7,9% 18,7%

% Ahorro 6,7% 4,8% 2,7% -0,9% -11,7%

Ahorro MSA (en UF) 72,1 16,4 6,2 -1,3 -8,3

Fuente: estimaciones propias.

En cuanto a la disminución de costos que

tendría el sistema es difícil tener una estimación, porque la contención de cos-

tos variará sustancialmente de acuerdo a los subsidios que se establezcan, así

como a los montos que se destinen al seguro y a la cuenta MSA. Si pensamos

en el quinto quintil de ingreso, se tiene que antes este grupo compraba un

seguro por el 7% de su ingreso con copagos de alrededor de un 20%. Con el

nuevo sistema este grupo compraría un seguro por el 0,3% de sus ingresos,

mientras que el resto de la cotización se ahorraría en la cuenta MSA. Para este

grupo prácticamente todo el gasto en salud lo tendrá que pagar de su cuenta

o sea que se pasa a una situación de copago de alrededor de 80%.

Las cifras de elasticidad precio de la salud

varían ampliamente de acuerdo al tipo de prestación. En Ringel et al. (2002)

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se estima que la elasticidad precio de la demanda tiende a centrase en

alrededor de –0,17. Debido a que el precio que tendrá que pagar el último

quintil de ingreso casi se cuadruplica, se podría pensar en una disminución

de un 60% en los gastos de salud; sin embargo, esta cifra puede estar

sobre estimada por una serie de factores, entre ellos el que la cuenta MSA

es menos líquida que el dinero. A pesar de esto es de esperar una notable

reducción en los costos.

Para los otros quintiles la magnitud de la

disminución en los costos debiera ser menor, ya que el seguro es más caro

y empieza a cubrir a partir de menores deducibles, a su vez que los subsi-

dios son mayores. Por último, en los hogares con menor nivel de ingreso en

que se mantiene la situación actual se puede también esperar una dismi-

nución en los costos si se amplían los subsidios a las municipalidades para

que sean estas las que compren las soluciones a los distintos prestadores,

estimulando de esta forma la competencia.

4.5. Ganadores y perdedores

Como en cualquier reforma bajo esta nue-

va modalidad existirán ganadores y perdedores en términos económicos.

Entre los que figuran como ganadores se tiene que:

Trabajadores que no gastan en salud verán que la cotización

que no utilizaron les sigue perteneciendo. A su vez, la gente

que tiene una enfermedad muy costosa también se verá

beneficiada, ya que en el peor de los casos tendrán que pagar

un 25% de sus sueldos para hacer frente a los gastos médicos.

En el sistema actual no existen topes para la cantidad máxima

que se puede gastar en salud.

Los indigentes mantendrán el sistema actual de salud; sin

embargo, de haber una disminución de costos se podrían

focalizar de mejor manera los subsidios a este grupo. En

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cuanto a los pobres, ellos contarán con un seguro privado

que les cubriría los gastos por sobre el deducible dentro de

una red cerrada. Para los pagos que estén bajo el deducible

se mantendrán los copagos que existen en la actualidad

basados en el ingreso. Sin embargo, gracias a la subvención

que va a sus cuentas de ahorro tendrán una mayor capacidad

de elección. A su vez, el hecho que las municipalidades

manejen los subsidios creará una mayor competencia entre

los proveedores, que debiera derivar en una mejor atención.

Las personas con enfermedades crónicas dispondrán de

una mayor posibilidad de elección entre los distintos tipos

de seguros.

Instituciones bancarias o financieras que se hagan cargo de

las MSA, verán incrementado el volumen de su negocio.

La economía como un todo se ve beneficiada con el ahorro de

costos. Esto porque los recursos que se ahorran se pueden

destinar a actividades más eficientes. Las MSA pueden tener

un impacto positivo considerable en el ahorro nacional. En

un país como Chile, donde las tasas de ahorro son bajas en

una perspectiva internacional, no sería menor el impacto que

generarían en la economía los saldos ahorrados en las MSA.

Por otro lado, entre los que figuran como

perdedores se tiene que:

Existirá un grupo entre los que más gastan y los que menos gastan

que puede resultar perdedor: aquellas personas que agotan sus

fondos de las MSA y que tienen que llegar a gastar en el caso

más extremo el 25% de su renta. Este grupo de personas puede,

en el sistema actual, tener un copago bajo, por lo que hubiesen

gastado menos dinero que bajo el sistema de MSA.

En general, dada la disminución de costos que debiese existir

por la aplicación de este sistema se produciría una menor

demanda por prestaciones de salud, lo que perjudicaría a los

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oferentes de salud, entiéndase por esto laboratorios, farmacias,

clínicas, hospitales, médicos, enfermeras, etc. En especial se

verán perjudicadas instituciones que sean ineficientes y que

subsistan gracias a los subsidios directos.

Las ISAPRE verán reducido su tamaño, debido a que ahora la

gente no destinará un 7% de su ingreso para el seguro, sino

que solo destinarán el porcentaje correspondiente al pago de

la prima por el seguro catastrófico.

Existirán costos de ajustes que pueden llegar a ser importantes.

Así la disminución del tamaño en laboratorios, clínicas o

ISAPRE no se ajusta instantáneamente con el crecimiento en

industrias como la bancaria y otras a las que se destine el

ahorro en costos.

Respecto al fisco es difícil estimar a cuánto ascenderán los

subsidios necesarios para llevar a cabo la presente reforma.

Sin embargo, dada la competencia que existiría entre las

compañías aseguradoras y los prestadores de salud se estima

que los subsidios debieran bajar por este concepto. A pesar

de esto no es claro que los subsidios disminuyan. Actualmente

el sistema se regula por tiempos de espera, entre otras cosas.

Con el nuevo sistema no debieran existir estas esperas, por lo

que las personas de escasos recursos que actualmente dentro

del precio que pagan por una prestación sufren esta espera,

con el nuevo sistema este “precio” baja, con lo que aumenta

el consumo y aumenta el subsidio destinado a ellos. En lo

que respecta a la asignación de los subsidios la propuesta

que se plantea resulta más eficiente, ya que el subsidio va

directamente al “bolsillo” de la persona más necesitada,

mientras que bajo el sistema actual existen subsidios que

terminan en “manos” de las personas con mayores recursos

que no los necesitan. A su vez, para implementar el sistema el

Estado tendrá que financiar a las personas que a la hora de la

puesta en práctica estaban en edades avanzadas, por lo que

no pudieron ahorrar para su vejez.

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V. CONCLUSIONES

El AUGE, a través de sus 56 patologías con-

templadas, nació con un diseño de financiamiento que buscaba garantizar la

atención de ellas y los recursos para asegurar el acceso y la equidad y, a su

vez, mediante la creación de una prima universal y un fondo de compensa-

ción, generar una redistribución solidaria de los fondos del intra sistema.

Sin embargo, distintos análisis técnicos han

puesto en serias dudas la capacidad de financiamiento del AUGE, especial-

mente por el total desconocimiento de la demanda que causará al sistema.

Asimismo, al momento de constatar la realidad de los hospitales, de los re-

cursos humanos disponibles, de la infraestructura y su desigual desarrollo en

las distintas regiones del país, se han evidenciado todavía más las dificulta-

des que pueda tener la implementación de este plan de salud.

En efecto, la autoridad no ha evaluado

la variable que representa el aumento del gasto en salud, que resulta un

elemento fundamental de la sustentabilidad financiera que pueda tener el

AUGE a largo plazo. De lo contrario, al no dilucidarse este punto, existe la

posibilidad de que finalmente se convierta en un plan de enfermedades ca-

tastróficas, sin cumplir con su objetivo inicial, cual ha sido responder a las

enfermedades prioritarias del sistema, según los cambios epidemiológicos

y demográficos que ha experimentado el país durante los últimos años.

Por otro lado, también existen estudios

previos que dan cuenta de la brecha que hay entre los requerimientos de

inversión que el país necesita en infraestructura y equipamiento, versus las

reales capacidades de financiamiento que posee el Estado.

En el mejor escenario posible para el

AUGE, considerando por ejemplo que los aranceles FONASA subestiman

los costos reales en un 25%, como ocurre actualmente, y que un 10% de

las prestaciones, procedimientos e insumos que requieren las patologías

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AUGE no están costeadas, se llegaría a que el costo esperado de las 56

prestaciones para el 2010 sería de $81.251 millones, es decir, un 76,6%

mayor al valor indicado para la prima AUGE. En este caso se requerían

US$ 617 millones para financiar la brecha producida en el 2010.

El presente estudio pretende mostrar una

alternativa al financiamiento actual del sistema de salud, que no pasa ne-

cesariamente por la implementación del plan AUGE. Este sistema se ha

aplicado con diferentes resultados en Singapur, Sudáfrica, China y EEUU,

y en la actualidad se estudia su implementación en Canadá y Hong Kong.

El sistema se basa en construir cuentas de

ahorro personales (MSA) destinadas para la salud, de forma que en vez de

cotizar para un seguro por un monto del salario se cotiza en una cuenta de

ahorro personal destinada a cubrir los gastos en salud en que se incurra.

Actualmente, este sistema es debatido mundialmente sin que se tengan

todavía resultados concluyentes.

En teoría, el sistema de MSA permitiría eli-

minar el riesgo financiero de las familias, así como disminuir el “sobre” con-

sumo de prestaciones médicas derivado de que el consumidor no enfrenta

el precio real de las prestaciones.

A pesar de las bondades teóricas del siste-

ma MSA, para la viabilidad de su aplicación en Chile es necesario profundizar

los estudios en cuanto a la implementación, sobre todo en lo que respecta

a lo que serían los grupos críticos, entiéndase por ellos a los hogares con

menos recursos, los enfermos crónicos y la población de tercera edad.

Para muchos, la posibilidad de que los más

pobres tengan que pagar un deducible por la atención de salud, aunque

sea un monto pequeño, resulta impresentable. Esto, aunque reconozcan

las bondades que estos copagos tienen. Algunas alternativas se pueden

discutir para evitar que este grupo realice contribuciones. La más directa

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consiste en mantener con perfecciones el ingreso al sistema de salud a

través de los consultorios. El gasto implícito en esos consultorios por be-

neficiario se contabilizaría como deducible. Las enfermedades de mayor

complejidad se atenderían con cargo al seguro básico catastrófico. El so-

bre consumo se limitaría a través de la atención cerrada que representan

los consultorios.

Una alternativa de creciente uso en distin-

tas regiones del globo son las cuentas de ahorro para la salud. Las familias

en este caso aportan por un período determinado a estas cuentas hasta al-

canzar un monto de, por ejemplo, un 60% del deducible. Las cuentas solo

se podrán emplear en gastos de salud y tendrían que ser administradas por

las mismas instituciones que ofrecen el seguro catastrófico, las que, sin

embargo, podrían delegar esa administración en otras instituciones.

Por otro lado se requiere que el subsidio

otorgado para financiar el plan de salud sea portable. Esto significa que la

persona podrá cambiarse de institución aseguradora, llevándose con ella

el monto del subsidio. La portabilidad del subsidio aseguraría una mayor

eficiencia en el gasto de salud. Permitiría, además, que la persona no que-

de atada de por vida a una institución si no está satisfecha con la atención

que recibe en ella. Para evitar la posibilidad de discriminación por riesgos,

se introducirían mecanismos de ajuste de riesgo. Estos, si bien no son

fáciles de implementar, se pueden complementar con medidas que faci-

liten esta tarea. Para estos efectos, es importante y conveniente que las

aseguradoras no puedan negar la venta de un plan de salud a los afiliados

que lo requieran.

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1 7 6

VI. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Aedo, C., Sapelli, C. “El Sistema de Salud en Chile: Readecuar

el Mandato y Reformar el Sistema de Seguros”. Estudios

Públicos; 1999.

Matisonn, S. “Medical Savings Accounts in South Africa”.

National Center for Policy Analysis. 2000.

Barr, M. “Medical Savings Accounts in Singapore: A Critical

Inquiry”. Journal of Health Politics, Policy and Law. N° 4,

Agosto 2001.

Blair, S., Taylor, R. “Financing Health Care”. The World Bank

Group Mayor 2003.

Hsiao, W., Yip, W. “Medical Savings Accounts: Lessons From

China”. Health Affairs. Diciembre 1997.

Hanvoravongchai, P. “Medical Savings Accounts: Lessons

learned from International Experience”. World Health

Organization Discussion. Paper N°52. Octubre 2002.

Ringel, J., Hosek, S., Vollaard, B., Mahnovski, S. “The Elasticity

of Demand for Health Care. A Review of the Literature and Its

Application to the Military Health System”. National Defense

Research Institute, RAND Health. 2002.

Keeler, EB., Malkin. JD., Goldman, DP., Buchanan. JL. “Can

Medical Savings Accounts for the noneldery reduce Health

Care Costs?”, JAMA 1996.

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1 7 7

VII. ANEXO

1. Copagos en FONASA

En FONASA el porcentaje de copago de-

pende del nivel de ingreso para la modalidad institucional1. De esta forma

los afiliados con ingresos imponibles menores a $115.648 no pagan co-

pago alguno. Los afiliados con ingresos menores a $168.846 y mayores a

$115.648 pagan un 10% de copago. Por último los afiliados con un ingreso

imponible mayor a $ 168.846 pagan un copago de 20%.

En la modalidad libre elección2 pueden

elegir prestadores, modalidad a la que no pueden acceder los indigentes,

los que reciben pensiones asistenciales y los que son causantes del sub-

sidio único familiar. La atención se paga de acuerdo a un bono de atención

de salud cuyo valor depende del nivel de inscripción del profesional o es-

tablecimiento de salud donde se atienda, existiendo para ello tres niveles

1, 2 y 3, donde el nivel 1 es el más barato y el 3 el más caro.

2. Seguros catastróficos actuales y sus respectivos precios

A continuación se presentan tres seguros

catastróficos ofrecidos por compañías aseguradoras privadas. Con los

precios y características de estos seguros se estimaron los precios prome-

dios de los seguros catastróficos para los distintos quintiles de ingreso.

1 Son las atenciones de salud entregadas en los establecimientos públicos de salud.

2 Son aquellas entregadas por profesionales y establecimientos de salud privados y que hayan suscrito convenio con FONASA. Sin embargo, los hospitales públicos también atienden bajo esta modalidad, cuando el beneficiario elige a su médico tratante y/o desea ser hospitalizado en sala de pensionado o medio pensionado.

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Comparativo catastrófico libre elección

Cobertura total Golden Max ING

BeneficiosNacionales

Cobertura 100%, tope 15.000 UF, deducible

80 UF.

Cobertura 100% de las bonificaciones que

excedan el tope general anual del Plan de Salud,

tope 15.000 UF.

Cobertura 100% y 50% medicamentos ambulatorios, tope

10.000 UF o 35.000 UF, deducible 100 UF.

BeneficiosExtranjero

Cobertura 50%, tope 15.000 UF,

Deducible 200 UF.

En el extranjero los HMQ se reembolsan con plan

de salud.

Cobertura 50%, tope 10.000 UF o 35.000 UF,

Deducible 100 UF.

RequisitoLímite de Edad.

Cobertura hasta 65 años.

Edad límite de ingreso: 60 años.

Cobertura hasta 65 años.

Edad límite de ingreso: 65 años

Cobertura hasta 65 años.

Edad límite de ingreso: 59 años

RegaloEverest, Cordillera Plus, Himalaya, Aconcagua

(3XXX).

A planes con tope general anual >= 3.000

UF: VIP, Premium, Master, Line, Polo, Mix (quedan fuera sólo los

Blue).

No se regala.

Venta Cordillera Classic y Blue.Se vende a todos los

planes.

Vigencia Regalo

Se regala por 2 años. Se regala por 2 años.

Integrante / Edad Cobertura Total Golden Max Salud Total

Ejemplo Costo Familia Tipo

Titular / 47Cónyuge / 42

Hijo / 17Hija / 12

0.68 UF 0.42 UF 0.69 UF

Ejemplo Costo Familia Tipo

Titular / 35Cónyuge / 32

Hijo / 60.49 UF 0.30 UF 0.57 UF

Ejemplo Costo Familia Tipo

Titular / 58Cónyuge / 54

Hijo / 10Hija / 17Hija 21

1.14 UF 0.6 UF 1.15 UF

Ejemplo Costo Familia Tipo

Titular / 30Cónyuge / 25

0.27 UF 0.24 UF 0.31 UF

Ejemplo Costo Familia Tipo

Titular / 24 0.1 UF 0.12 UF 0.1 UF

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1 7 9

3. Cifras de salud y gasto comparativas entre países3

Gasto en Salud como porcentaje del PIB (US$ 2001)

1997 1998 1999 2000 2001

Chile 6.6 6.9 6.8 6.8 7

China 4.6 4.8 5.1 5.3 5.5

EEUU 13 13 13 13.1 13.9

Inglaterra 6.8 6.9 7.2 7.3 7.6

Singapur 3.7 4.2 4 3.6 3.9

Sud África 9 8.7 8.8 8.7 8.6

Población total(en miles)

Expectativa devida al nacer

Mortalidad infantil(antes 5 años) en base 1000

Hombres Mujeres

Singapur 4,183 79.6 4 3

China 1,302,307 71.1 31 41

Chile 15,643 76.7 16 13

Sudáfrica 44,759 50.7 86 81

Inglaterra 59,068 78.2 7 6

EEUU 291,083 77.3 9 7

Mortalidad entre adulto(entre 15 y 59 años)

en base 1000

Expectativade vida

saludable

Expectativa de vida saludable a los 60 años

Hombre Mujeres Hombres Mujeres

Singapur 90 53 70.1

China 165 104 64.1 13.1 14.7

Chile 134 67 67.3 13.9 16.8

Sudáfrica 598 482 44.3 10.6 12.1

Inglaterra 107 67 70.6 15.7 18.1

EEUU 140 83 69.3 15.3 17.9

3 Fuente: World Health Organization.

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1 8 0

Gastoen salud

Porcentaje delgasto en salud

Fuentes delgasto privado

GastoPúblico

GastoPrivado

Pre-pago Del bolsillo

Singapur 25,394 33.5% 66.5% 0.0% 97.0%

China 4,095 37.2% 62.8% 0.4% 95.4%

Chile 11,265 44.0% 56.0% 40.3% 59.6%

Sudáfrica 7,538 41.4% 58.6% 72.2% 22.1%

EEUU 35,182 44.4% 55.6% 64.1% 26.5%

Inglaterra 26,273 82.2% 17.8% 17.2% 55.3%

Cifras calculadas con dólares internacionales del año 2001.

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Tercera Parte:LA GESTIÓN

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1 8 5

V

MIDIENDO LA EFICIENCIA DE LOS HOSPITALES PÚBLICOS

Rodrigo Castro F.*

* Ingeniero Comercial, mención Economía. PhD (c) en Economía, Georgetown University, Estados Unidos. Vicedecano Facultad de Economía y Negocios, Universidad del Desarrollo.

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I. INTRODUCCIÓN

Durante los últimos años se ha incremen-

tado sustancialmente el gasto corriente y la inversión en el sistema públi-

co de salud. Esto último ha permitido ampliar la red de atención primaria

y hospitalaria de mediana y alta complejidad, a través de la construcción

de consultorios, postas y hospitales, centros de atención ambulatoria y

servicios de atención primaria de urgencia (SAPU). También se ha aumen-

tado la dotación de personal y el mejoramiento de las remuneraciones del

sector. Lo anterior se ha traducido en un aumento del gasto público en

salud, expresado como porcentaje del PIB y del gasto público total. En

efecto, en 1990 el gasto público en salud representaba un 2,0% del PIB

y un 9,3% del gasto público total, mientras que en 2007 estos alcanzan

3,2% y 14,6%, respectivamente.

En cuanto a los resultados del mayor gasto,

este se ha visto reflejado en el incremento de las prestaciones otorgadas,

como consultas de especialidad, exámenes bioquímicos y hematológicos

y exámenes de imagenología. Asimismo, se verifica una continuación de la

tendencia en la mejoría de los indicadores biomédicos, como la esperanza

de vida al nacer y la mortalidad infantil, como también en la calidad de vida,

medida a través del índice de desarrollo humano.

No obstante, a pesar de los avances logra-

dos durante los últimos años, persisten importantes problemas referidos

a la eficiencia en la gestión administrativa y en el uso y rendimiento de los

recursos. A tal resultado concurre una serie de características asociadas

a la organización tradicional de la provisión pública: centralización de fun-

ciones; asignación de recursos a los establecimientos sobre la base de

criterios de oferta; ausencia de mecanismos de rendición de cuentas hacia

los beneficiarios; uso de tarifas y precios distorsionados; falta de disciplina

financiera en un contexto de restricciones presupuestarias; y gestión de

tipo burocrática con baja autonomía y significativas restricciones en el uso

de insumos.

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1 8 7

En este sentido, Rodríguez y Tokman (2000)

destacan que la significativa disminución del rendimiento del gasto público

en salud en la última década tiene sus causas en la evolución de algunos

componentes del gasto junto con el rendimiento de los mismos. En efecto,

las potenciales fuentes que han incidido más fuertemente en la tendencia

observada se concentran en la eficiencia en la producción, particularmente

de los recursos humanos, y en la evolución del gasto en subsidios de inca-

pacidad laboral y en la modalidad de libre elección.

La primera hipótesis que se puede consi-

derar para explicar la tendencia decreciente del rendimiento del gasto pú-

blico en salud se refiere a la eficiencia en la producción de los prestadores

públicos. Al respecto, Rodríguez y Tokman precisan que su indicador de

rendimiento no representa la eficiencia de los prestadores públicos, debido

a que dentro de las prestaciones que considera se incluyen algunas que no

son provistas por ellos (modalidad de libre elección provista por privados) y

no considera otras que sí lo son, pero que no se incluyen ni en la modalidad

libre elección ni en la institucional (prestadas a particulares no beneficiarios

de FONASA).

De esta manera, una adecuada medición

del rendimiento de los prestadores públicos en salud debe considerar la

totalidad de las prestaciones provistas mediante la modalidad de atención

institucional, más aquellas entendidas como ingresos propios; es decir, las

provistas en los establecimientos públicos a beneficiarios FONASA en mo-

dalidad libre elección, a particulares sin previsión, a beneficiarios del siste-

ma ISAPRE y a extranjeros sin convenios de atención asistencial.

Aunque hay acuerdo en que la eficiencia es

clave en las políticas de salud para la mayoría de los países, queda mucho

por hacer en este aspecto. La falta de literatura en estudios de eficiencia

de hospitales en Chile y en gran parte de América Latina indica que en la

práctica los administradores de la salud no han puesto mucha atención a la

eficiencia. La mayor parte de la preocupación ha estado en las reformas del

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1 8 8

sector, especialmente en los problemas de garantía de atención (Garantías

Explícitas en Salud o GES), financiamiento y mecanismos de pago.

Aunque hay diferencias entre países, los

hospitales en los países en desarrollo consumen en promedio entre 50%

y 80% del gasto público en salud (Barnum y Kutzin, 1993). En 2005, los

hospitales en Chile gastaban aproximadamente un 80% del gasto público

en salud. Luego, la eficiencia de los establecimientos merece una atención

especial, debido a su importante consumo de recursos.

Existe acuerdo en que el sistema de salud

(especialmente los hospitales) en los países en desarrollo es ineficiente.

El Banco Mundial (Akin et al. 1987) señalaba que uno de los principales

problemas de los sistemas de salud en estos países es la ineficiencia de

los programas de salud pública, como también problemas de cobertura y

desigualdad en el acceso.

Aunque el estudio de Tokman y Rodríguez

(2000) aporta a la discusión mediante la construcción de un diagnóstico,

desde la perspectiva de la eficiencia en el uso de los recursos públicos en

el sector salud –identificando a qué costo se han producido los avances al-

canzados y determinando cuáles son las fuentes persistentes de ineficien-

cia que deben reformarse–, no evalúa la gestión de los establecimientos

públicos (proveedores de servicios, aseguradores, compradores, etc.)1. En

efecto, la información obtenida a través de la evaluación de la eficiencia de

las organizaciones puede ser de utilidad en diversos niveles de la gestión

pública. En primer lugar, para mejorar la eficiencia en la gestión de las or-

ganizaciones, identificando las mejores y peores prácticas asociadas con

una elevada o reducida eficiencia y productividad, respectivamente. En se-

1 En Bastías et al. (2005) se encuentra que la adopción e incorporación de prácticas eficientes, identificadas en establecimientos comparables, permitiría mejorar la gestión con ahorros de hasta US$6.5 millones anuales solo en días camas liberados por mejor gestión de Grupos Relacionados de Diagnósticos (GRD).

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1 8 9

gundo lugar, para aportar información útil en el diseño de políticas públicas

mediante la valoración del efecto de la propiedad, del diseño organizativo,

de los sistemas de pago, de las fusiones y de otros instrumentos de regu-

lación sobre la eficiencia.

Este capítulo busca examinar la eficien-

cia técnica y productividad de 54 hospitales públicos de Chile, utilizando

como metodología el Análisis Envolvente de Datos, DEA. Los resultados de

este ejercicio permitirán analizar la (in)eficiencia de estos establecimientos

y sus posibles causas. Los objetivos específicos son:

Evaluar la eficiencia técnica y de escala de hospitales públicos

en sus cuatro niveles.

Identificar algunos de los factores que posiblemente influyan

en la (in)eficiencia de los hospitales.

Este documento está organizado de la si-

guiente manera: en la sección II se describen algunas evaluaciones del

rendimiento del gasto público en salud, comparando la eficiencia entre paí-

ses a través del tiempo y el gasto hospitalario. En la sección III se detalla

el marco conceptual e introduce el método DEA. La sección IV describe

la metodología y los datos. En la sección V se entregan los resultados

empíricos. La sección VI analiza los resultados y la sección VII concluye

entregando algunas implicancias de política.

II. RENDIMIENTO DEL GASTO PÚBLICO

Existen diferentes formas de medir el ren-

dimiento del gasto público en salud, entre otras comparar el nivel de efi-

ciencia del gasto público entre países; el nivel de rendimiento del gasto

público de un mismo país a través del tiempo; la productividad del gasto

hospitalario; y el nivel de eficiencia relativa entre hospitales.

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1 9 0

2.1. Eficiencia en salud a nivel internacional

Una manera de medir la eficiencia en salud

de un país es realizar una comparación internacional. En este caso, se

calcula la frontera en donde funcionan los países más eficientes de una

muestra (aquellos que producen el máximo nivel de producción para una

cantidad dada de insumos).

Los países que funcionan en la frontera

son la base de comparación (benchmark). La frontera representa las mejo-

res prácticas, y el grado de ineficiencia se mide como la brecha entre paí-

ses en la frontera y los que están bajo ella. Los productos son la esperanza

de vida al nacer, mortalidad menor de 5 años (por 1.000 nacidos vivos),

tasas de inmunización (porcentaje de menores de 1 año vacunados con

tres dosis de DPT y porcentaje de menores de 2 años vacunados con una

dosis de rubéola). Dado que la metodología requiere que un puntaje con

mayor producción implique un mejor resultado, las tasas de mortalidad se

convierten a tasas de sobrevivencia.

Tabla N° 1. Comparación Internacional de Indicadores de GastoIngreso

per cápita (US$PPP,

2005)

Gasto percápita

(US$PPP,2005)

Gasto total como %

PIB

Gastopúblicocomo %

gasto total

Gastoprivadocomo %

gasto totalUruguay 11.150 885 8.1 42.5 57.5

Costa Rica 10.770 684 7.1 76.0 24.0

Chile 11.270 668 5.4 51.4 48.6

Argentina 15.390 1.529 10.2 43.9 56.1

Polonia 14.380 843 6.2 69.3 30.7

Portugal 21.580 2.036 10.2 72.3 27.7

Grecia 24.560 2.955 10.1 42.8 57.2

España 28.030 2.242 8.2 71.4 28.6

Fuente: Estadísticas WHO (2008).

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1 9 1

Desde el punto de vista de los insumos

(unidades físicas o monetarias)2 son los médicos y camas de hospital por

1.000 habitantes (insumo físicos)3 y el gasto per cápita (público y privado,

en US$ PPP) como unidad monetaria. Para controlar por factores externos

que afectan a los resultados en salud, se consideran la urbanización que

puede afectar la eficiencia, –dado que las áreas urbanas pueden atraer

personal médico más calificado y de esta manera se aprovechan econo-

mías de escala, entre otros factores–4; y el nivel de educación (porcentaje

de población 25-64 que ha completado educación media)5. La muestra

incluye a todos los países de la OECD además de Argentina, Brasil, Chile,

Paraguay, Perú y Uruguay6. Luego, para el mismo nivel de producto, los

insumos se podrían reducir en promedio entre 5-14% (o entre 12-18%, si

solo se consideran los países ineficientes), dependiendo del modelo utili-

zado. Para el mismo nivel de insumos, la producción podría aumentar en

0,2-18% (ó 0,4-24% si solo se consideran los países ineficientes).

Tabla N° 2. Comparación Internacional de Insumos y ResultadosMédicos x 10.000 hab.

Camas x 10.000 hab.

Mortalidadinfantil 5 años

Esperanza de vida

Uruguay 37 29 15 75

Costa Rica 13 13 12 78

Chile 11 23 9 78

Argentina 30 41 17 75

Polonia 20 52 7 75

Portugal 34 37 4 79

Grecia 50 47 4 80

España 33 34 4 81

Fuente: Estadísticas WHO (2008).

2 Cuando se definen en unidades físicas se puede calcular eficiencia técnica y cuando es monetaria, eficiencia asignativa.

3 Puig-Junoy (1998).

4 Jayasuriya y Wodon (2002).

5 Cutler y Lleras-Muney (2006).

6 OECD (2000, 2003, 2005, 2006), indicadores de desarrollo mundial y OMS (2005, 2006 y 2008).

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1 9 2

Cuando solo se considera el gasto, el aho-

rro potencial de insumos está entre 10-17% (18-20% si solo se consideran

los países ineficientes), y la producción se podría aumentar entre 0,3-23%

(0,4-28%, para países ineficientes), llevando a todos los países en la mues-

tra a la frontera de mejores prácticas.

Aunque estos resultados sugieren que

Chile está entre los países más eficientes en la muestra, es posible mejorar

solo cuando la frontera se calcula suponiendo retornos constantes a es-

cala (hipótesis tiende a sobreestimar la ineficiencia). En cualquier caso, los

resultados para el análisis de la eficiencia asignativa muestran que el gasto

per cápita se podría reducir en 31%, manteniendo constante la esperanza

de vida y la tasas de sobrevida infantil, y los resultados en salud se podrían

mejorar en 44%, manteniendo constante la cantidad de insumos.

2.2. Eficiencia del gasto público

Siguiendo la metodología de Tokman y Ro-

dríguez (2000) se puede estimar el rendimiento del gasto público en salud

hasta 2007. En efecto, el rendimiento del gasto público (indicador presta-

ciones valoradas sobre gasto total en el subsistema público) en salud cae

más de un 70% entre 1990 y 2007.

Cabe señalar que la caída en el rendimiento

no es homogénea y se pueden distinguir tres períodos. En el primero, entre

1990 y 1993, el gasto crece a una tasa anual de 17%, mientras que su rendi-

miento cae en 14% anual. Entre 1994 y 1999, el gasto crece a un 9% anual y

su rendimiento cae a un 7% anual. Entre 2000 y 2003, el gasto crece un 8%

anual y su rendimiento cae a un 6% anual. Finalmente entre 2004 y 2007, el

gasto crece un 11% anual y su rendimiento cae a un 5% anual.

Si bien las prestaciones otorgadas au-

mentaron durante este período en un 22%, el gasto asociado a ellas

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1 9 3

creció más que proporcionalmente en 353%. Es importante destacar

que una gran proporción del aumento del gasto fue a incrementar los

salarios reales (el gasto en personal aumentó en 428% en términos rea-

les entre 1990 y 2007). En efecto, el gasto por profesional promedio

(médico y enfermeras) en el sector público aumenta de $17,8 millones

por año en 1991 a $26 millones por año en 2007. Sin embargo, es-

tos aumentos salariales no vinieron acompañados por aumentos en la

productividad. Por el contrario, la productividad cayó 11% durante el

periodo 1992-2005.

Estas ineficiencias se relacionan a di-

versos factores. Primero, la alta incidencia de ausentismo del personal

médico en los hospitales y clínicas. Más aún, muchos médicos tratan

a pacientes privados en hospitales públicos donde le pagan al médico

pero no al hospital. Debido a que los empleados y los salarios son admi-

nistrados centralmente por el Ministerio de Salud, los hospitales tienen

poco margen para mejorar la administración de los recursos humanos.

Los hospitales tienen un sesgo a favor de admitir pacientes que requie-

ren tratamientos intensivos en trabajo. Segundo, casi tres cuartos de las

transferencias de FONASA y del Ministerio de Salud a los proveedores

públicos se hacen de acuerdo al presupuesto histórico, siendo la mayor

parte sueldos y salarios. Estos mecanismos premian a los proveedo-

res ineficientes, penalizan a los eficientes y no llevan a una asignación

de recursos a nivel nacional basada en las necesidades. Más todavía,

los presupuestos fijos fomentan los gastos excesivos. Este modelo ha

llevado a sobrecostos y deudas de los proveedores públicos y hospi-

tales. Tercero, el reembolso de FONASA a los proveedores privados ha

crecido muy rápidamente y es difícil de controlar. Esto es resultado de

la preferencia de los consumidores por los servicios privados de salud

a los cuales pueden optar los beneficiarios, y a quienes FONASA debe

reembolsar en parte sobre la base de un cobro por servicio. Por último,

no existen mecanismos efectivos para mejorar la calidad. Si bien los

hospitales públicos hacen su propio control de calidad, no hay evalua-

ciones independientes.

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1 9 4

2.3. Eficiencia del gasto hospitalario

Entre 2001 y 2006 la productividad del sis-

tema hospitalario cayó 30% real (IAS, U. Chile), porque mientras el gasto

fiscal en hospitales subió un 42,7%, el número de personas que recibió

la red de atención apenas creció 0,5%. Entre 2005 y 2006 se concretó la

mayor alza de gasto fiscal en hospitales, con un 10,4% promedio, aunque

el número de personas egresadas del sistema disminuyó en 0,78% (única

caída en la década); así el gasto anual por paciente subió 12%. Los mayo-

res recursos que se inyectaron al sistema no se reflejaron en atender más

pacientes, sino que su uso fue menos eficiente.

Tabla N° 3. Índice de Eficiencia del Gasto Hospitalario (2001-2006)2001 2003 2006

Gasto hospitalario (M$) 1.108.362 1.222.314 1.582.446

Egresos hospitalarios (personas) 1.173.778 1.175.088 1.179.961

Egresos/Gastos 1.06 0.96 0.75

Índice gasto (1) 1.00 1.103 1.428

Índice egreso (2) 1.00 1.001 1.005

Índice eficiencia (2)/(1) 1.00 0.908 0.704

Fuente: IAS, Universidad de Chile (2008).

La caída en la eficiencia hospitalaria se

podría explicar por al menos cuatro causas. Primero, las limitaciones de

gestión que enfrentan los administradores de hospitales, pues en la prác-

tica, de los ingresos públicos operacionales, se destinan entre el 70% y

80% a recursos humanos y el resto a funcionamiento y entrega de ser-

vicios, aun cuando de acuerdo a la experiencia internacional el gasto en

personal no debería superar el 65% del total. Segundo, entre 1990 y 2007

el gasto en personal en el sector público aumentó en 428% en términos

reales. Tercero, entre 2001 y 2006 el gasto público hospitalario aumentó

a un promedio anual de 7,43% y el número de pacientes atendidos subió

solo 0,1%. Por último, el gasto por paciente egresado creció en promedio

un 7,97% anual.

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1 9 5

Ahora bien, se deben tomar algunas pre-

cauciones al analizar estos resultados. Primero, respecto a la productividad

de los hospitales hay que considerar que las prestaciones del sistema son

de distinto valor y complejidad. Segundo, en el plan AUGE y la modalidad

libre elección una parte importante de la población opta por la atención en

el sector privado, generando más movilidad en quienes buscan atención

hospitalaria. Tercero, la disminución en el número de pacientes hospitalarios

se debe a que desde 1998 y con la mayor inversión pública en la atención

primaria, se logró trasladar desde el hospital al consultorio el tratamiento de

diversas patologías e intervenciones quirúrgicas de menor complejidad que

antes solo se hacían en los hospitales (se reducen horas-pabellón a los hos-

pitales). Por último, en los hospitales el número de cirugías se ha estancado;

aunque hay un aumento en intervenciones más complejas que antes no se

abordaban a nivel masivo (en 1996 se hacían 1.500 operaciones de catara-

tas mientras que en 2002 hubo 7.000 y en 2008, más de 31.000) en contraste

se redujeron las cesáreas, pues ha bajado el número de partos en el sistema

nacional de salud (en 2001 eran 119.000 y en 2006 fueron 95.000).

III. MARCO CONCEPTUAL

Es evidente que la eficiencia es un concep-

to relativo. De hecho, el Análisis Envolvente de Datos (DEA) es una forma

de llevar a cabo una comparación respecto de una referencia (benchmark)

de la eficiencia relativa de una unidad de decisión (empresa, prestador,

etc.). Este análisis proporciona una medida global, determinada de forma

objetiva y numérica del valor de la eficiencia que permite una ordenación

de las organizaciones y que no entregan otros enfoques.

La medición de la eficiencia de las organiza-

ciones públicas, y en especial de las sanitarias, que utiliza los instrumentos

económicos, resulta a menudo opacada por la conocida dificultad de medir

de forma precisa la producción de este sector (Ipinza et al., 2002). La validez

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1 9 6

e interpretación de las medidas empíricas de eficiencia dependen sobrema-

nera de los datos disponibles para medir la producción. El enfoque econó-

mico de la medida de eficiencia relaciona los recursos consumidos con la

producción de servicios. Sin embargo, existe una diferencia entre el produc-

to intermedio y el final, siendo el sector sanitario un caso paradigmático de

esta diferencia. El producto final es la contribución de los servicios sanitarios

a la mejora del estado de salud de las personas. En general, los estudios em-

píricos cuantifican el producto de los servicios sanitarios mediante medidas

de actividad (productos intermedios). La selección del conjunto de variables

representativas del producto y de los recursos siempre implica la adopción

implícita de diversos supuestos sobre la calidad del producto, la adecuación

de la atención y la gravedad de los pacientes atendidos.

Entre las herramientas más utilizadas en

procesos de evaluación de eficiencia para prestadores de salud se en-

cuentran el método de proporciones simples (análisis de relaciones de

equivalencia o medidas de índice –Ratio Analysis–) y métodos de modelos

econométricos, entre los que se incluyen el análisis de regresión (Análisis

Estocástico de Frontera, SFA) y la metodología de Análisis Envolvente de

Datos (Data Envelopment Analysis, DEA).

DEA es una aplicación de la programación

lineal y se ha convertido en una herramienta muy valiosa en la realización

de análisis comparativos de eficiencia, particularmente en el sector públi-

co (Nyhan y Cruise 2000). El desarrollo del instrumento DEA se atribuye a

Charnes, Cooper y Rhodes (1978) con base en la metodología de frontera

de Farrell (1957). La metodología DEA analiza los insumos y productos de

los prestadores de servicios, a quienes denomina unidades de toma de

decisiones (DMU) para identificar niveles de eficiencia global.

Una ventaja de DEA es la flexibilidad en el

uso de la información. Los insumos y productos pueden ser variables con-

tinuas, ordinales o categorías de variables. Igualmente pueden ser medidos

en diferentes unidades de análisis (unidades monetarias, camas, promedio

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1 9 7

de estadía, etc.). Asimismo, el producto puede ser interpretado de una for-

ma amplia para incluir no solamente medidas de desempeño de producto,

sino medidas de calidad y resultado. De la misma forma se puede interpre-

tar el término eficiencia, para aproximar medidas de calidad y efectividad.

Las ventajas de esta metodología, cuando

se hacen comparaciones entre prestadores de servicios, son:

Asigna en forma matemática ponderaciones óptimas a

todos los insumos y productos considerados. Debido a que

DEA es una técnica no paramétrica, no hay necesidad de

asignar ponderaciones a las variables. Asimismo deriva estas

ponderaciones en forma empírica y les asigna a cada variable

insumo de los prestadores y a cada variable de desempeño.

Puede hacer comparaciones simultáneas de múltiples medidas

de desempeño dependientes (producto, calidad y resultado) y

proveer una medida escalar para la mejor práctica. Entonces

los prestadores pueden ser medidos en forma simultánea para

eficiencias asignativas y eficiencias técnicas.

Puede calcular la cantidad de recursos que se pueden ahorrar

o la cantidad adicional de producto, calidad o resultado que

puede producir cualquier prestador considerado ineficiente.

Puede medir el impacto de lo que se conoce como “variables

no controladas” en el desempeño de los proveedores.

Asimismo, requiere que se identifiquen los retornos a escala

apropiados dentro del modelo en estudio. Si no se especifican,

DEA asume retornos a escala constantes.

Ahora bien, las principales limitaciones

de DEA son:

Por ser una técnica no paramétrica, no tiene indicadores

estadísticos para medir el término de error (ruido) como

lo hacen las regresiones. Por lo tanto, esta técnica no es

apropiada para probar hipótesis.

Otra consideración técnica importante es el número de DMU

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1 9 8

(prestadores) a incluir. Aunque no existe una regla, muchos

autores sugieren incluir entre 4 y 15 observaciones por cada

variable independiente incluida en un análisis de regresión.

No mide las diferencias relativas entre los prestadores

eficientes. Por tanto, no provee información comparativa

basada en un óptimo teórico, y en algunos casos todos los

prestadores pueden resultar ineficientes, aunque algunos

relativamente más ineficientes que otros.

El número de variables de insumo y producto incluidos en

el ejercicio son también objeto de consideración. El uso

de muchas variables insumo y producto es considerado

metodológicamente erróneo.

Estas consideraciones llevan a la mayoría

de los autores a utilizar en forma complementaria al menos dos de las

anteriores herramientas, con el objeto de obtener diferentes perspectivas

sobre los resultados de eficiencia relativa, en particular en el caso de los

prestadores de servicios de salud.

IV. MEDICIÓN DE LA EFICIENCIA HOSPITALARIA

La eficiencia y su cálculo dependen de las

definiciones y supuestos que se hagan al respecto. En ese sentido, la eficien-

cia de un hospital depende de dos aspectos principales: el uso que se haga

de los insumos y su costo. El primer aspecto se conoce comúnmente como

eficiencia técnica y relaciona los insumos utilizados en razón de los productos

que se generen. El análisis de eficiencia, que involucra el costo de los factores

e incluye consideraciones de minimización de costos, se denomina eficiencia

económica o eficiencia asignativa. Independientemente de la medida de efi-

ciencia que se considere, se tienen dos opciones frente a la ineficiencia de un

hospital: un análisis de orientación de insumos o uno de producto. El análisis

de orientación insumo mide el nivel óptimo de insumos que debería contratar

cada firma para ser eficiente, dado un nivel de producto, mientras que el aná-

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1 9 9

lisis de orientación producto responde al nivel de producción óptimo que hace

eficiente a una firma, manteniendo constante su nivel de insumos.

Aunque se puede suponer que los hospita-

les operan en una escala óptima y por tanto presentan rendimientos cons-

tantes a escala (CCR), la existencia de imperfecciones en el mercado de la

salud e incluso la existencia de restricciones en el mercado financiero, pro-

vocan que no todas estas instituciones operen en una escala óptima, de tal

forma que los rendimientos a escala podrían variar entre hospitales (VRS).

Este documento utiliza el método cualitativo de la eficiencia a escala7 que

permite calcular la diferencia entre la existencia de eficiencia técnica pura

y la eficiencia a escala (Lothgren y Tambour, 1996 y Fare, 1994).

Asimismo, se presentan resultados de

análisis de orientación insumo y producto con el fin de visualizar diferentes

alternativas de política, por cuanto en lo que respecta al sector hospitalario

no siempre es viable la opción de recortes de recurso humano (sector pú-

blico) y, consecuentemente, la posibilidad de aumentar los niveles de pro-

ducción, manteniendo constantes los insumos, podría tener importantes

repercusiones en términos de competitividad de los servicios prestados.

Medir eficiencia en el sector salud es com-

plicado por la naturaleza de su proceso productivo. Asimismo, medir el nú-

mero ideal de prestaciones o mejoramiento en el estado de salud es difícil

tanto conceptual como empíricamente (Grosskopf y Valdmanis 1987). Las

complicaciones se deben a que el estado de salud es una función que con-

7 Indica eficiencia a escala en el sentido que la combinación de insumos y productos es óptima y maximiza su productividad promedio. Asimismo, la combinación de insumos y productos es igualmente eficiente a una tecnología de rendimientos constantes a escala como a una de rendimientos variables a escala.Si: (x,y) = Fi (x,y CRS) / Fi (x,y VRS) = 1 ó 1, entonces:Si es igual a 1 indica que la ineficiencia a escala se debe a que la institución se encuentra operando en una región de rendimientos crecientes a escala.Si es diferente de 1 indica que la ineficiencia a escala se debe a que la institución se encuentra operando en una región de rendimientos decrecientes a escala.

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2 0 0

tiene muchas variables, muchas de ellas exógenas al sector salud. Por ejem-

plo, el nivel de ingreso familiar, educación y decisiones intrafamiliares.

De acuerdo a lo anterior, las estimaciones

empíricas de las medidas de eficiencia requieren dos etapas: (i) la esti-

mación de una frontera y (ii) el cálculo de desviaciones individuales de la

frontera. Actualmente existen dos tipos de enfoques para estimar fronteras

(Seiford and Thrall, 1990 y Coelli, 1998). Estos son el enfoque paramétrico,

que utiliza métodos econométricos, y el no paramétrico, que utiliza técni-

cas de programación lineal. En este estudio se aplica el método no para-

métrico conocido como análisis envolvente de datos (DEA).

V. DESCRIPCIÓN DE DATOS Y METODOLOGÍA

Los datos se obtuvieron de los anuarios

estadísticos de cada servicio de salud y de sus respectivos departamentos

de finanzas, y corresponden al periodo 1999-2002.

Las variables consideradas fueron: número

de camas, gastos totales, gastos en personal, gastos generales, gastos en

medicamentos e insumos, número de días de estada, número de egresos,

promedio de días de estada, número de consultas de especialidad, número

de consultas de urgencia, número de partos normales, número de partos

totales, número de exámenes de laboratorio, imagenología, anatomía pa-

tológica, número de cirugías mayores y totales.

Se identificaron 54 hospitales públicos (Ta-

bla N° 4), como unidades productoras o de decisión (DMU) que utilizan di-

ferentes combinaciones de insumos en la prestación de servicios de salud.

El concepto de eficiencia es, de alguna forma, una medida de ejecución del

hospital. Asimismo, para la medición de eficiencia utilizamos una metodo-

logía no paramétrica y determinística.

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2 0 1

Tabla N° 4. Muestra de Hospitales PúblicosMuestra % Total

Hospital tipo 1 8 36,3% 22

Hospital tipo 2 10 29,4% 34

Hospital tipo 3 8 32,0% 25

Hospital tipo 4 28 28,0% 100

Hospital tipo D - - 13

Total 54 27,8% 194

5.1. Insumos y productos

La selección de los insumos y productos

para un estudio de análisis envolvente de datos (DEA) requiere de especial

cuidado, ya que es probable que la distribución de la eficiencia se vea

afectada por la definición de los productos y el número de insumos y pro-

ductos que se incluyen (Magnussen, 1996).

Conceptualmente, el mejoramiento del

estado de salud es el producto final de los hospitales o del sistema de

salud como un todo. Sin embargo, la medida de estado de salud plantea

algunas dificultades, debido a que la salud es multidimensional y hay algún

grado de subjetividad cuando se evalúa la calidad de vida de los pacientes

(Clewer y Perkins, 1998). Debido a la dificultad de medir adecuadamente

el mejoramiento en el estado de salud de las personas, el producto de un

hospital se mide como un conjunto de productos intermedios (servicios

de salud) que supuestamente mejoran el estado de salud (Grosskopf y

Valdmanis, 1987). En este sentido, Butler (1995) clasifica el producto

del hospital en cuatro grandes categorías: tratamiento hospitalario y

ambulatorio, investigación y docencia.

Ahora bien, la medición del producto de

los hospitales con variables tales como días de hospitalización o consultas,

no captura el case-mix y la calidad del servicio entregado. Cabe señalar

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2 0 2

que aunque el uso de Grupos de Diagnóstico Relacionados (DRGs) resuel-

ve en cierta forma el problema anterior, Chile aún no dispone de este tipo

de datos a nivel general. En el contexto de este estudio se asumirá que la

estratificación de los hospitales de acuerdo a su nivel de complejidad en

cierta forma considera el case-mix y la tecnología médica utilizada que

afectarían la calidad del servicio prestado.

Los insumos en la producción de un hos-

pital se clasifican en mano de obra, capital y suministros (medicamentos

e insumos). La mano de obra se puede desagregar en varios grupos de

profesionales, tales como médicos, enfermeras y personal administrativo.

En este tipo de estudios se utiliza el número de camas como una aproxi-

mación del capital.

En este estudio, los insumos son el gasto

total (expresado en moneda de 2002) y el número de camas por hos-

pital. El gasto total incluye el gasto en personal, medicamentos y otros

suministros. Los productos que se consideraron son el promedio días de

estada, número de consultas de especialidad y de urgencia. Dado que

los hospitales considerados no son docentes, se puede esperar que no

exista investigación.

5.2. Modelo empírico

Los modelos DEA utilizados para medir

eficiencia fueron de orientación insumo, con retornos escala constan-

tes y variables. Los modelos DEA con orientación insumo o producto

se escogieron de acuerdo a la flexibilidad de estos. Este estudio es-

coge un modelo con orientación insumo, debido a que se asume que

los directores de hospital casi no tienen control sobre los factores que

determinan su demanda. En estos análisis se utiliza el programa DEAP

2.1 (Coelli, 1996).

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2 0 3

VI. RESULTADOS

6.1. Características generales

Los 4 tipos de hospitales existentes en

Chile son de distinto tamaño, diferenciados por el número de habitantes y

el número de camas (tabla N° 5).

Los Hospitales tipo 1 se encuentran ubi-

cados en ciudades con más de 500.000 habitantes y deben contar con

alrededor de 500 camas. Se encuentran ubicados en las ciudades ca-

beceras de los servicios de salud, constituyendo el hospital base de

cada unidad del sistema, cuando el tamaño del servicio de salud o su

ubicación geográfica lo justifique. Es el establecimiento de atención ce-

rrada con el mayor nivel de complejidad y tiene adosado un centro de

diagnóstico terapéutico. El área de influencia corresponde al territorio

geográfico de 1 o más servicios de salud. Además, dispone de servicio

de urgencia organizado, residencia interna diferenciada por servicio clí-

nico y unidades de tratamiento intensivo. El recurso humano compren-

de la casi totalidad de las especialidades y subespecialidades clínicas,

pudiendo faltar aquellas que por razones de costo efectividad, deban

concentrarse en algunas unidades del sistema, estratégicamente distri-

buidas en el país.

Los hospitales tipo 2 se ubican en ciu-

dades con más de 100.000 habitantes como único establecimiento

hospitalario, pudiendo tener un centro de referencia de salud adosado

y cuentan con menos de 400 camas. También se pueden ubicar en

grandes urbes como soporte de los hospitales tipo 1. Cuando es el es-

tablecimiento hospitalario de mayor complejidad del servicio de salud,

podrá aumentar su nivel de complejidad por sobre lo establecido en

el listado de prestaciones y tendrá adosado un centro de diagnóstico

terapéutico. Tiene servicio de urgencia diferenciado de la residencia

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2 0 4

interna, servicios clínicos diferenciados para especialidades básicas,

unidades de tratamiento intermedio y en casos justificados, unidad

de tratamiento intensivo. Los recursos humanos comprenden médicos

especialistas en medicina interna, pediatría, cirugía, gineco-obstetri-

cia, anestesiología, psiquiatría, traumatología, neurología, radiología,

fisiatría y urología. Otros recursos son: psicólogo, enfermera, matrona,

nutricionista, kinesiólogo, terapeuta ocupacional, tecnólogo médico,

químico farmacéutico, asistente social, auxiliar paramédico, personal

auxiliar y administrativo.

Los hospitales tipo 3 se encuentran ubi-

cados en localidades de hasta 50.000 habitantes y cuentan con menos

de 200 camas, cuya área de influencia corresponde a las poblaciones

asignadas a los consultorios rurales y generales urbanos, no siendo

este superior a 70.000 personas. Se pueden ubicar también en grandes

ciudades, sirviendo para atender la demanda de hospitalización de me-

nor complejidad de estas localidades. Los recursos humanos presentes

son: médicos generales, médicos especialistas (internistas, pediatra,

gineco-obstetra, cirujano y anestesista), enfermera, matrona, asistente

social, nutricionista, kinesiólogo, auxiliar paramédico, personal admi-

nistrativo y auxiliares de servicio.

Finalmente, los hospitales tipo 4 se en-

cuentran ubicados en ciudades con más de 10.000 habitantes y tienen

un número aproximado de camas inferior a 100. Su área de influencia

comprende las poblaciones asignadas a los consultorios rurales y ge-

nerales del sector, no siendo esta superior a 30.000 habitantes. Cuenta

con atención médica de urgencia las 24 horas del día y puede tener un

consultorio general urbano adosado. Los recursos humanos existentes

son: médico general, enfermera, matrona, asistente social, tecnólogo

médico, nutricionista, auxiliares paramédicos, auxiliares de servicio y

personal administrativo.

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2 0 5

Tabla N° 5. Caracterización del Sistema Hospitalario

Nivelde complejidad

Subsistema de AtenciónAmbulatorio Hospitalario

Baja

Posta RuralConsultorio RuralConsultorio General Urbano

Hospital tipo 4

Mediana Centro Referencia Salud (CRS) Hospital tipo 3

AltaCentro Diagnóstico Terapéutico (CDT)

Hospital tipo 2Hospital tipo 1

6.2. Eficiencia técnica

Los modelos DEA estimados para los 4 ti-

pos de hospitales indicaron la presencia de una clara desviación en los

valores de eficiencia respecto a la frontera de mejor práctica (benchmark).

En este sentido, cabe destacar que los hospitales tipo 3 presentan el más

alto nivel de eficiencia promedio. Un resumen de estos resultados se pre-

senta en la tabla N° 6.

Tabla N° 6. Valores de Eficiencia Técnica (2002)Medida de EficienciaTécnica

Media DesviaciónEstándar

Mínimo Máximo Hospitalesen la

Frontera

Hospital Nivel 1

CRS 0,767 0,197 0,458 1 2

VRS 0,884 0,143 0,659 1 4

Escala 0,863 0,144 0,639 1 2

Hospital Nivel 2

CRS 0,710 0,214 0,405 1 1

VRS 0,777 0,204 0,431 1 3

Escala 0,913 0,126 0,616 1 3

Hospital Nivel 3

CRS 0,647 0,245 0,448 1 1

VRS 0,659 0,245 0,451 1 1

Escala 0,981 0,020 0,944 1 2

Hospital Nivel 4

CRS 0,515 0,222 0,280 1 2

VRS 0,649 0,235 0,360 1 6

Escala 0,796 0,153 0,522 1 2

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2 0 6

La ineficiencia técnica en los 4 tipos de

hospitales se encuentra en un rango de 30,3% hasta un 94,3%8. Esto es

la ineficiencia combinada, debido a que la operación se realiza a un escala

sub óptima (tamaño del hospital inadecuado) e ineficiencia técnica pura.

Ello implica que, en promedio, los hospitales consumen entre un 30,3% y

94,3% más recursos de lo que es requerido para su nivel de actividad. La

descomposición de la ineficiencia total9 en ineficiencia de escala y técnica

pura se presenta en la tabla N° 7.

Tabla N° 7. Descomposición de la Ineficiencia Técnica (2002)Hospital Ineficiencia Técnica

Pura (%)Ineficiencia de Escala

(%)Tipo 1 13,1 15,8Tipo 2 28,7 9,5Tipo 3 51,7 1,9Tipo 4 54,0 25,6

La magnitud de la ineficiencia técnica pura

varía bastante entre los diferentes tipos de hospitales. El hospital tipo 4

presenta el mayor índice mientras que el hospital tipo 1 presenta el menor.

Por otro lado, la ineficiencia de escala de los hospitales tipo 3 es bastante

menor que el resto, sugiriendo que estos se encuentran operando relativa-

mente más cerca de la escala óptima que los hospitales de mayor tamaño.

Lo anterior también indica que más de un 50% de la ineficiencia técnica

total se atribuye a la ineficiencia técnica pura.

Una parte importante de los hospitales ni-

vel 4, 2 y 1 no operan a una escala óptima. Por ejemplo, solo un 61% de

los hospitales nivel 1 y 2 opera a una eficiencia de escala de 0,9 o más. Sin

embargo, en el caso de los hospitales de nivel 3 esta proporción es de un

8 Existen diversos estudios sobre ineficiencia técnica para países en desarrollo y desarrollados (Wouters, 1993; McMurchy, 1996; Ersoy et al . 1997; Ferrier y Valdmanis, 1996; Hao y Pegles, 1994; Ozcan et al. 1996; Rosko y Chilingerian, 1999).

9 La ineficiencia se calcula como (1/eficiencia) –1.

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2 0 7

100%. Ahora bien, un 38% de los hospitales del nivel 3 presenta un índice

de eficiencia total de más de 0,6. Por otro lado, un 43,5% de los hospitales

en las otras tres categorías tiene el mismo índice.

6.3 Retornos a escala

La mayoría de los hospitales opera en re-

tornos de escala variables. Los retornos a escala decreciente predominan

en los hospitales tipo 1 y 2, mientras que retornos a escala crecientes pre-

valecen en los hospitales tipo 3 y 4. En la figura N° 1 se presenta la distri-

bución de los retornos a escala de los 4 tipos de hospitales.

Figura N° 1. Retornos a Escala por Tipo de Hospital

Nota: DRS: Retornos Decrecientes a Escala, IRS: Retornos Crecientes a Escala, CRS: Retornos Constantes a Escala.

Sobre el 25% de los hospitales tiene retor-

nos de escala decrecientes. Desde el punto de vista de los costos, esto im-

plica que este mismo porcentaje experimenta “deseconomías de escala”.

Solo un 16% de los hospitales opera a una escala óptima.

0%

80%

100%

20%

40%

60%

% H

osp

itale

s

1 2 3

Tipos

4

DRS IRS CRS

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2 0 8

6.4. Ahorro de insumos

Tipo 1

Si los hospitales relativamente ineficientes

operaran tan eficientemente como sus pares en la frontera, la reducción

promedio en los gastos sería de aproximadamente M$4.326.361. Esto es

equivalente a un total de M$34.610.891 que se podría llegar a ahorrar en

todos los hospitales ineficientes de este tipo por una sola vez. En forma

similar, el número de camas en los hospitales relativamente ineficientes

podría ser reducido en un promedio de 143. El número total óptimo de

camas para este tipo de hospitales debería ser de 400 camas, esto es

una reducción del 26,4% del promedio actual que alcanza las 543.

Tipo 2

Si los hospitales relativamente ineficien-

tes operaran tan eficientemente como sus pares en la frontera, la reduc-

ción promedio en los gastos sería de aproximadamente M$1.357.592.

Esto es equivalente a un total de M$13.575.918 que se podría llegar a

ahorrar en todos los hospitales ineficientes de este tipo por una sola

vez. En forma similar, el número de camas en los hospitales relativa-

mente ineficientes podría ser reducido en un promedio de 57. El número

total óptimo de camas para este tipo de hospitales sería de 153 camas,

una reducción del 27,0% del promedio actual que alcanza las 210.

Tipo 3

Si los hospitales relativamente ineficien-

tes operaran tan eficientemente como sus pares en la frontera, la re-

ducción promedio en los gastos sería de aproximadamente M$714.884.

Esto es equivalente a un total de M$5.719.070 que se podría llegar a

ahorrar en todos los hospitales ineficientes de este tipo por una sola

vez. En forma similar, el número de camas en los hospitales relativa-

mente ineficientes podría ser reducido en un promedio de 41. El número

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2 0 9

total óptimo de camas para este tipo de hospitales sería de 67 camas,

una reducción del 38% del promedio actual que alcanza las 108.

Tipo 4

Si los hospitales relativamente ineficien-

tes operaran tan eficientemente como sus pares en la frontera, la re-

ducción promedio en los gastos sería de aproximadamente M$425.879.

Esto es equivalente a un total de M$11.924.613 que se podría llegar a

ahorrar en todos los hospitales ineficientes de este tipo por una sola

vez. En forma similar, el número de camas en los hospitales relativa-

mente ineficientes podría ser reducido en un promedio de 27. El número

total óptimo de camas para este tipo de hospitales debería ser de 27 ca-

mas, una reducción del 50% del promedio actual que alcanza las 53.

Tabla N° 8. Ahorro de Insumos (en miles de US$ 2004)

Hospital Promedio Total

1 7.092 56.739

2 2.225 22.255

3 1.171 9.375

4 698 19.548

Total 11.188 107.918

6.5. Eficiencia técnica y número de camas

En relación al número de camas, la efi-

ciencia técnica total para los hospitales tipo 1 alcanza un máximo valor

promedio de 0,93, cuando el número de camas está entre 444 y 538.

Esto es, cuando la eficiencia de escala está en su parte creciente y la

eficiencia técnica pura decrece. La escala eficiente para este grupo de

hospitales se ubica entre 393 y 454 camas. La eficiencia técnica pura

disminuye hasta 393 camas, luego empieza a crecer hasta 444 camas y

luego declina progresivamente hasta 538 camas. Por lo tanto, los hos-

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2 1 0

pitales nivel 1 de menor (< a 393 camas) y mayor tamaño (> 538 camas)

presentan un alto nivel de eficiencia técnica pura en comparación con

los otros hospitales equivalentes que tienen más de 393 y menos de

538 camas. El aumento en la eficiencia técnica pura para un número de

camas superior a 538 se ve compensado por la caída de la eficiencia de

escala. Luego, la eficiencia técnica total decrece cuando los retornos

crecientes a escala en hospitales de menor tamaño desaparecen. De 5

hospitales en nivel 1 que tienen un número de camas inferior a 538, solo

2 tienen retornos constantes a escala.

Los hospitales nivel 2 tienen en promedio

283 camas, con una eficiencia técnica de 69%. Con un número de ca-

mas entre 120 y 200, su eficiencia es de un 70%; con un número entre

200 y 280, su eficiencia cambia a 66%; y finalmente entre 280 y 340 su

eficiencia alcanza 71%. Por lo tanto, la escala de eficiencia en este gru-

po de hospitales estaría con un número de camas entre 280 y 340.

6.6. Eficiencia técnica y estadía promedio

Para el caso de los hospitales tipo 1, su

eficiencia técnica parece aumentar cuando el promedio de días de esta-

da se encuentra entre 5,35 y 5,72 días. En el caso de los hospitales tipo

2, la eficiencia técnica aumenta considerablemente cuando el promedio

de días de estada es superior a 3,1 días. En este punto es donde logra

su mayor nivel de eficiencia. Para el caso de los hospitales tipo 3, esta

variable parece no tener mayor influencia en la eficiencia técnica; pero

los hospitales tipo 4 parecen ser muy sensibles a esta variable.

6.7. Análisis econométrico de los determinantes de la ineficiencia

Algunos estudios han demostrado que fac-

tores institucionales dentro del sistema de gestión de los establecimientos,

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2 1 1

así como factores exógenos a estos, afectan su eficiencia (Ferrier and Vald-

manis, 1996; Valdmanis, 1992; Ozkan and Luke, 1993; Rosko et al. 1995).

La evidencia empírica muestra que algunos de los factores que determinan

la eficiencia de los hospitales son: propiedad (con v/s sin fines de lucro),

ubicación (urbano/rural), con o sin docencia, mecanismos de pago, nivel

de ocupación, calidad de la atención, etc.

Los valores de eficiencia de los hospitales

se evalúan utilizando un modelo tobit que nos permita identificar los facto-

res que influyen en la ineficiencia. Para simplificar las estimaciones com-

putacionales, se utiliza una variable dependiente truncada en cero (Greene,

1993). Para este fin, los valores de eficiencia DEA se transforman en valo-

res de ineficiencia, utilizando la siguiente fórmula:

INEF = (1/Indice Eficiencia) -1

El modelo tiene la siguiente forma:

yi* = ixi + ui

yi* = yi* si yi* > 0

yi* = 0 si yi* 0

donde ui N(0, 2)

yi es el valor de ineficiencia observado

i es el vector kx1de parámetros desconocidos

xi es el vector kx1 de variables explicativas

Debido a restricciones de datos, algunas

variables de los hospitales y de su ámbito de funcionamiento fueron omiti-

dos. Es por esto que el modelo tiene la siguiente forma:

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2 1 2

INEF = 0 + 1 IPDAYS + 2 NIP + 3 RM + 4 G

donde: INEF Valor de ineficienciaIPDAYS Número de días de estadaNIP EgresosRM Dummy Región Metropolitana (RM=1, Regio-

nes=0)G Dummy Tipo de Gestión (Autónomo=1, Centra-

lizado=0)

Tabla N° 9. Resultados de la Estimación Modelo TobitVariable Coeficiente t

Constante 1.2138 8.63IPDAYS

NIP-0.0171-0.0264

-6.55-3.78

RM -0.3991 -4.85G -0.4201 -5.16

2(3) 42.96

El coeficiente de los egresos tiene un signo

negativo y es estadísticamente significativo, consistente con lo que se es-

peraba; es decir, a mayor número de egresos, mayor el nivel de eficiencia.

La ubicación del hospital (Región Metropolitana o regiones) y el tipo de

gestión (auto gestionado en red o centralizado) tiene un impacto positivo

en el nivel de eficiencia relativa y son estadísticamente significativos.

VII. RESUMEN Y CONCLUSIONES

En este documento se analiza la eficiencia

técnica a través del Análisis Envolvente de Datos (DEA). Los resultados

aquí mostrados corresponden únicamente a 54 hospitales públicos consi-

derados en la evaluación.

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Este estudio muestra evidencia empírica

preliminar sobre el desempeño de los hospitales públicos en Chile. Los

resultados sugieren que varios hospitales operan a un nivel de eficiencia

técnica pura y de escala muy por debajo de la frontera de mejor práctica

que se obtiene a partir de los hospitales relativamente más eficientes. En

efecto, solo un 16% de los hospitales opera eficientemente en compara-

ción a sus pares.

Se debe tener en cuenta que esta metodo-

logía no es una medida de eficiencia absoluta y que la variable de eficiencia

solo refleja el desempeño y tecnología de producción del grupo. Es proba-

ble que si la muestra de hospitales aumenta, el número de establecimien-

tos ineficientes también lo haga.

En promedio, los hospitales consumen en-

tre un 30,3% y 94,3% más recursos de lo que es requerido para su nivel de

actividad. Este resultado es consistente con el diagnóstico compartido por

expertos en el sentido de que los hospitales públicos operan a niveles de

eficiencia técnica y asignativa que no son aceptables y que existen impor-

tantes problemas de gestión.

Este estudio utiliza medidas comparables

de insumos y productos, y los datos utilizados se obtuvieron de los anua-

rios estadísticos de cada servicio de salud y de sus respectivos departa-

mentos de finanzas, y corresponden al periodo 1999-2002. Es importante

consignar que el país aún carece de un sistema centralizado de información

hospitalaria confiable y actualizada que permita contar con la información

requerida para extender análisis de este tipo a la totalidad de hospitales

del país.

Los problemas de las estimaciones de DEA

están usualmente relacionados con la existencia de variables de insumo o

producto omitidas en la estimación y la carencia de indicadores estadís-

ticos para medir el término de error como lo hacen las regresiones. Este

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capítulo enfrenta esta problemática mediante el desarrollo de dos etapas:

en una primera se calculan los índices de eficiencia con la metodología

DEA, utilizando únicamente variables de insumo y producto. En la segunda

etapa se define un modelo que incluye ambos tipos de variables para esti-

mar los efectos de la eficiencia.

No obstante lo anterior esta investigación

puede ser extendida en al menos cuatro áreas. Primero, mejorar las fuentes

de información hospitalaria existentes en el Ministerio de Salud, dado que

no existe información de todas las variables requeridas para un análisis de

eficiencia y difícilmente logra completarse una serie de tiempo.

Segundo, mejorar las variables de insumo

y producto, en particular esta última, de tal forma que se puedan medir

aspectos de la calidad y niveles de ocupación de eficiencia en los hospita-

les, entre otros. Esto es relevante si se tiene en cuenta que las medidas de

eficiencia DEA ignoran que cada observación está sujeta a fluctuaciones

en el tiempo y además pueden estar sesgadas por problemas de medición

en el conjunto de insumos y productos.

Tercero, evaluar la influencia de la estruc-

tura de mercado en el nivel de eficiencia de cada hospital. La evidencia

indica que la presencia de competidores mejora la eficiencia, aspecto

que debe ser evaluado en su justa proporción al momento de conformar-

se las redes de prestadores de servicios de salud, ya que podría tener

un doble impacto: mejorar la eficiencia con un mayor número de com-

petidores, aunque si llega a suceder que con la conformación de redes

de prestadores se reduce el incentivo para competir, esto se podría ver

reflejado inmediatamente en términos de eficiencia e incluso de calidad

de los servicios de salud.

Cuarto, estimar el impacto negativo de los

actuales mecanismos de pago (basados principalmente en presupuestos

históricos) sobre la eficiencia hospitalaria: este resultado bien podría ser un

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argumento a favor del cambio de subsidios de oferta a demanda. En este

caso, es importante destacar que de acuerdo a la evidencia, la eficiencia

no se relaciona con la naturaleza jurídica de la institución, es decir, no hay

evidencia de que una institución de salud pública sea más ineficiente que

una institución privada; no obstante, la eficiencia sí se relaciona con el

monto de transferencias que reciben las instituciones. El tamaño de la ins-

titución resulta ser otro aspecto directamente relacionado con la eficiencia

a escala. Por último, aunque este capítulo se centra en la medición de

eficiencia hospitalaria, debido a la inexistencia de información, no tuvo en

cuenta aspectos como la calidad de la atención que reciben los pacientes

o la cantidad de servicios que se les presta en las instituciones, aspectos

que son clave en la definición de eficiencia.

Cabe destacar el efecto positivo en el ni-

vel de eficiencia de factores institucionales, tales como el tipo de gestión

(auto gestionado en red o centralizado). En este sentido, se podría avan-

zar hacia una mayor eficiencia, modificando el gobierno corporativo de

los hospitales públicos, de tal manera de que funcionen como empresas

autónomas del Estado o sociedades anónimas hospitalarias. Asimismo,

se podrían diseñar e implementar mecanismos más flexibles para generar

nuevas fuentes de financiamiento de las inversiones y mecanismos de

gestión, dentro del esquema de asociación pública-privada, tales como

las concesiones hospitalarias.

Para transformar a los hospitales públicos

en sociedades anónimas hospitalarias es preciso establecer formalmente

un dueño que controla la gestión mediante un directorio con transparen-

cia en su elección y accionar. Los usuarios debieran estar representados,

abrir la posibilidad de alianzas público privadas en la propiedad de hos-

pitales públicos y la posibilidad que entidades privadas regionales entren

en la propiedad.

Asimismo, se debieran establecer alianzas

estratégicas con el sector privado para enfrentar el problema del déficit de

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inversiones y gestión. Para ello, es posible externalizar servicios, donde el

hospital pase a ser un articulador de contratos y centrado en su negocio

esencial. Asimismo, se establecerán concesiones a privados de servicios

intensivos en capital y tecnología o concesiones de sectores de los hospi-

tales (ej. pabellones, pensionados, farmacia) o concesiones de hospitales

completos a privados.

VIII. ANEXO

Tabla N° 10. Muestra de Hospitales PúblicosTipo 1Hospital Dr. Ernesto TorresHospital Carlos Van BurenHospital Del SalvadorHospital San J. de Dios (Curicó)Hospital Dr. C. Garabagno (Talca)Hospital Guillermo G. BenaventeHospital Las HiguerasHospital Regional de Temuco

Tipo 2Hospital Regional de CopiapóHospital de ValparaísoHospital Claudio VicuñaHospital Dr. Luis Calvo MackennaHospital Nacional del TóraxHospital Neurocirugía Dr. AsenjoHospital Base C. Ibáñez (Linares)Hospital San José (Coronel)Hospital LotaHospital Tomé

Tipo 3Hospital N. Naranjo (Vallenar)Hospital ConstituciónHospital San José (Parral)Hospital San Juan (Cauquenes)Hospital TraumatológicoHospital CuranilahueHospital Nueva ImperialHospital Villarrica

Tipo 4Hospital J. Méndez (Chañaral)Hospital F. Vargas (D. Almagro)Hospital M. Magalhaes (Huasco)Hospital Sn José de CasablancaHospital San Juan de Dios (Teno)Hospital MolinaHospital HualañéHospital LicanténHospital CureptoHospital Dr. A. Lagos (San Javier)Hospital B. Pedreros (Chanco)Hospital C. Avello (Santa Juana)Hospital FloridaHospital LebuHospital R. Figueroa (Cañete)Hospital ContulmoHospital San Vicente (Arauco)Hospital Lirquén (Penco)Hospital Dr. A. Godoy (Lautaro)Hospital GalvarinoHospital VilcúnHospital Dr. E. González (Cunco)Hospital CarahueHospital Dr. Hillerns (P. Saavedra)Hospital PitrufquénHospital TolténHospital GorbeaHospital Loncoche

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2 2 3

VI

ATENCIÓN PRIMARIA: FACTOR CLAVE DEL PROCESO DE

REFORMA AL SISTEMA DE SALUD*

Álvaro Téllez T.**

* Este capítulo fue publicado en Serie Temas Agenda Pública. Pontificia Universidad Católica de Chile Año 1, No.2, agosto 2006.

** Médico Pediatra, Pontificia Universidad Católica de Chile. Magister en Salud Pública, mención en Salud Materno-infantil, Universidad de Chile. Profesor Adjunto, Sub Jefe Departamento de Pediatría, Jefe Programa, Centros de Salud Familiar UC. Programa de Formación en Pediatría General y Ambulatoria.

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I. INTRODUCCIÓN

Los países que tienen una atención primaria

fuerte en general exhiben una mejor situación de salud y un menor gasto en

este rubro (1). Chile puede ser considerado uno de los países en que esta con-

clusión se confirma; sin embargo, su atención primaria vive la paradoja de que

a pesar de ser considerada como un ámbito fundamental dentro del sistema

de atención, es donde se destinan proporcionalmente menos recursos1.

Es innegable que muchos de los logros de

la salud pública chilena se pueden explicar por el aporte de su atención

primaria, que ha actuado sobre la base de equipos de salud multi profe-

sionales, cercanos a la comunidad y presentes a lo largo y ancho del país.

Estas condiciones han permitido aplicar en forma sistemática y universal

programas y protocolos de intervención diseñados por la autoridad central,

que han logrado impactar en los problemas de salud de la población. Sin

embargo, es necesario advertir que este éxito se ha logrado al enfrentar

un perfil de problemas vulnerables a intervenciones específicas y simples,

como vacunas, lavado de manos, desinfección de agua y alimentos, admi-

nistración de medicamentos, entre otras.

En concordancia con lo descrito en el pá-

rrafo anterior, se ha consolidado el concepto de que la atención primaria

es el primer nivel atención, caracterizado como el ámbito de mínima com-

plejidad y máxima cobertura.

Sin embargo, durante los últimos quince

años la atención primaria ha asumido programas más complejos, carac-

terizados por la protocolización de intervenciones secuenciales, según cri-

1 El año 2003 la atención primaria recibió el 13% del gasto público en salud mientras realizaba el 72% de las atenciones médicas del sistema público (Boletín Estadístico FONASA 2002 – 2003). Asimismo, durante el 2º semestre del 2005, la atención primaria atendió 1.299.106 pacientes AUGE, mientras que la atención de especialidades atendió 78.008 (Balance Año 2005. MINSAL).

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terios de riesgo. Un buen ejemplo de estos es el Programa Infecciones

Respiratorias Agudas (IRA), que ha permitido reducir en forma significativa

la mortalidad específica por estas enfermedades en el menor de un año (2).

Cabe advertir eso sí, que esta sigue siendo una intervención predominan-

temente biomédica, donde la aplicación guiada de tratamientos específi-

cos es suficiente para lograr efectividad.

Por otra parte, sería injusto atribuir los lo-

gros en salud exclusivamente al sistema de atención y específicamente a la

atención primaria, pues hay otros factores que sin duda han influido. Desde

ya el desarrollo global del país, la reducción de la pobreza y la mejoría en las

condiciones de vida. Otro factor destacable ha sido el papel jugado por la

población, que ha desarrollado una elevada cultura sanitaria, expresada en

un alto grado de valoración y adherencia a los programas preventivos (vacu-

naciones, controles de salud) y en un buen nivel de confianza y receptividad

frente al sistema de atención. Hoy la población, en general, es educada en

salud y progresivamente tiende a ser más exigente frente a la respuesta que

obtiene a sus demandas de atención, especialmente de carácter médico.

Sería cómodo pensar que a partir de estos

antecedentes el país está preparado para enfrentar los nuevos desafíos en

salud, basando parte de sus estrategias en esta atención primaria, a la que

solo resta fortalecer. Sin embargo, desgraciadamente esto no es así. El pa-

norama sanitario que enfrentamos es mucho más complejo e inevitablemen-

te requerirá de profundos cambios en el sistema de salud y específicamente

en el modelo de atención. Cambios que afectan a la atención primaria y a la

red asistencial donde esta se inserta. En adelante se intentará justificar esta

afirmación y proyectar algunas líneas de acción sobre esta materia.

Específicamente este capítulo abordará

los siguientes objetivos:

Describir los desafíos que la reforma al sistema de salud

plantea a la atención primaria.

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2 2 6

Analizar las propuestas políticas vigentes y, específicamente,

el cambio en el modelo de atención.

Analizar las condiciones actuales de la atención primaria y sus

limitaciones más importantes.

Proponer algunas estrategias para lograr los cambios necesarios.

II. EL ESCENARIO QUE ENFRENTA LA ATENCIÓN PRIMARIA

Mucho se ha escrito sobre el nuevo perfil

epidemiológico que el país deberá enfrentar en el mediano plazo, pero es

inevitable insistir en ello, para entender el tipo de cambios que se requiere

introducir en nuestro sistema de atención de salud.

El Ministerio de Salud ha realizado, duran-

te los últimos años, un profundo análisis de la situación epidemiológica

y sobre este ha definido las prioridades que el sistema de salud debería

asumir en el contexto de la reforma. Confluyen en este análisis el cambio

demográfico de la población, los estilos de vida y los factores de riesgo

asociados, el actual perfil de daños y la prevalencia de sus factores con-

dicionantes en las diferentes generaciones. Las conclusiones son preocu-

pantes, pues reflejan un perfil de problemas muy amplio y complejo, que

está bien sistematizado en el documento “Objetivos Sanitarios para Chile

2000 – 2010” (3). Los objetivos planteados allí son los siguientes.

2.1. Mejorar los logros alcanzados

Es evidente el progreso que el país ha lo-

grado en las condiciones de salud de su población, especialmente en lo

que se refiere a disminución de la mortalidad infantil y materna y al control

de las enfermedades prevenibles por vacunas. Los objetivos en esta área

son continuar mejorando las tasas de mortalidad, avanzar hacia la elimina-

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ción de algunas enfermedades infecciosas como la tuberculosis, mantener

y expandir el plan de inmunizaciones. Esto requiere un esfuerzo por me-

jorar aún más algunas coberturas, mantener las estrategias exitosas en el

control de infecciones transmisibles, incluidas las emergentes, y garantizar

el cumplimiento de las funciones esenciales de salud pública.

2.2 Enfrentar los desafíos derivados del envejecimiento de la población y de los

cambios de la sociedad

Diversos factores determinan una situación

epidemiológica distinta a la de 50 años atrás: la transición demográfica, el

desarrollo tecnológico, la globalización de las comunicaciones y el comer-

cio, mayor movilidad de las personas y los cambios en los estilos de vida.

La situación emergente se caracteriza por: aumento de las enfermedades

crónicas, la aparición de enfermedades nuevas y la reaparición de otras

que se creían controladas.

Las metas relacionadas con este objetivo son

exigentes; a modo de ejemplo se transcriben los enunciados de algunas:

reducir el consumo de tabaco

reducir la prevalencia de obesidad

reducir la prevalencia de sedentarismo

retraso de la edad de inicio de la actividad sexual

reducir la recurrencia de episodios depresivos

reducir la prevalencia del beber problema

reducir tasa de transmisión del VIH-SIDA

aumento de la proporción de pacientes con cáncer que fallece

en el hogar con cuidados paliativos.

Especial preocupación merecen las en-

fermedades cardiovasculares, pues según la Encuesta Nacional de Salud

2003 (4), más de la mitad de la población adulta chilena tiene un riesgo

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cardiovascular alto. Este está determinado por la portación de factores

de riesgo en porcentajes muy elevados: hipertensión arterial, 33,7%; so-

brepeso y obesidad, 61,3%; tabaquismo, 42%; y sedentarismo, 89,4%.

La encuesta demuestra además, que el 49 % de la población presenta al

menos 2 factores de riesgo y que en el caso de los hipertensos, solo el

54% está en tratamiento y menos del 20% mantiene controlada su presión

arterial. Este bajo nivel de compensación también se observa en personas

que padecen otras enfermedades crónicas, como la diabetes.

2.3. Disminuir las desigualdades en salud

Existen en el país grandes diferencias en la

situación de salud, tanto por estratos socioeconómicos, por género y zona

geográfica. Al respecto, la misma Encuesta Nacional de Salud 2003 (4)

entregó información que permite concluir que los pobres no solo presentan

peores indicadores de daño en salud, sino también que la brecha existente

va a aumentar en el futuro, dado que ellos también concentran más facto-

res de riesgo. Las metas en este objetivo están concentradas en reducir las

brechas existentes en mortalidad infantil, esperanza de vida y años de vida

potencialmente perdidos.

2.4. Proveer servicios acordes a las expectativas de la población

Diversos estudios muestran sistemática-

mente que la población está disconforme con los servicios que reciben

y que se sienten desprotegidos frente a eventuales necesidades de salud.

Esta disconformidad es especialmente importante en los sectores más po-

bres de la población, quienes, además de poseer un mayor riesgo, perciben

discriminación y mala calidad de atención en los centros de salud (5).

Este objetivo plantea desafíos relaciona-

dos con la mejoría de la calidad técnica de la atención de salud y con la

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satisfacción de las expectativas legítimas de las comunidades. Específica-

mente el documento (3) define metas en tres ámbitos: acceso equitativo a

la atención, mejoría en aspectos no médicos (dignidad, autonomía, confi-

dencialidad, oportunidad, etc.) y mejoría en aspectos técnicos.

Esta mirada global a los desafíos de sa-

lud del país permite extraer algunas conclusiones que deben conside-

rarse al momento de plantear las políticas y estrategias de interven-

ción correspondientes:

Es necesario conservar muchas de las actuales prácticas

e incluso algunas deben ser fortalecidas o ampliadas. Sin

embargo, simultáneamente hay que desarrollar nuevas

estrategias de intervención que sean apropiadas para enfrentar

los problemas emergentes de salud.

El cumplimiento de la mayoría de las metas planteadas

requiere acciones de promoción y prevención de carácter

personal, familiar y comunitario. El abordaje curativo resulta

insuficiente e ineficiente para esto.

Una buena parte del desarrollo sanitario que exhibe el país es

atribuible a la atención primaria y al parecer en el futuro, este

desarrollo seguirá dependiendo de esta.

III. LA RESPUESTA POLÍTICA FRENTE AL DESAFÍO SANITARIO

El diagnóstico, priorización de problemas y

definición de objetivos sanitarios constituyen la base del proceso de reforma al

sistema de salud iniciado a comienzos de la década del 2000. El discurso polí-

tico que justifica y propone las principales leyes de la reforma es consistente y

atingente con el nuevo escenario sanitario. Reconoce que “el nuevo perfil epi-

demiológico exige transformaciones y adaptaciones al actual modelo de aten-

ción, cuyo diseño fue concebido para una época con otras necesidades”(6). El

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mismo discurso plantea las carencias y limitaciones del actual sistema:

Es básicamente curativo, lo que significa insuficiencia para

enfrentar los nuevos desafíos;

El nivel primario de atención posee una baja capacidad para

resolver los problemas emergentes; y

El sistema de salud está fragmentado y existe insuficiente

coordinación entre sus niveles de atención.

En consecuencia con el diagnóstico rea-

lizado, la autoridad ha planteado, más allá de los proyectos de leyes

específicos, tres transformaciones fundamentales al sistema de salud

(6, 7):

Cambio en el modelo de atención1.

Fortalecimiento de la atención primaria2.

Integración del sistema en torno a redes asistenciales.3.

Asimismo se espera que la reforma pro-

duzca un cambio cultural en la población y en las personas que reciben

atención de salud, con el fin de hacerlas más responsables del cuidado

del medio ambiente y de la promoción de hábitos y estilos de vida salu-

dables. Este cambio cultural también debería afectar a los equipos que

prestan la atención, quienes deben hacerse partícipes del nuevo mode-

lo de atención, muy diferente del cual han estado ejerciendo (8).

Este conjunto de ideas y propuestas ha

sido recogido en proyectos de ley que pretenden hacerlo operativo. No

está dentro del propósito de este artículo detallar estos proyectos; sin

embargo, cabe mencionar algunos de sus componentes, especialmente

aquellos que afectan a la atención primaria.

La nueva organización institucional defini-

da por la ley de Autoridad Sanitaria establece que esta actúa descentrali-

zadamente a través de las Secretarías Regionales Ministeriales, las que de-

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2 3 1

ben adaptar las políticas nacionales a las diferentes realidades locales. En

materia de gestión sanitaria se plantean múltiples objetivos entre los que

destacan: aumentar la eficiencia y efectividad en el uso de los recursos,

establecer el nuevo modelo de atención centrado en la atención primaria y

fortalecer las redes asistenciales. En este rediseño, los Servicios de Salud

deben lograr la cooperación de los establecimientos de la red asistencial

para la consecución de los objetivos de salud de la población (7).

El Plan de Acceso Universal con Garan-

tías Explícitas (AUGE)2 ha sido la transformación más destacada del

proceso de reforma y de hecho ha sido denominada como el “eje de la

reforma”. Este plan es el instrumento que traduce los objetivos sanita-

rios en metas públicas y universales, estableciendo garantías de acce-

so, calidad, oportunidad y protección financiera frente a un conjunto de

prioridades sanitarias (9).

A modo de resumen, se puede plantear

que la reforma al sistema de salud, es una propuesta política profunda dise-

ñada para enfrentar los desafíos sanitarios del país. Con relación a la aten-

ción primaria, insiste en su importancia y le atribuye una alta responsabilidad

en los cambios del modelo de atención y en la implementación de estrate-

gias destinadas a enfrentar muchos de los problemas de salud priorizados.

IV. VISIÓN CRÍTICA DE LA ATENCIÓN PRIMARIA DE HOY

Durante los últimos años se ha más que

duplicado el presupuesto de atención primaria (figura N° 1), lo que ha ido

de la mano de un aumento en la infraestructura y de la incorporación de

nuevos programas tendientes a ampliar su oferta asistencial.

2 Actualmente se le denomina plan de Garantías Explícitas en Salud (GES).

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Figura N° 1. Evolución del Presupuesto en Atención Primaria Municipalizada, Años 2000-2006 en MM$

Fuente: MINSAL.

Sin embargo, todo apunta a que los de-

safíos impuestos por la reforma exigirán un esfuerzo mayor por parte de

la atención primaria. Concretamente, estos desafíos pueden resumirse

en torno a los siguientes objetivos:

Mejorar en el grado de satisfacción de los usuarios con

la atención.

Aumentar la capacidad resolutiva frente a la demanda de

atención médica; en otras palabras, disminuir la frecuencia

de derivaciones y lograr mejores resultados en los

indicadores de salud relacionados.

Detectar precozmente y evitar el progreso de enfermedades

crónicas, lo que significa influir efectivamente en los

cambios de conductas de los afectados y en la adherencia

a los tratamientos.

Promover estilos de vida saludables en la población que

permitan evitar la aparición de factores de riesgo.

Detectar y atender los problemas psicosociales emergentes:

violencia intrafamiliar, adicciones, disfunciones familiares,

entre otras.

Prevenir y tratar los problemas de salud mental más frecuentes.

0

200.000

250.000

300.000

50.000

100.000

150.000

2000

118.377

2001

143.391

2002

159.125

2003

186.706

2004

213.600

2005

246.558

2006

283.052

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2 3 3

Mantener y ampliar los programas tradicionales.

Realizar una gestión eficiente.

La calidad y cantidad de recursos que

hoy tiene la atención primaria no son suficientes para alcanzar estos ob-

jetivos. Al respecto se pueden identificar algunas carencias o brechas

que limitarán su consecución, las se describen a continuación.

4.1. Aplicación del modelo de salud familiar

El nuevo modelo de atención, actualmente

denominado “Modelo de Atención con Enfoque Familiar en la Atención Pri-

maria de Salud” (10), comenzó a aplicarse en forma sistemática a partir de

la creación de los Centros de Salud Familiares (CESFAM), el año 1997. Este

modelo propone una atención centrada en las personas y familias y la apli-

cación de un enfoque bio-psicosocial en reemplazo del tradicional enfoque

biomédico. Además propone la constitución de equipos de salud de cabe-

cera que ofrezcan una atención personalizada y continuada, con énfasis en

aspectos preventivos y con una fuerte participación de la comunidad.

Progresivamente, la autoridad ha ido exi-

giendo y controlando la ejecución de los servicios ligados específica-

mente con este modelo, como la consejería familiar, la visita domiciliaria

integral, así como las actividades y programas asociados con la mayor

capacidad resolutiva que se espera de los CESFAM.

Sin embargo, el nuevo modelo de atención

exige un cambio más profundo, que afecta especialmente la relación entre

el equipo de salud y la población. Se trata de establecer una relación es-

table, que favorezca el conocimiento y confianza mutua; una relación más

horizontal, que incentive a las personas, familias y comunidades a adquirir

mejores competencias y a hacerse más responsables de su cuidado.

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2 3 4

Los equipos de salud primarios han es-

tado sometidos a crecientes demandas y responsabilidades, muchas

de las cuales no están asociadas a la implementación del modelo de

salud familiar, sino más bien, a mejorar las coberturas y el acceso a ac-

tividades tradicionales. En este panorama, la implementación del nuevo

modelo es una tarea más, que debe coexistir con un amplio espectro de

exigencias. En esta competencia por el qué hacer, tiende a postergarse

el nuevo modelo, pues como cualquier cambio, está sujeto a resisten-

cias y, además, aún no está asociado a indicadores de evaluación que

incentiven su desarrollo.

A pesar de lo anterior, los CESFAM están

intentando desarrollar el modelo y, específicamente, el trabajo con fami-

lias. Este esfuerzo, que ha sido heterogéneo y poco sistemático, pone

en relieve la necesidad de una serie de definiciones que hoy no están

claras, como por ejemplo: ¿cómo y con qué fin se evaluarán las fami-

lias?, ¿qué intervenciones debe realizar el equipo de salud familiar?,

¿hasta dónde debe llegar la intervención en familias y cuáles son las

redes de derivación?, ¿con qué indicadores se evaluará este trabajo?

En términos más globales, ¿qué significa que las familias sean objeto de

atención y cómo esto se compatibiliza con la mayoría de las actividades

cuyo foco seguirá siendo individual? Mientras existan estas dudas, ha-

brá espacio para experimentar, justificar e inventar muchos modelos de

intervención con apellido familiar, lo cual en esta primera etapa puede

ser bueno, pero sin duda requiere de un límite y de una planificación.

De lo contrario, se corre el riego de desperfilar el nuevo modelo, hacerlo

poco eficiente y lo que es peor, perder su potencialidad para impactar

frente al nuevo perfil epidemiológico.

4.2. Vacíos de cobertura

Al principio de este artículo se valoró la

atención primaria por, entre otras características, haber logrado amplias

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2 3 5

coberturas para ejecutar programas de salud en la población. Hoy esto, en

general, puede seguir afirmándose; sin embargo, es evidente que se han

ido generando vacíos, los que pueden explicarse por varios motivos: el más

directo y simple es que ha habido un mayor crecimiento de la población

que de la infraestructura de atención durante las últimas décadas. Este fe-

nómeno es especialmente notorio en algunas comunas urbanas en las que

se han construido grandes complejos habitacionales destinados a comu-

nidades pobres, los que en general se ubican en la periferia de las grandes

ciudades. Cuando estos proyectos habitacionales no contemplan servicios

de salud, naturalmente se generan vacíos de cobertura. Al respecto cabe

agregar que existe una relación entre daño psicosocial, pobreza y margi-

nación geográfica, que favorece la perpetuación de estas condiciones de

riesgo, haciendo más patente la ausencia de centros de salud (11).

Una segunda explicación, percibida es-

pecialmente por los equipos de salud, está relacionada con la intro-

ducción del modelo de salud familiar, que ha generado la necesidad de

establecer relaciones más cercanas y personalizadas entre los equipos

de salud y su población. En otras palabras, se requiere que los equipos

de cabecera tengan a su cargo una población más pequeña, lo que

naturalmente significa sectorizar los centros y establecer así un nuevo

estándar de cobertura.

Los últimos dos gobiernos han esta-

do conscientes de este problema y han planteado metas ambiciosas

de crecimiento en el número de centros de salud. Hoy el énfasis está

puesto en la construcción de Centros Comunitarios de Salud Familiar,

diseñados para atender a 5.000 personas en zonas con dificultades de

acceso a la atención. Si estos centros logran ofrecer un modelo de aten-

ción integral y no solo resolver parte de las brechas de demanda de

morbilidad, pueden ser un aporte a los vacíos de cobertura, especial-

mente si son bien ubicados geográficamente.

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2 3 6

Sin embargo, es evidente que para resol-

ver los problemas de cobertura se requiere de muchos nuevos estable-

cimientos de salud a lo largo del país. Así lo reconoce el programa del

actual gobierno, el que al respecto plantea las siguientes metas3:

Instalar equipos de salud de cabecera para todas las

familias de cada consultorio y hospital tipo 4 al 2010.

Generar un plan de infraestructura que permita completar la

dotación de centros de salud familiar, centros comunitarios

y postas rurales al 2010. Esto significa construir 50 centros

de salud y 100 centros comunitarios de salud familiar.

Si estas metas se cumplen, el país habrá

dado un gran paso en adecuar su infraestructura de salud, a las nuevas

necesidades de atención.

4.3. El equipo de salud de la atención primaria

El cumplimiento de las metas de infraes-

tructura trae consigo la necesidad de dotar a los nuevos establecimientos,

así como a los actuales, con un número de profesionales suficiente para

absorber las tareas asistenciales en condiciones apropiadas. Para esta-

blecer la brecha de recursos humanos de la atención primaria que resulta

de este plan, se requiere conocer cuál es el estándar deseado y cuál es la

dotación actual para cada disciplina profesional.

Una estimación de las brechas de los dis-

tintos profesionales de la atención primaria, construida el año 2002 sobre

la base de información del Ministerio de Salud, muestra porcentajes de

déficit que fluctúan entre 37,8 % (matronas) y 77,7% (psicólogos) (12).

3 “Desarrollo de la Atención Primaria. Desafíos 2006-2010”. Exposición realizada por el Subsecretario de Redes Asistenciales, Dr. Ricardo Fábrega, en la Universidad Católica, el 30 de mayo del 2006.

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2 3 7

En el caso de los médicos, la brecha se

puede estimar sobre algunas cifras más recientes. En el contexto de la

reforma, el Departamento de Atención Primaria del Ministerio de Salud

definió el año 2003, la meta de 1 médico por cada 3.333 personas4. Si se

considera que el año 2006 hay 9.759.327 inscritos en la atención primaria

municipal5, significa que se requieren alrededor de 2.900 médicos en aten-

ción primaria. Hoy habría 1.5766 médicos trabajando en las municipalida-

des, lo que da una tasa de 1 cada 6.100 inscritos y una carencia de 1.324

de estos profesionales.

Por otra parte, no se ha definido claramen-

te cuál debe ser el perfil del médico de atención primaria y por lo tanto,

aún prevalece la imagen de un médico no especialista que está allí, ya sea

porque no ha tenido acceso a otro ámbito laboral mejor, porque está de-

trás de un puntaje que le permita optar a un programa de especialización

o, porque la atención primaria le ofrece un medio laboral seguro. Frente

a esta imagen surgen dos preguntas fundamentales: ¿es necesario que

existan médicos especialistas en atención primaria? Y si la respuesta es

positiva, ¿qué tipo de especialista debe ser?

Existe un esbozo de respuesta a estas

preguntas, en la condición impuesta por el Ministerio de Salud, que es-

tablece que para que un centro de salud sea reconocido como Centro de

Salud Familiar, debe contar con médicos familiares. Posteriormente, esto

fue confirmado en la 2ª Cumbre Iberoamericana de Medicina Familiar, en la

que el Ministerio de Salud suscribió el “Compromiso de Santiago de Chile”

que afirma que el médico familiar es el actor más apropiado para realizar

las intervenciones médicas en atención primaria (13). Esto, sin embargo,

4 Exposición “Modelo de Atención Primaria y Perspectivas MINSAL – Chile”. Dr. Rodrigo Soto. Depto. Atención Primaria. División de Gestión de Red de servicios. MINSAL. 14 de mayo 2003.

5 Fuente: Subsecretaría de Redes Asistenciales. MINSAL.

6 Presentación sobre “Migración de Recursos Humanos en Chile”. Rodrigo Lavanderos, División de Gestión y Desarrollo de las Personas del MINSAL. Enero 2006.

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no ha sido confirmado como el estándar universal, probablemente porque

significaría reconocer una carencia de médicos familiares difícil de corregir

en pocos años7.

Mientras no se resuelvan estos vacíos en

la política respectiva, en la atención primaria seguirán trabajando mayori-

tariamente médicos que no están formados apropiadamente para las exi-

gencias que allí encuentran.

Por otra parte y como fue planteado an-

teriormente, una de las fortalezas de la atención primaria chilena es que

cuenta con equipos multi profesionales. Sin embargo, la mayor parte de

estos equipos han sido formados y han desarrollado su experiencia laboral

bajo el modelo biomédico. Es razonable pensar que a medida que la apli-

cación del modelo familiar progrese, los equipos irán exhibiendo vacíos

en las nuevas competencias que el modelo requiere. Previendo esto, el

Ministerio de Salud ha comenzado hace varios años a ofrecer un programa

de formación en el nuevo modelo de atención que considera Diplomados

en Atención Primaria y Salud Familiar, pasantías nacionales y cursos de

capacitación (14). Otra iniciativa importante en este aspecto ha sido el de-

sarrollo de un diplomado semi presencial destinado a mejorar la capacidad

resolutiva de los médicos en las patologías AUGE, ofrecido por el Consor-

cio de Centros y Departamentos de Salud Familiar de las Facultades de

Medicina, con el apoyo del Ministerio de Salud. Sin embargo, si las nuevas

generaciones de profesionales siguen egresando de las universidades con

una formación tradicional, no adaptada a las nuevas necesidades de aten-

ción, estos esfuerzos posteriores serán insuficientes.

7 Si se aplicara el criterio de que la mitad de los médicos en atención primaria fueran médicos familiares, se necesitaría incorporar por lo menos 1.000 de estos especialistas. Actualmente están egresando menos de 50 médicos familiares por año de las universidades chilenas.

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2 3 9

4.4. Integración de las redes asistenciales

El cambio desde un sistema de salud jerár-

quico y centrado en los hospitales hacia otro organizado por redes de aten-

ción es probablemente tanto o más complejo que el cambio en el modelo

de atención, y sin duda muy importante.

La concepción de red inhabilita el con-

cepto de nivel de atención y con mayor razón el centralismo de algu-

no de sus componentes. La red asistencial, por el contrario, es solidaria

en torno a una responsabilidad compartida, cual es responder en forma

efectiva a las necesidades de atención de la población a la que sirve. De

esta manera, predomina el espíritu de complementariedad y colaboración

en su interior (15).

Los cambios en este aspecto de la refor-

ma han sido lentos. La cultura predominante es esencialmente centralista

y jerárquica; por lo tanto, las personas que laboran en el sistema tienden

a actuar de acuerdo a estos patrones. Las prácticas están estructuradas

según esta misma lógica, lo que dificulta mucho cualquier cambio.

Además de las dificultades descritas para

progresar en el desarrollo de las redes asistenciales, existen dos áreas que

requieren mayor desarrollo.

La primera es la necesidad de alinear los

incentivos al interior de la red, con el objeto de favorecer la acción sinérgica

y eficiente de cada entidad participante. Actualmente, los mecanismos de

financiamiento de la atención primaria son independientes de los del resto

de la red y los incentivos explícitos e implícitos pueden llegar a ser contra-

puestos. Es fundamental generar estímulos para que los componentes de

la red asistencial sumen sus esfuerzos en torno al objetivo común de resol-

ver costo - efectivamente las necesidades de atención de la población.

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2 4 0

La segunda área que merece atención es

el sistema de información, pues es una de las claves para lograr que una

red funcione en forma coordinada y eficiente. La creciente disponibilidad

de registros clínicos electrónicos y programas computacionales de respal-

do a la gestión de información, requiere definir políticas que, por lo menos,

regulen el sistema e incentiven un desarrollo armónico en esta materia.

V. PROPUESTAS

Hasta aquí se han descrito los principales

desafíos que enfrenta la atención primaria, los planes que se están ponien-

do en marcha para enfrentarlos y algunas de las carencias que actualmen-

te exhibe, en el contexto de la reforma al sistema de salud.

En términos generales se puede afirmar

que la transformación que en Chile está en marcha es concordante con

la actual tendencia de las reformas de propender a que los sistemas de

salud se centren en las necesidades de atención de la población, y no tan-

to en sí mismos, tratando de lograr acceso preferencial a los más pobres

y haciendo hincapié en la eficiencia en el uso de los recursos (16). Existe

suficiente evidencia para sostener que un sistema de salud centrado en la

atención primaria es la mejor manera de poner en práctica estos principios

y constituye una estrategia apropiada para avanzar hacia un sistema más

efectivo y equitativo (17,1).

Llama la atención, sin embargo, la dis-

cordancia entre los fundamentos y estrategias globales planteados en la

reforma chilena, que privilegian el cambio hacia un modelo de atención

predominantemente preventivo y promocional, y el énfasis curativo que

caracteriza actualmente al Plan AUGE o GES. Considerando que este será

uno de los mecanismos importantes para asignar recursos en salud, existe

el riesgo de que se deje de invertir lo necesario en estrategias que impac-

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ten en la prevención y contención de las mismas patologías que este plan

prioriza. Si esto ocurriese, es probable que en un futuro próximo, el país

no pueda absorber los costos que significarán las actuales garantías, pues

la frecuencia de muchas de las patologías superará las capacidades del

sistema de atención.

Es indispensable que la política de forta-

lecimiento de la atención primaria no se limite a ampliar o mejorar los ac-

tuales programas, sino que además invierta en un cambio profundo del

modelo de atención y en la integración de la red de atención en torno a

estrategias efectivas para resolver los problemas de salud de la población.

A continuación se proponen algunas estrategias que pueden contribuir a

lograr estos objetivos, en torno a dos áreas que son fundamentales para el

proceso de reforma: el cambio en el modelo de atención y el desarrollo de

los recursos humanos.

5.1. El cambio en el modelo de atención: un medio necesario para abordar el

desafío epidemiológico

5.1.1. El modelo de salud familiar

Existe el riesgo de que la aplicación del

Modelo de Atención con Enfoque Familiar sea entendido como un objetivo

en sí mismo, de tal modo que su aplicación se traduzca en la ejecución de

un conjunto de prestaciones que llevan el apellido “familiar” o “integral”.

Esto, sin duda, constituiría un marco de acción restrictivo y lo que es peor,

significaría perder el sentido sanitario que es en realidad lo que justifica el

cambio del modelo.

Es evidente que el actual perfil epidemio-

lógico no puede ser resuelto a través del modelo biomédico y curativo. Por

este motivo resulta esencial que la aplicación del modelo de salud familiar

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se entienda como el medio necesario para alcanzar los nuevos objetivos

de salud, lo que significa además explotar toda su riqueza y evaluar su

efectividad. En este sentido, las patologías crónicas, y específicamente las

enfermedades cardiovasculares, se transforman en una gran oportunidad

para desarrollar esta propuesta.

La prevención de los factores de riesgo

cardiovascular y de las complicaciones tardías que estos generan, es una

de las tareas más importantes y complejas que enfrenta el sistema de sa-

lud en Chile y en la mayor parte del mundo (18). Está demostrado que los

tratamientos médicos, si bien son eficaces en reducir la glicemia, el coles-

terol y la presión arterial, por sí solos no logran impedir las complicaciones

y secuelas de este grupo de enfermedades. La verdadera respuesta a este

problema radica en lograr adherencia a los tratamientos y cambios en las

conductas de los afectados y, para esto, se requieren intervenciones com-

plejas que apunten hacia estos objetivos (19).

El modelo de salud familiar contiene las

claves para modificar el abordaje médico tradicional de estas patologías,

cuales son:

Continuidad del cuidado a través de un equipo de cabecera que

establece una relación estable con el paciente y su familia.

Enfoque familiar, que permite incorporar en la relación

clínica los factores del contexto que intervienen en la

persona y su enfermedad.

Énfasis preventivo y promocional; significa evitar la aparición

de factores de riesgo, detección precoz de estos e impedir

su progreso.

Auto cuidado, que significa transferir al paciente y a su familia

las competencias que les permitan hacerse cargo del cuidado

de su salud.

Trabajo en equipo, que permite que profesionales de varias

disciplinas colaboren en el cuidado.

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2 4 3

Si a estos elementos agregamos herra-

mientas específicas destinadas a promover cambios de conducta, ad-

herencia a tratamientos en los afectados y cambios en las prácticas

institucionales8, probablemente se lograrán mejores niveles de efecti-

vidad. Simultáneamente, se habrá puesto en práctica el nuevo modelo

y los equipos de salud irán incorporando este modo de actuar en su

cultural laboral.

5.1.2. El modelo de cuidados crónicos

Desde un origen diferente al del modelo

de salud familiar o bio-psicosocial, Wagner diseñó el modelo de cuidados

crónicos (20), con el objetivo de mejorar los resultados del sistema de aten-

ción. Este modelo establece 6 ámbitos donde mejorar los desempeños:

seguridad de los beneficiarios, efectividad, respeto a las necesidades y

valores de cada persona, oportunidad, eficiencia y equidad. Además con-

sidera los siguientes componentes:

Cuidado continuo a través de equipos de cabecera;

Desarrollo de equipos interdisciplinarios y proactivos que

cuenten con las competencias necesarias;

Transferencia de competencias a las personas, que pasan a

ser sujetos de su cuidado;

Seguimiento clínico permanente;

Interacciones planificadas, basadas en protocolos y orientadas

a la resolución de problemas.

Abundante literatura ha documentado la

aplicación del modelo de cuidados crónicos frente a diferentes pro-

8 Entre estas herramientas se pueden mencionar las siguientes: Entrevista Motivacional, Etapas del Cambio de Prochaska, Autoeficacia de Bandura, Procede, Ottawa Model of Research Use (OMRU).

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2 4 4

blemas y en distintos escenarios, siendo Kayser Permanente uno de

los mejores exponentes de su implementación y del impacto que se

puede lograr en la población objetivo (21). A raíz de los buenos resul-

tados obtenidos a través de la aplicación de este modelo, el comité de

expertos del Institute of Medicine reunido para definir las recomen-

daciones destinadas a mejorar la calidad de la atención de salud en

Estados Unidos, decidió promover su aplicación en todas las organi-

zaciones de salud para reducir la carga de enfermedad y sus impactos

en la población (22).

Es interesante comprobar el alto grado de

sobre posición de este modelo con el de salud familiar, a pesar de que am-

bos provienen de orígenes independientes, lo que confirma la necesidad

de cambiar el actual modelo y de enfocar este esfuerzo hacia la obtención

de mejores resultados en salud.

Visto desde esta perspectiva, el nuevo mo-

delo de atención no puede ser reducido a un conjunto de prestaciones,

sino más bien debe modificar transversalmente el enfrentamiento de los

problemas de salud, especialmente el de aquellos más complejos, como

los problemas de salud mental, las patologías crónicas, las adicciones,

y los daños psicosociales. De hecho, es probable que hoy no exista una

mejor manera de abordarlos.

Al adoptar esta perspectiva sanitaria,

surge naturalmente la necesidad de orientar y concentrar los esfuer-

zos en la obtención de resultados. Para ello es necesario aprovechar

la inmensa cantidad de información disponible y, con espíritu crítico,

valorar las evidencias que justifican la aplicación de métodos diag-

nósticos, terapéuticos o preventivos, así como desechar aquellos que

han demostrado su ineficacia. Las herramientas que entrega la Me-

dicina Basada en Evidencia constituyen una ayuda indispensable en

este sentido.

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2 4 5

5.1.3. El sistema de información

Tal como lo plantea el nuevo modelo de

atención, es necesario facilitar el seguimiento clínico de las personas que

presentan problemas de salud crónicos y la aplicación de guías de decisión

que tiendan a facilitar la ejecución de intervenciones seguras y efectivas.

Esto requiere un cambio en el sistema de información que se aplica en los

centros de salud, el que actualmente se concentra más en la generación de

estadísticas que en la gestión clínica. El sistema de información debe estar

centrado en las interacciones clínicas y no en los procesos administrativos

y, en lo posible, debe ser capaz de conservar y de transmitir información

legible y confiable a todos los involucrados en la atención de cada persona

o familia. Las tecnologías actuales permiten alcanzar este estándar me-

diante registros clínicos electrónicos, los que secundariamente organizan

los procesos administrativos y producen las estadísticas necesarias en for-

ma más eficiente (23). Dado que el Ministerio de Salud tiene programada la

creación de un alto número de nuevos centros de salud, se debe aprove-

char esta oportunidad para diseñarlos como “centros sin papel”. Refuerza

esta opción el argumento de que la mayor inversión inicial requerida para

esto, se recupera en menos de cuatro años con los ahorros operacionales

que se producen9.

5.1.4. Innovación y uso de tecnologías remotas

Es necesario aprovechar las tecnologías

de comunicación para mantener el contacto permanente entre las perso-

9 La experiencia del Proyecto Ancora de la P. Universidad Católica de Chile, que construyó el CESFAM Madre Teresa de Calcuta como un “centro sin papel”, permite estimar que el exceso de inversión requerido se recupera, solo por concepto de ahorros operacionales, en 3,3 años. Cabe anotar que el MINSAL está desarrollando un proyecto piloto destinado a crear “centros sin papel”, cuya meta es de 25 centros para el año 2006. Algunas comunas, como Puente Alto, han realizado el cambio desde fichas clínicas de papel a registro clínico electrónico y hoy solo funcionan con estas últimas.

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nas, sus familias y los equipos de cabecera. El uso del teléfono y de Inter-

net, recursos cada vez más difundidos en la población, son herramientas

que han demostrado ser efectivas en el mejor control de enfermedades

crónicas (24, 25), especialmente cuando están insertas en programas de

seguimiento a cargo de enfermeras.

En este sentido es necesario generar in-

centivos y abrir oportunidades para que surjan proyectos de investigación

y desarrollo destinados a diseñar, validar y evaluar innovaciones y nuevas

líneas de intervención, en el contexto del nuevo modelo de atención y de

gestión. Al respecto iniciativas como el Fondo Nacional de Investigación y

Desarrollo en Salud (FONIS) son importantes.

5.2. Desarrollo del personal de la atención primaria; verdaderos protagonis-

tas de la reforma

No es posible seguir pensando a la aten-

ción primaria como un ámbito de atención simple. La magnitud de la tarea

que enfrenta, la multiplicidad de factores que debe considerar y la diver-

sidad de metodologías y herramientas que debe administrar para lograr

sus exigentes objetivos, la posicionan en realidad como un ámbito de gran

complejidad. Para enfrentar este desafío se necesitan equipos de salud

suficientes, no solo en términos de dotación, sino también en el perfil de

sus competencias. Además se requieren condiciones de trabajo que favo-

rezcan la excelencia, estabilidad, auto cuidado e interdisciplinariedad. De

acuerdo a lo revisado anteriormente, estas condiciones no están logradas

en el país y lo que es aún más preocupante, no existe suficiente claridad

sobre las estrategias políticas para lograrlas.

A continuación se plantean algunas líneas

de acción destinadas a fortalecer el desarrollo de los equipos de salud.

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2 4 7

5.2.1. Estudiar las brechas

Sobre la base de criterios preestableci-

dos, la autoridad debiera definir los estándares de calidad y de cantidad

de profesionales que se requieren para enfrentar las tareas de la reforma

en atención primaria. Esto significa no solo resolver los vacíos asisten-

ciales actuales, sino más bien estimar las necesidades que implicará

la adopción del nuevo modelo de atención. Entre estas definiciones se

deben considerar el grado y tipo de especialización de los distintos pro-

fesionales. Una vez definidos estos estándares, se debe realizar un diag-

nóstico de las brechas y necesidades, lo que es esencial para definir los

planes de acción siguientes.

5.2.2. Estimular la presencia de médicos familiares y otros profesionales especialis-

tas en salud familiar

Es necesario establecer mecanismos para

dotar progresivamente a la atención primaria de profesionales especializa-

dos en el nuevo modelo de atención. Entre estos mecanismos, considerar el

aumento de las becas destinadas a formar especialistas en medicina fami-

liar, dirigidas especialmente a médicos recién egresados. Al respecto sería

conveniente revisar los marcos legales que regulan los concursos de becas

de especialidades médicas, con el fin de establecer incentivos a la formación

de estos especialistas. De hecho, la actual legislación entrega algunos es-

pacios para esto, como por ejemplo la posibilidad de aumentar hasta en un

100% la remuneración del becado, si se definiera la medicina familiar como

una especialidad “de interés nacional, fundado en razones epidemiológicas

o de desarrollo de modelos de atención de salud”10. Asimismo, se deben

crear becas para especializar a otros profesionales (enfermeras, trabajado-

res sociales, psicólogos, etc.) en salud familiar y atención primaria.

10 Artículo 43. DFL-1 Salud publicado el 20/11/2001.

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2 4 8

5.2.3. Estimular el desarrollo profesional y el trabajo en equipo

Con el fin de transformar la atención pri-

maria en un espacio de desarrollo profesional interesante, se deben ge-

nerar condiciones laborales atractivas, que favorezcan la permanencia y

el perfeccionamiento continuo. Es necesario crear ambientes confortables

e incentivos ligados al cumplimiento de metas. En este sentido sería ne-

cesario considerar la estabilidad como consecuencia de un clima laboral

estimulante, más que como una condición impuesta legalmente.

Asimismo, se debe estimular el trabajo en

equipo, generando espacios para la reflexión, planificación y evaluación

conjunta. Esto significa considerar en las programaciones y aportes finan-

cieros respectivos, los tiempos destinados a estas actividades.

Debe redefinirse la capacitación, diseñan-

do planes de perfeccionamiento continuo que conjuguen la adquisición

de las competencias necesarias para cumplir con los desafíos sanitarios,

con competencias de gestión y destrezas de auto cuidado laboral. Esta

actividad también debería estar incorporada en la programación, de ma-

nera que los espacios y tiempos requeridos sean considerados parte de

las funciones habituales de cada centro de salud. Desde el punto de vista

metodológico, se deben aplicar los criterios de la educación de adultos

(educación participante) en reemplazo de los métodos pasivos. Esta labor

formativa “intracentro” debe complementarse con los programas de ca-

pacitación continua ofrecidos desde la comuna, la red asistencial u otras

entidades externas de capacitación, los que naturalmente abordan temas

y competencias complementarias.

Por otra parte, la incorporación de la do-

cencia como una actividad habitual de la atención primaria, permitiría

elevar la valoración de este ámbito por parte de los alumnos y la autovalo-

ración por parte de los funcionarios.

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2 4 9

En la misma línea de lo anterior, se debe

estimular la investigación sobre temas relevantes para la atención prima-

ria. Para esto se pueden generar concursos locales que permitan finan-

ciar proyectos.

5.2.4. Trabajar con las entidades formadoras

Para progresar en estas materias es nece-

sario establecer una relación más estrecha y permanente entre las autorida-

des de salud, las universidades y los institutos de formación técnica. Esta

relación favorecería la adecuación de los planes de estudio de pre y post

grado a las necesidades actuales, así como la colaboración en docencia,

investigación, formación continua, reclutamiento y selección de personal.

El éxito de las reformas en salud depende

en buena medida, de la inversión que los países hagan en el desarrollo de sus

recursos humanos. Por este motivo, se recomienda que los países desarrollen

las políticas necesarias en este ámbito en concordancia con las transforma-

ciones que impulsan (26). En el caso de Chile, el diseño de estas políticas está

atrasado y en consecuencia, también lo está la inversión necesaria para posi-

cionar a los equipos de atención primaria, en el sitial que requiere el país.

VI. RESUMEN

El país está viviendo una profunda refor-

ma de su sistema de salud y la atención primaria es y seguirá siendo uno

de sus protagonistas, pues le cabe la gran responsabilidad de prevenir la

progresión de una epidemia de enfermedades crónicas y de problemas

psicosociales, que pueden sobrepasar las capacidades asistenciales en

un futuro próximo. Para cumplir con esta misión, es necesaria la adopción

de un nuevo modelo de atención que permita complementar aquello que el

modelo biomédico no puede ofrecer.

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2 5 0

Si bien el proyecto político en curso está

bien orientado, se aprecian algunos vacíos e incongruencias que pueden

ser críticos para la consecución de sus objetivos. Al respecto, se han pro-

puesto algunas estrategias y líneas de acción que pueden contribuir al di-

seño de las próximas políticas de salud referidas a la atención primaria.

Cada una de estas propuestas puede ser un buen motivo para aumentar la

inversión en atención primaria y de esta forma contribuir a romper la para-

doja de ser el “pariente pobre” del sistema de salud.

VII. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Starfield, B. “Primary Care. Concept, Evaluation and Policy”.

Oxford University Press, 1992.

2. Girardi, B. y cols. “El programa IRA en Chile: hitos e historia”.

Rev. Chil. Pediatría. , jul. 2001, vol.72, no.4, p.292-300. ISSN

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Década 2000 – 2010”.

http://epi.minsal.cl/epi/html/sdesalud/sdsalud1.htm

4. Ministerio de Salud (2003). “Encuesta Nacional de Salud”.

http://epi.minsal.cl/epi/html/invest/ENS/ENS.htm

5. “Radiografía de la pobreza”. Hogar de Cristo. 2004.

www.iglesia.cl/portal_recursos/social/accion_social/doc/

radiografia_pobreza.pdf

6. Mensaje de S. E. el Presidente de la República a la H. Cámara de

Diputados en el que presenta el proyecto de ley que establece

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Modelo de Atención Nº 1, Ministerio de Salud. 2005

8. Contenidos del conjunto legislativo para la reforma de la salud.

Ministerio de Salud. Junio 2002.

9. “Plan de Acceso Universal con Garantías Explícitas AUGE”.

Documento de difusión. Ministerio de Salud. Enero 2002.

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2 5 1

10. “Modelo de Atención con Enfoque Familiar en la Atención

Primaria de Salud”. División de Gestión de la Red Asistencial.

Ministerio de Salud. 2006.

11. “Umbrales Sociales 2006. Propuesta para una futura Política

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Ipinza, M.

12. “Cómo solucionar el déficit de médicos en los consultorios

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44 Nº 2, junio 2004.

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http://www.medicinafamiliar.cl/medfam/CUMBRE/Dosier_II_

Cumbre_IBAdeMFStgoChile.doc

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Salud. http://www.saludatacama.cl/doc/PRRHH.doc.

15. La Red de Salud en el Contexto de la Reforma (2004). División

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16. Informe sobre la Salud en el Mundo 2000. “Mejorar el desempeño

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19. “Interventions to improve Patient Adherence with Medications for

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Evaluation Center. BlueCross BlueShield Association. 2003.

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22. “Crossing the Quality Chasm. A new Health System for the 21st

Century”. Committee on Quality of Health Care in America.

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Impact of automated Calls with Nurse follow-up on Diabetes

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Telephone quitline for Smokers”. New England Journal of

Medicine 2002;347(14):1087-1093.

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Human Resources Development”. Bulletin of the World Health

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2 5 5

VII

INCUMPLIMIENTOS DEL AUGE:UNA MIRADA A LA OPORTUNIDAD

DE ATENCIÓN

Victoria Beaumont H.*

* Periodista de la Universidad Andrés Bello, con estudios en Ciencias Políticas. Fundadora de la empresa Altura Management.

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2 5 6

I. INTRODUCCIÓN

A tres años de la incorporación de las ga-

rantías explícitas en salud (GES) al sistema de salud chileno, resulta evi-

dente que esta política pública fue un intento inédito con respecto al com-

promiso entre el Estado y la Nación.

Los cuatro pilares o derechos garantizados

por ley corresponden a una declaración explícita de atención que requiere

un esfuerzo adicional de gestión, un cambio cultural al interior de los hos-

pitales públicos, pacientes informados y, por parte de las autoridades, el

respeto a la gradualidad de aplicación y un fuerte control de los resultados,

con la intención de hacer los ajustes necesarios.

Aún no es tiempo para evaluar los efectos,

a nivel epidemiológico, de la incorporación del AUGE. Sin embargo, sí es

fundamental conocer el cumplimiento de las garantías contenidas en la

ley AUGE, especialmente frente al compromiso presidencial de incorporar

nuevas patologías al plan.

Los resultados recopilados en este capítu-

lo son un resumen del estudio realizado durante el año pasado referente al

cumplimiento de la garantía de oportunidad o plazo máximo para el otorga-

miento de las prestaciones de salud garantizadas, en la forma y condicio-

nes que determine el decreto en catorce patologías AUGE seleccionadas.

Se trata de información otorgada por die-

cinueve servicios de salud, que respondieron al oficio emitido por la Hono-

rable Cámara de Diputados, (oficio N° 743 del 8 de agosto 2007) y que co-

rresponde a una fotografía de la realidad del segundo semestre de 2007.

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2 5 7

II. LAS CIFRAS DEL ESTUDIO

El estudio en cuestión intentó evaluar el

cumplimiento de la garantía de oportunidad contenida en el decreto N° 44

del 9 de enero 2007, el cual rige las garantías explícitas por tres años.

Para realizar esta evaluación se seleccionó

un grupo de 14 patologías, con los objetivos de evaluar el grado de cum-

plimiento de la ley en materia de oportunidad, conocer las listas de espera

no GES y la existencia de una relación correlacional entre inclusión GES

y aumento de tiempos de espera y/o cantidad de pacientes en espera y,

finalmente, conocer las listas de espera de imagenología en servicios de

salud a nivel nacional.

Tabla N° 1. Listado de Patologías GES a Evaluar

Diabetes Mellitus I

Escoliosis

Cáncer de Testículo

Marcapasos

Esquizofrenia

Cáncer de Próstata

Hiperplasia de Próstata

Endoprótesis de Cadera

Cáncer Gástrico

Retinopatía Diabética

Órtesis Adulto Mayor

Cáncer de Mama

Colecistectomía

Cataratas

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2 5 8

Tabla N° 2. Listado de Patologías No GES a Evaluar

Endoprótesis de Rodilla

HNP

Hernias

Reemplazo Multivalvular

Angioplastía

Adenoidectomía

Colostomía

Hallus Valgus

Hemorroidectomía

Litiasis Renal

Tiroidectomía

Várices

Colecistectomía

La información contenida en el estudio co-

rresponde a la transcripción y clasificación de los datos declarados por

cada servicio de salud. Es así como los resultados por cantidad de pacien-

tes y tiempos de espera, ya sean expresados en días máximos de espera

o promedios de días de espera, corresponden en un 100% a la forma en la

cual cada servicio de salud entregó su información.

Cada patología GES fue estudiada por tipo

de intervención sanitaria, esto es: Diagnóstico, Tratamiento y Segui-

miento. Cada servicio de salud recibió consultas referentes a sus listas de

espera según dichos criterios, fueran estas prestaciones afectas a garan-

tías explícitas o no.

El objetivo de esta metodología fue intentar

esclarecer el comportamiento de cada intervención sanitaria, comprometida

en el proceso de resolución de la patología y demostrar la posible existencia

de “cuellos de botella”, especialmente en intervenciones no garantizadas,

pero fundamentales para la resolución definitiva del problema GES.

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2 5 9

Para analizar y concluir respecto a la garantía

de oportunidad de cada una de las catorce patología GES elegidas, se com-

pararon los tiempos declarados por los servicios de salud con las garantías

contenidas en el decreto N° 44 de enero 2007, cotejándose la interpretación

de dicho decreto con el Scanner AUGE de la Superintendencia de Salud.

El estudio se inició en agosto 2007; la in-

formación contenida en el informe comprende periodo de listas de espera

segundo semestre 2007, siendo la última lista de espera informada el día 6

de marzo 2008. (Servicio de Salud Aconcagua).

III. LOS RESULTADOS

En la tabla N° 3 se encuentra el resumen

de las patologías estudiadas y el status de cumplimiento a la fecha del

estudio. Según lo informado por los servicios de salud solo en dos inter-

venciones AUGE existía cumplimiento de la garantía.

A la fecha del estudio había 19.094 pacien-

tes en lista de espera, con una proyección líneal de 60.645 personas para

dichas patologías a nivel nacional.

Cabe señalar que entre los servicios de sa-

lud que no informaron sus listas de espera se encuentran los más grandes

y congestionados; por lo tanto, la proyección tiende a ser conservadora.

En tabla N° 3 se aprecian tres ejemplos de

seguimiento de listas de espera por tipo de intervención sanitaria con ga-

rantías explícitas. Son los casos de cáncer de testículo, cáncer gástrico y

colecistectomía preventiva de cáncer.

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2 6 0

En estas prestaciones se visualiza cómo,

según lo informado por los servicios de salud, el comportamiento de las

derivaciones de atención primaria de salud (APS) al hospital puede estar

mediado por la falta de especialistas en el sistema; peor comportamiento

en el caso de urología, mejor comportamiento en el caso gástrico.

Sin embargo, una vez que la resolución

del problema está en manos del sector secundario de atención, el com-

portamiento tiende a ser similar, disparándose el tiempo de espera en el

caso de vesícula (colecistectomía) por la alta demanda de esta prestación

en el sistema.

Tabla N° 3. Listas de Espera y Evaluación del Cumplimiento deGarantías Patologías GES Seleccionadas

Fuente: Altura Management basado en información de 19 servicios de salud de un total de 28 servicios.* La representatividad de la muestra es de un 48% y la estimación de lista de espera es de 60.645

personas (se estimó linealmente).

Patologías* Número de

pacientes en lista de espera

Etapa de la patología Días máximos de espera

informados (días)

Tiempo garantizado

Cumplimiento garantía

Diabetes Mellitus I 90 APS a Especialista 216 3 días No cumpleEscoliosis 174 Intervenc. Quirúrgica 180 365 días Sí cumple

Cáncer Testículo 231

APS a Especialista 211 60 días No cumpleIntervenc. Quirúrgica 264 15 días No cumpleRadioterapia 389 15 días No cumpleQuimioterapia 241 15 días No cumple

Marcapasos 272 APS a Especialista 166 30 días No cumpleEsquizofrenia 554 APS a Especialista 207 20 días No cumple

Tratamiento de prueba 179 0 días No cumpleCáncer Próstata 671 Intervenc. Quirúrgica 184 180 días No cumple

Radioterapia 21 180 días Sí cumpleHiperplasia Próstata 793 Intervenc. Quirúrgica 200 180 días No cumpleEndoprótesis Cadera 981 Intervenc. Quirúrgica 278 240 días No cumple

Cáncer Gástrico 1.035APS a Especialista 63 45 días No cumpleEcotomog. Abdominal 45 30 días No cumpleIntervenc. Quirúrgica 198 30 días No cumple

Retinopatía Diabética 1.481 APS a Especialista 200 90 días No cumpleIntervenc. Quirúrgica 131 60 días No cumple

Órtesis Ad. Mayor 2.668 Entrega Consultorio 150 20 días No cumpleEntrega hospital-crs o cdt 126 90 días No cumple

Cáncer de Mama 3.304 Intervenc. Quirúrgica 95 30 días No cumpleRadioterapia 60 30 días No cumple

Colecistectomía 4.934APS a Especialista 67 60 días No cumpleEcotomog. Abdominal 184 60 días No cumpleIntervenc. Quirúrgica 475 90 días No cumple

CataratasAPS a Especialista 191 180 días No cumpleIntervenc. Quirúrgica 1° Ojo 206 180 días No cumpleIntervenc. Quirúrgica 2° Ojo 351 180 días No cumple

Total 29.094

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2 6 1

Otra prestación que amerita ser comenta-

da es el cáncer de mama cuyos tiempos de espera, tanto para la interven-

ción quirúrgica como para radioterapia, doblan los garantizados por ley.

Más grave aún es la espera para mamogra-

fía, examen contemplado como obligatorio para la resolución del cáncer de

mama según guía clínica AUGE, donde se concentra una gran cantidad de

usuarias (3.098), transformándose claramente en un tapón para manejar la

demanda, que aún no tiene tiempos garantizados por ley.

Tabla N° 4. Tiempos de Espera. Cáncer de Mama

Fuente: Servicios de Salud.Nota: Los T° de espera (días) corresponden a promedios informados por los Servicios de Salud.* Valores máximos informados por los Servicios de Salud.

Ginecología/Oncología

Cáncer de MamaMamografía I.Q (Mast. Radical o Parcial) Radioterapia

Servicios de Salud

N° pacientes T° N° pacientes T° N° pacientes T°Total <30 30-60 >60 Días Total <30 30-60 >60 Días Total <30 30-60 >60 Días

Aconcagua 0 0 15 0 10Antofagasta 0 0 0Araucanía Norte s/i s/i s/i s/i s/i s/iAraucanía Sur 0 20 1 19 s/i 0Arica s/i s/i s/i s/i s/i s/iAysén 25 25 9 10 10 20 s/i s/iBío-Bío 0 1 1 s/i s/iCoquimbo s/i s/i 25 25 95 s/i s/iLlanquihue Chiloé s/i s/i 135 135 35 s/i s/iMagallanes 0 0 1 1Maule s/i s/i s/i s/i s/iMetropolitano Occ.

0 0 8 8 60

Metropolitano Or. 0 0 0Metropolitano Sur Or.

2735 s/i 6 s/i s/i s/i

Ñuble s/i 0 s/i s/iO’Higgins 338 66 62 210 60 0 0Osorno 0 0 0Talcahuano s/i s/i 0 0Valdivia s/i s/i s/i s/i s/i s/i

Nº total de pacientes en espera

3098 91 62 210 197 12 135 44 9 1 8 0

ResumenT° garantizado. Decr. 44

Sin garantía 30 días 30 días

Días máx. espera Informados*

60 95 60

Pacientesincumplimiento

179 8

Cumplimiento GES No cumple garantía No cumple garantía No cumple garantía

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2 6 2

Un resultado interesante del estudio es la

correlación existente entre el ingreso de las patologías AUGE y la resoluti-

vidad de las patologías no AUGE.

La investigación demostró una clara rela-

ción de desigualdad de atención para con los pacientes no AUGE en el

caso de la colecistectomía, pues los tiempos de espera de dichos pacien-

tes se han incrementado desde el ingreso del AUGE.

En el año 2001 un paciente esperaba por

una intervención de colecistectomía 44 semanas promedio. En el estudio

2007 los pacientes no AUGE, que no cumplen con criterio de inclusión,

esperaban 80 semanas promedio por la misma atención.

El análisis reflejó que, a pesar que la canti-

dad de pacientes en lista de espera se mantiene en el tiempo, la incorpo-

ración del AUGE fue claramente un perjuicio para aquellos pacientes que

no pueden acceder al sistema, los cuales son la mayoría de los usuarios en

lista de espera el año 2007.

Figura N° 1. Pacientes en Lista de Espera Colecistectomía

Fuente: Altura Management basado en datos de los Servicios de Salud.

0

8.000

10.000

2.000

12.000

4.000

14.000

6.000

Altura Management2001

2007

No AUGE AUGE

12.000 9.157

2.555

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2 6 3

Otro indicador interesante es el comporta-

miento de los usuarios FONASA con respecto a la modalidad libre elec-

ción. Según los datos del Fondo Nacional de Salud, desde la incorporación

del AUGE hasta el 2007, la libre elección ha aumentado un 13%, que re-

presenta a pacientes que están buscando alternativas de atención frente a

prestadores que se han visto congestionados.

Tabla N° 5: Intervenciones Quirúrgicas Beneficiarios FONASA

Fuente: Altura Management basado en Estadísticas FONASA.

Finalmente al estudiar la realidad de tiem-

pos y listas de espera en procedimientos y exámenes, nuestro sistema

público de salud muestra claras señales de colapso.

Lamentablemente, estas abultadas lis-

tas de espera condicionan las esperas de pacientes AUGE y no AUGE,

pues dichos procedimientos son fundamentales para la posterior aten-

ción garantizada.

La proyección lineal de los pacientes en

espera para exámenes de imagenología es de más de 118.000 personas

con tiempos que superan los sesenta días.

Nivel de Atención

2004 2005 2006 2007 Variación %

AtenciónPrimaria

221.740 208.429 s/i s/i -6,0%

AtenciónSecundaria

774.754 753.714 763.576 s/I -1,4%

Terciaria y Primaria SNSLibre Elección 108.474 110.289 116.121 122.296 12,7%

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2 6 4

Tabla N° 6. Listas de Espera Imagenología. (11 Servicios de Salud)

Fuente: Altura Management basado en información de Servicios de Salud.

3.1. ¿Incumplimiento o Retraso?

Las listas de espera en los sistemas de sa-

lud son una realidad histórica, y un desafío constante a nivel mundial. En

Chile, la reforma AUGE y las garantías explícitas en salud incorporan un

nuevo elemento, que no se puede dejar pasar, que es el compromiso explí-

cito del Estado con tiempos de espera garantizados. Como hemos podido

comprobar, dichos compromisos explícitos no se están cumpliendo.

Durante la discusión de la comisión inves-

tigadora AUGE y posteriormente la de la crisis hospitalaria se incorporó a

la discusión el concepto de retraso para definir aquellas prestaciones fuera

de plazo que estaban en proceso de resolución.

Ante esta discusión es necesario un co-

mentario, pues las normas vigentes contempladas en la Ley 19.966, el

Decreto 44 y la Resolución Exenta 60, indican expresamente el término

incumplimiento de las Garantías Explícitas, asociándolas con la garantía

de oportunidad y no contemplan el término retraso.

La ley AUGE considera como plazo para

el otorgamiento de las prestaciones de salud garantizadas, a lo menos, el

tiempo en que la prestación deberá ser otorgada por el prestador de salud

ExámenesN° pacientes en lista de espera

N° pacientes en lista de espera más de 60 días

Representatividadde la muestra (%)

Estimación listas de espera total

Estimación listas de espera más de

60 días

Scanner (TAC) 4.838 3.137 39,4% 12.279 7.962

Mamografía 3.200 1.260 29,9% 10.702 4.214

Ecotomografía 21.878 18.315 41,2% 53.102 44.454

Doppler 1.837 1.623 20,3% 9.049 7.995

Rayos X 8.635 7.430 15,4% 6.116 6.116

Total 40.969 32.346 147.320 118.987

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2 6 5

que corresponda en primer lugar; el tiempo para ser atendido por un pres-

tador distinto, designado por el Fondo Nacional de Salud o la Institución

de Salud Previsional, cuando no hubiere sido atendido por el primero; y,

en defecto de los anteriores, el tiempo en que el prestador definido por

la Superintendencia de Salud deba otorgar la prestación con cargo a las

instituciones antes señaladas.

El mecanismo y plazos antes señalados

son los contemplados en el decreto 44 de enero 2007, información con la

cual se cotejaron los datos de los servicios de salud, en nuestro estudio.

Si interpretamos la ley al pie de la letra el incumplimiento de las garantías

explícitas es extremadamente severo y la falta de resolutividad no solo in-

volucra la gestión de los hospitales y servicios de salud, sino que también

a FONASA y a la Superintendencia de Salud.

A lo anterior cabe agregar que el mismo

decreto 44 del año 2007 incorpora un protocolo a seguir en el caso de

incumplimiento de las garantías. Lamentablemente, la responsabilidad de

seguir el proceso cae en manos del paciente, quien no está informado, se

encuentra vulnerable frente a un sistema de salud poco amigable y no po-

see una cultura de acción proactiva con respecto a sus derechos.

IV. LOS TEMAS PENDIENTES AUGE

4.1. La incorporación de nuevas patologías al GES

El incumplimiento observado en la ley AUGE

indica claramente que existen serias dificultades para cumplir los compromi-

sos ya establecidos en las 56 patologías vigentes en el sistema. Por lo tanto,

es prudente primero cumplir lo ya garantizado antes de pensar en expandirlo.

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2 6 6

Asimismo, cabe destacar que de los cua-

tro pilares de garantías de la ley AUGE, acceso, oportunidad, protección

financiera y calidad, esta última no ha podido ser incorporada como

garantía exigible, puesto que aún no existe acreditación hospitalaria,

transformándose en un importante saldo pendiente por parte de la au-

toridad. Recomendable entonces es acelerar los procesos de acredita-

ción y autogestión antes de agregar nuevos compromisos.

Con respecto a las correcciones y modi-

ficaciones de la cobertura AUGE, estas necesariamente deben tener en

cuenta la inclusión de prestaciones no consideradas en el plan vigente.

Entre estas podemos mencionar como ejemplos, la financiación de las

cintas reactivas en el caso de la diabetes, y la extensión de la cobertura

del infarto al miocardio a un tratamiento integral del mismo.

En la medida de lo posible, el crecimiento

del sistema debería ser guiado por la apertura de la resolución integral

de los problemas de salud, esto es incorporando prestaciones como

mamografías o ecotomografías, para dar una solución completa a las

prestaciones ya existentes en el AUGE.

Por otra parte, la selección de prestaciones

es cuestionable. La enfermedad de Gaucher, de gran impacto económico y

social para sus pacientes y familias solo afecta a 12 personas, por lo que el

AUGE, de impacto masivo, no parece ser el mecanismo adecuado.

Adicionalmente, el Consejo Consultivo

AUGE ha considerado fundamental profundizar la orientación preven-

tiva del sistema, lo que implica destinar nuevos recursos a esta impor-

tante labor.

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2 6 7

4.2. La información en salud

4.2.1. Homologación de la información y transparencia del sistema

Una de las principales dificultades del es-

tudio fue tomar decisiones sobre los supuestos necesarios para homologar

la información entre los distintos servicios de salud del país y al mismo

tiempo poder estimar, a nivel nacional, las listas de espera.

Este análisis pudo realizarse gracias a que

un importante grupo de servicios contestó en el formato preparado adjunto

a los oficios enviados por la Cámara de Diputados, a pesar que muchos de

ellos llegaron incompletos.

Existe una necesidad urgente de contar

con un sistema centinela de listas de espera, con uniformidad de criterios

en la incorporación de información y la posibilidad de desagregar datos.

El año 2001, Altura Management realizó un

estudio de Lista de Espera Quirúrgica en la Región Metropolitana, cons-

tatando la diversidad de metodologías de captación y elaboración de los

registros de listas de espera por especialidad. En esa ocasión, tuvimos

acceso a los registros de los SOMES y pudimos contar con la información

desagregada. Desgraciadamentemente, hoy la tecnología juega en contra

del análisis riguroso, pues la convención de considerar en lista de espera

los pacientes con más de 60 días, no permite conocer a ciencia cierta cuál

es el real tiempo máximo de espera, ocultando la magnitud del problema.

Asimismo, cabe destacar que tanto el Mi-

nisterio de Salud como FONASA no informan periódicamente estos datos

y la actualización de información pública disponible es referente a dos

años atrás.

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2 6 8

A pesar de haber contado con la coopera-

ción de los Honorables Diputados de la República en esta investigación y la

petición formal mediante oficio de la información, hubo servicios de salud

que se negaron a entregar datos e incluso hospitales que recibieron prohibi-

ción de informar, lo anterior en un año de amplia discusión del proyecto de

acceso a información pública, que fue aprobado en marzo de este año.

4.2.2. La protección a los derechos del paciente

Un pilar fundamental del AUGE es el acce-

so a la información por parte del usuario, tanto así que consideramos que

debería ser considerado como la quinta garantía explícita.

Hoy gran parte de los incumplimientos

AUGE se amparan en que los usuarios no realizan las denuncias pertinen-

tes frente a las autoridades. Lo anterior requiere una modificación urgente,

pues aunque es tremendamente valorable que el Estado empodere al ciu-

dadano frente a sus derechos, hoy el usuario no tiene acceso a la informa-

ción, para ejercer lo contemplado en la Ley AUGE.

Se necesita construir una red de comuni-

cación efectiva con respecto al usuario y la atención de salud garantizada,

comprensible y amigable para todos los estamentos de la sociedad chilena.

El desafío de la entrega de información en

salud no es de corto o mediano plazo, pues se trata de crear cultura cí-

vica; por lo tanto, mientras no se encaminen estrategias dirigidas a forta-

lecer al usuario y sus derechos y deberes en salud es irresponsable para

con los resultados de la política pública, dejar la fiscalización en manos

del paciente.

Se requiere un plan de evaluación cons-

tante de resultados del AUGE y un plan de información permanente.

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2 7 1

VIII

CONCESIONES SANITARIAS:GARANTIZANDO LA

SOSTENIBILIDAD DEL SISTEMA

Rafael Caviedes D.*

* Constructor Civil, Pontificia Universidad Católica de Chile. Master en Economía, IESE, Universidad de Navarra. Director Ejecutivo de la Asociación de ISAPRE.

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I. INTRODUCCIÓN

Los inevitables incrementos de los costos

y las tensiones que sufren los sistemas de salud, obligan a buscar meca-

nismos que garanticen la máxima eficiencia posible y la sostenibilidad del

sistema de salud en el tiempo. El primer aspecto de la sostenibilidad en

salud estará dado por la búsqueda de un espacio compartido que equilibre

los intereses públicos y privados para que ambos compartan riesgos, opor-

tunidades y responsabilidades en salud. No se puede continuar pensando

que el Estado debe financiarlo y proveerlo todo en salud. Se debe construir

un modelo que permita la tan necesaria complementariedad, que provea

la infraestructura y equipamiento necesario y que sea capaz de responder

a las prioridades sociales en materia de salud. El modelo debe contener

los incentivos que aseguren el acceso a la salud, refuercen la equidad y la

toma responsable de decisiones, así como la definición e implantación de

estándares clínicos que garanticen la calidad y oportunidad de las presta-

ciones y contemple los mecanismos de control suficientes para garantizar

la transparencia y generar confianza.

El modelo analizado, que a juicio del autor

garantiza la sostenibilidad del sistema, corresponde al de la “Concesión

Sanitaria”. Este se basa en que el financiamiento y control de la salud lo

tiene el Estado, pero la inversión y la gestión la realiza la empresa priva-

da. Dichas Concesiones Sanitarias implican conceptualmente la compra

por parte del Estado de “soluciones en salud” estructurada y organizada

en los tres niveles de complejidad, baja, media y alta, bajo el concepto

de un pago per-cápita para que el concesionario atienda a la población

adherida en una “red de servicios clínicos”, pero con garantías y con-

trol público estatal de los servicios ofrecidos. El Estado, de esta forma,

garantiza la universalidad, la equidad, e incluso la gratuidad del siste-

ma cuando corresponda. Se plantea un modelo de complementariedad

pública-privada, en el que sin perder la propiedad ni el control estatal, se

permite la inversión y la gestión privada, como una forma de garantizar la

sostenibilidad del sistema.

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2 7 3

II. EL DIAGNÓSTICO

2.1. Gasto público creciente, insatisfacción creciente

Los últimos gobiernos han efectuado un

esfuerzo notable por mejorar el acceso a la salud de las personas. De he-

cho, en Chile, el presupuesto de salud ha aumentado de $ 542 miles de

millones el año 1990 a $ 2.972 miles de millones para el año 2009 (todo en

moneda 2009) (tabla N° 1). Con esta ampliación presupuestaria se ha trata-

do de dar respuesta a las nuevas y crecientes necesidades sanitarias, tanto

en atención primaria, como de mediana y alta complejidad. La reforma del

año 2005 constituyó un hito importante al establecer el AUGE-GES para

dar respuesta a los requerimientos de un sistema moderno, no obstante

que no modificó sustancialmente la forma como se gestionan los estable-

cimientos públicos.

Tabla N° 1. Presupuesto de SaludAños Gasto Público Total Millones(2008) Variaciones % Indice

1990 542.211 100

1991 633.709 17 % 117

1992 775.654 22 % 142

1993 910.660 17 % 168

1994 1.001.359 10 % 185

1995 1.081.215 8 % 199

1996 1.177.430 9 % 217

1997 1.230.902 5 % 227

1998 1.363.359 11 % 251

1999 1.439.176 6 % 265

2000 1.508 077 5 % 278

2001 1.707 683 13 % 315

2002 1.676.552 -2 % 309

2003 1.780.445 6 % 328

2004 1.936 467 9 % 357

2005 2.046.507 6 % 377

2006 2.080.565 2 % 384

2007 2.376.680 14 % 438

2008 2.531.154 6 % 467

2009 2.971.985 17 % 548

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2 7 4

De hecho, esta reforma apuntó a definir

fines, prioridades u objetivos sanitarios claramente establecidos y ga-

rantizados para la población. Con ello, la ley aumentó las obligaciones

que tienen los entes prestadores de salud, pero también empoderó

a la población al definir garantías de oportunidad, calidad, acceso y

cobertura. Pero su debilidad radica en que no entregó herramientas de

gestión a los establecimientos públicos para cumplir de mejor forma

con el mandato de la ley. Podemos asegurar con ello, que en la medida

que el AUGE se incremente –como se ha anunciado–, las demandas

de la población crecerán a una velocidad mayor que la capacidad y

posibilidad de responder que tiene el modelo actual, lo que quedó de

manifiesto al poco andar del nuevo modelo. De acuerdo a un estudio

de Altura Management del año 2007, habría 39 mil pacientes de pato-

logías GES en listas de espera (tabla N° 2). Vale decir, la garantía de

oportunidad para los pacientes establecida por ley no se cumplía en

hospitales públicos.

Tabla N° 2. Listas de Espera y Evaluación del Cumplimientode Garantías. Patologías GES seleccionadas

Pacientes Número de pacientesen lista de

espera

Representatividadde la muestra (%)

Estimaciónlistas de

espera total

Estimac.tiempo

de espera máx.

Tiempogarantizado

Cumplimientogarantía

Diabetes Mellitus Tipo I 76 33,6% 226 205 3 días no cumple

Cáncer de mama 89 27,6% 322 185 120 días no cumple

Colecistectomía 2.025 5,6% 7.905 191 150 días no cumple

Cáncer gástrico 442 28,9% 1.530 228 105 días no cumple

Escoliosis 29 24,2% 120 243 365 días cumple

Artrosis de cadera 343 31,9% 1.076 371 240 días no cumple

Örtesis Adulto Mayor 349 31,6% 1.106 49 20 días no cumple

Cataratas 7.652 36,6% 20.918 540 540 días cumple

Retinopatía diabética 377 34,7% 1.085 300 150 días no cumple

Cáncer de próstata 504 31,7% 1.589 539 360 días no cumple

Hiperplasia de próstata 436 32,3% 1.349 348 180 días no cumple

Cáncer de Testículo 96 33,5% 287 469 90 días no cumple

Marcapasos 150 29,5% 508 184 45 días no cumple

Esquizofrenia 346 32,7% 1.058 347 20 días no cumple

Total 12.914 33,0% 39.078 39.078

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2 7 5

Así, es fácil suponer que las listas de es-

pera en el AUGE-GES deberían incrementarse a pesar de los aumentos

presupuestarios, puesto que los establecimientos que tienen que entregar

los servicios y cumplir con las leyes, no están preparados o no tienen los

incentivos ni herramientas de gestión para cumplir con el mandato legal.

Como quedó de manifiesto, en muchos casos no han sido capaces de

satisfacer y dar respuesta a los problemas que ya enfrenta el otorgamiento

de prestaciones de salud en nuestro país.

Por otra parte, la crisis en patologías GES

trajo aparejada una crisis en las patologías no GES. La Fundación Jaime

Guzmán señala que, de acuerdo a estudios presentados en diciembre del

año 2007, existe un deterioro en la atención del sistema público a las pa-

tologías no AUGE. Se comprobó la mayor cantidad de personas en espera

(hernias) y la mayor cantidad de tiempo en espera (por ejemplo, colecistec-

tomía), reflejando así la postergación de patologías de gravedad en lugar

de la priorización GES.

El diagnóstico que ha efectuado el Colegio

Médico de Chile es aún más devastador. En abril del 2008, el presidente del

gremio señaló a El Mercurio, que el AUGE “se sobrevendió”, al presentar

un estudio –encargado por su entidad a la consultora Altura Management–,

que reveló enormes listas de espera de pacientes en los servicios de salud

pública del país. Según el informe, hasta marzo de 2008 había cerca de

120 mil personas que esperaban por exámenes, consultas o intervencio-

nes quirúrgicas. De estas, 60.343 pacientes esperaban atención por pato-

logías AUGE y 58.447 por no AUGE, no obstante que todos los analistas

comparten que estas cifras ocultan una sub declaración de enfermedades

que puede multiplicar estas cifras.

El problema que enfrenta el sistema públi-

co es de gestión, de recursos y de sostenibilidad en el tiempo. La experien-

cia en el sector privado en la administración de establecimientos de salud

de alta complejidad, ha demostrado que la inversión en establecimientos

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2 7 6

hospitalarios genera un gasto corriente anual para su mantención y opera-

ción, similar al requerido en la inversión inicial. Como la inversión pública

en establecimientos asistenciales ha crecido sustancialmente en los últi-

mos años (ver tabla N° 3), el gasto corriente anual requerido tanto para su

mantención como operación también ha crecido, pero no en la proporción

que se necesitaría para mantener actualizada la inversión realizada. Como

ello no se contempla ni probablemente se realizará en forma oportuna o

con la agilidad que se requiere, se producirá un rápido deterioro de los

nuevos o remodelados establecimientos hospitalarios, conformándose un

círculo perverso que nunca acaba.

El problema radica en las características

propias de la gestión pública: falta de flexibilidad, centralización de funcio-

nes; incentivos inadecuados; asignación de recursos a los establecimien-

tos sobre la base de criterios de oferta; ausencia de mecanismos de rendi-

ción de cuentas; uso de tarifas y precios distorsionados; falta de disciplina

financiera, burocracia con baja autonomía y significativas limitaciones en la

gestión de recursos humanos y el uso insumos.

No obstante la claridad de los gobiernos

para visualizar el problema y enfrentar en la medida de lo posible el enorme

incremento del gasto público en salud, nadie se atreve a modificar el mode-

lo, y así persisten las evidentes faltas de servicio y la insatisfacción de los

profesionales y pacientes. A pesar de la antigüedad y evidencia del proble-

ma reseñado, ningún gobierno en los últimos 60 años ha intentado efectuar

cambios de fondo al modelo de administración de los establecimientos pú-

blicos. Pero obviamente ha habido intentos de mejorar la gestión.

Podemos agrupar dichas iniciativas en tres

grandes grupos:

1. Durante el Gobierno Militar, se trató de hacer una gestión más

eficiente, pero sin cambiar el modelo de gestión, por lo que no

hubo muchos resultados positivos. Dicho gobierno recibió los

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2 7 7

hospitales públicos bajo un esquema de mando centralizado a

cargo del Director General del ex SNS, en una grave crisis de

organización interna, la que había sido denunciada por un infor-

me de la Cámara de Diputados del año 1972: doble utilización

de camas, desorden, politización, irregularidades, ingoberna-

bilidad, falta de recursos, obras abandonadas, etc. Por ello, el

gobierno emprendió una reforma que contempló la descentrali-

zación de los servicios de salud, la separación de las funciones

de control, financiamiento y operación; la focalización del gasto

en aquellos proyectos de mayor rentabilidad socio-económica

(de ahí que se privilegiara a la atención primaria) y la introduc-

ción de mejoras internas en la gestión de los establecimientos

públicos, tales como la incorporación, por primera vez, de pro-

fesionales del área de la administración para que apliquen he-

rramientas de gestión en los hospitales públicos, y la compra de

servicios de apoyo en los hospitales al sector privado. Todo ello

contribuyó con su grano de arena a que el sistema no se des-

moronase, pero evidentemente que no fue una solución integral

a los problemas que sufre del sistema estatal de salud. Quizás

el principal impacto en materia de inversión hospitalaria privada

y que hoy podemos apreciar estuvo dado por la creación de las

ISAPRE, fundamentalmente debido a la implicancia que estos

seguros han tenido en el notable desarrollo que han mostrado

las clínicas privadas, las que hoy actúan como un espejo o refe-

rencia para los hospitales públicos.

2. Después del año 1990, la recuperación de la democracia y la

búsqueda de nuevas formas de organización interna para mejo-

rar el servicio en los hospitales públicos, tampoco fue exitosa. En

ese período, efectivamente, se incorporaron más recursos físi-

cos, financieros y humanos al sistema de salud que durante toda

su historia, se aumentó la profesionalización de la administración

y se mejoraron las rentas y condiciones de trabajo. No obstante,

los resultados están a la vista: si bien algunos establecimientos

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2 7 8

han progresado enormemente, la productividad agregada en los

hospitales ha disminuido, según demuestran diversos estudios

(Tockman, Sciaraffia, Castro) y persisten problemas de calidad

del servicio. En términos generales, hasta el año 2005 no se pro-

dujo ningún cambio sustancial en el modelo de gestión, como

tampoco se pudieron modificar las limitaciones que establece el

marco jurídico administrativo en la administración de los servicios

públicos, ni derribar las barreras que los propios sindicatos u or-

ganizaciones de trabajadores del sistema estatal de salud impo-

nen con amenazas permanentes de paro y movilizaciones.

3. A contar de la reforma del sistema de salud del año 2005, y con

la introducción de las prioridades sanitarias AUGE-GES que re-

quieren de un sistema de acreditación, una nueva subsecretaría

de “redes” en el Ministerio de Salud y una nueva fórmula de ad-

ministración denominada “autogestión”, se produjo una adecua-

da intención de cambio en las políticas del régimen estatal. A

ello se suman los proyectos de concesiones de infraestructura

de los hospitales de Maipú y La Florida, licitados en junio del año

2009. Sin embargo, en materia de administración hospitalaria, se

ha debido prorrogar la puesta en marcha de la acreditación y de

la autogestión, por la propia incapacidad de los hospitales para

aplicarla, y las concesiones planificadas se han atrasado más de

cuatro años en decidirse; pero al menos se aprecia una inten-

ción de modernización. No obstante, tales cambios en materia

de gestión hospitalaria son modestos. En efecto, la autogestión

queda limitada a una mínima autonomía de un bajo porcentaje de

los recursos que maneja un hospital y las dos concesiones pro-

gramadas solo son de infraestructura, sin servicios clínicos. Este

último período también se ha caracterizado por un incremento de

la inversión estatal en salud en forma notable respecto de años

anteriores, como se refleja en la figura N° 1.

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2 7 9

Figura N° 1. Inversión Sectorial de Salud Presupuestada.(Proyectos, $MM 2009)

Fuente: Leyes de Presupuesto.

Así, la inversión sectorial de salud programa-

da para los años 2007 al 2009, aumentó en casi 4 veces la de los años 2000

al 2004. Cobra, entonces, más relevancia la necesidad de buscar modelos de

gestión más eficientes a los que históricamente se han aplicado en Chile.

2.2. Hospital de Talca, un buen (mal) ejemplo

Bajo esta perspectiva, la de un sistema es-

tresado por las crecientes exigencias de sus usuarios, el mal ejemplo que

proporciona la muerte de una menor de seis años en el Hospital de Talca, y

otras faltas de servicio que ocurren diariamente en otros establecimientos

asistenciales públicos, confirman la crisis permanente de nuestro siste-

ma asistencial. El descontento y dimisiones de sus autoridades son solo

la punta del iceberg de esta lamentable situación. Durante décadas, este

problema ha sido denunciado en diferentes instancias; sin embargo, salvo

señalar que se requerirían más recursos, no ha habido una propuesta seria

para modificar el modelo de gestión de los hospitales públicos.

En Talca, por analizar solo uno de los servi-

cios con problemas, existen limitaciones presupuestarias importantes y de

0

160.000

80.000

180.000

200.000

100.000

20.000

120.000

40.000

140.000

60.000

2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009

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2 8 0

personal. Según fuentes de ese hospital, hay 300 médicos y se requieren

otros 50. Pero los trabajadores de la salud, agrupados en la FENATS, sos-

tienen que faltan 300 cargos, incluyendo administrativos. Con los recursos

actuales, dicho hospital solo es capaz de atender el 40% de la demanda

de los pacientes. Hoy el centro asistencial funciona con 1.600 cargos, in-

cluidos 300 facultativos.

Pero el problema, evidentemente, no ra-

dica solo en el mediático Hospital de Talca. Tokman y Rodríguez en un

estudio para la CEPAL, señalaron que el rendimiento del gasto público

(indicador “prestaciones valoradas sobre gasto total en el subsistema pú-

blico”) en salud cae más de un 70% entre 1990 y 2007. Por otra parte, el

IAS de la Universidad de Chile, señaló que entre 2001-2006 la productivi-

dad del sistema hospitalario cayó 30% real, porque mientras el gasto en

hospitales subió un 42,7%, el número de personas que recibió la red de

atención apenas creció 0,5%. R. Castro, en “Evaluación de la Eficiencia

de los Hospitales Públicos” realizado para Expansiva (2007) señala que

“aunque hay diferencias entre países, los hospitales en las naciones en

desarrollo consumen en promedio entre 50% y 80% del gasto público en

salud (Barnum y Kutzin, 1993).

El 2001, los hospitales en Chile gastaban

aproximadamente un 80% del gasto público en salud. Luego, la eficiencia

de los establecimientos merece una atención especial debido a su impor-

tante consumo de recursos. En los organismos internacionales, también

existe acuerdo en que el sistema de salud (especialmente los hospitales)

en los países en desarrollo es ineficiente. El Banco Mundial (Akin et al.,

1987) señalaba que uno de los principales problemas de los sistemas de

salud en estos países es la ineficiencia de los programas públicos, como

también problemas de cobertura y desigualdad en el acceso. Con mayor

razón, constituye una obligación para los gobiernos el uso eficiente de los

recursos destinados a financiar a los hospitales públicos, pues estos con-

sumen la mayor parte del presupuesto.

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2 8 1

2.3. Atención Primaria

Tampoco está libre de críticas el sector de

Atención Primaria de Salud (APS), la que se encuentra en su gran mayoría

municipalizada. La Organización Panamericana de la Salud, OPS, en su

estudio del año 2007, reconoce la desestructuración existente entre la sa-

lud primaria y la hospitalaria. Por ello, el modelo que se proponga debe ser

integral y abarcar la totalidad de la red de salud. Destaca la OPS, el escaso

interés de los hospitales en el modelo de salud familiar, lo que explica por

la formación “centro hospitalaria” que entregan las universidades en pre

grado. Señala la baja valoración de la APS, por una política de recursos

humanos que no motiva a los profesionales a trabajar en el sector, ines-

tabilidad laboral y a una escasa valoración del recurso humano, además

que carece de una orientación en la formación e incentivos para que los

médicos opten por trabajar en el primer nivel de atención.

Entre otros aspectos específicos, la OPS

identificó la baja sensibilidad en las realidades locales, redes de atención

deficientemente gestionadas, deficiencias en la fiscalización de municipios

y directivos poco comprometidos con la APS. Además, de una formación

de los recursos humanos poco pertinente con la complejidad que alcanzan

las APS, a lo que se podría agregar falta de personal capacitado e infraes-

tructura deficiente y que el nivel secundario no da cuenta de las necesida-

des del nivel primario, generando cuellos de botella en el sistema, con el

consecuente descontento de los beneficiarios con la salud comunal.

En cualquier caso, independiente de los re-

sultados del sector, no se puede desconocer el enorme esfuerzo que día

a día realiza el personal médico y administrativo que enfrenta a un público

cada vez más exigente. Efectivamente, hay que ser enfático en aclarar que el

problema no radica en el personal que se desempeña en los establecimien-

tos públicos o municipales de salud –altamente especializado y que realiza

un encomiable esfuerzo–, sino en el marco jurídico que enreda a los estable-

cimientos públicos en una lógica de administración obsoleta, castrante y pu-

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2 8 2

nitiva, más que estimulante. En efecto, tanto las normas de Administración

Financiera del Estado como el Estatuto Administrativo y Municipal, que rigen

la contratación de personal en los establecimientos hospitalarios, contienen

tal complejidad de disposiciones, tantas rigideces y tantas limitaciones, que

la materialización de cualquier idea nueva que no se ajuste estrictamente al

reglamento, aunque vaya en beneficio de los pacientes, puede significarle

a los administradores un conflicto legal con los organismos contralores. Un

establecimiento de salud es una industria compleja que requiere la mayor

flexibilidad posible en su gestión, de tal forma que sus administradores pue-

dan asignar los recursos con la mayor eficiencia posible.

2.4. Los desafíos

En suma, el desarrollo de la medicina y de

los derechos de los individuos obliga a los gobiernos a enfrentar día a día

más desafíos:

Satisfacer a una población cada vez más exigente y más

demandante de servicios médicos con elevados estándares

de calidad;

Prestar servicios clínicos más dignos, que cumplan con las

garantías en salud definidas por ley y satisfagan razonable-

mente las expectativas y demandas en salud de la población;

Hacer uso eficiente de los crecientes recursos destinados a

salud. El monto de subsidios estatales destinado al sector

(medido como porcentaje del PIB) inevitablemente deberá

crecer del 1,6% (aunque el país gasta más, producto de las

cotizaciones, copagos y gastos “de bolsillo” de los usuarios)

al 2,5 % en unos 10 años más. En los últimos años, el gasto

estatal ha crecido aproximadamente en un 10% anual real y,

en adelante, deberá crecer anualmente por sobre esa cifra.

Así las cosas, no es de extrañar que el año 2020 el país esté

gastando sobre 7.500 miles de millones en salud estatal; es

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2 8 3

decir, más del doble de lo gastado el año 2009, estimación

que coincide con el estudio de Price Waterhouse, Healthcast

2020, en el que prevé que el gasto sanitario futuro en la OECD

aumentará a un ritmo de crecimiento mucho más alto que en

el pasado. La proyección para 2020 indica que se triplicará en

dólares reales, equivalente al 21% del PIB en EEUU y el 16%

del PIB en los demás países de la OECD;

Los problemas sanitarios, operativos y coyunturales que debe

resolver el Ministerio;

La mantención y superación de los logros sanitarios

alcanzados; y

La viabilidad política del proceso y la sustentabilidad

económica del sistema de salud.

Entre las causas que originan tensiones en

el sistema de salud se encuentran las siguientes:

El constante desarrollo tecnológico en medicina, cada vez

más eficaz, cada vez más demandada y cada vez más cara;

El aumento de la demanda por una mayor expectativa

en torno a la medicina y un mayor conocimiento de la

tecnología disponible;

El “empoderamiento” de las personas que otorga el sistema y

entrega “derechos en salud” a los individuos;

Las desigualdades en la situación de salud de la población,

que se traducen en una brecha sanitaria entre los grupos de

población de distinto nivel socioeconómico;

La falta de conciencia de los consumidores del incremento del

costo en salud;

El envejecimiento progresivo de la población, que involucra

una creciente carga de patologías degenerativas de alto costo

de atención médica;

Los poderes fácticos de los gremios de la salud, que presionan

por rentas y cuestionan cualquier reforma.

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Tales desafíos van a requerir nuevas polí-

ticas y un nuevo modelo en la gestión para los establecimientos de salud,

que garanticen la sustentabilidad del sistema y un mejor servicio y, por

sobre todo, mejores condiciones de trabajo al personal de salud para que

pueda facilitarse la viabilidad política. Parece temerario enfrentar la deman-

da creciente de prestaciones de salud y continuar en esta escalada inevita-

ble de incremento del gasto público, sin cambiar el modelo de asignación

de recursos y gestión de los establecimientos hospitalarios. Está claro que

el tradicional modelo de servicio público, con funcionarios que atienden

una población sumisa y cautiva, está agotado. Hoy se requiere un servicio

dinámico, de fácil adaptación a los requerimientos cambiantes y crecien-

tes, de paciente o “clientes” cada vez más exigentes.

Por ello, hay que explorar nuevos modelos

que permitan la apertura a la inversión y participación privada en la pro-

ducción de prestaciones de salud, manteniendo el control y la propiedad

estatal. De esta forma, se espera:

Fortalecer el sector público con medidas que apunten a un

mejor servicio y una mayor eficiencia del gasto;

Fortalecer la complementariedad público-privada, para apoyar

la realización de las metas de salud del Supremo Gobierno;

Fortalecer el rol subsidiario del Estado, su rol fiscalizador y

garante del bien común.

En suma, la sustentabilidad del sistema va

a estar dada por la capacidad de los gobiernos de enfrentar estos proble-

mas y desafíos. La medicina actual ofrece enormes oportunidades a la

población, pero su futuro se ve ensombrecido por amenazas: sobrecos-

tos, inequidad en el acceso, calidad irregular y sistemas mal gestionados,

captura de los gremios o de acceso inequitativo, problemas comunes para

todos los países que ponen en riesgo la sostenibilidad de los sistemas de

salud. El creciente gasto en salud y los consiguientes descontentos de las

personas, de los trabajadores de la salud y de los contribuyentes pueden

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contribuir a debilitar a los gobiernos en esta materia o, incluso, afectar la

competitividad de un país, por un problema que podría haber sido evitado

o, al menos, minimizado.

2.5. Un modelo alternativo

Entendemos que una propuesta como

esta debe situarse en una posición equidistante entre la propiamente de

salud pública y sanitaria –que tiene el gobierno– y la visión empresarial del

problema, que tendrán los privados. Para que ello sea posible, se debe

situar al paciente y al ciudadano como eje de la solución, de tal forma que

las necesidades a satisfacer en salud de dichos individuos determinen el

objetivo que permita avanzar en esta no fácil relación entre sector público y

privado. Si el paciente es el eje de la cuestión y si este percibe claramente

los beneficios del nuevo modelo se minimiza el riesgo político y sindical

que puede tener la implementación de un esquema como este.

III. CONCESIÓN SANITARIA

¿Por qué una Concesión Sanitaria? Cono-

cido el diagnóstico, se puede colegir que el modelo de gestión en estableci-

mientos de salud estatales está absolutamente agotado. La actual propuesta

política de “mejorar la gestión” no es otra cosa que más de lo mismo, puesto

que no cambia la forma de hacer las cosas. En consecuencia, como lo han

hecho España, Suecia, Inglaterra, Francia y numerosos otros países, Chile

debe optar por un nuevo modelo de gestión y para nuestro país se debería

evaluar la solución denominada Concesión Sanitaria. La idea es comprar

soluciones privadas de salud para resolver problemas públicos. El modelo

ofrece al gobierno la posibilidad de conseguir servicios de salud de calidad,

sin la necesidad de aportar cuantiosas inversiones iniciales o de mantención

y, de acuerdo a experiencia internacional, a un costo menor del planificado.

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Cuando se habla de “concesión” en salud

se pueden distinguir básicamente tres estadios:

La “Concesión Básica” de infraestructura hospitalaria y de sus 1.

servicios de apoyo, tales como aseo, comida, lavandería custodia

y esterilización y que ha sido la opción propuesta para un par de

hospitales por el gobierno;

la “Concesión Hospitalaria”, que contiene lo anterior, pero a la 2.

que se agregan los servicios médicos; y

la “Concesión Sanitaria”, que es el modelo más avanzado y que 3.

contempla la concesión de una población residente e identificada

en un área geográfica definida por el Estado, la que quedaría

vinculada a una red de servicios sanitarios, tanto hospitalaria,

urgencia como salud primaria y que el Estado financiaría pagando

un “per cápita” de la población adherida al modelo.

3.1 Características generales del sistema de Concesiones Sanitarias

La Concesión Sanitaria es una forma apli-

cada a salud del denominado BOT (Build, Operate and Transfer), utilizado

en otros servicios públicos como carreteras, puertos o cárceles, donde el

Estado no puede obviar su rol de garante del bien común. Este modelo

constituye una herramienta que permite conjugar necesidades guberna-

mentales con recursos e intereses privados, para hacer factibles obras de

interés público de envergadura. Así, el agente privado financia la construc-

ción y operación y obtiene a cambio el derecho a explotarla por un largo

plazo, cobrando al Estado o a los usuarios determinadas tarifas concorda-

das en el contrato de concesión. Al término del período convenido, el bien

se devuelve en plena propiedad y gestión al Estado.

La Concesión Sanitaria constituye una he-

rramienta fiable para responder a los retos de la medicina moderna. Per-

mite mejorar la equidad de acceso, en busca de la universalización de la

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asistencia médica, y moderniza la red asistencial con organizaciones flexi-

bles y adaptables a los cambios:

Se reducen o eliminan los retrasos y sobrecostos que comúnmente 1.

afectan el desarrollo de proyectos públicos;

El Estado solo paga cuando el proyecto esté funcionando. 2.

De esta forma, se modera el impacto presupuestario de

proyectos públicos;

El Estado paga, además, solo si las condiciones de funcionamiento 3.

cumplen las condiciones contractuales. Así se alienta la innovación

y un uso más eficiente de los recursos y se incentiva una mayor

calidad en los bienes y servicios suministrados;

El precio que se pacta es per cápita, cerrado y fijo; 4.

El pago de la operación de la concesión es mensual, semestral 5.

o anual y de acuerdo a los parámetros de operación y reajustes

que se definan;

Se utilizan y potencian las ventajas comparativas y habilidades del 6.

sector público y del privado, para la prestación de servicios públicos;

La concesión contempla el mantenimiento, la reposición y, al final 7.

del período, la restitución de los activos al Estado;

Permite reducir las limitaciones presupuestarias que tiene el 8.

Estado, así como sus limitaciones de endeudamiento.

En términos operacionales:

El Estado, a través del Ministerio de Salud, sus organismos 1.

dependientes y el Consejo comunal mantiene su tuición sobre

el sistema;

La atención del paciente es privada y este es el eje del contrato, 2.

pero la propiedad sigue siendo estatal. En consecuencia, no

existe privatización de la salud pública;

Las definición de normas, la cobertura, el control, la orientación 3.

programática y los planes de salud siguen siendo responsabilidad

del MINSAL;

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El concesionario asume el riesgo de los probables sobrecostos 4.

de mantención y explotación y de una sobredemanda de

prestaciones;

El Estado delega en un particular los riesgos vinculados a la 5.

relación laboral con los trabajadores de los establecimientos

concesionados.

Mediante este tipo de contratos se de-

bería esperar:

Una modernización de la infraestructura e instalaciones 1.

hospitalarias y ambulatorias;

Un modelo de gestión más eficiente, centrado en los beneficiarios 2.

adscritos al sistema y en el paciente y, probablemente, de menor

costo que los sistemas tradicionales;

Mejora en los estándares de calidad de las prestaciones y en la 3.

calidad del servicio;

Reducción de las listas de espera según estándares definidos por 4.

el mandante;

Mejor percepción y satisfacción del servicio de los pacientes;5.

Un equipo de salud más motivado, mejor evaluado y mejor 6.

administrado;

Mayor innovación y renovación tecnológica;7.

Mayor competitividad. El modelo debe ser competitivo y facultar 8.

a las personas a elegir, privilegiando en lo posible la libertad del

individuo. Así, el dinero de las subvenciones per cápita que pague

el Estado debe seguir al individuo;

Una transición ordenada y paulatina, por zonas geográficas 9.

definidas y según las prioridades de inversión en establecimientos

asistenciales que defina el Ministerio de Salud, desde el

actual modelo de administración pública tradicional a uno de

concesiones sanitarias.

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Figura N° 2. Modelo centrado en el Paciente

3.1.1 Marco jurídico

El marco jurídico existente entrega al Es-

tado suficiente flexibilidad para avanzar en propuestas de concesiones de

servicios de distinta naturaleza, tanto por la normativa general de conce-

siones como por disposiciones especiales que permiten al Ministerio de

Salud la contratación de servicios, según se señala a continuación:

1. La Ley de Concesiones. Decreto 900 del Ministerio de Obras

Públicas de 1996, en su Artículo 1º establece que “La eje-

cución, reparación o conservación de obras públicas fiscales,

por el sistema establecido en el Artículo 87º del Decreto Su-

premo Nº 294, de 1984, del Ministerio de Obras Públicas, las

licitaciones y concesiones que deben otorgarse, ya se trate

de la explotación de las obras y servicios o respecto del uso y

goce sobre bienes nacionales de uso público o fiscales, des-

tinados a desarrollar las áreas de servicios que se convengan,

Control de ConsejoComunal

Pago per Cápita Universalidad

Equidad

PACIENTES

Reversión propiedad al SNSS al final de

concesión

Libre Elección: El dinero sigue al paciente

GARANTÍA Y CONTROL PÚBLICO

Política Sanitaria Ministerio de Salud

Separación entre Financiamiento y

Provisión

INVERSIÓN Y GESTIÓN PRIVADA

DE LA PRESTACIÓN

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se regirán por las normas establecidas en el presente decreto

con fuerza de ley, su reglamento y las bases de la licitación de

cada contrato en particular, que el Ministerio de Obras Públi-

cas elabore al efecto.” El Artículo 7º señala que la licitación de

la obra materia de la concesión se decidirá evaluando las ofer-

tas técnicamente aceptables, de acuerdo a las características

propias de las obras, atendido uno o más de los siguientes

factores, según el sistema de evaluación que el Ministerio de

Obras Públicas establezca en las bases de licitación:

a) estructura tarifaria;

b) plazo de concesión;

c) subsidio del Estado al oferente;

d) pagos ofrecidos por el oferente al Estado, en el caso de que este

entregue bienes o derechos para ser utilizados en la concesión;

e) ingresos garantizados por el Estado;

f) grado de compromiso de riesgo que asume el oferente duran-

te la construcción o la explotación de la obra, tales como caso

fortuito o fuerza mayor;

g) fórmula de reajuste de las tarifas y su sistema de revisión;

h) puntaje total o parcial obtenido en la calificación técnica, se-

gún se establezca en las bases de licitación;

i) oferta del oponente de reducción de tarifas al usuario, de re-

ducción del plazo de la concesión o de pagos extraordinarios

al Estado cuando la rentabilidad sobre el patrimonio o activos,

definida esta en la forma establecida en las bases de licitación o

por el oponente, exceda un porcentaje máximo preestablecido;

j) calificación de otros servicios adicionales útiles y necesarios;

k) consideraciones de carácter ambientales y ecológicas; e

l) ingresos totales de la concesión calculados de acuerdo a lo

establecido en las bases de licitación.

2. El DFL 36 de 1980 del Ministerio de Salud establece las nor-

mas que regulan los convenios que celebren los servicios de

salud con otras entidades, relativos a las acciones de salud

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que a dichos servicios corresponde ejecutar. En su artículo

2º señala que los convenios regidos por dicho decreto “serán

aquellos en cuya virtud un organismo, entidad o persona dis-

tinta del Servicio de Salud sustituye a este en la ejecución de

una o más acciones de fomento, protección y recuperación de

la salud o de rehabilitación de enfermos, sea por delegación,

mandato u otra forma que les permita actuar y administrar por

cuenta del Servicio para atender a cualquiera de los beneficia-

rios de este, sin perjuicio de la atención que podrá prestarse a

otras personas conforme al convenio y de acuerdo a las nor-

mas que rigen al Servicio.”

3. El DFL1 de 2005, que fija texto refundido, coordinado y siste-

matizado del decreto ley N° 2763/79 y de las leyes N° 18.933

y N° 18.469 y que establece en su Artículo 1º que al Ministerio

de Salud y a los demás organismos que contempla dicha ley,

les compete ejercer la función que corresponde al Estado de

garantizar el libre e igualitario acceso a las acciones de pro-

moción, protección y recuperación de la salud y de rehabilita-

ción de la persona enferma; así como coordinar, controlar y,

cuando corresponda, ejecutar tales acciones. En su artículo 2º

señala que integran el sector salud todas las personas, natu-

rales o jurídicas, de derecho público o privado, que realicen o

contribuyan a la ejecución de las acciones de salud. Destaca

que constituyen parte del sistema de salud, todas las personas

naturales o jurídicas, públicas y privadas que laboran en salud

coordinadamente, dentro de los marcos fijados por el Minis-

terio de Salud para el cumplimiento de las normas y planes

que este apruebe. Finalmente, en su Artículo 3º señala que las

personas, instituciones y demás entidades privadas, gozarán

de libre iniciativa para realizar acciones de salud, en la forma y

condiciones que determine la ley, así como para adscribirse al

Sistema, suscribiendo con los organismos que lo integran los

convenios que corresponda.

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3.1.2. Operación del modelo

El sistema de “Concesión Sanitaria” pro-

puesto conceptualmente compra “soluciones en salud” a los privados y

ofrece garantías y control público. Este se basa en el financiamiento es-

tatal de la salud, para garantizar la universalidad, la equidad, la gratuidad

(cuando corresponda según establece la ley), el acceso y la aplicación de

políticas sanitarias a la población. La inversión privada que realice el con-

cesionario constituye solo un medio para poder superar el déficit de inver-

sión pública, tanto en salud primaria y hospitalaria, requerida para mejorar

la satisfacción de la población y de los profesionales de la salud.

Hoy se entiende que la eficiencia del mo-

delo de salud requiere una visión más amplia que aquella que apunta me-

ramente a tratar una enfermedad. Los modelos estatales, como se indicó,

sufren las ineficiencias de su propio modelo de gestión y los “medicaliza-

dos” tienden a ser más caros y son aptos para las personas de mejores

rentas. Por ello, bajo la lógica de “salud pública”, se requieren soluciones

integrales que permitan gestionar eficientemente todo el proceso asisten-

cial, desde las acciones preventivas -para evitar mayores daños-, a las cu-

rativas y la rehabilitación del individuo. Desde esta perspectiva, una dele-

gación de estas funciones del Estado en entes privados, debe ser integral,

en “red”, programática, controlada, competitiva y garantizada y abarcar

la totalidad del proceso asistencial, desde que el paciente elije el sistema

hasta que sale del mismo. Por ello se privilegia una solución integral, como

lo es la concesión sanitaria, por sobre una concesión de infraestructura.

a. Control y propiedad pública

El modelo separa el financiamiento, la pro-

piedad y los controles, que son públicos, de la inversión y la gestión, que

son privadas. El control público se realiza mediante un Consejo Comunal,

que se crea para estos efectos, quien tiene entre sus funciones velar por

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el cumplimiento de las condiciones de un contrato con el concesionario,

por el control de la calidad de los servicios que recibe la población y por el

cumplimiento de las “metas sanitarias”. El Estado, a través de dicho Con-

sejo, mantiene el control permanente del concesionario, con capacidad de

inspección, facultad normativa, de aplicar sanciones monetarias y, even-

tualmente, terminar anticipadamente el contrato por razones justificadas.

Los establecimientos asistenciales, obje-

tos de la concesión, son establecimientos públicos, construidos sobre

terrenos fiscales y pertenecientes a la red de establecimientos del SNSS

o de la Municipalidad correspondiente. En consecuencia, no hay priva-

tización de establecimientos, sino solo se ha delegado en un tercero,

la gestión de ellos, para que la prestación médica sea otorgada por un

concesionario privado.

b. Obligaciones del contrato

El Concesionario asume la obligación de

dar asistencia médica integral en una Red de Salud Concesionada a la

población. El contrato obliga al concesionario a hacer una inversión inicial

importante en la Red de establecimientos ahora a su cargo (p. ej. nuevo

hospital o remodelación del existente y mejoramiento de consultorios y

postas), para superar las deficiencias existentes, y el Estado retribuye al

concesionario con un monto per cápita, de acuerdo a la población que se

adscriba al modelo.

El contrato debe describir detalladamente

las obligaciones del contratante:

Inversión inicial: el contrato establece cuál debe ser la inversión

inicial en infraestructura nueva o remodelación de la existente

que se entrega a la concesionaria.

Plazo para realizar la inversión.

Plan de Salud: contempla detalladamente el alcance y

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cobertura que debe tener el Plan de Salud al que accederán

los beneficiarios adscritos al sistema y por los cuales el

Estado pagará un per cápita, tanto en materia de prevención,

recuperación y rehabilitación de la salud de los individuos.

Recaudación de aportes estatales y cotizaciones: el

concesionario recaudará los aportes per cápita que se

definan y las cotizaciones para salud de quienes efectúan

aportes para FONASA. Dicho servicio delegará esta función

en el concesionario. Se deberá establecer un mecanismo de

incentivo para estimular un adecuado proceso de recaudación

de cotizaciones.

Pago de Licencias Médicas: el concesionario deberá

controlar, administrar y pagar las licencias médicas y cautelar

el cumplimiento del reposo médico.

c. Área a concesionar

Se deben concesionar los establecimien-

tos existentes en un área geográfica determinada, que deberá definir el Mi-

nisterio de Salud. El Ministerio determinará los establecimientos nuevos a

construir como antiguos a remodelar, pertenecientes al Servicio de Salud

y municipales, consultorios y postas rurales, hasta que la totalidad de los

establecimientos públicos del área definida, la que debería abarcar a una

población de aproximadamente 300 a 500 mil personas. Estas quedarán

claramente identificadas, en un proceso de adscripción al sistema de salud

concesionado, y se dará preferencia a los residentes del área geográfica que

se determine como concesionada.

El sistema debe ser competitivo, de tal

forma que sean las personas las que elijan qué concesionario utilizar. En

consecuencia, el Estado debe definir preferentemente, áreas en las que

existan al menos dos concesionarios para que las personas decidan cuál

de ellos prefieren.

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d. Proceso de licitación

Establecidas las bases de la propuesta, el

proceso debe realizarse mediante una licitación pública, nacional e inter-

nacional, entre compañías ISAPRE, aseguradores y redes prestadoras clí-

nicas, o consorcios de estos, quienes gestionarán la entrega de servicios

sanitarios a la población, en un proceso abierto y transparente.

e. Financiamiento del contrato

El Estado sustituye la actual política de

inversión y financiamiento directo a la oferta de servicios de salud en es-

tablecimientos públicos, por el financiamiento de una concesión. En con-

secuencia, no debería haber incremento presupuestario por esta razón.

La prima que paga el Estado es un per cápita de acuerdo al número de

las personas que se encuentran registradas y acreditadas como tal en el

concesionario. El modelo se basa en una “capitación” o prima anual, pa-

gada mensualmente, que el gobierno entrega al concesionario. Se debe-

rá cautelar en lo posible, la existencia de dos o más concesionarios para

que el modelo sea competitivo. A la prima anual pagada por el Estado,

se descuentan las cotizaciones estimadas a recaudar anualmente por el

concesionario, de tal forma que este tenga incentivos para efectuar una

recaudación adecuada o asuma parte del riesgo de las cotizaciones no

pagadas. La prima se reajustará en un máximo según el reajuste del gasto

público definido en la Ley de Presupuestos y, en ningún caso, puede ser in-

ferior al IPC. Incluso se podría establecer un tope de un porcentaje máximo

(p.ej. 8%) de rentabilidad al concesionario, para resolver críticas políticas

que pudieran surgir. El concesionario puede, también, vender servicios de

salud a personas no beneficiarias de esta concesión o pacientes prove-

nientes de ISAPRE u otras concesiones.

Las formas de pago al concesionario serán:

Pagos anuales “capitados” por el uso del activo y la prestación

de los servicios médicos y no médicos. La cantidad de “cápitas”

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pagadas por el Estado dependerá de las personas que opten

y estén acreditadas como beneficiarios por la concesión;

Pago mínimo garantizado, vinculado a la inversión realizada;

Pago vinculado al cumplimiento de los ratios de efectividad

predeterminados (disponibilidad + calidad) e intensidad del uso;

Actualización ordinaria de tarifas (anual con mínimo IPC);

Actualización extraordinaria de tarifas cada 5 años, para

compensar diferencias probadas entre incremento/decremento

de los costes de los servicios, nuevas tecnologías, aumento

de la demanda y variación precios de mercado frente a IPC;

Sistema de facturación inter-áreas como mecanismo de

compensación al concesionario por la asistencia médica

prestada a la población de un área diferente a la concesionada.

Los costos de transferencia se hacen con un tarifado público

definido previamente.

f. Recursos humanos

Es evidente que la gestión privada de esta-

blecimientos de salud pública lleva aparejados retos que no son simples de

resolver. La resistencia ideológica y el cambio de condición contractual (nuevo

contrato de trabajo regido por el Código del Trabajo en reemplazo del Estatuto

Administrativo), tanto para los funcionarios públicos como municipales, es una

materia compleja que se puede resolver con mejores condiciones de trabajo y

la posibilidad de volver a ser funcionarios públicos para aquel arrepentido en

un plazo de tres años. Lo mismo para los pacientes: solo la experiencia prácti-

ca de un servicio de mejor calidad garantizado por normas ISO y acreditación,

haría que el sistema rápidamente sea aceptado por la población. Y, para el

gobierno, el ahorro de la inversión inicial y de la operación de un hospital, que

representa anualmente un costo similar al de la inversión inicial, debería ser un

buen incentivo para el éxito de esta operación.

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g. Plazo del contrato

El plazo del contrato puede ser a 20 años,

prorrogable por igual período al cumplir 15 años. Es importante tener en

consideración el nivel de incertidumbre que produce la finalización del

plazo para el concesionario. Por ello, se deben establecer cláusulas que

estimulen una entrega de las instalaciones en las mejores condiciones al

término del período de la concesión.

h. Evaluación de los resultados y calidad de los servicios

La calidad y seguridad en la medicina mo-

derna constituyen una creciente preocupación, tanto para el equipo médi-

co como para los pacientes. Por ello, el contrato establece diversas penali-

zaciones por falta de servicio, mala calidad y listas de espera que superen

ciertos estándares, protocolos o guías clínicas conocidos por las partes.

El contrato deberá garantizar la calidad, oportunidad, acceso y cobertura

mediante indicadores objetivos de resultados, exigirá sistemas de acredi-

tación obligatoria y de evaluación cuantitativa y cualitativa de los servicios

contratados y establecerá incentivos por cumplimiento de metas sanitarias

o penalizaciones por su incumplimiento.

Es necesario que el Estado fortalezca su

capacidad de control de este tipo de contratos para preservar el bien co-

mún. Por ello, la mantención permanente de un sistema de auditoría y acre-

ditación, tanto en el proceso de construcción como de operación, debe ga-

rantizar al público que se cumplirán los estándares de calidad. Desde esta

perspectiva, es necesario incorporar en el sistema a un Consejo Comunal,

con atribuciones para que actúe, tanto en el control de los servicios que se

les entrega a los pacientes, como para prevenir situaciones que distorsio-

nen el contrato con acciones corruptas o falta de servicio.

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IV. LA EXPERIENCIA INTERNACIONAL

El Banco Mundial ha promovido las conce-

siones en sus diversas formas, como un mecanismo para captar recursos

del mercado de capitales y orientarlos a proyectos que, de otra forma,

muchos países no podrían ejecutar. El objetivo de ellas es captar el finan-

ciamiento para la construcción o renovación de la infraestructura, recibir

transferencia tecnológica y delegar la operación, explotación y manteni-

miento en un ente privado. El resultado de este modelo dependerá de la

calidad de la gestión pública, de la transparencia del proceso, y de la clara

descripción del objeto del contrato en las bases de las propuestas, las que

deben realizarse en convocatorias públicas internacionales a proveedores

experimentados y evaluados con todas las formalidades de rigor.

PFI, Private Finance Initiatives (Reino Unido). Consiste en

una metodología para procurar financiamiento privado a

instituciones públicas. PFI transfiere la responsabilidad, pero

la “accountability” queda bajo la tuición estatal. PFI permite

transferir a los privados, tanto la inversión, la construcción

como la administración de servicios públicos. Como el sector

privado opera el servicio concesionado, los empleados son

transferidos automáticamente bajo un acuerdo especial de

la Comunidad Europea denominado TUPE (“Transfer of

Undertakings Protection of Employment Regulations”). Cada

proyecto PFI tiene sus propias características; sin embargo,

hay un criterio uniforme en los contratos. El modelo PFI ha

sido adaptado por Canadá, Francia, Portugal, República de

Irlanda, República Checa, Noruega, Finlandia, India, Australia,

Japón, Malasia, Estados Unidos y Singapur. En Suecia, a

modo de ejemplo, el hospital de St. Goran se concesionó en

el año 2000, estando actualmente muy bien valorado tanto

por pacientes como por empleados.

PPS, Proyecto para la Prestación de Servicios (México). La

asociación público-privada es un concepto que engloba una

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diversidad de esquemas de inversión, donde participan los

sectores público y privado, desde las concesiones que se

otorgan a particulares hasta los proyectos de infraestructura

productiva de largo plazo.

Gestión de Servicio Público o Concesión Sanitaria (España).

Este país ha ido avanzando de la concesión tradicional al

modelo de Concesión Sanitaria. En España, comunidades

autónomas como Madrid, Baleares, Valencia, Castilla y

León, Castilla-La Mancha y Asturias están fomentando la

construcción de hospitales públicos con financiación privada.

Los resultados, experiencia y aplicación práctica en Valencia

los ha llevado a las concesiones sanitarias. Alzira en Valencia,

cuenta hoy con 11 centros de salud públicos, 18 consultorios

y 12 centros estacionales, más el Hospital de la Rivera, todo

gestionado por privados y que ofrecen un servicio integral y

moderno a sus habitantes. También de Manises, Torrevieja,

Elche y Denia, cada una con poblaciones de aproximadamente

300 mil personas. En el caso de Denia, con un nuevo hospital, el

antiguo transformado en un centro geriátrico y 47 consultorios,

los resultados hasta ahora muestran que los costos son un

25% menor que el equivalente público; la satisfacción de

los ciudadanos 20 puntos arriba del equivalente público; la

satisfacción profesional es 18 puntos arriba y las listas de

espera están controladas.

Asociaciones Público Privadas para obras de infraestructuras

y servicios de salud (Perú). El Decreto Legislativo 1.012 de

mayo de 2008 tiene por objeto establecer los principios,

procesos y atribuciones del sector público para la evaluación,

implementación y operación de infraestructura pública o la

prestación de servicios públicos, con participación del sector

privado, así como establecer el marco general aplicable a

las iniciativas privadas. El artículo 5 contiene los “Principios”

que rigen estos contratos y que vale la pena destacar:

Valor por dinero. Establece que un servicio público debe ser

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3 0 0

suministrado por aquel privado que pueda ofrecer una mayor

calidad a un determinado costo o los mismos resultados de

calidad a un menor costo.

Transparencia. Toda la información cuantitativa y cualitativa

que se utilice para la toma de decisiones durante las etapas de

evaluación, desarrollo, implementación y rendición de cuentas

de un proyecto de inversión llevado a cabo en el marco de la

norma, deberá ser de conocimiento ciudadano.

Competencia. Deberá promoverse la búsqueda de la

competencia a fin de asegurar eficiencia y menores costos en

la provisión de infraestructura y servicios públicos, así como

evitar cualquier acto anti-competitivo y/o colusorio.

Asignación adecuada de riesgos. Deberá existir una

adecuada distribución de los riesgos entre los sectores público

y privado. Es decir, que los riesgos deben ser asignados a

aquel con mayores capacidades para administrarlos a un

menor costo, teniendo en consideración el interés público y

el perfil del proyecto.

Responsabilidad presupuestal. Deberá considerarse la

capacidad de pago del Estado para adquirir los compromisos

financieros, firmes y contingentes, que se deriven de la

ejecución de los contratos celebrados dentro del marco de

la presente norma, sin comprometer la sostenibilidad de las

finanzas públicas ni la prestación regular de los servicios.

Concesiones de Infraestructura Hospitalaria (Chile), Hospitales

de Maipú (342 camas) y de La Florida (391 camas). Política

de financiamiento de infraestructura implementada por el

Gobierno de Chile, que busca la participación de capitales

privados en el diseño, construcción de las obras, mantención,

provisión y montaje del equipamiento industrial y la prestación

de servicios de apoyo no clínicos. Las propuestas económicas

se recibieron en junio del 2009. Si bien estas concesiones

adjudicadas de infraestructura y servicios básicos constituyen

un avance, habrá que esperar una propuesta de concesión

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más amplia, como se ha adoptado en otros países y que

contemple también la entrega de los servicios sanitarios

para ver un cambio sustantivo en la calidad y oportunidad de

entrega de servicios clínicos a la población.

V. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

“Midiendo la eficiencia de los Hospitales Públicos en Chile”.

Rodrigo Castro. Documento En Foco, Expansiva. 2008.

Trabajo de Investigación “Nuevos Modelos de Gestión Sanitaria”,

Magister en Administración en Salud, Universidad de los Andes.

2009.

“Análisis de las Políticas de la Atención Primaria de Salud (APS)

en Chile. OPS. 2007.

“La experiencia del modelo Alzira.” Tarazona, y otros. Revista de

Administración Sanitaria. España. 2005.

“Health System in Transition.” EU Observatory. Duran y otros.

2006.

“El Mercado de Concesiones Hospitalarias en Chile”. Acciona-

COPSA. 2008.

“Hospital de Talca: antecedentes y propuestas de solución.”

Documentos Opinión política. N° 662, mayo 2009. Instituto

Libertad.

Ideas y Propuestas. Fundación Jaime Guzmán. N° 3 abril 2008.

“La colaboración público-privada en el marco del Sistema

Nacional de Salud.” Revista de Administración Sanitaria Siglo

XXI. Luis Fidel Campoy Domene y Josep Santacreu i Bonjoch.

“La aportación de las empresas de Tecnología Sanitaria a la

sostenibilidad del sistema sanitario español”. Price Waterhouse

Coopers.

“HealthCast 2020: Creando un futuro sostenible”. Health

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salud en Chile 1990-1999” Rodríguez, J. y Tokman, M. (2000)

CEPAL, Serie Financiamiento del Desarrollo, Nº 6.

“Diagnóstico y remedios para la crisis hospitalaria”. Temas

Públicos, Nº 894. Libertad y Desarrollo.

“Contratos BOT y transparencia” Offnews. Hernán Narbona

Véliz.